LA CRISIS BANCARIA MUNDIAL

Tenemos en marcha una crisis bancaria a escala desconocida. Esta crisis bancaria actual, ¿es culpa de las teorías de los llamados nuevos conservadores o “neocons”?. ¿Obedece la crisis bancaria mundial a una deficiencia estructural del capitalismo?, que se manifestaría periódicamente, nunca igual, y con más o menos fuerza y extensión en cada ciclo.
 
¿O los culpables de la crisis bancaria mundial son más bien un número importante de banqueros de muchas naciones, junto con las autoridades de éstas? Los primeros, más que banqueros, son “bancarios de ventanilla y de pacotilla”. Y son imprevisores, necios y ávidos de dinero y poder, en una amalgama siniestra y delictiva, generada en un “caos nacido de sí mismo”. Las autoridades son responsables de no haber establecido un marco de vigilancia y regulador del entramado financiero, cada vez más sofisticado y complejo. Y que sea adecuado a una actividad tan evidente, importante y vital para las economías modernas, como es la garantía razonable de los depósitos y la generación del crédito bancario suficiente. El necio es aquél que ignora lo que debiera saber.

¿Supone esto una vuelta a las ideas de la economía socialista? ¿Necesitamos a un Gran Hermano financiero estatal?, otro mecanismo oficial pesado, costoso, lento, poco productivo, sujeto a corrupciones continuas. Nooo. La misión de los poderes públicos es establecer un marco o método de actuación financiero práctico, legal y moderno. Y los medios para su observación y la corrección de las inevitables desviaciones, de manera continua, relativamente sencilla y ágil. Luego hay que dejar actuar a los agentes económicos, que somos todos, actuando como consumidores, empresarios, empleados, prestatarios, instituciones, etc., en los distintos mercados parciales: de crédito, de transportes, de abastos, de valores, etc. ¿Por qué tiene que ser el Estado?, porque es la institución que se supone debe controlar y regir, en nombre de todos, por encima de personas y entidades privadas.

¿Por qué no pueden ser el FMI o el Banco Mundial, nacidos en los pactos de Breton Woods y con larga historia, los organismos supranacionales que realicen esas nuevas labores de inspección y corrección? Creo que porque carecen de los medios legales, y aún coactivos, para imponer sus criterios económicos a estados soberanos diferentes. La prueba es que la actitud concertada de los estados europeos contra la crisis bancaria mundial, se concreta en acciones específicas, individualizadas, diferentes, para cada estado participante. Por mucho que, en su origen, se llamase Mercado Común Europeo. Cuando los estados son demasiado pesados jurídica, histórica y socialmente, la unanimidad es muy difícil y laboriosa.  

Veremos el mecanismo de la creación y de la contracción del crédito, a partir del mecanismo de la creación y de la retirada de depósitos de un sistema económico. La razón es que ambos son el núcleo del origen del actual caos financiero, en desarrollo progresivo y avanzado…

¿Cómo funciona la actividad bancaria? ¿Por qué y para qué se solicitan créditos a la banca? ¿Por qué es muy importante que los “activos” bancarios sean sanos y cobrables a su tiempo? ¿Son sanos los parámetros de la actual actividad financiera: liquidez del sistema (M2 europeo); volumen relativo de impagos vencidos; mantenimiento de los depósitos bancarios; control del nivel general de precios; confianza y credibilidad de los distintos agentes económicos, etc.?

