Sin realizar Reformas estructurales, ¿se mantendrá el Estado del Bienestar? II

(CONTINUACIÓN)

Sin Reformas no habrá Prosperidad, ni Paz social, ni Permanencia en Europa.

El problema de las Reformas estructurales al que nos enfrentamos en España, para mantener nuestro Estado del Bienestar.

No hemos hecho aún todas las correcciones y ajustes oportunos en la economía y en la estructura social. En el orden fiscal es necesario armonizar los impuestos y las tasas a nivel nacional y ajustar los gastos reales de las administraciones públicas a ellos. Todos hemos sufrido los ciclos de la actividad económica. Entre otros, existe el ciclo de Juglar, que dura unos 8 o 9 años. Durante él hay tiempos de alta y de baja actividad. Para garantizar los servicios y funciones esenciales es necesario endeudarse en los malos tiempos hasta el porcentaje que acuerden los políticos lúcidos (circa 3 o 4 % del PIB). Y durante las bonanzas podemos buscar un superávit fiscal del 1,5 o 2% del PIB. Con esto guardamos en el granero y protegemos a las “siete vacas gordas” de la Biblia, de ser devoradas por las siguientes e inevitables “siete vacas flacas”. Esto sirve además como moderador y acelerador de la actividad económica y suaviza las brusquedades (como las que padecemos) de los ciclos poco conocidos o desbocados miserablemente.

Tenemos un enorme paro estructural, que pesa como una roca infernal sobre la generación mejor preparada de nuestra juventud, que tiene cerca de un 45% de personas en paro. No sólo hay que tomar medidas laborales y fiscales para facilitar el empleo. Porque ningún empresario, si no ve perspectivas a su negocio o a su futuro negocio y si no tiene posibilidades de obtener unos créditos necesarios a coste razonable, no va a contratar a nadie. ¿Cuál es, entonces, nuestro “nudo gordiano” económico? Que no producimos (y vendemos y cobramos, por supuesto) una cantidad suficiente de productos, bienes y servicios de muchas clases, para ocupar a todos los que desean trabajar. Y, afinando más, para que todos puedan utilizar apropiadamente sus habilidades y formaciones en sus empleos.

Es necesario dar una formación adecuada a los parados más jóvenes, procedentes de sectores en crisis, para que puedan ser ocupados en otras labores. El cobro de los subsidios de paro estaría ligado a recibir esta formación, al menos con interés y, deseablemente, con aprovechamiento. En Alemania ha tenido muy buenos resultados la combinación simultánea de subsidio y formación teórica, a cargo del Estado, y de prácticas remuneradas en empresas durante parte de la semana.

El Estado debe fomentar la investigación y el desarrollo generales. Y favorecer que las empresas realicen la investigación y el desarrollo específico en sus distintos sectores productivos. Es necesario que el Estado aborde seriamente el problema de la compleja intermediación comercial y la logística de muchos productos de gran consumo. Las cuales encarecen indebida y casi inevitablemente (porque ahí están sus diversos “escalones”) los costes de aquéllos al consumidor final. Todo debido a unas estructuras pesadas y excesivas.

Todo esto, que es tan fácil en teoría de implementar, no se hace. Y no se actúa por razones electoralistas y populistas. Hacen falta estadistas maduros (no necesariamente viejos) y honestos y dirigentes (por qué usar “leaders”) conocedores y firmes. Nos toca, por algún tiempo, lo de “sudor y esfuerzos”.

El “quid” de todo a lo que nos enfrentamos primeramente, es no estrangular la economía. A la vez que hacemos la tarea de los ajustes fiscal y de la deuda general. Porque sin su funcionamiento, no podremos pagar ese “apalancamiento crónico pernicioso”, ni poco, ni mucho, sólo nada. Y, al mismo tiempo, imponer una conducta pública de honestidad, ahorro y eficacia. Y mantener una continua y franca comunicación con el pueblo. E incluso, movilizarlo contra los felones y los vendepatrias en esta hora grave de la Patria.

Concretando medidas, aunque Europa nos exija ahora alcanzar este año un déficit del 5,3%, pues nos podemos “quedar” a fin de año en el 5,7 o 5,8% (que ya ofreció el actual presidente del Gobierno). Y que es prácticamente a lo que estaba comprometido el gobierno español anterior. Y que incumplió escandalosa, subrepticia y flagrantemente. Y no lo manifestó al público en general, ni a la oposición, ni a todos los afiliados de su partido. El déficit público en 1911 era del 8,5% del PIB nacional. Otra posibilidad, cuya probabilidad de llevar a la práctica aumentará con los meses transcurridos, es “negociar” con Bruselas, el FMI y el BCE, escalonar más en el tiempo, el año en el que deberemos tener un déficit público de “sólo” un 3%. Y conseguir que sea el 2014 o el 2015, con lo que las medidas de ajuste necesarias se suavizarían un montón. A pesar de partir de un 8,5% y no de un 6%, en 2011. Todo esto siempre será mejor para Europa, que nuestra quiebra pública en cualquier forma y momento.

