Sin realizar Reformas estructurales, ¿se mantendrá el Estado del Bienestar?

Sin Reformas no habrá Prosperidad, ni Paz social, ni Permanencia en Europa

Los corifeos, voceros y beneficiarios de la “izquierdona decimonónica acarrozada” nos anuncian machacónamente que las reformas estructurales necesarias (no hablamos de su mayor o menor profundidad), nos llevarán a la pérdida de los beneficios del Estado del Bienestar y de la paz sociales.

Aquí solamente es opinable, como dijimos, el momento (con muy poco margen) y su velocidad de aplicación. Sabemos que la alternativa a corto plazo a la no implantación de una serie de reformas económico sociales, sería la quiebra. Por no poder pagar por nosotros mismos nuestras enormes deudas pública empresarial y privada, los intereses debidos a ellas y no poder renegociarla con la mermada credibilidad de nuestra solvencia.

¿Es esto verdaderamente cierto o nos están abriendo el camino al abismo? Donde los “partidos obstruccionistas radicales” (los PRI de este lado del Atlántico) de TODO el espectro político, encuentran un terreno trabajado y abonado para extender su proselitismo eficaz atractivo e ilusorio.

Una Reforma para asegurar el Estado del Bienestar. De las Deudas en general: su pago y sus intereses y su refinanciación, si no podemos pagarlas a sus vencimientos escalonados.

Nuestras deudas particulares, empresariales e institucionales o públicas alcanzan más de 3 billones de Euros. Y seguirán nominadas en esa moneda común europea, en la que nos prestaron los inversores privados y públicos en su momento. Pero, nuestra nueva moneda, la peseta fuerte, la peseta dolorosa o hasta la peseta virtual, como la queramos llamar y tengamos que padecer, estaría bastante por debajo de la par con el euro. Así, tendríamos que hacer un esfuerzo cualitativamente complementario, para hacer frente a los pagos sucesivos del principal y sus intereses. Si es que queremos que nos sigan financiando desde fuera, porque no generamos el ahorro nacional suficiente para ello. A diferencia de Alemania, que es un ahorrador nato y neto. Y, así, puede prestar a otros países solventes y serios.

Podemos suspender aquellos pagos, por supuesto. Entonces volveríamos a una autarquía obligatoria, cercana a la miseria perniciosa recalcitrante. Que originaría, de entrada, un feroz racionamiento de todos los productos de importación (la energía viene de fuera–comprada o sus materias primas–en un 80%) y de aquéllos que consiguiéramos vender en el extranjero (en condiciones tercermundistas).

Una de las pérdidas de nuestro Estado del Bienestar, sin realizar Reformas estructurales. De nuestro “tesoro financiero” como “depósitos de valor”, que se iría directamente al sumidero.

Nuestros depósitos bancarios, en forma de cuentas a la vista, de ahorros, a plazos y pagarés, todos los planes de pensiones, todos los fondos de inversión, toda la deuda pública y de las empresas, quedarían nominadas en nuestra flamante moneda española. Que sería menos fuerte, importante y segura (con las garantías de una sólida economía), que el euro, el dólar, el yen, etc. Y así quedaríamos encerrados, por decirlo gráfica y claramente, en un “corralito financiero” ineludible. Es decir, una “trampa saducea”, que nos pagaría el valor real anterior de los ahorros y depósitos, en una moneda devaluada (y despreciada) en un 30, 40 o 60% de su valor antes del cambio monetario. El resultado es extender la pobreza, la frustración y la rabia por toda la sociedad. No sólo sobre aquellos especuladores del cuento de la izquierdona decimonónica.

Otra pérdida de Bienestar sin nuestras Reformas debidas. De las subidas de precios en cascada y del deterioro generalizado (la pobreza perniciosa recalcitrante) del valor de las rentas, salarios, subvenciones y pensiones.

Los precios en general subirían como consecuencia inicial de los incrementos de costes de “los productos terminados y de las materias primas” de todas clases de importación. Cuando los precios se elevan, sin mediar un mayor valor añadido en los productos, esto no es más que inflación o deterioro del valor de la “nueva peseta”. Moneda en la que todos los salarios, subvenciones, pensiones, deuda nacional, etc., serían pagados tras el cambio.

