EL CORÁN II.

(CONTINUACIÓN)

UNA GLOSA PARA NO INICIADOS…

La tradición judía en el Corán.

Mahoma estuvo influido en su formación por comerciantes judíos radicados en Arabia, que no necesariamente eran rabinos, ni llevaban la totalidad o la pureza de la Torá con ellos. A lo largo de numerosos capítulos del Corán aparecen las historias de distintos profetas o testigos de Dios y de algunos de sus enemigos, tomados de la Torá y formando una narración parigual con la Historia Sagrada de nuestra infancia. Los pasajes referidos a cada profeta o advertidor de Allah están repartidos a lo largo de una parte del texto, incluso entreverados con los de otro. Así, la narración específica no es fluida y continua, sino, más bien dividida y reiterada, como método didáctico para gentes iletradas. Algunos episodios puntuales, como el de José y la esposa de su amo Putifar, sí tienen unidad narrativa.

Los profetas, apóstoles o advertidores de Allah son enviados sucesivamente a enderezar a los distintos pueblos antiguos. “Yo no he destruido ninguna ciudad, sin haberle enviado antes un advertidor”. Pero, en general, las palabras de sus enviados caían en muchos “oídos sordos”, idólatras, malvados, empecinados. Estos desdeñaban a los apóstoles y enviados por ser hombres mortales como ellos y por predicar en contra de sus creencias y costumbres y ancestrales, heredadas de sus padres. También les exigían a ellos, para demostrar su doctrina, que realizasen “signos” especiales y distintivos, que casi siempre los apóstoles no daban. Pero les contestaban predicando los evidentes y múltiples signos de la creación del Dios Uno. ¿Quién es como Él? Y les llamaban también la atención de si sus dioses falsos eran capaces de ayudarles, de hacer algo por ellos o de salvarles en los avatares y las desgracias. También les recriminaban su tozudez y su calidad mezquina y torcida: los paganos se volvían más o menos a Dios, buscando su benevolencia y su refugio, cuando las cosas se torcían y les apretaban. Pero, en cuanto desaparecía el peligro o la necesidad, se volvían seguros, ingratos y desobedientes a Dios. A éstos los llamaban una y otra vez necios, ingratos, malos y perdidos. Su final era la gehena, el sakar, el fuego inmortal. A sus enviados, Allah también los tranquiliza repetidamente: “su misión es predicar sus enseñanzas; ellos no son responsables de la conducta posterior de sus oyentes”.

Así, aparecen en el Corán con extensión suficiente las historias de Adán (Adam), Abél (Habil), Abrahán (Ibrahim), Noé (Nuh), Lot (Loth), Job (Aiiub), Jonás (Junis), Moisés (Musa), el Faraón (Firaún), el rey Saúl (Talut), David, Zacarías (Zakariyya). Entroncando con la Torá y desarrollándola, para demostrar la base y la continuidad de su doctrina del sometimiento a Allah, como Dios Único.

De Abrahán no se habla de la primogenitura legal de Isaac, hijo milagroso de Sara, que era estéril y ya mayor, de la promesa de Dios: “Haré de ti un gran pueblo y tu descendencia será mayor que el número de las estrellas”, que se prolonga en el futuro a través de él. Los árabes descienden de Ismael, de más edad que Isaac e hijo de Abrahán y de Agar, esclava de Sara. Isaac es citado junto con Jacob, su hijo, en la línea de los profetas y advertidores de Allah.

En el Génesis, capítulo 39 se narra la llegada de José a Egipto, vendido por sus hermanos a unos mercaderes y su entrada al servicio de Putifar, ministro y jefe de la Guardia del Faraón, donde sube rápidamente al primer puesto de confianza de su amo. Aparece el intento de seducción de la mujer de su amo, el rechazo final de José y la inmediata denuncia por despecho de aquélla, que lleva a José a la cárcel de presos del rey. A la vista del delito y del carácter de siervo de José, está claro que Putifar no creyó por entero a su mujer. La sura XII del Corán se titula José y se dedica a él. En ella se pormenoriza con mayor extensión esa tentación de José: su túnica es desgarrada por la espalda, señal de que huía de la mujer y que no se lanzaba a ella. Ya con sus amigas, volvía a intentar atraer a José, que confiesa que estuvo a punto de ceder.

Así, un incidente aislado, seleccionado para demostrar la Providencia de Allah sobre José y sus empresas, a través de todos los avatares que sufre, pasa en el Corán a la categoría de narración detallada importante. Ejemplarizando así esa Providencia del Señor sobre todos sus fieles a pesar de los problemas, sinsabores y dificultades que les toque vivir. Dios cuida de los suyos, aunque ellos no lo vean a veces clara o inmediatamente. De ahí la fe, la esperanza, el dominio del ego y el mérito, lejos de cualquier desesperación o fatalismo mundanos, que suponen el “abandono confiado del creyente en la voluntad de Allah o Islam”. Esta doctrina es muy semejante a la doctrina de la “infancia espiritual” de santa Teresa de Lisieux, por la cual el beato Juan Pablo II la nombró Doctora de la Iglesia católica en octubre de 1997. A pesar de haber sido una pobre monja de clausura, muerta con 24 años y de que sus escritos se salvaron casi por milagro de ser desechados o destruidos tras su muerte.

El Corán previene claramente del peligro que los judíos suponen para los fieles. Que se deriva de la perversión de su carácter y de su desviación de lo que les fue prescrito y revelado por Dios en la Torá. Y esto ocurre a pesar de haber sido unos privilegiados, siendo portadores y custodios durante siglos de la fe en el Dios Uno. En la Historia y el Desarrollo de la Revelación constituirían un “pueblo elegido fallido”. Así, en 5, 85 les dice: “Reconocerás que los que alimentan el odio más violento contra los creyentes son los judíos y los idólatras. Y que los que están más dispuestos a amar a los fieles son los hombres que se dicen cristianos; esto es porque tienen sacerdotes y monjes y porque carecen de orgullo”. Las relaciones de Mahoma con los judíos fueron al principio muy cordiales. Mahoma fue recibido como un amigo por los judíos de Medina, tras la Hégira. Y pensó, sin duda, atraerlos a la nueva fe. Llegó a instituir un ayuno, que fijó para el día 10 de Tishrei o séptimo mes, el Día del Perdón judío. Un año después lo suprimió. Al no haberse cumplido su esperanza apostólica, Mahoma reemplazó la predicación por la fuerza. Los judíos se resistieron hasta el fin a la implantación del Islam en Arabia. Pero, incapaces de unirse, las tribus judías fueron sometidas una tras otra. A veces, Mahoma se limitaba a expulsarlas de donde se asentaban, como en el caso de los Ben Cuainuca, que salieron de Medina sanos y salvos. En general, los judíos capitulaban en condiciones honorables, obteniendo unas garantías que servirían de base para establecer su futuro modus vivendi dentro de Dar al-Islam, las tierras regidas por los musulmanes y entregadas a éstos por Allah.

El Evangelio en el Corán.

La presencia o la referencia de los 4 Evangelios o la Buena Nueva de Jesús, el Cristo, el Ungido de Dios, es apenas testimonial en el Corán. “Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias”, tras el bautismo en el Jordán yÉste es mi Hijo,mi Primogénito, escuchadle”, en la transfiguración, son las dos teofonías, con las que se consagra expresamente a Jesús como “ungido” en los Evangelios. La razón de no profundizar en el Nuevo Testamento más allá de indicar su existencia, es que Jesús se nombra a sí mismo Dios o el Hijo de Dios. Y que es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, que adquiere la naturaleza humana de María y del Espíritu Santo, para redimirnos del pecado original y darnos ejemplo de vida. En la Segunda Persona se unirían ambas naturalezas en unión hipostática. Los tres primeros evangelios (Inyil) son narraciones de la vida de Jesús, contando los hechos más destacados que ocurrieron en su vida. Para demostrar que era el Mesías esperado (especialmente San Mateo, dirigiéndose a los judíos) y el Hijo de Dios que venía a salvar a todos los hombres (San Lucas, para los infieles y San Marcos).

Y San Juan, en el Cuarto Evangelio (Inyil), se ocupa más de lo que dijo Jesús, de sus discursos y comentarios, y aquí la cosa es más directa e inequívoca. “Felipe, ¿por qué me dices muéstranos al Padre? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí?”. “El Padre y yo somos una misma cosa”. “Nadie conoce al Hijo sino aquél a quien el Padre se lo ha querido revelar”. “Nadie va al Padre, sino por Mí”. “El Padre ama al Hijo y ha puesto en sus manos todas las cosas” Yo soy el camino, la verdad y la vida”.”Quien cree en Mí, vivirá para siempre”.Padre, los que tú me has dado, quiero que donde esté yo estén también ellos conmigo, para que vean mi gloria, la que tú me has dado, porque me amabas antes de la creación del mundo”.

Para Allah, Jesús (Isa) es un profeta destacado. En 3, 37 se dice que “María (Maryam), su madre, es inmaculada y elegida entre todas las mujeres”. Su concepción se realiza por acción del espíritu santo (el ángel Gabriel) y fue muerto violentamente, al igual que le ocurrió a otros profetas. Dios señala especialmente a Jesús y permite que realice milagros para que convenza de su misión a los judíos. Así, Jesús antes de realizar sus signos, anuncia siempre “con el permiso de Dios”. En el capítulo 3, “La familia de Imrán”, se pormenoriza sobre Jesús y su predicación: “Os llenabais de soberbia e incredulidad, cada vez que venía a vosotros un mensajero, un apóstol, trayendo lo que no deseaban vuestras almas. A unos los tomasteis por mentirosos y a otros los matasteis”. “Vengo para confirmaros la Torá, que habéis recibido antes que yo”. “Os permitiré el uso de ciertas cosas que os habían sido prohibidas”. “Vengo con signos de parte de vuestro Dios. Temedle y obedecedme. Él es mi Dios y el vuestro”. “Cuando Jesús advirtió su infidelidad dijo: ¿quién será mí auxiliar, para conducir los hombres hacia Dios? Nosotros, respondieron sus discípulos, seremos los auxiliares de Dios”. Tras su muerte, Jesús está a la espera del Resurgimiento final de los hombres, para ser resucitado.

Jesús es a los ojos de Allah, lo que es Adán. Dios lo formó del polvo y dijo: “Sea”, y fue. Esto proviene de tu Señor, guárdate en dudarlo”. Dios no necesita hijos, ni tiene asociado a nadie igual que él. Para el Corán esto sería como otro Dios o un segundo Dios. En 43, 14, se dice: “Sin embargo, le han atribuido hijos entre sus servidores. Verdaderamente el hombre es ingrato”. Al ser Uno, todo lo demás es creado e inferior a él. Así, la transcripción del Evangelio en el Corán es mínima. Éste entronca con la predicación del Dios Uno de siempre. Que era contemplada una y otra vez en la Torá, para defender la Unidad de Dios y apartar al pueblo de Israel de los idólatras politeístas que lo rodeaban. Que atribuían “divinidades” a los grandes poderes naturales (lluvia, fuego, tormenta) y antropológicos (amor, guerra, venganza). Los árabes pre islámicos adoraban a Lat, Ozza y Menat como hijos de Dios y era también necesario apartarlos de estas desviaciones.

(CONTINUARÁ)

EL CORÁN.

UNA GLOSA PARA NO INICIADOS…

Korán es el conocimiento y su lectura, y al-Korán o el Corán es el Libro Noble por antonomasia. Mahoma no pretendió instaurar una religión nueva, diferente, distanciada o enemiga. Sino que recogió y partió de las tradiciones escritas y orales de los judíos (la Torá o nuestro Antiguo Testamento-AT) y cristianos (unos Evangelios paupérrimos) de su época. Porque todos ellos eran adoradores del Dios Único, Eterno y Todopoderoso. Que se acerca Personalmente a los hombres, buenos y malos, para revelarles Su existencia plena, felicísima y autosuficiente. Y para darles un mensaje de salvación eterna, por voluntad libérrima Suya. En el Corán se narran y se repiten por numerosos capítulos las historias de diferentes y numerosos personajes judíos del AT. Incluso, como en el caso de José, el hijo de Jacob, se extiende en detalles que no están en los textos judíos y cristianos.

Aproximación al Corán.

Los asuntos tratados en el Corán se relacionan directamente con las preocupaciones y los desvelos que, a lo largo de su devenir, estaban en el alma de Mahoma. Al inicio de su predicación, durante su primera estancia en la Meca, las suras descendidas son religiosas y luego, tras la Hégira, las medinesas recogen órdenes propias de un estadista, un organizador, un mando conductor. Desde el punto de vista de su estilo, el Corán está redactado en la prosa rítmica (say), que era usada por los sacerdotes y magos de la Arabia idólatra. Pero, a diferencia del lenguaje usado por éstos, no utiliza palabras altisonantes, oscuras o sin significado. Sino que posee una riqueza inusual de ideas nuevas, que lo hacen un modelo de la literatura árabe. El texto del Corán es piedra de escándalo para muchos hombres, porque no todos lo tratan con la perfección que pide y se merece. En efecto, unos lo toman textualmente, interpretándolo al pie de la letra, sin admitir posibilidad alguna de variación ideológica o de adaptación lógica; pero otros, quizás demasiado estudiosos del lenguaje y sus expresiones, lo entienden casi todo alegóricamente, veladamente.

El Corán se desmenuza en 114 capítulos o suras, que contienen unos 6200 versículos o aleyas. Las discrepancias en su número, según las escuelas recopiladoras, llevó al recuento de sus palabras, 77934, y de sus letras, 323631, ya que estos números sí coincidían. El lenguaje coránico es simple y cercano y la metodología de expresión es sencilla y muy reiterativa. El Corán va dirigido a gentes humildes e iletradas. Que tienen que aprender sus mensajes, normas y mandatos a través de fórmulas literarias alegóricas y metafóricas, empleando símiles bucólicos, venatorios y pastoriles, que les resultan próximos a sus modos de vida simples y naturales. Y recordarlos y asimilarlos por su repetición frecuente, primero en grupo vecinal (primeras madrasas o escuelas coránicas) y luego en la soledad con Dios.

Una y otra vez, se insiste en el Corán que las obligaciones de los musulmanes son el establecer la oración diaria (el salat), dar la limosna canónica (el sakat) y hacer el bien en general. Es evidente que, previo a cualquier obligación y su cumplimiento, está el reconocimiento y la sumisión a Allah, concretados en la recitación por el neofito de la fórmula ritual “Sólo Dios (Allah) es Dios y Mahoma es su profeta. Fórmula que tendría un efecto parigual al bautismo cristiano. La peregrinación a la Meca y sus santos lugares está más desdibujada, porque en la etapa del descendimiento de los suras de junto a Allah, los musulmanes eran minoría, no estaban organizados y bien establecidos y estaban amenazados por multitud de enemigos infieles.

En 28, 37 se concreta: “Al igual que Allah hace el Bien, haz tú también el bien y no fomentes el desorden (el Mal) en la tierra”. El Mal comprendería, entre otras cosas, los asesinatos u homicidios de inocentes, las drogas y borracheras, las destrucciones innecesarias de bienes de todas clases o de cosechas y árboles útiles. También previene el Corán a los fieles, contra la actitud errada y suficiente de los malvados, los salvapatrias, los falsos anunciadores y apóstoles en su nombre. Que son, a su vez, desviados por Allah, para que sufran el castigo a sus acciones maliciosas y recalcitrantes. 2, 10 “Cuando se les dice: No cometáis desórdenes (crímenes) en la tierra, ellos responden: Lejos de eso, introducimos en ella el buen orden (el bien)”. 2, 11 “¡Ay!, cometen desórdenes, pero no lo comprenden”. Pero, Allah, el Compasivo y Misericordioso, siempre castigará al malvado y al infiel por debajo de lo merecido por sus pecados, crímenes e ingratitudes.

Origen, necesidad y transmisión de la Tradición islámica.

Las historias transmitidas oralmente de “las costumbres y los dichos” (la Sunna) de Mahoma, se transformaron pronto en escritos, que fueron, a su vez, objetos de grandes recopilaciones. A cada narración o comentario escrito se le llama hadith o hadís. El término también se usa para referirse a la generalidad de ellos. La longitud de los hadises es muy variable, según el tema del escrito. Muy interesante y definitorio es su inteligente estructura interna. Ésta los caracteriza y da fe de su verosimilitud. En cada hadís se suele exponer primero la “cadena de transmisión” hasta su escritura o la comprobación de ella, desde su origen oral, con la figura del “transmisor”. Hoy en día le llamaríamos a esto la trazabilidad histórica. Son de primera importancia como “transmisores” de los hadises, Aixa o A’,isa, la segunda esposa y preferida del Profeta, y Alí, su sobrino. Luego, viene el contenido de la narración o el comentario, llamado el “matn”.

El Corán, en 4, 59 (capítulo 4, versículo 59), garantiza y concede un poder especial de decisión y de explicación al Profeta o Enviado de Dios y a los soberanos, sucesores o califas musulmanes, que son los que detentan la autoridad en la Umma. Esto explicaría y justificaría la necesidad de una interpretación cualificada, prevista por Allah, para la aplicación práctica del Corán a lo largo de la geografía y la historia de los pueblos. Con Mahoma actuando como intérprete, como “intermediario” excepcional y privilegiado de Allah. Existen cientos de miles de hadises que han llegado hasta nosotros. Y entre ellos aparecen numerosas contradicciones. Además, su texto total es excesivo para haberse comentado o dicho y vivido o realizado por Mahoma. incluso empleando para ello toda su vida. Desde casi el principio, los propios exégetas y apologistas del Islam vieron esto. Los hadises corrían el riesgo de convertirse en una cadena de mitos, cuentos tribales embellecidos y realidades más o menos conservadas de una Tradición vaporosa e insegura del Profeta. Y se estableció pronto un sistema de crítica del “isinad” o transmisión, para garantizar la calidad del contenido propiamente dicho o “matn” de los hadises como Tradición escrita.

Dios, su manifestación y sus múltiples expresiones antropológicas.

Los nombres de Dios surgen en la religión judía y en el Islam como la expresión exaltada de las cualidades desbordantes de la divinidad única. No incluyen sólo el nombre con el que Dios quiere ser llamado por los hombres (Yavé, Allah, Dios), sino también la denominación de sus características antropológicas más destacadas y trascendentes o próximas al hombre. Los famosos “99 nombres de Alá” del Islam se basan principalmente en las cualidades que así mismo se atribuye Allah en los versículos de al-Korán y en las deducidas en los qiyas o razonamientos analógicos de los ulemas y muftíes durante los primeros siglos del Islam.

Es interesante el origen y el desarrollo de algunas de estas acepciones. Los judíos de la Kabalah reclaman sus “72 nombres de Dios” del Éxodo 14, 19 al 21. Cada versículo en hebreo tiene 72 letras y tomando una letra de cada uno, se crean las 72 combinaciones únicas de las letras hebreas. La interpretación mística dice que ellas serían como las vibraciones espirituales de un diapasón divino. Esas frecuencias esotéricas protegerían a los hombres de las energías negativas del ego (el yo desviado, engrandecido y excluyente) y les comunicarían, a su nivel inferior y según cada capacidad receptora, las potencias de la divinidad. Hoy en día, se diría que actúan en los ADN, los telómetros, las células madre y las mitocondrias, para alcanzar a toda persona beneficiada.

Estos “sonidos especiales maravillosos”, estos mantras rítmicos, aparecen en otros libros del AT. Ésa fue la técnica decidida por Dios para derribar las murallas de Jericó, ocurrida durante la conquista de los Territorios Prometidos a Israel y que se narra en el libro de Josué, capítulo 6. Durante 6 días, el pueblo circunvaló una vez al día en total silencio el perímetro de la ciudad sitiada. 7 sacerdotes acompañaban su marcha, sonando sus trompetas. Allí iba la “presencia de Dios” y el Arca de su Alianza con el pueblo. Al séptimo día, en un momento dado, Josué ordenó además gritar clamorosamente a los judíos, cada uno en su puesto en la línea de marcha y mirando a la ciudad. La acción potenciada por Dios derribó las murallas de Jericó. Y los milites israelitas, una infantería entre ligera e irregular, ya sin obstáculos defensivos que superar para llegar al combate inmediato, la asaltaron y dieron al filo de la espada a hombres y mujeres, niños y viejos, bueyes, ovejas y asnos de la ciudad.

(CONTINUARÁ)

Las Rebeliones Árabes

¿Van Hacia la Democracia, el Islamismo o el Bonapartismo?

Los militares egipcios, por cuestión de espíritu de cuerpo y de necesidad de supervivencia ante el enemigo hostil externo, son primero oficiales militares, luego patriotas egipcios y después, muy cerca también, musulmanes. Sus preferencias vitales van así. Esa idiosincrasia, esa necesidad esencial y su compromiso con la nación, se expresan y concretan en el entramado de empresas, corporaciones y puestos políticos medios que ocupan y controlan los militares egipcios. Que les garantizan su independencia de los poderes públicos “electos o impuestos”, siempre “pasajeros”, y a la inestabilidad social latente con un 30% de pobreza. Y que les brindan unos sueldos y sinecuras atractivos para los altos mandos y jefes militares. Parafraseando un adagio de la Edad Antigua, diríamos que, frente a Israel, “Egipto es un don de sus Fuerzas Armadas”.

El Desarrollo de la Situación.

En la segunda decena de agosto del 2012 el flamante presidente Mohamed Mursi destituyó del cargo de ministro de Defensa, al mariscal Husein Tantaui, jefe del Ejército egipcio y lo reemplazó por el general Abdul Fatah al-Sisi. Tras el ataque fundamentalista a un puesto de control militar cerca de la frontera con Gaza, en la península del Sinaí, que dejó 16 soldados muertos, Mohamed Mursi aprovechó esa crisis para deshacerse de la “camisa de fuerza” militar heredada de la dictadura laica. Y también abolió las enmiendas constitucionales que otorgaban al Ejército amplios poderes. Se habló entonces de que existía ya una generación de “jóvenes oficiales”, impregnados de islamismo. Contando con este “fenómeno” social, el partido “Libertad y Justicia” gubernamental (rama política de los Hermanos Musulmanes) podría apartar fácilmente a la cúpula dirigente militar de sus puestos de dominio excluyente sobre Egipto. Pero, esa teoría no se ajustó a la realidad…

Las Fuerzas Armadas egipcias cuentan con unos 450 mil hombres, de los cuales hay 300 mil en el Ejército. Las Policías tienen unos 350 mil efectivos y la Guardia Presidencial cuenta con 22 mil hombres. Las cifras varían según la fuente fidedigna que las aporta. Es el ejército mayor de África y el más experimentado. Esas Fuerzas Armadas son las segundas del Oriente Próximo y Medio, sólo por detrás de las de Irán. Aunque su “eficacia” frente a Israel haya sido baja. En 1956, Egipto fue invadido por una extraña coalición de israelíes, franceses e ingleses, tras la nacionalización del canal de Suez por Nasser. En 1967, los israelíes los echaron de la península del Sinaí en 6 días. En 1973 los egipcios penetraron por sorpresa, tras años de preparativos guiados por instructores soviéticos, la línea discontinua de fortines de Bar Lev, que protegía el Sinaí. Pero fueron frenados por el contraataque israelí y pasaron a la defensa rígida. Y Ariel Sharon se las arregló para cruzar Suez con una ugdah (brigada) combinada a retales, empleando las unidades que pudo, y aprovechando dos accesos ocultos al canal, cerca de la llamada “granja china”. Y los israelíes sembraron el terror, la confusión y la descomposición en la retaguardia militar egipcia. Llegando a aislar y cercar operativamente a su Tercer Ejército, al sur del frente del canal de Suez. El asentamiento de un régimen islamista en Egipto es uno de los demonios más temidos de su clase militar. Y no lo es tanto por sus características dictatoriales o religiosas radicales. Egipto ha sido el puntal principal de la paz global en Oriente Próximo en los últimos casi 40 años. Y los militares son los que más disfrutan de la paz. Porque ellos van delante de todos, poniendo sus muertos por el camino bélico decidido por los políticos, refugiados y a salvo en la retaguardia profunda nacional. Y un “gobierno musulmán radical intransigente” podría abocarse a una guerra con Israel, por aquello de la Yihad, de la defensa de Dar al-Islam y del enemigo sionista “ad portam”. Que son los tres tics de estos fanáticos iluminados obstruccionistas religiosos.

El gran problema de Mursi y de Erdogan (del partido de la Justicia y el Desarrollo turco) como máximos representantes de la actualidad política moderna del Islam en el Próximo Oriente y el Mediterráneo del Este, es la prisa por conseguir “resultados” y recibir el reconocimiento por ello. Es la maldita prisa por el triunfo rápido. Y, ahondando en la personalidad de los actores de primera, segunda…filas, su prisa la genera el “ego”. Sin “realizaciones evidentes y reconocidas por muchos”, el ego se frustra. Y por ello, estos gobernantes aceleran hasta la “velocidad de descarrilamiento social” los procesos de cambio e innovación de sus sociedades. Procesos sociales que son siempre de por sí lentos y poderosos. Este “ego comprometedor, exigente y siempre insaciable” es algo que se asienta en el “gobernante”, cuando éste no es un “estadista leal” a la nación. Capaz de emprender las reformas e innovaciones necesarias, aún sabiendo que los frutos de sus trabajos los recogerán los que gobiernen en otras legislaturas o períodos políticos. Y los islamistas electos, acuciados por sus prisas egocéntricas han estado “empujando” a sus rivales políticos y gobernando para sus propios movimientos nacionales e intereses inmediatos.

