LA GUERRA DE REDES III.

(continuación)

Estasfortalezasson difusas, ocultas y aún imperceptibles para los extraños. En muy pocas horas se ocupan y se refuerzan las obras previas. Sus vías de comunicación necesitan más tiempo de trabajo, pero también son menos evidentes. Hay que entrar en las casas para detectar paredes perforadas y encontrar pasadizos bajo un mueble o una alfombra. Sus posiciones no son complejas. Necesitan unos sectores de tiro entrecruzados, una protección inmediata contra la irrupción enemiga en masa o de comandos, unas cubiertas contra el fuego pesado normal y un ocultamiento suficiente que las encubra de las vistas desde las posiciones enemigas probables sucesivas y sus avenidas de aproximación. Los obstáculos y las minas, incluso falsos en cierto porcentaje y siempre a distancia para no delatarlas, servirán para romper el ataque enemigo y para brindarles blancos más estáticos, por ejemplo para los morteros, que deberán tener registrado su fuego. La propia destrucción que genera el amplio soporte no preciso por el fuego pesado enemigo, refuerza las posiciones de combate irregulares, rodeándolas de cascotes que dividen y dificultan los accesos del enemigo, salvo cuando son alcanzadas por un impacto directo. Para operar esta estructura los insurrectos tienen preparados numerosos y estrechos túneles, trincheras de arrastre y boquetes en tapias y paredes interiores de los edificios. De tal manera que, ocultos de las vistas, les permitan ocupar las posiciones de combate y de observación deseadas, defenderlas más o menos tiempo o no, trasladarse entre ellas y reforzar las más amenazadas o presionadas.

Generalmente procuran alcanzar desde el frente, con tiradores aislados o en parejas, armados con fusiles de precisión tipo SVD o M-14, a enemigos individuales y pequeños grupos y atacar de flanco o de revés a las unidades enemigas que se internan en su zona defensiva, que ya están disgregadas en pelotones o escuadras con uno o dos vehículos blindados. Aquellas comunicaciones preparadas les permiten aparecer, siempre en pequeño número, detrás o al lado de esas unidades, mientras se detienen, se reagrupan, piden o reciben instrucciones, o deciden por dónde avanzar, y erosionarlas, causándoles algunas bajas. Por ejemplo, desde un sótano o un piso, por un hueco irregular en una tapia, debajo de un vehículo aparcado o destruido, donde emerge un estrecho túnel con la boca cubierta y disimulada. Desde esas posiciones lanzan algún cohete RPG-7V o varias ráfagas cortas, siempre apuntando, de la ametralladora ligera RPK o la obsoleta RPD. Los patios interiores de las casas les sirven para colocar los morteros, que constituyen su únicofuego pesado, protegidos desde una posición de infantería. Los disparan con los ángulos máximos sobre las concentraciones militares abundantes, recrecidas y siempre excesivas. El mortero habitual es el ruso de 82 mm. moderno M-1937. Aquí que el atacante presente tres veces más hombres (en medios la proporción debe ser de 20 a 1) no le favorece ni le facilita la labor, sino que le brinda al acosado defensor más blancos para poder emplear su exiguo poder de fuego. Sobre todo porque, en un momento dado, es pequeña la proporción de atacantes que están poniendo en apuros a los defensores.

A veces los irregulares poseen una defensa antiaérea de corto alcance. Desde otros patios y azoteas, siempre protegidos por un nido de resistencia cercano, se disponen varios equipos de portadores lanzadores de cohetes ligeros antiaéreos. Su localización en el despliegue se hace en función de las direcciones más probables de aproximación de las aeronaves militares y las más peligrosas para la defensa. Si son suficientes y hábiles en disparar, se emplean dos lanzadores cercanos, pero no contiguos, que forman el equipo, y que disparan sucesiva y rápidamente (los SAM-18 vuelan a 2 Mach) contra una aeronave o hacia una formación enemiga en aproximación inmediata al blanco. Un cohete típico sería el tierra-aire 7, llamadogrialen español ystrela(flecha) en ruso no cirílico. Tuvo sucesivas mejoras y hoy está sustituido en los arsenales militares por el tierra-aire 18 citado, que tiene una altura útil de ataque de 3,5 Km. (el doble), y unas guías, un propulsor, una cabeza explosiva y un detector de señuelos mejorados todos. El tirador se limita a dirigir el tubo lanzador ya cargado hacia su objetivo, esperar que el cohete le confirme la adquisición del blanco y pulsar de nuevo el disparador. Y a esconderse.

El momento crucial para la defensa resulta cuando el jefe de la zona decide evacuarla, tras haber detenido al enemigo algún tiempo. Procurando causarle las pérdidas más elevadas posibles, pero sin exponerse excesivamente a una lucha a las distancias cortas, a ser desbordado ni a perder su libertad de acción. Esto va ligado inexorablemente a la cesión de espacio a los militares. Para ello se sustrae en momento oportuno al ataque directo de su enemigo, no a su bombardeo o cañoneo extensivo, impreciso. Los rebeldes deben tener suficientes túneles de salida dirigidos hacia edificios no muy cercanos (muchas veces oficiales e incluso respetables (mezquitas), oficinas, empresas, algunas viviendas) o cauces secos (wadis), matorrales, poco evidentes, en el despoblado. Desde donde se puedan dispersar por la superficie en muy pequeños grupos, preferiblemente hacia posiciones amigas de acogida, en los primeros momentos. La protección de la evacuación es vital y las dos entradas de estos túneles están cubiertas siempre por nidos de resistencia, que llevan a cabo una defensa rígida.

Toda esta cohesión, disciplina, formación, entrenamiento y conducción firme y eficaz de las unidades irregulares clásicas, están lejanos de los de una estructura de redes militar laxa o de la enjambrazón de grupos independientes sobre un enemigo o defendiéndose de él.

La operatividad eficaz de las unidades y pequeñas unidades militares.

En la guerra de redes se tiende a una subdivisión demasiado extensa de las unidades militares. Apareciendo así elgrupúsculoo elnudo, como unidad táctica independiente eficaz (UTIE). Con ellos se buscarían extender el frente sobre un enemigo más torpe o pasivo, perturbar a su mando y alterar su plan de fuegos. Pero esto no es práctico en el nivel operativo de la guerra.

Las subunidades relacionadas tácticamente necesitan mantener: una faja de avance o, al menos, las menores, una dirección; unos fuegos protegidos y ocultos de apoyo (defensa antitanque y antiaérea y neutralización y cegamiento del enemigo); la cercanía operativa y permanente de unos vehículos logísticos, siquiera para sanidad y reponer municiones; una profundidad del despliegue, con una cierta reserva; y su protección hacia los flancos expuestos y retaguardia. Todo ello supone una mínimaentidad táctica cohesionada y mandada, para mantener su seguridad y resistencia a las sorpresas, su eficacia combativa, su despliegue y su capacidad de movimiento táctico.

Y que tiene que compartir con otras iguales, una parte del cumplimiento del objetivo de su mando superior. Y tener una misión de combate dirigida sobre el enemigo, como parte del centro de gravedad de los esfuerzos de lamayor unidadde aquél. Para evitar que esas unidades tipo grupúsculo o nudo vaguen por el campo operativo sin un propósito claro, sinérgico, eficaz y trascendente operativamente.

Todo ello resta capacidad y posibilidades de empleo a las redes y a los racimos de múltiplesmicro unidades independienteso UTIEs, dentro del espectro de lassituaciones de eficaciaque plantean y ofrecen.

Veamos un ejemplo de empleo eficaz de las unidades convencionales modernas. Frente a una posición de infantería más o menos preparada, con medios antitanques adelantados, una típica zona defensiva, podemos emplear en la ruptura o en su destrucción, si no es franqueable, a la infantería desmontada, seguida por saltos cubiertos por tanques para la protección y el apoyo de fuego directo de ella. El antitanque defensor buscará un blanco puntual, relativamente grande y protegido, preferiblemente desde posiciones cubiertas o, al menos, bien camufladas y enfiladas, y actuará por baterías, con las piezas dispersas para que un mismo fuego pesado nos los incapacite. Las armas pesadas de infantería (ametralladoras en trípodes) neutralizan,barriendo y buscando, una zona más o menos estrecha del frente, ocupada por un blanco disperso, pequeño y blando, un pelotón de tiradores.

Los tanques atacantes batirán con proyectiles H.E. y H.E.S.H. las posiciones pesadas de infantería y las escuadras de su infantería atacarán con sus ametralladoras ligeras a los servidores de las piezas antitanques, estorbándoles adquirir un blanco puntual con tiro filante. Toda esta labor de destrucción y neutralización se va extendiendo, una vez lograda la irrupción, como los movimientos de una oruga, en la profundidad de la zona táctica del sector de ataque de la unidad interarmas. Otras partes de la posición enemiga que pudiesen colaborar en el rechazo son cegadas por el humo y neutralizadas por el fuego indirecto.

Además, los observadores de artillería y de aviación adelantados irán definiendo a estas armas de apoyo los nuevos objetivos que el propio ataque vaya descubriendo en la profundidad y en los flancos (exploración de combate) en el sector de avance. El criterio del centro de gravedad del fuego de apoyo será el de, al menos, neutralizar todos los objetivos que se opongan al avance hacia la posición enemiga, a la irrupción y a la lucha en el interior de la posición de defensa en el sector asignado, facilitando así el fuego directo y el choque de los atacantes terrestres. Y ello, mediante golpes concentrados y puntuales de su fuego.

Con ello, la acción efectiva en el medio dado, característica esencial de lasinterfases de acción, se optimiza al nivel de los grupos de acción tácticos o sistemas interarmas, cuya complementariedad hemos resaltado. En terrenos de tipo quebrado, muy ondulado, boscoso o urbanizado (viviendas y fábricas), no necesariamente montañosos, de escaso dominio por la vista y con abundantes alturas ocultantes relativas”, las interfases de acción reducen su sector.

El elemento de acción eficaz sigue siendo el sistema interarmas dimensionado adecuadamente. La acción se realiza por compañías, secciones o pelotones reforzados interarmas, con el apoyo de fuego pesado, incluso proporcionado por el batallón (morteros). Salvo en los trozos más llanos y de escasas obstrucciones a la vista, la transitabilidad, que limita físicamente lasinterfases de acciónposibles, impide la lucha empleando medios concentrados más allá de la compañía. El papel del batallón será entonces el de reforzar los esfuerzos y canalizar los apoyos.

En estos casos son críticas en la acción las vías terrestres de comunicación existentes, sobre todo las más o menos perpendiculares al frente. El bloqueo de dichas vías afecta enormemente al tempo, a la velocidad total de la operación, por la dificultad del terreno más o menos pendiente u obstruido que las rodea (bosques, quebradas, construcciones, vados con terrenos lábiles o no reforzados). El avance se ralentiza o se tiene que dispersar por las rutas disponibles paralelamente a las afectadas, obligando a entrar en otros terrenos difíciles limítrofes.

El plan de contingencias de las unidades debe contemplar esencialmente el superar cuatro tipos de situaciones no previstas, que se interponen en el cumplimiento de la misión y que pueden llegar a comprometerla.

Éstas serían:

a) Posible acción directa del enemigo, en uso de la iniciativa o pretendiendo recupe-rarla. Podría ser un bombardeo de interdicción, un contrataque. La solución es neutralizar tácticamente su acción, sin comprometer la misión.

b) Posible encuentro con el enemigo. Se trataría de patrullas y centinelas, de avan-zadas de combate y destacamentos avanzados y patrullas de exploración. Es necesario someterlos o rechazarlos y cambiar rápidamente de posiciones e incluso de dirección temporalmente, para no comprometer la misión.

c) Posible obstáculo imprevisto. Serían una zanja, una pendiente de suelo más difícil, la voladura de un puente, una riada, una tormenta, que afecten la transitabilidad del terreno. Se trataría de superarlo lo más rápidamente posible, manteniendo la seguridad y aún extendiendo la exploración.

d) Posible acción defensiva/pasiva del enemigo. Son los casos de entrar en una emboscada, en un campo de minas, en una cortadura reforzada defendida por el fuego, en los fuegos de rechazo de una posición de defensa, en un obstáculo antitanque. Se debe superar lo más pronto posible, como el obstáculo natural, evitando además ser canalizado por el enemigo en una dirección deseada por él, como alternativa, favorable a un contraataque o a una zona batida por la artillería o con fuegos convergentes.

En líneas generales, dentro del plan del jefe, debe estar previsto siempre:

1) El superar o repeler al enemigo y/o al obstáculo, que estorben y que se presentarán sin poder ser previstos, evitando facilitar información propia al enemigo.

2) Medios perdidos o destacados para superar, neutralizar o repeler son medios privados al cumplimiento de la misión. El enemigo sobreviviente puede facilitar información comprometedora, que tardará un plazo en ser inteligencia eficaz.

3) Es necesario continuar la ejecución de la misión, con los medios necesarios para cumplirla. Es un factor multiplicador de la eficacia, tras el revuelo y las pérdidas del incidente, el mantener un alto “momento” de ejecución: el producto de la capacidad de combate por su velocidad media de movimiento en un período, con una dirección y un sentido dados.

El ejemplo de la preparación y la actuación del 3er. Ejército norteamericano del general Patton contraatacando la penetración alemana en las Ardenas, es significativo de las dificultades (su “incidente” fue un cambio súbito de misión y de dirección y sentido de actuación) y de las posibilidades de ese “momento” de ejecución.

Todo esto no se improvisa. Resulta en la práctica solamente como fruto del entrenamiento frecuente y del trabajo de organización y de coordinación del EE. MM. y de todos los mandos. Recordemos los dichos, “se actúa como se entrena” y “el hombre es un animal de costumbres”.

En la práctica el grado de eficacia general conseguida, estará condicionado por la idiosincrasia de la nación, el carácter más o menos gregario o independiente de sus gentes, su doctrina y tradición militares, los presupuestos de defensa, lamoral nacional, que alimenta y sostiene su “voluntad de defensa”, la situación política nacional e internacional, la integración de instituciones y organismos nacionales en el ámbito regional o internacional, etc.

EL INICIO DE LA GUERRA CIVIL EN SIRIA II.

(continuación)

De los “Hermanos Musulmanes” como “organización” política moderna hay profusión de información vigente disponible, que es continuamente actualizada. Pero los Hermanos Musulmanes (HM) son diferentes a una “asociación política”, a nuestro uso y entendimiento occidentales. Su función es eminentemente social en un amplio y profundo sentido. Como lo es el Islam como religión. Que está basado en cinco pilares, representados por una “mano abierta”. A los que se añade la yihad, como esfuerzo colectivo de sangre en el sendero de Al-lah, en la defensa y extensión de las tierras de dar-el-Islam. El Islam se expresa por acciones sacralizadas (ritos), necesarias para que se imbuya y florezca en el alma personal y colectiva de los creyentes. Y estas “acciones y actuaciones rituales”, desde el Salat (sus rezos diarios, que reunen a todo el grupo presente), pasando por el Roza o ayuno en el mes de Ramadán y el Hajj o peregrinación multitudinaria a la Meca, al Zakat o caridad (expresado como limosna canónica para la Umma, administrada por los ulemas, imanes o sheiks), son colectivas y altamente integradoras de la comunidad local o regional musulmana. Los HM son como una “cofradía” legal, con las debidas distancias, del Islam. Y con el Zakat mantienen servicios de atención social de todas clases (escuelas y madrasas, dispensarios, hospitales, ayudas a personas y familias). Éstos amachambran a la comunidad en una “unidad de acción general” eficaz y resistente. Que es de muy difícil repetición o réplica por los laicos, los ateos y otros enemigos potenciales.

El 4 de febrero de 1982, tras un tiempo de oposición pacífica activa, los HM sunníes sirios, intentaron una sublevación armada en la ciudad de Hama contra Hafez al-Assad. Su hermano Rifaat al-Assad dirigió la represión militar. Rodeados, aislados, sin armamento pesado, ni suministros, los HM alzados fueron aplastados para el 28 de febrero. Se calcula en más de 20 mil los muertos rebeldes ocurridos en los combates y en la persecución y limpieza posteriores. Los valores consultados oscilan entre 10 mil y 40 mil, lo cual indica que no están verificados, ni son fiables, por proceder de fuentes antagonistas o de autores veleidosos.

Era la época en que estas asonadas no constituían parte de una acción social extensa, profunda y decidida. Sino más bien un “foco militar” activo. Que buscaba atraer, tras sus primeros éxitos armados, a amplios sectores de la población sunní siria. Entonces, se trataba de sediciosos sin fondo popular suficiente. Ni siquiera se sublevaron todos los HM. Y que, por tanto, podían y debían ser sometidos o barridos por las autoridades establecidas, como rebeldes irredentos vitandos.

El gobierno dinástico de los Assad y su aparamenta política han dejado de formar hace mucho tiempo un régimen socialista y nacional. Ya que no representan, ni defienden, ni integran los intereses particulares y colectivos de su nación. Ahora sólo abanderan y protegen a los miembros de la amplia oligarquía socio religiosa, que acapara y distribuye en distintos grados el poder institucional, social y económico de Siria. El régimen sirio está cristalizado, sin fluidez, tanto social, como ideológica y administrativamente. Y se está convirtiendo en la cáscara de un “fruto socio político”, agostado, estéril y vacío.

Un Panorama de Estrategia nacional y militar de la Guerra civil en Siria.

Estratégicamente y a medio plazo, el régimen de los Assad y su osamenta institucional del partido laico Baaz y sus paniaguados de la Guardia Republicana y de la Fuerza Aérea, los jefes y muchos oficiales del Ejército y de los altos cargos de la Administración, está acabado.

Son demasiados sus desmanes, las fracturas sociales y el tiempo de molturación aplicado y causados a su pueblo heterogéneo, como para que el proceso revolucionario incoado (de abrupto cambio de régimen y de estructuras políticas) tenga una marcha atrás asumible y permanente en Siria.

Operativamente y a medio plazo también, el Ejercito sirio respaldado, “vigilado y animado” por la Guardia Republicana y la Seguridad Militar, tienen una amplia capacidad de movimiento operativo, una consistente red logística de almacenes, depósitos, transporte de larga distancia y de reparto y un sistema informático que permite el control y la dirección de la misma, un flujo seguro de reposición de armamentos y equipos y una capacidad de combate sencillamente apabullante, contra sus enemigos armados semirregulares e irregulares.

En este nivel de actividad, es de destacar la ausencia de la Fuerza Aérea siria, en los combates, hostigamientos y escaramuzas que se producen. Es un arma técnica, minoritaria y leal a los al-Assad, de donde procedía papá Hafez. Que actuaría como apoyo aéreo, interdicción de los movimientos rebeldes y bombardeo de sus lábiles y poco definidas retaguardias de apoyo y bases de todo tipo. No tiene aparatos específicos de contrainsurgencia, que permiten, volando a menos velocidad, fijar el blanco y concentrar en él el fuego, minimizando su acción sobre no beligerantes, como la familia Bronco y sus derivados e incluso el viejo Mig-17. Entonces, su empleo en una sublevación contra rebeldes pobremente armados y con frentes difusos y entreverados con poblaciones y barrios de ciudades, podría dar lugar, aunque más remotamente que en el caso libio, a la decisión de una intervención militar extranjera de implicaciones variables contra el régimen. La intervención, en este caso, con el espinoso y difícil planteamiento político y geoestratégico que implican: la renuencia a ella de China y de Rusia; la cercanía fronteriza de El Líbano e Irán, los aliados naturales e incómodos del régimen alauí (chií) y la considerable mayor población de Siria, en comparación con Libia, se ve frenada por la falta de dirección y de coraje moral y de definición ideológica y política de las llamadas “potencias” occidentales. La artillería, que es menos visible y espectacular para el público presente y ausente, sí es empleada libremente por el Ejército sirio, incluyendo las bocas pesadas orgánicas de la infantería. Es de destacar que en la guerra del Frente del Este, la artillería de campaña, pesada y reactiva causó hasta un 45% de las bajas totales de ambos bandos, frente a un 5% atribuido a la artillería de asalto y a otro 5%, de la aviación. Y un 35% de aquéllas se atribuyeron a las armas pesadas orgánicas de las dos infanterías. Y esto, a pesar de que otras tareas de la artillería también eran el desorganizar los movimientos enemigos, destruir equipos y fortificaciones y el hostigamiento.

Tácticamente, el régimen sirio apoyado por el ENS está en condiciones de derrotar indefinida pero no perennemente a todos sus opositores armados. Cualquier fuerza rebelde que se le enfrente directamente o que intente defender sus posiciones en una defensa rígida sin cesión de espacio será aniquilada. La única oportunidad que tienen los opositores en armas es precisamente no dejarse empeñar por el Ejército en un combate perdido por adelantado. Sus técnicas y tácticas deben ser la movilidad continua y previsora; la dispersión y la infiltración, de momento, en la lucha urbana; las acciones pequeñas, dispersas y más o menos simultáneas o secuenciales en un área; la huida escalonada; la lucha con objetivos muy limitados y en condiciones ventajosas temporales; el abandono sistemático de posiciones, obligando al enemigo a desplegarse y prepararse. Ellas pueden ganarle a las fuerzas rebeldes armadas el tiempo necesario para sobrevivir. Y llegar a vislumbrar el triunfo ante el brutal desgaste político y social, nacional e internacional, que sufrirá el régimen de Bachar al-Assad, en proporción exponencial al tiempo de represión que ejerza.

LA RETIRADA DE LOS EEUU DE IRAK II.

(continuación)

O Una Estratégica Marcha Retrógrada hacia la Victoria final.

Uno de los problemas estratégicos estadounidenses es su repugnancia civil y militar a pagar el “precio de sangre” necesario para actuar militarmente, con contundencia, decisión y eficacia en los niveles de sección, pelotón, equipo o team y hombre, en una guerra irregular. Precio de sangre que es inevitable en cualquier guerra. Y que es menor de lo que la “percepción sesgada por el temor” vaticina y amenaza. Porque tratándose de una “guerra de guerrillas” (le llaman ahora pomposamente de “cuarta generación” o asimétrica), contra rebeldes armados, el “precio de sangre” nunca será tan alto como en una guerra de tercera generación, contra un ejército moderno, tecnificado y mecanizado, que maneje bien la estrategia operativa. Un corolario de esa repugnancia es su aversión al riesgo militar. Lo que deja en manos de las unidades de élite, en operaciones de “muerde y huye” sobre objetivos concretos y puntuales y en acciones de destrucción o de captura y extracción de rehenes, las acciones de contra insurgencia militares. Y es lo que explica el uso extensivo y frecuente, para la exploración, el seguimiento de objetivos y la acción violenta sobre éstos, de los “drones” o aviones no tripulados, cada vez más mortíferos, protegidos, capaces y de mayor alcance útil. Lo que le viene de perlas a su conglomerado industrial militar nacional. Drones, como el RQ-70 Sentinel, de la Lockheed Martin, que se les caen cuando falla su electrónica o cuando ésta es atacada con contramedidas y pulsiones electromagnéticas (contra estas últimas, ni el flamante Eurofighter está preparado) o interferencias inesperadas.

