Las Personas, sus Virtudes y las Sociedades sanas, activas y flexiblemente resistentes II.

LA EDICIÓN EXTENSA Y COMPLETA.

(continuación)

La estructura superior tribal y su trascendencia social y política.

La estructura del grupo tribal se asienta sobre la biología y la ideología. El linaje es la base biológica que une a los conjuntos de familias que tienen o reconocen tener un origen ancestro común. Así, el parentesco directo es el nexo antropológico de reconocimiento entre los miembros y de unión social entre ellos. La cultura como expresión amplia de las creencias, ideas, tradiciones, normas, lengua y formas de vida es el otro marchamo identificativo de cada tribu.

Ambos parámetros sociales forman la base identitaria del “individuo en la comunidad”. Sobre ella se desarrollan los derechos y deberes personales y colectivos, en un equilibrio provechoso. Que ha sido fraguado y pulido por generaciones. El colectivo da sentido vital y de pertenencia al individuo. Y le brinda independencia, flexibilidad y apoyos múltiples. El individuo y las parejas cohesionan y protegen al colectivo. Esto genera dos corolarios sociales. Existe un gran sentido igualitario entre los miembros de pleno derecho de las tribus. Y los jefes deben aportar carisma o ejemplo a imitar, respaldo de grupos, habilidades negociadoras y capacidades militares. Y no necesariamente blandiendo un sable, sino dirigiendo e impulsando hacia la victoria. Y sus decisiones más importantes deben ser aprobadas o revalidadas por las asambleas de miembros o “importantes” de los colectivos.

La estructura social de las tribus es preindustrial. Pero, las emigraciones interiores en los estados modernos, singularmente los islámicos y los africanos subsaharianos, han modificado su esquema y favorecido una cierta especialización laboral. Pero, cuando subsista aquélla, las escasas posibilidades de vida llevan a que todos los miembros sean productores: pastores o agricultores. Y a que todos los varones sean también siempre guerreros.

Cuanto más rudo, estéril e ingrato sea un territorio o hábitat tribal, más se desarrollan en sus miembros las cualidades de pertenencia, exclusión de extraños y defensa activa de los magros recursos disponibles. Todo ello parece que engendra y prepara para la confrontación y la liquidación de los competidores y enemigos. Pero no es así. Las tribus regionales y fronterizas han ido desarrollando un modo social, por tanto, encarnado y asumido en su amplia cultura, de canalizar las enemistades y divergencias hacia un menor daño posible. Tres son los mecanismos reivindicativos que surgen para mediar, suavizar o paliar las afrentas y disputas. El primero es el “precio de sangre”. Consiste en que un grupo afín o una selección de familias, asume y hace frente a la “ofensa” realizada por un miembro de ese colectivo. La ofensa se paga, por ejemplo, con la entrega de camellos o medidas de cereales. Luego está la venganza, cuando se comete un delito o un miembro de un clan es afrentado gravemente. Esto genera una espiral, desarrollada en ciclos sucesivos, de violencia y desmanes. Acciones que el honor del grupo obliga a buscar. A veces, un “consejo de mediadores”, aceptado por las partes, puede arbitrar con éxito para cortar la cadena.

Por último, está la guerra más o menos limitada. Ésta establece una acción militar colectiva entre clanes o tribus enfrentados y tiene un carácter intermitente y extensivo. La falta de recursos es una fuente de graves enfrentamientos entre los colectivos afianzados. Y su arraigo puede llegar a ser como el de las vendettas. Los orígenes son el nomadismo, los pastos, las sequías, el hambre, las aguadas, la presión demográfica excluyente y la falta de capital o subdesarrollo. Pero, también pueden ser el reparto de roles políticos y sociales en países en precaria situación social y económica. O de los rendimientos económicos que generen la explotación y venta de sus principales fuentes productoras, que generalmente son monocultivos o monoproducciones de la minería. Pero, en su origen tribal, es siempre una guerra limitada en el daño inútil: los niños, las mujeres, los animales, los árboles frutales, incluso las cosechas que no se pueden llevar, son respetados. La premisa es más o menos no excitar y justificar en el contrario una sed de venganza total y vesánica.

Las tribus formaron el flujo continuo de emigrantes nativos, que poblaron, desarrollaron e hicieron crecer todas las poblaciones subdesarrolladas desde 1970. A veces se les unió, desde los años 80, una emigración extranjera, más o menos especializada. Que se dedicaba a los servicios, al desarrollo de las infraestructuras civiles y las industrias de extracción. Una de las cosas que trajo la civilización moderna, que no es más que vivir y desarrollarse en las ciudades, es la desaparición de las “normas de contención y respeto” de la lucha en y entre las tribus.