La organización de los Hermanos Musulmanes, una de las fuentes vivas y cristalinas de los islamistas modernos, ha sufrido a lo largo de los 85 años vividos desde su fundación por al-Morshed (el “Guía”) Hasan al-Banna, toda clase de avatares, sinsabores y persecuciones. Él y sus seguidores pretendieron crear una red islámica, que sirviera de contrapeso nada menos que al estado egipcio. En 1948, contando los Hermanos con cerca de 3 millones de miembros y simpatizantes activos, comenzó una persecución estatal contra ellos. Al-Banna murió de las heridas sufridas en un atentado callejero a primeros de 1949, transformándose entonces en el “Imán Mártir”. A los Césares romanos los transmutaban en Dios a su muerte. Como el Guadiana, la trayectoria de la cofradía se ha ocultado de las vistas ajenas durante largos e intermitentes períodos. Uno de los tics de los Hermanos dice: “Nasser nos mató, Sadat nos amnistió (aunque fundamentalistas lo mataron durante un desfile militar), Mubarak nos silenció”. Es fácil que ahora puedan añadir “Abdul Fatah al-Sisi nos desilusionó”. Pero su ideología permanece y sus “redes sociales”, superpuestas a la organización tribal, funcionan. La ideología les da una determinación para la acción, que es propia de los “grupos adoctrinados activos”. Los Hermanos son una cofradía paralegal del Islam. Y con el Zakat recibido (la limosna canónica del Islam) mantienen servicios de atención social de todas clases (escuelas elementales y madrasas, dispensarios, hospitales, ayudas a personas y familias). La ideología, la organización y su actuación cohesionan a la comunidad sunní en una “unidad de acción general” motivada, eficaz y resistente. Que es de muy difícil repetición o réplica por los laicos, los ateos no comunistas, los demócratas y otros enemigos potenciales. Los Hermanos Musulmanes de otros países del Próximo Oriente ayudan financieramente a los grupos afines sunníes.

Mursi es un “primus inter pares” en la cofradía de los Hermanos Musulmanes islamistas. Los islamistas no reconocen a los estados, ni a las naciones. Ni, por supuesto, aceptan la democracia liberal occidental. Sólo Allah es Legislador de los hombres. La esgrimida por las cancillerías occidentales “legitimación democrática del presidente elegido Mursi” es una blasfemia para ellos. Teocracia y democracia se excluyen esencialmente y se rechazan activamente en las ideas fundamentalistas islámicas. El Islam no admite una modernidad política, ni mucho menos religiosa. Todo está ya legislado y entregado a los hombres, a través de Mahoma, para su “cumplimiento sumiso” personal y en la Comunidad de los Creyentes o Umma. El partido Libertad y Justicia egipcio es una “apariencia” creada por los Hermanos Musulmanes. Destinada a complacer y entretener a sus adversarios laicos y a las naciones occidentales. En el largo año de mandato que ha tenido de gobierno, el partido y su cabeza visible se han ocupado de gobernar unilateralmente, favoreciendo los intereses político sociales y los plazos decididos por la cofradía. En puridad y en realidad, esto equivale a un “golpe de estado institucional” y a una “involución política” del estrenado sistema democrático egipcio, deseada y buscada por los Hermanos Musulmanes con fruición, disimulo y alevosía. Y, además, la mitad del país ha expresado en las urnas su rechazo y su abominación de esos fines socio religiosos y de sus prácticas políticas coactivas y excluyentes. Para facilitar “el acatamiento y la sumisión de los egipcios”, privados deliberadamente de “expectativas de progreso y desarrollo razonables”, es deseable que el país se desarme y se empobrezca relativamente. La “salvación de la crisis” ofrecida por los Hermanos Musulmanes es aceptar a la cofradía y a sus ideas, a la sharia y a toda su “organización social dedicada a ayudar, educar y promover la sanidad y el bienestar social”. Esto podría ser el inicio, un brote, el germen vivo y potencial, una entidad latente poderosa del añorado califato sunní. Parece que a los islamistas les va mucho el “vivir en la Edad Media”. Aunque estamos seguros de que a Allah, el Clemente y el Misericordioso, estas acciones perniciosas y esas ideas torcidas esgrimidas le desagradan y le entristecen. Un hadis o “comentario recogido y escrito” de Mahoma, dice: “En muchos casos, la tinta de los sabios es más útil para la Comunidad, que la sangre de los mártires”.

La Represión de las Revueltas Alentadas Armadas.

En medios occidentales se acusa a los militares egipcios de reprimir con violencia a los manifestantes islamistas desobedientes, exaltados y amotinados contra las autoridades. Para neutralizarlos y dispersarlos por “medios proporcionales y reglas ingenuas de enfrentamiento” tendrían que actuar en las distintas emboscadas, algaradas y acampadas casi tantos militares y policías como amotinados. Recuerden cuantos policías, apoyados por vehículos, empleamos nosotros para reducir y detener a un “presunto”. E invitar insistentemente a cada energúmeno recalcitrante (¿cuántas veces?) a dispersarse. ¿Es esto posible, digno, práctico y racional?

Veamos a nivel de fuerzas, puntos de aplicación y efectividad operativa, qué ocurre en las confrontaciones con la autoridad. La resultante de la “fuerza equivalente” de un “gran grupo” de rebeldes engreídos, muchos con armas blancas, bengalas y cascotes, apoyado por un número variable de tiradores y granaderos, es igual o superior a la de una “gran unidad” antidisturbios de las fuerzas de seguridad. La actuación de la fuerza profesional sobre aquélla es móvil, oportuna y concentrada en varios “puntos críticos vulnerables”. El uso de la “atrición armada” es mínima. Si la acción militar se basara en ella, los muertos serían, al menos, diez veces más de los declarados, para un igual efecto: espantar a la masa, que desaparezca su voluntad de resistencia y que se disperse en pequeños grupos inoperantes.

En las “masas oprimidas”, la “fuerza” está difuminada entre todos los componentes. Es muy pequeña personalmente, pero es enorme en su conjunto. Pero, no está cohesionada, concentrada en sectores decisivos por escalones, ni dirigida y controlada por los mandos en su conjunto. La masa se expresa en grupúsculos internos semi cohesionados. De ahí que sus resultados operativos sean bajos. Obtienen objetivos pequeños y actúan por la atrición, la rapiña, la confusión, el número y el desgaste. Dañando, perturbando, amedrentando y destruyendo en su “entorno” inmediato o cercano sin trascendencias militar. La peligrosidad de la masa amorfa y desbocada está en el contacto que realice contra blancos pequeños, sobre todo si son pacíficos y cívicos. Por eso, los grupúsculos hostiles de la masa, dirigidos por jefecillos de tres al cuarto y muy móviles, son especialmente ruinosos. Porque pueden concentrarse eficazmente en un “blanco de oportunidad” y saquearlo e incendiarlo rápidamente, dispersándose sin estorbos.

Desde el inicio de las algaradas contra el régimen de Mursi, en junio de 2013, se llevan identificados cincuenta casos de iglesias coptas cristianas destruidas por estos grupos de “indignados demócratas perseguidos” por todo Egipto. Que se autoaniman, se crecen y se entrenan con la destrucción de sus enemigos de religión. Y en otros países del Próximo Oriente ha ocurrido igual en toda una década. Cuando los países sufren sus cataclismos sociales por guerras, invasiones o revoluciones, los islamistas atacan de paso a los maronitas, a los coptos, a las comunidades cristianas sirias, a los feligreses del patriarcado de Babilonia de los caldeos. La emigración forzosa, las coacciones sistemáticas, los muertos y heridos y los daños a los bienes personales y familiares sufridos por los cristianos en esta zona geoestratégica alcanzan “niveles étnico religiosos” de “persecución y eliminación”. La actuación de los poderes occidentales los ignora ignominiosamente. Y se limita a exigir el respeto a “los resultados electorales y a la legitimidad institucional”.

(CONTINUARÁ)

PREFERENCIAS ESTRATÉGICAS DE LOS YIHADISTAS II.

(CONTINUACIÓN)

8) Las comunicaciones estratégicas de las guerrillas son precarias o ausentes, insuficientes, descuidadas y vulnerables en los grupos yihadistas. Y todo se debe a su constitución en red, desparramada, confusa y difusa que les caracteriza. Y no se trata de los mensajes, recados o alertas, que siempre pueden ser remitidos y recibidos, que sólo tienen trascendencia táctica. Y no es consecuencia de la alternancia de los despliegues y concentraciones en las acciones militares. Dichas comunicaciones son: Con las bases, para su descanso, refugio, reorganización, adoctrinamiento, información, apoyo logístico y su protección imprescindible contra el agostador “vagabundeo” estéril. Con las bandas afines o asociadas, para el apoyo en general, la información y su concentración operativa para las distintas tareas. Con el pueblo, para su descanso, refugio temporal, soporte y medios varios, información y la acción ideológica religiosa, para facilitar la necesaria extensión territorial y humana posterior.

9) Uno de sus objetivos estratégicos es golpear a cualquier gobierno, de cualquier origen y sociedad, con tal de que los “objetivos posibles” les sean asequibles. Puesto que el califato radical y agresivo del Dar el–Islam de los inicios del Califato sunní, no existe hoy en día y no se pueden integrar en él para su “defensa”.

10) Tienen un afán arraigado, aguzado y consistente de hacer publicidad de sus acciones con éxito. Con el que Occidente colabora insensible y gustoso de extender y defender la libre información. Logrando con todo ello la magnificación y la exaltación de unos resultados dolorosos e inconexos. Que les brindan un protagonismo social y religioso muy superior a la trascendencia operativa de ellos. Esto no es más que la extensión del terror y de sus consecuencias políticas e ideológicas, mediante las “ondas de conmoción” que transmiten sin filtrar nuestras modernas comunicaciones a todos los pueblos, especialmente a nosotros, los europeos. Pero, todas las posiciones y actitudes sicológicas e ideológicas son también objetivos a defender y a conquistar por Occidente, en esta guerra de baja intensidad por la extensión de un dominio radical, anticuado, excluyente e impuesto.

Los “lobos solitarios” y la libertad de expresión ilimitable en Occidente.

Los lobos solitarios terroristas suicidas surgen por la conjunción de varias deficiencias, desdichas e ideología humanas. Casi todos son jóvenes llenos de idealismo (sacrificio por su grupo familiar y social y búsqueda de un futuro prometedor) y de intereses vitales, que están en plena ebullición de realizaciones. Su situación social y cultural suele ser deficiente e imprecisa. Sufren una marginación real y/o magnificada por la imaginación. Casi todos nosotros, puestos a ello, podemos esgrimir un montón de insuficiencias o carencias personales y colectivas, sicológicas y materiales, no resueltas. Y, como no nos las resuelven los demás, decir que estamos excluidos de la sociedad, es una acogedora huida de la realidad y un íntimo y verdadero dudar de nuestras propias capacidades (esto, jamás lo aceptarán), para culpar a los demás de nuestras desventuras. Además, la búsqueda de las carencias nos llevaría siempre a empantanarnos en añorar y conseguir los “deseos” omnipresentes e inextinguibles. Y esta “búsqueda negativa” nos puede impedir volcarnos en salir adelante, teniendo metas asequibles y progresivas, desarrollarnos como personas interior y exteriormente y estimar al prójimo con lealtad y confianza. Con lo que superaremos aquellas “carencias”, por la orientación, la intención y el esfuerzo que damos a nuestras ideas y realizaciones.

En aquel terreno abonado y germinal se pueden sembrar fácilmente las ideas sesgadas de una interpretación religiosa asequible, vindicativa, que brinda un propósito y una misión en la vida y que premia a sus “muhaydines” caídos en combate, especialmente a los mártires o testigos, con un premio sensible, claro, seguro, vistoso (esta cualidad de pura vanidad es muy atractiva), y cómodo (no es necesario dedicar a ello una vida de esfuerzo, entrega y renunciación). Las organizaciones yihadistas suelen también facilitar jugosos premios a las familias de sus “mártires”, con lo que éstos tienen también asegurado el bienestar relativo de su familia más directa por bastante tiempo. El resultado es que a los “perdedores”, “extraviados”, “desarraigados”, “agraviados”, “sin empatía hacia el prójimo”, no les cuesta demasiado tomar la decisión de convertirse en un mártir de la Yihad. Y el caso es que la propagación, la explicación y la impregnación, que diría Lorenz, de aquellas ideas venenosas y adictivas, se realizan con la mayor facilidad en nuestras sociedades modernas. Todos lo sabemos. Y éste es el centro de gravedad de la lucha contra los lobos solitarios. Cazarlos preventiva y aisladamente es muy difícil, porque no dejan apenas rastros. Hay que luchar contra los inductores necesarios de sus ideas (desde personas, compañeros, medios de comunicación, viajes a sus centros extranjeros). Para ello es necesario adecuar las legislaciones, como se ha hecho contra los maltratadores o los delitos financieros alambicados, apoyados por la comunicación inmediata y en línea. Sin perjudicar con ello la detección y el seguimiento debidos de maestros, discípulos, comunicaciones de todo tipo y sus antros. Y de esto, como de casi todo, tenemos experiencia sobrada. En julio de 1884, el entonces gobierno liberal de Sagasta, implantó la primera ley española contra los atentados con explosivos, protagonizados generalmente por los anarquistas. En ella se castigaba acertadamente, no sólo a los autores materiales de las tropelías, sino también a sus inductores.

La adaptación ideológica de la Yihad a los tiempos actuales.

El Islam tiene que asumir que la Yihad, como esfuerzo de sangre en el camino de Allah, fue necesaria para la instauración y la defensa de la primitiva comunidad de creyentes. Estableciendo el Profeta el estado islámico a partir de la destrucción violenta de la jahiliyya. Esta era la “barbarie existente anterior al Islam árabe”. Y que aún pudo ser útil la Yihad para su rápida extensión por el mundo, debido al estado existente de cultura y desarrollo de las civilizaciones medievales. Pero que su oportunidad histórica no existe actualmente. Y entonces debe ser reemplazado por “otro tipo de esfuerzo en el camino de Allah”. Es el esfuerzo de desarrollo personal interior (ascético), buscando la purificación y la superación de los creyentes. Este concepto existe en la Sunna y podría ser impulsado por los ulemas y los muftíes piadosos.

Desde el surgimiento de las principales escuelas teológicas sunnies, cobró también fuerza el principio del esfuerzo de reflexión personal, el ichtihad, en el Islam. El ichtihad va a permitir el desarrollo de la cultura árabe, tanto en lo tocante a los aspectos civiles (ciencias, comercio, literatura, arte) como al enriquecimiento de su “teología”; es la base de jurisconsultos como al-Chafii. El ichtihad es fuente de lucidez, creatividad, enriquecimiento, progreso y paz en “el camino del esfuerzo personal y colectivo hacia Allah” (que es realmente el núcleo religioso y la razón del Islam), cuando ya la Umma se ha extendido y multiplicado enormemente por el mundo. Hacia el siglo XI (siglo V de la hégira o marcha a Medina), los doctores de la Ley cierran la puerta al ichtihad. El Islam carece de teólogos propiamente dichos, porque Allah es inasequible e inmarcesible para el Hombre. El enfoque metodológico islámico se altera. Y a partir de entonces, se imita, se repite, se abusa de los compendios.

Las necesidades de renovación, compromiso y acción del Islam.

Ante ese terrorismo propio, el mundo islámico se paraliza y no sabe qué decir o hacer. El Terrorismo se lleva a cabo mediante acciones de guerra contra objetivos generales, inocentes e indiscriminados. Y su finalidad es coaccionar a los colectivos humanos, propios o enemigos, buscando resultados políticos y sociales. Es decir, sus “actos electorales” son los ataques violentos. Y los votos contabilizados son el miedo y la parálisis social, que extienden como la pólvora entre los hombres. Afirman los portavoces e intelectuales musulmanes que el Islam es paz y tolerancia. Pero esto no es totalmente cierto, como vemos por los hechos y las omisiones en su condena y ostracismo. La inmensa mayoría de los musulmanes se distancian de los atentados por “oportunismo” pasivo, no como actuación proactiva. Para proteger al Islam, preocupados por el creciente rechazo que sufre en Occidente.

Y no se trata de que reaccionen los intelectuales laicos musulmanes. Éstos no son operativos de la manera que conocemos en Occidente, como nuestros “políticos profesionales”. Ya que para un buen musulmán la política, la sociedad y la religión forman una trinidad única, excluyente e inseparable, establecida por Allah. Además, el fracaso social y político de los intelectuales laicos árabes quedó refrendado con el de las élites nacionalistas, izquierdistas y europeizadas, que impulsaron la independencia de las distintas naciones árabes tras la II Guerra Mundial. Y que crearon regímenes laicos, “socialistas”, apoyados en el clientelismo y la represión interna y separados por su ideología e intereses de sus respectivas sociedades musulmanas.

Pero, ¿cuándo intervienen en el debate de este tema los ulemas o los muftíes, con mayor ascendencia y el respeto de todos? Casi nunca. No se ha dado en el Islam una reflexión profunda sobre la oportunidad política y religiosa de la violencia. ¿Alguien conoce a pacifistas islámicos activos? Algunas actuaciones de los jefes espirituales del Islam son asequibles y serían apreciadas por todos. Los ulemas podrían declarar que los intereses del Islam y de la Umma tienen a España y al resto de Europa como buenos amigos, como parte de Dar el-Ahd. Que son los países donde la Umma no domina políticamente, pero que está en paz con sus habitantes y puede realizar sus actuaciones y ritos. Los ulemas podrían utilizar la institución del takfir contra los más recalcitrantes, peligrosos y criminales terroristas. Los que actúen desviados perversamente (con malicia o tras ser reconvenidos por aquéllos sin resultados) en nombre del Islam. Y no lo han hecho históricamente por el miedo paralizante a caer en una espiral destructiva y disolvente de reconvenciones mutuas y múltiples dentro de la Umma. Recordemos que la unidad monolítica religiosa no existe en el Islam, en el que el pueblo, además, tiene acceso libre a su “sumisión a Allah”, con sólo recitar la Profesión de Fe. Que equivaldría, en cierta forma y medida, al bautismo cristiano.

PREFERENCIAS ESTRATÉGICAS DE LOS YIHADISTAS.

Los insurgentes radicales fundamentalistas islámicos o yihadistas se dedicaron entre los años 60 y 80 a atacar a los que calificaban de “gobiernos musulmanes” corruptos y falsos o socialistas u occidentalizados y liberales. La fortuna fue poca para todo su esfuerzo empeñado. Por un lado, la retirada de los soviéticos de Afganistán. Pero, contando con el soporte logístico occidental y la imprescindible actuación militar de grupos pashtunes y de otras etnias afganos, dirigidos por los “señores de la guerra”. Es decir, los maliks destacados y carismáticos de los clanes y tribus regionales. Entre ellos el más célebre fue Ahmad Sah Masud, el León del valle del Panjshir. Y, por otro, consiguieron la toma del poder en Sudán, inspirados por al-Turabi, un “capitán araña”, al conseguir hacerse fuertes en su Ejército. Esto es aún un caso único en el mundo sunní. La propaganda no figuraba entre sus prioridades y la huella informativa que dejaron en el mundo occidental fue mísera. Pocos se enteraron de que existían y de ésos son menos los que recuerdan sus andanzas de entonces. A partir de los 90, el objetivo yihadista se vuelve contra el Occidente infiel. Considerando al Gran Satán, personificado en los Estados Unidos de Norteamérica y a sus correligionarios democráticos occidentales, como los primeros perturbadores y corruptores de los pueblos islámicos.

La Yihad permitió la rápida propagación del Islam.

Tres fueron las causas que estimularon a unas tribus árabes a emprender el camino de la conquista de amplios y lejanos pueblos y tierras, extraños a la Península Arábiga. La primera fue la razón religiosa. Como en toda comunidad religiosa primitiva, la Umma fue el centro de los mandatos y las bendiciones de Allah. Viviéndose colectivamente y con entusiasmo, el cumplimiento de una doctrina monoteísta y sencilla. Esta religión exigía, además, un proselitismo militante y coactivo, continuo y expansivo, dirigido hacia los infieles y los hostiles fronterizos. La obligación de la Yihad era similar a los otros cinco preceptos básicos del Islam. El Corán, entregado a Mahoma en el nacimiento del Islam, tiene numerosos versículos o aleyas que demandan de los fieles la lucha armada.

Por el lado de los intereses mundanos, la extensión de las conquistas árabes, en su avance incontenible durante más de un siglo, trajo el control sobre los bienes y haciendas de los nuevos y numerosos súbditos y el poder político y militar sobre ellos. El dominio musulmán se establecía por la presencia de un gobernador con su guarnición militar, en cada ciudad importante o región conquistada. La relación de los nuevos súbditos con el régimen islámico se establecía y regulaba por el pago al gobernador de los tributos periódicos. Debidos al vasallaje impuesto y por profesar, de momento, una religión diferente. Este flujo de dinero importante y constante comenzó a llegar a los conquistadores, que establecieron diversos mecanismos bastante inteligentes para su reparto. La tercera razón, asequible a los nobles, jefes y más destacados musulmanes, fue el reparto de las cuotas de poder que engendraban el dominio, la defensa y la gobernanza de los nuevos territorios de dar-el-Islam. Que son las tierras del dominio del Islam, las tierras dadas por Allah a sus fieles, las tierras que deben mantener o recuperar, si les son arrebatadas temporalmente. Así, fueron proliferando los emires, sheikhs y caides, ocupando y conformando la estructura política árabe de los territorios islamizados.

Las tribus árabes originales del Islam recibían una parte de los tributos y de los saqueos de la conquista, aunque no participasen en algunas expediciones militares. Otra parte era entregada a los participantes de la Yihad contra algún pueblo o región limítrofe del califato. Una parte importante era entregada a las autoridades de la Umma, centradas en el califato de Damasco o de Bagdad, y representadas regionalmente por sus emires o caides, para sufragar los gastos de la gobernabilidad y el mantenimiento del estado teocrático. De ésta, se derivaba una parte destinada a sufragar, equipar y formar las nuevas Yihads hacia los territorios fronterizos a dar-el-Islam, que iban apareciendo. Por último estaba el Zakat o la limosna canónica, entregada a los ulemas y muftíes. Que tenía como finalidad resolver y compensar a los musulmanes por las penalidades y los azares de la vida, con la aportación de su comunidad. Y que se repartía a los pobres, los impedidos y los enfermos, los huérfanos y las viudas de la Umma. Esto cerraba el proceso de reparto de la riqueza y el poder. Que soldaba y aseguraba mundanamente las aspiraciones religiosas de los creyentes de la nueva fe.

Contradicciones estratégicas de los yihadistas en la guerra irregular.

Las principales características de la guerra irregular son su prolongación en el tiempo, consecuencia de su baja intensidad militar, y que es civil y política. Lo que implican un gran desgarro social y actos inevitables de gran crueldad. Por el “ascenso a los extremos” de la guerra, que decía Clausewitz, sin las salvaguardias de las leyes y costumbres aceptadas que se pierden en ese “caos nacido de sí mismo”. Para alcanzar el poder o sus objetivos estratégicos, la guerrilla tiene tres objetivos en su estrategia total: la aniquilación militar del enemigo, que puede ser simplemente aflorar su incapacidad para resolver el problema de las bandas en un tiempo aceptable para la retaguardia popular enemiga; la destrucción de la infraestructura militar y económica que lo soporta y la captación del pueblo o de su base religiosa, étnica y/o social a sus ideas. En esta dialéctica de voluntades, ideologías y esfuerzos los aspectos estratégicos de las bandas irregulares de cualquier ideología son tres: las bases guerrilleras, su correlación de fuerzas con el enemigo regular y las comunicaciones en general.

Las deficiencias y miserias de los yihadistas, en relación con la estrategia y la estrategia operativa son:

1) Los yihadistas han fracasado en incorporarse activa y firmemente a un grupo social amplio, que dé cobertura e impulso permanente a su “movimiento socio religioso imperialista”. Los activistas más alienados se van aislando poco a poco (al menos, emocional e ideológicamente) de la sociedad en la que “viven”. Y lo hacen en aras de sus métodos violentos, a los que sacrifican todo por conseguir la eficacia en la acción. Siguen para prepararse un proceso de segregación, purificación (en sus improvisados ritos no ortodoxos ayunan, emplean agua de lugares sagrados y banderolas verdes o negras con inscripciones de las aleyas que les favorecen), consagración y radicalización. Esta “catequesis de la violencia” les permite llegar anímicamente a la muerte gloriosa y en paz, e, incluso al suicidio, en la realización de sus acciones puntuales.

2) Los grupos yihadistas actúan con una brutalidad innecesaria e indiscriminada, que los descalifica ante su religión y los aparta incuestionablemente de los musulmanes de ley y, aún, de los normales. Veamos algunas aleyas o versículos de al-Corán:

Sura (capítulo), 4 aleya 33 “…Oh, creyentes… no os matéis a vosotros mismos (no os matéis entre vosotros, es otra descripción)…”.

2, 10 “Cuando se les dice: No cometáis desórdenes (voz con la que se definen los crímenes) en la tierra, ellos responden: “Lejos de eso, introducimos en ella el buen orden (el bien)”.