Tampoco los estadounidenses tuvieron un compromiso permanente e indefinido, el marchamo del buen aliado, con el régimen político iraquí. Que es conglomerado de intereses religiosos, tribales y personales, aglutinado por el poder que hoy detentan y se reparten. Tampoco se puede “impregnar” en su totalidad y sin más, una democracia inorgánica occidental en un país musulmán con una estructura social antigua y firme. Sin principios y formas liberales en su idiosincrasia (esto no se adquiere con unas inyecciones de “liberalismo forte”), los dirigentes y jefes populares utilizarán los nuevos mecanismos de poder que se les ofrezcan para aumentar su influencia y beneficio, en una sociedad supuestamente moderna y libre. Aquí, el principio de fondo es que una democracia islámica, basada en la Umma, el Corán, la sunna del Profeta y la Sharia, no es igual a una democracia liberal. Un corolario importante de esto es la falta de cercanía y de compromiso de los EEUU con el pueblo iraquí. Que percibe a losextranjeros infieles armadosen su territorio, como algo temporal, relativo, ajeno, dañino y superpuesto a sus intereses y necesidades cotidianas, familiares, tribales, culturales y religiosas, por este orden.

¿Por qué no han intentado interpretar y encausar unademocracia islámica, basada en elIslam popular, las distintas etnias y la cultura enraizada en los clanes y las tribus regionales? Porque quieren resultados a corto. Y el ritmo atemporal y firme de la vida de las tribus, los desconcierta y enerva. Les falta el celo por la labor anónima, firme y prolongada. De servicio a los demás, esos que siempre distinguen entre el mercenario advenedizo y el amigo. Tareas abnegadas, tanto militares como socio económicas, que sólo pueden ser promovidas y animadas por el que posee una sanamoral nacional. Capaz ésta de desarrollar, desde su fortaleza interior, aquéllaamistad cívicade la que hablaba Aristóteles en su Ética. Al menos, con sus adelantos, dineros y medios académicos, podían haber estudiado y señalado uncamino sociológicoa seguir por el pueblo. Y, aunque no hubiesen llegado a recoger fruto alguno, se hubiesen podido marchar con dignidad y el respeto ajeno, dejando una impronta de amigo confiable. Han hurgado en las heridas sociales, han lastimado más y han curado poco. Por fin, se van, dejando a los iraquíes frente a un destino difícil, que ellos han ayudado a pergeñar.

Los objetivos de la estrategia nacional estadounidenses son ahora más políticos que militares en el Asia Central islámica. “Esta ha sido una década difícil para nuestro país. …(ahora) podemos alegrarnos de saber que la presión de las guerras está cediendo”, decía Obama. Se admite que los estadounidenses no son capaces de “dejar un Afganistán o un Irak perfecto”. Tampoco la democracia occidental es perfecta. Pero es comparativamente el menos injusto de los sistemas políticos conocidos. Y, debidamente regulado por el juego de los poderes públicos y la probidad de sus agentes, fue el que permitió el advenimiento de las clases medias, numerosas, educadas, laboriosas y progresistas. Que son el “humus primigenio” de las sociedades adelantadas modernas, que desarrollan y utilizan todos sus recursos y materiales en la seguridad, la prosperidad y el desarrollo humanos.

Un problema no menor de la gran estrategia de los estadounidenses es que carecen de un “liderazgo socio militar proyectado”, de una figura dirigente que les ofrezca iniciativa, esfuerzo, sudor y lágrimas para defender por unos años decisivos, una causa que sea aceptada por la mayoría del pueblo estadounidense. Se actuó en Irak para derrocar al régimen tiránico de Saddam y para traer una verdadera democracia inorgánica al país. Esto último no está conseguido, ni garantizado. Y la doctrina Bush estableció, quizás sin ser explicada ni aceptada, que esas “asymmetrical wars” (irregulares y con bajo nivel de equipamiento militar) se sostenían y eran necesarias, para alejar de los territorios estadounidense y de sus aliados, las amenazas del terrorismo foráneo fundamentalista de cualquier origen, religión o ideología.

Los Resultados y los Designios para Irak.

Con unos deficits fiscal y exterior desbocados, es necesario para los EEUU ahorrar en recursos militares, para dedicarlos “a construir una nación aquí, en casa”. Así, bajan cualitativamente el listón del terror exterior, poniendo a la Red (al-Qaida) como único enemigo violento no nacional. La “red” terrorista islamista internacionalista, sin territorio propio, con sus jefes operativos conocidos, huidos y no deseados como huéspedes en ningún país normal, es un objetivo más asequible, adaptable y manejable para sus fuerzas y medios de incursión rápida puntual.

La mayoría chií de Irak basculará ahora sus intereses socio religiosos hacia su correligionario el Irán teocrático, heredero de la “revolución permanente” jomeini. Un Irán que, aunque su estructura de poder esté anquilosada y aún fracturada entre aperturistas y tradicionalistas, se cohesiona internamente siempre ante las amenazas de intervención exteriores. Irán a podido esperar la caída del fruto maduro iraquí en sus manos. Irán es ahora el ganador de toda la aventura estadounidense, que conmocionó y dio la vuelta a toda la región geostratégica del Oriente Próximo y Medio. E Irán ha asistido a todo el doloroso proceso sin apenas desgaste físico o moral. Y, con sus 74 millones de habitantes, es un referente a respetar en el Oriente Medio musulmán.. Irak e Irán tienen al oeste a su vecina Siria, cuya estructura gubernamental de poder, singularmente las élites político militares (papá Hafez al-Assad era general y jefe de la aviación, un arma técnica) proceden de la rama alauita de los chiíies. Pero ninguna de las dos naciones va a apostar por el oftalmólogo Bashar al-Assad, porque no tiene futuro creíble y su capital social está dilapidado ya.

En la lucha por el control de los movimientos rebeldes nacionales de la Primavera Árabe, los chiíes han conseguido ya una alianza implícita de sus países, a la que se uniría El Líbano de Hezbolá, patrocinado por Irán y la Siria alauita. Los sunníes del resto de los países árabes aún tienen que hacer muchos esfuerzos, para lograr una unificación de los intereses políticos globales. Por más que la Arabia Saudí los apoye y aliente en algunos casos.

Queda un problema social fundamental por resolver en Irak. Conseguir que los sunníes no se sientan ahora nuevamente desplazados y perjudicados. Y empujados o tentados, según la intensidad de esos sentimientos, ha reanudar su rebelión armada. Y esto puede ocurrir por la falta de las generosas pagas estadounidenses y por la conculcación de sus derechos. Cosa ésta que, el régimen mayoritario chií puede, con mezquindad y estrechez de miras, llevar a cabo. Un fomento de la rebelión que también están intentado los grupos más radicales y al-Qaida. Aplicándose en la cadena intermitente de atentados en el país contra personas e intereses gubernamentales y tribus chíies. Esto llevaría a una fractura grave del país. Que está muy alejada de las amplias y prometedoras posibilidades de una cierta unidad nacional, que brindaría el establecimiento de un país federado, integrado por las tres grandes etnias o sociedades religiosas. Y tomando como primer ejemplo, la estructura administrativa creada por los kurdos al norte del país durante estos últimos años.

LA RETIRADA DE LOS EEUU DE IRAK

o

Una estratégica Marcha retrógrada hacia la Victoria final

El jueves 15 de diciembre de 2011 tuvo lugar en Bagdad la ceremonia de arriada y recogida de una bandera de los EEUU (símbolo de la Nación, una e indivisible, en el respeto a la Ley y a los derechos de todos los ciudadanos). Con ello se cerraban los fastos de la marcha oficial de las fuerzas militares de ese país en Irak. Tras cerca de 9 años de presencia allí, que costaron la muerte de más de 4800 militares aliados (casi 4500 estadounidenses), los EEUU dejan un Irak algo mejor de como lo encontraron. Pero también puede decirse que no dejan ninguna impronta, marchamo o huella permanentes en ese país. Que marcase o modelase la identidad sociocultural de Irak y que justificase tanta sangre (añadir unos 120 mil iraquíes muertos) y tanto tiempo y esfuerzo económico empeñado (estimado en más de un billón -un millar de millardos- de dólares).

Antecedentes sociales y militares de la guerra asimétrica de Irak.

Durante casi 400 años de dominio turco, el hoy Irak constituyó una de las regiones más atrasadas del Imperio. Estaba formado por tres provincias otomanas, centradas en torno a los centros administrativos y comerciales de Mosúl, Bagdad y Basora. Por el tratado de Sykes-Picot de 1916, ratificado por Churchill en El Cairo en 1922, se concedía a Francia la posesión de El Líbano y Siria, mientras que los británicos obtenían el control sobre Palestina e Irak. Ya en 1919, Arnold Wilson, el administrador civil británico en Bagdad, declaraba quela unión de las citadas ex-provincias turcas para formar una nación, era una receta para el desastre, porque implicaba que se obligaría a tres grupos étnico-religiosos muy distintos a trabajar juntos, siendo bien sabido que se odiaban mutuamente.

Las tensiones semipermanentes entre las tres comunidades se refrenaban y controlaban cuando en Bagdad existía un gobierno central fuerte y respetado. Esto equivale atemibleen lenguaje iraquí. A ello ayudaba la compartimentación geográfica, al estar principalmente localizados, los kurdos en el norte, los sunnitas en el centro del país, con poblaciones en el centro sur, y los chiíes en el centro sur y el sur, con barrios en Bagdad. La falta de una infraestructura viaria y la ausencia de grandes intereses comerciales, consecuencia del subdesarrollo económico, que impulsasen los trasvases de la población rural, colaboraba a mantener firmes los límites demográficos de las distintas tribus en los espacios antes citados.

Quizás a alguno le parezca excesivo pormenorizar ahora en las entrañas del régimen de Saddam. Pero tan pronto como el martes 20 de diciembre, cuando el polvo de la columna estadounidense en retirada a Kuwait aún no había terminado de posarse, ya las estructuras de poder de Irak se conmocionaban. En efecto, algunos de los conmilitones del primer ministro chií Nuri al-Maliki le acusaban ya depretender instaurar una dictadura en el mejor estilo de Sadam Hussein al-Tikriti. Y la violencia sectaria ha vuelto a salpimentar las ciudades de Irak, con una población no debidamente embridada o motivada por el gobierno central chií.

Saddam cumplió un papel integrador de la Gran Mesopotamia, el Irak moderno, durante casi 24 años, hasta abril de 2003. La lealtad de todos los árabes iraquíes estuvo de su lado durante la guerra con Irán de 1980 a 1988. Pero, a la usanza de casi todos los gobiernos islámicos, Saddam gobernaba como un déspota ilustrado moderno, reprimiendo y neutralizando o eliminando cualquier oposición interna, real o posible. Para pervivir y perdurar había que ser leal. Y esto se acreditaba continua y ampulosamente en los gestos, textos e iconografía empleados en el trato oficial y oficioso. El verdadero valor y sentido de las lealtades y los intereses, siempre relativos y aún oportunistas, de los iraquíes, reside en un complicado entramado de tribus y de clanes regionales y aún locales. Esta estructura social vetusta se aglutinaba y reforzaba en el régimen de Saddam con el clientelismo, la corrupción y el compromiso familiar o del clan, enhebrados por la superestructura socio política del laico y anticomunista partido Baaz.

El gran error político estratégico de Saddam fue intentar resarcirse por su papel auto asumido degendarme sunní del Golfo Pérsico(conteniendo las ansias proselitistas radicales y expansivas del clero chií iraní), incorporando Kuwait a Irak por la fuerza en agosto de 1990. Se le puso en su lugar en la guerra de 1991, ya no se volvió a confiar internacionalmente en él y quedó proscrito. Por último, en abril de 2003 se le derrocó en una segunda guerra, para eliminar las armas de destrucción masiva que presumiblemente tenía. Aunque nadie habló de la capacidad real que podría tener para emplearlas: un arma de ese tipo necesita un vector protegido y de alcance suficiente para llegar a dañar a su objetivo. El no encontrarlas significó un fracaso más de los correspondientes servicios de inteligencia militares y para militares. Como lo es el que no hayan detectado la muerte del camarada Gran Líder Kim Jong-il, ya el sábado 18 de diciembre. Sin duda, un ejemplo palmario del “hombre nuevo” de la izquierdona más retrograda, sectaria, dinástica y antigualla internacional.

En aras de esto se sacrificó su capacidad para mantener unido, sin revueltas y funcionando a Irak. Pero hasta 2007 no encontraron los iraquíes y los estadounidenses una fórmula sustitutiva razonablemente eficaz. Ya que el problema creado con la falta de autoridad en Irak, se enconó y magnificó en una larga y dolorosa guerra de guerrillas multipolarizada, con el aumento del tiempo de ocupación foránea ineficaz.

El desarrollo de la ocupación estadounidense y aliada en Irak.

La guerra de 2003, iniciada el 20 de marzo, fue corta, precisa y muy asimétrica. Era un ejército de masas, fuertemente centralizado, aunque estuviera dotado de material y equipo modernos, el que se enfrentaba a un ejército de tercera generación, altamente tecnificado. Si al menos las divisiones iraquíes de los primeros escalones hubiesen tenido suficiente libertad de acción e iniciativa, habrían puesto en algunos aprietos tácticos a las divisiones estadounidenses de ciertos cuerpos de ejército, en su avance con los flancos expuestos y en columnas laxas. Tras la guerra, ganada el 15 de abril, los EEUU, con más de 250 mil tropas sobre el terreno, no saben qué hacer. Y se convierten bastante bruscamente de “liberadores” en fuerzas infieles de ocupación. Y es en estos primeros 4 años de ocupación, cuando se producen la mayor parte de las bajas de civiles y de combatientes irregulares iraquíes y de los aliados en esta guerra.

Los insurrectos iraquíes llegaron a constituir para primeros de 2007 una miscelánea extraña y no miscible. Que sólo permitía las colaboraciones espasmódicas, principalmente logísticas, entre ellos. Las facciones o grupos presentes eran: a) Grupos de al-Qaida con carácter cuasi autónomo, coordinados entonces por Abu Ayyub al-Masri. b) Baazistas (el partido tenía milicias que Saddam activó militarmente poco antes del ataque) y antiguos miembros leales de su ejército y administración. c) La red de resistencia nacional sunní, llamada “ahl al-thiga”, de la que se conocía muy poco, integrada principalmente por ex-miembros de la administración y del ejército anteriores y contrarios al ex-presidente. Que fueron despedidos con sabiduría excesiva por el estadounidense tecnócrata, metido a político, el cuestionable Paul Bremer. Sin mediar para ello ningún cargo o proceso penal contra los depurados tan abruptamente. A la que se unieron después patriotas y religiosos iraquíes y jóvenes desempleados, todos irritados ante la prolongación de la ocupación y el buen hacer de las fuerzas de la coalición. d) Las milicias socio religiosas locales y regionales de sunníes y chiíes. Una de las más renombradas era el Ejército del Mahdi, con menos de ocho mil hombres armados de muy variada y pobre formación militar, del clérigo chií Muqtad al-Sadr. e) Voluntarios islámicos de varios países, que formaron la principal cantera de los terroristas suicidas voluntarios, generalmente sunníes. f) Grupos locales de jefes de clanes y señores de la guerra, haciendo valer sus derechos político económicos. Por ejemplo, en la primavera del 2004, el gobernador iraquí de al-Qadisiya, más extensa que Extremadura y con unos 800 mil habitantes, donde estaban nuestras bases de Diwaniya, su capital, desertó y formó una banda de unos 40 seguidores, para hacer valer sus derechos. g) Miembros activos de las agencias de inteligencia de, al menos, Siria e Irán. h) También se detectaron bandas de criminales comunes.

A primeros de 2007, el general de 4 estrellas David Petraeus, con su cambio de estrategia político militar, comienza a pacificar el país. Se acerca a los insurrectos sunníes, mencionados en los apartados B, C y D y a sus tribus. Éstas eran ignoradas hasta entonces, por constituirreliquias sociales superadas por la democracia inorgánica, que no las necesitaba. Y los incorpora, en un gran esfuerzo social, a la vida del país. Las bandas de insurrectos son convertidas enmilicias de auto defensatribales regionales, patrocinadas por los EEUU, saltándose la cadena de mando política y militar iraquí. Su misión será principalmente controlar y sofocar en sus áreas demográficas, las acciones de los insurrectos citados en A y E, es decir, al-Qaida y sus recidivas terroristas. Y los sunníes, que habían rehuido siempre su participación en la política nacional, son convencidos de las ventajas de también hacerlo. Es el famosoDespertar Sunní. Y desde 2008, los muertos militares y civiles de la guerra irregular caen en picado y se mantienen controlados durante otros 4 años.

Este giro fundamental le brindó un respiro profundo a Obama. Y le permitiómaquillarsu retirada militar del país ante su opinión pública. La situación social está relativamente tranquila y el poder político queda en manos de un régimen bastante representativo del pueblo. Pero, como dijo el secretario de Defensa Leon Panetta en la ceremonia de retirada en Bagdad,Irak va a ser puesto a prueba (ahora) por el terrorismo y por las dificultades económicas y sociales no resueltas.

El lastre socio político militar de los estadounidenses en la guerra de guerrillas de Irak.

Para ellos, el dinero es una cuestión estratégica secundaria y fácil de dar. Y siempre ha sido así. En la II guerra mundial sufragaron en parte los esfuerzos de guerra de las otras naciones aliadas. En Irak compraron desde 2007 a clanes sunníes, con soldadas y contribuciones a fondo perdido. Para alejarlos de Al-Qaida y de la rebelión promovida por el Partido Baaz y por los funcionarios y militares iraquíes. En Vietnam apuntalaron durante años el régimen del Sur, incapaz de entusiasmar y arrastrar a su pueblo a la defensa firme y comprometida de un régimen libre nacionalista democrático (con todos sus defectos de gestación y parto), sobre el que pesó la incapacidad y la falta de probidad de sus políticos. Pero con dinero se compran voluntades, mientras fluye la liquidez. Pero nunca se adquieren lealtades, ni amistades, ni simpatizantes. Y ahora, el pueblo estadounidense, plagado con la adherente y compleja crisis económica, con la falta de mando político eficaz, con los costes de las guerras contra el terror (se habla de más $1,6 billones gastados hasta ahora en Irak y Afganistán), está cansado de las acciones exteriores y lo refleja continuamente en las encuestas. Como en los viejos tiempos, en otras crisis, un país que es casi un continente, se repliega hacia él mismo.

(CONTINUARÁ)

¿Hay Tiroteos en Afganistán?

Los talibán matan por primera vez a un militar español en combate”. “El chaleco antibalas no salvó al sargento en la guerra afgana”. Eran algunos de los titulares de los periódicos españoles, a su desarrollo de la noticia de la muerte del sargento Joaquín Moya en un tiroteo con el enemigo el lunes 7 de noviembre. Los hechos ocurrieron al noreste de Ludina, en uno de los tramos más peligrosos de la ruta Lithium. Ésta une Qala-i-Naw con Bala Murghab, en la provincia de Badghis, siguiendo un trazado orientado al noreste por el interior de ella. Y cerrando un rectángulo con la vieja Carretera Circular, que une por el sur ambas poblaciones.

¿Qué pasó? ¿Qué está pasando? ¿Cómo reacciona nuestra “retaguardia de apoyo”?¿Apoyamos y apreciamos de verdad a nuestros militares?

Ante la muerte del sargento, también se habló de que la familia ha pedido al presidente Rodríguez Zapatero, que dé «explicaciones» por la muerte del único soldado que matan en un tiroteo en Afganistán. Así, “María Dolores, una cuñada de Joaquín Moya, se ha mostrado enormemente «dolida». Y en declaraciones a ELMUNDO.es de Andalucía ha lamentado que el jefe del Ejecutivo apruebe que soldados españoles acudan a países como éste «a ayudar», porque entiende que los llevan a «que los maten». De ahí que haya exigido que el presidente del Gobierno ofrezca las «explicaciones» que entienda que ha de dar a una familia destrozada”.

Y estos casos variados y cambiantes en características, lugares y tiempos ocurren a diario. A mediados de diciembre pasado, una columna del Ejército Nacional Afgano, reforzada por fuerzas españolas, en marcha por la ruta Lithium, fue atacada por los talibanes cerca del desfiladero de Sang Atesh, al norte de la provincia de Badghis. Unos 40 tiradores talibanes les atacaron hacia 6 de la madrugada, desde posiciones fijas ligeramente reforzadas, en un punto situado a unos 60 Km. de la base española de Qala-i-Nao y a unos 110 de Herat. La sección española reforzada con ingenieros, fuerte en unos 50 hombres, que forma parte del llamado Equipo de Reconstrucción Provincial, tuvo que responder al enemigo con el fuego de sus vehículos ligeros blindados. La escaramuza duró una hora y terminó con la llegada de los helicópteros artillados Mangosta italianos, que hicieron romper el contacto al enemigo. Era cuestión de detener la misión y volver a la base. Y tras la retirada de los helicópteros, un grupo de media docena de insurrectos volvía tirotear a la columna en marcha retrógrada. Todos recordamos también el vídeo colgado de Internet y las fotos publicadas en Interviú, donde una patrulla de caballeros paracaidistas legionarios mandada por un sargento, fuerte en total en una sección, se atrincheraba y era hostigada a distancia por los talibanes, en un sector de esta carretera secundaria.

La propaganda constituye un objetivo estratégico básico de los insurrectos, al que colaboran entusiasmados las agencias y los medios occidentales. Cualquier ataque rebelde con éxito o llamativo es inmediatamente retransmitido al mundo. Esto debilita siempre la voluntad de permanencia de las fuerzas de la ISAF, los EEUU y sus aliados. Sus legiones, llamadas por sus casas, quieren regresar, para gozar del consumo variado y superfluo del mercado global y las vacaciones exóticas. Las madres espartanas, algo impensable hoy en día, les decían a sus hijos cuando salían de campaña, al llegar la estación benigna y abandonar los cuarteles de invierno: “vuelve con el escudo o sobre el escudo”. El escudo era suficientemente extenso y recio como para servir de camilla a un herido o a un muerto. Y cuando huían, el escudo grande y pesado de los hoplitas griegos, capaz de resistir las acometidas tremendas de las sarisas o largas picas de 5 m., armas principales de sus falanges, era un estorbo y lo desechaban.