Se ha dicho que esta emigración interna rompió la cohesión interna, la influencia y el poder de las tribus en muchos países. No es totalmente cierto. No ha pasado en Irak, que era mucho más moderno y desarrollado. Y de ello da fe la endiablada y compleja guerra de guerrillas, generada tras la ocupación aliada de primeros de 2003. Ni en el Líbano, donde los shiítas del sur del país forman la base de apoyo étnico y logístico de Hezbolá.

Las tribus funcionaban o pueden funcionar social y políticamente como una “nación en ciernes” en situaciones de aislamiento, pobreza estructural, autoridad central precaria. Pero tenderán a debilitarse cuando los beneficios de las estructuras étnicas y tribales, regionales y locales eran o sean superados por los aportados por el sheik o emir dominador o el estado central déspota o democrático. Y éstos tuviesen o tengan los medios de coacción, el respeto y la ascendencia populares, para mantener suficientemente unidas y cohesionadas a las tribus. Y siguiendo aquéllos con una política general común, favorable a la mayoría de los ciudadanos. Donde no tenga lugar la acepción de clanes. Que es el cáncer que ha corroído a las uniones tribales estatales, por ejemplo, en Somalía. Donde, además, ha faltado la figura suficientemente ejemplar y apoyada, como para conseguir imponer una política nacional común y la paz social.

La estructura social estatal surge cuando una tribu puede imponerse a las otras existentes. Empleando siempre para ello un grado variable de coacción o violencia. Se necesita que surjan unas características o funciones, que permitan desarrollar los nuevos lazos intraestatales y debilitar los tribales y regionales. Aquéllas podrían ser el Islam (religión sencilla y muy socializada en la Umma, como ocurrió tras la muerte de Mahoma); la educación generalizada, que genere un cambio de mentalidad y modifique la cultura, sin crear traumas sociales, y especializada, como medio de vida y progreso; la inversión en infraestructuras y capitales; el establecimiento de un sistema político, que pueda guiar y realizar todo el proceso, apoyándose en un funcionariado civil y militar suficiente y probo. Buscando el desarrollo económico progresivo y repartiendo razonablemente los productos obtenidos. Y mostrando así unas posibilidades suficientes de seguridad, justicia, bienestar, prosperidad y paz para todos. Es decir, se trata de resaltar las ventajas del desarrollo integral y superior, sobre el atasco del juego social de tribus y clanes, como estructura anterior superable.

Otro de los vicios que han adquirido los miembros “civilizados” de las tribus es la codicia desmedida. Y con ella, su corolario y su modo fácil de satisfacerla, la corrupción rampante. La igualdad social en las tribus, su “republicanismo ideológico”, garantizaba el uso y disfrute razonable de los recursos por todos los miembros. Y el zakat o limosna canónica musulmana y el apoyo de su colectivo suplían los casos de orfandad, enfermedad, etc.

LA PERSECUCIÓN DE LOS CRISTIANOS MODERNOS

Se está produciendo en los últimos años una verdadera “conjunción planetaria” del Mal. Se trata de la “coincidencia temporal” de una persecución cruenta y feroz de los cristianos en los países musulmanes, desde Nigeria hasta Indonesia. Que es coincidente con la acción disolvente, callada y artera del decadente y anquilosado “progrerio”, contra las virtudes de las sociedades europeas. Ambas acciones son seguramente una “parte cósmica” del llamado “mysterium iniquitatis” o el Misterio del Mal (o de la Malicia, el Mal deliberado).

La Situación General de la Persecución de los Cristianos en el Marco de los Derechos humanos reconocidos habitualmente.

La ONU es considerada por muchos un organismo multinacional burocratizado y cristalizado. Y resulta ya artrítico y casi ineficaz en el trámite y la resolución de los problemas internacionales más graves, especialmente los conflictos. Pero su “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, aprobada el 10 de diciembre de 1948 por su Asamblea General, es aún el paradigma y la referencia principal de los derechos civiles, políticos, sociales, culturales y económicos de todos los hombres. Los siguientes son los artículos más destacados de aquélla, referentes al tema que nos ocupa:

Artículo 2. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición… Artículo 7. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación. Artículo 12. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques. Artículo 18. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia. Artículo 19. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión. Artículo 28. Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.