2, 11 “¡Ay!, cometen desórdenes, pero no lo comprenden”.

28, 77 “Al igual que Allah hace el Bien, haced también vosotros el bien y no fomentéis la corrupción (el Mal)” (asesinato de inocentes y de las gentes que os acoge –las tierras de Dar al-Ahd-, borracheras, drogas, daños innecesarios de las cosas).

Y estas aleyas morales, simplemente las desprecian y desacatan, sin que Allah las hubiese cambiado para ellos nunca. 2, 100 “Nosotros no abrogamos ningún versículo de este Libro, ni haremos borrar uno solo de tu memoria, sin reemplazarlo por otro igual o mejor”.

3) Hay una ausencia absoluta de ulemas y muftíes venerables y piadosos a su lado.

4) Los terroristas islámicos están en muchos lugares profundamente divididos ideológica, institucional y estratégicamente. Aunque las bandas rivales puedan ocasionalmente brindarse apoyo, refugio, información o suministros. Las razones son que los jefes de bandas principales suelen querer ser siempre “emires o jeques e intérpretes del Islam.” La franja de Gaza es dominada desde hace años por Hamas, grupo radical fundamentalista palestino de orientación sunní, en rivalidad directa y violenta con el gobierno palestino de al-Fatah en la Cisjordania. En Gaza, dos organizaciones sucursales de al-Qaida, Ansar al-Sunna y Ansar al-Islam, unos grupúsculos irrisorios, se enfrentan también violentamente a Hamas por aumentar su influencia sobre los habitantes. Los talibanes pakistaníes, principalmente el grupo Tehkrit e-Taliban y los independentistas cachemires, realizan periódicamente atentados contra la minoría chií del país. En Irak, al-Qaida se dedica a atacar a los chiíes que acuden en peregrinación desde país y de Irán a los actos anuales de esta religión en sus lugares sagrados de Samarra, Nayaf y Kerbala. También lo hacían los radicales sunníes iraquíes (antiguos funcionarios del Baas y ex miembros de las fuerzas armadas, generalmente depurados sin procesos ni juicios, y grupos regionales tribales). Que estaban en rebeldía contra los gobiernos de mayoría chií antes del llamado “despertar sunní”, promovido por el general David Petraeus, que los transformó en “milicias nacionales de autodefensa del territorio”. La falta de “soldadas” estadounidenses para comprar y mantener sus lealtades, tras la “marcha retrógrada de Iraq de las fuerzas militares de los EEUU hacia la victoria final” y las discrepancias y, aún, los agravios entre ambas ramas del Islam, han hecho reverdecer los conflictos violentos en Iraq. Donde, ya en 1919, Arnold Wilson, el administrador civil británico en Bagdad, declaraba que “la unión de las citadas ex-provincias turcas (Bagdad, Basora y Mosúl) para formar una nación, era una receta para el desastre, porque implicaba que se obligaría a tres grupos étnico-religiosos muy distintos a trabajar juntos, siendo bien sabido que se odiaban mutuamente”.

5) Y el Delirium Tremens de su Acción Ideológica. Algunos de los más alocados guerrilleros islámicos fueron los argelinos de los años 90. Sin ser ni siquiera estudiosos del Islam y con intereses muy terrenales, se excomulgaban (de la Umma) unos grupos a otros en su desatino vesánico. El takfir o anatema se deriva de kfur o impiedad. Que se relaciona directamente con el “caos religioso” o jahiliyya anterior al Islam. Por el takfir se declara impío a alguien que es o pretende ser musulmán y se le destierra, al menos moralmente, de la Umma.

6) Por todo lo citado, las bandas guerrilleras islamistas carecen de bases permanentes o semipermanentes. Cualquier base localizada constituye un objetivo convencional para los militares. Que pueden hacer caer sobre ellas toda su capacidad de combate regular. Pero también es cierto que las bandas que no son aniquiladas pueden emigrar y radicarse en otra zona más o menos aislada e inaccesible. Aunque tienen por delante toda la labor inmensa de empezar a crear otras bases. Las bases las forman los territorios controlados por la guerrilla y, a veces, por ejemplo en poblaciones ocupadas, esto no es evidente, porque las bandas están veladas. Son también las áreas donde las guerrillas practican y ponen en práctica sus ideas religiosas y fines políticos. En ellas, las bandas organizarían a sus potenciales seguidores musulmanes, que así se convertirían (más o menos voluntariamente) en el soporte popular indispensable de las guerrillas.

7) Tienen una gran descentralización operativa. Esto lo consiguen en parte por la universalidad de la Umma. Que trasciende y supera la idea de nación o raza y les da la “assabiya” o pertenencia grupal e identidad personal, a través de una religión totalizadora. Pero que les impide también conseguir objetivos estratégicos consistentes. Aunque sus acciones puntuales sean importantes, odiosas, dolorosas, temibles. Y son así por la brutalidad, el desamparo, la mutilación y la efusión de sangre que sufren sus víctimas; y que asumen y temen todas las personas que se sienten amenazadas (el impacto es subjetivo); y no por la escasísima probabilidad que existe de sufrirlas. Su actuación irregular eficaz y trascendente podría empezar con acciones móviles de hostigamiento general en la retaguardia enemiga, a cargo de las bandas suficientemente asentadas en un territorio. Buscando el desgaste y la desmoralización de las fuerzas enemigas, su dispersión por el territorio amenazado y paralizarlas en la defensa más o menos estática.

(CONTINUARÁ)

La Guerra Civil de Siria III.

(CONTINUACIÓN)

Los Participantes y los Países involucrados en la Guerra Civil de Siria.

Los Países vecinos de Siria y las Potencias extranjeras interesados en la Guerra Civil de Siria.

El Estado de Israel.

Israel no ve hasta el medio plazo la expresión de un nuevo peligro para su seguridad y no necesariamente mayor, con la floración de las semillas islamistas y de una seudo independencia democrática en Siria. Porque Siria ha participado activa y fructíferamente en todas las guerras contra Israel desde 1948. La dialéctica bélica con los Assad se prolongaba por más de 4 décadas. Y está enconada gravemente con la ocupación por Israel en la guerra de 1967 de los Altos sirios del Golán. Buscando estratégicamente, mediante un enorme obstáculo natural reforzado, proteger las llanuras de Galilea e impedir el desparrame (teórico) de las unidades motorizadas sirias por ellas, camino de Jerusalén. Y viceversa, los altos del Golán son territorios sirios, no hablemos ya de los límites de la Gran Siria de la dinastía Epifanes, heredera en el reparto del Imperio de Alejandro. Y abren la puerta de su país a las fuerzas de defensa mecanizadas israelíes, atacando en una penetración profunda a Kuneitra y a Damasco, sobre un terreno favorable para el empleo de los medios acorazados.

El único parámetro nuevo sería la posible presencia en esas fronteras de Israel de comandos “suicidas” o “desesperados armados sin retorno” de al-Qaida. Pero Israel ya ha demostrado que la infiltración de pequeñas unidades por sus fronteras, incluso con entrenamiento de ingenieros, es una posibilidad que tiene controlada con sus medios desplegados humanos, eléctricos, visuales, destructores y electromagnéticos. Y al-Qaida, aunque actúa espasmódica y dolorosamente, lo hace buscando una trascendencia estratégica en sus acciones sucesivas. Por ejemplo, aumentando la confusión, el desorden y el odio entre comunidades opuestas en un país o región, como Irak o Siria. Es decir, quiere también optimizar el gasto de sus magros recursos destructivos.

La República de Turquía, herencia ideológica de Mustafá Kemal.

Los turcos están intentando aumentar su protagonismo y su influencia en el Próximo Oriente. Buscando convertirse en una gran potencia regional. A ello les llevan los sucesivos inconvenientes planteados durante lustros a su incorporación de derecho a Europa. Y, les empuja definitivamente el gobierno de Erdogan. Que juega sus bazas a largo plazo, por aproximaciones sucesivas, en envites cortos, intentando islamizar la república de Ataturk, sin que los militares, garantes constitucionales de ella, se le encabriten y lo derriben. Sus renovadas preferencias estratégicas les llevan a mirar por bastante tiempo al Este. Turquía, con casi 80 millones de habitantes, puede intentar hacer un papel moderador sunní hacia la República de Irán. El gran problema operativo para Turquía es que fue la potencia dominante de la zona hasta hace menos de un siglo. El Imperio otomano extendido duró desde el siglo XV al inicio del XX. Y los turcos no son étnicamente árabes y su cultura es diferente.

El ministro de relaciones exteriores turco, Ahmet Davutglu, declaró categóricamente que “intervenir en el norte de Siria es un derecho natural de Turquía”. Y Erdogan remachó que “los que ataquen a Turquía, sentirán en su nuca su aliento”. Aquélla no permitirá que grupos terroristas como al-Qaida o el PKK se establezcan allí. Pero Turquía sabe que el Kurdistán es largo en Kms. Y que sus rebeldes kurdos actúan desde el Kurdistán iraquí, con bases seguras en los montes Candil. Donde tienen cobertura en su contrapendiente sur y abastecimientos de sus habitantes iraquíes.

La República Islámica de Irán.

Al extremo este del Próximo Oriente está la teocracia intransigente antioccidental chiita de los ayatollahs amomiados. Éstos, cuando quieren resultados importantes y rápidos contra sus vecinos, emplean a comandos o a unidades de la Guardia Republicana, imbricada en el régimen. Éste está enraizado en un complejo de consejos y asambleas, ideados, creados y organizados para asegurar, mantener y perpetuar su funcionamiento socio religioso. Pero que es incapaz de desarrollar moderna y económicamente a un país con los recursos y la exuberancia demográfica de los iraníes. Irán es una isla chií en un Mar sunní. Que lo abraza, desde el oeste al este, por todo el sur, desde Turquía a Pakistán, pasando por Afganistán, Arabia, Jordania, Palestina. Sus “cayos adyacentes” son El Líbano, Siria, Irak y Bahrein; teniendo más pujanza Irak y El Líbano. La pérdida del régimen de los Assad no sólo les restará un aliado, sino que entorpecerá mucho toda la logística del apoyo a Hezbolá y a Hamas, en la franja de Gaza.

La República Popular China.

Es otro de los países intervinientes en Siria, al ser una potencia principal en el escenario de un mundo global y multipolar. De hecho, las posibles actuaciones de las naciones occidentales en ese conflicto están frustradas y limitadas por el sistemático veto de China a su aprobación en el Consejo de Seguridad de la ONU. Los comunistas chinos se consideran un poco al margen de la lucha por la influencia directa en el Oriente Medio musulmán. De la que el conflicto sirio es un episodio más, surgido en lo que es un resurgimiento del islamismo militante en esa zona geoestratégica.

Las preferencias estratégicas chinas se dirigen hacia el subcontinente indio y las naciones de su influencia. Donde un rival a su medida tiene una estructura política más avanzada que la suya, aún a pesar de todas sus contradicciones, discriminaciones y carencias. Y posee una pujanza demográfica que les supera. Aunque últimamente los chinos comienzan a darse cuenta de lo irracional de sus métodos seudos científicos del control de la natalidad. Aplicados en aras de un progreso material futurible, del que sólo disfrutan en diversos grados en el presente los miembros del partido y sus familias, los técnicos que lo diseñan, impulsan y desarrollan, los jefes y oficiales de las fuerzas armadas y una minoría de emprendedores y hombres de negocio, que han prosperado a la sombra de un clientelismo institucional inveterado de las citadas élites públicas. Otra preferencia estratégica de Beijing es extender su influencia y ampliar los lazos económicos y diplomáticos con las naciones en desarrollo, especialmente las que tengan “recursos naturales y cultivos primarios”, que sean necesarios para la producción manufacturera, la alimentación y el desarrollo general de las naciones. Ella les ha llevado hasta mucho más allá de sus fronteras geográficas o estratégico militares.

Así, los chinos no actuarían directamente, ni por intermedio de terceros países, en Siria. Sino lo harán colaborando en cierta medida con los intereses y las proposiciones diplomáticas internacionales de los rusos. Reforzando así una postura política común de contrapeso y neutralización de la influencia de Occidente en la zona. Y a cambio de una cierta reciprocidad rusa a favor de los intereses chinos, en otros países en los que no choquen las influencias de ambos.

Rusia.

La nueva Rusia de Putin, tras el paréntesis difícil e indiferenciado de Boris Yeltsin, está despertando de una transición traumática a la democracia formalista, no reflejada aún en sus estructuras de poder y de administración. En ellas se está transmutando todo el aparato supervisor y burocrático de la URSS, creado a lo largo de 70 años de férrea dictadura del PC. Por lo que no es casual el origen profesional de Vladimir Putin.

El mantenimiento de la base de Tartus al este del Mediterráneo, le supone para Rusia su única instalación naval real legal en un mar en el que históricamente ha estado ausente. En Latakia se podría instalar “provisionalmente” (en lenguaje diplomático puede indicar indefinidamente) la República alauita de Latakia, bajo el Protectorado de Rusia. La pérdida de sus “aliados controlados” del Pacto de Varsovia y del COMECON, sólo le dejan a Rusia aspirar a nuevas influencias captables en Eurasia hacia el Asia central, desde Siria a la India y Vietnam. Turquía ha sido un enemigo proverbial. China es un socio, competidor y rival, si vale esta definición polivalente, que hace que ninguna de las expresiones lo sea en plenitud. En Afganistán nunca han podido asentarse.

Los Estados Unidos anglosajones

, para diferenciarlos de los Estados Unidos mejicanos, que también están en América del Norte, son una potencia en repliegue en toda la zona de influencia musulmana del Próximo Oriente. Ni están, ni se les espera significativamente en este conflicto. Su preocupación evidente son los arsenales de armas químicas del ENS. Pero, los agentes químicos nunca han sido empleados modernamente en operaciones fuera de los frentes fijos, estables y fortificados, o contra ataque masivos frontales, sin vehículos con protección NBQ, los cuales invitaban a su empleo productivo. Éste se concreta hoy en día en reducir el ritmo de realización (el “tempo”) de las operaciones militares móviles del enemigo. Como lo harían un campo de minas o un obstáculo reforzado. El empleo de los agresivos químicos en “interfases de acción” tácticas muy fluidas, de unidades y pequeñas unidades militares con “grupos” de rebeldes, no es práctico. Y los miedos de que estas armas caigan en mano de terroristas antioccidentales no son muy fundados. Tras la caída de la URSS y la aparición de una Federación Rusa articulada pasó un tiempo, en que se pensó que ocurriría una gran diseminación de las armas NBQ en grupos terroristas y/o separatistas y estados díscolos. Y esto no ocurrió. Los estadounidenses actúan en Siria sirviéndose de sus agencias secretas y de inteligencia y dando al ELS apoyos selectivos de comunicaciones y gestiones.

La Europa de los Mercaderes huidizos, formalistas y meticulosos.

La vieja Europa está representada apropiadamente por la cuestionable Alta Representante de la Unión europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Catherine Margaret Ashton, baronesa Ashton de Upholland. Y sigue (por pasos contados y seguros, propios de una burocracia supranacional, autoprotegida y cristalizada, guiada por una multitud de leyes, reglamentos y protocolos internos), una “actuación” en el conflicto sirio que resulta previsible, lenta, indecisa y poco brillante. Y que no tiene nada que envidiar a la de las ineficaces Naciones Unidas.

La Guerra Civil de Siria II.

(CONTINUACIÓN)

Los participantes, los países vecinos y las potencias involucradas en la Guerra Civil de Siria.

Otras Etnias y Religiones de Siria.

Los cristianos suman cerca de 2,5 millones de sirios. Forman una minoría pacífica y laboriosa por sus características social y religiosa. El régimen laico les ha protegido y sus miembros trabajan en el Ejército y la Administración. Los cristianos se instalan en la franja urbanizada del este del cauce del Orontes y ven con creciente preocupación el protagonismo del islam militante. Esto les ha llevado a formar milicias de autodefensa del territorio en algunas ciudades donde la guerra ha aparecido.

Los drusos, que viven en Israel, El Líbano y Siria, son apenas un 3% de la población siria y estaban integrados en la sociedad laica monopolista del Baaz. Pero su descontento por la situación de fractura y miedos sociales está creciendo. Se asientan al sur de Damasco y al este de Derá, junto a la frontera jordana. Practican una religión sui generis, que mezcla el Islam con el sincretismo. No tienen mezquitas, ni edificios privados de culto y carecen de liturgia. Desde el siglo XIX, en pleno dominio de la Sublime Puerta, sus relaciones con los cristianos son muy malas. Han llevado a cabo, por cuenta de los turcos, diversas matanzas contra ellos, que hoy se calificarían de “étnicas y religiosas”. En la guerra civil de El Líbano de 1975 intervinieron a favor de Siria y contra los cristianos y la OLP de Arafat.

Los Rebeldes Armados.

El Ejército Libre Sirio (ELS).

Se cuentan por cientos los grupos armados que intentan o dicen luchar contra el Ejército Nacional Sirio (ENS). Los semi regulares armados insurrectos, aglutinados en el ELS, y las milicias o bandas étnicas, partidistas o religiosas adyacentes, cobran día a día más protagonismo militar. Éste se manifiesta en acciones más numerosas, más simultáneas y más persistentes que hace unos meses, y que se extienden ya por casi toda la geografía siria, a excepción de la zona alauita de Latakia. Sus acciones se concretan en las poblaciones de los cauces del Orontes y del alto Eufrates, que cruza el desierto sirio del este, y en las fronteras con las otras naciones árabes regionales. Los rebeldes carecen aún de capacidad de defensa para enfrentarse al ENS en descampado. Sin la ayuda de las “fortificaciones” que brindan las edificaciones y las vistas cortas, que producen las luchas en las urbanizaciones y centros fabriles, debido a la multiplicidad de “alturas ocultantes relativas”. El ELS está formado casi totalmente por sunníes y su misión es puramente militar.

EL ELS es un conglomerado de fuerzas dispersas y dispares. Que provienen de la deserción intermitente de grupos de miembros de las distintas armas del ENS. El conjunto del ESL está lejos de constituir una estructura orgánica estable y consolidada. Su orden de batalla lo constituyen las “brigadas” regionales. Que operan tácticamente buscando objetivos limitados: de hostigamiento; emboscadas; ocupaciones de zonas o posiciones, pero con un ánimo creciente de empeñarse en ellas más tiempo; o golpes de mano contra las fuerzas de seguridad y autoridades locales importantes. No mantienen, ni tienen intención de defender rígidamente los objetivos que son ocupados en sus acciones de todo tipo. Y se refugian, desdobladas más o menos, en las cercanas cadenas montañosas. O, formando pequeñas unidades aún integradas, en los barrios de las ciudades donde han operado Homs, Hama, Aleppo, Damasco y otras poblaciones, buscando entremezclarse y protegerse en ellas.

Este ejército rebelde sirio, está mucho mejor capacitado y entrenado que las “brigadas” o grupos locales y regionales rebeldes. Al menos, sus hombres poseen una unidad de doctrina, de reglamentos y de armamentos. Pero, al aumentar últimamente el número de combatientes en sus filas, ha perdido bastante de esa unidad de mando superior y formación militar. Tienen en abundancia las variadas armas de personal, incluyendo las de la familia RPG y mejorados de cohetes HEAT de carga hueca y vuelo libre y algún armamento pesado de infantería (morteros y ametralladoras) y cañones antiaéreos de tiro rápido ligeros. Su gran debilidad es su penuria de vehículos blindados, de artillería y de los anticarros orgánicos de las compañías y los batallones específicos de la lucha anticarro. Y la carencia de una red logística estable, suficiente y provista regularmente.

Si los rebeldes han conseguido algunos éxitos puntuales o mantener una defensa más o menos móvil con cesión de espacio algún tiempo, en Alepo, en Damasco, en Homs, en Hama, es porque los soldados avanzan junto con sus carros. Como se haría en un ataque convencional a las distancias próximas de asalto, en terreno no quebrado o reforzado. Los carros carecen de suficientes vistas y el enemigo irregular puede batirles de flanco, de revés (apareciendo a su retaguardia por un sótano o bajo los restos de un vehículo inutilizado), y en su parte superior con lanzagranadas de carga hueca, disparados preferiblemente por parejas de tiradores. Con enemigos resueltos, formados y entrenados en lucha urbana se podría así producir un “tiro al carro”, de consecuencias desastrosas para una sección de carros que se internase sin protección. En zona urbana, el asalto se efectuaría avanzando la infantería por las casas y sus paredes y patios, con los carros en subordinación de guerra a media distancia, siempre protegidos por aquélla y apoyándola con su fuego directo. El avance por una calle o faja lo realizarían dos equipos de asalto o choque, que se turnarían y una reserva y debe mantener la seguridad en todas direcciones. Un batallón reforzado con blindados impulsaría el ataque por un sector de varias calles.

La Lucha Urbana del ELS en la Guerra Civil de Siria.

No es fácil utilizar y defender unas zonas de rechazo urbanas. Su empleo implica unas elevadas exigencias a los combatientes rebeldes: Una motivación suficiente, que les anime a tomar la vía de las armas y a arriesgar su vida por su causa, que les aplaque y racionalice el miedo inevitable a la lucha a las distancias cercanas con un enemigo superior, hasta que la veteranía les brinde nuevos impulsos. Un buen entrenamiento en la lucha de infantería, que les dé oficio y confianza. Una lograda cooperación entre las pequeñas unidades que las guarnecen, que les garantice una cohesión sin fisuras en su tenue y magro despliegue y que permita y facilite la conducción y la realización de sus planes. Unos nervios templados por todo lo anterior, que les acostumbre a luchar en solitario o en grupos pequeños, resistiéndose a huir ante la implacable amenaza del fuego pesado militar. Por todo ello, entre las pocas decenas de miles de rebeldes armados, no más del 20 % de ellos pueden en estos momentos utilizar esta forma de lucha defensiva.

Los rebeldes urbanos se protegen extendiendo sus posiciones defensivas más allá de lo necesario en una defensa convencional, cubriendo así una mayor superficie ocupada. Sus “fortalezas” son difusas, ocultas y aún imperceptibles para los extraños. Hay que entrar en las casas para detectar paredes perforadas y encontrar pasadizos bajo un mueble o una alfombra. La propia destrucción que genera el amplio soporte no preciso del fuego pesado, refuerza las posiciones de combate rebeldes, rodeándolas de cascotes que dividen y dificultan los accesos del enemigo, salvo cuando son alcanzadas por un impacto directo. En la zona de defensa establecen algunos puntos de retardo, más o menos reforzados. Éstos protegen las posiciones más críticas de la zona, incorporan a la defensa los edificios con estructura de acero, especialmente resistentes, y forman trampas de fuego para el enemigo que irrumpe. Los nidos de resistencia tienen aquí más importancia, dado que la ocupación de la zona de defensa es más tenue, las posiciones no pueden fortificarse demasiado, las vistas son más cortas y existen numerosas vías de aproximación. Dependen de los puntos de retardo y a ellos se repliegan si son invadidos o destruidos. Existen numerosas posiciones alternativas o de recambio, más de lo habitual en esta forma de lucha. Esto permite engañar al enemigo militar sobre el límite anterior de la posición de defensa, su verdadera extensión, los límites de los sectores que la forman, el interés del mando rebelde de la zona en cuanto a su defensa y dispersar el fuego pesado del atacante.

Sus posiciones no son complejas. Necesitan unos sectores de tiro entrecruzados, una protección inmediata contra la irrupción enemiga en masa o de comandos o de escuadras de tiradores libres, unas cubiertas contra el fuego pesado normal y un ocultamiento suficiente que las encubra de las vistas desde las posiciones enemigas probables sucesivas y sus avenidas de aproximación. Procuran alcanzar desde el frente, a enemigos individuales y pequeños grupos y atacar de flanco o de revés a las unidades enemigas que se internan en su zona defensiva. Y que ya están desdobladas en secciones o pelotones, acompañadas por vehículos blindados casi sin visión táctica. En esas posiciones lanzan algún cohete RPG-7V o varias ráfagas cortas, siempre apuntando, de la ametralladora ligera RPK o la obsoleta RPD. En los bordes de las zonas urbanas no establecen esas posiciones fijas. Aquéllos son ocupados por avanzadas de combate cuya misión es recibir a los posibles exploradores u observadores civiles, prevenir sorpresas y engañar sobre el trazado de la zona defensiva. Los ocupantes de las avanzadas de combate, distribuidos en parejas de centinelas y alguna patrulla móvil muy pequeña, se repliegan en su momento hacia los puntos de retardo más interiores.

Las Bandas armadas rebeldes, el Consejo Nacional Sirio y los Opositores conciliadores en la Guerra Civil de Siria.

En paralelo y parasitando en parte a las unidades del ELS existe una plétora indebida de grupos armados locales o semi regionales de civiles de todas las profesiones y orígenes: guías turísticos, agricultores policías, conductores de vehículos, funcionarios, barberos, etc. Formando unas “milicias” que carecen de cualquier entrenamiento que merezca este nombre. Su fuego de infantería no lo hacen al bulto, lo hacen al horizonte. Lo cual las hace útiles para misiones de presencia, semi “policía” civil, patrullajes lejos del enemigo y para recargar y tensar indebidamente las líneas de suministro de armas, equipos y avituallamientos del ELS. Casi cada localidad y cada zona tienen su unidad “recrecida”. Los Halcones de Sbam, el Frente de los Rebeldes Sirios, la Brigada de los Mártires, la 77, etc. Sólo en la provincia de Idlib pululan y avanzan en el vacío táctico y se retiran ante el ENS en fuerza, más de 80 grupos armados diferentes. Incapaces de coordinarse tácticamente para enfrentarse a aquél o para conseguir un resultado de trascendencia operativa. Estas bandas se originan en un grupo armado familiar, que se va extendiendo al clan regional y al que se incorporan vecinos e, incluso, desertores de bajo rango.