La banca recibe depósitos de todas clases del público: a la vista, de ahorros, a plazos. E incluso emite cédulas o bonos con su garantía, que vende a grandes instituciones, empresas e inversores. También los bancos se prestan entre ellos “efectivo” e incluso acuden al Banco central de sus sistemas para pedir fondos a distintos plazos. Todo este dinero la banca se lo “debe” al público en general. Por ello las partidas que lo representan figuran en su “pasivo”. Por el uso de ese dinero, los bancos pagan unos intereses a sus depositarios (más bien poco) o a sus prestamistas y bonistas (algo más). En este “pasivo” se integrarían también los fondos propios de la banca, siempre una fracción pequeña de aquél, representados por sus acciones y beneficios no distribuidos, que pertenecen (se deben) a sus dueños o accionistas. Llamamos “banca” al conjunto del sistema bancario de un sistema económico integrado. Y, “bancos” al conjunto de estos organismos especializados públicos y privados de aquél.
Una parte de aquel dinero, la banca lo conserva en sus ventanillas y cajas fuertes, formando su tesorería y sus reservas legales y voluntarias. Supongamos que los bancos mantienen como “efectivo” una de cada 5 unidades monetarias recibidas. Las otras 4 unidades de dinero las prestan a diferentes plazos y precios (tipos) a sus “clientes de crédito” o prestatarios: empresas, organismos públicos, bancos y personas, tanto nacionales como extranjeros. Incluso lo hacen comprando bonos y pagarés de empresas y sus acciones y ampliaciones de capital. Aquéllos las usan para sus necesidades y decisiones de inversión, tesorería, circulante y compras al consumo a corto y largo plazo. Las cuales suelen estar por encima de sus posibilidades de reunir medios de pago propios.
Las hipotecas sobre casas las consideraremos dirigidas a una inversión, especialmente en ciertos países. Ya que las personas que las toman creen que si tienen que vender las casas, “siempre” les pagarán más de lo que les costó. Y su valor de uso real, si están bien hechas, se mantiene razonablemente a lo largo de la vida de sus propietarios primeros. Esto significaría que España tendría una tasa de ahorro muy superior a la atribuida por las estadísticas oficiales. Ya que una parte del público estaría ahorrando, incluso por encima de sus posibilidades en un bien del tipo “depósito de valor”. ¿Por qué la diferencia con la estadística? Por una diferencia de criterio, como casi siempre ocurre. Llamo depósitos de valor a los bienes en los que éste se puede concentrar y mantener y aún usar, sin un deterioro apreciable. Las casas (bien construidas y localizadas), las joyas y las monedas antiguas (a su verdadero valor), el dinero (en épocas de inflación moderada) son bienes generalmente utilizados como depósitos de valor por las personas. Y no lo es un coche, incluso bueno y caro, cuyo valor se deprecie exageradamente tras la compra.
Además, una parte del dinero prestado retorna a los bancos, en forma de depósitos nuevos de sus prestatarios. Porque nadie utiliza inmediatamente todo el dinero recibido, manteniendo sólo a mano la cantidad de efectivo necesario para los pagos menores inmediatos. Ni tampoco lo esconde en casa o en la empresa, salvo en períodos sociales catastróficos. Esto va a generar más reservas y nuevo efectivo disponible para prestar o invertir a la banca.
En los libros de Economía general, donde puede acudir nuestro amable lector para ver el cálculo, demuestran que con aquella reserva inicial citada de 1 unidad monetaria de cada 5 recibidas, el conjunto de los bancos puede llegar a dar a crédito hasta 5 unidades monetarias. Más que crear dinero bancario, lo que hacen real y más propiamente los bancos es multiplicar el crédito posible a la sociedad, a la que sirven y de la que se benefician, con su actividad de intermediarios financieros. Nuestro lector habrá intuido que, asimismo, cuando la banca tiene que atender pagos y realiza activos para ello, el conjunto de éstos se contraen entonces en la proporción 5 a 1. Y como una cualidad intrínseca del dinero es que no se puede disipar sin más, por eso llamamos creación de crédito y no de dinero bancario, como le gusta a algunos especialistas, a este proceso esencial.  
Aquellos préstamos en general forman, junto con sus magras reservas dinerarias, el “activo” de un banco. La parte de su balance que él puede utilizar inmediatamente, exigir, realizar o vender a otro en los mercados secundarios o interbancarios. Es muy importante que estos activos sean seguros, cobrables en su momento, buenos. Ya que si ocurre una retirada anómala puntual de dinero por parte de sus depositarios o se le presenta una oportunidad buena de inversión o préstamo, el banco tiene que recuperar el dinero contante, liquidando una parte de estos “activos” o pagar con activos sanos. Además, los banqueros están usando bienes ajenos y deberían actuar en su importante labor con respeto a esta cualidad esencial de su «pasivo«. Si el banco presta dinero para proyectos inviables (los beneficios brutos nunca superarán a los costes de funcionamiento de la empresa) o a gente insolvente razonablemente (al empeñarse por encima de cierto porcentaje de sus ingresos). Cuyo peligro siempre se materializa al endurecerse las condiciones crediticias o económicas, que son cíclicas. ¿Por qué los bancos se aventuran con estos activos y otros compran paquetes de derechos referenciados a ellos, e incluso se los venden a los partícipes de sus fondos de inversión? Porque por ellos se cobran intereses muy por encima de lo habitual o normal del mercado. Es la codicia y el ansia de poder o de crecimiento (el llamado orgánico, sin fusiones o absorciones), en manos de bancarios a los que se les vuelve grande la actividad y el puesto. Y que corrompe y pervierte la función bancaria. Se convierten ésos en «garroteros«, los usureros de nuestro pueblo hispano llano. Pero sin tener los arrestos y los medios convincentes para cobrar como lo hacen ellos.

