Los Principios de la Guerra

¿Qué son? ¿Cuántos son? ¿Para qué sirven?

Un recorrido histórico analítico abarcando desde la antigua China de los Reinos Combatientes hasta su moderna expresión para la guerra irregular o asimétrica.

Los llamados principios de la guerra o consejos para el buen obrar en ella, que son permanentes, con tal de que se les reinterprete siempre con buen sentido y flexibilidad, son el compendio del qué hacer para ganarla. Sin embargo, no siempre se han puesto de acuerdo los autores o las doctrinas para definirlos o enumerarlos, caracterizándose los resultados por su extrema diversidad ante el mismo fenómeno.

Una presencia no cronológica de los Principios de la Guerra en la Historia y en sus autores.

Según el general André Beaufré, para Clausewitz existen tres principios fundamentales: la concentración de esfuerzos, la acción del fuerte sobre el fuerte y la decisión por la batalla en el teatro principal de operaciones. Sin embargo, la lectura del libro “De la Guerra” permite extraer al menos otras nueve conclusiones, hitos o consejos de dicha magna obra. Y ellos tienen el carácter de principios de la guerra. Éstos serían: Simplicidad en los planes y ejecuciones. Concentración sobre el enemigo y economía relativa de fuerzas en otros sectores, para ayudar a lograrla. Establecimiento así de un esfuerzo principal y de unas reservas para garantizarlo en el tiempo. La sorpresa, como multiplicador de las capacidades propias. Superioridad de la defensa, que debe ser activa, como forma de lucha. Necesidad de la ofensiva, para conseguir resultados positivos y/o decisivos a los niveles operativo y estratégico.

Liddell Hart propone seis principios positivos: Siguiendo un plan flexible y adaptable, perseguir un objetivo constante y ajustado a los medios disponibles, buscado mediante la línea de acción que ofrezca la menor resistencia del enemigo y, por tanto, sea la más inesperada según su despliegue, y siguiendo una dirección operativa que nos ofrezca alternativas y que, por tanto, desconcierte y disperse al enemigo en su maniobra. Y dos negativos: No lanzar las fuerzas en un solo golpe o intento, mientras el enemigo esté en guardia o en condiciones de eludir o de resistir dicho golpe y no repetir un ataque en la misma forma o en la misma dirección, si ha fracasado anteriormente. Todo esto lo podemos sintetizar diciendo que, hay que aplicar nuestra concentración contra la debilidad enemiga, preferiblemente una vez dispersadas sus fuerzas, incluso por una dispersión previa calculada nuestra.

Aún cuando Napoleón comentó frecuentemente y escribió mucho sobre los principios de la guerra, no los enumeró en parte alguna. En presencia del mariscal Saint Cyr comentó una vez:Si algún día tengo tiempo, escribiré un libro describiendo de forma tan precisa los principios de la guerra, que éstos serán comprendidos por todos los soldados, pudiendo estudiarse la guerra fácilmente como cualquier otra ciencia. El general John Frederick Charles Fuller, del estudio de las campañas de Napoleón, deduce indudablemente que éste empleó los siguientes: La rapidez, fe en la resolución de la ofensiva, la sorpresa, la concentración en el punto decisivo (no necesariamente el más débil) y un sistema defensivo cuidadosamente proyectado.

Por otra parte, se han hecho diversas colecciones de las máximas y preceptos militares de Napoleón. La considerada mejor y primera de todas, se publicó en París en 1827 y fue traducida casi inmediatamente al resto de los principales idiomas europeos, por supuesto al español. Se dice que “Stonewall” Jackson llevaba un ejemplar de este opúsculo en su mochila. El coronel G. F. R. Henderson, biógrafo de Napoleón, considera que esta recopilación “contiene una bastante completa exposición, en las propias palabras de Napoleón, de los grandes principios universales de la guerra”. Pero, las “Máximas Militares” de Napoleón constituyen más bien un “breviario táctico” de unas 35 páginas, adaptado a la tecnología de la época, similar al escrito expresamente y con mayor extensión, ya en la época de la mecanización de la guerra, por el coronel suizo Frick. En éste figuran 78 máximas, que se ampliaron en otros 37 preceptos en las ediciones posteriores.

