Una Teoría para la Guerra Moderna.

Esta teoría de la guerra moderna se refiere a la guerra de maniobras. Y pretendió dar una solución práctica a la tendencia de las fuerzas terrestres estadounidenses de utilizar exagerada o inoportunamente el fuego pesado de apoyo, como su principal “argumento” o medio sobre el enemigo en los combates o en su preparación. También buscaba consolidar en las operaciones terrestres el concepto de estrategia operativa, como nuevo y preciso nivel de actuación entre la estrategia militar y la táctica. A esta guerra moderna también se le conoce como guerra de tercera generación.

Teóricos principales y situación.
  
Varios son los teóricos, tanto civiles como militares, que contribuyeron a crear un cuerpo de doctrina coherente, suficiente, práctico y eficaz para esta nueva teoría de la guerra moderna. Destacaremos al analista y conferenciante William S. Lind. Curiosa y significativamente, Mr. Lind no prestó servicio militar activo ni siquiera un día y tampoco nunca nadie le ha disparado un tiro. Aunque existen vivos aún un buen número de oficiales de vieja formación, deseosos de remediar esta última deficiencia práctica de su “trayectoria vital”. Otro personaje fundamental fue el coronel John Boyd, que era un antiguo piloto de caza de la USAF. También es de señalar la contribución del profesor coronel del cuerpo de marines Michael Wyly. Cronológicamente en una segunda fila, destaca con fuerza propia, expandiendo el torrente de ideas de la teoría en marcha, el coronel del US Army Robert Leonhard.

Decía el renombrado analista militar israelí Martin van Creveld que “los ejércitos” se iban convirtiendo a lo largo del tiempo en “burocracias anquilosadas”, perdiendo en este proceso gran parte de su eficacia. Podían seguir matando, pero lo hacían mal, lenta y costosamente. Quizás su endogamia excesiva les exija y obligue a permitir que desde fuera de la organización se les den ideas renovadoras. Al menos, los estadounidenses lo hicieron y las aceptaron. E intentaron incorporarlas a su doctrina, reglamentos y manuales. Y, hasta procuraron ponerlas en práctica en sus guerras convencionales siguientes. No así en sus guerras de contrainsurgencia, las guerras de guerrillas de toda la vida, a las que ahora llaman pomposamente guerras asimétricas o de cuarta generación.

En esta introducción a la teoría de la guerra moderna o de maniobras queremos dar una visión conjunta, holística y aplicada de las ideas desarrolladas y, a veces, implementadas, por esos hombres, a lo largo de una década en el siglo pasado: desde primeros de los 80 hasta primeros de los 90. También nos permitiremos ampliar o extender los conceptos o las explicaciones, cuando el propio desarrollo o exposición de la teoría lo pida, para su mejor comprensión. Y sus autores y teóricos no hayan sido tan explícitos o prolíficos al presentarla.

Las ideas fundamentales de la guerra de maniobras.

Veamos la curiosa definición de táctica de esta teoría. Es importante, porque de ella se deriva casi todo su desarrollo y aplicación posteriores. Táctica es la combinación armónica y suficiente de conocimientos específicos, experiencias y técnicas militares, para producir una acción sorpresiva, suficiente, eficaz y poderosa sobre el enemigo, en esas condiciones dadas de tiempo, clima y oportunidad. Esa “combinación” debe ser matizada y modulada por el esfuerzo principal y las órdenes tipo misión del jefe y por las resistencias y los vacíos de la capacidad de combate que presente el enemigo, en su despliegue inmediato y según su intención.

