La campaña del Khalkhin-Gol (Mongolia) de 1939.

 

Zhukov detiene el expansionismo japonés hacia la URSS…

En 1939, en sus remotas fronteras orientales, la URSS sostuvo una corta y dura guerra con el Imperio japonés. En esa época la atención de Europa, el núcleo del mundo entonces, se centraba en la suerte inmediata que iban a correr Checoeslovaquia y Polonia. Además, los nombres de Manchuria o de Mongolia eran poco conocidos en Occidente. Sin embargo dicha guerra regional iba a tener una consecuencia trascendental para Europa y su destino. Gracias a la rápida y decisiva victoria de la URSS en ella, los soviéticos no tuvieron que sostener 2 años después una guerra en dos frentes convergentes y extensos, a cargo de sus dos grandes enemigos, los imperios japonés y alemán.

Ello permitió a la URSS resistir y sobrevivir a las poderosas y sucesivas embestidas estratégicas y operativas alemanas, hasta fines de 1942. A partir de Stalingrado, las tornas se volvieron. Y la vieja Rusia, que parece renacer y crecerse en la desesperación y con las dificultades terribles, comenzó una crecida militar firme, sostenida, progresiva e irresistible, aunque muy costosa, hasta Berlín. La cual anegó toda la Europa del Este por 45 años, imponiéndole a medio continente su particular sistema económico político social. Una victoria de los japoneses en aquella guerra lejana y marginal, no hubiese permitido a Zhukov, el vencedor en ella, traer gran parte de las endurecidas divisiones siberianas a fines de 1941, para apuntalar el frente de Moscú ante el ataque final y casi exhausto del Grupo de Ejércitos Centro del III Reich. Y para contraatacar ese invierno a las discontinuas e improvisadas líneas alemanas de ese frente. Contraídas en muchos casos en posiciones defensivas casi aisladas y mal equipadas. Que estaban apenas hilvanadas por el fuego pesado de apoyo.

Una zona geoestratégica caliente y lábil: Mongolia, Manchuria y norte de China.

Las relaciones chino japonesas alcanzaron un momento decisivo en 1894, cuando ambos países se enfrentaron militarmente por el dominio sobre Corea. China perdió la guerra. Por el tratado de Shimonoseki, los chinos abandonaron sus derechos sobre esa península y cedieron también al Japón la península de Liao-tung, al norte de Corea, Taiwan y las islas de los Pescadores, abonándole una indemnización de guerra de $200 millones. Posteriormente, Rusia, Alemania y Francia obligaron al Japón a renunciar a la península de Liao-tung, donde está el puerto de Dairen o Puerto Arturo, a cambio de una compensación metálica.

Tsushima, la batalla naval «más grande e importante desde Trafalgar»

LA FLOTA RUSA ES VAPULEADA POR LA JAPONESA EN LA BATALLA DE TSUSHIMA (1905).

Tras su derrota frente al Japón en la guerra de 1904-1905, Rusia le cedió sus derechos sobre los territorios del sur de Manchuria. La humillación de las fuerzas rusas en aquélla, que abortó la penetración del Imperio zarista en Manchuria, instauró un resentimiento profundo y permanente de los rusos con el Japón. Esto condicionó las relaciones de ambas potencias durante los 35 años siguientes. Finalmente, la ocupación por el Japón del resto de la Manchuria china en 1931, territorio que en 1932 se convirtió en el estado títere nipón del Manchukuo, agravó y enconó el statu quo existente. Un enfrentamiento militar entre el Imperio japonés y la URSS era ya casi inevitable a corto plazo.

Las preferencias estratégicas del militarismo imperialista nipón.

En el Cuartel General Imperial en Tokio, los altos mandos militares, partidarios del engrandecimiento del Japón a costa de terceros países, discutían intensamente acerca de la gran estrategia a seguir. No había discrepancia en los métodos, sólo en los caminos más adecuados a seguir. Eran los militares quienes entonces definían los intereses, las prioridades y las actuaciones del Imperio. Como ocurría en otros estados totalitarios del mundo, tomados por diversos elementos más o menos uniformados y estereotipados. Estereotipar es convertir, a base de repetirlas patológicamente, diversas conductas y actitudes corrientes (saludos, gestos, parafernalia) en automáticas, poco conscientes y aún alienantes. Dos grandes líneas de actuación militarista se presentaban ante el Japón imperialista.

