La Guerra Civil de Siria.

Los participantes, los países vecinos y las potencias involucradas en la Guerra Civil de Siria.

Esta guerra civil no declarada y, por tanto, conflicto armado, se caracteriza por la existencia de un equilibrio imperfecto y tenso entre pariguales. Los equilibrios imperfectos tienden siempre a la estabilidad indefinida. En Siria, los rebeldes y el régimen han alcanzado un grado de fiera enemistad violenta, que sus existencias se excluyen irreversiblemente. En el exterior, las potencias concurrentes y los vecinos de Siria van esperando o buscando el acomodo y el logro de sus estrategias nacionales y de sus cuotas de poder y de influencias en el Próximo Oriente o el Asia Suroccidental. De momento, los avances son pequeños, imperceptibles. Es el tiempo callado de la acumulación de la “energía humana”. El régimen ya no conseguirá eliminar a los rebeldes, ni éstos tienen aún la capacidad militar para derribarlo. Ningún otro país ejerce el suficiente envite, ni tiene la libertad de acción necesaria que le permita imponer sus criterios. Por lo que los cambios se producen o se producirán por pasos sucesivos muy cortos. Llegará el momento de la eclosión de aquélla y lo hará inesperada y rápidamente, concretándose en un status quo bastante inesperado.

El Desarrollo acelerado de la Guerra Civil de Siria.

Desde las manifestaciones pacíficas multitudinarias por casi todo el país que se realizaban hace apenas unos meses, la revuelta social ha dado un importante paso cualitativo en su desarrollo y extensión. Se ha radicalizado y ha “tomado las armas” contra el régimen. Extendiendo sus “ondas de conmoción social” por todo el país, a todos los participantes, por los países vecinos y hasta las potencias extranjeras. Lejos están ya las manifestaciones de los jóvenes opositores, que no veían a la violencia como una opción aceptable de liberación nacional. Sin embargo, algunos analistas defienden que las ejecuciones ilegales de soldados, policías y civiles afectos al régimen comenzaron casi desde el inicio de las protestas generalizadas. Y otros atribuye esa radicalización de posturas a la represión selectiva y progresiva del régimen.

A esto se une la islamización creciente de la oposición armada. Al principio las manifestaciones partían desde mezquitas o locales céntricos. Y luego, se comenzó a dar culto a los “mártires” y a emplear la retórica islamistas en las comunicaciones y declaraciones y en la denominación de los grupos irregulares. Del grito en los primeros videos colgados en la Red o enviados al exterior del país, “el pueblo quiere la caída del régimen”, han pasado a “el pueblo quiere la proclamación de la Yihad por los ulemas y muftíes”. Este levantamiento no es laico. Es un levantamiento protagonizado por musulmanes más o menos practicantes del Islam. Laico es el régimen corrupto y rapaz de los Assad, donde las confesiones no islámicas eran respetadas y acogidas. Y que ha perdido la capacidad de defender y de representar al pueblo. Ésta es la justificación social de mantener y respetar a una dictadura exclusivista, casi siempre dinástica, a cambio de sus privilegios de clase opresora.

El gobierno de los Assad y su aparamenta política han dejado de formar hace mucho tiempo un régimen socialista y nacional. Ya que no representan, ni defienden, ni integran los intereses particulares y colectivos de su nación. Ahora sólo abanderan y protegen a los miembros de la amplia oligarquía socio religiosa, que acapara y distribuye en distintos grados el poder institucional, social y económico de Siria. El régimen sirio está cristalizado, sin fluidez, tanto social, como ideológica y administrativamente. Y se está convirtiendo en la cáscara de un “fruto socio político”, agostado, estéril y vacío.

Para los esquemas de los televidentes foráneos, tranquilos en sus casas a muchos Km. de los hechos violentos, los combates son feroces. Pero ello reside en que al enemigo que pretende matarte o mutilarte desde posiciones cubiertas y reforzadas, pues se le ablanda por el fuego directo pesado, se le corta la retirada ocupando un cruce de calles más allá y se le asalta su posición defensiva desde el techo o desde el suelo, por saltos asegurados sucesivos, si es que ha conseguido aguantar tanto (muy extraño). Desgraciadamente aquí no valen los recursos románticos de “disparen Uds. primero, señores rebeldes”. Para conseguir la decisión y llegar al fin, lo mejor suele ser enseñar los dientes desde el principio y actuar con determinación. Aunque ni los militares ni los rebeldes tengan la doctrina o la experiencia de la lucha urbana.

Los Participantes Sirios de la Guerra Civil.

Los Alauitas: el Sostén social del Régimen. Su Futuro.

De los 24 millones de sirios, los alauitas son apenas un 13-15% del total. Pero, de ellos se nutren el Partido Baaz, su régimen dinástico laico y los puestos claves de la Administración, de las Fuerzas Armadas (que incorporan a toda la población en el servicio militar), de las unidades militares (hay varias unidades de “Fuerzas Especiales”, formadas exclusivamente por voluntarios alauitas, que recibieron el nombre conjunto de “Fuerza de Despliegue Rápido”) y específicas de inteligencia (“mujabarat”) y de unas milicias recién formadas, diferentes a las burocratizadas y poco efectivas del Baaz, los “shabiba” o “grupos de tareas” más o menos coordinados, formados por auténticos matones regionales. Que se encargan de la última explotación socio política, tras las incursiones militares victoriosas de limpieza de rebeldes irregulares.

Los alauitas sirios nada tienen que ver con los chiítas iraníes o libaneses. Los alauíes tienen una religión “ad hoc”, formada por una mezcla de dogmas, rituales y virtudes del chiísmo y el cristianismo. Aderezada con retazos del platonismo, el zoroastrismo y los antiguos cultos persas, helenos y fenicios. No edifican, ni usan las mezquitas. Realizan sus “ritos colectivos” en las casas particulares, empleando en ellos el pan y el vino, en una sacralización de éstos, que copia sin efectos la “Transustanciación católica”. No cumplen el ayuno del Ramadán (el “Roza”) , ni efectúan la peregrinación colectiva a La Meca (el “Hajj”). Pero respetan la “ashura chií” o “martirio” del Imam Hussein en Kerbala, Irak, y celebran el “Nouruz” o año nuevo chiíta y las Navidades cristianas. Toda esta mezcolanza de características peculiares en su identidad étnico religiosa, está contenida en un libro semi secreto, el “Kitab al-Majmu”, transmitido entre sus eruditos a lo largo de las generaciones. Así, algunos ulemas y muftíes sunníes consideran a los alauitas sirios como la “herejía dentro de la herejía chiíta”. Y los alauitas, aislados en un mar de enemigos potenciales, se han servido de la discreción y el secretismo para perdurar y prosperar en su país, sin llamar la atención o ser molestados por sus vecinos ajenos.

Los alauitas se concentran al oeste de una delgada cadena de alturas, la Ansariyya, que se prolonga en dirección norte sur. Muy poco al este de esta sucesión de alturas, el Orontes, que alimenta la irrigación de diferentes cultivos desde la depresión natural del Gab, permite los emplazamientos urbanos, principalmente Hama y Homs. Aquí existe una estrecha y próspera llanura costera, donde está la base naval del puerto de Tartus, la única que los rusos poseen en el Mediterráno. El centro administrativo y comercial de la zona es la ciudad costera de Latakia, que da nombre a la “gran región alauita”. Acostumbrados a dirigir y ordenar, los alauitas cuentan con un buen plantel de mandos en todos los niveles de autoridad.

Latakia es étnica y religiosamente más homogénea que sus vecinos Israel, Palestina o El Líbano. Es decir, es la base geográfica de una etnia. Todos hablan árabe y el credo es el alauita. La gran Latakia ha sido conquistada sucesivamente por hititas, fenicios, asirios, babilonios, persas, egipcios, griegos, romanos, distintas realezas musulmanas centradas en los califatos y emiratos de Arabia Saudita, Egipto, Siria, Irak e Irán, los cruzados de Occidente, los otomanos y finalmente los franceses. Estos últimos recibieron apoyo de la población local, hostil a los otomanos. Lo cual hizo que París alistara un alto porcentaje de alauitas en sus tropas locales coloniales. Francia, además, permitió que entre 1920 y 1937 Latakia tuviese varios status políticos. Incluso fue un Estado independiente a finales de los años 20. París también permitió que El Líbano se separase de Siria, para darle una república propia a los cristianos árabes. Pero, en 1937 reintegró Latakia a Siria y permitió que la costa que está a su norte, la zona de HatayAlejandreta, formara un Estado aparte. Que en 1939 la Turquía laica anexó, expulsando a gran parte de su población, mayoritariamente alauita. Los alauitas se opusieron a todo ello y hasta los años 50 no aceptaron ser parte de Siria. El alauita Zaki al-Arzusi, al fracasar en una rebelión separatista en Hatay, cofundó el Baaz. Este partido tomó Damasco en 1963 y luego llevó a los alauitas al poder en 1970 con el golpe de los Assad.

Latakia sirvió como una de las bases sociales del golpe de estado que impuso el régimen del Baaz. Aquí podría instalarse “provisionalmente” (en diplomacia puede indicar “indefinidamente”) un protectorado ruso de la República de Latakia, como refugio de una parte de los sirios. También una “presión excesiva” de los victoriosos fundamentalistas sunníes sobre los alauitas, podría animar futuros separatismos armados en Latakia, si ésta se sintiese amenazada. Cuando las cosas se ponían mal para los alauitas, ellos se refugiaban en la Ansariyya. Y seguían un juego militar con arabescos de torna y fluye entre las llanuras y las sierras. Apto para defenderse y contraatacar oportunamente, en una lucha de infantería ligera, a toda clase de invasores regulares poderosos, singularmente los que maniobraban con unidades de línea pesadas y cerradas.

Los Sunníes.

Los sunníes son un 75% de la población siria. La organización paramilitar de los HM fue masacrada por Papá Hafez cuando su revuelta de 1982. Pero su ideología permanece y sus redes sociales, superpuestas a la organización tribal, funcionan. Aquélla les da una determinación para la actuación, que es propia de los grupos ideologizados activos. Los HM son como una “cofradía” legal, con las debidas distancias, del Islam. Y con el Zakat (la limosna canónica del Islam) mantienen servicios de atención social de todas clases (escuelas elementales y madrasas, dispensarios, hospitales, ayudas a personas y familias). Éstos cohesionan a la comunidad sunní en una “unidad de acción general” motivada, eficaz y resistente. Que es de muy difícil repetición o réplica por los laicos, los ateos y otros enemigos potenciales. Los HM de los otros países del Próximo Oriente están ayudando financieramente a los grupos afines sunníes sirios. Y hay “voluntarios irregulares sunníes” de Irak, sin soldadas desde la retirada de los EEUU, que están cruzando la frontera siria y su desierto del este, para unirse a la lucha armada.

Los Kurdos.

Ocupan casi toda la frontera norte con Turquía, al este de Alepo, en una franja de unos 50 mil Km2 y son el 10% de los sirios. El Kurdistán o tierra de los kurdos es una región montañosa del Asia occidental y de tamaño igual que España. Se extiende por el norte, desde el sureste de la península turca, Armenia y Azerbayán hasta Irán, limitándola al sur la Mesopotamia. Los kurdos han luchado y luchan con los distintos países en que se asientan, Turquía, Irán, Irak, Siria, por vertebrar aisladamente un estado nacional kurdo, carente de territorio propio.

En general, las minorías no se ven defendidas, ni representadas por el opositor Consejo Nacional Sirio (CNS), que está en desarrollo y vertebración. Así, los kurdos han creado su Consejo político Nacional Kurdo. Aunque su Partido de la Unidad Democrática, afín con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (el PKK, que opera en el sureste de Turquía y es considerado terrorista), actúa independientemente de él.

(CONTINUARÁ)

LA GUERRA QUÍMICA II.

(CONTINUACIÓN)

Empleo militar actual de los agentes de la guerra química.

Tradicionalmente se han elegido para este uso los productos tóxicos, con preferencia por los más letales. Sus empleos modernos buscan más la habilidad de estos agentes para atascar la realización de las distintas operaciones militares modernas móviles. En efecto, las medidas defensivas contra estos agresores suponen el uso de equipos personales engorrosos de llevar, de abrigos y refugios colectivos bien sellados, complicando la construcción de las fortificaciones fijas y de campaña, y de unos medios laboriosos para la detección de su presencia y para la descontaminación completa de la zona afectada por su empleo. Según esto, un adversario sin escrúpulos podría conseguir una cierta ventaja táctica amenazando con su empleo, especialmente si lo hace contra un enemigo decidido a no usarlos o que careciera de ellos para su empleo útil en combate. Este adversario ocasionaría a la fuerza amenazada serios problemas logísticos, tácticos y operativos, al adoptar las incómodas y onerosas medidas preventivas indicadas, que nunca serían absolutas en tiempo, lugar y fuerzas. Con ello, aquél mantendría aún su ventaja de decidir usarlos en una ocasión propicia.

Desarrollos actuales de los agentes químicos y sus perspectivas.

Hoy en día, las grandes potencias militares que cuentan con tecnologías adecuadas para ello, apenas intentan buscar o desarrollar nuevos agentes para la guerra química. Desde mediados de los años 60 del pasado siglo, todo el esfuerzo de investigación, pruebas y desarrollo se concentra en emplear más adecuada y eficazmente a los agentes conocidos. Un medio de acrecentar la efectividad de un agente es agregarle un producto espesante que le “soporte y fije” durante su empleo. Esto hace que la zona atacada sea más difícil de limpiar y que el agente activo adherido al “polímero orgánico” pesado, neutro y poroso, se evapore mucho más lentamente, prolongando el tiempo eficaz de ataque.

Un segundo desarrollo de la tendencia citada es la utilización de un sistema químico binario. Éste emplearía idealmente a dos productos de muy baja toxicidad aislados, los cuales, una vez en contacto íntimo, producirían el agente químico deseado. En general, el sistema binario tiene la ventaja inicial de permitir unos mejores almacenamiento, transporte y manipulación que los agentes químicos. Hasta hoy en día, esa reacción resulta más o menos incompleta, porque no se logra que la totalidad de los dos productos componentes reaccionen. Desde que comienzan a “emparejarse”, el agente formado va estorbando o impidiendo con su presencia inevitable y creciente, el contacto químico, íntimo, de las moléculas restantes de los reactivos. Por otro lado, al menos uno de los productos empleados suele ser tóxico y agresivo, pero bastante menos que el agente buscado.

Un tercer camino para emplear los agentes más eficazmente es protegerlos de las acciones defensivas contra ellos, incorporándoles un producto químico que actúe sobre ellas y las degrade. Por ejemplo, ante una máscara protectora individual se emplearía un producto penetrante y agresivo contra su filtro. Esto permitiría al agente químico circular incólume a través de ella y agredir al individuo supuestamente protegido. Los efectos psicológicos consiguientes de estupor y desamparo acrecentarían los daños sobre el individuo y su pequeña unidad militar en la guerra química.

El control de los agentes químicos en el contexto internacional. Problemas que plantean ciertas potencias medianas no democráticas.

En 1925 en la convención de Ginebra se promulgó un protocolo en el cual se prohibía la primera utilización (pero no la réplica o respuesta del atacado) de esos agentes en cualquier conflicto. Poco a poco, hasta 120 naciones han ido ratificando este acuerdo, incluyendo la URSS y los EEUU (en 1975). Algunas naciones consideran no incluidos en el protocolo a los agentes desfoliantes y a los lacrimógenos. Otras opinan que sí lo están y piensan que los EEUU violaron su espíritu durante la guerra del Vietnam. Los desacuerdos, lejos de aclararse, continúan, ya que, por ejemplo, las discusiones alcanzan a los productos recientes que atacan a los filtros de las máscaras individuales y que son inocuos para las personas, pero que inutilizan sus equipos protectores. Todo esto va haciendo progresivamente más difícil que los políticos y legisladores, aherrojados en la retórica, la semántica y sus encontrados y aún confusos intereses, puedan precisar unas sencillas y eficaces normas mínimas de utilización, vigilancia y control de los productos potencialmente agresivos.

Por su parte, las grandes naciones con tecnologías adecuadas para su producción y empleo han establecido por su cuenta diversos acuerdos destinados a limitar el almacenamiento de los agentes, como expresión de una capacidad permanente de su empleo. Además, se establecen inspecciones in situ de las posibles fábricas y de los lugares sospechosos de albergarlos e, incluso, de esconderlos. Es necesario, sin embargo, completarlos con unos procedimientos de verificación convincentes y prácticos y con la aplicación del castigo que se estipule en ellos para los violadores de las limitaciones firmadas.

Esto plantea, por lógica extensión, el problema de las potencias medias que puedan desarrollar o adquirir (las que posean o generen grandes cantidades de divisas) aquellas tecnologías necesarias. Si existe actualmente una relación directa entre la calidad de la militarización de una sociedad (doctrina moderna, medios, entrenamiento y disposición para utilizarlos) y el grado de desarrollo de los derechos públicos y privados en ella, los ejércitos de masas, menos eficaces y más vulnerables hoy en día, pueden florecer en las naciones en desarrollo y en ciertas aristocracias (gobierno de las personas más notables del estado, no necesariamente los mejores) bastante desarrolladas. La limitación de la información sensible o disidente, permitirá a los dirigentes aflorar y conducir en esas sociedades no democráticas una moral nacional y una voluntad de defensa operativas y sanas. Estos factores sociales eficaces de la estrategia de estado, serán capaces de generar y sostener una guerra, incluso preventiva, en determinados casos: hambrunas, cambios climáticos, reivindicaciones territoriales y étnicas, explosión de población y defensa y exaltación de creencias y religiones.

Por su parte, las naciones más poderosas e industrializadas de este tipo, que contando con las características vitales anteriores, consiguiesen dar un salto cualitativo en su desarrollo y modelar un ejército con doctrina y medios modernos, instrumento de sus élites u oligarquías y respaldado por esa nación conducida, presentarían un especial peligro militar en el panorama internacional futuro. Para estas naciones, en sus fases políticas más enfervecidas, los agentes químicos podrían considerarse fácilmente como las bombas nucleares de los pobres y oprimidos. Y se considerarían con derecho a poseerlas y a usarlas, al igual que otras naciones, en sus períodos de desarrollo social equivalentes, las pudieron investigar, sintetizar, fabricar e incluso emplear. Y estoy pensando en conflictos regionales, como se ve al enunciar sus causas desencadenantes, y, en un recuento meramente indicativo, en Pakistán, Corea del Norte, Irán, Turquía y Egipto y, cómo no, en el Iraq de Saddam Hussein, que perduró unido, funcionando y pacificado durante casi 24 años, hasta hace bien poco, abril del 2003.

Su proliferación no militar y su empleo en actividades especiales y terroristas. Otros medios para asesinar más eficaces, seguros en su empleo y discretos.

Los venenos químicos no resultan en la práctica tan repulsivos y temidos como los agentes biológicos. Por ello, en muy posible su empleo aislado y puntual por asesinos profesionales y por terroristas sin escrúpulos muy fanatizados, cuyo objetivo vital es extender el terror indiscriminado por las poblaciones civiles inermes enemigas. Los productos químicos nos acompañan en la vida, muchos resultan venenosos, y forman parte imprescindible de nuestros esfuerzos continuos por mejorar la duración y la calidad de vida de la humanidad. Y mal usados hacen daño y provocan dolor en sus víctimas o en sus manipuladores profanos imprudentes (no hay más que ver cómo se protegen con trajes y máscaras más impresionantes que las espaciales, los profesionales que los estudian, fabrican, distribuyen y utilizan).

Tenemos bastante próximo el caso del disidente ruso Alexander Litvinenko, del que primero se dijo que había sido envenenado con una sal de talio contenida en un insecticida, y luego se confirmó que el veneno fue Polonio 210, un isótopo radioactivo de ese metal venenoso de la familia del calcio y el radio. El rastro radioactivo y poco ponzoñoso del ataque se extendió por media Europa occidental, levantando toda clase de informaciones y comentarios en los medios de comunicación del mundo. ¿Sabían que el Polonio 210 está muy presente en el tabaco que se fuma, porque la planta lo concentra relativamente en su metabolismo, tomándolo del suelo? No se pudo hacer más evidente y chapuceramente esa ejecución. Empleando la terminología leninista, podríamos decir que se trata de una “provocación” de los servicios enemigos. Y es que ni los sicarios, aunque sean “oficiales”, son ya lo que fueron. ¡Cómo se degrada la educación a todos los niveles! Conozco directamente el caso de un señor de media edad, que fue muerto en la Plaza Mayor de Madrid en unas Navidades de hace unos años, de un certero y medido golpe en la base del cráneo. Con la aglomeración existente a su alrededor, nadie se enteró y, durante bastante rato, los curiosos pensaron que le había dado una lipotimia, un ictus, un ataque al corazón. No había sangre ni signos de violencia llamativos y evidentes en él o en su inmediato entorno. Hasta que llegaron las asistencias sanitarias, que comprobaron la verdad. El hombre no tenía enemigos y surgieron como explicación 2 hipótesis nunca confirmadas: una equivocación del sicario o un improbable arreglo de cuentas pasional. El caso está archivado y nunca llegó a los medios.

La Escritura en el Estudio de los Temas Militares

Hay algo importante en la escritura, como instrumento de fijación y reflexión de lo aprendido. No simplemente para confeccionar un resumen o unos apuntes de lo leído.

Esto es lo que me ha motivado a preparar y presentar un breve resumen de la función, que ejerce la escritura para el estudioso de los Temas Militares. Como marchamo y broche final de la preparación o del dominio de un texto aprovechado por su lector inteligente.

La escritura en la elaboración de los conceptos e ideas en general.

El lenguaje es el gran elaborador de los pensamientos y de las ideas abstractas. Es el soporte “cognitivo material” con el que éstos se prefiguran, trabajan, elaboran y se rinden definitivos. El lenguaje es también un aherrojamiento de las ideas. Que quedan circunscritas a él, tanto en sus capacidades expresivas como en sus límites ideológicos. Pensamos con el lenguaje que usamos.

Esto condiciona el número simultáneo, no el sucesivo, de las ideas con las que podemos trabajar conjuntamente. La memoria inmediata no resulta tampoco de una ayuda completa e infalible para la presentación, la comparación y las sucesivas consultas de ideas, relacionadas entre sí. O para fusionarlas, modificarlas, consolidarlas y/o superarlas en una unidad ideológica superior. No digamos si lo que se trata es de conservar íntegra esta creación y su proceso. Buscando recordarla y transmitirla a los demás.

Se hace necesario entonces escribir el lenguaje de las ideas en acción, expandirlo, desparramarlo en orden en el papel. Pero, por ser este soporte más manejable y más asequible que los “pantallazos” informáticos. Para que las ideas más extensas, los conceptos más amplios vayan surgiendo, se engranen, se perfeccionen y adquieran un rango ideológico mayor.

De la conveniencia de la escritura manual en el estudio de nuestros Temas Militares específicos.

En esta labor, desde la más simple a la más compleja y profunda, la pluma (o el lápiz o el bolígrafo) y el papel se funden junto con las manos, formando la parte mecánica o fabril, con el lenguaje ideológico y el cerebro humano, que aportan la parte cognitiva y conceptual. Hasta alcanzar todos una “unidad humana y humanizadora” de trabajo con los conceptos y el pensamiento creadores. Donde todos los elementos son importantes y ninguno puede faltar. Es el “hombre elaborador” con sus manos, ancestral, actuando plenamente como “homo sapiens” intelectual.

Para esta labor, cualquier otro artificio escritor no se integra tan plenamente con las capacidades biológicas del hombre. La pluma es, pues, por la nobleza de sus rasgos, la agilidad inmediata y la docilidad al servicio del pensamiento, el instrumento que más cabalmente nos permite extender en un objeto (el papel) nuestras ideas. Para ir entretejiendo, tanto simultánea como sucesivamente, con ellas un proceso mental creativo.

Nos atrevemos a decir que la falta de este ejercicio puede llevarnos a una atrofia de la capacidad natural de aceptar y criticar, pensar y crear. Que es independiente del volumen de conocimientos adquiridos, pero que nos permite utilizarlos mejor. Con lo cual nos privaríamos en gran parte de la verdadera posibilidad de “aprehendere” (tomar, agarrar), de asumir la cultura.

