ABU OMAR AL-SHISHANI

Operaciones o G-3 de la Oficina central de Defensa del Estado Islámico

Su nombre puede pasar como uno más entre los cerca de mil delegados o visires nacionales, gobernadores, asesores, consejeros de la Shura, jefes de las oficinas centrales y nacionales y jefes de “brigadas” o “kampfgruppen” o fuerzas de tareas del califato del tercer milenio de Abu Baker al-Bagdadi. Y con la rapidez en dar alguna reseña personal suya, con motivo de su “evaporación” en un ataque aéreo de la Coalición de los 65 países el pasado viernes 4 de marzo, junto a la ciudad siria de al-Shaddadi, se ha obviado comentar o citar su intervención en la concepción de la más importante operación del EISI.

El padre Omar el checheno, que eso quiere decir su nombre árabe Abu Omar al-Shishani, fue el “estratega operativo” que diseñó a primeros de 2014 la campaña de primavera/verano del Estado Islámico en Irak. Conocido también como Omar el checheno, nació en Georgia y luchó en sus fuerzas armadas durante su desigual guerra con Rusia de 2008. Parece ser que al-Shishani comenzó a luchar en Siria junto a los rebeldes en 2012, pocos meses después del estallido de la guerra civil. Y se estima que algo más de un año después se unió al Estado Islámico de Siria e Irak. Los EEUU ofrecían $5 millones de recompensa a quien aportara información fiable sobre el paradero de Al-Shisheni. Recordemos que ésta es la tercera vez en que se declara muerto en acción a Abú Omar…

La gran operación de acción, prestigio y propaganda.

El EISI tomó al asalto y sin encontrar apenas resistencia la ciudad de Mosúl durante la madrugada del lunes 9 de junio de 2014, consolidándola en su poder en un par de días más. Mosúl es la tercera mayor ciudad de Irak y cuenta con 2 millones de habitantes. Fue la segunda gran localidad del país ocupada en firme por el EISI. El efecto de atracción y prestigio para el EISI y el golpe de descrédito para los gobiernos kurdo y central de Irak fueron sorpresivos y grandes. La permanente disputa por la administración de Mosúl entre las autoridades iraquíes y las del Gobierno Regional Kurdo (el KRG) influyó en la falta de defensas adecuadas de la ciudad. La toma de Mosúl, a unos 390 kilómetros al norte de Bagdad, sacó a relucir la incapacidad para gobernar la urbe, generada por el enfrentamiento entre el gobierno autónomo kurdo de Erbil y la autoridad central de Bagdad. Los kurdos aguardan desde 2007 un referendo que apruebe la absorción de esta ciudad por parte del KRG.

En este ataque se produjo un avance al combate de varias columnas de camiones ligeros sin protección contra el fuego ligero de infantería (muchos, tipo “pick up” de techo abierto y todos de marca Toyota), transportando al aire a unos 800 milicianos irregulares ardorosos del EISI. Y los 30.000 policías y soldados nacionales que guarnecían la provincia de Niniveh, abandonaron sus equipos pesados colectivos, singularmente la artillería y los vehículos blindados y huyeron, formando racimos de hombres aterrorizados, hacia Bagdad, a medida que avanzaban los “barbudos de Allah”.

Así, a primeros de junio de 2014, el ISSI lanzó una ofensiva estratégica en Irak, destinada a consolidar sus dispersos enclaves iraquíes (al-Ramadi, Faluya, etc.) de las provincias del norte y centro en una unidad territorial única y extensa. Que fuera capaz de unirse geográficamente, sin solución de continuidad, con las tierras sirias del Califato, con sede en Raqqa, en el alto Eufrates. Después de asaltar la ciudad de Samarra, irrumpieron en Mosúl y lanzaron una “acción de área” en las provincias de Saladino y Diyala, en la que los terroristas recurrieron también a sus “juramentados suicidas”. El asalto del ISSI a Mosúl se sumó a los ocurridos sucesivamente en varias poblaciones de la provincia de Niniveh. Confirmando con todo ello las capacidades militar y organizativa y la agresividad cada día más claras del grupo fundamentalista salafista y la gobernanza y el caudillaje de su líder, Abu Baker al-Baghdadi. La expansión del territorio que controla el ISSI, tanto en Irak como en Siria, son la realización de la intención de al-Baghdadi de desplazar al egipcio Ayman al-Zawahiri, no como jefe de al-Qaeda, sino como el auténtico sucesor de Osama Ben Laden.