Aquí tenemos muchas decenas de miles de militares de todas las Armas, incluyendo la Guardia Civil. Pero, salvo con ésta, por su relación de cercanía y función de seguridad pública, parece que la sociedad española no sabe bien qué hacer o qué decir de sus militares. Los cuarteles están a mucha distancia anímica de nuestras casas. A los militares los admiramos por su gallardía, seriedad y disciplina, que solamente nos exhiben en los pocos desfiles que les permitimos. A sus muertos los despedimos rápida y oportunamente en dirección a su sepelio íntimo y la tumba familiar.

Esta disfunción social que rompe el verdadero tejido nacional, forma parte de la ideología decimonónica de la izquierdona más rancia, sectaria y rencorosa que aún se arrastra por la Europa, ya libre de doctrinas totalitarias inhumanas. Su “ideal” sigue siendo el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos (en ruso RKKA, Raboche-Krestiánskaya Krásnaya Ármiya), controlado por los comisarios políticos, no por sus mandos naturales. Esto choca de frente con el principio del mando único y capacitado. Que es el que vertebra y ensambla toda la capacidad e idoneidad de las unidades, desde sus suboficiales a sus jefes y altos mandos. Aunque muy pocos europeos, salvo los del Komintern y de algunos países ocupados, se alistaron voluntariamente en sus filas durante la Gran Guerra de la Patria.

¿Cómo actúa el enemigo?

Las operaciones de combate de las guerrillas y bandas relativamente experimentadas tienen ciertas características distintivas. Una es la planificación detallada y cuidadosa de los combates decididos. En el plan se dan las instrucciones más o menos elaboradas y extensas para el ataque a los objetivos designados. También se suelen designar objetivos alternativos. Su función es permitir la flexibilidad de las subunidades irregulares, para adaptarse y aprovechar los cambios posibles, pero no previstos, en el desarrollo de la situación táctica. Incluso, a veces, se prevén otras operaciones destinadas a explotar y ampliar la ventaja adquirida. La inteligencia, que es la información detectada, elaborada y transmitida, iluminará y facilitará la planificación. En cada operación hacen un esfuerzo especial de exploración, para actualizar y precisar las condiciones tácticas objetivas. Que complemente y verifique el flujo normal de información que reciben de los observadores y los colaboradores “part time” o los civiles afines.

Esta planificación centralizada de los mandos regionales se plasma y concreta en una ejecución descentralizada todo lo posible. Las subunidades a cargo del mando táctico pueden ir desde un “arma automática de pelotón o SAW y su defensa de tiradores”, hasta una “sección reforzada” de éstos. Aquéllas “atacarán” el objetivo convergiendo desde sectores o fajas diferentes, enjambrándose en torno a él. Pero no todo son acciones “violentas”: en lontananza puede moverse un grupo más o menos sospechoso, mientras que un equipo ametrallador completo toma posiciones, enfilando los movimientos amplios y evidentes de la plétora de tropas regulares de patrulla o en “ejercicios” de entrenamiento de afganos o en prácticas propias.

La sorpresa, que es un multiplicador eficaz de la “capacidad de combate” específica de una unidad dada, es empleada continua y sistemáticamente por los combatientes irregulares. Así, ocurre que, “por este valle amplio, ocre y árido nunca nos han atacado”, porque las montañas que lo enmarcan están a 300 o 400 m. en el horizonte. Bueno, pues hoy te van a atacar con ráfagas cortas (2 o3 disparos) de ametralladora con bípode, cuando avances desparramado por aquél, ofreciendo múltiples blancos al enemigo tenaz, curtido y venenoso.

Otra característica típica de las guerras afganas es que los rebeldes irregulares no se empeñan en la defensa de sus posiciones detectadas. Una vez conseguido el hostigamiento del enemigo y extendidos el daño, la mutilación y el estupor sobre los militares, aquéllos se retirarán. No son tan tontos como para esperar impávidos el fuego pesado, preciso y arrasador regular. Ni para presumir de “bravos”, “corajudos” u otras “etiquetas consoladoras”, frente a enemigos con armas de alcance y características superiores y capaces de convertir un blanco de superficie en zona de destrucción. Estos gestos de valor (?) se los dejan para los soldados regulares.

Por último, están el tiempo y su corolario, la oportunidad. Los talibanes manejan muy bien los tiempos tácticos y operativos. Son maestros de la paciencia, la espera, la repetición de los ensayos, simples y sencillos. El tiempo, como variable universal independiente, tiene su complemento y realización práctica en la oportunidad. Sólo cuando las condiciones de una “correlación de fuerzas” muy elemental les son favorables, actúan tácticamente. Incluso se permiten realizar acciones sucesivas o simultáneas en un área dada, para saturarla con sus efectos. Del suicida no hablamos, porque es de un solo uso y casi siempre optimiza bien su tarea prevista.

El tiempo sicológico lo tienen ganado los rebeldes afganos. Los occidentales buscamos que los resultados sean fáciles y rápidos de conseguir. Para aquéllos, el tiempo como condicionante no existe. Viven en el aquí y el ahora, en unos momentos que se concretan en esperar, en andar, en pelear, en comer, en dormir. El tiempo estratégico también lo tienen ganado los afganos irregulares. Porque su enemigo principal y poderoso tiene fecha de caducidad: el 2014. Y el tiempo sicológico les hace más llevadera la espera, como resultante de infinidad de momentos vividos.

En cuanto al combate por el fuego de armas ligeras y medias, los guerrilleros no se acercan demasiado. Son gentes menos entrenadas y equipadas que los militares profesionales. Actúan hostigando al bulto. Sus armas personales más frecuentes, los AK en sus variantes 47 y M no son precisas más allá de los 150-175 m., en tiro filante. El fuego de morteros resulta impreciso y esquivable contra una patrulla montada. Sin embargo, para los civiles y para el tránsito de vehículos y mercancías estas técnicas de ataque son suficientes y eficaces. El arma más temida de los talibanes es el iluminado fanático suicida. Que busca como credencial para el Jardín de las Huríes, el llevarse consigo el mayor número de enemigos muertos y mutilados. El atacante podrá ser un loco religioso, pero no es un tonto. Los suicidas no atacan las posiciones militares preparadas. Dotadas en su perímetro defensivo de complicadas alambradas, fosos, paredes, espacios entre obstáculos, alarmas, deflectores de explosiones, patrullas fijas y móviles. Porque saben que la explosión se disipará en el aire y que no le dejarán acercarse a las garitas o a las torres de vigilancia, porque ya están esperándole. Las armas principales del suicida no son su cinturón o chaleco explosivo, son la sorpresa, la libertad de acción, la iniciativa y su desprecio de la vida por la causa.

El procedimiento para atacar una posición débilmente defendida o sin ánimos de lucha suele ser éste: Bombardean de madrugada con fuego pesado de lanzacohetes fijos, luego se acercan para emplear los morteros. Por fin, el asalto lo realizan varias escuadras independientes que convergen, avanzando y disparando ráfagas de AK y ametralladora RPD o PK y, desde algo más atrás, los lanzagranadas RPG y RL. Sólo disparan sobre blancos comprobados o desde arriba y desde abajo. Con ello evitan todo lo posible los daños del fuego amigo.

La Lucha contra los talibanes y las bandas no ideológicas.

El único modo de defenderse de estas partidas insurrectas es privándoles de la iniciativa, dislocando sus movimientos entre posiciones y hacia objetivos, esquilmando su retaguardia operativa, quitándoles la libertad de acción y demostrando al pueblo quiénes tienen los medios y la determinación para ganar la guerra, apoyando a su gobierno y autoridades. Defenderse no es dejarse reducir o arrinconar en las guarniciones, por la actuación y la extensión de las bandas. Guarniciones que se convierten en enormes y costosos “depósitos protegidos” de materiales y hombres sin utilizar. Esto es dejarse oxidar, desmoralizar y enervar por el enemigo móvil, activo y muy asimétrico.

En estos momentos, en Afganistán se están usando modernos sistemas de combate de infantería, no los mejores y más caros en todos los casos, en misiones de patrullaje rutinario y/o demostrativo, de enlace entre puestos y posiciones y de escolta o apoyo a las columnas de marcha del ejército afgano. Gran parte de las características de estos vehículos, sobran para estos usos. Ya que no son empleados siquiera para la exploración y el reconocimiento de las vías por delante de aquéllas. O como vanguardias de combate, para asegurar pasos y parajes comprometedores. Los VCI son buscados como habitáculos protegidos para escuadra o pelotón, dotados de suelos altos construidos como poliedros convexos, destinados a reflejar las explosiones de los artificios explosivos improvisados, y como plataformas de tiro rápido para rechazar a los irregulares hostiles.

Las sucesivas noticias que vamos recibiendo desde las zonas de operaciones de guerra en Afganistán, procedentes de periodistas insertados en las fuerzas combatientes, de los corresponsales destacados en Kabul y otras poblaciones y las que emiten los ejércitos en presencia, van destilando una serie de características que son comunes a las fuerzas de los distintos ejércitos. Todos van cayendo en la tendencia iniciada por los estadounidenses de tener al enemigo menos cerca, más visto y observado y más batido por el fuego pesado aéreo y artillero.

No se busca con éste, en orden creciente de efectos, perturbar, cegar o neutralizar, sino destruir. Que es el más costoso (bueno para el complejo industrial correspondiente) e improbable de sus efectos (al 100%), lo que exige un gasto incrementado deficiente de recursos. Y no existe siempre su conexión directa con las maniobras ofensivas de las fuerzas terrestres. Que muchas veces no acuden a batir al enemigo quebrado tras el golpe múltiple de fuegos. El fuego pesado se ha convertido en un sustituto económico (el esfuerzo militar se cambia por dólares) e industrial de las maniobras y los ataques de las fuerzas terrestres.

Y la razón de todo esto la saben los talibanes: el horror al riesgo y a asumir bajas.

LA GUERRA DE REDES.

¿Novedad o Redundancia Retórica?

En los últimos lustros están apareciendo diversas teorías sobre la actuación de unidades militares en redes, o formando unracimo, en torno a un objetivo táctico más lento, con menor alerta combativa y/o deficiencias de exploración o inteligencia y con peores sectores de tiro para sus fuegos de rechazo. Un análisis de sus mecanismos y operaciones demuestra que carecen realmente de la originalidad estructural y de la amplia eficacia combativa que plantean y ofrecen.

La operativa de laguerra de redesy losracimosde pequeñas unidades.

Losgrupúsculosque crearían el enjambrado de acciones erosivas sobre el enemigos o lasredesque envuelven, hostigan y/o aíslan el objetivo, no siempre son o tienen que ser talespequeñas unidades cuasi independientes. Un ejemplo de la eficacia de la actuación centrípeta de todo un ejército, maniobrando sobre el enemigo por cuerpos de ejército, en una acción dislocante y constrictora, lo tenemos en la batalla de Ulm.

En septiembre de 1805 Napoleón trasladó suEjército de Inglaterraal Rin, desplegando sus 208.000 hombres entre Maguncia y Estrasburgo y rebautizándolo elGran Ejército. El Grande Armée estaba formado por 145.000 infantes y 38.000 jinetes, integrados en 7 cuerpos de ejército, cada uno a las órdenes de un mariscal francés. Contaba con una gran reserva de caballería a las órdenes del mariscal Príncipe Murat y la Guardia Imperial, directamente bajo Napoleón. A ellos se les añadían 25.000 bávaros aliados. Tomando como era habitual en él la iniciativa, Napoleón decide dar un primer golpe estratégico contra el ejército de 72.000 austríacos que, a las órdenes del general Mack y el archiduque Fernando, hijo del emperador Francisco II, avanzaba hacia Ulm, sin esperar la llegada de la prometida ayuda rusa.

Napoleón va a utilizar contra los austríacos lo que podemos llamar un esfuerzo operativo de centro de gravedad. Formaría, si se quiere, una red. Pero una red inmensa con nudos gordísimos. Cuyofuncionamiento singular, ya se ofrecía y explicaba satisfactoria y provechosamente por la estrategia operativa. Las características del proceso de establecimiento y funcionamiento de aquél son la originalidad, la flexibilidad del despliegue, la consistencia, la no predictibilidad por el enemigo y la eficacia. El centro de gravedad supone la acción centrípeta de todos los medios y sus líneas de actuación, de la actividadramificadade todas las unidades y los servicios, no necesariamente coincidentes, pero convergentes y resultantes en su sinergia, en su eficacia y en su resultado. Mediante las líneas de avance o de acción diferentes y coordinadas, inducimos incertidumbre e inseguridad en el enemigo, dispersamos su capacidad de rechazo y perturbamos su plan de defensa y su conducción sistemática.

En un amplio avance de sus cuerpos de ejército independientes, el Grande Armée cruzó rapidísimamente el centro de Alemania, desde el Rin al Danubio, entre los días 25 de septiembre y 6 de octubre. Con esto se interpuso operativamente entre los austríacos y las fuerzas rusas aliadas, aún lejanas. Los austríacos no entendieron la necesidad de la rapidez de los movimientos, pensando sólo en la batalla, como único instrumento de la decisión. Los franceses iniciaron el cruce del Danubio el día 7 y, durante toda la semana siguiente, Napoleón hizo converger en una enorme espiral constrictora a la mayoría de sus fuerzas sobre Ulm. Mientras, un cuerpo de ejército francés vigilaba la posible llegada del general Kutuzov por el este.

El general Mack realizó en vano varios intentos de ruptura, con los mayores esfuerzos en Haslach y Elchingen. Los dos comandantes austríacos se pelearon y el archiduque Fernando se separó del grueso con sus 6000 jinetes e intentó escapar en dirección noreste. Pero, ya cerca de Trochtelfingen, sus fuerzas fueron rodeadas y vencidas por el cuerpo de caballería de Murat. Otros 12000 austríacos se rindieron en Neustadt. El general Mack y el resto de sus hombres (unos 27000, tras los combates e incidentes citados), con Napoleón en escandalosa mayoría a las puertas de la ciudad de Ulm desde el 14 de octubre, salieron afuera para rendir sus armas a los pies de los montes Michelsberg. El general Mack firmó la capitulación del ejército el día 20. La campaña, sin batallas propiamente dichas, le costó a Austria más de 50000 hombres, casi el 70% de sus tropas iniciales.

La explicación de este paradigmático éxito de Napoleón, sirviéndose de las teorías habituales de la guerra, la explotación de las debilidades humanas (inteligencia emocional) y el sentido correcto del mando, nos parecen más naturales, apropiadas y cimentadas.

Las redes subversivas islamistas. El caso de al-Qaida. Su verdadera operatividadmilitar.

Las características operativas actuales son:

Su brutalidad innecesaria e indiscriminada, que los descalifica ante su religión. Podemos citar un mínimo de 4 aleyas morales importantes que desprecian y desacatan, sin que Alá las hubiese cambiado para ellos. Sura 2, aleya 100Nosotros no abrogamos ningún versículo de este libro, ni haremos borrar uno solo de tu memoria, sin reemplazarlo por otro igual o mejor. La ausencia absoluta de ulemas y muftíes venerables y piadosos a su lado. Estos son los doctores de la Ley islámica coránica y de la Sunna.

Su gran descentralización operativa por la universalidad de la Umma, que trasciende la idea de nación o raza. Esto les impide conseguir objetivos estratégicos. Aunque sus acciones puntuales sean importantes, dolorosas, temibles.

Así, su ámbito es táctico, empleandoacciones de muerde y huye. Que son similares a los de los ejércitos regulares que los combaten. Que, rehuyendo el riesgo personal y la lucha a cortas distancias, utilizanacciones de caza, captura y extracción o muertea cargo de sus fuerzas de élite. Y emplean sus drones, como expresión de su confianza en su apoyo tecnológico. Ésta es la razón militar de la falta de eficacia de los occidentales en Irak o Afganistán. La no imbricación en un objetivo superior a nivel operativo de las diferentes y costosas acciones que libran en esos países. Y que priva de resultados reales a las labores de educación, desarrollo social y civil y pacificación de sus gobiernos y de las fuerzas militares y civiles expatriadas. Ya que aquéllas necesitan de la complementariedad del triunfo militar y del progresivo aislamiento físico y/o social de los radicales, para ser efectivas y permanentes.

Se habla de que el coste acumulado de las intervenciones militares estadounidenses en Irak, Afganistán y Pakistán (la llamada “guerra contra el terror”) fue hasta ahora de 2,2 billones de dólares. Esta sangría a lo largo de una década a los ingresos de la Administración USA, ha contribuido especialmente a engrosar el déficit de su deuda pública. Y a dar razones al ejecutivo Obama para iniciar un extraordinario repliegue político y estratégico para “atender ahora a las cosas de casa” y “limitarnos a la guerra contra al-Qaida”. Sin abandonar a nuestros aliados y amigos, eso sí.

Y su elemento de acción es el terror. Así, su victoria está en los que pueden aterrorizar o, al menos, preocupar mucho y en la movilización pletórica y poco eficaz de los recursos económicos y sociales de las sociedades. Y, ante la mayor vigilancia, capacidad y medios de los países occidentales, no vacilan en actuar contra otros musulmanes en Afganistán, Pakistán, Irak, El Líbano, Egipto, etc.

Su fracaso en incorporarse activa y firmemente a un grupo social amplio, que cobertura e impulso permanente a su movimiento. Los activistas más alienados se suelen ir aislando progresivamente de la sociedad (al menos, emocional e ideológicamente), aunquevivandentro de ella, en aras de sus métodos violentos, a los que sacrifican todo por la eficacia. Siguen un proceso de segregación, purificación (en sus improvisados ritos no ortodoxos ayunan, emplean agua de lugares sagrados y banderolas verdes con inscripciones de las aleyas que les favorecen), consagración y radicalización, hasta llegar a la muerte e incluso al suicidio en sus acciones puntuales.

Su afán de publicidad, al que Occidente colabora insensible, necio y gustoso.

Su objetivo de golpear al gobierno que sea, puesto que el califato radical y agresivo endar el -Islam(tierras musulmanas integradas independientes) no existe hoy en día.

Al-Qaida es un movimiento islamista radical organizado verticalmente y desde abajo a arriba, que se extiende y concreta en sus “franquicias enjambres”. Su estructura, flexible, descentralizada, suelta hace que sus “células” no sepan exactamente cuáles son los jefes superiores. Sólo saben dónde tienen que ir para recibir apoyo o para enviar o recibir información o para comunicarse con otra célula “pareja”. La dirección de este movimiento actúa por excepción, no por presencia o por acción deliberada.. Así, dan orientaciones doctrinales, establecen grandes líneas de actuación militar y proselitista para los distintos territorios y áreas, lanzan amenazas y avisos a los gobiernos enemigos y señalan objetivos puntuales importantes (seudo estratégicos) al nivel del conjunto de la organización, aunque se realicen en un área dada. Esto les permite operar bastante bien, sin la intervención de sus altos mandos. El “martirio” de Ayman al-Zawahiri al-Masri (el egipcio) , antiguo “consejero delegado” de Bin Laden, en un bombardeo con clones o artillero, afectaría poco a su efectividad, a sus niveles actuales de actuación militar irregular.

(CONTINUARÁ)

TEORÍA DE LAS GUERRAS CONTEMPORÁNEAS II.

(continuación)

Las Últimas Proyecciones Operativas frente a las Amenazas más Recientes.

El equilibrio de las armas nucleares entre las dos grandes potencias atómicas hegemónicas (“guías y conductoras” de sus asociados), lo define el nuevo tratado START. Éste ha sido ratificado el 22 de diciembre de 2010 por el Senado estadounidense. Y se espera que la Duma rusa lo ratifique, tras su estudio protocolario, en una única votación a primeros de 2011. Este nuevo acuerdo reemplaza al START de 1991, que expiró el sábado 5 de diciembre de 2009.

El START 2 supone una limitación cualitativa y sustancial del número de ojivas y vectores nucleares estratégicos de los EEUU y Rusia. Lejos están los tiempos en los que el número de artefactos atómicos operativos y almacenados y despiezados alcanzaban los 50000 ingenios entre ambos. Para 2013, cada país desplegará sólo 1550 cabezas nucleares estratégicas y tendrá 800 vectores portadores y multiportadores para ellos: submarinos, cohetes de vuelo libre, cohetes balísticos y aviones. También se establece un nuevo sistema de inspección de los arsenales y medios nucleares.

Varias son las deficiencias o temas no resueltos del tratado. Una es la no limitación a desarrollar los sistemas de defensa contra los vectores. También se mantiene la libertad de almacenamiento de cabezas no operativas y de despliegue de las armas atómicas tácticas. Entre ambos “modelos”, cada potencia firmante puede tener actualmente cerca de 6000 ojivas. Las armas tácticas nucleares, destinadas al campo de batalla, pueden ser un paso intermedio en una confrontación bélica directa entre potencias nucleares. Antes de emplear las salvas nucleares estratégicas contra las retaguardias operativas o profundas enemigas. Los EEUU pretenden que, al menos, los dos últimos temas sean objeto de un posterior acuerdo.

Las limitaciones rigurosas de las armas nucleares no las eliminan. Ningún arma ha sido abolida nunca, una vez adquirida y extendida la tecnología para su fabricación y uso. Es necesario aprender a convivir indefinidamente con ellas. Un control excesivo (muy pocas cabezas y vectores) hace que todas sean dirigidas a atacar los centros de población e industriales enemigos. Esto va paradójicamente en contra de las aspiraciones pacifistas. Cuando el número de sistemas de armas supera un umbral de supervivencia o práctico, permite seguir una estrategia atómica flexible, variable y escalonada. En ella muchos de los vectores son apuntados a destruir los vectores enemigos en las diversas fases de su trayectoria al blanco: en y sobre territorio o plataforma hostil, en vuelo balístico o autónomo hacia el objetivo y sobre el territorio propio, tanto a alta como a muy baja cota. Esto mantiene limitado el número de cabezas destinadas contra poblaciones e industrias. Incluso permite su empleo táctico contra blancos rentables de concentraciones militares enemigas, especialmente antes de alcanzar en fuerza el límite anterior de una posición de defensa.