Los “Enemigos” de las Iglesias cristianas: Razones ideológicas, políticas y morales para la “Persecución Permanente”, como corolario y adaptación de la “Revolución Permanente”.

Los enemigos más determinados y afanados, a lo largo de la Historia, de las ideas y de las religiones han sido siempre los sistemas políticos o político religiosos cerrados y despóticos, los totalitarismos seudo mesiánicos y los estados absolutistas y excluyentes. En todos ellos podemos apreciar una misma característica identitaria: la rigidez y la inmanencia de su “ideología estatutaria”. Y ello ocurre independientemente de que ésta se asiente en otra religión. O que lo haga en una doctrina socio política económica y seudo mesiánica; que ofrezca un “imperio de dominio” de mil años, que apenas dure una década o la aparición del “hombre nuevo social”, a costa del sacrificio impuesto violentamente a las 200 generaciones anteriores, y que se desmorone en poco más de cuatro décadas. O, más vulgarmente, que sea la expresión del poder personal o de clan de una minoría rectora (no una verdadera élite social) coactivamente acaparadora, agostada y exclusivista. Y en la práctica, estas “sociedades dictatoriales” tienen una “carencia” que terminará llevándolas a su esterilidad social y a su ruina vital. Y es su falta total de una “empatía sociológica” hacia el extraño, el opuesto, el vecino cercano, el “otro”, del que los separa abruptamente su religión, su sistema político o su intención política guía. Y que funciona y opera en contra de los deseos y realidades de las personas que viven en esas sociedades cerradas.

Los cristianos serían “menos” perseguidos por algunos de sus enemigos estatales o particulares, si su labor se redujese a dar “culto a su Dios” y a un leve o nulo proselitismo. Pero, aparte de la predicación de la “Buena Nueva” o Evangelio a los hombres, la misión de las Iglesias incluye tratar los “fundamentos éticos del orden temporal”. Y dar y orientar a sus fieles y a los hombres, sobre “la moralidad en las actuaciones y situaciones temporales”, privadas y públicas. Así, cuando los obispos o sacerdotes e incluso los fieles callan ante una objetiva y grave inmoralidad por razones de “oportunismo, educación o buenismo seudopolíticos” están incurriendo en lo que, en palabras apocalípticas, sería “la fornicación con los reyes de la tierra”. Este aherrojamiento ideológico, con el que se pretende constreñir “política y suavemente” la doctrina cristiana, se resume muy bien en un chiste de los años 60, referido a la Iglesia católica y usando una encíclica de Juan XXIII: “Mater, sí, Magistra, no”.

La Ideología y la Sicología Sociales en el Sistema Ideológico Totalitario más “puro”: el Régimen Dinástico de Corea del Norte.

El comportamiento aparentemente caprichoso y errático de las élites norcoreanas depende de los parámetro ideológicos y sicológicos de una sociedad cerrada, catequizada y jerarquizada. El único precedente que se le acerca en el delirio de ser perseguidos, el estado totalitario férreo y la necesidad de la pureza ideológica, frente a las sucesivas “divagaciones revisionistas”, es la Albania del camarada Enver Hoxha. Y esos parámetros se derivan de los postulados marxistas leninistas, según la interpretación y sus aplicaciones realizadas durante el régimen estalinista en la URSS.

Al que le parezca forzado e inalcanzable, por extraño, inhumano o paradójico, entender a la dinastía de los Kim, le sugerimos que haga la prueba de entender realmente a los suicidas yihadistas islamistas. Que también están ahí, aunque más cerca de nosotros. Además, la ideología comunista más rancia, puesta en escena por los norcoreanos, lleva al uso de expresiones y giros lingüísticos, inusuales e inexplicables en nuestras formas de expresión y pensamiento.

La dirección norcoreana aspira a la unidad absoluta de sus estrategias, su doctrina, su organización y sus planes. En la terminología norcoreana, el “monolitismo” representa una estructura político social como el granito, con absolutas homogeneidad interna y unidad de acción externa. “Estructura” carente de fisuras, a través de las cuales pueda penetrar el enemigo y dañarla. No existe una distinción significativa o radical entre la paz y la guerra en la estrategia nacional norcoreana. Ambas son “fases” de la política nacional, con diferentes participaciones del “Inmun Gun”. Así, las estrategias política, económica y militar son formas y expresiones de la estrategia total norcoreana. Consideran, derivándolo de la estrategia soviética estalinista, que la estrategia norcoreana posee una orientación y un estilo de planteamiento y elaboración para sus planes y decisiones. Su fundamento es el “supuestamente sensato y científico” cálculo de la “correlación de fuerzas” entre los norcoreanos y sus enemigos. Esa relación de fuerzas es un deliberado y calculado cotejo de las capacidades potenciales relativas entre ambos rivales, para las distintas situaciones de conflicto posibles.

