LA INTELIGENCIA Y LA SEGURIDAD DE LOS ESTADOS UNIDOS.

El domingo 18 de julio, el “Washington Post” ha comenzado a publicar una serie de artículos de investigación, destinados a retratar la verdadera y compleja situación de la Inteligencia y la Seguridad nacionales de los EEUU. Entre las primeras críticas que ha recibido este estudio, están que pone en peligro la seguridad del país o bien que los datos que expone son sesgados, parciales o incompletos. Y ambas revisten contradicción. Como se verá enseguida, el crecimiento de los medios dedicados a esas actividades es tan desaforado, desproporcionado e inabarcable, y, por tanto, inútil en gran parte, que, aunque aceptemos una reducción importante de los números ofrecidos, éstos siguen siendo desmesurados y asombrosos.

El descubrimiento del Washington Post.

Tras un trabajo de casi dos años examinando documentos de todas clases, registros de la propiedad, contratos varios, informaciones aparecidas en las lenguaraces “redes sociales” y realizando numerosas entrevistas, los autores han descubierto un entramado institucional desparramado y autosuficiente, que se podría calificar como un verdadero Cuarto Poder del Estado federal. Veamos algunos datos significativos de dicho estudio.

Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, sólo en Washington se han construido unos 33 edificios dedicados a la inteligencia y seguridad nacionales, que ocupan 17 Km2., equivalentes a la superficie de 3 Pentágonos. Más de 1270 entidades gubernamentales diferentes se ocupan ahora de esas actividades. Están apoyadas por más de 1930 empresas privadas. Que han recibido y reciben contratos externos de colaboración y complemento (outsourcing) de las labores citadas. El outsourcing consiste en la externalización de las actividades no estratégicas de una corporación, para que sus activos humanos y materiales puedan especializarse y dedicarse al núcleo de su negocio o actividad. Pero si nos dicen que unas 855 mil personas trabajan para aquellas agencias, ¿es necesario aún externalizar? ¿Cuántos trabajos genera la actividad omnipresente de estos organismos? Sí, omnipresente. Porque la justificación de esta mastodóntica gestión (burocrática) de la Inteligencia y la Seguridad nacionales, reside en la elaboración anual de más de 50 mil informes “serios”.

Un volumen tan desmesurado hace que gran parte de ellos sean reiterativos, incompletos o parciales, poco consistentes, innecesarios a veces y poco leídos porcentualmente. Con lo que la “paja” cubrirá y ocultará fácilmente los verdaderos “diamantes” en el barril. ¿Con qué criterio se seleccionan para que un conjunto importante, constante y suficiente de trabajos, accedan a los mandos ejecutivos de la Inteligencia y Seguridad nacionales? ¿Quiénes hacen la selección?

¿Cómo se comparte, en cantidad, tiempo, oportunidad y calidad, la información con otras agencias? Esta actividad fundamental de colaboración y coordinación parece que es escasa y deficiente por todo el espectro y rango de las agencias. Funcionando bien, hubiese permitido abortar el intento de atentado del 25 de diciembre de 2009. Donde el nigeriano hijo de papá, entrenado en el Yemen y jugando a mártir yihadista, Omar Farouk Adbulmutallab trató de atentar contra un avión civil en vuelo a Detroit. Como consecuencia, el Director Nacional de Inteligencia Dennis Blair fue cesado por Mr. Obama. Ocupaba un cargo de coordinador general de esas actividades, creado en 2005 por George Bush, y le llamaban el Kaiser de la Inteligencia. Pero, ¿qué funciones ejercía? Las que no ejerció fueron estar al tanto, conocer y reconducir las rivalidades y celos existentes entre las agencias e instituciones.

En la Secretaría de Defensa de Robert Gates hay un cierto número de altos cargos con autorización para conocer todas las actividades y materiales de la Inteligencia y la Seguridad. Pero algunos ya han reconocido públicamente que no tenían esperanzas de vivir lo suficiente como para llegar a conocer o a asimilar todo lo que debieran. Sólo en los EEUU hay identificadas más de 10 mil oficinas, instalaciones y lugares dedicados a esas actividades y a generar informes oficiales, no sólo los simples briefings de uso interno. Los defensores del sistema montado arguyen que desde aquel atentado, los USA no sufren ningún ataque importante. La pregunta es cuáles serían los medios verdaderamente necesarios y su reparto y organización, para conseguir el mismo resultado.

