TEORÍA DE LAS GUERRAS CONTEMPORÁNEAS II.

(continuación)

Las Últimas Proyecciones Operativas frente a las Amenazas más Recientes.

El equilibrio de las armas nucleares entre las dos grandes potencias atómicas hegemónicas (“guías y conductoras” de sus asociados), lo define el nuevo tratado START. Éste ha sido ratificado el 22 de diciembre de 2010 por el Senado estadounidense. Y se espera que la Duma rusa lo ratifique, tras su estudio protocolario, en una única votación a primeros de 2011. Este nuevo acuerdo reemplaza al START de 1991, que expiró el sábado 5 de diciembre de 2009.

El START 2 supone una limitación cualitativa y sustancial del número de ojivas y vectores nucleares estratégicos de los EEUU y Rusia. Lejos están los tiempos en los que el número de artefactos atómicos operativos y almacenados y despiezados alcanzaban los 50000 ingenios entre ambos. Para 2013, cada país desplegará sólo 1550 cabezas nucleares estratégicas y tendrá 800 vectores portadores y multiportadores para ellos: submarinos, cohetes de vuelo libre, cohetes balísticos y aviones. También se establece un nuevo sistema de inspección de los arsenales y medios nucleares.

Varias son las deficiencias o temas no resueltos del tratado. Una es la no limitación a desarrollar los sistemas de defensa contra los vectores. También se mantiene la libertad de almacenamiento de cabezas no operativas y de despliegue de las armas atómicas tácticas. Entre ambos “modelos”, cada potencia firmante puede tener actualmente cerca de 6000 ojivas. Las armas tácticas nucleares, destinadas al campo de batalla, pueden ser un paso intermedio en una confrontación bélica directa entre potencias nucleares. Antes de emplear las salvas nucleares estratégicas contra las retaguardias operativas o profundas enemigas. Los EEUU pretenden que, al menos, los dos últimos temas sean objeto de un posterior acuerdo.

Las limitaciones rigurosas de las armas nucleares no las eliminan. Ningún arma ha sido abolida nunca, una vez adquirida y extendida la tecnología para su fabricación y uso. Es necesario aprender a convivir indefinidamente con ellas. Un control excesivo (muy pocas cabezas y vectores) hace que todas sean dirigidas a atacar los centros de población e industriales enemigos. Esto va paradójicamente en contra de las aspiraciones pacifistas. Cuando el número de sistemas de armas supera un umbral de supervivencia o práctico, permite seguir una estrategia atómica flexible, variable y escalonada. En ella muchos de los vectores son apuntados a destruir los vectores enemigos en las diversas fases de su trayectoria al blanco: en y sobre territorio o plataforma hostil, en vuelo balístico o autónomo hacia el objetivo y sobre el territorio propio, tanto a alta como a muy baja cota. Esto mantiene limitado el número de cabezas destinadas contra poblaciones e industrias. Incluso permite su empleo táctico contra blancos rentables de concentraciones militares enemigas, especialmente antes de alcanzar en fuerza el límite anterior de una posición de defensa.

En las guerras contemporáneas han irrumpido, marcando carácter, las comunicaciones modernas: las inalámbricas u ondas de amplio espectro, las redes viarias y los vehículos diversos a motor. Un desafío especial, que se plantea en todos los conflictos coactivos, no necesariamente armados en todas sus fases, es la llamada guerra cibernética. Concretada en los ataques al “enemigo” a través de la red universal de comunicaciones inalámbricas. Estas agresiones son capaces de penetrar las líneas de seguridad de primer y segundo niveles, las más conocidas o comunes. Y atentar contra las bases de datos y los procesos de los ordenadores normales de empresas, particulares e instituciones. Hasta hace unos pocos años, sólo los estados desarrollados tenían acceso a su tecnología de vanguardia. Y esto enlaza también las guerras de 3ª y 4ª generaciones: el empleo de los ciberataques no está ya en manos de las grandes potencias. Por ejemplo, alocando los ordenadores de las plantas de hostiles o golfos de enriquecimiento del uranio 235. Hoy en día, pequeñas naciones y grupos de aventados rebeldes o de pilluelos vanidosos, con ciertos conocimientos y magros recursos, pueden realizar con éxito ataques cibernéticos a cierto nivel.

En las últimas décadas, las guerras se están manifestando en unos niveles muy asimétricos de medios y esfuerzos enfrentados. Tanto es así que los estadounidenses les llaman guerras de 4ª generación o asymmetric wars. Pero que no son más que las viejas guerras de guerrillas de la Historia. Y, muchas veces también, de liberación nacional. No olvidemos que siempre se ha vilipendiado al enemigo rebelde y respondón. Al que se le juzga por las leyes de sedición armada y ataques contra la seguridad del estado. Napoleón así tenía en consideración a los españoles a partir de mayo de 1808. O las potencias europeas a las naciones nacientes en África y Asia, tras la II guerra mundial, desde Argelia hasta Indonesia, pasando por Angola (que los portugueses decían que era una provincia nacional) y Vietnam.

En estas guerras irregulares faltan muchos de los parámetros de las guerras anteriores. No hay declaración de guerra por parte del poder legislativo del contendiente fuerte o militar. La victoria no se obtiene ocupando el territorio enemigo. Los medios militares pierden una parte de su protagonismo, a favor de los medios sociales, económicos y políticos, necesarios para ganar la voluntad y el fervor de las sociedades en juego. El trato y el cuidado dados por los contendientes a la población civil del territorio infestado de guerrillas es fundamental en el desarrollo y el resultado del conflicto. La duración de estas guerras es mayor que la de las guerras convencionales. El tiempo, necesario para que los rebeldes creen y desarrollen su esfuerzo de guerra total, actúa, en general, en favor del contendiente débil o irregular. Los medios militares no suelen estar adaptados, en principio, al tipo de lucha que se les pide. No existen objetivos claros, ni territorios en litigio, ni líneas o despliegues, ni posiciones fortificadas, si las guerrillas son lo suficientemente hábiles y sentadas, como para no oponer directa e innecesariamente su debilidad crónica a la fortaleza enemiga.

Las Grandes Líneas Operativas de las Fuerzas Contra Guerrilleras.

Hoy en día, en Occidente, en Europa, el protagonismo exterior de las fuerzas armadas convencionales parece concentrarse en ellas, a lo largo del tiempo y en variados teatros. La actuación militar occidental frente a sus amenazas exteriores irregulares globales exigen unas fuerzas de contra insurgencia eficaces, ligeras y móviles y especializadas en tácticas y técnicas no ortodoxas, como parte de las tropas convencionales. Que deben operar siempre en conjunción con las fuerzas nacionales de los países infestados de hostiles y apoyadas con decisión por la economía y la diplomacia propias. Las fuerzas contra guerrilleras no deben esclavizarse a las estrategias y tácticas de los conflictos de segunda y tercera generación o clásicos contemporáneos. Aunque éstos puedan surgir puntualmente en los conflictos armados con los “estados golfos” de cada momento (por ejemplo, Irán, Corea del Norte o Venezuela).

Algunas de las características operativas de este tipo de guerra diferente, pero no nuevo, son:

Evitar siempre una guerra prolongada. Con ella el enemigo se organiza, se extiende y se fortalece, a veces irreversiblemente. Mientras los militares se desorientan, se irritan y se debilitan. La guerra de Afganistán está de lleno en este período prolongado crítico.

Atacar siempre las concentraciones y las bases rebeldes. Éstos son los objetivos duros y convencionales que ofrecen a las fuerzas militares. Defender y mantener siempre las comunicaciones propias y atacar las del enemigo. Aprovechar para ello la movilidad de los vehículos ligeros blindados y las aeronaves, que neutralizan la información de los observadores varios del enemigo.

Mantener las defensas pasivas de la guerra al mínimo posible. Los grandes cuarteles “protectores” y costosos en zonas relativamente tranquilas, sólo sirven para aislarlos militar y socialmente del medio fluido y activo de la lucha irregular. Si faltaran fuerzas propias inicialmente, es necesario concentrarlas temporalmente en menos zonas y fomentar entre la población las fuerzas de auto defensa. Emplear siempre un patrullaje continuo, creativo y enérgico. Tanto para la exploración y el ataque, como para estorbar y aislar a las guerrillas de las poblaciones amigas o neutrales y cortar sus comunicaciones. En ambos casos, es necesario mantener fuerzas móviles, incluso aerotransportadas, para prestarles apoyos. Utilizar las concentraciones de fuerzas militares sólo para atacar las bases guerrilleras o cercar y perseguir sus concentraciones operativas.

Esto mantendrá la iniciativa y la sorpresa, que crean la red regional de pequeñas unidades ligeras de acción, en manos de los militares. Que por formación, entrenamiento, medios y vocación deberían superar claramente a los hostiles en las operaciones militares. El objetivo principal no es mantener una línea o un “sembrado” de cuarteles y fortines por todo un país o región estratégica. Sino destruir la capacidad de combate y de movimiento operativo de los rebeldes armados.

Y sólo los éxitos militares “iniciales” y continuados, sentarán las bases para una pacificación firme, irreversible y progresiva de las distintas regiones del país.

Veamos sucintamente la posible distribución de las bases militares en función de la actividad enemiga. En las zonas más favorables a los rebeldes, los puestos militares deben ser sólidos y resistentes, pocos y con mayor guarnición. En estas áreas deben predominar la exploración de las bandas y las mayores operaciones ofensivas contra ellos, sobre sus bases, concentraciones, refugios y pasos.

En las zonas donde los rebeldes intentan asentarse, progresar y llegar a dominar a los civiles, los puestos serán más numerosos y con menos tropas. Éstas son las zonas más lábiles, de guerra más irregular, de encuentros (la emboscada lo es) más frecuentes. Aquí se decide, primero, el avance y el progreso y, finalmente, el triunfo de uno de los dos contendientes. Las comunicaciones enemigas y los núcleos rebeldes en estas áreas son los objetivos operativos de las fuerzas leales, junto con la defensa de las poblaciones. Apoyándose, en parte, en fuerzas de autodefensa locales, reforzadas por patrullas militares muy móviles, incluso helitransportadas. Asegurada la defensa de un área en estas zonas, es posible exigir lealtad a la población protegida, y comenzar las labores de apoyo económico y de rearme cívico nacionales.

En las áreas más leales o neutrales y pacíficas es necesario ensayar las técnicas y los métodos de acercamiento sincero y efectivo a la población civil. Las fuerzas nativas de autodefensa, apoyadas por patrullas militares móviles, a cargo de una zona manejable, deben soportar aquí el peso de mantener su propia seguridad. En esta zona pueden localizarse las reservas helitransportadas y mecanizadas suficientes. Para ser enviadas en operaciones de apoyo o de ataque a las otras 2 clases de zonas operativas. También las brigadas de apoyo económico y de rearme cívico, pueden tener aquí sus almacenes y barracones centrales.

Cuando los medios militares disponibles son escasos y el enemigo sostiene una guerra total, ¿es posible combatir contra rebeldes armados y motivados?

Veamos un ejemplo histórico de la actuación de fuerzas contrainsurgentes, en condiciones desfavorables para ellas. Las fuerzas antipartisanas alemanas en la URSS intentaron siempre no ser forzadas por los guerrilleros a la pasividad de la guarnición o la escolta. En su manual de “Guerra contra las Bandas” establecían que “la iniciativa debe ser siempre nuestra. Incluso si el comandante solamente tiene una pequeña fuerza a su disposición, no debe mostrar fallos en su resolución. Si es posible, cada acción de las bandas debe ser contestada”.

Los alemanes no sólo estaban obstaculizados en sus operaciones contra guerrilleras por una habitual inferioridad de hombres. Sino, también, por la heterogénea calidad de las que disponían. Sus tropas antipartisanas consistían en una siempre variable combinación de fuerzas de diversos orígenes y calidades: tropas de fronteras y tropas de seguridad y policía alemanas; tropas de seguridad de sus aliados en el frente del Este, especialmente italianos y rumanos; y una mezcla variopinta de fuerzas “rusas” aliadas de seguridad y de autodefensa, a veces, inseguras. El núcleo duro de las unidades eran los alemanes. En los puestos no se solían poner tropas homogéneas. En ellos las calidades se entreveraban, para que la presencia del fuerte animase al más flojo o novato, y le alejase los pensamientos de debilidad o deserción.

Ante la imposibilidad de guarnecer su retaguardia en todo el territorio conquistado a la URSS, al oeste de una línea imaginaria trazada entre Leningrado y Stalingrado, los alemanes tenían que seleccionar muy bien los puntos de guarnición. Éstos pocas veces contaban con más de una sección de fuerzas contraguerrilleras. Además, se consideraba que con 4 o 5 hombres, el puesto podía ser defendido por un tiempo. Mientras, los otros, en 1 o 2 patrullas, salían a perseguir a los partisanos en las aldeas cercanas, a vigilar la vital línea de comunicaciones o a apoyar a otros puestos. Cuando se creaban nuevas unidades o si había un “sobrante” temporal de fuerzas antipartisanas, se formaban patrullas de exploración y combate, algo así como unas fuerzas de reconocimiento en fuerza, para localizar y hostigar a los guerrilleros. Cuando era necesario realizar una acción ofensiva mayor, ante una amenaza guerrillera o la localización de una concentración importante, incluso se traían temporalmente tropas de primera línea (de la zona operativa) para el ataque y destrucción de aquélla, generalmente buscando su cerco y aniquilamiento.

Es cierto que los resultados alemanes fueron limitados. Y también es cierto que el principal objetivo operativo de sus fuerzas antipartisanas se cumplió. Se mantuvieron razonablemente abiertas las líneas de abastecimientos desde Alemania, Polonia y Rumania hasta las retaguardias de las fuerzas alemanas y de sus aliados en el Este. Y el flujo de hombres, armamentos, equipos, repuestos y mercancías que recibieron fue constante, para permitir el gigantesco esfuerzo de guerra contra los casi inagotables recursos de la URSS. Millones de prisioneros soviéticos fueron enviados al Reich y hacia allí retornaron incontables unidades y hombres de la Wehrmatch.

España en Afganistán II.

(CONTINUACIÓN)

El Combate Contrainsurgente en Afganistán.

Las fuerzas contrainsurgentes tienen varias misiones que cumplir simultáneamente. Deben defender sus bases, cuarteles y reductos. Y no simplemente limitarse a las labores de guarnición y espera. Que son de las tareas que más erosionan y carcomen la iniciativa, la disposición combativa y la motivación de las tropas regulares en este tipo de lucha. Deben perseguir sistemática y continuamente a las bandas, especialmente sus bases y unidades mayores o concentraciones de bandas. El fuego aéreo no es más que una parte del plan de fuegos de apoyo de las operaciones de exploración, ataque, hostigamiento y cerco y aniquilación de las fuerzas terrestres regulares y especiales.

Deben defender las instalaciones vitales para el esfuerzo contrainsurgente, especialmente sus comunicaciones terrestres. No es necesario aferrarse a nudos de comunicaciones, puentes, túneles y a los Km. de vías. Sino protegerlos activamente, con iniciativa, creatividad, agilidad y desconsideración hacia el enemigo armado. Deben ganar progresiva y firmemente el apoyo de la población afgana. Unido a este acercamiento, están las verdaderas “bases” militares regulares, cercanas o insertadas en los pueblos y aldeas. Son posiciones seguras que protegen a los civiles y trabajan con y para ellos. Y desde las que se expande y asegura el territorio afgano arrebatado a la influencia de los rebeldes armados. En ellas pueden insertarse, en proporciones variables y según el momento, los equipos de construcción, asesoramiento y formación sociales.

La clave operativa es el patrullaje enérgico, continuo, impredecible, ávido del combate con los insurgentes o de conseguir información. Que constituya un “enjambre” más profesional, más activo, más letal que los insurgentes. Integrado por unidades raramente mayores de una sección. Cuyas armas sean el sigilo, la discreción, la movilidad, con la noche como colaboradora y refugio. Las comunicaciones rebeldes pueden ser dislocadas por la interposición del “enjambre” militar. Los refugios y depósitos de los rebeldes terminarían localizados. La convicción de impunidad de los insurrectos desaparecería. Técnica, táctica y operativamente, los militares extranjeros y, más tarde, luego, cuando aprendan, los nacionales, deben ser por oficio y capacidades, más profesionales, más activos, mejor equipados, más letales, más eficaces, que las fuerzas irregulares a las que buscan y combaten. El problema de una rebelión interior armada debe ser conducido a un problema policial de bandidos o narcotraficantes comunes.

La paciencia debe ser una característica de todos los ejércitos implicados en esta guerra. También hay que alcanzar un mínimo de oficio y veteranía para ser eficaz. En las zonas más favorables a las bandas es muy fácil que, al principio, las operaciones de cerco se cierren en vacío. Hay que ir ganando y seleccionando a su población, como hemos dicho antes, para que el oficio y la lealtad combinados produzcan sus réditos militares y sociales. Los sucesivos triunfos del ejército afgano le irán ganando el favor del pueblo. Porque todos quieren ser emotivamente del bando ganador. Y porque los intereses de los afganos son lábiles, dispares y aún contradictorios, basados en la lealtad a la familia, al clan, a la tribu y al Islam, por ese orden.

El Combate contra los Insurgentes Islamistas en las Zonas Montañosas Pashtunes.

Todo la inversión y el esfuerzo empleados por España en Afganistán, no se han utilizados directamente en cazar a la organización al-Qaida o en acosar y destruir a las bandas talibanes aliadas. El gobierno lo tendría fácil para convencer a la opinión pública. El modelo más visible y paradigmático de los yihadistas internacionales fue Bin Laden. Y lo son ahora su consejero delegado, el Dr. al-Zawahiri, al-Masri (el egipcio), y sus franquicias internacionales. El régimen talibán, por su parte, les procuró amparo y refugio en su territorio, antes y después del 11 S. A partir de octubre de 2003, tras la ocupación de Afganistán por los aliados, Bin Laden y su séquito de familiares, escoltas y colaboradores estrechos no son acogidos abiertamente en ningún país. Bin Laden tenía la categoría de prófugo huido en paradero desconocido.

La “persecución activa sugerida” daría cumplida justicia al alevoso y cruel ataque del 11 M de 2004 en Madrid. Porque nadie piensa que, con el posterior juicio del grupo de islamistas capturados, se hizo cabal justicia de aquella barbarie. Se realizó justicia sobre una colección de camellos, lumpenterroristas y colaboradores hispanos capturados, que participaron en los hechos. El tribunal sentenció sobre los hechos probados que se le presentaron a juicio. Pero nadie cree que ese “grupo paria” pudo por sí mismo, idear, organizar, entramar, dirigir, controlar los pasos y ejecutar el atentado, sin contar con importantes conexiones externas a él.

La persecución de los talibanes y de las recidivas de al-Qaida en la zona montañosa afgana, subsidiaria del Hindo Kush, al oeste de la línea Durand, no requiere de grandes efectivos humanos empeñados. Además, sólo se tomaría la responsabilidad operativa en una zona adecuada. Teniendo en cuenta los efectivos aportados y la compartimentación de sectores que permiten las líneas de alturas. Dentro de un área parcial de la zona, el centro de gravedad de la lucha reside en el control de los pasos y en las alturas dominantes de éstos. Los despliegues militares deben ser largos y estrechos, como exige la orografía. Y en las marchas evidentes, las unidades y pequeñas unidades deben aprovechar simultáneamente toda la red de veredas, desfiladeros y caminos de una zona. Esto les brinda también un cierto desdoblamiento previo para el combate. No es fácil contar con el apoyo de fuego aéreo, por los requerimientos de maniobrabilidad de las aeronaves. Se pueden realizar bombardeos puntuales de saturación sobre una posición reforzada del enemigo, que éste haya decidido mantener. Se deben evitar los fuegos pesados sobre los poblados, incluso sospechosos. Salvo que respondan a la seguridad incuestionable de las propias fuerzas.

Las unidades a emplear en las “interfases de acción” con el enemigo en estas zonas hostiles, son las pequeñas unidades de infantería ligera de élite, con formación de alta montaña. Ninguna columna principal “madre”, avanzando metódicamente por estas áreas, puede sobrevivir sin destacar vanguardia y flanguardias con cierta capacidad de combate. Que vayan ocupando temporal y sucesivamente los puntos dominantes al frente y a los flancos de la línea principal de avance. Apoyada la agrupación de marcha también por una retaguardia, que se adelante por saltos sucesivos observados.

Los drones o aviones no tripulados de exploración y ataque a tierra son un sistema de armas más de la amplia variedad a disposición. Son eficaces contra blancos selectos no combatientes, haciendo vida normal, sin seguridad ni disponibilidad de combate. Que son las condiciones más frecuentes de la vida. En la profundidad de su retaguardia, el enemigo pashtun no piensa jamás en sufrir ataques del tipo “death from above”. Son un arma más del apoyo a tierra. Pero a los jefes de los “grunts” (soldados USA) les fascina. Porque así éstos no tienen que acercarse a las distancias próximas para combatir a un enemigo temperamental, con más indiferencia de la vida que ellos, correoso, belicoso y luchando en sus tierras.

La ventaja de los pashtunes sobre las fuerzas regulares extranjeras, reside en el conocimiento íntimo y el aprovechamiento de su propio terreno. Sobre él se pueden mover a gran velocidad. Tienen una habilidad táctica elemental y una especial astucia, incorporadas a su sentido de supervivencia natural. Son capaces de esperar pacientemente por una favorable oportunidad de actuación, escogiendo generalmente cuándo y dónde hacerlo. Los pashtunes tienen poca disciplina militar colectiva. Los fuegos pesados aéreos y artilleros les afectan bastante en su ánimo y decisión. También les impacta mucho el ver amenazada u ocupada su línea de retirada. Y los fuegos ligeros y medios militares les perturban, cuando los reciben desde alturas superiores a las que ellos ocupan. Los pashtunes pueden atacar de noche algún objetivo que les merezca la pena, pero no son luchadores naturales nocturnos.

Los talibanes gozan de un sistema complicado de cuevas naturales en varios niveles, en algunas zonas fronterizas. Que está reforzado por túneles de comunicación. Éstos están dotados de zonas ampliadas para la espera y el almacenaje de bienes de todas clases. Este sistema es utilizado para facilitar el tránsito entre Afganistán y Pakistán. Sin tener que utilizar los pasos fronterizos o desfiladeros más habituales y conocidos. Y como refugio temporal, cuando los aliados llevan a cabo operaciones a nivel de batallón y de regimiento, de búsqueda de rebeldes o de represalia sobre las zonas pashtunes, donde éstos han sido más activos. Los pueblos montañeses son numerosos, pequeños y diseminados por ambas zonas de la frontera afgano pakistaní. En ellos también se pueden camuflar un pequeño grupo de talibanes, a la espera de que pase de largo una creciente militar como las citadas.

La infantería ligera de élite para estas tareas debe contar con cualidades anímicas y formativas especiales. De partida deben tener la motivación, la formación y el entrenamiento adecuados. Personalmente, tienen que tener creatividad, iniciativa, actividad y resistencia física y anímica. En las misiones tienen que actuar con autosuficiencia y sobriedad; paciencia, quietud y silencio; calma y alerta de los sentidos, simultáneamente. No abundan estos especímenes en los ejércitos actuales. Sin embargo, tras unos pocos años de guerra, en los ejércitos aparecen muchos más individuos de éstas características. Ellos se han formado en la guerra. Y han aprendido (de aprehendere, coger) y asimilado (incorporado a ellos mismos) el oficio. Y la probabilidad de sobrevivir, en los escasos combates que han protagonizado, les sonrió a ellos de frente.

Lo que puede ir a peor, tiene muchas posibilidades de empeorar.

Ahora, el Plan Obama, para desengancharse de Afganistán, empeora, a 3 años vista, las posibilidades estratégicas del Plan de la ISAF para el pais. ¿Con qué ánimo vamos a implicarnos ya en la variante activa de la guerra de Afganistán?

Pues bien, nos queda una tercera posible actuación, que no he mencionado antes, por pensar que era indigna. Y es tirar ya la toalla. Para evitar bajas incomprendidas en la Patria. Encerrarnos en el portento de base “Ruy González de Clavijo” y pasar a la defensa rígida, sin cesión de terreno. Aunque, al final nos remuerda el bochorno de que un ejército irregular tercermundista nos haya arruinado los planes y termine ocupando, dentro de 3 o 4 años, nuestras instalaciones protectoras.

España en Afganistán

¿Hacemos Actividades Socio Políticas Protegidas y de Policía o Guerra     Contrainsurgencia Activa?

Variadas son las tareas y misiones de las fuerzas aliadas de la ISAF en Afganistán. Así, existen 2 grandes grupos de misiones sobre el terreno. Uno es el sostenimiento de la lucha, a través de obras civiles y sociales, de reconstrucción, formación y acercamiento a los afganos. La otra es la lucha contra las bandas armadas. Para aniquilarlas (destruir su voluntad de lucha y/o su capacidad de combate) e ir ganando el respeto y el acercamiento nativos. Ambas están lastradas por el hecho de que los encargados de esas misiones son extranjeros, de civilización y etnia diferentes a los afganos. Y, además, con tiempos de servicio muy cortos y con plazos de retirada, no sólo definidos, sino inminentes.
¿Qué más Podemos Hacer? ¿Podremos Ganar?

Una opinión de un Aliado importante.

El buenismo de las alianzas entre culturas divergentes, sean o no antagónicas, apuesta por la ausencia de guerras, de terroristas alucinados y de tiranos aprovechados en el Mundo. Esto es muy idílico, muy deseable y muy improbable. Y nos recuerdan viejas posturas seudo pacifistas, recurrentes en los períodos de entreguerras europeos. Y por ejemplo, analizando la historia del Imperio Otomano, nunca fue más grande y más poderoso, ya mucho antes de 1453, que cuando combatió a los distintos países europeos de turno. Y su decadencia siempre surgió cuando se apartó de esta línea de acción exterior “imperial y religiosa”.
Sabemos que Washington y otros aliados activos menores no estarán siempre ahí para costearnos social y económicamente la defensa de una civilización común. Robert Gates, en una de sus últimas intervenciones como Secretario de Defensa, ante la reunión de ministros de Defensa de la OTAN del 8 de junio, se ha quejado en este sentido. “¿Le compensa a los EEUU lo que pone en la NATO?” “Las restricciones nacionales han atado las manos de los comandantes de campo de manera irritante” Gates, secretario del ramo con Bush Jr. y con Obama, se manifestó muy preocupado por una Alianza militar dividida en su compromiso real, entre dos clases de aliados. Con miembros que se especializan en misiones humanitarias y labores de desarrollo social y económico y de policía. Donde los medios militares a disposición están dispersos, dilapidados e infrautilizados. Y los miembros que realizan las misiones de combate y de lucha contra la insurgencia reales.