Los norcoreanos prefieren obtener sus objetivos por medios pacíficos. Pero el determinismo del materialismo dialéctico les lleva a considerar que las guerras son inevitables, mientras existan las clases sociales y las opresiones entre ellas. O, como en los últimos 50 años, estén ellos rodeado de estados capitalistas, sujetos a las fases sucesivas de crecimiento y decadencia. Las élites norcoreanas, con su sicología especial y distintiva como sustrato anímico vital y con su ideología y toda la parafernalia rimbombante donde se expresa, no se preguntan si tendrán o no un conflicto externo. Sino, ¿qué forma de conflicto es más ventajosa para nosotros para destruir al enemigo? Y, además, ¿quién puede triunfar sobre quién en cada caso?

Y consideran que, de acuerdo con las premisas y el desarrollo del materialismo dialéctico, que los sucesivos enfrentamientos de los opuestos sociales antagónicos (los que son incompatibles y/o no complementarios), que van surgiendo progresiva y sucesivamente, tal como describe el materialismo histórico, finalmente les darán la razón. Y la victoria, sobre los “estúpidos y decadentes imperialismos” yanquis y japonés.

Los norcoreanos consideran que Marx había declarado a menudo que el ataque era la mejor forma de defensa. Y de esto arguyen que el Inmun Gun debe ser conducido por un principio operativo o estratégico ofensivo. Las razones, desde el punto de vista estalinista, para esta preferencia por la ofensiva, son las mayores iniciativa y actividad, al menos percibidas, que caracterizan al ataque. Y cuando es necesario asumir la defensiva, por aquello de la “relación de fuerzas” local o nacional o de oportunidad dialéctica, se exige la misma importancia a la actividad y a la determinación de los jefes y hombres involucrados. En todo esto subyace, a su vez, el carácter disciplinado y decidido, militante activo y comprometido, que suelen poseer y exhibir, como una “orden militar atea”, con votos a la causa del proletariado y al partido, los miembros de los Partidos Comunistas. Al menos en los países donde no gobiernan.

Al apoderarse de la iniciativa y en su empleo vigoroso, los norcoreanos buscan controlar la actuación enemiga y aprovechar las numerosas ocasiones que surgen para imponer su voluntad al enemigo. Esto es claramente agresivo, pero, en parte, es también una reacción defensiva, ante la posibilidad de ser controlados desde fuera. Así, ese juego dialéctico lo están empleando en sus interminables negociaciones con los EEUU y en las rondas periódicas con los Seis. En el que siempre intentan adelantarse, sorprender y superar al “enemigo”.

Para controlar una situación y mantenerse sin desviaciones, por ocurrencias del azar o del enemigo, es necesario pensar y formular un plan. Y éste, en aras del monolitismo citado, debe también anular las desviaciones (o iniciativas) de sus mandos inferiores. E incluso se considera al azar menos peligroso, que caer en una posición de pérdida de la iniciativa, de dependencia o de mera reacción a los “movimientos” iniciados por el enemigo irreconciliable. La solución para resolver un antagonismo planteado, un dilema entre opuestos, es elaborar y realizar un plan “científico”, basado en los pronósticos teóricos y en la correlación de fuerzas probables. Las acciones sucesivas a realizar, deben ser impulsadas por un ímpetu especial, derivado del convencimiento de las superioridades moral y doctrinaria del marxismo leninismo. Tiene un significado especial en su doctrina, la expresión hasta el fin o hasta el mismísimo fin.

No hay aquí lugar para las religiones o para la libertad de opinión o pensamiento. De hecho, si pudieran “prohibirían pensar”, como intentaron sus compadres rojos locales en Camboya. Al apartarse de la línea del Partido y del monolitismo ideológico, las religiones, y especialmente las cristianas por sus orígenes y extensión mundial, son pérdidas del “tiempo social debido” y ataques del enemigo ideológico, que ha abierto fisuras en el “cuerpo” de la nación. La consecuencia “lógica” de los “delirios asumidos” es el exterminio y la erradicación por la fuerza del cristianismo de sus tierras.

