EL ARTE DE LA GUERRA DE GENGHIS KHAN

Introducción.

La Conquista por los Mongoles entre 1219 y 1220 del Imperio Islámico de Kharizm (o Khuarezm), en el Turkestán, nos servirá de modelo para presentar sus características operativas y tácticas. La rápida derrota de los musulmanes a manos de Gengis Kan y sus hombres es un ejemplo del empleo sinérgico de la capacidad de movimiento operativo y de la capacidad de combate de un sistema militar altamente eficiente.

Roces entre vecinos.

El imperio de Kharizm era muy reciente. Mientras Gengis Kan conquistaba el Asia Central, hasta llegar a sus fronteras, el Sha Mohamed II extendía sus dominios hacia el sur y el este. Había heredado el territorio del Irán moderno (Persia), pero le había añadido Afganistán, casi hasta el río Indo, y había alcanzado el Sir Daria, ocupando toda la Transoxiana.

Gran Estatua Ecuestre de Gengis Kan cerca de Dadal, su lugar de nacimiento, Mongolia

Todo el enfrentamiento entre ambos imperios comenzó cuando Inalchik, el gobernador de la ciudad de Otrar, en el río Sir Daria, a unos 200 Km. del mar de Aral, detuvo una caravana de mercaderes patrocinados por el Gran Kan y ejecutó a sus jefes, acusándoles de espías. Y posiblemente tuviera razón, pero eso era muy poco diplomático y dañaba un tema muy sensible en las costumbres usuales entre estados y jerarcas. Gengis Kan envió ante el Sha una embajada, formada por un kharizmí y 2 mongoles, solicitándole un castigo para Inalchik. Mohamed ejecutó al kharizmí y devolvió los 2 mongoles a Gengis, con la cabeza totalmente rapada, un insulto personal grave para esos guerreros. La guerra era ya inevitable.

Preparativos de las fuerzas.

Gengis Kan preparó a su ejército para una marcha de más de 1.500 Km., desde sus montañas de Tien San a las fronteras de Transoxiana.

El ejército mongol de la época sumaba algo más de 100 mil hombres. Su unidad táctico-operativa básica era el tumán o división, con unos 10 mil hombres, dividido en 10 minganes o regimientos. El gran ejército se dividía en tres partes: el ejército de la izquierda o del este, el de la derecha o del oeste y el del centro. Los dos primeros tenían un número muy variable de hombres, en función de las necesidades operativas y tácticas; por ejemplo, uno podía tener doble número de hombres que otro. El ejército del centro era mucho más reducido y estaba formado por unidades de élite y por las guardias del Kan y de los distintos príncipes mongoles; en ellos su unidad básica era el mingan. Un cuerpo de ejército mongol constaba de uno o dos tumanes.

Mohamed II reunió un gran ejército, bien armado y equipado, que totalizaba entre 200 y 300 mil hombres (algunos autores hablan hasta de 400 mil hombres, a todas luces exagerando), para defender su imperio de la esperada invasión mongola por el este. Muchos de sus hombres eran también jinetes de las estepas, del Turquestán, que estaban equipados y que luchaban de una forma similar a los mongoles. El Sha estaba seguro de que sus soldados podrían detener y rechazar al invasor.

Para ello desplegó a la mayoría de las tropas a lo largo del Sir Daria, su gran barrera natural al este, y estableció una línea de comunicaciones fortificada desde el despliegue de su ejército hasta su capital, en Samarcanda. Por último, al norte del imperio y protegiéndolo, entre el mar Aral y el Sir Daria se extendía el formidable obstáculo natural del desierto de Kizil Kum, en la depresión Turania, duro y seco donde los haya.

Así, tranquilo con un buen plan, esperó defensivamente a poder derrotar a los mongoles en una gran batalla, por la pura fuerza numérica de su ejército. Pero, fue von Moltke, el viejo, jefe del EE.MM. alemán a finales del siglo XIX, el que dijo que “los planes solían durar hasta el primer contacto con el enemigo”.

Desarrollo de las operaciones.