La Actuación Española en Perspectiva y Posibilidades.
La antigua base “General Urrutia”, junto a la capital de Bagdhis, se usó hasta hace bastantes meses como centro de formación de los policías afganos. Ahora ha sido entregada a los afganos. Y ha sido sustituida desde el verano pasado por una gran base militar, situada junto al aeropuerto de Qala-i-Naw. El nuevo acuartelamiento tiene un perímetro de unos 6 kilómetros protegidos y unas 70 hectáreas de superficie, con una capacidad para aproximadamente 1.300 personas. Su estructura está dividida en 5 zonas: mando, logística, servicios, viviendas y campos de tiro. La zona de servicios es a la carta: disfrutando de comedor, cocina, barras, gimnasio, locutorios telefónicos y de Internet, biblioteca, capilla, tienda de efectos y campos de deporte. Cuenta con una central eléctrica propia y una planta depuradora para el agua. Durante su construcción se ocuparon a unos 200 trabajadores locales de media al día. La base costó unos 44 millones de euros, entre la compra de terrenos, el levantamiento de los edificios y las comunicaciones internas. Los terrenos ocupados son colinas terrosas ocres. Los amplios desniveles de la zona, las necesidades defensivas y el clima de la región, húmedo en invierno, formando fangales, obligaron a remover medio millón de metros cúbicos de tierra en la obra civil. Y hubo que conectar los distintos pabellones con vías especiales.
El Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT) de Badghis tiene su cuartel y equipamientos en esta base. A mediados de 2010 había en Afganistán entre 1.600 y 2.000 soldados y militares españoles. Esto suponía entre cuatro y cinco veces más militares que en la primavera de 2004. La gran base “Ruy González de Clavijo” es un ejemplo de instalación militar para la protección, la comodidad relativa y el aislamiento de las fuerzas de la ISAF. Que da tranquilidad a los políticos y a los mandos, por la seguridad relativa que brinda a sus hombres, en una zona poco disputada por los insurrectos.
En torno a nuestras grandes posiciones fijas en Qala-i-Naw, hemos establecido también reductos reforzados, siguiendo la llamada ruta Lithium y la gran Carretera Circular afgana. Ambas unen las dos principales localidades de Badghis: Qala i Naw y Bala Murghab. La primera discurriendo a la izquierda y la otra, a la derecha. Bala Murghab es un centro operativo recidivo de la insurgencia de la provincia. Desde hace tiempo, la ISAF intenta asegurar el paso de convoyes por esa vía, provocando  enfrentamientos con los irregulares. La ruta Lithium está protegida por dos destacamentos españoles fijos, situados en Sangh Atesh y Ludina. En Ludina hay una compañía de la Legión y en el otro, una sección. El último fue establecido esta primavera. Como avanzadas de combate o posiciones de observación se han establecido en las alturas del seco valle varias posiciones semifijas, como la Echo o la Golf. No sirven de gran cosa, porque el enemigo las identifica pronto. Y es un enemigo que no deja una huella táctica apreciable a la observación fija y rutinaria. Una sinuosidad del terreno de menos de un metro, ya le oculta de las vistas. Incluso, sin formación de zapador, puede acercarse a las posiciones militares. Usando para ello la ocultación que le prestan las crestas de alturas. Sólo la observación casi desde encima de éstas puede impedir el acercamiento enemigo a pocos metros, a menos de tiro de granada. La función de los observatorios es avisar a las unidades que los despliegan, de los movimientos sospechosos y evitar las sorpresas a los destacamentos principales. Se complementan con las patrullas motorizadas a lo largo del valle y con los vuelos de los “drones”.
La otra carretera es la sección provincial de la carretera más importante de Afganistán. Su trazado recorre el país, dando una gran vuelta. Aunque hasta hace poco no se completaron totalmente su cierre y su firme definitivo, que no es gran cosa. Ella es algo así como una M-30 a nivel nacional. La llaman, sin demasiada ocurrencia, la Ring Road. La Carretera Circular une Herat con Bala Murghab, pasando por Qala-i-Naw. Desde aquí, para dar seguridad a las obras de ingeniería civil hacia Bara Murghab, hemos establecido también dos posiciones fijas en Muqur y Darra i Bum, fuerte en una compañía. Hacia Herat, capital de la otra provincia donde estamos, tenemos una posición fija en el paso de Sabzack.
Las bandas más organizadas se mueven en grupos pequeños de paisanos, que convergen sobre su objetivo de madrugada. No tienen vehículos ni piezas de artillería. Sus armas “pesadas” son el lanzacohetes monotubo, el mortero desmontable, los lanzagranadas tipo RPG y RL y las ametralladoras ligeras RPD o PK Para atacar una posición débilmente defendida o sin ánimos de lucha, bombardean brevemente con el fuego de los lanzacohetes. Luego se acercan para emplear los morteros. Y, finalmente, el asalto lo realizan varias escuadras independientes. Que convergen desplegadas en línea quebrada, avanzando y disparando ráfagas de su armamento personal, con sus armas “pesadas” al final. Probablemente para realizar estas acciones más audaces, tengan que venir bandas pashtunes, más fogueadas y duras, desde el sur o el este del país.
En la contrainsurgencia activa y eficaz, ávida de localizar al enemigo y de batirlo, las grandes bases militares se incrustan en el territorio enemigo. Son los centros de las redes operativas contrainsurgentes. Formadas sobre las patrullas activas de combate o de exploración, que operan en el territorio hostil. Y que tienen como “nudos” o soportes inmediatos a los reductos fortificados o reforzados. Éstos pocas veces necesitan más de una sección de fuerzas contraguerrilleras. Incuso, sólo con 4 o 5 hombres decididos y motivados, un puesto puede ser defendido por un tiempo. Mientras, los otros, formando 1 o 2 patrullas, pueden salir a hostigar a los guerrilleros, a vigilar las líneas de comunicaciones o a apoyar a otros puestos. La red de patrullas y de pequeños puestos militares, actuando en las zonas en disputa con los talibanes, tiene como fines operativos: negar la iniciativa y la movilidad a las guerrillas; cortar sus comunicaciones con sus bases, con su red de colaboradores y entre ellas. Y levantarlas, como a la caza, de sus “bases” protectoras de carácter civil y de sus reductos aislados. Una cualidad necesaria de sus mandos es la de poseer la fiereza y la garra inherente al choque armado. Satisfaciendo la “necesidad educada” de rematar la faena hasta su mismísimo fin. En este tipo de guerra irregular es necesario actuar sin tibiezas, dudas o condicionamientos ajenos y con celo del triunfo. Porque la moral es el principal activo de las guerrillas y de los militares. Y se desplaza, formando un flujo vital, entre ambos contendientes de esa guerra, según éstos logren éxitos militares y civiles. El conocimiento de los insurrectos de su zona y de su vecindario es en esta guerra un activo mayor.
Y es en las áreas más leales o neutrales donde se pueden ensayar las técnicas y los métodos de acercamiento sincero y efectivo a la población afgana. Las fuerzas nativas de autodefensa, apoyadas por patrullas militares móviles, a cargo de una zona manejable, deben soportar aquí el peso de mantener su propia seguridad. En esta zona pueden localizarse las reservas helitransportadas y mecanizadas suficientes, para ser enviadas en operaciones de apoyo o de ataque a las otras  clases de zonas operativas. También las brigadas de apoyo económico y de rearme cívico, pueden tener aquí sus almacenes y barracones centrales.

(CONTINUARÁ)

LA CAZA Y CAPTURA DE BIN LADEN

Las pequeñas unidades atacando con objetivo limitado (una incursión profunda, la toma de una posición crítica, el rescate de una personalidad, una emboscada) constituyen un “sistema” militar cerrado. Esta condición impone unas características específicas en sus “interfases de acción” con el enemigo. Que no siempre son idénticas a las de la lucha de unidades y grandes unidades, sobre todo en la limitación de los medios y del tiempo de actuación disponibles.

Las unidades así empeñadas deben imponer rápidamente y mantener una superioridad combativa sobre el enemigo. Para poder conseguir la supremacía local y temporal, que les permita conseguir dichos objetivos limitados. La característica o el factor de la concepción de su misión es la simplicidad. Las características de su preparación son la inteligencia, la seguridad y el entrenamiento. Las características de su acción son la sorpresa, la velocidad de acción y el compromiso de los participantes en la misión.

El caso “The Hunt for Bin Laden” está tratado con profusión y difusión suficientes, en cuanto a sus características publicitarias, políticas, legales, humanas y técnicas. Ahora analizaremos las particularidades tácticas y operativas que lo caracterizaron.

A la CIA le llevó casi 9 años encontrar a Bin Laden desde su “escapada” en el otoño de 2001. Aunque entonces lo tuvieron a mano y mansito.

En el otoño de 2001 tuvo lugar el rápido desmoronamiento del régimen talibán de Afganistán. Era un estado precario y mal estructurado, que daba cobijo y apoyo logístico a la jefatura de al-Qaida. Ésta, junto con sus “agentes de escolta”, un pequeño grupo miembros activos y prosélitos entrenándose, se agruparon con tiempo, formando un despliegue de marcha extenso y laxo. Y se escurrieron, siguiendo las estrechas y escarpadas rutas que les ofrecía la zona, por las montañas afganas hasta Tora Bora. Comenzó entonces, en diciembre de 2001, la gran operación de búsqueda y captura del dirigente máximo de al-Qaida. Que era el responsable directo y declarado de los atentados del 11 de septiembre contra los EEUU.

Se reunieron para ello cerca de 100 grupos especializados en “long range independent operations” estadounidenses, en la zona en la que se suponía que se escondía Bin Laden. ¿Por qué no lo cogieron o lo mataron? Posiblemente, si fuesen comandos israelíes, lo hubiesen logrado. En su día, según los informes que han ido apareciendo a la luz pública, dijeron que fue por “falta de medios”. «¡Necesitábamos más soldados allí!, declaró recientemente el agente de la CIA Gary Bernstein. Durante su testimonio, aseguró que «podríamos haber terminado todo allí». En las 50 páginas de un informe publicado en 2010, se citan los testimonios de varios responsables militares estadounidenses. Que vieron como sus Altos Mandos les negaban, por ejemplo, los mil hombres necesarios, según ellos, para taponar las entradas y salidas a Pakistán, o varios bombardeos sin objetivos definidos.

¿Necesitaban más de 100 comandos de élite para una operación de cerco y aniquilamiento de un grupo enemigo no combatiente? Que estaría limitada a la zona aproximada donde los rastros enemigos y sus sensores electrónicos, satélites, sus espías y sus agencias inteligencias, ubicasen al enemigo. Rodeada dicha zona, mediante un doble cerco, no necesariamente continuo, sino eficaz, los comandos penetrarían centrípetamente en el área sospechosa. Actuando simultánea, paciente, metódica y sigilosamente, como un “enjambre” de pequeñas unidades. Donde el flanco y la retaguardia de cada pequeña unidad estaría defendida por su iniciativa y actividad ofensiva. Y por la “influencia” irradiada por una unidad compañera cercana.

También le achacaron parte de la responsabilidad en la escapada a un halcón como Donald Rumsfeld. Por aquel entonces, dicen ahora, que Rumsfeld declaró que si EEUU era tan duro en Afganistán (¿por capturar limpiamente al responsable de aquella tragedia alevosa y civil?), despertaría un sentimiento antiamericano mayor del que ya existía entonces. Y por eso era más partidario de una táctica más “ligera” con bombardeos controlados y la colaboración con los militares afganos. Esto no resulta coherente ni creíble.

El fallo de la operación constituyó un decisivo fracaso estratégico. De hecho, durante años no se han tenido datos fidedignos del paradero de Osama, según reconoció el secretario de Defensa Robert Gates, el 7 de diciembre de 2008. Y ahora Al Qaida está renovada y desparramada. Y Bin Laden, como el Che muerto, inspira que no comanda, a una nueva generación de extremistas islámicos, extendidos por numerosos países.

Se hizo justicia, aunque no fuese según todas las leyes vigentes.

La sociedad tiene dos enemigos: los que no cumplen las leyes y los que las cumplen a rajatabla. Entre estos últimos, en su paroxismo legalista, están los que engendraron las inquisiciones y las persecuciones en la Historia.

La unidad militar elegida para llevar a cabo la “Operación Gerónimo” fue la US Navy Seal. Ésta es la unidad de su Marina de Guerra encargada de las acciones puntuales especiales por mar (sea), aire, (a) y tierra (l). Los Seals se crearon al final de la década de los 50 del siglo XX. Al apreciarse la necesidad de contar con militares polivalentes, extremadamente preparados y capaces de actuar en cualquier ámbito en condiciones exigentes. A primeros de los 60 y por deseo del presidente Kennedy, comenzaron a actuar en Vietnam. La formación general de un Seal se prolonga durante años de duro trabajo. El Seal cobra entre 37 mil y más de 60 mil euros al año. Su trabajo minucioso, preciso, duro y peligroso no se compensa económicamente. Satisfacer su amor a la milicia, su vocación de servicio (éste se le enseña), su amor a la patria y su compromiso con sus colegas y la unidad son su paga principal. La “unidad 6” de los Seals, un grupo de élite de una veintena de hombres, participó en esta misión, encargándose de los objetivos principales. Se dice que el almirante jefe dirigió la operación. La naturaleza de los Seals, la estructura de las subunidades aerotransportables participantes y de los transportes y apoyos eran elementos que contribuían a la simplicidad de la misión, ya que se adecuaban perfectamente a ella.

El entrenamiento y el ensayo de la misión no fueron descuidados, a pesar de la enorme experiencia general de los hombres. Antes de la activación de la unidad en Jalalabad, ésta fue entrenada en un “modelo” que reproducía fielmente las instalaciones, la extensión y las características de la mansión de Bin Laden y los terrenos aledaños. El “essay model” fue levantado probablemente en una de las bases de entrenamiento más o menos protegidas de los Seals. Y éste se prolongó por unas 6 semanas, con intervalos. Durante esta fase se mantuvo el factor seguridad de la misión, ya que los ensayos y prácticas que realizan los Seals son variados y cambiantes.

La unidad atacante se desplegó en su base de partida principal al menos unos 10 días antes, para no incrementar su tensión y facilitar su adaptación final. El enemigo talibán, cercano, observador y vaporoso, fiel correveidile con al-Qaida (hoy diríamos al-Caida), no fue capaz de detectar su activación. El factor seguridad se mantuvo incólume durante toda la gran fase de preparación de la misión.

En la tarde del domingo 1 de mayo, el jefe de vuelo de la fuerza de transporte tomó el mando de la operación y ordenó el despegue de los helicópteros de su base de partida principal junto a Jalalabad. La fuerza de transporte procedía de alguna de las divisiones 82 0 101 aerotransportadas del US Army. El vuelo al objetivo, en una noche de luna nueva, se realizó siguiendo hasta 3 direcciones diferentes, para no llamar la atención de observadores o curiosos en tierra. Las trayectorias se orientaron al este-noreste, evitando el cercano eje de comunicaciones terrestres de Islamabad-Peshawar-Khyber-Jalalabad. Con ello se protegían los factores de seguridad y de sorpresa de la misión, durante la fase de acercamiento.

La fuerza de operaciones utilizaba 4 o, posiblemente, 5 helicópteros. Eran probablemente del tipo UH-60 Black Hawk, de la variante dotada en su morro con un radar picudo, para el guiado del vuelo nocturno. Uno de ellos se averió gravemente ya en el objetivo y optaron por destruirlo. Pero las aeronaves restantes fueron suficientes para trasladar de vuelta a todos los hombres, con su botín de información para la inteligencia y el cadáver de Bin Laden.

Ya en el objetivo, el coronel jefe (¿o el almirante citado?) de la fuerza de ataque tomó el mando de la operación. Las tripulaciones de los helicópteros, dotadas de medios de fuegos pesados, se encargaron de sellar el complejo de viviendas del exterior. Los 58 seals avanzaron sobre aquél por sus tres lados y algunos descendieron a su interior, en techos y patios, mediante cuerdas. Una fracción de ellos formaron un “anillo” para aislar el complejo desde tierra. Ya en el interior, la mayor parte de los hombres se encargó de neutralizar a los escoltas y a los civiles de las viviendas. Todos estaban comunicados entre sí mediante una Intranet sofisticada. Un grupo especial, el “hunting team”, a cargo del coronel, fue a por Bin Laden. El equipo de identificación formaba parte del grupo. Otro grupo, el “inteligence collect team” se encargó de recoger toda la información sensible existente en la gran mansión. Ambos grupos de misión se dividían en subgrupos, para completar rápidamente sus misiones por el complejo. Asimismo, en las detecciones indicadas colaboraban todos los hombres dentro del perímetro. La operación Gerónimo culminó en unos 45 minutos, los hombres ocuparon sus helicópteros y éstos partieron de regreso.

La Guerra de Afganistán, Hoy II

(continuación)

La lucha de los alemanes contra los partisanos soviéticos durante la Gran Guerra Patria.

Veamos un ejemplo histórico de la actuación de fuerzas contrainsurgentes, en condiciones desfavorables para ellas. Las fuerzas antipartisanas alemanas en la URSS intentaron siempre no ser forzadas por los guerrilleros a la pasividad de la guarnición o la escolta. En su manual de “Guerra contra las Bandas” establecían que “la iniciativa debe ser siempre nuestra. Incluso si el comandante solamente tiene una pequeña fuerza a su disposición, no debe mostrar fallos en su resolución. Si es posible, cada acción de las bandas debe ser contestada”.

Los alemanes no sólo estaban obstaculizados en sus operaciones contra guerrilleras por una habitual inferioridad de hombres. Sino, también, por la heterogénea calidad de las que disponían. Sus tropas antipartisanas consistían en una siempre variable combinación de fuerzas de diversos orígenes y calidades: tropas de fronteras y tropas de seguridad y policía alemanas; tropas de seguridad de sus aliados en el frente del Este, especialmente italianos y rumanos; y una mezcla variopinta de fuerzas “rusas” aliadas de seguridad y de autodefensa, a veces, inseguras. El núcleo duro de las unidades eran los alemanes. En los puestos no se solían poner tropas homogéneas. En ellos las calidades se entreveraban, para que la presencia del fuerte animase al más flojo o novato, y le alejase los pensamientos de debilidad o deserción.

Ante la imposibilidad de guarnecer su retaguardia en todo el territorio conquistado a la URSS, al oeste de una línea imaginaria trazada entre Leningrado y Stalingrado, los alemanes tenían que seleccionar muy bien los puntos de guarnición. Éstos pocas veces contaban con más de una sección de fuerzas contraguerrilleras. Además, se consideraba que con 4 o 5 hombres, el puesto podía ser defendido por un tiempo. Mientras, los otros, en 1 o 2 patrullas, salían a perseguir a los partisanos en las aldeas cercanas, a vigilar la vital línea de comunicaciones o a apoyar a otros puestos. Cuando se creaban nuevas unidades o si había un “sobrante” temporal de fuerzas antipartisanas, se formaban patrullas de exploración y combate, algo así como unas fuerzas de reconocimiento en fuerza, para localizar y hostigar a los guerrilleros. Cuando era necesario realizar una acción ofensiva mayor, ante una amenaza guerrillera o la localización de una concentración importante, incluso se traían temporalmente tropas de primera línea (de la zona operativa) para el ataque y destrucción de aquélla, generalmente buscando su cerco y aniquilamiento.

Es cierto que los resultados alemanes fueron limitados. Y también es cierto que el principal objetivo operativo de sus fuerzas antipartisanas se cumplió. Se mantuvieron razonablemente abiertas las líneas de abastecimientos desde Alemania, Polonia y Rumania hasta las retaguardias de las fuerzas alemanas y de sus aliados en el Este. Y el flujo de hombres, armamentos, equipos, repuestos y mercancías que recibieron fue constante, para permitir el gigantesco esfuerzo de guerra contra los casi inagotables recursos de la URSS. Millones de prisioneros soviéticos fueron enviados al Reich y hacia allí retornaron incontables unidades y hombres de la Wehrmatch, en sus continuas rotaciones.

La operatividad de la guerra contra insurgencia en Afganistán.

La red de patrullas y de pequeños puestos militares, operando en las zonas a disputarles a los talibanes, tiene como fin operativo negar la iniciativa y la movilidad a las guerrillas, cortar sus comunicaciones con sus bases, con su red de colaboradores y entre ellas, y levantarlas, como a la caza, de sus “bases” protectoras de carácter civil y de sus reductos aislados. El conocimiento de los insurrectos de su zona y de su vecindario es en esta guerra uno de sus mayores activos. Pero, la red nacional afgana puede cubrir operativamente una amplia extensión y es capaz así de captar la información sensible.

La clave operativa es el patrullaje enérgico, continuo, impredecible, ávido del combate con los insurgentes o de conseguir información. Que constituya un “enjambre” más profesional, más activo, más letal que los insurgentes. Integrado por unidades raramente mayores de una sección. Cuyas armas sean el sigilo, la discreción, la movilidad, con la noche como colaboradora y refugio. Las comunicaciones rebeldes pueden ser dislocadas por la interposición del “enjambre” militar. Los refugios y depósitos de los rebeldes terminarían localizados. La convicción de impunidad de los insurrectos desaparecería. Técnica, táctica y operativamente, los militares extranjeros y, luego, nacionales deben ser por oficio y capacidades, más profesionales, más activos, mejor equipados, más letales, más eficaces, que las fuerzas irregulares a las que buscan y combaten. El problema de una rebelión interior armada sería conducido a un problema policial de maleantes comunes.

Una especialización de las patrullas, con técnicas diferentes, son las seudo bandas rebeldes. Éstas estarían destinadas a actuar en las zonas pastunes proclives a la insurgencia, de donde varios de sus integrantes procedan. Su acción es favorecida por el carácter descentralizado de los grupos rebeldes. Sus misiones serían conseguir información, probar la lealtad de los civiles e incluso aniquilar pequeños grupos enemigos y suicidas.

La paciencia debe ser una característica de todos los ejércitos implicados en esta guerra. También hay que alcanzar un mínimo de oficio y veteranía para ser eficaz. En las zonas más favorables a las bandas es muy fácil que, al principio, las operaciones de cerco se cierren en vacío. Hay que ir ganando y seleccionando a su población, como hemos dicho antes, para que el oficio y la lealtad combinados produzcan sus réditos militares y sociales. Los sucesivos triunfos del ejército afgano le irán ganando el favor del pueblo, porque todos quieren ser emotivamente del bando ganador. Y porque los intereses de los afganos son lábiles, dispares y aún contradictorios, basados en la lealtad a la familia, al clan, a la tribu y al Islam, por ese orden.

Por último, políticamente es necesario buscar el acercamiento a los líderes moderados pashtunes. Hay que evitar las acciones y actitudes disolventes como los bombardeos contra “guerrilleros entreverados con los civiles”. Con el principio de fondo de que una democracia islámica (basada en la Umma, el Corán, la sunna del Profeta y la Sharia o el conjunto de leyes penales y civiles basadas en ellos) no es igual a una democracia occidental. Cuyo modelo queremos insertar sin más, en esta sociedad milenaria, resistente, tozuda, independiente, orgullosa y aguerrida.

LA GUERRA RUSO POLACA DE 1920 II.

(continuación)

El Águila Polaca bate al “maestro” Tujachevski.

Las huestes rojas, lejos de sus bases y sobre terrenos asolados, estaban agotando sus capacidades operativas y sus abastecimientos. Los efectivos de ambos Frentes descendieron hasta los 150 mil hombres. Los polacos rurales, patriotas cabales, lejos de celebrar la llegada del redentor del proletariado, negaban el pan y la sal a los invasores imperialistas. A diferencia de Tujachevski, que “controlaba” y “mandaba” sus fuerzas desde su Cuartel General en Minsk, la capital de Bielorrusia, a 500 Km. del frente, Pilsudski visitaba a menudo sus retaguardias tácticas. Los polacos descubrieron que el flanco izquierdo expuesto del Frente era guardado hasta su profundidad, por un destacamento de caballería llamado Grupo Mozir.

Pilsudski decidió formar una fuerza de maniobra operativa de unos 20 mil hombres muy cualificados, incluyendo la 1ª y la 3ª divisiones de la Legión polaca y 2 brigadas de caballería, al mando del general Ridz-Smigly, que atacaría desde el sur al Grupo Mozir y se insertaría en la retaguardia del Frente rojo. Los ejércitos polacos III y IV le apoyarían, fijando el sector sur enemigo. Al extremo norte, el V ejército del general Vladislao Sikorski intentaría progresar siguiendo el flanco norte libre rojo. Desde Varsovia, el resto de las fuerzas polacas disponibles atacarían también.

El 15 de agosto de 1920, los polacos contraatacaron. Su fuerza de maniobra aplastó la pantalla de caballería y penetró en el interior de la retaguardia de Tujachevski, cubriendo unos 72 Km. en 36 horas. En unos 10 días, el despliegue del Frente del Oeste se derrumbó. Sus distintos ejércitos, presionados desde el oeste, se entremezclaron entre ellos, dificultando su retirada ordenada. Unos 44 mil hombres rompieron hacia el oeste y alcanzaron Prusia Oriental, donde fueron internados por los alemanes. Otros 66 mil fueron hechos prisioneros por los polacos, que capturaron también 10 mil vehículos de todas clases, más de 1000 ametralladoras y 231 cañones. Por esta época, el capitán Charles de Gaulle estaba en Polonia, como parte de la amplia misión militar francesa. Sus comentarios sobre el desenlace de la batalla de Varsovia fueron: “La ofensiva comenzó muy bien. El grupo de Pilsudski, que organizaba la maniobra, se dirige al norte. El enemigo, totalmente sorprendido con el panorama, al ver sobre su flanco izquierdo a los polacos, de quienes creía que se habían dispersado, en ninguna parte ofrece seria resistencia, escapa desmoronado en todos los lados o se entrega con todas las divisiones”.