¿Cómo reacciona el ectoplasma seudo progresista occidental a la persecución de los cristianos modernos?

Éste es generalmente de “ideología” dirigista (porque nos quieren dirigir, hasta en los mínimos detalles sociales y personales, como si fuéramos inmaduros), despótica (porque sus postulados no son discutibles por los demás), imperiosa (porque su método es la imposición, no el convencimiento) y, hoy, vergonzosamente socialistoide. Es vergonzosamente socialistoide, porque su sueño de sofá, café y beca o prebenda era recrear un “paraíso del proletariado”. Que tendría más o menos “oasis y huríes”, según sus casos, en sus tierras. Aunque ninguno se mudó a la URSS o a los países socialistas para trabajar en ellos ya entonces.

Y ese sueño se convirtió en pesadilla, de despertar difícil, agónico y atropellado, con la caída de los “regímenes en vías del comunismo” de la Europa del Este. Y el descubrimiento por todos los demás, de que al “hombre nuevo” de esos países, no le motivaba nada la “causa del proletariado”. La carrera de armamentos que les impuso los EEUU en la década de los 80, absorbió los mejores recursos de la URSS y la agostó hasta sus entrañas. Siguiendo una estrategia nacional de desgaste, sin amenazas directas, ni maniobras melodramáticas. Algunos miembros no principales de la “nomenklatura” reconocieron después que “no teníamos ni para comer” entonces. Y el Imperio Rojo, vacío de contenidos, mensajes e ilusiones, implosionó social y económicamente.

Pues lo propio del “progrerio” (o gentes de ideas con pocas cortapisas teóricas o éticas) es también aquí callarse ante los atropellos a los cristianos, allende las fronteras seguras de la gran Europa, desde el Atlántico a los Urales. Se produce también un fenómeno social paradójico, pero no inusual: los islamistas militantes enfebrecidos y los “progres” decadentes, aunque situados en los 2 extremos “sociales antagónicos e irreconciliables”, tienen una misma intención operativa:

La destrucción de la sociedad europea, tal como está aún edificada, sobre los cimientos de las virtudes clásicas y las cristianas. Y su sustitución por una sociedad amorfa, sin principios coherentes, protectores y estimulantes, conforme, pesebril y trabajadora. Donde los deseos materiales inmediatos, que antes llamábamos “caprichos”, por su veleidad y vacuidad, se buscan como pequeñas metas imprescindibles. Porque son las consoladoras de las vidas faltas de fondo y de trascendencia vitales.

La extensión histórica del Islam en sus primeros siglos: una combinación de entusiasmo religioso, de un proselitismo de aplicación flexible y progresiva y de grandes intereses mundanos de poder y de reparto de beneficios.

Tres fueron las causas que estimularon a unas tribus a emprender el camino de la conquista de amplias y lejanas tierras y pueblos, fuera de la península arábiga. La primera fue la razón religiosa. Como en toda comunidad religiosa primitiva, la Umma fue el centro de los mandatos y las bendiciones de Allah. Viviéndose colectivamente y con entusiasmo el cumplimiento de una doctrina monoteísta y sencilla. Esta religión exigía, además, un proselitismo militante y coactivo, continuo y expansivo, dirigido hacia los infieles y los hostiles fronterizos. Así, el Corán, entregado a Mahoma en el nacimiento del Islam, tiene numerosos versículos o aleyas que demandan de sus fieles la lucha armada.

Por el lado más prosaico de los intereses mundanos, la extensión de las conquistas árabes, en su avance incontenible durante más de un siglo, trajo el control sobre los bienes y haciendas de los nuevos y numerosos súbditos y el poder político y militar sobre ellos. El dominio musulmán se establecía por la presencia de un gobernador con su guarnición militar, en cada ciudad o región conquistada. La relación de los nuevos súbditos con el régimen islámico se establecía y regulaba por el pago al gobernador de los tributos periódicos por el vasallaje impuesto y por profesar, de momento, una religión diferente. Este flujo de dinero importante y constante comenzó a llegar a los conquistadores, que establecieron diversos mecanismos bastante inteligentes para su reparto. La tercera razón, asequible a los nobles, jefes y más destacados musulmanes, fue el reparto de las cuotas de poder que engendraban el dominio, la defensa y la gobernanza de los nuevos territorios de dar-el-Islam. Así, fueron proliferando los emires, sheikhs y caides, ocupando y conformando la estructura política árabe de los territorios islamizados.