Durante la primavera y el verano de 1219 un cuerpo de ejército mongol a las órdenes de Jochi, el mayor de los hijos de Gengis, se dedicó a asolar el territorio al oeste del gran lago Baljash, junto a Otrar, dejando un paisaje tan arrasado que era incapaz de soportar a un ejército sin abastecimientos propios.

Jebe Noyan

Según el plan de campaña elaborado por el orlok o lugarteniente del Kan, Subidai Bahadur, un cuerpo de ejército mongol se dirigió a primeros de 1220 hacia el valle del río Fergana, al sur del Sir Daria, en el flanco expuesto del despliegue turcomano, para efectuar un reconocimiento en fuerza.

Iba al mando de Jebe Noyan, uno de los mejores orloks del Kan. Parte de las fuerzas turcas, al mando de Mohamed y del príncipe Jalal-ad-Din avanzaron lentamente hacia el este, sobre el valle. Cuando las vanguardias se encontraron, Mohamed superaba ampliamente a los mongoles y ordenó formar para el combate. Cogidos en terreno estrecho, que no favorecía a su fuerza de caballería, Jebe decidió atacar igualmente. Los mongoles cargaron ferozmente contra los turcos, causándoles muchas bajas. Éstos contraatacaron, intentando envolverles y casi lo consiguen. Pero los mongoles lograron romper el contacto y se escaparon hacia el este.

Las operaciones más decisivas para la decisión de la campaña.

En febrero de 1220, los 3 ejércitos mongoles, al mando de Gengis, de Jochi y de Ogedei y Chagatai, otros dos de sus hijos, cruzaron la zona asolada previamente por Jochi y convergieron sorpresivamente en Otrar, en el flanco izquierdo de la línea defensiva del Sir Daria. Tras el asalto a la ciudad, los mongoles capturaron al gobernador Inalchik y lo ejecutaron muy cruelmente.

Los dos ejércitos mandados por Jochi y por los otros 2 hijos se dirigieron entonces al sur, siguiendo el Sir Daria, y comenzaron a hostigar durante su marcha las posiciones fortificadas de los turcos, a lo largo de su gran línea defensiva planeada. Simultáneamente el cuerpo de ejército del orlok Jebe Noyan, giraba al norte, tomaba la ciudad de Kokand, en el alto Sir Daria, y se dirigía al encuentro de los 2 ejércitos mongoles.

Todas estas operaciones ofensivas contribuyeron a fijar la atención de Mohamed en su línea defensiva fortificada del Sir Daria. En el sur, había ganado la batalla y repelido al invasor y en el norte, aunque los mongoles habían tomado Otrar, no habían penetrado en la Transoxiana. El ejército turco mantenía su alarde de invencibilidad. Mohamed acercó todas sus reservas operativas al Sir Daria. Sin embargo, aunque en ambos casos los mongoles habían sufrido muchas bajas, su proporción con ellos era muy preocupante para los turcos.

Por su parte, tras la toma de Otrar, el ejército al mando de Gengis Kan, con Subidai como su jefe de estado mayor, e integrado por 4 tumanes, se dirigió hacia el norte. Allí tomó la ciudad turcomana de Zarnuk, con el único propósito de capturar a un hombre que, según le indicaron sus informantes, conocía un camino practicable a través del Kizyl Kum, siguiendo una cadena de oasis.

Entonces, los mongoles asestaron su golpe decisivo.

(CONTINUARÁ)

El Combate y el Movimiento Operativo como Opuestos Complementarios Esenciales de la Guerra. 2ª Parte.

(FINAL)

Una táctica favorita de los mongoles, especialmente eficaz cuando su enemigo estaba deseando el encuentro o se mostraba más confiado en su éxito, por razones de la pura superioridad numérica inicial, era la “mangudai”. Consistía en que un cuerpo de “ejército” mongol, inferior al enemigo, se empeñaba seriamente en la lucha. Su tamaño era lo suficientemente grande para que el esfuerzo mongol se considerase importante. Con ello iba a atraer mentalmente al enemigo y a apartarlo de cualquier otro pensamiento o posibilidad. Tras una dura batalla, el puro peso del enemigo obligaba al cuerpo mongol a retroceder. Lo que era una retirada táctica, nunca realmente desordenada, se tomaba por el enemigo por una derrota explotable. Su desconocimiento total y permanente de los mongoles no le hacía sospechar nada. Y su deseo de la victoria, acrecentado por el verdadero esfuerzo realizado en el combate, no le dejaba ver más allá.