En las guerras contemporáneas han irrumpido, marcando carácter, las comunicaciones modernas: las inalámbricas u ondas de amplio espectro, las redes viarias y los vehículos diversos a motor. Un desafío especial, que se plantea en todos los conflictos coactivos, no necesariamente armados en todas sus fases, es la llamada guerra cibernética. Concretada en los ataques al “enemigo” a través de la red universal de comunicaciones inalámbricas. Estas agresiones son capaces de penetrar las líneas de seguridad de primer y segundo niveles, las más conocidas o comunes. Y atentar contra las bases de datos y los procesos de los ordenadores normales de empresas, particulares e instituciones. Hasta hace unos pocos años, sólo los estados desarrollados tenían acceso a su tecnología de vanguardia. Y esto enlaza también las guerras de 3ª y 4ª generaciones: el empleo de los ciberataques no está ya en manos de las grandes potencias. Por ejemplo, alocando los ordenadores de las plantas de hostiles o golfos de enriquecimiento del uranio 235. Hoy en día, pequeñas naciones y grupos de aventados rebeldes o de pilluelos vanidosos, con ciertos conocimientos y magros recursos, pueden realizar con éxito ataques cibernéticos a cierto nivel.

En las últimas décadas, las guerras se están manifestando en unos niveles muy asimétricos de medios y esfuerzos enfrentados. Tanto es así que los estadounidenses les llaman guerras de 4ª generación o asymmetric wars. Pero que no son más que las viejas guerras de guerrillas de la Historia. Y, muchas veces también, de liberación nacional. No olvidemos que siempre se ha vilipendiado al enemigo rebelde y respondón. Al que se le juzga por las leyes de sedición armada y ataques contra la seguridad del estado. Napoleón así tenía en consideración a los españoles a partir de mayo de 1808. O las potencias europeas a las naciones nacientes en África y Asia, tras la II guerra mundial, desde Argelia hasta Indonesia, pasando por Angola (que los portugueses decían que era una provincia nacional) y Vietnam.

En estas guerras irregulares faltan muchos de los parámetros de las guerras anteriores. No hay declaración de guerra por parte del poder legislativo del contendiente fuerte o militar. La victoria no se obtiene ocupando el territorio enemigo. Los medios militares pierden una parte de su protagonismo, a favor de los medios sociales, económicos y políticos, necesarios para ganar la voluntad y el fervor de las sociedades en juego. El trato y el cuidado dados por los contendientes a la población civil del territorio infestado de guerrillas es fundamental en el desarrollo y el resultado del conflicto. La duración de estas guerras es mayor que la de las guerras convencionales. El tiempo, necesario para que los rebeldes creen y desarrollen su esfuerzo de guerra total, actúa, en general, en favor del contendiente débil o irregular. Los medios militares no suelen estar adaptados, en principio, al tipo de lucha que se les pide. No existen objetivos claros, ni territorios en litigio, ni líneas o despliegues, ni posiciones fortificadas, si las guerrillas son lo suficientemente hábiles y sentadas, como para no oponer directa e innecesariamente su debilidad crónica a la fortaleza enemiga.

Las Grandes Líneas Operativas de las Fuerzas Contra Guerrilleras.

Hoy en día, en Occidente, en Europa, el protagonismo exterior de las fuerzas armadas convencionales parece concentrarse en ellas, a lo largo del tiempo y en variados teatros. La actuación militar occidental frente a sus amenazas exteriores irregulares globales exigen unas fuerzas de contra insurgencia eficaces, ligeras y móviles y especializadas en tácticas y técnicas no ortodoxas, como parte de las tropas convencionales. Que deben operar siempre en conjunción con las fuerzas nacionales de los países infestados de hostiles y apoyadas con decisión por la economía y la diplomacia propias. Las fuerzas contra guerrilleras no deben esclavizarse a las estrategias y tácticas de los conflictos de segunda y tercera generación o clásicos contemporáneos. Aunque éstos puedan surgir puntualmente en los conflictos armados con los “estados golfos” de cada momento (por ejemplo, Irán, Corea del Norte o Venezuela).

Algunas de las características operativas de este tipo de guerra diferente, pero no nuevo, son:

Evitar siempre una guerra prolongada. Con ella el enemigo se organiza, se extiende y se fortalece, a veces irreversiblemente. Mientras los militares se desorientan, se irritan y se debilitan. La guerra de Afganistán está de lleno en este período prolongado crítico.

Atacar siempre las concentraciones y las bases rebeldes. Éstos son los objetivos duros y convencionales que ofrecen a las fuerzas militares. Defender y mantener siempre las comunicaciones propias y atacar las del enemigo. Aprovechar para ello la movilidad de los vehículos ligeros blindados y las aeronaves, que neutralizan la información de los observadores varios del enemigo.

Mantener las defensas pasivas de la guerra al mínimo posible. Los grandes cuarteles “protectores” y costosos en zonas relativamente tranquilas, sólo sirven para aislarlos militar y socialmente del medio fluido y activo de la lucha irregular. Si faltaran fuerzas propias inicialmente, es necesario concentrarlas temporalmente en menos zonas y fomentar entre la población las fuerzas de auto defensa. Emplear siempre un patrullaje continuo, creativo y enérgico. Tanto para la exploración y el ataque, como para estorbar y aislar a las guerrillas de las poblaciones amigas o neutrales y cortar sus comunicaciones. En ambos casos, es necesario mantener fuerzas móviles, incluso aerotransportadas, para prestarles apoyos. Utilizar las concentraciones de fuerzas militares sólo para atacar las bases guerrilleras o cercar y perseguir sus concentraciones operativas.

Esto mantendrá la iniciativa y la sorpresa, que crean la red regional de pequeñas unidades ligeras de acción, en manos de los militares. Que por formación, entrenamiento, medios y vocación deberían superar claramente a los hostiles en las operaciones militares. El objetivo principal no es mantener una línea o un “sembrado” de cuarteles y fortines por todo un país o región estratégica. Sino destruir la capacidad de combate y de movimiento operativo de los rebeldes armados.

Y sólo los éxitos militares “iniciales” y continuados, sentarán las bases para una pacificación firme, irreversible y progresiva de las distintas regiones del país.

Veamos sucintamente la posible distribución de las bases militares en función de la actividad enemiga. En las zonas más favorables a los rebeldes, los puestos militares deben ser sólidos y resistentes, pocos y con mayor guarnición. En estas áreas deben predominar la exploración de las bandas y las mayores operaciones ofensivas contra ellos, sobre sus bases, concentraciones, refugios y pasos.

En las zonas donde los rebeldes intentan asentarse, progresar y llegar a dominar a los civiles, los puestos serán más numerosos y con menos tropas. Éstas son las zonas más lábiles, de guerra más irregular, de encuentros (la emboscada lo es) más frecuentes. Aquí se decide, primero, el avance y el progreso y, finalmente, el triunfo de uno de los dos contendientes. Las comunicaciones enemigas y los núcleos rebeldes en estas áreas son los objetivos operativos de las fuerzas leales, junto con la defensa de las poblaciones. Apoyándose, en parte, en fuerzas de autodefensa locales, reforzadas por patrullas militares muy móviles, incluso helitransportadas. Asegurada la defensa de un área en estas zonas, es posible exigir lealtad a la población protegida, y comenzar las labores de apoyo económico y de rearme cívico nacionales.

En las áreas más leales o neutrales y pacíficas es necesario ensayar las técnicas y los métodos de acercamiento sincero y efectivo a la población civil. Las fuerzas nativas de autodefensa, apoyadas por patrullas militares móviles, a cargo de una zona manejable, deben soportar aquí el peso de mantener su propia seguridad. En esta zona pueden localizarse las reservas helitransportadas y mecanizadas suficientes. Para ser enviadas en operaciones de apoyo o de ataque a las otras 2 clases de zonas operativas. También las brigadas de apoyo económico y de rearme cívico, pueden tener aquí sus almacenes y barracones centrales.

Cuando los medios militares disponibles son escasos y el enemigo sostiene una guerra total, ¿es posible combatir contra rebeldes armados y motivados?

Veamos un ejemplo histórico de la actuación de fuerzas contrainsurgentes, en condiciones desfavorables para ellas. Las fuerzas antipartisanas alemanas en la URSS intentaron siempre no ser forzadas por los guerrilleros a la pasividad de la guarnición o la escolta. En su manual de “Guerra contra las Bandas” establecían que “la iniciativa debe ser siempre nuestra. Incluso si el comandante solamente tiene una pequeña fuerza a su disposición, no debe mostrar fallos en su resolución. Si es posible, cada acción de las bandas debe ser contestada”.

Los alemanes no sólo estaban obstaculizados en sus operaciones contra guerrilleras por una habitual inferioridad de hombres. Sino, también, por la heterogénea calidad de las que disponían. Sus tropas antipartisanas consistían en una siempre variable combinación de fuerzas de diversos orígenes y calidades: tropas de fronteras y tropas de seguridad y policía alemanas; tropas de seguridad de sus aliados en el frente del Este, especialmente italianos y rumanos; y una mezcla variopinta de fuerzas “rusas” aliadas de seguridad y de autodefensa, a veces, inseguras. El núcleo duro de las unidades eran los alemanes. En los puestos no se solían poner tropas homogéneas. En ellos las calidades se entreveraban, para que la presencia del fuerte animase al más flojo o novato, y le alejase los pensamientos de debilidad o deserción.

Ante la imposibilidad de guarnecer su retaguardia en todo el territorio conquistado a la URSS, al oeste de una línea imaginaria trazada entre Leningrado y Stalingrado, los alemanes tenían que seleccionar muy bien los puntos de guarnición. Éstos pocas veces contaban con más de una sección de fuerzas contraguerrilleras. Además, se consideraba que con 4 o 5 hombres, el puesto podía ser defendido por un tiempo. Mientras, los otros, en 1 o 2 patrullas, salían a perseguir a los partisanos en las aldeas cercanas, a vigilar la vital línea de comunicaciones o a apoyar a otros puestos. Cuando se creaban nuevas unidades o si había un “sobrante” temporal de fuerzas antipartisanas, se formaban patrullas de exploración y combate, algo así como unas fuerzas de reconocimiento en fuerza, para localizar y hostigar a los guerrilleros. Cuando era necesario realizar una acción ofensiva mayor, ante una amenaza guerrillera o la localización de una concentración importante, incluso se traían temporalmente tropas de primera línea (de la zona operativa) para el ataque y destrucción de aquélla, generalmente buscando su cerco y aniquilamiento.

Es cierto que los resultados alemanes fueron limitados. Y también es cierto que el principal objetivo operativo de sus fuerzas antipartisanas se cumplió. Se mantuvieron razonablemente abiertas las líneas de abastecimientos desde Alemania, Polonia y Rumania hasta las retaguardias de las fuerzas alemanas y de sus aliados en el Este. Y el flujo de hombres, armamentos, equipos, repuestos y mercancías que recibieron fue constante, para permitir el gigantesco esfuerzo de guerra contra los casi inagotables recursos de la URSS. Millones de prisioneros soviéticos fueron enviados al Reich y hacia allí retornaron incontables unidades y hombres de la Wehrmatch.

España en Afganistán II.

(CONTINUACIÓN)

El Combate Contrainsurgente en Afganistán.

Las fuerzas contrainsurgentes tienen varias misiones que cumplir simultáneamente. Deben defender sus bases, cuarteles y reductos. Y no simplemente limitarse a las labores de guarnición y espera. Que son de las tareas que más erosionan y carcomen la iniciativa, la disposición combativa y la motivación de las tropas regulares en este tipo de lucha. Deben perseguir sistemática y continuamente a las bandas, especialmente sus bases y unidades mayores o concentraciones de bandas. El fuego aéreo no es más que una parte del plan de fuegos de apoyo de las operaciones de exploración, ataque, hostigamiento y cerco y aniquilación de las fuerzas terrestres regulares y especiales.

Deben defender las instalaciones vitales para el esfuerzo contrainsurgente, especialmente sus comunicaciones terrestres. No es necesario aferrarse a nudos de comunicaciones, puentes, túneles y a los Km. de vías. Sino protegerlos activamente, con iniciativa, creatividad, agilidad y desconsideración hacia el enemigo armado. Deben ganar progresiva y firmemente el apoyo de la población afgana. Unido a este acercamiento, están las verdaderas “bases” militares regulares, cercanas o insertadas en los pueblos y aldeas. Son posiciones seguras que protegen a los civiles y trabajan con y para ellos. Y desde las que se expande y asegura el territorio afgano arrebatado a la influencia de los rebeldes armados. En ellas pueden insertarse, en proporciones variables y según el momento, los equipos de construcción, asesoramiento y formación sociales.

La clave operativa es el patrullaje enérgico, continuo, impredecible, ávido del combate con los insurgentes o de conseguir información. Que constituya un “enjambre” más profesional, más activo, más letal que los insurgentes. Integrado por unidades raramente mayores de una sección. Cuyas armas sean el sigilo, la discreción, la movilidad, con la noche como colaboradora y refugio. Las comunicaciones rebeldes pueden ser dislocadas por la interposición del “enjambre” militar. Los refugios y depósitos de los rebeldes terminarían localizados. La convicción de impunidad de los insurrectos desaparecería. Técnica, táctica y operativamente, los militares extranjeros y, más tarde, luego, cuando aprendan, los nacionales, deben ser por oficio y capacidades, más profesionales, más activos, mejor equipados, más letales, más eficaces, que las fuerzas irregulares a las que buscan y combaten. El problema de una rebelión interior armada debe ser conducido a un problema policial de bandidos o narcotraficantes comunes.

La paciencia debe ser una característica de todos los ejércitos implicados en esta guerra. También hay que alcanzar un mínimo de oficio y veteranía para ser eficaz. En las zonas más favorables a las bandas es muy fácil que, al principio, las operaciones de cerco se cierren en vacío. Hay que ir ganando y seleccionando a su población, como hemos dicho antes, para que el oficio y la lealtad combinados produzcan sus réditos militares y sociales. Los sucesivos triunfos del ejército afgano le irán ganando el favor del pueblo. Porque todos quieren ser emotivamente del bando ganador. Y porque los intereses de los afganos son lábiles, dispares y aún contradictorios, basados en la lealtad a la familia, al clan, a la tribu y al Islam, por ese orden.

El Combate contra los Insurgentes Islamistas en las Zonas Montañosas Pashtunes.

Todo la inversión y el esfuerzo empleados por España en Afganistán, no se han utilizados directamente en cazar a la organización al-Qaida o en acosar y destruir a las bandas talibanes aliadas. El gobierno lo tendría fácil para convencer a la opinión pública. El modelo más visible y paradigmático de los yihadistas internacionales fue Bin Laden. Y lo son ahora su consejero delegado, el Dr. al-Zawahiri, al-Masri (el egipcio), y sus franquicias internacionales. El régimen talibán, por su parte, les procuró amparo y refugio en su territorio, antes y después del 11 S. A partir de octubre de 2003, tras la ocupación de Afganistán por los aliados, Bin Laden y su séquito de familiares, escoltas y colaboradores estrechos no son acogidos abiertamente en ningún país. Bin Laden tenía la categoría de prófugo huido en paradero desconocido.

La “persecución activa sugerida” daría cumplida justicia al alevoso y cruel ataque del 11 M de 2004 en Madrid. Porque nadie piensa que, con el posterior juicio del grupo de islamistas capturados, se hizo cabal justicia de aquella barbarie. Se realizó justicia sobre una colección de camellos, lumpenterroristas y colaboradores hispanos capturados, que participaron en los hechos. El tribunal sentenció sobre los hechos probados que se le presentaron a juicio. Pero nadie cree que ese “grupo paria” pudo por sí mismo, idear, organizar, entramar, dirigir, controlar los pasos y ejecutar el atentado, sin contar con importantes conexiones externas a él.

La persecución de los talibanes y de las recidivas de al-Qaida en la zona montañosa afgana, subsidiaria del Hindo Kush, al oeste de la línea Durand, no requiere de grandes efectivos humanos empeñados. Además, sólo se tomaría la responsabilidad operativa en una zona adecuada. Teniendo en cuenta los efectivos aportados y la compartimentación de sectores que permiten las líneas de alturas. Dentro de un área parcial de la zona, el centro de gravedad de la lucha reside en el control de los pasos y en las alturas dominantes de éstos. Los despliegues militares deben ser largos y estrechos, como exige la orografía. Y en las marchas evidentes, las unidades y pequeñas unidades deben aprovechar simultáneamente toda la red de veredas, desfiladeros y caminos de una zona. Esto les brinda también un cierto desdoblamiento previo para el combate. No es fácil contar con el apoyo de fuego aéreo, por los requerimientos de maniobrabilidad de las aeronaves. Se pueden realizar bombardeos puntuales de saturación sobre una posición reforzada del enemigo, que éste haya decidido mantener. Se deben evitar los fuegos pesados sobre los poblados, incluso sospechosos. Salvo que respondan a la seguridad incuestionable de las propias fuerzas.

Las unidades a emplear en las “interfases de acción” con el enemigo en estas zonas hostiles, son las pequeñas unidades de infantería ligera de élite, con formación de alta montaña. Ninguna columna principal “madre”, avanzando metódicamente por estas áreas, puede sobrevivir sin destacar vanguardia y flanguardias con cierta capacidad de combate. Que vayan ocupando temporal y sucesivamente los puntos dominantes al frente y a los flancos de la línea principal de avance. Apoyada la agrupación de marcha también por una retaguardia, que se adelante por saltos sucesivos observados.

Los drones o aviones no tripulados de exploración y ataque a tierra son un sistema de armas más de la amplia variedad a disposición. Son eficaces contra blancos selectos no combatientes, haciendo vida normal, sin seguridad ni disponibilidad de combate. Que son las condiciones más frecuentes de la vida. En la profundidad de su retaguardia, el enemigo pashtun no piensa jamás en sufrir ataques del tipo “death from above”. Son un arma más del apoyo a tierra. Pero a los jefes de los “grunts” (soldados USA) les fascina. Porque así éstos no tienen que acercarse a las distancias próximas para combatir a un enemigo temperamental, con más indiferencia de la vida que ellos, correoso, belicoso y luchando en sus tierras.

La ventaja de los pashtunes sobre las fuerzas regulares extranjeras, reside en el conocimiento íntimo y el aprovechamiento de su propio terreno. Sobre él se pueden mover a gran velocidad. Tienen una habilidad táctica elemental y una especial astucia, incorporadas a su sentido de supervivencia natural. Son capaces de esperar pacientemente por una favorable oportunidad de actuación, escogiendo generalmente cuándo y dónde hacerlo. Los pashtunes tienen poca disciplina militar colectiva. Los fuegos pesados aéreos y artilleros les afectan bastante en su ánimo y decisión. También les impacta mucho el ver amenazada u ocupada su línea de retirada. Y los fuegos ligeros y medios militares les perturban, cuando los reciben desde alturas superiores a las que ellos ocupan. Los pashtunes pueden atacar de noche algún objetivo que les merezca la pena, pero no son luchadores naturales nocturnos.

Los talibanes gozan de un sistema complicado de cuevas naturales en varios niveles, en algunas zonas fronterizas. Que está reforzado por túneles de comunicación. Éstos están dotados de zonas ampliadas para la espera y el almacenaje de bienes de todas clases. Este sistema es utilizado para facilitar el tránsito entre Afganistán y Pakistán. Sin tener que utilizar los pasos fronterizos o desfiladeros más habituales y conocidos. Y como refugio temporal, cuando los aliados llevan a cabo operaciones a nivel de batallón y de regimiento, de búsqueda de rebeldes o de represalia sobre las zonas pashtunes, donde éstos han sido más activos. Los pueblos montañeses son numerosos, pequeños y diseminados por ambas zonas de la frontera afgano pakistaní. En ellos también se pueden camuflar un pequeño grupo de talibanes, a la espera de que pase de largo una creciente militar como las citadas.

La infantería ligera de élite para estas tareas debe contar con cualidades anímicas y formativas especiales. De partida deben tener la motivación, la formación y el entrenamiento adecuados. Personalmente, tienen que tener creatividad, iniciativa, actividad y resistencia física y anímica. En las misiones tienen que actuar con autosuficiencia y sobriedad; paciencia, quietud y silencio; calma y alerta de los sentidos, simultáneamente. No abundan estos especímenes en los ejércitos actuales. Sin embargo, tras unos pocos años de guerra, en los ejércitos aparecen muchos más individuos de éstas características. Ellos se han formado en la guerra. Y han aprendido (de aprehendere, coger) y asimilado (incorporado a ellos mismos) el oficio. Y la probabilidad de sobrevivir, en los escasos combates que han protagonizado, les sonrió a ellos de frente.

Lo que puede ir a peor, tiene muchas posibilidades de empeorar.

Ahora, el Plan Obama, para desengancharse de Afganistán, empeora, a 3 años vista, las posibilidades estratégicas del Plan de la ISAF para el pais. ¿Con qué ánimo vamos a implicarnos ya en la variante activa de la guerra de Afganistán?

Pues bien, nos queda una tercera posible actuación, que no he mencionado antes, por pensar que era indigna. Y es tirar ya la toalla. Para evitar bajas incomprendidas en la Patria. Encerrarnos en el portento de base “Ruy González de Clavijo” y pasar a la defensa rígida, sin cesión de terreno. Aunque, al final nos remuerda el bochorno de que un ejército irregular tercermundista nos haya arruinado los planes y termine ocupando, dentro de 3 o 4 años, nuestras instalaciones protectoras.

España en Afganistán

¿Hacemos Actividades Socio Políticas Protegidas y de Policía o Guerra     Contrainsurgencia Activa?

Variadas son las tareas y misiones de las fuerzas aliadas de la ISAF en Afganistán. Así, existen 2 grandes grupos de misiones sobre el terreno. Uno es el sostenimiento de la lucha, a través de obras civiles y sociales, de reconstrucción, formación y acercamiento a los afganos. La otra es la lucha contra las bandas armadas. Para aniquilarlas (destruir su voluntad de lucha y/o su capacidad de combate) e ir ganando el respeto y el acercamiento nativos. Ambas están lastradas por el hecho de que los encargados de esas misiones son extranjeros, de civilización y etnia diferentes a los afganos. Y, además, con tiempos de servicio muy cortos y con plazos de retirada, no sólo definidos, sino inminentes.
¿Qué más Podemos Hacer? ¿Podremos Ganar?

Una opinión de un Aliado importante.