El gobierno federal es consciente del crecimiento sin control, superfluo, caro, con costes difuminados y poco eficaz de estas actividades. Y está buscando áreas donde recortar y prescindir de actividades. Pero la pregunta es: ¿por qué no se hizo desde el principio o, al menos, antes? Siempre, en las actividades asignadas, el que controla el presupuesto, manda.

La Ley de Parkinson. La degradación de las burocracias. Las burocracias corruptas.

En 1957, el economista y sociólogo británico Northcote Parkinson enunció su famosa ley: “Las burocracias TIENDEN a ocupar todo el tiempo disponible en sus trabajos de administración, no necesariamente útiles o productivos”. Un corolario de ella sería que su “trabajo crece hasta llenar todo el tiempo del que disponen”. También le llamaron la ley de la pirámide invertida. Porque sobre los hombros de los contribuyentes, cada vez más agobiados, descansa el peso de una burocracia pública, creciente en el tiempo, sin EREs o regulaciones establecidas, sin claras y objetivas medidas de su necesidad cuantitativa o de su eficacia laboral.

Se trata de una ley social, porque su cumplimiento se extiende por todas las administraciones públicas, durante el largo período de tiempo investigado y con las lógicas, más escasas y honrosas excepciones. En una entrevista mundial, publicada el lunes 26 de noviembre en El Mundo, el historiador y analista militar israelí Martin Van Creveld, hoy con 64 años, autor de más de 15 libros sobre el tema, nos brindaba píldoras como éstas: “Los ejércitos son (terminan siendo, si mantienen una endogamia ideológica) burocracias que se petrifican” o “A los EEUU les falta inteligencia táctica para coger a Bin Laden”. La Escuela de Mando del Estado Mayor de Israel le ha cerrado sus puertas hace muchos años, por iconoclasta. Bueno, pero con los intelectuales y doctores esto no pasa, saben refrenarse. ¿O no? La consejería de Educación de la Comunidad de Madrid acaba de confirmar que la Universidad Complutense ha gastado en los últimos 6 años, 192 millones de euros más de lo autorizado, precisamente en gastos de personal.

Los funcionariados tienden a consolidarse y a perpetuarse en el poder. Todos conocemos a alguien que busca sacar una oposición, para garantizarse un trabajo de por vida. Rara vez te hablan de satisfacer una vocación de servicio. Por otro lado, todos tendemos a identificarnos con y a asumir lo que hacemos. De algún modo el servidor público termina adquiriendo un sentido de propiedad del Estado, mayor del que tenemos los contribuyentes administrados (sus verdaderos dueños). A veces a este sentimiento natural se unen circunstancias adversas: Un estado incipiente, débil, con poca tradición democrática; una situación social calamitosa; unas divisiones sociales profundas y enquistadas: étnicas, religiosas, políticas; una falta de sentido de ciudadanía y de futuro común de la nación. Es entonces fácil que a la minuciosa ineficacia de la burocracia para gestionar e impulsar una economía nacional (los regímenes socialistas son ejemplos), se una la codicia desbordada por los bienes generales comunes, tanto por su posesión como, por supuesto, por su usufructo indefinido.

Estas burocracias ya corruptas devienen en un cáncer terminal de sus sociedades cuando: se apropian de un porcentaje significativo del PIB, frenan el desarrollo social y económico del país y privan a sus ciudadanos de sus esperanzas de progreso y bienestar, que son el motor de una sana “moral nacional”. Es difícil reconvertir a los corruptos. Y la cosa pasa por el empleo más o menos drástico y extenso del bisturí. Pero siempre, siempre hay arreglo.

Características generales de la Inteligencia.

La exploración de campo genera información de los diferentes niveles operativos y de los terrenos, que también reconoce. Pero, aquélla debe ser convertida en inteligencia. Ésta es el conocimiento razonablemente fiable y suficiente del enemigo, de sus intenciones y posibilidades y del terreno, en sus posibilidades de lucha y transitabilidad.