Aparte de lo dicho antes, ¿cuál era el comportamiento de los soldados rojos o, después, soviéticos? El general de Estado Mayor von Mellethin, 25 años más tarde, nos pinta un excelente cuadro de sus capacidades, debilidades y pulsiones: “El soldado ruso es inestable temperamentalmente y lo impulsa un instinto gregario. Por tanto, no es capaz de soportar anímicamente un cambio súbito, por ejemplo, desde un avance triunfal a una precipitada y forzada retirada. Durante los contraataques fuimos testigos de escenas de pánico casi sin paralelo (entre los rusos). Esto asombraba a aquellos que habían experimentado la tenaz, casi fanática, resistencia que los rusos exhibían en las defensas bien planteadas y organizadas eficientemente. Es cierto que los rusos pueden ser soberbios en la defensa y temerarios y persistentes en sus ataques en masa. Pero cuando se enfrentan con la sorpresa o con situaciones imprevistas (o no asumidas), pierden la presencia de ánimo y son fáciles presas del pánico”.

El ataque polaco al sur del Pripet.

Pilsudski dirigió sus esfuerzos contra el Frente del Suroeste, cuyo comisario político era Josef Stalin. El V ejército del general Sikorski se lanzó contra el I ejército de caballería del bigotudo y fanfarrón Semion Mijailovich Budienni, uno de los pocos militares rojos que era amigote de Stalin. Los polacos lo cercaron y lo batieron el 31 de agosto al este de Zamosc, borrándolo del orden de batalla ruso. Las fuerzas polacas presionaron entonces hacia el este y cruzaron el río Bug. Su objetivo operativo era Kovel, un importante nudo ferroviario y depósito de material rodante, donde comenzaba el trazado de vía ancha de los ferrocarriles rusos y cuartel general del conocido XII ejército. Para su captura se decidió adelantar un grupo móvil, que operaría simultáneamente con los ataques de las 7ª y 18ª divisiones de infantería en la dirección este. Al norte de este sector, la 16ª división de infantería atacó Vlodava (dirección Mokrani), y la capturó en 2 días. Mokrani se hallaba en el límite de los sectores de los ejércitos XIV y XII. El comandante de éste estimando que era un ataque secundario, antes del ataque a su sector, despachó hacia el oeste sus reservas. Pero su “resolución fundada” resultó desafortunada. Los polacos pretendían enviar un grupo móvil motorizado, siguiendo la carretera desguarnecida entre Mokrani y Kovel (60 Km.), para atacarla por sorpresa desde el norte. Siendo 44 Km. la distancia desde el Bug y siendo 41 Km. la distancia entre Vlodava y Mokrani, el ataque seguía una aproximación indirecta, la menos esperada por los mandos rojos.

El grupo comenzó a reunirse en Vlodava el 10 de septiembre. Al mando del comandante Bocharek iban un escuadrón de vehículos blindados (8 Ford, 2 White y 1 Packard), dos batallones de infantería de la 7ª división, montados en 43 camiones y 2 baterías remolcadas de 75 mm. A las 10:00 del día 11, el grupo se dirigió a Mokrani, destacando a unos 3 Km. una vanguardia con capacidad de combate, formada por 4 blindados, medio batallón de infantería sobre camiones y media batería de artillería. Como enlace con el grueso, 1,5 Km. detrás, iba un pelotón de 2 Ford. La protección inmediata del grupo central estaba a cargo de 1 Ford y 1 Packard, ocupándose de la retaguardia 2 Ford y 1 White. Varias cisternas de combustible acompañaban al grupo de abastecimiento en el grupo central. En la tarde llegaron a Mokrani.

A las 01:00 del día 12 salieron para Kovel. A las 2:00 llegó el grupo móvil a Hornicki, cogió dormitando a la guarnición y los blindados la dispersaron con su fuego ametrallador, capturando una veintena de soldados y 2 cañones. Pocos Km. después quedaba Ratno, donde el enemigo ya estaba alerta. Tuvo lugar un breve y duro encuentro y los rojos sólo se retiraron cuando el puente de madera sobre uno de los afluentes del Pripet, que unía ambos tramos de la carretera, ardía fieramente. Los polacos sólo tenían una fugaz oportunidad de éxito. Tras un rápido examen, Bochanek ordenó cruzarlo rápida e inmedia-tamente. Minutos después del paso de la retaguardia, toda la estructura del puente, debilitada por el fuego, colapsó bajo su peso en el río.

Al amanecer la columna continuó su marcha. Al acercarse a Bucyn, la vanguardia detectó en sus afueras a una batería enemiga desplegada en línea, perpendicularmente a la vía. Pero sus servidores no estaban entrenados para el fuego sobre blancos móviles y su primera salva fue a explotar bien detrás de aquélla. No tuvieron más ocasión. Los 4 blindados atacaron en línea, disparando sus ametralladoras. Los artilleros, perturbados por el fuego preciso que recibían, no ajustaron sus miras y la batería fue invadida.

El jefe de la vanguardia, notando que tenía en su mano la toma de Kovel, muy cercana, se lanzó a toda velocidad hacia la villa, desarticulándose del grupo principal y de su enlace con él. Sus vehículos blindados se dedicaron a recorrer las calles de Kovel, extendiendo el caos en el enemigo, mientras su infantería, apoyada por los cañones, avanzaba hacia la estación de tren. En Kovel estaban estacionadas 2 divisiones enemigas (unos 11 mil hombres). Pero los rojos quedaron tan conmocionados por la sorpresa y el ímpetu del ataque polaco, que estimaron que lo realizaba una fuerza muy superior a la real y huyeron en desbandada. Con ellos escapó en su coche el comandante del XII ejército, que se dejó detrás, en manos polacas, sus mapas, códigos y numerosos documentos del EEMM. Sólo en la estación de ferrocarril y sus instalaciones accesorias, encontraron los polacos una gran resistencia enemiga, que fue vencida tras larga lucha.

Como parte de sus medidas de defensa, el XII ejército había aproximado tres trenes blindados para proteger los accesos de Kovel, uno desde el norte y dos desde el oeste. Convergieron en el nudo norte, separando la vanguardia polaca de su cuerpo principal. Armados con ametralladoras y cañones, estos dinosaurios blindados abrieron fuego sobre él, incendiándole varios camiones y causándole bajas. La artillería remolcada pronto entró en posición y se entabló un espectacular duelo. Los trenes resistieron por bastante tiempo el fuego perforante, preciso, rápido y a cubierto de los Schneider, desplegados a menos de 3 Km. Por fin, uno de ellos, con su blindaje agujereado, mellado y desgarrado, se retiró renqueante hacia la estación de Kovel y los otros dos escaparon hacia el oeste. Poco después, éstos fueron hallados abandonados e incorporados al servicio con los polacos.

Recomponiendo su columna, Bochanek entró en Kovel a las 16:00. Temiendo un fuerte contraataque enemigo, en cuanto descubrieran la capacidad de su fuerza, estableció la defensa circular de la ciudad, incorporando a ella gran parte de las armas capturadas. Y puso a los vehículos blindados como avanzadas de combate móviles por las carreteras circundantes. Al amanecer del 13, los rusos lanzaron sin demasiado entusiasmo un contraataque, que fue rechazado. Hacia las 10:00 comenzaron a llegar a Kovel las primeras unidades de las 7ª y 18ª divisiones de infantería polacas, que habían avanzado desde el oeste los días anteriores. El botín recogido fue grande: veintenas de cañones, montones de ametralladoras, 12 aeroplanos y cientos de vagones de ferrocarril, cargados muchos con diverso material militar. El XII ejército recibió un castigo del que no se recobró y continuaba retirándose al interior de Rusia cuando acabó la guerra.

Tujachevski no es un ave fénix. El águila polaca le quita la piel al oso bolchevique.

Al norte del frente polaco, Tujachevski recibió refuerzos, recompuso su grupo de ejércitos y consiguió establecer un frente difuso entre Grodno y Brest, de unos 200 Km. Los polacos lo fijaron firmemente. Y el 23 de septiembre el cuerpo de caballería Nienievski, formado por 11 regimientos del arma, se deslizó por el flanco norte libre y cortó el ferrocarril Grodno-Vilna (capital de Lituania), a medio camino, en Druskininkai. El 26 los polacos rompieron por el oeste y ese mismo día tomaron Grodno y continuaron presionando al este. El 29, el grupo de caballería Nienievski, actuando como perseguidor desbordante, capturó Lida, a 100 Km. al este de Grodno, cerrando el paso al III ejército rojo, que tuvo que rendirse. A la vez, a unos 150 Km. al este de Brest, los restos del I ejército bolchevique fueron batidos y dispersados. En estos combates contra Tujachevski, los polacos tomaron 50 mil prisioneros y apresaron 160 cañones.

El 15 de octubre de 1920 fue ocupada Minsk, capital de Bielorrusia. Los rojos, humillados ante el mundo y perdiendo rápidamente credibilidad ante los suyos, pidieron la paz. El presidente Pilsudski aceptó. Por el Tratado de Riga de marzo de 1921, los polacos recuperaron las fronteras al este, que tuvieron en el siglo XVIII. Habían perdido en la guerra unos 10 muertos y 20 mil heridos.

El triunfo polaco de 1920 salvó del comunismo, por 25 años, a Alemania, Hungria, Checoslovaquia y los países bálticos. El historiador Norman Davies concluye: “No se puede negar que los resultados más importantes de la guerra polaco-bolchevique fueron los que no ocurrieron”. Dentro de Rusia, los bolcheviques renunciaron al destructivo sistema económico del comunismo en guerra y adoptaron la “nueva política económica”, que resultó ser más flexible.

El general francés Louis Faury, en un artículo publicado en 1928, escribió: “Hace 200 años, Polonia bajo los muros de Viena protegió al mundo cristiano del peligro turco; (hace pocos años) sobre el Vístula, el pueblo polaco sirvió nuevamente al mundo civilizado, lo que no se ha valorado suficientemente”. En efecto, la captura de la ciudad de Viena era un objetivo estratégico mayor para el Imperio Otomano, desesperado por el control que la ciudad ejercía sobre el Danubio y sobre las rutas comerciales terrestres entre el norte y el sur de Europa. En julio de 1683 el sultán Mehmet IV proclamó la Yihad. Y el gran visir turco Kara Mustafá Pasha puso sitio a Viena con un ejército de 150 mil hombres. En septiembre una fuerza polaca acudió en auxilio de la ciudad. Por fin, la batalla final de 15 horas por la capital de los Habsburgo tuvo su climax en la carga masiva de 3 divisiones de húsares alados polacos. La derrota otomana marcó el inicio de su larga decadencia y la Sublime Puerta no volvió a amenazar a Europa.

La comunista alemana Klara Zetkin, en una entrevista con Lenin, destaca sus comentarios: “Le dije a Lenin en qué forma la derrota se reflejó sobre la vanguardia alemana de la clase trabajadora. Lenin, por un par de minutos, permaneció en silencio, después de lo cual dijo: “Sí, entonces sucedió… Los polacos vieron en los soldados del Ejército Rojo no a hermanos y libertadores, sino a enemigos. Los polacos pensaron y actuaron no como les correspondía a los revolucionarios, sino como nacionalistas e imperialistas. Esta revolución, con la que contábamos en Polonia, no resultó. Obreros y campesinos, engañados por Pilsudski, permitieron que nuestros valientes soldados del Ejército Rojo murieran de hambre, cayeran en una emboscada y fueran golpeados hasta la muerte”.

LA INFANTERÍA MECANIZADA EN AFGANISTÁN

A pesar de la asimetría cualitativa y cuantitativa entre los medios que disfrutan los ejércitos occidentales y los que padecen los talibanes, los clanes locales aprovechados levantiscos y los bandidos afganos a tiempo parcial, los soldados modernos se quejan de la falta de medios y de su calidad.

El medio militar afgano para el empleo de la infantería mecanizada.

Las sucesivas noticias que vamos recibiendo desde las zonas de operaciones de guerra en Afganistán, procedentes de periodistas insertados en las fuerzas combatientes, de los corresponsales destacados en Kabul y otras poblaciones y las que emiten los ejércitos en presencia, van destilando una serie de características que son comunes a las fuerzas de los distintos ejércitos.

Todos van cayendo en la tendencia iniciada por los estadounidenses de tener al enemigo menos cerca, más visto y observado y más batido por el fuego pesado aéreo y artillero. No se busca con éste, en orden creciente de efectos, perturbar, cegar o neutralizar, sino destruir. Que es el más costoso (bueno para el complejo industrial correspondiente) e improbable de sus efectos (al 100%), lo que exige un gasto incrementado deficiente de recursos. Y no existe siempre su conexión directa con las maniobras ofensivas de las fuerzas terrestres. Que muchas veces no acuden a batir al enemigo quebrado tras el golpe múltiple de fuegos. El fuego pesado se ha convertido en un sustituto económico (troca esfuerzo militar por dólares) e industrial de las maniobras y los ataques de las fuerzas terrestres.

La exploración operativa y de combate descansa en Afganistán en los medios aéreos no tripulados y, en segundo lugar, en los aparatos tripulados que sobrevuelan ampliamente las marchas de las columnas. Lo que es parecido a buscar una aguja en un pajar. Precisamente los talibanes no dejan una “huella de guerra” por ninguna parte. No tienen vehículos pesados, ni posiciones fija reforzadas permanentes, ni artillería pesada, ni se mueven en columnas reguladas por “policía” militar, horarios, distancias entre agrupaciones, etc. Los talibanes que se cobijan en una choza, se esconden de los sensores electrónicos infalibles, cubriendo inocentemente de fango su techo. Si los aviones vuelan de día, ellos se mueven entre posiciones o concentraciones, en pequeños grupos dispersos durante la noche, aprovechando para sembrar explosivos de carga hueca, recubiertos de plástico. Que al explotar, el chorro ígneo suficiente va a penetrar como un soplete en el siempre fino bajo vientre del vehículo mecanizado o motorizado enemigo. Y va a diseminar la granalla encendida, en una aspersión por su interior y sobre sus tripulantes y contenidos.

Los modernos soldados han intercambiado, trocado u olvidado los “principios o reglas del buen hacer” de la guerra, por la simultaneidad y la profundidad del fuego lejano, cubriendo toda la zona enemiga altamente probable. Con ello no hay economía de medios, ni esfuerzo principal, ni la necesaria casi segura discriminación entre combatientes y civiles potencialmente enemigos. Los despliegues terrestres son “secundarios” y, por lo tanto, sus movimientos, dispersiones y concentraciones.

Los ejércitos buscan ávidamente la seguridad o confianza en sus decisiones y empleos. Precisamente cuando el medio en el que están y actúan es variable, fugaz, sin límites definidos, confuso e inaprensible. La incertidumbre, el caos, los errores y los fallos, los medios escasos y los planes parcialmente cumplidos, el cansancio y el miedo son los demonios omnipresentes que caracterizan y afectan a ese magma neutro de la guerra. Y es neutro porque se deja impulsar y guiar en gran parte por los “designios y acciones” humanos superiores. Que son el “sentido correcto” de los mandos, la determinación, la voluntad, el coraje físico y moral, la motivación, el entrenamiento, el compromiso con las tareas y misiones y los mandos respetables y respetados.

Las características operativas de los modernos vehículos de combate de infantería.

El comportamiento campo a través de los tanques, exige para aquéllos una tracción integral a orugas o, al menos, un chasis construido a propósito con tracción a ruedas.

La amenaza NBQ en el ambiente de la guerra moderna, necesita la posibilidad de aislamiento de la tripulación del entorno, manteniendo una contrapresión y una ventilación depurada internas y un sellado adecuado de los cierres y tomas del vehículo.

El hecho de que casi todos los ejércitos desplieguen VCI, hace probable encontrárselos en un conflicto. Y demanda de éstos la habilidad de destruir a sus iguales, mediante los cohetes filodirigidos de carga hueca y/o con armas automáticas con munición cinética o química perforante. Esto, idealmente, se debería extender a la destrucción de tanques enemigos en condiciones apropiadas y favorables. Por ejemplo, empleando el vehículo como plataforma escondida y cubierta, preferiblemente en la pendiente posterior, de los cohetes antitanques citados.

Los vehículos deben dar protección suficiente a su tripulación y a sus mecanismos principales contra el fuego ligero y medio de la infantería y contra las esquirlas de los fuegos indirectos de la artillería. Aquí existe un “límite superior” poco superable para extender la protección a otros artefactos. Que lo hace costoso e inviable de superar, por los mayores pesos y la peor agilidad y velocidad que supone.

Deben los VCI tener capacidad para enfrentarse en combates con la infantería regular o irregular enemiga, con escasos medios y/o alistamiento para la lucha. Para, poder actuar, incluso en marcha, desde diversas troneras protegidas del vehículo y con ametralladoras pesadas y/o cañones ligeros automáticos. En estos combates, la altura de los vehículos, destacable sobre las posiciones ocultas y/o protegidas de la infantería enemiga, hace que sean vulnerables al no explorado fuego antitanque enemigo a distancias medias y próximas.

El uso de los VCI en la lucha contrainsurgencia en Afganistán.

En estos momentos, en Afganistán se están usando modernos sistemas de combate de infantería, no los mejores y más caros en todos los casos, en misiones de patrullaje rutinario y/o demostrativo, de enlace entre puestos y posiciones y de escolta o apoyo a las columnas de marcha del ejército afgano. Gran parte de las características citadas de estos vehículos, sobran para estos usos. Ya que no son empleados siquiera para la exploración y el reconocimiento de las vías por delante de aquéllas. O como vanguardias de combate, para asegurar pasos y parajes comprometedores. Los VCI son buscados como habitáculos protegidos para escuadra o pelotón, dotados de suelos altos construidos como poliedros convexos, destinados a reflejar las explosiones de los artificios improvisados, y como plataformas de tiro rápido para rechazar a los irregulares hostiles. Quizás se callan los mandos, porque al menos brindan la mayor seguridad posible a los hombres.

Aspectos esenciales de la lucha contra los fanáticos hostiles en Afganistán.

El único modo de defenderse de estas partidas insurrectas es privándoles de la iniciativa, dislocando sus movimientos entre posiciones y hacia objetivos, esquilmando su retaguardia operativa, quitándoles la libertad de acción y demostrando al pueblo quiénes tienen los medios y la determinación para ganar la guerra, apoyando a su gobierno y autoridades. Defenderse no es dejarse reducir o arrinconar en las guarniciones, por la actuación y la extensión de las bandas. Guarniciones que se convierten en enormes y costosos “depósitos protegidos” de materiales y hombres sin utilizar. Esto es dejarse oxidar, desmoralizar y enervar por el enemigo móvil, activo y muy asimétrico.

Con ello se dará un primer paso necesario para la pacificación, como base para la reconstrucción social y física del país. La corrupción es un mal más o menos endémico de todas las naciones y épocas. No hay más que mirar alrededor, para comprobarlo. El problema social aparece cuando la corrupción se recrece y desborda, engullendo gravemente los magros recursos de los países débiles. Deteniendo así su desarrollo y perpetuando un régimen intolerable de abusos. La lucha eficaz contra la corrupción comenzará en Afganistán cuando se consoliden socialmente los primeros éxitos militares, continuos y sostenidos, contra los hostiles armados de toda condición.

Para defenderse eficazmente de la insurgencia radical terrorista es necesario el empleo de una infantería motivada, con creatividad e iniciativa y entrenada específicamente. Capaz de actuar en silencio, con quietud y paciencia, sobria y autosuficiente sobre el terreno. De acercarse o de esperar al enemigo a las distancias próximas. Y empleando el lanzagranadas de pelotón, las granadas, el mortero de 60 mm., el cuchillo o bayoneta, cuando no se quiere alertar a otras partidas o su grueso. Esos fuegos suenan muy parecidos al fuego artillero. Disparando a blancos comprobados o de arriba a abajo y de abajo a arriba, para evitar daños propios en los ataques de objetivo limitado con poca visibilidad. Para poder explotar las múltiples debilidades de los rebeldes, su incoherencia operativa, su nomadismo y erradicarlos de sus bases de refugio o de apoyo. Convirtiendo la noche donde se ocultan y amparan en su peor enemigo, ya que carecen de visores de infrarrojos o térmicos y no son proclives a combatir en la oscuridad. Muchos de los empleos actuales habituales del ISAF llevan a la segregación y al distanciamiento con los civiles neutrales o enemigos. Que no sabrán leer, pero que tienen una exquisita sensibilidad natural para conocer a los “amigos” temporales y/o circunstanciales, que les ayudan muy interesadamente.

Los británicos, en los siglos XIX y XX, tenían que acercarse a los pashtunes y combatir con ellos en condiciones duras. Aunque tuvieran el apoyo de las gatlings, de la artillería de montaña y de los ingenieros. Y empleaban a las tribus pashtunes menos belicosas y montaraces, de las estribaciones hindúes más bajas, al sureste del macizo del Hindu Kush, como fuerzas de infantería ligera con oficiales británicos. Los khattaks, los bangashis y los yusufzais, todos también pashtunes, produjeron cipayos de primera, leales a sus mandos británicos directos. Usándolas para contener en sus territorios a las tribus más indómitas, rapaces y levantiscas. Ocupando fortines cuadrangulares de adobe ocre y piedra, con acceso por escalera removible, y troneras altas a los cuatro costados, y explorando el territorio. Y para realizar contra ellas operaciones de castigo o de exacción de multas, por alguna incursión o desmán cometido por sus miembros. Dejando a aquéllas tribus ariscas, libres de mantener su gobierno local, basado en los maliks o jefes y en sus jurgas o asambleas soberanas tribales. Integradas aquéllas fuerzas en la amplia organización del ejército británico de la India, los hombres adquirían un refinamiento y un estado social envidiable, confirmados ante sus familias y clanes por la paga en metálico asegurada. Lograr esta organización suponía tiempo, dedicación, perseverancia, interés y trabajo de campo social para los británicos más directamente implicados en ella. Y exigía el apoyo permanente y seguro de sus mandos medios y superiores.

Eran tiempos en que los horarios, los políticos y las prisas por los resultados no lo estropeaban todo. A pesar de tener unos medios cualitativamente menos técnicos y más escasos que los de hoy en día.

McChrystal, Petraeus y la Estrategia Aliada en Afganistán.

A finales de junio de este año, aparecieron diversos análisis en la prensa, principalmente la escrita, acerca de los posibles cambios que podrían ocurrir en la dirección de la guerra de Afganistán, con motivo de la sustitución del general McChrystal por el más conocido general Petraeus. Dicha posibilidad existiría si se tratase de una empresa, cuyo gerente o primer ejecutivo hubiese sido destituido. Pero no, se trata de la sustitución del general en jefe de un teatro de operaciones.

La Definición de la Estrategia para Afganistán.

Cuya estrategia militar la elabora la Junta de Jefes de Estado Mayor (el Pentágono) y la aprueba Mr. Obama. Correspondiendo, entonces, al general en jefe el desarrollarla con su estrategia operativa. Donde ya tiene unos límites su autonomía, para imprimir su impronta y su marchamo. El general del teatro de operaciones es un gran gestor, un alto mando gerencial, de los inmensos medios que los EEUU y sus aliados, coaligados en la ISAF, ponen a disposición para alcanzar los objetivos de la guerra.

La estrategia total planteada por los EEUU se puede resumir en conseguir la derrota de los talibanes y la extirpación de las recidivas de Al-Qaida en Afganistán. Y en la incorporación progresiva de los afganos a las labores de orden público y de contra insurgencia, contando con un gobierno cada vez más fortalecido, respetado y obedecido, capaz de atraer a la insurgencia menos radical. Todo ello, entreverado con un apoyo económico para la reconstrucción, la sanidad, la educación y las infraestructuras. Pero que alcanza desde la provisión de los medios militares a la entrega de sobornos, dádivas, incentivos y prebendas a determinados combatientes, para que abandonen las armas, y a civiles, para que faciliten información o colaboren en las múltiples tareas necesarias. La famosa estrategia contra insurgencia de “ganar los corazones y las mentes” del paisanaje nativo, que data de la intervención en Vietnam del Sur en los años 60, se incardina en ese triple objetivo.

La Sustitución y la Pérdida de un Comandante en jefe en Operaciones. Habían cansado y aburrido hasta las cejas al viejo Stanley.

Veamos los dos casos, parecidos pero no idénticos, en los que la pérdida del comandante en jefe resulta irreparable. A veces el caudillo militar constituye una vulnerabilidad crítica estratégica de su pueblo armado, a mano para sus enemigos. Éste fue el caso hábilmente manejado por los españoles en el siglo XVI durante la conquista de América. Se trataba de la captura o la muerte del gran jefe o “emperador” de las coaliciones indígenas de los grandes países a colonizar: Moctezuma, Atahualpa. Y que fue posible porque el “gran emplumado” presidía a su ejército en combate. Esto daba un golpe demoledor, aunque temporal, a las fuerzas indígenas. Porque una vez convertido en rehén la representación simbólica de un jefe de este tipo caía en picado. Ya que la vitalidad social de la colectividad a la que dirigía, exigía su renovación, como si hubiese muerto.

También tenemos los casos de los grandes caudillos político militares, como Alejandro, Gustavo Adolfo o Napoleón. Ellos incorporaban en sí mismos la esencia y las virtudes de todo un estilo militar y de un régimen político. Que irradiaban permanentemente a sus pueblos, galvanizándolos para una tarea común de trascendencia histórica. Su desaparición en operaciones hubiese sido fatal para sus intereses colectivos. Como ocurrió en el caso de Suecia, con la muerte en combate el 6 de noviembre de 1632, de su rey Gustavo II Adolfo en la batalla de Lützen.

El caso del general del ejército (cuatro estrellas de plata) Stanley McChrystal fue distinto. Sólo era un militar destacado dentro de un ejército profesional, enorme, diversificado, técnico y moderno. Como ya tenía casi los 30 años de servicio, próximo a la jubilación, podía permitirse ciertos lujos. Estaba cansado de intromisiones de los políticos cortesanos de Washington en su “modo” (su reino era la estrategia operativa) de llevar la guerra y en los recortes que le imponían a sus peticiones de medios para atender a una guerra larga, impopular y polifacética. Su delito fue llamar públicamente, en una entrevista publicada, “wimps” a algunos de esos políticos de la cuerda del presi, con los que se topó en su camino. Una traducción, no demasiado expresiva, sería “peleles”. El nombre define a una persona débil, cobarde, irresoluta e inefectiva para los asuntos. Sus agravante fueron la premeditación y el recochineo que se exhibían en la revista. ¿No les suena algo?