Por su parte Fuller analizando a Clausewitz y partiendo de la frase de éste, “la guerra sólo es un duelo en gran escala”, va deduciendo hasta siete principios generales para la conducción, explicados a partir de una comparación con una pelea de boxeo. Aquéllos son: La conservación del fin u objetivo. La seguridad. La movilidad. La utilización de la ofensiva. La sorpresa. La concentración de las fuerzas y su economía. Estos principios de Fuller (presentados inicialmente hacia 1920) fueron aceptados y asumidos por la doctrina norteamericana a partir de 1.921, con las debidas actualizaciones en su exposición y posibilidades de aplicación, y añadiéndoles los de simplicidad y unidad de mando.

La escuela estratégica tradicional francesa representada por el generalísimo Foch, el vencedor de la I Guerra Mundial, resumió la estrategia en dos principios: la economía de fuerzas y la libertad de acción. Por su generalidad y abstracción pueden aplicarse a todas las tácticas y estrategias. El general Beaufré los resume en “alcanzar el punto decisivo merced a la libertad de acción, conseguida mediante una buena economía de fuerzas”.

La escuela de la gran estrategia o estrategia total norteamericana representada por el general Maxwell Taylor utilizó durante su confrontación con la U. R. S. S. en la prolongada guerra fría, dos principios básicos de actuación: la disuasión graduable y la respuesta flexible.

Stalin, el gran vencedor de la II Guerra Mundial, que preguntaba irónicamente, “¿cuántas divisiones tiene el Papa?” (ahora veremos la verdadera razón), definió los cinco principios soviéticos de la guerra, a los que llamó “factores operativos permanentes”: La estabilidad de la retaguardia, la moral del Ejército, la cantidad y calidad de las divisiones, el armamento del Ejército y la habilidad organizadora de los mandos. Estos contrastan con los llamados “factores transitorios”, de los cuales sólo uno ha sido especificado, la sorpresa. Seguramente porque fue el único que Stalin mencionó como tal, en el período siguiente a su uso afortunado por los alemanes al nivel estratégico, al invadir la URSS. La exposición soviética de los citados principios, no significa necesariamente que no existan otros principios que sean tan valiosos como ellos en la doctrina militar soviética, únicamente que no son citados expresamente como tales por ella.

En “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu también se encuentran definidas los conceptos de los principios de la guerra. No son explicitados como en Occidente (aquí queremos usar 2 o 3 palabras en cada nominación), sino que aparecen expresados con ese sentido global de la filosofía china, que busca tener todo simultáneamente presente, lo particular y lo general, más como una íntima percepción y una experiencia, que como una “check list”, un recetario o un vademécum.

Sobre el principio de la ofensiva dice SunTzu:

La invencibilidad reside en la defensa, las oportunidades de victoria, en el ataque.Cuando se dispone de medios suficientes, lo adecuado es la defensa; cuando se dispone de medios más que suficientes, el ataque.” “Los que son duchos en el arte de defenderse se ocultan bajo la tierra de los nueve repliegues; los que son expertos en el arte de atacar avanzan como si se avalanzasen desde el noveno cielo. Así son capaces de protegerse y de asegurarse la victoria total a un tiempo.

Con relación a la sorpresa señala:

Ofrece un señuelo a tu enemigo para hacerle caer en una trampa; simula el desorden y sorpréndelo.” “Atácale donde no esté preparado; haz una salida por donde no se lo espere.” “Impalpable e inmaterial, el experto no deja huellas; misterioso como una divinidad, es inaudible. Así pone al enemigo a su merced.