Esto lleva a un empobrecimiento general, por pérdida súbita y aguda del poder adquisitivo. Que probablemente se siga produciendo durante un tiempo, hasta que todo se pueda ajustar a la baja. Y que sería más grave e injusto en las personas que no pudieran repercutir en sus rentas o salarios el necesario “ajuste al alza compensador”. Y ésas son precisamente algunas de las más débiles de la sociedad: pensionistas, pequeños ahorradores, bonistas y agricultores, funcionarios bajos, etc.

Y ahora toca, ¿es lícito y moral Devaluar las Monedas, sin Compensación a sus Usuarios?

El carácter distintivo de la teología católica hispana ha sido históricamente la exposición y la defensa del dogma y de la moral. Entre los siglos XIII y XVII, los estudios de teología moral estuvieron en paralelo con los de la teología dogmática. Nuestra teología, como tantas ciencias y artes, tuvo un florecimiento esplendoroso y superior durante los siglos XVI y XVII, que corresponden al período del Siglo de Oro español. En un esfuerzo intelectual singular realizado por los escolásticos españoles, que trataban de conciliar y aunar la fe y la razón, partiendo de la filosofía tomista.

Pues bien, la escuela teológica escolástica de Salamanca estableció en esta última etapa que “con la inflación (o con la devaluación) se robaba el dinero del bolsillo del pobre”. Y que esto era tan grave y criminal, que “su evitación justificaba el magnicidio”. La muerte del poderoso que cometía esa injusticia, general y abusiva; el “infame latrocinio”, que decía el Padre Juan de Mariana. Este mismo teólogo también añadía que “el excesivo gasto público es la causa esencial de la depreciación de la moneda”. Pedro Fernández de Navarrete enseñaba que “la moderación de los gastos públicos es el mejor medio para engrandecer el Reino”. Y Domingo de Soto escribía que “la moneda, al igual que las leyes, debe permanecer lo más fija posible”.

¿Por qué eran tan rigurosas estas opiniones teológicas? ¿Era debido a la tenebrosidad anímica que “algunos” atribuyen a esos tiempos de la Alta Edad Media?

No. Se trataba de que, con la devaluación o la inflación los gobernantes compensaban sobre todo el pueblo, sus errores, fallos, dilaciones, despilfarros, vaguedades y mezquindades en el cuidado y gestión de los negocios públicos. Y si la autoridad terrena procedía en último término de Dios, también sobre ella caía la responsabilidad de sus culpas en su ejercicio.

¿No resultan estos temas, muy modernos, es más, actualísimos y conocidísimos?

Sin realizar reformas, quedamos en miseria y soledad. De la política monetaria, que ya estaría en nuestras manos. Tan deseada por algunos, ¿¿qué bien??

La capacidad de compra de la nueva moneda y su calidad como “unidad de valor” económico, estaría en consonancia con la capacidad real de nuestra economía.

Para controlar la inflación subirán los tipos de interés. Los tipos de interés son los “valores de uso” que se le dan a la moneda en distintos casos: interbancario, clientes preferentes, valor legal del dinero, etc. En los primeros años de la década de losa 90 aquéllos llegaron al quince %. ¡Eso sí que fueron costes de financiación!

Otro medio de ejercer la “soberanía monetaria” es devaluar la moneda. Los productos a exportar y los servicios a los turistas serían más competitivos. Pero, ni exportaríamos tanto y nuestra balanza corriente de pagos es crónicamente deficitaria. Y esto bajaría aún más la capacidad intrínseca de la “nueva peseta libre soberana”.

También la soberanía monetaria nos permite no depender de un banco central europeo (BCE). Que no quiere darnos toda la liquidez que pedimos, el muy malo. Para favorecer las transacciones en general: préstamos, tesorería, deuda pública y privada, para pagar inversiones, salarios, gastos al consumo, impuestos, etc. Pero el resultado será: a más “dinero libre”, para un conjunto dado de transacciones a efectuar, más inflación. Porque nadie se arriesgará a “emprender e invertir eficazmente”, en medio de una vorágine de falta de confianza e “insolidaridad defensiva cainita” sociales.

