Estudio Comparativo de las Colonizaciones de América por Europa y Asia.

Francia, Gran Bretaña, Portugal, España y China imperial

Introducción.

Haremos un recorrido por la Historia de América, en paralelo con la de los países que podrían fusionarla con su civilización. Cogiendo giros del modelo de ensayo “what if” o “qué hubiera sido si”. Partiendo de lo que ocurrió o pudo ocurrir en cada caso.

Para ver cuál fue el resultado más completo y satisfactorio posible.

La América francesa.

Francia fue una de las potencias europeas que acudió al reclamo de las tierras y posibles riquezas de las Indias Occidentales o las Américas. Sus principales conquistas y colonias fueron en la del Norte.

En 1524, los franceses llegaron por primera vez a Norteamérica, buscando una vía marítima a China. El fracaso de esta expedición no fue óbice para que Francia no insistiera en hacerse con el control de parte del Nuevo Mundo. Los territorios explorados y ocupados por Francia en Norteamérica se conocerían como el virreinato de Nueva Francia. Que estaba dividido en 5 grandes “regiones o tierras”, entre las que se encontraban los territorios de 10 de los actuales estados de los EE. UU.

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GUERRA COLONIAL FRANCO BRITÁNICA DE 1756 A 1760

La llamada guerra franco india de 1754 a 1760, fue el último capítulo o remate de los conflictos coloniales americanos entre Francia, Gran Bretaña y sus respectivos aliados indios locales, que transcurrieron desde finales del siglo XVII hasta mediados del siglo siguiente. Esta guerra resultó decisiva para los británicos y sus aliados. Que ocuparon aquí casi todas las regiones en disputa, desde los Grandes Lagos hasta el valle del río Ohio. El enfrentamiento entre las colonias europeas y los indios rivales fue muy duro y contaba con sus características propias de geografía agreste, competencia por las tierras, grandes migraciones, características singulares de las formas de lucha (el ataque y la defensa), largas distancias y, como casi siempre en todo conflicto, recursos escasos para sostenerlo.

Esta guerra irradió sus causas y efectos a Europa y a los otros puestos comerciales y colonias de Francia y Gran Bretaña en África e India, llamándose entonces la guerra de los siete años de 1756 a 1763. El Tratado de París de 1763 reconoció el dominio británico a escala casi mundial.

La herencia cultural franco americana étnica y cultural ha desaparecido de casi todos los territorios franceses originales. Sólo en Maine y Lousiana se mantienen vestigios de ella.

Una Emigración desde Asia.

Podemos considerar también la llegada de los asiáticos del Este, singularmente del Imperio del Medio, los chinos Han, a América. Estos lo harían varios miles de años después de los primeros amerindios y no habrían seguido la ruta del rosario de islas del norte del Pacífico. Y enviarían en su avance un número de barcos dado en unas flotas de exploración y reconocimiento. Y, luego, de conquista, asentamiento y colonización, al otro lado del Pacífico.

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VIAJES REALIZADOS POR LA FLOTA DEL TESORO, AL FINAL DE LA DINASTÍA MING.

Existió una llamada Flota del Tesoro china, a finales de la dinastía Ming. En efecto, el almirante Zeng He, que fue el más importante navegante chino, realizó los viajes del tesoro entre 1405 y 1433. El nombre proviene de los 62 grandes barcos, los baosuchuanes, que se integraban en una abigarrada flota de más de 300 buques, de guerra, de transporte y auxiliares. Según los datos conocidos, dicha flota realizó hasta 7 viajes, con un número distinto de navíos, en dirección a la India y África. Pero, no hay ninguna prueba, ni cita, de su navegación en dirección a América, cruzando el inmenso Pacífico. En el último viaje, con el cambio de dinastía imperial, el almirante recibió orden de regresar a China, donde se iba a proceder al desmantelamiento de esa “flota estratégica” del imperio.