Las tribus árabes originales del Islam recibían una parte de los tributos y de los saqueos de la conquista, aunque no participasen en algunas expediciones militares. Otra parte era entregada a los participantes de la yihad contra algún pueblo o región limítrofe del califato. Una parte importante era entregada a las autoridades de la Umma, centradas en el califato de Damasco o de Bagdad, y representadas regionalmente por sus emires o caides, para sufragar los gastos de la gobernabilidad y el mantenimiento del estado teocrático. De ésta, se derivaba una parte destinada a sufragar, equipar y formar las nuevas yihads hacia los territorios fronterizos a dar-el-Islam, que iban apareciendo. Por último estaba el zakat o la limosna canónica, entregada a los ulemas, que tenía como finalidad resolver y compensar a los musulmanes por las penalidades y los azares de la vida, con la aportación de su comunidad. Y que se repartía a los pobres, los impedidos y los enfermos, los huérfanos y las viudas de la Umma. Esto cerraba el proceso de reparto de la riqueza y el poder. Que amachambraba también mundanamente las aspiraciones religiosas de los creyentes de la nueva fe.

Y, a diferencia de los Santos Lugares cristianos de Jerusalén e Israel, desde el inicio de la Yihad militar por los árabes, en el siglo VII, los Santos Lugares originales del Islam en la península de Arabia, siempre estuvieron en las manos políticas y religiosas de sus fieles, bien los árabes o los turcos otomanos.

(CONTINUARÁ)

La Guerra Civil de Siria.

Los participantes, los países vecinos y las potencias involucradas en la Guerra Civil de Siria.

Esta guerra civil no declarada y, por tanto, conflicto armado, se caracteriza por la existencia de un equilibrio imperfecto y tenso entre pariguales. Los equilibrios imperfectos tienden siempre a la estabilidad indefinida. En Siria, los rebeldes y el régimen han alcanzado un grado de fiera enemistad violenta, que sus existencias se excluyen irreversiblemente. En el exterior, las potencias concurrentes y los vecinos de Siria van esperando o buscando el acomodo y el logro de sus estrategias nacionales y de sus cuotas de poder y de influencias en el Próximo Oriente o el Asia Suroccidental. De momento, los avances son pequeños, imperceptibles. Es el tiempo callado de la acumulación de la “energía humana”. El régimen ya no conseguirá eliminar a los rebeldes, ni éstos tienen aún la capacidad militar para derribarlo. Ningún otro país ejerce el suficiente envite, ni tiene la libertad de acción necesaria que le permita imponer sus criterios. Por lo que los cambios se producen o se producirán por pasos sucesivos muy cortos. Llegará el momento de la eclosión de aquélla y lo hará inesperada y rápidamente, concretándose en un status quo bastante inesperado.

El Desarrollo acelerado de la Guerra Civil de Siria.

Desde las manifestaciones pacíficas multitudinarias por casi todo el país que se realizaban hace apenas unos meses, la revuelta social ha dado un importante paso cualitativo en su desarrollo y extensión. Se ha radicalizado y ha “tomado las armas” contra el régimen. Extendiendo sus “ondas de conmoción social” por todo el país, a todos los participantes, por los países vecinos y hasta las potencias extranjeras. Lejos están ya las manifestaciones de los jóvenes opositores, que no veían a la violencia como una opción aceptable de liberación nacional. Sin embargo, algunos analistas defienden que las ejecuciones ilegales de soldados, policías y civiles afectos al régimen comenzaron casi desde el inicio de las protestas generalizadas. Y otros atribuye esa radicalización de posturas a la represión selectiva y progresiva del régimen.

A esto se une la islamización creciente de la oposición armada. Al principio las manifestaciones partían desde mezquitas o locales céntricos. Y luego, se comenzó a dar culto a los “mártires” y a emplear la retórica islamistas en las comunicaciones y declaraciones y en la denominación de los grupos irregulares. Del grito en los primeros videos colgados en la Red o enviados al exterior del país, “el pueblo quiere la caída del régimen”, han pasado a “el pueblo quiere la proclamación de la Yihad por los ulemas y muftíes”. Este levantamiento no es laico. Es un levantamiento protagonizado por musulmanes más o menos practicantes del Islam. Laico es el régimen corrupto y rapaz de los Assad, donde las confesiones no islámicas eran respetadas y acogidas. Y que ha perdido la capacidad de defender y de representar al pueblo. Ésta es la justificación social de mantener y respetar a una dictadura exclusivista, casi siempre dinástica, a cambio de sus privilegios de clase opresora.