(CONTINUARÁ)

LAS PERSONAS, LAS VIRTUDES Y LAS SOCIEDADES.

Las tres forman la articulación firme de los hombres en su vida social, a lo largo de su aparición y desarrollo desde la Prehistoria. Pero, los parámetros de esta “tríada humana” pueden degradarse o consumirse. Y, entonces, la “conjunción operativa” que forman, pondrá la pervivencia personal y la colectiva de sus miembros en grave peligro de daño, decaimiento o destrucción. Y los “vínculos sociales”, alterados o degenerados según la intensidad de la “prueba”, devengarán en “actitudes y acciones” ilógicas, egoístas o cainitas. Convirtiéndose el tejido social, en un fárrago de grupúsculos humanos sin polaridad o ilusión.

La Interacción entre los Personas y su Sociedad.

La identidad de un hombre es su “tarjeta natural” de distinción y de afirmación personales. Ella se refiere siempre a una comparación en esencia y en accidentes con “algo” similar. El hombre es, se siente y se distingue, como tal y en plenitud, en un “conjunto” social. Al que pertenece y que le acepta como miembro y partícipe plenos. Y existen unos “lazos”, que traban, integran, nutren y mantienen funcionando la “unión” social sana, activa y resistente. Y éstos son los derechos y deberes de ambas “partes personal y colectiva”. Que deben ser respetados y recíprocos, en equilibrio y paridad de uso y derecho, cumplidos y defendidos por ellas.

El Desarrollo y el Funcionamiento de los Vínculos humanos recíprocos en sus Sociedades básicas y superiores.

Las relaciones internas de los grupos humanos se caracterizan por incorporar a ellas ciertos ritos, preceptos, actitudes y prohibiciones. Su asunción y su expresión repetitiva forma parte de la inculturación, la afirmación y la cohesión sociales de esos “grupos”. Siempre existirá un “código de costumbres y honor”, no necesariamente escrito, aunque será claro y definido en sus términos. Que establece al individuo ciertos derechos y exige de él ciertos deberes sociales, hacia la familia, los amigos y otros grupos humanos superiores. En toda sociedad existen unos “valores protectores”. Éstos podrían ser la hospitalidad, la lealtad, la amistad, la justicia de ultrajes y daños, un culto divino, el honor individual y colectivo. Cada uno de ellos protege y engrandece en alguna medida al “conjunto” humano”. Las relaciones interpersonales, en los ámbitos de la familia, el grupo y la región, se proyectan por la oportunidad, la cercanía, el intercambio de bienes y las relaciones. Y se arraigan y afirman con la lealtad, el respeto a las normas aceptadas y el tiempo de trato. Siempre un exceso de reglamentación, buscando el aseguramiento de las responsabilidades objetivas, termina siendo dañino para todas las “agrupaciones”. Porque son los “antónimos ideológicos” de las responsabilidades sociales compartidas. La “plétora indebida” de reglas super elaboradas y ultra racionales enerva y debilita el sentido de la responsabilidad y el coraje moral (necesario para asumirla y ejercerla) individuales. Y los reflejos y actitudes de responsabilidad colectiva se diluyen y se pierden.

Sus verdaderos “motor y combustible” serán la “ilusión razonable, adecuada, oportuna y alcanzable” y el “entusiasmo”. Sin ilusión y entusiasmo no se pueden emprender ni realizar con consistencia empresas humanas de provecho. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, iluminada por la ilusión razonable. Que vence a la “entropía moral e ideológica” generada inevitablemente con el tiempo en las sociedades. Esta entropía social es el conjunto del decaimiento y la molicie síquicos y espirituales. Que son generados por la desilusión y el desencanto personales y colectivos de los miembros del grupo.

Necesidad y efectos de las Virtudes en las Personas y en sus Sociedades.