Sobre la concentración dice:

Si soy capaz de determinar la disposición del enemigo, disimulando al mismo tiempo la mía, puedo concentrarme y él debe dispersarse. Y si yo me concentro mientras que él se dispersa, entonces puedo utilizar la totalidad de mis fuerzas para atacar una parte de las suyas. En ese caso tendré la superioridad numérica” “El enemigo debe ignorar dónde me propongo librar la batalla, porque, si lo ignora, deberá estar preparado en muchos puntos diferentes. Y si se mantiene preparado en muchos puntos, serán poco numerosos los efectivos que yo pueda encontrar en cualquiera de ellos.

También habla de la movilidad de las operaciones:

La victoria es el principal objetivo de la guerra. Si tarda demasiado en llegar, las armas se embotan y la moral decae. Cuando las tropas ataquen a las ciudades, estarán en el límite de sus fuerzas.” “Si el ejército emprende campañas prolongadas, los recursos del Estado no alcanzarán” “Y si se conocen casos de precipitaciones desafortunadas en la guerra, nunca hemos oído hablar de una operación hábil que se prolongase.De esta forma, los que son expertos en el arte de la guerra someten al ejército enemigo sin combate. Toman las ciudades sin efectuar el asalto y derrocan un Estado sin operaciones prolongadas.Cuando el agua del torrente hace rodar los guijarros es gracias a su impetuosidad.Su potencial es el de una ballesta tensada al máximo, su tiempo de acción, el del disparo del mecanismo.

Sobre la coordinación indica:

En términos generales, mandar a muchas personas es como mandar a unas pocas. Es cuestión de organización.Y mandar a muchos de ellos es como mandar a unos pocos, es cuestión de despliegues y de señales.En medio del tumulto y del estrépito, la batalla parece confusa, pero no hay desorden; las tropas parecen girar en redondo, pero no pueden ser vencidas.

Sun Tzu no señala explícitamente el principio de mantener el objetivo, porque supone que con la ofensiva, la sorpresa, la concentración y la movilidad se alcanzará aquél con rapidez. Probablemente prefiere no insistir en esa “expresión de constancia e interés” militar, para que no afecte a la percepción de la flexibilidad de planes y tácticas y a la “no forma” de los despliegues, en los que tanto insiste en su filosofía.

El desarrollo clásico de los Principios de la Guerra para los conflictos irregulares o asimétricos.

Mao Zedong, en su trabajoProblemas Estratégicos de la Guerra de Guerrillas contra el Japónde mayo de 1.938 fija seis principios cardinales o estratégicos:

Iniciativa, flexibilidad y planificación en la realización de operaciones ofensivas dentro de la guerra defensiva, (realizar) batallas de decisión rápida dentro de la guerra prolongada (guerrillera) y operaciones en las líneas exteriores (incursiones más o menos duraderas) dentro de la guerra en las propias líneas interiores. Coordinación con la guerra regular. Creación de las bases de apoyo. Defensa y ataque estratégicos. Transformación de la guerra de guerrillas en guerra de movimientos. Relaciones correctas de mando.

Es de señalar que la aplicación de los mismos es muy flexible, pudiendo los revolucionarios retornar a la guerra de guerrillas, si las condiciones objetivas de lucha se les tornan desfavorables o simplemente difíciles.

El 1 de septiembre de 1.947, sólo dos años antes de la proclamación de la República Popular de China (1 de octubre de 1.949), en su documentoEstrategia para el segundo Año de la Guerra de Liberación, que firma como Presidente de la Comisión Militar Revolucionaria del Pueblo Chino, Mao redefine los anteriores principios (realmente establece ahora unos principios operativos, que tienen que ser diferentes al serlo su naturaleza):

Los principios militares de nuestro ejército siguen siendo los mismos establecidos anteriormente:

