Libros Recomendables sobre la Guerra de Guerrillas.

En este blog presento desde hace tiempo, una lista de «libros recomendables sobre teoría militar», que es muy visitada. He de reconocer, como deficiencia, que en ella no he incluido ningún libro sobre la guerra de guerrillas. La importancia actual, histórica y social del fenómeno guerra irregular es incuestionable. Y, hoy en día, a casi todos los «guerrilleros» en activo les llaman fácilmente «terroristas». Desvirtuando con ello el enfoque objetivo y teórico que debe presidir cualquier acercamiento serio para la liquidación y erradicación popular del «brote» rebelde armado. Quiero ahora subsanar el error y extender mi comentario sobre el tema.    

Introducción.

La guerra de guerrillas es tan antigua como la humanidad. Probablemente surgió simultánea y sucesivamente en numerosos asentamientos humanos primitivos dispersos. En los que alguien, no necesariamente un alfeñique ni un cobarde, decidió no arriesgarse a sufrir heridas y mutilaciones, tan frecuentes y compartidas, en los llamados «combates singulares». Y atacó a su enemigo, esperándole emboscado y mediante un garrotazo inesperado.

Estas acciones inteligentes, apartadas de la pura fuerza bruta, fueron también las primeras aplicaciones balbuceantes de la llamada «guerra de maniobras». En la que intentamos sorprender y superar al enemigo desde una «posición o actitud» de ventaja. Para, finalmente, logrando la decisión, rematarlo o, al menos, rendirlo a nuestra voluntad. Esta última parte inevitable es la que a veces descuida demasiado la «teoría» de la «guerra de maniobras». Sin aceptar clara y plenamente que ambas expresiones son «formas» opuestas y complementarias, pero no antagónicas, como las dos riendas de un coche de caballlos, de la mejor llamada «guerra moderna».

Durante la II guerra mundial y en la etapa siguiente, llamada de «descolonización de los pueblos», la guerra de guerrillas tuvo un florecimiento espectacular, por todos los continentes y en casi todos los tipos de regímenes políticos. Porque las democracias vencedoras en aquélla también se vieron involucradas en ella, en su protectorados y colonias ultramarinos. La guerra de guerrillas se convirtió en la forma de lucha de los más débiles militarmente hablando. Y resultó eficaz muchas veces. Esto consagró su «aureola» de lucha por la libertad, de romanticismo de barra y butacón y de espejo de un cierto inconformismo generacional. Hoy en día, a la guerra de guerrillas de toda la vida, algunos teóricos de allende los mares le llaman pomposa y pedantemente «guerra asimétrica». Son los mismos expertos que también le llaman «guerra de cuarta generación». O sea, que es lo más «in» y nuevo. Como si ellos hubieran descubierto el fenómeno de la «guerra político militar irregular». Y vuelven a poner en el lado de los malos, sin excepciones, como hicieron los regímenes colonialistas en los años 40, 50 y 60 del pasado siglo, a quienes las emprenden.

Terroristas y Beligerantes Legítimos en la Guerra de Guerrillas. 

Terrorista es el que emplea sistemática y deliberadamente la violencia física contra objetivos personales enemigos no militares o no combatientes. Buscando con ello extender el miedo, el desánimo, la parálisis o la ruina a toda una sociedad, una etnia, una demarcación social nacional. El terrorista hace de los civiles enemigos desarmados sus principales objetivos. Por el alto beneficio que consigue así para sus intereses, en daños, mutilaciones y muertes, y la mayor seguridad que conllevan para él estas acciones durante su ejecución. El terrorista suele ser un fanático religioso o ideológico. El torcimiento cognitivo que sufre, derivado de su perversión amoral, le hace percibir de una manera muy especial, subjetiva y viciada, los hechos y los elementos objetivos que definen y enmarcan los siempre complejos conflictos y realidades sociológicas de los países, religiones y razas.

Aparece inmediatamente en la rebelión político militar irregular, el problema de la legitimidad de la beligerancia armada. No todo el que empuña un arma, para defender unas ideas o proteger unos derechos o a unas personas, lo hace legal y legítimamente. Las Convenciones de Ginebra y de La Haya establecen unas normas jurídicas que enmarcan la legitimidad legal de la lucha armada.

Los combatientes irregulares deben ir uniformados, portando sus armas a la vista y dirigidos por sus jefes. ¿Es suficiente esto? Pues, no. Así lo hacen también algunos grupos de narcotraficantes armados. Es necesario también que la guerrilla, la guardia nacional, la Home Guard, las fuerzas de autodefensa del pueblo o del territorio, etc., lo hagan en nombre y autorizados por un estado constituído. Y que ocupe, al menos, una parte de su territorio nacional. Es tan restrictiva esta condición que, durante la Segunda Guerra Mundial, sólo los partisanos o guerrilleros soviéticos cumplieron este requisito.

Por otra parte, el que sean combatientes ilegales o no reconocidos legalmente, no los asimila directa y socialmente a bandidos o criminales. Así, muchas veces, en aras de la paz social y de no encarnizar la lucha armada, los gobiernos aceptan llevar a cabo su campaña contraguerrillera, sin exacerbar los métodos usados y los ánimos de los perseguidos. 

Mis libros recomendados.

El libro «Partisan Warfare» del académico Otto Heilbrunn trata extensamente el complejo fenómeno de la guerra de guerrillas, hasta alcanzar la profundidad de un tratado sobre el tema. Se basa en el modelo comunista y, más particularmente, en sus brotes asiáticos de mediados del pasado siglo: la China de Mao y la experiencia del Vietminh de Nguyen Giap contra franceses, estadounidenses y compatriotas.

Esto se completa ventajosamente con la obra en dos tomos «War in the Shadows» de Robert Asprey. Que trata por capítulos no muy largos la guerra de guerrillas a lo largo de sus numerosos y diferentes escenarios históricos. Y que le dedica una extensión bastante grande a las experiencias china y vietnamita. Quizás porque son más contemporáneas y hay sobre ellas más material.

Yo, en mi libro «On the Nature of War«, dedico un anexo suficiente a desarrollar los aspectos tácticos, operativos y estratégicos de la guerra de guerrillas. Y de la eficaz lucha contraguerrilllera. Basándome en los hechos descritos por éstos y otros autores.

Con ello tendremos una base teórica contundente de los mecanismos socio políticos y militares de la guerrilla y de la guerra en múltiples frentes contra esta clase de lucha irregular armada. Y una referencia suficiente, pero muy enriquecedora por sus pinceladas y circunstancias específicas, de la trayectoria del fenómeno que tratamos. Con su aparición intermitente y recurrente a lo largo de la Historia.

En otro nivel, resulta también muy interesante el libro «Guerra de Guerrillas» del general Georgios Grivas (alias, Dighemis, nombre de guerra). ¿Por qué? Por varias razones. La Organización Nacional de la Lucha Chipriota o Ethniki Organosis Kipriahou Agonos (más conocida entre nosotros como la E. O. K. A..), organizó y llevó a cabo durante cuarenta y seis meses y medio, una guerrilla independentista nacionalista. Que fue ajena a las numerosas experiencias comunistas «de liberación nacional» de la época. Éstas últimas muy pocas veces se presentaban ante sus pueblos, clara y abiertamente, como «marxistas leninistas». Lo hicieron en Grecia entre 1946 y 1949 y en Malasia entre 1947 y 1960. Y, en ambos casos, fueron derrotadas y liquidadas. Y, precisamente, por el Ejército británico.

La guerrilla chipriota fue una guerrilla circunscrita a un país pequeño, demasiado pequeño, de unos 9300 Km2. Una de las condiciones iniciales que Mao Zedong reclamaba para el inicio y posterior fortalecimiento de las guerrillas, era que el país tuviese profundidad, extensión. Que permitiese establecer a las guerrillas sus primeras bases de refugio, en zonas protegidas por su inaccesibilidad. Los chipriotas llevaron a cabo una difícil guerra de guerrillas, por lo escaso de la campiña, sus limitados recursos (unos 600 mil habitantes, y una parte era la comunidad turca), la fuerza del enemigo y la falta de buenos escondrijos, circunscritos principalmente al macizo volcánico de Troodos, al sur del país y de gran riqueza minera, coronado por el monte Olimpo de 1953 m. de altitud. El diario londinense «Daily Herald» llegó a publicar que un mariscal, tres generales y cuarenta mil soldados británicos no eran capaces de derrotar a la EOKA. Parece ser que el mariscal Montgomery declaró también que la EOKA era estratégicamente imbatible. Finalmente, los greco chipriotas no consiguieron la Enosis, o unión política con Grecia, pero sí la independencia de la isla.