Los órganos elaboradores de la inteligencia a partir de las exploraciones operativa y de combate son ser diferentes, puesto que también lo son los dos tipos de información generados. La principal diferencia es que proceden de niveles de actuación cualitativamente diferentes, en los cuales deben dar una visión de conjunto: enemigo, terreno y posibilidades.

Una vez creada la inteligencia, es integrada por el mando superior existente de la misma, el G-2. Éste, mediante otros órganos, se encargará de transmitirla a las unidades y mandos interesados. Dicha transmisión debe ser protegida por todos los medios existentes, garantizando el secreto y su llegada a los destinatarios, mediante dobles estafetas, cifrados, etc.

La inteligencia transmitida debe reunir las características adecuadas en cuanto al momento, la fiabilidad, la continuidad, la seguridad de transmisión, la riqueza de contenido y su suficiencia. En cuanto al tiempo debe ser oportuna y continua. Su seguridad afecta a los planes y a las decisiones que a partir de ella se elaboren. Debe ser suficiente, rica y fiable para permitir a los correspondientes mandos, dedicándole sólo un tiempo razonable, hacerse una idea lo más completa posible de una situación y planear sus posibles evoluciones y los factores que a ellas concurrirán. La suficiencia limita drásticamente los excesos de información no necesaria, que desorientan o cansan al mando afectado por ellos. Aquí el exceso embota y oculta la realidad y su percepción. Y su selección es, más que una ciencia, un arte del G-2, la CIA o el FBI.

El G-2 se convierte así en los ojos penetrantes y lúcidos del mando operativo.

LA GUERRA RUSO POLACA DE 1920.

LOS POLACOS, MAESTROS DE LA GUERRA MODERNA

LA PRIMERA DERROTA MILITAR DEL IMPERIALISMO ROJO

Los polacos, occidentales en su perspectiva vital, no compartían con sus dominadores rusos, ni la religión, ni una cultura común, ni el alfabeto. En la década de 1770, Polonia había desaparecido del mapa europeo. Su territorio fue dividido y quedó absorbido por sus poderosos vecinos imperiales, Prusia, Austria y Rusia. Así, durante todo el siglo XIX, el sueño de tener un país libre e independiente fue una constante del pensamiento social polaco. Y esto era especialmente deseado en Varsovia y la zona central de Polonia, gobernada por Rusia.

Antecedentes Históricos.

En 1905, Joseph Pilsudki, un patriota polaco de 42 años, estudioso de la ciencia militar, procedente de una familia hidalga polaco lituana empobrecida, comenzó a entrenar a unidades militares polacas, con la aprobación de los austriacos. Estas “legiones” polacas estaban destinadas a alzarse contra Rusia en el momento oportuno. Al estallar la guerra mundial, las “legiones” de Pilsudski sirvieron en el ejército austro húngaro y, cuando los rusos fueron expulsados de Polonia, las Potencias Centrales la declararon independiente, bajo su protectorado conjunto. Pilsudski accedió a dirigir un ejército, pero bajo la soberanía del estado polaco. Esto provocó que en julio de 1917, cuando ya Rusia estaba en medio de las convulsiones revolucionarias y no era un rival importante, los alemanes metieran a Pilsudski en prisión. Con la derrota de los Imperios Centrales, fue liberado en noviembre de 1918 y regresó a Varsovia como un héroe nacional. Aquí lo nombraron Jefe del Estado polaco.

El rápido colapso de los tres imperios citados, dejó un enorme vacío de poder en Europa del Este, creando por toda ella una gran inquietud política y étnica. En marzo de 1917, el gobierno provisional de Kerenski había reconocido la independencia de una Polonia formada por todos aquellos territorios del oeste de Rusia, con mayoría de población polaca. Pilsudski buscó rápidamente consolidar sus fronteras al este. Esto llevó a los polacos a un estado de guerra no declarada con los rojos. Y en 1920, ganada la guerra civil, Rusia estaba en condiciones de resolver su “cuestión del oeste”. Su intención político militar (de estrategia nacional o gran estrategia) era extender el comunismo por la Europa Central, tras aplastar a los nacionalistas polacos.