Mangudai - Wikipedia, la enciclopedia libre
MANGUDAI

La persecución anhelante terminaba dispersando las formaciones cerradas y sólidas de los jinetes enemigos. En un momento de la persecución, siempre lejos del resto de las fuerzas enemigas que aguardaban, surgía el grueso de la caballería pesada mongola, escondida, fresca y lanzada al choque. Que terminaba por deshacer a los grupos de caballería inconexos, en los que se habían dispersado los perseguidores. Tras una auténtica cacería, las fuerzas enemigas que quedaban en las posiciones iniciales en la batalla, bien se dispersaban o eran a su vez atacadas por el conjunto de las fuerzas mongolas.

El funcionamiento moderno del binomio combate y movimiento operativo.

En la práctica llevada con “sentido correcto”, los combates y los movimientos operativos se renuevan cíclicamente sin cesar en sus posibilidades. Dándose mutuamente nuevos impulsos, oportunidades y razones de actuación. En esta colaboración íntima van se perfilando y consolidando decisiones y resultados, hasta obtener los objetivos marcados.

El movimiento operativo de la unidad en operaciones, volviendo al símil de la fuerza física, es como una fuerza no aplicada, potencial, que no produce aún ningún trabajo. Por ejemplo, un gas libre, una corriente de agua. Su carácter potencial y percibido por el enemigo como amenaza es el que genera el efecto desorganizador y dislocador de aquél en su avance operativo.

El combate es como una fuerza concentrada y regulada, cinética, capaz de desarrollar inmediatamente el servicio que se le requiere. Por ejemplo, el vapor saliendo de su caldera para impulsar una locomotora, el agua moviendo los álabes de la turbina de una presa.

Otra pareja de “opuestos” complementarios, mucho más aceptada en la práctica y mejor percibida y entendida, existe en los sistemas de armas combinadas y es el factor eficaz de éstos.

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TANQUES, VCI Y BLINDADOS DE RECONOCIMIENTO ALEMANES

Se trata de la cooperación entre la infantería mecanizada y los tanques, derivada de la capacidad de combate cercana de la primera y de la protección y la potencia de fuego directo de los segundos, reunidos en velocidades tácticas y operativas comparables. Ambas fuerzas mantienen el impulso y el choque del cuerpo blindado, según las oportunidades que se le ofrecen, enmarcadas por la intención propia y la del enemigo y sus medios y la transitabilidad del terreno.

Tenemos que recordar que a finales de la década de los años 80 y primeros de los 90 del pasado siglo, los proponentes de la guerra de maniobras (Maneuver Warfare) en los EE.UU. daban a entender en la exposición de sus argumentos, que el combate (malo) perjudicaba al movimiento (bueno). Esto es una simplificación teórica.

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Pero, sin el combate no hay decisión y sin movimiento operativo no hay explotación de las zonas operativa y estratégica enemigas o combates muy provechosos, con enemigos dislocados en sus despliegues. Un cuerpo móvil genera “influencia” sobre el enemigo, porque le hace daño (combates) o es capaz de hacérselo en partes vitales del despliegue (puede llegar a ellas en tiempo razonable). La disuasión nuclear funcionaba porque su capacidad de destrucción era real e intolerable y su posible empleo, creíble.