¿Por qué triunfaron los chipriotas? Porque el pueblo greco chipriota estaba unido cultural y firmemente (la Iglesia ortodoxa, dirigida por el arzobispo de Nicosia, Macarios, apoyaba totalmente el esfuerzo por la liberación y la Enosis) a sus escasos, eficaces, motivados y sufridos guerrilleros. Y ello, a pesar de que los turco chipriotas colaboraron con los británicos y que la EOKA tuvo que distraer en varios momentos a parte de sus menguos recursos para neutralizarlos. Los grupos guerrilleros elementales se formaban por 4 o 6 hombres; los que podían esconderse juntos, parcialmente dispersos, sin perder cohesión el grupo. Para las acciones mayores se reunían y coordinaban 2 o 3 grupos guerrilleros. Porque su organización guerrillera era suficiente, bien estructurada y muy flexible; no hacen falta demasiados hombres en armas. Porque sus mandos conocían sus debilidades, que eran muchas, y definieron un objetivo estratégico suficiente: Mantener una presión militar adecuada e indefinida, mediante acciones militares, sabotajes, propaganda y acciones populares, destinada a cansar y a desalentar a los ingleses. Grivas, en su «Plan General para la Acción Revolucionaria en Chipre» destacaba, «no hay que creer que nosotros, mediante esta forma y procedimientos pretendamos una derrota material y total de las fuerzas inglesas en Chipre. Perseguimos más bien su derrota moral, hostilizándolos e intranquilizándolos de tal manera que, al final, obtengamos el objetivo de la lucha. Ésa fue hasta el final nuestra meta estratégica. El éxito se lo debemos al hecho de habernos aferrado firmemente a ella».

La Guerra Psicológica contra los Talibanes, al-Qaida y los Insurrectos Chiíes II.

Y Sus Aplicaciones en Afganistán e Irak. Final.

Algunas aplicaciones prácticas de la guerra psicológica para la defensa de Afganistán e Irak.
   
¿Qué dice el Noble Corán sobre la guerra universal planteada por al-Qaida, de una forma especial y directa en Afganistán e Irak?

Capítulo (Sura), 4, versículo (aleya) 33“…Oh, creyentes…no os matéis a vosotros mismos…”. Aquí prohibe el suicidio. 

Sura 2, aleya 10 “Cuando se les dice: No cometáis desórdenes (voz que define los crímenes) en la Tierra, ellos responden: Lejos de eso, introducimos en ella el buen orden (el bien)”.

Sura 2, aleya 11 “¡Ay!, cometen desórdenes, pero no lo comprenden”.

Sura 28, aleya 77 “Al igual que Alá hace el bien, haced también vosotros el bien y no fomentéis la corrupción (el mal)” (asesinato de inocentes, de musulmanes y de gentes que os ayuda, daños innecesarios de las cosas, etc.)

Sura 49, aleya 9 “Si dos bandos de creyentes luchan entre sí, reconciliadlos. Pero si uno de ellos abusa del otro, combatid al que haya abusado, hasta que retorne al orden de Alá. Y si lo hace, arreglad las cosas entre ellos con justicia. Es cierto que Alá ama a los equitativos”.

Sura 2, aleya 100 “Nosotros no abrogamos ningún versículo de este libro, ni haremos borrar uno solo de tu memoria, sin reemplazarlo por otro igual o mejor”. Prescindimos de la sunna o tradiciones del Profeta (sus hechos y dichos religioso políticos), porque hay discrepancias en aceptarlas, según sus fuentes y las variantes del Islam. Aunque no nos resistimos a presentar un hadiz (comentario recogido por sus discípulos) suyo de la última época: “Es más útil para la Umma la tinta de los sabios, que la sangre de los mártires”.

¿Cuáles son las características operativas de los agentes de al–Qaida? 1) Su brutalidad innecesaria e indiscriminada, que los descalifica ante su religión. 2) La ausencia absoluta de ulemas y muftíes venerables y piadosos a su lado. Los ulemas y muftíes son los doctores de la Ley islámica. No hay propiamente teólogos, porque Alá es inmarcesible, inasequible e incomprensible para el hombre. 3) Su gran descentralización operativa por la universalidad de la Umma, que trasciende la idea de nación o raza, y que les dificulta conseguir objetivos estratégicos. 4) Su fracaso en incorporarse activa y firmemente a un grupo social amplio, que dé cobertura e impulso permanente a su movimiento. 5) Los activistas más alienados se suelen ir aislando progresivamente de la sociedad (al menos, emocional e ideológicamente), aunque “vivan” dentro de ella. Ello en aras de sus métodos violentos, a los que sacrifican todo por la eficacia. 6) Su afán de publicidad, con el que Occidente colabora insensible, necio y gustoso, diseminando a los cuatro vientos sus sangrientos hechos. 7) Su objetivo general de golpear a casi cualquier estado, puesto que el califato radical y agresivo de dar el-Islam (las tierras donde el Islam domina políticamente) no existe hoy en día.

A veces, las prisas por formar nuevas tropas llevan a un entrenamiento deficiente o incompleto de éstas. No están entonces vacunadas contra la tensión, especialmente aquí la mental, ni contra la frustración de los planes no cumplidos o de las sorpresas ingratas. Esto lleva casi inevitablemente a descargar la rabia y la impotencia enervantes en la población civil, siempre entremezclada voluntaria o coactivamente con los insurrectos. También es inadmisible que se someta intermitentemente a la presión militar de uno y otro bando a las poblaciones civiles locales, exigiéndoles una lealtad que no les ofrece seguridad. Y emplear guardias de seguridad privados en una guerra contrainsurgencia es casi desastroso. Estos elementos, como no tienen la obligación de morir por su patria, ni Irak lo es, actúan como una policía carísima y conflictiva y con una desorbitada superioridad de medios. Los abusos contra la población civil son siempre contraproducentes en una lucha contrainsurgencia y más en una rebelión propia interna. Recordemos, aquéllos añaden muchos puntos de moral social a los enemigos. Que habrá que restarles inevitablemente luego con trabajo, dinero, tiempo y paciencia. Y quizás la sangre de los soldados, la otra pinza de esta guerra.

Con toda la amplia información expuesta hasta ahora, es posible elaborar infinidad de tabloides, panfletos, publicaciones y varias clases de comunicaciones orales para su uso en la guerra psicológica. En ellos se desarrollarán ampliamente los puntos de vista y los avances del gobierno de Afganistán e Irak y de sus aliados desplazados a esa zona geoestratégica. Veamos una clasificación no exhaustiva, ni tajante, de aquéllos, en función de su intención. Por razones obvias, tampoco seremos demasiado extensos en la exposición.

Propaganda aclaratoria: explicar las intenciones del gobierno y sus aliados, las mejoras en la custodia y el tratamiento de los rebeldes capturados, los progresos continuos realizados en el comercio, los servicios, el suministro de energías, etc.; aclarar que la Yihad es realmente un tipo de esfuerzo personal en el camino de Alá y el esfuerzo armado o de sangre, una excepción, después de los primeros siglos de expansión del Islam naciente.

Propaganda de división o divisional: señalando los objetivos ambiguos buscados por algunos grupos rebeldes; destacando la falta de integridad o de compromiso con los problemas populares, de algunos mandos rebeldes; indicando los fines contra Irak y la desobediencia del Noble Corán de los agentes de al-Qaida; contando que, si los muertos occidentales por al-Qaida se cuentan por miles, los musulmanes asesinados por ella se cuentan por muchas decenas de miles.

Propaganda inquietante: planteando dudas sobre la capacidad operativa militar de las bandas rebeldes; perfilando, sin concretar fechas ni el orden de los objetivos, los planes militares de pacificación, con la exuberancia de medios a su disposición, del gobierno y sus aliados; exponiendo los sufrimientos infringidos a los pueblos iraquí y paquistaní y a los numerosos desplazados internos y exiliados.

Propaganda subversiva: indicar la enemistad real con Alá, comprometiendo su acceso al Jardín de las Huríes, de los agentes asesinos suicidas, generalmente extranjeros fanáticos desviados y, a veces, ni siquiera árabes; plantear dudas acerca de la rectitud o la legitimidad de la causa de muchos grupos rebeldes; mostrar la traición o el desprecio a los intereses de Irak y de Afganistán de los cabecillas que los cometan.

Por otra parte, que Mr. Bush diga que golpear metódicamente en la cabeza a los prisioneros o sofocarlos, sin ahogarlos del todo, son técnicas suaves y admisibles de interrogatorio, sólo delata la catadura primitiva y brutal de algunos de los personajillos que gobiernaba. El más endurecido y juramentado miembro de Al-Qaida no soportará simplemente que lo envuelvan en una hermosa piel de cerdo. Su religión es formal, no hay libre albedrío. Y esa acción «per se» lo vuelve impuro ante Alá y lo priva del Jardín de las Huríes. Hemos atacado con éxito su aparentemente inexpugnable baluarte de moral, seguridad y convinción. Lo privamos del premio que, gracias a nuestra sangre, tenía al alcance hasta esos momentos. Y siguiendo sus propias premisas y creencias. Que aquí sólo describimos, y que respetamos y no criticamos. La responsabilidad subjetiva surge en el cristianismo, cuando esa religión, asiática en su origen, alcanza Grecia, con su imponente cuerpo de doctrina ético filosófica. Y lo absorbe e incorpora a la presentación del Evangelio, lejos de las supersticiones e interpretaciones personales sesgadas. En la guerra convencional o irregular, las posiciones e ideas morales y sociales enemigas pueden ser atacadas, defendidas, asediadas, destruidas, etc., igual que los objetivos militares tácticos o estratégicos. Sólo que de otro modo y con otros medios, muy poco tenidos en cuenta generalmente. Y, mucho menos, conocidos.