Dos grupos de ejércitos o “Frentes” rojos avanzaron hacia el oeste. El Frente del Oeste, al mando de Mijail Tujachevski, formado por cuatro ejércitos y un cuerpo de caballería, avanzó bordeando el norte de los pantanos del río Pripet, de extensión enorme y variable, según la estación del año. Por su lado sur, avanzó el Frente del Suroeste, formado por 2 ejércitos rojos y un cuerpo de caballería.

Las Hordas rojas aparecen en la Europa del Este.

El enemigo principal para los polacos era Tujachevski, de 28 años, considerado el mejor de los jefes militares rojos. Con una extraña y brillante personalidad, tenía un cierto gusto por la destrucción por sí misma (“la revolución y la lucha son fuentes de derecho”) y se convirtió en un entusiasta comunista. Su nostalgia por los días en los que los mongoles y tártaros invadían Europa, le llevó a nombrar a sus ejércitos como las “hordas”. E irónicamente eso eran. Tras años de lucha en las guerras mundial y civil, los rusos deseaban regresar a sus casas. Y sólo la brutal disciplina impuesta por un pequeño grupo de fanáticos, políticamente motivados, impedía que lo hicieran. En el cuerpo de oficiales había un gran número de antiguos oficiales zaristas, no necesariamente convertidos a la causa del proletariado, de cuya lealtad respondían sus familias. Su entusiasmo y, sobre todo, su iniciativa, siempre arriesgada, era la de los esclavos. También la calidad de los servicios logísticos y técnicos del ejército rojo, lo asemejaban a las hordas asiáticas. La jerarquía bolchevique justificaba inútil y dogmáticamente esta desventaja operativa, diciendo que “el esfuerzo revolucionario es impulsado por los fusiles del proletariado”. La impedimenta o tren de abastos de un ejército rojo consistía en miles de “carros del país”, requisados y encargados de llevar sus municiones y combustibles, con un tiro de uno o dos caballos Panje, los únicos capaces de soportar las penurias y trabajar en las peores condiciones geográficas. Para el resto de las necesidades de abastecimiento, las tropas tenían que arreglárselas en su procura. Esto creaba un problema añadido para Rusia: el avance de sus ejércitos esquilmaba su propia retaguardia operativa.

En enero de 1920, el mariscal Pilsudski contaba con un ejército de 110 mil hombres, organizados en 21 divisiones, 7 brigadas de caballería y la artillería de apoyo. Los hombres estaban motivados y eran guiados por sus mandos naturales, una parte de los cuales eran cuadros experimentados en la guerra mundial. Los polacos tenían falta de armamento y un déficit crónico en su remonta caballar.

Confirmadas las intenciones bolcheviques, Pilsudski lanzó un golpe preventivo, apoyado por fuerzas ucranianas blancas, destinado a ocupar Kiev, establecer una república ucraniana independiente y contar con un estado aliado, interpuesto a Rusia.

Pilsudski derrota a un Ejército del Frente del Suroeste.

El golpe principal se dirigió al XII ejército rojo, parte del Frente del Suroeste, que recibía sus abastecimientos desde Husiatin y Zhitomir, a unos 65 Km. de la frontera, defendida por una brigada de caballería. Pilsudski envió contra ella una fuerza combinada motorizada, estimando que su captura haría insostenible el despliegue enemigo. El “grupo móvil” al mando del coronel Biernacki, estaba formado por un escuadrón de vehículos blindados ligeros Ford T, el 1er. regimiento de infantería de la Legión, un escuadrón de caballería, una compañía de ingenieros y una batería, remolcada por camiones Daimler, de cañones Schneider de 75 mm. Para el transporte, disponían de unos 20 vehículos semiorugas Fiat y de unos 20 vehículos pesados Packard, con neumáticos sólidos. Al no ser suficientes, el 3er. batallón legionario tuvo que seguir a marchas forzadas.

A las 4:30 del 25 de abril de 1920, el 5º regimiento de la Legión atacó en Niesiolon las avanzadas de la caballería soviética, abriendo una brecha en el frente por donde se insertó el grupo móvil polaco a las 6:15. Éste se dirigió a Zhitomir, siguiendo una pista de tierra que discurría a unos 3 Km. al norte de la carretera pavimentada. A las 6:40 tuvieron un encuentro en Novo Rudra con la caballería roja, que fue barrida por las ametralladoras de los vehículos blindados de la vanguardia y se dispersó. Al este de la villa, la pista de tierra se deterioraba y surgió un problema para el avance del grupo móvil, al no ser operativamente compatibles sus distintos tipos de vehículos. Los pesados Packard, los de peor tracción, se hundían en el suelo y sus pasajeros tuvieron que caminar. Pronto se abrieron claros en la agrupación de marcha. Durante varias horas la columna se movió a una velocidad sostenida, pero baja, permitiendo que los Packard la alcanzaran.