La Coalición que se Encuentra Petraeus.

En Afganistán están presentes fuerzas militares de unos 46 países. Algunas están dedicadas a misiones de apoyo, de guarnición y de retaguardia. Al ser una gran coalición, sin subordinarle ninguno de los intereses que a cada país le dictan sus necesidades y sus compromisos políticos, las coincidencias entre los aliados son parciales, tienen soluciones de continuidad y son lábiles en el tiempo. Esta fragilidad intrínseca de la coalición, nace de que casi todos los aliados no practican políticas de estado. Hay que señalar que esto se debe en gran parte a que no se tiene una percepción clara del problema afgano, ni de su cercanía, directa o indirecta, inmediata o lejana, a los intereses nacionales respectivos.

Los holandeses, con unos 2 mil soldados destacados en la provincia de Uruzgan, al norte de la de Kandahar, han confirmado su marcha de Afganistán para el mes de agosto de este año. Para 2012 también se quieren ir los otros 1550 australianos que guarnecen esta provincia. Se supone que esa “brigada” multinacional será sustituida con eficacia por fuerzas estadounidenses y, sobre todo, afganas. En la provincia de Kandahar, el añejo feudo del mulá Omar y primera cantera nacional de los talibanes, hay más de 2800 tropas canadienses, junto a fuerzas británicas y estadounidenses. Es uno de los primeros “frentes” de lucha contra la insurgencia del país, junto con Kandahar y las provincias del este. Los canadienses se retirarán de Afganistán entre julio y diciembre de 2011. Quedan los británicos y los estadounidenses.

Y, ¿cuál es la “trayectoria vital” de los británicos en este conflicto? Del fervor guerrero de estos “soldados europeos tecnológicamente modernos”, dan fe las operaciones llevadas a cabo durante 8 años en la provincia pashtún de Helmand, al sur del país. Tras la guerra de 2001, que terminó con el régimen medieval radical intransigente de los talibanes, en torno a la ciudad de Lashkar Gal, capital de la provincia, se instalaron permanentemente unos 8 mil soldados británicos, relevados sucesivamente por sus reemplazos en los “tours of duty”. Este potente contingente de soldados profesionales experimentados fue incapaz en casi 8 años de combatir el cultivo del opio en Helmand y de pacificar la provincia, para la implantación efectiva en ella del gobierno de Kabul.

Para lograr por fin estos objetivos, al parecer difíciles de realizar, se inició el viernes 12 de febrero la operación Moshtarak (Juntos) en la región de Marjah, a unos 40 Km. de Lashkar Gal, a cargo de unos 15 mil soldados aliados, de la OTAN y afganos. Que tenían que ir demostrando que los esfuerzos y los dineros gastados en la formación de sus fuerzas nacionales, no se han dilapidado miserablemente. Los talibanes, una infantería ligera irregular, sin aviación, con una logística pedestre e insuficiente y sin artillería, fueron batidos y desalojados de sus posiciones de combate en torno a Marjah, dispersándose finalmente, en gran parte, a las provincias limítrofes. Para ampliar la información, véase nuestro artículo “La Batalla de Marjah”, en War Heat Internacional nº 88. Sin embargo, ya nos avisan los periodistas destacados (no será mejor esto que “empotrados”) en Afganistán, que los brotes verdes de la insurgencia están apareciendo, como renuevos vigorosos y firmes, en torno a Marjah y a Nad Ali.

Por último, los mismos estadounidenses han señalado como fecha límite para iniciar la retirada de su despliegue, el 1 de julio de 2011. Son unos 94 mil soldados en estos momentos y alcanzarán los 98 mil a fines del verano. Están desparramados por todo el territorio afgano, como un armazón que sostiene e impulsa el esfuerzo general de guerra contra insurgencia. Para entonces se supone que estarán alistados, entrenados y equipados cerca de 400 mil afganos, integrados en las fuerzas de policía, algunas milicias regionales y el Ejército Nacional. ¿Estarán también motivados para defender una democracia inorgánica occidental? Por el momento, los tayicos y los hazaras forman la mayor parte de las actuales fuerzas de seguridad de Afganistán: hay unos 100 mil policías y unos 90 mil soldados nativos, con grados variables de motivación, lealtad y entrenamiento. En los distritos pashtunes no hay en general alistamientos al ejército nacional ni a la policía afgana. Se perfila así una guerra de liberación pashtún dentro de un país opresor o descuidado hacia ellos.

La Guerra de Afganistán, Hoy

La ministra Chacón suele centrar sus argumentaciones para solicitar al Congreso su autorización para incrementar el contingente español en la ISAF, en que “a más hombres, más rápidamente acabarían sus tareas y su compromiso en Afganistán y más pronto regresarían todos”. Si se tratase simplemente de realizar múltiples tareas civiles y educativas, en localizaciones diferentes, es posible. Y con tal de que la Tabla de Tareas, ordenando los trabajos y midiendo sus tiempos, no impidiese los trabajos en paralelo, ni apretujara a los hombres, neutralizando sus esfuerzos. Pero se trata de realizar una parte de las labores cívicas económicas necesarias en una guerra contra una insurrección armada, creciente, desparramada y decidida. Y los hitos en el tiempo de la insurrección los marcan los avances en las labores militares, a cargo de otros ejércitos en presencia más comprometidos con ellas.

Introducción.

Para efectuar una campaña eficaz contra los rebeldes irregulares en Afganistán, es necesario establecer: la estrategia política, incluyendo alianzas nacionales y extranjeras firmes y estables; la estrategia militar, incluyendo los medios a su disposición y quiénes y cuándo los aportarán y mantendrán; y las prioridades y marcos de acción de los esfuerzos cívicos y bélicos de la guerra irregular.

¿Se busca la derrota total y efectiva de los talibanes? ¿Están de acuerdo el presidente Karsai y los otros miembros y apoyos del gobierno afgano? ¿O prefieren algunos un acercamiento a los grupos más moderados de los talibanes? Que realmente son los que ven en el diálogo una forma de avanzar en sus planes últimos. La ideología islámica radical imprime carácter. Es muy dudoso que, quienes la tienen por su misión y razón de ser y, además, estén ganando posiciones, influencia y adeptos civiles, deseen negociar sinceramente, algo que no sea el cómo y el cuándo de la rendición enemiga y la marcha de su país de los militares extranjeros invasores infieles. Por último, ¿ha servido la Jirga o asamblea de notables afganos convocada en mayo por el recientemente reelegido Karsai, para un acercamiento nacional?

La actuación de los ejércitos regulares en presencia.

Las unidades tácticas de los ejércitos aliados (la ISAF y los EE.UU.) en Afganistán son los batallones y regimientos. Con las fuerzas de un batallón intentan barrer una zona supuestamente insurrecta siguiendo un sentido y dirección, en cuyo límite opuesto han desplegado un cerrojo. Con un regimiento suelen intentar ya una operación de cerco y aniquilación en una zona enemiga dada, separada de lugares y aldeas civiles. No parece que esto sea suficiente ni eficaz. La prueba es que cada vez más, la insurgencia se pasea por donde quiere. Y los soldados occidentales se protegen en sus acuartelamientos. O patrullan reiteradamente, sin eficacia contra guerrillera, por ciertos lugares acotados, dicen que para evitar bajas civiles. Tienen los guerrilleros montañeses unas armas naturales de las que carecen los soldados europeos actuales: la motivación, la paciencia, la calma, la agudeza de los sentidos, la resistencia física, la autosuficiencia y la sobriedad.

Por su parte, al ejército afgano le falta instrucción, experiencia, espíritu de cuerpo e interés combativo. Pero es nativo, no ocupante, y no parte de cero. Y con la habilidad y profesionalidad de sus mandos y asesores extranjeros, puede adelantar etapas rápidamente. El coste a pagar mientras tanto es el tiempo, prolongado en una lucha interna dolorosa, sangrienta y costosa.

Los talibán o talibanes.

Los talibanes y al-Qaida forman dos movimientos organizados verticalmente y desde abajo a arriba. La cercanía ideológica y geográfica les permite colaborar tácticamente. Su estructura hace que sus células no sepan exactamente cuáles son los jefes superiores. Sólo saben dónde tienen que ir para recibir apoyo o para enviar o recibir información o para comunicarse con otra célula “pareja”. Las direcciones de estos movimientos actúan por excepción, no por presencia o por acción deliberada. Esto les permite operar bastante bien sin la intervención de sus altos mandos. La muerte de algunos altos jefes en un bombardeo estadounidense, afectaría poco a su efectividad, a sus niveles actuales de actuación militar irregular.

Los insurrectos, por la fuerza y por su popularidad, en una mezcla variable y siniestra, son capaces de mezclarse y diluirse con la población civil pashtún y esconderse seguros en casas, zulos, cuevas, etc. Aunque una parte de la población esté a su lado, la coacción ejercida por insurrectos armados existe siempre. Si el ejército afgano es capaz de proteger permanentemente un barrio o población de los ataques o de la presencia de los hostiles irregulares, puede también ir progresivamente exigiendo la lealtad nacional debida a sus habitantes. Lo que es inadmisible es que se someta intermitentemente a la presión militar de uno y otro bando a las poblaciones civiles locales, exigiéndoles una lealtad que no les ofrece seguridad.

Los pueblos montañeses pashtunes son numerosos, pequeños y diseminados por las amplias zonas a ambos lados de la frontera entre Afganistán y Pakistán. En ellos se pueden camuflar un pequeño grupo de talibanes “regulares”, a la espera de que pase de largo una creciente militar. Aparte, los talibanes gozan de un sistema complicado de cuevas naturales en varios niveles, reforzado por túneles de comunicación, dotados de zonas ampliadas para la espera y el almacenaje de bienes de todas clases. Este sistema es utilizado para facilitar el tránsito entre Afganistán y Pakistán, sin tener que utilizar los pasos fronterizos o desfiladeros más habituales y conocidos, como “etapas” del trayecto completo. Y como refugio temporal cuando los aliados llevan a cabo operaciones de búsqueda de rebeldes o de represalia, sobre las zonas pashtunes donde han sido más activos. Los talibanes son de la etnia pashtún. Sólo los distinguen de las tribus locales, su mayor fervor y proselitismo religioso y su actual actividad militar. Parte de los lugareños con los que se encuentran los soldados en sus patrullas y registros, son talibanes “a tiempo parcial” y simpatizantes. Dos o tres hombres de un grupo de nativos que transitan por un camino rural, pueden ser una escuadra de talibanes moviéndose de un lado a otro. Su logística es tan parca, que es frecuente, en zonas muy batidas por los soldados, que los guerrilleros transiten desarmados. Y que sean armados de nuevo por los grupos locales a los que acceden, tras su viaje. Los talibanes no dejan fácilmente una “huella operativa” detectable por los sensores y artilugios electrónicos modernos.

La clave operativa de los talibanes reside en sus innumerables jefecillos locales, con sus pequeñas bandas de guerrilleros. Ellos son los responsables de intimidar, aleccionar, asustar, atacar y ocupar más o menos temporalmente algunos de los numerosos poblados y caseríos. Según el grado de presión que deban ejercer sobre los lugareños para que les informen, les escondan y les ayuden. Evidentemente su elemental grado de desarrollo operativo mantiene al movimiento en la defensiva estratégica. Sin poder disputar a ninguno de los ejércitos presentes en esas áreas ningún territorio o pueblo. Sin poder realizar otras acciones más allá de las emboscadas, los ataques a pequeñas unidades enemigas aisladas, el hostigamiento por el fuego a media distancia, el secuestro, incursiones aisladas de corta duración y el minado de caminos y veredas. Concentrados ideológicamente en la conversión a su movimiento, a sus células semi nómadas, de los pashtunes más afines o cercanos. En un grado mucho menor y menos extenso, actúan las células de al-Qaida en Afganistán.

La propaganda constituye un objetivo estratégico básico de los insurrectos, con el que colaboran entusiasmados los medios y las agencias occidentales. Cualquier ataque rebelde con éxito es inmediatamente retransmitido al mundo. Esto debilitará siempre la voluntad de permanencia de los EE.UU. y sus aliados. Sus “grunts”, llamados por sus casas, quieren regresar, para gozar del consumo variado y superfluo y las vacaciones exóticas.

Los insurgentes saben que la lucha no acabará simplemente porque las fuerzas de los aliados se retiren. Esto hace que algunos grupos de este mosaico variopinto, preocupados por las consecuencias graves e imprevisibles de que se instaure luego un caos social, puedan ser atraídos a dejar las armas con arreglos políticos y civiles. Por otro lado hay que explicar y convencer al pueblo que la mejor forma para que cese la presencia militar extranjera, es la desaparición de la rebelión talibán. Las mejoras continuas en comercio, servicios, suministro de energías están teniendo efectos positivos y deben ser expuestas enfáticamente por la administración nacional. Recíprocamente, su destrucción o sabotaje por los rebeldes debe ser siempre capitalizado en su contra por los medios y agentes del estado afgano.

La lucha contra la insurgencia irregular en Afganistán.

Las guerras contra los irregulares armados son por naturaleza largas, dolorosas y difíciles. El carácter prolongado, por el lado rebelde, se origina de la necesidad de que una fuerza “popular”, partiendo casi de la nada, se desarrolle y se extienda y llegue a derrotar moral o militarmente a un ejército regular propio o de ocupación. A su vez, el carácter prolongado por el bando oficial y regular se debe a que una rebelión más o menos popular y extensa, delata una importante fractura en la estructura y en la convivencia de la sociedad que las sufre. Y su reparación y recuperación son largas y costosas. Las dificultades y los crueles males surgen por el elevado componente civil que participa en ellas. Son guerras localizadas en el patio de casa, en la retaguardia propia u ocupada. Aquí no hay frentes a establecer y retaguardias operativas acogedoras, protectoras y abastecedoras. Lo que hay son grupos de enemigos, de apoyo logístico y de información de éstos y de simpatizantes de ellos, integrados según el distinto coraje personal de sus miembros, y todos ellos extendidos y asentados por un territorio sin límites ni retaguardias clásicas.

Los aspectos operativos de la guerra afgana contra los rebeldes irregulares deben centrarse en la lucha por la movilidad y la iniciativa. Para conseguir fuerzas suficientes y mantener la iniciativa, los ejércitos aliados y afgano deben concentrarse en la defensa de sus objetivos estratégicos y de sus comunicaciones. La defensa de poblaciones menores, especialmente fuera de las zonas pashtunes, debe recaer en unidades locales de auto defensa y de policía, apoyadas por unidades militares móviles, que patrullen por todo un sector amenazado.

Las fuerzas contrainsurgentes tienen varias misiones que cumplir simultáneamente. Deben defender sus bases, cuarteles y reductos. Y no simplemente limitarse a las labores de guarnición y espera. Que son de las tareas que más erosionan y carcomen la iniciativa, la disposición combativa y la motivación de las fuerzas regulares en este tipo de lucha. Deben perseguir sistemática y continuamente a las bandas, especialmente sus bases y unidades mayores o concentraciones de bandas. El fuego aéreo no es más que una parte del plan de fuegos de apoyo de las operaciones de ataque, hostigamiento y cerco y aniquilación de las fuerzas terrestres regulares y especiales. Deben defender las instalaciones vitales para el esfuerzo contrainsurgente, especialmente sus comunicaciones terrestres. No es necesario aferrarse a nudos de comunicaciones, puentes, túneles y a los Km. de vías, sino protegerlos activamente. Deben ganar progresiva y firmemente el apoyo de la población afgana. Unido a este acercamiento, están las verdaderas “bases” regulares (no son las grandonas, “seguras” y aislantes), cercanas o insertadas en los pueblos y aldeas. Como posiciones seguras que protegen a los civiles y trabajan con y para ellos. Y desde las que se expande y asegura el territorio afgano arrebatado a la influencia de los rebeldes armados.

Veamos sucintamente la posible distribución de las bases militares en función de la actividad enemiga. En las zonas más favorables a los talibanes, los puestos militares deben ser sólidos y resistentes, pocos y con mayor guarnición. En estas áreas deben predominar la exploración de las bandas y las mayores operaciones ofensivas contra ellos, sobre sus bases, concentraciones, refugios y pasos.

En las zonas donde los rebeldes intentan asentarse, progresar y llegar a dominar a los civiles, partiendo de las zonas pashtunes del este y del sureste de Afganistán, los puestos serán más numerosos y con menos tropas. Éstas son las zonas más lábiles, de guerra más irregular, de encuentros (la emboscada lo es) más frecuentes. Aquí se decide, primero, el avance y el progreso y, finalmente, el triunfo de uno de los dos contendientes. Las comunicaciones enemigas y los núcleos rebeldes en estas áreas son los objetivos operativos de las fuerzas leales, junto con la defensa de las poblaciones. Apoyándose, en parte, en fuerzas de autodefensa locales, reforzadas por patrullas militares muy móviles, incluso helitransportadas. Asegurada la defensa de un área en estas zonas, es posible exigir lealtad a la población protegida, y comenzar las labores de apoyo económico y de rearme cívico nacionales.

En las áreas más leales o neutrales y pacíficas es necesario ensayar las técnicas y los métodos de acercamiento sincero y efectivo a la población afgana. Las fuerzas nativas de autodefensa, apoyadas por patrullas militares móviles, a cargo de una zona manejable, deben soportar aquí el peso de mantener su propia seguridad. En esta zona pueden localizarse las reservas helitransportadas y mecanizadas suficientes, para ser enviadas en operaciones de apoyo o de ataque a las otras 2 clases de zonas operativas. También las brigadas de apoyo económico y de rearme cívico, pueden tener aquí sus almacenes y barracones centrales.

(CONTINUARÁ)

LA GUERRA RUSO POLACA DE 1920.

LOS POLACOS, MAESTROS DE LA GUERRA MODERNA

LA PRIMERA DERROTA MILITAR DEL IMPERIALISMO ROJO

Los polacos, occidentales en su perspectiva vital, no compartían con sus dominadores rusos, ni la religión, ni una cultura común, ni el alfabeto. En la década de 1770, Polonia había desaparecido del mapa europeo. Su territorio fue dividido y quedó absorbido por sus poderosos vecinos imperiales, Prusia, Austria y Rusia. Así, durante todo el siglo XIX, el sueño de tener un país libre e independiente fue una constante del pensamiento social polaco. Y esto era especialmente deseado en Varsovia y la zona central de Polonia, gobernada por Rusia.

Antecedentes Históricos.

En 1905, Joseph Pilsudki, un patriota polaco de 42 años, estudioso de la ciencia militar, procedente de una familia hidalga polaco lituana empobrecida, comenzó a entrenar a unidades militares polacas, con la aprobación de los austriacos. Estas “legiones” polacas estaban destinadas a alzarse contra Rusia en el momento oportuno. Al estallar la guerra mundial, las “legiones” de Pilsudski sirvieron en el ejército austro húngaro y, cuando los rusos fueron expulsados de Polonia, las Potencias Centrales la declararon independiente, bajo su protectorado conjunto. Pilsudski accedió a dirigir un ejército, pero bajo la soberanía del estado polaco. Esto provocó que en julio de 1917, cuando ya Rusia estaba en medio de las convulsiones revolucionarias y no era un rival importante, los alemanes metieran a Pilsudski en prisión. Con la derrota de los Imperios Centrales, fue liberado en noviembre de 1918 y regresó a Varsovia como un héroe nacional. Aquí lo nombraron Jefe del Estado polaco.

El rápido colapso de los tres imperios citados, dejó un enorme vacío de poder en Europa del Este, creando por toda ella una gran inquietud política y étnica. En marzo de 1917, el gobierno provisional de Kerenski había reconocido la independencia de una Polonia formada por todos aquellos territorios del oeste de Rusia, con mayoría de población polaca. Pilsudski buscó rápidamente consolidar sus fronteras al este. Esto llevó a los polacos a un estado de guerra no declarada con los rojos. Y en 1920, ganada la guerra civil, Rusia estaba en condiciones de resolver su “cuestión del oeste”. Su intención político militar (de estrategia nacional o gran estrategia) era extender el comunismo por la Europa Central, tras aplastar a los nacionalistas polacos.

Dos grupos de ejércitos o “Frentes” rojos avanzaron hacia el oeste. El Frente del Oeste, al mando de Mijail Tujachevski, formado por cuatro ejércitos y un cuerpo de caballería, avanzó bordeando el norte de los pantanos del río Pripet, de extensión enorme y variable, según la estación del año. Por su lado sur, avanzó el Frente del Suroeste, formado por 2 ejércitos rojos y un cuerpo de caballería.

Las Hordas rojas aparecen en la Europa del Este.

El enemigo principal para los polacos era Tujachevski, de 28 años, considerado el mejor de los jefes militares rojos. Con una extraña y brillante personalidad, tenía un cierto gusto por la destrucción por sí misma (“la revolución y la lucha son fuentes de derecho”) y se convirtió en un entusiasta comunista. Su nostalgia por los días en los que los mongoles y tártaros invadían Europa, le llevó a nombrar a sus ejércitos como las “hordas”. E irónicamente eso eran. Tras años de lucha en las guerras mundial y civil, los rusos deseaban regresar a sus casas. Y sólo la brutal disciplina impuesta por un pequeño grupo de fanáticos, políticamente motivados, impedía que lo hicieran. En el cuerpo de oficiales había un gran número de antiguos oficiales zaristas, no necesariamente convertidos a la causa del proletariado, de cuya lealtad respondían sus familias. Su entusiasmo y, sobre todo, su iniciativa, siempre arriesgada, era la de los esclavos. También la calidad de los servicios logísticos y técnicos del ejército rojo, lo asemejaban a las hordas asiáticas. La jerarquía bolchevique justificaba inútil y dogmáticamente esta desventaja operativa, diciendo que “el esfuerzo revolucionario es impulsado por los fusiles del proletariado”. La impedimenta o tren de abastos de un ejército rojo consistía en miles de “carros del país”, requisados y encargados de llevar sus municiones y combustibles, con un tiro de uno o dos caballos Panje, los únicos capaces de soportar las penurias y trabajar en las peores condiciones geográficas. Para el resto de las necesidades de abastecimiento, las tropas tenían que arreglárselas en su procura. Esto creaba un problema añadido para Rusia: el avance de sus ejércitos esquilmaba su propia retaguardia operativa.

En enero de 1920, el mariscal Pilsudski contaba con un ejército de 110 mil hombres, organizados en 21 divisiones, 7 brigadas de caballería y la artillería de apoyo. Los hombres estaban motivados y eran guiados por sus mandos naturales, una parte de los cuales eran cuadros experimentados en la guerra mundial. Los polacos tenían falta de armamento y un déficit crónico en su remonta caballar.

Confirmadas las intenciones bolcheviques, Pilsudski lanzó un golpe preventivo, apoyado por fuerzas ucranianas blancas, destinado a ocupar Kiev, establecer una república ucraniana independiente y contar con un estado aliado, interpuesto a Rusia.

Pilsudski derrota a un Ejército del Frente del Suroeste.

El golpe principal se dirigió al XII ejército rojo, parte del Frente del Suroeste, que recibía sus abastecimientos desde Husiatin y Zhitomir, a unos 65 Km. de la frontera, defendida por una brigada de caballería. Pilsudski envió contra ella una fuerza combinada motorizada, estimando que su captura haría insostenible el despliegue enemigo. El “grupo móvil” al mando del coronel Biernacki, estaba formado por un escuadrón de vehículos blindados ligeros Ford T, el 1er. regimiento de infantería de la Legión, un escuadrón de caballería, una compañía de ingenieros y una batería, remolcada por camiones Daimler, de cañones Schneider de 75 mm. Para el transporte, disponían de unos 20 vehículos semiorugas Fiat y de unos 20 vehículos pesados Packard, con neumáticos sólidos. Al no ser suficientes, el 3er. batallón legionario tuvo que seguir a marchas forzadas.

A las 4:30 del 25 de abril de 1920, el 5º regimiento de la Legión atacó en Niesiolon las avanzadas de la caballería soviética, abriendo una brecha en el frente por donde se insertó el grupo móvil polaco a las 6:15. Éste se dirigió a Zhitomir, siguiendo una pista de tierra que discurría a unos 3 Km. al norte de la carretera pavimentada. A las 6:40 tuvieron un encuentro en Novo Rudra con la caballería roja, que fue barrida por las ametralladoras de los vehículos blindados de la vanguardia y se dispersó. Al este de la villa, la pista de tierra se deterioraba y surgió un problema para el avance del grupo móvil, al no ser operativamente compatibles sus distintos tipos de vehículos. Los pesados Packard, los de peor tracción, se hundían en el suelo y sus pasajeros tuvieron que caminar. Pronto se abrieron claros en la agrupación de marcha. Durante varias horas la columna se movió a una velocidad sostenida, pero baja, permitiendo que los Packard la alcanzaran.

Hacia las 15:00 los polacos estaban en Wilsk, a 55 Km. del sector de inserción y a 11 Km. de Zhitomir. En aquella villa se hallaban acantonados el 1er. regimiento de la 58ª división de infantería roja y un escuadrón de caballería. Sin avanzadas de combate ni ninguna disponibilidad combativa, fueron sorprendidos por los polacos. Mientras la infantería desmontaba de los vehículos y se desplegaba para el combate, los vehículos blindados se lanzaron hacia el centro de Wilsk. Y procedieron a batir con su fuego el lugar y a cazar a los asustados soldados, en fuga hacia Zhitomir. Por dos veces, los rojos intentaron reconquistar Wilsk, sin conseguirlo. Biernacki envió entonces a parte de sus transportes hacia el oeste, donde presionaba con éxito la “masa de apoyo” polaca, a por refuerzos. Al anochecer regresaron con el 3er. batallón del 5º regimiento de infantería de la Legión, pero ya el enemigo había desistido.