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El movimiento operativo y el combate son instrumentos necesarios, complementarios, cooperadores y mutuamente trascendentes de la estrategia operativa. El problema y la contradicción surgirán cuando, privados de la libertad de acción, tengamos que emplear contra nuestra voluntad una de las capacidades en sustitución y detrimento de la otra, para generar un nuevo impulso para continuar nuestra acción militar. Esta sustitución no deseada tiene un grave efecto perjudicial sobre el “tiempo total” de planificación, preparación y realización de la operación decidida, sea combate o movimiento. Por tanto, durante una marcha, tener que afrontar un combate “no deseado” es un tremendo demoledor del “tiempo” de la operación y un despilfarro de la capacidad de combate de nuestras unidades.

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En la fase de movimiento debemos considerar al combate como secundario, emplearlo contra objetivos de oportunidad o de aseguramiento del sector de avance, y, sobre todo, evitar que nos lo imponga el enemigo. En la fase de combate tenemos que utilizar la capacidad de combate según las normas tácticas establecidas y buscando en la concepción de aquél, que la decisión tenga trascendencia en la estrategia operativa. Esta mutua trascendencia buscada y necesaria surge del impulsarse y potenciarse una capacidad a la otra en sus respectivas operaciones. Con un efecto multiplicador sobre los resultados finales, a veces insospechado a priori.

En el sentir ese “ritmo” especial está una señal bastante segura de que nos hemos apoderado consistentemente de la libertad de acción y de que estamos operando correctamente con la naturaleza de la guerra a nuestro favor.

Las características específicas del combate son:

Su gran intensidad en un medio tácticamente “denso”, con pesadez operativa. El agotamiento de la capacidad de combate, con pérdida de la “influencia” sobre el enemigo, al no poderlo dañar, tanto o más. El mantenimiento de la capacidad de movimiento para realizar la explotación operativa.

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El combate nos permite ganar “impulso” operativo a nuestras acciones mediante la ruptura y la penetración y el envolvimiento y las persecuciones y con la defensa retardante, cuando nos vemos obligados a detener nuestro avance y, en general, con el aprovechamiento de las oportunidades tácticas.

Las características específicas del movimiento operativo son:

La ligereza operativa, en forma de una elevada velocidad de marcha. El agotamiento de la capacidad de movimiento, con pérdida de la “influencia” sobre el enemigo, al no poder llegar a él. El mantenimiento de la capacidad de combate, como sistema de armas combinadas equilibrado.

El movimiento operativo se “atasca” con la mala “transitabilidad” de los terrenos, incluyendo la provocada por el enemigo (campos de minas y obstáculos reforzados y cubiertos) al acudir voluntaria u obligadamente al fuego y al movimiento táctico; con la falta de abastecimientos o con la dislocación de los grupos móviles de su “masa de apoyo”; con los cambios de despliegues y las reorganizaciones de las fuerzas y con las incertidumbres (falta de inteligencia) e indecisiones o dudas del mando. Llamamos «grupos móviles» a las fuerzas de armas combinadas, con predominio de las más móviles y eficaces, que son destacadas oportunamente por la “masa de apoyo” (vulgo, el gran grueso), y preferentemente para la amplia explotación de la retaguardia operativa enemiga.

Por último, una buena organización logística, soportada en una “línea de comunicación” segura (defendida) y con suficiente capacidad de tránsito, permitirá reponer adecuadamente en todo momento las capacidades de combate y de movimiento operativo, erosionados y desgastadas por los cuerpos móviles y por sus masas de apoyos o retaguardia en sus diferentes operaciones, buscando los objetivos señalados por el mando.

El Combate y el Movimiento Operativo como Opuestos Complementarios Esenciales de la Guerra

Ambas operaciones constituyen un «par de fuerzas” no antagónicas, necesarias y complementarias para emplear armónica y oportunamente los medios militares, buscando obtener unos objetivos que nos niega violentamente un enemigo. El combate consiste en la utilización de la capacidad de combate y el movimiento operativo se basa en el empleo de la capacidad de movimiento operativo, ambos de un sistema militar.

Introducción.

Ambos “fuerzas” forman una unidad de actuación, de manera que una sin la otra no pueden existir, desde los puntos de vista conceptual y práctico de la máquina de guerra. Aunque en la fase de predominio de una de las fuerzas citadas, es decir, durante su empleo, ella se destaque más claramente que la otra en sus efectos y en su percepción por los observadores.