Hacia las 15:00 los polacos estaban en Wilsk, a 55 Km. del sector de inserción y a 11 Km. de Zhitomir. En aquella villa se hallaban acantonados el 1er. regimiento de la 58ª división de infantería roja y un escuadrón de caballería. Sin avanzadas de combate ni ninguna disponibilidad combativa, fueron sorprendidos por los polacos. Mientras la infantería desmontaba de los vehículos y se desplegaba para el combate, los vehículos blindados se lanzaron hacia el centro de Wilsk. Y procedieron a batir con su fuego el lugar y a cazar a los asustados soldados, en fuga hacia Zhitomir. Por dos veces, los rojos intentaron reconquistar Wilsk, sin conseguirlo. Biernacki envió entonces a parte de sus transportes hacia el oeste, donde presionaba con éxito la “masa de apoyo” polaca, a por refuerzos. Al anochecer regresaron con el 3er. batallón del 5º regimiento de infantería de la Legión, pero ya el enemigo había desistido.

Hacia medianoche, Biernacki atacó Zhitomir. El batallón de refuerzo y la batería de 75 mm. atacarían la villa desde el oeste. Sus vehículos Fiat y el 1er. regimiento de la Legión lo harían desde el norte. Durante toda la noche, distintas unidades de las divisiones rojas 58 de infantería y 17 de caballería, en retirada desde el frente polaco, convergieron en Zhitomir y chocaron varias veces, sin trascendencia, con los dos destacamentos polacos. Hacia las 8:00 éstos penetraban en la villa, donde se enfrentaron a 2 tanquetas Renault FT (versión ametralladora), que fueron abandonadas por sus tripulaciones. A las 10:00 llegaron nuevos refuerzos, un batallón de la 3ª brigada de la 1ª división de la Legión, traídos por los “transportes en lanzadera” de Biernacki, y a las 11:00 la villa estaba ocupada. El grupo móvil capturó unos 1000 soldados, 2 tanquetas, 10 cañones, numerosas ametralladoras y gran cantidad de equipo enemigo.

La caída en paralelo de Husiatin, menos importante, al sur, desarticuló la retaguardia operativa del XII ejército, cuyas fuerzas restantes tuvieron que retirarse al este. El 7 de mayo, Kiev cayó en manos de los polacos. Pero Pilsudski había sobrestimado el entusiasmo de los ucranianos por los planes polacos e infravalorado la capacidad rusa.

El 14 de mayo, en su orden de marcha, Tujachevski arengaba a sus huestes: “En el Oeste se desconoce la significación de la revolución general. Por el cadáver de Polonia cruza el camino hacia el incendio mundial. ¡Marchemos a Vilna, Minsk y Varsovia!” El 15 de mayo ambos Frentes rojos lanzaron una potente contraofensiva. Zhitomir fue recuperada. Y, al norte de los pantanos del Pripet, en la Bielorrusia, el Frente del Oeste de Tujachevski presionó insistentemente y, para fines de julio de 1920, amenazaba con ocupar Varsovia. Una división de caballería, al mando del general Gaj-Chan, debía cruzar el río Vístula y atacar Varsovia desde el norte. Esta maniobra de envolvimiento simple ya había sido usada por el general Ivan Paskievicz, cuando el levantamiento polaco de noviembre de 1831, y terminó con la victoria rusa. Los 200 mil rusos de los 2 Frentes se enfrentaban en un vastísimo territorio “vacío de enemigos” a unos 150 mil polacos. Separadas las fuerzas por grandes distancias y protegidas por destacamentos de caballería de diferente capacidad. El mariscal Pilsudski recurrió a la movilización general, formando un ejército de unos 370 mil hombres sobre el papel, de los cuales sólo un tercio estaban realmente bien entrenados y equipados.

(CONTINUARÁ)