La Defensa de las Sociedades contra los Atacantes armados.

Casi por definición, los medios militares y policiales disponibles en una guerra interna contra los atacantes armados son muy escasos. E, incluso, pueden ser escandalosamente insuficientes. Y esto no depende tanto de las fuerzas de seguridad, ni de las autoridades establecidas, sino que es función directa de la estrategia inherente a un proceso terrorista correcto. El número de objetivos posibles, potenciales, que ofrece una sociedad organizada moderna, más o menos desarrollada, a la estrategia operativa disolvente de una insurgencia armada es casi incontable e inagotable.

Los Objetivos de los sociópatas juramentados en las Áreas civiles de retaguardia.

Atentados contra autoridades civiles y religiosas y contra miembros aislados o grupos de las fuerzas armadas y de policía. Acciones coactivas y punitivas contra los colaboradores y espías de aquéllas.

Imagen relacionada MODERNA GUERRILLA URBANA EN KIEV.

Destrucción y sabotaje de las fuentes y redes energéticas: térmicas, presas, plantas de ciclo combinado, campos eólicos, refinerías, depósitos de combustibles, oleoductos y gasoductos, transformadores y líneas de alta tensión y sus centros de control y distribución.

 Ataques a las líneas de comunicaciones: repetidores de televisión y de telefonía móvil, emisoras en general, antenas de radio, tendidos telegráficos; puentes, túneles y viaductos, apeaderos y estaciones ferroviarias; trozos de vías férreas y de catenarias eléctricas; trenes y autobuses, camiones de gran tonelaje y vehículos de transporte de reparto; establecimiento de obstáculos temporales en la red viaria, cubiertos o no por el fuego rebelde indirecto o directo.

Destrucción o inhabilitación de objetivos directamente económicos de todos los tamaños e importancia: minas, plantaciones, industrias, comercios, hoteles y balnearios, grupos de turistas. En estos casos la insurgencia debe valorar la pérdida directa de puestos de trabajo y la probable enajenación de parte de la simpatía popular hacia ella. Y el efecto es parecido si se deprime la actividad económica y así no se destruye inmediatamente el empleo.

Ataques directos contra la población para, demostrando la vulnerabilidad y la indefensión de todos, extender el miedo irracional por el objetivo social atacado, afectando a sus decisiones políticas y religiosas. Generalmente, emplearán los explosivos y el fuego de armas automáticas, en unos “mixes” o combinaciones infinitos en la práctica, atacando sitios de grandes concentraciones humanas. Donde los objetivos son el conjunto humano desparramado y donde no hay que perder el tiempo de acción seleccionándolos demasiado.

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Ataques contra iglesias, mezquitas y sinagogas en períodos de celebraciones. Asaltos a las peregrinaciones de las religiones enemigas y a sus centros de descanso en ellas y de culto. Ataques en los parques, paseos, avenidas, grandes calles y concentraciones durante los asuetos, las fiestas y las celebraciones sociales de todo tipo. Asaltos a los centros comerciales, mercados y grandes almacenes comerciales; los teatros, cines y auditorios; las estaciones de autobuses y ferroviarias, los aeropuertos civiles y los medios de transporte; los centros escolares principales y las oficinas de las administraciones públicas.

Así, los atacantes terroristas ejercen con su presencia posible y remota, que debe ser siempre activa, un efecto de acongojamiento generalizado en las sociedades modernas. Cuyos miembros se dedican a la producción y compra y venta de bienes y servicios. Y no entienden bien qué les amenaza y les pasa. Ocurre en las sociedades una acción invasiva, como de un gas invisible y sutil, que tiene propiedades corrosivas y perniciosas. Que todo lo penetra y alcanza. Demoliendo lentamente los cimientos defensivos de una sociedad civilizada, no entrenada para su defensa.

La Actuación vigilante de los policías y militares.

Los agentes de la seguridad, que custodian aquí en los países occidentales numerosos “puntos críticos”, “áreas sensibles”, “zonas estratégicas” ante la observación del público presente o transeunte, ejercen una función y acción disuasoria, pasiva. Ellos intentan evitar directamente que los atacantes sociópatas actúen en ellos. Y su tarea activa es otear a corta y media vistas, las particularidades y características y los comportamientos que exhiban ciertas personas. Que las determinen como “sospechosos” y cuya identificación es comunicadas inmediatamente a los compañeros del área. Y que les permitan concentrarse en ellas y en el seguimiento de sus actividades inmediatas.

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Pero, las “apariencias” pueden alejar de la realidad objetiva. Los rasgos árabes de una persona, por ejemplo, atraerán hoy en día el interés de los agentes de seguridad. Aunque los arabes no llegan a un tercio de los musulmanes del mundo. Y aunque los aventados frenéticos de al-Shabab y de Boko Haram sean negros. Así, los turcos, casi 85 millones de musulmanes de fe sunní, la de los asesinos armados, son más caucásicos, como los europeos. Y pasarían fácilmente por ellos. Los cuales siempre insisten ante los foráneos, de destacar que no son árabes: de piel de color ocre suave /cetrino y bembones.

Los Atacantes alienados.