Se ha acusado también a los opositores al régimen de la ejecución in situ de miembros del ENS o civiles de las shabiba de al-Assad. ¿Cómo ocurre esto? En las lábiles y tenues delimitaciones de las zonas urbanas en poder de uno y otro bando, a veces los atacantes forman un entrante en la zona rebelde. Éste es fácil de cortar, por no tener consistencia la penetración. Las shabiba y a veces ni los militares no establecen su seguridad circular, la exploración de combate, la resistencia a las “sorpresas” ingratas del enemigo o la continuidad táctica con su grueso. Concretada la amenaza de los rebeldes, un pequeño número de milicianos o soldados no consigue retroceder ni infiltrarse a su retaguardia y son capturados. Nunca son más de una escuadra o un pelotón. La carencia de una verdadera estructura militar en las filas rebeldes, les lleva a los extremos de la violencia, según Clausewitz, a su aumento desproporcionado y sin límites. No olvidemos que es una guerra civil inter étnica y religiosa. Aquí “la cosa pública” está enraizada y afianzada en las tribus y las religiones, dos de las virtudes humanas más estables, antiguas y universales. Y, por ello, más definitorias de las identidades humanas.

Al-Qaida actúa en Siria a través de su franquicia del Frente al-Musrah por la Liberación de los Pueblos de Oriente. Pero su nombre es de longitud inversamente proporcional a su capacidad real operativa. Son responsables de los grandes atentados indiscriminados y aislados con bombas en la capital y otras ciudades. Esto introduce un factor de inestabilidad social en los verdaderos parámetros de esta guerra. Que es de mayor efecto e importancia de lo que le correspondería por el número y eficacia bélica de estos radicales socio religiosos islamistas. Son “vampiros cojoneros”, son “asesinos vesánicos” de árabes, porque Occidente tiene más medios para su defensa interna. En la rebelión de 2003 en Irak, al-Qaida poseía líneas de abastecimientos y reclutamiento desde Siria, que actualmente son utilizadas en el otro sentido. Y desde Turquía también reciben “muhaydines internacionalistas”, entusiasmados para un viaje al Jardín de las Huríes.

Todos los grupos opositores no armados, se crean en torno a “figuras” de nombre y probidad reconocidos en el país. Suelen ser profesores, magistrados, hombres de negocios y administradores públicos, no relacionados con el régimen, al menos, en los últimos tiempos. Con ello buscan ganar en respetabilidad y conocimiento populares. El CNS es una agrupación variopinta de la oposición y que, como único representante visible de ella, recibe el apoyo de algunas monarquías árabes y de países occidentales. El problema principal del CNS es la creciente influencia y participación que tienen los HM en él. Esto produce un malestar importante en el resto de los grupos opositores sirios. Lo cual le resta al CNS la representatividad contrastada y el respeto general a sus decisiones y proclamas. Y, aunque sus portavoces aseguran que su inspiración es nacionalista y que desaprueban la “visión del Califato” de los radicales sunníes, lo curioso es que éstos de Siria son los HM. En un alarde de “pequeño bonapartismo voluntarista”, muchos de los grupos armados, especialmente los más polarizados étnica o religiosamente, rechazan la influencia y la guía políticas de los que llaman “exiliados, capitanes araña o políticos de salón”. Existen también varios “grupos conciliadores”, partidarios de llegar a un acuerdo político con el régimen y detener la lucha fratricida. Algunos residen en Siria, tolerados por las autoridades, por lo que levantan suspicacias entre otros opositores. Los políticos de estos grupos tienen unas aspiraciones muy superiores a su influencia en un país en guerra.

(CONTINUARÁ)

La Guerra Civil de Siria.

Los participantes, los países vecinos y las potencias involucradas en la Guerra Civil de Siria.

Esta guerra civil no declarada y, por tanto, conflicto armado, se caracteriza por la existencia de un equilibrio imperfecto y tenso entre pariguales. Los equilibrios imperfectos tienden siempre a la estabilidad indefinida. En Siria, los rebeldes y el régimen han alcanzado un grado de fiera enemistad violenta, que sus existencias se excluyen irreversiblemente. En el exterior, las potencias concurrentes y los vecinos de Siria van esperando o buscando el acomodo y el logro de sus estrategias nacionales y de sus cuotas de poder y de influencias en el Próximo Oriente o el Asia Suroccidental. De momento, los avances son pequeños, imperceptibles. Es el tiempo callado de la acumulación de la “energía humana”. El régimen ya no conseguirá eliminar a los rebeldes, ni éstos tienen aún la capacidad militar para derribarlo. Ningún otro país ejerce el suficiente envite, ni tiene la libertad de acción necesaria que le permita imponer sus criterios. Por lo que los cambios se producen o se producirán por pasos sucesivos muy cortos. Llegará el momento de la eclosión de aquélla y lo hará inesperada y rápidamente, concretándose en un status quo bastante inesperado.

El Desarrollo acelerado de la Guerra Civil de Siria.

Desde las manifestaciones pacíficas multitudinarias por casi todo el país que se realizaban hace apenas unos meses, la revuelta social ha dado un importante paso cualitativo en su desarrollo y extensión. Se ha radicalizado y ha “tomado las armas” contra el régimen. Extendiendo sus “ondas de conmoción social” por todo el país, a todos los participantes, por los países vecinos y hasta las potencias extranjeras. Lejos están ya las manifestaciones de los jóvenes opositores, que no veían a la violencia como una opción aceptable de liberación nacional. Sin embargo, algunos analistas defienden que las ejecuciones ilegales de soldados, policías y civiles afectos al régimen comenzaron casi desde el inicio de las protestas generalizadas. Y otros atribuye esa radicalización de posturas a la represión selectiva y progresiva del régimen.

A esto se une la islamización creciente de la oposición armada. Al principio las manifestaciones partían desde mezquitas o locales céntricos. Y luego, se comenzó a dar culto a los “mártires” y a emplear la retórica islamistas en las comunicaciones y declaraciones y en la denominación de los grupos irregulares. Del grito en los primeros videos colgados en la Red o enviados al exterior del país, “el pueblo quiere la caída del régimen”, han pasado a “el pueblo quiere la proclamación de la Yihad por los ulemas y muftíes”. Este levantamiento no es laico. Es un levantamiento protagonizado por musulmanes más o menos practicantes del Islam. Laico es el régimen corrupto y rapaz de los Assad, donde las confesiones no islámicas eran respetadas y acogidas. Y que ha perdido la capacidad de defender y de representar al pueblo. Ésta es la justificación social de mantener y respetar a una dictadura exclusivista, casi siempre dinástica, a cambio de sus privilegios de clase opresora.

El gobierno de los Assad y su aparamenta política han dejado de formar hace mucho tiempo un régimen socialista y nacional. Ya que no representan, ni defienden, ni integran los intereses particulares y colectivos de su nación. Ahora sólo abanderan y protegen a los miembros de la amplia oligarquía socio religiosa, que acapara y distribuye en distintos grados el poder institucional, social y económico de Siria. El régimen sirio está cristalizado, sin fluidez, tanto social, como ideológica y administrativamente. Y se está convirtiendo en la cáscara de un “fruto socio político”, agostado, estéril y vacío.

Para los esquemas de los televidentes foráneos, tranquilos en sus casas a muchos Km. de los hechos violentos, los combates son feroces. Pero ello reside en que al enemigo que pretende matarte o mutilarte desde posiciones cubiertas y reforzadas, pues se le ablanda por el fuego directo pesado, se le corta la retirada ocupando un cruce de calles más allá y se le asalta su posición defensiva desde el techo o desde el suelo, por saltos asegurados sucesivos, si es que ha conseguido aguantar tanto (muy extraño). Desgraciadamente aquí no valen los recursos románticos de “disparen Uds. primero, señores rebeldes”. Para conseguir la decisión y llegar al fin, lo mejor suele ser enseñar los dientes desde el principio y actuar con determinación. Aunque ni los militares ni los rebeldes tengan la doctrina o la experiencia de la lucha urbana.

Los Participantes Sirios de la Guerra Civil.

Los Alauitas: el Sostén social del Régimen. Su Futuro.

De los 24 millones de sirios, los alauitas son apenas un 13-15% del total. Pero, de ellos se nutren el Partido Baaz, su régimen dinástico laico y los puestos claves de la Administración, de las Fuerzas Armadas (que incorporan a toda la población en el servicio militar), de las unidades militares (hay varias unidades de “Fuerzas Especiales”, formadas exclusivamente por voluntarios alauitas, que recibieron el nombre conjunto de “Fuerza de Despliegue Rápido”) y específicas de inteligencia (“mujabarat”) y de unas milicias recién formadas, diferentes a las burocratizadas y poco efectivas del Baaz, los “shabiba” o “grupos de tareas” más o menos coordinados, formados por auténticos matones regionales. Que se encargan de la última explotación socio política, tras las incursiones militares victoriosas de limpieza de rebeldes irregulares.

Los alauitas sirios nada tienen que ver con los chiítas iraníes o libaneses. Los alauíes tienen una religión “ad hoc”, formada por una mezcla de dogmas, rituales y virtudes del chiísmo y el cristianismo. Aderezada con retazos del platonismo, el zoroastrismo y los antiguos cultos persas, helenos y fenicios. No edifican, ni usan las mezquitas. Realizan sus “ritos colectivos” en las casas particulares, empleando en ellos el pan y el vino, en una sacralización de éstos, que copia sin efectos la “Transustanciación católica”. No cumplen el ayuno del Ramadán (el “Roza”) , ni efectúan la peregrinación colectiva a La Meca (el “Hajj”). Pero respetan la “ashura chií” o “martirio” del Imam Hussein en Kerbala, Irak, y celebran el “Nouruz” o año nuevo chiíta y las Navidades cristianas. Toda esta mezcolanza de características peculiares en su identidad étnico religiosa, está contenida en un libro semi secreto, el “Kitab al-Majmu”, transmitido entre sus eruditos a lo largo de las generaciones. Así, algunos ulemas y muftíes sunníes consideran a los alauitas sirios como la “herejía dentro de la herejía chiíta”. Y los alauitas, aislados en un mar de enemigos potenciales, se han servido de la discreción y el secretismo para perdurar y prosperar en su país, sin llamar la atención o ser molestados por sus vecinos ajenos.

Los alauitas se concentran al oeste de una delgada cadena de alturas, la Ansariyya, que se prolonga en dirección norte sur. Muy poco al este de esta sucesión de alturas, el Orontes, que alimenta la irrigación de diferentes cultivos desde la depresión natural del Gab, permite los emplazamientos urbanos, principalmente Hama y Homs. Aquí existe una estrecha y próspera llanura costera, donde está la base naval del puerto de Tartus, la única que los rusos poseen en el Mediterráno. El centro administrativo y comercial de la zona es la ciudad costera de Latakia, que da nombre a la “gran región alauita”. Acostumbrados a dirigir y ordenar, los alauitas cuentan con un buen plantel de mandos en todos los niveles de autoridad.

Latakia es étnica y religiosamente más homogénea que sus vecinos Israel, Palestina o El Líbano. Es decir, es la base geográfica de una etnia. Todos hablan árabe y el credo es el alauita. La gran Latakia ha sido conquistada sucesivamente por hititas, fenicios, asirios, babilonios, persas, egipcios, griegos, romanos, distintas realezas musulmanas centradas en los califatos y emiratos de Arabia Saudita, Egipto, Siria, Irak e Irán, los cruzados de Occidente, los otomanos y finalmente los franceses. Estos últimos recibieron apoyo de la población local, hostil a los otomanos. Lo cual hizo que París alistara un alto porcentaje de alauitas en sus tropas locales coloniales. Francia, además, permitió que entre 1920 y 1937 Latakia tuviese varios status políticos. Incluso fue un Estado independiente a finales de los años 20. París también permitió que El Líbano se separase de Siria, para darle una república propia a los cristianos árabes. Pero, en 1937 reintegró Latakia a Siria y permitió que la costa que está a su norte, la zona de HatayAlejandreta, formara un Estado aparte. Que en 1939 la Turquía laica anexó, expulsando a gran parte de su población, mayoritariamente alauita. Los alauitas se opusieron a todo ello y hasta los años 50 no aceptaron ser parte de Siria. El alauita Zaki al-Arzusi, al fracasar en una rebelión separatista en Hatay, cofundó el Baaz. Este partido tomó Damasco en 1963 y luego llevó a los alauitas al poder en 1970 con el golpe de los Assad.

Latakia sirvió como una de las bases sociales del golpe de estado que impuso el régimen del Baaz. Aquí podría instalarse “provisionalmente” (en diplomacia puede indicar “indefinidamente”) un protectorado ruso de la República de Latakia, como refugio de una parte de los sirios. También una “presión excesiva” de los victoriosos fundamentalistas sunníes sobre los alauitas, podría animar futuros separatismos armados en Latakia, si ésta se sintiese amenazada. Cuando las cosas se ponían mal para los alauitas, ellos se refugiaban en la Ansariyya. Y seguían un juego militar con arabescos de torna y fluye entre las llanuras y las sierras. Apto para defenderse y contraatacar oportunamente, en una lucha de infantería ligera, a toda clase de invasores regulares poderosos, singularmente los que maniobraban con unidades de línea pesadas y cerradas.

Los Sunníes.

Los sunníes son un 75% de la población siria. La organización paramilitar de los HM fue masacrada por Papá Hafez cuando su revuelta de 1982. Pero su ideología permanece y sus redes sociales, superpuestas a la organización tribal, funcionan. Aquélla les da una determinación para la actuación, que es propia de los grupos ideologizados activos. Los HM son como una “cofradía” legal, con las debidas distancias, del Islam. Y con el Zakat (la limosna canónica del Islam) mantienen servicios de atención social de todas clases (escuelas elementales y madrasas, dispensarios, hospitales, ayudas a personas y familias). Éstos cohesionan a la comunidad sunní en una “unidad de acción general” motivada, eficaz y resistente. Que es de muy difícil repetición o réplica por los laicos, los ateos y otros enemigos potenciales. Los HM de los otros países del Próximo Oriente están ayudando financieramente a los grupos afines sunníes sirios. Y hay “voluntarios irregulares sunníes” de Irak, sin soldadas desde la retirada de los EEUU, que están cruzando la frontera siria y su desierto del este, para unirse a la lucha armada.

Los Kurdos.

Ocupan casi toda la frontera norte con Turquía, al este de Alepo, en una franja de unos 50 mil Km2 y son el 10% de los sirios. El Kurdistán o tierra de los kurdos es una región montañosa del Asia occidental y de tamaño igual que España. Se extiende por el norte, desde el sureste de la península turca, Armenia y Azerbayán hasta Irán, limitándola al sur la Mesopotamia. Los kurdos han luchado y luchan con los distintos países en que se asientan, Turquía, Irán, Irak, Siria, por vertebrar aisladamente un estado nacional kurdo, carente de territorio propio.

En general, las minorías no se ven defendidas, ni representadas por el opositor Consejo Nacional Sirio (CNS), que está en desarrollo y vertebración. Así, los kurdos han creado su Consejo político Nacional Kurdo. Aunque su Partido de la Unidad Democrática, afín con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (el PKK, que opera en el sureste de Turquía y es considerado terrorista), actúa independientemente de él.

(CONTINUARÁ)

EL INICIO DE LA GUERRA CIVIL EN SIRIA II.

(continuación)

De los “Hermanos Musulmanes” como “organización” política moderna hay profusión de información vigente disponible, que es continuamente actualizada. Pero los Hermanos Musulmanes (HM) son diferentes a una “asociación política”, a nuestro uso y entendimiento occidentales. Su función es eminentemente social en un amplio y profundo sentido. Como lo es el Islam como religión. Que está basado en cinco pilares, representados por una “mano abierta”. A los que se añade la yihad, como esfuerzo colectivo de sangre en el sendero de Al-lah, en la defensa y extensión de las tierras de dar-el-Islam. El Islam se expresa por acciones sacralizadas (ritos), necesarias para que se imbuya y florezca en el alma personal y colectiva de los creyentes. Y estas “acciones y actuaciones rituales”, desde el Salat (sus rezos diarios, que reunen a todo el grupo presente), pasando por el Roza o ayuno en el mes de Ramadán y el Hajj o peregrinación multitudinaria a la Meca, al Zakat o caridad (expresado como limosna canónica para la Umma, administrada por los ulemas, imanes o sheiks), son colectivas y altamente integradoras de la comunidad local o regional musulmana. Los HM son como una “cofradía” legal, con las debidas distancias, del Islam. Y con el Zakat mantienen servicios de atención social de todas clases (escuelas y madrasas, dispensarios, hospitales, ayudas a personas y familias). Éstos amachambran a la comunidad en una “unidad de acción general” eficaz y resistente. Que es de muy difícil repetición o réplica por los laicos, los ateos y otros enemigos potenciales.

El 4 de febrero de 1982, tras un tiempo de oposición pacífica activa, los HM sunníes sirios, intentaron una sublevación armada en la ciudad de Hama contra Hafez al-Assad. Su hermano Rifaat al-Assad dirigió la represión militar. Rodeados, aislados, sin armamento pesado, ni suministros, los HM alzados fueron aplastados para el 28 de febrero. Se calcula en más de 20 mil los muertos rebeldes ocurridos en los combates y en la persecución y limpieza posteriores. Los valores consultados oscilan entre 10 mil y 40 mil, lo cual indica que no están verificados, ni son fiables, por proceder de fuentes antagonistas o de autores veleidosos.

Era la época en que estas asonadas no constituían parte de una acción social extensa, profunda y decidida. Sino más bien un “foco militar” activo. Que buscaba atraer, tras sus primeros éxitos armados, a amplios sectores de la población sunní siria. Entonces, se trataba de sediciosos sin fondo popular suficiente. Ni siquiera se sublevaron todos los HM. Y que, por tanto, podían y debían ser sometidos o barridos por las autoridades establecidas, como rebeldes irredentos vitandos.

El gobierno dinástico de los Assad y su aparamenta política han dejado de formar hace mucho tiempo un régimen socialista y nacional. Ya que no representan, ni defienden, ni integran los intereses particulares y colectivos de su nación. Ahora sólo abanderan y protegen a los miembros de la amplia oligarquía socio religiosa, que acapara y distribuye en distintos grados el poder institucional, social y económico de Siria. El régimen sirio está cristalizado, sin fluidez, tanto social, como ideológica y administrativamente. Y se está convirtiendo en la cáscara de un “fruto socio político”, agostado, estéril y vacío.

Un Panorama de Estrategia nacional y militar de la Guerra civil en Siria.

Estratégicamente y a medio plazo, el régimen de los Assad y su osamenta institucional del partido laico Baaz y sus paniaguados de la Guardia Republicana y de la Fuerza Aérea, los jefes y muchos oficiales del Ejército y de los altos cargos de la Administración, está acabado.

Son demasiados sus desmanes, las fracturas sociales y el tiempo de molturación aplicado y causados a su pueblo heterogéneo, como para que el proceso revolucionario incoado (de abrupto cambio de régimen y de estructuras políticas) tenga una marcha atrás asumible y permanente en Siria.

Operativamente y a medio plazo también, el Ejercito sirio respaldado, “vigilado y animado” por la Guardia Republicana y la Seguridad Militar, tienen una amplia capacidad de movimiento operativo, una consistente red logística de almacenes, depósitos, transporte de larga distancia y de reparto y un sistema informático que permite el control y la dirección de la misma, un flujo seguro de reposición de armamentos y equipos y una capacidad de combate sencillamente apabullante, contra sus enemigos armados semirregulares e irregulares.

En este nivel de actividad, es de destacar la ausencia de la Fuerza Aérea siria, en los combates, hostigamientos y escaramuzas que se producen. Es un arma técnica, minoritaria y leal a los al-Assad, de donde procedía papá Hafez. Que actuaría como apoyo aéreo, interdicción de los movimientos rebeldes y bombardeo de sus lábiles y poco definidas retaguardias de apoyo y bases de todo tipo. No tiene aparatos específicos de contrainsurgencia, que permiten, volando a menos velocidad, fijar el blanco y concentrar en él el fuego, minimizando su acción sobre no beligerantes, como la familia Bronco y sus derivados e incluso el viejo Mig-17. Entonces, su empleo en una sublevación contra rebeldes pobremente armados y con frentes difusos y entreverados con poblaciones y barrios de ciudades, podría dar lugar, aunque más remotamente que en el caso libio, a la decisión de una intervención militar extranjera de implicaciones variables contra el régimen. La intervención, en este caso, con el espinoso y difícil planteamiento político y geoestratégico que implican: la renuencia a ella de China y de Rusia; la cercanía fronteriza de El Líbano e Irán, los aliados naturales e incómodos del régimen alauí (chií) y la considerable mayor población de Siria, en comparación con Libia, se ve frenada por la falta de dirección y de coraje moral y de definición ideológica y política de las llamadas “potencias” occidentales. La artillería, que es menos visible y espectacular para el público presente y ausente, sí es empleada libremente por el Ejército sirio, incluyendo las bocas pesadas orgánicas de la infantería. Es de destacar que en la guerra del Frente del Este, la artillería de campaña, pesada y reactiva causó hasta un 45% de las bajas totales de ambos bandos, frente a un 5% atribuido a la artillería de asalto y a otro 5%, de la aviación. Y un 35% de aquéllas se atribuyeron a las armas pesadas orgánicas de las dos infanterías. Y esto, a pesar de que otras tareas de la artillería también eran el desorganizar los movimientos enemigos, destruir equipos y fortificaciones y el hostigamiento.

Tácticamente, el régimen sirio apoyado por el ENS está en condiciones de derrotar indefinida pero no perennemente a todos sus opositores armados. Cualquier fuerza rebelde que se le enfrente directamente o que intente defender sus posiciones en una defensa rígida sin cesión de espacio será aniquilada. La única oportunidad que tienen los opositores en armas es precisamente no dejarse empeñar por el Ejército en un combate perdido por adelantado. Sus técnicas y tácticas deben ser la movilidad continua y previsora; la dispersión y la infiltración, de momento, en la lucha urbana; las acciones pequeñas, dispersas y más o menos simultáneas o secuenciales en un área; la huida escalonada; la lucha con objetivos muy limitados y en condiciones ventajosas temporales; el abandono sistemático de posiciones, obligando al enemigo a desplegarse y prepararse. Ellas pueden ganarle a las fuerzas rebeldes armadas el tiempo necesario para sobrevivir. Y llegar a vislumbrar el triunfo ante el brutal desgaste político y social, nacional e internacional, que sufrirá el régimen de Bachar al-Assad, en proporción exponencial al tiempo de represión que ejerza.

LA CONVIVENCIA ENTRE LAS CIVILIZACIONES ISLÁMICA Y OCCIDENTAL, y III.

(CONTINUACIÓN)

Las cualidades y calidades personales como fuerza anímica decisiva para resolver los tiempos de crisis de las civilizaciones y salir fortalecidos.

La verdadera, profunda y eficaz acción en tiempos de crisis procede de las personas, que somos los auténticos agentes sociales. De las crisis sociales e ideológicas mundiales hay que salir fortaleciéndonos en nuestros valores y virtudes. Éstas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades y los grupos humanos. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades o grupos humanos, y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas.

Las virtudes son aportadas principalmente por las religiones más elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa cultura occidental. Podemos citar las principales y evidentes, sin buscar ser exhaustivos, embebidas en el alma humana:

Valoración de los individuos en cuanto a que son personas humanas, en igualdad de derechos y deberes generales.

Necesidad del reparto equitativo y justo de las riquezas en la sociedad. Procurando incentivar la iniciativa, el riesgo productor, la educación especializada, la formación de capital y la protección de los desvalidos y desafortunados. Y regulando y limitando la plutocracia, los mercados (que deben ser regidos por sus leyes específicas, no por sus corrupciones o cánceres ni por las intromisiones espurias) y las actividades financieras no productivas.

Aprecio de la familia, el clan, la tribu, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el entorno vital que nos sustenta y es soportado por todos, nuestro humus social.

Necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales. Para evitar la venganza excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas.

Aprecio del respeto y del culto a la divinidad, como reconocimiento y veneración del Ser Necesario que nos crea, nos sostiene y, en algunos casos, nos ayuda. Esto se concreta según la educación, la cultura y el ambiente social vividos.

Valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social de los varios derechos a recibir.

Valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o la formación y el trabajo como factores y parámetros necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos humanos.

Respeto a la libertad, a la pluralidad de pensamiento y a los derechos ajenos, como características ciudadanas modernas, enmarcadas y limitadas por el respeto ajeno hacia nosotros y nuestros derechos y libertades. Ésta sería la base del sistema democrático sano y suficiente. Por tanto, es necesario erradicar a los que no respetan esta ley del doble respeto, sino que corrompen y parasitan nuestra hospitalidad y benevolencia. Aprovechándose sólo de las facilidades que les otorgamos en su convivencia, pero que no están dispuestos a integrarse, colaborar y corresponder en nuestra sociedad de derechos adelantados para todos.

