Las Personas, sus Virtudes y las Sociedades sanas, activas y flexiblemente resistentes II.

LA EDICIÓN EXTENSA Y COMPLETA.

(continuación)

La estructura superior tribal y su trascendencia social y política.

La estructura del grupo tribal se asienta sobre la biología y la ideología. El linaje es la base biológica que une a los conjuntos de familias que tienen o reconocen tener un origen ancestro común. Así, el parentesco directo es el nexo antropológico de reconocimiento entre los miembros y de unión social entre ellos. La cultura como expresión amplia de las creencias, ideas, tradiciones, normas, lengua y formas de vida es el otro marchamo identificativo de cada tribu.

Ambos parámetros sociales forman la base identitaria del “individuo en la comunidad”. Sobre ella se desarrollan los derechos y deberes personales y colectivos, en un equilibrio provechoso. Que ha sido fraguado y pulido por generaciones. El colectivo da sentido vital y de pertenencia al individuo. Y le brinda independencia, flexibilidad y apoyos múltiples. El individuo y las parejas cohesionan y protegen al colectivo. Esto genera dos corolarios sociales. Existe un gran sentido igualitario entre los miembros de pleno derecho de las tribus. Y los jefes deben aportar carisma o ejemplo a imitar, respaldo de grupos, habilidades negociadoras y capacidades militares. Y no necesariamente blandiendo un sable, sino dirigiendo e impulsando hacia la victoria. Y sus decisiones más importantes deben ser aprobadas o revalidadas por las asambleas de miembros o “importantes” de los colectivos.

La estructura social de las tribus es preindustrial. Pero, las emigraciones interiores en los estados modernos, singularmente los islámicos y los africanos subsaharianos, han modificado su esquema y favorecido una cierta especialización laboral. Pero, cuando subsista aquélla, las escasas posibilidades de vida llevan a que todos los miembros sean productores: pastores o agricultores. Y a que todos los varones sean también siempre guerreros.

Cuanto más rudo, estéril e ingrato sea un territorio o hábitat tribal, más se desarrollan en sus miembros las cualidades de pertenencia, exclusión de extraños y defensa activa de los magros recursos disponibles. Todo ello parece que engendra y prepara para la confrontación y la liquidación de los competidores y enemigos. Pero no es así. Las tribus regionales y fronterizas han ido desarrollando un modo social, por tanto, encarnado y asumido en su amplia cultura, de canalizar las enemistades y divergencias hacia un menor daño posible. Tres son los mecanismos reivindicativos que surgen para mediar, suavizar o paliar las afrentas y disputas. El primero es el “precio de sangre”. Consiste en que un grupo afín o una selección de familias, asume y hace frente a la “ofensa” realizada por un miembro de ese colectivo. La ofensa se paga, por ejemplo, con la entrega de camellos o medidas de cereales. Luego está la venganza, cuando se comete un delito o un miembro de un clan es afrentado gravemente. Esto genera una espiral, desarrollada en ciclos sucesivos, de violencia y desmanes. Acciones que el honor del grupo obliga a buscar. A veces, un “consejo de mediadores”, aceptado por las partes, puede arbitrar con éxito para cortar la cadena.

Por último, está la guerra más o menos limitada. Ésta establece una acción militar colectiva entre clanes o tribus enfrentados y tiene un carácter intermitente y extensivo. La falta de recursos es una fuente de graves enfrentamientos entre los colectivos afianzados. Y su arraigo puede llegar a ser como el de las vendettas. Los orígenes son el nomadismo, los pastos, las sequías, el hambre, las aguadas, la presión demográfica excluyente y la falta de capital o subdesarrollo. Pero, también pueden ser el reparto de roles políticos y sociales en países en precaria situación social y económica. O de los rendimientos económicos que generen la explotación y venta de sus principales fuentes productoras, que generalmente son monocultivos o monoproducciones de la minería. Pero, en su origen tribal, es siempre una guerra limitada en el daño inútil: los niños, las mujeres, los animales, los árboles frutales, incluso las cosechas que no se pueden llevar, son respetados. La premisa es más o menos no excitar y justificar en el contrario una sed de venganza total y vesánica.

Las tribus formaron el flujo continuo de emigrantes nativos, que poblaron, desarrollaron e hicieron crecer todas las poblaciones subdesarrolladas desde 1970. A veces se les unió, desde los años 80, una emigración extranjera, más o menos especializada. Que se dedicaba a los servicios, al desarrollo de las infraestructuras civiles y las industrias de extracción. Una de las cosas que trajo la civilización moderna, que no es más que vivir y desarrollarse en las ciudades, es la desaparición de las “normas de contención y respeto” de la lucha en y entre las tribus.

Se ha dicho que esta emigración interna rompió la cohesión interna, la influencia y el poder de las tribus en muchos países. No es totalmente cierto. No ha pasado en Irak, que era mucho más moderno y desarrollado. Y de ello da fe la endiablada y compleja guerra de guerrillas, generada tras la ocupación aliada de primeros de 2003. Ni en el Líbano, donde los shiítas del sur del país forman la base de apoyo étnico y logístico de Hezbolá.

Las tribus funcionaban o pueden funcionar social y políticamente como una “nación en ciernes” en situaciones de aislamiento, pobreza estructural, autoridad central precaria. Pero tenderán a debilitarse cuando los beneficios de las estructuras étnicas y tribales, regionales y locales eran o sean superados por los aportados por el sheik o emir dominador o el estado central déspota o democrático. Y éstos tuviesen o tengan los medios de coacción, el respeto y la ascendencia populares, para mantener suficientemente unidas y cohesionadas a las tribus. Y siguiendo aquéllos con una política general común, favorable a la mayoría de los ciudadanos. Donde no tenga lugar la acepción de clanes. Que es el cáncer que ha corroído a las uniones tribales estatales, por ejemplo, en Somalía. Donde, además, ha faltado la figura suficientemente ejemplar y apoyada, como para conseguir imponer una política nacional común y la paz social.

La estructura social estatal surge cuando una tribu puede imponerse a las otras existentes. Empleando siempre para ello un grado variable de coacción o violencia. Se necesita que surjan unas características o funciones, que permitan desarrollar los nuevos lazos intraestatales y debilitar los tribales y regionales. Aquéllas podrían ser el Islam (religión sencilla y muy socializada en la Umma, como ocurrió tras la muerte de Mahoma); la educación generalizada, que genere un cambio de mentalidad y modifique la cultura, sin crear traumas sociales, y especializada, como medio de vida y progreso; la inversión en infraestructuras y capitales; el establecimiento de un sistema político, que pueda guiar y realizar todo el proceso, apoyándose en un funcionariado civil y militar suficiente y probo. Buscando el desarrollo económico progresivo y repartiendo razonablemente los productos obtenidos. Y mostrando así unas posibilidades suficientes de seguridad, justicia, bienestar, prosperidad y paz para todos. Es decir, se trata de resaltar las ventajas del desarrollo integral y superior, sobre el atasco del juego social de tribus y clanes, como estructura anterior superable.

Otro de los vicios que han adquirido los miembros “civilizados” de las tribus es la codicia desmedida. Y con ella, su corolario y su modo fácil de satisfacerla, la corrupción rampante. La igualdad social en las tribus, su “republicanismo ideológico”, garantizaba el uso y disfrute razonable de los recursos por todos los miembros. Y el zakat o limosna canónica musulmana y el apoyo de su colectivo suplían los casos de orfandad, enfermedad, etc.

LA PERSECUCIÓN DE LOS CRISTIANOS MODERNOS

Se está produciendo en los últimos años una verdadera “conjunción planetaria” del Mal. Se trata de la “coincidencia temporal” de una persecución cruenta y feroz de los cristianos en los países musulmanes, desde Nigeria hasta Indonesia. Que es coincidente con la acción disolvente, callada y artera del decadente y anquilosado “progrerio”, contra las virtudes de las sociedades europeas. Ambas acciones son seguramente una “parte cósmica” del llamado “mysterium iniquitatis” o el Misterio del Mal (o de la Malicia, el Mal deliberado).

La Situación General de la Persecución de los Cristianos en el Marco de los Derechos humanos reconocidos habitualmente.

La ONU es considerada por muchos un organismo multinacional burocratizado y cristalizado. Y resulta ya artrítico y casi ineficaz en el trámite y la resolución de los problemas internacionales más graves, especialmente los conflictos. Pero su “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, aprobada el 10 de diciembre de 1948 por su Asamblea General, es aún el paradigma y la referencia principal de los derechos civiles, políticos, sociales, culturales y económicos de todos los hombres. Los siguientes son los artículos más destacados de aquélla, referentes al tema que nos ocupa:

Artículo 2. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición… Artículo 7. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación. Artículo 12. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques. Artículo 18. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia. Artículo 19. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión. Artículo 28. Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.

Los “Enemigos” de las Iglesias cristianas: Razones ideológicas, políticas y morales para la “Persecución Permanente”, como corolario y adaptación de la “Revolución Permanente”.

Los enemigos más determinados y afanados, a lo largo de la Historia, de las ideas y de las religiones han sido siempre los sistemas políticos o político religiosos cerrados y despóticos, los totalitarismos seudo mesiánicos y los estados absolutistas y excluyentes. En todos ellos podemos apreciar una misma característica identitaria: la rigidez y la inmanencia de su “ideología estatutaria”. Y ello ocurre independientemente de que ésta se asiente en otra religión. O que lo haga en una doctrina socio política económica y seudo mesiánica; que ofrezca un “imperio de dominio” de mil años, que apenas dure una década o la aparición del “hombre nuevo social”, a costa del sacrificio impuesto violentamente a las 200 generaciones anteriores, y que se desmorone en poco más de cuatro décadas. O, más vulgarmente, que sea la expresión del poder personal o de clan de una minoría rectora (no una verdadera élite social) coactivamente acaparadora, agostada y exclusivista. Y en la práctica, estas “sociedades dictatoriales” tienen una “carencia” que terminará llevándolas a su esterilidad social y a su ruina vital. Y es su falta total de una “empatía sociológica” hacia el extraño, el opuesto, el vecino cercano, el “otro”, del que los separa abruptamente su religión, su sistema político o su intención política guía. Y que funciona y opera en contra de los deseos y realidades de las personas que viven en esas sociedades cerradas.

Los cristianos serían “menos” perseguidos por algunos de sus enemigos estatales o particulares, si su labor se redujese a dar “culto a su Dios” y a un leve o nulo proselitismo. Pero, aparte de la predicación de la “Buena Nueva” o Evangelio a los hombres, la misión de las Iglesias incluye tratar los “fundamentos éticos del orden temporal”. Y dar y orientar a sus fieles y a los hombres, sobre “la moralidad en las actuaciones y situaciones temporales”, privadas y públicas. Así, cuando los obispos o sacerdotes e incluso los fieles callan ante una objetiva y grave inmoralidad por razones de “oportunismo, educación o buenismo seudopolíticos” están incurriendo en lo que, en palabras apocalípticas, sería “la fornicación con los reyes de la tierra”. Este aherrojamiento ideológico, con el que se pretende constreñir “política y suavemente” la doctrina cristiana, se resume muy bien en un chiste de los años 60, referido a la Iglesia católica y usando una encíclica de Juan XXIII: “Mater, sí, Magistra, no”.

La Ideología y la Sicología Sociales en el Sistema Ideológico Totalitario más “puro”: el Régimen Dinástico de Corea del Norte.

El comportamiento aparentemente caprichoso y errático de las élites norcoreanas depende de los parámetro ideológicos y sicológicos de una sociedad cerrada, catequizada y jerarquizada. El único precedente que se le acerca en el delirio de ser perseguidos, el estado totalitario férreo y la necesidad de la pureza ideológica, frente a las sucesivas “divagaciones revisionistas”, es la Albania del camarada Enver Hoxha. Y esos parámetros se derivan de los postulados marxistas leninistas, según la interpretación y sus aplicaciones realizadas durante el régimen estalinista en la URSS.

Al que le parezca forzado e inalcanzable, por extraño, inhumano o paradójico, entender a la dinastía de los Kim, le sugerimos que haga la prueba de entender realmente a los suicidas yihadistas islamistas. Que también están ahí, aunque más cerca de nosotros. Además, la ideología comunista más rancia, puesta en escena por los norcoreanos, lleva al uso de expresiones y giros lingüísticos, inusuales e inexplicables en nuestras formas de expresión y pensamiento.

La dirección norcoreana aspira a la unidad absoluta de sus estrategias, su doctrina, su organización y sus planes. En la terminología norcoreana, el “monolitismo” representa una estructura político social como el granito, con absolutas homogeneidad interna y unidad de acción externa. “Estructura” carente de fisuras, a través de las cuales pueda penetrar el enemigo y dañarla. No existe una distinción significativa o radical entre la paz y la guerra en la estrategia nacional norcoreana. Ambas son “fases” de la política nacional, con diferentes participaciones del “Inmun Gun”. Así, las estrategias política, económica y militar son formas y expresiones de la estrategia total norcoreana. Consideran, derivándolo de la estrategia soviética estalinista, que la estrategia norcoreana posee una orientación y un estilo de planteamiento y elaboración para sus planes y decisiones. Su fundamento es el “supuestamente sensato y científico” cálculo de la “correlación de fuerzas” entre los norcoreanos y sus enemigos. Esa relación de fuerzas es un deliberado y calculado cotejo de las capacidades potenciales relativas entre ambos rivales, para las distintas situaciones de conflicto posibles.

Los norcoreanos prefieren obtener sus objetivos por medios pacíficos. Pero el determinismo del materialismo dialéctico les lleva a considerar que las guerras son inevitables, mientras existan las clases sociales y las opresiones entre ellas. O, como en los últimos 50 años, estén ellos rodeado de estados capitalistas, sujetos a las fases sucesivas de crecimiento y decadencia. Las élites norcoreanas, con su sicología especial y distintiva como sustrato anímico vital y con su ideología y toda la parafernalia rimbombante donde se expresa, no se preguntan si tendrán o no un conflicto externo. Sino, ¿qué forma de conflicto es más ventajosa para nosotros para destruir al enemigo? Y, además, ¿quién puede triunfar sobre quién en cada caso?

Y consideran que, de acuerdo con las premisas y el desarrollo del materialismo dialéctico, que los sucesivos enfrentamientos de los opuestos sociales antagónicos (los que son incompatibles y/o no complementarios), que van surgiendo progresiva y sucesivamente, tal como describe el materialismo histórico, finalmente les darán la razón. Y la victoria, sobre los “estúpidos y decadentes imperialismos” yanquis y japonés.

Los norcoreanos consideran que Marx había declarado a menudo que el ataque era la mejor forma de defensa. Y de esto arguyen que el Inmun Gun debe ser conducido por un principio operativo o estratégico ofensivo. Las razones, desde el punto de vista estalinista, para esta preferencia por la ofensiva, son las mayores iniciativa y actividad, al menos percibidas, que caracterizan al ataque. Y cuando es necesario asumir la defensiva, por aquello de la “relación de fuerzas” local o nacional o de oportunidad dialéctica, se exige la misma importancia a la actividad y a la determinación de los jefes y hombres involucrados. En todo esto subyace, a su vez, el carácter disciplinado y decidido, militante activo y comprometido, que suelen poseer y exhibir, como una “orden militar atea”, con votos a la causa del proletariado y al partido, los miembros de los Partidos Comunistas. Al menos en los países donde no gobiernan.

Al apoderarse de la iniciativa y en su empleo vigoroso, los norcoreanos buscan controlar la actuación enemiga y aprovechar las numerosas ocasiones que surgen para imponer su voluntad al enemigo. Esto es claramente agresivo, pero, en parte, es también una reacción defensiva, ante la posibilidad de ser controlados desde fuera. Así, ese juego dialéctico lo están empleando en sus interminables negociaciones con los EEUU y en las rondas periódicas con los Seis. En el que siempre intentan adelantarse, sorprender y superar al “enemigo”.

Para controlar una situación y mantenerse sin desviaciones, por ocurrencias del azar o del enemigo, es necesario pensar y formular un plan. Y éste, en aras del monolitismo citado, debe también anular las desviaciones (o iniciativas) de sus mandos inferiores. E incluso se considera al azar menos peligroso, que caer en una posición de pérdida de la iniciativa, de dependencia o de mera reacción a los “movimientos” iniciados por el enemigo irreconciliable. La solución para resolver un antagonismo planteado, un dilema entre opuestos, es elaborar y realizar un plan “científico”, basado en los pronósticos teóricos y en la correlación de fuerzas probables. Las acciones sucesivas a realizar, deben ser impulsadas por un ímpetu especial, derivado del convencimiento de las superioridades moral y doctrinaria del marxismo leninismo. Tiene un significado especial en su doctrina, la expresión hasta el fin o hasta el mismísimo fin.

No hay aquí lugar para las religiones o para la libertad de opinión o pensamiento. De hecho, si pudieran “prohibirían pensar”, como intentaron sus compadres rojos locales en Camboya. Al apartarse de la línea del Partido y del monolitismo ideológico, las religiones, y especialmente las cristianas por sus orígenes y extensión mundial, son pérdidas del “tiempo social debido” y ataques del enemigo ideológico, que ha abierto fisuras en el “cuerpo” de la nación. La consecuencia “lógica” de los “delirios asumidos” es el exterminio y la erradicación por la fuerza del cristianismo de sus tierras.

¿Cómo reacciona el ectoplasma seudo progresista occidental a la persecución de los cristianos modernos?

Éste es generalmente de “ideología” dirigista (porque nos quieren dirigir, hasta en los mínimos detalles sociales y personales, como si fuéramos inmaduros), despótica (porque sus postulados no son discutibles por los demás), imperiosa (porque su método es la imposición, no el convencimiento) y, hoy, vergonzosamente socialistoide. Es vergonzosamente socialistoide, porque su sueño de sofá, café y beca o prebenda era recrear un “paraíso del proletariado”. Que tendría más o menos “oasis y huríes”, según sus casos, en sus tierras. Aunque ninguno se mudó a la URSS o a los países socialistas para trabajar en ellos ya entonces.

Y ese sueño se convirtió en pesadilla, de despertar difícil, agónico y atropellado, con la caída de los “regímenes en vías del comunismo” de la Europa del Este. Y el descubrimiento por todos los demás, de que al “hombre nuevo” de esos países, no le motivaba nada la “causa del proletariado”. La carrera de armamentos que les impuso los EEUU en la década de los 80, absorbió los mejores recursos de la URSS y la agostó hasta sus entrañas. Siguiendo una estrategia nacional de desgaste, sin amenazas directas, ni maniobras melodramáticas. Algunos miembros no principales de la “nomenklatura” reconocieron después que “no teníamos ni para comer” entonces. Y el Imperio Rojo, vacío de contenidos, mensajes e ilusiones, implosionó social y económicamente.

Pues lo propio del “progrerio” (o gentes de ideas con pocas cortapisas teóricas o éticas) es también aquí callarse ante los atropellos a los cristianos, allende las fronteras seguras de la gran Europa, desde el Atlántico a los Urales. Se produce también un fenómeno social paradójico, pero no inusual: los islamistas militantes enfebrecidos y los “progres” decadentes, aunque situados en los 2 extremos “sociales antagónicos e irreconciliables”, tienen una misma intención operativa:

La destrucción de la sociedad europea, tal como está aún edificada, sobre los cimientos de las virtudes clásicas y las cristianas. Y su sustitución por una sociedad amorfa, sin principios coherentes, protectores y estimulantes, conforme, pesebril y trabajadora. Donde los deseos materiales inmediatos, que antes llamábamos “caprichos”, por su veleidad y vacuidad, se buscan como pequeñas metas imprescindibles. Porque son las consoladoras de las vidas faltas de fondo y de trascendencia vitales.

La extensión histórica del Islam en sus primeros siglos: una combinación de entusiasmo religioso, de un proselitismo de aplicación flexible y progresiva y de grandes intereses mundanos de poder y de reparto de beneficios.

Tres fueron las causas que estimularon a unas tribus a emprender el camino de la conquista de amplias y lejanas tierras y pueblos, fuera de la península arábiga. La primera fue la razón religiosa. Como en toda comunidad religiosa primitiva, la Umma fue el centro de los mandatos y las bendiciones de Allah. Viviéndose colectivamente y con entusiasmo el cumplimiento de una doctrina monoteísta y sencilla. Esta religión exigía, además, un proselitismo militante y coactivo, continuo y expansivo, dirigido hacia los infieles y los hostiles fronterizos. Así, el Corán, entregado a Mahoma en el nacimiento del Islam, tiene numerosos versículos o aleyas que demandan de sus fieles la lucha armada.

Por el lado más prosaico de los intereses mundanos, la extensión de las conquistas árabes, en su avance incontenible durante más de un siglo, trajo el control sobre los bienes y haciendas de los nuevos y numerosos súbditos y el poder político y militar sobre ellos. El dominio musulmán se establecía por la presencia de un gobernador con su guarnición militar, en cada ciudad o región conquistada. La relación de los nuevos súbditos con el régimen islámico se establecía y regulaba por el pago al gobernador de los tributos periódicos por el vasallaje impuesto y por profesar, de momento, una religión diferente. Este flujo de dinero importante y constante comenzó a llegar a los conquistadores, que establecieron diversos mecanismos bastante inteligentes para su reparto. La tercera razón, asequible a los nobles, jefes y más destacados musulmanes, fue el reparto de las cuotas de poder que engendraban el dominio, la defensa y la gobernanza de los nuevos territorios de dar-el-Islam. Así, fueron proliferando los emires, sheikhs y caides, ocupando y conformando la estructura política árabe de los territorios islamizados.

Las tribus árabes originales del Islam recibían una parte de los tributos y de los saqueos de la conquista, aunque no participasen en algunas expediciones militares. Otra parte era entregada a los participantes de la yihad contra algún pueblo o región limítrofe del califato. Una parte importante era entregada a las autoridades de la Umma, centradas en el califato de Damasco o de Bagdad, y representadas regionalmente por sus emires o caides, para sufragar los gastos de la gobernabilidad y el mantenimiento del estado teocrático. De ésta, se derivaba una parte destinada a sufragar, equipar y formar las nuevas yihads hacia los territorios fronterizos a dar-el-Islam, que iban apareciendo. Por último estaba el zakat o la limosna canónica, entregada a los ulemas, que tenía como finalidad resolver y compensar a los musulmanes por las penalidades y los azares de la vida, con la aportación de su comunidad. Y que se repartía a los pobres, los impedidos y los enfermos, los huérfanos y las viudas de la Umma. Esto cerraba el proceso de reparto de la riqueza y el poder. Que amachambraba también mundanamente las aspiraciones religiosas de los creyentes de la nueva fe.

Y, a diferencia de los Santos Lugares cristianos de Jerusalén e Israel, desde el inicio de la Yihad militar por los árabes, en el siglo VII, los Santos Lugares originales del Islam en la península de Arabia, siempre estuvieron en las manos políticas y religiosas de sus fieles, bien los árabes o los turcos otomanos.

(CONTINUARÁ)

La Guerra Civil de Siria.

Los participantes, los países vecinos y las potencias involucradas en la Guerra Civil de Siria.

Esta guerra civil no declarada y, por tanto, conflicto armado, se caracteriza por la existencia de un equilibrio imperfecto y tenso entre pariguales. Los equilibrios imperfectos tienden siempre a la estabilidad indefinida. En Siria, los rebeldes y el régimen han alcanzado un grado de fiera enemistad violenta, que sus existencias se excluyen irreversiblemente. En el exterior, las potencias concurrentes y los vecinos de Siria van esperando o buscando el acomodo y el logro de sus estrategias nacionales y de sus cuotas de poder y de influencias en el Próximo Oriente o el Asia Suroccidental. De momento, los avances son pequeños, imperceptibles. Es el tiempo callado de la acumulación de la “energía humana”. El régimen ya no conseguirá eliminar a los rebeldes, ni éstos tienen aún la capacidad militar para derribarlo. Ningún otro país ejerce el suficiente envite, ni tiene la libertad de acción necesaria que le permita imponer sus criterios. Por lo que los cambios se producen o se producirán por pasos sucesivos muy cortos. Llegará el momento de la eclosión de aquélla y lo hará inesperada y rápidamente, concretándose en un status quo bastante inesperado.

El Desarrollo acelerado de la Guerra Civil de Siria.

Desde las manifestaciones pacíficas multitudinarias por casi todo el país que se realizaban hace apenas unos meses, la revuelta social ha dado un importante paso cualitativo en su desarrollo y extensión. Se ha radicalizado y ha “tomado las armas” contra el régimen. Extendiendo sus “ondas de conmoción social” por todo el país, a todos los participantes, por los países vecinos y hasta las potencias extranjeras. Lejos están ya las manifestaciones de los jóvenes opositores, que no veían a la violencia como una opción aceptable de liberación nacional. Sin embargo, algunos analistas defienden que las ejecuciones ilegales de soldados, policías y civiles afectos al régimen comenzaron casi desde el inicio de las protestas generalizadas. Y otros atribuye esa radicalización de posturas a la represión selectiva y progresiva del régimen.

A esto se une la islamización creciente de la oposición armada. Al principio las manifestaciones partían desde mezquitas o locales céntricos. Y luego, se comenzó a dar culto a los “mártires” y a emplear la retórica islamistas en las comunicaciones y declaraciones y en la denominación de los grupos irregulares. Del grito en los primeros videos colgados en la Red o enviados al exterior del país, “el pueblo quiere la caída del régimen”, han pasado a “el pueblo quiere la proclamación de la Yihad por los ulemas y muftíes”. Este levantamiento no es laico. Es un levantamiento protagonizado por musulmanes más o menos practicantes del Islam. Laico es el régimen corrupto y rapaz de los Assad, donde las confesiones no islámicas eran respetadas y acogidas. Y que ha perdido la capacidad de defender y de representar al pueblo. Ésta es la justificación social de mantener y respetar a una dictadura exclusivista, casi siempre dinástica, a cambio de sus privilegios de clase opresora.