Los avances de los yihadistas se producían a las velocidades de marcha de sus columnas, según la transitabilidad de los terrenos y la capacidad de las vías recorridas. Porque, antes de que llegaran a la distancia eficaz de influencia, de constituir una amenaza real sobre su objetivo, los funcionarios del gobierno y las fuerzas de seguridad abandonaban sus puestos administrativos y de defensa en aquél. Sin embargo, estos grupos móviles carecían de cualquier de cualquier apoyo externo a ellos, de conexión táctica a ningún grueso o masa de apoyo, y sus flancos son sectores expuestos. Esto es una de las delicias tácticas para cualquier ejército moderno medianamente experimentado y motivado.

Los grupos rebeldes pueden ser cercados funcionalmente y atacados desde sectores convergentes por los batallones de un par de brigadas de infantería mecanizada, reforzados cada uno por varias secciones o una compañía de sus batallones de carros. Y así, batidos y deshechos sucesivamente. Si no ha ocurrido así, es que no existía allí tal ejército. Lo que tenían los iraquíes era un proyecto, una apariencia, una entelequia, una imagen virtual y escandalosa de ello. Sabemos que la sorpresa es a veces inevitable: porque es hija del ingenio propio, de la oportunidad neutral y de la incertidumbre y de la rutina enemigas. Pero un ejército cabal es capaz de superar las crisis, de rehacerse y de vapulear al osado irregular rebelde, que se le enfrenta a campo abierto. Si no ocurre así es porque el ejército iraquí no existe como expresión cabal y cuajada de la voluntad de defensa de la sociedad y del gobierno iraquíes.

El diseño y la planificación de estas operaciones de acción y prestigio en Irak fueron obra de Abu Omar al-Shishani, un jefe entonces del ISSI en las montañas kurdas de Siria. Ya que las fronteras nacionales son para los yihadistas salafistas una abominación, que atenta contra la comunidad universal del Islam, plasmada políticamente en el califato. Creando así un “totun revolutum” de sufrimiento, desconcierto y sangre, donde medrar e imponer ese califato delirante. El Frente al-Nusrah para la Liberación de los Pueblos de Oriente, la franquicia regional de al-Qaeda, empezó a actuar en Siria en 2012, cometiendo los “grandes atentados indiscriminados y aislados” con grandes bombas en la capital y otras ciudades, al principio de la guerra. Los yihadistas avanzan políticamente y medran cuando existen una fractura y un caos sociales en un país. Éste es su humus primigenio, su caldo de cultivo, su medio ambiente propicio e ideal.

El enemigo contra el que planificó Abu Omar su “golpe de guadaña”.

El nuevo primer ministro iraquí, el chií Haidar al-Abadi, acometió a mediados de noviembre de 2014 la compleja reestructuración y adecuación del ejército nacional. Es de recordar, que los EEUU se gastaron durante su ocupación de Irak unos $25.000 millones en el entrenamiento y el equipamiento del actual ejército de Irak, que no parecen haber servido para mucho. Y los “drones” de espionaje y observación de los estadounidenses, tampoco han sido de utilidad. Y todas las escuchas telefónicas y de comunicaciones inalámbricas digitalizadas o no de la NSA (la agencia central de seguridad estadounidense, con inmensos almacenes para el archivo de datos inútiles, porque lo son si no son de provecho), la CIA y otras agencias especializadas en la exploración y observación de la información fueron nulas o erradas, para detectar el cáncer purulento del ISSI. Que se gestó desde casi dos año atrás, y su explosiva metástasis por el noroeste de Irak a mediados de 2014.

  EL PRIMER MINISTRO HAIDAR AL-ABADI

El miércoles 15 de noviembre el “premier” firmó, como comandante en jefe de las fuerzas de seguridad, la destitución de 26 comandantes y jubiló anticipadamente a otros 10. La medida atend a la necesidad de «consolidar la labor de una institución militar, basada en la profesionalidad y en la lucha contra la corrupción en cualquiera de sus formas». Al-Abadi nombró a otras 18 personas como relevo parcial. El premier buscaba también «depurar el aparato de seguridad de los generales y jefes leales a al-Maliki», cuyas políticas miopes y sectarias alienaron de nuevo a la población suncontra el gobierno iraquí. Y dieron alas a los yihadistas, que ya controlan difusamente un tercio del país. Pero, el jefe del Ejecutivo ha evitado ampliar la depuración al ministerio de Interior, controlado por la milicia chií de al-Sadr. «Las milicias chiíes operan en Bagdad (desde su centro en el barrio al este del Tigris, llamado Ciudad al-Sard) con total impunidad, ignorando la presencia de las fuerzas de seguridad gubernamentales«.