De las crisis sociales sólo se puede salir fortaleciéndose en los valores y virtudes. Los valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados son los que pueden dar la fuerza y la ilusión para superar los tiempos de decadencia. Aquéllas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades humanas. Las virtudes son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades. Y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas.

Las virtudes son aportadas principalmente por las religiones elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa ideología occidental. Citamos las principales, que están embebidas y asumidas en el alma humana:

Aprecio de la familia, el grupo social, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el entorno vital que nos sustenta, el “humus social” fértil e imprescindible.

Necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales. Para evitar la venganza libre, excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas.

Necesidad de la educación, como marchamo del buen hacer y de la ciudadanía sociales. Y de la formación como conjunto de los conocimientos y habilidades profesionales, necesarios para el servicio a la familia y a la sociedad, con el ejercicio de un medio de vida digno y suficiente.

Aprecio del respeto y del culto a la divinidad, como reconocimiento y veneración del Ser Necesario que nos crea, nos sostiene y, en algunos casos, nos ayuda directamente. Y se concreta según la ideología y el ambiente social vividos.

Valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social, de los varios derechos a recibir. Valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o formación y el trabajo como factores necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos.

Las Actividades sociales y la Importancia de la Dirección y el Mando.

No olvidemos la función esencial de “mando, gestión, impulso y ejemplo” de los dirigentes sociales de todo tipo, presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los cuarteles, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad, donde se crean los vínculos humanos recíprocos de la sociedad superior. Donde se asentarán y florecerán después “la ilusión y el entusiasmo” imprescindibles. En la decadencia, aquéllos deben acentuar más el ejemplo. Porque, los valores y las virtudes no pueden verse como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico y vivido. Y no son aceptables como imposiciones de “normas y reglamentos fríos”, dictados desde una “supuesta cúspide moral e intelectual” de la sociedad.

LA GUERRA DE REDES III.

(continuación)

Estasfortalezasson difusas, ocultas y aún imperceptibles para los extraños. En muy pocas horas se ocupan y se refuerzan las obras previas. Sus vías de comunicación necesitan más tiempo de trabajo, pero también son menos evidentes. Hay que entrar en las casas para detectar paredes perforadas y encontrar pasadizos bajo un mueble o una alfombra. Sus posiciones no son complejas. Necesitan unos sectores de tiro entrecruzados, una protección inmediata contra la irrupción enemiga en masa o de comandos, unas cubiertas contra el fuego pesado normal y un ocultamiento suficiente que las encubra de las vistas desde las posiciones enemigas probables sucesivas y sus avenidas de aproximación. Los obstáculos y las minas, incluso falsos en cierto porcentaje y siempre a distancia para no delatarlas, servirán para romper el ataque enemigo y para brindarles blancos más estáticos, por ejemplo para los morteros, que deberán tener registrado su fuego. La propia destrucción que genera el amplio soporte no preciso por el fuego pesado enemigo, refuerza las posiciones de combate irregulares, rodeándolas de cascotes que dividen y dificultan los accesos del enemigo, salvo cuando son alcanzadas por un impacto directo. Para operar esta estructura los insurrectos tienen preparados numerosos y estrechos túneles, trincheras de arrastre y boquetes en tapias y paredes interiores de los edificios. De tal manera que, ocultos de las vistas, les permitan ocupar las posiciones de combate y de observación deseadas, defenderlas más o menos tiempo o no, trasladarse entre ellas y reforzar las más amenazadas o presionadas.