Hacia medianoche, Biernacki atacó Zhitomir. El batallón de refuerzo y la batería de 75 mm. atacarían la villa desde el oeste. Sus vehículos Fiat y el 1er. regimiento de la Legión lo harían desde el norte. Durante toda la noche, distintas unidades de las divisiones rojas 58 de infantería y 17 de caballería, en retirada desde el frente polaco, convergieron en Zhitomir y chocaron varias veces, sin trascendencia, con los dos destacamentos polacos. Hacia las 8:00 éstos penetraban en la villa, donde se enfrentaron a 2 tanquetas Renault FT (versión ametralladora), que fueron abandonadas por sus tripulaciones. A las 10:00 llegaron nuevos refuerzos, un batallón de la 3ª brigada de la 1ª división de la Legión, traídos por los “transportes en lanzadera” de Biernacki, y a las 11:00 la villa estaba ocupada. El grupo móvil capturó unos 1000 soldados, 2 tanquetas, 10 cañones, numerosas ametralladoras y gran cantidad de equipo enemigo.

La caída en paralelo de Husiatin, menos importante, al sur, desarticuló la retaguardia operativa del XII ejército, cuyas fuerzas restantes tuvieron que retirarse al este. El 7 de mayo, Kiev cayó en manos de los polacos. Pero Pilsudski había sobrestimado el entusiasmo de los ucranianos por los planes polacos e infravalorado la capacidad rusa.

El 14 de mayo, en su orden de marcha, Tujachevski arengaba a sus huestes: “En el Oeste se desconoce la significación de la revolución general. Por el cadáver de Polonia cruza el camino hacia el incendio mundial. ¡Marchemos a Vilna, Minsk y Varsovia!” El 15 de mayo ambos Frentes rojos lanzaron una potente contraofensiva. Zhitomir fue recuperada. Y, al norte de los pantanos del Pripet, en la Bielorrusia, el Frente del Oeste de Tujachevski presionó insistentemente y, para fines de julio de 1920, amenazaba con ocupar Varsovia. Una división de caballería, al mando del general Gaj-Chan, debía cruzar el río Vístula y atacar Varsovia desde el norte. Esta maniobra de envolvimiento simple ya había sido usada por el general Ivan Paskievicz, cuando el levantamiento polaco de noviembre de 1831, y terminó con la victoria rusa. Los 200 mil rusos de los 2 Frentes se enfrentaban en un vastísimo territorio “vacío de enemigos” a unos 150 mil polacos. Separadas las fuerzas por grandes distancias y protegidas por destacamentos de caballería de diferente capacidad. El mariscal Pilsudski recurrió a la movilización general, formando un ejército de unos 370 mil hombres sobre el papel, de los cuales sólo un tercio estaban realmente bien entrenados y equipados.

(CONTINUARÁ)

Las Amenazas de Corea del Norte a la Paz

¿Qué pasaría si lo inesperado sucediese y una guerra estallase en noreste de Asia?

Temiendo un colapso inminente de sus anquilosadas, ineficaces y obsoletas estructuras económicas, sociales y políticas, las autoridades del Partido de los Trabajadores de Corea (o Choson Rodongdang) y de sus Fuerzas Armadas (o Inmun Gun), pueden percibir como única salida a sus males y para lograr su supervivencia, el emprender una “guerra revolucionaria de unificación nacional”.

¿Qué posibilidades hay de que esto suceda? Seguidamente examinamos los parámetros del “problema norcoreano” y las vías de elaboración de sus conflictos.

La orografía norcoreana: el obstáculo natural a los despliegues y movimientos ofensivos de los modernos grupos de tareas de armas combinadas.

Corea es una península montañosa. Una cadena central la recorre de norte a sur, con alturas máximas superando los 2000 ms., configurando, especialmente en el norte, numerosos y estrechos valles. Éstos se orientan principalmente de noreste a suroeste y de norte y noreste a suroeste. Las llanuras se extienden al oeste de la península, hasta las costas del Mar Amarillo.

Los ríos Yalú, al oeste, y Tumen, al este, delimitan al norte del país sus fronteras con China. Los ríos Han, Hokanko, Kuiko y Rakutoco corresponden a los desagües occidental y meridional de la cordillera central. La vertiente oriental de las aguas no posee cursos de agua notables.

El clima de Corea del Norte es duro y extremado. Es muy similar al de Manchuria, con la que limita al norte. El sur de la península está sometido al influjo benéfico de los monzones y es más suave y húmedo.

Corea del Norte no presenta muchos terrenos favorables para las maniobras de las fuerzas mecanizadas. Éstas se ven fácilmente canalizadas por terrenos quebrados y de corto o medio dominio por la vista. Los obstáculos naturales pueden ser reforzados por abatis, cortaduras verticales, numerosos y pequeños campos de minas, etc. Son terrenos naturales para el empleo del rechazo antitanque, basados en los cohetes de carga hueca con variadas distancias eficaces de tiro, aderezado con una defensa móvil a cargo de unidades de infantería ligera. En apoyo, una artillería bien protegida y camuflada, con las avenidas de aproximación enemigas y los puntos importantes o singulares del terreno, registrados. Los flancos de las posiciones pueden apoyarse en los compartimentos del terreno que crean las líneas de alturas.

La Ideología y la Sicología Sociales de Corea del Norte.

Para prever el comportamiento aparentemente caprichoso y errático de las élites norcoreanas, es necesario conocer los parámetro ideológicos y sicológicos de una sociedad tan cerrada, catequizada y jerarquizada. El único precedente que se le acerca en el delirio de persecución, el estado totalitario férreo y la necesidad de la pureza ideológica, frente a las sucesivas divagaciones revisionistas, es la Albania del camarada Enver Hoxha. Y esos parámetros se derivan de los postulados marxistas leninistas, según interpretación y aplicaciones realizadas durante el régimen estalinista en la URSS.

Al que le parezca forzado e inalcanzable, por extraño, inhumano o paradójico, el entender a nuestro amigo Kim Jong-il, el “Amado Líder” o el “Sol del Siglo XXI”, le sugerimos que haga la prueba de entender realmente a los suicidas yihadistas islamistas. Que también están ahí, aunque más cerca de nosotros. Por último, la ideología comunista más rancia, puesta en escena por los norcoreanos, lleva al uso de expresiones y giros lingüísticos, inusuales e inexplicables en nuestras formas de expresión y pensamiento.

La dirección norcoreana aspira a la unidad absoluta de sus estrategias, su doctrina, su organización y sus planes. En la terminología norcoreana, el “monolitismo” representa una estructura político social como el granito, con absolutas homogeneidad interna y unidad de acción externa. “Estructura” carente de fisuras, a través de las cuales pueda penetrar el enemigo y dañarla. No existe una distinción significativa o radical entre la paz y la guerra en la estrategia nacional norcoreana. Ambas son “fases” de la política nacional, con diferentes participaciones del Inmun Gun. Así, las estrategias política, económica y militar son formas de la estrategia total norcoreana.

Consideran, derivándolo de la estrategia soviética estalinista, que la estrategia norcoreana posee una orientación y un estilo de planteamiento y elaboración para sus planes y decisiones. Su fundamento es el “supuestamente sensato y científico” cálculo de la “correlación de fuerzas” entre los norcoreanos y sus enemigos. Esa relación de fuerzas es un deliberado y calculado cotejo de las capacidades potenciales relativas entre ambos rivales, para las distintas situaciones de conflicto.

Así, las estrategias surcoreana o japonesa o estadounidense se describen como directamente opuestas a las virtudes norcoreanas. Recordemos que las virtudes son hitos de bondad y ejemplo permanentes, del pensamiento, de la cultura, del referente buen hacer, de una sociedad. Y valores son las cualidades apreciadas temporales o pasajeras de aquélla. Así, las determinaciones surcoreanas o estadounidenses son divagadoras y responden a espasmos aventureristas imperialistas y/o militaristas no científicos. En la práctica, bien sobrestimando sus capacidades o totalmente deficientes en los resultados obtenibles.

Los norcoreanos prefieren obtener sus objetivos por medios pacíficos. Pero el determinismo del materialismo dialéctico les lleva a considerar que las guerras son inevitables, mientras existan las clases sociales y las opresiones entre ellas. O, como en los últimos 50 años, estén ellos rodeado de estados capitalistas, sujetos a las fases sucesivas de crecimiento y decadencia. Las élites norcoreanas, con su sicología especial y distintiva como sustrato anímico vital y con su ideología y toda la parafernalia rimbombante donde se expresa, no se preguntan si tendrán o no un conflicto externo. Sino, ¿qué forma de conflicto es más ventajosa para nosotros para destruir al enemigo? Y, además, ¿quién puede triunfar sobre quién en cada caso?

Y consideran que, de acuerdo con las premisas y el desarrollo del materialismo dialéctico, que los sucesivos enfrentamientos de los opuestos sociales antagónicos (los que son incompatibles y/o no complementarios), que van surgiendo progresiva y sucesivamente, tal como describe el materialismo histórico, finalmente les darán la razón. Y la victoria, sobre los estúpidos y decadentes imperialismos yanquis y japonés. Para facilitar las cosas y como aproximación somera y pálida, podemos decir que el materialismo histórico es así como una descripción marxista de los acontecimientos o historia y que el dialéctico es así como una teoría científica de la creación, desarrollo y solución de los conflictos sociales (o sea, todos).

Los norcoreanos consideran que Marx había declarado a menudo que el ataque era la mejor forma de defensa. Y de esto arguyen que el Inmun Gun debe ser conducido por un principio operativo o estratégico ofensivo. Las razones, desde el punto de vista estalinista, para esta preferencia por la ofensiva, son las mayores iniciativa y actividad, al menos percibidas, que caracterizan al ataque. Y cuando es necesario asumir la defensiva, por aquello de la “relación de fuerzas” local o nacional o de oportunidad dialéctica, se exige la misma importancia a la actividad y a la determinación de los jefes y hombres involucrados. En todo esto subyace, a su vez, el carácter disciplinado y decidido, militante activo y comprometido, que suelen poseer y exhibir, como una orden militar atea, con votos a la causa del proletariado y al partido, los miembros de los Pe Ces. Al menos en los países donde no gobiernan.

Al apoderarse de la iniciativa y en su empleo vigoroso, los norcoreanos buscan controlar la actuación enemiga y aprovechar las numerosas ocasiones que surgen para imponer su voluntad al enemigo. Esto es claramente agresivo, pero, en parte, es también una reacción defensiva, ante la posibilidad de ser controlados desde fuera. Este temor a quedar dependientes y controlados es un factor muy importante en las conductas política y militar norcoreanas. Así, ese juego dialéctico lo están empleando en sus interminables negociaciones con los EEUU y en las rondas periódicas con los Seis. En el que siempre intentan adelantarse, sorprender y superar al “enemigo”.

Para controlar una situación y mantenerse sin desviaciones, por ocurrencias del azar o del enemigo, es necesario pensar y formular un plan. Y éste, en aras del monolitismo citado, debe también anular las desviaciones (o iniciativas) de sus mandos inferiores. E incluso se considera al azar menos peligroso, que caer en una posición de pérdida de la iniciativa, de dependencia o de mera reacción a los “movimientos” iniciados por el enemigo irreconciliable. De ello, podemos inferir, sin margen teórico de error, que el ataque de un submarino norcoreano a la corbeta surcoreana Cheonan, el viernes 26 de marzo en el Mar Amarillo, provocando su hundimiento y la muerte de 46 de sus 104 tripulantes, fue decidida y ordenada por el consejo de defensa norcoreano y por el Supremísimo.

La solución para resolver un antagonismo planteado, un dilema entre opuestos, es elaborar y realizar un plan “científico”, basado en los pronósticos teóricos y en la correlación de fuerzas probables. Las acciones sucesivas a realizar, deben ser impulsadas por un ímpetu especial, derivado del convencimiento de las superioridades moral y doctrinaria del marxismo leninismo. Parece tener un significado especial en su doctrina, la expresión hasta el fin o hasta el mismísimo fin. Así, debido a la manera de pensar norcoreana acerca de ganar al enemigo o ser derrotado por el, hay una fuerte tendencia a exagerar la necesidad de su “total aniquilación”. Es decir, de rematar una faena hasta el final, sin permitir la recuperación de su opuesto antagónico en ese conflicto.

(continuará)

La Blitzkrieg en su Teoría y Práctica II.

SEGUNDA PARTE. 

El Grupo de Ejércitos A del coronel general Gerd von Runstedt ataca la vulnerabilidad operativa crítica de los Aliados.

Antes del alba del 10 de mayo una imponente masa de blindados, se concentró en las fronteras con Bélgica y Luxemburgo. Al norte de Luxemburgo, en el primer escalón operativo se desplegaba el 19º Cuerpo blindado de Guderian (1ª, 2ª y 10ª divisiones Panzer) que sería el esfuerzo principal del sector de ataque de las Ardenas. Le apoyaba el 41º Cuerpo blindado del general George Hans Reinhardt, con las divisiones Panzer 6ª y 8ª, en un segundo escalón de reiteración de esfuerzos. En el tercer escalón operativo, con cometido propio y sin funciones de reserva, estaba el Cuerpo blindado del general Gustav von Wietersheim, formado por 5 divisiones de infantería mecanizada o motorizada, destinado a mantener y asegurar el sector de avance de los tanques y a limpiar las resistencias aisladas peligrosas, dejadas atrás por aquéllos. Estos tres Cuerpos blindados formaban un gran «grupo Panzer» al mando del general Ewald von Kleist, que nunca antes había mandado fuerzas blindadas, y que se integraba en el 12º Ejército del coronel general List (al norte, con 19 divisiones de infantería) y en el 16º Ejército (al sur, con 12 divisiones de infantería) del coronel general Busch. Ambos formaban la «masa de apoyo» o retaguardia operativa de los Cuerpos móviles mecanizados.

Frente a Bélgica, más al norte, se desplegaban las divisiones 5ª y 7ª Panzer (al mando del general Erwin Rommel) del 15º Cuerpo blindado del general Hermann Hoth, integrado en el 4º Ejército alemán, cuyo objetivo era cruzar el Mosa en Dinant y proteger continuamente el flanco norte del sector de avance de Guderian y Reinhardt, en su explotación operativa hacia el Canal de la Mancha, de los contraataques Aliados desde Flandes.

Los tanques de Guderian cruzaron a las 05:30 la frontera con Luxemburgo y al anochecer entraban en Bélgica. Durante la noche sus ingenieros o pioneros blindados abrieron varios corredores en los campos de minas belgas. Al atardecer del 11, la 1ª división Panzer alcanzaba Bouillon, que desalojó de fuerzas francesas en la mañana del 12. Esa tarde las divisiones Panzer 1ª y 10ª capturaron Sedán y ocuparon la ribera norte del Mosa. Von Kleist ordenó su cruce a viva fuerza para el día 13 a las 16:00 horas. Como apoyo aéreo Kleist insistió en un bombardeo masivo de la línea de defensa del río, integrado en el frente de rechazo como obstáculo principal cubierto. Guderian protestó, argumentando que, al cesar aquél, la artillería y las armas pesadas de infantería no destruidas les causarían graves pérdidas a sus infantes. Pero Kleist, en su primer gran enfrentamiento con él, rehusó cambiar su orden.

Sin embargo, durante el cruce, sólo unos pocos escuadrones de Stukas y bombarderos ligeros, bajo la escolta de cazas, aparecieron y realizaron continuas pasadas de precisión, reales y fingidas, sobre las posiciones protegidas de los franceses, obligándoles a abandonarlas y a protegerse. No teniendo tiempo ni medios disponibles para montar el bombardeo masivo, la Luftwaffe se acogió al plan de fuegos de neutralización acordado previamente con Guderian. La neutralización busca impedir al enemigo la ejecución de sus operaciones y funciones, durante el tiempo que dura nuestra acción. Es mucho más barata que la destrucción (imposible de lograr cuando se pretenden porcentajes muy elevados de daños y pérdidas) y es casi tan efectiva, teniendo en cuenta el rápido ritmo con el que se realizan las operaciones mecanizadas. El 1er. regimiento de infantería de la 1ª división pudo cruzar así con pocas pérdidas el Mosa y ocupar las alturas dominantes de la ribera sur. A medianoche había penetrado por su cuenta 10 Km. en esa dirección, estableciendo una cabeza de puente que protegiese el cruce de las unidades más pesadas de su división la mañana del 14, por los puentes instalados por los ingenieros.

Al mismo tiempo, la 10ª división cruzó el Mosa más al sur y se estableció en la defensa. El Cuerpo de Reinhardt lo hizo en Montherme, a 30 Km. al noroeste de Sedán, pero encontrando mucha resistencia enemiga, quedó bloqueado. La 7ª división de Rommel estableció también una cabeza de puente en Dinant, a 35 Kms al noroeste de Montherme.

Los franceses, muy alarmados, contraatacaron en la cabeza de puente frente a Sedán con su 3ª división blindada (excepto 150 tanques, que estaban distribuidos entre las 6 divisiones de infantería del 2º Ejército) en la mañana del 14. Simultáneamente, aviones franceses y británicos intentaron destruir los 2 puentes temporales alemanes sobre el Mosa. Aunque la Luftwaffe no dio cobertura aérea a la 1ª división Panzer, porque estaba ocupada en otras misiones previstas, las baterías antiaéreas de ésta, distribuidas en los puntos críticos de marcha de sus columnas, rechazaron a la aviación enemiga, que no los pudo destruir. Cuando los tanques franceses, muy lentos en su aproximación, llegaban a Bulson, en el límite sur de las posiciones alemanas, ya los tanques y los antitanques de la 1ª división reforzaban a su 1er. regimiento de infantería. Y se estableció un rápido rechazo antitanque en las avenidas enemigas, con los tanques como fuerza de contraataque. La 3ª división también atacó en Chemery, a 6,5 Kms al noroeste de Bulson. Ambos asaltos franceses precipitados fueron repelidos contundentemente con la pérdida de 70 tanques franceses, y los despojos de la 3ª división blindada retrocedieron, incapaces de emprender cualquier otra operación.

Con el fin de dar profundidad a la cabeza de puente, asegurándola definitivamente, esa mañana el regimiento de infantería «Gran Alemania» de la 1ª división y la 10ª división Panzer atacaron las alturas junto a Stonne, a 27,5 Km. al sur de Sedán. Como el Cuerpo de von Wietersheim ya llegaba, Guderian decidió reemprender su avance, dejando a los infantes mecanizados la responsabilidad de consolidar su sector de avance, con la ayuda temporal de la 10ª. La 1ª y la 2ª divisiones Panzer avanzaron ya en dirección oeste, rompiendo las débiles resistencias enemigas en su retaguardia operativa. La tarde del 14 la 1ª división tomaba Singly a 20 Km. al oeste de Chemery. «Yo nunca recibí órdenes posteriores sobre qué tenía que hacer, una vez que la cabeza de puente sobre el Mosa, en Sedán, fuera capturada. Todas mis decisiones, hasta que alcancé la costa atlántica en Abbeville, fueron mías y sólo mías. El Alto Mando alemán solamente tuvo una influencia restrictiva en todas mis acciones», escribió posteriormente Guderian.

Las ondas de conmoción creadas por la ruptura del frente en varios puntos, muy exagerada por la plétora indebida de «malas noticias no contrastadas», como justificantes de la ruptura, alcanzaron al general André Corap, jefe del 9º Ejército francés, situado el noroeste del 2º Ejército, a partir de Montherme, que ordenó su repliegue general a una nueva línea de resistencia, rápidamente creada, a unos 25-30 Km., según los sectores, al oeste del Mosa. Esta marcha francesa retrógrada desbloqueó al Cuerpo Panzer de Reinhardt, contenido en Montherme, cuyas columnas de marcha pronto desbordaron por el norte, un flanco libre expuesto, la nueva línea francesa. Además, la 1ª división se hallaba, como vimos, muy cerca de sus posiciones.

Al norte, el avance del Cuerpo Panzer de Hoth (4º Ejército) se anticipó al contraataque francés hacia Dinant, a cargo de la 1ª división blindada (150 tanques) y la 4ª división de infantería norteafricana. Los tanques franceses se quedaron sin combustible en su avance al encuentro y sólo unos pocos entraron en acción, mientras que la división norteafricana, estorbada en su despliegue por las columnas de civiles que atestaban los caminos y sin tanques de apoyo, fue arrollada por los blindados alemanes.

En estos momentos de avance imparable de sus tanques (día 15), a Hitler, lejano en Berlín, le entraron los miedos sobre sus propios osados planes y solicitó a su también nervioso Alto Mando la detención inmediata de los tanques. Hasta que la infantería del 12º y del 16º Ejércitos los alcanzase y pudiese proteger sus vías de abastecimiento y reposición de efectivos hasta Alemania. Von Kleist, sin explicaciones, le dio a Guderian la orden de detención. Éste, tras mucha argumentación, logró la autorización para avanzar durante otro día, para obtener espacio para el despliegue de la infantería. Su 1er. regimiento de infantería alcanzó Bouvellemont, a 37 Km. de Sedán, donde encontró una seria resistencia. Este regimiento estaba agotado, sin descanso real desde el día 9 y los hombres, escasos de municiones, se dormían en sus pozos de tirador. Pero su jefe, el teniente coronel Hermann Balck, los galvanizó cuando les dijo a sus oficiales: «en todo caso, yo asaltaré solo el pueblo» y se puso en marcha. Los infantes le siguieron y tomaron Boullemont. Al anochecer del 16, las unidades de vanguardia de Guderian estaban en Marle y Dercy, a 90 Km. de Sedán.

Guderian, creyendo que sus avances habían calmado los miedos de von Kleist, comunicó a su Cuartel General su intención de proseguir la ofensiva el 17. Esa mañana a las 07:00, Kleist llegó en su avioneta a verle y le echó una reprimenda por haberse extralimitado en sus órdenes. Guderian le presentó su dimisión y Kleist, aunque desconcertado, le ordenó ceder el mando al general más antiguo del Cuerpo Panzer. Guderian comunicó al Cuartel General de von Rundstedt, jefe del Grupo de Ejércitos A, que había dejado el mando y que se trasladaba a allí en avión para explicar lo sucedido. En sólo unos minutos recibió la orden de permanecer en el frente y se le informó que el comandante del 12º Ejército acudiría a verle. El coronel general List aterrizó en unas horas, le aclaró que la orden de parar los tanques procedía del Alto Mando y rechazó su dimisión. Asimismo, Wilhelm List, en la línea de Guderian de proseguir la ofensiva, le autorizó a realizar un reconocimiento en fuerza.

Utilizando un tecnicismo de operación sin objetivos en su siguiente orden general, Guderian embistió con su Cuerpo Panzer y la noche del 17 la 10ª división ocupaba una cabeza de puente al oeste del Oise, a más de 110 Kms de Sedán, irrumpiendo fácilmente en el sector de 40 Kms de frente ocupado defensivamente por la 2ª división blindada francesa. El 18, la 2ª división Panzer alcanzaba San Quintín, en el Somme, y el 19, la 1ª división tomaba al sur de ese río, junto a Péronne, a 160 Kms de Sedán, otra cabeza de puente. Guderian confiaba, en su asunción de riesgos calculados, en la doctrina francesa ya citada, de no emprender operaciones sin precisar la posición enemiga. La velocidad de su ofensiva excluía simplemente la posibilidad de un contraataque importante. Y hacía, a los ojos de los franceses, percibir unidades Panzer por todas partes. Cerca de París, a unos 120 Kms al sur, se habían concentrado 8 divisiones francesas, que no intentaron ningún ataque, incluso contra el flanco sur de su sector de avance, a duras penas ocupado con retraso y protegido por las infanterías mecanizada, motorizada, hipomóvil y pedestre del 12º y del 16º Ejércitos, que iban cerrando filas como podían.

El día 19, parte de la 4ª división blindada francesa, a las órdenes del general Charles de Gaulle, contraatacó desde el sur a los blindados alemanes y fue severamente rechazada junto a Laon.

Los franceses habían dilapidado 4 divisiones blindadas en contraataques tácticos locales, dispersos e inconexos, que nunca amenazaron operativamente el avance del «Cuerpo blindado» de Kleist, o en posiciones defensivas aisladas. Malgastando su capacidad de contraataque potente, rápido y sorpresivo desde su profundidad operativa. En el frente belga, los tanques de Hoppner habían vapuleado a las 3 divisiones mecanizadas francesas en Gembloux. Posteriormente, el 19 de mayo, éstas recibieron la orden de contraatacar sobre Cambrai y San Quintín. Ataque que no pudieron realizar porque muchos de sus restantes tanques fueron dispersados para apoyar a la infantería. Como dijimos al principio, los británicos también dispersaban sus unidades blindadas en apoyo de su infantería y su 1ª división blindada sólo embarcó para Francia después del 10 de mayo.

El 20, la 1ª división Panzer capturó Amiens y ocupó una cabeza de puente de más de 6 Km. sobre el Somme. Esa tarde la 2ª división Panzer alcanzaba Abbeville y un batallón de infantería atravesaba Noyelles y alcanzaba la costa atlántica. Al cabo de sólo 10 días de ofensiva los Cuerpos móviles alemanes, explotando la retaguardia operativa enemiga, habían cortado en dos al Ejército francés. Dejando aislado de aprovisionamientos y de reequipamiento de unidades al más poderoso despliegue francés en Flandes.

El contraataque británico en Arrás.

Allí los Aliados habían retrocedido hasta una nueva línea defensiva siguiendo el río Scheldt, con su flanco sur sobre Arrás, a sólo 40 Kms. de Peronne, en el Somme, abandonando Bruselas. A través de este estrecho corredor pasaban los abastecimientos para los alemanes, cuyos tanques se encontraban ahora en su mayoría al oeste de esa línea imaginaria. Si los Aliados pudieran cortarla, estrangulando el corredor, y dada la paranoia latente en el Alto Mando alemán, aún podrían causar un serio revés a los planes alemanes. El jefe de la FEB, Lord Gort, ordenó ese contraataque desde Arrás el 21. Por las prisas (estaban aislados ya), éste se redujo a un asalto con 58 pequeños tanques Modelo I y 16 Matildas (los únicos verdaderamente útiles por su blindaje casi impenetrable y su cañón de 40 mm.), apoyados para la lucha a las distancias cercanas por 2 batallones de su 50ª división de infantería, con muy poco apoyo artillero y sin apoyo aéreo.