El gobierno de los Assad y su aparamenta política han dejado de formar hace mucho tiempo un régimen socialista y nacional. Ya que no representan, ni defienden, ni integran los intereses particulares y colectivos de su nación. Ahora sólo abanderan y protegen a los miembros de la amplia oligarquía socio religiosa, que acapara y distribuye en distintos grados el poder institucional, social y económico de Siria. El régimen sirio está cristalizado, sin fluidez, tanto social, como ideológica y administrativamente. Y se está convirtiendo en la cáscara de un “fruto socio político”, agostado, estéril y vacío.

Para los esquemas de los televidentes foráneos, tranquilos en sus casas a muchos Km. de los hechos violentos, los combates son feroces. Pero ello reside en que al enemigo que pretende matarte o mutilarte desde posiciones cubiertas y reforzadas, pues se le ablanda por el fuego directo pesado, se le corta la retirada ocupando un cruce de calles más allá y se le asalta su posición defensiva desde el techo o desde el suelo, por saltos asegurados sucesivos, si es que ha conseguido aguantar tanto (muy extraño). Desgraciadamente aquí no valen los recursos románticos de “disparen Uds. primero, señores rebeldes”. Para conseguir la decisión y llegar al fin, lo mejor suele ser enseñar los dientes desde el principio y actuar con determinación. Aunque ni los militares ni los rebeldes tengan la doctrina o la experiencia de la lucha urbana.

Los Participantes Sirios de la Guerra Civil.

Los Alauitas: el Sostén social del Régimen. Su Futuro.

De los 24 millones de sirios, los alauitas son apenas un 13-15% del total. Pero, de ellos se nutren el Partido Baaz, su régimen dinástico laico y los puestos claves de la Administración, de las Fuerzas Armadas (que incorporan a toda la población en el servicio militar), de las unidades militares (hay varias unidades de “Fuerzas Especiales”, formadas exclusivamente por voluntarios alauitas, que recibieron el nombre conjunto de “Fuerza de Despliegue Rápido”) y específicas de inteligencia (“mujabarat”) y de unas milicias recién formadas, diferentes a las burocratizadas y poco efectivas del Baaz, los “shabiba” o “grupos de tareas” más o menos coordinados, formados por auténticos matones regionales. Que se encargan de la última explotación socio política, tras las incursiones militares victoriosas de limpieza de rebeldes irregulares.

Los alauitas sirios nada tienen que ver con los chiítas iraníes o libaneses. Los alauíes tienen una religión “ad hoc”, formada por una mezcla de dogmas, rituales y virtudes del chiísmo y el cristianismo. Aderezada con retazos del platonismo, el zoroastrismo y los antiguos cultos persas, helenos y fenicios. No edifican, ni usan las mezquitas. Realizan sus “ritos colectivos” en las casas particulares, empleando en ellos el pan y el vino, en una sacralización de éstos, que copia sin efectos la “Transustanciación católica”. No cumplen el ayuno del Ramadán (el “Roza”) , ni efectúan la peregrinación colectiva a La Meca (el “Hajj”). Pero respetan la “ashura chií” o “martirio” del Imam Hussein en Kerbala, Irak, y celebran el “Nouruz” o año nuevo chiíta y las Navidades cristianas. Toda esta mezcolanza de características peculiares en su identidad étnico religiosa, está contenida en un libro semi secreto, el “Kitab al-Majmu”, transmitido entre sus eruditos a lo largo de las generaciones. Así, algunos ulemas y muftíes sunníes consideran a los alauitas sirios como la “herejía dentro de la herejía chiíta”. Y los alauitas, aislados en un mar de enemigos potenciales, se han servido de la discreción y el secretismo para perdurar y prosperar en su país, sin llamar la atención o ser molestados por sus vecinos ajenos.

Los alauitas se concentran al oeste de una delgada cadena de alturas, la Ansariyya, que se prolonga en dirección norte sur. Muy poco al este de esta sucesión de alturas, el Orontes, que alimenta la irrigación de diferentes cultivos desde la depresión natural del Gab, permite los emplazamientos urbanos, principalmente Hama y Homs. Aquí existe una estrecha y próspera llanura costera, donde está la base naval del puerto de Tartus, la única que los rusos poseen en el Mediterráno. El centro administrativo y comercial de la zona es la ciudad costera de Latakia, que da nombre a la “gran región alauita”. Acostumbrados a dirigir y ordenar, los alauitas cuentan con un buen plantel de mandos en todos los niveles de autoridad.