UNED - Literatura Inglesa de la Primera Guerra Mundial: Poetas en las  trincheras (I) - 25/07/14 - RTVE.es
Las trincheras protegían a los hombres del fuego de las ametralladoras enemigas

El combate sin oportunidad y trascendencia operativa cae finalmente en el desgaste humano y material insoportable, en el choque brutal y sucesivo, costoso en sus resultados, en la enervación y la degradación de los participantes, pudiendo llegar al “caos nacido de sí mismo”. Como ejemplo podemos pensar en los combates del frente occidental en la I Guerra Mundial. En ellos se originaron, en un puro rozamiento táctico, operaciones lentísimas, estabilizadas e indecisas en sus resultados y terribles en sus costes personales y económicos.

Maurici de Saxònia - Wikiwand
EL MARISCAL DE SAXE

El movimiento operativo que rehuya sistemáticamente el combate cae también en la falta de decisión y de trascendencia, en el arabesco superfluo, inútil y despilfarrador, en el agotamiento logístico y en la parálisis final. Como ejemplo parcial, tenemos la época de John Churchill, primer duque de Marlborough, y del Mariscal de Sajonia, que se caracterizó por operaciones móviles y poco decisivas.

John Churchill, I duque de Marlborough - Wikipedia, la enciclopedia libre
EL DUQUE DE MARLBOROUGH, el de la canción «Mambrú se fue a la guerra»

Como ejemplo de la síntesis de ambos factores en un sistema de guerra casi perfecto en su momento, veremos brevemente el arte de la guerra de los mongoles y sus conquistas e invasiones, que llegaron a amenazar seriamente el centro de Europa a mediados del siglo XIII.

La Guerra de los Mongoles: una síntesis armónica del combate y del movimiento operativo.

Por una parte, poseían una capacidad de movimiento increíble y consistente, basada en unas necesidades mínimas que eran cubiertas por una logística de expolio sobre el terreno y siguiendo las zonas de grandes pastos en su avance, contando con varias cabalgaduras para cada jinete. Las cuales los proveían simultáneamente de carne y de transporte para sus rápidas operaciones de combate y de movimiento. Un pequeño y robusto caballo mongol proporcionaba la ración diaria de carne para más de 100 mongoles en campaña. Su capacidad de movimiento se combinaba con unas tácticas depuradas, simples y contundentes, que seguían con disciplina y que se basaban en sus experiencias de caza con el arco compuesto, en el manejo de sus rebaños y en su conocimiento de los sentimientos humanos que el combate saca a relucir. Su pericia con dicha arma, que requiere largo tiempo para adquirirse y que es necesario entrenar frecuentemente, se derivaba de su actividad productiva como pastores de rebaños nómadas, con mucho tiempo libre.

¿Cuál era la zona operativa de los mongoles?

No tenían, ni la necesitaban. Su grado de alistamiento óptimo era, a la vez, sencillo, eficaz y rápido de alcanzar. Parten de “su” zona estratégica, definida por el avance y la localización de sus poblados nómadas, jamás observados ni sospechados por sus enemigos, a la zona táctica con él. Sin necesidad de la transición o adaptación que imponen la complejidad de la tecnología fabril y de los grupos de armas combinadas y sus despliegues y de toda la cadena logística de un ejército. Sus operaciones no necesitan el soporte físico de la zona operativa.

Delante del frente discontinuo de las posiciones de sus enemigos, existe una zona amplia, desprotegida y vacía, no controlada por nadie, que los mongoles utilizan al máximo para su acercamiento estratégico. No hay en ella, por parte de sus enemigos, nada que recuerde a los destacamentos avanzados que luchen o exploren en forma móvil. A pesar de que el mariscal de Sajonia en un contexto bélico similar, porque no existía aún la mecanización de los ejércitos, ni el fuego a larga distancia, advierte que pueden ser relativamente seguros, en sus operaciones independientes de las fuerzas que los avanzan.