Son nuestros valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados, los que verdaderamente nos darán la fuerza y la ilusión para superar los tiempos de crisis.

Y no olvidemos la función esencial de mando, gestión, impulso y ejemplo de los mandos sociales de todo tipo, presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad. En los tiempos de crisis deben actuar mucho más desde el ejemplo. Los valores y las virtudes no pueden verse como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico, vivido y conocido. Tienen que ser percibidos y aceptados por los ciudadanos con ejemplos vivos que puedan seguirse. No con imposiciones de códigos y reglamentos fríos, dictados desde la cúspide moral e intelectual de la sociedad.

La Convivencia de las Civilizaciones hoy en día.

Al igual que hace 400 o 500 años, en los siglos XV y XVI, hoy en día no es fácil la convivencia entre las culturas islámicas y occidentales. Ni entre las democracias de los estados modernos dependientes del comercio y los regímenes políticos despóticos u oligarcas, parcialmente democráticos, de los países musulmanes, desde Marruecos hasta Indonesia. Ni entre las religiones cristianas e islámicas.

La convivencia entre civilizaciones limítrofes es difícil. Su carácter singular, exclusivista y expansivo hace que el contacto directo entre ellas, sea fuente de roces y choques y de amenazas de ellos. No hay más que recordar los escasos 45 años de convivencia entre la civilización occidental y la soviética. Sin embargo, los choques armados no surgieron sobre los países europeos de ambos bloques socio económico políticos. Y esto fue porque el ascenso apocalíptico a Armagedón, una Etscheidungschlacht o batalla decisiva clausewitziana, conducida a mutuas salvas de armas nucleares, era en estos casos muy probable. La civilización soviética se basó en razones supuestamente científicas de exclusión y lucha de clases. Dirigida indefinidamente por una dictadura personalizada del partido. Esta organización era la única militante, la única a la que se le concedía, dentro de parámetros fijos, la interpretación de la realidad y de las necesidades del proletariado. Pero en aquellas razones, los pueblos no encontraron suficientes causas y emociones para que el “hombre nuevo” se comprometiese de por vida con esos ideales atemporales.

Todas las religiones trascendentes o terrenales (el marxismo leninismo, por ejemplo) son excluyentes entre sí. La moral puede ser objeto de controversia y evolución a lo largo del tiempo. Pero el dogma, la fe, es la marca distintiva identitaria de una religión. Y cambiarlo o desautorizarlo supone perder esencia y dejar de ser ella, medidos por la importancia de lo que desaparezca. La cultura también supone diferencia o exclusión, porque es el marchamo y la impronta distintiva identitaria de una sociedad o nación. Lo cual no implica choque o agresión entre las diferentes culturas, con los parámetros actuales mundiales de respeto mutuo y convivencia. La cultura, a la que se suele incorporar también una religión, es el armazón social de la colectividad integrada. La cultura forma el sustento en origen de la identidad individual de la nación. En ella están las virtudes inmanentes de esa sociedad. Que son definidas como los parámetros permanentes que rigen los derechos y deberes de sus miembros y sus normas generales de conducta hacia propios y extraños y con la divinidad.

Es imposible cualquier acercamiento con al-Qaida, con los talibanes o con el Irán teocrático de los imames chiíes. Y ello es debido a su radicalidad política y social, a la intolerancia hasta el exterminio hacia otras creencias y al exclusivismo doctrinal u obstinada adhesión ideológica, que profesan. De alguna manera, todos han manifestado su odio hacia Occidente. Y la búsqueda de su destrucción moral y cultural, como su razón de ser centrífuga y el motor de sus afanes y acciones expansionistas e imperialistas (el califato universal perdido). Negociar así sería como hacerlo teniendo un cuchillo en el cuello. En estos casos no cabe la negociación provechosa y equilibrada. Sino la defensa firme, continua y contundente, hasta el mismísimo fin de la amenaza fraguada. Por mucho que el voluntarismo, el optimismo patológico o bobo y el relativismo ético e ideológico nos los quieran obviar.

La única posibilidad que tenemos de una convivencia pacífica y fructífera es conectar con el “Islam popular”, la verdadera comunidad islámica. En el Islam no existen teólogos o “estudiantes de Allah”. Allah es inmarcesible e inasequible para los hombres. En el Islam la persona se dirige sin intermediarios a Dios. Los jefes religiosos son guías y formadores del pueblo, pero nada más. La infalibilidad y la seguridad doctrinales les rehuyen. Y la diversidad de criterios y opiniones es la pauta que tienen. Lo que queda, purificando y apartando la escoria radical intransigente, es el pueblo de Dios o el “Islam popular”. Deseoso todo él, individual y colectivamente, de paz, progreso, prosperidad y bienestar.

Y este “Islam del pueblo” en modo alguno está desgajado y desamparado por las jerarquías religiosas dirigentes del Islam. La Universidad de al-Azhar de El Cairo, el centro de estudios superiores sunní más prestigioso, la madrasa de todas las madrasas, es un núcleo ideológico y religioso de esta renovación inspirada del Islam social. Sus estudios religiosos comenzaron en el mes del Ramadán del año 970. Y fue un centro chií, hasta que el sultán Saladino la convirtió en una madrasa sunní en el 1171. El Rector de al-Azhar, Mohamed Sayed Tantawi, está presente activamente en multitud de foros. Donde defiende la convivencia de cristianos y musulmanes y condena los ataques a los primeros, proclamando el Islam de la paz y la concordia entre los pueblos. Abierta al saber científico y moderno, sin desconocer las humanidades occidentales, los docentes y maestros de al-Azhar están cercanos al método del ichtihad y a la escuela de al-Chafii. Sus enseñanzas y ejemplos y dictámenes religiosos o fatawa se siguen y se reproducen por todo el mundo islámico sunní.

Una clave esencial de su doctrina es que no pretende que la sharia o ley civil islámica se imponga y aplique fuera de la Umma. A diferencia del salafismo wahabita, inspirador de al-Qaida, que pretende extenderla imperiosamente por todo el orbe. Y recrear el califato universal de los jefes político religiosos del Islam, tras la muerte de Mahoma. Y tampoco están aislados en esta valiente interpretación los académicos de al-Azhar. Así, el Consejo de los Muftíes de El Líbano, tierras vetustas de convivencia y de progreso de musulmanes y cristianos, ha declarado, en relación a la reciente ola de atentados, que “hiriendo a los cristianos, nos herimos a nosotros mismos”.

Las heridas reales o percibidas de ambos rivales no encuentran salud, restregándose mutuamente. Es necesario no detenerse en lamentar la leche derramada. Sino mirar con determinación a un futuro posible. Los radicales islamistas violentos y sus simpatizantes cooperadores son unos cuantos decenas de miles, en una población de 1300 millones de personas desparramadas por 3/4 partes de la tierra firme. Y menos de un 10% de los musulmanes les brindan la base social que necesitan para apoyarse, nutrirse y expandirse. Mucho más difícil es lograr que los países islámico desarraiguen la corrupción de sus instituciones. Cuyas raíces están en la avidez y la lejanía social de sus oligarquías dirigentes y en su sentido arraigado de que “el estado son ellos”. Para mejorar su funcionamiento social y económico y cubrir las demandas de sus pueblos, deseosos de paz, trabajo, educación y prosperidad, dentro de sus parámetros islámicos. Por esto, sí que están los pueblos dispuestos a luchar y a arriesgarse colectivamente, incluso en revueltas que los destronen. Mientras estas satisfacciones naturales sociales no se resuelvan, existirán problemas de pobreza, estabilidad y autoestima en las sociedades musulmanas modernas. Y la actividad sistemática de una fracción de radicales activistas, puede actuar de “levadura social orientadora”, dentro de masas amorfas, descontentas y oprimidas. Éste fue el mecanismo social que utilizaron para tomar el poder, los partidos radicales intransigentes izquierdistas hacia la mitad del siglo XX, en multitud de países en vías de descolonización o sujetos a revoluciones mesiánicas o europeos ocupados por la URSS.

El Islam tiene multitud de recursos y vías para conducirse pacífica y lealmente en una convivencia con casi todas las religiones e ideologías razonables y coherentes. Sólo podrían existir dificultades de tipo estratégico, coyuntural o geográfico en ciertos casos. En los que intereses vitales de algunas sociedades, choquen regional y puntualmente con sociedades islámicas establecidas. Políticamente es necesario buscar el acercamiento y el compromiso con los líderes moderados musulmanes de todas las ramas religiosas. Hay que evitar las acciones y actitudes disolventes, como negarse a reconocer la realidad social de los clanes y de las tribus, como fuente de autoridad social asumida y democrática. Resulta necesario destacar continuamente a los pueblos la distinción entre los objetivos perversos de los yihadistas de al-Qaida, para quienes sus países son sólo un terreno propicio para sus matanzas indiscriminadas, y las posibles rebeliones internas reivindicadoras de derechos. En este proceso y en este esfuerzo a muchas bandas, irán surgiendo verdaderos líderes de sus comunidades, que se seleccionarán a escala nacional con la negociación y la mutua competencia. Ellos deberían de ir adquiriendo un protagonismo cada vez mayor en la conducción del proceso de actualización islámica.

En los casos de afloración de una ofensa vital entre las civilizaciones, se hace necesaria la “mediación institucional y efectiva en los conflictos”. Para evitar la acumulación de agravios entre las partes y su enquistamiento en el tiempo, llevando rápidamente a una solución equilibrada, razonable y justa. En esto la ONU se ha caracterizado por su burocratización e ineficacia. Actuando como un areópago para funcionarios bien pagados y para sordos prácticos. Con los que las distintas potencias pueden justificar jurídicamente su desinterés para con los problemas ajenos y su no implicación en su resolución.

LA CONVIVENCIA ENTRE LAS CIVILIZACIONES ISLÁMICA Y OCCIDENTAL II

(CONTINUACIÓN)

El origen y el desarrollo de las civilizaciones

El Origen y el Significado Sociocultural de las Civilizaciones.

La civilización es literalmente el arte de vivir en los grandes poblados o cívitas. Que eran originalmente los primeros poblados o asentamientos humanos. Donde el hombre primero se asentó y dejó de vagar como necesidad imperiosa y vital. Y pudo llegar a generar beneficios sobrantes, en forma de cereales, ganados y todos sus derivados, como reservas y para el comercio con sus vecinos. Y que le brindaban seguridad, comodidad y supervivencia. Esto le permitió empezar a comportarse socialmente como persona. Estableciendo lazos firmes y extensos con sus semejantes cercanos, los allegados más allá de sus familias, su prójimo vital.

El resultado de toda esta actividad social fueron las primeras civilizaciones locales, estrechas, vulnerables y balbuceantes. Que comprendían: el desarrollo de los derechos y los deberes de los hombres como individuos y con sus colectividades; la aritmética, para medir y contratar las producciones y sus repartos; el lenguaje y su escritura, para comunicarse entre sí y con los poblados cercanos, dejando registro, al menos, de lo considerado importante, etc. Los inventos civilizadores, como los ladrillos, los regadíos, los abonos orgánicos, el arado, la escritura, etc., surgen en estas localizaciones humanas. Y no hubiesen sido necesarios, ni posibles, sin los poblados estables. Surgen en cuanto su desarrollo alcanza un “nivel de iniciación”, necesario para que broten y florezca. Nivel que supone e implica una perspectiva de futuro y de progreso relativos, la necesidad de vencer los obstáculos naturales a ellos, una coherencia social interna suficiente y la ausencia temporal de enemigos externos, demasiado poderosos, rapaces y excluyentes.

Las civilizaciones poseen un carácter bivalente, necesario y complementario en sus relaciones sociales globales. Esta doble cualidad es centrífuga, expansiva y dominadora hacia su exterior. Dentro de sus fronteras la civilización es centrípeta, emprendedora y desarrolladora. En ambos casos, es creadora, innovadora y civilizadora. Por eso destacan en ambas actividades diferentes y opuestas, pero no antagónicas. El equilibrio entre ambas tendencias, que canalizan sus mejores esfuerzos y medios, es imprescindible para su desarrollo e impulso continuos, protegidos y beneficiosos. Las civilizaciones meramente avasalladoras y expoliadoras, que caducan como todas, no dejan huellas permanentes y fructíferas a su paso por los países conquistados.

Singulares en este caso son los mogoles, efectivos y temidos como militares. Cuyo paso por media Asia y el este de Europa fue marcado por un vendaval de batallas y conquistas rápidas y fulminantes, en tiempos de Gengis Kan y sus sucesores inmediatos. Aquello fue una verdadera blitzkrieg o guerra rápida de la Edad Media. Facilitada por su no dependencia del motor, los combustibles y los productos fabriles o elaborados; con una logística basada en los abundantes y sobrios caballos que montaban en sus incursiones (llevaban varios por cada jinete) y en las zonas de pastos, que marcaban sus líneas de comunicaciones. Definida por su dominio de la táctica y de la estrategia operativa. Y basada en su conocimiento depredador de los instintos y debilidades de las manadas (y de los grupos humanos opositores) y en su entrenamiento durante el interminable tiempo de ocio que les facilitaban sus labores de pastoreo.

Ahí tenemos el caso contemporáneo de los nazis. Su ocupación, singularmente del Este eslavo de Europa, buscaba un “espacio vital” o Lebensraum para la Gran Alemania. Éste fue definido en los años 20 del siglo XX por Alfred Rosemberg. E incorporado en el ideario nacionalsocialista por Hitler en su “Mein Kampf”, tras el fallido pucherazo de Munich. Lebensraum alemán donde los infrahumanos o eslavos tendrían un futuro esclavo y sombrío. El 16 de julio de 1941, en un Gabinete Secreto, participaron además de Hitler, Rosemberg y Lammers, el Mariscal Keitel, el Mariscal del Reich Hermann Göhring y Frank Bormann, quien relató lo que sucedió en esa reunión. Entre otras cosas, se discutieron los nombres de los candidatos para ejercer los cargos de comisarios o gobernadores o sátrapas modernos de los distintos Territorios Ocupados del Este, a los que Hitler llamó Ostland. El ideólogo Alfred Rosemberg, condenado a muerte en el proceso de Nuremberg y ahorcado, fue nombrado Ministro del Reich para la Administración de los Terrritorios Ocupados del Este. Hombre de la total e incondicional confianza del Führer Adolfo, por haberle suministrado argumentos y razones para su proyecto del Reich de los Mil años, Rosemberg debía definir, desarrollar y controlar las condiciones de vida en Ostland. Como sede para su ministerio, recibió irónicamente el antiguo edificio de la Representación Comercial de la URSS en la calle Lietzemburgerstrasse, de Berlín. Rosemberg dividió su ministerio en cuatro áreas: Departamento de Administración General, Departamento de Política, Departamento de Economía y Departamento de Técnica y Construcción. Y designó como enlace directo con el Führer a su ayudante personal Köppen. El resultado de todas estas decisiones, acciones y actuaciones variopintas durante más de 3 años es de todos conocido y lamentado.

Curiosamente, el sustrato madre, lo que existía de permanente, en estas dos civilizaciones, aparentemente tan lejanas y dispares, era similar: la etnia. Basados en ella, construyeron toda su aparamenta psicológica, metódica y lógica. Y en esto hasta los rudos, recios e incultos mongoles fueron más prácticos. Su etnia les aseguraba la igualdad de origen, oportunidades (sus magros tumanes o “divisiones” de su caballería, no se podían permitir la acepción de personas, que embotasen sus habilidades militares) y destino. Y, también la lealtad necesaria para perdurar, en un entorno ocupado o sometido, que desbordaba a sus capacidades demográficas. Los mongoles fueron bandidos organizados nacionalmente, con trascendencia global. Su crueldad técnica buscaba infundir el terror en los posibles enemigos, adelantándose a sus incursiones profundas, para debilitarlos previamente a sus maniobras y tácticas de combate. El soborno y el espionaje a cargo del paisanaje enemigo eran también técnicas de exploración, inteligencia y debilitamiento de sus inmediatas conquistas. Los mongoles buscaban lucrarse de sus enemigos, rentar de tierras ajenas, usurear en sus conquistas y territorios sometidos. Explotaban sus rebaños, pero no se cargaban la casta reproductora, ni a sus crías. Los nazis esquilmaban y agostaban las tierras de Ostland. Sin importarles no sobreganar de sus recursos humanos y físicos. Para que pudiesen surgir nuevos brotes verdes en “primavera”. Que garantizasen la explotación indefinida de sus territorios ocupados, en demografía y en obtención de nuevos recursos. Ya que anchas y extensas eran la URSS y los pueblos eslavos, para soportar indefinidamente sus “judiadas”.

Las civilizaciones que consiguen conjugar ambas pulsiones vitales, sus diástoles y sus sístoles eferentes e impulsoras, consiguen perdurar más en el tiempo. Pero también impregnan de su estilo, su lengua y su cultura a los territorios sojuzgados sucesivamente. Con ello transmiten su esencia a la posteridad, mucho después de su decadencia, a través de los pueblos civilizados con su cultura, sus leyes y su idioma y sus trayectorias históricas. Ahí tenemos el caso de Roma, rapaz e imperialista como cualquier otra potencia. Que sólo con los fríos y el mal tiempo recluía a sus legiones en los cuarteles de invierno. Dispuestas durante la república y el imperio a salir de conquista, represión de las revueltas o aseguramiento de sus fronteras, en sus campañas militares anuales, en cuanto el buen tiempo lo permitiese. Pero que fue capaz también de transmitir su cultura, sus leyes, llegadas hasta hoy como el Derecho Romano, su latín vulgar y su sistema administrativo, a todas las regiones “extra Italia” que poco a poco se incorporaban a su imperio o “res publica”. Esta impregnación cultural, que diría Lorenz, fue sancionada, integrada y consagrada con la generosa, oportuna y prudente concesión de su ciudadanía a muchas de aquellas ciudades y regiones. El “ius civitatis” se otorgaba por conquista, dependiendo del grado de anexión, lealtad y asimilación de los pueblos sometidos. Cuando se convertían en provincias romanas, se les concedían los mismos derechos que a la metrópoli. Fue el caso de Hispania. Pero hasta que no alcanzaban ese honor y cualidad, los pueblos dominados tenían que pagar su tributo de conquista (ius belli) y carecían de muchos derechos. Palestina, por ejemplo, no llegó nunca a tener la condición de provincia.

El Mecanismo socio ideológico del flujo y reflujo del devenir de las Civilizaciones.

En las sucesivas crecientes y resacas entre las civilizaciones occidentales y musulmanas, sólo una vez coincidieron los períodos de alta civilización de ambas: en los aproximadamente 125 años que ocupan el espacio temporal entre las mitades de los siglos XV y XVI. Esta exuberancia doble en civilizaciones encontradas se plasmó en un largo período de invasiones, reconquistas, hostigamientos y enfrentamientos abiertos en Europa, el norte de África y todo el Mediterráneo.

Los hechos observables que definen la decadencia temporal de una civilización cuajada son: la energía vital nacional, que alimenta la “moral nacional” y una sana “voluntad de defensa”, se disipa; las artes y las letras se vuelven formalistas y estériles; los emplazamientos, colonias o socios periféricos se abandonan y la política exterior se vuelve cobarde, balbuceante y precavida. Este retroceso de una civilización crea un vacío existencial, que atrae y da impulso externamente a la otra. Formando un vaivén natural y cósmico, porque la Naturaleza reniega y huye de los “vacíos”.

Las rutas comerciales, los contactos habituales entre ambas civilizaciones son sus auténticas líneas de aprovisionamientos y comunicaciones exteriores. Y, cuando estas arterias son descuidadas en la periferia de la zona de influencia de una civilización, los expertos civiles, religiosos y militares de la otra acuden a repararla, ocuparla y vitalizarla. La “aspiración” absorbente, creada por la decadencia de la otra, creada por su “vacío”, atrae una corriente ajena de ideas, métodos, palabras, inventos y estilos. Aparecen primero en la zona debilitada y permeable ajena, los viajeros, agentes comerciales y secretos, representaciones culturales, misioneros, profesores y diplomáticos. Así, muchas veces la actuación militar no es más que la confirmación política de una superioridad existente y manifiesta, que emerge y aflora irresistible desde muchos otros campos de la actividad humana. Y las ganancias territoriales se consolidan con la llegada de los funcionarios y administradores y las profesiones de crecimiento y desarrollo, arquitectos, ingenieros, agrimensores, artistas y un enjambre de buscavidas, arribistas y aventureros. De este flujo humano, especialmente de los últimos citados, porque su futuro inmediato es una página por escribir, surgen siempre personajes decisivos para la nueva implantación.

Se podría pensar entonces que la sociedad y su civilización estabilizadas serían el culmen y el desideratum en su desarrollo. Ya que así serían seguras, beneficiosas y atractivas. Pues, no. Para una civilización, la penuria de desarrollo es un signo ya de decadencia. Si no fluye, se adapta, emprende y avanza, se irá estancando, perdiendo la pervivencia y pudriendo. Esto ocurre en períodos medidos en muchos años, que escapan a la percepción del hombre efímero. Tal como le ocurriría a una corriente fresca de agua, cuyo discurrir quedase represado.

La difícil convivencia de las civilizaciones

¿Cómo es en la práctica la convivencia entre los cristianos y los musulmanes en las tierras del Islam?

Veamos un ejemplo cercano en la geografía y lejano en el tiempo: la trayectoria vital de los mozárabes. Que fueron los cristianos hispanos que vivían en las tierras de dar el-Islam, las tierras donde el Islam dominaba políticamente.

En el año 710 los mahometanos invaden la Península Ibérica. Menos de quinientos años después, el cristianismo había desaparecido prácticamente de las tierras hispánicas ocupadas por los musulmanes. A ello contribuyeron las persecuciones almorávide y almohade y las numerosas deportaciones a África que éstos decretaron. Pero también lo hicieron el deterioro social y administrativo que sufrieron sin cesar los cristianos.

Tras algunas dilaciones iniciales, se empieza a instaurar la administración musulmana. Se divide Hispania en demarcaciones, que se organizan en torno a una ciudad en la que reside un gobernador (el caid, que es también el valí o recaudador de impuestos) y un destacamento musulmán. Aquél se preocupa de que las comunidades no musulmanas le paguen tributo, por no ser acosadas por los moros y vivir en paz bajo su protección. Estos tributos van a ser el vínculo administrativo entre los infieles “protegidos” y dar el-Islam.

Pero, la propagación de la fe es un deber colectivo de la Umma. Que se realiza imponiéndola y no catequizando (de “predicar el catecismo” o texto de la doctrina). Llevando a cabo con ello la consolidación y la ampliación de dar el-Islam, las tierras sometidas al Corán, la sunna y la sharia o leyes civiles y penales basadas en ellas. Por consiguiente, de acuerdo con esa doctrina, cuando expira un “pacto de protección”, la autoridad musulmana sólo puede aceptar que se renueve, si se incrementa el importe de los tributos o si se estipula en el nuevo contrato la cesión al Islam de más tierras o ciudades. Adicionales a las cedidas antes por los dimmíes (los judíos y cristianos, las gentes también mencionadas en el Corán y que detentan parte de la revelación de Alá).

También emplean el principio de que si algún miembro de la comunidad “protegida” daña a un musulmán, toda la colectividad pierde el derecho de protección. Toledo pierde su estatuto de villa protegida en el 713, al rebelarse y ser vencida. Zaragoza también gozará de un estatuto de autonomía sólo unos pocos años después de la conquista mora. Todo ello fue estrangulando poco a poco a la pobre comunidad cristiana, erosionada por las apostasías, cansados sus miembros de ser ciudadanos de segunda o tercera, con el ritmo pausado de la Edad Media. Pero que nos permite apreciar el proceso agresor social metódico.

La convivencia hoy en día entre ambas comunidades religioso culturales en dar el-Islam.

En mayor o menor intensidad y rigidez, según los casos, la sharia establece hoy en día contra los cristianos avecindados en sus tierras:

Pena de muerte contra los blasfemos (ofender, según su criterio, a Allah, al Islam, al Corán, al Profeta) y a los conversos desde el Islam (por su apostasía).

Quema y demolición de los templos y cierre de escuelas, hospitales y orfanatos cristianos.

Prohibición de entrada al país, expulsión e incluso pena de muerte a los misioneros cristianos.

Prisión por portar símbolos cristianos. Prohibición de reunión para orar o celebrar la Misa, incluso en los hogares.

Conversión forzosa al Islam.

Nigeria, Sudán, Pakistán, Afganistán, Qatar, Bahrein, Kuwai, Malasia, Indonesia, incluso la laica Siria, aparte de Arabia Saudí e Irán, son países donde la sharia está más o menos establecida.

Características políticas de las dos Civilizaciones. Cautelas y Puntos de encuentro.

Montesquieu reconocía que las virtudes republicanas, liberales o ciudadanas sólo existían en los relatos de la antigüedad. Así, resultaban atractivas para una minoría dirigente. Pero su adopción por los ciudadanos no podía hacerse solamente por mandato legal o constitucional. Los valores morales ciudadanos propuestos por eruditos o dirigentes, se veían como algo artificial y remoto. Sin conexión real con un código moral práctico, conocido y asumido por el pueblo. Y con ejemplos vivos que pudieran seguirse. Sin ilusión y entusiasmo no se pueden emprender ni realizar empresas de provecho, enfrentándose a la inercia y a las dificultades diferentes que todo proceso creativo tiene, y superándolas. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, iluminada por una “ilusión razonable”, que vence a la entropía moral e ideológica generada casi inevitablemente en todas las sociedades a lo largo de su historia. El proceso natural de creación de una “moral nacional” o sentido correcto de vida en común, siguiendo las corrientes adecuadas de paz, progreso, satisfacción propia, servicio y justicia, es desconocido incluso por muchas sociedades occidentales, que han perdido muchos de sus reflejos instintivos de desarrollo social y aún de pervivencia.