Simplemente podemos empezar a desarrollar esta función y a crear su hábito, acostumbrándonos a realizar pequeños resúmenes de lo estudiado. Pero, sin tener agobios ni prisas. A ellos podemos ir añadiéndoles, a voluntad, nuestros comentarios, críticas o sugerencias. Y todo ello nos creará un hábito especial de profundización de nuestros estudios. Y expandirá nuestras capacidades de reflexión y aprovechamiento de nuestras lecturas de los Temas Militares.

De la apropiación y uso de los modernos sistemas de comunicación en la transmisión de estudios más amplios y de interés para los demás.

Una vez culminado dicho proceso de creación, si el tema y las circunstancias lo merecen, como en este caso, existen otros procedimientos mejores para comunicar a otros muchos las ideas desarrolladas. Entre ellos están la imprenta, la máquina de escribir y el ordenador personal, con todas sus variantes, programas y mejoras. Ellos poseen unas cualidades de composición, reproducción, transmisión y generalización tales, que han supuesto un avance cualitativo en la difusión del pensamiento humano.

LA GUERRA QUÍMICA

SUS INSTRUMENTOS Y EL CONTEXTO HISTÓRICO. SUS POSIBILIDADES REALES EN LA GUERRA MODERNA Y COMO ARMA DE TERRORISTAS Y DE SICARIOS.

La guerra química es el empleo como armas militares de los productos químicos capaces de dañar, herir o matar a los seres vivos. Los productos químicos para la Guerra Química son denominados también “agentes químicos militares” y se les suele clasificar en tipos o categorías, según el efecto que producen en las víctimas. Muchas veces estos agentes agresivos son llamados genéricamente “gases venenosos”. Aunque realmente pueden encontrarse y actuar en los tres estados de la Materia: sólido, líquido y gaseoso.

Cuadro 1. Clasificación y algunos ejemplos de los productos usados como agentes de la guerra química.

Tipo o categoría Ejemplos: Nombre militar usual y el código militar.

Nerviosos tabun (GA), sarin (GB), soman (GD), VX, VR-55

Respiratorios arsina (SA), cianuro de hidrógeno (AC), cloruro de cianógeno (CK)

Asfixiantes fósgeno (CG), difosgeno (DP), cloro

Vesicantes gas mostaza o iperita (HD), lewisita (L), mezcla física de ambos (HL)

Vomitivos adamsita (DM)

Lacrimógenos CN, CS

Herbicidas agente azul, agente naranja

Incapacitantes BZ

Denominación, clasificación, breve historia de su uso y características militares de los agentes de la Guerra Química.

La nomenclatura química universal busca describir en el nombre de un producto a la totalidad de sus radicales activos y submoléculas que lo componen, sin lugar a dudas en cuanto a su calidad, número y posición en la molécula designada. Esto hace que su uso sea difícil para los no especialistas, principalmente en el caso de los productos orgánicos o derivados del carbono. Anualmente se sintetizan o “crean” varias decenas de miles de nuevos compuestos, orgánicos en su inmensa mayoría. Por ello, los agentes químicos militares son habitualmente nombrados mediante códigos o símbolos simples, dentro de una nomenclatura sui generis, apropiada, “ligera” y comúnmente aceptada.

Los agentes nerviosos impiden al sistema nervioso funcionar adecuadamente, al inhibir la actuación de las enzimas responsables de la degradación del exceso de la acetilcolina (que es a la vez un transmisor nervioso vital) en las dendritas y los axones. Éstos son, respectivamente, las entradas y las salidas de los impulsos nerviosos hacia los núcleos de las neuronas. La acetilcolina se acumula en demasía en esas terminaciones nerviosas citadas y las funciones normales de ellas resultan imposibles, llevando finalmente a la parálisis general y a la muerte por ahogamiento seco. Los primeros síntomas de su acción son espasmos musculares, miosis o señalamiento de las pupilas, nariz mocosa y babeos. Los agentes de este tipo son todos de la familia de los organofosfatados u organofosforosos (la diferencia la marca la valencia o “capacidad” química con la que actúa el fósforo unido a la molécula). En 1932 se observó por primera vez su toxicidad y se empezaron a utilizar como pesticidas, para el control de plagas. Esta utilización comercial continúa hoy en día. Durante la II Guerra Mundial, los alemanes sintetizaron y fabricaron en grandes cantidades los tres agentes primero indicados en el cuadro, aunque nunca los utilizaron militarmente. Esto llevó al desarrollo de nuevos productos de la familia, por parte de los norteamericanos, que obtuvieron en 1958 el VX, y de los soviéticos, que sintetizaron pronto un compuesto muy similar, el VR-55.

Los agentes respiratorios evitan que el cuerpo pueda utilizar el oxígeno en sus combustiones intracelulares. Esto hace que cese la respiración celular (que es la verdadera) y, por tanto, su producción de energía vital, lo cual conducirá a la muerte. Las características de su actuación hacen que sean unos de los venenos más rápidos conocidos. El uso del arsénico y del cianuro como venenos asesinos tiene una larga historia en la criminología. Su empleo como «agente militar» en la guerra química fue sopesado durante la Guerra Civil norteamericana (1861 a 1865) y por los británicos durante la Guerra de Crimea contra los rusos (1853-1856). Su uso en el campo de batalla fue perfeccionado durante la I Guerra Mundial. El cianuro de hidrógeno fue el agente químico de selección de los alemanes en sus campos de concentración durante la II Guerra Mundial.

Los agentes asfixiantes concentran sus daños en los ojos y en todo el tracto respiratorio (nariz, garganta, bronquios, pulmones). Producen la tumefacción (hinchazón patológica) de los tejidos afectados, lo cual hace que la respiración sea progresivamente dificultosa y lleva a un ahogamiento en seco de la víctima. Durante la I Guerra Mundial, con el inicio de la Guerra Química moderna, se hizo un uso extensivo de estos agentes, que por ser gaseosos son de difícil control y de resultados variables. Esto llevó a su sustitución militar por los agentes vesicantes.

Los agentes vesicantes producen heridas en contacto con los tejidos, semejantes a las causadas por las quemaduras. El primer agente de este tipo utilizado fue la iperita o gas mostaza, que debe éste último nombre a que su olor recuerda al de la especie sazonadora. Aunque se le conoce como gas mostaza, su empleo militar es en forma líquida o en aerosoles (pequeñas gotitas arrastradas por un gas inerte). Una mezcla de iperita con lewisita produce un agente llamado HL, que posee un mayor intervalo de temperaturas activas, sin congelarse cuando la iperita lo hace. Los agentes vesicantes poseen una gran persistencia en las zonas afectadas, normalmente de semanas, aunque se ha registrado su presencia incluso meses y años después de su uso, evidentemente cuando no se han empleado medidas de descontaminación en aquéllas. Estos agentes pueden causar la muerte por ahogamiento, al acumularse líquidos en los pulmones, derivados de los humores segregados por las heridas vesicantes producidas en el aparato respiratorio. La iperita fue utilizada extensamente en la I Guerra Mundial, buscando su capacidad para estorbar las necesarias operaciones militares habituales. Esto produjo un gran interés por estos tóxicos y para 1930 los británicos, los norteamericanos, los japoneses, los españoles, los italianos, los franceses y los soviéticos poseían fábricas para su producción con capacidades muy dispares. En el período de entreguerras, estos agentes fueron empleados por los italianos en Etiopía y por los franceses y los españoles en las rebeliones marroquíes. Aunque durante la II Guerra Mundial estos agentes fueron mantenidos en grandes cantidades en los arsenales químicos militares, su uso en una «guerra química» fue prácticamente nulo, salvo un caso de empleo masivo en China por los japoneses. Esos usos contra fuerzas masivas enemigas de calidad militar muy inferior, recuerdan los de Saddam Hussein contra sus kurdos del norte y contra las fanatizadas hordas de “muyahidin” iraníes, los basijs. Y así enviaban los ayatolás a estos “sans-culottes” religiosos para librarse de su ya incontrolable e incómoda presencia en los años 80 del siglo pasado. Y que llevaron a la inclusión de su empleo en batalla en la doctrina militar iraquí. Casualmente su posesión fue uno de los argumentos de los norteamericanos contra su régimen en 2003. Pero, ¿tenía Saddam los vectores, los medios eficaces de dispersión de los agentes para una verdadera guerra química?

Los agentes vomitivos son desarrollados por los británicos durante la I Guerra Mundial. Se trata de diversos compuestos de arsénico, que producen unas nauseas extremas, conduciendo a vómitos continuos e incontrolables. Durante la Guerra Civil rusa, en 1919, los británicos emplearon agentes vomitivos contra el Ejército Rojo en el norte de Rusia. Desde 1920 no existen registros de su empleo militar en una guerra química. Como su toxicidad oscila entre baja y moderada, su interés real es policial: para el control de motines y alharacas públicas y la suavización de criminales armados situados en posiciones protegidas, antes de su asalto por las fuerzas del orden. Recordemos que los policías, a diferencia de los militares, no están obligados a morir en su oficio, y de ahí su doctrina y su tendencia de actuar en sus operaciones con abrumadora superioridad de medios. Durante los años 30 del pasado siglo fueron utilizados así, pero luego las naciones occidentales han prohibido su uso contra los civiles en cualquier circunstancia.

Los agentes lacrimógenos irritan la piel y causan una gran profusión de lágrimas en los afectados. Sus efectos son inmediatos, pero transitorios y no son letales, salvo si se emplean en lugares cerrados, donde pueden alcanzar la concentración crítica letal. Esto los hace útiles en empleos de policía y de entrenamientos, donde las incapacitaciones prolongadas de sus víctimas son inaceptables. El agente CN fue sintetizado en Alemania en 1871 y propuesto como agente por los EEUU en 1917. Era ya demasiado tarde para emplearlo en la I Guerra Mundial, aunque desde entonces se ha utilizado ampliamente en los empleos dichos, incluyendo en algunos sprays portátiles para protección personal.

Los agentes herbicidas destruyen la vegetación y son comercialmente importantes para el control de las malas hierbas. Su empleo con intereses militares en una verdadera guerra química prolongada busca limitar o destruir las cosechas enemigas y desfoliar las plantas de zonas selváticas, para impedir la ocultación en ellas de las fuerzas enemigas, especialmente los rebeldes irregulares. Durante la Guerra de Vietnam, los norteamericanos usaron el agente Azul para impedir la formación del grano en los campos de arroz supuestamente enemigos. El agente Naranja, que es una mezcla de dos herbicidas con efectos sinérgicos, el 2.4-D y el 2.4.5-T, fue empleado en dicha guerra para desfoliar bosques enteros. El producto final resultó contaminado por una dioxina (tremendo veneno!), que se origina como subproducto durante la fabricación de los 2 componentes. A esta dioxina se le atribuyen los efectos indeseados y no previstos sobre los propios norteamericanos manipuladores y los habitantes de las zonas castigadas con el agente.

Los agentes incapacitantes buscarían que los enemigos expuestos a ellos dejen de combatir, pero sin causarles daños, heridas o muertes. Esto lo lograrían provocándoles efectos psicológicos o mentales que alteren temporalmente sus percepciones o sus juicios, de tal manera que sean incapaces de cumplir sus deberes militares. Hasta ahora no se ha encontrado un agente químico que cumpla militar y satisfactoriamente estos efectos, actuando en una guerra química «más limpia». Los EEUU han probado dentro de esta categoría al agente alucinógeno BZ y lo fabricaron durante un tiempo. Los resultados prácticos obtenidos con él resultaron variables e impredecibles, lo cual disminuyó su valor militar.

(continuará)

EL ÉXITO MILITAR TÁCTICO OPERATIVO.

Introducción.

No se trata de definir cómo actuar, cosa que ya intentamos hacer en otros artículos ya publicados o que lo serán en un futuro. Si no de que, percibiendo en el desarrollo de las operaciones ciertos hechos, pautas o comportamientos de las partes enfrentadas y de las condiciones objetivas (del terreno, etc.), podamos diagnosticar un pronóstico muy probable para la culminación de dichas operaciones.

Así, podremos confiarnos y apoyarnos en esas previsiones favorables. Y reforzar anímica y físicamente nuestras señales del Éxito Táctico Operativo. Para controlar mejor los miedos, las preocupaciones, la asignación de las fuerzas escasas, las incertidumbres, las carencias, los malos entendidos, las frustraciones recuperables y las crisis parciales. Los cuales surgirán inevitablemente en el desarrollo de las operaciones.

Las principales señales del Éxito Táctico Operativo a considerar

Los signos del Éxito Táctico Operativo Referidos a Nosotros:

Nuestros planes operativos serán sencillos, flexibles y con posibilidades de desarrollos alternativos. Deben ser capaces de adaptarse a los imprevistos y contingencias. Y de incorporar continuamente las actualizaciones de la inteligencia sobre las intenciones y posibilidades del enemigo y del reconocimiento del terreno. Esto es especialmente importante en las operaciones de maniobras.

Existirá una iniciativa operativa propia, que permitirá desarrollar nuestros planes. Empleando siempre para ello la actividad, incluso a la defensiva, y el mantenimiento continuo de la libertad de acción. Y dando prioridad a su recuperación, en caso de perderla.

La exploración y la inteligencia propias son fundamentales, cuanto más creativa y arriesgada sea la operación a realizar. Recíprocamente, se rechazará y perturbará sistemáticamente y con éxito a la exploración enemiga y a sus percepciones. Se incluirán en este rechazo y mixtificación, la seguridad de las unidades, las posiciones falsas, los destacamentos avanzados y las patrullas de combate, las nieblas y los humos, el combate por las comunicaciones inalámbricas, etc.

Nuestro conocimiento del enemigo y de sus acciones será incompleto e imperfecto siempre. Y se irá ampliando progresivamente con la evolución de la situación en relación a él. Se desconocerán temporalmente, incluso posiciones, movimientos, disponibilidades para el combate, despliegues o unidades fundamentales. Pero no debe ocurrir así con el que nos afecte tácticamente en nuestra operación en marcha. Sobre él se situará el centro de gravedad de nuestra exploración. Que será incluso en fuerza contra determinados objetivos.

La capacidad de combate propia para la operación propuesta será suficiente y estará equipada y protegida. Considerando la fricción y los errores menores inevitables, derivados de nuestra propia actividad en el medio caótico hiperfuncional, que originan las acciones militares, y las necesarias reservas. La seguridad propia se mantendrá inexorablemente durante la operación y en la consolidación de los terrenos ocupados. Y defendiendo especialmente, como avanzadas de combate, los sectores de avance de nuestros grupos móviles operando en la retaguardia enemiga.

Los campos, fajas o sectores de acción táctica decididos sobre el enemigo serán: accesibles (transitabilidad neutra o favorable); vulnerables, sin la atención debida del enemigo y empleando una capacidad de combate propia suficiente; trascendentes, la acción producirá la decisión o colaborará decisivamente a ella y el resultado táctico tendrá eficacia operativa.

Como ejemplo podemos señalar el contrataque operativo del grupo de ejércitos alemanes Don del mariscal von Manstein, desarrollado entre febrero y marzo de 1.943, principalmente en la cuenca del Donbass y en torno a la ciudad de Kharkov. Recordemos su desarrollo y los combates y sus efectos tácticos sobre el ejército de tanques del teniente general Popov, los ejércitos de infantería y la reserva móvil de los dos cuerpos de tanques del frente del suroeste del general Vatutin y el 3er. ejército de tanques del teniente general Ribalko.

La logística es una pieza esencial del triunfo. Cuando los ejércitos son modernos, mecanizados y tecnificados. Y son, así, altamente dependientes de los combustibles, los recambios, los abastecimientos de todo tipo y de la rotación o reposición de unidades. Se supone táctica y operativamente que los medios de todo tipo están disponibles y más o menos cercanos. Para mantener el impulso, el fuego y la eficacia operativa de todas las unidades de acción, es necesario garantizarles un flujo continuo y suficiente de los medios citados. Por tanto, los mandos deben tomar las acciones para defender el “soporte físico” de la estructura logística. Especialmente ante ataques desde la profundidad enemiga o en puntos sensibles y críticos o en las vías más alejadas de nuestras unidades. Constituido por todas las vías de abastecimientos, desde las unidades hasta nuestra retaguardia operativa. Y que son más importantes aún que las llamadas vías de retirada. Aunque puedan coincidir en algunos tramos. Entre otras cosas, porque las fuerzas modernas deben contar con quedar aisladas por un cierto tiempo. Y manteniendo en ese lapso sus tareas, de acuerdo con las misiones encomendadas.

Los signos del Éxito Táctico Operativo Referidos al Enemigo:

Habrá una pasividad o un retraso operativo en el enemigo. Generalmente éste actuará con una intención no convergente con la nuestra. Y, al menos, no perjudicial para nuestra operación. Sobre todo en los primeros estadíos o etapas del proceso, cuando aquélla desarrolla su “ímpetu” o “empuje” o “cantidad de movimiento” (capacidad de combate X velocidad media sostenible en cada etapa). Este signo del éxito táctico u operativo es una “perita en dulce”, que no siempre se dará tan claramente como en el ejemplo siguiente.

Recordemos el desarrollo de la llamada blitzkrieg en el Oeste o invasión de Francia por los alemanes en la primavera de 1.940. El grueso de las tropas francesas de maniobra, sus tres más modernos ejércitos, y la fuerza expedicionaria británica se precipitaron hacia Holanda y Bélgica, para detener el golpe de guadaña alemán, dirigido hacia el interior de Francia y la retaguardia de su línea Maginot. Los altos mandos aliados, cuya mentalidad personal y militar, doctrina y órdenes de batalla de sus grandes unidades no habían evolucionado, pensaban que en mayo de 1.940 los alemanes realizarían una repetición adaptada del “Plan Schlieffen modificado” de 1.914 en su nueva invasión a Francia.

De acuerdo con el nuevo plan del general Erich von Manstein, realmente el golpe de guadaña lo dió el grupo de ejércitos A del coronel general von Rundstedt, que contaba como punta de lanza con el grupo panzer de von Kleist. Sus cinco divisiones panzer y cinco motorizadas, integradas en tres cuerpos panzer, iban a cruzar las Ardenas y realizar una amplia ruptura en la línea francesa alrededor de Sedán. Girando entonces rápidamente hacia el este y presionando finalmente sobre el flanco y la retaguardia de las fuerzas aliadas en Bélgica. Que se encontrarían así aisladas operativamente, con su línea de comunicaciones, soporte de su logística de abastecimiento, rota.

La actividad táctica enemiga es inevitable. Será permanente, dañosa e incluso será también inesperada y nos afectará parcialmente. Pero no será fundamental para nuestros planes. Recordemos que buscamos señales de nuestro éxito, no las del enemigo. La mejor señal de madurez será que ella no inquiete excesivamente a los mandos operativos o estratégicos propios. Si no existiese esa actividad, sería porque el enemigo no estaba por ahí. El superar y acostumbrarse a estas crisis tácticas accesorias e inevitables y no dejarse arrastrar por ellas, perjudicando nuestra operación principal, es la piedra de toque de la serenidad de los mandos. Siempre debemos de tener presente la posibilidad de que el enemigo se presente tácticamente en “el momento y en el espacio” más inconveniente y difícil para nosotros. Si lo hace operativamente es que hemos incurrido en un error de inteligencia o de la valoración de la correlación de fuerzas y de las capacidades del enemigo o de sus intenciones.

(CONTINUARÁ)

LA GUERRA DE REDES III.

(continuación)

Estasfortalezasson difusas, ocultas y aún imperceptibles para los extraños. En muy pocas horas se ocupan y se refuerzan las obras previas. Sus vías de comunicación necesitan más tiempo de trabajo, pero también son menos evidentes. Hay que entrar en las casas para detectar paredes perforadas y encontrar pasadizos bajo un mueble o una alfombra. Sus posiciones no son complejas. Necesitan unos sectores de tiro entrecruzados, una protección inmediata contra la irrupción enemiga en masa o de comandos, unas cubiertas contra el fuego pesado normal y un ocultamiento suficiente que las encubra de las vistas desde las posiciones enemigas probables sucesivas y sus avenidas de aproximación. Los obstáculos y las minas, incluso falsos en cierto porcentaje y siempre a distancia para no delatarlas, servirán para romper el ataque enemigo y para brindarles blancos más estáticos, por ejemplo para los morteros, que deberán tener registrado su fuego. La propia destrucción que genera el amplio soporte no preciso por el fuego pesado enemigo, refuerza las posiciones de combate irregulares, rodeándolas de cascotes que dividen y dificultan los accesos del enemigo, salvo cuando son alcanzadas por un impacto directo. Para operar esta estructura los insurrectos tienen preparados numerosos y estrechos túneles, trincheras de arrastre y boquetes en tapias y paredes interiores de los edificios. De tal manera que, ocultos de las vistas, les permitan ocupar las posiciones de combate y de observación deseadas, defenderlas más o menos tiempo o no, trasladarse entre ellas y reforzar las más amenazadas o presionadas.

Generalmente procuran alcanzar desde el frente, con tiradores aislados o en parejas, armados con fusiles de precisión tipo SVD o M-14, a enemigos individuales y pequeños grupos y atacar de flanco o de revés a las unidades enemigas que se internan en su zona defensiva, que ya están disgregadas en pelotones o escuadras con uno o dos vehículos blindados. Aquellas comunicaciones preparadas les permiten aparecer, siempre en pequeño número, detrás o al lado de esas unidades, mientras se detienen, se reagrupan, piden o reciben instrucciones, o deciden por dónde avanzar, y erosionarlas, causándoles algunas bajas. Por ejemplo, desde un sótano o un piso, por un hueco irregular en una tapia, debajo de un vehículo aparcado o destruido, donde emerge un estrecho túnel con la boca cubierta y disimulada. Desde esas posiciones lanzan algún cohete RPG-7V o varias ráfagas cortas, siempre apuntando, de la ametralladora ligera RPK o la obsoleta RPD. Los patios interiores de las casas les sirven para colocar los morteros, que constituyen su únicofuego pesado, protegidos desde una posición de infantería. Los disparan con los ángulos máximos sobre las concentraciones militares abundantes, recrecidas y siempre excesivas. El mortero habitual es el ruso de 82 mm. moderno M-1937. Aquí que el atacante presente tres veces más hombres (en medios la proporción debe ser de 20 a 1) no le favorece ni le facilita la labor, sino que le brinda al acosado defensor más blancos para poder emplear su exiguo poder de fuego. Sobre todo porque, en un momento dado, es pequeña la proporción de atacantes que están poniendo en apuros a los defensores.

A veces los irregulares poseen una defensa antiaérea de corto alcance. Desde otros patios y azoteas, siempre protegidos por un nido de resistencia cercano, se disponen varios equipos de portadores lanzadores de cohetes ligeros antiaéreos. Su localización en el despliegue se hace en función de las direcciones más probables de aproximación de las aeronaves militares y las más peligrosas para la defensa. Si son suficientes y hábiles en disparar, se emplean dos lanzadores cercanos, pero no contiguos, que forman el equipo, y que disparan sucesiva y rápidamente (los SAM-18 vuelan a 2 Mach) contra una aeronave o hacia una formación enemiga en aproximación inmediata al blanco. Un cohete típico sería el tierra-aire 7, llamadogrialen español ystrela(flecha) en ruso no cirílico. Tuvo sucesivas mejoras y hoy está sustituido en los arsenales militares por el tierra-aire 18 citado, que tiene una altura útil de ataque de 3,5 Km. (el doble), y unas guías, un propulsor, una cabeza explosiva y un detector de señuelos mejorados todos. El tirador se limita a dirigir el tubo lanzador ya cargado hacia su objetivo, esperar que el cohete le confirme la adquisición del blanco y pulsar de nuevo el disparador. Y a esconderse.

El momento crucial para la defensa resulta cuando el jefe de la zona decide evacuarla, tras haber detenido al enemigo algún tiempo. Procurando causarle las pérdidas más elevadas posibles, pero sin exponerse excesivamente a una lucha a las distancias cortas, a ser desbordado ni a perder su libertad de acción. Esto va ligado inexorablemente a la cesión de espacio a los militares. Para ello se sustrae en momento oportuno al ataque directo de su enemigo, no a su bombardeo o cañoneo extensivo, impreciso. Los rebeldes deben tener suficientes túneles de salida dirigidos hacia edificios no muy cercanos (muchas veces oficiales e incluso respetables (mezquitas), oficinas, empresas, algunas viviendas) o cauces secos (wadis), matorrales, poco evidentes, en el despoblado. Desde donde se puedan dispersar por la superficie en muy pequeños grupos, preferiblemente hacia posiciones amigas de acogida, en los primeros momentos. La protección de la evacuación es vital y las dos entradas de estos túneles están cubiertas siempre por nidos de resistencia, que llevan a cabo una defensa rígida.