1) Asestar golpes primero a las fuerzas enemigas dispersas y aisladas y luego a las fuerzas enemigas concentradas y poderosas. 2) Tomar primero las ciudades pequeñas y medianas y las vastas zonas rurales y luego las grandes ciudades. 3) Tener por objetivo principal el aniquilamiento (causar numerosas bajas) de la fuerza viva del enemigo y no el mantenimiento o conquista de territorios. 4) En cada batalla concentrar fuerzas absolutamente superiores, cercar totalmente las fuerzas enemigas y procurar aniquilarlas por completo (hasta su rendición), sin que nadie se escape de la red. 5) Guardarse de dar una batalla sin preparación o una batalla sin tener la seguridad de ganarla; hacer todos los esfuerzos por estar bien preparados para cada batalla, hacer todo lo posible para que la correlación existente entre las condiciones del enemigo y las nuestras nos asegure la victoria. 6) (intentar) Entablar combates sucesivos en un corto lapso (de tiempo), aprovechando las mejores cualidades tácticas de nuestros hombres. 7) Esforzarse por arrastrar al enemigo a la guerra de movimientos, (pero dando también) gran importancia a aprender la táctica de ataque a posiciones (para) apoderarse, en gran número, de puntos fortificados y ciudades en manos del enemigo. 8) Atacar y tomar resueltamente todos los puntos fortificados y ciudades débilmente defendidos. Dejar de lado, por el momento, (los que estén) poderosamente defendidos. 9) Reforzar a nuestro ejército con todas las armas y la mayor parte de los hombres capturados al enemigo (hasta un 90% de los soldados y un pequeño número de oficiales de baja graduación son incorporados).

Mao, al parecer, se olvida de otro principio y lo añade en su documento “La Situación Actual y Nuestras Tareas” del 25 de diciembre de 1.947, donde los enumera a todos:

10) Aprovechar bien el intervalo entre dos campañas para que nuestras tropas descansen, se adiestren y consoliden, pero sin dar, en lo posible, ningún respiro al enemigo.

Resumen de la comparación de las conclusiones de los diversos autores sobre los Principios de la Guerra. 

Todas estas tan distintas expresiones parecen indicar una lejanía, al menos teórica, de los principios enunciados por los diferentes autores, con relación a la esencia inmutable de la guerra y a su evolución circunstancial.

En un artículo posterior esperamos dar una lista definitiva (por completa y sistemática), fácil de deducir (y por tanto, de recordar), basada en un libro de Fuller publicado en 1926, «Las Bases de la Ciencia de la Guerra».

Estimados lectores: pueden ustedes encontrar un desarrollo más amplio de toda la teoría de la guerra en mi libro “On the Nature of War”.

LA GUERRA DE REDES.

¿Novedad o Redundancia Retórica?

En los últimos lustros están apareciendo diversas teorías sobre la actuación de unidades militares en redes, o formando unracimo, en torno a un objetivo táctico más lento, con menor alerta combativa y/o deficiencias de exploración o inteligencia y con peores sectores de tiro para sus fuegos de rechazo. Un análisis de sus mecanismos y operaciones demuestra que carecen realmente de la originalidad estructural y de la amplia eficacia combativa que plantean y ofrecen.

La operativa de laguerra de redesy losracimosde pequeñas unidades.

Losgrupúsculosque crearían el enjambrado de acciones erosivas sobre el enemigos o lasredesque envuelven, hostigan y/o aíslan el objetivo, no siempre son o tienen que ser talespequeñas unidades cuasi independientes. Un ejemplo de la eficacia de la actuación centrípeta de todo un ejército, maniobrando sobre el enemigo por cuerpos de ejército, en una acción dislocante y constrictora, lo tenemos en la batalla de Ulm.

En septiembre de 1805 Napoleón trasladó suEjército de Inglaterraal Rin, desplegando sus 208.000 hombres entre Maguncia y Estrasburgo y rebautizándolo elGran Ejército. El Grande Armée estaba formado por 145.000 infantes y 38.000 jinetes, integrados en 7 cuerpos de ejército, cada uno a las órdenes de un mariscal francés. Contaba con una gran reserva de caballería a las órdenes del mariscal Príncipe Murat y la Guardia Imperial, directamente bajo Napoleón. A ellos se les añadían 25.000 bávaros aliados. Tomando como era habitual en él la iniciativa, Napoleón decide dar un primer golpe estratégico contra el ejército de 72.000 austríacos que, a las órdenes del general Mack y el archiduque Fernando, hijo del emperador Francisco II, avanzaba hacia Ulm, sin esperar la llegada de la prometida ayuda rusa.