Es muy importante conocer los efectos de las acciones de la guerra psicológica. El interrogatorio de enemigos presos es una fuente inapreciable de información, al igual que los documentos y materiales capturados al enemigo. Las técnicas de interrogatorio son en la guerra psicológica efectiva, limpias y no invasivas. Además, un hombre aterrorizado, herido, conmocionado, humillado sólo puede aportar errores o imprecisiones e incluso delirios o falsedades, con tal de que lo dejen en paz. Esta retroalimentación va a permitirnos ir adaptando, seleccionando y perfeccionando el material psicológico para su empleo eficaz y duradero. Un buen panfleto, una buena divulgación o exposición, hacen más que 10 mediocres. Y saber cómo va evolucionando “el objetivo”, tras nuestros combates exitosos y las acciones de la guerra psicológica.

Particularidades de los talibanes afganos y pakistaníes 

La asociación de los radicalismos sociales y religiosos de las milicias talibanes, con los «localismos» de las tribus pashtunes está haciendo un gran daño social y cultural a este amplio grupo étnico. Los severos «valores» que imponen los talibanes son ajenos a los pashtunes y van en contra del Pashtunwali, su código de virtudes y de honor social. El Pashtunwali define y establece los derechos y deberes individuales y los del individuo para con su colectividad: familias, clanes y tribus. La música tribal ha desaparecido de todos los lugares donde la presencia talibán lo ha podido imponer. El 27 de abril de 2009 los talibanes asesinaron en Peshawar a la popular cantante Ayman Udas. Su visión de la sharia es sesgada, radical, expedita y brutal: recientemente han aparecido en video las imágenes de la ejecución de una pareja de supuestos adúlteros y de la flagelación de una muchacha, que había salido sola de su casa. La sharia la forman el conjunto de leyes civiles, penales y procesales, basadas directamente en el Corán y en la sunna del Profeta. Como los musulmanes carecen de una doctrina común y canónica, sino que ésta es definida por los ulemas y muftíes en virtud de su formación y según las áreas, el rigor y la extensión de la sharia son variables.

También ese mes atacaron el santuario de Pir Baba, a unos 100 Km. de Islamabad. Aquí atentaron contra el mausoleo del más destacado poeta en lengua pashtun, el sufí pakistaní Rahman Baba. Los sufíes forman una cofradía, una variante práctica del Islam sunní, no necesariamente herética o excluyente. Y buscan principalmente un acercamiento más individual, directo y místico a Allah.

Llamamos virtudes a las «bondades y cualidades» humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades y los grupos humanos. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las «cualidades y bondades» humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades o grupos humanos. Y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas.

Los talibanes también han atacado las bases de la autoridad racial pashtun. Las asambleas de notables de las tribus (las jirgas), su verdadero poder central, son desautorizadas por aquéllos. También están perdiendo poder, autoridad y competencia, los lashkars. Éstos son las partidas armadas de las tribus, destinadas al cumplimiento de las decisiones de las jirgas, a proteger las zonas tribales de las amenazas exteriores y a protagonizar sus correrías foráneas, en busca de venganza o de botín.

¿Cuáles son algunas de las razones de que una parte del pueblo les siga? En amplias zonas de estos países la propiedad de la tierra está en manos de los cargos políticos o administrativos y el sistema judicial está plagado de defectos y corrupción. Sabemos que los talibanes no predican levantar el Jardín de las Huríes en la Tierra. Ninguna religión o ideología lo hace. Incluso el comunismo posponía indefinidamente la formación y la llegada del «hombre nuevo». Pero las ofertas de cambio, de mejor reparto de las riquezas, de un cierto grado de «justicia», de más acción y efectividad en las instituciones, constituyen parte de la atracción de estos visionarios. En unas tierras donde las desigualdades, la escasez, la falta de oportunidades para la mayoría, la desesperación profunda e interna, han sido características habituales.

¿A qué están jugando los talibanes? A apropiarse el poder, todo el poder, en las zonas pashtunes suficientemente controladas por ellos. Y lo hacen mediante y para: sus milicias (la coacción) y sus asambleas locales o «soviets» de sus imames (presiden las oraciones canónicas y realizan las lecturas del Corán en las mezquitas) y supuestos ulemas o doctores de la ley (la dirección y la decisión). Estos elementos son los que ejercen el mando, la autoridad y la soberanía en esta especie de teocracia islámica primigenia revolucionaria armada (llamémosle la TIPRA).

El supuesto carácter ortodoxo e indiscutible, que se atribuyen los talibanes, les lleva a la purificación violenta y despiadada de las costumbres y de la cultura de sus paisanos. Los talibanes son una «interpretación» islámica de los excesos prácticos (la revolución todo lo justifica) y genocidas (hay que crear al hombre nuevo, aunque sea liquidando todo rastro del antiguo) de Pol Pot, su camarilla dirigente y sus tarados esbirros del Khemer (quiere decir Camboya) Rojo. Los talibanes son siempre aliados de al-Qaida. Con la que comparten medios, territorios, refugios e inteligencia. Únicamente no comparten el poder y el control locales.

Cuando las ideologías son mesiánicas (salvadoras), totalitarias (alcanzando todos los ámbitos del hombre) y absolutas, ortodoxas y excluyentes (están en posesión de la Verdad y fuera de ellas no hay solución, ni esperanza), tienden, en circunstancias favorables para ello, a imponerse a los hombres. No a convencerlos y convertirlos. Y usando para ello fría y metódicamente la coacción, el atropello y la fuerza moral y física. Para crear, según los casos, terror, sumisión, delación e insuperable conformismo. Esta acción social incansable y proselitista, su general sobriedad de costumbres, la dirección firme y la confianza que tienen en sus actos, imprime una dinámica y un ejemplo especiales a su actuación. Que atrae a sus filas a los desfavorecidos, los olvidados, los desesperados, los excluidos, los maltratados. Los cuales estarán siempre y abundantemente entre nosotros, en toda época y lugar.

 

 

 

 

  

   

    

  

 

 

 

 

Ataques de la Yihad en India y Pakistán.

Análisis de los casos de Bombay y Peshawar. 

Introducción.

Las incursiones yihadistas en Bombay (India) y en los alrededores de Peshawar (junto a la frontera afgano-pakistaní) son ejemplos de ataques con objetivo limitado de pequeñas unidades. Sus 9 características, que desarrollamos en este trabajo, correctamente aplicadas, los hacen difíciles de detectar en su preparación y aproximación al objetivo y aún de rechazar en éste. Su trascendencia operativa es limitada en las guerras irregulares o de guerrillas. Pero, gracias a la importancia del objetivo, de la aparición de un nuevo brote de rebelión armada o de nuevos alcances de ésta, su trascendencia estratégica o política puede ser grande y duradera.

Los Conceptos Esenciales de los Ataques de Objetivo Limitado.

Las unidades y pequeñas unidades atacando con objetivo limitado (una incursión profunda, la toma de una posición crítica, el asalto a una población, una emboscada importante) constituyen un «sistema» militar cerrado, aislado o limitado. Esta condición les impone unas características específicas en sus «interfases de acción» con el enemigo. Que no siempre son idénticas a las de la lucha de unidades y grandes unidades, cuando están vertebradas en su retaguardia operativa o «masa de apoyo». Sobre todo en la limitación de los medios humanos y materiales y del tiempo de actuación disponibles.

Un sistema militar es el conjunto armónico (con correspondencia entre ellos) y sinérgico (que actúan conjuntamente) de «elementos» o partes diferentes, pero relacionados en su naturaleza, que producen o generan una función o actuación, dentro de la actividad militar más amplia.

La interfase de acción es nuestro concepto espacial que define la zona y aún el espacio donde desarrollamos la acción táctica sobre el enemigo y sus medios, siguiendo criterios adaptados al carácter de nuestros objetivos. En el ataque penetrante, por ejemplo, la longitud de las interfases se limita cuantitativamente y se seleccionan éstas en la profundidad enemiga, según sus puntos críticos y aquéllos que estorben al avance de nuestras fuerzas, por ejemplo, observatorios y puntos de fuego antitanque. En la defensa, aumentamos cuantitativamente las potenciales interfases en nuestra profundidad y de una forma laminar y sucesiva. La interfase busca la aplicación sobre el enemigo de una pura atrición elegida, selectiva, suficiente y favorable. Posibilitando así su «aniquilación» (como incapacidad funcional o posicional y pérdida de su voluntad de combate) y su rendición. La ausencia de interfases, por el contrario, da una cierta seguridad a cualquier fuerza, concretándose solamente en una amenaza la presencia, incluso cercana, de su enemigo. La interfase no es sólo lineal o frontal y con la profundidad del alcance de las armas pesadas de infantería y de los tanques. Sino que se prolonga superficial y espacialmente por la acción de la artillería indirecta, de los medios de destrucción superficial (artillería reactiva o atómica) y de la aviación de combate y de bombardeo. A menos interfases de acción sobre el enemigo en una zona de operaciones, funcionará más el empleo de la maniobra operativa. Y con más interfases, buscaremos desde posiciones ventajosas y con medios eficaces y sinérgicos (interarmas o de armas combinadas) «aniquilar» al enemigo.