Toda esta cohesión, disciplina, formación, entrenamiento y conducción firme y eficaz de las unidades irregulares clásicas, están lejanos de los de una estructura de redes militar laxa o de la enjambrazón de grupos independientes sobre un enemigo o defendiéndose de él.

La operatividad eficaz de las unidades y pequeñas unidades militares.

En la guerra de redes se tiende a una subdivisión demasiado extensa de las unidades militares. Apareciendo así elgrupúsculoo elnudo, como unidad táctica independiente eficaz (UTIE). Con ellos se buscarían extender el frente sobre un enemigo más torpe o pasivo, perturbar a su mando y alterar su plan de fuegos. Pero esto no es práctico en el nivel operativo de la guerra.

Las subunidades relacionadas tácticamente necesitan mantener: una faja de avance o, al menos, las menores, una dirección; unos fuegos protegidos y ocultos de apoyo (defensa antitanque y antiaérea y neutralización y cegamiento del enemigo); la cercanía operativa y permanente de unos vehículos logísticos, siquiera para sanidad y reponer municiones; una profundidad del despliegue, con una cierta reserva; y su protección hacia los flancos expuestos y retaguardia. Todo ello supone una mínimaentidad táctica cohesionada y mandada, para mantener su seguridad y resistencia a las sorpresas, su eficacia combativa, su despliegue y su capacidad de movimiento táctico.

Y que tiene que compartir con otras iguales, una parte del cumplimiento del objetivo de su mando superior. Y tener una misión de combate dirigida sobre el enemigo, como parte del centro de gravedad de los esfuerzos de lamayor unidadde aquél. Para evitar que esas unidades tipo grupúsculo o nudo vaguen por el campo operativo sin un propósito claro, sinérgico, eficaz y trascendente operativamente.

Todo ello resta capacidad y posibilidades de empleo a las redes y a los racimos de múltiplesmicro unidades independienteso UTIEs, dentro del espectro de lassituaciones de eficaciaque plantean y ofrecen.

Veamos un ejemplo de empleo eficaz de las unidades convencionales modernas. Frente a una posición de infantería más o menos preparada, con medios antitanques adelantados, una típica zona defensiva, podemos emplear en la ruptura o en su destrucción, si no es franqueable, a la infantería desmontada, seguida por saltos cubiertos por tanques para la protección y el apoyo de fuego directo de ella. El antitanque defensor buscará un blanco puntual, relativamente grande y protegido, preferiblemente desde posiciones cubiertas o, al menos, bien camufladas y enfiladas, y actuará por baterías, con las piezas dispersas para que un mismo fuego pesado nos los incapacite. Las armas pesadas de infantería (ametralladoras en trípodes) neutralizan,barriendo y buscando, una zona más o menos estrecha del frente, ocupada por un blanco disperso, pequeño y blando, un pelotón de tiradores.

Los tanques atacantes batirán con proyectiles H.E. y H.E.S.H. las posiciones pesadas de infantería y las escuadras de su infantería atacarán con sus ametralladoras ligeras a los servidores de las piezas antitanques, estorbándoles adquirir un blanco puntual con tiro filante. Toda esta labor de destrucción y neutralización se va extendiendo, una vez lograda la irrupción, como los movimientos de una oruga, en la profundidad de la zona táctica del sector de ataque de la unidad interarmas. Otras partes de la posición enemiga que pudiesen colaborar en el rechazo son cegadas por el humo y neutralizadas por el fuego indirecto.

Además, los observadores de artillería y de aviación adelantados irán definiendo a estas armas de apoyo los nuevos objetivos que el propio ataque vaya descubriendo en la profundidad y en los flancos (exploración de combate) en el sector de avance. El criterio del centro de gravedad del fuego de apoyo será el de, al menos, neutralizar todos los objetivos que se opongan al avance hacia la posición enemiga, a la irrupción y a la lucha en el interior de la posición de defensa en el sector asignado, facilitando así el fuego directo y el choque de los atacantes terrestres. Y ello, mediante golpes concentrados y puntuales de su fuego.

Con ello, la acción efectiva en el medio dado, característica esencial de lasinterfases de acción, se optimiza al nivel de los grupos de acción tácticos o sistemas interarmas, cuya complementariedad hemos resaltado. En terrenos de tipo quebrado, muy ondulado, boscoso o urbanizado (viviendas y fábricas), no necesariamente montañosos, de escaso dominio por la vista y con abundantes alturas ocultantes relativas”, las interfases de acción reducen su sector.

El elemento de acción eficaz sigue siendo el sistema interarmas dimensionado adecuadamente. La acción se realiza por compañías, secciones o pelotones reforzados interarmas, con el apoyo de fuego pesado, incluso proporcionado por el batallón (morteros). Salvo en los trozos más llanos y de escasas obstrucciones a la vista, la transitabilidad, que limita físicamente lasinterfases de acciónposibles, impide la lucha empleando medios concentrados más allá de la compañía. El papel del batallón será entonces el de reforzar los esfuerzos y canalizar los apoyos.

En estos casos son críticas en la acción las vías terrestres de comunicación existentes, sobre todo las más o menos perpendiculares al frente. El bloqueo de dichas vías afecta enormemente al tempo, a la velocidad total de la operación, por la dificultad del terreno más o menos pendiente u obstruido que las rodea (bosques, quebradas, construcciones, vados con terrenos lábiles o no reforzados). El avance se ralentiza o se tiene que dispersar por las rutas disponibles paralelamente a las afectadas, obligando a entrar en otros terrenos difíciles limítrofes.

El plan de contingencias de las unidades debe contemplar esencialmente el superar cuatro tipos de situaciones no previstas, que se interponen en el cumplimiento de la misión y que pueden llegar a comprometerla.

Éstas serían:

a) Posible acción directa del enemigo, en uso de la iniciativa o pretendiendo recupe-rarla. Podría ser un bombardeo de interdicción, un contrataque. La solución es neutralizar tácticamente su acción, sin comprometer la misión.

b) Posible encuentro con el enemigo. Se trataría de patrullas y centinelas, de avan-zadas de combate y destacamentos avanzados y patrullas de exploración. Es necesario someterlos o rechazarlos y cambiar rápidamente de posiciones e incluso de dirección temporalmente, para no comprometer la misión.

c) Posible obstáculo imprevisto. Serían una zanja, una pendiente de suelo más difícil, la voladura de un puente, una riada, una tormenta, que afecten la transitabilidad del terreno. Se trataría de superarlo lo más rápidamente posible, manteniendo la seguridad y aún extendiendo la exploración.

d) Posible acción defensiva/pasiva del enemigo. Son los casos de entrar en una emboscada, en un campo de minas, en una cortadura reforzada defendida por el fuego, en los fuegos de rechazo de una posición de defensa, en un obstáculo antitanque. Se debe superar lo más pronto posible, como el obstáculo natural, evitando además ser canalizado por el enemigo en una dirección deseada por él, como alternativa, favorable a un contraataque o a una zona batida por la artillería o con fuegos convergentes.

En líneas generales, dentro del plan del jefe, debe estar previsto siempre:

1) El superar o repeler al enemigo y/o al obstáculo, que estorben y que se presentarán sin poder ser previstos, evitando facilitar información propia al enemigo.

2) Medios perdidos o destacados para superar, neutralizar o repeler son medios privados al cumplimiento de la misión. El enemigo sobreviviente puede facilitar información comprometedora, que tardará un plazo en ser inteligencia eficaz.

3) Es necesario continuar la ejecución de la misión, con los medios necesarios para cumplirla. Es un factor multiplicador de la eficacia, tras el revuelo y las pérdidas del incidente, el mantener un alto “momento” de ejecución: el producto de la capacidad de combate por su velocidad media de movimiento en un período, con una dirección y un sentido dados.

El ejemplo de la preparación y la actuación del 3er. Ejército norteamericano del general Patton contraatacando la penetración alemana en las Ardenas, es significativo de las dificultades (su “incidente” fue un cambio súbito de misión y de dirección y sentido de actuación) y de las posibilidades de ese “momento” de ejecución.

Todo esto no se improvisa. Resulta en la práctica solamente como fruto del entrenamiento frecuente y del trabajo de organización y de coordinación del EE. MM. y de todos los mandos. Recordemos los dichos, “se actúa como se entrena” y “el hombre es un animal de costumbres”.

En la práctica el grado de eficacia general conseguida, estará condicionado por la idiosincrasia de la nación, el carácter más o menos gregario o independiente de sus gentes, su doctrina y tradición militares, los presupuestos de defensa, lamoral nacional, que alimenta y sostiene su “voluntad de defensa”, la situación política nacional e internacional, la integración de instituciones y organismos nacionales en el ámbito regional o internacional, etc.

LA RETIRADA DE LOS EEUU DE IRAK II.

(continuación)

O Una Estratégica Marcha Retrógrada hacia la Victoria final.

Uno de los problemas estratégicos estadounidenses es su repugnancia civil y militar a pagar el “precio de sangre” necesario para actuar militarmente, con contundencia, decisión y eficacia en los niveles de sección, pelotón, equipo o team y hombre, en una guerra irregular. Precio de sangre que es inevitable en cualquier guerra. Y que es menor de lo que la “percepción sesgada por el temor” vaticina y amenaza. Porque tratándose de una “guerra de guerrillas” (le llaman ahora pomposamente de “cuarta generación” o asimétrica), contra rebeldes armados, el “precio de sangre” nunca será tan alto como en una guerra de tercera generación, contra un ejército moderno, tecnificado y mecanizado, que maneje bien la estrategia operativa. Un corolario de esa repugnancia es su aversión al riesgo militar. Lo que deja en manos de las unidades de élite, en operaciones de “muerde y huye” sobre objetivos concretos y puntuales y en acciones de destrucción o de captura y extracción de rehenes, las acciones de contra insurgencia militares. Y es lo que explica el uso extensivo y frecuente, para la exploración, el seguimiento de objetivos y la acción violenta sobre éstos, de los “drones” o aviones no tripulados, cada vez más mortíferos, protegidos, capaces y de mayor alcance útil. Lo que le viene de perlas a su conglomerado industrial militar nacional. Drones, como el RQ-70 Sentinel, de la Lockheed Martin, que se les caen cuando falla su electrónica o cuando ésta es atacada con contramedidas y pulsiones electromagnéticas (contra estas últimas, ni el flamante Eurofighter está preparado) o interferencias inesperadas.

Tampoco los estadounidenses tuvieron un compromiso permanente e indefinido, el marchamo del buen aliado, con el régimen político iraquí. Que es conglomerado de intereses religiosos, tribales y personales, aglutinado por el poder que hoy detentan y se reparten. Tampoco se puede “impregnar” en su totalidad y sin más, una democracia inorgánica occidental en un país musulmán con una estructura social antigua y firme. Sin principios y formas liberales en su idiosincrasia (esto no se adquiere con unas inyecciones de “liberalismo forte”), los dirigentes y jefes populares utilizarán los nuevos mecanismos de poder que se les ofrezcan para aumentar su influencia y beneficio, en una sociedad supuestamente moderna y libre. Aquí, el principio de fondo es que una democracia islámica, basada en la Umma, el Corán, la sunna del Profeta y la Sharia, no es igual a una democracia liberal. Un corolario importante de esto es la falta de cercanía y de compromiso de los EEUU con el pueblo iraquí. Que percibe a losextranjeros infieles armadosen su territorio, como algo temporal, relativo, ajeno, dañino y superpuesto a sus intereses y necesidades cotidianas, familiares, tribales, culturales y religiosas, por este orden.

¿Por qué no han intentado interpretar y encausar unademocracia islámica, basada en elIslam popular, las distintas etnias y la cultura enraizada en los clanes y las tribus regionales? Porque quieren resultados a corto. Y el ritmo atemporal y firme de la vida de las tribus, los desconcierta y enerva. Les falta el celo por la labor anónima, firme y prolongada. De servicio a los demás, esos que siempre distinguen entre el mercenario advenedizo y el amigo. Tareas abnegadas, tanto militares como socio económicas, que sólo pueden ser promovidas y animadas por el que posee una sanamoral nacional. Capaz ésta de desarrollar, desde su fortaleza interior, aquéllaamistad cívicade la que hablaba Aristóteles en su Ética. Al menos, con sus adelantos, dineros y medios académicos, podían haber estudiado y señalado uncamino sociológicoa seguir por el pueblo. Y, aunque no hubiesen llegado a recoger fruto alguno, se hubiesen podido marchar con dignidad y el respeto ajeno, dejando una impronta de amigo confiable. Han hurgado en las heridas sociales, han lastimado más y han curado poco. Por fin, se van, dejando a los iraquíes frente a un destino difícil, que ellos han ayudado a pergeñar.

Los objetivos de la estrategia nacional estadounidenses son ahora más políticos que militares en el Asia Central islámica. “Esta ha sido una década difícil para nuestro país. …(ahora) podemos alegrarnos de saber que la presión de las guerras está cediendo”, decía Obama. Se admite que los estadounidenses no son capaces de “dejar un Afganistán o un Irak perfecto”. Tampoco la democracia occidental es perfecta. Pero es comparativamente el menos injusto de los sistemas políticos conocidos. Y, debidamente regulado por el juego de los poderes públicos y la probidad de sus agentes, fue el que permitió el advenimiento de las clases medias, numerosas, educadas, laboriosas y progresistas. Que son el “humus primigenio” de las sociedades adelantadas modernas, que desarrollan y utilizan todos sus recursos y materiales en la seguridad, la prosperidad y el desarrollo humanos.

Un problema no menor de la gran estrategia de los estadounidenses es que carecen de un “liderazgo socio militar proyectado”, de una figura dirigente que les ofrezca iniciativa, esfuerzo, sudor y lágrimas para defender por unos años decisivos, una causa que sea aceptada por la mayoría del pueblo estadounidense. Se actuó en Irak para derrocar al régimen tiránico de Saddam y para traer una verdadera democracia inorgánica al país. Esto último no está conseguido, ni garantizado. Y la doctrina Bush estableció, quizás sin ser explicada ni aceptada, que esas “asymmetrical wars” (irregulares y con bajo nivel de equipamiento militar) se sostenían y eran necesarias, para alejar de los territorios estadounidense y de sus aliados, las amenazas del terrorismo foráneo fundamentalista de cualquier origen, religión o ideología.

Los Resultados y los Designios para Irak.

Con unos deficits fiscal y exterior desbocados, es necesario para los EEUU ahorrar en recursos militares, para dedicarlos “a construir una nación aquí, en casa”. Así, bajan cualitativamente el listón del terror exterior, poniendo a la Red (al-Qaida) como único enemigo violento no nacional. La “red” terrorista islamista internacionalista, sin territorio propio, con sus jefes operativos conocidos, huidos y no deseados como huéspedes en ningún país normal, es un objetivo más asequible, adaptable y manejable para sus fuerzas y medios de incursión rápida puntual.

La mayoría chií de Irak basculará ahora sus intereses socio religiosos hacia su correligionario el Irán teocrático, heredero de la “revolución permanente” jomeini. Un Irán que, aunque su estructura de poder esté anquilosada y aún fracturada entre aperturistas y tradicionalistas, se cohesiona internamente siempre ante las amenazas de intervención exteriores. Irán a podido esperar la caída del fruto maduro iraquí en sus manos. Irán es ahora el ganador de toda la aventura estadounidense, que conmocionó y dio la vuelta a toda la región geostratégica del Oriente Próximo y Medio. E Irán ha asistido a todo el doloroso proceso sin apenas desgaste físico o moral. Y, con sus 74 millones de habitantes, es un referente a respetar en el Oriente Medio musulmán.. Irak e Irán tienen al oeste a su vecina Siria, cuya estructura gubernamental de poder, singularmente las élites político militares (papá Hafez al-Assad era general y jefe de la aviación, un arma técnica) proceden de la rama alauita de los chiíies. Pero ninguna de las dos naciones va a apostar por el oftalmólogo Bashar al-Assad, porque no tiene futuro creíble y su capital social está dilapidado ya.

En la lucha por el control de los movimientos rebeldes nacionales de la Primavera Árabe, los chiíes han conseguido ya una alianza implícita de sus países, a la que se uniría El Líbano de Hezbolá, patrocinado por Irán y la Siria alauita. Los sunníes del resto de los países árabes aún tienen que hacer muchos esfuerzos, para lograr una unificación de los intereses políticos globales. Por más que la Arabia Saudí los apoye y aliente en algunos casos.

Queda un problema social fundamental por resolver en Irak. Conseguir que los sunníes no se sientan ahora nuevamente desplazados y perjudicados. Y empujados o tentados, según la intensidad de esos sentimientos, ha reanudar su rebelión armada. Y esto puede ocurrir por la falta de las generosas pagas estadounidenses y por la conculcación de sus derechos. Cosa ésta que, el régimen mayoritario chií puede, con mezquindad y estrechez de miras, llevar a cabo. Un fomento de la rebelión que también están intentado los grupos más radicales y al-Qaida. Aplicándose en la cadena intermitente de atentados en el país contra personas e intereses gubernamentales y tribus chíies. Esto llevaría a una fractura grave del país. Que está muy alejada de las amplias y prometedoras posibilidades de una cierta unidad nacional, que brindaría el establecimiento de un país federado, integrado por las tres grandes etnias o sociedades religiosas. Y tomando como primer ejemplo, la estructura administrativa creada por los kurdos al norte del país durante estos últimos años.

EL INICIO DE LA GUERRA CIVIL EN SIRIA

Las tropas sirias causan cientos de muertos y heridos civiles en su ataque a la ciudad de Homs desde el viernes 3 de febrero. Justificándose en una persecución en caliente de un grupo de supuestos rebeldes regulares en retirada. Estas acciones en fuerza se extienden ya a otras poblaciones y pequeñas poblaciones del oeste del país. Éste sería el resumen de las noticias que se reciben desde Siria durante el mes de febrero. Y con ellas se ha producido un importante cambio cualitativo en esta guerra larvada. Que está cada vez más cerca de eclosionar y de desarrollarse y extenderse, con las características propias de un conflicto armado sostenido interno.

Condicionamientos geográficos del Teatro militar de Siria. Sus Características operativas en la Guerra moderna. Perspectivas en la Guerra Civil en Siria.

Siria es un país fundamentalmente llano. La vida y la actividad de sus habitantes está ensamblada y sostenida por 2 grandes ríos, el Orontes, que fluye de norte a sur, y el tramo superior del Eufrates, que recorre sus extensas y desérticas llanuras del Este, en dirección sureste. Una delgada cadena de alturas, la Ansariyya, que se prolonga al sur en las sierras del Antilíbano y del Hermón, ya junto a Damasco, limita su estrechísima llanura costera, con cultivos mediterráneos. Al este de esta sucesión de alturas, el Orontes, que alimenta la irrigación de diferentes cultivos desde la depresión natural del Gab, permite distintos emplazamientos urbanos, principalmente Hama y Homs, de norte a sur En torno al Eufrates, la vida se sostiene, gracias a las irrigaciones desde el propio río y la presa de Tabqa, en las ciudades de Raqqa y Day al-Zawr y otras poblaciones menores.

Como hemos visto, el territorio sirio ofrece un terreno favorable para el movimiento operativo y las marchas de las unidades y pequeñas unidades mecanizadas y motorizadas. Que son capaces de recorrer rápidamente amplias y sorpresivas distancias para su enemigo. Empleando para ello bases de partida en su retaguardia operativa. Esto permite también que, cualquier concentración semipermanente del Ejército Sirio Libre (ESL) pueda ser alcanzada, aislada y aniquilada fácilmente por el Ejército Nacional Sirio (ENS) de Bashar al-Assad.

Los Prolegómenos de la Guerra civil en Siria.

Hasta ahora los combates entre los rebeldes y el ENS eran hostigamientos, escaramuzas, emboscadas y pequeños ataques a poblaciones, que no tenían el carácter de un “cerco y asedio”, siquiera parcial y temporal. Todos aquéllos tenían dos características clave: eran muy limitados en el tiempo y no tenían proyección operativa alguna. Las bajas de ambos “rivales”, comparadas con las de cualquier conflicto armado que se precie, eran ridículas. Por otra parte, muchos “minichoques” ni siquiera eran detectados por los observadores normales o la prensa internacional.

El ENS ha dado un paso más hacia el aplastamiento de la rebelión, aún en sus brotes tiernos. Pero ya armada y extendiéndose en “manchas” por todo el oeste del país. Empleando también en su “tarea”, la artillería, las armas pesadas de infantería y el fuego pesado directo de los tanques. Fuego pesado que, de momento, busca sembrar el pánico entre los combatientes enemigos y sus partidarios civiles y los vecinos de los reductos y puntos fuertes temporales rebeldes. Sin que se produzcan con el apoyo de sus fuegos directo e indirecto, acciones militares terrestres de trascendencia operativa. Sólo ocurre el empleo de “grupos” de “tiradores libres” por ambas partes. Los militares selectos se infiltran y se instalan, formando una línea de frente corta, discontinua y quebrada, que cubre un sector o faja de gran frecuencia de movimientos en la población o ciudad. Y los rebeldes realizan la acción neutralizadora de “contratiradores libres”. Y, mientras los desalojos los produce el pánico, pocas veces el desbordamiento de flancos, los militares avanzan, revolviéndose en el “vacío” creado. Pero sin penetrar en fuerza decisivamente, para desarticular la defensa. O para fraccionar por sectores los enclaves atacados, como maniobra previa a su liquidación por partes.

El autonombrado Ejército Sirio Libre.

Es un conglomerado de fuerzas dispersas y dispares. Que provienen de la deserción intermitente de pequeños grupos de miembros de las distintas armas del ENS. No existen elementos de la Fuerza Aérea, que sepamos, entre los sublevados. El conjunto del ESL está lejos de constituir una estructura orgánica estable y consolidada. Su orden de batalla lo constituyen, en su pináculo, las “brigadas” regionales. Éstas operan tácticamente en el ecumene del Orontes. Buscando sólo objetivos limitados de hostigamiento o golpes de mano contra las fuerzas de seguridad y autoridades locales importantes. No se mantienen, ni tienen intención de defender los objetivos que son ocupados. Y se refugian de inmediato, desdobladas más o menos, en las cercanas cadenas montañosas. O, formando pequeñas unidades aún integradas, en algunos barrios de las ciudades levantiscas de Homs, Hama y otras poblaciones.

Este ejército rebelde sirio, está mejor capacitado y entrenado que las “brigadas” locales (las cientos de “qatibas” libias improvisadas, al estilo de los “sans cullottes” o de los “basij” iraníes) del cuestionable Consejo Nacional de Transición libio. Al menos, sus hombres poseen una unidad de doctrina, de reglamentos y de armamentos. Tienen en abundancia las variadas armas de personal, incluyendo las de la familia RPG y mejorados de cohetes HEAT de carga hueca y vuelo libre y algún armamento pesado de infantería (morteros y ametralladoras). Su gran debilidad es su penuria de vehículos blindados, de artillería y de los antitanques orgánicos de las compañías y los batallones específicos de la lucha antitanque. Y la carencia de una red logística estable, suficiente y provista regularmente.

Se da también aquí el fenómeno sociosicológico de elevar en 2 o 3 grados la categoría, el tamaño real y la capacidad de las verdaderas unidades desplegadas y operativas. Y que, por manido, no engaña a nadie.

Otros Protagonistas activos de la Guerra civil en Siria.

El Ejército sirio es el ejército de la nación. Y está formado proporcionalmente como ella, por una mayoría de reclutas sunníes. Que es la que alimenta, junto con suboficiales y oficiales junior de igual procedencia, como un exuberante vivero, las filas del ESL. El Ejército está formado por unas 200 mil personas, la mayor parte de recluta. El potencial de la nación para un reclutamiento sostenido anual es de unos 220 mil hombres. Y puede alcanzar hasta más de 320 mil personas, con la primera movilización. Está integrado en 3 cuerpos de ejército y variadas y numerosas unidades independientes, con todas las armas y servicios disponibles. Dentro de su formación va incluido un “adoctrinamiento político”, no tan severo, extenso y continuo como el de los ejércitos comunistas, que busca imbuirlos del odio al enemigo sionista y de lealtad al gobierno y al partido.