El gobierno de los Assad y su aparamenta política han dejado de formar hace mucho tiempo un régimen socialista y nacional. Ya que no representan, ni defienden, ni integran los intereses particulares y colectivos de su nación. Ahora sólo abanderan y protegen a los miembros de la amplia oligarquía socio religiosa, que acapara y distribuye en distintos grados el poder institucional, social y económico de Siria. El régimen sirio está cristalizado, sin fluidez, tanto social, como ideológica y administrativamente. Y se está convirtiendo en la cáscara de un “fruto socio político”, agostado, estéril y vacío.

Para los esquemas de los televidentes foráneos, tranquilos en sus casas a muchos Km. de los hechos violentos, los combates son feroces. Pero ello reside en que al enemigo que pretende matarte o mutilarte desde posiciones cubiertas y reforzadas, pues se le ablanda por el fuego directo pesado, se le corta la retirada ocupando un cruce de calles más allá y se le asalta su posición defensiva desde el techo o desde el suelo, por saltos asegurados sucesivos, si es que ha conseguido aguantar tanto (muy extraño). Desgraciadamente aquí no valen los recursos románticos de “disparen Uds. primero, señores rebeldes”. Para conseguir la decisión y llegar al fin, lo mejor suele ser enseñar los dientes desde el principio y actuar con determinación. Aunque ni los militares ni los rebeldes tengan la doctrina o la experiencia de la lucha urbana.

Los Participantes Sirios de la Guerra Civil.

Los Alauitas: el Sostén social del Régimen. Su Futuro.

De los 24 millones de sirios, los alauitas son apenas un 13-15% del total. Pero, de ellos se nutren el Partido Baaz, su régimen dinástico laico y los puestos claves de la Administración, de las Fuerzas Armadas (que incorporan a toda la población en el servicio militar), de las unidades militares (hay varias unidades de “Fuerzas Especiales”, formadas exclusivamente por voluntarios alauitas, que recibieron el nombre conjunto de “Fuerza de Despliegue Rápido”) y específicas de inteligencia (“mujabarat”) y de unas milicias recién formadas, diferentes a las burocratizadas y poco efectivas del Baaz, los “shabiba” o “grupos de tareas” más o menos coordinados, formados por auténticos matones regionales. Que se encargan de la última explotación socio política, tras las incursiones militares victoriosas de limpieza de rebeldes irregulares.

Los alauitas sirios nada tienen que ver con los chiítas iraníes o libaneses. Los alauíes tienen una religión “ad hoc”, formada por una mezcla de dogmas, rituales y virtudes del chiísmo y el cristianismo. Aderezada con retazos del platonismo, el zoroastrismo y los antiguos cultos persas, helenos y fenicios. No edifican, ni usan las mezquitas. Realizan sus “ritos colectivos” en las casas particulares, empleando en ellos el pan y el vino, en una sacralización de éstos, que copia sin efectos la “Transustanciación católica”. No cumplen el ayuno del Ramadán (el “Roza”) , ni efectúan la peregrinación colectiva a La Meca (el “Hajj”). Pero respetan la “ashura chií” o “martirio” del Imam Hussein en Kerbala, Irak, y celebran el “Nouruz” o año nuevo chiíta y las Navidades cristianas. Toda esta mezcolanza de características peculiares en su identidad étnico religiosa, está contenida en un libro semi secreto, el “Kitab al-Majmu”, transmitido entre sus eruditos a lo largo de las generaciones. Así, algunos ulemas y muftíes sunníes consideran a los alauitas sirios como la “herejía dentro de la herejía chiíta”. Y los alauitas, aislados en un mar de enemigos potenciales, se han servido de la discreción y el secretismo para perdurar y prosperar en su país, sin llamar la atención o ser molestados por sus vecinos ajenos.

Los alauitas se concentran al oeste de una delgada cadena de alturas, la Ansariyya, que se prolonga en dirección norte sur. Muy poco al este de esta sucesión de alturas, el Orontes, que alimenta la irrigación de diferentes cultivos desde la depresión natural del Gab, permite los emplazamientos urbanos, principalmente Hama y Homs. Aquí existe una estrecha y próspera llanura costera, donde está la base naval del puerto de Tartus, la única que los rusos poseen en el Mediterráno. El centro administrativo y comercial de la zona es la ciudad costera de Latakia, que da nombre a la “gran región alauita”. Acostumbrados a dirigir y ordenar, los alauitas cuentan con un buen plantel de mandos en todos los niveles de autoridad.

Latakia es étnica y religiosamente más homogénea que sus vecinos Israel, Palestina o El Líbano. Es decir, es la base geográfica de una etnia. Todos hablan árabe y el credo es el alauita. La gran Latakia ha sido conquistada sucesivamente por hititas, fenicios, asirios, babilonios, persas, egipcios, griegos, romanos, distintas realezas musulmanas centradas en los califatos y emiratos de Arabia Saudita, Egipto, Siria, Irak e Irán, los cruzados de Occidente, los otomanos y finalmente los franceses. Estos últimos recibieron apoyo de la población local, hostil a los otomanos. Lo cual hizo que París alistara un alto porcentaje de alauitas en sus tropas locales coloniales. Francia, además, permitió que entre 1920 y 1937 Latakia tuviese varios status políticos. Incluso fue un Estado independiente a finales de los años 20. París también permitió que El Líbano se separase de Siria, para darle una república propia a los cristianos árabes. Pero, en 1937 reintegró Latakia a Siria y permitió que la costa que está a su norte, la zona de HatayAlejandreta, formara un Estado aparte. Que en 1939 la Turquía laica anexó, expulsando a gran parte de su población, mayoritariamente alauita. Los alauitas se opusieron a todo ello y hasta los años 50 no aceptaron ser parte de Siria. El alauita Zaki al-Arzusi, al fracasar en una rebelión separatista en Hatay, cofundó el Baaz. Este partido tomó Damasco en 1963 y luego llevó a los alauitas al poder en 1970 con el golpe de los Assad.

Latakia sirvió como una de las bases sociales del golpe de estado que impuso el régimen del Baaz. Aquí podría instalarse “provisionalmente” (en diplomacia puede indicar “indefinidamente”) un protectorado ruso de la República de Latakia, como refugio de una parte de los sirios. También una “presión excesiva” de los victoriosos fundamentalistas sunníes sobre los alauitas, podría animar futuros separatismos armados en Latakia, si ésta se sintiese amenazada. Cuando las cosas se ponían mal para los alauitas, ellos se refugiaban en la Ansariyya. Y seguían un juego militar con arabescos de torna y fluye entre las llanuras y las sierras. Apto para defenderse y contraatacar oportunamente, en una lucha de infantería ligera, a toda clase de invasores regulares poderosos, singularmente los que maniobraban con unidades de línea pesadas y cerradas.

Los Sunníes.

Los sunníes son un 75% de la población siria. La organización paramilitar de los HM fue masacrada por Papá Hafez cuando su revuelta de 1982. Pero su ideología permanece y sus redes sociales, superpuestas a la organización tribal, funcionan. Aquélla les da una determinación para la actuación, que es propia de los grupos ideologizados activos. Los HM son como una “cofradía” legal, con las debidas distancias, del Islam. Y con el Zakat (la limosna canónica del Islam) mantienen servicios de atención social de todas clases (escuelas elementales y madrasas, dispensarios, hospitales, ayudas a personas y familias). Éstos cohesionan a la comunidad sunní en una “unidad de acción general” motivada, eficaz y resistente. Que es de muy difícil repetición o réplica por los laicos, los ateos y otros enemigos potenciales. Los HM de los otros países del Próximo Oriente están ayudando financieramente a los grupos afines sunníes sirios. Y hay “voluntarios irregulares sunníes” de Irak, sin soldadas desde la retirada de los EEUU, que están cruzando la frontera siria y su desierto del este, para unirse a la lucha armada.

Los Kurdos.

Ocupan casi toda la frontera norte con Turquía, al este de Alepo, en una franja de unos 50 mil Km2 y son el 10% de los sirios. El Kurdistán o tierra de los kurdos es una región montañosa del Asia occidental y de tamaño igual que España. Se extiende por el norte, desde el sureste de la península turca, Armenia y Azerbayán hasta Irán, limitándola al sur la Mesopotamia. Los kurdos han luchado y luchan con los distintos países en que se asientan, Turquía, Irán, Irak, Siria, por vertebrar aisladamente un estado nacional kurdo, carente de territorio propio.

En general, las minorías no se ven defendidas, ni representadas por el opositor Consejo Nacional Sirio (CNS), que está en desarrollo y vertebración. Así, los kurdos han creado su Consejo político Nacional Kurdo. Aunque su Partido de la Unidad Democrática, afín con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (el PKK, que opera en el sureste de Turquía y es considerado terrorista), actúa independientemente de él.

(CONTINUARÁ)

Las Personas, sus Virtudes y las Sociedades sanas, activas y flexiblemente resistentes

LA EDICIÓN EXTENSA Y COMPLETA.

Las tres forman la articulación firme y natural de los hombres en su vida grupal o social, a lo largo de su aparición, extensión y desarrollo desde la Prehistoria. Pero, algunos de los parámetros activos de esta “tríada humana” pueden degradarse, languidecer o consumirse. Y, entonces, la “conjunción operativa” que forman, imprescindible en la vida de los hombres y las sociedades, pondrá la pervivencia personal y la colectiva de sus miembros en grave peligro de daño, decaimiento o destrucción. Y los “vínculos intrasociales”, alterados o degenerados según la intensidad de la “prueba” u ataque, devengarán en “actitudes y acciones” ilógicas, egoístas y aún cainitas. Convirtiéndose el tejido social fuerte y sano, en un agregado sin cohesión de «grupúsculos humanos» sin polaridad, ni ilusión, ni destino cabal.

Introducción.

La identidad de un hombre es su “tarjeta natural” de distinción y de afirmación personales. Y ésta se refiere siempre a una comparación en esencia y en accidentes con “algo” similar. Es decir, el hombre es y se siente y se distingue, como tal y en plenitud, en un “conjunto” social. Al que pertenece y que le acepta como miembro y partícipe plenos.

Las personas consuman su identidad en su “grupo” social. Y existen unos “lazos o nexos”, que traban, integran, nutren y mantienen funcionando la “unión” social sana, activa y resistente. Y éstos son siempre los mutuos derechos y deberes de ambas “partes personal y colectiva”. Que deben ser respetados y recíprocos, en equilibrio y paridad de uso y derecho, cumplidos y defendidos por ellas.

Del Desarrollo de los Vínculos humanos recíprocos en sus sociedades o colectivos.

La confianza entre los miembros de un “grupo” social es un parámetro anímico. Que no se mide por monedas y que no se intercambia o transmuta con la ambición. Su verdaderos “motor y combustible” serán la ilusión razonable, adecuada, oportuna y alcanzable y el entusiasmo. Sin “ilusión y entusiasmo” no se pueden emprender ni realizar consistentemente empresas humanas de provecho de cualquier clase. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, iluminada por la “ilusión razonable”. Que vence a la “entropía moral e ideológica” generada casi inevitablemente con el tiempo en las sociedades. Esta “entropía social” es el conjunto del decaimiento y la molicie síquicos y espirituales adquiridos y generados por “la desilusión y el desencanto” personales y colectivos de los miembros de la sociedad..

De todas las crisis sociales solamente se puede salir fortaleciéndonos en nuestros valores y virtudes. Éstas últimas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades y los grupos humanos. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades o grupos humanos. Y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas. Por ejemplo, para los blancos de Suráfrica, la beligerancia activa fue un valor cultural y social necesario e imprescindible durante décadas. Para mantener su independencia y su dominio, frente a la mayoría negra en la que estaban embebidos.

Las virtudes son aportadas principalmente por las religiones más elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa cultura occidental. Podemos citar las principales y evidentes, que están embebidas y asumidas en el alma humana, sin buscar nunca ser exhaustivos, sino demostrativos:

Aprecio de la familia, el clan, la tribu, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el “entorno vital” que nos sustenta y es soportado por todos, nuestro “humus social” fértil e imprescindible.

Necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales. Para evitar la venganza excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas. Cuando esta “virtud” es complaciente o deficiente, se abre inevitablemente el camino a la injuria personal o colectiva y a la necesidad imperiosa y vital de tomar venganza. Venganza que, por tender a los máximos y estar alimentada por la injusticia y la cólera, se apoyará y seguirá la Ley del Talión.

Aprecio del respeto y del culto a la divinidad, como reconocimiento y veneración del Ser Necesario que nos crea, nos sostiene y, en algunos casos, nos ayuda directamente. Esto se concreta según la educación, la cultura y el ambiente social vividos.

Valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social de los varios derechos a recibir. Valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o la formación y el trabajo como factores y parámetros necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos humanos.

Son nuestros valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados, los que verdaderamente nos darán la fuerza y la ilusión para superar los tiempos de crisis.

Y no olvidemos la función esencial de mando, gestión, impulso y ejemplo de los mandos y dirigentes sociales (lo prefiero a líderes, que es un anglicismo que se suele considerar como sinónimo del “ejemplo a imitar o seguir”) de todo tipo, presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad. En los tiempos de crisis deben actuar mucho más desde el ejemplo. Los valores y las virtudes no pueden verse como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico, vivido y conocido. Tienen que ser percibidos y aceptados por los ciudadanos que puedan seguirse. No con imposiciones de códigos y reglamentos fríos, dictados desde una supuesta cúspide moral e intelectual de la sociedad.

Las relaciones internas de los grupos humanos, familias y grupos de familias locales y clanes, se caracterizan por incorporar a ellas ciertos ritos, preceptos o mandatos, actitudes y tabúes o prohibiciones. Esta asunción y su expresión repetitiva forma parte de la inculturación, la afirmación y la cohesión sociales de estos “grupos”.

Las sociedades primarias o elementales aceptan y se rigen a través de una autoridad, más o menos respetada y obedecida. Cuanto más se perfeccione y avance hacia el exterior la sociedad, el poder de esta autoridad se afianzará y crecerá y se extenderá en ámbitos de influencia. Cuanto más pequeño y aislado sea el grupo, el poder de la autoridad será más moderadora e integradora, actuando como un “primero” entre los “iguales”. En estos casos últimos, la reunión de los miembros activos (hombres, cazadores) del grupo en asambleas, jurgas, convenciones, shuras, congresos, etc., tienen un valor supremo y es sancionador de las conductas desviadas o disolventes para el grupo. Evidentemente en estos consejos limitados, el prestigio y el poder de cada individuo miembro cuentan, aunque en ellos unos son más “iguales” que otros. Esos jefes, maliks, sheiks locales o primarios son como negociadores privilegiados con los grupos exteriores o gobiernos regionales. Y gozan de una autoridad personal más que institucional, y sus acuerdos pueden ser ignorados por los varones adultos, si no están revalidados por aquéllas asambleas.

Siempre existirá código de costumbres y de honor, no necesariamente escrito, aunque siempre claro y definido en sus términos. Que establece al individuo ciertos derechos y exige de él ciertos deberes sociales, hacia la familia, el clan y otros grupos humanos superiores relacionados. Las disputas básicas sobre mujeres, oro o dinero válido, aguadas y pastizales, y tierras están en el origen de las “enemistades sostenidas” en estas tribus. Y que deben ser mantenidas hasta vengar la afrenta percibida. La propia fragilidad y debilidad de la sociedad exige la aparición de sus “valores protectores”. Éstos podrían ser la hospitalidad, la lealtad, la amistad, el desprecio a los foráneos, la venganza de ultrajes y daños, el honor individual y colectivo. Cada uno de ellos protege y engrandece en alguna medida o matiz al pequeño conjunto humano o sociedad elemental. Las “relaciones” son interpersonales, en los ámbitos de la familia, el clan y la región. Se proyectan por la oportunidad, la cercanía, el intercambio de bienes y la relación. Y se afianzan con la lealtad, el respeto a las normas aceptadas y el tiempo de trato. Y en función de la acumulación de estos actos elementales sucesivos, que los arraiga y afirma. Un extraño puede así aspirar a su integración, a título particular humano. Y no por la calidad y la trascendencia de su categoría o puesto original fuera del “grupo” humano..

La hospitalidad lleva implícita la reciprocidad, cuando uno viaja, está solo y no es agresivo. Esto a veces se perfecciona con la dotación de una escolta al viajero por zonas inseguras. La violación de esta “escolta” por un ataque, supone una grave afrenta para el clan que la proveyó. La lealtad entre los miembros del colectivo, por muy lábil que sea a veces, cohesiona al grupo. El honor infla la autoestima y la apariencia ante propios y extraños. La venganza, en ausencia de verdadera justicia, busca castigo y, luego, la reparación de los daños y afrentas reales o percibidos. El desprecio a los foráneos, no adornados de buenas cualidades o amenazadores para el grupo, busca impedirles a priori su integración, incluso temporal, en él, como una forma de defensa pasiva. La amistad estrecha los lazos con los iguales y el grupo. Si alguien se integra en estos grupos elementales, es objeto de lealtad y amistad a título siempre personal. Esos valores se incrementarían por su actuación, maneras y comportamiento personal.

Otra característica de la organización social de los grupos humanos semi independientes es que impulsan una relativa endogamia. Con ella buscan aislar, proteger, mantener o fomentar su idiosincrasia, su influencia y su patrimonio. Pero, sin que sea biológicamente perjudicial su uso. Como sería entre los miembros de una misma familia o clan pequeño o cercano. En efecto, los matrimonios no sólo suponen y conllevan intercambios de individuos entre las familias de los contrayentes. Producen también intercambios y flujos de regalos, visitas, relaciones y parcelas de poder. En unas sociedades poco evolucionadas y residentes en un medio difícil y, a veces, rodeadas temporalmente de hostiles, las relaciones matrimoniales producen un “ingreso”, unos aumentos de posiciones sociales, influencias y bienes, que son muy apreciados por aquéllas.

Siempre un exceso de reglamentación, de protocolos, de fijación y aseguramiento de las “responsabilidades” objetivas, termina siendo dañino para todas las “agrupaciones” sociales o sociedades en desarrollo permanente. Porque son los “antónimos ideológicos” de las responsabilidades sociales compartidas. La plétora indebida de reglas super elaboradas y ultra “racionales” enerva y debilita el sentido de la responsabilidad y el coraje moral (necesario para asumirla y ejercerla) individuales. Y nuestros reflejos y actitudes de responsabilidad colectiva se diluyen y se pierden. Como ejemplo, en estos momentos, la interpretación estricta de la Ley por un juez, que es su digno y magno oficio, puede llevar a situaciones reales paradójicas y esperpénticas. El legislador transmite y pretende, con el buenismo seudo idealista imperante, que los padres eduquen por persuasión. Pero, la persuasión (y ya estamos encorsetados por las palabras) es propia entre ciudadanos “hechos y de derecho”. Algunos de los dilemas citados se dan en la educación de los hijos díscolos, desvergonzados y contumaces. Unos padres que, sin pegar, privan temporalmente de una salida habitual a algún hijo pueden, en rigor, ser procesados tras una denuncia. Y el Estado gastar sus escasos dineros en un juicio. Aunque luego, ante la flagrante contradicción que envuelve todo, sean indultados. En las hemerotecas se puede consultar un caso, ejemplarizado en Úbeda, Jaén, a primeros de marzo de 2012.

Decía Juan Vázquez de Mella Fanjul que ningún pueblo moral (yo diría que con una sana “moral nacional”) ha soportado tiranías. Pues esta “peste de las sociedades” se alimenta y extiende y afianza sus raíces en la degeneración o el estiércol de ellas.

(CONTINUARÁ)

Sin realizar Reformas estructurales, ¿se mantendrá el Estado del Bienestar? II

(CONTINUACIÓN)

Sin Reformas no habrá Prosperidad, ni Paz social, ni Permanencia en Europa.

El problema de las Reformas estructurales al que nos enfrentamos en España, para mantener nuestro Estado del Bienestar.

No hemos hecho aún todas las correcciones y ajustes oportunos en la economía y en la estructura social. En el orden fiscal es necesario armonizar los impuestos y las tasas a nivel nacional y ajustar los gastos reales de las administraciones públicas a ellos. Todos hemos sufrido los ciclos de la actividad económica. Entre otros, existe el ciclo de Juglar, que dura unos 8 o 9 años. Durante él hay tiempos de alta y de baja actividad. Para garantizar los servicios y funciones esenciales es necesario endeudarse en los malos tiempos hasta el porcentaje que acuerden los políticos lúcidos (circa 3 o 4 % del PIB). Y durante las bonanzas podemos buscar un superávit fiscal del 1,5 o 2% del PIB. Con esto guardamos en el granero y protegemos a las “siete vacas gordas” de la Biblia, de ser devoradas por las siguientes e inevitables “siete vacas flacas”. Esto sirve además como moderador y acelerador de la actividad económica y suaviza las brusquedades (como las que padecemos) de los ciclos poco conocidos o desbocados miserablemente.

Tenemos un enorme paro estructural, que pesa como una roca infernal sobre la generación mejor preparada de nuestra juventud, que tiene cerca de un 45% de personas en paro. No sólo hay que tomar medidas laborales y fiscales para facilitar el empleo. Porque ningún empresario, si no ve perspectivas a su negocio o a su futuro negocio y si no tiene posibilidades de obtener unos créditos necesarios a coste razonable, no va a contratar a nadie. ¿Cuál es, entonces, nuestro “nudo gordiano” económico? Que no producimos (y vendemos y cobramos, por supuesto) una cantidad suficiente de productos, bienes y servicios de muchas clases, para ocupar a todos los que desean trabajar. Y, afinando más, para que todos puedan utilizar apropiadamente sus habilidades y formaciones en sus empleos.

Es necesario dar una formación adecuada a los parados más jóvenes, procedentes de sectores en crisis, para que puedan ser ocupados en otras labores. El cobro de los subsidios de paro estaría ligado a recibir esta formación, al menos con interés y, deseablemente, con aprovechamiento. En Alemania ha tenido muy buenos resultados la combinación simultánea de subsidio y formación teórica, a cargo del Estado, y de prácticas remuneradas en empresas durante parte de la semana.

El Estado debe fomentar la investigación y el desarrollo generales. Y favorecer que las empresas realicen la investigación y el desarrollo específico en sus distintos sectores productivos. Es necesario que el Estado aborde seriamente el problema de la compleja intermediación comercial y la logística de muchos productos de gran consumo. Las cuales encarecen indebida y casi inevitablemente (porque ahí están sus diversos “escalones”) los costes de aquéllos al consumidor final. Todo debido a unas estructuras pesadas y excesivas.

Todo esto, que es tan fácil en teoría de implementar, no se hace. Y no se actúa por razones electoralistas y populistas. Hacen falta estadistas maduros (no necesariamente viejos) y honestos y dirigentes (por qué usar “leaders”) conocedores y firmes. Nos toca, por algún tiempo, lo de “sudor y esfuerzos”.

El “quid” de todo a lo que nos enfrentamos primeramente, es no estrangular la economía. A la vez que hacemos la tarea de los ajustes fiscal y de la deuda general. Porque sin su funcionamiento, no podremos pagar ese “apalancamiento crónico pernicioso”, ni poco, ni mucho, sólo nada. Y, al mismo tiempo, imponer una conducta pública de honestidad, ahorro y eficacia. Y mantener una continua y franca comunicación con el pueblo. E incluso, movilizarlo contra los felones y los vendepatrias en esta hora grave de la Patria.

Concretando medidas, aunque Europa nos exija ahora alcanzar este año un déficit del 5,3%, pues nos podemos “quedar” a fin de año en el 5,7 o 5,8% (que ya ofreció el actual presidente del Gobierno). Y que es prácticamente a lo que estaba comprometido el gobierno español anterior. Y que incumplió escandalosa, subrepticia y flagrantemente. Y no lo manifestó al público en general, ni a la oposición, ni a todos los afiliados de su partido. El déficit público en 1911 era del 8,5% del PIB nacional. Otra posibilidad, cuya probabilidad de llevar a la práctica aumentará con los meses transcurridos, es “negociar” con Bruselas, el FMI y el BCE, escalonar más en el tiempo, el año en el que deberemos tener un déficit público de “sólo” un 3%. Y conseguir que sea el 2014 o el 2015, con lo que las medidas de ajuste necesarias se suavizarían un montón. A pesar de partir de un 8,5% y no de un 6%, en 2011. Todo esto siempre será mejor para Europa, que nuestra quiebra pública en cualquier forma y momento.

La base social nacional para mantener el Estado del Bienestar en una nación orgullosa de serlo. Una regeneración social necesaria, que se percibe como innecesaria. O que es muy difícil de acometer. Por tratar de parámetros y ambientes anímicos, difíciles de medir y abordar para lograr el éxito. Sólo pensamos o abordamos los problemas «extra anima» de las Reformas Estructurales. 

¿Es que faltan educación, espíritu y coraje físico y mental en nuestros pueblos? El único camino que conozco para conseguirlos o afianzarlos es el retorno animoso y activo del colectivo a las “virtudes de la nación”. Éstas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por nuestra sociedad. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por las sociedades, y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas. Las virtudes son aportadas por las religiones más elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa cultura occidental.