La “opción sur” suponía atacar a las potencias occidentales, Francia, Gran Bretaña, los EEUU, Holanda, Portugal. Para ocupar sus colonias y protectorados de todo el sur de Asia y del Pacífico occidental, hasta la India. Buscando la creación de una “esfera de coprosperidad” con los países asiáticos invadidos y supuestamente descolonizados. En la que se facilitase al Imperio las materias primas de todas clases que tanto necesitaba y los mercados de importación para sus productos medianamente elaborados de esa época. Y aún estaba lejos el protagonismo del almirante Isoroku Yamamoto y sus planes aeronavales: la decisión sin retorno del Imperio de atacar directamente a los EEUU y a Pearl Harbour. Una vez que se le ordenó que acometiera esta misión preparatoria. A la que él se oponía, por conocer de sobra la capacidad y los medios de los EEUU, donde había vivido.

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La “opción oeste” suponía la ocupación de Corea y de Manchuria, y continuar con el enfrentamiento con la URSS, por Mongolia y sus tierras de la Siberia. Ésta era la opción favorecida por el Imperio desde primeros del siglo. Además, desde 1930 el Gobierno fue cayendo cada vez más en manos del Ejército Imperial. Se iniciaba el período histórico que los japoneses llamaron “kurai tanima”, el valle oscuro, que se extendió hasta 1945. Y que se caracterizó por un totalitarismo nacional, justificado por la pertenencia a un Estado basado en la gran nación-familia japonesa, tutelada por el Patriarca de origen divino, el Tenno o Emperador, y por un acendrado expansionismo colonialista. Además, los generales tenían, por formación y desempeño, una mentalidad más propicia a extenderse por el hinterland asiático. La mala actuación reciente de Rusia y de la URSS en sus inicios, daba impulsos y ciertas garantías a esta opción. Y se decidió continuarla. Si bien la mayoría de las divisiones japonesas en China eran mucho más corrientes, el ejército de Kwantung, destacado en Manchukuo, era de élite, grande y con sus “órdenes de batalla” casi al completo. Éste iniciaría las operaciones, siguiendo progresivamente las órdenes operativas del Cuartel General en Tokio.

Provocaciones y tanteos del ejército japonés en el Manchukuo.

El ejército de Kwantung seleccionó la zona del río Khalkhin-Gol, que era la frontera natural entre el Manchukuo y la República Popular de Mongolia. Ésta era la llamada Mongolia exterior, vista desde el punto de vista chino, con la Mongolia interior adosada a la Manchuria. Los soviéticos y los mongoles reconocían que la frontera política pasaba a unos 15 Km. al este del río, incorporando la villa de Nomonhan a Mongolia exterior. En la primavera de 1939 los japoneses intentaron ocupar esa zona en litigio, al este del río. El 11 de mayo unos cuantos cientos de jinetes de la etnia Bargut de la Mongolia interior, acompañados por asesores japoneses de la 23º división de infantería, cruzaron la frontera y tomaron Nomonhan. Dos días después, la caballería de la etnia Tsirik de la Mongolia exterior contraatacó. El día 14 los japoneses tuvieron que reforzar a los Barguts con el 64º regimiento de su 23º división. Los Tsiriks fueron rechazados tras el río. La fuerza aérea nipona destruyó un pequeño fuerte de troncos, a unos 8 Km. al oeste del río, que era el baluarte defensivo del área.

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TANQUES LIGEROS SOVIÉTICOS EMPLEADOS EN KHALKHIN-GOL.