El Ejército está “observado y controlado” por un hermano menor de Bashar, Mahir, desde su jefatura de la Guardia Republicana (la Haras al-Jumhuriyya). Y por su cuñado Asef Shawkat, que dirige toda la Seguridad del Estado, a través de sus distintas ramas institucionales. En todas las “unidades” militares hay “observadores” de la Inteligencia Militar. También hay varias unidades de “Fuerzas Especiales”, formadas exclusivamente por voluntarios alauitas, que modernamente recibieron el nombre conjunto de “Fuerza de Despliegue Rápido”, a la usanza de otros ejércitos nacionales. Se trata de unidades de infantería ligera reforzada, con altísimos niveles de motivación, entrenamiento y disponibilidad combativa.

Si queremos hablar de la eficacia combativa del Ejército sirio, tenemos que partir de sus “capacidades de combate” específicas, definidas y calculadas por el coronel Trevor Dupuy. Y que se refieren a valores reales exhibidos en conflictos. Las últimas, calculadas con la Guerra del Yom Kippur, daban un valor de 2,54 soldados sirios por uno del Tsahal. Esto los situaba por encima de jordanos y egipcios, con valores por debajo de 2. Desde hace más de 20 años, se percibe una mejora en la calidad del personal militar. Y los oficiales junior reciben ahora más tareas y son ascendidos también por su valía, dentro de los parámetros habituales de los ejércitos árabes.

En este abigarrado escenario socio militar, están presentes también unas milicias puramente locales autónomas, sin conexión operativa entre ellas. No existen en todos los sitios y barrios. Están al margen del Baaz y de sus milicias político paramilitares que, de momento, están inactivas. Aquéllas intentan mantener un mínimo de orden social interno y la seguridad y el movimiento de los ciudadanos y mercancías en los distintos enclaves, pequeñas poblaciones y barriadas donde actúan. Su armamento es meramente el personal ligero de los infantes del ejército y armas de caza rayadas y lisas, y en muy variado número y composición en función de su localización y sus contactos. Tanto los “grupos de tarea” de los militares como las bandas rebeldes mantienen, en este período de desarrollo de la lucha, un status quo tolerante con estas milicias ciudadanas. Las cuales realizan una labor de policía civil conveniente para todos.

En muchos barrios alauitas actúa una milicia paramilitar gubernamental llamada “habiha”, formada por militantes selectos del Baaz. En distintos barrios sunníes actúan irregulares rebeldes armados de los Hermanos Musulmanes. También hay que contar con la presencia muy escasa de radicales religiosos salafistas y sus aún más exiguas apéndices locales. A ellos se les atribuyeron los pasados ataques suicidas en Damasco. Esto introduce un factor de inestabilidad social en los verdaderos parámetros de esta guerra. Que es de mayor efecto e importancia de lo que le correspondería por el número y eficacia bélica de estos radicales sociorreligiosos islamistas. Por fin, se habla también de “voluntarios irregulares sunníes” de Irak, sin soldadas desde la retirada de los EEUU. Que estarían cruzando la frontera siria y su desierto del este, para unirse a la lucha armada contra el régimen del Baaz.

(continuará)

¿Hay Tiroteos en Afganistán?

Los talibán matan por primera vez a un militar español en combate”. “El chaleco antibalas no salvó al sargento en la guerra afgana”. Eran algunos de los titulares de los periódicos españoles, a su desarrollo de la noticia de la muerte del sargento Joaquín Moya en un tiroteo con el enemigo el lunes 7 de noviembre. Los hechos ocurrieron al noreste de Ludina, en uno de los tramos más peligrosos de la ruta Lithium. Ésta une Qala-i-Naw con Bala Murghab, en la provincia de Badghis, siguiendo un trazado orientado al noreste por el interior de ella. Y cerrando un rectángulo con la vieja Carretera Circular, que une por el sur ambas poblaciones.

¿Qué pasó? ¿Qué está pasando? ¿Cómo reacciona nuestra “retaguardia de apoyo”?¿Apoyamos y apreciamos de verdad a nuestros militares?

Ante la muerte del sargento, también se habló de que la familia ha pedido al presidente Rodríguez Zapatero, que dé «explicaciones» por la muerte del único soldado que matan en un tiroteo en Afganistán. Así, “María Dolores, una cuñada de Joaquín Moya, se ha mostrado enormemente «dolida». Y en declaraciones a ELMUNDO.es de Andalucía ha lamentado que el jefe del Ejecutivo apruebe que soldados españoles acudan a países como éste «a ayudar», porque entiende que los llevan a «que los maten». De ahí que haya exigido que el presidente del Gobierno ofrezca las «explicaciones» que entienda que ha de dar a una familia destrozada”.

Y estos casos variados y cambiantes en características, lugares y tiempos ocurren a diario. A mediados de diciembre pasado, una columna del Ejército Nacional Afgano, reforzada por fuerzas españolas, en marcha por la ruta Lithium, fue atacada por los talibanes cerca del desfiladero de Sang Atesh, al norte de la provincia de Badghis. Unos 40 tiradores talibanes les atacaron hacia 6 de la madrugada, desde posiciones fijas ligeramente reforzadas, en un punto situado a unos 60 Km. de la base española de Qala-i-Nao y a unos 110 de Herat. La sección española reforzada con ingenieros, fuerte en unos 50 hombres, que forma parte del llamado Equipo de Reconstrucción Provincial, tuvo que responder al enemigo con el fuego de sus vehículos ligeros blindados. La escaramuza duró una hora y terminó con la llegada de los helicópteros artillados Mangosta italianos, que hicieron romper el contacto al enemigo. Era cuestión de detener la misión y volver a la base. Y tras la retirada de los helicópteros, un grupo de media docena de insurrectos volvía tirotear a la columna en marcha retrógrada. Todos recordamos también el vídeo colgado de Internet y las fotos publicadas en Interviú, donde una patrulla de caballeros paracaidistas legionarios mandada por un sargento, fuerte en total en una sección, se atrincheraba y era hostigada a distancia por los talibanes, en un sector de esta carretera secundaria.

La propaganda constituye un objetivo estratégico básico de los insurrectos, al que colaboran entusiasmados las agencias y los medios occidentales. Cualquier ataque rebelde con éxito o llamativo es inmediatamente retransmitido al mundo. Esto debilita siempre la voluntad de permanencia de las fuerzas de la ISAF, los EEUU y sus aliados. Sus legiones, llamadas por sus casas, quieren regresar, para gozar del consumo variado y superfluo del mercado global y las vacaciones exóticas. Las madres espartanas, algo impensable hoy en día, les decían a sus hijos cuando salían de campaña, al llegar la estación benigna y abandonar los cuarteles de invierno: “vuelve con el escudo o sobre el escudo”. El escudo era suficientemente extenso y recio como para servir de camilla a un herido o a un muerto. Y cuando huían, el escudo grande y pesado de los hoplitas griegos, capaz de resistir las acometidas tremendas de las sarisas o largas picas de 5 m., armas principales de sus falanges, era un estorbo y lo desechaban.

Aquí tenemos muchas decenas de miles de militares de todas las Armas, incluyendo la Guardia Civil. Pero, salvo con ésta, por su relación de cercanía y función de seguridad pública, parece que la sociedad española no sabe bien qué hacer o qué decir de sus militares. Los cuarteles están a mucha distancia anímica de nuestras casas. A los militares los admiramos por su gallardía, seriedad y disciplina, que solamente nos exhiben en los pocos desfiles que les permitimos. A sus muertos los despedimos rápida y oportunamente en dirección a su sepelio íntimo y la tumba familiar.

Esta disfunción social que rompe el verdadero tejido nacional, forma parte de la ideología decimonónica de la izquierdona más rancia, sectaria y rencorosa que aún se arrastra por la Europa, ya libre de doctrinas totalitarias inhumanas. Su “ideal” sigue siendo el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos (en ruso RKKA, Raboche-Krestiánskaya Krásnaya Ármiya), controlado por los comisarios políticos, no por sus mandos naturales. Esto choca de frente con el principio del mando único y capacitado. Que es el que vertebra y ensambla toda la capacidad e idoneidad de las unidades, desde sus suboficiales a sus jefes y altos mandos. Aunque muy pocos europeos, salvo los del Komintern y de algunos países ocupados, se alistaron voluntariamente en sus filas durante la Gran Guerra de la Patria.

¿Cómo actúa el enemigo?

Las operaciones de combate de las guerrillas y bandas relativamente experimentadas tienen ciertas características distintivas. Una es la planificación detallada y cuidadosa de los combates decididos. En el plan se dan las instrucciones más o menos elaboradas y extensas para el ataque a los objetivos designados. También se suelen designar objetivos alternativos. Su función es permitir la flexibilidad de las subunidades irregulares, para adaptarse y aprovechar los cambios posibles, pero no previstos, en el desarrollo de la situación táctica. Incluso, a veces, se prevén otras operaciones destinadas a explotar y ampliar la ventaja adquirida. La inteligencia, que es la información detectada, elaborada y transmitida, iluminará y facilitará la planificación. En cada operación hacen un esfuerzo especial de exploración, para actualizar y precisar las condiciones tácticas objetivas. Que complemente y verifique el flujo normal de información que reciben de los observadores y los colaboradores “part time” o los civiles afines.

Esta planificación centralizada de los mandos regionales se plasma y concreta en una ejecución descentralizada todo lo posible. Las subunidades a cargo del mando táctico pueden ir desde un “arma automática de pelotón o SAW y su defensa de tiradores”, hasta una “sección reforzada” de éstos. Aquéllas “atacarán” el objetivo convergiendo desde sectores o fajas diferentes, enjambrándose en torno a él. Pero no todo son acciones “violentas”: en lontananza puede moverse un grupo más o menos sospechoso, mientras que un equipo ametrallador completo toma posiciones, enfilando los movimientos amplios y evidentes de la plétora de tropas regulares de patrulla o en “ejercicios” de entrenamiento de afganos o en prácticas propias.

La sorpresa, que es un multiplicador eficaz de la “capacidad de combate” específica de una unidad dada, es empleada continua y sistemáticamente por los combatientes irregulares. Así, ocurre que, “por este valle amplio, ocre y árido nunca nos han atacado”, porque las montañas que lo enmarcan están a 300 o 400 m. en el horizonte. Bueno, pues hoy te van a atacar con ráfagas cortas (2 o3 disparos) de ametralladora con bípode, cuando avances desparramado por aquél, ofreciendo múltiples blancos al enemigo tenaz, curtido y venenoso.

Otra característica típica de las guerras afganas es que los rebeldes irregulares no se empeñan en la defensa de sus posiciones detectadas. Una vez conseguido el hostigamiento del enemigo y extendidos el daño, la mutilación y el estupor sobre los militares, aquéllos se retirarán. No son tan tontos como para esperar impávidos el fuego pesado, preciso y arrasador regular. Ni para presumir de “bravos”, “corajudos” u otras “etiquetas consoladoras”, frente a enemigos con armas de alcance y características superiores y capaces de convertir un blanco de superficie en zona de destrucción. Estos gestos de valor (?) se los dejan para los soldados regulares.

Por último, están el tiempo y su corolario, la oportunidad. Los talibanes manejan muy bien los tiempos tácticos y operativos. Son maestros de la paciencia, la espera, la repetición de los ensayos, simples y sencillos. El tiempo, como variable universal independiente, tiene su complemento y realización práctica en la oportunidad. Sólo cuando las condiciones de una “correlación de fuerzas” muy elemental les son favorables, actúan tácticamente. Incluso se permiten realizar acciones sucesivas o simultáneas en un área dada, para saturarla con sus efectos. Del suicida no hablamos, porque es de un solo uso y casi siempre optimiza bien su tarea prevista.

El tiempo sicológico lo tienen ganado los rebeldes afganos. Los occidentales buscamos que los resultados sean fáciles y rápidos de conseguir. Para aquéllos, el tiempo como condicionante no existe. Viven en el aquí y el ahora, en unos momentos que se concretan en esperar, en andar, en pelear, en comer, en dormir. El tiempo estratégico también lo tienen ganado los afganos irregulares. Porque su enemigo principal y poderoso tiene fecha de caducidad: el 2014. Y el tiempo sicológico les hace más llevadera la espera, como resultante de infinidad de momentos vividos.

En cuanto al combate por el fuego de armas ligeras y medias, los guerrilleros no se acercan demasiado. Son gentes menos entrenadas y equipadas que los militares profesionales. Actúan hostigando al bulto. Sus armas personales más frecuentes, los AK en sus variantes 47 y M no son precisas más allá de los 150-175 m., en tiro filante. El fuego de morteros resulta impreciso y esquivable contra una patrulla montada. Sin embargo, para los civiles y para el tránsito de vehículos y mercancías estas técnicas de ataque son suficientes y eficaces. El arma más temida de los talibanes es el iluminado fanático suicida. Que busca como credencial para el Jardín de las Huríes, el llevarse consigo el mayor número de enemigos muertos y mutilados. El atacante podrá ser un loco religioso, pero no es un tonto. Los suicidas no atacan las posiciones militares preparadas. Dotadas en su perímetro defensivo de complicadas alambradas, fosos, paredes, espacios entre obstáculos, alarmas, deflectores de explosiones, patrullas fijas y móviles. Porque saben que la explosión se disipará en el aire y que no le dejarán acercarse a las garitas o a las torres de vigilancia, porque ya están esperándole. Las armas principales del suicida no son su cinturón o chaleco explosivo, son la sorpresa, la libertad de acción, la iniciativa y su desprecio de la vida por la causa.

El procedimiento para atacar una posición débilmente defendida o sin ánimos de lucha suele ser éste: Bombardean de madrugada con fuego pesado de lanzacohetes fijos, luego se acercan para emplear los morteros. Por fin, el asalto lo realizan varias escuadras independientes que convergen, avanzando y disparando ráfagas de AK y ametralladora RPD o PK y, desde algo más atrás, los lanzagranadas RPG y RL. Sólo disparan sobre blancos comprobados o desde arriba y desde abajo. Con ello evitan todo lo posible los daños del fuego amigo.

La Lucha contra los talibanes y las bandas no ideológicas.

El único modo de defenderse de estas partidas insurrectas es privándoles de la iniciativa, dislocando sus movimientos entre posiciones y hacia objetivos, esquilmando su retaguardia operativa, quitándoles la libertad de acción y demostrando al pueblo quiénes tienen los medios y la determinación para ganar la guerra, apoyando a su gobierno y autoridades. Defenderse no es dejarse reducir o arrinconar en las guarniciones, por la actuación y la extensión de las bandas. Guarniciones que se convierten en enormes y costosos “depósitos protegidos” de materiales y hombres sin utilizar. Esto es dejarse oxidar, desmoralizar y enervar por el enemigo móvil, activo y muy asimétrico.

En estos momentos, en Afganistán se están usando modernos sistemas de combate de infantería, no los mejores y más caros en todos los casos, en misiones de patrullaje rutinario y/o demostrativo, de enlace entre puestos y posiciones y de escolta o apoyo a las columnas de marcha del ejército afgano. Gran parte de las características de estos vehículos, sobran para estos usos. Ya que no son empleados siquiera para la exploración y el reconocimiento de las vías por delante de aquéllas. O como vanguardias de combate, para asegurar pasos y parajes comprometedores. Los VCI son buscados como habitáculos protegidos para escuadra o pelotón, dotados de suelos altos construidos como poliedros convexos, destinados a reflejar las explosiones de los artificios explosivos improvisados, y como plataformas de tiro rápido para rechazar a los irregulares hostiles.

Las sucesivas noticias que vamos recibiendo desde las zonas de operaciones de guerra en Afganistán, procedentes de periodistas insertados en las fuerzas combatientes, de los corresponsales destacados en Kabul y otras poblaciones y las que emiten los ejércitos en presencia, van destilando una serie de características que son comunes a las fuerzas de los distintos ejércitos. Todos van cayendo en la tendencia iniciada por los estadounidenses de tener al enemigo menos cerca, más visto y observado y más batido por el fuego pesado aéreo y artillero.

No se busca con éste, en orden creciente de efectos, perturbar, cegar o neutralizar, sino destruir. Que es el más costoso (bueno para el complejo industrial correspondiente) e improbable de sus efectos (al 100%), lo que exige un gasto incrementado deficiente de recursos. Y no existe siempre su conexión directa con las maniobras ofensivas de las fuerzas terrestres. Que muchas veces no acuden a batir al enemigo quebrado tras el golpe múltiple de fuegos. El fuego pesado se ha convertido en un sustituto económico (el esfuerzo militar se cambia por dólares) e industrial de las maniobras y los ataques de las fuerzas terrestres.

Y la razón de todo esto la saben los talibanes: el horror al riesgo y a asumir bajas.

LA GUERRA DE REDES II.

(continuación)

¿Novedad o Redundancia Retórica?

¿Cómo funcionan las redes y los enjambres de pequeñas unidades y en cuáles circunstancias?

En la batalla del monte Majuba (27 de febrero de 1881) se dio un caso de empleo eficaz de laspequeñas unidadesindependientes. Que se enjambraron sobre una unidad enemiga convencional tipo batallón y la destrozaron, terminando con ello la guerra Boer.

Al final de ésta, el general Colley dirigió un pequeño ejército británico al territorio de Transvaal. Aquí decidió ocupar el volcán extinto de Majuba con 600 m. de altura y que dominaba el flanco derecho expuesto del campamento de carros (laager) de los boers. La fuerza británica se componía de unos 650 hombres, integrados en 4 compañías provenientes de regimientos distintos, y carecía de artillería de campo y de ametralladoras. Ocuparon la cumbre plana, que estaba libre y establecieron posiciones en ella, en sus bordes y en la base sur de la altura, para proteger la retirada a su base cercana de monte Prospect.

Aunque sorprendidos, en cuanto los boers comprobaron la ausencia de artillería de los británicos, se dispusieron a recuperar la montaña. A su favor ya tenían el total conocimiento del área y su gran movilidad por ella. El monte estaba formado por estratos alternativos de esquistos y caliza, con quebradas profundas y masas de rocas y de espesos matorrales de mimosa oscura. Con lo que las vistas de los distintos sectores defensivos británicos eran intermitentes y cortas. Todo ello se prestaba al carácter independiente e irregular de los tiradores y jinetes boers. Que, incluso, se sentían libres de trasladarse a cualquier parte de un campo de batalla, donde se creyesen más útiles. Hasta entonces, los boers mantenían en la guerra una estrategia defensiva.

Un primer grupo de 50 hombres llegó a las faldas norte de Majuba y fueron llevados por elgeneralSmit alrededor del mismo, a su lado sur, para fijar a los británicos allí apostados. Racimos de boers fueron apareciendo por todos los lados y quedaron esperando la llegada de jefes que los dirigiesen. Unos 150 boers comenzaron a trepar por las laderas en distintos momentos, mientras un número similar mantenía un fuego de neutralización sobre los bordes de la cumbre. Los hombres que subían se agrupaban en racimos independientes. En ellos, una parte de los boers trepaba desde un refugio u ocultación a otro, mientras que la otra les brindaba una barrera de fuego de fusil. Esta última parte, bajo la protección de la primera, trepaba entonces hasta el nivel alcanzado último. El trabajo de acercamiento a la cima se prolongó por unas 6 horas.

Los británicos se mantenían a cubierto en los bordes, pero pronto se dieron cuenta de que el enemigo se acercaba por debajo de ellos. El primer ataque se coronó por el lado oeste. La compañía del 92º regimiento de infantería del teniente Hamilton comenzó a ser atacada de frente y de revés. Algunas subunidades mantenidas de reserva en el centro de la pequeña meseta fueron adelantadas al oeste. Los británicos mantenían su fuego disciplinado por salvas. Los boers disparaban individualmente, se recostaban y cargaban y comenzaban otro ciclo de tiro. Los británicos retrocedieron hacia el centro de la posición. Algunos boers, que llegaban casi a la cima por el oeste, se trasladaron al norte y atacaron también el flanco derecho enemigo. Otros alcanzaron también la cima por el sur, atacando también de enfilada al flanco izquierdo.

Los británicos intentaron entonces la ruptura por el lado sur, bajando a la desesperada y tomando el camino al monte Prospect. En la persecución se produjeron la mayoría de sus bajas. Los británicos sufrieron 96 muertos, 132 heridos y 56 prisioneros. Los boers tuvieron 1 muerto y 5 heridos. Varios son los errores operativos y tácticos de los casacas rojas en esta campaña final de la guerra: carecer de artillería de campaña para batir el campamento de los boers y que les hubiera servido para repeler a losracimosenemigos que iban apareciendo en la cima; su técnica de tiro era ineficaz contra blancos fugaces y dispersos; desconocían y no habían explorado el terreno en el que el batallón se desplegó; a los boers, como a todos los combatientes irregulares, les repelía el combate a las distancias cortas y/o a la bayoneta, pero, en este caso, no lo rehuyeron y utilizaron, lo que sorprendió al enemigo.

Pero también, este trabajo de acercamiento a las distancias de asalto y sin pérdidas de la capacidad combativa propia, lo pueden realizar perfectamente muchas de las pequeñasunidades de acciónregulares, sin entrenamiento de ingenieros. Divididas en escuadras y aún por parejas de hombres, pueden aprovechar suaves desniveles, campos inundados, cunetas, zanjas, zonas de matorrales, quebradas, etc., e incluso con la ocultación de la noche y/o los humos. Para cerrar sobre el enemigo y realizar una incursión o alcanzar sus flancos o su retaguardia, incluso deslizándose entre sus posiciones de combate. Y aunque el enemigo esté fortificado y dotado de fuegos pesados, puede hacerse con unidades más formadas y entrenadas. Para ello es necesario tener y mantener una previa exploración del enemigo, sus movimientos y hábitos. El empleo de las granadas y no el fuego de tiradores es fundamental para despistar a los centinelas y a las posiciones de combate enemigas, del alcance e intenciones del atacante.

También las redes de guerra y los racimos militares pueden funcionar en circunstancias favorables con fuerzas irregulares móviles o de caballería. Un ejemplo es la batalla de Carras (en latín, Carrhae, hoy en día, Harran, en Turquía), donde los jinetes arqueros partos del general Surena derrotaron al triunviro Marco Licinio Craso y sus legiones romanas en el año 53 a.C. El ejército romano de unos 39 mil hombres, sólo contaba con 4 mil infantes ligeros o vélites y 4 mil jinetes. Craso se internó en las llanuras del norte de Siria en persecución del enemigo, que rehusaba la lucha. Por fin, cerca de Carras se planteó la batalla, en un terreno totalmente favorable a la caballería.

Los romanos formaron un rectángulo defensivo, que fue rodeado por la caballería parta, a la que sólo superaron en calidad y capacidad los escitas. Después de algunas escaramuzas iniciales con los vélites, los partos se enjambraron sobre la infantería formada. Y comenzaron un largo hostigamiento desde la distancia eficaz de tiro de sus flechas y lanzas, fuera del alcance de las pila y las gladius romanas. El despliegue legionario se enfrentó a un dilema: si mantenían las formaciones tan cerradas, terminarían heridos por los proyectiles enemigos, y, si pretendían cargar sobre ellos, rompiendo algo la formación, simplemente los rehuían. Los escuadrones partos atacaban siguiendo una dirección dada. Sus jinetes se acercaban por filas, lanzaban sus proyectiles y se retiraban a su retaguardia por los lados, en un ciclo interminable e infernal. El hostigamiento duró hasta el anochecer.

Durante la noche, una parte de las legiones se refugiaron en Carras. Al día siguiente, continuaron su retirada hasta los cercanos montes armenios, donde la caballería tenía un terreno difícil. Surena ofreció parlamentar a Craso. Pero, durante las negociaciones surgió una pelea y Craso resultó muerto. Tras esto, los restos del ejército romano se dispersaron o se rindieron. Sólo unos 5 mil hombres retornaron a sus carteles de partida, unos 10 mil fueron apresados y el resto resultó muerto. Tras esta experiencia, los romanos progresivamente incrementaron la caballería de sus ejércitos y legiones. Y al inicio del siglo IV d.C., ella suponía un 25% de sus fuerzas.