Entre las diversas virtudes están: Aprecio y apoyo de la familia, de la sociedad, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el entorno vital que nos sustenta y es soportado por todos. Éste es nuestro “humus social” más o menos elaborado. La necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales. Para evitar la venganza excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas. La valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social de los varios derechos a recibir. La valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o la formación y el trabajo como factores y parámetros necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos humanos.

Son nuestros valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados, los que verdaderamente nos darán la fuerza y la ilusión para superar estos tiempos de crisis. Sin ilusión y entusiasmo no se pueden emprender ni realizar empresas de provecho. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, que vence a la entropía moral e ideológica generada casi inevitablemente en las sociedades (es el conjunto del decaimiento y la molicie espirituales), iluminada por una “ilusión razonable”.

Y no olvidemos la función esencial de mando, gestión, impulso y ejemplo de los “dirigentes sociales” de todo tipo. Que están presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad. Y que en los tiempos de crisis deben actuar mucho más desde el ejemplo. El gran fallo de nuestros estudiados y sesudos políticos es su incapacidad de comunicación social, su falta de empatía, bien por educación o por respeto humano, su cristalización anímica en posturas y visiones ciertas, pero sesgadas siempre más o menos. Los valores y las virtudes no pueden verse por el pueblo como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico, vivido y conocido. Tienen que ser percibidos y aceptados por los ciudadanos con ejemplos vivos que puedan seguirse. No con imposiciones de códigos y reglamentos fríos, dictados desde una cúspide moral e intelectual de la sociedad.

Sin realizar Reformas estructurales, ¿se mantendrá el Estado del Bienestar?

Sin Reformas no habrá Prosperidad, ni Paz social, ni Permanencia en Europa

Los corifeos, voceros y beneficiarios de la “izquierdona decimonónica acarrozada” nos anuncian machacónamente que las reformas estructurales necesarias (no hablamos de su mayor o menor profundidad), nos llevarán a la pérdida de los beneficios del Estado del Bienestar y de la paz sociales.

Aquí solamente es opinable, como dijimos, el momento (con muy poco margen) y su velocidad de aplicación. Sabemos que la alternativa a corto plazo a la no implantación de una serie de reformas económico sociales, sería la quiebra. Por no poder pagar por nosotros mismos nuestras enormes deudas pública empresarial y privada, los intereses debidos a ellas y no poder renegociarla con la mermada credibilidad de nuestra solvencia.

¿Es esto verdaderamente cierto o nos están abriendo el camino al abismo? Donde los “partidos obstruccionistas radicales” (los PRI de este lado del Atlántico) de TODO el espectro político, encuentran un terreno trabajado y abonado para extender su proselitismo eficaz atractivo e ilusorio.

Una Reforma para asegurar el Estado del Bienestar. De las Deudas en general: su pago y sus intereses y su refinanciación, si no podemos pagarlas a sus vencimientos escalonados.

Nuestras deudas particulares, empresariales e institucionales o públicas alcanzan más de 3 billones de Euros. Y seguirán nominadas en esa moneda común europea, en la que nos prestaron los inversores privados y públicos en su momento. Pero, nuestra nueva moneda, la peseta fuerte, la peseta dolorosa o hasta la peseta virtual, como la queramos llamar y tengamos que padecer, estaría bastante por debajo de la par con el euro. Así, tendríamos que hacer un esfuerzo cualitativamente complementario, para hacer frente a los pagos sucesivos del principal y sus intereses. Si es que queremos que nos sigan financiando desde fuera, porque no generamos el ahorro nacional suficiente para ello. A diferencia de Alemania, que es un ahorrador nato y neto. Y, así, puede prestar a otros países solventes y serios.

Podemos suspender aquellos pagos, por supuesto. Entonces volveríamos a una autarquía obligatoria, cercana a la miseria perniciosa recalcitrante. Que originaría, de entrada, un feroz racionamiento de todos los productos de importación (la energía viene de fuera–comprada o sus materias primas–en un 80%) y de aquéllos que consiguiéramos vender en el extranjero (en condiciones tercermundistas).

Una de las pérdidas de nuestro Estado del Bienestar, sin realizar Reformas estructurales. De nuestro “tesoro financiero” como “depósitos de valor”, que se iría directamente al sumidero.

Nuestros depósitos bancarios, en forma de cuentas a la vista, de ahorros, a plazos y pagarés, todos los planes de pensiones, todos los fondos de inversión, toda la deuda pública y de las empresas, quedarían nominadas en nuestra flamante moneda española. Que sería menos fuerte, importante y segura (con las garantías de una sólida economía), que el euro, el dólar, el yen, etc. Y así quedaríamos encerrados, por decirlo gráfica y claramente, en un “corralito financiero” ineludible. Es decir, una “trampa saducea”, que nos pagaría el valor real anterior de los ahorros y depósitos, en una moneda devaluada (y despreciada) en un 30, 40 o 60% de su valor antes del cambio monetario. El resultado es extender la pobreza, la frustración y la rabia por toda la sociedad. No sólo sobre aquellos especuladores del cuento de la izquierdona decimonónica.

Otra pérdida de Bienestar sin nuestras Reformas debidas. De las subidas de precios en cascada y del deterioro generalizado (la pobreza perniciosa recalcitrante) del valor de las rentas, salarios, subvenciones y pensiones.

Los precios en general subirían como consecuencia inicial de los incrementos de costes de “los productos terminados y de las materias primas” de todas clases de importación. Cuando los precios se elevan, sin mediar un mayor valor añadido en los productos, esto no es más que inflación o deterioro del valor de la “nueva peseta”. Moneda en la que todos los salarios, subvenciones, pensiones, deuda nacional, etc., serían pagados tras el cambio.

Esto lleva a un empobrecimiento general, por pérdida súbita y aguda del poder adquisitivo. Que probablemente se siga produciendo durante un tiempo, hasta que todo se pueda ajustar a la baja. Y que sería más grave e injusto en las personas que no pudieran repercutir en sus rentas o salarios el necesario “ajuste al alza compensador”. Y ésas son precisamente algunas de las más débiles de la sociedad: pensionistas, pequeños ahorradores, bonistas y agricultores, funcionarios bajos, etc.

Y ahora toca, ¿es lícito y moral Devaluar las Monedas, sin Compensación a sus Usuarios?

El carácter distintivo de la teología católica hispana ha sido históricamente la exposición y la defensa del dogma y de la moral. Entre los siglos XIII y XVII, los estudios de teología moral estuvieron en paralelo con los de la teología dogmática. Nuestra teología, como tantas ciencias y artes, tuvo un florecimiento esplendoroso y superior durante los siglos XVI y XVII, que corresponden al período del Siglo de Oro español. En un esfuerzo intelectual singular realizado por los escolásticos españoles, que trataban de conciliar y aunar la fe y la razón, partiendo de la filosofía tomista.

Pues bien, la escuela teológica escolástica de Salamanca estableció en esta última etapa que “con la inflación (o con la devaluación) se robaba el dinero del bolsillo del pobre”. Y que esto era tan grave y criminal, que “su evitación justificaba el magnicidio”. La muerte del poderoso que cometía esa injusticia, general y abusiva; el “infame latrocinio”, que decía el Padre Juan de Mariana. Este mismo teólogo también añadía que “el excesivo gasto público es la causa esencial de la depreciación de la moneda”. Pedro Fernández de Navarrete enseñaba que “la moderación de los gastos públicos es el mejor medio para engrandecer el Reino”. Y Domingo de Soto escribía que “la moneda, al igual que las leyes, debe permanecer lo más fija posible”.

¿Por qué eran tan rigurosas estas opiniones teológicas? ¿Era debido a la tenebrosidad anímica que “algunos” atribuyen a esos tiempos de la Alta Edad Media?

No. Se trataba de que, con la devaluación o la inflación los gobernantes compensaban sobre todo el pueblo, sus errores, fallos, dilaciones, despilfarros, vaguedades y mezquindades en el cuidado y gestión de los negocios públicos. Y si la autoridad terrena procedía en último término de Dios, también sobre ella caía la responsabilidad de sus culpas en su ejercicio.

¿No resultan estos temas, muy modernos, es más, actualísimos y conocidísimos?

Sin realizar reformas, quedamos en miseria y soledad. De la política monetaria, que ya estaría en nuestras manos. Tan deseada por algunos, ¿¿qué bien??

La capacidad de compra de la nueva moneda y su calidad como “unidad de valor” económico, estaría en consonancia con la capacidad real de nuestra economía.

Para controlar la inflación subirán los tipos de interés. Los tipos de interés son los “valores de uso” que se le dan a la moneda en distintos casos: interbancario, clientes preferentes, valor legal del dinero, etc. En los primeros años de la década de losa 90 aquéllos llegaron al quince %. ¡Eso sí que fueron costes de financiación!

Otro medio de ejercer la “soberanía monetaria” es devaluar la moneda. Los productos a exportar y los servicios a los turistas serían más competitivos. Pero, ni exportaríamos tanto y nuestra balanza corriente de pagos es crónicamente deficitaria. Y esto bajaría aún más la capacidad intrínseca de la “nueva peseta libre soberana”.

También la soberanía monetaria nos permite no depender de un banco central europeo (BCE). Que no quiere darnos toda la liquidez que pedimos, el muy malo. Para favorecer las transacciones en general: préstamos, tesorería, deuda pública y privada, para pagar inversiones, salarios, gastos al consumo, impuestos, etc. Pero el resultado será: a más “dinero libre”, para un conjunto dado de transacciones a efectuar, más inflación. Porque nadie se arriesgará a “emprender e invertir eficazmente”, en medio de una vorágine de falta de confianza e “insolidaridad defensiva cainita” sociales.

(CONTINUARÁ)

LAS PERSONAS, LAS VIRTUDES Y LAS SOCIEDADES.

Las tres forman la articulación firme de los hombres en su vida social, a lo largo de su aparición y desarrollo desde la Prehistoria. Pero, los parámetros de esta “tríada humana” pueden degradarse o consumirse. Y, entonces, la “conjunción operativa” que forman, pondrá la pervivencia personal y la colectiva de sus miembros en grave peligro de daño, decaimiento o destrucción. Y los “vínculos sociales”, alterados o degenerados según la intensidad de la “prueba”, devengarán en “actitudes y acciones” ilógicas, egoístas o cainitas. Convirtiéndose el tejido social, en un fárrago de grupúsculos humanos sin polaridad o ilusión.

La Interacción entre los Personas y su Sociedad.

La identidad de un hombre es su “tarjeta natural” de distinción y de afirmación personales. Ella se refiere siempre a una comparación en esencia y en accidentes con “algo” similar. El hombre es, se siente y se distingue, como tal y en plenitud, en un “conjunto” social. Al que pertenece y que le acepta como miembro y partícipe plenos. Y existen unos “lazos”, que traban, integran, nutren y mantienen funcionando la “unión” social sana, activa y resistente. Y éstos son los derechos y deberes de ambas “partes personal y colectiva”. Que deben ser respetados y recíprocos, en equilibrio y paridad de uso y derecho, cumplidos y defendidos por ellas.

El Desarrollo y el Funcionamiento de los Vínculos humanos recíprocos en sus Sociedades básicas y superiores.

Las relaciones internas de los grupos humanos se caracterizan por incorporar a ellas ciertos ritos, preceptos, actitudes y prohibiciones. Su asunción y su expresión repetitiva forma parte de la inculturación, la afirmación y la cohesión sociales de esos “grupos”. Siempre existirá un “código de costumbres y honor”, no necesariamente escrito, aunque será claro y definido en sus términos. Que establece al individuo ciertos derechos y exige de él ciertos deberes sociales, hacia la familia, los amigos y otros grupos humanos superiores. En toda sociedad existen unos “valores protectores”. Éstos podrían ser la hospitalidad, la lealtad, la amistad, la justicia de ultrajes y daños, un culto divino, el honor individual y colectivo. Cada uno de ellos protege y engrandece en alguna medida al “conjunto” humano”. Las relaciones interpersonales, en los ámbitos de la familia, el grupo y la región, se proyectan por la oportunidad, la cercanía, el intercambio de bienes y las relaciones. Y se arraigan y afirman con la lealtad, el respeto a las normas aceptadas y el tiempo de trato. Siempre un exceso de reglamentación, buscando el aseguramiento de las responsabilidades objetivas, termina siendo dañino para todas las “agrupaciones”. Porque son los “antónimos ideológicos” de las responsabilidades sociales compartidas. La “plétora indebida” de reglas super elaboradas y ultra racionales enerva y debilita el sentido de la responsabilidad y el coraje moral (necesario para asumirla y ejercerla) individuales. Y los reflejos y actitudes de responsabilidad colectiva se diluyen y se pierden.

Sus verdaderos “motor y combustible” serán la “ilusión razonable, adecuada, oportuna y alcanzable” y el “entusiasmo”. Sin ilusión y entusiasmo no se pueden emprender ni realizar con consistencia empresas humanas de provecho. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, iluminada por la ilusión razonable. Que vence a la “entropía moral e ideológica” generada inevitablemente con el tiempo en las sociedades. Esta entropía social es el conjunto del decaimiento y la molicie síquicos y espirituales. Que son generados por la desilusión y el desencanto personales y colectivos de los miembros del grupo.

Necesidad y efectos de las Virtudes en las Personas y en sus Sociedades.

De las crisis sociales sólo se puede salir fortaleciéndose en los valores y virtudes. Los valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados son los que pueden dar la fuerza y la ilusión para superar los tiempos de decadencia. Aquéllas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades humanas. Las virtudes son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades. Y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas.

Las virtudes son aportadas principalmente por las religiones elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa ideología occidental. Citamos las principales, que están embebidas y asumidas en el alma humana:

Aprecio de la familia, el grupo social, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el entorno vital que nos sustenta, el “humus social” fértil e imprescindible.

Necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales. Para evitar la venganza libre, excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas.

Necesidad de la educación, como marchamo del buen hacer y de la ciudadanía sociales. Y de la formación como conjunto de los conocimientos y habilidades profesionales, necesarios para el servicio a la familia y a la sociedad, con el ejercicio de un medio de vida digno y suficiente.

Aprecio del respeto y del culto a la divinidad, como reconocimiento y veneración del Ser Necesario que nos crea, nos sostiene y, en algunos casos, nos ayuda directamente. Y se concreta según la ideología y el ambiente social vividos.

Valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social, de los varios derechos a recibir. Valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o formación y el trabajo como factores necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos.

Las Actividades sociales y la Importancia de la Dirección y el Mando.

No olvidemos la función esencial de “mando, gestión, impulso y ejemplo” de los dirigentes sociales de todo tipo, presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los cuarteles, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad, donde se crean los vínculos humanos recíprocos de la sociedad superior. Donde se asentarán y florecerán después “la ilusión y el entusiasmo” imprescindibles. En la decadencia, aquéllos deben acentuar más el ejemplo. Porque, los valores y las virtudes no pueden verse como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico y vivido. Y no son aceptables como imposiciones de “normas y reglamentos fríos”, dictados desde una “supuesta cúspide moral e intelectual” de la sociedad.

EL INICIO DE LA GUERRA CIVIL EN SIRIA II.

(continuación)

De los “Hermanos Musulmanes” como “organización” política moderna hay profusión de información vigente disponible, que es continuamente actualizada. Pero los Hermanos Musulmanes (HM) son diferentes a una “asociación política”, a nuestro uso y entendimiento occidentales. Su función es eminentemente social en un amplio y profundo sentido. Como lo es el Islam como religión. Que está basado en cinco pilares, representados por una “mano abierta”. A los que se añade la yihad, como esfuerzo colectivo de sangre en el sendero de Al-lah, en la defensa y extensión de las tierras de dar-el-Islam. El Islam se expresa por acciones sacralizadas (ritos), necesarias para que se imbuya y florezca en el alma personal y colectiva de los creyentes. Y estas “acciones y actuaciones rituales”, desde el Salat (sus rezos diarios, que reunen a todo el grupo presente), pasando por el Roza o ayuno en el mes de Ramadán y el Hajj o peregrinación multitudinaria a la Meca, al Zakat o caridad (expresado como limosna canónica para la Umma, administrada por los ulemas, imanes o sheiks), son colectivas y altamente integradoras de la comunidad local o regional musulmana. Los HM son como una “cofradía” legal, con las debidas distancias, del Islam. Y con el Zakat mantienen servicios de atención social de todas clases (escuelas y madrasas, dispensarios, hospitales, ayudas a personas y familias). Éstos amachambran a la comunidad en una “unidad de acción general” eficaz y resistente. Que es de muy difícil repetición o réplica por los laicos, los ateos y otros enemigos potenciales.

El 4 de febrero de 1982, tras un tiempo de oposición pacífica activa, los HM sunníes sirios, intentaron una sublevación armada en la ciudad de Hama contra Hafez al-Assad. Su hermano Rifaat al-Assad dirigió la represión militar. Rodeados, aislados, sin armamento pesado, ni suministros, los HM alzados fueron aplastados para el 28 de febrero. Se calcula en más de 20 mil los muertos rebeldes ocurridos en los combates y en la persecución y limpieza posteriores. Los valores consultados oscilan entre 10 mil y 40 mil, lo cual indica que no están verificados, ni son fiables, por proceder de fuentes antagonistas o de autores veleidosos.

Era la época en que estas asonadas no constituían parte de una acción social extensa, profunda y decidida. Sino más bien un “foco militar” activo. Que buscaba atraer, tras sus primeros éxitos armados, a amplios sectores de la población sunní siria. Entonces, se trataba de sediciosos sin fondo popular suficiente. Ni siquiera se sublevaron todos los HM. Y que, por tanto, podían y debían ser sometidos o barridos por las autoridades establecidas, como rebeldes irredentos vitandos.

El gobierno dinástico de los Assad y su aparamenta política han dejado de formar hace mucho tiempo un régimen socialista y nacional. Ya que no representan, ni defienden, ni integran los intereses particulares y colectivos de su nación. Ahora sólo abanderan y protegen a los miembros de la amplia oligarquía socio religiosa, que acapara y distribuye en distintos grados el poder institucional, social y económico de Siria. El régimen sirio está cristalizado, sin fluidez, tanto social, como ideológica y administrativamente. Y se está convirtiendo en la cáscara de un “fruto socio político”, agostado, estéril y vacío.

Un Panorama de Estrategia nacional y militar de la Guerra civil en Siria.

Estratégicamente y a medio plazo, el régimen de los Assad y su osamenta institucional del partido laico Baaz y sus paniaguados de la Guardia Republicana y de la Fuerza Aérea, los jefes y muchos oficiales del Ejército y de los altos cargos de la Administración, está acabado.

Son demasiados sus desmanes, las fracturas sociales y el tiempo de molturación aplicado y causados a su pueblo heterogéneo, como para que el proceso revolucionario incoado (de abrupto cambio de régimen y de estructuras políticas) tenga una marcha atrás asumible y permanente en Siria.

Operativamente y a medio plazo también, el Ejercito sirio respaldado, “vigilado y animado” por la Guardia Republicana y la Seguridad Militar, tienen una amplia capacidad de movimiento operativo, una consistente red logística de almacenes, depósitos, transporte de larga distancia y de reparto y un sistema informático que permite el control y la dirección de la misma, un flujo seguro de reposición de armamentos y equipos y una capacidad de combate sencillamente apabullante, contra sus enemigos armados semirregulares e irregulares.

En este nivel de actividad, es de destacar la ausencia de la Fuerza Aérea siria, en los combates, hostigamientos y escaramuzas que se producen. Es un arma técnica, minoritaria y leal a los al-Assad, de donde procedía papá Hafez. Que actuaría como apoyo aéreo, interdicción de los movimientos rebeldes y bombardeo de sus lábiles y poco definidas retaguardias de apoyo y bases de todo tipo. No tiene aparatos específicos de contrainsurgencia, que permiten, volando a menos velocidad, fijar el blanco y concentrar en él el fuego, minimizando su acción sobre no beligerantes, como la familia Bronco y sus derivados e incluso el viejo Mig-17. Entonces, su empleo en una sublevación contra rebeldes pobremente armados y con frentes difusos y entreverados con poblaciones y barrios de ciudades, podría dar lugar, aunque más remotamente que en el caso libio, a la decisión de una intervención militar extranjera de implicaciones variables contra el régimen. La intervención, en este caso, con el espinoso y difícil planteamiento político y geoestratégico que implican: la renuencia a ella de China y de Rusia; la cercanía fronteriza de El Líbano e Irán, los aliados naturales e incómodos del régimen alauí (chií) y la considerable mayor población de Siria, en comparación con Libia, se ve frenada por la falta de dirección y de coraje moral y de definición ideológica y política de las llamadas “potencias” occidentales. La artillería, que es menos visible y espectacular para el público presente y ausente, sí es empleada libremente por el Ejército sirio, incluyendo las bocas pesadas orgánicas de la infantería. Es de destacar que en la guerra del Frente del Este, la artillería de campaña, pesada y reactiva causó hasta un 45% de las bajas totales de ambos bandos, frente a un 5% atribuido a la artillería de asalto y a otro 5%, de la aviación. Y un 35% de aquéllas se atribuyeron a las armas pesadas orgánicas de las dos infanterías. Y esto, a pesar de que otras tareas de la artillería también eran el desorganizar los movimientos enemigos, destruir equipos y fortificaciones y el hostigamiento.

Tácticamente, el régimen sirio apoyado por el ENS está en condiciones de derrotar indefinida pero no perennemente a todos sus opositores armados. Cualquier fuerza rebelde que se le enfrente directamente o que intente defender sus posiciones en una defensa rígida sin cesión de espacio será aniquilada. La única oportunidad que tienen los opositores en armas es precisamente no dejarse empeñar por el Ejército en un combate perdido por adelantado. Sus técnicas y tácticas deben ser la movilidad continua y previsora; la dispersión y la infiltración, de momento, en la lucha urbana; las acciones pequeñas, dispersas y más o menos simultáneas o secuenciales en un área; la huida escalonada; la lucha con objetivos muy limitados y en condiciones ventajosas temporales; el abandono sistemático de posiciones, obligando al enemigo a desplegarse y prepararse. Ellas pueden ganarle a las fuerzas rebeldes armadas el tiempo necesario para sobrevivir. Y llegar a vislumbrar el triunfo ante el brutal desgaste político y social, nacional e internacional, que sufrirá el régimen de Bachar al-Assad, en proporción exponencial al tiempo de represión que ejerza.

LA RETIRADA DE LOS EEUU DE IRAK

o

Una estratégica Marcha retrógrada hacia la Victoria final

El jueves 15 de diciembre de 2011 tuvo lugar en Bagdad la ceremonia de arriada y recogida de una bandera de los EEUU (símbolo de la Nación, una e indivisible, en el respeto a la Ley y a los derechos de todos los ciudadanos). Con ello se cerraban los fastos de la marcha oficial de las fuerzas militares de ese país en Irak. Tras cerca de 9 años de presencia allí, que costaron la muerte de más de 4800 militares aliados (casi 4500 estadounidenses), los EEUU dejan un Irak algo mejor de como lo encontraron. Pero también puede decirse que no dejan ninguna impronta, marchamo o huella permanentes en ese país. Que marcase o modelase la identidad sociocultural de Irak y que justificase tanta sangre (añadir unos 120 mil iraquíes muertos) y tanto tiempo y esfuerzo económico empeñado (estimado en más de un billón -un millar de millardos- de dólares).

Antecedentes sociales y militares de la guerra asimétrica de Irak.

Durante casi 400 años de dominio turco, el hoy Irak constituyó una de las regiones más atrasadas del Imperio. Estaba formado por tres provincias otomanas, centradas en torno a los centros administrativos y comerciales de Mosúl, Bagdad y Basora. Por el tratado de Sykes-Picot de 1916, ratificado por Churchill en El Cairo en 1922, se concedía a Francia la posesión de El Líbano y Siria, mientras que los británicos obtenían el control sobre Palestina e Irak. Ya en 1919, Arnold Wilson, el administrador civil británico en Bagdad, declaraba quela unión de las citadas ex-provincias turcas para formar una nación, era una receta para el desastre, porque implicaba que se obligaría a tres grupos étnico-religiosos muy distintos a trabajar juntos, siendo bien sabido que se odiaban mutuamente.

Las tensiones semipermanentes entre las tres comunidades se refrenaban y controlaban cuando en Bagdad existía un gobierno central fuerte y respetado. Esto equivale atemibleen lenguaje iraquí. A ello ayudaba la compartimentación geográfica, al estar principalmente localizados, los kurdos en el norte, los sunnitas en el centro del país, con poblaciones en el centro sur, y los chiíes en el centro sur y el sur, con barrios en Bagdad. La falta de una infraestructura viaria y la ausencia de grandes intereses comerciales, consecuencia del subdesarrollo económico, que impulsasen los trasvases de la población rural, colaboraba a mantener firmes los límites demográficos de las distintas tribus en los espacios antes citados.

Quizás a alguno le parezca excesivo pormenorizar ahora en las entrañas del régimen de Saddam. Pero tan pronto como el martes 20 de diciembre, cuando el polvo de la columna estadounidense en retirada a Kuwait aún no había terminado de posarse, ya las estructuras de poder de Irak se conmocionaban. En efecto, algunos de los conmilitones del primer ministro chií Nuri al-Maliki le acusaban ya depretender instaurar una dictadura en el mejor estilo de Sadam Hussein al-Tikriti. Y la violencia sectaria ha vuelto a salpimentar las ciudades de Irak, con una población no debidamente embridada o motivada por el gobierno central chií.