En los estados musulmanes, el Islam es un factor principal de cohesión social e integridad nacional, independientemente de la rama islámica sunní o chií a la que se pertenezca y de la interpretación religiosa personal y más o menos sesgada que predique el imam de la mezquita a la que se acuda regularmente. Una democracia islámica, siempre basada en la Umma o comunidad religioso social, el Corán o revelación directa de Allah, la sunna o tradición del Profeta y la Sharia o sus leyes derivadas civiles y penales, no es igual a una democracia occidental. Donde apenas resiste aún algún valor moral o social ante la todopoderosa avalancha asimétrica de las libertades individuales, consagradas como fuente de Derecho, sin la contraprestación jurídica de los deberes.

La obediencia es una cualidad personal y social muy arraigada en las sociedades islámicas. Se obedece al jeque o jefe de las familias del clan en las cosas tocantes al orden social, se obedece al jefe familiar o padre en la familia y se obedece y acata la voluntad de Dios como gesto y rito vital en el Islam. Esta obediencia social es enriquecedora y protectora, no disolvente ni enfermiza por sí misma. En las madrasas, el Corán se aprende de memoria, por recitación continua a lo largo de los años de escolaridad. Puesto que es la Palabra de Dios descendida de junto a Allah, no hay interpretación ni crítica.

Es posible que las sociedades musulmanas modernas estén envidiosas del desarrollo económico occidental, pero también desprecian sinceramente la pérdida de verdaderos valores humanos que las sociedades cristianas y laicas han tenido innecesariamente en su camino hacia aquél. Los intentos de democratización moderna en los países islámicos corrieron a cargo de sus élites nacionalistas y europeizadas, muchas veces izquierdistas y populistas, que impulsaron la independencia de las distintas naciones islámicas, fundamentalmente árabes, tras la II guerra mundial. Este proceso esperanzador terminó con su fracaso social, económico y político, al ser incapaces de brindar unas alternativas de progreso y prosperidad a las clases pobres que acudían en masa desde los campos a los núcleos urbanos de sus países, y de repartir razonablemente entre todos las riquezas generadas en su actividad económica, fundamentalmente con la exportación de materias primas de alto precio.

Esto dio renovadas alas a los movimientos islamistas radicalizados, como única ya posible alternativa a la adaptación moderna de las sociedades islámicas. Pero el problema se enconó socialmente, llegando a fracturas severas como en Argelia en los años 90 del siglo XX. Puesto que los activistas estaban al margen de las clases piadosas y cultas medias y populares, que son el sustrato básico de las verdaderas comunidades islámicas. Y ellos tenían una implantación social mínima, por su extrema agresividad y sus métodos operativos excluyentes.

Es necesario no imputar a la religión musulmana lo que son fenómenos provocados por cambios sociales, intereses partidistas y terrenos y la voluntad de poder de algunos jefes y estados. A su vez, hay que considerar que sólo los islamistas violentos esgrimen su interpretación del Islam como una solución excluyente a todos los problemas de la sociedad o de la Umma. En esto, los europeos tienen la tendencia a considerar el Islam como un todo monolítico e inmutable en el tiempo.

(CONTINUARÁ)

LA LIBIA REVOLUCIONARIA: DE DÓNDE VIENE, A DÓNDE VA

CARACTERÍSTICAS Y POSIBILIDADES

Desde que el 17 de febrero una gran parte de la población libia se alzó contra Gaddafi y la Jamahariya islámica, un objetivo mesmérico polarizó sus ilusiones y esfuerzos: poner pie firme en Trípoli. Ya en los primeros momentos de “la lucha por la libertad”, en los barrios Abu Sita y Souq al Yumaa de la capital, se produjeron altercados violentos entre un pueblo sublevado precariamente y las fuerzas leales a Gaddafi. Especialmente los comités de defensa de la Jamahariya, llamados los “Lejan Thorria”. Éstos eran grupos locales de seguidores cualificados del citado movimiento musulmán populista de Gaddafi. Que conformaron una especie de brazo semiarmado de su régimen, destinado a vigilar directamente a la población. Y que fueron una base de la débil estructura política de Libia.

La Marcha Final al encuentro y al triunfo.

Desde Nalut, en las montañas de Nafusa, al suroeste de Trípoli, la Brigada Trípoli, fuerte en unos 500 hombres, la mayoría jóvenes, y con entrenamiento del tiro de infantería, recibió la orden de Bengasi para avanzar sobre la capital el viernes 19 de agosto. En el último período de la guerra, las fuerzas rebeldes habían creado y se organizaron en “brigadas” de combatientes, procedentes en su mayoría de las zonas de lucha: Misrata, Brega, etc. Con ellas buscaban desenvolverse mejor en sus maniobras y combates en los distintos frentes establecidos. Llevados por el entusiasmo, que se manifestaba en excitación y ansiedad muchas veces, los brigadistas alcanzaron en una “marcha al combate”, con los correspondientes altos de descanso y reavituallamiento, los límites de Trípoli. Y penetraron en la ciudad sobre la marcha y a viva fuerza, el domingo 21 de agosto. Lo lograron porque no existía una resistencia táctica a las fuerzas rebeldes. Las fuerzas de la Jamahariya no habían desplegado destacamentos avanzados ni avanzadas de combates de seguridad en los arrabales. Se mantenían en una defensa inconexa, sin dirección central y plan de fuegos de rechazo, en una serie de puntos fuertes de la ciudad.

Los tiradores libres y los grupos de gaddafistas armados, una turba chusma amorfa, ya sólo constituían un problema de policía en Trípoli. Fuera de la zona de Sirte, Bani Walid, al suroeste de la capital, y Sabha, las últimas fuerzas y unidades de Gaddafi estaban perdiendo aceleradamente su cohesión militar, su motivación, su capacidad de combate y su liderazgo. Y su formación, tras las bajas e incorporaciones espasmódicas, ya se aproximaba a la de los rebeldes. Los hombres iban juntos, pero las “unidades” eran conjuntos de pequeños grupos, parejas y hombres aislados, vencidos y desmoralizados. Que buscaban una escapatoria, incluso la rendición, que les salvase las vidas.

El Comité de Transición dio un plazo flexible hasta mediados de setiembre a las fuerzas gadafistas aún en armas para su rendición. Aunque no se especificaban legalmente las condiciones de ésta. Una de las razones que esgrimían aquéllos para prolongar su resistencia fue el miedo a las represalias. En los últimos días de agosto, ocurrieron en Trípoli numerosos casos de búsqueda y captura libres de posibles gadafistas. Asesorados por los vecinos, grupos de rebeldes penetraron en las casas de los sospechosos. Y, en un número indeterminado pero significativo, ocurrieron malos tratos y ejecuciones sumarias. También los africanos negros resultaban sospechosos de ser “mercenarios” de Gaddafi. Y, en muchos casos, fueron retenidos y concentrados en instalaciones deportivas, parque o cárceles móviles. Lo que les haya ocurrido después a algunos, ya no es noticia que se transmitiera.

El desarrollo de la “guerra de Libia”. La intervención militar de la OTAN.

El campo de batalla libio estaba especialmente “vacío”. Los rivales pululaban en “grupos de combate” por su inmensidad, abrazándose a las llanuras costeras. Aquí están las escasas vías más firmes. Que brindaban rapidez, seguridad, consistencia y abastecimiento a los movimientos. Esto facilitaba el ocultamiento de las maniobras de pequeñas unidades y desempeñarse del combate a voluntad. Las incursiones más o menos profundas e imprevistas sobre el enemigo fueron posibles, cuando se contaba con una cierta organización y una mínima logística. Ellas tenían objetivos limitados: como eran el expolio de un barrio enemigo; su desmoralización y la de su soporte popular; arrasar u hostigar una base o posición o un arsenal; reforzar con hombres y armas una posición propia aislada, etc. En esto poseían las fuerzas gubernamentales una ventaja inicial, que mantuvieron durante varios meses.

En su resolución 1973 del 17 de marzo la ONU, «autoriza a sus estados miembros a tomar todas las medidas necesarias» para impedir el vuelo de los aviones de Gaddafi y asistir a los civiles. Fue respaldada por 10 votos a favor y cinco abstenciones, las de dos países con derecho de veto, Rusia y China, más las de Alemania, India y Brasil. Así, la intervención de fuerzas aéreas francesas, en el momento preciso en que las fuerzas de Gaddafi alcanzaban la Puerta del Oeste de Bengasi, resultó necesaria y decisiva para comenzar a inclinar la balanza de la guerra a favor del Comité Nacional de Transición libio. A los franceses se les agotaron peligrosamente las bombas inteligentes y cohetes aire tierra de sus arsenales. El presupuesto manda y la guerra es cara. Y sus aliados estadounidenses tuvieron que facilitarles más “ordenance”. Según se dijo, Sarkozy conocía desde 2 meses atrás la probabilidad de que estallasen las revueltas libias.

Pero la intervención militar que siguió, se recreció y se desparramó mucho más allá de lo que autorizaba la resolución 1973. Pronto se vio por todos de que se trataba de tomar partido en favor de los rebeldes y no de proteger a los civiles libios. Éstos morían por las acciones de los dos bandos. Y más por el apoyo de fuego aéreo de los aliados sobre las poblaciones, que era más contundente y deflagrador. Sólo protestaron diplomáticamente Rusia, China y la Liga Árabe.

Tras los primeros días de bombardeos selectivos, los aliados de la OTAN establecieron y siguieron una lenta estrategia de atrición con el empleo de la aviación de apoyo a tierra y diversos tipos de cohetes sobre los medios de Gaddafi: ataque y destrucción de sus arsenales y almacenes, acuartelamientos, centros de mando, de inteligencia y de comunicaciones, bases de partida, reductos y movimientos de fuerzas, singularmente los tanques y la artillería remolcada. Todo ello agostó irreversiblemente la capacidad de lucha de las fuerzas leales de la Jamahariya. Que privada de abastecimientos militares y de remplazos suficientes y con la pérdida o la deserción de sus más combativos hombres, se convirtieron en la cáscara vacía de un fruto perdido.

La estructura tribal y su trascendencia social y política.

La estructura tribal libia se asienta sobre la biología y la ideología. El linaje es la base biológica que une a los conjuntos de familias que tienen o reconocen tener un origen ancestro común. Así, el parentesco directo es el nexo antropológico de reconocimiento entre los miembros y de unión social entre ellos. La cultura como expresión amplia de las creencias, ideas, tradiciones, normas, lengua y formas de vida es el otro marchamo identificativo de cada tribu.

Juntos forman la assabiyya o base identitaria del “individuo en la comunidad”. Sobre ella se desarrollan los derechos y deberes personales y colectivos, en un equilibrio provechoso. Que ha sido fraguado y pulido por generaciones. El colectivo da sentido vital y de pertenencia al individuo. Y le brinda independencia, flexibilidad y apoyos múltiples. El individuo y las parejas cohesionan y protegen al colectivo. Esto genera dos corolarios sociales. Existe un gran sentido igualitario entre los miembros de pleno derecho de las tribus. Y los jefes deben aportar carisma o ejemplo a imitar, respaldo de grupos, habilidades negociadoras y capacidades militares, no necesariamente blandiendo un sable. Y sus decisiones más importantes deben ser aprobadas o revalidadas por las asambleas de miembros o “importantes” de los colectivos.

La Libia geográfica y étnica.

Una llanura recorre todo el litoral libio, con franjas del orden de los 75 Km. de ancho. También destacan las dos mesetas calcáreas de Cirenaica y Tripolitania. Al abandonarlas hacia el sur, encontramos ya el desierto, casi deshabitado y con extensiones salinas importantes, que llega hasta las fronteras del Chad, Níger y Argelia.

La población libia alcanza unos 6,5 millones de habitantes. Los nativos, entre un 80 y un 85%, se reparten en 3 grandes “regiones socio culturales”: Tripolitania, Libia y la Cirenaica. Cerca de 100 tribus, originariamente de pastores y nómadas, forman la estructura étnica del país. La gran mayoría es de raza árabe bereber. Ésta se extiende desde Túnez a Egipto, siguiendo la franja costera y las dos mesetas y limitándose al sur por la ciudad de Sabha. Los Tuaregs se extienden por una estrecha franja, abrazada al norte de la frontera argelina. Y los nómadas Tibbu viven en manchas irregulares y aisladas, al norte de la frontera con el Chad.

La estructura social de las tribus es preindustrial. Pero, las emigraciones interiores han modificado su esquema y favorecido una cierta especialización laboral. Pero, en cuanto subsista aquélla, las escasas posibilidades de vida llevan a que todos los miembros sean productores: pastores o agricultores. Y a que todos los varones sean siempre guerreros. En la Cirenaica, las principales tribus son los Abaydat, Awagir, Barasa, Drasa, Fawakir y Majabra. En Tripolitania están los Awlad, Busaif, Haraba, Hassauna, Hutman, Ryban y Zintan, entre otras tribus. Aquí, los Gaddafa, Magharba y Riyyach, que pueblan la zona de influencia de Sirte hasta Sabha, forman, junto con fuerzas extranjeras inconexas y los restos de los “Lejan Thorria”, la base de apoyo social actual del escurridizo Gaddafi.

Cuanto más rudo, estéril e ingrato sea un territorio o hábitat tribal, más se desarrollan en sus miembros las cualidades de pertenencia, exclusión de extraños y defensa activa de los magros recursos disponibles. Todo ello parece que engendra y prepara para la confrontación y la liquidación de competidores y enemigos. Pero no es así. Las tribus regionales y fronterizas han ido desarrollando un modo social, por tanto, encarnado y asumido en su cultura, de canalizar las enemistades y divergencias hacia un menor daño posible. Tres son los mecanismos reivindicativos que surgen para mediar, suavizar o paliar las afrentas y disputas. El primero es el “precio de sangre”. Consiste en que un grupo afín o una selección de familias, asume y hace frente a la ofensa realizada por un miembro de ese colectivo. La ofensa se paga, por ejemplo, con la entrega de camellos. Luego está la venganza, cuando se comete un delito o un miembro de un clan es afrentado gravemente. Esto genera una espiral, desarrollada en ciclos sucesivos, de violencia y desmanes. Acciones que el honor del grupo obliga a buscar. A veces, un “consejo de mediadores”, aceptado por las partes, puede arbitrar con éxito para cortar la cadena. Se cuenta, en un país de la zona, que un oficial británico mató al miembro de un clan y éste declaró la vendetta. Al cabo de 30 años, el oficial se atrevió a volver a ese país, pensando en que todo había pasado. El día del regreso, un pariente del finado le asesinó en el vestíbulo de su hotel.

Por último, está la guerra más o menos limitada. Ésta establece una acción militar colectiva entre clanes o tribus enfrentados y tiene un carácter intermitente y extensivo. La falta de recursos es una fuente de graves enfrentamientos entre los colectivos. Y su arraigo puede llegar a ser como el de las vendettas. Los orígenes son el nomadismo, los pastos, las sequías, el hambre, las aguadas y la falta de capital-subdesarrollo. Pero, también pueden ser el reparto de roles políticos y sociales en la Libia futura y de los rendimientos económico que genere la explotación y venta del crudo libio, más allá de la mera localización de pozos y puertos de carga. Pero ya dijimos que, en su origen tribal, es una guerra limitada: los niños, las mujeres, los animales, incluso las cosechas que no se pueden llevar, son respetados. La premisa es más o menos no excitar y justificar en el contrario una sed de venganza total y vesánica.

Estas tribus formaron el flujo continuo de emigrantes nativos, que poblaron, desarrollaron e hicieron crecer todas las poblaciones libias desde 1970. A ellos se les unió, desde los años 80, una fuerte emigración extranjera, especialmente egipcia. Que se dedicó a los servicios, el desarrollo de las infraestructuras civiles y la industria de extracción, refino, transporte y carga del petróleo. Una de las cosas que trajo la civilización moderna, que no es más que vivir y desarrollarse en las ciudades, es la desaparición de las “normas de contención y respeto” de la lucha en y entre las tribus. Así, los civiles se convirtieron en escudos de las fuerzas militares de Gaddafi, tanto en sus combates como en la protección de sus retaguardias, depósitos, parques de vehículos e instalaciones. Y lo hicieron tanto voluntaria como forzadamente.

Se ha dicho que esta emigración interna rompió la cohesión interna, la influencia y el poder de las tribus en el país. No es cierto. No ha pasado en Irak, que era mucho más moderno y desarrollado. Y de ello da fe la endiablada y compleja guerra de guerrillas, generada tras la ocupación aliada de primeros de 2003. Ni en el Líbano, donde los shiítas del sur del país forman la base de apoyo étnico y logístico de Hezbolá.

¿Cuándo las tribus han funcionado o pueden funcionar social y políticamente como una nación?

Cuando los beneficios de las estructuras étnicas y tribales, regionales y locales eran o sean superados por los aportados por el sheik o emir dominador o el estado central déspota o democrático. Y éstos tuviesen o tengan los medios de coacción, el respeto y la ascendencia populares, para mantener suficientemente unidas y cohesionadas a las tribus. Y siguiendo aquéllos con una política general común, favorable a la mayoría de los ciudadanos. Donde no tenga lugar la acepción de clanes. Que es el cáncer que ha corroído a las uniones tribales estatales, por ejemplo, en Somalía. Donde, además, ha faltado la figura suficientemente ejemplar y apoyada, como para conseguir imponer una política nacional común y la paz social.

La estructura social estatal surge cuando una tribu puede imponerse a las otras existentes. Empleando siempre para ello un grado variable de coacción o violencia. Se necesita que surjan unas características o funciones, que permitan desarrollar los nuevos lazos intraestatales y debilitar los tribales y regionales. Aquéllas podrían ser el Islam (religión sencilla y muy socializada en la Umma, como ocurrió tras la muerte de Mahoma); la educación generalizada, que genere un cambio de mentalidad y modifique la cultura, sin crear traumas sociales, y especializada, como medio de vida y progreso; la inversión en infraestructuras y capitales; el establecimiento de un sistema político, que pueda guiar y realizar todo el proceso, apoyándose en un funcionariado civil y militar suficiente y probo. Buscando el desarrollo económico progresivo y repartiendo razonablemente los productos obtenidos. Y mostrando así unas posibilidades suficientes de seguridad, justicia, bienestar, prosperidad y paz para todos. Es decir, se trata de resaltar las ventajas del desarrollo integral y superior, sobre el atasco del juego social de tribus y clanes, como estructura anterior superable.

Otro de los vicios que han adquirido los miembros “civilizados” de las tribus es la codicia desmedida. Y con ella, su corolario y su modo fácil de satisfacerla, la corrupción rampante. La igualdad social en las tribus, su “republicanismo ideológico”, garantizaba el uso y disfrute razonable de los recursos por todos los miembros. Y el zakat o limosna canónica musulmana y el apoyo de su colectivo suplían los casos de orfandad, enfermedad, etc.

Las intervenciones extranjeras de apoyo y consolidación en Libia.

Las actuaciones internacionales de pacificación, interposición y defensa de los ciudadanos indefensos, hambrientos y abandonados de terceros países, adolecen de varias deficiencias. Los mandatos internacionales se basan en siempre un rigorismo legal y diplomático, que encorseta lo que tiene que ser una acción compleja y practica. Y no se adaptan suficientemente bien a los objetivos realmente deseados, a los problemas previstos o imprevistos en su cumplimiento, a los medios necesarios y a la logística de apoyo, y a su trascendencia local o extensión práctica.

Son múltiples los escollos a enfrentar, como las coincidencias de la falta de un estado y de sus estructuras básicas y de recursos locales variados; de la existencia de una plétora indebida de armamento personal, medio y pesado en poder del pueblo; de la presencia de grupos armados de diversas tribus y aún clanes rivales; de falta de representatividad social de los 33 miembros del NTC (comité nacional de transición) y aún de la historia reciente colaboracionista de algunos. Así, el objetivo de una intervención extranjera debe ser polivalente, proporcional, muy flexible en su desarrollo operativo y sin trabas o límites prefijados temporales. Es necesario dotar de recursos y medios para su consecución a cada objetivo parcial a desarrollar y lograr.

Si se pretenden acciones militares contra grupos rebeldes contumaces armados, los objetivos deben ser claros, simples, importantes en sus efectos y meditados y engranados al nivel operativo. Las acciones puntuales, como la captura de un jefecillo más o menos importante sólo sirven para enajenar voluntades y gastar recursos. Desde hace tiempo, las potencias de la OTAN utilizan con preferencia las acciones de “apresamiento y extracción” (“catch and carry”) a cargo de sus unidades de élite (rangers, seals, marines, SAS). El objetivo esencial es capturar a una o varias presas, perfectamente localizadas en un objetivo de área (goal zone), que es aislado y protegido por una parte de la partida de incursión. También utilizan con profusión los drones o aviones polivalentes sin pilotos. Con uno eliminaron el lunes 22 de agosto a Atiyah abd al-Rahman, refugiado en uno de los Waziristanes (hay del norte y sur) pashtunes. Era el jefe operativo de Ayman al-Zawahiri al-Masri (el egipcio), la nueva cabeza suprema de al-Qaida.

En la reunión de París se dio un espaldarazo importante al nuevo régimen libio. Y salvando las dudas ideológicas de su declaración fundacional, el grupo de aliados reunido y eufórico, liberó una importante cantidad de dinero (se habló de 35000 millones, y se dijeron dólares y euros?) de los fondos de Gaddafi para el nuevo estado. Éste se comprometió a realizar elecciones constituyentes en 8 meses y legislativas dentro de unos 20 meses. Pero la presencia de asesores políticos o fuerzas extranjeras de interposición no fueron deseadas por el Comité.

Las perspectivas políticas y sociales del régimen rebelde.

Libia no es una nación cohesionada y fraguada. El país está poblado por tribus del desierto. Cuando se les mengue el petróleo, muchos de sus miembros volverán a sus caravanas y jaimas. La Jamahariya fue un movimiento social, religioso y militante, que no llegó a eclosionar. Debido en gran parte a la actitud errática, confusa y nada diplomática de su ideólogo y dirigente, el coronel Gaddafi. Las tribus de la gran zona al sur de Sirte, algunas tribus libias nómadas, los tuaregs de Níger y Mali y las tribus negroides nómadas musulmanas, de la región fronteriza con El Chad, anexionada en 1975 a Libia, fueron el entramado social de los partidarios de Gaddafi. Y siempre se vieron privilegiados y recompensados por el déspota libio.

La base social de los rebeldes es extensa por todo el país y creciente. Éstos están unidos por razones de política social y objetivos. Y están separados por diferencias de etnias y tribus y aún regionales, del este y el oeste de Libia. Hace décadas que se habla de las diferencias existentes entre la Cirenaica y la Tripolitania. Las razones son parentescos, intereses y territorios, lejanos y aún contradictorios entre sí. Sin un Estado central fuerte y unificador, que Gaddafi nunca se ocupó de crear, la unidad nacional es difícil. Y más cuando los derechos de todos empiecen a exigirse.

Desde finales de agosto, el Comité Nacional de Transición operaba algunas de sus oficinas o “departamentos” desde Trípoli. Por su parte, en la Declaración de la Victoria, documento con el que se presentó a los aliados en París el jueves 1 de septiembre, se define que “Libia será un estado democrático, constitucional e islámico, en el que la sharia será norma fundamental y fuente de derecho”. En las iglesias cristianas de Trípoli se elude hablar de ello. “Estamos en las manos de Dios”, es lo único que responden algunos cristianos más decididos. El gobierno rebelde ha declarado también que las nuevas fuerzas armadas libias estarán constituidas por milicias y por antiguos militares gaddafistas, en un intento de reconciliación general. Y que su intención es llevar una transición que restañe heridas y lleve a la reconciliación nacional.

El peligro islamista radical existe. Pero está contenido e inmerso en la vorágine y la fuerza incontestable de la revolución de marzo. Se nombró comandante militar de Trípoli a Abdel Hakim Belhadj. Es el antiguo jefe del Grupo Islámico Libio de Lucha (LIFG, en sus siglas inglesas). Tras un periplo de muyahidin antisoviético por Afganistán, fue detenido por la CIA y entregado a Gaddafi. Ambos le torturaron. Están apareciendo numerosos documentos sobre la colaboración del coronel con la agencia. En 2008, fue amnistiado por el programa de reconciliación promovido por Saif al-Islam. Y ha declarado que su lucha fue de ayuda a Afganistán y contra Gaddafi. Y que está al margen de las ideas globales del califato de al-Qaida. Su “grupo central” de combatientes, al margen de las brigadas regionales rebeldes, fue el que tomó en 48 horas el reducto principal de Gaddafi de Bab al Aziziya, tras la entrada en Trípoli. Su difícil misión es controlar y organizar a todas las fuerzas rebeldes que fluyeron más o menos dirigidas sobre la capital.