La base social nacional para mantener el Estado del Bienestar en una nación orgullosa de serlo. Una regeneración social necesaria, que se percibe como innecesaria. O que es muy difícil de acometer. Por tratar de parámetros y ambientes anímicos, difíciles de medir y abordar para lograr el éxito. Sólo pensamos o abordamos los problemas «extra anima» de las Reformas Estructurales. 

¿Es que faltan educación, espíritu y coraje físico y mental en nuestros pueblos? El único camino que conozco para conseguirlos o afianzarlos es el retorno animoso y activo del colectivo a las “virtudes de la nación”. Éstas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por nuestra sociedad. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por las sociedades, y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas. Las virtudes son aportadas por las religiones más elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa cultura occidental.

Entre las diversas virtudes están: Aprecio y apoyo de la familia, de la sociedad, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el entorno vital que nos sustenta y es soportado por todos. Éste es nuestro “humus social” más o menos elaborado. La necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales. Para evitar la venganza excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas. La valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social de los varios derechos a recibir. La valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o la formación y el trabajo como factores y parámetros necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos humanos.

Son nuestros valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados, los que verdaderamente nos darán la fuerza y la ilusión para superar estos tiempos de crisis. Sin ilusión y entusiasmo no se pueden emprender ni realizar empresas de provecho. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, que vence a la entropía moral e ideológica generada casi inevitablemente en las sociedades (es el conjunto del decaimiento y la molicie espirituales), iluminada por una “ilusión razonable”.

Y no olvidemos la función esencial de mando, gestión, impulso y ejemplo de los “dirigentes sociales” de todo tipo. Que están presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad. Y que en los tiempos de crisis deben actuar mucho más desde el ejemplo. El gran fallo de nuestros estudiados y sesudos políticos es su incapacidad de comunicación social, su falta de empatía, bien por educación o por respeto humano, su cristalización anímica en posturas y visiones ciertas, pero sesgadas siempre más o menos. Los valores y las virtudes no pueden verse por el pueblo como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico, vivido y conocido. Tienen que ser percibidos y aceptados por los ciudadanos con ejemplos vivos que puedan seguirse. No con imposiciones de códigos y reglamentos fríos, dictados desde una cúspide moral e intelectual de la sociedad.

EL ÉXITO MILITAR TÁCTICO OPERATIVO.

Introducción.

No se trata de definir cómo actuar, cosa que ya intentamos hacer en otros artículos ya publicados o que lo serán en un futuro. Si no de que, percibiendo en el desarrollo de las operaciones ciertos hechos, pautas o comportamientos de las partes enfrentadas y de las condiciones objetivas (del terreno, etc.), podamos diagnosticar un pronóstico muy probable para la culminación de dichas operaciones.

Así, podremos confiarnos y apoyarnos en esas previsiones favorables. Y reforzar anímica y físicamente nuestras señales del Éxito Táctico Operativo. Para controlar mejor los miedos, las preocupaciones, la asignación de las fuerzas escasas, las incertidumbres, las carencias, los malos entendidos, las frustraciones recuperables y las crisis parciales. Los cuales surgirán inevitablemente en el desarrollo de las operaciones.

Las principales señales del Éxito Táctico Operativo a considerar

Los signos del Éxito Táctico Operativo Referidos a Nosotros:

Nuestros planes operativos serán sencillos, flexibles y con posibilidades de desarrollos alternativos. Deben ser capaces de adaptarse a los imprevistos y contingencias. Y de incorporar continuamente las actualizaciones de la inteligencia sobre las intenciones y posibilidades del enemigo y del reconocimiento del terreno. Esto es especialmente importante en las operaciones de maniobras.

Existirá una iniciativa operativa propia, que permitirá desarrollar nuestros planes. Empleando siempre para ello la actividad, incluso a la defensiva, y el mantenimiento continuo de la libertad de acción. Y dando prioridad a su recuperación, en caso de perderla.

La exploración y la inteligencia propias son fundamentales, cuanto más creativa y arriesgada sea la operación a realizar. Recíprocamente, se rechazará y perturbará sistemáticamente y con éxito a la exploración enemiga y a sus percepciones. Se incluirán en este rechazo y mixtificación, la seguridad de las unidades, las posiciones falsas, los destacamentos avanzados y las patrullas de combate, las nieblas y los humos, el combate por las comunicaciones inalámbricas, etc.

Nuestro conocimiento del enemigo y de sus acciones será incompleto e imperfecto siempre. Y se irá ampliando progresivamente con la evolución de la situación en relación a él. Se desconocerán temporalmente, incluso posiciones, movimientos, disponibilidades para el combate, despliegues o unidades fundamentales. Pero no debe ocurrir así con el que nos afecte tácticamente en nuestra operación en marcha. Sobre él se situará el centro de gravedad de nuestra exploración. Que será incluso en fuerza contra determinados objetivos.

La capacidad de combate propia para la operación propuesta será suficiente y estará equipada y protegida. Considerando la fricción y los errores menores inevitables, derivados de nuestra propia actividad en el medio caótico hiperfuncional, que originan las acciones militares, y las necesarias reservas. La seguridad propia se mantendrá inexorablemente durante la operación y en la consolidación de los terrenos ocupados. Y defendiendo especialmente, como avanzadas de combate, los sectores de avance de nuestros grupos móviles operando en la retaguardia enemiga.