Recordamos que el Cuerpo blindado del general Hoth (5ª y 7ª divisiones Panzer), integrado en el 4º Ejército alemán, tenía como objetivo operativo proteger el flanco norte del sector de avance de Guderian y Reinhardt. La 7ª división de Rommel había llegado al sur de Arrás y el 21 giraba al noroeste en torno a ella, mientras la 5ª división Panzer presionaba desde el este de la ciudad. El 25º regimiento Panzer de Rommel (con menos de la mitad de sus tanques, por las averías y las pérdidas) iba en la primera agrupación de marcha, cuando, hacia las 15:00 horas, una columna de infantería y de artillería, donde marchaba Rommel, fue atacada a unos 8 Km. al sur de Arrás por los tanques británicos. Éstos pusieron a la mayoría de las piezas alemanas fuera de combate e invadieron sus posiciones. Y sólo fueron detenidos por la artillería pesada y por los antiaéreos de 88 mm., que Rommel desplegó precipitadamente como antitanques. Gracias a este fuego directo pesado, la fuerza británica fue rechazada con la pérdida de 36 tanques. Mientras, el 25º regimiento Panzer, llamado por radio urgentemente, giró al sureste y contraatacó de flanco y de revés a los tanques, artillería e infantería británicos, rompiendo su despliegue. Los alemanes perdieron más de 15 tanques (9 de los modelos III y IV) y los británicos, 6 piezas antitanque y 7 Matildas. Los británicos retrocedieron y no volvieron a intentar atacar. Pero su mediocre contraataque aturdió al general von Rundstedt, que volvió a temer que sus tanques fueran aislados y batidos por partes. Y sus miedos alimentaron los de Hitler. Por su parte, Rommel, también afectado, en su informe de combate habló del ataque de «cientos de tanques enemigos», para explicar la insignificante detención sufrida

La mediocre eliminación del embolsamiento Aliado en Flandes.

El día 21 Guderian giró al norte desde Abbeville y la costa, buscando los puertos del Canal y la retaguardia operativa, constreñida y funcionalmente debilitada, de la BEF, los franceses y los belgas, que seguían presentando batalla, en dirección este, al grupo de Ejércitos B del coronel general von Bock. El Cuerpo Panzer de Reinhardt le siguió. El 22 Guderian aisló Bolougne y el 23, Calais. A continuación alcanzó Gravelinas, a 15 Km. de Dunkerke, el último puerto belga desde donde los Aliados podían evacuar a sus tropas del continente. También Reinhardt llegó al canal del Aa, que iba desde La Basee hasta Gravelinas, en St. Omer, a unos 30 Km. de Dunkerke. En esos momentos, los Cuerpos blindados 19º y 41º con 5 divisiones Panzer debilitadas, pero activas, conservando el orden de batalla y con la moral muy alta, se encontraban mucho más cerca de Dunkerke que la mayor parte de las fuerzas aliadas en Flandes. Éstas continuaban presentando un frente de rechazo improvisado, ante la presión desde el este del grupo de Ejército B de von Bock.

A pesar de esto, cuando Hitler visitó el cuartel general de von Rundstedt en la mañana del 24, éste le trasladó una impresión algo sombría. Extendiéndose demasiado en las pérdidas de tanques y temeroso de que sus fuerzas, extendidas por todo el norte de Francia, desde Sedán, pudieran ser atacadas simultáneamente desde el norte y el sur por los franceses. Esto reforzó los miedos de Hitler, nervioso desde el día 15, de que los tanques pudiesen empantanarse en las marismas de Flandes. Realmente los planes de Manstein habían funcionado, los alemanes estaban ya libres de peligro y los tanques podían evitar en su avance las zonas pantanosas, porque no eran continuas. El miedo de Hitler surgía de que aquello era demasiado bueno y había sido relativamente fácil conseguirlo.

Cuando Hitler regresó a su propio cuartel, habló con Goering y éste le aseguró que la Luftwaffe podría fácilmente evitar una evacuación aliada por Dunkerke. Entonces el Fuehrer habló con el jefe del Ejército, von Brauchitsch, y ordenó un alto de los blindados en la línea del canal del Aa. Cuando Rundstedt protestó, se le confirmó la detención y se le dio permiso sólo para reconocimientos y acciones de seguridad, más allá de la línea. Allí los tanques alemanes esperaron durante 3 días, mientras los restos de la BEF y de los Ejércitos franceses 1º y 7º corrían hacia Dunkerke para evacuar. En torno a la ciudad crearon una posición fortificada bien defendida. Protegiendo la salida por mar, entre el 26 de mayo y el 4 de junio, de 338 mil hombres sin armas pesadas, incluyendo 120 mil franceses. Sólo quedaron atrás unos pocos miles de franceses, que defendieron la retaguardia de marcha hasta el final.

Goering tardó más de lo debido en montar la ofensiva aérea. Hasta la tarde del 29 no comenzaron los ataques importantes y hasta el 2 de junio no se suspendió la evacuación a la luz del día. La RAF estaba superada en número de cazas y los suyos no podían permanecer mucho tiempo sobre el puerto, por lo que su protección fue deficiente. Pero también las explosiones de las bombas alemanas eran absorbidas en gran parte por la arena. Y el mayor daño de los bombarderos alemanes los recibieron la flota de evacuación (unas 860 naves de todas clases), que perdió 8 buques de transporte y más de 200 naves menores, y la de protección, que perdió 6 destructores británicos.

Se ha dicho, en base a un comentario suyo durante su visita a von Rundstedt, que Hitler deliberadamente no destruyó la BEF para facilitar la paz. Porque sólo deseaba el reconocimiento británico de la preponderancia alemana en el continente. Si fue así, Hitler falló miserablemente. Y además, no conocía la Historia. El eje de estratégico y político de las Guerras Napoleónicas es la lucha por la supremacía o la supervivencia, según los momentos, entre Gran Bretaña y Francia, a principios del siglo XIX. Gran Bretaña no toleraba un poder preponderante o dominador en Europa. Y participó o inspiró todas las coaliciones antifrancesas del período histórico citado.

Cuando el 26 el Canciller levantó su orden, los tanques alemanes se encontraron con un frente fortificado antitanque, apoyado por artillería, que los detuvo. Pronto el «grupo Panzer» de von Kleist recibió la orden de dirigirse al sur y cruzar el Somme, para atacar al resto de las fuerzas francesas en su país. La infantería de von Bock recibió la orden ocupar Dunkerke, después de la marcha de los Aliados.

El final de la campaña más famosa de la Blitzkrieg.

El desenlace en Francia fue rápido (el 5 de junio comenzaron los avances y el 14 entraban en París los alemanes) y consecuencia de esta campaña. En 3 semanas los alemanes habían hecho más de un millón de prisioneros, eliminando a los Ejércitos holandés y belga, a un tercio del Ejército francés (30 divisiones), incluyendo a la mayor parte de sus unidades móviles, y a parte de la BEF, capturando todo su equipo pesado, y con un coste de 60 mil hombres.

La Línea Maginot colapsó rápida y fácilmente, atacada por su retaguardia. Y, aunque no todas las rupturas del frente del norte de Francia fueron fáciles, los tanques alemanes sí que realizaron la explotación casi sin interferencias por la extensa campiña francesa.

En menos de mes y medio todo había acabado en el Frente del Oeste. Lo cual destacaba profundamente con los 4 años de guerra semi estática y muy sangrienta y costosa en la I Guerra Mundial. La movilidad operativa de una capacidad de combate suficiente, producía unos beneficios sorpresivos y poco estimables a priori.

 

La Blitzkrieg en su Teoría y Práctica.

La Blitzkrieg o Guerra Relámpago Alemana se pone a Prueba contra un Enemigo Superior en Medios: la Campaña del Benelux y Francia de 1940.

Introducción. Interés de la Campaña de Francia para el Estudio de la Guerra Mecanizada Alemana.

Las campañas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial siguen atrayendo hoy en día el interés de los estudiosos y aficionados. Una de las más completas e interesantes es la campaña de Francia de la primavera de 1940. ¿Por qué? Porque salió redonda y es fácil de seguir y apreciar. Sus objetivos estratégicos se cumplieron, con la rendición francesa y el “crushing out” de la BEF. Aunque se salvaron muchos soldados británicos, su armamento pesado se quedó en Francia. Se llevaron el armamento personal. De no ser por el obstáculo del mar, los alemanes hubieran invadido las islas. Aquí, los alemanes comprobaron que, cuando derrotaron al BEF y al Grupo de Ejércitos francés en el Benelux, en una gran campaña de  6 semanas, se les abrieron las puertas de Francia y su rápida ocupación para fines de junio de 1940.

En la Operación Barbarroja los alemanes invadieron en ancho frente la URSS, siguiendo tres grandes líneas operativas: hacia Leningrado, Moscú y Ucrania. Se les acusa de haber fallado por no perseguir un objetivo definido, por ejemplo, Moscú, la capital. Realmente tenían un objetivo muy Clausewitziano: el Ejército Rojo. Que estaba desperdigado, en un principio, demasiado cerca de la frontera con Europa y que surgía luego, casi inagotable, de las profundidades de Eurasia. El Ejército Rojo no podía ser derrotado en una gran batalla de cerco y aniquilación. Sino en una larga y costosa logísticamente campaña operativa de sucesivas batallas oportunas, guiadas por la doctrina de la guerra mecanizada. En la que los tanques eran un arma más, la más lucida, dentro del conjunto de armas combinadas. Una prueba de esto es la retirada temporal del cuerpo Panzer de Heinz Guderian del avance en dirección Moscú, para que ayudara a la liquidación del gigantesco cerco de tropas rojas en Ucrania, junto a Kiev.

Además, los alemanes no querían dejar atrás grandes entrantes enemigos en sus zonas conquistadas. Desde donde les pudieran lanzar contraataques tácticos u operativos a sus líneas de abastecimientos o cercar algunas de sus unidades con menos disponibilidad combativa. En una guerra de exterminio como fue la guerra en el Este, la caída de Moscú no hubiese supuesto, por sí misma, la rendición de la URSS. Moscú era un objetivo operativo muy importante, por ser el centro de comunicaciones por carretera y ferrocarril vital al este de los Urales.

Conceptos operativos de la Blitzkrieg.

El concepto básico de la guerra de tanques (que formaban el núcleo de un nuevo sistema táctico y operativo de armas combinadas) o blitzkrieg o guerra rápida moderna era concentrar aquéllos para el ataque. Y hacerlo en 2 o 3 sectores pequeños (del orden de un par de Km. de ancho) y cercanos, en una zona elegida (de unos pocos Km. de ancho) de un frente enemigo generalmente estable, para garantizar su ruptura. Los varios sectores permitían confirmar ésta y apoyarse en la operación, frente imprevistos. Se procuraba que el terreno fuese favorable al movimiento de tanques. Es decir, sin cortaduras, obstáculos, quebradas, bosques o zonas urbanizadas (viviendas y fabriles). Y que fuera suavemente ondulado y con amplio control por las vistas. La ruptura debía producirse en las primeras horas del ataque.

A continuación, se le daba a ésta una amplitud suficiente, para permitir el tránsito propio necesario. Y se aseguraban sus flancos en toda la zona táctica de la posición enemiga (hasta los 10 o 12 Km. de profundidad en ésta). Entonces, se penetraba, con las unidades de tanques medios y de infantería mecanizada, debidamente apoyadas por la artillería remolcada y la aviación, a la mayor velocidad posible en la zona operativa enemiga.

En el interior de ésta se buscaba un nuevo objetivo operativo.

Bien era el cierre de una penetración envolvente, que cercase un número significativo de fuerzas enemigas. Cuya liquidación por partes correspondía luego al grueso de las unidades propias más lentas. Muchas veces, como mucho, éstas eran hipomóviles. Y seguían como podían tras las unidades blindadas más rápidas, para sellar los flancos de los sectores de avance y formar los anillos exterior e interior del cerco.

O bien era alcanzar unas posiciones estratégicas u operativas (una ciudad, un río, una línea de alturas, una posición de defensa no debidamente fortificada y guarnecida), antes de que el enemigo fuese capaz de establecer en su camino de avance, una nueva línea defensiva para protegerlas o de ocupar en fuerza dicha posición.

La evolución y el desarrollo de las teorías militares en el período de entreguerras mundiales.

Después de la I Guerra Mundial, la mayoría de los generales de todos los países estaban obsesionados por sus recuerdos de la enorme capacidad defensiva desarrollada por el conjunto de las trincheras y fortificaciones y las alambradas protectoras y la capacidad de fuego de las ametralladoras y la artillería pesada y de campaña. Este binomio «integrado de fuego y protección» había llevado a las tablas durante varios años, el desarrollo de la guerra en el frente del oeste de Europa. A pesar de la atrición casi insoportable de hombres y el desgaste enorme de medios sufridos por todos los rivales.

Convencidos de que la siguiente guerra sería cualitativamente semejante, los generales franceses se concentraron en hacer la guerra defensiva, más segura y fuerte. De estas ideas nació el mayor sistema defensivo en la historia moderna, la Línea Maginot: una serie poderosa de fortificaciones y casamatas profundas, extensas e interconectadas, con sus sectores de fuego superpuestos y hacia su frente este. Y que se extendían por toda la frontera franco alemana. Así, suponían que sería impenetrable a un ataque frontal alemán. Se les olvidó extenderla hasta Holanda, teniendo en cuenta el antecedente de que Alemania, ya no había respetado la neutralidad de Bélgica y de Luxemburgo en 1914.

La doctrina militar francesa determinaba que las operaciones de defensa y de ataque se desarrollaran conforme a una planificación rigurosa y metódica. Y de acuerdo con la situación «observada (exploración) y apreciada» (inteligencia). Esto suponía la exigencia de un conocimiento amplio, suficiente de los medios (casi su orden de batalla) y de las intenciones del enemigo, para tomar una decisión de acción. Nada podía ser dejado a la improvisación. Y se despreciaba el aprovechamiento de la oportunidad operativa o táctica, que es siempre fugaz. Esta teoría favorecía la mentalidad práctica defensiva y pasiva.

Las mayores distinciones tras la I Guerra Mundial entre los alemanes por un lado, y los franceses y los británicos por el otro, estaban en sus distintas visiones militares o doctrinas y en los distintos énfasis que pusieron en el desarrollo de sus fuerzas de tanques durante el período de entreguerras.

Francia y Gran Bretaña estaban convencidas de la idea de una guerra futura donde la defensiva sería la forma de lucha más fuerte. Así, construyeron un número significativo de «tanques para la infantería». Éstos eran lentos, de corta autonomía, muy blindados y pesados. Estaban destinados a apoyar con su fuego directo, el asalto siempre deliberado de la infantería, en un avance por saltos cubiertos y sucesivos, sobre las posiciones preparadas del enemigo. Y debían ser capaces de resistir el continuo y preciso fuego pesado de la artillería enemiga. Según estas ideas, los tanques fabricados fueron destacados en su casi totalidad entre las divisiones de infantería existentes. Puesto que no se concebía que actuasen independientemente o como núcleo principal de alguna fuerza de estructura diferente a las existentes.

A diferencia de ellas, Alemania escogió desarrollar un tanque rápido de blindaje menos masivo. Con la idea de que la velocidad era el factor eficaz, que debía predominar en su balance clásico con el blindaje y el armamento principal. El Panzer I estaba armado sólo con dos ametralladoras, mientras el Panzer II portaba un cañón de tiro rápido de 20 mm. y una ametralladora. Después, el Panzer III llevaba un cañón de 37 mm. y el Panzer IV ya tenía un cañón corto de 75 mm.. Pues se habían dado cuenta de que, no sólo había que alcanzar o desbordar al enemigo. Sino que también había que poder hacerle un daño suficiente a sus tanques y a sus posiciones cubiertas de tiro tenso. La velocidad máxima en vías de firmes estables superaba los 40 Km. por hora en todos los modelos. Además, los alemanes poseían mejores comunicaciones por radio entre los tanques y sus jefes. Y las ópticas de sus miras permitían el tiro con gran precisión. Las ópticas francesas eran malas y sus vehículos carecían de radio, por lo que los comandantes sólo podían ordenar cambios de dirección, deteniendo su vehículo y señalándolo manualmente. Además, los jefes de tanque franceses estaban sobrecargados de funciones, al ocupar ellos solos las torretas.

En cuanto a la nueva arma aérea, tanto los vencedores como los perdedores en la I Guerra Mundial investigaron sobre todos los tipos de aeronaves. Sin embargo, los teóricos y técnicos alemanes le dieron preferencia a los aviones de apoyo directo, que pudieran colaborar y aún complementar a la artillería en el plan de fuegos de sus ataques tácticos. Por su parte, los norteamericanos y los británicos, siguiendo más las teorías del italiano Douhet sobre la importancia propia del arma aérea y de los bombardeos de saturación sobre núcleos civiles, centraron sus esfuerzos en los aviones de bombardeo estratégico. Así, los alemanes construyeron el Junkers 87B «Stuka», un bombardero en picado que atacaba con extraordinaria precisión los objetivos enemigos duros en el campo de batalla: fortificaciones, posiciones de tiro y vehículos. Y los norteamericanos y los ingleses desarrollaron aviones cuatrimotores de gran autonomía como el B-17 y el Lancaster, respectivamente.

La teoría de la Blitzkrieg se forma. Aparece la amenaza de una nueva Gran Guerra.

En Alemania había surgido un concepto radicalmente diferente para el uso de los tanques, estimulado por las ideas del capitán Liddell Hart y del mayor general John Frederick Charles Fuller, ambos británicos. Hacia 1929, el mayor teórico alemán sobre tanques, el entonces comandante Heinz Guderian, estaba convencido de que los tanques, la nueva arma proporcionada por la tecnología moderna, jamás podrían lograr una importancia decisiva en su empleo, mientras fuesen empleados solos o como apoyo de la infantería escasamente motorizada de la época. Era un error, insistía Guderian, dispersar los tanques en pequeñas unidades blindadas, subordinadas a las divisiones de infantería existentes. Él creía que los tanques tenían que ser apoyados por la artillería remolcada y acompañados por infantería mecanizada con capacidad de cruzar campo a través a velocidad adecuada. Así, ambas armas podrían mantener el paso con los tanques y colaborar con ellos en la ruptura, la irrupción y la lucha en el interior de las posiciones enemigas. Ya que los británicos y los franceses habían dispersados sus tanques en sus divisiones de infantería, Guderian resaltaba que los alemanes podrían lograr una decisiva e incuestionable superioridad sobre sus enemigos, concentrando sus blindados en una zona escogida y estrecha del frente.

Guderian tuvo grandes dificultades para convencer a los Altos Mandos alemanes de estas ideas. Recordemos que la mayoría de los generales alemanes procedían de la infantería. Pero, gracias al entusiasmo profesado por Adolf Hitler, que llegó a la Cancillería en 1933, por los tanques y, en general, por las innovaciones militares, para 1936 en el Ejército alemán se habían formado 3 divisiones blindadas o Panzer y 3 divisiones ligeras, que contaban con algunas unidades de tanques. Y además, 4 divisiones de infantería mecanizada o granaderos Panzer, destinadas, de momento, a la lucha en terrenos de mala transitabilidad o de corto dominio por la vista (véase más arriba su descripción), donde los tanques apoyaban directamente por el fuego a la infantería. Es de señalar que en esa época no existían aún los frentes o zonas antitanques, desarrollados para contrarrestar operativa o tácticamente la Blitzkrieg. Durante la invasión de Polonia en septiembre de 1939, los alemanes vieron que las divisiones ligeras carecían de potencia suficiente, dilapidando así los costosos recursos blindados. Y las transformaron en divisiones Panzer. Para 1940 los alemanes contaban con 10 divisiones Panzer,  cada una con dos grandes regimientos de tanques, integrados por 3 batallones Panzer. Estas divisiones blindadas contaban orgánicamente con un regimiento de infantería mecanizada (o motorizada) y con un regimiento de artillería autopropulsada (o remolcada). Iban apoyados por un batallón mecanizado de exploración, otro de ingenieros y uno de antitanques, lo cual le daba una capacidad de combate muy balanceada. Aquéllas eran apoyadas por cierto número de divisiones mecanizadas o motorizadas (con camiones). Ya que los vehículos de transporte «todo terreno» para la infantería eran muy caros y, por tanto, particularmente escasos. Esta precariedad de vehículos «blindados» de combate para la infantería siempre existió durante toda la guerra. De hecho, los rusos carecieron de ellos, pero la ganaron.

Las mejores divisiones del Ejército francés (39 divisiones integradas en 3 Ejércitos, incluyendo 3 divisiones de caballería convertidas en «ligeras mecanizadas», con 200 tanques cada una) y la fuerza expedicionaria británica, la FEB, con 12 divisiones, se mantenían en la Picardía y en Flandes, entre los ríos Mosa y Escalda y el canal de la Mancha, orientando al noreste su despliegue. Por su parte, las fuerzas belgas y holandesas se desplegaban para defender sus fronteras al este. El frente de rechazo, que incluía la línea Maginot, era muy potente. Incluyendo las fuerzas de guarnición de las obras defensivas y una importante masa de maniobra de contraataque, situada en su retaguardia operativa , tenía 41 divisiones del Ejército francés.

Todo ello indicaba que los Aliados esperaban que los alemanes volviesen a aplicar el «plan Schlieffen modificado» de la I Guerra Mundial. Y por ello intentaban con su despliegue más activo y potente, oponerse frontalmente al conocido movimiento alemán de flanqueo, a través de Bélgica y Holanda, para entrar en Francia. El Alto Mando francés no consideraba la menor alternativa al citado plan de ataque alemán. Esto creaba un «gozne» en el despliegue total francés. Era una vulnerabilidad crítica operativa de las fuerzas aliadas, en la amplia zona entre Verdún y Charleville. Y que estaba descuidada. Ni siquiera una reserva suficiente del Ejército de Flandes y Picardía, la ocupaba o defendía. Todo ese largo sector estaba a cargo del 2º Ejército francés, integrado sólo por 6 divisiones mediocres de infantería (ya que la mayoría de los hombres eran reservistas), insuficientemente dotadas de piezas antitanques y antiaéreas, y 2 divisiones de caballería, inútiles contra los tanques. Así protegían este «flanco expuesto» de su despliegue.

En noviembre de 1939 el general Erich von Manstein invitó al ya general de tropas blindadas Guderian a que se entrevistara con él. Manstein le comentó sus ideas de intentar en el ataque contra Francia una variación muy importante, decisiva, del «plan Schlieffen». En forma de una potente ofensiva con tanques en dirección a Sedán, cruzando Luxemburgo y el sur de Bélgica. Que lograría una ruptura de la prolongación de la defensa francesa al norte de la línea Maginot y que dividiría en dos el despliegue del Ejercito francés. Manstein le solicitó su opinión de, si los terrenos de paso y cruce elegidos podrían ser utilizados por los tanques en su rápida marcha. Tras un estudio de sus mapas y con sus propios recuerdos del terreno en la I Guerra Mundial, Guderian le contestó que las operaciones podrían llevarse a cabo y que él recomendaba la máxima concentración de las divisiones blindadas y motorizadas alemanas en esa dirección. Tras muchos inconvenientes, Manstein tuvo la suerte de ser recibido por Hitler y pudo exponerle sus ideas el 17 de febrero, con motivo de su nombramiento como jefe de un Cuerpo de Ejército de infantería. A Hitler no sólo le gustó el plan de Manstein, sino que le pareció que si sus generales principales dudaban de él, mucho menos lo entenderían los anticuados generales enemigos. El «plan Manstein», el que se probó como eficaz «golpe de guadaña», siguió entonces un largo camino de estudio y duras discusiones. Incluyendo 2 juegos de guerra realizados los días 7 y 14 de febrero de 1940, antes de su aprobación final.

Inicio de la campaña en el Oeste.

La campaña en el Oeste fue muy rápida y decisiva. Alemania, con menos hombres y tanques que sus enemigos, derrotó a los Ejércitos francés y británico en 6 semanas. Y forzó a los británicos a escapar tan apresuradamente desde Dunquerque, que tuvieron que abandonar en el continente prácticamente todo su armamento no personal. La victoria resultó aún más señalada porque fue conseguida principalmente por una pequeña fracción del Ejército alemán, sus 10 divisiones Panzer con unos 2600 tanques (sus enemigos contaban con 4000 tanques y vehículos blindados), con la ayuda de la aviación de apoyo, singularmente los Stukas. Si no hubiera sido por el obstáculo marino del Canal de la Mancha al tránsito de fuerzas terrestres y la incapacidad de la Luftwaffe para lograr el control aéreo en la nueva zona de operaciones, Alemania hubiera conquistado rápidamente Gran Bretaña.

La ofensiva se inició en el norte el 10 de mayo, a cargo del grupo de Ejércitos B del coronel general Fedor von Bock, formado por los Ejércitos 18º (von Klucher) y 6º, integrados por 29 divisiones, incluyendo 3 divisiones Panzer. Ésta era, para los Aliados, la principal fuerza operativa alemana. Sus impresionantes acciones y resultados aseguraron la atención de los Aliados hacia Holanda y el norte de Bélgica durante días. Las operaciones aerotransportadas fueron decisivas en ambos casos. Una división de paracaidistas (4000 hombres) y otra de infantería aerotransportable (12000 hombres) intentaron asaltar y tomar La Haya y fracasaron. Sin embargo, pudieron ocupar los puentes de acceso a Rotterdam, Dordrecht y Moerdyk y mantenerlos, hasta que la 9ª división Panzer, la única destacada contra Holanda, cruzando rápidamente el país desde la frontera alemana, las alcanzó y reforzó. Abrumados por estas espectaculares y atrevidas acciones, los holandeses se rindieron al 5º día de lucha, aunque su frente de defensa al este permanecía aún firme.

Más al sur, el 6º Ejército alemán debía cruzar el Mosa junto a Mastrich (Holanda) y girar entonces sobre Bruselas. Como fuerza de ruptura y «grupo móvil» de explotación tenía al 16º Cuerpo blindado del general Erich Hoppner (3ª y 4ª divisiones Panzer). El problema táctico era evitar que los belgas volasen los puentes que cruzaban el canal Alberto y el Mosa, retrasando el avance alemán en esa dirección durante varios días. Los alemanes utilizaron el único batallón de paracaidistas restante (500 hombres) para ocupar temporalmente los 2 puentes clave sobre el Mosa. Y enviaron un destacamento de élite de aquéllos, que aterrizaron en planeadores sobre el techo de la fortaleza belga de Eben Emael, la cual controlaba con sus poderosos cañones un largo trecho del canal Alberto, para neutralizarla, hasta que llegasen por tierra las tropas de ingenieros o pioneros a terminar las demoliciones.