El que se crea que en circunstancias pariguales, favorables a los enjambres móviles y con capacidad de fuego directo eficaz, estos resultados siempre se repiten, puede equivocarse. En efecto, los días 27 y 28 de octubre de 1942 en el desierto egipcio tuvo lugar una serie de encuentros entre unidades alemanas e italianas del Afrika Korps y el batallón de la brigada de Rifles del ejército británico. Éste tomó posiciones fijas en un lugar abierto llamado Snipe, al oeste de la loma Kidney. Con el reforzamiento y el ocultamiento de las posiciones y el apoyo de un grupo de 19 cañones antitanques de 53 mm. (6 libras), los británicos pudieron sorprender a sus enemigos sobre sus límites y localización, rechazar varios ataques directos de los tanques del Afrika Korps y resistir varios bombardeos de artillería y cañones de asalto.

Al finalizar el segundo día de combates, los alemanes abandonaron sus intentos de aplastar e invadir la posición Snipe. Habían perdido en ellos más de 50 vehículos blindados diversos. Snipe resistía y se mantenía. Aunque un tercio de la guarnición era baja y sólo le quedaban 6 antitanques útiles. Casi todos los vehículos portaametralladoras Bren del batallón estaban destruidos. Al final, los británicos abandonaron su posición y se replegaron.

Las circunstancias y las épocas que pueden favorecer a unos racimos de unidades o a la guerra de redes, son muy selectivas y excluyentes. Así, la propia teoría, aunque correcta, es al menos insuficiente y poco elaborada y, por ende, quizás innecesaria. En efecto, cualquier teoría nueva que busque su implantación, respeto y aceptación, debe explicar satisfactoriamente todos los aspectos conocidos de un fenómeno dado (la táctica, la logística, el nivel operativo, etc). Esto es una condición necesaria, pero no es suficiente. Y, aquí residirá su novedad y principal valor, debe explicar nuevos caminos de aproximación y avance a un mayor conocimiento y dominio de dicho fenómeno.

La guerra de guerrillas urbana eficaz.

No es fácil utilizar y defender unas zonas de rechazo urbanas. Su empleo implica unas elevadas exigencias a los combatientes irregulares: Una motivación suficiente, que les anime a tomar la vía de las armas y a arriesgar su vida por su causa, que les aplaque y racionalice el miedo inevitable a la lucha a las distancias cercanas con un enemigo superior, hasta que la veteranía les brinde nuevos impulsos. Un buen entrenamiento en la lucha de infantería, que les oficio y confianza. Una lograda y sencilla cooperación entre las pequeñas unidades que las guarnecen, que les garantice una cohesión sin fisuras en su tenue y magro despliegue y que permita y facilite la conducción y la realización de sus planes. Unos nervios templados por todo lo anterior, que les acostumbre a luchar en solitario o en grupos pequeños, resistiéndose a huir ante la implacable amenaza del fuego pesado militar. Las redes militares y la enjambrazón degrupúsculostienen en estas dos características operativas, sus mayores deficiencias. Por todo ello, entre las decenas de miles de irregulares armados existentes, no más del 15 % de ellos pueden utilizar esta forma de lucha defensiva.

Los irregulares urbanos se protegen extendiendo sus posiciones defensivas más allá de lo necesario en una defensa convencional, cubriendo así una mayor superficie ocupada. En la zona de defensa establecen puntos de retardo, más o menos reforzados. Éstos protegen las posiciones más críticas de la zona, incorporan a la defensa los edificios con estructura de acero, especialmente resistentes, y forman trampas de fuego para el enemigo que irrumpe. Los nidos de resistencia tienen aquí más importancia, dado que la ocupación de la zona de defensa es más tenue, las posiciones no pueden fortificarse demasiado, para no quedar evidentes, las vistas son más cortas y existen numerosas vías de aproximación. Dependen de los puntos de retardo y a ellos se repliegan si son invadidos o destruidos. Existen numerosas posiciones alternativas o de recambio, más de lo habitual en la forma de lucha urbana. Esto permite engañar al enemigo militar sobre el límite anterior de la posición de defensa, su verdadera extensión, los límites de los sectores que la forman, el interés del mando irregular de la zona en cuanto a su defensa y dispersar el fuego pesado del atacante. En los bordes de las zonas urbanas nunca establecen esas posiciones fijas. Aquéllos son ocupados por avanzadas de combate cuya misión es recibir a los posibles exploradores u observadores civiles, prevenir sorpresas y engañar sobre el trazado de la zona defensiva. Los ocupantes de las avanzadas de combate, distribuidos en parejas de centinelas y alguna patrulla móvil muy pequeña, se repliegan en su momento hacia los puntos de retardo más interiores.

(continuará)

Los Principios de la Guerra

¿Qué son? ¿Cuántos son? ¿Para qué sirven?

Un recorrido histórico analítico abarcando desde la antigua China de los Reinos Combatientes hasta su moderna expresión para la guerra irregular o asimétrica.

Los llamados principios de la guerra o consejos para el buen obrar en ella, que son permanentes, con tal de que se les reinterprete siempre con buen sentido y flexibilidad, son el compendio del qué hacer para ganarla. Sin embargo, no siempre se han puesto de acuerdo los autores o las doctrinas para definirlos o enumerarlos, caracterizándose los resultados por su extrema diversidad ante el mismo fenómeno.

Una presencia no cronológica de los Principios de la Guerra en la Historia y en sus autores.

Según el general André Beaufré, para Clausewitz existen tres principios fundamentales: la concentración de esfuerzos, la acción del fuerte sobre el fuerte y la decisión por la batalla en el teatro principal de operaciones. Sin embargo, la lectura del libro “De la Guerra” permite extraer al menos otras nueve conclusiones, hitos o consejos de dicha magna obra. Y ellos tienen el carácter de principios de la guerra. Éstos serían: Simplicidad en los planes y ejecuciones. Concentración sobre el enemigo y economía relativa de fuerzas en otros sectores, para ayudar a lograrla. Establecimiento así de un esfuerzo principal y de unas reservas para garantizarlo en el tiempo. La sorpresa, como multiplicador de las capacidades propias. Superioridad de la defensa, que debe ser activa, como forma de lucha. Necesidad de la ofensiva, para conseguir resultados positivos y/o decisivos a los niveles operativo y estratégico.

Liddell Hart propone seis principios positivos: Siguiendo un plan flexible y adaptable, perseguir un objetivo constante y ajustado a los medios disponibles, buscado mediante la línea de acción que ofrezca la menor resistencia del enemigo y, por tanto, sea la más inesperada según su despliegue, y siguiendo una dirección operativa que nos ofrezca alternativas y que, por tanto, desconcierte y disperse al enemigo en su maniobra. Y dos negativos: No lanzar las fuerzas en un solo golpe o intento, mientras el enemigo esté en guardia o en condiciones de eludir o de resistir dicho golpe y no repetir un ataque en la misma forma o en la misma dirección, si ha fracasado anteriormente. Todo esto lo podemos sintetizar diciendo que, hay que aplicar nuestra concentración contra la debilidad enemiga, preferiblemente una vez dispersadas sus fuerzas, incluso por una dispersión previa calculada nuestra.

Aún cuando Napoleón comentó frecuentemente y escribió mucho sobre los principios de la guerra, no los enumeró en parte alguna. En presencia del mariscal Saint Cyr comentó una vez:Si algún día tengo tiempo, escribiré un libro describiendo de forma tan precisa los principios de la guerra, que éstos serán comprendidos por todos los soldados, pudiendo estudiarse la guerra fácilmente como cualquier otra ciencia. El general John Frederick Charles Fuller, del estudio de las campañas de Napoleón, deduce indudablemente que éste empleó los siguientes: La rapidez, fe en la resolución de la ofensiva, la sorpresa, la concentración en el punto decisivo (no necesariamente el más débil) y un sistema defensivo cuidadosamente proyectado.

Por otra parte, se han hecho diversas colecciones de las máximas y preceptos militares de Napoleón. La considerada mejor y primera de todas, se publicó en París en 1827 y fue traducida casi inmediatamente al resto de los principales idiomas europeos, por supuesto al español. Se dice que “Stonewall” Jackson llevaba un ejemplar de este opúsculo en su mochila. El coronel G. F. R. Henderson, biógrafo de Napoleón, considera que esta recopilación “contiene una bastante completa exposición, en las propias palabras de Napoleón, de los grandes principios universales de la guerra”. Pero, las “Máximas Militares” de Napoleón constituyen más bien un “breviario táctico” de unas 35 páginas, adaptado a la tecnología de la época, similar al escrito expresamente y con mayor extensión, ya en la época de la mecanización de la guerra, por el coronel suizo Frick. En éste figuran 78 máximas, que se ampliaron en otros 37 preceptos en las ediciones posteriores.

Por su parte Fuller analizando a Clausewitz y partiendo de la frase de éste, “la guerra sólo es un duelo en gran escala”, va deduciendo hasta siete principios generales para la conducción, explicados a partir de una comparación con una pelea de boxeo. Aquéllos son: La conservación del fin u objetivo. La seguridad. La movilidad. La utilización de la ofensiva. La sorpresa. La concentración de las fuerzas y su economía. Estos principios de Fuller (presentados inicialmente hacia 1920) fueron aceptados y asumidos por la doctrina norteamericana a partir de 1.921, con las debidas actualizaciones en su exposición y posibilidades de aplicación, y añadiéndoles los de simplicidad y unidad de mando.

La escuela estratégica tradicional francesa representada por el generalísimo Foch, el vencedor de la I Guerra Mundial, resumió la estrategia en dos principios: la economía de fuerzas y la libertad de acción. Por su generalidad y abstracción pueden aplicarse a todas las tácticas y estrategias. El general Beaufré los resume en “alcanzar el punto decisivo merced a la libertad de acción, conseguida mediante una buena economía de fuerzas”.

La escuela de la gran estrategia o estrategia total norteamericana representada por el general Maxwell Taylor utilizó durante su confrontación con la U. R. S. S. en la prolongada guerra fría, dos principios básicos de actuación: la disuasión graduable y la respuesta flexible.

Stalin, el gran vencedor de la II Guerra Mundial, que preguntaba irónicamente, “¿cuántas divisiones tiene el Papa?” (ahora veremos la verdadera razón), definió los cinco principios soviéticos de la guerra, a los que llamó “factores operativos permanentes”: La estabilidad de la retaguardia, la moral del Ejército, la cantidad y calidad de las divisiones, el armamento del Ejército y la habilidad organizadora de los mandos. Estos contrastan con los llamados “factores transitorios”, de los cuales sólo uno ha sido especificado, la sorpresa. Seguramente porque fue el único que Stalin mencionó como tal, en el período siguiente a su uso afortunado por los alemanes al nivel estratégico, al invadir la URSS. La exposición soviética de los citados principios, no significa necesariamente que no existan otros principios que sean tan valiosos como ellos en la doctrina militar soviética, únicamente que no son citados expresamente como tales por ella.

En “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu también se encuentran definidas los conceptos de los principios de la guerra. No son explicitados como en Occidente (aquí queremos usar 2 o 3 palabras en cada nominación), sino que aparecen expresados con ese sentido global de la filosofía china, que busca tener todo simultáneamente presente, lo particular y lo general, más como una íntima percepción y una experiencia, que como una “check list”, un recetario o un vademécum.

Sobre el principio de la ofensiva dice SunTzu:

La invencibilidad reside en la defensa, las oportunidades de victoria, en el ataque.Cuando se dispone de medios suficientes, lo adecuado es la defensa; cuando se dispone de medios más que suficientes, el ataque.” “Los que son duchos en el arte de defenderse se ocultan bajo la tierra de los nueve repliegues; los que son expertos en el arte de atacar avanzan como si se avalanzasen desde el noveno cielo. Así son capaces de protegerse y de asegurarse la victoria total a un tiempo.

Con relación a la sorpresa señala:

Ofrece un señuelo a tu enemigo para hacerle caer en una trampa; simula el desorden y sorpréndelo.” “Atácale donde no esté preparado; haz una salida por donde no se lo espere.” “Impalpable e inmaterial, el experto no deja huellas; misterioso como una divinidad, es inaudible. Así pone al enemigo a su merced.

Sobre la concentración dice:

Si soy capaz de determinar la disposición del enemigo, disimulando al mismo tiempo la mía, puedo concentrarme y él debe dispersarse. Y si yo me concentro mientras que él se dispersa, entonces puedo utilizar la totalidad de mis fuerzas para atacar una parte de las suyas. En ese caso tendré la superioridad numérica” “El enemigo debe ignorar dónde me propongo librar la batalla, porque, si lo ignora, deberá estar preparado en muchos puntos diferentes. Y si se mantiene preparado en muchos puntos, serán poco numerosos los efectivos que yo pueda encontrar en cualquiera de ellos.

También habla de la movilidad de las operaciones:

La victoria es el principal objetivo de la guerra. Si tarda demasiado en llegar, las armas se embotan y la moral decae. Cuando las tropas ataquen a las ciudades, estarán en el límite de sus fuerzas.” “Si el ejército emprende campañas prolongadas, los recursos del Estado no alcanzarán” “Y si se conocen casos de precipitaciones desafortunadas en la guerra, nunca hemos oído hablar de una operación hábil que se prolongase.De esta forma, los que son expertos en el arte de la guerra someten al ejército enemigo sin combate. Toman las ciudades sin efectuar el asalto y derrocan un Estado sin operaciones prolongadas.Cuando el agua del torrente hace rodar los guijarros es gracias a su impetuosidad.Su potencial es el de una ballesta tensada al máximo, su tiempo de acción, el del disparo del mecanismo.

Sobre la coordinación indica:

En términos generales, mandar a muchas personas es como mandar a unas pocas. Es cuestión de organización.Y mandar a muchos de ellos es como mandar a unos pocos, es cuestión de despliegues y de señales.En medio del tumulto y del estrépito, la batalla parece confusa, pero no hay desorden; las tropas parecen girar en redondo, pero no pueden ser vencidas.

Sun Tzu no señala explícitamente el principio de mantener el objetivo, porque supone que con la ofensiva, la sorpresa, la concentración y la movilidad se alcanzará aquél con rapidez. Probablemente prefiere no insistir en esa “expresión de constancia e interés” militar, para que no afecte a la percepción de la flexibilidad de planes y tácticas y a la “no forma” de los despliegues, en los que tanto insiste en su filosofía.

El desarrollo clásico de los Principios de la Guerra para los conflictos irregulares o asimétricos.

Mao Zedong, en su trabajoProblemas Estratégicos de la Guerra de Guerrillas contra el Japónde mayo de 1.938 fija seis principios cardinales o estratégicos:

Iniciativa, flexibilidad y planificación en la realización de operaciones ofensivas dentro de la guerra defensiva, (realizar) batallas de decisión rápida dentro de la guerra prolongada (guerrillera) y operaciones en las líneas exteriores (incursiones más o menos duraderas) dentro de la guerra en las propias líneas interiores. Coordinación con la guerra regular. Creación de las bases de apoyo. Defensa y ataque estratégicos. Transformación de la guerra de guerrillas en guerra de movimientos. Relaciones correctas de mando.

Es de señalar que la aplicación de los mismos es muy flexible, pudiendo los revolucionarios retornar a la guerra de guerrillas, si las condiciones objetivas de lucha se les tornan desfavorables o simplemente difíciles.

El 1 de septiembre de 1.947, sólo dos años antes de la proclamación de la República Popular de China (1 de octubre de 1.949), en su documentoEstrategia para el segundo Año de la Guerra de Liberación, que firma como Presidente de la Comisión Militar Revolucionaria del Pueblo Chino, Mao redefine los anteriores principios (realmente establece ahora unos principios operativos, que tienen que ser diferentes al serlo su naturaleza):

Los principios militares de nuestro ejército siguen siendo los mismos establecidos anteriormente:

1) Asestar golpes primero a las fuerzas enemigas dispersas y aisladas y luego a las fuerzas enemigas concentradas y poderosas. 2) Tomar primero las ciudades pequeñas y medianas y las vastas zonas rurales y luego las grandes ciudades. 3) Tener por objetivo principal el aniquilamiento (causar numerosas bajas) de la fuerza viva del enemigo y no el mantenimiento o conquista de territorios. 4) En cada batalla concentrar fuerzas absolutamente superiores, cercar totalmente las fuerzas enemigas y procurar aniquilarlas por completo (hasta su rendición), sin que nadie se escape de la red. 5) Guardarse de dar una batalla sin preparación o una batalla sin tener la seguridad de ganarla; hacer todos los esfuerzos por estar bien preparados para cada batalla, hacer todo lo posible para que la correlación existente entre las condiciones del enemigo y las nuestras nos asegure la victoria. 6) (intentar) Entablar combates sucesivos en un corto lapso (de tiempo), aprovechando las mejores cualidades tácticas de nuestros hombres. 7) Esforzarse por arrastrar al enemigo a la guerra de movimientos, (pero dando también) gran importancia a aprender la táctica de ataque a posiciones (para) apoderarse, en gran número, de puntos fortificados y ciudades en manos del enemigo. 8) Atacar y tomar resueltamente todos los puntos fortificados y ciudades débilmente defendidos. Dejar de lado, por el momento, (los que estén) poderosamente defendidos. 9) Reforzar a nuestro ejército con todas las armas y la mayor parte de los hombres capturados al enemigo (hasta un 90% de los soldados y un pequeño número de oficiales de baja graduación son incorporados).

Mao, al parecer, se olvida de otro principio y lo añade en su documento “La Situación Actual y Nuestras Tareas” del 25 de diciembre de 1.947, donde los enumera a todos:

10) Aprovechar bien el intervalo entre dos campañas para que nuestras tropas descansen, se adiestren y consoliden, pero sin dar, en lo posible, ningún respiro al enemigo.

Resumen de la comparación de las conclusiones de los diversos autores sobre los Principios de la Guerra. 

Todas estas tan distintas expresiones parecen indicar una lejanía, al menos teórica, de los principios enunciados por los diferentes autores, con relación a la esencia inmutable de la guerra y a su evolución circunstancial.

En un artículo posterior esperamos dar una lista definitiva (por completa y sistemática), fácil de deducir (y por tanto, de recordar), basada en un libro de Fuller publicado en 1926, «Las Bases de la Ciencia de la Guerra».

Estimados lectores: pueden ustedes encontrar un desarrollo más amplio de toda la teoría de la guerra en mi libro “On the Nature of War”.

LA GUERRA DE REDES.

¿Novedad o Redundancia Retórica?

En los últimos lustros están apareciendo diversas teorías sobre la actuación de unidades militares en redes, o formando unracimo, en torno a un objetivo táctico más lento, con menor alerta combativa y/o deficiencias de exploración o inteligencia y con peores sectores de tiro para sus fuegos de rechazo. Un análisis de sus mecanismos y operaciones demuestra que carecen realmente de la originalidad estructural y de la amplia eficacia combativa que plantean y ofrecen.

La operativa de laguerra de redesy losracimosde pequeñas unidades.

Losgrupúsculosque crearían el enjambrado de acciones erosivas sobre el enemigos o lasredesque envuelven, hostigan y/o aíslan el objetivo, no siempre son o tienen que ser talespequeñas unidades cuasi independientes. Un ejemplo de la eficacia de la actuación centrípeta de todo un ejército, maniobrando sobre el enemigo por cuerpos de ejército, en una acción dislocante y constrictora, lo tenemos en la batalla de Ulm.

En septiembre de 1805 Napoleón trasladó suEjército de Inglaterraal Rin, desplegando sus 208.000 hombres entre Maguncia y Estrasburgo y rebautizándolo elGran Ejército. El Grande Armée estaba formado por 145.000 infantes y 38.000 jinetes, integrados en 7 cuerpos de ejército, cada uno a las órdenes de un mariscal francés. Contaba con una gran reserva de caballería a las órdenes del mariscal Príncipe Murat y la Guardia Imperial, directamente bajo Napoleón. A ellos se les añadían 25.000 bávaros aliados. Tomando como era habitual en él la iniciativa, Napoleón decide dar un primer golpe estratégico contra el ejército de 72.000 austríacos que, a las órdenes del general Mack y el archiduque Fernando, hijo del emperador Francisco II, avanzaba hacia Ulm, sin esperar la llegada de la prometida ayuda rusa.

Napoleón va a utilizar contra los austríacos lo que podemos llamar un esfuerzo operativo de centro de gravedad. Formaría, si se quiere, una red. Pero una red inmensa con nudos gordísimos. Cuyofuncionamiento singular, ya se ofrecía y explicaba satisfactoria y provechosamente por la estrategia operativa. Las características del proceso de establecimiento y funcionamiento de aquél son la originalidad, la flexibilidad del despliegue, la consistencia, la no predictibilidad por el enemigo y la eficacia. El centro de gravedad supone la acción centrípeta de todos los medios y sus líneas de actuación, de la actividadramificadade todas las unidades y los servicios, no necesariamente coincidentes, pero convergentes y resultantes en su sinergia, en su eficacia y en su resultado. Mediante las líneas de avance o de acción diferentes y coordinadas, inducimos incertidumbre e inseguridad en el enemigo, dispersamos su capacidad de rechazo y perturbamos su plan de defensa y su conducción sistemática.

En un amplio avance de sus cuerpos de ejército independientes, el Grande Armée cruzó rapidísimamente el centro de Alemania, desde el Rin al Danubio, entre los días 25 de septiembre y 6 de octubre. Con esto se interpuso operativamente entre los austríacos y las fuerzas rusas aliadas, aún lejanas. Los austríacos no entendieron la necesidad de la rapidez de los movimientos, pensando sólo en la batalla, como único instrumento de la decisión. Los franceses iniciaron el cruce del Danubio el día 7 y, durante toda la semana siguiente, Napoleón hizo converger en una enorme espiral constrictora a la mayoría de sus fuerzas sobre Ulm. Mientras, un cuerpo de ejército francés vigilaba la posible llegada del general Kutuzov por el este.

El general Mack realizó en vano varios intentos de ruptura, con los mayores esfuerzos en Haslach y Elchingen. Los dos comandantes austríacos se pelearon y el archiduque Fernando se separó del grueso con sus 6000 jinetes e intentó escapar en dirección noreste. Pero, ya cerca de Trochtelfingen, sus fuerzas fueron rodeadas y vencidas por el cuerpo de caballería de Murat. Otros 12000 austríacos se rindieron en Neustadt. El general Mack y el resto de sus hombres (unos 27000, tras los combates e incidentes citados), con Napoleón en escandalosa mayoría a las puertas de la ciudad de Ulm desde el 14 de octubre, salieron afuera para rendir sus armas a los pies de los montes Michelsberg. El general Mack firmó la capitulación del ejército el día 20. La campaña, sin batallas propiamente dichas, le costó a Austria más de 50000 hombres, casi el 70% de sus tropas iniciales.

La explicación de este paradigmático éxito de Napoleón, sirviéndose de las teorías habituales de la guerra, la explotación de las debilidades humanas (inteligencia emocional) y el sentido correcto del mando, nos parecen más naturales, apropiadas y cimentadas.

Las redes subversivas islamistas. El caso de al-Qaida. Su verdadera operatividadmilitar.

Las características operativas actuales son:

Su brutalidad innecesaria e indiscriminada, que los descalifica ante su religión. Podemos citar un mínimo de 4 aleyas morales importantes que desprecian y desacatan, sin que Alá las hubiese cambiado para ellos. Sura 2, aleya 100Nosotros no abrogamos ningún versículo de este libro, ni haremos borrar uno solo de tu memoria, sin reemplazarlo por otro igual o mejor. La ausencia absoluta de ulemas y muftíes venerables y piadosos a su lado. Estos son los doctores de la Ley islámica coránica y de la Sunna.

Su gran descentralización operativa por la universalidad de la Umma, que trasciende la idea de nación o raza. Esto les impide conseguir objetivos estratégicos. Aunque sus acciones puntuales sean importantes, dolorosas, temibles.

Así, su ámbito es táctico, empleandoacciones de muerde y huye. Que son similares a los de los ejércitos regulares que los combaten. Que, rehuyendo el riesgo personal y la lucha a cortas distancias, utilizanacciones de caza, captura y extracción o muertea cargo de sus fuerzas de élite. Y emplean sus drones, como expresión de su confianza en su apoyo tecnológico. Ésta es la razón militar de la falta de eficacia de los occidentales en Irak o Afganistán. La no imbricación en un objetivo superior a nivel operativo de las diferentes y costosas acciones que libran en esos países. Y que priva de resultados reales a las labores de educación, desarrollo social y civil y pacificación de sus gobiernos y de las fuerzas militares y civiles expatriadas. Ya que aquéllas necesitan de la complementariedad del triunfo militar y del progresivo aislamiento físico y/o social de los radicales, para ser efectivas y permanentes.