Saddam cumplió un papel integrador de la Gran Mesopotamia, el Irak moderno, durante casi 24 años, hasta abril de 2003. La lealtad de todos los árabes iraquíes estuvo de su lado durante la guerra con Irán de 1980 a 1988. Pero, a la usanza de casi todos los gobiernos islámicos, Saddam gobernaba como un déspota ilustrado moderno, reprimiendo y neutralizando o eliminando cualquier oposición interna, real o posible. Para pervivir y perdurar había que ser leal. Y esto se acreditaba continua y ampulosamente en los gestos, textos e iconografía empleados en el trato oficial y oficioso. El verdadero valor y sentido de las lealtades y los intereses, siempre relativos y aún oportunistas, de los iraquíes, reside en un complicado entramado de tribus y de clanes regionales y aún locales. Esta estructura social vetusta se aglutinaba y reforzaba en el régimen de Saddam con el clientelismo, la corrupción y el compromiso familiar o del clan, enhebrados por la superestructura socio política del laico y anticomunista partido Baaz.

El gran error político estratégico de Saddam fue intentar resarcirse por su papel auto asumido degendarme sunní del Golfo Pérsico(conteniendo las ansias proselitistas radicales y expansivas del clero chií iraní), incorporando Kuwait a Irak por la fuerza en agosto de 1990. Se le puso en su lugar en la guerra de 1991, ya no se volvió a confiar internacionalmente en él y quedó proscrito. Por último, en abril de 2003 se le derrocó en una segunda guerra, para eliminar las armas de destrucción masiva que presumiblemente tenía. Aunque nadie habló de la capacidad real que podría tener para emplearlas: un arma de ese tipo necesita un vector protegido y de alcance suficiente para llegar a dañar a su objetivo. El no encontrarlas significó un fracaso más de los correspondientes servicios de inteligencia militares y para militares. Como lo es el que no hayan detectado la muerte del camarada Gran Líder Kim Jong-il, ya el sábado 18 de diciembre. Sin duda, un ejemplo palmario del “hombre nuevo” de la izquierdona más retrograda, sectaria, dinástica y antigualla internacional.

En aras de esto se sacrificó su capacidad para mantener unido, sin revueltas y funcionando a Irak. Pero hasta 2007 no encontraron los iraquíes y los estadounidenses una fórmula sustitutiva razonablemente eficaz. Ya que el problema creado con la falta de autoridad en Irak, se enconó y magnificó en una larga y dolorosa guerra de guerrillas multipolarizada, con el aumento del tiempo de ocupación foránea ineficaz.

El desarrollo de la ocupación estadounidense y aliada en Irak.

La guerra de 2003, iniciada el 20 de marzo, fue corta, precisa y muy asimétrica. Era un ejército de masas, fuertemente centralizado, aunque estuviera dotado de material y equipo modernos, el que se enfrentaba a un ejército de tercera generación, altamente tecnificado. Si al menos las divisiones iraquíes de los primeros escalones hubiesen tenido suficiente libertad de acción e iniciativa, habrían puesto en algunos aprietos tácticos a las divisiones estadounidenses de ciertos cuerpos de ejército, en su avance con los flancos expuestos y en columnas laxas. Tras la guerra, ganada el 15 de abril, los EEUU, con más de 250 mil tropas sobre el terreno, no saben qué hacer. Y se convierten bastante bruscamente de “liberadores” en fuerzas infieles de ocupación. Y es en estos primeros 4 años de ocupación, cuando se producen la mayor parte de las bajas de civiles y de combatientes irregulares iraquíes y de los aliados en esta guerra.

Los insurrectos iraquíes llegaron a constituir para primeros de 2007 una miscelánea extraña y no miscible. Que sólo permitía las colaboraciones espasmódicas, principalmente logísticas, entre ellos. Las facciones o grupos presentes eran: a) Grupos de al-Qaida con carácter cuasi autónomo, coordinados entonces por Abu Ayyub al-Masri. b) Baazistas (el partido tenía milicias que Saddam activó militarmente poco antes del ataque) y antiguos miembros leales de su ejército y administración. c) La red de resistencia nacional sunní, llamada “ahl al-thiga”, de la que se conocía muy poco, integrada principalmente por ex-miembros de la administración y del ejército anteriores y contrarios al ex-presidente. Que fueron despedidos con sabiduría excesiva por el estadounidense tecnócrata, metido a político, el cuestionable Paul Bremer. Sin mediar para ello ningún cargo o proceso penal contra los depurados tan abruptamente. A la que se unieron después patriotas y religiosos iraquíes y jóvenes desempleados, todos irritados ante la prolongación de la ocupación y el buen hacer de las fuerzas de la coalición. d) Las milicias socio religiosas locales y regionales de sunníes y chiíes. Una de las más renombradas era el Ejército del Mahdi, con menos de ocho mil hombres armados de muy variada y pobre formación militar, del clérigo chií Muqtad al-Sadr. e) Voluntarios islámicos de varios países, que formaron la principal cantera de los terroristas suicidas voluntarios, generalmente sunníes. f) Grupos locales de jefes de clanes y señores de la guerra, haciendo valer sus derechos político económicos. Por ejemplo, en la primavera del 2004, el gobernador iraquí de al-Qadisiya, más extensa que Extremadura y con unos 800 mil habitantes, donde estaban nuestras bases de Diwaniya, su capital, desertó y formó una banda de unos 40 seguidores, para hacer valer sus derechos. g) Miembros activos de las agencias de inteligencia de, al menos, Siria e Irán. h) También se detectaron bandas de criminales comunes.

A primeros de 2007, el general de 4 estrellas David Petraeus, con su cambio de estrategia político militar, comienza a pacificar el país. Se acerca a los insurrectos sunníes, mencionados en los apartados B, C y D y a sus tribus. Éstas eran ignoradas hasta entonces, por constituirreliquias sociales superadas por la democracia inorgánica, que no las necesitaba. Y los incorpora, en un gran esfuerzo social, a la vida del país. Las bandas de insurrectos son convertidas enmilicias de auto defensatribales regionales, patrocinadas por los EEUU, saltándose la cadena de mando política y militar iraquí. Su misión será principalmente controlar y sofocar en sus áreas demográficas, las acciones de los insurrectos citados en A y E, es decir, al-Qaida y sus recidivas terroristas. Y los sunníes, que habían rehuido siempre su participación en la política nacional, son convencidos de las ventajas de también hacerlo. Es el famosoDespertar Sunní. Y desde 2008, los muertos militares y civiles de la guerra irregular caen en picado y se mantienen controlados durante otros 4 años.

Este giro fundamental le brindó un respiro profundo a Obama. Y le permitiómaquillarsu retirada militar del país ante su opinión pública. La situación social está relativamente tranquila y el poder político queda en manos de un régimen bastante representativo del pueblo. Pero, como dijo el secretario de Defensa Leon Panetta en la ceremonia de retirada en Bagdad,Irak va a ser puesto a prueba (ahora) por el terrorismo y por las dificultades económicas y sociales no resueltas.

El lastre socio político militar de los estadounidenses en la guerra de guerrillas de Irak.

Para ellos, el dinero es una cuestión estratégica secundaria y fácil de dar. Y siempre ha sido así. En la II guerra mundial sufragaron en parte los esfuerzos de guerra de las otras naciones aliadas. En Irak compraron desde 2007 a clanes sunníes, con soldadas y contribuciones a fondo perdido. Para alejarlos de Al-Qaida y de la rebelión promovida por el Partido Baaz y por los funcionarios y militares iraquíes. En Vietnam apuntalaron durante años el régimen del Sur, incapaz de entusiasmar y arrastrar a su pueblo a la defensa firme y comprometida de un régimen libre nacionalista democrático (con todos sus defectos de gestación y parto), sobre el que pesó la incapacidad y la falta de probidad de sus políticos. Pero con dinero se compran voluntades, mientras fluye la liquidez. Pero nunca se adquieren lealtades, ni amistades, ni simpatizantes. Y ahora, el pueblo estadounidense, plagado con la adherente y compleja crisis económica, con la falta de mando político eficaz, con los costes de las guerras contra el terror (se habla de más $1,6 billones gastados hasta ahora en Irak y Afganistán), está cansado de las acciones exteriores y lo refleja continuamente en las encuestas. Como en los viejos tiempos, en otras crisis, un país que es casi un continente, se repliega hacia él mismo.

(CONTINUARÁ)

¿Hay Tiroteos en Afganistán?

Los talibán matan por primera vez a un militar español en combate”. “El chaleco antibalas no salvó al sargento en la guerra afgana”. Eran algunos de los titulares de los periódicos españoles, a su desarrollo de la noticia de la muerte del sargento Joaquín Moya en un tiroteo con el enemigo el lunes 7 de noviembre. Los hechos ocurrieron al noreste de Ludina, en uno de los tramos más peligrosos de la ruta Lithium. Ésta une Qala-i-Naw con Bala Murghab, en la provincia de Badghis, siguiendo un trazado orientado al noreste por el interior de ella. Y cerrando un rectángulo con la vieja Carretera Circular, que une por el sur ambas poblaciones.

¿Qué pasó? ¿Qué está pasando? ¿Cómo reacciona nuestra “retaguardia de apoyo”?¿Apoyamos y apreciamos de verdad a nuestros militares?

Ante la muerte del sargento, también se habló de que la familia ha pedido al presidente Rodríguez Zapatero, que dé «explicaciones» por la muerte del único soldado que matan en un tiroteo en Afganistán. Así, “María Dolores, una cuñada de Joaquín Moya, se ha mostrado enormemente «dolida». Y en declaraciones a ELMUNDO.es de Andalucía ha lamentado que el jefe del Ejecutivo apruebe que soldados españoles acudan a países como éste «a ayudar», porque entiende que los llevan a «que los maten». De ahí que haya exigido que el presidente del Gobierno ofrezca las «explicaciones» que entienda que ha de dar a una familia destrozada”.

Y estos casos variados y cambiantes en características, lugares y tiempos ocurren a diario. A mediados de diciembre pasado, una columna del Ejército Nacional Afgano, reforzada por fuerzas españolas, en marcha por la ruta Lithium, fue atacada por los talibanes cerca del desfiladero de Sang Atesh, al norte de la provincia de Badghis. Unos 40 tiradores talibanes les atacaron hacia 6 de la madrugada, desde posiciones fijas ligeramente reforzadas, en un punto situado a unos 60 Km. de la base española de Qala-i-Nao y a unos 110 de Herat. La sección española reforzada con ingenieros, fuerte en unos 50 hombres, que forma parte del llamado Equipo de Reconstrucción Provincial, tuvo que responder al enemigo con el fuego de sus vehículos ligeros blindados. La escaramuza duró una hora y terminó con la llegada de los helicópteros artillados Mangosta italianos, que hicieron romper el contacto al enemigo. Era cuestión de detener la misión y volver a la base. Y tras la retirada de los helicópteros, un grupo de media docena de insurrectos volvía tirotear a la columna en marcha retrógrada. Todos recordamos también el vídeo colgado de Internet y las fotos publicadas en Interviú, donde una patrulla de caballeros paracaidistas legionarios mandada por un sargento, fuerte en total en una sección, se atrincheraba y era hostigada a distancia por los talibanes, en un sector de esta carretera secundaria.

La propaganda constituye un objetivo estratégico básico de los insurrectos, al que colaboran entusiasmados las agencias y los medios occidentales. Cualquier ataque rebelde con éxito o llamativo es inmediatamente retransmitido al mundo. Esto debilita siempre la voluntad de permanencia de las fuerzas de la ISAF, los EEUU y sus aliados. Sus legiones, llamadas por sus casas, quieren regresar, para gozar del consumo variado y superfluo del mercado global y las vacaciones exóticas. Las madres espartanas, algo impensable hoy en día, les decían a sus hijos cuando salían de campaña, al llegar la estación benigna y abandonar los cuarteles de invierno: “vuelve con el escudo o sobre el escudo”. El escudo era suficientemente extenso y recio como para servir de camilla a un herido o a un muerto. Y cuando huían, el escudo grande y pesado de los hoplitas griegos, capaz de resistir las acometidas tremendas de las sarisas o largas picas de 5 m., armas principales de sus falanges, era un estorbo y lo desechaban.

Aquí tenemos muchas decenas de miles de militares de todas las Armas, incluyendo la Guardia Civil. Pero, salvo con ésta, por su relación de cercanía y función de seguridad pública, parece que la sociedad española no sabe bien qué hacer o qué decir de sus militares. Los cuarteles están a mucha distancia anímica de nuestras casas. A los militares los admiramos por su gallardía, seriedad y disciplina, que solamente nos exhiben en los pocos desfiles que les permitimos. A sus muertos los despedimos rápida y oportunamente en dirección a su sepelio íntimo y la tumba familiar.

Esta disfunción social que rompe el verdadero tejido nacional, forma parte de la ideología decimonónica de la izquierdona más rancia, sectaria y rencorosa que aún se arrastra por la Europa, ya libre de doctrinas totalitarias inhumanas. Su “ideal” sigue siendo el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos (en ruso RKKA, Raboche-Krestiánskaya Krásnaya Ármiya), controlado por los comisarios políticos, no por sus mandos naturales. Esto choca de frente con el principio del mando único y capacitado. Que es el que vertebra y ensambla toda la capacidad e idoneidad de las unidades, desde sus suboficiales a sus jefes y altos mandos. Aunque muy pocos europeos, salvo los del Komintern y de algunos países ocupados, se alistaron voluntariamente en sus filas durante la Gran Guerra de la Patria.

¿Cómo actúa el enemigo?

Las operaciones de combate de las guerrillas y bandas relativamente experimentadas tienen ciertas características distintivas. Una es la planificación detallada y cuidadosa de los combates decididos. En el plan se dan las instrucciones más o menos elaboradas y extensas para el ataque a los objetivos designados. También se suelen designar objetivos alternativos. Su función es permitir la flexibilidad de las subunidades irregulares, para adaptarse y aprovechar los cambios posibles, pero no previstos, en el desarrollo de la situación táctica. Incluso, a veces, se prevén otras operaciones destinadas a explotar y ampliar la ventaja adquirida. La inteligencia, que es la información detectada, elaborada y transmitida, iluminará y facilitará la planificación. En cada operación hacen un esfuerzo especial de exploración, para actualizar y precisar las condiciones tácticas objetivas. Que complemente y verifique el flujo normal de información que reciben de los observadores y los colaboradores “part time” o los civiles afines.

Esta planificación centralizada de los mandos regionales se plasma y concreta en una ejecución descentralizada todo lo posible. Las subunidades a cargo del mando táctico pueden ir desde un “arma automática de pelotón o SAW y su defensa de tiradores”, hasta una “sección reforzada” de éstos. Aquéllas “atacarán” el objetivo convergiendo desde sectores o fajas diferentes, enjambrándose en torno a él. Pero no todo son acciones “violentas”: en lontananza puede moverse un grupo más o menos sospechoso, mientras que un equipo ametrallador completo toma posiciones, enfilando los movimientos amplios y evidentes de la plétora de tropas regulares de patrulla o en “ejercicios” de entrenamiento de afganos o en prácticas propias.

La sorpresa, que es un multiplicador eficaz de la “capacidad de combate” específica de una unidad dada, es empleada continua y sistemáticamente por los combatientes irregulares. Así, ocurre que, “por este valle amplio, ocre y árido nunca nos han atacado”, porque las montañas que lo enmarcan están a 300 o 400 m. en el horizonte. Bueno, pues hoy te van a atacar con ráfagas cortas (2 o3 disparos) de ametralladora con bípode, cuando avances desparramado por aquél, ofreciendo múltiples blancos al enemigo tenaz, curtido y venenoso.

Otra característica típica de las guerras afganas es que los rebeldes irregulares no se empeñan en la defensa de sus posiciones detectadas. Una vez conseguido el hostigamiento del enemigo y extendidos el daño, la mutilación y el estupor sobre los militares, aquéllos se retirarán. No son tan tontos como para esperar impávidos el fuego pesado, preciso y arrasador regular. Ni para presumir de “bravos”, “corajudos” u otras “etiquetas consoladoras”, frente a enemigos con armas de alcance y características superiores y capaces de convertir un blanco de superficie en zona de destrucción. Estos gestos de valor (?) se los dejan para los soldados regulares.

Por último, están el tiempo y su corolario, la oportunidad. Los talibanes manejan muy bien los tiempos tácticos y operativos. Son maestros de la paciencia, la espera, la repetición de los ensayos, simples y sencillos. El tiempo, como variable universal independiente, tiene su complemento y realización práctica en la oportunidad. Sólo cuando las condiciones de una “correlación de fuerzas” muy elemental les son favorables, actúan tácticamente. Incluso se permiten realizar acciones sucesivas o simultáneas en un área dada, para saturarla con sus efectos. Del suicida no hablamos, porque es de un solo uso y casi siempre optimiza bien su tarea prevista.

El tiempo sicológico lo tienen ganado los rebeldes afganos. Los occidentales buscamos que los resultados sean fáciles y rápidos de conseguir. Para aquéllos, el tiempo como condicionante no existe. Viven en el aquí y el ahora, en unos momentos que se concretan en esperar, en andar, en pelear, en comer, en dormir. El tiempo estratégico también lo tienen ganado los afganos irregulares. Porque su enemigo principal y poderoso tiene fecha de caducidad: el 2014. Y el tiempo sicológico les hace más llevadera la espera, como resultante de infinidad de momentos vividos.

En cuanto al combate por el fuego de armas ligeras y medias, los guerrilleros no se acercan demasiado. Son gentes menos entrenadas y equipadas que los militares profesionales. Actúan hostigando al bulto. Sus armas personales más frecuentes, los AK en sus variantes 47 y M no son precisas más allá de los 150-175 m., en tiro filante. El fuego de morteros resulta impreciso y esquivable contra una patrulla montada. Sin embargo, para los civiles y para el tránsito de vehículos y mercancías estas técnicas de ataque son suficientes y eficaces. El arma más temida de los talibanes es el iluminado fanático suicida. Que busca como credencial para el Jardín de las Huríes, el llevarse consigo el mayor número de enemigos muertos y mutilados. El atacante podrá ser un loco religioso, pero no es un tonto. Los suicidas no atacan las posiciones militares preparadas. Dotadas en su perímetro defensivo de complicadas alambradas, fosos, paredes, espacios entre obstáculos, alarmas, deflectores de explosiones, patrullas fijas y móviles. Porque saben que la explosión se disipará en el aire y que no le dejarán acercarse a las garitas o a las torres de vigilancia, porque ya están esperándole. Las armas principales del suicida no son su cinturón o chaleco explosivo, son la sorpresa, la libertad de acción, la iniciativa y su desprecio de la vida por la causa.

El procedimiento para atacar una posición débilmente defendida o sin ánimos de lucha suele ser éste: Bombardean de madrugada con fuego pesado de lanzacohetes fijos, luego se acercan para emplear los morteros. Por fin, el asalto lo realizan varias escuadras independientes que convergen, avanzando y disparando ráfagas de AK y ametralladora RPD o PK y, desde algo más atrás, los lanzagranadas RPG y RL. Sólo disparan sobre blancos comprobados o desde arriba y desde abajo. Con ello evitan todo lo posible los daños del fuego amigo.

La Lucha contra los talibanes y las bandas no ideológicas.

El único modo de defenderse de estas partidas insurrectas es privándoles de la iniciativa, dislocando sus movimientos entre posiciones y hacia objetivos, esquilmando su retaguardia operativa, quitándoles la libertad de acción y demostrando al pueblo quiénes tienen los medios y la determinación para ganar la guerra, apoyando a su gobierno y autoridades. Defenderse no es dejarse reducir o arrinconar en las guarniciones, por la actuación y la extensión de las bandas. Guarniciones que se convierten en enormes y costosos “depósitos protegidos” de materiales y hombres sin utilizar. Esto es dejarse oxidar, desmoralizar y enervar por el enemigo móvil, activo y muy asimétrico.

En estos momentos, en Afganistán se están usando modernos sistemas de combate de infantería, no los mejores y más caros en todos los casos, en misiones de patrullaje rutinario y/o demostrativo, de enlace entre puestos y posiciones y de escolta o apoyo a las columnas de marcha del ejército afgano. Gran parte de las características de estos vehículos, sobran para estos usos. Ya que no son empleados siquiera para la exploración y el reconocimiento de las vías por delante de aquéllas. O como vanguardias de combate, para asegurar pasos y parajes comprometedores. Los VCI son buscados como habitáculos protegidos para escuadra o pelotón, dotados de suelos altos construidos como poliedros convexos, destinados a reflejar las explosiones de los artificios explosivos improvisados, y como plataformas de tiro rápido para rechazar a los irregulares hostiles.

Las sucesivas noticias que vamos recibiendo desde las zonas de operaciones de guerra en Afganistán, procedentes de periodistas insertados en las fuerzas combatientes, de los corresponsales destacados en Kabul y otras poblaciones y las que emiten los ejércitos en presencia, van destilando una serie de características que son comunes a las fuerzas de los distintos ejércitos. Todos van cayendo en la tendencia iniciada por los estadounidenses de tener al enemigo menos cerca, más visto y observado y más batido por el fuego pesado aéreo y artillero.

No se busca con éste, en orden creciente de efectos, perturbar, cegar o neutralizar, sino destruir. Que es el más costoso (bueno para el complejo industrial correspondiente) e improbable de sus efectos (al 100%), lo que exige un gasto incrementado deficiente de recursos. Y no existe siempre su conexión directa con las maniobras ofensivas de las fuerzas terrestres. Que muchas veces no acuden a batir al enemigo quebrado tras el golpe múltiple de fuegos. El fuego pesado se ha convertido en un sustituto económico (el esfuerzo militar se cambia por dólares) e industrial de las maniobras y los ataques de las fuerzas terrestres.

Y la razón de todo esto la saben los talibanes: el horror al riesgo y a asumir bajas.

LA CRISIS FINANCIERA MUNDIAL.

LA CRISIS FINANCIERA MUNDIAL EXPLICADA EN 1 MINUTO

La crisis financiera mundial explicada de manera sencilla con un caso

irreal, pero posible…

Érase que se era…

Heidi Merkozy es la propietaria de un bar en Berlín, que ha comprado con un préstamo bancario. Como es natural, quiere aumentar las ventas, y decide permitir que sus clientes, la mayoría de los cuales son alcohólicos en paro, beban hoy y paguen otro día. Va anotando en un cuaderno todo lo que consumen cada uno de sus clientes. Esta es una manera como otra cualquiera de concederles préstamos.
Pero en realidad, no le entra en la caja ningún dinero físico.

Muy
pronto, gracias al boca a boca, el bar de Heidi se empieza a llenar de más clientes.
Como
sus clientes no tienen que pagar al instante, Heidi Merkozy decide aumentar los beneficios subiendo el precio de la cerveza y del vino, que son las bebidas que sus clientes consumen en mayor cantidad. El margen de beneficios aumenta vertiginosamente.
E
s un margen de beneficios virtual, ficticio: porque la caja sigue estando vacía de ingresos contantes y sonantes.

Un empleado del banco más cercano, muy emprendedor, y que trabaja de director en la sección de servicio al cliente, se da cuenta de que las deudas de los clientes del bar son activos de alto valor, y decide aumentar la cantidad del préstamo a Heidi Merkozy. El empleado del banco no ve ninguna razón para preocuparse, ya que el préstamo bancario tiene como base para su devolución las deudas de los clientes del bar.
¿Véis la dimensión del futuro castillo de naipes?

En las oficinas del banco los directivos convierten estos activos bancarios en «bebida-bonos», «alco-bonos» y «vomita-bonos» bancarios. Estos bonos pasan a comercializarse y a cambiar de manos en el mercado financiero internacional. Nadie comprende en realidad qué significan los nombres tan raros de esos bonos; tampoco entienden qué garantía tienen estos bonos, ni siquiera si tienen alguna garantía o no. Pero como los precios siguen subiendo constantemente, el valor de los bonos sube también constantemente.

Bonos que físicamente se han alejado de Heidi Merkozy y de su sucursal. Y que, por tanto, han roto la relación normal y habitual entre el prestamista y el prestatario o deudor. Que suponía la vigilancia de los pagos de la deuda y sus intereses. Y que implicaba siempre la posibilidad de contener una sangría de impagos y de refinanciar o facilitar el pago de la deuda. Deuda que se contrae con los dineros de los depositantes del banco, ya que su capital o dinero propio es siempre una pequeña parte de su pasivo.
El castillo de naipes crece y crece y no para de crecer, pero todo es un camelo; no hay detrás solidez monetaria que lo sustente. Todo son «bonos», es decir, papelitos que «representan» tener valor siempre y cuando el castillo de naipes se sostenga.

Sin embargo, aunque los precios siguen subiendo, un día un asesor de riesgos financieros que trabaja en el mismo banco (asesor al que, por cierto, despiden pronto a causa de su pesimismo) decide que ha llegado el momento de demandar a Heidi Merkozy el pago de su préstamo bancario; y Heidi, a su vez, exige a sus clientes el pago de las deudas contraídas con el bar.

Pero, claro está, los clientes no pueden pagar las deudas.

¡¡¡Porque siguen sin tener ni un céntimo!!! Han podido beber cada día en el bar porque «se comprometían» a pagar sus deudas, pero el dinero físico no existe.

Heidi no puede devolver sus préstamos bancarios y entra en bancarrota.

Y Heidi Merkozy pierde el bar.

Los «bebida-bonos» y los «alco-bonos» sufren una caída de un 95% de su valor. Los «vomito-bonos» van ligeramente mejor, ya que sólo caen un 80%.