Al asesor soviético Bykov no le gustaron las señales que percibía. Y pidió refuerzos, enviándose la 6ª división de caballería mongola y varios destacamentos soviéticos. Antes de que se desplegaran, los japoneses se retiraron de la ribera oeste. El 25 de mayo Bykov cruzó el Khalkhin-Gol con unos 10 mil hombres, principalmente mongoles, y ocupó la zona al este del río y recuperó Nomonhan. Tres días después 5 mil japoneses con sus tropas auxiliares mongolas atacaron a las fuerzas de Bykov. Éstas se vieron desbordadas y retrocedieron a la ribera oeste. Nuevamente los soviéticos y los mongoles, reforzados por el recién llegado 149º regimiento de infantería motorizada del Ejército Rojo, cruzaron el Khalkhin-Gol y rodearon y rechazaron a las fuerzas japonesas del coronel Yaozo Azuma, jefe del 64º regimiento, más allá de la frontera legal.

Stalin, agobiado por los problemas militares, toma una decisión acertada.

Georgi Zhukov era, a sus 43 años, el segundo comandante del distrito militar de Bielorrusia, destino que acababa de ocupar a finales de 1938. Zhukov era uno de los pocos generales de división que había sobrevivido y sin afrentas a las recientes purgas de Stalin, manteniéndose apartado de la política y no dando la menor señal de querer hacer carrera en ella. Procedente del arma de caballería, había prestado gran atención en sus destinos anteriores a los problemas de la cooperación de aquélla con los carros, a la ejecución de las maniobras y a la organización de la defensa anticarro.

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 En la primavera de 1939 los problemas militares de Stalin se amontonaban y crecían. En el horizonte cercano se iba fraguando, por la progresiva radicalización de las posiciones nacionales enfrentadas, una guerra con Finlandia. Las tensiones en Polonia crecían y aún ni se contemplaba el sorprendente Pacto de No Agresión con Alemania. El Ejército Rojo estaba en medio del desorden, la confusión y el desánimo, provocados por la purga de sus altos mandos. Como consecuencia no deseada, su doctrina militar estaba sufriendo una severa revisión retrógrada. Las ideas brillantes del mariscal Mijhail Tujachevski y otros, concretadas en la teoría muy elaborada y avanzada de la “maniobra profunda”, a cargo de sistemas poderosos de armas combinadas, aplicados en todo el sector decidido del frente enemigo, fueron vetadas y proscritas. Las grandes unidades motorizadas, destinadas a llevar a cabo dichas operaciones, fueron fragmentadas en sus unidades componentes. Y, así, siendo más manejables, se les destinó como apoyo blindado de las unidades de infantería. Y esto sólo en razón al anatema y la persecución sufridos por sus autores, mentores y simpatizantes militares. Stalin oteó en busca de un alto mando capacitado y enérgico, en el que pudiese confiar. Y escogió al comandante de Cuerpo de Ejército Zhukov, para asestar un golpe decisivo a los japoneses, que pusiese un final definitivo a su “aventurerismo imperialista” en las fronteras orientales de la URSS.

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EL JEFE DE CUERPO DE EJÉRCITO GEORGI ZHUKOV, EN KHALKHIN-GOL.

El 2 de junio Zhukov fue llamado a Moscú, para entrevistarse con el mariscal de la URSS Klementi Voroshilov, Comisario del Pueblo de Defensa. Éste le informó de la situación en el Lejano Oriente: “Los japoneses han atacado sorpresivamente e irrumpido en Mongolia, con la que nos une el Tratado de Defensa del 12 de mayo de 1936” y le entregó un mapa de la zona atacada, mostrando la situación al 30 de mayo. Después Zhukov se entrevistó con el adjunto en funciones del jefe del STAVKA o Estado Mayor General, general Iván Smorodinov, que le precisó: “Sea contundente”. Zhukov entendió perfectamente que su nombramiento podía lanzar o destruir su carrera militar. Debía hacer mucho más que expulsar a los japoneses de la Mongolia Exterior. Los japoneses debían ser vapuleados de tal manera, que no se atreviesen nunca más a enfrentarse con el Ejército Rojo.

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KLEMENTI VOROSHILOV

(CONTINUARÁ)

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