Generalmente procuran alcanzar desde el frente, con tiradores aislados o en parejas, armados con fusiles de precisión tipo SVD o M-14, a enemigos individuales y pequeños grupos y atacar de flanco o de revés a las unidades enemigas que se internan en su zona defensiva, que ya están disgregadas en pelotones o escuadras con uno o dos vehículos blindados. Aquellas comunicaciones preparadas les permiten aparecer, siempre en pequeño número, detrás o al lado de esas unidades, mientras se detienen, se reagrupan, piden o reciben instrucciones, o deciden por dónde avanzar, y erosionarlas, causándoles algunas bajas. Por ejemplo, desde un sótano o un piso, por un hueco irregular en una tapia, debajo de un vehículo aparcado o destruido, donde emerge un estrecho túnel con la boca cubierta y disimulada. Desde esas posiciones lanzan algún cohete RPG-7V o varias ráfagas cortas, siempre apuntando, de la ametralladora ligera RPK o la obsoleta RPD. Los patios interiores de las casas les sirven para colocar los morteros, que constituyen su únicofuego pesado, protegidos desde una posición de infantería. Los disparan con los ángulos máximos sobre las concentraciones militares abundantes, recrecidas y siempre excesivas. El mortero habitual es el ruso de 82 mm. moderno M-1937. Aquí que el atacante presente tres veces más hombres (en medios la proporción debe ser de 20 a 1) no le favorece ni le facilita la labor, sino que le brinda al acosado defensor más blancos para poder emplear su exiguo poder de fuego. Sobre todo porque, en un momento dado, es pequeña la proporción de atacantes que están poniendo en apuros a los defensores.

A veces los irregulares poseen una defensa antiaérea de corto alcance. Desde otros patios y azoteas, siempre protegidos por un nido de resistencia cercano, se disponen varios equipos de portadores lanzadores de cohetes ligeros antiaéreos. Su localización en el despliegue se hace en función de las direcciones más probables de aproximación de las aeronaves militares y las más peligrosas para la defensa. Si son suficientes y hábiles en disparar, se emplean dos lanzadores cercanos, pero no contiguos, que forman el equipo, y que disparan sucesiva y rápidamente (los SAM-18 vuelan a 2 Mach) contra una aeronave o hacia una formación enemiga en aproximación inmediata al blanco. Un cohete típico sería el tierra-aire 7, llamadogrialen español ystrela(flecha) en ruso no cirílico. Tuvo sucesivas mejoras y hoy está sustituido en los arsenales militares por el tierra-aire 18 citado, que tiene una altura útil de ataque de 3,5 Km. (el doble), y unas guías, un propulsor, una cabeza explosiva y un detector de señuelos mejorados todos. El tirador se limita a dirigir el tubo lanzador ya cargado hacia su objetivo, esperar que el cohete le confirme la adquisición del blanco y pulsar de nuevo el disparador. Y a esconderse.

El momento crucial para la defensa resulta cuando el jefe de la zona decide evacuarla, tras haber detenido al enemigo algún tiempo. Procurando causarle las pérdidas más elevadas posibles, pero sin exponerse excesivamente a una lucha a las distancias cortas, a ser desbordado ni a perder su libertad de acción. Esto va ligado inexorablemente a la cesión de espacio a los militares. Para ello se sustrae en momento oportuno al ataque directo de su enemigo, no a su bombardeo o cañoneo extensivo, impreciso. Los rebeldes deben tener suficientes túneles de salida dirigidos hacia edificios no muy cercanos (muchas veces oficiales e incluso respetables (mezquitas), oficinas, empresas, algunas viviendas) o cauces secos (wadis), matorrales, poco evidentes, en el despoblado. Desde donde se puedan dispersar por la superficie en muy pequeños grupos, preferiblemente hacia posiciones amigas de acogida, en los primeros momentos. La protección de la evacuación es vital y las dos entradas de estos túneles están cubiertas siempre por nidos de resistencia, que llevan a cabo una defensa rígida.

Toda esta cohesión, disciplina, formación, entrenamiento y conducción firme y eficaz de las unidades irregulares clásicas, están lejanos de los de una estructura de redes militar laxa o de la enjambrazón de grupos independientes sobre un enemigo o defendiéndose de él.

La operatividad eficaz de las unidades y pequeñas unidades militares.

En la guerra de redes se tiende a una subdivisión demasiado extensa de las unidades militares. Apareciendo así elgrupúsculoo elnudo, como unidad táctica independiente eficaz (UTIE). Con ellos se buscarían extender el frente sobre un enemigo más torpe o pasivo, perturbar a su mando y alterar su plan de fuegos. Pero esto no es práctico en el nivel operativo de la guerra.