Latakia es étnica y religiosamente más homogénea que sus vecinos Israel, Palestina o El Líbano. Es decir, es la base geográfica de una etnia. Todos hablan árabe y el credo es el alauita. La gran Latakia ha sido conquistada sucesivamente por hititas, fenicios, asirios, babilonios, persas, egipcios, griegos, romanos, distintas realezas musulmanas centradas en los califatos y emiratos de Arabia Saudita, Egipto, Siria, Irak e Irán, los cruzados de Occidente, los otomanos y finalmente los franceses. Estos últimos recibieron apoyo de la población local, hostil a los otomanos. Lo cual hizo que París alistara un alto porcentaje de alauitas en sus tropas locales coloniales. Francia, además, permitió que entre 1920 y 1937 Latakia tuviese varios status políticos. Incluso fue un Estado independiente a finales de los años 20. París también permitió que El Líbano se separase de Siria, para darle una república propia a los cristianos árabes. Pero, en 1937 reintegró Latakia a Siria y permitió que la costa que está a su norte, la zona de HatayAlejandreta, formara un Estado aparte. Que en 1939 la Turquía laica anexó, expulsando a gran parte de su población, mayoritariamente alauita. Los alauitas se opusieron a todo ello y hasta los años 50 no aceptaron ser parte de Siria. El alauita Zaki al-Arzusi, al fracasar en una rebelión separatista en Hatay, cofundó el Baaz. Este partido tomó Damasco en 1963 y luego llevó a los alauitas al poder en 1970 con el golpe de los Assad.

Latakia sirvió como una de las bases sociales del golpe de estado que impuso el régimen del Baaz. Aquí podría instalarse “provisionalmente” (en diplomacia puede indicar “indefinidamente”) un protectorado ruso de la República de Latakia, como refugio de una parte de los sirios. También una “presión excesiva” de los victoriosos fundamentalistas sunníes sobre los alauitas, podría animar futuros separatismos armados en Latakia, si ésta se sintiese amenazada. Cuando las cosas se ponían mal para los alauitas, ellos se refugiaban en la Ansariyya. Y seguían un juego militar con arabescos de torna y fluye entre las llanuras y las sierras. Apto para defenderse y contraatacar oportunamente, en una lucha de infantería ligera, a toda clase de invasores regulares poderosos, singularmente los que maniobraban con unidades de línea pesadas y cerradas.

Los Sunníes.

Los sunníes son un 75% de la población siria. La organización paramilitar de los HM fue masacrada por Papá Hafez cuando su revuelta de 1982. Pero su ideología permanece y sus redes sociales, superpuestas a la organización tribal, funcionan. Aquélla les da una determinación para la actuación, que es propia de los grupos ideologizados activos. Los HM son como una “cofradía” legal, con las debidas distancias, del Islam. Y con el Zakat (la limosna canónica del Islam) mantienen servicios de atención social de todas clases (escuelas elementales y madrasas, dispensarios, hospitales, ayudas a personas y familias). Éstos cohesionan a la comunidad sunní en una “unidad de acción general” motivada, eficaz y resistente. Que es de muy difícil repetición o réplica por los laicos, los ateos y otros enemigos potenciales. Los HM de los otros países del Próximo Oriente están ayudando financieramente a los grupos afines sunníes sirios. Y hay “voluntarios irregulares sunníes” de Irak, sin soldadas desde la retirada de los EEUU, que están cruzando la frontera siria y su desierto del este, para unirse a la lucha armada.

Los Kurdos.

Ocupan casi toda la frontera norte con Turquía, al este de Alepo, en una franja de unos 50 mil Km2 y son el 10% de los sirios. El Kurdistán o tierra de los kurdos es una región montañosa del Asia occidental y de tamaño igual que España. Se extiende por el norte, desde el sureste de la península turca, Armenia y Azerbayán hasta Irán, limitándola al sur la Mesopotamia. Los kurdos han luchado y luchan con los distintos países en que se asientan, Turquía, Irán, Irak, Siria, por vertebrar aisladamente un estado nacional kurdo, carente de territorio propio.

En general, las minorías no se ven defendidas, ni representadas por el opositor Consejo Nacional Sirio (CNS), que está en desarrollo y vertebración. Así, los kurdos han creado su Consejo político Nacional Kurdo. Aunque su Partido de la Unidad Democrática, afín con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (el PKK, que opera en el sureste de Turquía y es considerado terrorista), actúa independientemente de él.

(CONTINUARÁ)