Napoleón va a utilizar contra los austríacos lo que podemos llamar un esfuerzo operativo de centro de gravedad. Formaría, si se quiere, una red. Pero una red inmensa con nudos gordísimos. Cuyofuncionamiento singular, ya se ofrecía y explicaba satisfactoria y provechosamente por la estrategia operativa. Las características del proceso de establecimiento y funcionamiento de aquél son la originalidad, la flexibilidad del despliegue, la consistencia, la no predictibilidad por el enemigo y la eficacia. El centro de gravedad supone la acción centrípeta de todos los medios y sus líneas de actuación, de la actividadramificadade todas las unidades y los servicios, no necesariamente coincidentes, pero convergentes y resultantes en su sinergia, en su eficacia y en su resultado. Mediante las líneas de avance o de acción diferentes y coordinadas, inducimos incertidumbre e inseguridad en el enemigo, dispersamos su capacidad de rechazo y perturbamos su plan de defensa y su conducción sistemática.

En un amplio avance de sus cuerpos de ejército independientes, el Grande Armée cruzó rapidísimamente el centro de Alemania, desde el Rin al Danubio, entre los días 25 de septiembre y 6 de octubre. Con esto se interpuso operativamente entre los austríacos y las fuerzas rusas aliadas, aún lejanas. Los austríacos no entendieron la necesidad de la rapidez de los movimientos, pensando sólo en la batalla, como único instrumento de la decisión. Los franceses iniciaron el cruce del Danubio el día 7 y, durante toda la semana siguiente, Napoleón hizo converger en una enorme espiral constrictora a la mayoría de sus fuerzas sobre Ulm. Mientras, un cuerpo de ejército francés vigilaba la posible llegada del general Kutuzov por el este.

El general Mack realizó en vano varios intentos de ruptura, con los mayores esfuerzos en Haslach y Elchingen. Los dos comandantes austríacos se pelearon y el archiduque Fernando se separó del grueso con sus 6000 jinetes e intentó escapar en dirección noreste. Pero, ya cerca de Trochtelfingen, sus fuerzas fueron rodeadas y vencidas por el cuerpo de caballería de Murat. Otros 12000 austríacos se rindieron en Neustadt. El general Mack y el resto de sus hombres (unos 27000, tras los combates e incidentes citados), con Napoleón en escandalosa mayoría a las puertas de la ciudad de Ulm desde el 14 de octubre, salieron afuera para rendir sus armas a los pies de los montes Michelsberg. El general Mack firmó la capitulación del ejército el día 20. La campaña, sin batallas propiamente dichas, le costó a Austria más de 50000 hombres, casi el 70% de sus tropas iniciales.

La explicación de este paradigmático éxito de Napoleón, sirviéndose de las teorías habituales de la guerra, la explotación de las debilidades humanas (inteligencia emocional) y el sentido correcto del mando, nos parecen más naturales, apropiadas y cimentadas.

Las redes subversivas islamistas. El caso de al-Qaida. Su verdadera operatividadmilitar.

Las características operativas actuales son:

Su brutalidad innecesaria e indiscriminada, que los descalifica ante su religión. Podemos citar un mínimo de 4 aleyas morales importantes que desprecian y desacatan, sin que Alá las hubiese cambiado para ellos. Sura 2, aleya 100Nosotros no abrogamos ningún versículo de este libro, ni haremos borrar uno solo de tu memoria, sin reemplazarlo por otro igual o mejor. La ausencia absoluta de ulemas y muftíes venerables y piadosos a su lado. Estos son los doctores de la Ley islámica coránica y de la Sunna.

Su gran descentralización operativa por la universalidad de la Umma, que trasciende la idea de nación o raza. Esto les impide conseguir objetivos estratégicos. Aunque sus acciones puntuales sean importantes, dolorosas, temibles.