Se habla de que el coste acumulado de las intervenciones militares estadounidenses en Irak, Afganistán y Pakistán (la llamada “guerra contra el terror”) fue hasta ahora de 2,2 billones de dólares. Esta sangría a lo largo de una década a los ingresos de la Administración USA, ha contribuido especialmente a engrosar el déficit de su deuda pública. Y a dar razones al ejecutivo Obama para iniciar un extraordinario repliegue político y estratégico para “atender ahora a las cosas de casa” y “limitarnos a la guerra contra al-Qaida”. Sin abandonar a nuestros aliados y amigos, eso sí.

Y su elemento de acción es el terror. Así, su victoria está en los que pueden aterrorizar o, al menos, preocupar mucho y en la movilización pletórica y poco eficaz de los recursos económicos y sociales de las sociedades. Y, ante la mayor vigilancia, capacidad y medios de los países occidentales, no vacilan en actuar contra otros musulmanes en Afganistán, Pakistán, Irak, El Líbano, Egipto, etc.

Su fracaso en incorporarse activa y firmemente a un grupo social amplio, que cobertura e impulso permanente a su movimiento. Los activistas más alienados se suelen ir aislando progresivamente de la sociedad (al menos, emocional e ideológicamente), aunquevivandentro de ella, en aras de sus métodos violentos, a los que sacrifican todo por la eficacia. Siguen un proceso de segregación, purificación (en sus improvisados ritos no ortodoxos ayunan, emplean agua de lugares sagrados y banderolas verdes con inscripciones de las aleyas que les favorecen), consagración y radicalización, hasta llegar a la muerte e incluso al suicidio en sus acciones puntuales.

Su afán de publicidad, al que Occidente colabora insensible, necio y gustoso.

Su objetivo de golpear al gobierno que sea, puesto que el califato radical y agresivo endar el -Islam(tierras musulmanas integradas independientes) no existe hoy en día.

Al-Qaida es un movimiento islamista radical organizado verticalmente y desde abajo a arriba, que se extiende y concreta en sus “franquicias enjambres”. Su estructura, flexible, descentralizada, suelta hace que sus “células” no sepan exactamente cuáles son los jefes superiores. Sólo saben dónde tienen que ir para recibir apoyo o para enviar o recibir información o para comunicarse con otra célula “pareja”. La dirección de este movimiento actúa por excepción, no por presencia o por acción deliberada.. Así, dan orientaciones doctrinales, establecen grandes líneas de actuación militar y proselitista para los distintos territorios y áreas, lanzan amenazas y avisos a los gobiernos enemigos y señalan objetivos puntuales importantes (seudo estratégicos) al nivel del conjunto de la organización, aunque se realicen en un área dada. Esto les permite operar bastante bien, sin la intervención de sus altos mandos. El “martirio” de Ayman al-Zawahiri al-Masri (el egipcio) , antiguo “consejero delegado” de Bin Laden, en un bombardeo con clones o artillero, afectaría poco a su efectividad, a sus niveles actuales de actuación militar irregular.

(CONTINUARÁ)

LA LIBIA REVOLUCIONARIA: DE DÓNDE VIENE, A DÓNDE VA

CARACTERÍSTICAS Y POSIBILIDADES

Desde que el 17 de febrero una gran parte de la población libia se alzó contra Gaddafi y la Jamahariya islámica, un objetivo mesmérico polarizó sus ilusiones y esfuerzos: poner pie firme en Trípoli. Ya en los primeros momentos de “la lucha por la libertad”, en los barrios Abu Sita y Souq al Yumaa de la capital, se produjeron altercados violentos entre un pueblo sublevado precariamente y las fuerzas leales a Gaddafi. Especialmente los comités de defensa de la Jamahariya, llamados los “Lejan Thorria”. Éstos eran grupos locales de seguidores cualificados del citado movimiento musulmán populista de Gaddafi. Que conformaron una especie de brazo semiarmado de su régimen, destinado a vigilar directamente a la población. Y que fueron una base de la débil estructura política de Libia.

La Marcha Final al encuentro y al triunfo.

Desde Nalut, en las montañas de Nafusa, al suroeste de Trípoli, la Brigada Trípoli, fuerte en unos 500 hombres, la mayoría jóvenes, y con entrenamiento del tiro de infantería, recibió la orden de Bengasi para avanzar sobre la capital el viernes 19 de agosto. En el último período de la guerra, las fuerzas rebeldes habían creado y se organizaron en “brigadas” de combatientes, procedentes en su mayoría de las zonas de lucha: Misrata, Brega, etc. Con ellas buscaban desenvolverse mejor en sus maniobras y combates en los distintos frentes establecidos. Llevados por el entusiasmo, que se manifestaba en excitación y ansiedad muchas veces, los brigadistas alcanzaron en una “marcha al combate”, con los correspondientes altos de descanso y reavituallamiento, los límites de Trípoli. Y penetraron en la ciudad sobre la marcha y a viva fuerza, el domingo 21 de agosto. Lo lograron porque no existía una resistencia táctica a las fuerzas rebeldes. Las fuerzas de la Jamahariya no habían desplegado destacamentos avanzados ni avanzadas de combates de seguridad en los arrabales. Se mantenían en una defensa inconexa, sin dirección central y plan de fuegos de rechazo, en una serie de puntos fuertes de la ciudad.

Los tiradores libres y los grupos de gaddafistas armados, una turba chusma amorfa, ya sólo constituían un problema de policía en Trípoli. Fuera de la zona de Sirte, Bani Walid, al suroeste de la capital, y Sabha, las últimas fuerzas y unidades de Gaddafi estaban perdiendo aceleradamente su cohesión militar, su motivación, su capacidad de combate y su liderazgo. Y su formación, tras las bajas e incorporaciones espasmódicas, ya se aproximaba a la de los rebeldes. Los hombres iban juntos, pero las “unidades” eran conjuntos de pequeños grupos, parejas y hombres aislados, vencidos y desmoralizados. Que buscaban una escapatoria, incluso la rendición, que les salvase las vidas.

El Comité de Transición dio un plazo flexible hasta mediados de setiembre a las fuerzas gadafistas aún en armas para su rendición. Aunque no se especificaban legalmente las condiciones de ésta. Una de las razones que esgrimían aquéllos para prolongar su resistencia fue el miedo a las represalias. En los últimos días de agosto, ocurrieron en Trípoli numerosos casos de búsqueda y captura libres de posibles gadafistas. Asesorados por los vecinos, grupos de rebeldes penetraron en las casas de los sospechosos. Y, en un número indeterminado pero significativo, ocurrieron malos tratos y ejecuciones sumarias. También los africanos negros resultaban sospechosos de ser “mercenarios” de Gaddafi. Y, en muchos casos, fueron retenidos y concentrados en instalaciones deportivas, parque o cárceles móviles. Lo que les haya ocurrido después a algunos, ya no es noticia que se transmitiera.

El desarrollo de la “guerra de Libia”. La intervención militar de la OTAN.

El campo de batalla libio estaba especialmente “vacío”. Los rivales pululaban en “grupos de combate” por su inmensidad, abrazándose a las llanuras costeras. Aquí están las escasas vías más firmes. Que brindaban rapidez, seguridad, consistencia y abastecimiento a los movimientos. Esto facilitaba el ocultamiento de las maniobras de pequeñas unidades y desempeñarse del combate a voluntad. Las incursiones más o menos profundas e imprevistas sobre el enemigo fueron posibles, cuando se contaba con una cierta organización y una mínima logística. Ellas tenían objetivos limitados: como eran el expolio de un barrio enemigo; su desmoralización y la de su soporte popular; arrasar u hostigar una base o posición o un arsenal; reforzar con hombres y armas una posición propia aislada, etc. En esto poseían las fuerzas gubernamentales una ventaja inicial, que mantuvieron durante varios meses.

En su resolución 1973 del 17 de marzo la ONU, «autoriza a sus estados miembros a tomar todas las medidas necesarias» para impedir el vuelo de los aviones de Gaddafi y asistir a los civiles. Fue respaldada por 10 votos a favor y cinco abstenciones, las de dos países con derecho de veto, Rusia y China, más las de Alemania, India y Brasil. Así, la intervención de fuerzas aéreas francesas, en el momento preciso en que las fuerzas de Gaddafi alcanzaban la Puerta del Oeste de Bengasi, resultó necesaria y decisiva para comenzar a inclinar la balanza de la guerra a favor del Comité Nacional de Transición libio. A los franceses se les agotaron peligrosamente las bombas inteligentes y cohetes aire tierra de sus arsenales. El presupuesto manda y la guerra es cara. Y sus aliados estadounidenses tuvieron que facilitarles más “ordenance”. Según se dijo, Sarkozy conocía desde 2 meses atrás la probabilidad de que estallasen las revueltas libias.

Pero la intervención militar que siguió, se recreció y se desparramó mucho más allá de lo que autorizaba la resolución 1973. Pronto se vio por todos de que se trataba de tomar partido en favor de los rebeldes y no de proteger a los civiles libios. Éstos morían por las acciones de los dos bandos. Y más por el apoyo de fuego aéreo de los aliados sobre las poblaciones, que era más contundente y deflagrador. Sólo protestaron diplomáticamente Rusia, China y la Liga Árabe.

Tras los primeros días de bombardeos selectivos, los aliados de la OTAN establecieron y siguieron una lenta estrategia de atrición con el empleo de la aviación de apoyo a tierra y diversos tipos de cohetes sobre los medios de Gaddafi: ataque y destrucción de sus arsenales y almacenes, acuartelamientos, centros de mando, de inteligencia y de comunicaciones, bases de partida, reductos y movimientos de fuerzas, singularmente los tanques y la artillería remolcada. Todo ello agostó irreversiblemente la capacidad de lucha de las fuerzas leales de la Jamahariya. Que privada de abastecimientos militares y de remplazos suficientes y con la pérdida o la deserción de sus más combativos hombres, se convirtieron en la cáscara vacía de un fruto perdido.

La estructura tribal y su trascendencia social y política.

La estructura tribal libia se asienta sobre la biología y la ideología. El linaje es la base biológica que une a los conjuntos de familias que tienen o reconocen tener un origen ancestro común. Así, el parentesco directo es el nexo antropológico de reconocimiento entre los miembros y de unión social entre ellos. La cultura como expresión amplia de las creencias, ideas, tradiciones, normas, lengua y formas de vida es el otro marchamo identificativo de cada tribu.

Juntos forman la assabiyya o base identitaria del “individuo en la comunidad”. Sobre ella se desarrollan los derechos y deberes personales y colectivos, en un equilibrio provechoso. Que ha sido fraguado y pulido por generaciones. El colectivo da sentido vital y de pertenencia al individuo. Y le brinda independencia, flexibilidad y apoyos múltiples. El individuo y las parejas cohesionan y protegen al colectivo. Esto genera dos corolarios sociales. Existe un gran sentido igualitario entre los miembros de pleno derecho de las tribus. Y los jefes deben aportar carisma o ejemplo a imitar, respaldo de grupos, habilidades negociadoras y capacidades militares, no necesariamente blandiendo un sable. Y sus decisiones más importantes deben ser aprobadas o revalidadas por las asambleas de miembros o “importantes” de los colectivos.

La Libia geográfica y étnica.

Una llanura recorre todo el litoral libio, con franjas del orden de los 75 Km. de ancho. También destacan las dos mesetas calcáreas de Cirenaica y Tripolitania. Al abandonarlas hacia el sur, encontramos ya el desierto, casi deshabitado y con extensiones salinas importantes, que llega hasta las fronteras del Chad, Níger y Argelia.

La población libia alcanza unos 6,5 millones de habitantes. Los nativos, entre un 80 y un 85%, se reparten en 3 grandes “regiones socio culturales”: Tripolitania, Libia y la Cirenaica. Cerca de 100 tribus, originariamente de pastores y nómadas, forman la estructura étnica del país. La gran mayoría es de raza árabe bereber. Ésta se extiende desde Túnez a Egipto, siguiendo la franja costera y las dos mesetas y limitándose al sur por la ciudad de Sabha. Los Tuaregs se extienden por una estrecha franja, abrazada al norte de la frontera argelina. Y los nómadas Tibbu viven en manchas irregulares y aisladas, al norte de la frontera con el Chad.

La estructura social de las tribus es preindustrial. Pero, las emigraciones interiores han modificado su esquema y favorecido una cierta especialización laboral. Pero, en cuanto subsista aquélla, las escasas posibilidades de vida llevan a que todos los miembros sean productores: pastores o agricultores. Y a que todos los varones sean siempre guerreros. En la Cirenaica, las principales tribus son los Abaydat, Awagir, Barasa, Drasa, Fawakir y Majabra. En Tripolitania están los Awlad, Busaif, Haraba, Hassauna, Hutman, Ryban y Zintan, entre otras tribus. Aquí, los Gaddafa, Magharba y Riyyach, que pueblan la zona de influencia de Sirte hasta Sabha, forman, junto con fuerzas extranjeras inconexas y los restos de los “Lejan Thorria”, la base de apoyo social actual del escurridizo Gaddafi.

Cuanto más rudo, estéril e ingrato sea un territorio o hábitat tribal, más se desarrollan en sus miembros las cualidades de pertenencia, exclusión de extraños y defensa activa de los magros recursos disponibles. Todo ello parece que engendra y prepara para la confrontación y la liquidación de competidores y enemigos. Pero no es así. Las tribus regionales y fronterizas han ido desarrollando un modo social, por tanto, encarnado y asumido en su cultura, de canalizar las enemistades y divergencias hacia un menor daño posible. Tres son los mecanismos reivindicativos que surgen para mediar, suavizar o paliar las afrentas y disputas. El primero es el “precio de sangre”. Consiste en que un grupo afín o una selección de familias, asume y hace frente a la ofensa realizada por un miembro de ese colectivo. La ofensa se paga, por ejemplo, con la entrega de camellos. Luego está la venganza, cuando se comete un delito o un miembro de un clan es afrentado gravemente. Esto genera una espiral, desarrollada en ciclos sucesivos, de violencia y desmanes. Acciones que el honor del grupo obliga a buscar. A veces, un “consejo de mediadores”, aceptado por las partes, puede arbitrar con éxito para cortar la cadena. Se cuenta, en un país de la zona, que un oficial británico mató al miembro de un clan y éste declaró la vendetta. Al cabo de 30 años, el oficial se atrevió a volver a ese país, pensando en que todo había pasado. El día del regreso, un pariente del finado le asesinó en el vestíbulo de su hotel.

Por último, está la guerra más o menos limitada. Ésta establece una acción militar colectiva entre clanes o tribus enfrentados y tiene un carácter intermitente y extensivo. La falta de recursos es una fuente de graves enfrentamientos entre los colectivos. Y su arraigo puede llegar a ser como el de las vendettas. Los orígenes son el nomadismo, los pastos, las sequías, el hambre, las aguadas y la falta de capital-subdesarrollo. Pero, también pueden ser el reparto de roles políticos y sociales en la Libia futura y de los rendimientos económico que genere la explotación y venta del crudo libio, más allá de la mera localización de pozos y puertos de carga. Pero ya dijimos que, en su origen tribal, es una guerra limitada: los niños, las mujeres, los animales, incluso las cosechas que no se pueden llevar, son respetados. La premisa es más o menos no excitar y justificar en el contrario una sed de venganza total y vesánica.

Estas tribus formaron el flujo continuo de emigrantes nativos, que poblaron, desarrollaron e hicieron crecer todas las poblaciones libias desde 1970. A ellos se les unió, desde los años 80, una fuerte emigración extranjera, especialmente egipcia. Que se dedicó a los servicios, el desarrollo de las infraestructuras civiles y la industria de extracción, refino, transporte y carga del petróleo. Una de las cosas que trajo la civilización moderna, que no es más que vivir y desarrollarse en las ciudades, es la desaparición de las “normas de contención y respeto” de la lucha en y entre las tribus. Así, los civiles se convirtieron en escudos de las fuerzas militares de Gaddafi, tanto en sus combates como en la protección de sus retaguardias, depósitos, parques de vehículos e instalaciones. Y lo hicieron tanto voluntaria como forzadamente.

Se ha dicho que esta emigración interna rompió la cohesión interna, la influencia y el poder de las tribus en el país. No es cierto. No ha pasado en Irak, que era mucho más moderno y desarrollado. Y de ello da fe la endiablada y compleja guerra de guerrillas, generada tras la ocupación aliada de primeros de 2003. Ni en el Líbano, donde los shiítas del sur del país forman la base de apoyo étnico y logístico de Hezbolá.

¿Cuándo las tribus han funcionado o pueden funcionar social y políticamente como una nación?

Cuando los beneficios de las estructuras étnicas y tribales, regionales y locales eran o sean superados por los aportados por el sheik o emir dominador o el estado central déspota o democrático. Y éstos tuviesen o tengan los medios de coacción, el respeto y la ascendencia populares, para mantener suficientemente unidas y cohesionadas a las tribus. Y siguiendo aquéllos con una política general común, favorable a la mayoría de los ciudadanos. Donde no tenga lugar la acepción de clanes. Que es el cáncer que ha corroído a las uniones tribales estatales, por ejemplo, en Somalía. Donde, además, ha faltado la figura suficientemente ejemplar y apoyada, como para conseguir imponer una política nacional común y la paz social.

La estructura social estatal surge cuando una tribu puede imponerse a las otras existentes. Empleando siempre para ello un grado variable de coacción o violencia. Se necesita que surjan unas características o funciones, que permitan desarrollar los nuevos lazos intraestatales y debilitar los tribales y regionales. Aquéllas podrían ser el Islam (religión sencilla y muy socializada en la Umma, como ocurrió tras la muerte de Mahoma); la educación generalizada, que genere un cambio de mentalidad y modifique la cultura, sin crear traumas sociales, y especializada, como medio de vida y progreso; la inversión en infraestructuras y capitales; el establecimiento de un sistema político, que pueda guiar y realizar todo el proceso, apoyándose en un funcionariado civil y militar suficiente y probo. Buscando el desarrollo económico progresivo y repartiendo razonablemente los productos obtenidos. Y mostrando así unas posibilidades suficientes de seguridad, justicia, bienestar, prosperidad y paz para todos. Es decir, se trata de resaltar las ventajas del desarrollo integral y superior, sobre el atasco del juego social de tribus y clanes, como estructura anterior superable.

Otro de los vicios que han adquirido los miembros “civilizados” de las tribus es la codicia desmedida. Y con ella, su corolario y su modo fácil de satisfacerla, la corrupción rampante. La igualdad social en las tribus, su “republicanismo ideológico”, garantizaba el uso y disfrute razonable de los recursos por todos los miembros. Y el zakat o limosna canónica musulmana y el apoyo de su colectivo suplían los casos de orfandad, enfermedad, etc.

Las intervenciones extranjeras de apoyo y consolidación en Libia.

Las actuaciones internacionales de pacificación, interposición y defensa de los ciudadanos indefensos, hambrientos y abandonados de terceros países, adolecen de varias deficiencias. Los mandatos internacionales se basan en siempre un rigorismo legal y diplomático, que encorseta lo que tiene que ser una acción compleja y practica. Y no se adaptan suficientemente bien a los objetivos realmente deseados, a los problemas previstos o imprevistos en su cumplimiento, a los medios necesarios y a la logística de apoyo, y a su trascendencia local o extensión práctica.

Son múltiples los escollos a enfrentar, como las coincidencias de la falta de un estado y de sus estructuras básicas y de recursos locales variados; de la existencia de una plétora indebida de armamento personal, medio y pesado en poder del pueblo; de la presencia de grupos armados de diversas tribus y aún clanes rivales; de falta de representatividad social de los 33 miembros del NTC (comité nacional de transición) y aún de la historia reciente colaboracionista de algunos. Así, el objetivo de una intervención extranjera debe ser polivalente, proporcional, muy flexible en su desarrollo operativo y sin trabas o límites prefijados temporales. Es necesario dotar de recursos y medios para su consecución a cada objetivo parcial a desarrollar y lograr.

Si se pretenden acciones militares contra grupos rebeldes contumaces armados, los objetivos deben ser claros, simples, importantes en sus efectos y meditados y engranados al nivel operativo. Las acciones puntuales, como la captura de un jefecillo más o menos importante sólo sirven para enajenar voluntades y gastar recursos. Desde hace tiempo, las potencias de la OTAN utilizan con preferencia las acciones de “apresamiento y extracción” (“catch and carry”) a cargo de sus unidades de élite (rangers, seals, marines, SAS). El objetivo esencial es capturar a una o varias presas, perfectamente localizadas en un objetivo de área (goal zone), que es aislado y protegido por una parte de la partida de incursión. También utilizan con profusión los drones o aviones polivalentes sin pilotos. Con uno eliminaron el lunes 22 de agosto a Atiyah abd al-Rahman, refugiado en uno de los Waziristanes (hay del norte y sur) pashtunes. Era el jefe operativo de Ayman al-Zawahiri al-Masri (el egipcio), la nueva cabeza suprema de al-Qaida.

En la reunión de París se dio un espaldarazo importante al nuevo régimen libio. Y salvando las dudas ideológicas de su declaración fundacional, el grupo de aliados reunido y eufórico, liberó una importante cantidad de dinero (se habló de 35000 millones, y se dijeron dólares y euros?) de los fondos de Gaddafi para el nuevo estado. Éste se comprometió a realizar elecciones constituyentes en 8 meses y legislativas dentro de unos 20 meses. Pero la presencia de asesores políticos o fuerzas extranjeras de interposición no fueron deseadas por el Comité.

Las perspectivas políticas y sociales del régimen rebelde.

Libia no es una nación cohesionada y fraguada. El país está poblado por tribus del desierto. Cuando se les mengue el petróleo, muchos de sus miembros volverán a sus caravanas y jaimas. La Jamahariya fue un movimiento social, religioso y militante, que no llegó a eclosionar. Debido en gran parte a la actitud errática, confusa y nada diplomática de su ideólogo y dirigente, el coronel Gaddafi. Las tribus de la gran zona al sur de Sirte, algunas tribus libias nómadas, los tuaregs de Níger y Mali y las tribus negroides nómadas musulmanas, de la región fronteriza con El Chad, anexionada en 1975 a Libia, fueron el entramado social de los partidarios de Gaddafi. Y siempre se vieron privilegiados y recompensados por el déspota libio.

La base social de los rebeldes es extensa por todo el país y creciente. Éstos están unidos por razones de política social y objetivos. Y están separados por diferencias de etnias y tribus y aún regionales, del este y el oeste de Libia. Hace décadas que se habla de las diferencias existentes entre la Cirenaica y la Tripolitania. Las razones son parentescos, intereses y territorios, lejanos y aún contradictorios entre sí. Sin un Estado central fuerte y unificador, que Gaddafi nunca se ocupó de crear, la unidad nacional es difícil. Y más cuando los derechos de todos empiecen a exigirse.

Desde finales de agosto, el Comité Nacional de Transición operaba algunas de sus oficinas o “departamentos” desde Trípoli. Por su parte, en la Declaración de la Victoria, documento con el que se presentó a los aliados en París el jueves 1 de septiembre, se define que “Libia será un estado democrático, constitucional e islámico, en el que la sharia será norma fundamental y fuente de derecho”. En las iglesias cristianas de Trípoli se elude hablar de ello. “Estamos en las manos de Dios”, es lo único que responden algunos cristianos más decididos. El gobierno rebelde ha declarado también que las nuevas fuerzas armadas libias estarán constituidas por milicias y por antiguos militares gaddafistas, en un intento de reconciliación general. Y que su intención es llevar una transición que restañe heridas y lleve a la reconciliación nacional.