No sólo tienen una función e intención tácticas los ataques con objetivo limitado. También se han utilizado operativamente en un amplio sector del frente, cuando la defensa enemiga carecía de profundidad y de reservas suficientes, buscando el mínimo desgaste propio y demolerlo con el efecto multiplicador del conjunto de esfuerzos limitados. Por ejemplo, estas acciones fueron emprendidas con notable éxito por las fuerzas del 9º ejército alemán de infantería del coronel general Model, para reformar y consolidar sus frentes en la zona al suroeste de Sychevka, entre enero y abril de 1.942, previos a su ofensiva de primavera en la zona Centro soviética.

Las características eficaces de esta forma de lucha limitada son: Las unidades así empeñadas deben imponer una superioridad combativa al enemigo, para poder conseguir una supremacía local y temporal, que les permita conseguir sus objetivos. Sus medios deben ser suficientes y proporcionales a la misión a cumplir. La característica o el factor crítico en la concepción de la misión es la simplicidad. Las características de su preparación son la inteligencia, la seguridad y el entrenamiento. Las características eficaces de su acción son la sorpresa, la velocidad de acción (en forma de un ritmo apropiado) y el compromiso de los participantes en la misión. La sorpresa es siempre un importante multiplicador de la capacidad de combate empleada.

Desarrollo de las Características y su Funcionalidad. El ataque a Bombay.

La simplicidad permite concentrarse en unos pocos objetivos relacionados, cercanos, utilizando un número limitado de hombres y medios. Y si conseguimos emplear una táctica o una técnica nueva o diferente, que sea original para la situación dada, tanto la simplicidad de concepción como la sorpresa de ejecución se verán muy favorecidas.

El 12 de septiembre de 1943, el capitán de las S. S. Otto Skorzeny realizó el rescate del Duce en su prisión del hotel de alta montaña del Gran Sasso, en los Apeninos italianos. El empleo de planeadores para asaltar la posición, luchando contra las difíciles corrientes de aire (incrementadas por el retraso en llegar, al desembarcar ya al mediodía) y aterrizando en los escasos trozos de terreno disponibles para ello, facilitó la sorpresa de los «carabinieri» de guardia. Ésta se prolongó, permitiéndoles acceder al edificio principal, cuando un conocido general de los «carabinieri» desembarcó del planeador de Skorzeny y le acompañaba. La supremacía de combate fue lograda rápidamente.

En mayo de 1940, fuerzas aerotransportadas alemanas desembarcaron en planeadores sobre los techos de la fortaleza belga de Eben Emael. 78 hombres debían neutralizar una guarnición de unos 1.200 soldados belgas, para permitir que las fuerzas terrestres alemanas se pudiesen acercar al canal de Albert, dominado en una gran extensión por la artillería pesada del fuerte. Aparte del sorpresivo desembarco, los alemanes contaban con una nueva arma, las bombas de carga hueca, que más tarde encontrarían amplia utilidad como cohete antitanque, incluso en esta guerra. Con ellas volaron las cúpulas y casamatas donde se alojaban los cañones y bloquearon algunos de los reductos, donde se habían refugiado los soldados que no quisieron rendirse. La llegada al día siguiente de las columnas alemanas, especialmente los pioneros (ingenieros), con sus medios de asalto a fortificaciones, precipitó la rendición del fuerte enemigo.

La seguridad se refiere principalmente a las etapas de planificación y de preparación y entrenamiento y, si procede, a la etapa de transporte o inserción. Debe ser activa y pasiva. Por ejemplo, dando información diferente o desorientadora y ocultando los propósitos verdaderos, hasta la etapa de acción sobre el objetivo.

La inteligencia necesaria supone el conocimiento completo, preciso y actualizado en el tiempo, de las circunstancias y características que concurren en la misión. Por las características de ésta y lo exiguo de los medios especializados de ataque, la inteligencia tiene que ser facilitada por agencias y unidades ajenas a las que intervienen en la misión, incluso las de nivel estatal.

El entrenamiento debe ser tanto genérico, en las acciones, técnicas y tácticas varias, como en las específicas para la misión planificada. Además de los que efectúen las diferentes unidades, es necesario realizar el entrenamiento de las acciones coordinadas, con las unidades que participen simultáneamente en alguna parte de la misión. También es necesario realizar un ensayo general con todas las características de la misión, incluyendo su duración prevista con un margen de error. La variable independiente y omnipresente «tiempo» introduce a veces efectos inesperados, no siempre buenos. Por ejemplo, un vehículo, una maquinaria auxiliar, presenta problemas al cabo de X horas de funcionamiento severo, no en un ensayo en tiempo recortado o «a escala». Es bueno también incluir alguna variante que represente un error, un imprevisto o una pérdida de capacidad. Y que los hombres se entrenen en subsanarlos o, al menos, en neutralizarlos con su esfuerzo aislado. Por ejemplo, en los dos casos de los comandos alemanes citados, considerar que una parte de los planeadores es derribada o aterriza a mayor distancia de la prevista de la zona de desembarco teórica. Todo ello facilitara la ejecución precisa y fluida de las sucesivas acciones elementales de la misión. Y contrarrestar o superar los casi inevitables errores, pérdidas y desvíos parciales que sufra su desarrollo y logro final.

Herido durante los combates en Bombay, Mohammad Ajmal Amin Kasab (su nombre tiene tantas variantes como agencias y medios que lo citan) fue dado por muerto por los policías indios que trasladaban su cuerpo. Después de recibir la transfusión que lo mantuvo con vida, a pesar de pedirles a los médicos que lo dejaran morir y no lo entregaran a la Policía, el miliciano de 21 años reconoció ser integrante de Lashkar-i Taiba. Su líder Hafiz Mohammed Said actúa abiertamente desde su base en los alrededores de Lahore, Pakistán. Tras meses de entrenamientos en un lago artificial del norte de Pakistán, los yihadistas suicidas partieron desde Karachi a bordo de un barco mercante. Entre tanto, otros miembros del grupo entraban en la India para registrarse en el hotel Oberoi. Y realizar depósitos temporales de explosivos en la ciudad y supervisar los últimos preparativos de la acción. La Guardia de Seguridad Nacional india confirmó que los atacantes «se movieron sin dificultad». El empleo de dispositivos GPS y el estudio por Internet de los mapas de Bombay, que permiten casi pasear por una ciudad, facilitó al grueso del grupo asaltante la familiaridad necesaria con el objetivo de ataque urbano, sin haberlo recorrido previamente.

La sorpresa supone atacar al enemigo, incluso dispuesto en alerta y en defensa preparada, en un «aspecto» o «flanco» descuidado por él en esos momentos, que nos brinden una «interfase de acción» favorable. Supone una innovación. Es una aproximación táctica «diferente» (a lo esperado, tanto usual como previsible). Aunque también contenga elementos técnicos diferenciales o nuevos. Estos fueron la carga hueca y los lanzallamas, en sus momentos.

Los extremistas paquistaníes alcanzaron Bombay en un pesquero indio que secuestraron, matando finalmente a todos sus tripulantes. Entraron por el puerto de Sassoon, a la derecha de la estrecha península final sur de Bombay, en dos o tres balsas neumáticas Gemini. Y una vez desembarcados avanzaron hasta la terminal de ferrocarril Chhatrapati Shivaji, donde realizaron un primer ataque brutal y dejaron escondidas 2 cargas explosivas de 4 Kg., que no llegaron a detonar más tarde. Allí secuestraron taxis y camionetas de la policía y regresaron al extremo sur de la ciudad, que es un punto de encuentro de la elite local con empresarios y turistas occidentales. Durante el trayecto disparaban a mansalva, lanzaban granadas de mano y tomaban rehenes en hospitales, cafés (entre ellos el Leopold) y cines. Así batieron 6 0 7 objetivos secundarios, saturaron de información sobre los ataques a los servicios de seguridad, bomberos y sanitarios y pudieron llegar sin estorbos a sus 3 objetivos finales. Los que serían la antesala de su entrada en el Jardín de las Huríes, un premio indefinido, no eterno. Porque estos comandos irregulares fanáticos no pensaban en su retirada, ni tenían prevista su extracción. El Hotel Oberoi Trident, el Hotel Taj Mahal y el Centro judío ortodoxo Nariman House, cercanos y alrededor de la abierta bahía de Back, los esperaban en plena actividad, inermes y ajenos a su suerte.