En la batalla, en el combate se busca introducir al enemigo en ciclos sucesivos de “observación, situación, decisión y acción”, que sean más rápidos que sus capacidades de actuación. De tal manera que las acciones enemigas sucesivas “elementales” resulten progresiva y fatalmente cada vez más inadecuadas e ineficaces, para contrarrestar, superar u oponerse a las nuestras. Lo cual debe tender a destruir su cohesión de unidad y fomentar y extender el pánico entre sus hombres, ante la inutilidad manifiesta de las acciones que emprende.
Como se aprecia no hemos tocado los “fundamentos”. Las técnicas básicas de cómo disparar algunas armas, el adiestramiento físico o la lectura de los mapas y la orientación, etc. O las técnicas avanzadas de cómo realizar las distintas operaciones de marcha, avances campo a través, defensa, el empleo de un sistema de armas combinadas o interarmas, algún tipo especial de ataque, etc. Aquéllos vendrán dados en su momento en las escuelas, las academias y los destinos. Lo importante en esta teoría es la aceptación y la asunción de su enfoque nuevo, que resalta las cualidades de iniciativa y creatividad en los jefes. Para ahorrar medios físicos militares y económicos, las vidas y el inapreciable tiempo, siendo mucho más eficaces.

El funcionamiento del nuevo estilo de actuación.
 
Bien, si queremos ser más rápidos y eficaces que el enemigo, tenemos que tener una organización militar suficientemente descentralizada, actuando sobre él. Recordemos el ciclo de actuación con sus cuatro fases. Si las observaciones de las subunidades en contacto deben ser pasadas hacia arriba, siguiendo una cadena de mando, la definición de la situación hecha y la decisión tomada en un alto nivel, y, luego, la orden para la acción transmitida hacia abajo, a través de la cadena de mando, y, entonces, ejecutada la acción, el ciclo de actuación va a ser lento. E, incluso, puede resultar tardío e improductivo, en un medio táctico muy fluido y cambiante, lejos de los frentes lineales.   

Pero no queremos que las subunidades en contacto con el enemigo deambulen sin sentido superior ni eficacia por el campo de combate. Para guiarlas provechosamente en su actividad están las órdenes tipo misión. En ellas el jefe comparte, encarga, una parte de su intención a la subunidad. Y le da libertad de acción (el cómo hacer), a cambio de que realice esa parte de su intención (el qué hacer). También el jefe establece un esfuerzo principal sobre el enemigo. La subunidad que actúa en el esfuerzo principal recibe la cooperación de las acciones de sus compañeras y la mayoría de los apoyos de la unidad. Que el jefe recibe de su superior en subordinación táctica o de guerra.

Pero las cosas son fluidas y, en parte, impredecibles. La subunidad del esfuerzo principal puede ir a dar, sin entrar, a una bolsa de fuego enemiga o a un obstáculo cubierto por el fuego, no detectado por la exploración, o a una posición de defensa reforzada con fortificaciones de campaña. Y una subunidad compañera ha podido flanquear las posiciones no continuas del enemigo y estar en condiciones de acceder fácilmente a un parque de camiones o a una posición de morteros. Pues el jefe denominaría a esta otra unidad su esfuerzo principal e impulsaría su actuación prometedora, dándole apoyos de fuego y la cooperación de las otras. Con esta forma de acometer las acciones, si una subunidad queda aislada o perdida temporalmente, sabrá qué hacer durante bastante tiempo. Para poder ir sorprendiendo, desequilibrando y adelantándose al enemigo, el jefe debe observar y sentir el combate desde suficientemente delante, sin participar ni ser atrapado en él, y estar a la escucha (a través de su plana mayor adelantada) en la red de comunicaciones de la unidad.

Salvo los casos conocidos, las indicaciones sobre el terreno deberían ser eso, indicaciones aclaratorias de su intención, límites de sectores de avance, puntos de control, y no objetivos directos. Es mejor ordenar a una subunidad “impida que el enemigo cruce la línea Azul, cota 32, Rojo, mancha de hayedo”, que decirle “ocupe y defienda la cota 63” (la altura dominante sobre aquélla en su sector). Esto último no garantiza que el enemigo no se infiltre o no encuentre una línea de avance desenfilada (una ondulación del terreno de 2,5 o 3 m. oculta una tanque grande a la vista horizontal) hasta el otro lado de la línea. El jefe tiene que hilar muy fino, pensando, concretando en palabras, comunicando bien, observando siempre y responsabilizándose por todo. Y los jefes subalternos tienen que ser activos y creativos y responsabilizándose de su actuación.

Sus consecuencias, responsabilidades y resultados.