Las subunidades relacionadas tácticamente necesitan mantener: una faja de avance o, al menos, las menores, una dirección; unos fuegos protegidos y ocultos de apoyo (defensa antitanque y antiaérea y neutralización y cegamiento del enemigo); la cercanía operativa y permanente de unos vehículos logísticos, siquiera para sanidad y reponer municiones; una profundidad del despliegue, con una cierta reserva; y su protección hacia los flancos expuestos y retaguardia. Todo ello supone una mínimaentidad táctica cohesionada y mandada, para mantener su seguridad y resistencia a las sorpresas, su eficacia combativa, su despliegue y su capacidad de movimiento táctico.

Y que tiene que compartir con otras iguales, una parte del cumplimiento del objetivo de su mando superior. Y tener una misión de combate dirigida sobre el enemigo, como parte del centro de gravedad de los esfuerzos de lamayor unidadde aquél. Para evitar que esas unidades tipo grupúsculo o nudo vaguen por el campo operativo sin un propósito claro, sinérgico, eficaz y trascendente operativamente.

Todo ello resta capacidad y posibilidades de empleo a las redes y a los racimos de múltiplesmicro unidades independienteso UTIEs, dentro del espectro de lassituaciones de eficaciaque plantean y ofrecen.

Veamos un ejemplo de empleo eficaz de las unidades convencionales modernas. Frente a una posición de infantería más o menos preparada, con medios antitanques adelantados, una típica zona defensiva, podemos emplear en la ruptura o en su destrucción, si no es franqueable, a la infantería desmontada, seguida por saltos cubiertos por tanques para la protección y el apoyo de fuego directo de ella. El antitanque defensor buscará un blanco puntual, relativamente grande y protegido, preferiblemente desde posiciones cubiertas o, al menos, bien camufladas y enfiladas, y actuará por baterías, con las piezas dispersas para que un mismo fuego pesado nos los incapacite. Las armas pesadas de infantería (ametralladoras en trípodes) neutralizan,barriendo y buscando, una zona más o menos estrecha del frente, ocupada por un blanco disperso, pequeño y blando, un pelotón de tiradores.

Los tanques atacantes batirán con proyectiles H.E. y H.E.S.H. las posiciones pesadas de infantería y las escuadras de su infantería atacarán con sus ametralladoras ligeras a los servidores de las piezas antitanques, estorbándoles adquirir un blanco puntual con tiro filante. Toda esta labor de destrucción y neutralización se va extendiendo, una vez lograda la irrupción, como los movimientos de una oruga, en la profundidad de la zona táctica del sector de ataque de la unidad interarmas. Otras partes de la posición enemiga que pudiesen colaborar en el rechazo son cegadas por el humo y neutralizadas por el fuego indirecto.

Además, los observadores de artillería y de aviación adelantados irán definiendo a estas armas de apoyo los nuevos objetivos que el propio ataque vaya descubriendo en la profundidad y en los flancos (exploración de combate) en el sector de avance. El criterio del centro de gravedad del fuego de apoyo será el de, al menos, neutralizar todos los objetivos que se opongan al avance hacia la posición enemiga, a la irrupción y a la lucha en el interior de la posición de defensa en el sector asignado, facilitando así el fuego directo y el choque de los atacantes terrestres. Y ello, mediante golpes concentrados y puntuales de su fuego.

Con ello, la acción efectiva en el medio dado, característica esencial de lasinterfases de acción, se optimiza al nivel de los grupos de acción tácticos o sistemas interarmas, cuya complementariedad hemos resaltado. En terrenos de tipo quebrado, muy ondulado, boscoso o urbanizado (viviendas y fábricas), no necesariamente montañosos, de escaso dominio por la vista y con abundantes alturas ocultantes relativas”, las interfases de acción reducen su sector.

El elemento de acción eficaz sigue siendo el sistema interarmas dimensionado adecuadamente. La acción se realiza por compañías, secciones o pelotones reforzados interarmas, con el apoyo de fuego pesado, incluso proporcionado por el batallón (morteros). Salvo en los trozos más llanos y de escasas obstrucciones a la vista, la transitabilidad, que limita físicamente lasinterfases de acciónposibles, impide la lucha empleando medios concentrados más allá de la compañía. El papel del batallón será entonces el de reforzar los esfuerzos y canalizar los apoyos.