El buenismo de las alianzas entre culturas divergentes, sean o no antagónicas, apuesta por la ausencia de guerras, de terroristas alucinados y de tiranos aprovechados en el Mundo. Esto es muy idílico, muy deseable y muy improbable. Y nos recuerdan viejas posturas seudo pacifistas, recurrentes en los períodos de entreguerras europeos. Y por ejemplo, analizando la historia del Imperio Otomano, nunca fue más grande y más poderoso, ya mucho antes de 1453, que cuando combatió a los distintos países europeos de turno. Y su decadencia siempre surgió cuando se apartó de esta línea de acción exterior “imperial y religiosa”.
Sabemos que Washington y otros aliados activos menores no estarán siempre ahí para costearnos social y económicamente la defensa de una civilización común. Robert Gates, en una de sus últimas intervenciones como Secretario de Defensa, ante la reunión de ministros de Defensa de la OTAN del 8 de junio, se ha quejado en este sentido. “¿Le compensa a los EEUU lo que pone en la NATO?” “Las restricciones nacionales han atado las manos de los comandantes de campo de manera irritante” Gates, secretario del ramo con Bush Jr. y con Obama, se manifestó muy preocupado por una Alianza militar dividida en su compromiso real, entre dos clases de aliados. Con miembros que se especializan en misiones humanitarias y labores de desarrollo social y económico y de policía. Donde los medios militares a disposición están dispersos, dilapidados e infrautilizados. Y los miembros que realizan las misiones de combate y de lucha contra la insurgencia reales.

La Actuación Española en Perspectiva y Posibilidades.
La antigua base “General Urrutia”, junto a la capital de Bagdhis, se usó hasta hace bastantes meses como centro de formación de los policías afganos. Ahora ha sido entregada a los afganos. Y ha sido sustituida desde el verano pasado por una gran base militar, situada junto al aeropuerto de Qala-i-Naw. El nuevo acuartelamiento tiene un perímetro de unos 6 kilómetros protegidos y unas 70 hectáreas de superficie, con una capacidad para aproximadamente 1.300 personas. Su estructura está dividida en 5 zonas: mando, logística, servicios, viviendas y campos de tiro. La zona de servicios es a la carta: disfrutando de comedor, cocina, barras, gimnasio, locutorios telefónicos y de Internet, biblioteca, capilla, tienda de efectos y campos de deporte. Cuenta con una central eléctrica propia y una planta depuradora para el agua. Durante su construcción se ocuparon a unos 200 trabajadores locales de media al día. La base costó unos 44 millones de euros, entre la compra de terrenos, el levantamiento de los edificios y las comunicaciones internas. Los terrenos ocupados son colinas terrosas ocres. Los amplios desniveles de la zona, las necesidades defensivas y el clima de la región, húmedo en invierno, formando fangales, obligaron a remover medio millón de metros cúbicos de tierra en la obra civil. Y hubo que conectar los distintos pabellones con vías especiales.
El Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT) de Badghis tiene su cuartel y equipamientos en esta base. A mediados de 2010 había en Afganistán entre 1.600 y 2.000 soldados y militares españoles. Esto suponía entre cuatro y cinco veces más militares que en la primavera de 2004. La gran base “Ruy González de Clavijo” es un ejemplo de instalación militar para la protección, la comodidad relativa y el aislamiento de las fuerzas de la ISAF. Que da tranquilidad a los políticos y a los mandos, por la seguridad relativa que brinda a sus hombres, en una zona poco disputada por los insurrectos.
En torno a nuestras grandes posiciones fijas en Qala-i-Naw, hemos establecido también reductos reforzados, siguiendo la llamada ruta Lithium y la gran Carretera Circular afgana. Ambas unen las dos principales localidades de Badghis: Qala i Naw y Bala Murghab. La primera discurriendo a la izquierda y la otra, a la derecha. Bala Murghab es un centro operativo recidivo de la insurgencia de la provincia. Desde hace tiempo, la ISAF intenta asegurar el paso de convoyes por esa vía, provocando  enfrentamientos con los irregulares. La ruta Lithium está protegida por dos destacamentos españoles fijos, situados en Sangh Atesh y Ludina. En Ludina hay una compañía de la Legión y en el otro, una sección. El último fue establecido esta primavera. Como avanzadas de combate o posiciones de observación se han establecido en las alturas del seco valle varias posiciones semifijas, como la Echo o la Golf. No sirven de gran cosa, porque el enemigo las identifica pronto. Y es un enemigo que no deja una huella táctica apreciable a la observación fija y rutinaria. Una sinuosidad del terreno de menos de un metro, ya le oculta de las vistas. Incluso, sin formación de zapador, puede acercarse a las posiciones militares. Usando para ello la ocultación que le prestan las crestas de alturas. Sólo la observación casi desde encima de éstas puede impedir el acercamiento enemigo a pocos metros, a menos de tiro de granada. La función de los observatorios es avisar a las unidades que los despliegan, de los movimientos sospechosos y evitar las sorpresas a los destacamentos principales. Se complementan con las patrullas motorizadas a lo largo del valle y con los vuelos de los “drones”.
La otra carretera es la sección provincial de la carretera más importante de Afganistán. Su trazado recorre el país, dando una gran vuelta. Aunque hasta hace poco no se completaron totalmente su cierre y su firme definitivo, que no es gran cosa. Ella es algo así como una M-30 a nivel nacional. La llaman, sin demasiada ocurrencia, la Ring Road. La Carretera Circular une Herat con Bala Murghab, pasando por Qala-i-Naw. Desde aquí, para dar seguridad a las obras de ingeniería civil hacia Bara Murghab, hemos establecido también dos posiciones fijas en Muqur y Darra i Bum, fuerte en una compañía. Hacia Herat, capital de la otra provincia donde estamos, tenemos una posición fija en el paso de Sabzack.
Las bandas más organizadas se mueven en grupos pequeños de paisanos, que convergen sobre su objetivo de madrugada. No tienen vehículos ni piezas de artillería. Sus armas “pesadas” son el lanzacohetes monotubo, el mortero desmontable, los lanzagranadas tipo RPG y RL y las ametralladoras ligeras RPD o PK Para atacar una posición débilmente defendida o sin ánimos de lucha, bombardean brevemente con el fuego de los lanzacohetes. Luego se acercan para emplear los morteros. Y, finalmente, el asalto lo realizan varias escuadras independientes. Que convergen desplegadas en línea quebrada, avanzando y disparando ráfagas de su armamento personal, con sus armas “pesadas” al final. Probablemente para realizar estas acciones más audaces, tengan que venir bandas pashtunes, más fogueadas y duras, desde el sur o el este del país.
En la contrainsurgencia activa y eficaz, ávida de localizar al enemigo y de batirlo, las grandes bases militares se incrustan en el territorio enemigo. Son los centros de las redes operativas contrainsurgentes. Formadas sobre las patrullas activas de combate o de exploración, que operan en el territorio hostil. Y que tienen como “nudos” o soportes inmediatos a los reductos fortificados o reforzados. Éstos pocas veces necesitan más de una sección de fuerzas contraguerrilleras. Incuso, sólo con 4 o 5 hombres decididos y motivados, un puesto puede ser defendido por un tiempo. Mientras, los otros, formando 1 o 2 patrullas, pueden salir a hostigar a los guerrilleros, a vigilar las líneas de comunicaciones o a apoyar a otros puestos. La red de patrullas y de pequeños puestos militares, actuando en las zonas en disputa con los talibanes, tiene como fines operativos: negar la iniciativa y la movilidad a las guerrillas; cortar sus comunicaciones con sus bases, con su red de colaboradores y entre ellas. Y levantarlas, como a la caza, de sus “bases” protectoras de carácter civil y de sus reductos aislados. Una cualidad necesaria de sus mandos es la de poseer la fiereza y la garra inherente al choque armado. Satisfaciendo la “necesidad educada” de rematar la faena hasta su mismísimo fin. En este tipo de guerra irregular es necesario actuar sin tibiezas, dudas o condicionamientos ajenos y con celo del triunfo. Porque la moral es el principal activo de las guerrillas y de los militares. Y se desplaza, formando un flujo vital, entre ambos contendientes de esa guerra, según éstos logren éxitos militares y civiles. El conocimiento de los insurrectos de su zona y de su vecindario es en esta guerra un activo mayor.
Y es en las áreas más leales o neutrales donde se pueden ensayar las técnicas y los métodos de acercamiento sincero y efectivo a la población afgana. Las fuerzas nativas de autodefensa, apoyadas por patrullas militares móviles, a cargo de una zona manejable, deben soportar aquí el peso de mantener su propia seguridad. En esta zona pueden localizarse las reservas helitransportadas y mecanizadas suficientes, para ser enviadas en operaciones de apoyo o de ataque a las otras  clases de zonas operativas. También las brigadas de apoyo económico y de rearme cívico, pueden tener aquí sus almacenes y barracones centrales.

(CONTINUARÁ)

TEORÍA DE LAS GUERRAS CONTEMPORÁNEAS

La aparición del arma atómica al final de la II guerra mundial supuso un hito en el planteamiento, desarrollo y manifestación de las guerras. Las potencias industriales modernas, no necesariamente avanzadas (ni China ni India lo eran), pudieron desarrollar al acabar la guerra mundial y en un período de maduración de unos 30 años, el arma nuclear de fisión y luego el de fusión. La revolución militar que supone el arma atómica reside en la pavorosa concentración de fuego, en tiempo y lugar, de que es capaz. Por ejemplo, una bomba atómica de 20 kilotones de TNT equivale a la potencia destructora simultánea y concentrada en unos pocos km.2 de 4 millones de proyectiles de 75 mm. para el cañón francés Schneider de tiro rápido.

El Arma Atómica como Centro del Plan de Fuegos. Su Proyección Estratégica.

Todo esto supera cualitativamente a las barreras móviles y fijas y a los golpes puntuales y concentrados de fuegos empleados por la artillería pesada. Que, sin embargo, mantienen su interés en la formas de lucha sin armas atómicas y como complemento táctico de éstas: en el interior de posiciones, en la lucha cerca del límite de éstas y en zonas urbanizadas, en la guerra móvil y en las guerras de guerrillas y contraguerrillas. Con ello, también, el arma atómica táctica se erige en el rey de los fuegos. Y al plan de fuegos atómicos, si existiera, debe adaptarse el plan de fuegos artillero y de aviación, en la preparación y desarrollo de las batallas.

A diferencia con las otras armas conocidas o existentes, el arma atómica no tiene una proporcionalidad o correlación directa, suficiente y habitual entre los medios empleados para su uso (sus distintos vectores son un cohete, un avión, un proyectil de artillería pesada) y el efecto destructor instantáneo que desarrolla. Y no creamos que a fines de la II guerra mundial el plan de fuegos de una batalla era baladí o moco de pavo. Pero con las armas atómicas no hay que movilizar grandes flotas aéreas ni divisiones de artillería de apoyo para lograr un efecto destructor dado. Veamos un caso de empleo táctico de la sobreabundancia de medios convencionales, buscando no la neutralización del objetivo, sino su difícil destrucción.

En julio de 1944 los estadounidenses intentaban la ruptura del frente alemán al oeste de Normandía. Para penetrar operativamente con el Tercer Ejército de Patton en la retaguardia estratégica de ese gran frente de rechazo alemán. La división panzer Lehr de élite se desplegaba en fortificaciones de campaña estáticas, incluidos sus escasos tanques como centros de puntos de apoyo de la defensa, al oeste de Saint Ló. Ocupaba un sector de 6 Km. de frente y 4 Km. de fondo. El 24 de julio 400 bombarderos estadounidenses atacaron las posiciones de defensa sin ocasionarles graves daños. Al día siguiente, unas 1600 fortalezas volantes las atacaron sistemáticamente. Las unidades que sostenían las líneas alemanas fueron eliminadas como tales casi al completo. Los caminos y las carreteras de la zona quedaron impracticables. Hacia el mediodía, el área semejaba un paisaje lunar. El efecto sobre hombres curtidos, formados y motivados fue indescriptible, enloqueciendo algunos.

Un efecto de los fuegos atómicos es la disminución general de la eficacia de las protecciones activas y pasivas. El efecto de la explosión atómica aérea es esférico. Y sobre una superficie terrestre es circular. Así, las fuerzas deben desplegarse en subunidades por la circunferencia que la limita, y realizar las marchas en agrupaciones más pequeñas o desdobladas, evitando ofrecer blancos útiles a los fuegos atómicos enemigos. Los vehículos blindados, por su velocidad, maniobrabilidad, movimiento campo a través y protección de las tripulaciones, se prestan a la lucha en el medio atómico. Los enterramientos, en forma de trincheras o pozos reforzados, y los ocultamientos, las posiciones en la pendiente posterior, los bosques y las zonas urbanas y fabriles, siguen teniendo un valor importante en la defensa.

El arma de fisión tiene un potencial limitado por las características de su masa crítica. Ésta es la masa de explosivo necesaria para que todos los neutrones emitidos en la fisión de los átomos de uranio 235 o plutonio 239, produzcan a su vez una fisión atómica y una emisión tremenda de energía a una velocidad casi instantánea. A partir de un determinado tamaño, del orden de la decena de kilos, la propia reacción exógena y centrífuga impele los restos o basura de la reacción y los trozos de combustible aún no fisionados hacia la atmósfera y la tierra, como parte de la nube radioactiva. El arma de fusión, por su parte, necesita una tremenda energía de activación, a una temperatura de millones de grados. Por ello, sólo se logró tenerla cuando se dispuso del arma de fisión. Éste sirve de fulminante para la fusión del “explosivo”. Pero su “tamaño” o capacidad explosiva sólo está limitada por las consideraciones generales de concepción, diseño y montaje. Es un paso más allá, fundamentalmente tecnológico, que lleva al arma atómica a los terrenos de la estrategia nacional y de la moral humana. Así, se pueden crear armas con la potencia destructora de millones de Tms. de TNT o megatones. Una verdadera barbaridad. A lo que se suma el carácter general, extenso e indiscriminado de la destrucción sobre personas, equipos, bienes y haciendas en muchos Km. alrededor del punto de explosión. Es una villanía abominable, apropiada para un Juicio Final.

Las Guerras de los Siglos XX y XXI.

Hasta ahora las guerras se libraban entre “naciones” grandes y pequeñas. Ellas eran las únicas capaces de generar una “voluntad de defensa”, concretada en unas fuerzas armadas y en el apoyo de la economía y la diplomacia de sus sociedades, para la defensa de sus intereses estratégicos y nacionales y su supervivencia. Existía un procedimiento o protocolo para su declaración y para la firma de los tratados de paz. El que no respetaba las normas de honor era considerado infame y si resultaba derrotado, podía esperar un severo castigo. El presidente Roosevelt, el lunes 8 de diciembre de 1941 a las 12:30 p.m. hora de Washington, en su discurso ante el Congreso reunido en sesión conjunta, y transmitido por radio a la nación, declaraba: “Ayer fue un día marcado por la infamia… Ruego a Uds. declaren la existencia de un estado de guerra entre los Estados Unidos de América y Alemania, Italia, el Imperio japonés y todos sus aliados”. Y al final fueron Hiroshima y Nagasaki. Las guerras contemporáneas duraban unos pocos años. Tras los cuales, agotada la capacidad industrial y la voluntad de defensa de los vencidos, no necesariamente invadidos u ocupados, éstos aceptaban su derrota y se firmaba la paz. Cuando las condiciones del armisticio y de la paz eran demasiado leoninas y humillantes, originaban nuevos “impulsos o arranques” vitales de defensa en el pueblo derrotado. Buscando superar y vengar los agravios recibidos. Ellos eran el germen seguro de una futura guerra en el término de una generación, medida en unos 25 años. Recuérdese el tratado de Versalles o Diktat contra Alemania, firmado el 29 de junio de 1919, promovido por Georges Clemenceau, llamado el Tigre. Cuyos últimos pagos, referidos a intereses del principal ya liquidado, los acaba de hacer a finales de septiembre de 2010 la Alemania reunificada, unos 90 años después de aceptados.

La amenaza del uso del arma atómica en la guerra entre las potencias industriales, alejó indefinidamente el peligro histórico y recurrente de una guerra de intereses de cualquier clase entre ellas. Los mandos civiles y militares o dirigentes de todas ellas, han exhibido a lo largo de más de 65 años un tacto exquisito, apoyados por la diplomacia y la economía nacionales, en las relaciones internacionales y en la resolución de los conflictos planteados. Ninguna cuestión “menor” relativa merecía asumir el riesgo de una guerra nuclear incierta, costosa y sin claros “vencedores”. En todo caso, las grandes potencias hegemónicas o las principales de una zona estratégica, dirimían regionalmente su lucha ideológica y de intereses. Y lo hacían mediante guerras limitadas y compartimentadas entre sus naciones “socias” y “correligionarias” locales subsidiarias no atómicas, incluso fuera de su zona estratégica natural. Ahí tenemos el caso de Angola, Cuba y Suráfrica, tras la descolonización de la primera. También la lucha en el cuerno de África de la Etiopía de Mengistu Haile Mariam, Cuba y la Somalía de Siad Barre. Cuya derrocación, tras la derrota por arrebatarle el desierto de Ogadén en 1991, precipitó a Somalía en el caos en el que aún se encuentra. Y tenemos el caso de Israel y los países árabes limítrofes, que le amenazan periódicamente con su eliminación y con echar al mar a los judíos supervivientes.

La Política Internacional altera el Status Quo inicial.

Pero la proliferación imparable de las armas atómicas entre naciones de culturas e idiosincrasias muy diferentes a las de las grandes naciones industriales originales, puede presentar un problema nuevo, grave y complejo. La amenaza nuclear es tan radical y peligrosa como para que ya ahora no resulte suficiente la “confianza” en la racionalidad, la bonomía y el buen hacer de todos los dirigentes mundiales, en su planteamiento y lanzamiento. Son los sistemas de armas a usar los que determinarán si las guerras serán o no totales. Y es necesario aplicar limitaciones reales y prácticas a aquéllos, que garanticen los derechos de la humanidad en su supervivencia y paz. Recordemos, además, que los derechos humanos personales y colectivos no los otorga nadie. Ni los gana ni consigue ningún colectivo supuestamente adelantado y activista. Son inherentes a la naturaleza humana y a todos los que de ella participan. Lo que pueden hacer las colectividades políticas y religiosas es reconocerlos o no y defenderlos o no.

(continuará)

LA CAZA Y CAPTURA DE BIN LADEN

Las pequeñas unidades atacando con objetivo limitado (una incursión profunda, la toma de una posición crítica, el rescate de una personalidad, una emboscada) constituyen un “sistema” militar cerrado. Esta condición impone unas características específicas en sus “interfases de acción” con el enemigo. Que no siempre son idénticas a las de la lucha de unidades y grandes unidades, sobre todo en la limitación de los medios y del tiempo de actuación disponibles.

Las unidades así empeñadas deben imponer rápidamente y mantener una superioridad combativa sobre el enemigo. Para poder conseguir la supremacía local y temporal, que les permita conseguir dichos objetivos limitados. La característica o el factor de la concepción de su misión es la simplicidad. Las características de su preparación son la inteligencia, la seguridad y el entrenamiento. Las características de su acción son la sorpresa, la velocidad de acción y el compromiso de los participantes en la misión.

El caso “The Hunt for Bin Laden” está tratado con profusión y difusión suficientes, en cuanto a sus características publicitarias, políticas, legales, humanas y técnicas. Ahora analizaremos las particularidades tácticas y operativas que lo caracterizaron.

A la CIA le llevó casi 9 años encontrar a Bin Laden desde su “escapada” en el otoño de 2001. Aunque entonces lo tuvieron a mano y mansito.

En el otoño de 2001 tuvo lugar el rápido desmoronamiento del régimen talibán de Afganistán. Era un estado precario y mal estructurado, que daba cobijo y apoyo logístico a la jefatura de al-Qaida. Ésta, junto con sus “agentes de escolta”, un pequeño grupo miembros activos y prosélitos entrenándose, se agruparon con tiempo, formando un despliegue de marcha extenso y laxo. Y se escurrieron, siguiendo las estrechas y escarpadas rutas que les ofrecía la zona, por las montañas afganas hasta Tora Bora. Comenzó entonces, en diciembre de 2001, la gran operación de búsqueda y captura del dirigente máximo de al-Qaida. Que era el responsable directo y declarado de los atentados del 11 de septiembre contra los EEUU.

Se reunieron para ello cerca de 100 grupos especializados en “long range independent operations” estadounidenses, en la zona en la que se suponía que se escondía Bin Laden. ¿Por qué no lo cogieron o lo mataron? Posiblemente, si fuesen comandos israelíes, lo hubiesen logrado. En su día, según los informes que han ido apareciendo a la luz pública, dijeron que fue por “falta de medios”. «¡Necesitábamos más soldados allí!, declaró recientemente el agente de la CIA Gary Bernstein. Durante su testimonio, aseguró que «podríamos haber terminado todo allí». En las 50 páginas de un informe publicado en 2010, se citan los testimonios de varios responsables militares estadounidenses. Que vieron como sus Altos Mandos les negaban, por ejemplo, los mil hombres necesarios, según ellos, para taponar las entradas y salidas a Pakistán, o varios bombardeos sin objetivos definidos.

¿Necesitaban más de 100 comandos de élite para una operación de cerco y aniquilamiento de un grupo enemigo no combatiente? Que estaría limitada a la zona aproximada donde los rastros enemigos y sus sensores electrónicos, satélites, sus espías y sus agencias inteligencias, ubicasen al enemigo. Rodeada dicha zona, mediante un doble cerco, no necesariamente continuo, sino eficaz, los comandos penetrarían centrípetamente en el área sospechosa. Actuando simultánea, paciente, metódica y sigilosamente, como un “enjambre” de pequeñas unidades. Donde el flanco y la retaguardia de cada pequeña unidad estaría defendida por su iniciativa y actividad ofensiva. Y por la “influencia” irradiada por una unidad compañera cercana.

También le achacaron parte de la responsabilidad en la escapada a un halcón como Donald Rumsfeld. Por aquel entonces, dicen ahora, que Rumsfeld declaró que si EEUU era tan duro en Afganistán (¿por capturar limpiamente al responsable de aquella tragedia alevosa y civil?), despertaría un sentimiento antiamericano mayor del que ya existía entonces. Y por eso era más partidario de una táctica más “ligera” con bombardeos controlados y la colaboración con los militares afganos. Esto no resulta coherente ni creíble.

El fallo de la operación constituyó un decisivo fracaso estratégico. De hecho, durante años no se han tenido datos fidedignos del paradero de Osama, según reconoció el secretario de Defensa Robert Gates, el 7 de diciembre de 2008. Y ahora Al Qaida está renovada y desparramada. Y Bin Laden, como el Che muerto, inspira que no comanda, a una nueva generación de extremistas islámicos, extendidos por numerosos países.

Se hizo justicia, aunque no fuese según todas las leyes vigentes.

La sociedad tiene dos enemigos: los que no cumplen las leyes y los que las cumplen a rajatabla. Entre estos últimos, en su paroxismo legalista, están los que engendraron las inquisiciones y las persecuciones en la Historia.