Es de señalar ahora el problema resuelto en 1565 por el fraile Andrés de Urbaneta en la navegación por el Pacífico. El viaje desde Acapulco a las Filipinas se cumplía en una singladura de 2 meses, impulsado por los vientos alisios y realizando una parada técnica en las Marianas, para abastecerse. Pero, el tornaviaje era infernal. Sólo navegar por el laberinto de las Islas Filipinas exigía un mes de travesía y un navegante experto. El hallazgo de Urbaneta fue remontar hasta la corriente de Kuroshivo y, luego, descender hasta la Alta California. A la altura del cabo Mendocino, ya se navegaba costeando. Se doblaba, entonces, el cabo San Lucas y se seguía por el mar de Cortés hasta Acapulco. Así, el tornaviaje duraba sólo 6 meses y, en el plazo de un año, se realizaba el viaje de ida y vuelta por el inmenso y proceloso océano español.

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FRAY ANDRÉS DE URDANETA.

Durante 250 años, el galeón de Manila mantuvo abierta la ruta entre 2 extremos del Imperio de España. A pesar de los peligros que asechaban a un barco solitario, lleno de riquezas, se perdieron sólo unos 30 galeones, de cerca de 280 que llegaron a navegar. Algunos naufragaron por la sobrecarga, derivada de la codicia de armadores y tripulantes. Y cuatro fueron capturados por los piratas, que los asechaban en las llegadas y salidas de los puertos españoles. También, un número no precisado de galeones regresaron a Acapulco con marineros enfermos, dándose el caso de un galeón recogido con toda la tripulación fallecida. Así, se establececió un hospital en Acapulco para atender a dichos enfermos.

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EL TORNAVIAJE DE MANILA A ACAPULCO DE URDANETA.

Esto nos lleva a suponer una emigración asiática hacia México, que no sería ya tan bienvenida y provechosa. Hacia 1576, se produjo en el virreinato de Nueva España una “catástrofe demográfica”, que los españoles denominaron la “gran peste” y los amerindios llamaron “huey cocoliztli” o “gran enfermedad”. Según la encuesta ordenada por el Virrey, el número de fallecidos fue de varios millones de españoles y nativos. El único dato contrastable disponible cifra en 5 millones los muertos de toda clase y condición; el problema es que se refiere a personas censadas en el Virreinato.

Destacamos que la búsqueda de la culpa (señalando a España desde la leyenda negra), y no de las causas, no permitió hasta la segunda mitad del siglo XX, que se considerase el importante papel de las epidemias víricas en los despoblamientos coloniales grandes.

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LA HUEY COCOLIZTLI DE 1576

El influjo deliberado o indirecto de la leyenda ideológica antiespañola forzó que el acervo científico de la época considerase que esa gran epidemia tenía que provenir del mundo hispano europeo. La historiografía perturbada definía que la enfermedad procedía de los españoles. Pero, los síntomas y descripciones de una docena de testimonios de fines del siglo XVI, no casaban con la hipótesis hecha de que el agente fue una fiebre tifoidea exantemática.

No se intentó identificar cuál fue la primera epidemia asiática en América. Existen opiniones modernas de que lo que ocurrió fue una infección más grave, provocada por algún virus del grupo de las fiebres hemorrágicas. Esto cuestiona directamente el carácter “excluyente” de la infección hispana presupuesta. Así, los prejuicios políticos o hegemónicos, infectando la historiografía, fueron la mayor dificultad para el estudio científico de las causas de esta macroepidemia.

Las colonias británicas en Norte y Centro América.

Los británicos llegaron un poco más tarde que España y Francia a explorar y colonizar las Américas. Su primera colonia fue la de Jamestown, en Virginia, establecida en 1607. Éste sería el origen de las 13 colonias de América del Norte, que serían el núcleo fundacional de los EE. UU., de las colonias en Canadá y de la colonización británica de algunas islas caribeñas, singularmente Jamaica y Barbados. Cuyas cosechas agrícolas de caña de azúcar y tabaco las hicieron, al principio, mucho más lucrativas para la Corona que los asentamientos continentales.

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Las 13 colonias eran de sur a norte: Georgia, las dos Carolinas, Virginia, Maryland, Delaware, New Jersey, Pensilvania, New York, Connecticut, Rhode Island, New Hampshire y Massachusetts. Tras las guerras entre Gran Bretaña y Holanda, la primera ocupó New Amsterdam, que después se llamaría New York. Poco a poco, los colonos británicos del Este de Norteamérica, se extendieron hacia el oeste, cruzando los montes Apalaches, buscando tierras para la agricultura.