¿Cómo están ahora los parámetros actuantes de la actividad bancaria? La inmensa mayoría del crédito en general concedido por los bancos es bueno y cobrable. El número real de fallidos de morosos declarados es bajo y controlable. El público en general (empresas. Instituciones y personas) mantiene sus depósitos en la banca y atiende a los pagos, escalonados en el tiempo, de sus préstamos en general o de sus pasivos (pago de servicios, a proveedores, deudas). La liquidez del sistema, el M2 europeo o su equivalente estadounidense, es alta e incluso ligeramente inflacionaria. Y es más que suficiente para permitir realizar todas las transacciones económicas necesarias, que es una de las funciones principales del dinero. Nadie tiene dinero “per se”, sino para utilizar en un futuro más o menos próximo o, al menos, con la esperanza o intención de hacerlo. Otra cosa es que se retenga, que se guarde bajo la cama, se entierre o se encierre en las cajas fuertes de las sucursales. ¿Por qué? Por miedo y desconfianza, que son los demonios del anticrédito. En efecto, este último punto o parámetro, el que falla estrepitosa y esencialmente, consiste en que la confianza, la garantía, la solvencia y la respetabilidad entre los agentes del sistema tienden a 0 aceleradamente.
Y la prolongación de una crisis bancaria, caracterizada por el deterioro y la perturbación de sus actividades esenciales, convertirá progresivamente a los morosos potenciales en reales, restringirá la creación de depósitos bancarios y extenderá en ondas de conmoción los daños por todo el sistema financiero. 
No hay buenas cabezas pensantes escuchadas. Los mandos (no tenemos que escribir leaders) sociales que se arriesgan, no andan con paños calientes, se comprometen y siempre se equivocan algo, son arrinconados, ignorados o no se les deja surgir y actuar. Porque no son políticamente correctos, llenos de talante, buenismo, expertos en comunicación y manipulación de emociones, y usando palabras anestésicas de la acción, el revulsivo y el esfuerzo concertado. Las sociedades nacionales se enfrentan a un problema increíble, impensable hace pocos meses. Y están privadas en estos momentos de una ideología social rectora y orientadora y de unos mandos útiles, servidores y cumplidores.

Los Tipos de Interés y la Liquidez. Otra visión de las Razones íntimas de la Crisis.