La unidad militar elegida para llevar a cabo la “Operación Gerónimo” fue la US Navy Seal. Ésta es la unidad de su Marina de Guerra encargada de las acciones puntuales especiales por mar (sea), aire, (a) y tierra (l). Los Seals se crearon al final de la década de los 50 del siglo XX. Al apreciarse la necesidad de contar con militares polivalentes, extremadamente preparados y capaces de actuar en cualquier ámbito en condiciones exigentes. A primeros de los 60 y por deseo del presidente Kennedy, comenzaron a actuar en Vietnam. La formación general de un Seal se prolonga durante años de duro trabajo. El Seal cobra entre 37 mil y más de 60 mil euros al año. Su trabajo minucioso, preciso, duro y peligroso no se compensa económicamente. Satisfacer su amor a la milicia, su vocación de servicio (éste se le enseña), su amor a la patria y su compromiso con sus colegas y la unidad son su paga principal. La “unidad 6” de los Seals, un grupo de élite de una veintena de hombres, participó en esta misión, encargándose de los objetivos principales. Se dice que el almirante jefe dirigió la operación. La naturaleza de los Seals, la estructura de las subunidades aerotransportables participantes y de los transportes y apoyos eran elementos que contribuían a la simplicidad de la misión, ya que se adecuaban perfectamente a ella.

El entrenamiento y el ensayo de la misión no fueron descuidados, a pesar de la enorme experiencia general de los hombres. Antes de la activación de la unidad en Jalalabad, ésta fue entrenada en un “modelo” que reproducía fielmente las instalaciones, la extensión y las características de la mansión de Bin Laden y los terrenos aledaños. El “essay model” fue levantado probablemente en una de las bases de entrenamiento más o menos protegidas de los Seals. Y éste se prolongó por unas 6 semanas, con intervalos. Durante esta fase se mantuvo el factor seguridad de la misión, ya que los ensayos y prácticas que realizan los Seals son variados y cambiantes.

La unidad atacante se desplegó en su base de partida principal al menos unos 10 días antes, para no incrementar su tensión y facilitar su adaptación final. El enemigo talibán, cercano, observador y vaporoso, fiel correveidile con al-Qaida (hoy diríamos al-Caida), no fue capaz de detectar su activación. El factor seguridad se mantuvo incólume durante toda la gran fase de preparación de la misión.

En la tarde del domingo 1 de mayo, el jefe de vuelo de la fuerza de transporte tomó el mando de la operación y ordenó el despegue de los helicópteros de su base de partida principal junto a Jalalabad. La fuerza de transporte procedía de alguna de las divisiones 82 0 101 aerotransportadas del US Army. El vuelo al objetivo, en una noche de luna nueva, se realizó siguiendo hasta 3 direcciones diferentes, para no llamar la atención de observadores o curiosos en tierra. Las trayectorias se orientaron al este-noreste, evitando el cercano eje de comunicaciones terrestres de Islamabad-Peshawar-Khyber-Jalalabad. Con ello se protegían los factores de seguridad y de sorpresa de la misión, durante la fase de acercamiento.

La fuerza de operaciones utilizaba 4 o, posiblemente, 5 helicópteros. Eran probablemente del tipo UH-60 Black Hawk, de la variante dotada en su morro con un radar picudo, para el guiado del vuelo nocturno. Uno de ellos se averió gravemente ya en el objetivo y optaron por destruirlo. Pero las aeronaves restantes fueron suficientes para trasladar de vuelta a todos los hombres, con su botín de información para la inteligencia y el cadáver de Bin Laden.

Ya en el objetivo, el coronel jefe (¿o el almirante citado?) de la fuerza de ataque tomó el mando de la operación. Las tripulaciones de los helicópteros, dotadas de medios de fuegos pesados, se encargaron de sellar el complejo de viviendas del exterior. Los 58 seals avanzaron sobre aquél por sus tres lados y algunos descendieron a su interior, en techos y patios, mediante cuerdas. Una fracción de ellos formaron un “anillo” para aislar el complejo desde tierra. Ya en el interior, la mayor parte de los hombres se encargó de neutralizar a los escoltas y a los civiles de las viviendas. Todos estaban comunicados entre sí mediante una Intranet sofisticada. Un grupo especial, el “hunting team”, a cargo del coronel, fue a por Bin Laden. El equipo de identificación formaba parte del grupo. Otro grupo, el “inteligence collect team” se encargó de recoger toda la información sensible existente en la gran mansión. Ambos grupos de misión se dividían en subgrupos, para completar rápidamente sus misiones por el complejo. Asimismo, en las detecciones indicadas colaboraban todos los hombres dentro del perímetro. La operación Gerónimo culminó en unos 45 minutos, los hombres ocuparon sus helicópteros y éstos partieron de regreso.

EL EJÉRCITO NACIONAL AFGANO II

(CONTINUACIÓN)

Los Soldados del Ejército Nacional de Afganistán.

Su formación militar corre a cargo de las fuerzas armadas estadounidenses. En casi todos los campos de instrucción (boot camps) que proliferan por las provincias afganas, fuera del sur y el este fronterizo, existen una compañía de afganos y un pelotón reforzado de suboficiales y soldados estadounidenses. Estos instructores no son asesores militares. Les explican a los afganos lo que tienen que hacer y les enseñan y corrigen por repetición. Y es muy común que se refieran a los reclutas como “mis o nuestros soldados”.

Con ellos tienen que trabajar con paciencia, simplicidad y método. Para conseguir ir desasnándolos muy poco a poco.

Los nuevos soldados del Ejército Nacional son como niños grandes, vacilones y primitivos. En sus marchas de campo no cesan de hablar o de reir, formando pequeños grupos. Muchas veces son remisos a trabajar los viernes, el día semanal de descanso en Afganistán, o a salir de patrulla de entrenamiento si llueve, para no estropear los uniformes. Al principio, es necesario corregirles una y otra vez, con paciencia y firmeza, la forma de colocarse el casco o de sujetarse las botas de faena. Su pose, típica de los reclutas tercermundistas es cansina y displicente. En las teóricas se suelen aburrir, porque no tienen disciplina ni capacidad de concentración. Las aulas les fatigan y algunos bostezan ostentosamente. Su aparamenta mental les exige ver y experimentar en la práctica, los conocimientos y las destrezas más elementales.

El arma básica del infante o tirador es una de las variantes del Kalashnikov. Hace apenas un año y medio, en mayo de 2009, se comenzó a repartir entre los afganos el M-16 2. Es más preciso y su alcance efectivo, mayor. Pero también es mucho más delicado que el todo terreno Kalashnikov. Son dos conceptos de armas destinados a satisfacer dos conceptos de fuegos ligeros. El último pretende acogotar al enemigo que aún resiste, saturando de balas el área de su posición de tirador. En las primeras demostraciones, algunos reclutas no sabían como empuñarlos. En el “range line”, en posición recostados, muy pocos acertaban algún blanco en las dianas, tras descargar el cargador entero de 20 balas.

Los centros de entrenamiento están dotados de las facilidades elementales de los ejércitos modernos: barracones dignos, comedores comunes, duchas, aseos, intendencias. En esto sí que los soldados afganos se han acostumbrado rápidamente a estas comodidades foráneas y desconocidas.

El Cuerpo de Oficiales afgano.

Son tres las fuentes principales que proveen oficiales para las fuerzas armadas. La primera son las academias generales y especiales de las armas, servicios y apoyos. La segunda son las universidades que imparten determinados planes técnicos y temas militares. Donde se pueden graduar oficiales, especialmente para dirigir las reservas. La tercera es la cantera de los propios soldados aventajados, que pueden ser promovidos sucesivamente desde las filas y desde el cuerpo de oficiales, tras pasar las formaciones complementarias necesarias. Las dos primeras fuentes son en Afganistán veneros insuficientes, de cauces resecos y de resultados inseguros.

El cuerpo de oficiales afganos no tiene, de momento, ni una gran formación, ni una especial dedicación a sus soldados. De hecho, manteniéndose cerca de las líneas institucionales de autoridad y no involucrándose directamente con los problemas de sus hombres, buscan minimizar sus responsabilidades. Esto dificulta la dirección de las pequeñas unidades y su conversión en eficaces unidades de combate. El sistema de informes de eficacia de los oficiales y los reportes sobre la disponibilidad de los medios a su cargo, proceden de una distorsión burocrática importada, que desea observar, medir y trazar todo. Esto traerá inevitablemente la necesidad del retoque de los informes, para hacer aparecer siempre a los oficiales como competentes ante sus superiores. Pero la doctrina de cero errores y deficiencias produce el agostamiento de la creatividad de los oficiales de mando directo. Una consecuencia práctica será su fijación estricta a las órdenes y a los planes. Sin lugar para la iniciativa y la improvisación creativas, dentro de los márgenes de la misión recibida y el objetivo de los superiores en las pequeñas unidades de acción.

Desde hace siglos los ejércitos victoriosos exhiben tres o cuatro características, como soportes institucionales de su actuación: una vocación particular para las armas; un cuerpo de oficiales relativamente pequeño, formado por un 5 a 7% del total de los enrolados; una cierta estabilidad en los destinos de éstos, esencialmente en las unidades de acción, para crear lazos, cohesión y unidades eficaces, sin que ello afecte a su promoción por un tiempo y un código asumible y asumido de virtudes apropiadas.

Algunas Conclusiones.

Sin un cuerpo de oficiales y suboficiales estables y permanentes, capaces de conseguir y mantener un ejército bien entrenado y resistente a los esfuerzos de las operaciones de guerra, las habilidades militares del ejército nacional afgano son muy dudosas. El amateurismo y la lejanía de los cuerpos tampoco facilitan la cohesión de las pequeñas unidades, ya que no se desarrollan los lazos interpersonales necesarios para ello. Se espera que en plazos cercanos al año y medio, el ejército afgano consiga formar unidades de combate efectivas. Aunque los propios estadounidenses reconocieron hace varias décadas, que estos períodos eran demasiado cortos para lograrlo y partían de reclutas más cualificados para ello.

Una de las ventajas de este sistema mixto es la política. Ya que puede ayudar a desarrollar en los reclutas los hábitos de pertenencia a una entidad social superior a su tribu y de respeto y obediencia a la autoridad, al margen del Pashtunwalli. Otra “ventaja” puede ser que así la carga del esfuerzo militar recae sobre los estratos más pobres de la sociedad afgana y no sobre sus magros niveles dominantes.

Las armas son una profesión especial, a veces olvidada por la sociedad o, al menos, descuidada. Sobre todo cuando la oportunidad de su empleo no se vislumbra en un futuro inmediato. No se puede regir esta Institución por los parámetros de competencia y tensión internas, downsizing y outsourcing de funciones secundarias (por ejemplo, cocina, limpieza, lavandería y seguridad de acceso), gestión empresarial y dirección por objetivos, característicos de las grandes y medianas corporaciones. Esto lo intentó el portento de Robert McNamara, como secretario de Defensa del cuestionable JFK, en su reforma de 1960. El resultado se vio unos años después, en plena guerra de Vietnam. Muchas unidades no pudieron confiar en sus jefes natos y bajo el fuego enemigo, colapsaron literalmente y se negaron a luchar. Esta putrefacción institucional llevó a que al menos 1000 oficiales y suboficiales de pequeñas unidades fueran asesinados por sus hombres. Aunque la cifra real podría ser mayor. El número de oficiales muertos en Vietnam fue del orden de los 4500. La historia militar moderna no ofrece otro ejemplo de esta magnitud y trascendencia.

EL EJÉRCITO NACIONAL AFGANO

El objetivo de la formación del ejército afgano es alistar, estructurar y entrenar a un colectivo multirracial de unos 200 mil afganos, para formar el nuevo Ejército Nacional de Afganistán. Los reclutas son contratados tras pasar un somero examen físico, estar comprendidos en un intervalo amplio de edad y pasar por un filtro “político” local, que avale su no pertenencia evidente a los grupos insurrectos. Es de recordar que los que hoy son respetables jefes populares y representantes parlamentarios en la democracia, durante el período de la guerra civil de “casi todos contra todos” de 1989 a 1996, fueron señores de la guerra, antiguos jefes muhaydines antisoviéticos, muchos de los cuales están acusados y no procesados por supuestos delitos y crímenes. Al no existir la tradición de un ejército popular y suficiente de reclutamiento universal, se ha optado por adquirir un ejército de voluntarios, intentando profesionalizarlo.

Características del Reclutamiento General y Primeros Pasos de la Formación.

Las etnias afganas que nutren las filas del ejército son principalmente los uzbecos (10%de la población) y los tayikos (25%), que viven al norte del país, limítrofe con las repúblicas independientes de Tayikistán y Uzbekistán y los hazaras (20%), relacionados con los persas, que viven en el centro. Los pashtunes no abundan por ahora en el ejército afgano, a diferencia del ejército pakistaní. Por ello, a veces, la guerra parece una guerra de liberación pashtún.

El nivel cultural no es un impedimento para el ingreso en el ejército afgano. Es más bien un criterio de selección, junto con una buena recomendación de sus jefes de clan y de los mandos del ejército o de la policía, para pasar a formar parte del cuerpo de suboficiales. Al no existir una tradición militar moderna en el país, no existen en él las academias de suboficiales de las distintas escalas, al estilo occidental o ruso. La formación de los suboficiales no es un asunto baladí, aunque escapa a la percepción del periodista civil insertado o visitante en las diferentes unidades autorizadas. Las unidades de formación del ejército afgano están fundamentalmente dirigidas por suboficiales y oficiales estadounidenses, destacadas en multitud de “boot camps” desperdigados por numerosas provincias del centro y del norte del país.

Los reclutas del ejército afgano pasan por “temporadas” una serie de jornadas de formación en técnicas elementales de lucha; de endurecimiento físico; de disciplina militar, basada en formaciones cerradas y sus movimientos, para imprimirles carácter; de cumplimiento de las labores cotidianas de vida en común y de convivencia como colectivos uniformados. La principal labor conseguida es desasnar a los hombres, que se acostumbren a formar colectivos permanentes y prepararlos básicamente para su formación en las unidades de destino. Dependiendo de las levas, de su calidad y de la uniformidad de ésta, este período se extiende entre los 60 y los 100 días. Y éste es un tiempo de formación considerado insuficiente.

Como parte de un ejército muy aficionado a medir todo (lo que no se puede medir, no existe), los militares estadounidenses observan y controlan (monitoring), miden y registran el “progreso” de sus soldados afganos en formación. Existen más de 75 habilidades individuales desmenuzadas, precisas e identificadas, que son necesarias para que los soldados desempeñen correctamente sus funciones y puedan sobrevivir a los peligros, imprudencias y condiciones de combate. Utilizan para ello los “check list” y las comprobaciones y verificaciones adaptadas al caso, que han ido desarrollando y perfeccionando con sus propios reclutas. El problema es que estos reglajes pueden determinar el comportamiento mecánico de un hombre como parte del colectivo militar y su “marksmanship in the range” o eficacia en el campo de tiro. Pero no reflejarán nunca cómo se comportarán en combate, ante la presión del enemigo, la evolución inesperada, la incertidumbre, el miedo, el aislamiento y la pérdida de confort. Ni cuál es su lealtad a sus jefes y a la pequeña unidad o cuánto están motivados para cumplir sus nuevos deberes.

En las unidades de destino será donde los reclutas adquieran, tras el período de iniciación señalado, una formación militar “razonable”, dominando mejor las “habilidades” esenciales citadas y su integración en pequeñas unidades militares cohesionadas. La columna vertebral de estas unidades operativas es el cuerpo de suboficiales. Ellos son los encargados de su mando inmediato, de completar la formación de los reclutas y de cohesionarlos en la convivencia común, con el ejemplo, el interés por ellos y la profesionalidad. Y, por último, de convertirlas en pequeñas unidades de acción, dotadas de cierta iniciativa y suficientes motivación y compromiso con las misiones.

El Cuerpo de Suboficiales: Características y Posibilidades.

Los futuros suboficiales son entresacados de entre los sucesivos grupos u hornadas o lotes de reclutas que son alistados. Es importante señalar que la paga garantizada es el principal argumento de alistamiento, en un país asolado por la guerra, las sucesivas olas de destrucción sufridas y la desestructuración social. Los soldados afganos también tienen “corazones y mentes”, los cuales deben ser convencidos y ganados, para que defiendan a su joven país y su inestable y corrompido régimen político, frente a las fuerzas disolventes que lo amenazan. Pero la corrupción por sí misma no es razón suficiente para rehuir defender y ayudar al régimen afgano. La corrupción es general, tradicional, arraigada y omnipresente en toda la región geoestratégica árabe: desde el norte de África a las fronteras de la India. Sadam Hussein, el partido Baaz y su régimen estaban asentados en el clientelismo, el copago y el terror selectivo contra los enemigos internos, tanto reales como potenciales o estimados. Con la religión (variedad sunní) y los comunes orígenes tribales como criterios de selección, para comenzar a medrar en las estructuras estatales. Y sobrevivieron a dos guerras exteriores, una larga y otra contra una coalición de países modernos, y a varios intentos armados de rebeliones internas étnicas y religiosas.

Los suboficiales afganos no se sienten como un cuerpo profesional y selecto y aparte de los reclutas, ya que su origen, necesidades y aspiraciones son comunes. En todo caso, si se segregan de éstos es más por vana superioridad y exhibición de poder fatuo, que por razones objetivas. Pero esta lejanía malsana es percibida claramente por los hombres y perjudica la cohesión y la capacidad combativa de las pequeñas unidades. En efecto, son 3 las características o cualidades que los soldados esperan de sus suboficiales, como jefes inmediatos natos: 1) Las tropas siempre tienen que creer que los suboficiales se preocupan realmente por ellos. Y que harán lo posible para facilitarles la vida y para no dilapidarlos en la batalla. 2) Los soldados deben conocer que sus suboficiales cuidan de ellos. S sienten que sus jefes abusan de ellos o los utilizan mal, se volverán indisciplinados y pensarán que no merece la pena seguirlos. 3) Los soldados tienen que confiar en la competencia profesional de los suboficiales. Éstos tienen que tener un juicio militar claro, definido y solvente en las batallas y en las misiones. Sus tropas tienen que reconocer que si los siguen, sus oportunidades de supervivencia y, luego, de triunfo, son tan buenas, al menos, como las de aquéllos.

Los intereses de los oficiales y suboficiales están profundamente enraizados en los de sus familias y clanes, en sus etnias y patrias chicas. Para construir progresivamente, desde los clanes hacia arriba, una entidad regional y, luego, una nacional, hay que crear lazos y relaciones consistentes de progreso y seguridad, que los aglutinen poco a poco. Con ello se irá formando una “moral nacional”, un sentido de pertenencia a una unidad social superior, que respete y garantice sus derechos, a cambio de unas obligaciones sociales y les ofrezca un futuro de paz, utilidad, bienestar y progreso. La estructura social nacional afgana se puede comparar con su red viaria de carreteras y caminos: Es escasa, local y pobre. Así, los oficiales y suboficiales afganos no pueden comprometerse voluntaria, seria y debidamente con un ejército en la defensa del régimen nacional. Que está colocado como una superestructura de escasa vitalidad, sobre las redes sociales centenarias del país. Pensando algunos que, simplemente por ello, ya pudiese sustituirlas eficazmente. Incluso un injerto debe tener una cierta afinidad y cercanía biológica con el patrón o pie receptor, para que prospere a su debido tiempo.

No es de esperar que los suboficiales, tanto los de mando directo de los hombres como los de la escala superior, puedan desempeñar cabalmente su cometido. No creemos que lleguen al 15% del total, los que puedan ser considerados como buenos tanto por los oficiales como por los soldados. Esto va a crear una debilidad estructural, un vacío existencial, en las capacidades militares del ejército afgano en la lucha contra los insurgentes. Los talibanes tienen una fuerte y fanática motivación religiosa y un compromiso con sus misiones. Su cada vez menor diferencia de capacidad militar, la compensan con su decisión de utilizar los hombres necesarios en las misiones decididas. Una prueba es que encuentran suficientes adeptos para llevar a cabo las periódicas misiones suicidas. Pocas sociedades han tenido o tienen guerreros capaces de autoinmolarse para matar y mutilar a sus enemigos. Y, generalmente, sin perspectivas de victoria, sino buscando el fruto inmediato de su sacrificio personal. Los aviadores soviéticos, agotadas las municiones o el combustible, embestían a veces contra los aviones alemanes. Los “kamikazes japoneses”, el “viento divino” protector de las islas contra la invasión mongola, se sacrificaban para compensar la supremacía militar e industrial estadounidense, en aras del código de honor shintoista y de la voluntad del dios-emperador. Pero los hombres del ejército afgano tienen una motivación débil e imperfecta, y tienen una formación y un entrenamiento militares demasiado someros y precipitados.

Quizás no sean muchos los talibanes “full commitment”, capaces de luchar hasta el mismísimo fin contra los corruptos, los renegados de la Fe y los infieles invasores. Aquéllos son apenas un porcentaje mayor que los comisarios políticos de los ejércitos rojos. Pero también es cierto que es mucho menor el porcentaje de fuerzas de la ISAF y del ejército nacional afgano, dispuestos a dar la vida por la causa de la libertad del país y ganar la lucha contra el terrorismo en tierras lejanas a las suyas.

(continuará)

La Guerra de Afganistán, Hoy II

(continuación)

La lucha de los alemanes contra los partisanos soviéticos durante la Gran Guerra Patria.

Veamos un ejemplo histórico de la actuación de fuerzas contrainsurgentes, en condiciones desfavorables para ellas. Las fuerzas antipartisanas alemanas en la URSS intentaron siempre no ser forzadas por los guerrilleros a la pasividad de la guarnición o la escolta. En su manual de “Guerra contra las Bandas” establecían que “la iniciativa debe ser siempre nuestra. Incluso si el comandante solamente tiene una pequeña fuerza a su disposición, no debe mostrar fallos en su resolución. Si es posible, cada acción de las bandas debe ser contestada”.

Los alemanes no sólo estaban obstaculizados en sus operaciones contra guerrilleras por una habitual inferioridad de hombres. Sino, también, por la heterogénea calidad de las que disponían. Sus tropas antipartisanas consistían en una siempre variable combinación de fuerzas de diversos orígenes y calidades: tropas de fronteras y tropas de seguridad y policía alemanas; tropas de seguridad de sus aliados en el frente del Este, especialmente italianos y rumanos; y una mezcla variopinta de fuerzas “rusas” aliadas de seguridad y de autodefensa, a veces, inseguras. El núcleo duro de las unidades eran los alemanes. En los puestos no se solían poner tropas homogéneas. En ellos las calidades se entreveraban, para que la presencia del fuerte animase al más flojo o novato, y le alejase los pensamientos de debilidad o deserción.