Los campos, fajas o sectores de acción táctica decididos sobre el enemigo serán: accesibles (transitabilidad neutra o favorable); vulnerables, sin la atención debida del enemigo y empleando una capacidad de combate propia suficiente; trascendentes, la acción producirá la decisión o colaborará decisivamente a ella y el resultado táctico tendrá eficacia operativa.

Como ejemplo podemos señalar el contrataque operativo del grupo de ejércitos alemanes Don del mariscal von Manstein, desarrollado entre febrero y marzo de 1.943, principalmente en la cuenca del Donbass y en torno a la ciudad de Kharkov. Recordemos su desarrollo y los combates y sus efectos tácticos sobre el ejército de tanques del teniente general Popov, los ejércitos de infantería y la reserva móvil de los dos cuerpos de tanques del frente del suroeste del general Vatutin y el 3er. ejército de tanques del teniente general Ribalko.

La logística es una pieza esencial del triunfo. Cuando los ejércitos son modernos, mecanizados y tecnificados. Y son, así, altamente dependientes de los combustibles, los recambios, los abastecimientos de todo tipo y de la rotación o reposición de unidades. Se supone táctica y operativamente que los medios de todo tipo están disponibles y más o menos cercanos. Para mantener el impulso, el fuego y la eficacia operativa de todas las unidades de acción, es necesario garantizarles un flujo continuo y suficiente de los medios citados. Por tanto, los mandos deben tomar las acciones para defender el “soporte físico” de la estructura logística. Especialmente ante ataques desde la profundidad enemiga o en puntos sensibles y críticos o en las vías más alejadas de nuestras unidades. Constituido por todas las vías de abastecimientos, desde las unidades hasta nuestra retaguardia operativa. Y que son más importantes aún que las llamadas vías de retirada. Aunque puedan coincidir en algunos tramos. Entre otras cosas, porque las fuerzas modernas deben contar con quedar aisladas por un cierto tiempo. Y manteniendo en ese lapso sus tareas, de acuerdo con las misiones encomendadas.

Los signos del Éxito Táctico Operativo Referidos al Enemigo:

Habrá una pasividad o un retraso operativo en el enemigo. Generalmente éste actuará con una intención no convergente con la nuestra. Y, al menos, no perjudicial para nuestra operación. Sobre todo en los primeros estadíos o etapas del proceso, cuando aquélla desarrolla su “ímpetu” o “empuje” o “cantidad de movimiento” (capacidad de combate X velocidad media sostenible en cada etapa). Este signo del éxito táctico u operativo es una “perita en dulce”, que no siempre se dará tan claramente como en el ejemplo siguiente.

Recordemos el desarrollo de la llamada blitzkrieg en el Oeste o invasión de Francia por los alemanes en la primavera de 1.940. El grueso de las tropas francesas de maniobra, sus tres más modernos ejércitos, y la fuerza expedicionaria británica se precipitaron hacia Holanda y Bélgica, para detener el golpe de guadaña alemán, dirigido hacia el interior de Francia y la retaguardia de su línea Maginot. Los altos mandos aliados, cuya mentalidad personal y militar, doctrina y órdenes de batalla de sus grandes unidades no habían evolucionado, pensaban que en mayo de 1.940 los alemanes realizarían una repetición adaptada del “Plan Schlieffen modificado” de 1.914 en su nueva invasión a Francia.

De acuerdo con el nuevo plan del general Erich von Manstein, realmente el golpe de guadaña lo dió el grupo de ejércitos A del coronel general von Rundstedt, que contaba como punta de lanza con el grupo panzer de von Kleist. Sus cinco divisiones panzer y cinco motorizadas, integradas en tres cuerpos panzer, iban a cruzar las Ardenas y realizar una amplia ruptura en la línea francesa alrededor de Sedán. Girando entonces rápidamente hacia el este y presionando finalmente sobre el flanco y la retaguardia de las fuerzas aliadas en Bélgica. Que se encontrarían así aisladas operativamente, con su línea de comunicaciones, soporte de su logística de abastecimiento, rota.

La actividad táctica enemiga es inevitable. Será permanente, dañosa e incluso será también inesperada y nos afectará parcialmente. Pero no será fundamental para nuestros planes. Recordemos que buscamos señales de nuestro éxito, no las del enemigo. La mejor señal de madurez será que ella no inquiete excesivamente a los mandos operativos o estratégicos propios. Si no existiese esa actividad, sería porque el enemigo no estaba por ahí. El superar y acostumbrarse a estas crisis tácticas accesorias e inevitables y no dejarse arrastrar por ellas, perjudicando nuestra operación principal, es la piedra de toque de la serenidad de los mandos. Siempre debemos de tener presente la posibilidad de que el enemigo se presente tácticamente en “el momento y en el espacio” más inconveniente y difícil para nosotros. Si lo hace operativamente es que hemos incurrido en un error de inteligencia o de la valoración de la correlación de fuerzas y de las capacidades del enemigo o de sus intenciones.

(CONTINUARÁ)