Lo que está claro es que la evolución del gobierno y de la sociedad de Libia puede ser muy diversa. Y es cierto que los islamistas, incluso los Hermanos Musulmanes, de presencia testimonial, carecen de apoyo popular importante. También es cierto que, al margen de declaraciones, los rebeldes son una fuerza sin ideología. Hay que procurar que los islamistas no se apropien de la fuerza de los rebeldes para su ideología.

LA CONVIVENCIA ENTRE LAS CIVILIZACIONES ISLÁMICA Y OCCIDENTAL

Presentamos la trayectoria vital de las civilizaciones musulmanas y occidentales, siguiendo sus contactos históricos, sus desencuentros y sus diferencias. No es fácil la convivencia entre civilizaciones contiguas. El carácter singular, exclusivista y expansivo de las civilizaciones no decadentes, hace que el contacto directo entre ellas, sea fuente de roces y choques y de amenazas de ellos. Pero terminaremos, enfocando y desarrollando los abundantes hitos y posibilidades que existen en el camino hacia la convivencia y el respeto mutuo, en la diversidad y la autoestima de ambas civilizaciones.

Origen, expansión y desarrollo del Islam

La Expansión del Islam hacia Occidente: las primeras Yihad militares.

En la época de Mahoma los estados antiguos del centro y sur de Arabia ya no existían. El poder en su territorio estaba dividido entre las tribus que lo poblaban. Pero la Marcha (la Hégira) de aquél con un puñado de seguidores, de La Meca a Medina en el año 622, inauguró una nueva era de transformación en el mundo y de expansión de la teocracia árabe islámica. En esa época, el poder en todo el Cercano y el Medio Orientes se repartía entre el Imperio persa de los Sasánidas y el Imperio de Bizancio, inmersos en intermitentes pugnas fronterizas. Unos pocos años más tarde, los árabes se habían apoderado del Imperio de los Sasánidas (año 644). Y habían constreñido las tierras de Bizancio en Asia, que alcanzaban antes Egipto, la Gran Siria y el norte de Mesopotamia, sólo al centro y oeste de Asia Menor (la Anatolia).

Paralelamente, van controlando el norte de África: en el 641 ocupan Egipto y se extendían rápidamente hasta Trípoli y las costas atlánticas del Magreb y de Ifrikia (en el 697). Por último, en el 711 invaden el reino visigodo de Hispania y en el 732 penetran en el reino de los francos. Aquí son derrotados por Carlos Martel en la batalla de Poitiers y son repelidos para siempre allende los Pirineos.

¿Cómo conseguían los árabes, dispersos, poco numerosos y tribales, el empuje, los medios y la constancia necesarios para emprender una Yihad, como propagación violenta e impuesta del Islam?

Tres fueron las causas que estimularon a unas tribus a emprender el camino de la conquista de amplias y lejanas tierras y pueblos, fuera de la península arábiga. La primera fue la razón religiosa. Como en toda comunidad religiosa primitiva, la Umma fue el centro de los mandatos y las bendiciones de Allah. Viviéndose colectivamente y con entusiasmo el cumplimiento de una doctrina monoteísta y sencilla. Esta religión exigía, además, un proselitismo militante y coactivo, continuo y expansivo, dirigido hacia los infieles y los hostiles fronterizos. La obligación de la Yihad era similar a los otros cinco preceptos o pilares del Islam, que se simbolizaban por una mano abierta. Así, el Corán, entregado a Mahoma en el nacimiento del Islam, tiene numerosos versículos o aleyas que demandan de sus fieles la lucha armada.

Por el lado más prosaico de los intereses mundanos, la extensión de las conquistas árabes, en su avance incontenible durante más de un siglo, trajo el control sobre los bienes y haciendas de los nuevos y numerosos súbditos y el poder político y militar sobre ellos. El dominio musulmán se establecía por la presencia de un gobernador con su guarnición militar, en cada ciudad o región conquistada. La relación de los nuevos súbditos con el régimen islámico se establecía y regulaba por el pago al gobernador de los tributos periódicos por el vasallaje impuesto y por profesar, de momento, una religión diferente. Este flujo de dinero importante y constante comenzó a llegar a los conquistadores, que establecieron diversos mecanismos bastante inteligentes para su reparto. La tercera razón, asequible a los nobles, jefes y más destacados musulmanes, fue el reparto de las cuotas de poder que engendraban el dominio, la defensa y la gobernanza de los nuevos territorios de dar-el-Islam. Así, fueron proliferando los emires, sheikhs y caides, ocupando y conformando la estructura política árabe de los territorios islamizados.

Las tribus árabes originales del Islam recibían una parte de los tributos y de los saqueos de la conquista, aunque no participasen en algunas expediciones militares. Otra parte era entregada a los participantes de la yihad contra algún pueblo o región limítrofe del califato. Una parte importante era entregada a las autoridades de la Umma, centradas en el califato de Damasco o de Bagdad, y representadas regionalmente por sus emires o caides, para sufragar los gastos de la gobernabilidad y el mantenimiento del estado teocrático. De ésta, se derivaba una parte destinada a sufragar, equipar y formar las nuevas yihads hacia los territorios fronterizos a dar-el-Islam, que iban apareciendo. Por último estaba el zakat o la limosna canónica, entregada a los ulemas, que tenía como finalidad resolver y compensar a los musulmanes por las penalidades y los azares de la vida, con la aportación de su comunidad. Y que se repartía a los pobres, los impedidos y los enfermos, los huérfanos y las viudas de la Umma. Esto cerraba el proceso de reparto de la riqueza y el poder. Que amachambraba mundanamente las aspiraciones religiosas de los creyentes de la nueva fe.

Las principales Ramas del Islam y su Ideario político religioso.

El sunnismo, que siguen actualmente cerca del 90% de los musulmanes, acepta también como revelación de Alá la tradición o sunna del Profeta, que son sus hechos y sus comentarios o hadices. El mayor o menor rigor en la selección y aceptación de esta tradición caracterizan a tres de sus escuelas ideológicas, fundadas entre los siglos VIII y IX. Pero, la escuela más abierta y flexible, la chafií, fundada por el palestino al-Chafii, muerto en El Cairo en el 820 a la edad de 53 años, nos abre una puerta esperanzadora a la evolución pacífica del Islam. Ella acepta también el consenso de los sabios de la comunidad y el razonamiento analógico o qiijas, como vías correctas para la adaptación del Islam a todos los tiempos y lugares, desde su “origen rural, analfabeto, pobre, medieval y rodeado de hostiles”. Para ello parte del hadiz “Alá reconoce el bien en lo que los musulmanes han juzgado como tal”.

Existe una gran diferencia ideológica y práctica entre el sunnismo y el chiismo. Ëste se siente perseguido, en razón de la ortodoxia dinástica, el cisma chií surge a partir del cuarto califa, Alí, primo, yerno y compañero del Profeta, e ideológica (admite menos fuentes de revelación), que proclama y defiende. Así, asume históricamente una actitud fatalista, pasiva, incluso de sufrimiento físico por ello, a la espera del retorno del (califa) imam desaparecido (nombre que toman los guías político-religiosos en el chiismo). Éste vendrá como al-Mahdi (el guiado por Alá), en un momento dado de la Historia, para hacer triunfar a la Umma ortodoxa chiita. Pero también se han dado en el chiismo casos de acción insurgente, incluso con cierto éxito e implantación popular: como en el Irán de Jomeini, en El Líbano con Hezbolah o partido de Alá y su subsidiaria Hamas, de Palestina. Incluso, en el ataque contra los cuarteles de las fuerzas occidentales en Beirut en octubre de 1983, que fue la presentación en sociedad de Hezbollah, los conductores de los camiones llenos de explosivos lanzados contra aquéllos, eran suicidas.

Parece claro que el sunnismo está más preparado para tratar y aceptar la convivencia pacífica y las relaciones de todo tipo con otras religiones e ideologías políticas, al menos en determinados momentos y países. Y que con el chiismo es necesario negociar hoy en día desde una posición de más determinación y fortaleza.

Las Jerarquías religiosas del Islam.

En el Islam no existe un clero institucionalizado, universal y riguroso, formado de una manera expresa e igual en toda la Umma. Que responda de la ortodoxia y homogeneidad de las ideas, normas y dogmas. Tanto es así que la pertenencia oficial al Islam se logra por la pronunciación de la profesión de fe: “no hay más Dios (en árabe, Allah) que Dios y Mahoma es su Profeta”.

Los ulemas son los expertos estudiosos en la ley del Islam. Y los muftíes son los jurisconsultos encargados de interpretar la sharia o ley islámica civil y penal. Aunque ambas legislaciones están totalmente imbricadas. Ya que el Profeta, en sus tradiciones o sunna, se encargó por inspiración divina de dar normas para casi todas las ocasiones de la vida cotidiana árabe en el siglo VII. El consejo de ulemas es la máxima autoridad musulmana en cada país o región. Los más prestigiosos, por su formación, proceden de la Universidad de Al Azhar, de El Cairo. Los ulemas son también los encargados de custodiar, gestionar y repartir las limosnas canónicas, el Zakat, previstas por el Corán. Esto les da un enorme poder temporal sobre sus distintas comunidades. Que ningún poder político musulmán, incluso los socialistas laicos, se ha atrevido a discutir o a usurpar. Por ejemplo, incorporando el Zakat a los impuestos recaudados por el Estado.

Los imames o capellanes son los encargados de presidir la oración en las mezquitas. Se colocan para ello frente al nicho indicativo, situado en la pared que da hacia el oeste (La Meca) y mirando a los fieles. Por último estaría el muecín o sacristán, que avisa cinco veces al día, desde antes del amanecer hasta bien entrada la noche, subido en el minarete, para que los fieles hagan sus oraciones de adoración y de aceptación y entrega a la voluntad de Dios. La formación de los imames es totalmente dispar dentro de un país y no necesariamente profunda. En este sentido, es necesario conseguir en razón de la paz y la convivencia, que los ulemas de los distintos países definan, vigilen y controlen la calidad de la formación de los imames. Y la exclusión de sus nobles funciones, de los advenedizos que, sirviéndose de la dirección de la oración, predican ideologías fanáticas, desviadas, sin futuro real y criminales a los fieles.

La reacción europea ante las amenazas imperiales del Islam

Occidente se vuelve a Oriente: la Época de las Cruzadas. Aparece en 1360 el Imperio Otomano Osmanlí en Bursa, en rápida expansión.

Las Cruzadas fueron empresas militares y religiosas, impulsadas por la Iglesia con exhortaciones, oraciones e indulgencias, y realizadas por voluntarios de toda la Cristiandad. Buscaban recuperar para ella el dominio sobre los Santos Lugares de Jesucristo en Palestina, de manos del Islam expansivo e infiel. Éste los ocupó en el año 635 y fue poniendo sucesivamente trabas al peregrinaje individual y colectivo de los cristianos. Entre 1096 y 1270 se llevaron a cabo ocho cruzadas. La Primera Cruzada fue la de más vistosidad y éxito. El 15 de julio de 1099 sus cruzados ocuparon Jerusalén. Que se convirtió en la sede del primer rey, Godofredo de Bouillon. En 1291, con la toma de San Juan de Acre, principal posición cristiana en Palestina a lo largo de un siglo, por los musulmanes del califato de Bagdad, quedó definitivamente liquidado el Reino de Jerusalén. Y perdido el principal objetivo estratégico de la Europa cristiana desde 200 años atrás.

No siempre las cruzadas fueron bien organizadas por las sociedades feudales de la época. Y, en ocasiones, las rivalidades mundanas entre ellas afectaron al discurrir e, incluso, al éxito de las sucesivas expediciones. La necesidad logística de cruzar por los territorios del Imperio de Bizancio, separado de la Iglesia el 24 de julio de 1054 por el Cisma de Oriente del patriarca Miguel I Cerulario, trajo también enfrentamientos muy cruentos con los cristianos ortodoxos grecos. El hecho de que las cruzadas se estructurasen con los nobles, sus gentilhombres y sus huestes, debilitó progresivamente el poder de aquellos en sus territorios de procedencia. Así, las ciudades y los reyes no participantes en las expediciones militares, pudieron ir ganando privilegios y extensiones de poder, a costa de los príncipes y de los señores ausentes. Esto impulsó el comercio en Europa y marcó el inicio de la decadencia continental del feudalismo.

Pero no acabó con las Cruzadas la pugna entre las civilizaciones europeas y musulmanes. Pronto tomó el relevo de los árabes, el imperio Osmanlí de los turcos, tras la toma por Mohamed (Mehmet, en turco) II, el Conquistador, de Constantinopla en 1453. Fecha que, junto con el descubrimiento de América 39 años más tarde, muchos historiadores toman como período de inicio de la Edad Moderna.

El expansionismo y el poderío de la Sublime Puerta eran evidentes: Por el mar era un vecino incómodo y rapiñador del Mediterráneo occidental cristiano, apoyado en sus franquiciados y conmilitones, los piratas y corsarios musulmanes norteafricanos. Por tierra ocupaba los Balcanes cristianos y amenazaba con engullirse parte del antiguo Imperio Romano Germánico de Occidente. El único hombre que vio clara la situación creada por el peligro turco, desde el primer momento, fue el papa San Pío V. Hasta Felipe II de las Españas tardó mucho en convencerse de la necesidad de afrontar este peligro de frente. Y de asestar a los turcos un golpe importante, sin existir previamente una directa provocación turca o un “casus belli”. Las capitulaciones para constituir la Liga Santa con España y Venecia se demorarían hasta el 25 de mayo de 1571, debido a la disparidad de intereses y proyectos. Francia se desmarcó de ella, por su envidia y odio a la supremacía española. Por fin, la escuadra española estuvo preparada el 5 de septiembre. El 15 de septiembre, Don Juan de Austria ordenó la salida de la flota aliada hacia los mares turcos. Y el 26 fondeó en Corfú, mientras una flotilla exploraba la zona. Lepanto quedaba a la entrada del golfo de Corinto, en pleno territorio otomano. El domingo 7 de octubre tuvo lugar la batalla naval que alejó definitivamente del Mediterráneo occidental y central los afanes imperialistas de los otomanos.

Sin embargo, desde el inicio de la Yihad militar por los árabes, en el siglo VII, los santos lugares originales del Islam en la península de Arabia, siempre estuvieron en las manos políticas y religiosas de sus fieles, bien los árabes o los turcos otomanos.

La reacción defensiva moderna en el Islam

El papel de la Yihad o esfuerzo en el camino de Alá. Sus dos conceptos: el militar o colectivo y el esfuerzo personal de purificación y superación. Sus papeles, oportunidades e intervenciones históricas. El terrorismo, el Islam y la Yihad en el mundo contemporáneo.

La Yihad, como guerra santa, el esfuerzo de sangre en el sendero de Alá, va dirigida contra aquellos que amenazan la Umma. Estos pueden ser tanto los infieles hostiles externos, como los no musulmanes que conviven en dar el-Islam, las tierras donde la Umma domina políticamente, y que han roto su “pacto de protección” con ella. A éste tienen derecho teórico los judíos y los cristianos, como gentes citadas en el Corán y que detentan algunos de los libros considerados también como proféticos por el Islam. Se considera a la Yihad una obligación prácticamente igual a uno de los llamados Cinco Pilares del Islam.

El Islam tiene que asumir que la Yihad militar fue necesaria para la instauración y la defensa de la primitiva comunidad de creyentes. Cuando el Profeta estableció el Estado islámico a partir de la destrucción violenta de la jahiliyya árabe o la barbarie existente anterior al Islam. Y aún pudo ser útil la Yihad para su RÁPIDA extensión por el mundo. Cuando lo permitía el estado existente de cultura, relaciones internacionales y desarrollo de las civilizaciones medievales. Pero que su oportunidad histórica no existe actualmente y entonces debe ser reemplazada por “otro tipo de esfuerzo en el camino de Alá”. Cuyo concepto ya existe en la sunna y que podría ser retomado y proclamado por los ulemas y los muftíes piadosos, que son los ideólogos del Islam verdadero y perenne. Y, por cierto, los mismos gozan de una independencia política, social y económica amplísima. Son respetados y/o temidos por los gobiernos en sus respectivos países, y son los que administran el zakat o las limosnas canónicas.

Ya desde el surgimiento de las 4 principales escuelas ideológicas sunnies citadas, cobró fuerza el principio del esfuerzo de reflexión personal, el ichtihad, en el Islam. El ichtihad permitió el desarrollo de la cultura árabe, tanto en lo tocante a los aspectos civiles (ciencias, comercio, literatura, arte) como al enriquecimiento de su teología. El ichtihad es fuente de lucidez, creatividad, progreso, enriquecimiento y paz en el camino del esfuerzo personal y colectivo hacia Dios (esto es el núcleo y la razón del Islam), cuando ya la Umma se había extendido y multiplicado enormemente por el mundo. Hacia el siglo XI (siglo V de la hégira o marcha a Medina), los estudiosos cierran la puerta al ichtihad. El enfoque metodológico islámico se altera. Y a partir de entonces, se imita, se repite, se abusa de los compendios en los estudios del Islam.

Ante el terrorismo (acciones de guerra contra objetivos generales, inocentes e indiscriminados) en su nombre, el mundo islámico se paraliza y no sabe qué decir o hacer. Afirman los portavoces e intelectuales que el Islam es paz y tolerancia. Pero esto no es totalmente cierto, como vimos antes. La mayoría de los musulmanes se distancian de los atentados por oportunismo, para proteger al Islam, preocupados por el creciente rechazo que sufre en Occidente.

No se ha dado en el Islam una reflexión profunda sobre la oportunidad política y religiosa de la violencia. ¿Alguien conoce a pacifistas islámicos activos? No se trata de que reaccionen los intelectuales laicos musulmanes. Éstos no son operativos de la manera que conocemos en Occidente. Ya que para un buen musulmán la política, la sociedad y la religión forman una trinidad única, excluyente e inseparable, establecida por Alá. Porque así fue la Umma original, la sociedad islámica primigenia. Además, el fracaso social y político de los intelectuales laicos árabes quedó refrendado con el de las élites nacionalistas, izquierdistas y europeizadas, que impulsaron la independencia de las distintas naciones árabes tras la II Guerra Mundial.

El radicalismo violento musulmán moderno: ejemplarizado en al-Qaida y sus franquicias y los talibanes afgano pakistaníes.

Los insurgentes radicales islámicos se dedicaron entre los años 60 y 80 a atacar a los que calificaban de gobiernos musulmanes corruptos y falsos, socialistas u occidentalizados. A partir de los 90, su objetivo estratégico principal es Occidente.

Sus características operativas son:

Su brutalidad innecesaria e indiscriminada, que los descalifica ante su religión. En efecto, desprecian y desacatan numerosas aleyas (versículos del Corán) morales importantes, sin que Allah las hubiese cambiado para ellos. Sura 2, aleya 100, “Nosotros no abrogamos ningún versículo de este libro, ni haremos borrar uno solo de tu memoria, sin reemplazarlo por otro igual o mejor”. Por ello, hay una ausencia absoluta de ulemas y muftíes formados, venerables y piadosos a su lado.

Su gran descentralización operativa por la universalidad de la Umma, que trasciende la idea de nación o raza. Pero que les impide conseguir objetivos estratégicos consistentes. Aunque sus acciones puntuales sean importantes, dolorosas y temibles. Su objetivo de golpear a cualquier gobierno, puesto que el califato radical y agresivo en dar el -Islam, no existe hoy en día.

Su fracaso en incorporarse activa y firmemente a un grupo social amplio, que dé cobertura e impulso permanente a su movimiento. Los activistas más alienados se suelen ir aislando progresivamente de la sociedad (al menos, emocional e ideológicamente), aunque “vivan” dentro de ella. Y ello en razón de sus métodos violentos, a los que sacrifican todo por la eficacia y la contundencia en sus ataques. Siguen un proceso de segregación, purificación (en sus improvisados ritos no ortodoxos ayunan, emplean agua de lugares sagrados y banderolas verdes con inscripciones de las aleyas que les favorecen), consagración y radicalización, hasta llegar a la muerte e incluso al suicidio en sus acciones puntuales.

Los terroristas islámicos están en muchos lugares profundamente divididos ideológica y estratégicamente. Aunque las bandas rivales puedan ocasionalmente brindarse apoyo, refugio, información o suministros. La franja de Gaza es dominada desde hace años por Hamas, grupo radical fundamentalista palestino de orientación sunní, en rivalidad directa y violenta con el gobierno palestino de al-Fatah en la Cisjordania. En Gaza, dos organizaciones sucursales de al-Qaida, Ansar al-Sunna y Ansar al-Islam, unos grupúsculos irrisorios, se enfrentan también violentamente a Hamas por la influencia sobre sus habitantes. Los talibanes pakistaníes, principalmente el grupo Tehrik e-Taliban y los independentistas cachemires, realizan periódicamente atentados contra la minoría chií del país. En Irak, al-Qaida se dedica a atacar a los chiíes que acuden en peregrinación desde país y de Irán a los actos anuales de esta religión en sus lugares sagrados de Samarra, Nayaf y Kerbala. También lo hacían los radicales sunníes iraquíes (antiguos funcionarios del Baas y ex miembros de las fuerzas armadas, generalmente depurados sin procesos ni juicios, y grupos regionales tribales). Ellos estaban en rebeldía contra los gobiernos de mayoría chií antes del llamado “despertar sunní”. Promovido por el general David Petraeus, que los transformó en milicias nacionales de autodefensa.

Su afán de publicidad, con el que Occidente colabora.

(CONTINUARÁ)

El Principio del Objetivo, hoy en día II.

(continuación)

Una Aplicación Histórica del Principio del Objetivo en la Guerra.

Un ejemplo claro y sencillo de la aplicación de este principio en la estrategia operativa lo tenemos en la campaña de Ulm. En mayo de 1805 estalló la guerra entre Francia y la Tercera Coalición, formada por Rusia, Austria e Inglaterra, su promotora. El grueso del ejército francés se encontraba estacionado a lo largo de la costa del Canal de la Mancha, preparándose para invadir Inglaterra. Pero la amenaza para el ejército en campaña, que era el verdadero objetivo estratégico de las guerras napoleónicas (recordemos que las ocupaciones de Madrid, Viena, Moscú, no fueron decisivas), surgía al este, de los ejércitos de los imperios ruso y austríaco. En septiembre de 1805 Napoleón trasladó su “Ejército de Inglaterra” al Rin, desplegándolo entre Maguncia y Estrasburgo y rebautizándolo el “Gran Ejército”. El Grande Armée estaba formado por 145000 infantes y 38000 jinetes, integrados en 7 cuerpos de ejército, cada uno a las órdenes de un mariscal francés, una gran reserva de caballería, a las órdenes del mariscal Príncipe Murat, y la Guardia Imperial, directamente bajo Napoleón. A ellos se les añadían 25000 aliados bávaros.

Tomando la iniciativa, como era habitual en él, Napoleón decide dar un primer golpe estratégico contra el ejército de 72000 austríacos que, a las órdenes del general Mack y el archiduque Fernando, hijo del emperador Francisco II, avanzaba hacia Ulm, sin esperar la llegada de la ayuda rusa. Napoleón maniobró en una espiral centrípeta a sus cuerpos de ejército sobre Ulm. Ello supone la acción conjunta de todos los medios en sus líneas de actuación, de la actividad “ramificada” de todas las unidades y los servicios, no necesariamente coincidentes en el tiempo, pero sí convergentes y resultantes en su eficacia y en el resultado. Mediante las líneas de avance o de acción diferentes y coordinadas, se induce incertidumbre e inseguridad en un enemigo preparado. Y siempre se dispersa su capacidad de rechazo y se perturba su plan de defensa y su conducción sistemática.

En un amplio avance de sus cuerpos de ejército independientes, el Grande Armée cruzó rapidísimamente el centro de Alemania, desde el Rin al Danubio, entre los días 25 de septiembre y 6 de octubre. Con esto se interpuso operativamente entre los austríacos y las fuerzas rusas aliadas, aún lejanas. Los austríacos no entendieron la necesidad de la rapidez de esos movimientos. Pensaban sólo en la batalla, como único instrumento de la decisión. Su estrategia operativa no existía. Y esperaron centrados en Ulm y expectantes, a sus enemigos. Los franceses iniciaron el cruce del Danubio el día 7. Y, durante toda la semana siguiente, Napoleón hizo converger en una enorme maniobra constrictora a la mayoría de sus fuerzas sobre Ulm. Mientras, un cuerpo de ejército vigilaba la posible llegada del general Kutuzov por el este. La trampa quedaba cerrada en fuerza irresistible.

El general Mack realizó en vano varios intentos de ruptura, con los mayores esfuerzos en Haslach y Elchingen. Los dos comandantes austríacos se pelearon entre sí. Y el archiduque Fernando se separó del grueso con sus 6000 jinetes e intentó escapar en dirección noreste. Pero, ya cerca de Trochtelfingen, sus fuerzas fueron rodeadas y vencidas por el cuerpo de caballería de Murat. Otros 12000 austríacos se rindieron en Neustadt. El general Mack y el resto de sus hombres (unos 27000, tras los combates e incidentes citados), con Napoleón en escandalosa mayoría a las puertas de la ciudad de Ulm desde el 14 de octubre, salieron afuera para rendir sus armas a los pies de los montes Michelsberg. El general Mack firmó la capitulación del ejército el día 20. La campaña, sin batallas propiamente dichas, le costó a Austria más de 50000 hombres, casi el 70% de sus tropas iniciales.