La purga coincid con el envío de 1.500 soldados estadounidenses adicionales a Irak, anunciado por Obama la semana anterior y con las primeras victorias logradas en combate por el ejército, con el apoyo de los ataques aéreos lanzados por la coalición internacional sobre las posiciones y concentraciones del ISSI. El general de 4 estrellas James Terry declaró a primeros de diciembre que su principal tarea es el reentrenamiento del nuevo ejército nacional. Se espera que la cifra de militares desplegados por los EEUU en Irak sea de unos 3.100 efectivos en poco tiempo. Y espantado por la enorme incapacidad del ejército iraquí, el entonces jefe del Estado Mayor Conjunto de los EEUU, el general Martin Dempsey, reconoció el jueves día 16 de diciembre que se necesitarán unos 80.000 miembros «competentes» de las fuerzas de seguridad iraquíes, para recuperar el territorio arrebatado por el ISSI, liberar la ciudad de Mosúl y restablecer la integridad de la frontera con Siria. ¡Qué fácil se entrenaron y motivaron los barbudos de Alá y cuanto les cuesta hacerlo a los “militares” iraquíes…!

GENERAL JAMES TERRY

El objetivo de la formación del ejército iraquí es alistar o reestructurar y entrenar a un colectivo de más 200 mil iraquíes, para formar el nuevo Ejército Nacional de Irak. Aparte están las fuerzas de policía y orden público civiles. Los reclutas son contratados tras pasar un superficial examen físico, estar comprendidos en un intervalo amplio de edad y pasar por un filtro “político” local, que avale su no “pertenencia evidente” a los grupos díscolos o insurrectos. Al no existir la tradición de un ejército moderno de reclutamiento universal, se ha optado por adquirir un ejército de voluntarios, intentando profesionalizarlo. Los reclutas del ejército pasan por “temporadas” una serie de jornadas de formación en técnicas elementales de lucha; de endurecimiento físico; de disciplina militar, basada en formaciones cerradas y sus movimientos, para imprimirles carácter; de cumplimiento de las labores cotidianas de vida en común y de convivencia como colectivos uniformados. Las principales tareas son formar someramente a los hombres, que se acostumbren a integrar colectivos permanentes disciplinados y prepararlos básicamente para su formación específica en las unidades de destino. Este período inicial se extiende entre los 60 y los 120 días. Y éste es un tiempo considerado insuficiente. Las unidades de formación del ejército iraquí, sitos en multitud de campos desperdigados por numerosas provincias del centro y del sur de Irak, serán fundamentalmente dirigidas por suboficiales y oficiales estadounidenses.

GENERAL MARTIN DEMPSEY, LUEGO JEFE DEL PENTÁGONO

Delirante, el viceprimer ministro iraquí Saleh al-Mutlaq (un sunní) recomendó reintegrar a los soldados de Sadam en el novísimo ejército en reconstrucción. «De esa manera se podrá derrotar al Estado Islámico en un plazo muy breve de tiempo». Pero, ¿aún siguen vivos y capaces, desde 2.003, los vapuleados y perseguidos restos del ejército de Sadam Hussein al-Tikriti? ¿No será éste el “tentetieso argumental” de los gobiernos iraquíes, al que achacan todos sus fallos, desventuras e incapacidades propias? A sus 68 años, el vicepremier es un veterano en la política del país, donde ha resurgido varias veces. Y se mueve a sus anchas en el gobierno de Bagdad, amedrentado por los yihadistas del Estado Islámico de Siria e Irak.

VICE PRIMER MINISTRO IRAQUÍ SALEH AL-MUTLAQ

Y la corrupción por sí misma no es razón suficiente para rehuir defender y ayudar al régimen iraquí. La corrupción es general, tradicional, arraigada y omnipresente en toda la región geopolítica árabe: desde el norte de África a las fronteras de la India. Sadam Hussein, el partido Baaz y su régimen estaban asentados en el clientelismo, el copago y el terror selectivo contra los enemigos internos, tanto reales como potenciales o estimados. Con la religión (variedad sunní) y los comunes orígenes tribales como criterios de selección, para comenzar a medrar en las estructuras estatales. Y sobrevivieron a dos guerras exteriores, una larga y otra contra una coalición aplastante de países modernos en 1991, y a varios intentos armados de rebeliones internas étnicas y religiosas.