La velocidad supone actuar consistentemente por delante del enemigo en los sucesivos «ciclos de acción» elementales que definen una actuación o proceso. Esto supone también actuar con oportunidad y con ritmo (la velocidad relativa al enemigo adecuada). Por ejemplo, para actuar por el fuego aéreo sobre unos guerrilleros, no podemos emplear cazas o caza bombarderos demasiado rápidos, equipados y sofisticados. Pero incapaces de seguir, fijar y destruir un objetivo tan tenue y débil. Salvo que queramos arrasar sus posiciones real y probables, convirtiéndolas en una gran «zona de destrucción». Y sin que nos importen mucho los hipócritas «daños colaterales»: los civiles y sus propiedades, no beligerantes. Para perseguirlos, fijarlos y atacarlos están los Broncos y todos los aviones de este tipo; incluso, valdría un avión a chorro MIG-17. Recordemos que un ciclo de acción comprende una fase de observación, otra de situación o determinación de ésta, una de decisión y una de realización. Si nos vamos «adelantando» al enemigo, éste irá actuando según situaciones elementales ya superadas.

La velocidad implica también alcanzar rápidamente la situación de supremacía activa en «capacidad de combate» útil frente a aquél. Las acciones bélicas iniciales deben ser especialmente desconsideradas, para lograr aquélla. La velocidad de reacción enemiga es inicialmente muy lenta. Estará con estupor y tratará de verificar lo que está ocurriendo. Su fase de determinación de la situación inicial se alargará. Una acción de engaño en estos momentos, alargará el tiempo transcurrido desde la percepción hasta la determinación del cuadro real de la situación. Por ejemplo, la utilización de la uniformidad, de algún equipo o del lenguaje del enemigo por determinadas partes o subunidades de las unidades implicadas en la acción.

Una vez alcanzada dicha supremacía frente al enemigo, ésta debe ser mantenida siempre, ya que su pérdida y los escasos medios relativos de que se dispone localmente, harán muy difícil su recuperación. Al alcanzar la supremacía en capacidad de combate local, las probabilidades de éxito de la misión se incrementan exponencialmente. Y también disminuimos drásticamente nuestra vulnerabilidad frente a aquél durante la actuación. La supremacía es puntual, donde está el corto entorno de lucha. En el mar, nos ahogamos en los pocos litros de agua que nos envuelven la nariz y la boca. No nos ahogamos en su inmensidad.

El compromiso de los hombres y jefes y sus cualidades de selección darán unas características de coraje moral y físico a sus acciones. Éstas son necesarias para superar la incertidumbre, los errores y las desviaciones, la acción del enemigo, a veces puntualmente crítica, y aprovechar las oportunidades. El compromiso supone el pleno conocimiento de las características y de la trascendencia de la misión y su asunción voluntaria y entusiasta por todos los participantes.

El Futuro.

La adaptabilidad y las posibilidades de este tipo de lucha independiente, se incrementarán probablemente en el futuro, incorporando en él todas o varias de las 9 características específicas indicadas antes. La coherencia, la fiabilidad y la resistencia de la misión se fortalecerán cuantas más cualidades de éstas cumplan, aseguren y mantengan. En este éxito influye fundamentalmente la falta de disponibilidad o de alerta combativa que durante la mayoría del tiempo tienen las fuerzas atacadas. No digamos ya si éstas carecen de motivación y entrenamiento, han caído en la rutina o el desinterés, son fuerzas mercenarias de seguridad (como en los casos de los ataques a los parques logísticos de Pesahawar, dedicados al apoyo a las fuerzas de la OTAN en Afganistán) o su agencia de inteligencia no las tiene informadas o, al menos, alertas. Los yihadistas exploran por observación. No tienen capacidad para los reconocimientos en fuerza de unidades. Y, a diferencia de los occidentales, poseen una admirable y tenaz paciencia, fruto más de su idiosincrasia étnica y social que del fanatismo religioso.

En efecto, para las guerrillas rurales y urbanas es una forma de lucha de elección para sus acciones más elaboradas y ambiciosas. Por ejemplo, el asalto a los parques de camiones y vehículos blindados de la OTAN situados a lo largo de la carretera Kabul-Peshawar, a primeros de diciembre de 2008. O el ataque a Bombay, en noviembre de 2008, de 3 decenas de yihadistas suicidas urbanos, que logran herir y matar a más de 500 potenciales enemigos (infieles occidentales cristianos o ateos, e indios politeístas) y que logran poner patas arriba a la ciudad durante más de dos días y medio.

Repásense, como ejercicio de comprensión y fijación de los conceptos, las 9 características citadas con las condiciones de lucha y cualidades exhibidas por los rebeldes yihadistas en los dos tipos de ataques citados. Esto dará el perfil de posibilidad de cumplimiento que tenía su actuación.

 

 

 

 

La Guerra Psicológica contra los Talibanes, Al-Qaida y los Insurrectos Chiíes.

Sus Aplicaciones en Afganistán e Irak. Primera Parte.

El brigadier estadounidense Bonner F. Fellers explicaba que “la guerra psicológica debía ir al mismo paso de los ejércitos vencedores”. En efecto, la razón de ser de todo el aparato militar en la guerra psicológica es exacerbar la desmoralización enemiga, que acompaña inevitablemente a sus derrotas mayores y menores. El efecto debe ser algo así como echar sal en las heridas abiertas por nuestros combatientes. Y, para ir ganando “los corazones y las mentes” de los iraquíes, es necesario primero no ser el perdedor en el terreno militar. Toca ahora abordar la contribución de una forma más incruenta, sutil y profunda a la victoria de las autoridades afganas e iraquíes.

Aparición, desarrollo y características de la guerra psicológica. Su empleo en la guerra irregular.

A comienzos del siglo XVI las ideas “reformistas y heréticas” del sacerdote agustino Martín Lutero se propagaron incontrolablemernte por el centro y el norte de Europa, con la ayuda de la imprenta. El origen de la palabra propaganda surge durante la llamada Contra Reforma. Es una referencia a la propagación de la fe católica. Con los jesuitas en la vanguardia de esa tarea de catequización. Haciendo frente a las desviaciones de la ortodoxia preexistente, enseñadas por los luteranos, hugonotes, calvinistas, erasmistas, etc.
No es hasta la I Guerra Mundial cuando el término adquiere una significación negativa o peyorativa. Ésta se origina por la indignación popular hacia los esfuerzos sistemáticos de las potencias beligerantes en aquélla, para manipular en su favor las ideas y, con ello, las actitudes de todos, los neutrales, los enemigos y la población propia. Así, en los años 30 del pasado siglo, la propaganda “de guerra” o “nacional” evocaba en la mayoría de las personas la visión de fuerzas malévolas, que se antojaban extrañas y alienantes, intentando lavarles el cerebro. La necesidad surgida con el estallido de la II Guerra Mundial, de cooperar al esfuerzo de guerra total con todos los medios disponibles, ante un conflicto impuesto que amenazaba la supervivencia de las democracias, y los nuevos avance en los campos sociológicos y psicológicos durante el período de entreguerras, llevarán progresiva y firmemente a la aceptación por las naciones occidentales y sus fuerzas armadas de la aplicación de la guerra psicológica.
La propaganda maneja siempre informaciones básicas, esenciales, que son sencillas y simples por definición. Esto es debido a que su “objetivo” (el “snob”, “target”) es siempre amplio y numeroso: la población de un determinado país o región, o un colectivo extenso religiosa, económica, racial o socialmente diferente. Ellos son los que hay que informar, convencer y, según los casos, proteger.

La importancia de conocer la “población” a la cual va dirigida la guerra psicológica es incuestionable. Un principio de la guerra, definido ya por los autores chinos hacia el siglo IV antes de Cristo, exige conocer al enemigo, como premisa para presentarle o no combate, y ganarle en su caso. En el campo aliado en la II Guerra Mundial, tras los abrumadores éxitos iniciales japoneses hasta mediados de 1942, se tenía la extendida y falsa idea de que los soldados japoneses no se rendían y que eran impermeables e invulnerables a cualquier acción psicológica enemiga. Esto provocó que durante mucho tiempo, las fuerzas aliadas combatientes más bien toleraran, que apoyaran o promoviesen, la acción de las fuerzas del G-5, la sección del EEMM para la guerra psicológica. El conocimiento extendido que se tenía sobre los “diablos amarillos” no pasaba de su adhesión al ideal de “la muerte antes que el deshonor”, su leal fijación por el emperador, como autoridad suprema y símbolo de la nación, y el peso de un estigma generalizado y adquirido, por su felonía inicial en la guerra. Así, los primeros textos aliados de propaganda sólo provocaron la risa en sus lectores nipones.
La información es la exposición suficiente de hechos y opiniones (identificadas como tales), presentados al público para que éste deduzca sus propias conclusiones. La propaganda es una información persuasiva. Su diseño busca persuadir al “objetivo”, para que responda o reaccione favorable o desfavorablemente sobre un asunto o una idea determinados. Lo que distingue la información de la propaganda es la intención del comunicador, no el contenido o la calidad del mensaje. La propaganda no es intrínsecamente mala, desviada o falsa, ni puede ser un sinónimo de mentiras. Ya que las falsedades o las verdades a medias, que terminan descubriéndose rápidamente hoy en día, destruyen la credibilidad del mensaje y del comunicador y los propósitos buscados por la propaganda. 
Las guerras contra los irregulares armados son por naturaleza largas, dolorosas y difíciles. El carácter prolongado se origina de la necesidad de que una fuerza armada irregular “popular” rebelde, partiendo casi de la nada, se desarrolle, se extienda y se fortalezca suficientemente. Y consiga entonces derrotar moral o militarmente a un ejército regular propio o de ocupación. Las dificultades y los crueles males surgen por el elevado componente civil que participa en ellas. Son guerras localizadas en el patio de casa, en la retaguardia propia u ocupada. Grivas, en su “Plan general de la acción revolucionaria en Chipre” enseñaba, “no hay que creer que nosotros, mediante esta forma y procedimientos pretendamos una derrota material y total de las fuerzas inglesas en Chipre. Perseguimos más bien su derrota moral, hostilizándolos e intranquilizándolos de tal manera que, al final, obtengamos el objetivo de la lucha. Ésa fue hasta el final nuestra meta estratégica. El éxito se lo debemos al hecho de habernos aferrado firmemente a ella”. 
Si la fuerza la tiene el ejército y la no fuerza, los rebeldes, ¿cuál es el nutriente esencial que absorbe una parte y que pierde miserablemente la otra, a lo largo de mucho tiempo? La fuerza moral, la fuerza psicológica es el secreto del éxito en estos conflictos de baja intensidad militar. Que se libran realmente por parcelas, por objetivos, por “cuantos” de moral social. Cuya acumulación asola y destruye la capacidad armada del contrario. Esto también quiere decir que el proceso tiene dos sentidos, que es posible casi siempre revertirlo y aún ganarlo. Incluso a pesar de haber sido sorprendida por un estallido social merecido. Y la razón de esto es su lentitud extrema. De ahí la importancia de la guerra psicológica en la lucha contrainsurgente en Afganistán e Irak. Como la otra pinza imprescindible para cercar y rendir al enemigo en esta guerra irregular.   