El Proceso Actual de Definición y Seguimiento del Objetivo.

La retirada de los USA de Vietnam produjo un reajuste y otra apreciación del principio del objetivo. Las evaluaciones posteriores de los políticos y militares llevaron a proclamar la imperiosa necesidad de darle siempre a sus fuerzas armadas en cualquier conflicto futuro: el apoyo sin fisuras de su pueblo, unos objetivos operativos y estratégicos claros y definidos expresamente y los medios necesarios para su logro. Esta “check list” de apoyos de la estrategia nacional a la estrategia militar, aparece hoy como un buen resumen del compromiso moral y material que los pueblos y los mandos tienen con sus militares, cuando los envían a la guerra por razones de “interés nacional”.

En la práctica, el desarrollo de la estrategia operativa irá definiendo nuevos objetivos operativos y tácticos. Que son los jalones del camino sinuoso que lleva a obtener los objetivos estratégicos planteados a los militares. Que pueden ser tan precisos y tan generales como: la ocupación de un territorio enemigo, la recuperación de unas provincias expoliadas por aquél, su derrota militar efectiva o su rendición con o sin condiciones. Recordemos que Moltke el Viejo decía que los planes iniciales propios sólo resistían o eran viables hasta el primer contacto en fuerza con el enemigo.

Las democracias occidentales están dotadas de comunicaciones extensas, directas y profundas por todo su tejido social. Todo aparece fácilmente a la vista y todos se toman el derecho o la obligación de debatir sobre todo. En aquéllas su “ámbito político militar” es mucho más lábil, inseguro y opaco. Pero esto no quiere decir que las exigencias operativas no existan. Y que la necesidad de prescribir y mantener la discreción y la seguridad limiten necesariamente la “exposición universal” a los medios en el terreno de la seguridad nacional.

Es necesario definir y dar unos objetivos claros a los militares. Ello implica la necesidad de que los políticos estudien y se comprometan con la alta estrategia o estrategia nacional. Y, como corolario necesario e inevitable, que den la suficiente autonomía operativa a sus militares. Para que no malgasten vidas, esfuerzos y medios materiales. Para que no se enreden, ni distraigan en acciones improductivas o secundarias. Para que no pierdan el respeto y el apoyo de su pueblo y ganen el desprecio de neutrales y potenciales enemigos.

Pero, cerrando un “bucle” ideológico y práctico, la edad de las comunicaciones ofrece también ventajas de rapidez e inteligencia continua, razonablemente fiable y suficiente en la información militar y su gestión. Incluso en estos casos fugaces y delicados, con las comunicaciones inalámbricas de varios niveles y accesos, se puede obtener una “presencia virtual” de los jefes militares y de ciertos políticos, en el campo operativo lejano. Esto facilitaría a esos mandos, una aproximación sucesiva y la graduación de las acciones de los medios militares en presencia, hacia la acción operativa. Y facilitaría la dilución en el espacio y el tiempo de la necesidad de fijar los objetivos secundarios sucesivos, ya desde el principio de un ciclo de operaciones militares. Manteniendo siempre una aceleración constante de los “ciclos de acción” sobre el enemigo, para dislocar su capacidad de rechazo y buscar y actuar sobre sus debilidades operativas. Ya aquéllos deben buscar sucesivamente adelantarse al enemigo, volver progresivamente ineficaces sus acciones e inducir en sus hombres el desamparo de no ser capaces de contrarrestar ni superar nuestras acciones tácticas, guiadas por la estrategia operativa.

El Principio del Objetivo, hoy en día.

El principio del objetivo exige que cada operación se dirija hacia un objetivo decisivo, claro y obtenible con los medios a disposición. Este principio es aplicable a los cuatro niveles de la guerra: el táctico, el operativo, el estratégico militar y el estratégico total o de política nacional. En este nivel concurren también a colaborar la diplomacia y la economía nacionales, que le darían su categoría de “total”. En principio, parece que este principio de “dirección de la guerra” es de los más fáciles de concebir y aplicar. Sin embargo, es en el más alto nivel de decisión, el de la gran estrategia o estrategia nacional, donde no se ha aplicado correcta o suficientemente este principio. No hay más que ver, en la actual guerra de Libia, como las potencias de la Coalición anti Gaddafi tenían dificultades para definir los objetivos esenciales de su intervención militar en Libia.

Orígenes y Aparición del Principio del Objetivo en la Guerra.

Este principio está siempre relacionado con el principio general de economía (o la administración) de los medios. Así, racionalizamos nuestros esfuerzos y medios al centrarnos en un objetivo cabal. Y así, las vidas y los otros medios militares disponibles, siempre escasos o, incluso, insuficientes, para una campaña, pueden ser dilapidados, si los mandos nacionales fallan en aplicar el principio del objetivo a su nivel propio. Este principio está relacionado directamente con el de concentración, que busca reunir todos los medios, no necesariamente presentes, bien simultáneos o sucesivos, en un esfuerzo común sobre el objetivo a lograr. Así, por ejemplo, una unidad de armas combinadas que cubra el flanco libre de su grueso o las unidades de exploración táctica desplegadas en avance, están participando también con sus misiones en ese esfuerzo cabal y sinérgico.

En los clásicos militares antiguos (Sun Tzu, Maquiavelo, Federico el Grande o Jomini) el conocimiento de este principio surge más por lo que se deduce de sus trabajos, que por su mención directa. Es decir, hasta hace sólo unas décadas, el principio del objetivo era un principio de segunda clase. ¿Cómo podía darse esta paradoja entre su importancia directiva y su descuido? El principio del objetivo se descuidaba implícitamente, al atender los militares expresamente a los principios de sorpresa, de concentración y de protección. Y era porque era demasiado evidente. Era realmente, derrotar al enemigo en el menor número de batallas posibles. Debemos recordar que los principios de la guerra aparecen originalmente en el campo táctico: como los consejos y las directrices a seguir para ganar las batallas.

Al principio y hasta hace bien poco, los asuntos de estado no eran del interés o de la consideración del pueblo. Los reyes y príncipes absolutos, incluso los ilustrados, eran autónomos y suficientes en la dirección de la guerra y no utilizaban el principio. Esto cambió con los establecimientos de las dietas, los parlamentos y las cámaras, representando más o menos a pueblos cosoberanos con los monarcas. Era ya necesario explicar los motivos y los objetivos de las guerras. Así, el principio del objetivo comenzó a tomar forma y contenido. Y alcanzó su importancia y soberanía cuando la táctica o el arte de plantear y ganar las batallas, ya no puede por sí misma ganar una guerra.

En cualquier operación el objetivo es esencial. Sin él no puede existir un plan definido y claro ni la coordinación de esfuerzos (o “masa”). El objetivo militar último es la destrucción de las fuerzas enemigas en presencia (no necesariamente la aniquilación física, bastaría que se rindieran). Considerando sólo los factores militares, se deben definir los objetivos desde el principio y seleccionarlos de acuerdo con los medios disponibles. Y así, aparece la paradoja que vivimos modernamente en muchos casos. Existen factores políticos, económicos y aún estratégicos, que conspiran para demorar y aún oscurecer la definición de los objetivos en la guerra, como el caso de Libia. Y, por otra parte, con las fuerzas ya desplazadas a Libia, ante la mirada de amigos, neutrales y enemigos, existía la urgente necesidad de definirlos claramente. Con ello se logra un esfuerzo conjunto (hoy bautizado sinergia) para el mejor aprovechamiento de los recursos sobre el enemigo.

Desde mediados del siglo XIX, aparecen y se consolidan la rápida mundialización de los intereses de los estados y los alcances y potencias de sus medios militares, políticos, económicos y diplomáticos. Con ellos, los principios militares de origen táctico alcanzaron plenamente el terreno de la estrategia nacional y militar.

La Intromisión Perniciosa de los Políticos en las Acciones Militares.

También llegaba siempre un momento en el que el político debía callar y no entrometerse intermitentemente en el quehacer militar específico. Sun Tzu es el nombre real o supuesto de un autor chino, que escribió Los Trece Capítulos del Arte de la Guerra. La unidad de estilo de la obra y su originalidad permiten afirmar que no es una obra colectiva, ni una recopilación de obras preexistentes. Su trabajo se fecha entre los años 400 y 320 a. C. En efecto, el uso de la ballesta no se generalizó hasta el 400 y la caballería no fue incorporada al ejército antes del 320. ¿Qué dijo Sun Tzu sobre las misiones militares y las intromisiones espurias, hace más de 2 mil años?

Normalmente, cuando se utilizan las fuerzas armadas, el general recibe, en primer lugar, las órdenes generales del soberano. Después reúne a las tropas, hace del ejército un todo homogéneo y armonioso y lo instala en su campamento” Capítulo 7, versículo 1.

Es necesario saber que para un soberano existen tres formas de llevar a su ejército al desastre. Consisten en proceder como sigue:

Ignorar que el ejército no debe avanzar y ordenar que avance, o bien, ignorar que no debe retroceder y ordenar una retirada. Esto es lo que se llama “poner al ejército en un apuro”. Comentario de Chia Lin: “No hay calamidad mayor que las órdenes del soberano que reside en la corte”.

Ignorar todos los asuntos militares y participar en su administración. Esto desorienta a los oficiales.

Ignorar todos los problemas del mando y tomar parte en el ejercicio de las responsabilidades. Esto destruye el ánimo de los oficiales” Capítulo 3, versículos 19 al 22.

El que tenga generales competentes y los proteja de las injerencias (disolventes) del soberano, será el vencedor”. Ibid, versículo 29. Comentario de Ho Yen Hsi: “En la guerra se producen cientos de cambios en cada etapa. Decir que un general debe esperar todas las órdenes de sus superiores, es como tener que informar a un superior de que queréis apagar un fuego. Antes de que lleguen las órdenes, las cenizas estarán frías. ¡Y se ha dicho que en tales circunstancias se debe consultar al inspector general del ejército! Atar corto a un general competente, mientras se le pide que suprima a un enemigo astuto, es como sujetar al Lebrel Negro de los Han y a continuación darle la orden de que atrape a liebres inalcanzables”.

(continuará)

El Desarrollo de la Guerra de Libia

Es curioso que la guerra de Libia se esté desarrollando como una guerra de movimientos, al borde del océano de arena del Sahara. Hace casi 70 años, la guerra del desierto entre el Eje y los británicos también se desarrolló así. Decían que ésta era igual a la guerra naval. Con maniobras amplias, calculando y buscando el punto débil del enemigo en la inmensidad de la mar. Como a principios de los años 40, en la guerra de Libia se están dando también sucesivos movimientos de avance y de retroceso, del flujo y reflujo de las ganancias y las pérdidas de los contendiente. Otra coincidencia es que la guerra de Libia se produce en un teatro secundario para los estadounidenses (no cederían el mando de operaciones si no lo fuera) y la OTAN. Como lo fue la guerra del desierto para ambos rivales.

Ésta comenzó en junio de 1940, pero porque había soldados allí. Un ejército británico, con indios y australianos, protegía el canal de Suez en Egipto. Un ejército italiano ocupaba sus colonias de Libia, la Cirenaica y Tripolitania. Los italianos penetraron unos 100 Km. en Egipto. Pero se detuvieron y se fortificaron en Sidi Barani. Sus líneas de abastecimiento estaban al límite. En diciembre de 1940, el general O’ Connor contraatacó. En 2 días recuperó Sidi Barani y capturó a 38 mil italianos. Y continuó avanzando hacia el oeste. El 22 de enero ocupó Tobruk. Desde aquí lanzó una audaz ofensiva contra la retaguardia italiana, que también tensaría sus abastecimientos. La 6ª división de infantería australiana realizó la persecución frontal del enemigo a lo largo de la carretera costera a Bengasi. La 7ª división blindada británica lanzó una maniobra desbordante, cruzando el desierto para llegar primero Beda Fomm, a unos 90 Km. al sur de Bengasi,. Aquí su infantería estableció una fuerte posición de cerrojo, protegida en su flanco derecho por sus tanques. Los intentos italianos de ruptura hacia Sirte fueron puntuales y descoordinados. Rodeado, vapuleado y desmoralizado, el 10º ejército italiano se rindió. En apenas 2 meses, el 13º cuerpo de ejército mixto de O’Connor hizo 130 mil prisioneros y capturó cerca de 400 tanques, a cambio de la pérdida de unos 500 hombres.

El camino hasta Trípoli estaba abierto y el montaje italiano en el norte de África, quebrantado. Si los británicos hubiesen seguido atacando en esa primera mitad de 1941, habrían eliminado al Eje de África del Norte. Pero la decisión de enviar ayuda a Grecia, pospuso definitivamente cualquier idea al respecto. Libia era un teatro secundario para los aliados. Como lo fue siempre para el Führer Adolfo. Luego llegó el Afrika Korps, al mando del general Rommel, nombrado mariscal tras su toma temporal de Tobruk. Y casi recuperó, también de golpe, todo lo perdido por sus aliados, excepto el puerto de Tobruk. Porque a los altos mandos británicos del 8º ejercito se los habían llevado a otros destinos más importantes. Y continuaron los avances y retrocesos de ambos ejércitos por la Libia extensa, vacía y desértica.

Los Apoyos y las Fuerzas de Gaddafi.

Los comités de defensa de la Jamahariya, llamados los “Lejan Thorria”, son grupos locales de seguidores cualificados del movimiento musulmán populista de Gaddafi, antes citado. Conforman una especie de brazo semiarmado de su régimen, destinado a vigilar directamente a la población. Y son la base de la débil estructura política de Libia.

Libia no es una nación cohesionada y fraguada. La pueblan tribus del desierto, que, cuando se les mengue el petróleo, volverán a sus caravanas y jaimas. La Jamahariya es un movimiento social, religioso y militante. Las tribus de la zona de Sirte, algunas tribus libias nómadas, los tuaregs de Níger y Mali y las tribus negroides nómadas musulmanas, de la región fronteriza con El Chad, anexionada en 1975 a Libia, constituyen el entramado social de los partidarios de Gaddafi. Que siempre se vieron privilegiados y recompensados por el déspota libio.

El Ejército libio de unos 45 mil hombres estaba formado por una gran masa de tiradores o infantes, poco entrenados y motivados, de los que el tirano no se fiaba. Y hacía bien. Porque el grupo de militares desertores que dirigen a los grupos de milicianos, procede de la infantería. En él destacaban parte de las unidades de élite, incluidas las técnicas, que le daban armazón coherencia y capacidad de lucha.

El conglomerado armado, mimado e incondicional al dictador está centrado en la brigada motorizada 32, cuyo comisario político es Khamis o Jamis, el hijo de 28 años de Gaddafi, que estudiaba un máster en el Instituto de Empresa en Madrid. Un grupo de aquél lo forma la antigua Legión Árabe (años 70 y 80 del pasado siglo), hoy llamada Legión Islámica, que incorpora, en una base de soldados libios de élite, a numerosos “voluntarios” islámicos árabes y negros subsaharianos. Aquí se encuadrarían los llamados “mercenarios” de Gaddafi. De las “compañías” de la Legión forman parte los “francotiradores extranjeros”, que se les aparecen a los rebeldes como setas por su territorio. El otro núcleo del conglomerado militar lo forman las unidades técnicas destacadas del corto ejército libio, singularmente de tanques, de artillería y de aviación.

La policía civil libia forma un cuerpo policial y represor de carácter regional, con armamento personal y ligero, en manos de los gobernadores provinciales.

Las Fuerzas Rebeldes. No hay Cifras, ni vemos Movimientos de tropas. Salvo los Paseos de sus Pick Ups armados, a veces por unas Monedas.

El portavoz militar rebelde, coronel Ahmad Omar Bany, aseguró en una rueda de prensa a fines de marzo, que en Misrata o Misurata (según la fuente o el corresponsal, que a veces pone ambos nombres en la misma crónica, por si acaso) los rebeldes habían destruido 2 compañías de tanques. Lo cual es, al menos, dudoso. Por la protección de infantería con la que cuentan aquéllos y lo improbable de una incursión profunda en la ciudad, de más de un batallón de tanques en solitario. Los rebeldes, sin la algarada bravucona y calenturienta de Gaddafi, también elevan sus resultados parciales y dispersos, de cara a su retaguardia y a sus aliados aéreos. El reconocimiento del Comité Nacional rebelde, con 13 o 14 departamentos, por las potencias de la Coalición, es una condición necesaria y casi suficiente para obtener su ayuda en forma de abastecimientos militares y de préstamos blandos. E, incluso, para facilitar el envío de alguna unidad unidad militar terrestre africana o musulmana en apoyo al nuevo estado; por ejemplo, “voluntarios por la democracia” egipcios.

El sábado 26 de marzo, los rebeldes tomaron Ajdabyah y Brega. Y alcanzaron Raf Lanuf en la madrugada del 27. Su contraataque recorrió 200 Km. desde Bengasi. Si consiguieron avanzar tanto, fue porque no fueron emboscados ni encontraron resistencias enemigas. Según otro portavoz del Consejo Nacional, Shamsiddin Abdulmolah, el enemigo se retiraba a Raf Lanuf. En el último intento de continuar desde aquí hasta Bin Yawad, unos Km. al oeste, la caravana de milicianos fue emboscada y atacada con fuego de cohetes antitanques. Los primeros vehículos fueron volados y el resto retrocedió hasta la base de partida de Raf Lanuf.

Las comunicaciones en ambos sentidos de la línea de mando son precarias o inexistentes. Los grupos rebeldes actúan por intuición y astucia natural, con un mínimo de entrenamiento en las técnicas de armamento y tiro. Su formación es del orden de las 2 semanas, con charlas políticas en los ratos de ocio. Y no la reciben en tácticas o maniobras elaboradas. No existe una línea de mando única y firme, una vez que se desciende desde la autoridad del Consejo Nacional interino y desde los coroneles que dependen de él, al mando de las milicias. Su artillería pesada está compuesta por cañones sin retroceso de 105 mm., lanzadores de cohetes reactivos y el fuego de algunos tanques capturados, destinados a luchar como artillería.

El ex ministro del Interior de Gaddafi, uno de los primeros gobernantes y diplomáticos libios en abandonar su régimen, nombrado ya general, Abdelfatah Yunes, es ahora el jefe del Estado Mayor del nuevo Ejército Nacional libio. Aglutinando e incorporando a parte de los milicianos actuales y a los militares, generalmente infantes, que desertaron en los primeros momentos, tiene una gran tarea por delante. Para conseguir equipar, motivar, enseñar y entrenar al futuro Ejército de la Libertad, partiendo de cero.

La Operatividad del Ejército Libio.

Gaddafi tiene desplegadas sus fuerzas por diversas ciudades o puntos fuertes de su defensa estática sin cesión de terreno, situados en el centro y el oeste del país. Ello le resta numerosas unidades para las maniobras más productivas y arriesgadas: la de atacar las ciudades rebeldes, arrollando sus avanzadas de combate, situadas a decenas de Km. de sus bases, con la amenaza de los aviones de la Coalición de dejarlas aisladas e inermes. Aquéllos no sólo establecen un espacio aéreo sin aviones de la Jamahariya. Sino que, excediendo el mandato de la ONU, atacan sus tanques, sus lanzacohetes reactivos y sus baterías y las pequeñas columnas de camiones de transporte de tropas o de suministro.

Las unidades militares de Gaddafi actúan por compañías (+) a cargo de un “comandante”. Son “grupos de combate” ad hoc, que se forman de acuerdo con las misiones encomendadas, con fuerzas cedidas temporalmente por sus batallones y brigadas. Su técnica principal es el empleo del fuego directo pesado de apoyo de uno o dos carros o de una batería, para asustar y ahuyentar a los milicianos. Los 5 “batallones” o grupos de artillería se dispersan por baterías en las columnas de marcha y en posiciones fortificadas en las ciudades ocupadas. La artillería reactiva, destinada a convertir un blanco de superficie en zona de destrucción, carece de sentido en esta guerra de moscas y moscones. Salvo que se destine a arrasar un barrio “enemigo”.

El campo de batalla libio está especialmente “vacío”. Ambos enemigos pululan en “grupos de combate” por su inmensidad, abrazándose a las llanuras costeras. Aquí están las vías más firmes, que brindan rapidez, seguridad, consistencia y abastecimiento a los movimientos. Esto facilita el ocultamiento de las maniobras de pequeñas unidades y el desempeñarse en el combate a voluntad. Las incursiones más o menos profundas e imprevistas sobre el enemigo son posibles, si se cuenta con una cierta organización y una mínima logística. Tienen objetivos limitados: como son el expolio de un barrio enemigo; su desmoralización y la de su soporte popular; arrasar u hostigar una base o posición o un arsenal; reforzar con hombres y armas una posición propia aislada, etc.

Las unidades de exploración funcionan mejor en el ejército. Son realmente vanguardias con capacidad de combate, para levantar y alejar a los rebeldes de sus controles improvisados y mal guarnecidos, situados en la extensa zona de seguridad que rodea a las ciudades alzadas. Se mueven usando generalmente vehículos ligeros, tipo pickups, y pueden montar algún cañón sin retroceso.

Una táctica usada por los hombres de Gaddafi son las emboscadas. A su empleo se prestan la bisoñez y el entusiasmo de los milicianos y la vaciedad del teatro de operaciones. Así, utilizan mucho para ello grupos de tiradores libres, tipo escuadra o pelotón, provistos también de lanzacohetes portátiles, que se infiltran en los poblados rebeldes. O que se emboscan, dominando un cruce de carreteras o las entradas y salidas de un poblado. Operan a distancias de no más de 200 ms. y tienen una ametralladora ligera como principal apoyo de fuego tenso de sus hombres. Más de una caravana de pick ups con milicianos llenos de fervor patriótico, ha sido emboscada, destruidos varios de sus vehículos y rechazada en su avance carretera adelante.

Antes del ataque de la Coalición, el ejército de la Jamahariya avanzaba sobre los puestos rebeldes, nunca reforzados o desplegados defensivamente. Tras un golpe de fuego, avanzaban en línea laxa sobre los rebeldes. A veces, otra sección realizaba un movimiento de flanqueo del puesto, más o menos visible. Esto era suficiente para hacer retroceder a los milicianos unos Km. hacia su retaguardia. Hasta que encontraban una aldea o unas dunas, que les brindaban un mínimo de descanso y cobijo.

A la vista del esfuerzo aéreo de la Coalición, dando cobertura aérea a los rebeldes e interdicción a los movimientos de la Jamahariya, el ejército de ésta sigue una técnica de siempre, para anular la potencia “adquirida” enemiga de fuego pesado preciso y suficiente. Simplemente, pegarse a las posiciones urbanas de aquéllos. Y utilizar las viviendas, sin desplazar a sus moradores, para protegerse, detenerse, reagruparse, abastecerse y avanzar, cruzando las paredes y los patios interiores. Hasta alcanzar las posiciones rebeldes principales, en edificios singulares (gubernamentales, mezquitas), avenidas, cruces de calles y plazas. En su despliegue y avance van cubiertos en todas direcciones por los tiradores libres. Que, con sus disparos repetidos y más precisos, turban y suelen levantan a los milicianos novatos de sus sucesivas posiciones de defensa en aquéllos puntos fuertes. El avance dentro de una población es lento, espasmódico, con retrocesos y ofreciendo flancos expuestos no aprovechados por el enemigo. El ejército no tiene suficientes hombres para enviar un batallón de infantería reforzado con sus apoyos de fuego directo e indirecto, ingenieros, seguridad y servicios varios, para seguir en fuerza 3 o 4 líneas de avance a lo largo de un sector amplio de calles.

Previsiones del Desenlace.

La base social de Gaddafi es limitada y menguante, salvo que la guerra dé un giro de 180º. La base social de los rebeldes es extensa por todo el país y creciente. Éstos están unidos por razones de política social. Y están separados por diferencias de etnias y tribus y aún regionales, del este y el oeste de Libia. Hace décadas que se habla de las diferencias existentes entre la Cirenaica y la Tripolitania. Por razones de parentescos, intereses y territorios lejanos entre sí. Sin un Estado central fuerte y unificador, que Gaddafi nunca se ocupó de crear, la unidad nacional es difícil. Y más cuando los derechos de todos empiecen a exigirse.

Gaddafi era un Mahdi, un elegido por Allah. Por eso se quejaba, en sus primeras apariciones en las televisiones, que él no podía renunciar a nada, que él no era un presidente o un jefe de gobierno. Su meta vital era llevar a término un movimiento de unidad panárabe. La Jamahariya fue su partida. Su problema, que sólo contó en estos 40 años con 3 o 4 millones de libios. Era una nación muy pequeña entre 340 millones de árabes. La paz ganó mucho con esta deficiencia demográfica suya. Porque los elegidos imponen, exigen y oprimen, en aras de sus ideas fijas, casi siempre en sus apariciones en la Historia.

El compromiso de la Coalición, ya la OTAN, es irreversible y suficiente, si mantienen la interdicción terrestre a los movimientos de las fuerzas de Gaddafi. La toma por los rebeldes de las ciudades refugios de Gaddafi será difícil y costosa. Porque una de las formas de lucha más exigentes con los infantes es la lucha en los poblados, ante un enemigo bien armado, acorralado y mejor entrenado. Las fuerzas milicianas son novatas y sin armamento pesado. Y no se trata de facilitárselo, sino que su manejo exige una especialización profesional que exige un tiempo de formación que no tienen.