Las universidades coloniales británicas (Colonial Colleges, usando la nomenclatura de Inglaterra) fueron 9 en total. Destacaron especialmente el New College (actual, Harvard) , fundado en 1636; el Collegiate School (actualmente, Yale), en 1701; el College of New Jersey (actual, Universidad de Princenton), en 1746; el King’s College (actual, de Columbia), en 1754 y el College de Philadelphia (actual, de Pensilvania), fundada en 1755.

Cómo se las gastaban ideológica y jurídicamente los británicos con los indios del este de Norteamérica, lo podemos ver en el documentario de John Winthrop, primer gobernador de la colonia de Massachusetts: “en cuanto a los nativos, casi todos han muerto de viruela, de modo que el Señor (the Lord) ha validado nuestro derecho a lo que poseemos”. Esto expresa, como principio legitimador de la colonización británica de América del Norte, la muerte por enfermedad de los amerindios.

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Por fin, estas colonias norteamericanas, en manos de colonos ya nacidos allí, ganaron su Independencia de Gran Bretaña en la guerra de 1776 a 1783, en la que fueron apoyados por España y Francia, en justa reciprocidad por la consuetudinaria actitud británica con ellas. Independencia consagrada por el Tratado de Versalles de 1783. Esta separación fue una fractura traumática, enconada y sangrienta de la sociedad británica colonial. A lo que contribuyeron personajes tan conspicuos y violentos como el teniente coronel de caballería “Bloody” Banastre Tarleton, “the Butcher”. A pesar de su eficaz y resolutiva fuerza de armas combinadas de infantería ligera, artillería ligera y jinetes, fue derrotado sorpresiva y completamente, contra todo pronóstico, por el mayor general Daniel Morgan, en la batalla de Cowpens en las tierras altas de Carolina del Sur, a primeros de 1781.

El Brasil colonizado por Portugal.

Por el Tratado de Tordesillas, del 7 de junio de 1494, firmado por los Reyes Católicos de España y el rey Juan II de Portugal, se atribuyeron las tierras de Brasil a la Corona portuguesa. El 2 de mayo de 1500, Pedro Alvares Cabral descubrió y exploró parte del territorio de Brasil, Posteriormente, una flota de 13 barcos y más de mil hombres “tomó posesión” de estas tierras para la Corona portuguesa, iniciándose las expediciones de conquista y colonización. Los portugueses llamaron Brasil al gran saliente de América en el Atlántico que les correspondía. Porque en él abundaba el palo brasil, una madera tintórea.

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Pedro Alvares Cabral

Dado el interés que franceses y holandeses comenzaron a mostrar por la riqueza del palo brasil, Portugal armó una potente flota al mando de Martín Alfonso de Sousa para fundar poblaciones e ir colonizando ese enorme espacio, siguiendo el modelo español organizativo. En 1534, éste se concretó en un conjunto de 13 capitanías costeras, colindantes y de unos 250 Km de ancho. Que fueron otorgadas a nobles portugueses de forma vitalicia. Estos se comprometían a evangelizar a los indios, traer colonos y desarrollar económicamente sus territorios. Un par de décadas después, el Rey recuperó la unidad política del Brasil, aunque la gestión económica quedó en las manos privadas.

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Martín Alfonso de Sousa

Pronto se introdujo la caña de azúcar, que se constituyó en la principal fuente de riqueza del país. Basada en grandes latifundios, cultivos extensivos, ingenios o centrales azucareras y mano de obra indígena o esclava negra. Era como un feudalismo moderno y económico. Surgieron los bandeirantes, grupos de mestizos que capturaban indios para venderlos como esclavos. Pero, estos no abastecían la mano de obra necesaria. Y se empezó a traer esclavos negros desde África. Calculándose que llegaron al Brasil colonial más de 6 millones de esclavos. Una cifra muy superior a los esclavos traídos a América por los franceses, británicos, holandeses y españoles juntos. A toda la América española llegaron 1,3 millones de esclavos.

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PARTIDA DE BANDEIRANTES.

En el siglo XVIII, el país fue dividido en capitanías generales, con un rol similar, dependientes del Virrey, sito en Río de Janeiro. La actividad judicial contaba con las Audiencias de Río de Janeiro y Bahía, al norte. Aunque las grandes causas tenían apelación en el Tribunal Superior de Lisboa.

(CONTINUARÁ)