Las compañías que proveen al bar de Heidi Merkozy, que le dieron largos plazos para los pagos y que también adquirieron bonos cuando su precio empezó a subir, se encuentran en una situación inédita. El proveedor de vinos entra en bancarrota, y el proveedor de cerveza tiene que vender el negocio a otra compañía de la competencia.
Porque los proveedores de vinos y cervezas también le fiaban a Heidi, creyendo que estaban seguros de que cobrarían con creces al cabo del tiempo. Como no han podido cobrar dado que el dinero no existe, la deuda de Heidi se los ha comido a ellos.

El gobierno interviene para salvar al banco, tras conversaciones entre el presidente del gobierno y los líderes de los otros partidos políticos.

Para poder financiar el rescate del banco, el gobierno introduce un nuevo impuesto muy elevado que pagarán los abstemios.

Que es lo que de verdad ha pasado. Con los impuestos de los ciudadanos inocentes, los gobiernos han tapado el agujero financiero creado por la estupidez de los bancos y la codicia o insensatez de los compradores.

LA CONVIVENCIA ENTRE LAS CIVILIZACIONES ISLÁMICA Y OCCIDENTAL, y III.

(CONTINUACIÓN)

Las cualidades y calidades personales como fuerza anímica decisiva para resolver los tiempos de crisis de las civilizaciones y salir fortalecidos.

La verdadera, profunda y eficaz acción en tiempos de crisis procede de las personas, que somos los auténticos agentes sociales. De las crisis sociales e ideológicas mundiales hay que salir fortaleciéndonos en nuestros valores y virtudes. Éstas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades y los grupos humanos. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades o grupos humanos, y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas.

Las virtudes son aportadas principalmente por las religiones más elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa cultura occidental. Podemos citar las principales y evidentes, sin buscar ser exhaustivos, embebidas en el alma humana:

Valoración de los individuos en cuanto a que son personas humanas, en igualdad de derechos y deberes generales.

Necesidad del reparto equitativo y justo de las riquezas en la sociedad. Procurando incentivar la iniciativa, el riesgo productor, la educación especializada, la formación de capital y la protección de los desvalidos y desafortunados. Y regulando y limitando la plutocracia, los mercados (que deben ser regidos por sus leyes específicas, no por sus corrupciones o cánceres ni por las intromisiones espurias) y las actividades financieras no productivas.

Aprecio de la familia, el clan, la tribu, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el entorno vital que nos sustenta y es soportado por todos, nuestro humus social.

Necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales. Para evitar la venganza excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas.

Aprecio del respeto y del culto a la divinidad, como reconocimiento y veneración del Ser Necesario que nos crea, nos sostiene y, en algunos casos, nos ayuda. Esto se concreta según la educación, la cultura y el ambiente social vividos.

Valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social de los varios derechos a recibir.

Valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o la formación y el trabajo como factores y parámetros necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos humanos.

Respeto a la libertad, a la pluralidad de pensamiento y a los derechos ajenos, como características ciudadanas modernas, enmarcadas y limitadas por el respeto ajeno hacia nosotros y nuestros derechos y libertades. Ésta sería la base del sistema democrático sano y suficiente. Por tanto, es necesario erradicar a los que no respetan esta ley del doble respeto, sino que corrompen y parasitan nuestra hospitalidad y benevolencia. Aprovechándose sólo de las facilidades que les otorgamos en su convivencia, pero que no están dispuestos a integrarse, colaborar y corresponder en nuestra sociedad de derechos adelantados para todos.

Son nuestros valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados, los que verdaderamente nos darán la fuerza y la ilusión para superar los tiempos de crisis.

Y no olvidemos la función esencial de mando, gestión, impulso y ejemplo de los mandos sociales de todo tipo, presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad. En los tiempos de crisis deben actuar mucho más desde el ejemplo. Los valores y las virtudes no pueden verse como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico, vivido y conocido. Tienen que ser percibidos y aceptados por los ciudadanos con ejemplos vivos que puedan seguirse. No con imposiciones de códigos y reglamentos fríos, dictados desde la cúspide moral e intelectual de la sociedad.

La Convivencia de las Civilizaciones hoy en día.

Al igual que hace 400 o 500 años, en los siglos XV y XVI, hoy en día no es fácil la convivencia entre las culturas islámicas y occidentales. Ni entre las democracias de los estados modernos dependientes del comercio y los regímenes políticos despóticos u oligarcas, parcialmente democráticos, de los países musulmanes, desde Marruecos hasta Indonesia. Ni entre las religiones cristianas e islámicas.

La convivencia entre civilizaciones limítrofes es difícil. Su carácter singular, exclusivista y expansivo hace que el contacto directo entre ellas, sea fuente de roces y choques y de amenazas de ellos. No hay más que recordar los escasos 45 años de convivencia entre la civilización occidental y la soviética. Sin embargo, los choques armados no surgieron sobre los países europeos de ambos bloques socio económico políticos. Y esto fue porque el ascenso apocalíptico a Armagedón, una Etscheidungschlacht o batalla decisiva clausewitziana, conducida a mutuas salvas de armas nucleares, era en estos casos muy probable. La civilización soviética se basó en razones supuestamente científicas de exclusión y lucha de clases. Dirigida indefinidamente por una dictadura personalizada del partido. Esta organización era la única militante, la única a la que se le concedía, dentro de parámetros fijos, la interpretación de la realidad y de las necesidades del proletariado. Pero en aquellas razones, los pueblos no encontraron suficientes causas y emociones para que el “hombre nuevo” se comprometiese de por vida con esos ideales atemporales.

Todas las religiones trascendentes o terrenales (el marxismo leninismo, por ejemplo) son excluyentes entre sí. La moral puede ser objeto de controversia y evolución a lo largo del tiempo. Pero el dogma, la fe, es la marca distintiva identitaria de una religión. Y cambiarlo o desautorizarlo supone perder esencia y dejar de ser ella, medidos por la importancia de lo que desaparezca. La cultura también supone diferencia o exclusión, porque es el marchamo y la impronta distintiva identitaria de una sociedad o nación. Lo cual no implica choque o agresión entre las diferentes culturas, con los parámetros actuales mundiales de respeto mutuo y convivencia. La cultura, a la que se suele incorporar también una religión, es el armazón social de la colectividad integrada. La cultura forma el sustento en origen de la identidad individual de la nación. En ella están las virtudes inmanentes de esa sociedad. Que son definidas como los parámetros permanentes que rigen los derechos y deberes de sus miembros y sus normas generales de conducta hacia propios y extraños y con la divinidad.

Es imposible cualquier acercamiento con al-Qaida, con los talibanes o con el Irán teocrático de los imames chiíes. Y ello es debido a su radicalidad política y social, a la intolerancia hasta el exterminio hacia otras creencias y al exclusivismo doctrinal u obstinada adhesión ideológica, que profesan. De alguna manera, todos han manifestado su odio hacia Occidente. Y la búsqueda de su destrucción moral y cultural, como su razón de ser centrífuga y el motor de sus afanes y acciones expansionistas e imperialistas (el califato universal perdido). Negociar así sería como hacerlo teniendo un cuchillo en el cuello. En estos casos no cabe la negociación provechosa y equilibrada. Sino la defensa firme, continua y contundente, hasta el mismísimo fin de la amenaza fraguada. Por mucho que el voluntarismo, el optimismo patológico o bobo y el relativismo ético e ideológico nos los quieran obviar.

La única posibilidad que tenemos de una convivencia pacífica y fructífera es conectar con el “Islam popular”, la verdadera comunidad islámica. En el Islam no existen teólogos o “estudiantes de Allah”. Allah es inmarcesible e inasequible para los hombres. En el Islam la persona se dirige sin intermediarios a Dios. Los jefes religiosos son guías y formadores del pueblo, pero nada más. La infalibilidad y la seguridad doctrinales les rehuyen. Y la diversidad de criterios y opiniones es la pauta que tienen. Lo que queda, purificando y apartando la escoria radical intransigente, es el pueblo de Dios o el “Islam popular”. Deseoso todo él, individual y colectivamente, de paz, progreso, prosperidad y bienestar.

Y este “Islam del pueblo” en modo alguno está desgajado y desamparado por las jerarquías religiosas dirigentes del Islam. La Universidad de al-Azhar de El Cairo, el centro de estudios superiores sunní más prestigioso, la madrasa de todas las madrasas, es un núcleo ideológico y religioso de esta renovación inspirada del Islam social. Sus estudios religiosos comenzaron en el mes del Ramadán del año 970. Y fue un centro chií, hasta que el sultán Saladino la convirtió en una madrasa sunní en el 1171. El Rector de al-Azhar, Mohamed Sayed Tantawi, está presente activamente en multitud de foros. Donde defiende la convivencia de cristianos y musulmanes y condena los ataques a los primeros, proclamando el Islam de la paz y la concordia entre los pueblos. Abierta al saber científico y moderno, sin desconocer las humanidades occidentales, los docentes y maestros de al-Azhar están cercanos al método del ichtihad y a la escuela de al-Chafii. Sus enseñanzas y ejemplos y dictámenes religiosos o fatawa se siguen y se reproducen por todo el mundo islámico sunní.

Una clave esencial de su doctrina es que no pretende que la sharia o ley civil islámica se imponga y aplique fuera de la Umma. A diferencia del salafismo wahabita, inspirador de al-Qaida, que pretende extenderla imperiosamente por todo el orbe. Y recrear el califato universal de los jefes político religiosos del Islam, tras la muerte de Mahoma. Y tampoco están aislados en esta valiente interpretación los académicos de al-Azhar. Así, el Consejo de los Muftíes de El Líbano, tierras vetustas de convivencia y de progreso de musulmanes y cristianos, ha declarado, en relación a la reciente ola de atentados, que “hiriendo a los cristianos, nos herimos a nosotros mismos”.

Las heridas reales o percibidas de ambos rivales no encuentran salud, restregándose mutuamente. Es necesario no detenerse en lamentar la leche derramada. Sino mirar con determinación a un futuro posible. Los radicales islamistas violentos y sus simpatizantes cooperadores son unos cuantos decenas de miles, en una población de 1300 millones de personas desparramadas por 3/4 partes de la tierra firme. Y menos de un 10% de los musulmanes les brindan la base social que necesitan para apoyarse, nutrirse y expandirse. Mucho más difícil es lograr que los países islámico desarraiguen la corrupción de sus instituciones. Cuyas raíces están en la avidez y la lejanía social de sus oligarquías dirigentes y en su sentido arraigado de que “el estado son ellos”. Para mejorar su funcionamiento social y económico y cubrir las demandas de sus pueblos, deseosos de paz, trabajo, educación y prosperidad, dentro de sus parámetros islámicos. Por esto, sí que están los pueblos dispuestos a luchar y a arriesgarse colectivamente, incluso en revueltas que los destronen. Mientras estas satisfacciones naturales sociales no se resuelvan, existirán problemas de pobreza, estabilidad y autoestima en las sociedades musulmanas modernas. Y la actividad sistemática de una fracción de radicales activistas, puede actuar de “levadura social orientadora”, dentro de masas amorfas, descontentas y oprimidas. Éste fue el mecanismo social que utilizaron para tomar el poder, los partidos radicales intransigentes izquierdistas hacia la mitad del siglo XX, en multitud de países en vías de descolonización o sujetos a revoluciones mesiánicas o europeos ocupados por la URSS.

El Islam tiene multitud de recursos y vías para conducirse pacífica y lealmente en una convivencia con casi todas las religiones e ideologías razonables y coherentes. Sólo podrían existir dificultades de tipo estratégico, coyuntural o geográfico en ciertos casos. En los que intereses vitales de algunas sociedades, choquen regional y puntualmente con sociedades islámicas establecidas. Políticamente es necesario buscar el acercamiento y el compromiso con los líderes moderados musulmanes de todas las ramas religiosas. Hay que evitar las acciones y actitudes disolventes, como negarse a reconocer la realidad social de los clanes y de las tribus, como fuente de autoridad social asumida y democrática. Resulta necesario destacar continuamente a los pueblos la distinción entre los objetivos perversos de los yihadistas de al-Qaida, para quienes sus países son sólo un terreno propicio para sus matanzas indiscriminadas, y las posibles rebeliones internas reivindicadoras de derechos. En este proceso y en este esfuerzo a muchas bandas, irán surgiendo verdaderos líderes de sus comunidades, que se seleccionarán a escala nacional con la negociación y la mutua competencia. Ellos deberían de ir adquiriendo un protagonismo cada vez mayor en la conducción del proceso de actualización islámica.

En los casos de afloración de una ofensa vital entre las civilizaciones, se hace necesaria la “mediación institucional y efectiva en los conflictos”. Para evitar la acumulación de agravios entre las partes y su enquistamiento en el tiempo, llevando rápidamente a una solución equilibrada, razonable y justa. En esto la ONU se ha caracterizado por su burocratización e ineficacia. Actuando como un areópago para funcionarios bien pagados y para sordos prácticos. Con los que las distintas potencias pueden justificar jurídicamente su desinterés para con los problemas ajenos y su no implicación en su resolución.

LA CONVIVENCIA ENTRE LAS CIVILIZACIONES ISLÁMICA Y OCCIDENTAL II

(CONTINUACIÓN)

El origen y el desarrollo de las civilizaciones

El Origen y el Significado Sociocultural de las Civilizaciones.

La civilización es literalmente el arte de vivir en los grandes poblados o cívitas. Que eran originalmente los primeros poblados o asentamientos humanos. Donde el hombre primero se asentó y dejó de vagar como necesidad imperiosa y vital. Y pudo llegar a generar beneficios sobrantes, en forma de cereales, ganados y todos sus derivados, como reservas y para el comercio con sus vecinos. Y que le brindaban seguridad, comodidad y supervivencia. Esto le permitió empezar a comportarse socialmente como persona. Estableciendo lazos firmes y extensos con sus semejantes cercanos, los allegados más allá de sus familias, su prójimo vital.

El resultado de toda esta actividad social fueron las primeras civilizaciones locales, estrechas, vulnerables y balbuceantes. Que comprendían: el desarrollo de los derechos y los deberes de los hombres como individuos y con sus colectividades; la aritmética, para medir y contratar las producciones y sus repartos; el lenguaje y su escritura, para comunicarse entre sí y con los poblados cercanos, dejando registro, al menos, de lo considerado importante, etc. Los inventos civilizadores, como los ladrillos, los regadíos, los abonos orgánicos, el arado, la escritura, etc., surgen en estas localizaciones humanas. Y no hubiesen sido necesarios, ni posibles, sin los poblados estables. Surgen en cuanto su desarrollo alcanza un “nivel de iniciación”, necesario para que broten y florezca. Nivel que supone e implica una perspectiva de futuro y de progreso relativos, la necesidad de vencer los obstáculos naturales a ellos, una coherencia social interna suficiente y la ausencia temporal de enemigos externos, demasiado poderosos, rapaces y excluyentes.

Las civilizaciones poseen un carácter bivalente, necesario y complementario en sus relaciones sociales globales. Esta doble cualidad es centrífuga, expansiva y dominadora hacia su exterior. Dentro de sus fronteras la civilización es centrípeta, emprendedora y desarrolladora. En ambos casos, es creadora, innovadora y civilizadora. Por eso destacan en ambas actividades diferentes y opuestas, pero no antagónicas. El equilibrio entre ambas tendencias, que canalizan sus mejores esfuerzos y medios, es imprescindible para su desarrollo e impulso continuos, protegidos y beneficiosos. Las civilizaciones meramente avasalladoras y expoliadoras, que caducan como todas, no dejan huellas permanentes y fructíferas a su paso por los países conquistados.

Singulares en este caso son los mogoles, efectivos y temidos como militares. Cuyo paso por media Asia y el este de Europa fue marcado por un vendaval de batallas y conquistas rápidas y fulminantes, en tiempos de Gengis Kan y sus sucesores inmediatos. Aquello fue una verdadera blitzkrieg o guerra rápida de la Edad Media. Facilitada por su no dependencia del motor, los combustibles y los productos fabriles o elaborados; con una logística basada en los abundantes y sobrios caballos que montaban en sus incursiones (llevaban varios por cada jinete) y en las zonas de pastos, que marcaban sus líneas de comunicaciones. Definida por su dominio de la táctica y de la estrategia operativa. Y basada en su conocimiento depredador de los instintos y debilidades de las manadas (y de los grupos humanos opositores) y en su entrenamiento durante el interminable tiempo de ocio que les facilitaban sus labores de pastoreo.

Ahí tenemos el caso contemporáneo de los nazis. Su ocupación, singularmente del Este eslavo de Europa, buscaba un “espacio vital” o Lebensraum para la Gran Alemania. Éste fue definido en los años 20 del siglo XX por Alfred Rosemberg. E incorporado en el ideario nacionalsocialista por Hitler en su “Mein Kampf”, tras el fallido pucherazo de Munich. Lebensraum alemán donde los infrahumanos o eslavos tendrían un futuro esclavo y sombrío. El 16 de julio de 1941, en un Gabinete Secreto, participaron además de Hitler, Rosemberg y Lammers, el Mariscal Keitel, el Mariscal del Reich Hermann Göhring y Frank Bormann, quien relató lo que sucedió en esa reunión. Entre otras cosas, se discutieron los nombres de los candidatos para ejercer los cargos de comisarios o gobernadores o sátrapas modernos de los distintos Territorios Ocupados del Este, a los que Hitler llamó Ostland. El ideólogo Alfred Rosemberg, condenado a muerte en el proceso de Nuremberg y ahorcado, fue nombrado Ministro del Reich para la Administración de los Terrritorios Ocupados del Este. Hombre de la total e incondicional confianza del Führer Adolfo, por haberle suministrado argumentos y razones para su proyecto del Reich de los Mil años, Rosemberg debía definir, desarrollar y controlar las condiciones de vida en Ostland. Como sede para su ministerio, recibió irónicamente el antiguo edificio de la Representación Comercial de la URSS en la calle Lietzemburgerstrasse, de Berlín. Rosemberg dividió su ministerio en cuatro áreas: Departamento de Administración General, Departamento de Política, Departamento de Economía y Departamento de Técnica y Construcción. Y designó como enlace directo con el Führer a su ayudante personal Köppen. El resultado de todas estas decisiones, acciones y actuaciones variopintas durante más de 3 años es de todos conocido y lamentado.

Curiosamente, el sustrato madre, lo que existía de permanente, en estas dos civilizaciones, aparentemente tan lejanas y dispares, era similar: la etnia. Basados en ella, construyeron toda su aparamenta psicológica, metódica y lógica. Y en esto hasta los rudos, recios e incultos mongoles fueron más prácticos. Su etnia les aseguraba la igualdad de origen, oportunidades (sus magros tumanes o “divisiones” de su caballería, no se podían permitir la acepción de personas, que embotasen sus habilidades militares) y destino. Y, también la lealtad necesaria para perdurar, en un entorno ocupado o sometido, que desbordaba a sus capacidades demográficas. Los mongoles fueron bandidos organizados nacionalmente, con trascendencia global. Su crueldad técnica buscaba infundir el terror en los posibles enemigos, adelantándose a sus incursiones profundas, para debilitarlos previamente a sus maniobras y tácticas de combate. El soborno y el espionaje a cargo del paisanaje enemigo eran también técnicas de exploración, inteligencia y debilitamiento de sus inmediatas conquistas. Los mongoles buscaban lucrarse de sus enemigos, rentar de tierras ajenas, usurear en sus conquistas y territorios sometidos. Explotaban sus rebaños, pero no se cargaban la casta reproductora, ni a sus crías. Los nazis esquilmaban y agostaban las tierras de Ostland. Sin importarles no sobreganar de sus recursos humanos y físicos. Para que pudiesen surgir nuevos brotes verdes en “primavera”. Que garantizasen la explotación indefinida de sus territorios ocupados, en demografía y en obtención de nuevos recursos. Ya que anchas y extensas eran la URSS y los pueblos eslavos, para soportar indefinidamente sus “judiadas”.

Las civilizaciones que consiguen conjugar ambas pulsiones vitales, sus diástoles y sus sístoles eferentes e impulsoras, consiguen perdurar más en el tiempo. Pero también impregnan de su estilo, su lengua y su cultura a los territorios sojuzgados sucesivamente. Con ello transmiten su esencia a la posteridad, mucho después de su decadencia, a través de los pueblos civilizados con su cultura, sus leyes y su idioma y sus trayectorias históricas. Ahí tenemos el caso de Roma, rapaz e imperialista como cualquier otra potencia. Que sólo con los fríos y el mal tiempo recluía a sus legiones en los cuarteles de invierno. Dispuestas durante la república y el imperio a salir de conquista, represión de las revueltas o aseguramiento de sus fronteras, en sus campañas militares anuales, en cuanto el buen tiempo lo permitiese. Pero que fue capaz también de transmitir su cultura, sus leyes, llegadas hasta hoy como el Derecho Romano, su latín vulgar y su sistema administrativo, a todas las regiones “extra Italia” que poco a poco se incorporaban a su imperio o “res publica”. Esta impregnación cultural, que diría Lorenz, fue sancionada, integrada y consagrada con la generosa, oportuna y prudente concesión de su ciudadanía a muchas de aquellas ciudades y regiones. El “ius civitatis” se otorgaba por conquista, dependiendo del grado de anexión, lealtad y asimilación de los pueblos sometidos. Cuando se convertían en provincias romanas, se les concedían los mismos derechos que a la metrópoli. Fue el caso de Hispania. Pero hasta que no alcanzaban ese honor y cualidad, los pueblos dominados tenían que pagar su tributo de conquista (ius belli) y carecían de muchos derechos. Palestina, por ejemplo, no llegó nunca a tener la condición de provincia.

El Mecanismo socio ideológico del flujo y reflujo del devenir de las Civilizaciones.

En las sucesivas crecientes y resacas entre las civilizaciones occidentales y musulmanas, sólo una vez coincidieron los períodos de alta civilización de ambas: en los aproximadamente 125 años que ocupan el espacio temporal entre las mitades de los siglos XV y XVI. Esta exuberancia doble en civilizaciones encontradas se plasmó en un largo período de invasiones, reconquistas, hostigamientos y enfrentamientos abiertos en Europa, el norte de África y todo el Mediterráneo.

Los hechos observables que definen la decadencia temporal de una civilización cuajada son: la energía vital nacional, que alimenta la “moral nacional” y una sana “voluntad de defensa”, se disipa; las artes y las letras se vuelven formalistas y estériles; los emplazamientos, colonias o socios periféricos se abandonan y la política exterior se vuelve cobarde, balbuceante y precavida. Este retroceso de una civilización crea un vacío existencial, que atrae y da impulso externamente a la otra. Formando un vaivén natural y cósmico, porque la Naturaleza reniega y huye de los “vacíos”.

Las rutas comerciales, los contactos habituales entre ambas civilizaciones son sus auténticas líneas de aprovisionamientos y comunicaciones exteriores. Y, cuando estas arterias son descuidadas en la periferia de la zona de influencia de una civilización, los expertos civiles, religiosos y militares de la otra acuden a repararla, ocuparla y vitalizarla. La “aspiración” absorbente, creada por la decadencia de la otra, creada por su “vacío”, atrae una corriente ajena de ideas, métodos, palabras, inventos y estilos. Aparecen primero en la zona debilitada y permeable ajena, los viajeros, agentes comerciales y secretos, representaciones culturales, misioneros, profesores y diplomáticos. Así, muchas veces la actuación militar no es más que la confirmación política de una superioridad existente y manifiesta, que emerge y aflora irresistible desde muchos otros campos de la actividad humana. Y las ganancias territoriales se consolidan con la llegada de los funcionarios y administradores y las profesiones de crecimiento y desarrollo, arquitectos, ingenieros, agrimensores, artistas y un enjambre de buscavidas, arribistas y aventureros. De este flujo humano, especialmente de los últimos citados, porque su futuro inmediato es una página por escribir, surgen siempre personajes decisivos para la nueva implantación.

Se podría pensar entonces que la sociedad y su civilización estabilizadas serían el culmen y el desideratum en su desarrollo. Ya que así serían seguras, beneficiosas y atractivas. Pues, no. Para una civilización, la penuria de desarrollo es un signo ya de decadencia. Si no fluye, se adapta, emprende y avanza, se irá estancando, perdiendo la pervivencia y pudriendo. Esto ocurre en períodos medidos en muchos años, que escapan a la percepción del hombre efímero. Tal como le ocurriría a una corriente fresca de agua, cuyo discurrir quedase represado.

La difícil convivencia de las civilizaciones

¿Cómo es en la práctica la convivencia entre los cristianos y los musulmanes en las tierras del Islam?

Veamos un ejemplo cercano en la geografía y lejano en el tiempo: la trayectoria vital de los mozárabes. Que fueron los cristianos hispanos que vivían en las tierras de dar el-Islam, las tierras donde el Islam dominaba políticamente.

En el año 710 los mahometanos invaden la Península Ibérica. Menos de quinientos años después, el cristianismo había desaparecido prácticamente de las tierras hispánicas ocupadas por los musulmanes. A ello contribuyeron las persecuciones almorávide y almohade y las numerosas deportaciones a África que éstos decretaron. Pero también lo hicieron el deterioro social y administrativo que sufrieron sin cesar los cristianos.

Tras algunas dilaciones iniciales, se empieza a instaurar la administración musulmana. Se divide Hispania en demarcaciones, que se organizan en torno a una ciudad en la que reside un gobernador (el caid, que es también el valí o recaudador de impuestos) y un destacamento musulmán. Aquél se preocupa de que las comunidades no musulmanas le paguen tributo, por no ser acosadas por los moros y vivir en paz bajo su protección. Estos tributos van a ser el vínculo administrativo entre los infieles “protegidos” y dar el-Islam.