Así, su ámbito es táctico, empleandoacciones de muerde y huye. Que son similares a los de los ejércitos regulares que los combaten. Que, rehuyendo el riesgo personal y la lucha a cortas distancias, utilizanacciones de caza, captura y extracción o muertea cargo de sus fuerzas de élite. Y emplean sus drones, como expresión de su confianza en su apoyo tecnológico. Ésta es la razón militar de la falta de eficacia de los occidentales en Irak o Afganistán. La no imbricación en un objetivo superior a nivel operativo de las diferentes y costosas acciones que libran en esos países. Y que priva de resultados reales a las labores de educación, desarrollo social y civil y pacificación de sus gobiernos y de las fuerzas militares y civiles expatriadas. Ya que aquéllas necesitan de la complementariedad del triunfo militar y del progresivo aislamiento físico y/o social de los radicales, para ser efectivas y permanentes.

Se habla de que el coste acumulado de las intervenciones militares estadounidenses en Irak, Afganistán y Pakistán (la llamada “guerra contra el terror”) fue hasta ahora de 2,2 billones de dólares. Esta sangría a lo largo de una década a los ingresos de la Administración USA, ha contribuido especialmente a engrosar el déficit de su deuda pública. Y a dar razones al ejecutivo Obama para iniciar un extraordinario repliegue político y estratégico para “atender ahora a las cosas de casa” y “limitarnos a la guerra contra al-Qaida”. Sin abandonar a nuestros aliados y amigos, eso sí.

Y su elemento de acción es el terror. Así, su victoria está en los que pueden aterrorizar o, al menos, preocupar mucho y en la movilización pletórica y poco eficaz de los recursos económicos y sociales de las sociedades. Y, ante la mayor vigilancia, capacidad y medios de los países occidentales, no vacilan en actuar contra otros musulmanes en Afganistán, Pakistán, Irak, El Líbano, Egipto, etc.

Su fracaso en incorporarse activa y firmemente a un grupo social amplio, que cobertura e impulso permanente a su movimiento. Los activistas más alienados se suelen ir aislando progresivamente de la sociedad (al menos, emocional e ideológicamente), aunquevivandentro de ella, en aras de sus métodos violentos, a los que sacrifican todo por la eficacia. Siguen un proceso de segregación, purificación (en sus improvisados ritos no ortodoxos ayunan, emplean agua de lugares sagrados y banderolas verdes con inscripciones de las aleyas que les favorecen), consagración y radicalización, hasta llegar a la muerte e incluso al suicidio en sus acciones puntuales.

Su afán de publicidad, al que Occidente colabora insensible, necio y gustoso.

Su objetivo de golpear al gobierno que sea, puesto que el califato radical y agresivo endar el -Islam(tierras musulmanas integradas independientes) no existe hoy en día.

Al-Qaida es un movimiento islamista radical organizado verticalmente y desde abajo a arriba, que se extiende y concreta en sus “franquicias enjambres”. Su estructura, flexible, descentralizada, suelta hace que sus “células” no sepan exactamente cuáles son los jefes superiores. Sólo saben dónde tienen que ir para recibir apoyo o para enviar o recibir información o para comunicarse con otra célula “pareja”. La dirección de este movimiento actúa por excepción, no por presencia o por acción deliberada.. Así, dan orientaciones doctrinales, establecen grandes líneas de actuación militar y proselitista para los distintos territorios y áreas, lanzan amenazas y avisos a los gobiernos enemigos y señalan objetivos puntuales importantes (seudo estratégicos) al nivel del conjunto de la organización, aunque se realicen en un área dada. Esto les permite operar bastante bien, sin la intervención de sus altos mandos. El “martirio” de Ayman al-Zawahiri al-Masri (el egipcio) , antiguo “consejero delegado” de Bin Laden, en un bombardeo con clones o artillero, afectaría poco a su efectividad, a sus niveles actuales de actuación militar irregular.

(CONTINUARÁ)