Vemos que empiezan a aparecer unas características fundamentales de la organización militar, para que esto funcione bien. Una doble y alta responsabilidad de jefes y jefes de subunidades y una imprescindible confianza recíproca, creada por la experiencia y la cooperación compartidas previamente. Una mayor implicación de los suboficiales en las tareas burocráticas y rutinarias de la administración de la unidad y una mejor e intensa dedicación de los oficiales en conceptualizar el combate, buscando en la decisión o en la explotación su trascendencia operativa. Como consecuencia inevitable de esta forma de actuación descentralizada, fluida, sorpresiva y rápida surgirán errores en las acciones realizadas. Éstos se sumarán a la inevitable “fricción” de las acciones tácticas, a causa del casi incontable número de “actuaciones individuales y colectivas” que concurren a conformar una actuación bélica y de la inevitable ausencia de información total. Es necesario aceptar y asumir en general los errores como un mal menor, superable y cuyo lastre es sobradamente compensado por las bondades inherentes al método seguido. Nunca aceptados, ni tolerados como resultado de la incompetencia previa, de la pasividad, de la negligencia o de la falta de compromiso activo con la intención de la unidad. Por último, hay un enfoque general hacia la acción decisiva y trascendente en el plano operativo, guiado por la intención superior transmitida y encargada al jefe de la unidad. Y por éste a sus subunidades y apoyos, con los métodos directos y flexibles señalados.

Situaciones y medios tácticos preferidos.

En la guerra de maniobras es necesaria una gran actividad de la exploración de combate, para generar la suficiente inteligencia para la aplicación de las técnicas apropiadas y la definición de la situación general y la del enemigo (la primera fase del ciclo de actuación). El despliegue de las subunidades en el contacto podría ser en forma de cuña chata invertida, cuando la situación enemiga no está nada aclarada. O, en el otro extremo, tomar la forma aproximada de la cuña afilada, cuando se están buscando microvacíos de su capacidad en su despliegue, para irrumpir limpiamente en la zona de defensa enemiga.

Los medios del jefe enfatizados en la guerra de maniobras son la reserva, el contraataque y los fuegos pesados de apoyo. La reserva debe existir siempre y, al menos al principio, debe estar en manos de un subordinado capaz, experimentado y enérgico. La reserva es la apuesta del jefe para su triunfo táctico trascendente. No debe ser empleada para reforzar un esfuerzo más (para eso están los mayores fuegos pesados o los tanques e ingenieros o el estrechamiento de los sectores de avance o el escalonamiento en profundidad) o para realizar un ataque secundario o una diversión o para compensar, sin más, un error. Por tanto, no es una subunidad secundaria, ni una que está reorganizándose y tiene escasos medios, alistamiento de combate y moral. El contraataque brinda iniciativa y movilidad a una defensa más o menos temporal y necesaria o buscada. Debe ser oportuno, potente y lanzado cuando el enemigo ha pasado el climax de su ataque, ha sufrido pérdidas y la situación puede ser recuperada por nosotros. Los fuegos de apoyo deben buscar impulsar la maniobra de la unidad. Sus tareas deben ser cegar, perturbar o neutralizar, más que destruir. Porque esto último resulta más costoso, muy difícil de conseguir y tarda más tiempo (un factor precioso). Por último, los sistemas de armas combinadas o interarmas y los ingenieros son empleados continuamente en la guerra de maniobras y, los últimos, en el esfuerzo principal, aunque abastezcan de sus medios a todas las unidades.
 

2 comentarios en «Una Teoría para la Guerra Moderna.»

  1. Te agradezco tu interés por mis trabajos.
    He estado fuera la mayor parte del mes.
    En estos momentos no tengo publicado el libro en español. Pero es posible que trabaje algo para poderlo sacar en una versión más barata, que se pueda bajar por la red.

    Me vendría bien que dejarais comentarios sobre lo que queréis leer, historia, teoría, temas concretos, etc. Hay cada vez más visitas y «añadido a Favoritos», pero pocas indicaciones en ese sentido.

    Un saludo.

Deja una respuesta