Pero, la propagación de la fe es un deber colectivo de la Umma. Que se realiza imponiéndola y no catequizando (de “predicar el catecismo” o texto de la doctrina). Llevando a cabo con ello la consolidación y la ampliación de dar el-Islam, las tierras sometidas al Corán, la sunna y la sharia o leyes civiles y penales basadas en ellas. Por consiguiente, de acuerdo con esa doctrina, cuando expira un “pacto de protección”, la autoridad musulmana sólo puede aceptar que se renueve, si se incrementa el importe de los tributos o si se estipula en el nuevo contrato la cesión al Islam de más tierras o ciudades. Adicionales a las cedidas antes por los dimmíes (los judíos y cristianos, las gentes también mencionadas en el Corán y que detentan parte de la revelación de Alá).

También emplean el principio de que si algún miembro de la comunidad “protegida” daña a un musulmán, toda la colectividad pierde el derecho de protección. Toledo pierde su estatuto de villa protegida en el 713, al rebelarse y ser vencida. Zaragoza también gozará de un estatuto de autonomía sólo unos pocos años después de la conquista mora. Todo ello fue estrangulando poco a poco a la pobre comunidad cristiana, erosionada por las apostasías, cansados sus miembros de ser ciudadanos de segunda o tercera, con el ritmo pausado de la Edad Media. Pero que nos permite apreciar el proceso agresor social metódico.

La convivencia hoy en día entre ambas comunidades religioso culturales en dar el-Islam.

En mayor o menor intensidad y rigidez, según los casos, la sharia establece hoy en día contra los cristianos avecindados en sus tierras:

Pena de muerte contra los blasfemos (ofender, según su criterio, a Allah, al Islam, al Corán, al Profeta) y a los conversos desde el Islam (por su apostasía).

Quema y demolición de los templos y cierre de escuelas, hospitales y orfanatos cristianos.

Prohibición de entrada al país, expulsión e incluso pena de muerte a los misioneros cristianos.

Prisión por portar símbolos cristianos. Prohibición de reunión para orar o celebrar la Misa, incluso en los hogares.

Conversión forzosa al Islam.

Nigeria, Sudán, Pakistán, Afganistán, Qatar, Bahrein, Kuwai, Malasia, Indonesia, incluso la laica Siria, aparte de Arabia Saudí e Irán, son países donde la sharia está más o menos establecida.

Características políticas de las dos Civilizaciones. Cautelas y Puntos de encuentro.

Montesquieu reconocía que las virtudes republicanas, liberales o ciudadanas sólo existían en los relatos de la antigüedad. Así, resultaban atractivas para una minoría dirigente. Pero su adopción por los ciudadanos no podía hacerse solamente por mandato legal o constitucional. Los valores morales ciudadanos propuestos por eruditos o dirigentes, se veían como algo artificial y remoto. Sin conexión real con un código moral práctico, conocido y asumido por el pueblo. Y con ejemplos vivos que pudieran seguirse. Sin ilusión y entusiasmo no se pueden emprender ni realizar empresas de provecho, enfrentándose a la inercia y a las dificultades diferentes que todo proceso creativo tiene, y superándolas. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, iluminada por una “ilusión razonable”, que vence a la entropía moral e ideológica generada casi inevitablemente en todas las sociedades a lo largo de su historia. El proceso natural de creación de una “moral nacional” o sentido correcto de vida en común, siguiendo las corrientes adecuadas de paz, progreso, satisfacción propia, servicio y justicia, es desconocido incluso por muchas sociedades occidentales, que han perdido muchos de sus reflejos instintivos de desarrollo social y aún de pervivencia.

En los estados musulmanes, el Islam es un factor principal de cohesión social e integridad nacional, independientemente de la rama islámica sunní o chií a la que se pertenezca y de la interpretación religiosa personal y más o menos sesgada que predique el imam de la mezquita a la que se acuda regularmente. Una democracia islámica, siempre basada en la Umma o comunidad religioso social, el Corán o revelación directa de Allah, la sunna o tradición del Profeta y la Sharia o sus leyes derivadas civiles y penales, no es igual a una democracia occidental. Donde apenas resiste aún algún valor moral o social ante la todopoderosa avalancha asimétrica de las libertades individuales, consagradas como fuente de Derecho, sin la contraprestación jurídica de los deberes.

La obediencia es una cualidad personal y social muy arraigada en las sociedades islámicas. Se obedece al jeque o jefe de las familias del clan en las cosas tocantes al orden social, se obedece al jefe familiar o padre en la familia y se obedece y acata la voluntad de Dios como gesto y rito vital en el Islam. Esta obediencia social es enriquecedora y protectora, no disolvente ni enfermiza por sí misma. En las madrasas, el Corán se aprende de memoria, por recitación continua a lo largo de los años de escolaridad. Puesto que es la Palabra de Dios descendida de junto a Allah, no hay interpretación ni crítica.

Es posible que las sociedades musulmanas modernas estén envidiosas del desarrollo económico occidental, pero también desprecian sinceramente la pérdida de verdaderos valores humanos que las sociedades cristianas y laicas han tenido innecesariamente en su camino hacia aquél. Los intentos de democratización moderna en los países islámicos corrieron a cargo de sus élites nacionalistas y europeizadas, muchas veces izquierdistas y populistas, que impulsaron la independencia de las distintas naciones islámicas, fundamentalmente árabes, tras la II guerra mundial. Este proceso esperanzador terminó con su fracaso social, económico y político, al ser incapaces de brindar unas alternativas de progreso y prosperidad a las clases pobres que acudían en masa desde los campos a los núcleos urbanos de sus países, y de repartir razonablemente entre todos las riquezas generadas en su actividad económica, fundamentalmente con la exportación de materias primas de alto precio.

Esto dio renovadas alas a los movimientos islamistas radicalizados, como única ya posible alternativa a la adaptación moderna de las sociedades islámicas. Pero el problema se enconó socialmente, llegando a fracturas severas como en Argelia en los años 90 del siglo XX. Puesto que los activistas estaban al margen de las clases piadosas y cultas medias y populares, que son el sustrato básico de las verdaderas comunidades islámicas. Y ellos tenían una implantación social mínima, por su extrema agresividad y sus métodos operativos excluyentes.

Es necesario no imputar a la religión musulmana lo que son fenómenos provocados por cambios sociales, intereses partidistas y terrenos y la voluntad de poder de algunos jefes y estados. A su vez, hay que considerar que sólo los islamistas violentos esgrimen su interpretación del Islam como una solución excluyente a todos los problemas de la sociedad o de la Umma. En esto, los europeos tienen la tendencia a considerar el Islam como un todo monolítico e inmutable en el tiempo.

(CONTINUARÁ)

LA LIBIA REVOLUCIONARIA: DE DÓNDE VIENE, A DÓNDE VA

CARACTERÍSTICAS Y POSIBILIDADES

Desde que el 17 de febrero una gran parte de la población libia se alzó contra Gaddafi y la Jamahariya islámica, un objetivo mesmérico polarizó sus ilusiones y esfuerzos: poner pie firme en Trípoli. Ya en los primeros momentos de “la lucha por la libertad”, en los barrios Abu Sita y Souq al Yumaa de la capital, se produjeron altercados violentos entre un pueblo sublevado precariamente y las fuerzas leales a Gaddafi. Especialmente los comités de defensa de la Jamahariya, llamados los “Lejan Thorria”. Éstos eran grupos locales de seguidores cualificados del citado movimiento musulmán populista de Gaddafi. Que conformaron una especie de brazo semiarmado de su régimen, destinado a vigilar directamente a la población. Y que fueron una base de la débil estructura política de Libia.

La Marcha Final al encuentro y al triunfo.

Desde Nalut, en las montañas de Nafusa, al suroeste de Trípoli, la Brigada Trípoli, fuerte en unos 500 hombres, la mayoría jóvenes, y con entrenamiento del tiro de infantería, recibió la orden de Bengasi para avanzar sobre la capital el viernes 19 de agosto. En el último período de la guerra, las fuerzas rebeldes habían creado y se organizaron en “brigadas” de combatientes, procedentes en su mayoría de las zonas de lucha: Misrata, Brega, etc. Con ellas buscaban desenvolverse mejor en sus maniobras y combates en los distintos frentes establecidos. Llevados por el entusiasmo, que se manifestaba en excitación y ansiedad muchas veces, los brigadistas alcanzaron en una “marcha al combate”, con los correspondientes altos de descanso y reavituallamiento, los límites de Trípoli. Y penetraron en la ciudad sobre la marcha y a viva fuerza, el domingo 21 de agosto. Lo lograron porque no existía una resistencia táctica a las fuerzas rebeldes. Las fuerzas de la Jamahariya no habían desplegado destacamentos avanzados ni avanzadas de combates de seguridad en los arrabales. Se mantenían en una defensa inconexa, sin dirección central y plan de fuegos de rechazo, en una serie de puntos fuertes de la ciudad.

Los tiradores libres y los grupos de gaddafistas armados, una turba chusma amorfa, ya sólo constituían un problema de policía en Trípoli. Fuera de la zona de Sirte, Bani Walid, al suroeste de la capital, y Sabha, las últimas fuerzas y unidades de Gaddafi estaban perdiendo aceleradamente su cohesión militar, su motivación, su capacidad de combate y su liderazgo. Y su formación, tras las bajas e incorporaciones espasmódicas, ya se aproximaba a la de los rebeldes. Los hombres iban juntos, pero las “unidades” eran conjuntos de pequeños grupos, parejas y hombres aislados, vencidos y desmoralizados. Que buscaban una escapatoria, incluso la rendición, que les salvase las vidas.

El Comité de Transición dio un plazo flexible hasta mediados de setiembre a las fuerzas gadafistas aún en armas para su rendición. Aunque no se especificaban legalmente las condiciones de ésta. Una de las razones que esgrimían aquéllos para prolongar su resistencia fue el miedo a las represalias. En los últimos días de agosto, ocurrieron en Trípoli numerosos casos de búsqueda y captura libres de posibles gadafistas. Asesorados por los vecinos, grupos de rebeldes penetraron en las casas de los sospechosos. Y, en un número indeterminado pero significativo, ocurrieron malos tratos y ejecuciones sumarias. También los africanos negros resultaban sospechosos de ser “mercenarios” de Gaddafi. Y, en muchos casos, fueron retenidos y concentrados en instalaciones deportivas, parque o cárceles móviles. Lo que les haya ocurrido después a algunos, ya no es noticia que se transmitiera.

El desarrollo de la “guerra de Libia”. La intervención militar de la OTAN.

El campo de batalla libio estaba especialmente “vacío”. Los rivales pululaban en “grupos de combate” por su inmensidad, abrazándose a las llanuras costeras. Aquí están las escasas vías más firmes. Que brindaban rapidez, seguridad, consistencia y abastecimiento a los movimientos. Esto facilitaba el ocultamiento de las maniobras de pequeñas unidades y desempeñarse del combate a voluntad. Las incursiones más o menos profundas e imprevistas sobre el enemigo fueron posibles, cuando se contaba con una cierta organización y una mínima logística. Ellas tenían objetivos limitados: como eran el expolio de un barrio enemigo; su desmoralización y la de su soporte popular; arrasar u hostigar una base o posición o un arsenal; reforzar con hombres y armas una posición propia aislada, etc. En esto poseían las fuerzas gubernamentales una ventaja inicial, que mantuvieron durante varios meses.

En su resolución 1973 del 17 de marzo la ONU, «autoriza a sus estados miembros a tomar todas las medidas necesarias» para impedir el vuelo de los aviones de Gaddafi y asistir a los civiles. Fue respaldada por 10 votos a favor y cinco abstenciones, las de dos países con derecho de veto, Rusia y China, más las de Alemania, India y Brasil. Así, la intervención de fuerzas aéreas francesas, en el momento preciso en que las fuerzas de Gaddafi alcanzaban la Puerta del Oeste de Bengasi, resultó necesaria y decisiva para comenzar a inclinar la balanza de la guerra a favor del Comité Nacional de Transición libio. A los franceses se les agotaron peligrosamente las bombas inteligentes y cohetes aire tierra de sus arsenales. El presupuesto manda y la guerra es cara. Y sus aliados estadounidenses tuvieron que facilitarles más “ordenance”. Según se dijo, Sarkozy conocía desde 2 meses atrás la probabilidad de que estallasen las revueltas libias.

Pero la intervención militar que siguió, se recreció y se desparramó mucho más allá de lo que autorizaba la resolución 1973. Pronto se vio por todos de que se trataba de tomar partido en favor de los rebeldes y no de proteger a los civiles libios. Éstos morían por las acciones de los dos bandos. Y más por el apoyo de fuego aéreo de los aliados sobre las poblaciones, que era más contundente y deflagrador. Sólo protestaron diplomáticamente Rusia, China y la Liga Árabe.

Tras los primeros días de bombardeos selectivos, los aliados de la OTAN establecieron y siguieron una lenta estrategia de atrición con el empleo de la aviación de apoyo a tierra y diversos tipos de cohetes sobre los medios de Gaddafi: ataque y destrucción de sus arsenales y almacenes, acuartelamientos, centros de mando, de inteligencia y de comunicaciones, bases de partida, reductos y movimientos de fuerzas, singularmente los tanques y la artillería remolcada. Todo ello agostó irreversiblemente la capacidad de lucha de las fuerzas leales de la Jamahariya. Que privada de abastecimientos militares y de remplazos suficientes y con la pérdida o la deserción de sus más combativos hombres, se convirtieron en la cáscara vacía de un fruto perdido.

La estructura tribal y su trascendencia social y política.

La estructura tribal libia se asienta sobre la biología y la ideología. El linaje es la base biológica que une a los conjuntos de familias que tienen o reconocen tener un origen ancestro común. Así, el parentesco directo es el nexo antropológico de reconocimiento entre los miembros y de unión social entre ellos. La cultura como expresión amplia de las creencias, ideas, tradiciones, normas, lengua y formas de vida es el otro marchamo identificativo de cada tribu.

Juntos forman la assabiyya o base identitaria del “individuo en la comunidad”. Sobre ella se desarrollan los derechos y deberes personales y colectivos, en un equilibrio provechoso. Que ha sido fraguado y pulido por generaciones. El colectivo da sentido vital y de pertenencia al individuo. Y le brinda independencia, flexibilidad y apoyos múltiples. El individuo y las parejas cohesionan y protegen al colectivo. Esto genera dos corolarios sociales. Existe un gran sentido igualitario entre los miembros de pleno derecho de las tribus. Y los jefes deben aportar carisma o ejemplo a imitar, respaldo de grupos, habilidades negociadoras y capacidades militares, no necesariamente blandiendo un sable. Y sus decisiones más importantes deben ser aprobadas o revalidadas por las asambleas de miembros o “importantes” de los colectivos.

La Libia geográfica y étnica.

Una llanura recorre todo el litoral libio, con franjas del orden de los 75 Km. de ancho. También destacan las dos mesetas calcáreas de Cirenaica y Tripolitania. Al abandonarlas hacia el sur, encontramos ya el desierto, casi deshabitado y con extensiones salinas importantes, que llega hasta las fronteras del Chad, Níger y Argelia.

La población libia alcanza unos 6,5 millones de habitantes. Los nativos, entre un 80 y un 85%, se reparten en 3 grandes “regiones socio culturales”: Tripolitania, Libia y la Cirenaica. Cerca de 100 tribus, originariamente de pastores y nómadas, forman la estructura étnica del país. La gran mayoría es de raza árabe bereber. Ésta se extiende desde Túnez a Egipto, siguiendo la franja costera y las dos mesetas y limitándose al sur por la ciudad de Sabha. Los Tuaregs se extienden por una estrecha franja, abrazada al norte de la frontera argelina. Y los nómadas Tibbu viven en manchas irregulares y aisladas, al norte de la frontera con el Chad.

La estructura social de las tribus es preindustrial. Pero, las emigraciones interiores han modificado su esquema y favorecido una cierta especialización laboral. Pero, en cuanto subsista aquélla, las escasas posibilidades de vida llevan a que todos los miembros sean productores: pastores o agricultores. Y a que todos los varones sean siempre guerreros. En la Cirenaica, las principales tribus son los Abaydat, Awagir, Barasa, Drasa, Fawakir y Majabra. En Tripolitania están los Awlad, Busaif, Haraba, Hassauna, Hutman, Ryban y Zintan, entre otras tribus. Aquí, los Gaddafa, Magharba y Riyyach, que pueblan la zona de influencia de Sirte hasta Sabha, forman, junto con fuerzas extranjeras inconexas y los restos de los “Lejan Thorria”, la base de apoyo social actual del escurridizo Gaddafi.

Cuanto más rudo, estéril e ingrato sea un territorio o hábitat tribal, más se desarrollan en sus miembros las cualidades de pertenencia, exclusión de extraños y defensa activa de los magros recursos disponibles. Todo ello parece que engendra y prepara para la confrontación y la liquidación de competidores y enemigos. Pero no es así. Las tribus regionales y fronterizas han ido desarrollando un modo social, por tanto, encarnado y asumido en su cultura, de canalizar las enemistades y divergencias hacia un menor daño posible. Tres son los mecanismos reivindicativos que surgen para mediar, suavizar o paliar las afrentas y disputas. El primero es el “precio de sangre”. Consiste en que un grupo afín o una selección de familias, asume y hace frente a la ofensa realizada por un miembro de ese colectivo. La ofensa se paga, por ejemplo, con la entrega de camellos. Luego está la venganza, cuando se comete un delito o un miembro de un clan es afrentado gravemente. Esto genera una espiral, desarrollada en ciclos sucesivos, de violencia y desmanes. Acciones que el honor del grupo obliga a buscar. A veces, un “consejo de mediadores”, aceptado por las partes, puede arbitrar con éxito para cortar la cadena. Se cuenta, en un país de la zona, que un oficial británico mató al miembro de un clan y éste declaró la vendetta. Al cabo de 30 años, el oficial se atrevió a volver a ese país, pensando en que todo había pasado. El día del regreso, un pariente del finado le asesinó en el vestíbulo de su hotel.

Por último, está la guerra más o menos limitada. Ésta establece una acción militar colectiva entre clanes o tribus enfrentados y tiene un carácter intermitente y extensivo. La falta de recursos es una fuente de graves enfrentamientos entre los colectivos. Y su arraigo puede llegar a ser como el de las vendettas. Los orígenes son el nomadismo, los pastos, las sequías, el hambre, las aguadas y la falta de capital-subdesarrollo. Pero, también pueden ser el reparto de roles políticos y sociales en la Libia futura y de los rendimientos económico que genere la explotación y venta del crudo libio, más allá de la mera localización de pozos y puertos de carga. Pero ya dijimos que, en su origen tribal, es una guerra limitada: los niños, las mujeres, los animales, incluso las cosechas que no se pueden llevar, son respetados. La premisa es más o menos no excitar y justificar en el contrario una sed de venganza total y vesánica.

Estas tribus formaron el flujo continuo de emigrantes nativos, que poblaron, desarrollaron e hicieron crecer todas las poblaciones libias desde 1970. A ellos se les unió, desde los años 80, una fuerte emigración extranjera, especialmente egipcia. Que se dedicó a los servicios, el desarrollo de las infraestructuras civiles y la industria de extracción, refino, transporte y carga del petróleo. Una de las cosas que trajo la civilización moderna, que no es más que vivir y desarrollarse en las ciudades, es la desaparición de las “normas de contención y respeto” de la lucha en y entre las tribus. Así, los civiles se convirtieron en escudos de las fuerzas militares de Gaddafi, tanto en sus combates como en la protección de sus retaguardias, depósitos, parques de vehículos e instalaciones. Y lo hicieron tanto voluntaria como forzadamente.

Se ha dicho que esta emigración interna rompió la cohesión interna, la influencia y el poder de las tribus en el país. No es cierto. No ha pasado en Irak, que era mucho más moderno y desarrollado. Y de ello da fe la endiablada y compleja guerra de guerrillas, generada tras la ocupación aliada de primeros de 2003. Ni en el Líbano, donde los shiítas del sur del país forman la base de apoyo étnico y logístico de Hezbolá.

¿Cuándo las tribus han funcionado o pueden funcionar social y políticamente como una nación?

Cuando los beneficios de las estructuras étnicas y tribales, regionales y locales eran o sean superados por los aportados por el sheik o emir dominador o el estado central déspota o democrático. Y éstos tuviesen o tengan los medios de coacción, el respeto y la ascendencia populares, para mantener suficientemente unidas y cohesionadas a las tribus. Y siguiendo aquéllos con una política general común, favorable a la mayoría de los ciudadanos. Donde no tenga lugar la acepción de clanes. Que es el cáncer que ha corroído a las uniones tribales estatales, por ejemplo, en Somalía. Donde, además, ha faltado la figura suficientemente ejemplar y apoyada, como para conseguir imponer una política nacional común y la paz social.

La estructura social estatal surge cuando una tribu puede imponerse a las otras existentes. Empleando siempre para ello un grado variable de coacción o violencia. Se necesita que surjan unas características o funciones, que permitan desarrollar los nuevos lazos intraestatales y debilitar los tribales y regionales. Aquéllas podrían ser el Islam (religión sencilla y muy socializada en la Umma, como ocurrió tras la muerte de Mahoma); la educación generalizada, que genere un cambio de mentalidad y modifique la cultura, sin crear traumas sociales, y especializada, como medio de vida y progreso; la inversión en infraestructuras y capitales; el establecimiento de un sistema político, que pueda guiar y realizar todo el proceso, apoyándose en un funcionariado civil y militar suficiente y probo. Buscando el desarrollo económico progresivo y repartiendo razonablemente los productos obtenidos. Y mostrando así unas posibilidades suficientes de seguridad, justicia, bienestar, prosperidad y paz para todos. Es decir, se trata de resaltar las ventajas del desarrollo integral y superior, sobre el atasco del juego social de tribus y clanes, como estructura anterior superable.

Otro de los vicios que han adquirido los miembros “civilizados” de las tribus es la codicia desmedida. Y con ella, su corolario y su modo fácil de satisfacerla, la corrupción rampante. La igualdad social en las tribus, su “republicanismo ideológico”, garantizaba el uso y disfrute razonable de los recursos por todos los miembros. Y el zakat o limosna canónica musulmana y el apoyo de su colectivo suplían los casos de orfandad, enfermedad, etc.

Las intervenciones extranjeras de apoyo y consolidación en Libia.

Las actuaciones internacionales de pacificación, interposición y defensa de los ciudadanos indefensos, hambrientos y abandonados de terceros países, adolecen de varias deficiencias. Los mandatos internacionales se basan en siempre un rigorismo legal y diplomático, que encorseta lo que tiene que ser una acción compleja y practica. Y no se adaptan suficientemente bien a los objetivos realmente deseados, a los problemas previstos o imprevistos en su cumplimiento, a los medios necesarios y a la logística de apoyo, y a su trascendencia local o extensión práctica.

Son múltiples los escollos a enfrentar, como las coincidencias de la falta de un estado y de sus estructuras básicas y de recursos locales variados; de la existencia de una plétora indebida de armamento personal, medio y pesado en poder del pueblo; de la presencia de grupos armados de diversas tribus y aún clanes rivales; de falta de representatividad social de los 33 miembros del NTC (comité nacional de transición) y aún de la historia reciente colaboracionista de algunos. Así, el objetivo de una intervención extranjera debe ser polivalente, proporcional, muy flexible en su desarrollo operativo y sin trabas o límites prefijados temporales. Es necesario dotar de recursos y medios para su consecución a cada objetivo parcial a desarrollar y lograr.

Si se pretenden acciones militares contra grupos rebeldes contumaces armados, los objetivos deben ser claros, simples, importantes en sus efectos y meditados y engranados al nivel operativo. Las acciones puntuales, como la captura de un jefecillo más o menos importante sólo sirven para enajenar voluntades y gastar recursos. Desde hace tiempo, las potencias de la OTAN utilizan con preferencia las acciones de “apresamiento y extracción” (“catch and carry”) a cargo de sus unidades de élite (rangers, seals, marines, SAS). El objetivo esencial es capturar a una o varias presas, perfectamente localizadas en un objetivo de área (goal zone), que es aislado y protegido por una parte de la partida de incursión. También utilizan con profusión los drones o aviones polivalentes sin pilotos. Con uno eliminaron el lunes 22 de agosto a Atiyah abd al-Rahman, refugiado en uno de los Waziristanes (hay del norte y sur) pashtunes. Era el jefe operativo de Ayman al-Zawahiri al-Masri (el egipcio), la nueva cabeza suprema de al-Qaida.

En la reunión de París se dio un espaldarazo importante al nuevo régimen libio. Y salvando las dudas ideológicas de su declaración fundacional, el grupo de aliados reunido y eufórico, liberó una importante cantidad de dinero (se habló de 35000 millones, y se dijeron dólares y euros?) de los fondos de Gaddafi para el nuevo estado. Éste se comprometió a realizar elecciones constituyentes en 8 meses y legislativas dentro de unos 20 meses. Pero la presencia de asesores políticos o fuerzas extranjeras de interposición no fueron deseadas por el Comité.

Las perspectivas políticas y sociales del régimen rebelde.

