EL PENSAMIENTO MILITAR.

El pensamiento militar lo podemos dividir en profesional y en analítico o estudioso. Aunque partiendo de un núcleo común de formación, acciones e intereses, entre el pensamiento militar profesional y el estudioso hay suficientes e importantes diferencias y funciones, como para distinguirlos claramente en su ámbito y en su práctica. Ambas formas del pensamiento militar son dos puntos de vista, dos aproximaciones a aquél, complementarios, sinérgicos (que actúan simultánea y conjuntamente) y no antagónicos ni excluyentes.

El pensamiento militar profesional se orienta hacia lo inmediato: las técnicas, las tácticas, los procedimientos y normas oficiales de los reglamentos y manuales y la doctrina, los hombres, los equipos y los abastecimientos, y las reposiciones. Es todo un mundo de intereses, preocupaciones y obligaciones, muchas veces acuciantes y extremos. El vincularlos, relacionarlos, estudiarlos y operarlos simultánea o sucesivamente, ya les lleva suficiente tiempo, interés y esfuerzo.

Por otra parte, la profesión de Militar es una profesión que cada vez se ejerce prácticamente durante menos tiempo, gracias a Dios y mediante la civilización. Pero eso no excluye su ineludible necesidad para la pervivencia y aún el florecimiento de las naciones. El dominio de las técnicas y las armas se adquiere por repetición, en los centros de instrucción, las academias, los destinos. Pero, ¿dónde adquirir “experiencia militar”? Decía Bismarck que el hombre inteligente aprendía de la experiencia ajena. Parafraseando al Canciller de Hierro alemán, podemos completar que el “listo” aprende de su propia experiencia y el “tonto” no aprende con ninguna.

El pensamiento militar crítico o estudioso se orienta hacia su trascendencia. El estudio militar actúa sobreimpuesto al combate y a la maniobra. Absorbiendo sus hechos, elaborando experiencia y formando criterios, consejos y normas del buen hacer. Su ámbito son la historia y la doctrina militares. Que se concretan en la logística, la estrategia operativa, la táctica, las operaciones, las formas de lucha. La elaboración de los manuales y los reglamentos es uno de las áreas de contacto y de actuación conjunta de ambas formas de pensamiento militar.

Las posiciones de una y otra forma de pensamiento militar son también independientes. Y pueden llegar a ser autosuficientes y cerradas. Cada una impermeabilizándose contra el flujo de conocimientos y experiencias que crea su otra forma complementaria. Esto constituye un grave problema para la institución militar.

¿Cuándo ocurre esto? Decía el pensador israelí Martin Van Creveld que los ejércitos tendían a convertirse con los años en «burocracias anquilosadas”. Y yo añado, moribundas y poco eficaces (en función de los medios que les da la sociedad que las crea y las nutre) para sus misiones de lucha y lograr sus objetivos operativos y estratégicos. Podrían seguir matando, pero lo harían mal, lenta y costosamente. Quizás su endogamia excesiva les exija y obligue a permitir que desde fuera de la organización se les den ideas renovadoras. Al menos, los estadounidenses lo hicieron y las aceptaron. E intentaron incorporarlas a su doctrina, reglamentos y manuales. Y, hasta procuraron ponerlas en práctica en sus guerras convencionales siguientes. No lo han hecho así en sus guerras de contrainsurgencia, las guerras de guerrillas de siempre, que ahora llaman pomposamente guerras de cuarta generación o asimétricas. Sabemos lo flexible y prometedor que es un niño de pocos años. Y cómo es un anciano, incluso sano, próximo a la muerte: rígido de cuerpo y alma, poco abierto a cambios y experiencias.

Incluso, a veces, hasta los propios teóricos o estudiosos, dentro de la profesión militar, tienen problemas para que su pensamiento militar sea aceptado y aplicado. Éste podría ser el caso de John Frederick Charles Fuller. A mediados de los años 20 del siglo XX, recopiló una serie de conferencias que había dado en academias militares británicas y publicó el libro The Foundations of the Science of War. Es un libro no superado sobre los principios de la guerra y su aplicación práctica. Casi 65 años después de su edición en 1926 fue reeditado por el Cuerpo de Marines. Es de lectura difícil, porque utiliza los conceptos científicos de Spencer para justificar su aproximación teórica. Buscaba dar a su teoría una precisión científica, que alejara el estudio de la guerra del marco, supuestamente peyorativo, de “arte”. Aunque todas las ciencias sociales, siempre y también, lo son, ya que el alma humana es difícil de conocer, fijar o cuantificar. Tuvo muchas críticas y, lamentablemente, el propio autor se desdijo posteriormente de las ideas subyacentes en el libro. Su obra quedó semiolvidada, aunque contribuyó a la definición de los principios de la guerra recogidos inmediatamente por el Ejército estadounidense. Las críticas, a su vez, tenían como fondo real el que tenía una personalidad excéntrica, en un colectivo (el militar) tremendamente conservador y protocolario. Tuvo ramalazos místicos (filosofía hindú, yoga) y coqueteó con los nazis, siendo recibido por Hitler, ya que llegó a ser general. En una Gran Bretaña progresivamente amenazada por los totalitarismos, esta posición suya estaba fuera de lugar.
 
¿Cómo se puede detener o incluso corregir esa tendencia a la cristalización del pensamiento y a la degradación de la efectividad? Veamos en un ejemplo reciente, cómo abordaron el ejército estadounidense y el cuerpo de marines su adaptación a la guerra moderna de maniobras. Varios son los teóricos, tanto civiles como militares, que contribuyeron a crear un cuerpo de doctrina coherente, suficiente, práctico y eficaz para esta nueva teoría. Destacaremos al analista y conferenciante William S. Lind. Curiosa y significativamente, Mr. Lind no prestó servicio militar activo ni siquiera un día y tampoco nunca nadie le ha disparado un tiro. Aunque aún existen vivos un buen número de oficiales de vieja formación, deseosos de remediar esta última deficiencia práctica de su “trayectoria vital”. Otro personaje fundamental fue el coronel John Boyd, que era un antiguo piloto de caza de la USAF. También es de señalar la contribución del profesor coronel del cuerpo de marines Michael Wyly. Cronológicamente en una segunda fila, destaca con fuerza propia, expandiendo el torrente de ideas de la teoría en marcha, el coronel del US Army Robert Leonhard.

Tengamos en cuenta también que, la dialéctica violenta entre dos voluntades nacionales, como podríamos definir la guerra, tiene al menos dos grandes autores o personajes. Cuyas ideas, planteamientos y hechos respectivos son bastante disímiles. Sin embargo, sólo una de las actuaciones resulta finalmente correcta o, al menos, vencedora. Los puntos de vista divergentes son típicos de muchas actuaciones humanas: ¿hay crisis o vamos bien? ¿o está todo cambiando rápidamente?

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