Ante la imposibilidad de guarnecer su retaguardia en todo el territorio conquistado a la URSS, al oeste de una línea imaginaria trazada entre Leningrado y Stalingrado, los alemanes tenían que seleccionar muy bien los puntos de guarnición. Éstos pocas veces contaban con más de una sección de fuerzas contraguerrilleras. Además, se consideraba que con 4 o 5 hombres, el puesto podía ser defendido por un tiempo. Mientras, los otros, en 1 o 2 patrullas, salían a perseguir a los partisanos en las aldeas cercanas, a vigilar la vital línea de comunicaciones o a apoyar a otros puestos. Cuando se creaban nuevas unidades o si había un “sobrante” temporal de fuerzas antipartisanas, se formaban patrullas de exploración y combate, algo así como unas fuerzas de reconocimiento en fuerza, para localizar y hostigar a los guerrilleros. Cuando era necesario realizar una acción ofensiva mayor, ante una amenaza guerrillera o la localización de una concentración importante, incluso se traían temporalmente tropas de primera línea (de la zona operativa) para el ataque y destrucción de aquélla, generalmente buscando su cerco y aniquilamiento.

Es cierto que los resultados alemanes fueron limitados. Y también es cierto que el principal objetivo operativo de sus fuerzas antipartisanas se cumplió. Se mantuvieron razonablemente abiertas las líneas de abastecimientos desde Alemania, Polonia y Rumania hasta las retaguardias de las fuerzas alemanas y de sus aliados en el Este. Y el flujo de hombres, armamentos, equipos, repuestos y mercancías que recibieron fue constante, para permitir el gigantesco esfuerzo de guerra contra los casi inagotables recursos de la URSS. Millones de prisioneros soviéticos fueron enviados al Reich y hacia allí retornaron incontables unidades y hombres de la Wehrmatch, en sus continuas rotaciones.

La operatividad de la guerra contra insurgencia en Afganistán.

La red de patrullas y de pequeños puestos militares, operando en las zonas a disputarles a los talibanes, tiene como fin operativo negar la iniciativa y la movilidad a las guerrillas, cortar sus comunicaciones con sus bases, con su red de colaboradores y entre ellas, y levantarlas, como a la caza, de sus “bases” protectoras de carácter civil y de sus reductos aislados. El conocimiento de los insurrectos de su zona y de su vecindario es en esta guerra uno de sus mayores activos. Pero, la red nacional afgana puede cubrir operativamente una amplia extensión y es capaz así de captar la información sensible.

La clave operativa es el patrullaje enérgico, continuo, impredecible, ávido del combate con los insurgentes o de conseguir información. Que constituya un “enjambre” más profesional, más activo, más letal que los insurgentes. Integrado por unidades raramente mayores de una sección. Cuyas armas sean el sigilo, la discreción, la movilidad, con la noche como colaboradora y refugio. Las comunicaciones rebeldes pueden ser dislocadas por la interposición del “enjambre” militar. Los refugios y depósitos de los rebeldes terminarían localizados. La convicción de impunidad de los insurrectos desaparecería. Técnica, táctica y operativamente, los militares extranjeros y, luego, nacionales deben ser por oficio y capacidades, más profesionales, más activos, mejor equipados, más letales, más eficaces, que las fuerzas irregulares a las que buscan y combaten. El problema de una rebelión interior armada sería conducido a un problema policial de maleantes comunes.

Una especialización de las patrullas, con técnicas diferentes, son las seudo bandas rebeldes. Éstas estarían destinadas a actuar en las zonas pastunes proclives a la insurgencia, de donde varios de sus integrantes procedan. Su acción es favorecida por el carácter descentralizado de los grupos rebeldes. Sus misiones serían conseguir información, probar la lealtad de los civiles e incluso aniquilar pequeños grupos enemigos y suicidas.

La paciencia debe ser una característica de todos los ejércitos implicados en esta guerra. También hay que alcanzar un mínimo de oficio y veteranía para ser eficaz. En las zonas más favorables a las bandas es muy fácil que, al principio, las operaciones de cerco se cierren en vacío. Hay que ir ganando y seleccionando a su población, como hemos dicho antes, para que el oficio y la lealtad combinados produzcan sus réditos militares y sociales. Los sucesivos triunfos del ejército afgano le irán ganando el favor del pueblo, porque todos quieren ser emotivamente del bando ganador. Y porque los intereses de los afganos son lábiles, dispares y aún contradictorios, basados en la lealtad a la familia, al clan, a la tribu y al Islam, por ese orden.

Por último, políticamente es necesario buscar el acercamiento a los líderes moderados pashtunes. Hay que evitar las acciones y actitudes disolventes como los bombardeos contra “guerrilleros entreverados con los civiles”. Con el principio de fondo de que una democracia islámica (basada en la Umma, el Corán, la sunna del Profeta y la Sharia o el conjunto de leyes penales y civiles basadas en ellos) no es igual a una democracia occidental. Cuyo modelo queremos insertar sin más, en esta sociedad milenaria, resistente, tozuda, independiente, orgullosa y aguerrida.

LA INFANTERÍA MECANIZADA EN AFGANISTÁN

A pesar de la asimetría cualitativa y cuantitativa entre los medios que disfrutan los ejércitos occidentales y los que padecen los talibanes, los clanes locales aprovechados levantiscos y los bandidos afganos a tiempo parcial, los soldados modernos se quejan de la falta de medios y de su calidad.

El medio militar afgano para el empleo de la infantería mecanizada.

Las sucesivas noticias que vamos recibiendo desde las zonas de operaciones de guerra en Afganistán, procedentes de periodistas insertados en las fuerzas combatientes, de los corresponsales destacados en Kabul y otras poblaciones y las que emiten los ejércitos en presencia, van destilando una serie de características que son comunes a las fuerzas de los distintos ejércitos.

Todos van cayendo en la tendencia iniciada por los estadounidenses de tener al enemigo menos cerca, más visto y observado y más batido por el fuego pesado aéreo y artillero. No se busca con éste, en orden creciente de efectos, perturbar, cegar o neutralizar, sino destruir. Que es el más costoso (bueno para el complejo industrial correspondiente) e improbable de sus efectos (al 100%), lo que exige un gasto incrementado deficiente de recursos. Y no existe siempre su conexión directa con las maniobras ofensivas de las fuerzas terrestres. Que muchas veces no acuden a batir al enemigo quebrado tras el golpe múltiple de fuegos. El fuego pesado se ha convertido en un sustituto económico (troca esfuerzo militar por dólares) e industrial de las maniobras y los ataques de las fuerzas terrestres.

La exploración operativa y de combate descansa en Afganistán en los medios aéreos no tripulados y, en segundo lugar, en los aparatos tripulados que sobrevuelan ampliamente las marchas de las columnas. Lo que es parecido a buscar una aguja en un pajar. Precisamente los talibanes no dejan una “huella de guerra” por ninguna parte. No tienen vehículos pesados, ni posiciones fija reforzadas permanentes, ni artillería pesada, ni se mueven en columnas reguladas por “policía” militar, horarios, distancias entre agrupaciones, etc. Los talibanes que se cobijan en una choza, se esconden de los sensores electrónicos infalibles, cubriendo inocentemente de fango su techo. Si los aviones vuelan de día, ellos se mueven entre posiciones o concentraciones, en pequeños grupos dispersos durante la noche, aprovechando para sembrar explosivos de carga hueca, recubiertos de plástico. Que al explotar, el chorro ígneo suficiente va a penetrar como un soplete en el siempre fino bajo vientre del vehículo mecanizado o motorizado enemigo. Y va a diseminar la granalla encendida, en una aspersión por su interior y sobre sus tripulantes y contenidos.

Los modernos soldados han intercambiado, trocado u olvidado los “principios o reglas del buen hacer” de la guerra, por la simultaneidad y la profundidad del fuego lejano, cubriendo toda la zona enemiga altamente probable. Con ello no hay economía de medios, ni esfuerzo principal, ni la necesaria casi segura discriminación entre combatientes y civiles potencialmente enemigos. Los despliegues terrestres son “secundarios” y, por lo tanto, sus movimientos, dispersiones y concentraciones.

Los ejércitos buscan ávidamente la seguridad o confianza en sus decisiones y empleos. Precisamente cuando el medio en el que están y actúan es variable, fugaz, sin límites definidos, confuso e inaprensible. La incertidumbre, el caos, los errores y los fallos, los medios escasos y los planes parcialmente cumplidos, el cansancio y el miedo son los demonios omnipresentes que caracterizan y afectan a ese magma neutro de la guerra. Y es neutro porque se deja impulsar y guiar en gran parte por los “designios y acciones” humanos superiores. Que son el “sentido correcto” de los mandos, la determinación, la voluntad, el coraje físico y moral, la motivación, el entrenamiento, el compromiso con las tareas y misiones y los mandos respetables y respetados.

Las características operativas de los modernos vehículos de combate de infantería.

El comportamiento campo a través de los tanques, exige para aquéllos una tracción integral a orugas o, al menos, un chasis construido a propósito con tracción a ruedas.

La amenaza NBQ en el ambiente de la guerra moderna, necesita la posibilidad de aislamiento de la tripulación del entorno, manteniendo una contrapresión y una ventilación depurada internas y un sellado adecuado de los cierres y tomas del vehículo.

El hecho de que casi todos los ejércitos desplieguen VCI, hace probable encontrárselos en un conflicto. Y demanda de éstos la habilidad de destruir a sus iguales, mediante los cohetes filodirigidos de carga hueca y/o con armas automáticas con munición cinética o química perforante. Esto, idealmente, se debería extender a la destrucción de tanques enemigos en condiciones apropiadas y favorables. Por ejemplo, empleando el vehículo como plataforma escondida y cubierta, preferiblemente en la pendiente posterior, de los cohetes antitanques citados.

Los vehículos deben dar protección suficiente a su tripulación y a sus mecanismos principales contra el fuego ligero y medio de la infantería y contra las esquirlas de los fuegos indirectos de la artillería. Aquí existe un “límite superior” poco superable para extender la protección a otros artefactos. Que lo hace costoso e inviable de superar, por los mayores pesos y la peor agilidad y velocidad que supone.

Deben los VCI tener capacidad para enfrentarse en combates con la infantería regular o irregular enemiga, con escasos medios y/o alistamiento para la lucha. Para, poder actuar, incluso en marcha, desde diversas troneras protegidas del vehículo y con ametralladoras pesadas y/o cañones ligeros automáticos. En estos combates, la altura de los vehículos, destacable sobre las posiciones ocultas y/o protegidas de la infantería enemiga, hace que sean vulnerables al no explorado fuego antitanque enemigo a distancias medias y próximas.

El uso de los VCI en la lucha contrainsurgencia en Afganistán.

En estos momentos, en Afganistán se están usando modernos sistemas de combate de infantería, no los mejores y más caros en todos los casos, en misiones de patrullaje rutinario y/o demostrativo, de enlace entre puestos y posiciones y de escolta o apoyo a las columnas de marcha del ejército afgano. Gran parte de las características citadas de estos vehículos, sobran para estos usos. Ya que no son empleados siquiera para la exploración y el reconocimiento de las vías por delante de aquéllas. O como vanguardias de combate, para asegurar pasos y parajes comprometedores. Los VCI son buscados como habitáculos protegidos para escuadra o pelotón, dotados de suelos altos construidos como poliedros convexos, destinados a reflejar las explosiones de los artificios improvisados, y como plataformas de tiro rápido para rechazar a los irregulares hostiles. Quizás se callan los mandos, porque al menos brindan la mayor seguridad posible a los hombres.

Aspectos esenciales de la lucha contra los fanáticos hostiles en Afganistán.

El único modo de defenderse de estas partidas insurrectas es privándoles de la iniciativa, dislocando sus movimientos entre posiciones y hacia objetivos, esquilmando su retaguardia operativa, quitándoles la libertad de acción y demostrando al pueblo quiénes tienen los medios y la determinación para ganar la guerra, apoyando a su gobierno y autoridades. Defenderse no es dejarse reducir o arrinconar en las guarniciones, por la actuación y la extensión de las bandas. Guarniciones que se convierten en enormes y costosos “depósitos protegidos” de materiales y hombres sin utilizar. Esto es dejarse oxidar, desmoralizar y enervar por el enemigo móvil, activo y muy asimétrico.

Con ello se dará un primer paso necesario para la pacificación, como base para la reconstrucción social y física del país. La corrupción es un mal más o menos endémico de todas las naciones y épocas. No hay más que mirar alrededor, para comprobarlo. El problema social aparece cuando la corrupción se recrece y desborda, engullendo gravemente los magros recursos de los países débiles. Deteniendo así su desarrollo y perpetuando un régimen intolerable de abusos. La lucha eficaz contra la corrupción comenzará en Afganistán cuando se consoliden socialmente los primeros éxitos militares, continuos y sostenidos, contra los hostiles armados de toda condición.

Para defenderse eficazmente de la insurgencia radical terrorista es necesario el empleo de una infantería motivada, con creatividad e iniciativa y entrenada específicamente. Capaz de actuar en silencio, con quietud y paciencia, sobria y autosuficiente sobre el terreno. De acercarse o de esperar al enemigo a las distancias próximas. Y empleando el lanzagranadas de pelotón, las granadas, el mortero de 60 mm., el cuchillo o bayoneta, cuando no se quiere alertar a otras partidas o su grueso. Esos fuegos suenan muy parecidos al fuego artillero. Disparando a blancos comprobados o de arriba a abajo y de abajo a arriba, para evitar daños propios en los ataques de objetivo limitado con poca visibilidad. Para poder explotar las múltiples debilidades de los rebeldes, su incoherencia operativa, su nomadismo y erradicarlos de sus bases de refugio o de apoyo. Convirtiendo la noche donde se ocultan y amparan en su peor enemigo, ya que carecen de visores de infrarrojos o térmicos y no son proclives a combatir en la oscuridad. Muchos de los empleos actuales habituales del ISAF llevan a la segregación y al distanciamiento con los civiles neutrales o enemigos. Que no sabrán leer, pero que tienen una exquisita sensibilidad natural para conocer a los “amigos” temporales y/o circunstanciales, que les ayudan muy interesadamente.

Los británicos, en los siglos XIX y XX, tenían que acercarse a los pashtunes y combatir con ellos en condiciones duras. Aunque tuvieran el apoyo de las gatlings, de la artillería de montaña y de los ingenieros. Y empleaban a las tribus pashtunes menos belicosas y montaraces, de las estribaciones hindúes más bajas, al sureste del macizo del Hindu Kush, como fuerzas de infantería ligera con oficiales británicos. Los khattaks, los bangashis y los yusufzais, todos también pashtunes, produjeron cipayos de primera, leales a sus mandos británicos directos. Usándolas para contener en sus territorios a las tribus más indómitas, rapaces y levantiscas. Ocupando fortines cuadrangulares de adobe ocre y piedra, con acceso por escalera removible, y troneras altas a los cuatro costados, y explorando el territorio. Y para realizar contra ellas operaciones de castigo o de exacción de multas, por alguna incursión o desmán cometido por sus miembros. Dejando a aquéllas tribus ariscas, libres de mantener su gobierno local, basado en los maliks o jefes y en sus jurgas o asambleas soberanas tribales. Integradas aquéllas fuerzas en la amplia organización del ejército británico de la India, los hombres adquirían un refinamiento y un estado social envidiable, confirmados ante sus familias y clanes por la paga en metálico asegurada. Lograr esta organización suponía tiempo, dedicación, perseverancia, interés y trabajo de campo social para los británicos más directamente implicados en ella. Y exigía el apoyo permanente y seguro de sus mandos medios y superiores.

Eran tiempos en que los horarios, los políticos y las prisas por los resultados no lo estropeaban todo. A pesar de tener unos medios cualitativamente menos técnicos y más escasos que los de hoy en día.

McChrystal, Petraeus y la Estrategia Aliada en Afganistán.

A finales de junio de este año, aparecieron diversos análisis en la prensa, principalmente la escrita, acerca de los posibles cambios que podrían ocurrir en la dirección de la guerra de Afganistán, con motivo de la sustitución del general McChrystal por el más conocido general Petraeus. Dicha posibilidad existiría si se tratase de una empresa, cuyo gerente o primer ejecutivo hubiese sido destituido. Pero no, se trata de la sustitución del general en jefe de un teatro de operaciones.

La Definición de la Estrategia para Afganistán.

Cuya estrategia militar la elabora la Junta de Jefes de Estado Mayor (el Pentágono) y la aprueba Mr. Obama. Correspondiendo, entonces, al general en jefe el desarrollarla con su estrategia operativa. Donde ya tiene unos límites su autonomía, para imprimir su impronta y su marchamo. El general del teatro de operaciones es un gran gestor, un alto mando gerencial, de los inmensos medios que los EEUU y sus aliados, coaligados en la ISAF, ponen a disposición para alcanzar los objetivos de la guerra.

La estrategia total planteada por los EEUU se puede resumir en conseguir la derrota de los talibanes y la extirpación de las recidivas de Al-Qaida en Afganistán. Y en la incorporación progresiva de los afganos a las labores de orden público y de contra insurgencia, contando con un gobierno cada vez más fortalecido, respetado y obedecido, capaz de atraer a la insurgencia menos radical. Todo ello, entreverado con un apoyo económico para la reconstrucción, la sanidad, la educación y las infraestructuras. Pero que alcanza desde la provisión de los medios militares a la entrega de sobornos, dádivas, incentivos y prebendas a determinados combatientes, para que abandonen las armas, y a civiles, para que faciliten información o colaboren en las múltiples tareas necesarias. La famosa estrategia contra insurgencia de “ganar los corazones y las mentes” del paisanaje nativo, que data de la intervención en Vietnam del Sur en los años 60, se incardina en ese triple objetivo.

La Sustitución y la Pérdida de un Comandante en jefe en Operaciones. Habían cansado y aburrido hasta las cejas al viejo Stanley.

Veamos los dos casos, parecidos pero no idénticos, en los que la pérdida del comandante en jefe resulta irreparable. A veces el caudillo militar constituye una vulnerabilidad crítica estratégica de su pueblo armado, a mano para sus enemigos. Éste fue el caso hábilmente manejado por los españoles en el siglo XVI durante la conquista de América. Se trataba de la captura o la muerte del gran jefe o “emperador” de las coaliciones indígenas de los grandes países a colonizar: Moctezuma, Atahualpa. Y que fue posible porque el “gran emplumado” presidía a su ejército en combate. Esto daba un golpe demoledor, aunque temporal, a las fuerzas indígenas. Porque una vez convertido en rehén la representación simbólica de un jefe de este tipo caía en picado. Ya que la vitalidad social de la colectividad a la que dirigía, exigía su renovación, como si hubiese muerto.

También tenemos los casos de los grandes caudillos político militares, como Alejandro, Gustavo Adolfo o Napoleón. Ellos incorporaban en sí mismos la esencia y las virtudes de todo un estilo militar y de un régimen político. Que irradiaban permanentemente a sus pueblos, galvanizándolos para una tarea común de trascendencia histórica. Su desaparición en operaciones hubiese sido fatal para sus intereses colectivos. Como ocurrió en el caso de Suecia, con la muerte en combate el 6 de noviembre de 1632, de su rey Gustavo II Adolfo en la batalla de Lützen.

El caso del general del ejército (cuatro estrellas de plata) Stanley McChrystal fue distinto. Sólo era un militar destacado dentro de un ejército profesional, enorme, diversificado, técnico y moderno. Como ya tenía casi los 30 años de servicio, próximo a la jubilación, podía permitirse ciertos lujos. Estaba cansado de intromisiones de los políticos cortesanos de Washington en su “modo” (su reino era la estrategia operativa) de llevar la guerra y en los recortes que le imponían a sus peticiones de medios para atender a una guerra larga, impopular y polifacética. Su delito fue llamar públicamente, en una entrevista publicada, “wimps” a algunos de esos políticos de la cuerda del presi, con los que se topó en su camino. Una traducción, no demasiado expresiva, sería “peleles”. El nombre define a una persona débil, cobarde, irresoluta e inefectiva para los asuntos. Sus agravante fueron la premeditación y el recochineo que se exhibían en la revista. ¿No les suena algo?

La Coalición que se Encuentra Petraeus.

En Afganistán están presentes fuerzas militares de unos 46 países. Algunas están dedicadas a misiones de apoyo, de guarnición y de retaguardia. Al ser una gran coalición, sin subordinarle ninguno de los intereses que a cada país le dictan sus necesidades y sus compromisos políticos, las coincidencias entre los aliados son parciales, tienen soluciones de continuidad y son lábiles en el tiempo. Esta fragilidad intrínseca de la coalición, nace de que casi todos los aliados no practican políticas de estado. Hay que señalar que esto se debe en gran parte a que no se tiene una percepción clara del problema afgano, ni de su cercanía, directa o indirecta, inmediata o lejana, a los intereses nacionales respectivos.

Los holandeses, con unos 2 mil soldados destacados en la provincia de Uruzgan, al norte de la de Kandahar, han confirmado su marcha de Afganistán para el mes de agosto de este año. Para 2012 también se quieren ir los otros 1550 australianos que guarnecen esta provincia. Se supone que esa “brigada” multinacional será sustituida con eficacia por fuerzas estadounidenses y, sobre todo, afganas. En la provincia de Kandahar, el añejo feudo del mulá Omar y primera cantera nacional de los talibanes, hay más de 2800 tropas canadienses, junto a fuerzas británicas y estadounidenses. Es uno de los primeros “frentes” de lucha contra la insurgencia del país, junto con Kandahar y las provincias del este. Los canadienses se retirarán de Afganistán entre julio y diciembre de 2011. Quedan los británicos y los estadounidenses.

Y, ¿cuál es la “trayectoria vital” de los británicos en este conflicto? Del fervor guerrero de estos “soldados europeos tecnológicamente modernos”, dan fe las operaciones llevadas a cabo durante 8 años en la provincia pashtún de Helmand, al sur del país. Tras la guerra de 2001, que terminó con el régimen medieval radical intransigente de los talibanes, en torno a la ciudad de Lashkar Gal, capital de la provincia, se instalaron permanentemente unos 8 mil soldados británicos, relevados sucesivamente por sus reemplazos en los “tours of duty”. Este potente contingente de soldados profesionales experimentados fue incapaz en casi 8 años de combatir el cultivo del opio en Helmand y de pacificar la provincia, para la implantación efectiva en ella del gobierno de Kabul.