Para vencer las repugnancias naturales de los hombres para atentar contra otros, hay que aplacar y neutralizar temporalmente los naturales instintos humanos. Veamos algunas motivaciones empleadas para ello con los juramentados de la Yihad.

Una motivación “negativa” es la pérdida crónica de las necesidades básicas naturales: sustento, familia, seguridad, refugio y cobijo, expectativas y progreso razonable. Ella es un acicate efectivo para inducir al empleo de la violencia liberadora a una parte de la sociedad, especialmente a los jóvenes idealistas. La motivación “positiva” serían los premios económicos que distintas organizaciones radicales islámicas dan a las familias de los mártires. Y estos son todos los caídos en combate.

Resultado de imagen de madrasas ¿LUGARES DE ESTUDIO O DE CATEQUIZACIÓN RADICAL?

Siguiendo el camino hacia la psicología y el alma humana, la motivación religiosa es otro medio poderoso de convicción y arraigo. Los muyahidines de la Yihad son catequizados metódica e intensamente. Los versículos coránicos relacionados con la Yihad, se los saben de memoria. El “ejemplo” de otros mártires los rodea en su vida cotidiana, en forma de fotos, manuscritos, vídeos testimoniales y compañeros de destino. Sus predicadores, nos resistimos a llamarles imames, les aclaran sus dudas y les alientan a alcanzar prematuramente el Paraíso. Que está especialmente destinado a los mártires de la Yihad, a quienes se les reserva el mejor de los siete paraísos.

Para calmar indeseables escrúpulos o salvedades, un “ideólogo” de Al-Qaeda, Abu Yahya al-Libi, desarrolló una teoría de base “religiosa” sobre el “daño no buscado”, referido a personas. Según ella, se permite a sus militantes matar musulmanes cuando esto es inevitable. Y a veces, más que cuando sea inevitable, cuando sea también útil. Así, en un mensaje donde asumieron la autoría de un ataque de agosto de 2009 en Bagdad, la organización deseó a los sunníes heridos una rápida recuperación y expresó su esperanza de que los muertos fueran aceptados por Dios también como ‘mártires’.

Localizarlos, cazarlos, neutralizarlos…

Existen problemas en la localización y neutralización de los musulmanes residentes en nuestras países durante su proceso de radicalización violenta. Podemos identificar a potenciales yihadistas con cierta seguridad y tras un trabajo especializado y metódico. Pero no podemos detenerlos mientras no delincan: intentar armarse y entrenarse; conspirar con otros en sus actuaciones; crear estructuras de bandas para delinquir; propagar la exaltación y el uso de la violencia como arma ideológica; reclutamiento de militantes para su radicalización ideológica y armada; recolectar fondos para las organizaciones con ánimo de delinquir; colaborar en los movimientos de militantes y posibles militantes en sus viajes hacia la Yihad interior (países del Suroeste de Asia) o la exterior (países enemigos occidentales: los “cruzados”).

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En cuanto a las labores de inteligencia, existe una gran dificultad en la penetración de las redes islamistas por agentes propios o colaboradores. En general, los muyahidines, los simpatizantes y colaboradores: suelen hablar árabe; no son de razas europeas, ni hispanoamericanas; los civiles musulmanes no colaboran en las tareas de espionaje y exploración contra las organizaciones armadas islamistas.

Por otra parte, la exhibición glamourosa de parejas o de grupos de militares armados por las calles de las ciudades es operativamente inútil. Ya que no tienen un objetivo definido. Su misión es el patrullaje ostentoso e indefinido. Buscando sólo tranquilizar a los parroquianos viandantes.

Resultado de imagen de Abu Yahya al-Libi Abu Yahya al-Libi, muerto por un cohete lanzado por un drone.

¿Qué nos queda? La información, convertida en inteligencia. Que debe ser contrastada, participada a todas las agencias y grupos de usuarios autorizados, actualizada continuamente y necesaria y suficiente. Excluyendo la plétora indebida de información excesiva, rutinaria, no elaborada como inteligencia. Que es una forma de intoxicar y aburrir a los mandos propios de todos los niveles.

Cuando el individuo ha dado el paso psicológico y volitiva (la “decisión”): ya ha roto los suficientes lazos con su entorno vital, incluso el familiar; y su mente está engolfada y dirigida a su nueva “situación” y a la identidad ofrecida y asumida. Así, es casi irrecuperable para él, para su familia, para la sociedad.

Si el individuo es uno más de los “desorientados”, confusos emocionalmente y no integrados; que están asediados anímicamente por los resquemores producidos por los “agravios” sufridos o creídos como tales: es posible recobrarlo, es relativamente sencillo hacerlo y es enormemente laborioso conseguirlo.

El enorme trabajo necesario, prolongado en el tiempo, hace que no se pueda rehabilitar a todos. Es necesario luchar contra las desigualdades que hemos citado. El buscarles trabajos temporales es más rápido. El darles educación y una formación laboral es más lento. Pero es imprescindible a medio y largo plazo. Apartarles de los “suburbios podridos” y de la nefasta influencia de ambiente, amigos y familiares es muy complicado y largo. Porque de los “trozos” sacados de ellos, han creado la pobre y única identidad que tienen. Que les lleva al fallo personal y social y a la frustración.

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