Libia no es una nación cohesionada y fraguada. El país está poblado por tribus del desierto. Cuando se les mengue el petróleo, muchos de sus miembros volverán a sus caravanas y jaimas. La Jamahariya fue un movimiento social, religioso y militante, que no llegó a eclosionar. Debido en gran parte a la actitud errática, confusa y nada diplomática de su ideólogo y dirigente, el coronel Gaddafi. Las tribus de la gran zona al sur de Sirte, algunas tribus libias nómadas, los tuaregs de Níger y Mali y las tribus negroides nómadas musulmanas, de la región fronteriza con El Chad, anexionada en 1975 a Libia, fueron el entramado social de los partidarios de Gaddafi. Y siempre se vieron privilegiados y recompensados por el déspota libio.

La base social de los rebeldes es extensa por todo el país y creciente. Éstos están unidos por razones de política social y objetivos. Y están separados por diferencias de etnias y tribus y aún regionales, del este y el oeste de Libia. Hace décadas que se habla de las diferencias existentes entre la Cirenaica y la Tripolitania. Las razones son parentescos, intereses y territorios, lejanos y aún contradictorios entre sí. Sin un Estado central fuerte y unificador, que Gaddafi nunca se ocupó de crear, la unidad nacional es difícil. Y más cuando los derechos de todos empiecen a exigirse.

Desde finales de agosto, el Comité Nacional de Transición operaba algunas de sus oficinas o “departamentos” desde Trípoli. Por su parte, en la Declaración de la Victoria, documento con el que se presentó a los aliados en París el jueves 1 de septiembre, se define que “Libia será un estado democrático, constitucional e islámico, en el que la sharia será norma fundamental y fuente de derecho”. En las iglesias cristianas de Trípoli se elude hablar de ello. “Estamos en las manos de Dios”, es lo único que responden algunos cristianos más decididos. El gobierno rebelde ha declarado también que las nuevas fuerzas armadas libias estarán constituidas por milicias y por antiguos militares gaddafistas, en un intento de reconciliación general. Y que su intención es llevar una transición que restañe heridas y lleve a la reconciliación nacional.

El peligro islamista radical existe. Pero está contenido e inmerso en la vorágine y la fuerza incontestable de la revolución de marzo. Se nombró comandante militar de Trípoli a Abdel Hakim Belhadj. Es el antiguo jefe del Grupo Islámico Libio de Lucha (LIFG, en sus siglas inglesas). Tras un periplo de muyahidin antisoviético por Afganistán, fue detenido por la CIA y entregado a Gaddafi. Ambos le torturaron. Están apareciendo numerosos documentos sobre la colaboración del coronel con la agencia. En 2008, fue amnistiado por el programa de reconciliación promovido por Saif al-Islam. Y ha declarado que su lucha fue de ayuda a Afganistán y contra Gaddafi. Y que está al margen de las ideas globales del califato de al-Qaida. Su “grupo central” de combatientes, al margen de las brigadas regionales rebeldes, fue el que tomó en 48 horas el reducto principal de Gaddafi de Bab al Aziziya, tras la entrada en Trípoli. Su difícil misión es controlar y organizar a todas las fuerzas rebeldes que fluyeron más o menos dirigidas sobre la capital.

Lo que está claro es que la evolución del gobierno y de la sociedad de Libia puede ser muy diversa. Y es cierto que los islamistas, incluso los Hermanos Musulmanes, de presencia testimonial, carecen de apoyo popular importante. También es cierto que, al margen de declaraciones, los rebeldes son una fuerza sin ideología. Hay que procurar que los islamistas no se apropien de la fuerza de los rebeldes para su ideología.

LA CONVIVENCIA ENTRE LAS CIVILIZACIONES ISLÁMICA Y OCCIDENTAL

Presentamos la trayectoria vital de las civilizaciones musulmanas y occidentales, siguiendo sus contactos históricos, sus desencuentros y sus diferencias. No es fácil la convivencia entre civilizaciones contiguas. El carácter singular, exclusivista y expansivo de las civilizaciones no decadentes, hace que el contacto directo entre ellas, sea fuente de roces y choques y de amenazas de ellos. Pero terminaremos, enfocando y desarrollando los abundantes hitos y posibilidades que existen en el camino hacia la convivencia y el respeto mutuo, en la diversidad y la autoestima de ambas civilizaciones.

Origen, expansión y desarrollo del Islam

La Expansión del Islam hacia Occidente: las primeras Yihad militares.

En la época de Mahoma los estados antiguos del centro y sur de Arabia ya no existían. El poder en su territorio estaba dividido entre las tribus que lo poblaban. Pero la Marcha (la Hégira) de aquél con un puñado de seguidores, de La Meca a Medina en el año 622, inauguró una nueva era de transformación en el mundo y de expansión de la teocracia árabe islámica. En esa época, el poder en todo el Cercano y el Medio Orientes se repartía entre el Imperio persa de los Sasánidas y el Imperio de Bizancio, inmersos en intermitentes pugnas fronterizas. Unos pocos años más tarde, los árabes se habían apoderado del Imperio de los Sasánidas (año 644). Y habían constreñido las tierras de Bizancio en Asia, que alcanzaban antes Egipto, la Gran Siria y el norte de Mesopotamia, sólo al centro y oeste de Asia Menor (la Anatolia).

Paralelamente, van controlando el norte de África: en el 641 ocupan Egipto y se extendían rápidamente hasta Trípoli y las costas atlánticas del Magreb y de Ifrikia (en el 697). Por último, en el 711 invaden el reino visigodo de Hispania y en el 732 penetran en el reino de los francos. Aquí son derrotados por Carlos Martel en la batalla de Poitiers y son repelidos para siempre allende los Pirineos.

¿Cómo conseguían los árabes, dispersos, poco numerosos y tribales, el empuje, los medios y la constancia necesarios para emprender una Yihad, como propagación violenta e impuesta del Islam?

Tres fueron las causas que estimularon a unas tribus a emprender el camino de la conquista de amplias y lejanas tierras y pueblos, fuera de la península arábiga. La primera fue la razón religiosa. Como en toda comunidad religiosa primitiva, la Umma fue el centro de los mandatos y las bendiciones de Allah. Viviéndose colectivamente y con entusiasmo el cumplimiento de una doctrina monoteísta y sencilla. Esta religión exigía, además, un proselitismo militante y coactivo, continuo y expansivo, dirigido hacia los infieles y los hostiles fronterizos. La obligación de la Yihad era similar a los otros cinco preceptos o pilares del Islam, que se simbolizaban por una mano abierta. Así, el Corán, entregado a Mahoma en el nacimiento del Islam, tiene numerosos versículos o aleyas que demandan de sus fieles la lucha armada.

Por el lado más prosaico de los intereses mundanos, la extensión de las conquistas árabes, en su avance incontenible durante más de un siglo, trajo el control sobre los bienes y haciendas de los nuevos y numerosos súbditos y el poder político y militar sobre ellos. El dominio musulmán se establecía por la presencia de un gobernador con su guarnición militar, en cada ciudad o región conquistada. La relación de los nuevos súbditos con el régimen islámico se establecía y regulaba por el pago al gobernador de los tributos periódicos por el vasallaje impuesto y por profesar, de momento, una religión diferente. Este flujo de dinero importante y constante comenzó a llegar a los conquistadores, que establecieron diversos mecanismos bastante inteligentes para su reparto. La tercera razón, asequible a los nobles, jefes y más destacados musulmanes, fue el reparto de las cuotas de poder que engendraban el dominio, la defensa y la gobernanza de los nuevos territorios de dar-el-Islam. Así, fueron proliferando los emires, sheikhs y caides, ocupando y conformando la estructura política árabe de los territorios islamizados.

Las tribus árabes originales del Islam recibían una parte de los tributos y de los saqueos de la conquista, aunque no participasen en algunas expediciones militares. Otra parte era entregada a los participantes de la yihad contra algún pueblo o región limítrofe del califato. Una parte importante era entregada a las autoridades de la Umma, centradas en el califato de Damasco o de Bagdad, y representadas regionalmente por sus emires o caides, para sufragar los gastos de la gobernabilidad y el mantenimiento del estado teocrático. De ésta, se derivaba una parte destinada a sufragar, equipar y formar las nuevas yihads hacia los territorios fronterizos a dar-el-Islam, que iban apareciendo. Por último estaba el zakat o la limosna canónica, entregada a los ulemas, que tenía como finalidad resolver y compensar a los musulmanes por las penalidades y los azares de la vida, con la aportación de su comunidad. Y que se repartía a los pobres, los impedidos y los enfermos, los huérfanos y las viudas de la Umma. Esto cerraba el proceso de reparto de la riqueza y el poder. Que amachambraba mundanamente las aspiraciones religiosas de los creyentes de la nueva fe.

Las principales Ramas del Islam y su Ideario político religioso.

El sunnismo, que siguen actualmente cerca del 90% de los musulmanes, acepta también como revelación de Alá la tradición o sunna del Profeta, que son sus hechos y sus comentarios o hadices. El mayor o menor rigor en la selección y aceptación de esta tradición caracterizan a tres de sus escuelas ideológicas, fundadas entre los siglos VIII y IX. Pero, la escuela más abierta y flexible, la chafií, fundada por el palestino al-Chafii, muerto en El Cairo en el 820 a la edad de 53 años, nos abre una puerta esperanzadora a la evolución pacífica del Islam. Ella acepta también el consenso de los sabios de la comunidad y el razonamiento analógico o qiijas, como vías correctas para la adaptación del Islam a todos los tiempos y lugares, desde su “origen rural, analfabeto, pobre, medieval y rodeado de hostiles”. Para ello parte del hadiz “Alá reconoce el bien en lo que los musulmanes han juzgado como tal”.

Existe una gran diferencia ideológica y práctica entre el sunnismo y el chiismo. Ëste se siente perseguido, en razón de la ortodoxia dinástica, el cisma chií surge a partir del cuarto califa, Alí, primo, yerno y compañero del Profeta, e ideológica (admite menos fuentes de revelación), que proclama y defiende. Así, asume históricamente una actitud fatalista, pasiva, incluso de sufrimiento físico por ello, a la espera del retorno del (califa) imam desaparecido (nombre que toman los guías político-religiosos en el chiismo). Éste vendrá como al-Mahdi (el guiado por Alá), en un momento dado de la Historia, para hacer triunfar a la Umma ortodoxa chiita. Pero también se han dado en el chiismo casos de acción insurgente, incluso con cierto éxito e implantación popular: como en el Irán de Jomeini, en El Líbano con Hezbolah o partido de Alá y su subsidiaria Hamas, de Palestina. Incluso, en el ataque contra los cuarteles de las fuerzas occidentales en Beirut en octubre de 1983, que fue la presentación en sociedad de Hezbollah, los conductores de los camiones llenos de explosivos lanzados contra aquéllos, eran suicidas.

Parece claro que el sunnismo está más preparado para tratar y aceptar la convivencia pacífica y las relaciones de todo tipo con otras religiones e ideologías políticas, al menos en determinados momentos y países. Y que con el chiismo es necesario negociar hoy en día desde una posición de más determinación y fortaleza.

Las Jerarquías religiosas del Islam.

En el Islam no existe un clero institucionalizado, universal y riguroso, formado de una manera expresa e igual en toda la Umma. Que responda de la ortodoxia y homogeneidad de las ideas, normas y dogmas. Tanto es así que la pertenencia oficial al Islam se logra por la pronunciación de la profesión de fe: “no hay más Dios (en árabe, Allah) que Dios y Mahoma es su Profeta”.

Los ulemas son los expertos estudiosos en la ley del Islam. Y los muftíes son los jurisconsultos encargados de interpretar la sharia o ley islámica civil y penal. Aunque ambas legislaciones están totalmente imbricadas. Ya que el Profeta, en sus tradiciones o sunna, se encargó por inspiración divina de dar normas para casi todas las ocasiones de la vida cotidiana árabe en el siglo VII. El consejo de ulemas es la máxima autoridad musulmana en cada país o región. Los más prestigiosos, por su formación, proceden de la Universidad de Al Azhar, de El Cairo. Los ulemas son también los encargados de custodiar, gestionar y repartir las limosnas canónicas, el Zakat, previstas por el Corán. Esto les da un enorme poder temporal sobre sus distintas comunidades. Que ningún poder político musulmán, incluso los socialistas laicos, se ha atrevido a discutir o a usurpar. Por ejemplo, incorporando el Zakat a los impuestos recaudados por el Estado.

Los imames o capellanes son los encargados de presidir la oración en las mezquitas. Se colocan para ello frente al nicho indicativo, situado en la pared que da hacia el oeste (La Meca) y mirando a los fieles. Por último estaría el muecín o sacristán, que avisa cinco veces al día, desde antes del amanecer hasta bien entrada la noche, subido en el minarete, para que los fieles hagan sus oraciones de adoración y de aceptación y entrega a la voluntad de Dios. La formación de los imames es totalmente dispar dentro de un país y no necesariamente profunda. En este sentido, es necesario conseguir en razón de la paz y la convivencia, que los ulemas de los distintos países definan, vigilen y controlen la calidad de la formación de los imames. Y la exclusión de sus nobles funciones, de los advenedizos que, sirviéndose de la dirección de la oración, predican ideologías fanáticas, desviadas, sin futuro real y criminales a los fieles.

La reacción europea ante las amenazas imperiales del Islam

Occidente se vuelve a Oriente: la Época de las Cruzadas. Aparece en 1360 el Imperio Otomano Osmanlí en Bursa, en rápida expansión.

Las Cruzadas fueron empresas militares y religiosas, impulsadas por la Iglesia con exhortaciones, oraciones e indulgencias, y realizadas por voluntarios de toda la Cristiandad. Buscaban recuperar para ella el dominio sobre los Santos Lugares de Jesucristo en Palestina, de manos del Islam expansivo e infiel. Éste los ocupó en el año 635 y fue poniendo sucesivamente trabas al peregrinaje individual y colectivo de los cristianos. Entre 1096 y 1270 se llevaron a cabo ocho cruzadas. La Primera Cruzada fue la de más vistosidad y éxito. El 15 de julio de 1099 sus cruzados ocuparon Jerusalén. Que se convirtió en la sede del primer rey, Godofredo de Bouillon. En 1291, con la toma de San Juan de Acre, principal posición cristiana en Palestina a lo largo de un siglo, por los musulmanes del califato de Bagdad, quedó definitivamente liquidado el Reino de Jerusalén. Y perdido el principal objetivo estratégico de la Europa cristiana desde 200 años atrás.

No siempre las cruzadas fueron bien organizadas por las sociedades feudales de la época. Y, en ocasiones, las rivalidades mundanas entre ellas afectaron al discurrir e, incluso, al éxito de las sucesivas expediciones. La necesidad logística de cruzar por los territorios del Imperio de Bizancio, separado de la Iglesia el 24 de julio de 1054 por el Cisma de Oriente del patriarca Miguel I Cerulario, trajo también enfrentamientos muy cruentos con los cristianos ortodoxos grecos. El hecho de que las cruzadas se estructurasen con los nobles, sus gentilhombres y sus huestes, debilitó progresivamente el poder de aquellos en sus territorios de procedencia. Así, las ciudades y los reyes no participantes en las expediciones militares, pudieron ir ganando privilegios y extensiones de poder, a costa de los príncipes y de los señores ausentes. Esto impulsó el comercio en Europa y marcó el inicio de la decadencia continental del feudalismo.

Pero no acabó con las Cruzadas la pugna entre las civilizaciones europeas y musulmanes. Pronto tomó el relevo de los árabes, el imperio Osmanlí de los turcos, tras la toma por Mohamed (Mehmet, en turco) II, el Conquistador, de Constantinopla en 1453. Fecha que, junto con el descubrimiento de América 39 años más tarde, muchos historiadores toman como período de inicio de la Edad Moderna.

El expansionismo y el poderío de la Sublime Puerta eran evidentes: Por el mar era un vecino incómodo y rapiñador del Mediterráneo occidental cristiano, apoyado en sus franquiciados y conmilitones, los piratas y corsarios musulmanes norteafricanos. Por tierra ocupaba los Balcanes cristianos y amenazaba con engullirse parte del antiguo Imperio Romano Germánico de Occidente. El único hombre que vio clara la situación creada por el peligro turco, desde el primer momento, fue el papa San Pío V. Hasta Felipe II de las Españas tardó mucho en convencerse de la necesidad de afrontar este peligro de frente. Y de asestar a los turcos un golpe importante, sin existir previamente una directa provocación turca o un “casus belli”. Las capitulaciones para constituir la Liga Santa con España y Venecia se demorarían hasta el 25 de mayo de 1571, debido a la disparidad de intereses y proyectos. Francia se desmarcó de ella, por su envidia y odio a la supremacía española. Por fin, la escuadra española estuvo preparada el 5 de septiembre. El 15 de septiembre, Don Juan de Austria ordenó la salida de la flota aliada hacia los mares turcos. Y el 26 fondeó en Corfú, mientras una flotilla exploraba la zona. Lepanto quedaba a la entrada del golfo de Corinto, en pleno territorio otomano. El domingo 7 de octubre tuvo lugar la batalla naval que alejó definitivamente del Mediterráneo occidental y central los afanes imperialistas de los otomanos.

Sin embargo, desde el inicio de la Yihad militar por los árabes, en el siglo VII, los santos lugares originales del Islam en la península de Arabia, siempre estuvieron en las manos políticas y religiosas de sus fieles, bien los árabes o los turcos otomanos.

La reacción defensiva moderna en el Islam

El papel de la Yihad o esfuerzo en el camino de Alá. Sus dos conceptos: el militar o colectivo y el esfuerzo personal de purificación y superación. Sus papeles, oportunidades e intervenciones históricas. El terrorismo, el Islam y la Yihad en el mundo contemporáneo.

La Yihad, como guerra santa, el esfuerzo de sangre en el sendero de Alá, va dirigida contra aquellos que amenazan la Umma. Estos pueden ser tanto los infieles hostiles externos, como los no musulmanes que conviven en dar el-Islam, las tierras donde la Umma domina políticamente, y que han roto su “pacto de protección” con ella. A éste tienen derecho teórico los judíos y los cristianos, como gentes citadas en el Corán y que detentan algunos de los libros considerados también como proféticos por el Islam. Se considera a la Yihad una obligación prácticamente igual a uno de los llamados Cinco Pilares del Islam.

El Islam tiene que asumir que la Yihad militar fue necesaria para la instauración y la defensa de la primitiva comunidad de creyentes. Cuando el Profeta estableció el Estado islámico a partir de la destrucción violenta de la jahiliyya árabe o la barbarie existente anterior al Islam. Y aún pudo ser útil la Yihad para su RÁPIDA extensión por el mundo. Cuando lo permitía el estado existente de cultura, relaciones internacionales y desarrollo de las civilizaciones medievales. Pero que su oportunidad histórica no existe actualmente y entonces debe ser reemplazada por “otro tipo de esfuerzo en el camino de Alá”. Cuyo concepto ya existe en la sunna y que podría ser retomado y proclamado por los ulemas y los muftíes piadosos, que son los ideólogos del Islam verdadero y perenne. Y, por cierto, los mismos gozan de una independencia política, social y económica amplísima. Son respetados y/o temidos por los gobiernos en sus respectivos países, y son los que administran el zakat o las limosnas canónicas.

Ya desde el surgimiento de las 4 principales escuelas ideológicas sunnies citadas, cobró fuerza el principio del esfuerzo de reflexión personal, el ichtihad, en el Islam. El ichtihad permitió el desarrollo de la cultura árabe, tanto en lo tocante a los aspectos civiles (ciencias, comercio, literatura, arte) como al enriquecimiento de su teología. El ichtihad es fuente de lucidez, creatividad, progreso, enriquecimiento y paz en el camino del esfuerzo personal y colectivo hacia Dios (esto es el núcleo y la razón del Islam), cuando ya la Umma se había extendido y multiplicado enormemente por el mundo. Hacia el siglo XI (siglo V de la hégira o marcha a Medina), los estudiosos cierran la puerta al ichtihad. El enfoque metodológico islámico se altera. Y a partir de entonces, se imita, se repite, se abusa de los compendios en los estudios del Islam.

Ante el terrorismo (acciones de guerra contra objetivos generales, inocentes e indiscriminados) en su nombre, el mundo islámico se paraliza y no sabe qué decir o hacer. Afirman los portavoces e intelectuales que el Islam es paz y tolerancia. Pero esto no es totalmente cierto, como vimos antes. La mayoría de los musulmanes se distancian de los atentados por oportunismo, para proteger al Islam, preocupados por el creciente rechazo que sufre en Occidente.

No se ha dado en el Islam una reflexión profunda sobre la oportunidad política y religiosa de la violencia. ¿Alguien conoce a pacifistas islámicos activos? No se trata de que reaccionen los intelectuales laicos musulmanes. Éstos no son operativos de la manera que conocemos en Occidente. Ya que para un buen musulmán la política, la sociedad y la religión forman una trinidad única, excluyente e inseparable, establecida por Alá. Porque así fue la Umma original, la sociedad islámica primigenia. Además, el fracaso social y político de los intelectuales laicos árabes quedó refrendado con el de las élites nacionalistas, izquierdistas y europeizadas, que impulsaron la independencia de las distintas naciones árabes tras la II Guerra Mundial.

El radicalismo violento musulmán moderno: ejemplarizado en al-Qaida y sus franquicias y los talibanes afgano pakistaníes.

Los insurgentes radicales islámicos se dedicaron entre los años 60 y 80 a atacar a los que calificaban de gobiernos musulmanes corruptos y falsos, socialistas u occidentalizados. A partir de los 90, su objetivo estratégico principal es Occidente.

Sus características operativas son:

Su brutalidad innecesaria e indiscriminada, que los descalifica ante su religión. En efecto, desprecian y desacatan numerosas aleyas (versículos del Corán) morales importantes, sin que Allah las hubiese cambiado para ellos. Sura 2, aleya 100, “Nosotros no abrogamos ningún versículo de este libro, ni haremos borrar uno solo de tu memoria, sin reemplazarlo por otro igual o mejor”. Por ello, hay una ausencia absoluta de ulemas y muftíes formados, venerables y piadosos a su lado.

Su gran descentralización operativa por la universalidad de la Umma, que trasciende la idea de nación o raza. Pero que les impide conseguir objetivos estratégicos consistentes. Aunque sus acciones puntuales sean importantes, dolorosas y temibles. Su objetivo de golpear a cualquier gobierno, puesto que el califato radical y agresivo en dar el -Islam, no existe hoy en día.

Su fracaso en incorporarse activa y firmemente a un grupo social amplio, que dé cobertura e impulso permanente a su movimiento. Los activistas más alienados se suelen ir aislando progresivamente de la sociedad (al menos, emocional e ideológicamente), aunque “vivan” dentro de ella. Y ello en razón de sus métodos violentos, a los que sacrifican todo por la eficacia y la contundencia en sus ataques. Siguen un proceso de segregación, purificación (en sus improvisados ritos no ortodoxos ayunan, emplean agua de lugares sagrados y banderolas verdes con inscripciones de las aleyas que les favorecen), consagración y radicalización, hasta llegar a la muerte e incluso al suicidio en sus acciones puntuales.

Los terroristas islámicos están en muchos lugares profundamente divididos ideológica y estratégicamente. Aunque las bandas rivales puedan ocasionalmente brindarse apoyo, refugio, información o suministros. La franja de Gaza es dominada desde hace años por Hamas, grupo radical fundamentalista palestino de orientación sunní, en rivalidad directa y violenta con el gobierno palestino de al-Fatah en la Cisjordania. En Gaza, dos organizaciones sucursales de al-Qaida, Ansar al-Sunna y Ansar al-Islam, unos grupúsculos irrisorios, se enfrentan también violentamente a Hamas por la influencia sobre sus habitantes. Los talibanes pakistaníes, principalmente el grupo Tehrik e-Taliban y los independentistas cachemires, realizan periódicamente atentados contra la minoría chií del país. En Irak, al-Qaida se dedica a atacar a los chiíes que acuden en peregrinación desde país y de Irán a los actos anuales de esta religión en sus lugares sagrados de Samarra, Nayaf y Kerbala. También lo hacían los radicales sunníes iraquíes (antiguos funcionarios del Baas y ex miembros de las fuerzas armadas, generalmente depurados sin procesos ni juicios, y grupos regionales tribales). Ellos estaban en rebeldía contra los gobiernos de mayoría chií antes del llamado “despertar sunní”. Promovido por el general David Petraeus, que los transformó en milicias nacionales de autodefensa.

Su afán de publicidad, con el que Occidente colabora.

(CONTINUARÁ)

El Sistema Militar de los Husitas II.

(continuación)

Las Campañas Militares Husitas.

El papa Martín V proclamó en 1420 la cruzada contra los husitas y entregó su dirección militar a Segismundo, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico de Occidente y rey de Bohemia y Hungría. Segismundo había adquirido buena fama militar, guerreando en las fronteras imperiales contra los otomanos. El que hablase el checo no podía aspirar fácilmente a conservar la vida. En las mentes obtusas de los cruzados, los checos eran equivalentes a husitas. Los husitas conformaban una mezcla social heterogénea de legos y clérigos, urbanitas y rústicos, caballeros y doctores universitarios. A la que los propagandistas enemigos llamaban “alianza monstruosa” y “hermandad diabólica”. Consecuentemente, los husitas proclamaron que “en esta hora de venganza, no nos corresponde ni mostrar piedad, ni imitar la misericordia de Jesús. Pues éstos son días de ira, de fervor y de violencia”. Sobre Praga avanzó una enorme masa de guerreros, provenientes de todas las regiones del Imperio. Ziska se apresuró a defender la capital con un ejército de unos 9 mil hombres, aún no totalmente afinado. El centro de gravedad de su defensa se situó en el monte Vitkov, altura empalizada de la ciudad, conocida desde entonces como colina de Ziska. La defensa fue desesperada y hasta las mujeres se incorporaron a la lucha. Pero la heterogénea procedencia de los sitiadores llevó a graves disensiones en sus filas y levantaron el sitio sin resultados.