Este doble carácter, puntual de los combates e independiente de ellos en las operaciones, favorece al máximo al arte de la guerra mongol, que es siempre operativamente ofensivo.

En busca de la tumba de Gengis Khan
GENGIS KHAN

La preocupación mongola hacia el enemigo es generalmente estratégica, pensando en sus flancos expuestos al nivel de los países ocupados. De alguna manera está originada en su siempre exiguo número para los objetivos encomendados o buscados. Y en la no invencibilidad táctica de sus fuerzas, si dan con un enemigo organizado, hábil y, sobre todo, sereno. Gengis Khan, en 1221, tras la conquista del imperio musulmán de Samarkanda, situado en el Turquestán, Persia y Afganistán, saqueó sistemáticamente Afganistán. Su hijo Tului mató a la mayor parte de los habitantes del norte de Persia (Khorasan). Con ello protegían el flanco sur del imperio.

Subuday-Bagatur.Mongolia | Монголия, Скульптура, Доспехи
SUBUDAI, JEFE MILITAR DE LA INVASIÓN A EUROPA, JUNTO CON EL PRÍNCIPE BATÚ

En 1241 unos 100000 mongoles cruzan la frontera polaco-ucraniana para atacar Hungría. Unos 20 mil hombres, dos tumanes o divisiones mongolas, a las órdenes de los príncipes Baidar y Kadan, se ocupan de asegurar que los húngaros no recibirán refuerzos de Polonia, Alemania o Bohemia. Para ello derrotan a las concentraciones de las fuerzas de esas naciones en Chmielnik (atrayendo al enemigo en su persecución, sin previa lucha, a una emboscada, apareciendo ante él como una partida de incursión que se retiraba a su base), a unos 18 Kms de Cracovia, y en Liegnitz (mediante una mangudai), a unos 60 Kms al oeste de Breslau. Con esta última victoria y una finta de penetrar en Alemania, alejan hasta más 400 Kms de Hungría al rey Wenceslao de Bohemia, que retrocede para defender sus tierras. En menos de un mes, el destacamento mongol había recorrido unos 650 Kms y luchado dos batallas decisivas para sus planes. Polonia quedaba aturdida y postrada tras su paso y los alemanes al oeste del Oder, se preparaban para defender sus tierras. Con ello protegían también sus comunicaciones por tierra con Ucrania, su base de partida, donde quedaban sus poblados nómadas. Que eran incapaces de seguir o apoyar logísticamente avances tan espectaculares.

Sus grandes unidades, divisiones o tumanes avanzan siempre encubiertas, disimuladas e informadas por lo que era una exploración operativa con capacidad de combate. Se basaba en escuadrones de caballería ligera (arqueros protegidos con un guateado de seda que envolvía, aislaba y permitía retirar muy fácilmente las puntas de flechas enemigas) de 50 a 100 hombres. Los tanteos exploratorios de éstos y su rápido movimiento contribuían, además, directamente a despistar y a amedrentar a un enemigo, que desconocía la función de estas unidades. Y que muchas veces las tomaba por la vanguardia de los gruesos. Y veía mongoles por todas partes.

Guerra abierta: Sd.Kfz 232
SdKfz 232 de reconocimiento. Lleva un cañón de 20 mm. para hacerlo en fuerza.

Esta función de la exploración operativa no ha sido reconocida siempre por los ejércitos modernos. Los alemanes fueron maestros en ella, especialmente en los teatros, como el africano y el soviético, donde los frentes discontinuos y el vacío de las zonas operativas enemigas la permitían. En el US Army no la practican; utilizan la exploración de combate a la que llaman muy significativamente combat reconnoissance (reconocimiento).

Independiente de dicha exploración de su zona de operaciones inmediata, los mongoles mantenían otra actividad exploratoria estratégica, como generadora de inteligencia de uso inmediato: el espionaje y el empleo de agentes comprados a su servicio en el interior de los países enemigos. Con ello buscaban conocer las características de esas naciones y las alianzas y divisiones existentes entre ellas.

(CONTINUARÁ)