Las premisas esenciales para la guerra psicológica en Asia Central. La explicación según su estructura social y sus características socio religiosas.

En Afganistán e Irak deben aplicarse siempre 4 parámetros o factores centrales y radicales en la guerra psicológica. Es necesario decir siempre la verdad. Es necesario abstenerse de criticar al Islam, a la fe nacional, en todas sus interpretaciones normales. Es necesario respetar las estructuras sociales de la nación, profundas en su idiosincrasia y esenciales para su convivencia. Es necesario destacar la amistad inquebrantable hacia los pueblos afganos e iraquíes de las fuerzas aliadas internacionales.
A través de la verdad se busca lograr, mantener y garantizar la credibilidad de la información transmitida, diseminada por la Coalición y por el gobierno y las fuerzas armadas y de policía locales. La propaganda contrainsurgente debe mantenerse fiable. Y esto se logra porque se adapta y es conforme con las experiencias diarias de los diferentes rebeldes talibanes o iraquíes, que las viven. En muchos casos, este parámetro o presupuesto de la verdad limitará o recortará qué es o cuánto es lo que los propagandistas militares pueden decir.  
En estos países, como en tantos estados musulmanes, el Islam es un factor principal de cohesión social e integridad nacional, independientemente de la rama islámica sunní o chií a la que se pertenezca. Y de la interpretación religiosa personal y más o menos sesgada que predique el imam de la mezquita, a la que se acuda regularmente. El Islam es, en su acepción más simple y popular, una fe sencilla, dotada de ritos externos y sociales muy definidos, y fácil de seguir y cumplir. Una democracia islámica se basa: En la Umma o comunidad religioso social. En el Corán o revelación directa de Allah. En la Sunna o la tradición del Profeta, sus hechos y dichos (hadices) recogidos por sus discípulos directos. Y en la Sharia o sus leyes derivadas civiles y penales, que estarán más o menos desarrolladas y aplicadas según los países.
Es necesario, por tanto, no  imputar a la religión musulmana lo que son fenómenos provocados por cambios sociales, intereses partidistas o, incluso, muy terrenos, y la voluntad de poder de algunos jefes y estados. A su vez, hay que considerar que sólo los islamistas radicales violentos esgrimen su interpretación del Islam como una solución excluyente a todos los problemas de su sociedad política o de la Umma. En esto, los europeos tienen una tendencia a considerar el Islam como un todo monolítico e inmutable en el tiempo. Por ejemplo, es necesario destacar al pueblo iraquí, la distinción entre los objetivos perversos de los jihadistas extranjeros y la rebelión interna de origen sunní o chií. Aquéllos están concentrados en los grupos semiautónomos de Al-Qaida, para quienes Irak es sólo un terreno propicio para sus matanzas indiscriminadas de iraquíes, buscando encender una guerra civil que lleve a la desmembración del país.
Por otro lado, la obediencia es una cualidad personal y social muy arraigada en las sociedades islámicas. Se obedece al jeque o jefe de las familias del clan en las cosas tocantes al orden social, se obedece al jefe familiar o padre en la familia y se obedece y acata la voluntad de Dios como gesto y rito vital en el Islam. Esta obediencia social es enriquecedora y protectora, no disolvente ni enfermiza por sí misma. Por ejemplo, en las madrasas, el Corán se aprende de memoria, por recitación continua a lo largo de los años de escolaridad. Puesto que es la Palabra de Dios descendida de junto a Alá, no hay interpretación ni crítica disolvente, sino obediencia y aplicación. Así, soportando la división de creencias y etnias en Afganistán e Irak, perdura muy arraigado y tenaz un complicado entramado de tribus y luego de clanes regionales y aún locales. Este, para nosotros, pintoresco conglomerado social es el que da el verdadero valor y sentido a las lealtades y a los intereses, siempre relativos y aún oportunistas, de los afganos e iraquíes. Por eso es costumbre incorporar en muchos casos al final del nombre, un topónimo que señale el lugar de nacimiento.
Las características jurídico sociales democráticas de expresión del pensamiento, libertad de movimientos, derecho al voto personal, libertad de comercio, derecho a la propiedad privada, protección de los menores, derechos femeninos, derecho a la justicia, obligación de pagar impuestos, servicio militar obligatorio, etc., podrán estar más o menos desarrolladas, protegidas y promovidas en una sociedad islámica. Pero deberán entreverarse, conjugarse, asociarse, estructurarse, comprometerse con las realidades socio político religiosas esbozadas apenas más arriba, para que funcionen. Nunca podrán imponerse desde afuera, como si se tratasen de la única forma legítima, que aquí resulta curiosamente radical y excluyente, que puede adoptar un “gobierno del pueblo”.
Ése fue uno de los dos errores garrafales de Paul Bremer, en Irak. Un ejemplo, los oficiales de la inteligencia militar trataron de llevar a cabo un trato con 19 subclanes de la tribu Dulaimi de la provincia al-Anbar, en el centro del triángulo sunní, para desarmarlas y que realizasen labores de vigilancia sobre el tránsito rebelde en su territorio. La contrapartida era un pago de $3 millones y el reconocimiento administrativo de la tribu. Bremer estropeó el cierre del trato, diciendo que “las tribus eran un vestigio del pasado, que no tenían cabida en el Irak democrático”. Sin embargo, por el contrario, ya desde noviembre de 2003 los baazistas exiliados y diferentes jefes de tribu o jeques han mantenido reuniones públicas mensualmente en el hotel Palacio Chan, de Damasco. Se suponía que eran para expresar la solidaridad contra la prolongada ocupación estadounidense. Pero también han servido para mantener reuniones de aquéllos con líderes de la insurgencia, planificar operaciones comunes y para la distribución de dinero. Por lo tanto, Afganitán e Irak no pueden ser democracias occidentales liberales inorgánicas. Donde apenas resiste aún algún valor moral o social. Frente a la todopoderosa avalancha asimétrica de las libertades individualizadas, consagradas como fuente de Derecho, sin la contraprestación jurídica de deberes sociales o personales.
Debemos tener presente siempre que todo el pueblo de Afganistán o de Irak son amigos y aliados. Y que sólo una parte de ellos presentan temporalmente intereses y objetivos divergentes, que buscan obtener por la dialéctica de la fuerza. Dichos objetivos no son antagónicos irresolubles con los nuestros. Porque gran parte de la insurgencia ataca a las fuerzas extranjeras de la coalición o a las de las autoridades afganas o iraquíes propias, porque en éstas ven indefinición o falsedad política, debilidad, parcialidad por algún bando opuesto, incapacidad, corrupción, indecisión y poco brío para la resolución de los problemas nacionales. Por ejemplo, el vacío de poder aglutinante y rector que dejaron Saddam Hussein, la estructura férrea del Baaz y su clientelismo omnipresente, con todo lo imperfecto, corrompido y cruel que fueran, no lo han llenado aún completamente las fuerzas nacionales iraquíes. Probablemente porque han aplicado un modelo injertado de estado liberal ajeno y espúreo, vacío de contenidos prácticos y alejado de la realidad social de Irak. En Afganistán partimos de que no contamos, ni siquiera, con los vestigios de una administración estatal respetada previa. 

Una Teoría para la Guerra Moderna.