Para lograr por fin estos objetivos, al parecer difíciles de realizar, se inició el viernes 12 de febrero la operación Moshtarak (Juntos) en la región de Marjah, a unos 40 Km. de Lashkar Gal, a cargo de unos 15 mil soldados aliados, de la OTAN y afganos. Que tenían que ir demostrando que los esfuerzos y los dineros gastados en la formación de sus fuerzas nacionales, no se han dilapidado miserablemente. Los talibanes, una infantería ligera irregular, sin aviación, con una logística pedestre e insuficiente y sin artillería, fueron batidos y desalojados de sus posiciones de combate en torno a Marjah, dispersándose finalmente, en gran parte, a las provincias limítrofes. Para ampliar la información, véase nuestro artículo “La Batalla de Marjah”, en War Heat Internacional nº 88. Sin embargo, ya nos avisan los periodistas destacados (no será mejor esto que “empotrados”) en Afganistán, que los brotes verdes de la insurgencia están apareciendo, como renuevos vigorosos y firmes, en torno a Marjah y a Nad Ali.

Por último, los mismos estadounidenses han señalado como fecha límite para iniciar la retirada de su despliegue, el 1 de julio de 2011. Son unos 94 mil soldados en estos momentos y alcanzarán los 98 mil a fines del verano. Están desparramados por todo el territorio afgano, como un armazón que sostiene e impulsa el esfuerzo general de guerra contra insurgencia. Para entonces se supone que estarán alistados, entrenados y equipados cerca de 400 mil afganos, integrados en las fuerzas de policía, algunas milicias regionales y el Ejército Nacional. ¿Estarán también motivados para defender una democracia inorgánica occidental? Por el momento, los tayicos y los hazaras forman la mayor parte de las actuales fuerzas de seguridad de Afganistán: hay unos 100 mil policías y unos 90 mil soldados nativos, con grados variables de motivación, lealtad y entrenamiento. En los distritos pashtunes no hay en general alistamientos al ejército nacional ni a la policía afgana. Se perfila así una guerra de liberación pashtún dentro de un país opresor o descuidado hacia ellos.

La Guerra de Afganistán, Hoy

La ministra Chacón suele centrar sus argumentaciones para solicitar al Congreso su autorización para incrementar el contingente español en la ISAF, en que “a más hombres, más rápidamente acabarían sus tareas y su compromiso en Afganistán y más pronto regresarían todos”. Si se tratase simplemente de realizar múltiples tareas civiles y educativas, en localizaciones diferentes, es posible. Y con tal de que la Tabla de Tareas, ordenando los trabajos y midiendo sus tiempos, no impidiese los trabajos en paralelo, ni apretujara a los hombres, neutralizando sus esfuerzos. Pero se trata de realizar una parte de las labores cívicas económicas necesarias en una guerra contra una insurrección armada, creciente, desparramada y decidida. Y los hitos en el tiempo de la insurrección los marcan los avances en las labores militares, a cargo de otros ejércitos en presencia más comprometidos con ellas.

Introducción.

Para efectuar una campaña eficaz contra los rebeldes irregulares en Afganistán, es necesario establecer: la estrategia política, incluyendo alianzas nacionales y extranjeras firmes y estables; la estrategia militar, incluyendo los medios a su disposición y quiénes y cuándo los aportarán y mantendrán; y las prioridades y marcos de acción de los esfuerzos cívicos y bélicos de la guerra irregular.

¿Se busca la derrota total y efectiva de los talibanes? ¿Están de acuerdo el presidente Karsai y los otros miembros y apoyos del gobierno afgano? ¿O prefieren algunos un acercamiento a los grupos más moderados de los talibanes? Que realmente son los que ven en el diálogo una forma de avanzar en sus planes últimos. La ideología islámica radical imprime carácter. Es muy dudoso que, quienes la tienen por su misión y razón de ser y, además, estén ganando posiciones, influencia y adeptos civiles, deseen negociar sinceramente, algo que no sea el cómo y el cuándo de la rendición enemiga y la marcha de su país de los militares extranjeros invasores infieles. Por último, ¿ha servido la Jirga o asamblea de notables afganos convocada en mayo por el recientemente reelegido Karsai, para un acercamiento nacional?

La actuación de los ejércitos regulares en presencia.

Las unidades tácticas de los ejércitos aliados (la ISAF y los EE.UU.) en Afganistán son los batallones y regimientos. Con las fuerzas de un batallón intentan barrer una zona supuestamente insurrecta siguiendo un sentido y dirección, en cuyo límite opuesto han desplegado un cerrojo. Con un regimiento suelen intentar ya una operación de cerco y aniquilación en una zona enemiga dada, separada de lugares y aldeas civiles. No parece que esto sea suficiente ni eficaz. La prueba es que cada vez más, la insurgencia se pasea por donde quiere. Y los soldados occidentales se protegen en sus acuartelamientos. O patrullan reiteradamente, sin eficacia contra guerrillera, por ciertos lugares acotados, dicen que para evitar bajas civiles. Tienen los guerrilleros montañeses unas armas naturales de las que carecen los soldados europeos actuales: la motivación, la paciencia, la calma, la agudeza de los sentidos, la resistencia física, la autosuficiencia y la sobriedad.

Por su parte, al ejército afgano le falta instrucción, experiencia, espíritu de cuerpo e interés combativo. Pero es nativo, no ocupante, y no parte de cero. Y con la habilidad y profesionalidad de sus mandos y asesores extranjeros, puede adelantar etapas rápidamente. El coste a pagar mientras tanto es el tiempo, prolongado en una lucha interna dolorosa, sangrienta y costosa.

Los talibán o talibanes.

Los talibanes y al-Qaida forman dos movimientos organizados verticalmente y desde abajo a arriba. La cercanía ideológica y geográfica les permite colaborar tácticamente. Su estructura hace que sus células no sepan exactamente cuáles son los jefes superiores. Sólo saben dónde tienen que ir para recibir apoyo o para enviar o recibir información o para comunicarse con otra célula “pareja”. Las direcciones de estos movimientos actúan por excepción, no por presencia o por acción deliberada. Esto les permite operar bastante bien sin la intervención de sus altos mandos. La muerte de algunos altos jefes en un bombardeo estadounidense, afectaría poco a su efectividad, a sus niveles actuales de actuación militar irregular.

Los insurrectos, por la fuerza y por su popularidad, en una mezcla variable y siniestra, son capaces de mezclarse y diluirse con la población civil pashtún y esconderse seguros en casas, zulos, cuevas, etc. Aunque una parte de la población esté a su lado, la coacción ejercida por insurrectos armados existe siempre. Si el ejército afgano es capaz de proteger permanentemente un barrio o población de los ataques o de la presencia de los hostiles irregulares, puede también ir progresivamente exigiendo la lealtad nacional debida a sus habitantes. Lo que es inadmisible es que se someta intermitentemente a la presión militar de uno y otro bando a las poblaciones civiles locales, exigiéndoles una lealtad que no les ofrece seguridad.

Los pueblos montañeses pashtunes son numerosos, pequeños y diseminados por las amplias zonas a ambos lados de la frontera entre Afganistán y Pakistán. En ellos se pueden camuflar un pequeño grupo de talibanes “regulares”, a la espera de que pase de largo una creciente militar. Aparte, los talibanes gozan de un sistema complicado de cuevas naturales en varios niveles, reforzado por túneles de comunicación, dotados de zonas ampliadas para la espera y el almacenaje de bienes de todas clases. Este sistema es utilizado para facilitar el tránsito entre Afganistán y Pakistán, sin tener que utilizar los pasos fronterizos o desfiladeros más habituales y conocidos, como “etapas” del trayecto completo. Y como refugio temporal cuando los aliados llevan a cabo operaciones de búsqueda de rebeldes o de represalia, sobre las zonas pashtunes donde han sido más activos. Los talibanes son de la etnia pashtún. Sólo los distinguen de las tribus locales, su mayor fervor y proselitismo religioso y su actual actividad militar. Parte de los lugareños con los que se encuentran los soldados en sus patrullas y registros, son talibanes “a tiempo parcial” y simpatizantes. Dos o tres hombres de un grupo de nativos que transitan por un camino rural, pueden ser una escuadra de talibanes moviéndose de un lado a otro. Su logística es tan parca, que es frecuente, en zonas muy batidas por los soldados, que los guerrilleros transiten desarmados. Y que sean armados de nuevo por los grupos locales a los que acceden, tras su viaje. Los talibanes no dejan fácilmente una “huella operativa” detectable por los sensores y artilugios electrónicos modernos.

La clave operativa de los talibanes reside en sus innumerables jefecillos locales, con sus pequeñas bandas de guerrilleros. Ellos son los responsables de intimidar, aleccionar, asustar, atacar y ocupar más o menos temporalmente algunos de los numerosos poblados y caseríos. Según el grado de presión que deban ejercer sobre los lugareños para que les informen, les escondan y les ayuden. Evidentemente su elemental grado de desarrollo operativo mantiene al movimiento en la defensiva estratégica. Sin poder disputar a ninguno de los ejércitos presentes en esas áreas ningún territorio o pueblo. Sin poder realizar otras acciones más allá de las emboscadas, los ataques a pequeñas unidades enemigas aisladas, el hostigamiento por el fuego a media distancia, el secuestro, incursiones aisladas de corta duración y el minado de caminos y veredas. Concentrados ideológicamente en la conversión a su movimiento, a sus células semi nómadas, de los pashtunes más afines o cercanos. En un grado mucho menor y menos extenso, actúan las células de al-Qaida en Afganistán.

La propaganda constituye un objetivo estratégico básico de los insurrectos, con el que colaboran entusiasmados los medios y las agencias occidentales. Cualquier ataque rebelde con éxito es inmediatamente retransmitido al mundo. Esto debilitará siempre la voluntad de permanencia de los EE.UU. y sus aliados. Sus “grunts”, llamados por sus casas, quieren regresar, para gozar del consumo variado y superfluo y las vacaciones exóticas.

Los insurgentes saben que la lucha no acabará simplemente porque las fuerzas de los aliados se retiren. Esto hace que algunos grupos de este mosaico variopinto, preocupados por las consecuencias graves e imprevisibles de que se instaure luego un caos social, puedan ser atraídos a dejar las armas con arreglos políticos y civiles. Por otro lado hay que explicar y convencer al pueblo que la mejor forma para que cese la presencia militar extranjera, es la desaparición de la rebelión talibán. Las mejoras continuas en comercio, servicios, suministro de energías están teniendo efectos positivos y deben ser expuestas enfáticamente por la administración nacional. Recíprocamente, su destrucción o sabotaje por los rebeldes debe ser siempre capitalizado en su contra por los medios y agentes del estado afgano.

La lucha contra la insurgencia irregular en Afganistán.

Las guerras contra los irregulares armados son por naturaleza largas, dolorosas y difíciles. El carácter prolongado, por el lado rebelde, se origina de la necesidad de que una fuerza “popular”, partiendo casi de la nada, se desarrolle y se extienda y llegue a derrotar moral o militarmente a un ejército regular propio o de ocupación. A su vez, el carácter prolongado por el bando oficial y regular se debe a que una rebelión más o menos popular y extensa, delata una importante fractura en la estructura y en la convivencia de la sociedad que las sufre. Y su reparación y recuperación son largas y costosas. Las dificultades y los crueles males surgen por el elevado componente civil que participa en ellas. Son guerras localizadas en el patio de casa, en la retaguardia propia u ocupada. Aquí no hay frentes a establecer y retaguardias operativas acogedoras, protectoras y abastecedoras. Lo que hay son grupos de enemigos, de apoyo logístico y de información de éstos y de simpatizantes de ellos, integrados según el distinto coraje personal de sus miembros, y todos ellos extendidos y asentados por un territorio sin límites ni retaguardias clásicas.

Los aspectos operativos de la guerra afgana contra los rebeldes irregulares deben centrarse en la lucha por la movilidad y la iniciativa. Para conseguir fuerzas suficientes y mantener la iniciativa, los ejércitos aliados y afgano deben concentrarse en la defensa de sus objetivos estratégicos y de sus comunicaciones. La defensa de poblaciones menores, especialmente fuera de las zonas pashtunes, debe recaer en unidades locales de auto defensa y de policía, apoyadas por unidades militares móviles, que patrullen por todo un sector amenazado.

Las fuerzas contrainsurgentes tienen varias misiones que cumplir simultáneamente. Deben defender sus bases, cuarteles y reductos. Y no simplemente limitarse a las labores de guarnición y espera. Que son de las tareas que más erosionan y carcomen la iniciativa, la disposición combativa y la motivación de las fuerzas regulares en este tipo de lucha. Deben perseguir sistemática y continuamente a las bandas, especialmente sus bases y unidades mayores o concentraciones de bandas. El fuego aéreo no es más que una parte del plan de fuegos de apoyo de las operaciones de ataque, hostigamiento y cerco y aniquilación de las fuerzas terrestres regulares y especiales. Deben defender las instalaciones vitales para el esfuerzo contrainsurgente, especialmente sus comunicaciones terrestres. No es necesario aferrarse a nudos de comunicaciones, puentes, túneles y a los Km. de vías, sino protegerlos activamente. Deben ganar progresiva y firmemente el apoyo de la población afgana. Unido a este acercamiento, están las verdaderas “bases” regulares (no son las grandonas, “seguras” y aislantes), cercanas o insertadas en los pueblos y aldeas. Como posiciones seguras que protegen a los civiles y trabajan con y para ellos. Y desde las que se expande y asegura el territorio afgano arrebatado a la influencia de los rebeldes armados.

Veamos sucintamente la posible distribución de las bases militares en función de la actividad enemiga. En las zonas más favorables a los talibanes, los puestos militares deben ser sólidos y resistentes, pocos y con mayor guarnición. En estas áreas deben predominar la exploración de las bandas y las mayores operaciones ofensivas contra ellos, sobre sus bases, concentraciones, refugios y pasos.

En las zonas donde los rebeldes intentan asentarse, progresar y llegar a dominar a los civiles, partiendo de las zonas pashtunes del este y del sureste de Afganistán, los puestos serán más numerosos y con menos tropas. Éstas son las zonas más lábiles, de guerra más irregular, de encuentros (la emboscada lo es) más frecuentes. Aquí se decide, primero, el avance y el progreso y, finalmente, el triunfo de uno de los dos contendientes. Las comunicaciones enemigas y los núcleos rebeldes en estas áreas son los objetivos operativos de las fuerzas leales, junto con la defensa de las poblaciones. Apoyándose, en parte, en fuerzas de autodefensa locales, reforzadas por patrullas militares muy móviles, incluso helitransportadas. Asegurada la defensa de un área en estas zonas, es posible exigir lealtad a la población protegida, y comenzar las labores de apoyo económico y de rearme cívico nacionales.

En las áreas más leales o neutrales y pacíficas es necesario ensayar las técnicas y los métodos de acercamiento sincero y efectivo a la población afgana. Las fuerzas nativas de autodefensa, apoyadas por patrullas militares móviles, a cargo de una zona manejable, deben soportar aquí el peso de mantener su propia seguridad. En esta zona pueden localizarse las reservas helitransportadas y mecanizadas suficientes, para ser enviadas en operaciones de apoyo o de ataque a las otras 2 clases de zonas operativas. También las brigadas de apoyo económico y de rearme cívico, pueden tener aquí sus almacenes y barracones centrales.

(CONTINUARÁ)

Al-Qaida en Irak

Gran Golpe a la Franquicia Terrorista: la Caída de tres Importantes “Abus”

Hace ya unas semanas nos han vuelto a dar la noticia de la muerte violenta de Abu Ayyub al-Masri y de Abu Omar al-Bagdadi. Resultaron definitivamente muertos el sábado 17 de abril, durante el ataque a su vivienda de fuerzas militares combinadas estadounidenses e iraquíes. El objetivo estaba al suroeste de Tikrit, la tierra natal de Sadam Hussein, ejecutado en 2006 por las autoridades iraquíes. La casa quedó destruida, ya que le tiraron hasta cohetes medios, en un exceso de fuego pesado profiláctico y protector, habitual con los estadounidenses.

El Resumen de la Situación.

Los cadáveres de los dos jefes insurrectos fundamentalistas estaban en un hueco del edificio, donde se habían refugiado. También aparecieron en la vivienda los cadáveres de un ayudante de al-Masri y de un hijo de al-Bagdadi. El jefe de las fuerzas estadounidenses en Irak, general Odierno, calificó las muertes como “el golpe más importante que se ha dado a al-Qaida en Irak desde el comienzo de la insurgencia” (a mediados de 2003).

Seguramente se olvidaba de la muerte de Abu Musab al-Zarqaui. Que fue el anterior jefe de al-Qaida en Irak, muerto en junio de 2006 en un ataque aéreo selectivo. Y en una etapa mucho más activa y tenebrosa de la polifacética insurgencia armada iraquí. En enero de 2004, la inteligencia norteamericana interceptó un memorándum de 17 páginas escrito por Abu Musad al-Zarqaui y dirigido a Osama bin Laden, en el que le expresaba su preocupación por su supervivencia: “En Iraq no hay montañas donde podamos refugiarnos, ni bosques en cuya espesura nos podamos esconder. Hay ojos avizores en todas partes. Nuestras espaldas están expuestas y nuestros movimientos se realizan a la vista de todos”.

En Iraq las bases insurrectas están siempre en las ciudades y poblaciones más favorables a la actividad de los distintos grupos rebeldes armados. Y rodeadas o permeadas por las fuerzas militares locales y foráneas. Por ello, no todas las poblaciones son defendibles de los poderosos medios militares, ni los insurrectos tienen la intención de hacerlo. Aquí no existen formas numantinas de lucha militar sin esperanza.

Al-Masri era el actual jefe de al-Qaida en el país. En octubre de 2006 anunció la creación de una coalición con algunos grupos insurrectos sunníes, auto proclamada Estado Islámico de Irak. Permeada y dominada por al-Qaida, la coalición quedó desde entonces bajo el mando de al-Bagdadi.

A finales de 2003 comenzó a revelarse una alianza de colaboración entre los baasistas iraquíes y los yihadistas extranjeros o miembros de Al-Qaida, la organización islámica radical internacional que opera en Iraq superpuesta a la subversión nacional. Los objetivos de Al-Qaida son generales, imprecisos y amplios. Cualquier gobierno o sociedad no islámica radical sunní es su enemigo potencial. Los extranjeros muhaydines realizan la inmensa mayoría de los ataques suicidas.

Los baasistas, “las redes leales” o “ahl al thiga”, que eran el núcleo de la insurgencia sunní y que buscaban restaurar su control, en un país donde apenas son el 20% de la población, les brindaban a aquéllos infraestructura logística, refugio y colaboraban en la coordinación de los ataques. El flujo de mártires iluminados era suficiente y constante. Era muy común que la organización terrorista le pagase a la familia del suicida una pensión permanente mensual, que podía alcanzar hasta los 600 o 700 euros y que financiara también su atención sanitaria y la educación de los niños.

Hoy en día, al-Qaida en Irak es una organización mucho más deslavazada y acosada que hace 3 o 4 años. Sus células o grupos locales están descoordinados operativamente. Y el daño que realizan contra el pueblo iraquí (en los EEUU les es mucho más difícil atacar), árabe como ellos, es el que pueden hacer las fieras acorraladas y/o heridas. Son acciones locales limitadas, por lo que su trascendencia operativa es menor.

Los sunníes iraquíes no ya mantienen relaciones importantes con al-Qaida. Han ido incorporándose progresivamente al esfuerzo militar oficial desde primeros del 2007. A través de las milicias al-Sahwa o del despertar sunní, de auto defensa del territorio de los clanes y las tribus. Fueron promovidas y desarrolladas por el general David Petraeus, sin contar mucho al principio con las autoridades chííes y kurdas iraquíes. También se han ido integrando progresivamente los sunníes en partidos y coaliciones políticas interreligiosas y laicas, para poder participar en los comicios de 2010. Convencidos de la necesidad de participar para influir efectivamente en la actual situación política y social de Irak. Y de que en 2005 desaprovecharon una importante oportunidad, al abstenerse de concurrir a las elecciones, dejando todo el gobierno iraquí en manos de los chiíes y los kurdos.

Precisamente, el martes 20 de abril, las fuerzas aliadas estadounidenses e iraquíes realizaron otra acción conjunta en Mosul, en la que resultó muerto Abu Seheib Ahmed al-Obeidi. Este elemento faccioso era el jefe de los grupúsculos locales de al-Qaida en las provincias al norte de Irak, Kirkuk, Nínive y Salahadín.

Las informaciones que permitieron la eliminación de tres de los terroristas más buscados en Irak, las facilitó un terrorista de segundo nivel capturado hace unas semanas, según declaró el general Qassem al-Musaiu, portavoz militar iraquí. No sabemos el grado de persuasión empleado para obtener los datos del informador. Los más duros, sanguinarios y recalcitrantes terroristas islámicos suelen derrumbarse, por ejemplo, si se les envuelve en una piel de cerdo. Como es una religión formal, el pecado de impureza se comete independientemente de la voluntad del transgresor. Y su entrada al Jardín de las Huríes, por un tiempo desconocido e indeterminado, no necesariamente eterno, correría un serio peligro de fiasco y malogro.

Alcance, Contenidos y Razones de los Nombres Utilizados por los Terroristas del Califato Mundial Imposible.

Esos nombres, para un occidental, pueden resultar complejos y pomposos. Y aún evocar nobleza. Como un González de los Santos y Martínez-Arraiz. O cualquier otra combinación de apellidos simples, que recordemos o nos imaginemos. Pues, no. Estos tipos se significan empleando términos paupérrimos, sumergidos en ambientes familiares y locales estrechos. Y propios de sociedades agrarias no desarrolladas, donde sólo tienen sentido y alcance los apelativos y nombres.

Al-Masri o al-Bagdadi son dos toponímicos. Y quieren decir respectivamente, el egipcio y el bagdadí o de Bagdad. Y Abu Omar y Abu Ayyub quieren decir padre de Omar y padre de Ayub. Así como bin o ben Laden quiere decir hijo de Laden, el nombre familiar. Y bin Saud significa hijo de Saud, el fundador del conocido reino saudí. Y podría corresponder a uno de los “mil príncipes” oligarcas de la monarquía islamista radical wahabita.

Abu Seheib Ahmed al-Obeidi, se podría expresar como Ahmed, padre de Seheib, natural de Obeidi. En la época del Profeta, muchos compañeros y jefes islámicos añadían el Abu al resto de su nombre. Era como un galón más. Ahora los terroristas yihadistas imitan esa distinción de los primeros tiempos de la Yihad.

Es decir, los nombres de estos rebeldes truculentos primitivos radicalizados, son como nuestros Manuel el de Rita, Xuan el del cura (un posible hijo del pecado), el hijo de la parida o Perico de los Palotes, muy conocidos todos en sus casas a las horas de comer.