Se dice que con la bajada de tipos se inyecta liquidez al sistema financiero, arrugado por la falta de confianza en el prestatario institucional o final. Y todo resuelto. Pues no. Con la bajada de tipos se facilitan los negocios. Los privados, los empresariales y los públicos. Al bajarme el listón de los costes financieros, me puedo entrampar mejor, puedo atender mejor a los pagos de una hipoteca a tipo variable o igual me arriesgo a otra inversión con menor rendimiento marginal (el rendimiento adicional que la nueva inversión me dará). El tipo es una «medida relativa» del valor oficial de los medios de pago aceptados. El Euribor es el tipo del dinero prestado en el mercado interbancario. Y está más alto que el oficial, hoy a 3,75%, porque lleva una prima de riesgo, ante la duda de su cobro a tiempo a mi «colega». 
La liquidez es el M2 europeo o su equivalente estadounidenses: el dinero (alrededor del 8% PIB) y el cuasi dinero: los depósitos y títulos de deuda fácilmente realizables (sin depósitos a plazo). Si no hay medios de pago, aunque estén baratos (tipo de interés) no puedo gastar ni invertir. Donde no hay harina, todo es mohina, dice la sabiduría popular.
Pero ya tenemos liquidez (el M3 (que incluye al M2) está creciendo (a alrededor del 11-12% en los últimos meses) y los tipos están muy bajos. La acción concertada del día 8 de octubre de los principales bancos centrales mundiales, los ha dejado en el 1,5% estadounidense y el 3,75% de la zona monetaria del euro. Entonces, ¿qué nos pasa? Pues que no tenemos confianza en la inversión posible o nos asusta que tengamos dificultades para pagar el préstamo. Y el miedo se extiende como el aceite. La gente maneja números, pero no sabe manejar sentimientos o intuiciones. Porque no se dejan medir. Y se carece de coraje moral y de educación para caminar por esos caminos aparentemente desconocidos.
Los tipos son como el motor y la liquidez, el combustible. ¿Por qué no anda el auto? Porque no tiene piloto: la voluntad del conductor experimentado que lo guíe. Aparte que una inversión productiva no cuaja de inmediato. Una central nuclear se toma 15 años desde que empiezan los trabajos de planificación y decisión. Cuatro legislaturas. Y no se pueden arriesgar, sin un marco regulador asegurado. Hay 25 millones de casas construidas en España. ¿faltan muchas más? Y, muchas han sido compradas a precios excesivos, pensando en que su precio siempre crecería. Yo calculo en 450 mil la reposición normal (50 años de vida media). Hemos estado construyendo 650-700 mil durante tres o cuatro años. Aunque no hubiese sobrevenido la crisis económica externa, ¿la construcción podía producir a los ritmos anteriores por más tiempo?

Algunos corolarios o consecuencias de enorme importancia.

La liquidez absoluta no existe, porque no hay dinero en reservas, o en existencias en los bancos centrales, para atender simultáneamente a todos los depositantes. Ni en ningún banco, ni en ningún país, ni en ningún sistema económico. Esto le pasó al Northern Rock británico, que tenía colas en las ventanillas. En España hay del orden de 2,2 billones de Euros en depósitos bancarios. Las recientes acciones concertadas europeas suponen unos 2,5 billones de Euros para todo el sistema euro. Los estadounidenses movilizan apenas una cuarta parte de esto: 750 mil millones de dólares.

Cuanto más grande o extenso sea un banco es más fácil y probable que gran parte del dinero que presta, retorne a sus ventanillas y sucursales en forma de nuevos depósitos de sus prestatarios. Esto da poder e influencia a un banco. Y no sólo beneficia su cuenta de resustados, ya que las operaciones financieras por las que cobra a sus clientes, tienden a realizarse sin salir el efectivo de sus cajas. Y, así, gratifica con un plus las fusiones y concentraciones bancarias dentro de un sistema económico.
Hay que reinstaurar la confianza en el sistema bancario de cada país. Entonces habrá credibilidad y dinero monetario y crédito en general de sobra. Esto es más difícil en estos momentos, que hace unos meses. Porque el público se está empezando a dar cuenta que su dinero no lo tienen en el sótano de la sucursal. De hecho la morosidad real es mínima aún. Otra cosa es que los prestatarios sean todos morosos potenciales, sobre todo si las economías se deterioran. Y los bancos con los activos cautivos y depreciados no pueden hacen nada. Esto sí que es papel mojado…

Es necesario regular y vigilar que la vocación bancaria emprendedora y socialmente útil no se corrompa y altere, con un comportamiento rapaz, desbocado y codicioso, para el que siempre tendrá múltiples tentaciones. Que exista el importante y necesario equilibrio sano entre su pasivo ajeno y sus inversiones y préstamos, impulsores de la riqueza, el bienestar y el progreso de la sociedad a la que sirven.