Ambas acciones tuvieron también éxito. Los tanques de Hoppner se precipitaron al interior de las llanuras belgas, obligándoles a retirarse para que su frente no se viera invertido, justo cuando las fuerzas aliadas llegaban para reforzarlos. Los Aliados estaban ya seguros que el ataque del 6º Ejército del general Walther von Reichenau era el esfuerzo principal alemán. Y trasladaron su despliegue y las fuerzas móviles citadas para bloquearlo. De repente, el 13 de mayo apareció en Sedán la mayor amenaza para aquéllos.

(continuará)

Libros Recomendables sobre la Guerra de Guerrillas.

En este blog presento desde hace tiempo, una lista de «libros recomendables sobre teoría militar», que es muy visitada. He de reconocer, como deficiencia, que en ella no he incluido ningún libro sobre la guerra de guerrillas. La importancia actual, histórica y social del fenómeno guerra irregular es incuestionable. Y, hoy en día, a casi todos los «guerrilleros» en activo les llaman fácilmente «terroristas». Desvirtuando con ello el enfoque objetivo y teórico que debe presidir cualquier acercamiento serio para la liquidación y erradicación popular del «brote» rebelde armado. Quiero ahora subsanar el error y extender mi comentario sobre el tema.    

Introducción.

La guerra de guerrillas es tan antigua como la humanidad. Probablemente surgió simultánea y sucesivamente en numerosos asentamientos humanos primitivos dispersos. En los que alguien, no necesariamente un alfeñique ni un cobarde, decidió no arriesgarse a sufrir heridas y mutilaciones, tan frecuentes y compartidas, en los llamados «combates singulares». Y atacó a su enemigo, esperándole emboscado y mediante un garrotazo inesperado.

Estas acciones inteligentes, apartadas de la pura fuerza bruta, fueron también las primeras aplicaciones balbuceantes de la llamada «guerra de maniobras». En la que intentamos sorprender y superar al enemigo desde una «posición o actitud» de ventaja. Para, finalmente, logrando la decisión, rematarlo o, al menos, rendirlo a nuestra voluntad. Esta última parte inevitable es la que a veces descuida demasiado la «teoría» de la «guerra de maniobras». Sin aceptar clara y plenamente que ambas expresiones son «formas» opuestas y complementarias, pero no antagónicas, como las dos riendas de un coche de caballlos, de la mejor llamada «guerra moderna».

Durante la II guerra mundial y en la etapa siguiente, llamada de «descolonización de los pueblos», la guerra de guerrillas tuvo un florecimiento espectacular, por todos los continentes y en casi todos los tipos de regímenes políticos. Porque las democracias vencedoras en aquélla también se vieron involucradas en ella, en su protectorados y colonias ultramarinos. La guerra de guerrillas se convirtió en la forma de lucha de los más débiles militarmente hablando. Y resultó eficaz muchas veces. Esto consagró su «aureola» de lucha por la libertad, de romanticismo de barra y butacón y de espejo de un cierto inconformismo generacional. Hoy en día, a la guerra de guerrillas de toda la vida, algunos teóricos de allende los mares le llaman pomposa y pedantemente «guerra asimétrica». Son los mismos expertos que también le llaman «guerra de cuarta generación». O sea, que es lo más «in» y nuevo. Como si ellos hubieran descubierto el fenómeno de la «guerra político militar irregular». Y vuelven a poner en el lado de los malos, sin excepciones, como hicieron los regímenes colonialistas en los años 40, 50 y 60 del pasado siglo, a quienes las emprenden.

Terroristas y Beligerantes Legítimos en la Guerra de Guerrillas. 

Terrorista es el que emplea sistemática y deliberadamente la violencia física contra objetivos personales enemigos no militares o no combatientes. Buscando con ello extender el miedo, el desánimo, la parálisis o la ruina a toda una sociedad, una etnia, una demarcación social nacional. El terrorista hace de los civiles enemigos desarmados sus principales objetivos. Por el alto beneficio que consigue así para sus intereses, en daños, mutilaciones y muertes, y la mayor seguridad que conllevan para él estas acciones durante su ejecución. El terrorista suele ser un fanático religioso o ideológico. El torcimiento cognitivo que sufre, derivado de su perversión amoral, le hace percibir de una manera muy especial, subjetiva y viciada, los hechos y los elementos objetivos que definen y enmarcan los siempre complejos conflictos y realidades sociológicas de los países, religiones y razas.

Aparece inmediatamente en la rebelión político militar irregular, el problema de la legitimidad de la beligerancia armada. No todo el que empuña un arma, para defender unas ideas o proteger unos derechos o a unas personas, lo hace legal y legítimamente. Las Convenciones de Ginebra y de La Haya establecen unas normas jurídicas que enmarcan la legitimidad legal de la lucha armada.

Los combatientes irregulares deben ir uniformados, portando sus armas a la vista y dirigidos por sus jefes. ¿Es suficiente esto? Pues, no. Así lo hacen también algunos grupos de narcotraficantes armados. Es necesario también que la guerrilla, la guardia nacional, la Home Guard, las fuerzas de autodefensa del pueblo o del territorio, etc., lo hagan en nombre y autorizados por un estado constituído. Y que ocupe, al menos, una parte de su territorio nacional. Es tan restrictiva esta condición que, durante la Segunda Guerra Mundial, sólo los partisanos o guerrilleros soviéticos cumplieron este requisito.

Por otra parte, el que sean combatientes ilegales o no reconocidos legalmente, no los asimila directa y socialmente a bandidos o criminales. Así, muchas veces, en aras de la paz social y de no encarnizar la lucha armada, los gobiernos aceptan llevar a cabo su campaña contraguerrillera, sin exacerbar los métodos usados y los ánimos de los perseguidos. 

Mis libros recomendados.

El libro «Partisan Warfare» del académico Otto Heilbrunn trata extensamente el complejo fenómeno de la guerra de guerrillas, hasta alcanzar la profundidad de un tratado sobre el tema. Se basa en el modelo comunista y, más particularmente, en sus brotes asiáticos de mediados del pasado siglo: la China de Mao y la experiencia del Vietminh de Nguyen Giap contra franceses, estadounidenses y compatriotas.

Esto se completa ventajosamente con la obra en dos tomos «War in the Shadows» de Robert Asprey. Que trata por capítulos no muy largos la guerra de guerrillas a lo largo de sus numerosos y diferentes escenarios históricos. Y que le dedica una extensión bastante grande a las experiencias china y vietnamita. Quizás porque son más contemporáneas y hay sobre ellas más material.

Yo, en mi libro «On the Nature of War«, dedico un anexo suficiente a desarrollar los aspectos tácticos, operativos y estratégicos de la guerra de guerrillas. Y de la eficaz lucha contraguerrilllera. Basándome en los hechos descritos por éstos y otros autores.

Con ello tendremos una base teórica contundente de los mecanismos socio políticos y militares de la guerrilla y de la guerra en múltiples frentes contra esta clase de lucha irregular armada. Y una referencia suficiente, pero muy enriquecedora por sus pinceladas y circunstancias específicas, de la trayectoria del fenómeno que tratamos. Con su aparición intermitente y recurrente a lo largo de la Historia.

En otro nivel, resulta también muy interesante el libro «Guerra de Guerrillas» del general Georgios Grivas (alias, Dighemis, nombre de guerra). ¿Por qué? Por varias razones. La Organización Nacional de la Lucha Chipriota o Ethniki Organosis Kipriahou Agonos (más conocida entre nosotros como la E. O. K. A..), organizó y llevó a cabo durante cuarenta y seis meses y medio, una guerrilla independentista nacionalista. Que fue ajena a las numerosas experiencias comunistas «de liberación nacional» de la época. Éstas últimas muy pocas veces se presentaban ante sus pueblos, clara y abiertamente, como «marxistas leninistas». Lo hicieron en Grecia entre 1946 y 1949 y en Malasia entre 1947 y 1960. Y, en ambos casos, fueron derrotadas y liquidadas. Y, precisamente, por el Ejército británico.

La guerrilla chipriota fue una guerrilla circunscrita a un país pequeño, demasiado pequeño, de unos 9300 Km2. Una de las condiciones iniciales que Mao Zedong reclamaba para el inicio y posterior fortalecimiento de las guerrillas, era que el país tuviese profundidad, extensión. Que permitiese establecer a las guerrillas sus primeras bases de refugio, en zonas protegidas por su inaccesibilidad. Los chipriotas llevaron a cabo una difícil guerra de guerrillas, por lo escaso de la campiña, sus limitados recursos (unos 600 mil habitantes, y una parte era la comunidad turca), la fuerza del enemigo y la falta de buenos escondrijos, circunscritos principalmente al macizo volcánico de Troodos, al sur del país y de gran riqueza minera, coronado por el monte Olimpo de 1953 m. de altitud. El diario londinense «Daily Herald» llegó a publicar que un mariscal, tres generales y cuarenta mil soldados británicos no eran capaces de derrotar a la EOKA. Parece ser que el mariscal Montgomery declaró también que la EOKA era estratégicamente imbatible. Finalmente, los greco chipriotas no consiguieron la Enosis, o unión política con Grecia, pero sí la independencia de la isla.

¿Por qué triunfaron los chipriotas? Porque el pueblo greco chipriota estaba unido cultural y firmemente (la Iglesia ortodoxa, dirigida por el arzobispo de Nicosia, Macarios, apoyaba totalmente el esfuerzo por la liberación y la Enosis) a sus escasos, eficaces, motivados y sufridos guerrilleros. Y ello, a pesar de que los turco chipriotas colaboraron con los británicos y que la EOKA tuvo que distraer en varios momentos a parte de sus menguos recursos para neutralizarlos. Los grupos guerrilleros elementales se formaban por 4 o 6 hombres; los que podían esconderse juntos, parcialmente dispersos, sin perder cohesión el grupo. Para las acciones mayores se reunían y coordinaban 2 o 3 grupos guerrilleros. Porque su organización guerrillera era suficiente, bien estructurada y muy flexible; no hacen falta demasiados hombres en armas. Porque sus mandos conocían sus debilidades, que eran muchas, y definieron un objetivo estratégico suficiente: Mantener una presión militar adecuada e indefinida, mediante acciones militares, sabotajes, propaganda y acciones populares, destinada a cansar y a desalentar a los ingleses. Grivas, en su «Plan General para la Acción Revolucionaria en Chipre» destacaba, «no hay que creer que nosotros, mediante esta forma y procedimientos pretendamos una derrota material y total de las fuerzas inglesas en Chipre. Perseguimos más bien su derrota moral, hostilizándolos e intranquilizándolos de tal manera que, al final, obtengamos el objetivo de la lucha. Ésa fue hasta el final nuestra meta estratégica. El éxito se lo debemos al hecho de habernos aferrado firmemente a ella».

La Guerra Psicológica contra los Talibanes, al-Qaida y los Insurrectos Chiíes II.

Y Sus Aplicaciones en Afganistán e Irak. Final.

Algunas aplicaciones prácticas de la guerra psicológica para la defensa de Afganistán e Irak.
   
¿Qué dice el Noble Corán sobre la guerra universal planteada por al-Qaida, de una forma especial y directa en Afganistán e Irak?

Capítulo (Sura), 4, versículo (aleya) 33“…Oh, creyentes…no os matéis a vosotros mismos…”. Aquí prohibe el suicidio. 

Sura 2, aleya 10 “Cuando se les dice: No cometáis desórdenes (voz que define los crímenes) en la Tierra, ellos responden: Lejos de eso, introducimos en ella el buen orden (el bien)”.

Sura 2, aleya 11 “¡Ay!, cometen desórdenes, pero no lo comprenden”.

Sura 28, aleya 77 “Al igual que Alá hace el bien, haced también vosotros el bien y no fomentéis la corrupción (el mal)” (asesinato de inocentes, de musulmanes y de gentes que os ayuda, daños innecesarios de las cosas, etc.)

Sura 49, aleya 9 “Si dos bandos de creyentes luchan entre sí, reconciliadlos. Pero si uno de ellos abusa del otro, combatid al que haya abusado, hasta que retorne al orden de Alá. Y si lo hace, arreglad las cosas entre ellos con justicia. Es cierto que Alá ama a los equitativos”.

Sura 2, aleya 100 “Nosotros no abrogamos ningún versículo de este libro, ni haremos borrar uno solo de tu memoria, sin reemplazarlo por otro igual o mejor”. Prescindimos de la sunna o tradiciones del Profeta (sus hechos y dichos religioso políticos), porque hay discrepancias en aceptarlas, según sus fuentes y las variantes del Islam. Aunque no nos resistimos a presentar un hadiz (comentario recogido por sus discípulos) suyo de la última época: “Es más útil para la Umma la tinta de los sabios, que la sangre de los mártires”.

¿Cuáles son las características operativas de los agentes de al–Qaida? 1) Su brutalidad innecesaria e indiscriminada, que los descalifica ante su religión. 2) La ausencia absoluta de ulemas y muftíes venerables y piadosos a su lado. Los ulemas y muftíes son los doctores de la Ley islámica. No hay propiamente teólogos, porque Alá es inmarcesible, inasequible e incomprensible para el hombre. 3) Su gran descentralización operativa por la universalidad de la Umma, que trasciende la idea de nación o raza, y que les dificulta conseguir objetivos estratégicos. 4) Su fracaso en incorporarse activa y firmemente a un grupo social amplio, que dé cobertura e impulso permanente a su movimiento. 5) Los activistas más alienados se suelen ir aislando progresivamente de la sociedad (al menos, emocional e ideológicamente), aunque “vivan” dentro de ella. Ello en aras de sus métodos violentos, a los que sacrifican todo por la eficacia. 6) Su afán de publicidad, con el que Occidente colabora insensible, necio y gustoso, diseminando a los cuatro vientos sus sangrientos hechos. 7) Su objetivo general de golpear a casi cualquier estado, puesto que el califato radical y agresivo de dar el-Islam (las tierras donde el Islam domina políticamente) no existe hoy en día.

A veces, las prisas por formar nuevas tropas llevan a un entrenamiento deficiente o incompleto de éstas. No están entonces vacunadas contra la tensión, especialmente aquí la mental, ni contra la frustración de los planes no cumplidos o de las sorpresas ingratas. Esto lleva casi inevitablemente a descargar la rabia y la impotencia enervantes en la población civil, siempre entremezclada voluntaria o coactivamente con los insurrectos. También es inadmisible que se someta intermitentemente a la presión militar de uno y otro bando a las poblaciones civiles locales, exigiéndoles una lealtad que no les ofrece seguridad. Y emplear guardias de seguridad privados en una guerra contrainsurgencia es casi desastroso. Estos elementos, como no tienen la obligación de morir por su patria, ni Irak lo es, actúan como una policía carísima y conflictiva y con una desorbitada superioridad de medios. Los abusos contra la población civil son siempre contraproducentes en una lucha contrainsurgencia y más en una rebelión propia interna. Recordemos, aquéllos añaden muchos puntos de moral social a los enemigos. Que habrá que restarles inevitablemente luego con trabajo, dinero, tiempo y paciencia. Y quizás la sangre de los soldados, la otra pinza de esta guerra.

Con toda la amplia información expuesta hasta ahora, es posible elaborar infinidad de tabloides, panfletos, publicaciones y varias clases de comunicaciones orales para su uso en la guerra psicológica. En ellos se desarrollarán ampliamente los puntos de vista y los avances del gobierno de Afganistán e Irak y de sus aliados desplazados a esa zona geoestratégica. Veamos una clasificación no exhaustiva, ni tajante, de aquéllos, en función de su intención. Por razones obvias, tampoco seremos demasiado extensos en la exposición.

Propaganda aclaratoria: explicar las intenciones del gobierno y sus aliados, las mejoras en la custodia y el tratamiento de los rebeldes capturados, los progresos continuos realizados en el comercio, los servicios, el suministro de energías, etc.; aclarar que la Yihad es realmente un tipo de esfuerzo personal en el camino de Alá y el esfuerzo armado o de sangre, una excepción, después de los primeros siglos de expansión del Islam naciente.

Propaganda de división o divisional: señalando los objetivos ambiguos buscados por algunos grupos rebeldes; destacando la falta de integridad o de compromiso con los problemas populares, de algunos mandos rebeldes; indicando los fines contra Irak y la desobediencia del Noble Corán de los agentes de al-Qaida; contando que, si los muertos occidentales por al-Qaida se cuentan por miles, los musulmanes asesinados por ella se cuentan por muchas decenas de miles.

Propaganda inquietante: planteando dudas sobre la capacidad operativa militar de las bandas rebeldes; perfilando, sin concretar fechas ni el orden de los objetivos, los planes militares de pacificación, con la exuberancia de medios a su disposición, del gobierno y sus aliados; exponiendo los sufrimientos infringidos a los pueblos iraquí y paquistaní y a los numerosos desplazados internos y exiliados.

Propaganda subversiva: indicar la enemistad real con Alá, comprometiendo su acceso al Jardín de las Huríes, de los agentes asesinos suicidas, generalmente extranjeros fanáticos desviados y, a veces, ni siquiera árabes; plantear dudas acerca de la rectitud o la legitimidad de la causa de muchos grupos rebeldes; mostrar la traición o el desprecio a los intereses de Irak y de Afganistán de los cabecillas que los cometan.

Por otra parte, que Mr. Bush diga que golpear metódicamente en la cabeza a los prisioneros o sofocarlos, sin ahogarlos del todo, son técnicas suaves y admisibles de interrogatorio, sólo delata la catadura primitiva y brutal de algunos de los personajillos que gobiernaba. El más endurecido y juramentado miembro de Al-Qaida no soportará simplemente que lo envuelvan en una hermosa piel de cerdo. Su religión es formal, no hay libre albedrío. Y esa acción «per se» lo vuelve impuro ante Alá y lo priva del Jardín de las Huríes. Hemos atacado con éxito su aparentemente inexpugnable baluarte de moral, seguridad y convinción. Lo privamos del premio que, gracias a nuestra sangre, tenía al alcance hasta esos momentos. Y siguiendo sus propias premisas y creencias. Que aquí sólo describimos, y que respetamos y no criticamos. La responsabilidad subjetiva surge en el cristianismo, cuando esa religión, asiática en su origen, alcanza Grecia, con su imponente cuerpo de doctrina ético filosófica. Y lo absorbe e incorpora a la presentación del Evangelio, lejos de las supersticiones e interpretaciones personales sesgadas. En la guerra convencional o irregular, las posiciones e ideas morales y sociales enemigas pueden ser atacadas, defendidas, asediadas, destruidas, etc., igual que los objetivos militares tácticos o estratégicos. Sólo que de otro modo y con otros medios, muy poco tenidos en cuenta generalmente. Y, mucho menos, conocidos.

Es muy importante conocer los efectos de las acciones de la guerra psicológica. El interrogatorio de enemigos presos es una fuente inapreciable de información, al igual que los documentos y materiales capturados al enemigo. Las técnicas de interrogatorio son en la guerra psicológica efectiva, limpias y no invasivas. Además, un hombre aterrorizado, herido, conmocionado, humillado sólo puede aportar errores o imprecisiones e incluso delirios o falsedades, con tal de que lo dejen en paz. Esta retroalimentación va a permitirnos ir adaptando, seleccionando y perfeccionando el material psicológico para su empleo eficaz y duradero. Un buen panfleto, una buena divulgación o exposición, hacen más que 10 mediocres. Y saber cómo va evolucionando “el objetivo”, tras nuestros combates exitosos y las acciones de la guerra psicológica.

Particularidades de los talibanes afganos y pakistaníes 

La asociación de los radicalismos sociales y religiosos de las milicias talibanes, con los «localismos» de las tribus pashtunes está haciendo un gran daño social y cultural a este amplio grupo étnico. Los severos «valores» que imponen los talibanes son ajenos a los pashtunes y van en contra del Pashtunwali, su código de virtudes y de honor social. El Pashtunwali define y establece los derechos y deberes individuales y los del individuo para con su colectividad: familias, clanes y tribus. La música tribal ha desaparecido de todos los lugares donde la presencia talibán lo ha podido imponer. El 27 de abril de 2009 los talibanes asesinaron en Peshawar a la popular cantante Ayman Udas. Su visión de la sharia es sesgada, radical, expedita y brutal: recientemente han aparecido en video las imágenes de la ejecución de una pareja de supuestos adúlteros y de la flagelación de una muchacha, que había salido sola de su casa. La sharia la forman el conjunto de leyes civiles, penales y procesales, basadas directamente en el Corán y en la sunna del Profeta. Como los musulmanes carecen de una doctrina común y canónica, sino que ésta es definida por los ulemas y muftíes en virtud de su formación y según las áreas, el rigor y la extensión de la sharia son variables.

También ese mes atacaron el santuario de Pir Baba, a unos 100 Km. de Islamabad. Aquí atentaron contra el mausoleo del más destacado poeta en lengua pashtun, el sufí pakistaní Rahman Baba. Los sufíes forman una cofradía, una variante práctica del Islam sunní, no necesariamente herética o excluyente. Y buscan principalmente un acercamiento más individual, directo y místico a Allah.

Llamamos virtudes a las «bondades y cualidades» humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades y los grupos humanos. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las «cualidades y bondades» humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades o grupos humanos. Y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas.

Los talibanes también han atacado las bases de la autoridad racial pashtun. Las asambleas de notables de las tribus (las jirgas), su verdadero poder central, son desautorizadas por aquéllos. También están perdiendo poder, autoridad y competencia, los lashkars. Éstos son las partidas armadas de las tribus, destinadas al cumplimiento de las decisiones de las jirgas, a proteger las zonas tribales de las amenazas exteriores y a protagonizar sus correrías foráneas, en busca de venganza o de botín.

¿Cuáles son algunas de las razones de que una parte del pueblo les siga? En amplias zonas de estos países la propiedad de la tierra está en manos de los cargos políticos o administrativos y el sistema judicial está plagado de defectos y corrupción. Sabemos que los talibanes no predican levantar el Jardín de las Huríes en la Tierra. Ninguna religión o ideología lo hace. Incluso el comunismo posponía indefinidamente la formación y la llegada del «hombre nuevo». Pero las ofertas de cambio, de mejor reparto de las riquezas, de un cierto grado de «justicia», de más acción y efectividad en las instituciones, constituyen parte de la atracción de estos visionarios. En unas tierras donde las desigualdades, la escasez, la falta de oportunidades para la mayoría, la desesperación profunda e interna, han sido características habituales.

¿A qué están jugando los talibanes? A apropiarse el poder, todo el poder, en las zonas pashtunes suficientemente controladas por ellos. Y lo hacen mediante y para: sus milicias (la coacción) y sus asambleas locales o «soviets» de sus imames (presiden las oraciones canónicas y realizan las lecturas del Corán en las mezquitas) y supuestos ulemas o doctores de la ley (la dirección y la decisión). Estos elementos son los que ejercen el mando, la autoridad y la soberanía en esta especie de teocracia islámica primigenia revolucionaria armada (llamémosle la TIPRA).

El supuesto carácter ortodoxo e indiscutible, que se atribuyen los talibanes, les lleva a la purificación violenta y despiadada de las costumbres y de la cultura de sus paisanos. Los talibanes son una «interpretación» islámica de los excesos prácticos (la revolución todo lo justifica) y genocidas (hay que crear al hombre nuevo, aunque sea liquidando todo rastro del antiguo) de Pol Pot, su camarilla dirigente y sus tarados esbirros del Khemer (quiere decir Camboya) Rojo. Los talibanes son siempre aliados de al-Qaida. Con la que comparten medios, territorios, refugios e inteligencia. Únicamente no comparten el poder y el control locales.

Cuando las ideologías son mesiánicas (salvadoras), totalitarias (alcanzando todos los ámbitos del hombre) y absolutas, ortodoxas y excluyentes (están en posesión de la Verdad y fuera de ellas no hay solución, ni esperanza), tienden, en circunstancias favorables para ello, a imponerse a los hombres. No a convencerlos y convertirlos. Y usando para ello fría y metódicamente la coacción, el atropello y la fuerza moral y física. Para crear, según los casos, terror, sumisión, delación e insuperable conformismo. Esta acción social incansable y proselitista, su general sobriedad de costumbres, la dirección firme y la confianza que tienen en sus actos, imprime una dinámica y un ejemplo especiales a su actuación. Que atrae a sus filas a los desfavorecidos, los olvidados, los desesperados, los excluidos, los maltratados. Los cuales estarán siempre y abundantemente entre nosotros, en toda época y lugar.

 

 

 

 

  

   

    

  

 

 

 

 

Una Teoría para la Guerra Moderna.

Esta teoría de la guerra moderna se refiere a la guerra de maniobras. Y pretendió dar una solución práctica a la tendencia de las fuerzas terrestres estadounidenses de utilizar exagerada o inoportunamente el fuego pesado de apoyo, como su principal “argumento” o medio sobre el enemigo en los combates o en su preparación. También buscaba consolidar en las operaciones terrestres el concepto de estrategia operativa, como nuevo y preciso nivel de actuación entre la estrategia militar y la táctica. A esta guerra moderna también se le conoce como guerra de tercera generación.

Teóricos principales y situación.
  
Varios son los teóricos, tanto civiles como militares, que contribuyeron a crear un cuerpo de doctrina coherente, suficiente, práctico y eficaz para esta nueva teoría de la guerra moderna. Destacaremos al analista y conferenciante William S. Lind. Curiosa y significativamente, Mr. Lind no prestó servicio militar activo ni siquiera un día y tampoco nunca nadie le ha disparado un tiro. Aunque existen vivos aún un buen número de oficiales de vieja formación, deseosos de remediar esta última deficiencia práctica de su “trayectoria vital”. Otro personaje fundamental fue el coronel John Boyd, que era un antiguo piloto de caza de la USAF. También es de señalar la contribución del profesor coronel del cuerpo de marines Michael Wyly. Cronológicamente en una segunda fila, destaca con fuerza propia, expandiendo el torrente de ideas de la teoría en marcha, el coronel del US Army Robert Leonhard.