El peligro islamista radical existe. Pero está contenido e inmerso en la vorágine y la fuerza incontestable de la revolución de marzo. Se nombró comandante militar de Trípoli a Abdel Hakim Belhadj. Es el antiguo jefe del Grupo Islámico Libio de Lucha (LIFG, en sus siglas inglesas). Tras un periplo de muyahidin antisoviético por Afganistán, fue detenido por la CIA y entregado a Gaddafi. Ambos le torturaron. Están apareciendo numerosos documentos sobre la colaboración del coronel con la agencia. En 2008, fue amnistiado por el programa de reconciliación promovido por Saif al-Islam. Y ha declarado que su lucha fue de ayuda a Afganistán y contra Gaddafi. Y que está al margen de las ideas globales del califato de al-Qaida. Su “grupo central” de combatientes, al margen de las brigadas regionales rebeldes, fue el que tomó en 48 horas el reducto principal de Gaddafi de Bab al Aziziya, tras la entrada en Trípoli. Su difícil misión es controlar y organizar a todas las fuerzas rebeldes que fluyeron más o menos dirigidas sobre la capital.

Lo que está claro es que la evolución del gobierno y de la sociedad de Libia puede ser muy diversa. Y es cierto que los islamistas, incluso los Hermanos Musulmanes, de presencia testimonial, carecen de apoyo popular importante. También es cierto que, al margen de declaraciones, los rebeldes son una fuerza sin ideología. Hay que procurar que los islamistas no se apropien de la fuerza de los rebeldes para su ideología.

TEORÍA DE LAS GUERRAS CONTEMPORÁNEAS II.

(continuación)

Las Últimas Proyecciones Operativas frente a las Amenazas más Recientes.

El equilibrio de las armas nucleares entre las dos grandes potencias atómicas hegemónicas (“guías y conductoras” de sus asociados), lo define el nuevo tratado START. Éste ha sido ratificado el 22 de diciembre de 2010 por el Senado estadounidense. Y se espera que la Duma rusa lo ratifique, tras su estudio protocolario, en una única votación a primeros de 2011. Este nuevo acuerdo reemplaza al START de 1991, que expiró el sábado 5 de diciembre de 2009.

El START 2 supone una limitación cualitativa y sustancial del número de ojivas y vectores nucleares estratégicos de los EEUU y Rusia. Lejos están los tiempos en los que el número de artefactos atómicos operativos y almacenados y despiezados alcanzaban los 50000 ingenios entre ambos. Para 2013, cada país desplegará sólo 1550 cabezas nucleares estratégicas y tendrá 800 vectores portadores y multiportadores para ellos: submarinos, cohetes de vuelo libre, cohetes balísticos y aviones. También se establece un nuevo sistema de inspección de los arsenales y medios nucleares.

Varias son las deficiencias o temas no resueltos del tratado. Una es la no limitación a desarrollar los sistemas de defensa contra los vectores. También se mantiene la libertad de almacenamiento de cabezas no operativas y de despliegue de las armas atómicas tácticas. Entre ambos “modelos”, cada potencia firmante puede tener actualmente cerca de 6000 ojivas. Las armas tácticas nucleares, destinadas al campo de batalla, pueden ser un paso intermedio en una confrontación bélica directa entre potencias nucleares. Antes de emplear las salvas nucleares estratégicas contra las retaguardias operativas o profundas enemigas. Los EEUU pretenden que, al menos, los dos últimos temas sean objeto de un posterior acuerdo.

Las limitaciones rigurosas de las armas nucleares no las eliminan. Ningún arma ha sido abolida nunca, una vez adquirida y extendida la tecnología para su fabricación y uso. Es necesario aprender a convivir indefinidamente con ellas. Un control excesivo (muy pocas cabezas y vectores) hace que todas sean dirigidas a atacar los centros de población e industriales enemigos. Esto va paradójicamente en contra de las aspiraciones pacifistas. Cuando el número de sistemas de armas supera un umbral de supervivencia o práctico, permite seguir una estrategia atómica flexible, variable y escalonada. En ella muchos de los vectores son apuntados a destruir los vectores enemigos en las diversas fases de su trayectoria al blanco: en y sobre territorio o plataforma hostil, en vuelo balístico o autónomo hacia el objetivo y sobre el territorio propio, tanto a alta como a muy baja cota. Esto mantiene limitado el número de cabezas destinadas contra poblaciones e industrias. Incluso permite su empleo táctico contra blancos rentables de concentraciones militares enemigas, especialmente antes de alcanzar en fuerza el límite anterior de una posición de defensa.

En las guerras contemporáneas han irrumpido, marcando carácter, las comunicaciones modernas: las inalámbricas u ondas de amplio espectro, las redes viarias y los vehículos diversos a motor. Un desafío especial, que se plantea en todos los conflictos coactivos, no necesariamente armados en todas sus fases, es la llamada guerra cibernética. Concretada en los ataques al “enemigo” a través de la red universal de comunicaciones inalámbricas. Estas agresiones son capaces de penetrar las líneas de seguridad de primer y segundo niveles, las más conocidas o comunes. Y atentar contra las bases de datos y los procesos de los ordenadores normales de empresas, particulares e instituciones. Hasta hace unos pocos años, sólo los estados desarrollados tenían acceso a su tecnología de vanguardia. Y esto enlaza también las guerras de 3ª y 4ª generaciones: el empleo de los ciberataques no está ya en manos de las grandes potencias. Por ejemplo, alocando los ordenadores de las plantas de hostiles o golfos de enriquecimiento del uranio 235. Hoy en día, pequeñas naciones y grupos de aventados rebeldes o de pilluelos vanidosos, con ciertos conocimientos y magros recursos, pueden realizar con éxito ataques cibernéticos a cierto nivel.

En las últimas décadas, las guerras se están manifestando en unos niveles muy asimétricos de medios y esfuerzos enfrentados. Tanto es así que los estadounidenses les llaman guerras de 4ª generación o asymmetric wars. Pero que no son más que las viejas guerras de guerrillas de la Historia. Y, muchas veces también, de liberación nacional. No olvidemos que siempre se ha vilipendiado al enemigo rebelde y respondón. Al que se le juzga por las leyes de sedición armada y ataques contra la seguridad del estado. Napoleón así tenía en consideración a los españoles a partir de mayo de 1808. O las potencias europeas a las naciones nacientes en África y Asia, tras la II guerra mundial, desde Argelia hasta Indonesia, pasando por Angola (que los portugueses decían que era una provincia nacional) y Vietnam.

En estas guerras irregulares faltan muchos de los parámetros de las guerras anteriores. No hay declaración de guerra por parte del poder legislativo del contendiente fuerte o militar. La victoria no se obtiene ocupando el territorio enemigo. Los medios militares pierden una parte de su protagonismo, a favor de los medios sociales, económicos y políticos, necesarios para ganar la voluntad y el fervor de las sociedades en juego. El trato y el cuidado dados por los contendientes a la población civil del territorio infestado de guerrillas es fundamental en el desarrollo y el resultado del conflicto. La duración de estas guerras es mayor que la de las guerras convencionales. El tiempo, necesario para que los rebeldes creen y desarrollen su esfuerzo de guerra total, actúa, en general, en favor del contendiente débil o irregular. Los medios militares no suelen estar adaptados, en principio, al tipo de lucha que se les pide. No existen objetivos claros, ni territorios en litigio, ni líneas o despliegues, ni posiciones fortificadas, si las guerrillas son lo suficientemente hábiles y sentadas, como para no oponer directa e innecesariamente su debilidad crónica a la fortaleza enemiga.

Las Grandes Líneas Operativas de las Fuerzas Contra Guerrilleras.

Hoy en día, en Occidente, en Europa, el protagonismo exterior de las fuerzas armadas convencionales parece concentrarse en ellas, a lo largo del tiempo y en variados teatros. La actuación militar occidental frente a sus amenazas exteriores irregulares globales exigen unas fuerzas de contra insurgencia eficaces, ligeras y móviles y especializadas en tácticas y técnicas no ortodoxas, como parte de las tropas convencionales. Que deben operar siempre en conjunción con las fuerzas nacionales de los países infestados de hostiles y apoyadas con decisión por la economía y la diplomacia propias. Las fuerzas contra guerrilleras no deben esclavizarse a las estrategias y tácticas de los conflictos de segunda y tercera generación o clásicos contemporáneos. Aunque éstos puedan surgir puntualmente en los conflictos armados con los “estados golfos” de cada momento (por ejemplo, Irán, Corea del Norte o Venezuela).

Algunas de las características operativas de este tipo de guerra diferente, pero no nuevo, son:

Evitar siempre una guerra prolongada. Con ella el enemigo se organiza, se extiende y se fortalece, a veces irreversiblemente. Mientras los militares se desorientan, se irritan y se debilitan. La guerra de Afganistán está de lleno en este período prolongado crítico.

Atacar siempre las concentraciones y las bases rebeldes. Éstos son los objetivos duros y convencionales que ofrecen a las fuerzas militares. Defender y mantener siempre las comunicaciones propias y atacar las del enemigo. Aprovechar para ello la movilidad de los vehículos ligeros blindados y las aeronaves, que neutralizan la información de los observadores varios del enemigo.

Mantener las defensas pasivas de la guerra al mínimo posible. Los grandes cuarteles “protectores” y costosos en zonas relativamente tranquilas, sólo sirven para aislarlos militar y socialmente del medio fluido y activo de la lucha irregular. Si faltaran fuerzas propias inicialmente, es necesario concentrarlas temporalmente en menos zonas y fomentar entre la población las fuerzas de auto defensa. Emplear siempre un patrullaje continuo, creativo y enérgico. Tanto para la exploración y el ataque, como para estorbar y aislar a las guerrillas de las poblaciones amigas o neutrales y cortar sus comunicaciones. En ambos casos, es necesario mantener fuerzas móviles, incluso aerotransportadas, para prestarles apoyos. Utilizar las concentraciones de fuerzas militares sólo para atacar las bases guerrilleras o cercar y perseguir sus concentraciones operativas.

Esto mantendrá la iniciativa y la sorpresa, que crean la red regional de pequeñas unidades ligeras de acción, en manos de los militares. Que por formación, entrenamiento, medios y vocación deberían superar claramente a los hostiles en las operaciones militares. El objetivo principal no es mantener una línea o un “sembrado” de cuarteles y fortines por todo un país o región estratégica. Sino destruir la capacidad de combate y de movimiento operativo de los rebeldes armados.

Y sólo los éxitos militares “iniciales” y continuados, sentarán las bases para una pacificación firme, irreversible y progresiva de las distintas regiones del país.

Veamos sucintamente la posible distribución de las bases militares en función de la actividad enemiga. En las zonas más favorables a los rebeldes, los puestos militares deben ser sólidos y resistentes, pocos y con mayor guarnición. En estas áreas deben predominar la exploración de las bandas y las mayores operaciones ofensivas contra ellos, sobre sus bases, concentraciones, refugios y pasos.

En las zonas donde los rebeldes intentan asentarse, progresar y llegar a dominar a los civiles, los puestos serán más numerosos y con menos tropas. Éstas son las zonas más lábiles, de guerra más irregular, de encuentros (la emboscada lo es) más frecuentes. Aquí se decide, primero, el avance y el progreso y, finalmente, el triunfo de uno de los dos contendientes. Las comunicaciones enemigas y los núcleos rebeldes en estas áreas son los objetivos operativos de las fuerzas leales, junto con la defensa de las poblaciones. Apoyándose, en parte, en fuerzas de autodefensa locales, reforzadas por patrullas militares muy móviles, incluso helitransportadas. Asegurada la defensa de un área en estas zonas, es posible exigir lealtad a la población protegida, y comenzar las labores de apoyo económico y de rearme cívico nacionales.

En las áreas más leales o neutrales y pacíficas es necesario ensayar las técnicas y los métodos de acercamiento sincero y efectivo a la población civil. Las fuerzas nativas de autodefensa, apoyadas por patrullas militares móviles, a cargo de una zona manejable, deben soportar aquí el peso de mantener su propia seguridad. En esta zona pueden localizarse las reservas helitransportadas y mecanizadas suficientes. Para ser enviadas en operaciones de apoyo o de ataque a las otras 2 clases de zonas operativas. También las brigadas de apoyo económico y de rearme cívico, pueden tener aquí sus almacenes y barracones centrales.

Cuando los medios militares disponibles son escasos y el enemigo sostiene una guerra total, ¿es posible combatir contra rebeldes armados y motivados?

Veamos un ejemplo histórico de la actuación de fuerzas contrainsurgentes, en condiciones desfavorables para ellas. Las fuerzas antipartisanas alemanas en la URSS intentaron siempre no ser forzadas por los guerrilleros a la pasividad de la guarnición o la escolta. En su manual de “Guerra contra las Bandas” establecían que “la iniciativa debe ser siempre nuestra. Incluso si el comandante solamente tiene una pequeña fuerza a su disposición, no debe mostrar fallos en su resolución. Si es posible, cada acción de las bandas debe ser contestada”.

Los alemanes no sólo estaban obstaculizados en sus operaciones contra guerrilleras por una habitual inferioridad de hombres. Sino, también, por la heterogénea calidad de las que disponían. Sus tropas antipartisanas consistían en una siempre variable combinación de fuerzas de diversos orígenes y calidades: tropas de fronteras y tropas de seguridad y policía alemanas; tropas de seguridad de sus aliados en el frente del Este, especialmente italianos y rumanos; y una mezcla variopinta de fuerzas “rusas” aliadas de seguridad y de autodefensa, a veces, inseguras. El núcleo duro de las unidades eran los alemanes. En los puestos no se solían poner tropas homogéneas. En ellos las calidades se entreveraban, para que la presencia del fuerte animase al más flojo o novato, y le alejase los pensamientos de debilidad o deserción.

Ante la imposibilidad de guarnecer su retaguardia en todo el territorio conquistado a la URSS, al oeste de una línea imaginaria trazada entre Leningrado y Stalingrado, los alemanes tenían que seleccionar muy bien los puntos de guarnición. Éstos pocas veces contaban con más de una sección de fuerzas contraguerrilleras. Además, se consideraba que con 4 o 5 hombres, el puesto podía ser defendido por un tiempo. Mientras, los otros, en 1 o 2 patrullas, salían a perseguir a los partisanos en las aldeas cercanas, a vigilar la vital línea de comunicaciones o a apoyar a otros puestos. Cuando se creaban nuevas unidades o si había un “sobrante” temporal de fuerzas antipartisanas, se formaban patrullas de exploración y combate, algo así como unas fuerzas de reconocimiento en fuerza, para localizar y hostigar a los guerrilleros. Cuando era necesario realizar una acción ofensiva mayor, ante una amenaza guerrillera o la localización de una concentración importante, incluso se traían temporalmente tropas de primera línea (de la zona operativa) para el ataque y destrucción de aquélla, generalmente buscando su cerco y aniquilamiento.

Es cierto que los resultados alemanes fueron limitados. Y también es cierto que el principal objetivo operativo de sus fuerzas antipartisanas se cumplió. Se mantuvieron razonablemente abiertas las líneas de abastecimientos desde Alemania, Polonia y Rumania hasta las retaguardias de las fuerzas alemanas y de sus aliados en el Este. Y el flujo de hombres, armamentos, equipos, repuestos y mercancías que recibieron fue constante, para permitir el gigantesco esfuerzo de guerra contra los casi inagotables recursos de la URSS. Millones de prisioneros soviéticos fueron enviados al Reich y hacia allí retornaron incontables unidades y hombres de la Wehrmatch.

TEORÍA DE LAS GUERRAS CONTEMPORÁNEAS

La aparición del arma atómica al final de la II guerra mundial supuso un hito en el planteamiento, desarrollo y manifestación de las guerras. Las potencias industriales modernas, no necesariamente avanzadas (ni China ni India lo eran), pudieron desarrollar al acabar la guerra mundial y en un período de maduración de unos 30 años, el arma nuclear de fisión y luego el de fusión. La revolución militar que supone el arma atómica reside en la pavorosa concentración de fuego, en tiempo y lugar, de que es capaz. Por ejemplo, una bomba atómica de 20 kilotones de TNT equivale a la potencia destructora simultánea y concentrada en unos pocos km.2 de 4 millones de proyectiles de 75 mm. para el cañón francés Schneider de tiro rápido.

El Arma Atómica como Centro del Plan de Fuegos. Su Proyección Estratégica.

Todo esto supera cualitativamente a las barreras móviles y fijas y a los golpes puntuales y concentrados de fuegos empleados por la artillería pesada. Que, sin embargo, mantienen su interés en la formas de lucha sin armas atómicas y como complemento táctico de éstas: en el interior de posiciones, en la lucha cerca del límite de éstas y en zonas urbanizadas, en la guerra móvil y en las guerras de guerrillas y contraguerrillas. Con ello, también, el arma atómica táctica se erige en el rey de los fuegos. Y al plan de fuegos atómicos, si existiera, debe adaptarse el plan de fuegos artillero y de aviación, en la preparación y desarrollo de las batallas.

A diferencia con las otras armas conocidas o existentes, el arma atómica no tiene una proporcionalidad o correlación directa, suficiente y habitual entre los medios empleados para su uso (sus distintos vectores son un cohete, un avión, un proyectil de artillería pesada) y el efecto destructor instantáneo que desarrolla. Y no creamos que a fines de la II guerra mundial el plan de fuegos de una batalla era baladí o moco de pavo. Pero con las armas atómicas no hay que movilizar grandes flotas aéreas ni divisiones de artillería de apoyo para lograr un efecto destructor dado. Veamos un caso de empleo táctico de la sobreabundancia de medios convencionales, buscando no la neutralización del objetivo, sino su difícil destrucción.

En julio de 1944 los estadounidenses intentaban la ruptura del frente alemán al oeste de Normandía. Para penetrar operativamente con el Tercer Ejército de Patton en la retaguardia estratégica de ese gran frente de rechazo alemán. La división panzer Lehr de élite se desplegaba en fortificaciones de campaña estáticas, incluidos sus escasos tanques como centros de puntos de apoyo de la defensa, al oeste de Saint Ló. Ocupaba un sector de 6 Km. de frente y 4 Km. de fondo. El 24 de julio 400 bombarderos estadounidenses atacaron las posiciones de defensa sin ocasionarles graves daños. Al día siguiente, unas 1600 fortalezas volantes las atacaron sistemáticamente. Las unidades que sostenían las líneas alemanas fueron eliminadas como tales casi al completo. Los caminos y las carreteras de la zona quedaron impracticables. Hacia el mediodía, el área semejaba un paisaje lunar. El efecto sobre hombres curtidos, formados y motivados fue indescriptible, enloqueciendo algunos.

Un efecto de los fuegos atómicos es la disminución general de la eficacia de las protecciones activas y pasivas. El efecto de la explosión atómica aérea es esférico. Y sobre una superficie terrestre es circular. Así, las fuerzas deben desplegarse en subunidades por la circunferencia que la limita, y realizar las marchas en agrupaciones más pequeñas o desdobladas, evitando ofrecer blancos útiles a los fuegos atómicos enemigos. Los vehículos blindados, por su velocidad, maniobrabilidad, movimiento campo a través y protección de las tripulaciones, se prestan a la lucha en el medio atómico. Los enterramientos, en forma de trincheras o pozos reforzados, y los ocultamientos, las posiciones en la pendiente posterior, los bosques y las zonas urbanas y fabriles, siguen teniendo un valor importante en la defensa.

El arma de fisión tiene un potencial limitado por las características de su masa crítica. Ésta es la masa de explosivo necesaria para que todos los neutrones emitidos en la fisión de los átomos de uranio 235 o plutonio 239, produzcan a su vez una fisión atómica y una emisión tremenda de energía a una velocidad casi instantánea. A partir de un determinado tamaño, del orden de la decena de kilos, la propia reacción exógena y centrífuga impele los restos o basura de la reacción y los trozos de combustible aún no fisionados hacia la atmósfera y la tierra, como parte de la nube radioactiva. El arma de fusión, por su parte, necesita una tremenda energía de activación, a una temperatura de millones de grados. Por ello, sólo se logró tenerla cuando se dispuso del arma de fisión. Éste sirve de fulminante para la fusión del “explosivo”. Pero su “tamaño” o capacidad explosiva sólo está limitada por las consideraciones generales de concepción, diseño y montaje. Es un paso más allá, fundamentalmente tecnológico, que lleva al arma atómica a los terrenos de la estrategia nacional y de la moral humana. Así, se pueden crear armas con la potencia destructora de millones de Tms. de TNT o megatones. Una verdadera barbaridad. A lo que se suma el carácter general, extenso e indiscriminado de la destrucción sobre personas, equipos, bienes y haciendas en muchos Km. alrededor del punto de explosión. Es una villanía abominable, apropiada para un Juicio Final.

Las Guerras de los Siglos XX y XXI.

Hasta ahora las guerras se libraban entre “naciones” grandes y pequeñas. Ellas eran las únicas capaces de generar una “voluntad de defensa”, concretada en unas fuerzas armadas y en el apoyo de la economía y la diplomacia de sus sociedades, para la defensa de sus intereses estratégicos y nacionales y su supervivencia. Existía un procedimiento o protocolo para su declaración y para la firma de los tratados de paz. El que no respetaba las normas de honor era considerado infame y si resultaba derrotado, podía esperar un severo castigo. El presidente Roosevelt, el lunes 8 de diciembre de 1941 a las 12:30 p.m. hora de Washington, en su discurso ante el Congreso reunido en sesión conjunta, y transmitido por radio a la nación, declaraba: “Ayer fue un día marcado por la infamia… Ruego a Uds. declaren la existencia de un estado de guerra entre los Estados Unidos de América y Alemania, Italia, el Imperio japonés y todos sus aliados”. Y al final fueron Hiroshima y Nagasaki. Las guerras contemporáneas duraban unos pocos años. Tras los cuales, agotada la capacidad industrial y la voluntad de defensa de los vencidos, no necesariamente invadidos u ocupados, éstos aceptaban su derrota y se firmaba la paz. Cuando las condiciones del armisticio y de la paz eran demasiado leoninas y humillantes, originaban nuevos “impulsos o arranques” vitales de defensa en el pueblo derrotado. Buscando superar y vengar los agravios recibidos. Ellos eran el germen seguro de una futura guerra en el término de una generación, medida en unos 25 años. Recuérdese el tratado de Versalles o Diktat contra Alemania, firmado el 29 de junio de 1919, promovido por Georges Clemenceau, llamado el Tigre. Cuyos últimos pagos, referidos a intereses del principal ya liquidado, los acaba de hacer a finales de septiembre de 2010 la Alemania reunificada, unos 90 años después de aceptados.

La amenaza del uso del arma atómica en la guerra entre las potencias industriales, alejó indefinidamente el peligro histórico y recurrente de una guerra de intereses de cualquier clase entre ellas. Los mandos civiles y militares o dirigentes de todas ellas, han exhibido a lo largo de más de 65 años un tacto exquisito, apoyados por la diplomacia y la economía nacionales, en las relaciones internacionales y en la resolución de los conflictos planteados. Ninguna cuestión “menor” relativa merecía asumir el riesgo de una guerra nuclear incierta, costosa y sin claros “vencedores”. En todo caso, las grandes potencias hegemónicas o las principales de una zona estratégica, dirimían regionalmente su lucha ideológica y de intereses. Y lo hacían mediante guerras limitadas y compartimentadas entre sus naciones “socias” y “correligionarias” locales subsidiarias no atómicas, incluso fuera de su zona estratégica natural. Ahí tenemos el caso de Angola, Cuba y Suráfrica, tras la descolonización de la primera. También la lucha en el cuerno de África de la Etiopía de Mengistu Haile Mariam, Cuba y la Somalía de Siad Barre. Cuya derrocación, tras la derrota por arrebatarle el desierto de Ogadén en 1991, precipitó a Somalía en el caos en el que aún se encuentra. Y tenemos el caso de Israel y los países árabes limítrofes, que le amenazan periódicamente con su eliminación y con echar al mar a los judíos supervivientes.

La Política Internacional altera el Status Quo inicial.

Pero la proliferación imparable de las armas atómicas entre naciones de culturas e idiosincrasias muy diferentes a las de las grandes naciones industriales originales, puede presentar un problema nuevo, grave y complejo. La amenaza nuclear es tan radical y peligrosa como para que ya ahora no resulte suficiente la “confianza” en la racionalidad, la bonomía y el buen hacer de todos los dirigentes mundiales, en su planteamiento y lanzamiento. Son los sistemas de armas a usar los que determinarán si las guerras serán o no totales. Y es necesario aplicar limitaciones reales y prácticas a aquéllos, que garanticen los derechos de la humanidad en su supervivencia y paz. Recordemos, además, que los derechos humanos personales y colectivos no los otorga nadie. Ni los gana ni consigue ningún colectivo supuestamente adelantado y activista. Son inherentes a la naturaleza humana y a todos los que de ella participan. Lo que pueden hacer las colectividades políticas y religiosas es reconocerlos o no y defenderlos o no.