En estos casos son críticas en la acción las vías terrestres de comunicación existentes, sobre todo las más o menos perpendiculares al frente. El bloqueo de dichas vías afecta enormemente al tempo, a la velocidad total de la operación, por la dificultad del terreno más o menos pendiente u obstruido que las rodea (bosques, quebradas, construcciones, vados con terrenos lábiles o no reforzados). El avance se ralentiza o se tiene que dispersar por las rutas disponibles paralelamente a las afectadas, obligando a entrar en otros terrenos difíciles limítrofes.

El plan de contingencias de las unidades debe contemplar esencialmente el superar cuatro tipos de situaciones no previstas, que se interponen en el cumplimiento de la misión y que pueden llegar a comprometerla.

Éstas serían:

a) Posible acción directa del enemigo, en uso de la iniciativa o pretendiendo recupe-rarla. Podría ser un bombardeo de interdicción, un contrataque. La solución es neutralizar tácticamente su acción, sin comprometer la misión.

b) Posible encuentro con el enemigo. Se trataría de patrullas y centinelas, de avan-zadas de combate y destacamentos avanzados y patrullas de exploración. Es necesario someterlos o rechazarlos y cambiar rápidamente de posiciones e incluso de dirección temporalmente, para no comprometer la misión.

c) Posible obstáculo imprevisto. Serían una zanja, una pendiente de suelo más difícil, la voladura de un puente, una riada, una tormenta, que afecten la transitabilidad del terreno. Se trataría de superarlo lo más rápidamente posible, manteniendo la seguridad y aún extendiendo la exploración.

d) Posible acción defensiva/pasiva del enemigo. Son los casos de entrar en una emboscada, en un campo de minas, en una cortadura reforzada defendida por el fuego, en los fuegos de rechazo de una posición de defensa, en un obstáculo antitanque. Se debe superar lo más pronto posible, como el obstáculo natural, evitando además ser canalizado por el enemigo en una dirección deseada por él, como alternativa, favorable a un contraataque o a una zona batida por la artillería o con fuegos convergentes.

En líneas generales, dentro del plan del jefe, debe estar previsto siempre:

1) El superar o repeler al enemigo y/o al obstáculo, que estorben y que se presentarán sin poder ser previstos, evitando facilitar información propia al enemigo.

2) Medios perdidos o destacados para superar, neutralizar o repeler son medios privados al cumplimiento de la misión. El enemigo sobreviviente puede facilitar información comprometedora, que tardará un plazo en ser inteligencia eficaz.

3) Es necesario continuar la ejecución de la misión, con los medios necesarios para cumplirla. Es un factor multiplicador de la eficacia, tras el revuelo y las pérdidas del incidente, el mantener un alto “momento” de ejecución: el producto de la capacidad de combate por su velocidad media de movimiento en un período, con una dirección y un sentido dados.

El ejemplo de la preparación y la actuación del 3er. Ejército norteamericano del general Patton contraatacando la penetración alemana en las Ardenas, es significativo de las dificultades (su “incidente” fue un cambio súbito de misión y de dirección y sentido de actuación) y de las posibilidades de ese “momento” de ejecución.

Todo esto no se improvisa. Resulta en la práctica solamente como fruto del entrenamiento frecuente y del trabajo de organización y de coordinación del EE. MM. y de todos los mandos. Recordemos los dichos, “se actúa como se entrena” y “el hombre es un animal de costumbres”.

En la práctica el grado de eficacia general conseguida, estará condicionado por la idiosincrasia de la nación, el carácter más o menos gregario o independiente de sus gentes, su doctrina y tradición militares, los presupuestos de defensa, lamoral nacional, que alimenta y sostiene su “voluntad de defensa”, la situación política nacional e internacional, la integración de instituciones y organismos nacionales en el ámbito regional o internacional, etc.