Decía el renombrado analista militar israelí Martin van Creveld que “los ejércitos” se iban convirtiendo a lo largo del tiempo en “burocracias anquilosadas”, perdiendo en este proceso gran parte de su eficacia. Podían seguir matando, pero lo hacían mal, lenta y costosamente. Quizás su endogamia excesiva les exija y obligue a permitir que desde fuera de la organización se les den ideas renovadoras. Al menos, los estadounidenses lo hicieron y las aceptaron. E intentaron incorporarlas a su doctrina, reglamentos y manuales. Y, hasta procuraron ponerlas en práctica en sus guerras convencionales siguientes. No así en sus guerras de contrainsurgencia, las guerras de guerrillas de toda la vida, a las que ahora llaman pomposamente guerras asimétricas o de cuarta generación.

En esta introducción a la teoría de la guerra moderna o de maniobras queremos dar una visión conjunta, holística y aplicada de las ideas desarrolladas y, a veces, implementadas, por esos hombres, a lo largo de una década en el siglo pasado: desde primeros de los 80 hasta primeros de los 90. También nos permitiremos ampliar o extender los conceptos o las explicaciones, cuando el propio desarrollo o exposición de la teoría lo pida, para su mejor comprensión. Y sus autores y teóricos no hayan sido tan explícitos o prolíficos al presentarla.

Las ideas fundamentales de la guerra de maniobras.

Veamos la curiosa definición de táctica de esta teoría. Es importante, porque de ella se deriva casi todo su desarrollo y aplicación posteriores. Táctica es la combinación armónica y suficiente de conocimientos específicos, experiencias y técnicas militares, para producir una acción sorpresiva, suficiente, eficaz y poderosa sobre el enemigo, en esas condiciones dadas de tiempo, clima y oportunidad. Esa “combinación” debe ser matizada y modulada por el esfuerzo principal y las órdenes tipo misión del jefe y por las resistencias y los vacíos de la capacidad de combate que presente el enemigo, en su despliegue inmediato y según su intención.

En la batalla, en el combate se busca introducir al enemigo en ciclos sucesivos de “observación, situación, decisión y acción”, que sean más rápidos que sus capacidades de actuación. De tal manera que las acciones enemigas sucesivas “elementales” resulten progresiva y fatalmente cada vez más inadecuadas e ineficaces, para contrarrestar, superar u oponerse a las nuestras. Lo cual debe tender a destruir su cohesión de unidad y fomentar y extender el pánico entre sus hombres, ante la inutilidad manifiesta de las acciones que emprende.
Como se aprecia no hemos tocado los “fundamentos”. Las técnicas básicas de cómo disparar algunas armas, el adiestramiento físico o la lectura de los mapas y la orientación, etc. O las técnicas avanzadas de cómo realizar las distintas operaciones de marcha, avances campo a través, defensa, el empleo de un sistema de armas combinadas o interarmas, algún tipo especial de ataque, etc. Aquéllos vendrán dados en su momento en las escuelas, las academias y los destinos. Lo importante en esta teoría es la aceptación y la asunción de su enfoque nuevo, que resalta las cualidades de iniciativa y creatividad en los jefes. Para ahorrar medios físicos militares y económicos, las vidas y el inapreciable tiempo, siendo mucho más eficaces.

El funcionamiento del nuevo estilo de actuación.
 
Bien, si queremos ser más rápidos y eficaces que el enemigo, tenemos que tener una organización militar suficientemente descentralizada, actuando sobre él. Recordemos el ciclo de actuación con sus cuatro fases. Si las observaciones de las subunidades en contacto deben ser pasadas hacia arriba, siguiendo una cadena de mando, la definición de la situación hecha y la decisión tomada en un alto nivel, y, luego, la orden para la acción transmitida hacia abajo, a través de la cadena de mando, y, entonces, ejecutada la acción, el ciclo de actuación va a ser lento. E, incluso, puede resultar tardío e improductivo, en un medio táctico muy fluido y cambiante, lejos de los frentes lineales.   

Pero no queremos que las subunidades en contacto con el enemigo deambulen sin sentido superior ni eficacia por el campo de combate. Para guiarlas provechosamente en su actividad están las órdenes tipo misión. En ellas el jefe comparte, encarga, una parte de su intención a la subunidad. Y le da libertad de acción (el cómo hacer), a cambio de que realice esa parte de su intención (el qué hacer). También el jefe establece un esfuerzo principal sobre el enemigo. La subunidad que actúa en el esfuerzo principal recibe la cooperación de las acciones de sus compañeras y la mayoría de los apoyos de la unidad. Que el jefe recibe de su superior en subordinación táctica o de guerra.

Pero las cosas son fluidas y, en parte, impredecibles. La subunidad del esfuerzo principal puede ir a dar, sin entrar, a una bolsa de fuego enemiga o a un obstáculo cubierto por el fuego, no detectado por la exploración, o a una posición de defensa reforzada con fortificaciones de campaña. Y una subunidad compañera ha podido flanquear las posiciones no continuas del enemigo y estar en condiciones de acceder fácilmente a un parque de camiones o a una posición de morteros. Pues el jefe denominaría a esta otra unidad su esfuerzo principal e impulsaría su actuación prometedora, dándole apoyos de fuego y la cooperación de las otras. Con esta forma de acometer las acciones, si una subunidad queda aislada o perdida temporalmente, sabrá qué hacer durante bastante tiempo. Para poder ir sorprendiendo, desequilibrando y adelantándose al enemigo, el jefe debe observar y sentir el combate desde suficientemente delante, sin participar ni ser atrapado en él, y estar a la escucha (a través de su plana mayor adelantada) en la red de comunicaciones de la unidad.

Salvo los casos conocidos, las indicaciones sobre el terreno deberían ser eso, indicaciones aclaratorias de su intención, límites de sectores de avance, puntos de control, y no objetivos directos. Es mejor ordenar a una subunidad “impida que el enemigo cruce la línea Azul, cota 32, Rojo, mancha de hayedo”, que decirle “ocupe y defienda la cota 63” (la altura dominante sobre aquélla en su sector). Esto último no garantiza que el enemigo no se infiltre o no encuentre una línea de avance desenfilada (una ondulación del terreno de 2,5 o 3 m. oculta una tanque grande a la vista horizontal) hasta el otro lado de la línea. El jefe tiene que hilar muy fino, pensando, concretando en palabras, comunicando bien, observando siempre y responsabilizándose por todo. Y los jefes subalternos tienen que ser activos y creativos y responsabilizándose de su actuación.

Sus consecuencias, responsabilidades y resultados.

Vemos que empiezan a aparecer unas características fundamentales de la organización militar, para que esto funcione bien. Una doble y alta responsabilidad de jefes y jefes de subunidades y una imprescindible confianza recíproca, creada por la experiencia y la cooperación compartidas previamente. Una mayor implicación de los suboficiales en las tareas burocráticas y rutinarias de la administración de la unidad y una mejor e intensa dedicación de los oficiales en conceptualizar el combate, buscando en la decisión o en la explotación su trascendencia operativa. Como consecuencia inevitable de esta forma de actuación descentralizada, fluida, sorpresiva y rápida surgirán errores en las acciones realizadas. Éstos se sumarán a la inevitable “fricción” de las acciones tácticas, a causa del casi incontable número de “actuaciones individuales y colectivas” que concurren a conformar una actuación bélica y de la inevitable ausencia de información total. Es necesario aceptar y asumir en general los errores como un mal menor, superable y cuyo lastre es sobradamente compensado por las bondades inherentes al método seguido. Nunca aceptados, ni tolerados como resultado de la incompetencia previa, de la pasividad, de la negligencia o de la falta de compromiso activo con la intención de la unidad. Por último, hay un enfoque general hacia la acción decisiva y trascendente en el plano operativo, guiado por la intención superior transmitida y encargada al jefe de la unidad. Y por éste a sus subunidades y apoyos, con los métodos directos y flexibles señalados.

Situaciones y medios tácticos preferidos.

En la guerra de maniobras es necesaria una gran actividad de la exploración de combate, para generar la suficiente inteligencia para la aplicación de las técnicas apropiadas y la definición de la situación general y la del enemigo (la primera fase del ciclo de actuación). El despliegue de las subunidades en el contacto podría ser en forma de cuña chata invertida, cuando la situación enemiga no está nada aclarada. O, en el otro extremo, tomar la forma aproximada de la cuña afilada, cuando se están buscando microvacíos de su capacidad en su despliegue, para irrumpir limpiamente en la zona de defensa enemiga.

Los medios del jefe enfatizados en la guerra de maniobras son la reserva, el contraataque y los fuegos pesados de apoyo. La reserva debe existir siempre y, al menos al principio, debe estar en manos de un subordinado capaz, experimentado y enérgico. La reserva es la apuesta del jefe para su triunfo táctico trascendente. No debe ser empleada para reforzar un esfuerzo más (para eso están los mayores fuegos pesados o los tanques e ingenieros o el estrechamiento de los sectores de avance o el escalonamiento en profundidad) o para realizar un ataque secundario o una diversión o para compensar, sin más, un error. Por tanto, no es una subunidad secundaria, ni una que está reorganizándose y tiene escasos medios, alistamiento de combate y moral. El contraataque brinda iniciativa y movilidad a una defensa más o menos temporal y necesaria o buscada. Debe ser oportuno, potente y lanzado cuando el enemigo ha pasado el climax de su ataque, ha sufrido pérdidas y la situación puede ser recuperada por nosotros. Los fuegos de apoyo deben buscar impulsar la maniobra de la unidad. Sus tareas deben ser cegar, perturbar o neutralizar, más que destruir. Porque esto último resulta más costoso, muy difícil de conseguir y tarda más tiempo (un factor precioso). Por último, los sistemas de armas combinadas o interarmas y los ingenieros son empleados continuamente en la guerra de maniobras y, los últimos, en el esfuerzo principal, aunque abastezcan de sus medios a todas las unidades.
 

EL PENSAMIENTO MILITAR.

El pensamiento militar lo podemos dividir en profesional y en analítico o estudioso. Aunque partiendo de un núcleo común de formación, acciones e intereses, entre el pensamiento militar profesional y el estudioso hay suficientes e importantes diferencias y funciones, como para distinguirlos claramente en su ámbito y en su práctica. Ambas formas del pensamiento militar son dos puntos de vista, dos aproximaciones a aquél, complementarios, sinérgicos (que actúan simultánea y conjuntamente) y no antagónicos ni excluyentes.

El pensamiento militar profesional se orienta hacia lo inmediato: las técnicas, las tácticas, los procedimientos y normas oficiales de los reglamentos y manuales y la doctrina, los hombres, los equipos y los abastecimientos, y las reposiciones. Es todo un mundo de intereses, preocupaciones y obligaciones, muchas veces acuciantes y extremos. El vincularlos, relacionarlos, estudiarlos y operarlos simultánea o sucesivamente, ya les lleva suficiente tiempo, interés y esfuerzo.

Por otra parte, la profesión de Militar es una profesión que cada vez se ejerce prácticamente durante menos tiempo, gracias a Dios y mediante la civilización. Pero eso no excluye su ineludible necesidad para la pervivencia y aún el florecimiento de las naciones. El dominio de las técnicas y las armas se adquiere por repetición, en los centros de instrucción, las academias, los destinos. Pero, ¿dónde adquirir “experiencia militar”? Decía Bismarck que el hombre inteligente aprendía de la experiencia ajena. Parafraseando al Canciller de Hierro alemán, podemos completar que el “listo” aprende de su propia experiencia y el “tonto” no aprende con ninguna.

El pensamiento militar crítico o estudioso se orienta hacia su trascendencia. El estudio militar actúa sobreimpuesto al combate y a la maniobra. Absorbiendo sus hechos, elaborando experiencia y formando criterios, consejos y normas del buen hacer. Su ámbito son la historia y la doctrina militares. Que se concretan en la logística, la estrategia operativa, la táctica, las operaciones, las formas de lucha. La elaboración de los manuales y los reglamentos es uno de las áreas de contacto y de actuación conjunta de ambas formas de pensamiento militar.

Las posiciones de una y otra forma de pensamiento militar son también independientes. Y pueden llegar a ser autosuficientes y cerradas. Cada una impermeabilizándose contra el flujo de conocimientos y experiencias que crea su otra forma complementaria. Esto constituye un grave problema para la institución militar.

¿Cuándo ocurre esto? Decía el pensador israelí Martin Van Creveld que los ejércitos tendían a convertirse con los años en «burocracias anquilosadas”. Y yo añado, moribundas y poco eficaces (en función de los medios que les da la sociedad que las crea y las nutre) para sus misiones de lucha y lograr sus objetivos operativos y estratégicos. Podrían seguir matando, pero lo harían mal, lenta y costosamente. Quizás su endogamia excesiva les exija y obligue a permitir que desde fuera de la organización se les den ideas renovadoras. Al menos, los estadounidenses lo hicieron y las aceptaron. E intentaron incorporarlas a su doctrina, reglamentos y manuales. Y, hasta procuraron ponerlas en práctica en sus guerras convencionales siguientes. No lo han hecho así en sus guerras de contrainsurgencia, las guerras de guerrillas de siempre, que ahora llaman pomposamente guerras de cuarta generación o asimétricas. Sabemos lo flexible y prometedor que es un niño de pocos años. Y cómo es un anciano, incluso sano, próximo a la muerte: rígido de cuerpo y alma, poco abierto a cambios y experiencias.

Incluso, a veces, hasta los propios teóricos o estudiosos, dentro de la profesión militar, tienen problemas para que su pensamiento militar sea aceptado y aplicado. Éste podría ser el caso de John Frederick Charles Fuller. A mediados de los años 20 del siglo XX, recopiló una serie de conferencias que había dado en academias militares británicas y publicó el libro The Foundations of the Science of War. Es un libro no superado sobre los principios de la guerra y su aplicación práctica. Casi 65 años después de su edición en 1926 fue reeditado por el Cuerpo de Marines. Es de lectura difícil, porque utiliza los conceptos científicos de Spencer para justificar su aproximación teórica. Buscaba dar a su teoría una precisión científica, que alejara el estudio de la guerra del marco, supuestamente peyorativo, de “arte”. Aunque todas las ciencias sociales, siempre y también, lo son, ya que el alma humana es difícil de conocer, fijar o cuantificar. Tuvo muchas críticas y, lamentablemente, el propio autor se desdijo posteriormente de las ideas subyacentes en el libro. Su obra quedó semiolvidada, aunque contribuyó a la definición de los principios de la guerra recogidos inmediatamente por el Ejército estadounidense. Las críticas, a su vez, tenían como fondo real el que tenía una personalidad excéntrica, en un colectivo (el militar) tremendamente conservador y protocolario. Tuvo ramalazos místicos (filosofía hindú, yoga) y coqueteó con los nazis, siendo recibido por Hitler, ya que llegó a ser general. En una Gran Bretaña progresivamente amenazada por los totalitarismos, esta posición suya estaba fuera de lugar.
 
¿Cómo se puede detener o incluso corregir esa tendencia a la cristalización del pensamiento y a la degradación de la efectividad? Veamos en un ejemplo reciente, cómo abordaron el ejército estadounidense y el cuerpo de marines su adaptación a la guerra moderna de maniobras. Varios son los teóricos, tanto civiles como militares, que contribuyeron a crear un cuerpo de doctrina coherente, suficiente, práctico y eficaz para esta nueva teoría. Destacaremos al analista y conferenciante William S. Lind. Curiosa y significativamente, Mr. Lind no prestó servicio militar activo ni siquiera un día y tampoco nunca nadie le ha disparado un tiro. Aunque aún existen vivos un buen número de oficiales de vieja formación, deseosos de remediar esta última deficiencia práctica de su “trayectoria vital”. Otro personaje fundamental fue el coronel John Boyd, que era un antiguo piloto de caza de la USAF. También es de señalar la contribución del profesor coronel del cuerpo de marines Michael Wyly. Cronológicamente en una segunda fila, destaca con fuerza propia, expandiendo el torrente de ideas de la teoría en marcha, el coronel del US Army Robert Leonhard.

Tengamos en cuenta también que, la dialéctica violenta entre dos voluntades nacionales, como podríamos definir la guerra, tiene al menos dos grandes autores o personajes. Cuyas ideas, planteamientos y hechos respectivos son bastante disímiles. Sin embargo, sólo una de las actuaciones resulta finalmente correcta o, al menos, vencedora. Los puntos de vista divergentes son típicos de muchas actuaciones humanas: ¿hay crisis o vamos bien? ¿o está todo cambiando rápidamente?

OPERACIONES EN AFGANISTÁN Y PAKISTÁN. Segunda Parte.

Publicamos la Segunda Parte de las «operaciones en Afganistán y Pakistán».

Particularidades socio antropológicas de las tribus pashtunes.

Las relaciones internas de los grupos, familias y grupos de familias locales y clanes, se caracterizan por incorporar a ellas ciertos ritos, preceptos, actitudes y tabúes. Éstos recogen, valoran y cuantifican sus necesidades vitales, sus emociones primarias y sus creencias. La religión musulmana es seguida rigurosamente en la amplia zona que tratamos. Son todos de la rama sunní, que acepta al Corán y a la Sunna del Profeta, sus hechos y dichos (hadices), debidamente recogidos por los discípulos, como las fuentes ortodoxas de la revelación de Allah a los hombres. Las diferencias residen en el rigor con el que se examinan y aceptan las fuentes de la Sunna. Esta asunción forma parte de la inculturación, afirmación y cohesión sociales de estos grupos.
Estas sociedades aceptan y se rigen a través de una autoridad, más o menos respetada y obedecida. Cuanto más se perfeccione y avance hacia el exterior la sociedad, el poder de esta autoridad se afianzará y crecerá y se extenderá en ámbitos de influencia. Cuanto más pequeño y aislado sea el grupo, el poder de la autoridad será más moderadora e integradora, actuando como un primero entre los “iguales”. En estos casos últimos, la reunión de los miembros activos (hombres, cazadores) del clan en asambleas, jurgas, etc., tienen valor supremo y es sancionador de las conductas desviadas o disolventes para el grupo. Evidentemente en estos consejos locales, el prestigio y el poder de cada individuo miembro cuentan, y en ellos unos son más “iguales” que otros. Esos jefes locales o Maliks son como negociadores privilegiados con los distintos gobiernos, que gozan de una autoridad personal más que institucional, y cuyos acuerdos pueden ser ignorados por los varones adultos, si no están revalidados por sus asambleas.
Su código de costumbres y honor es el Pashtunwali, que establece al individuo ciertos derechos y exige de él ciertos deberes sociales, hacia la familia, el clan y la tribu. Las disputas básicas sobre mujeres, oro o dinero válido y tierras están en el origen de las enemistades sostenidas en estas tribus. Y que deben ser mantenidas hasta vengar la afrenta percibida. La propia fragilidad y debilidad de la sociedad exige la aparición de los valores protectores. Éstos podrían ser la hospitalidad, la lealtad, la amistad, el desprecio a los foráneos, la venganza de ultrajes y daños, el honor individual y colectivo. Cada uno de ellos protege y engrandece en alguna medida o matiz al pequeño conjunto humano. Como veremos las relaciones son interpersonales, en los ámbitos de la familia, el clan y la región. Se proyectan por la oportunidad, la cercanía, el intercambio de bienes y la relación. Y se afianzan con la lealtad, el respeto a las normas aceptadas y el tiempo de trato. Y en función de la acumulación de estos actos elementales sucesivos. Un extraño puede así aspirar a su integración, a título particular humano. Y no por la calidad y la trascendencia de su categoría o puesto institucional.
La hospitalidad lleva implícita la reciprocidad, cuando uno viaja, está solo y no es agresivo. Esto a veces se perfecciona con la dotación de una escolta al viajero por zonas inseguras. La violación de esta “escolta” por un ataque supone una grave afrenta para el clan que la proveyó. La lealtad entre los miembros del colectivo, por muy lábil que sea a veces, cohesiona al grupo. El honor infla la autoestima y la apariencia ante propios y extraños. La venganza, en ausencia de verdadera justicia, busca castigo y luego reparación de los daños y afrentas reales o percibidos. El desprecio a los foráneos, no adornados de buenas cualidades o amenazadores para el grupo, busca impedirles a priori su integración en él, como una forma de defensa pasiva. La amistad estrecha los lazos con los iguales y el grupo. Si alguien se integra en estos grupos elementales, es objeto de lealtad y amistad a título personal. Esos valores se incrementarían por su actuación, maneras y comportamiento personal. Sería el caso de un jefe de fuerzas nativas, aceptadas por ellos por la paga, el honor y el status que brindan y proyectan sobre los clanes regionales. La aceptación no es con el cargo, sino con la persona.
Otra característica de la organización social de estas tribus fronterizas semiindependientes es que impulsan una relativa endogamia. Con ella buscan aislar, proteger, mantener o fomentar su idiosincrasia, su influencia y su patrimonio. Pero, sin que sea biológicamente perjudicial su uso. Como sería entre los miembros de una misma familia o clan pequeño o cercano. En efecto, los matrimonios no sólo suponen y conllevan intercambios de individuos entre las familias de los contrayentes. Producen también intercambios y flujos de regalos, visitas, relaciones y parcelas de poder. En unas sociedades poco evolucionadas y residentes en un medio difícil y, a veces, rodeadas temporalmente de hostiles, las relaciones matrimoniales producen un “ingreso”, unos aumentos de posiciones sociales, influencias y bienes, que son muy apreciados por aquéllas.

¿Cómo se debe afrontar el acercamiento hacia las tribus fronterizas y fomentar su pacificación? De manera que aíslen y expulsen a los elementos violentos radicales. Y que asuman unos lazos más duraderos y fuertes con las autoridades centrales de los dos países implicados.

Los pueblos montañeses son numerosos, pequeños y diseminados por ambas zonas de la frontera común. En ellos se pueden camuflar un pequeño grupo de talibanes “regulares”, a la espera de que pase de largo una creciente militar. Aparte, los talibanes gozan de un sistema complicado de cuevas naturales en varios niveles, reforzado por túneles de comunicación, dotados de zonas ampliadas para la espera y el almacenaje de bienes de todas clases. Este sistema es utilizado para facilitar el tránsito entre uno y otro país, sin tener que utilizar los pasos fronterizos o desfiladeros más habituales y conocidos, como “etapas” del trayecto completo. Y como refugio temporal cuando los aliados llevan a cabo operaciones de búsqueda de rebeldes o de represalia, sobre zonas pashtunes donde han sido más activos. Los talibanes son de la etnia pashtun. Sólo los distinguen de las tribus locales su mayor proselitismo religioso y su actividad militar. Parte de los lugareños con los que se encuentran los soldados en sus patrullas y registros, son talibanes “a tiempo parcial” y simpatizantes. Dos o tres hombres de un grupo de nativos que transitan por un camino rural, pueden ser una escuadra de talibanes moviéndose de un lado a otro.
Para vigilar ambos lados de la frontera, lo mejor es emplear en cada localización las fuerzas del lado propio. Aquí se puede explotar un atavismo que subsiste en todas las colectividades. Y que está aherrojado por la educación cívica y moral en las naciones llamadas cultas. Y que es el egoísmo, como fruto primigenio de la necesidad de defensa y de la escasez crónica de recursos originales. Que genera en las sociedades más primitivas una desconfianza hacia el vecino, que es apreciado colectivamente, ¡ojo!, como un competidor y un probable enemigo. Los talibanes son en Pakistán, extranjeros y empeñados en una guerra foránea. Aparte de la radicalidad absorbente y exclusivista de su interpretación del Islam sunní. Siguiendo las pautas generales citadas es fácil y simple, aunque laborioso y necesariamente progresivo, conseguir que los pashtunes pakistaníes impermeabilicen sus tierras a los talibanes. Evitando así la propagación de su doctrina y métodos. Y la extensión hacia el oeste del Indo de sus refugios operativos, que impedirán siempre su posible erradicación de Afganistán.
Las operaciones militares en las guerras modernas (de tercera generación) exigen detectar lo más rápida y precisamente a un enemigo mecanizado, a lo largo de todo su despliegue, hasta sus reservas. Luego se le ataca por el fuego terrestre, aéreo e incluso de cohetes tácticos. Aquí el enemigo es elusivo, disperso, peor armado, mal entrenado, indisciplinado. Pero es nativo, es resistente y parco, se esconde y camufla con facilidad, es un depredador nato, no defiende generalmente sus posiciones. Las operaciones de las unidades y grandes unidades militares dejan escapar por infinidad de “intersticios” tácticos a los grupúsculos guerrilleros, en los que se puede dividir una unidad rebelde acosada. Es necesario actuar a su nivel socio militar micro táctico y con cercanía. Al “enjambre” difuso, tenue, pero omnipresente de los talibanes es necesario interponer un “enjambre” cívico militar. Formado por elementos voluntarios, más capacitados, profesionales y entrenados que los guerrilleros.
Es necesario crear pequeñas “unidades de acción”, para actuaciones “socio militarescombinadas. Que sean capaces de alcanzar el habitat de los talibanes y expulsarlos de él, progresiva y firmemente. Interponiéndose entre ellos y las tribus, que son el habitat real de los terroristas y rebeldes. Unidades que, en su modelo básico o standard, estarían formadas por un pelotón de fuerzas ligeras locales leales entrenadas, un pelotón de infantes profesionales foráneos y un grupo de técnicos civiles de fomento y educación con material adecuado. Su logística y su apoyo estarán basados en unidades y fuerzas helitransportadas, controladas centralizadamente desde 2 o 3 bases operativas. Y complementadas por columnas móviles en vehículos o de caballería, formando una red de patrullas de apoyo por cada región.
Una vez asentadas esas pequeñas unidades flexibles, pueden acudir fuerzas mayores y brigadas de trabajo y de enseñanza, para ir guarnicionando la zona y para impulsar su mejora social. Hace falta contar con dinero para comprar la voluntad de colaboradores y simpatizantes. Esto puede hacerse facilitándoles trabajo y distinción social. Y para realizar los planes de desarrollo necesarios.
Erradicar los cultivos de opio puede ser un fin estratégico en sí mismo para los militares occidentales. Y hay que valorar muy bien su oportunidad y posibilidad en cada pequeña zona. Hay que ofrecer a los nativos una alternativa de paz, progreso y bienestar, dentro de sus creencias y maneras, para que segreguen a los talibanes.