(continuará)

El Sistema Militar de los Husitas II.

(continuación)

Las Campañas Militares Husitas.

El papa Martín V proclamó en 1420 la cruzada contra los husitas y entregó su dirección militar a Segismundo, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico de Occidente y rey de Bohemia y Hungría. Segismundo había adquirido buena fama militar, guerreando en las fronteras imperiales contra los otomanos. El que hablase el checo no podía aspirar fácilmente a conservar la vida. En las mentes obtusas de los cruzados, los checos eran equivalentes a husitas. Los husitas conformaban una mezcla social heterogénea de legos y clérigos, urbanitas y rústicos, caballeros y doctores universitarios. A la que los propagandistas enemigos llamaban “alianza monstruosa” y “hermandad diabólica”. Consecuentemente, los husitas proclamaron que “en esta hora de venganza, no nos corresponde ni mostrar piedad, ni imitar la misericordia de Jesús. Pues éstos son días de ira, de fervor y de violencia”. Sobre Praga avanzó una enorme masa de guerreros, provenientes de todas las regiones del Imperio. Ziska se apresuró a defender la capital con un ejército de unos 9 mil hombres, aún no totalmente afinado. El centro de gravedad de su defensa se situó en el monte Vitkov, altura empalizada de la ciudad, conocida desde entonces como colina de Ziska. La defensa fue desesperada y hasta las mujeres se incorporaron a la lucha. Pero la heterogénea procedencia de los sitiadores llevó a graves disensiones en sus filas y levantaron el sitio sin resultados.

Un año después se lanzó la mayor cruzada contra los husitas. Diversos príncipes alemanes dirigieron una gran hueste. Su número se ha elevado a cifras exageradas por los cronistas. Pero es seguro que superaban cinco a uno a los husitas. Éstos ya habían conseguido diseñar y, sobre todo, engranar completamente su sistema de armas combinadas. Entonces, Ziska avanzó hacia la frontera. Y, operando desde sus líneas interiores, asestó en cuatro días 2 importantes golpes (en Luditz y en Kuttenburg) a 2 fuerzas enemigas convergentes y ocupó 2 poblados fortificados en aquélla. En un combate en 1421, Ziska recibió un flechazo en el ojo sano, perdiendo la vista. Y sus sorprendentes y sucesivos éxitos los fue ya creando, decidiendo, enhebrando y desarrollando, con los informes que le iban narrando sus jefes sobre el terreno de combate. Así, sus lugartenientes fueron incorporándose a las particularidades, el conocimiento y el dominio de su sistema militar interarmas.

Segismundo conducía a su vez otro ejército hacia Moravia, para eliminar de allí a los husitas. Ya no empleaba las masas densas de caballería, sino que su fuerza era un conjunto de 23 mil mercenarios entrenados, mandados por el capitán de condottieri Pipa de Ozora. Ziska le persiguió con unos 10 mil hombres, formando una agrupación de marcha de vehículos blindados de combate de infantería, artillería y caballería. En Kutna Hora, a 50 Km. al este de Praga, derrotó al emperador y a sus mercenarios el 6 de enero de 1422. Éstos dejaron 12 mil muertos en la tierra que invadieron. Y Segismundo se salvó a duras penas de ser apresado por la caballería husita en la explotación del triunfo.

Las expediciones militares a Bohemia tuvieron un fuerte impacto económico en los países que las promovían. Eran empresas caras y los recursos tenían que extraerse de todas las fuentes posibles. Esto suponía el agotamiento de las arcas imperiales, cargas tributarias sobre los contribuyentes detectados y contribuciones de la Iglesia. En muchos casos era necesario rescatar a los cautivos y también pagar a los husitas elevadas sumas por los armisticios. Aparte de la pérdida de los ejércitos levantados y la captura por el enemigo de sus armas, monturas, equipos y víveres. Las Dietas Imperiales tuvieron que afrontar la falta de recursos desde 1420 a 1436.

Después de 1422, fueron ya los husitas los atacantes y los invasores. Ziska lanzó una primera operación de castigo sobre los húngaros, por su participación en la cruzada anterior. Fue el inicio de una gran campaña de ofensivas husitas intermitentes contra las regiones y los príncipes del Imperio. La superioridad de a veces hasta 10 a 1 no bastaba para permitir triunfar a su enemigo, ni para evitar su precipitada y escandalosa huida. Por todo alrededor de Bohemia y Moravia, las bandas husitas saquearon Austria, Sajonia, Baviera, Silesia y Turingia, llegando hasta el Báltico. En estos años, sólo una vez los imperiales les presentaron batalla. Fue en Ústí y su ejército de 70 mil hombres fue derrotado completamente por 23 mil husitas. Pero ya iban asomando también los malignos y poderosos gérmenes intestinos, que llevarían a la decadencia y al ocaso de los husitas, tras la muerte de Ziska. En efecto, los husitas comenzaron a separarse internamente por razones de diferencias religiosas y ambiciones de poder de los jefes.

La Precipitada Decadencia de los Husitas.

El 11 de octubre de 1424, Jan Ziska murió a la edad de 70 años. En el espíritu de las leyendas que se tejieron en torno a los husitas, se dijo que con su piel se confeccionó el parche de un tambor de guerra, destinado a amedrentar a los germanos. Su sucesor fue un sacerdote casado, llamado Procopio el Grande. Que tenía más talento para la política y los contubernios que como militar. Esta designación polarizó más a los grupos husitas. Por lo que le venía mejor el sobrenombre de “el Cuestionable”. En la estela relumbrante y temible de su predecesor, consiguió aún arrancar concesiones del Papado, a través del concilio de Basilea, y del Imperio. Ambas instituciones pensaban que así les podía ir mejor que combatiéndoles directamente. El ejército husita estaba ya creciendo con la incorporación de mercenarios polacos y húngaros. Pronto, antiguos lugartenientes de Ziska establecieron una oposición abierta contra Procopio. Todo ello levantaba y encrespaba intereses, razones y objetivos discrepantes entre los husitas. Y que llegarían a convertirse en antagónicos insolubles.

Por fin, en la batalla de Lipany, el 30 de mayo de 1434, a 40 Km. al este de Praga, se enfrentaron y despedazaron entre sí las 2 grandes facciones husitas: los nobles nacionales, algunos católicos y los conservadores, de un lado, y el ejército oficial husita, los hombres de Procopio, enfrente. Éstos salieron antes de tiempo de su escudo de carros blindados para rematar a su enemigo, sufrieron un contraataque demoledor y fueron derrotados por los primeros. Entre los caídos estaba el gran Procopio. Algunos llamaron más tarde a Lipany, el “suicidio de Bohemia”. En el plazo de unos pocos lustros, Bohemia formaba parte de nuevo del Imperio germano y católico.

Jan Ziska fue siempre la argamasa que mantuvo unidos a los distintos grupos de husitas. Fue la autoridad central que es siempre necesaria, si se quiere perdurar en el tiempo, venciendo a los demonios de la incertidumbre y de los avatares en etapas tan procelosas. Fue muchas veces el árbitro en las disputas más mundanas o miopes de los husitas locales. Buscaba, por encima de todo, la unificación nacional y militar de los checos, elevando su objetivo por encima de las vicisitudes y diferencias del día a día de la rebelión y con sus enemigos. La autoridad, la falta de ambiciones personales y el prestigio de Jan Ziska fueron siempre incuestionables. Y estaban marchamados por su ejemplo (dirigió in situ la defensa agónica del monte Vitkov en 1420), su mando militar supremo y sus numerosos triunfos sobre el enemigo imperial y sus aliados.

El Principio del Objetivo, hoy en día II.

(continuación)

Una Aplicación Histórica del Principio del Objetivo en la Guerra.

Un ejemplo claro y sencillo de la aplicación de este principio en la estrategia operativa lo tenemos en la campaña de Ulm. En mayo de 1805 estalló la guerra entre Francia y la Tercera Coalición, formada por Rusia, Austria e Inglaterra, su promotora. El grueso del ejército francés se encontraba estacionado a lo largo de la costa del Canal de la Mancha, preparándose para invadir Inglaterra. Pero la amenaza para el ejército en campaña, que era el verdadero objetivo estratégico de las guerras napoleónicas (recordemos que las ocupaciones de Madrid, Viena, Moscú, no fueron decisivas), surgía al este, de los ejércitos de los imperios ruso y austríaco. En septiembre de 1805 Napoleón trasladó su “Ejército de Inglaterra” al Rin, desplegándolo entre Maguncia y Estrasburgo y rebautizándolo el “Gran Ejército”. El Grande Armée estaba formado por 145000 infantes y 38000 jinetes, integrados en 7 cuerpos de ejército, cada uno a las órdenes de un mariscal francés, una gran reserva de caballería, a las órdenes del mariscal Príncipe Murat, y la Guardia Imperial, directamente bajo Napoleón. A ellos se les añadían 25000 aliados bávaros.

Tomando la iniciativa, como era habitual en él, Napoleón decide dar un primer golpe estratégico contra el ejército de 72000 austríacos que, a las órdenes del general Mack y el archiduque Fernando, hijo del emperador Francisco II, avanzaba hacia Ulm, sin esperar la llegada de la ayuda rusa. Napoleón maniobró en una espiral centrípeta a sus cuerpos de ejército sobre Ulm. Ello supone la acción conjunta de todos los medios en sus líneas de actuación, de la actividad “ramificada” de todas las unidades y los servicios, no necesariamente coincidentes en el tiempo, pero sí convergentes y resultantes en su eficacia y en el resultado. Mediante las líneas de avance o de acción diferentes y coordinadas, se induce incertidumbre e inseguridad en un enemigo preparado. Y siempre se dispersa su capacidad de rechazo y se perturba su plan de defensa y su conducción sistemática.

En un amplio avance de sus cuerpos de ejército independientes, el Grande Armée cruzó rapidísimamente el centro de Alemania, desde el Rin al Danubio, entre los días 25 de septiembre y 6 de octubre. Con esto se interpuso operativamente entre los austríacos y las fuerzas rusas aliadas, aún lejanas. Los austríacos no entendieron la necesidad de la rapidez de esos movimientos. Pensaban sólo en la batalla, como único instrumento de la decisión. Su estrategia operativa no existía. Y esperaron centrados en Ulm y expectantes, a sus enemigos. Los franceses iniciaron el cruce del Danubio el día 7. Y, durante toda la semana siguiente, Napoleón hizo converger en una enorme maniobra constrictora a la mayoría de sus fuerzas sobre Ulm. Mientras, un cuerpo de ejército vigilaba la posible llegada del general Kutuzov por el este. La trampa quedaba cerrada en fuerza irresistible.

El general Mack realizó en vano varios intentos de ruptura, con los mayores esfuerzos en Haslach y Elchingen. Los dos comandantes austríacos se pelearon entre sí. Y el archiduque Fernando se separó del grueso con sus 6000 jinetes e intentó escapar en dirección noreste. Pero, ya cerca de Trochtelfingen, sus fuerzas fueron rodeadas y vencidas por el cuerpo de caballería de Murat. Otros 12000 austríacos se rindieron en Neustadt. El general Mack y el resto de sus hombres (unos 27000, tras los combates e incidentes citados), con Napoleón en escandalosa mayoría a las puertas de la ciudad de Ulm desde el 14 de octubre, salieron afuera para rendir sus armas a los pies de los montes Michelsberg. El general Mack firmó la capitulación del ejército el día 20. La campaña, sin batallas propiamente dichas, le costó a Austria más de 50000 hombres, casi el 70% de sus tropas iniciales.

El Proceso Actual de Definición y Seguimiento del Objetivo.

La retirada de los USA de Vietnam produjo un reajuste y otra apreciación del principio del objetivo. Las evaluaciones posteriores de los políticos y militares llevaron a proclamar la imperiosa necesidad de darle siempre a sus fuerzas armadas en cualquier conflicto futuro: el apoyo sin fisuras de su pueblo, unos objetivos operativos y estratégicos claros y definidos expresamente y los medios necesarios para su logro. Esta “check list” de apoyos de la estrategia nacional a la estrategia militar, aparece hoy como un buen resumen del compromiso moral y material que los pueblos y los mandos tienen con sus militares, cuando los envían a la guerra por razones de “interés nacional”.

En la práctica, el desarrollo de la estrategia operativa irá definiendo nuevos objetivos operativos y tácticos. Que son los jalones del camino sinuoso que lleva a obtener los objetivos estratégicos planteados a los militares. Que pueden ser tan precisos y tan generales como: la ocupación de un territorio enemigo, la recuperación de unas provincias expoliadas por aquél, su derrota militar efectiva o su rendición con o sin condiciones. Recordemos que Moltke el Viejo decía que los planes iniciales propios sólo resistían o eran viables hasta el primer contacto en fuerza con el enemigo.

Las democracias occidentales están dotadas de comunicaciones extensas, directas y profundas por todo su tejido social. Todo aparece fácilmente a la vista y todos se toman el derecho o la obligación de debatir sobre todo. En aquéllas su “ámbito político militar” es mucho más lábil, inseguro y opaco. Pero esto no quiere decir que las exigencias operativas no existan. Y que la necesidad de prescribir y mantener la discreción y la seguridad limiten necesariamente la “exposición universal” a los medios en el terreno de la seguridad nacional.

Es necesario definir y dar unos objetivos claros a los militares. Ello implica la necesidad de que los políticos estudien y se comprometan con la alta estrategia o estrategia nacional. Y, como corolario necesario e inevitable, que den la suficiente autonomía operativa a sus militares. Para que no malgasten vidas, esfuerzos y medios materiales. Para que no se enreden, ni distraigan en acciones improductivas o secundarias. Para que no pierdan el respeto y el apoyo de su pueblo y ganen el desprecio de neutrales y potenciales enemigos.

Pero, cerrando un “bucle” ideológico y práctico, la edad de las comunicaciones ofrece también ventajas de rapidez e inteligencia continua, razonablemente fiable y suficiente en la información militar y su gestión. Incluso en estos casos fugaces y delicados, con las comunicaciones inalámbricas de varios niveles y accesos, se puede obtener una “presencia virtual” de los jefes militares y de ciertos políticos, en el campo operativo lejano. Esto facilitaría a esos mandos, una aproximación sucesiva y la graduación de las acciones de los medios militares en presencia, hacia la acción operativa. Y facilitaría la dilución en el espacio y el tiempo de la necesidad de fijar los objetivos secundarios sucesivos, ya desde el principio de un ciclo de operaciones militares. Manteniendo siempre una aceleración constante de los “ciclos de acción” sobre el enemigo, para dislocar su capacidad de rechazo y buscar y actuar sobre sus debilidades operativas. Ya aquéllos deben buscar sucesivamente adelantarse al enemigo, volver progresivamente ineficaces sus acciones e inducir en sus hombres el desamparo de no ser capaces de contrarrestar ni superar nuestras acciones tácticas, guiadas por la estrategia operativa.

LA CAZA Y CAPTURA DE BIN LADEN

Las pequeñas unidades atacando con objetivo limitado (una incursión profunda, la toma de una posición crítica, el rescate de una personalidad, una emboscada) constituyen un “sistema” militar cerrado. Esta condición impone unas características específicas en sus “interfases de acción” con el enemigo. Que no siempre son idénticas a las de la lucha de unidades y grandes unidades, sobre todo en la limitación de los medios y del tiempo de actuación disponibles.

Las unidades así empeñadas deben imponer rápidamente y mantener una superioridad combativa sobre el enemigo. Para poder conseguir la supremacía local y temporal, que les permita conseguir dichos objetivos limitados. La característica o el factor de la concepción de su misión es la simplicidad. Las características de su preparación son la inteligencia, la seguridad y el entrenamiento. Las características de su acción son la sorpresa, la velocidad de acción y el compromiso de los participantes en la misión.

El caso “The Hunt for Bin Laden” está tratado con profusión y difusión suficientes, en cuanto a sus características publicitarias, políticas, legales, humanas y técnicas. Ahora analizaremos las particularidades tácticas y operativas que lo caracterizaron.

A la CIA le llevó casi 9 años encontrar a Bin Laden desde su “escapada” en el otoño de 2001. Aunque entonces lo tuvieron a mano y mansito.

En el otoño de 2001 tuvo lugar el rápido desmoronamiento del régimen talibán de Afganistán. Era un estado precario y mal estructurado, que daba cobijo y apoyo logístico a la jefatura de al-Qaida. Ésta, junto con sus “agentes de escolta”, un pequeño grupo miembros activos y prosélitos entrenándose, se agruparon con tiempo, formando un despliegue de marcha extenso y laxo. Y se escurrieron, siguiendo las estrechas y escarpadas rutas que les ofrecía la zona, por las montañas afganas hasta Tora Bora. Comenzó entonces, en diciembre de 2001, la gran operación de búsqueda y captura del dirigente máximo de al-Qaida. Que era el responsable directo y declarado de los atentados del 11 de septiembre contra los EEUU.

Se reunieron para ello cerca de 100 grupos especializados en “long range independent operations” estadounidenses, en la zona en la que se suponía que se escondía Bin Laden. ¿Por qué no lo cogieron o lo mataron? Posiblemente, si fuesen comandos israelíes, lo hubiesen logrado. En su día, según los informes que han ido apareciendo a la luz pública, dijeron que fue por “falta de medios”. «¡Necesitábamos más soldados allí!, declaró recientemente el agente de la CIA Gary Bernstein. Durante su testimonio, aseguró que «podríamos haber terminado todo allí». En las 50 páginas de un informe publicado en 2010, se citan los testimonios de varios responsables militares estadounidenses. Que vieron como sus Altos Mandos les negaban, por ejemplo, los mil hombres necesarios, según ellos, para taponar las entradas y salidas a Pakistán, o varios bombardeos sin objetivos definidos.

¿Necesitaban más de 100 comandos de élite para una operación de cerco y aniquilamiento de un grupo enemigo no combatiente? Que estaría limitada a la zona aproximada donde los rastros enemigos y sus sensores electrónicos, satélites, sus espías y sus agencias inteligencias, ubicasen al enemigo. Rodeada dicha zona, mediante un doble cerco, no necesariamente continuo, sino eficaz, los comandos penetrarían centrípetamente en el área sospechosa. Actuando simultánea, paciente, metódica y sigilosamente, como un “enjambre” de pequeñas unidades. Donde el flanco y la retaguardia de cada pequeña unidad estaría defendida por su iniciativa y actividad ofensiva. Y por la “influencia” irradiada por una unidad compañera cercana.

También le achacaron parte de la responsabilidad en la escapada a un halcón como Donald Rumsfeld. Por aquel entonces, dicen ahora, que Rumsfeld declaró que si EEUU era tan duro en Afganistán (¿por capturar limpiamente al responsable de aquella tragedia alevosa y civil?), despertaría un sentimiento antiamericano mayor del que ya existía entonces. Y por eso era más partidario de una táctica más “ligera” con bombardeos controlados y la colaboración con los militares afganos. Esto no resulta coherente ni creíble.

El fallo de la operación constituyó un decisivo fracaso estratégico. De hecho, durante años no se han tenido datos fidedignos del paradero de Osama, según reconoció el secretario de Defensa Robert Gates, el 7 de diciembre de 2008. Y ahora Al Qaida está renovada y desparramada. Y Bin Laden, como el Che muerto, inspira que no comanda, a una nueva generación de extremistas islámicos, extendidos por numerosos países.

Se hizo justicia, aunque no fuese según todas las leyes vigentes.

La sociedad tiene dos enemigos: los que no cumplen las leyes y los que las cumplen a rajatabla. Entre estos últimos, en su paroxismo legalista, están los que engendraron las inquisiciones y las persecuciones en la Historia.

La unidad militar elegida para llevar a cabo la “Operación Gerónimo” fue la US Navy Seal. Ésta es la unidad de su Marina de Guerra encargada de las acciones puntuales especiales por mar (sea), aire, (a) y tierra (l). Los Seals se crearon al final de la década de los 50 del siglo XX. Al apreciarse la necesidad de contar con militares polivalentes, extremadamente preparados y capaces de actuar en cualquier ámbito en condiciones exigentes. A primeros de los 60 y por deseo del presidente Kennedy, comenzaron a actuar en Vietnam. La formación general de un Seal se prolonga durante años de duro trabajo. El Seal cobra entre 37 mil y más de 60 mil euros al año. Su trabajo minucioso, preciso, duro y peligroso no se compensa económicamente. Satisfacer su amor a la milicia, su vocación de servicio (éste se le enseña), su amor a la patria y su compromiso con sus colegas y la unidad son su paga principal. La “unidad 6” de los Seals, un grupo de élite de una veintena de hombres, participó en esta misión, encargándose de los objetivos principales. Se dice que el almirante jefe dirigió la operación. La naturaleza de los Seals, la estructura de las subunidades aerotransportables participantes y de los transportes y apoyos eran elementos que contribuían a la simplicidad de la misión, ya que se adecuaban perfectamente a ella.

El entrenamiento y el ensayo de la misión no fueron descuidados, a pesar de la enorme experiencia general de los hombres. Antes de la activación de la unidad en Jalalabad, ésta fue entrenada en un “modelo” que reproducía fielmente las instalaciones, la extensión y las características de la mansión de Bin Laden y los terrenos aledaños. El “essay model” fue levantado probablemente en una de las bases de entrenamiento más o menos protegidas de los Seals. Y éste se prolongó por unas 6 semanas, con intervalos. Durante esta fase se mantuvo el factor seguridad de la misión, ya que los ensayos y prácticas que realizan los Seals son variados y cambiantes.

La unidad atacante se desplegó en su base de partida principal al menos unos 10 días antes, para no incrementar su tensión y facilitar su adaptación final. El enemigo talibán, cercano, observador y vaporoso, fiel correveidile con al-Qaida (hoy diríamos al-Caida), no fue capaz de detectar su activación. El factor seguridad se mantuvo incólume durante toda la gran fase de preparación de la misión.

En la tarde del domingo 1 de mayo, el jefe de vuelo de la fuerza de transporte tomó el mando de la operación y ordenó el despegue de los helicópteros de su base de partida principal junto a Jalalabad. La fuerza de transporte procedía de alguna de las divisiones 82 0 101 aerotransportadas del US Army. El vuelo al objetivo, en una noche de luna nueva, se realizó siguiendo hasta 3 direcciones diferentes, para no llamar la atención de observadores o curiosos en tierra. Las trayectorias se orientaron al este-noreste, evitando el cercano eje de comunicaciones terrestres de Islamabad-Peshawar-Khyber-Jalalabad. Con ello se protegían los factores de seguridad y de sorpresa de la misión, durante la fase de acercamiento.

La fuerza de operaciones utilizaba 4 o, posiblemente, 5 helicópteros. Eran probablemente del tipo UH-60 Black Hawk, de la variante dotada en su morro con un radar picudo, para el guiado del vuelo nocturno. Uno de ellos se averió gravemente ya en el objetivo y optaron por destruirlo. Pero las aeronaves restantes fueron suficientes para trasladar de vuelta a todos los hombres, con su botín de información para la inteligencia y el cadáver de Bin Laden.

Ya en el objetivo, el coronel jefe (¿o el almirante citado?) de la fuerza de ataque tomó el mando de la operación. Las tripulaciones de los helicópteros, dotadas de medios de fuegos pesados, se encargaron de sellar el complejo de viviendas del exterior. Los 58 seals avanzaron sobre aquél por sus tres lados y algunos descendieron a su interior, en techos y patios, mediante cuerdas. Una fracción de ellos formaron un “anillo” para aislar el complejo desde tierra. Ya en el interior, la mayor parte de los hombres se encargó de neutralizar a los escoltas y a los civiles de las viviendas. Todos estaban comunicados entre sí mediante una Intranet sofisticada. Un grupo especial, el “hunting team”, a cargo del coronel, fue a por Bin Laden. El equipo de identificación formaba parte del grupo. Otro grupo, el “inteligence collect team” se encargó de recoger toda la información sensible existente en la gran mansión. Ambos grupos de misión se dividían en subgrupos, para completar rápidamente sus misiones por el complejo. Asimismo, en las detecciones indicadas colaboraban todos los hombres dentro del perímetro. La operación Gerónimo culminó en unos 45 minutos, los hombres ocuparon sus helicópteros y éstos partieron de regreso.