Esta teoría de la guerra moderna se refiere a la guerra de maniobras. Y pretendió dar una solución práctica a la tendencia de las fuerzas terrestres estadounidenses de utilizar exagerada o inoportunamente el fuego pesado de apoyo, como su principal “argumento” o medio sobre el enemigo en los combates o en su preparación. También buscaba consolidar en las operaciones terrestres el concepto de estrategia operativa, como nuevo y preciso nivel de actuación entre la estrategia militar y la táctica. A esta guerra moderna también se le conoce como guerra de tercera generación.

Teóricos principales y situación.
  
Varios son los teóricos, tanto civiles como militares, que contribuyeron a crear un cuerpo de doctrina coherente, suficiente, práctico y eficaz para esta nueva teoría de la guerra moderna. Destacaremos al analista y conferenciante William S. Lind. Curiosa y significativamente, Mr. Lind no prestó servicio militar activo ni siquiera un día y tampoco nunca nadie le ha disparado un tiro. Aunque existen vivos aún un buen número de oficiales de vieja formación, deseosos de remediar esta última deficiencia práctica de su “trayectoria vital”. Otro personaje fundamental fue el coronel John Boyd, que era un antiguo piloto de caza de la USAF. También es de señalar la contribución del profesor coronel del cuerpo de marines Michael Wyly. Cronológicamente en una segunda fila, destaca con fuerza propia, expandiendo el torrente de ideas de la teoría en marcha, el coronel del US Army Robert Leonhard.

Decía el renombrado analista militar israelí Martin van Creveld que “los ejércitos” se iban convirtiendo a lo largo del tiempo en “burocracias anquilosadas”, perdiendo en este proceso gran parte de su eficacia. Podían seguir matando, pero lo hacían mal, lenta y costosamente. Quizás su endogamia excesiva les exija y obligue a permitir que desde fuera de la organización se les den ideas renovadoras. Al menos, los estadounidenses lo hicieron y las aceptaron. E intentaron incorporarlas a su doctrina, reglamentos y manuales. Y, hasta procuraron ponerlas en práctica en sus guerras convencionales siguientes. No así en sus guerras de contrainsurgencia, las guerras de guerrillas de toda la vida, a las que ahora llaman pomposamente guerras asimétricas o de cuarta generación.

En esta introducción a la teoría de la guerra moderna o de maniobras queremos dar una visión conjunta, holística y aplicada de las ideas desarrolladas y, a veces, implementadas, por esos hombres, a lo largo de una década en el siglo pasado: desde primeros de los 80 hasta primeros de los 90. También nos permitiremos ampliar o extender los conceptos o las explicaciones, cuando el propio desarrollo o exposición de la teoría lo pida, para su mejor comprensión. Y sus autores y teóricos no hayan sido tan explícitos o prolíficos al presentarla.

Las ideas fundamentales de la guerra de maniobras.

Veamos la curiosa definición de táctica de esta teoría. Es importante, porque de ella se deriva casi todo su desarrollo y aplicación posteriores. Táctica es la combinación armónica y suficiente de conocimientos específicos, experiencias y técnicas militares, para producir una acción sorpresiva, suficiente, eficaz y poderosa sobre el enemigo, en esas condiciones dadas de tiempo, clima y oportunidad. Esa “combinación” debe ser matizada y modulada por el esfuerzo principal y las órdenes tipo misión del jefe y por las resistencias y los vacíos de la capacidad de combate que presente el enemigo, en su despliegue inmediato y según su intención.

En la batalla, en el combate se busca introducir al enemigo en ciclos sucesivos de “observación, situación, decisión y acción”, que sean más rápidos que sus capacidades de actuación. De tal manera que las acciones enemigas sucesivas “elementales” resulten progresiva y fatalmente cada vez más inadecuadas e ineficaces, para contrarrestar, superar u oponerse a las nuestras. Lo cual debe tender a destruir su cohesión de unidad y fomentar y extender el pánico entre sus hombres, ante la inutilidad manifiesta de las acciones que emprende.
Como se aprecia no hemos tocado los “fundamentos”. Las técnicas básicas de cómo disparar algunas armas, el adiestramiento físico o la lectura de los mapas y la orientación, etc. O las técnicas avanzadas de cómo realizar las distintas operaciones de marcha, avances campo a través, defensa, el empleo de un sistema de armas combinadas o interarmas, algún tipo especial de ataque, etc. Aquéllos vendrán dados en su momento en las escuelas, las academias y los destinos. Lo importante en esta teoría es la aceptación y la asunción de su enfoque nuevo, que resalta las cualidades de iniciativa y creatividad en los jefes. Para ahorrar medios físicos militares y económicos, las vidas y el inapreciable tiempo, siendo mucho más eficaces.

El funcionamiento del nuevo estilo de actuación.
 
Bien, si queremos ser más rápidos y eficaces que el enemigo, tenemos que tener una organización militar suficientemente descentralizada, actuando sobre él. Recordemos el ciclo de actuación con sus cuatro fases. Si las observaciones de las subunidades en contacto deben ser pasadas hacia arriba, siguiendo una cadena de mando, la definición de la situación hecha y la decisión tomada en un alto nivel, y, luego, la orden para la acción transmitida hacia abajo, a través de la cadena de mando, y, entonces, ejecutada la acción, el ciclo de actuación va a ser lento. E, incluso, puede resultar tardío e improductivo, en un medio táctico muy fluido y cambiante, lejos de los frentes lineales.   

Pero no queremos que las subunidades en contacto con el enemigo deambulen sin sentido superior ni eficacia por el campo de combate. Para guiarlas provechosamente en su actividad están las órdenes tipo misión. En ellas el jefe comparte, encarga, una parte de su intención a la subunidad. Y le da libertad de acción (el cómo hacer), a cambio de que realice esa parte de su intención (el qué hacer). También el jefe establece un esfuerzo principal sobre el enemigo. La subunidad que actúa en el esfuerzo principal recibe la cooperación de las acciones de sus compañeras y la mayoría de los apoyos de la unidad. Que el jefe recibe de su superior en subordinación táctica o de guerra.

Pero las cosas son fluidas y, en parte, impredecibles. La subunidad del esfuerzo principal puede ir a dar, sin entrar, a una bolsa de fuego enemiga o a un obstáculo cubierto por el fuego, no detectado por la exploración, o a una posición de defensa reforzada con fortificaciones de campaña. Y una subunidad compañera ha podido flanquear las posiciones no continuas del enemigo y estar en condiciones de acceder fácilmente a un parque de camiones o a una posición de morteros. Pues el jefe denominaría a esta otra unidad su esfuerzo principal e impulsaría su actuación prometedora, dándole apoyos de fuego y la cooperación de las otras. Con esta forma de acometer las acciones, si una subunidad queda aislada o perdida temporalmente, sabrá qué hacer durante bastante tiempo. Para poder ir sorprendiendo, desequilibrando y adelantándose al enemigo, el jefe debe observar y sentir el combate desde suficientemente delante, sin participar ni ser atrapado en él, y estar a la escucha (a través de su plana mayor adelantada) en la red de comunicaciones de la unidad.

Salvo los casos conocidos, las indicaciones sobre el terreno deberían ser eso, indicaciones aclaratorias de su intención, límites de sectores de avance, puntos de control, y no objetivos directos. Es mejor ordenar a una subunidad “impida que el enemigo cruce la línea Azul, cota 32, Rojo, mancha de hayedo”, que decirle “ocupe y defienda la cota 63” (la altura dominante sobre aquélla en su sector). Esto último no garantiza que el enemigo no se infiltre o no encuentre una línea de avance desenfilada (una ondulación del terreno de 2,5 o 3 m. oculta una tanque grande a la vista horizontal) hasta el otro lado de la línea. El jefe tiene que hilar muy fino, pensando, concretando en palabras, comunicando bien, observando siempre y responsabilizándose por todo. Y los jefes subalternos tienen que ser activos y creativos y responsabilizándose de su actuación.

Sus consecuencias, responsabilidades y resultados.

Vemos que empiezan a aparecer unas características fundamentales de la organización militar, para que esto funcione bien. Una doble y alta responsabilidad de jefes y jefes de subunidades y una imprescindible confianza recíproca, creada por la experiencia y la cooperación compartidas previamente. Una mayor implicación de los suboficiales en las tareas burocráticas y rutinarias de la administración de la unidad y una mejor e intensa dedicación de los oficiales en conceptualizar el combate, buscando en la decisión o en la explotación su trascendencia operativa. Como consecuencia inevitable de esta forma de actuación descentralizada, fluida, sorpresiva y rápida surgirán errores en las acciones realizadas. Éstos se sumarán a la inevitable “fricción” de las acciones tácticas, a causa del casi incontable número de “actuaciones individuales y colectivas” que concurren a conformar una actuación bélica y de la inevitable ausencia de información total. Es necesario aceptar y asumir en general los errores como un mal menor, superable y cuyo lastre es sobradamente compensado por las bondades inherentes al método seguido. Nunca aceptados, ni tolerados como resultado de la incompetencia previa, de la pasividad, de la negligencia o de la falta de compromiso activo con la intención de la unidad. Por último, hay un enfoque general hacia la acción decisiva y trascendente en el plano operativo, guiado por la intención superior transmitida y encargada al jefe de la unidad. Y por éste a sus subunidades y apoyos, con los métodos directos y flexibles señalados.