Un año después se lanzó la mayor cruzada contra los husitas. Diversos príncipes alemanes dirigieron una gran hueste. Su número se ha elevado a cifras exageradas por los cronistas. Pero es seguro que superaban cinco a uno a los husitas. Éstos ya habían conseguido diseñar y, sobre todo, engranar completamente su sistema de armas combinadas. Entonces, Ziska avanzó hacia la frontera. Y, operando desde sus líneas interiores, asestó en cuatro días 2 importantes golpes (en Luditz y en Kuttenburg) a 2 fuerzas enemigas convergentes y ocupó 2 poblados fortificados en aquélla. En un combate en 1421, Ziska recibió un flechazo en el ojo sano, perdiendo la vista. Y sus sorprendentes y sucesivos éxitos los fue ya creando, decidiendo, enhebrando y desarrollando, con los informes que le iban narrando sus jefes sobre el terreno de combate. Así, sus lugartenientes fueron incorporándose a las particularidades, el conocimiento y el dominio de su sistema militar interarmas.

Segismundo conducía a su vez otro ejército hacia Moravia, para eliminar de allí a los husitas. Ya no empleaba las masas densas de caballería, sino que su fuerza era un conjunto de 23 mil mercenarios entrenados, mandados por el capitán de condottieri Pipa de Ozora. Ziska le persiguió con unos 10 mil hombres, formando una agrupación de marcha de vehículos blindados de combate de infantería, artillería y caballería. En Kutna Hora, a 50 Km. al este de Praga, derrotó al emperador y a sus mercenarios el 6 de enero de 1422. Éstos dejaron 12 mil muertos en la tierra que invadieron. Y Segismundo se salvó a duras penas de ser apresado por la caballería husita en la explotación del triunfo.

Las expediciones militares a Bohemia tuvieron un fuerte impacto económico en los países que las promovían. Eran empresas caras y los recursos tenían que extraerse de todas las fuentes posibles. Esto suponía el agotamiento de las arcas imperiales, cargas tributarias sobre los contribuyentes detectados y contribuciones de la Iglesia. En muchos casos era necesario rescatar a los cautivos y también pagar a los husitas elevadas sumas por los armisticios. Aparte de la pérdida de los ejércitos levantados y la captura por el enemigo de sus armas, monturas, equipos y víveres. Las Dietas Imperiales tuvieron que afrontar la falta de recursos desde 1420 a 1436.

Después de 1422, fueron ya los husitas los atacantes y los invasores. Ziska lanzó una primera operación de castigo sobre los húngaros, por su participación en la cruzada anterior. Fue el inicio de una gran campaña de ofensivas husitas intermitentes contra las regiones y los príncipes del Imperio. La superioridad de a veces hasta 10 a 1 no bastaba para permitir triunfar a su enemigo, ni para evitar su precipitada y escandalosa huida. Por todo alrededor de Bohemia y Moravia, las bandas husitas saquearon Austria, Sajonia, Baviera, Silesia y Turingia, llegando hasta el Báltico. En estos años, sólo una vez los imperiales les presentaron batalla. Fue en Ústí y su ejército de 70 mil hombres fue derrotado completamente por 23 mil husitas. Pero ya iban asomando también los malignos y poderosos gérmenes intestinos, que llevarían a la decadencia y al ocaso de los husitas, tras la muerte de Ziska. En efecto, los husitas comenzaron a separarse internamente por razones de diferencias religiosas y ambiciones de poder de los jefes.

La Precipitada Decadencia de los Husitas.

El 11 de octubre de 1424, Jan Ziska murió a la edad de 70 años. En el espíritu de las leyendas que se tejieron en torno a los husitas, se dijo que con su piel se confeccionó el parche de un tambor de guerra, destinado a amedrentar a los germanos. Su sucesor fue un sacerdote casado, llamado Procopio el Grande. Que tenía más talento para la política y los contubernios que como militar. Esta designación polarizó más a los grupos husitas. Por lo que le venía mejor el sobrenombre de “el Cuestionable”. En la estela relumbrante y temible de su predecesor, consiguió aún arrancar concesiones del Papado, a través del concilio de Basilea, y del Imperio. Ambas instituciones pensaban que así les podía ir mejor que combatiéndoles directamente. El ejército husita estaba ya creciendo con la incorporación de mercenarios polacos y húngaros. Pronto, antiguos lugartenientes de Ziska establecieron una oposición abierta contra Procopio. Todo ello levantaba y encrespaba intereses, razones y objetivos discrepantes entre los husitas. Y que llegarían a convertirse en antagónicos insolubles.

Por fin, en la batalla de Lipany, el 30 de mayo de 1434, a 40 Km. al este de Praga, se enfrentaron y despedazaron entre sí las 2 grandes facciones husitas: los nobles nacionales, algunos católicos y los conservadores, de un lado, y el ejército oficial husita, los hombres de Procopio, enfrente. Éstos salieron antes de tiempo de su escudo de carros blindados para rematar a su enemigo, sufrieron un contraataque demoledor y fueron derrotados por los primeros. Entre los caídos estaba el gran Procopio. Algunos llamaron más tarde a Lipany, el “suicidio de Bohemia”. En el plazo de unos pocos lustros, Bohemia formaba parte de nuevo del Imperio germano y católico.

Jan Ziska fue siempre la argamasa que mantuvo unidos a los distintos grupos de husitas. Fue la autoridad central que es siempre necesaria, si se quiere perdurar en el tiempo, venciendo a los demonios de la incertidumbre y de los avatares en etapas tan procelosas. Fue muchas veces el árbitro en las disputas más mundanas o miopes de los husitas locales. Buscaba, por encima de todo, la unificación nacional y militar de los checos, elevando su objetivo por encima de las vicisitudes y diferencias del día a día de la rebelión y con sus enemigos. La autoridad, la falta de ambiciones personales y el prestigio de Jan Ziska fueron siempre incuestionables. Y estaban marchamados por su ejemplo (dirigió in situ la defensa agónica del monte Vitkov en 1420), su mando militar supremo y sus numerosos triunfos sobre el enemigo imperial y sus aliados.

LA RUINA ECONÓMICA DE GRECIA

Hace ahora algo más de un año, la troika implacable del BCE (oh, el soso de Trichet), el FMI (el banco del orden financiero internacional de los países ricos) y la Comisión Europea (los superfuncionarios supranacionales intocables), echó sobre la economía de Grecia un dogal corredizo de acero. Y la está llevando a su ruina económica y social.

¿Dónde nos hemos metido, Dios mío?

Desde la creación del euro y al rebufo de la política expansiva del crédito, con tipos de referencia muy por debajo del 3,5 o 4% y amplias líneas de descuento, Grecia abusó por mucho tiempo de su calidad de “país miembro” de la Comunidad Europea y del euro. Incluso se dijo que su Gobierno había contratado los servicios de una de esas casas de banca e inversiones anglosajonas, uno de esos expertos en ingeniería financiera, para maquillar favorablemente las estadísticas y datos que presentaba regularmente a la Comunidad. La ingeniería financiera juega con los números y las transacciones, creando valor liberatorio y anotatorio. Se sostiene y prospera con los apuntes inevitables. Por contra, está la economía real que genera con las finanzas y otros medios de producción: bienes, servicios, prosperidad y ahorros para la inversión y el mañana. Es decir, que, durante un tiempo, Grecia nos engañó a todos, en relación a su cumplimiento del Pacto de Estabilidad del euro. En el cual se basa la riqueza de todos los que lo utilizamos como unidad y patrón monetario.

Por otra parte, su economía tampoco era capaz de generar la riqueza necesaria para elevar el nivel de vida y la renta disponible de los griegos. Y esto, a la velocidad que pretendían sus gobiernos, tanto los de una orientación ideológica como los de otra. Los griegos, en este contexto, pedían créditos a otros países, en su calidad de “país miembro”, lo que les daba el marchamo de seriedad y solvencia. Que eran para mantener aquél ritmo de crecimiento que sus recursos no permitían. Y que, por tanto, tampoco merecían en puridad económica, financiera y moral.

El dinero procedía del ahorro en general de las personas y entidades. En efecto, cuando los bancos e instituciones prestan de cualquier modo, al Estado, a a las entidades públicas, a las corporaciones y al público, lo hacen fundamentalmente con el dinero de sus depositantes de todo tipo: a la vista, a plazo y tomadores de sus bonos. Y los bancos e instituciones tienen el sacrosanto deber de custodiar y proteger razonablemente ese todo dinero ajeno confiado a ellos. Y a veces, por su uso, también dan a sus depositarios una pequeña remuneración. La intermediación bancaria compra deuda pública o de empresas y da préstamos a particulares y empresas con los dineros depositados. Su buen hacer y su beneficio empresariales se basan en estudiar los riesgos de cada caso y valorar el mayor rédito que dan las inversiones, en función de su riesgo y posibilidades. La deuda griega era más apetecible que otras, porque ella daba algo más de interés. Ojo, no eran los sobrecostes especulativos post crisis. Y todos contentos y felices, haciendo negocios.

El dogal pernicioso, no sólo corrector, de Grecia.

Damos un resumen general de las medidas impuestas a la economía y a la sociedad griegas, para concederles las ayudas internacionales de apoyo y saneamiento financiero de su “economía en euros”. Las pensiones están congeladas. Los años de cotización para percibirlas han subido de 37 a 40 años. Las nuevas prestaciones concedidas son hasta un 18% menores. Se han reducido el salario mínimo de referencia y las indemnizaciones laborales por despido. El IVA general ha subido del 19% al 23% y también lo han sido los impuestos especiales sobre el tabaco, el alcohol y los derivados petroleros. El número de ayuntamientos y entidades locales se está reduciendo dramáticamente desde 1300 a la cuarta parte. Los funcionarios tienen el sueldo congelado por 3 años y se han reducido sus complementos. La oferta pública de empleo es nula. Diversas empresas del Estado, como la Lotería, serán privatizadas para allegar fondos. No pueden devaluar su moneda, porque no la tienen. Pero les han depauperado seriamente en euros. Es decir, en su faltriquera y por mucho tiempo, tendrán muchos menos euros que antes.

Algunos sesudos economistas se han atrevido a decir que la reestructuración de su deuda es necesaria. Algo así, diría Joseph A. Schumpeter, como una «destrucción creativa». El precio sería dejar de pagar para siempre un 10, 20, 30% de la deuda griega, adquirida anteriormente por organismos, bancos, países y particulares. ¿Y los derechos de los prestamistas? ¿Y su efecto sobre las deudas soberanas de otros países? Esto es como cuando dicen que es bueno que salgan del euro y ya devaluaran el dracma. Pero, ¿es que exportar es la única actividad económica? ¿Y el empobrecimiento general de la población griega, con una unidad de valor y de pago decrecida y recortada?

Gran esfuerzo pusieron los organismos internacionales en corregir los graves defectos de las finanzas griegas. Pero, casi han anulado su capacidad de generar recursos, casi llevaron a la caquexia económica a su estructura productiva, casi han asfixiado la iniciativa, la creatividad y el estímulo al riesgo productivo de su población. Las protestas sociales en las calles griegas, las mayores en nuestra zona económica internacional, advertían espasmódica e intuitivamente a todos que, “no es éste, no es éste el camino correcto”. Los directores de la troika prefirieron la solución rápida, quirúrgica y radical para resolver y equilibrar el apalancamiento público y privado de Grecia. Tenían prisa por garantizar a sus instituciones financieras el cobro de las deudas helenas. “La cura va bien; el miembro, se pierde”, dice un refrán popular español, referido a las curas de caballo.

Una conclusión y una solución.

La misma prisa exagerada, por encima de sus capacidades productivas, que pusieron los griegos en crecer con el dinero ajeno, la pone ahora la troika implacable para cobrar los apalancamientos. Ambas conductas forzadas no respetan ni respetaron la estructura económica griega y las posibilidades de ese pueblo. Si antes se empacharon por glotonería y pillería, ahora languidecen en una anorexia de medios de pago. Y una economía necesita un volumen mínimo y una velocidad de circulación adecuada de sus medios de pago. Y ello para facilitar todas las transacciones que se generan en su funcionamiento extenso y complejo.

Y cuando la economía está sana y regulada adecuadamente, en un equilibrio que los rectores extranjeros no son capaces de fijar y de controlar, ya producirá los salarios, los rendimientos de capital, los impuestos y las tasas, los bienes y servicios y las compras al exterior y los pagos de las deudas proporcionales a ella. Para satisfacer las necesidades económicas de sus habitantes y prosperar en paz social. ¡Qué buenos siervos, si tuvieran buenos señores!, dice otro adagio castellano.

El Sistema Militar de los Husitas.

Una Revolución Militar del Siglo XV. 

Prolegómenos.

Hace más de 600 años, tuvo lugar en Tannenberg una famosa batalla entre los jinetes alemanes y polacos. En efecto, las caballerías teutona y polaca, ayudada ésta por jinetes lituanos chocaron el 15 de julio de 1410 en la batalla llamada de Grünwald por los polacos. Éstos prevalecieron por puro esfuerzo. El Estado monacal de los caballeros teutónicos resultó vencido y repelido de Polonia. La Orden no recuperó su influencia anterior. La batalla es uno de los acontecimientos más importantes de la historia polaca, al consagrar una independencia temporal de los alemanes. Fue un combate puramente muscular.

Y no fue diferente del que perdieron los polacos contra los “tumanes” o grandes grupos mongoles de caballería pesada y ligera en Liegnitz el 9 de abril de 1241. Sin embargo, apenas unos 10 años después de Tannenberg, un ejército de campesinos de Centro Europa llevó a cabo una auténtica revolución en el arte ciencia de la guerra. Revolución que desarrolló un sistema defensivo ofensivo cabal. Y que se adelantó en dos siglos al vigente en su época. Presentando adaptaciones e innovaciones que no fueron comprendidas por los militares hasta 4 siglos después. Así, las realizaciones de Jan Ziska y sus carros baluartes se mantuvieron vigentes, incomprendidas y temidas por sus enemigos. Era una época oscurecida por la brujería y la permanencia anquilosada de la ignorancia. Y las técnicas y tácticas de Ziska se basaban en un conocimiento y una experiencia previos, la experimentación, la retroalimentación y el análisis de resultados y la adaptación de los magros medios disponibles.

El Origen del Movimiento nacional religioso husita.

El 6 de julio de 1415, Juan Hus, de 46 años, sacerdote reformista y héroe nacional checo fue muerto en la hoguera por herejía. Sus seguidores, el pueblo llano de Bohemia, sojuzgada por el católico Imperio alemán, se organizaron rápidamente como los cristianos primitivos. Llenos de un entusiasmo fresco y novedoso, celebraban sus sencillos ritos con cánticos en sus campos, dirigidos por sacerdotes casados, que oficiaban en su idioma vernáculo, recibiendo la comunión bajo las dos especies. Entonces, el primer desafío de la Reforma protestante contra Roma resonó por toda Bohemia. Y su reniego de creencias establecidas, como las indulgencias y bulas, el rechazo de la propiedad temporal de la Iglesia y el purgatorio, y la predicación libre de la Palabra, les llevó a ser declarados herejes. Bohemia está constituida geográficamente por la extensa y fértil llanura de Polavi, regada por el Elba y el Vltava. Si la unimos a Moravia, que se alarga desde su frontera oriental hacia el sureste, tenemos a Chequia o tierra de los checos.

El Genio militar y organizador de un viejo hidalgo checo, Jan Ziska de Trocnov. Aparece el Ejército del Señor, bajo los estandartes con el Cáliz de su Sangre. Sus Características, Tácticas y Estrategia.

Muy poco se conoce realmente de los primeros 65 años de la vida de Jan Ziska. Ziska era un hidalgo de Bohemia, pobre e inculto, que luchó como mercenario en Polonia. Cuando regresó a su país, este veterano y tuerto militar de 65 años, aún no había iniciado su prodigiosa y corta carrera de patriota militar rebelde. La guerra de liberación estalló en 1419. Y Jan Ziska, por su experiencia previa, surge al mando de unos centenares de campesinos de su Trocnov natal, pueblo al sur de Bohemia, armados con hoces y mayales o trillos. El mayal es un instrumento usado en la trilla del centeno, compuesto por dos palos recios, unidos con una cuerda. El mayor se empuñaba y servía para descargar con impulso el más pequeño sobre la parva. Para la guerra, el más pequeño podía estar erizado de clavos, láminas o con pesos. Ziska, al darse cuenta que su ejército animoso, embrionario y sin estructura no podía enfrentarse a los jinetes acorazados del Emperador alemán, se retiró a Tabor. Éste era un pequeño pueblo montañoso, situado a 75 Km. al sur de Praga. Allí fortificó sus posiciones naturales, formando un gigantesco castillo defensivo. Esta posición fortificada se convirtió en un reclamo para todos los rebeldes bohemios. Y sería su base de apoyo permanente en sus operaciones militares futuras. Hasta que en 1423, por desavenencias con parte de los taboritas, pasó con sus seguidores a ocupar el monte Oreb (les daban nombres bíblicos a los suyos), en las cercanías de Hradoc Králove, en la Bohemia oriental, junto al río Labe.

Ziska comenzó a imbuir de una disciplina férrea e integradora a sus primitivas huestes. En un documento conservado de 1423 aparece su reglamento militar. El entrenamiento en las técnicas y tácticas, aunque simples, era practicado continuamente. Siendo puros y formando el ejército del Señor, el remoloneo, la desobediencia, el juego, la brabuconería y la vida desordenada con mujeres eran castigados severamente. Los oficiales sólo obtenían su promoción por méritos. Todos los husitas tenían asignado un puesto permanente en la milicia: los hombres, en las filas del ejército; los viejos y las mujeres fortificaban y, también, reparaban toda clase de equipos; los niños eran trasegadores de pólvora, armas, municiones y alimentos.

Tampoco quiso Ziska arriesgar y malgastar a sus fuerzas novatas. Así, fue acostumbrando a sus hombres a la dureza y las particularidades de su oficio, lanzándolas a operaciones de ataque y pillaje sobre los monasterios fortalezas que punteaban Bohemia. Los hombres iban probando y comprobando sus habilidades y asumiendo sus victorias, formando así espíritu de cuerpo y una moral de lucha. De los monasterios traían, además, todo el oro, la plata y las joyas que podían, para financiarse. Y las armas del enemigo: ballestas, bombardas y las primitivas armas de fuego individuales.

Las corazas de los jinetes nobles, al principio del siglo XV, eran ya casi impenetrables. A las distancias habituales de combate resistían las flechas de los arcos largos y los virotes de las ballestas portátiles, salvo el blanco de fortuna en las juntas de sus piezas. Pero las primitivas y recientes armas de fuego individuales sí eran efectivas contra las cargas de los nobles. Ziska llegó a armar a un tercio de sus infantes con estas armas, en una proporción enorme para la época.

Dentro del sistema militar husita destaca el empleo del carro blindado. Antes que ellos, muchas tribus emigrantes invasoras (los bárbaros) usaron sus carros de impedimenta como refugio temporal en la batalla. En Adrianópolis, la derrota romana fue ocasionada en parte por su uso por los godos. Incluso, posteriormente, los carros defensivos fueron utilizados en las caravanas de los colonos estadounidenses contra los indios del Oeste y por los boers de África del Sur contra los zulúes. Pero la aportación husita fue radical, flexible e innovadora y fue táctica, operativa y técnica. Los débiles carros campesinos del país, usados para acarrear las cosechas, la leña, la hierba y el heno, fueron empleados aquí para transportar y proteger a un pelotón de husitas, sus servidores. El carro era reforzado lateralmente con cuadernas y tablones robustos e incluso, a veces, con planchas de hierro basto. Su estructura tenía toscas aspilleras para el tiro protegido de ballestas y armas de fuego individuales. Estos carros blindados, usados como plataformas protegidas de tiro tenso, permitían una gran precisión de fuego. Porque sus servidores individuales y colectivos se hallaban bien cubiertos con ellos. Por supuesto, los husitas también contaban con un número variable e importante de carros del país dedicados al transporte de su impedimenta y servicios; por ejemplo, las tiendas que montaban por las noches para acogerse.

Ziska incorporó también la artillería pesada a su ejército. Y no simplemente las culebrinas sobre narrias, que usaron los franceses para arrasar a los ingleses en la batalla de Formigny (junto a Caen) el 15 de abril de 1450. Matando a 5600 ingleses, a cambio de menos de doce muertos propios. Vengándose así de las derrotas que les infligieron los ingleses en Crecy y Agincourt, durante la Guerra de los Cien Años. Hasta entonces, la artillería pesada era empleada por los ejércitos reales para los sitios. Las bombardas husitas eran transportadas en carros pesados de 4 ruedas. Y eran capaces de lanzar piedras de hasta unos 40 Kg. Al formarse el cuadro defensivo husita, con los carros blindados en su perímetro, los cañones eran desplegados en los espacios entre dos carros, que estaban asegurados con cadenas o fuertes sogas. La concentración de fuegos podía hacerse en cualquiera de los lados del cuadro que fuese necesario.

Los husitas poseían una caballería pequeña, raquítica e insuficiente al principio, pero necesaria y eficaz. Estaba formada por un cuerpo ligero variable de exploradores y forrajeros y varios escuadrones pesados de choque, equipados con lanzas y espadas.

Una campaña militar típica husita comenzaba por la invasión del territorio hostil, generalmente del Emperador, con gran iniciativa y celeridad. Incluso llegaban a aquél antes de que las huestes enemigas se hubiesen concentrado, a la llamada imperial. Su caballería procedía a devastar las tierras enemigas, sembrando la alarma, el estupor y las huidas de paisanos, más allá de su alcance eficaz. Las ondas de conmoción creadas por su irrupción en la retaguardia enemiga, se extendían desde el foco generador por regiones enteras. Las pequeñas ciudades y puntos fuertes enemigos podían ser sitiados, apabullados y tomados, sirviéndose de su tren artillero y sus técnicas de sitio y aislamiento del enemigo. Todo esto atraía inevitablemente el avance en fuerza de las tropas imperiales y el ataque obligado e impetuoso a las fuerzas husitas.

Tras las primeras derrotas imperiales, cuando éstos divisaban el avance lejano de los carros husitas formando lineas de marcha, entonando los hombres a viva voz sus cánticos religiosos y con los estandartes de combate del Santo Cáliz desplegados al viento, sus ánimos se llenaban de inquietud y de dudas. Por más que sus jefes les recriminasen una y otra vez que, si no habían logrado antes la victoria sobre los husitas, había sido porque no habían luchado con suficiente celo, interés y esfuerzo por la verdadera fe y el emperador. Lo cual sólo les servía para que en la siguiente batalla se rompiesen la crisma contra la defensa husita con más intención, devoción y mayor convicción. El himno husita más característico, el Kdoz jsu bozi bojovnici o “Los que son combatientes de Dios”, llegó a inspirar varias piezas musicales.

Una agrupación de marcha husita avanzaba por el campo en 4 hileras de hasta 400 carros de ambos tipos. Ante la proximidad de la batalla, los carros blindados cerraban el cuadrilátero defensivo, colocándose en su periferia y encadenándose a sus contiguos. La mitad de sus tripulantes eran infantes equipados con sus armas de choque. Y defendían la línea de vehículos y a los tiradores y artilleros, de los enemigos que pudieran alcanzar el lado externo de sus carros. Los carros de carga formaban un recinto interno circular menor, que acogía a los caballos de tiro. Si era posible, reforzaban su posición temporal con un foso circundante. La flexibilidad husita, siempre a tracción animal, se manifestaba continuamente en el campo de batalla. Ante la amenaza lejana enemiga, no les importaba realizar una marcha retrógrada. Estableciendo luego su castillo andante, erizado de trampas para el enemigo, en una posición natural fácilmente reforzable. Y que bloqueara el avance imperial, atrayendo por ello más su ataque.

La caballería pesada era el arma de los nobles y caballeros. Ella les permitía dominar, avasallar y castigar a todos los siervos. Sirviéndose de la impunidad que les daban sus corazas y de la potencia de choque que lograban con sus caballerías a la carga. Pero los caballeros que llegaban a la línea de carros, la alcanzaban batidos por los fuegos husitas ligero y pesado, sin capacidad de combate suficiente para romperla. Ante ella eran vapuleados por sus infantes ocupantes, armados con mazas, picas y mayales reforzados. Cuando el enemigo desorganizado y quebrantado física y moralmente se retiraba o huía, la caballería pesada husita salía de su refugio tras los carros blindados. Y se lanzaba a perseguirlo y rematarlo, cubierta por el cuerpo ligero de jinetes. Era el momento de la exacción de la sangre, en el que las pérdidas imperiales recrecían. Y su derrota final impactaba honda e inexorablemente en el ánimo de los que conseguían alejarse y sobrevivir por esa vez.

A la vista de los resultados que obtenían, Ziska y los suyos fueron considerados pronto como socios del diablo. Lo cual acrecentaba y prolongaba su efecto moral y depresivo sobre sus enemigos. Esto lo proclamaban los nobles y el ejército imperial, para justificar su terca incapacidad para conocerlos, detectar sus puntos flacos o “flancos expuestos”, evolucionar y adaptarse a las condiciones de esa nueva forma de lucha.

(continuará)