Situaciones y medios tácticos preferidos.

En la guerra de maniobras es necesaria una gran actividad de la exploración de combate, para generar la suficiente inteligencia para la aplicación de las técnicas apropiadas y la definición de la situación general y la del enemigo (la primera fase del ciclo de actuación). El despliegue de las subunidades en el contacto podría ser en forma de cuña chata invertida, cuando la situación enemiga no está nada aclarada. O, en el otro extremo, tomar la forma aproximada de la cuña afilada, cuando se están buscando microvacíos de su capacidad en su despliegue, para irrumpir limpiamente en la zona de defensa enemiga.

Los medios del jefe enfatizados en la guerra de maniobras son la reserva, el contraataque y los fuegos pesados de apoyo. La reserva debe existir siempre y, al menos al principio, debe estar en manos de un subordinado capaz, experimentado y enérgico. La reserva es la apuesta del jefe para su triunfo táctico trascendente. No debe ser empleada para reforzar un esfuerzo más (para eso están los mayores fuegos pesados o los tanques e ingenieros o el estrechamiento de los sectores de avance o el escalonamiento en profundidad) o para realizar un ataque secundario o una diversión o para compensar, sin más, un error. Por tanto, no es una subunidad secundaria, ni una que está reorganizándose y tiene escasos medios, alistamiento de combate y moral. El contraataque brinda iniciativa y movilidad a una defensa más o menos temporal y necesaria o buscada. Debe ser oportuno, potente y lanzado cuando el enemigo ha pasado el climax de su ataque, ha sufrido pérdidas y la situación puede ser recuperada por nosotros. Los fuegos de apoyo deben buscar impulsar la maniobra de la unidad. Sus tareas deben ser cegar, perturbar o neutralizar, más que destruir. Porque esto último resulta más costoso, muy difícil de conseguir y tarda más tiempo (un factor precioso). Por último, los sistemas de armas combinadas o interarmas y los ingenieros son empleados continuamente en la guerra de maniobras y, los últimos, en el esfuerzo principal, aunque abastezcan de sus medios a todas las unidades.
 

EL PENSAMIENTO MILITAR.

El pensamiento militar lo podemos dividir en profesional y en analítico o estudioso. Aunque partiendo de un núcleo común de formación, acciones e intereses, entre el pensamiento militar profesional y el estudioso hay suficientes e importantes diferencias y funciones, como para distinguirlos claramente en su ámbito y en su práctica. Ambas formas del pensamiento militar son dos puntos de vista, dos aproximaciones a aquél, complementarios, sinérgicos (que actúan simultánea y conjuntamente) y no antagónicos ni excluyentes.

El pensamiento militar profesional se orienta hacia lo inmediato: las técnicas, las tácticas, los procedimientos y normas oficiales de los reglamentos y manuales y la doctrina, los hombres, los equipos y los abastecimientos, y las reposiciones. Es todo un mundo de intereses, preocupaciones y obligaciones, muchas veces acuciantes y extremos. El vincularlos, relacionarlos, estudiarlos y operarlos simultánea o sucesivamente, ya les lleva suficiente tiempo, interés y esfuerzo.

Por otra parte, la profesión de Militar es una profesión que cada vez se ejerce prácticamente durante menos tiempo, gracias a Dios y mediante la civilización. Pero eso no excluye su ineludible necesidad para la pervivencia y aún el florecimiento de las naciones. El dominio de las técnicas y las armas se adquiere por repetición, en los centros de instrucción, las academias, los destinos. Pero, ¿dónde adquirir “experiencia militar”? Decía Bismarck que el hombre inteligente aprendía de la experiencia ajena. Parafraseando al Canciller de Hierro alemán, podemos completar que el “listo” aprende de su propia experiencia y el “tonto” no aprende con ninguna.

El pensamiento militar crítico o estudioso se orienta hacia su trascendencia. El estudio militar actúa sobreimpuesto al combate y a la maniobra. Absorbiendo sus hechos, elaborando experiencia y formando criterios, consejos y normas del buen hacer. Su ámbito son la historia y la doctrina militares. Que se concretan en la logística, la estrategia operativa, la táctica, las operaciones, las formas de lucha. La elaboración de los manuales y los reglamentos es uno de las áreas de contacto y de actuación conjunta de ambas formas de pensamiento militar.

Las posiciones de una y otra forma de pensamiento militar son también independientes. Y pueden llegar a ser autosuficientes y cerradas. Cada una impermeabilizándose contra el flujo de conocimientos y experiencias que crea su otra forma complementaria. Esto constituye un grave problema para la institución militar.

¿Cuándo ocurre esto? Decía el pensador israelí Martin Van Creveld que los ejércitos tendían a convertirse con los años en «burocracias anquilosadas”. Y yo añado, moribundas y poco eficaces (en función de los medios que les da la sociedad que las crea y las nutre) para sus misiones de lucha y lograr sus objetivos operativos y estratégicos. Podrían seguir matando, pero lo harían mal, lenta y costosamente. Quizás su endogamia excesiva les exija y obligue a permitir que desde fuera de la organización se les den ideas renovadoras. Al menos, los estadounidenses lo hicieron y las aceptaron. E intentaron incorporarlas a su doctrina, reglamentos y manuales. Y, hasta procuraron ponerlas en práctica en sus guerras convencionales siguientes. No lo han hecho así en sus guerras de contrainsurgencia, las guerras de guerrillas de siempre, que ahora llaman pomposamente guerras de cuarta generación o asimétricas. Sabemos lo flexible y prometedor que es un niño de pocos años. Y cómo es un anciano, incluso sano, próximo a la muerte: rígido de cuerpo y alma, poco abierto a cambios y experiencias.

Incluso, a veces, hasta los propios teóricos o estudiosos, dentro de la profesión militar, tienen problemas para que su pensamiento militar sea aceptado y aplicado. Éste podría ser el caso de John Frederick Charles Fuller. A mediados de los años 20 del siglo XX, recopiló una serie de conferencias que había dado en academias militares británicas y publicó el libro The Foundations of the Science of War. Es un libro no superado sobre los principios de la guerra y su aplicación práctica. Casi 65 años después de su edición en 1926 fue reeditado por el Cuerpo de Marines. Es de lectura difícil, porque utiliza los conceptos científicos de Spencer para justificar su aproximación teórica. Buscaba dar a su teoría una precisión científica, que alejara el estudio de la guerra del marco, supuestamente peyorativo, de “arte”. Aunque todas las ciencias sociales, siempre y también, lo son, ya que el alma humana es difícil de conocer, fijar o cuantificar. Tuvo muchas críticas y, lamentablemente, el propio autor se desdijo posteriormente de las ideas subyacentes en el libro. Su obra quedó semiolvidada, aunque contribuyó a la definición de los principios de la guerra recogidos inmediatamente por el Ejército estadounidense. Las críticas, a su vez, tenían como fondo real el que tenía una personalidad excéntrica, en un colectivo (el militar) tremendamente conservador y protocolario. Tuvo ramalazos místicos (filosofía hindú, yoga) y coqueteó con los nazis, siendo recibido por Hitler, ya que llegó a ser general. En una Gran Bretaña progresivamente amenazada por los totalitarismos, esta posición suya estaba fuera de lugar.
 
¿Cómo se puede detener o incluso corregir esa tendencia a la cristalización del pensamiento y a la degradación de la efectividad? Veamos en un ejemplo reciente, cómo abordaron el ejército estadounidense y el cuerpo de marines su adaptación a la guerra moderna de maniobras. Varios son los teóricos, tanto civiles como militares, que contribuyeron a crear un cuerpo de doctrina coherente, suficiente, práctico y eficaz para esta nueva teoría. Destacaremos al analista y conferenciante William S. Lind. Curiosa y significativamente, Mr. Lind no prestó servicio militar activo ni siquiera un día y tampoco nunca nadie le ha disparado un tiro. Aunque aún existen vivos un buen número de oficiales de vieja formación, deseosos de remediar esta última deficiencia práctica de su “trayectoria vital”. Otro personaje fundamental fue el coronel John Boyd, que era un antiguo piloto de caza de la USAF. También es de señalar la contribución del profesor coronel del cuerpo de marines Michael Wyly. Cronológicamente en una segunda fila, destaca con fuerza propia, expandiendo el torrente de ideas de la teoría en marcha, el coronel del US Army Robert Leonhard.

Tengamos en cuenta también que, la dialéctica violenta entre dos voluntades nacionales, como podríamos definir la guerra, tiene al menos dos grandes autores o personajes. Cuyas ideas, planteamientos y hechos respectivos son bastante disímiles. Sin embargo, sólo una de las actuaciones resulta finalmente correcta o, al menos, vencedora. Los puntos de vista divergentes son típicos de muchas actuaciones humanas: ¿hay crisis o vamos bien? ¿o está todo cambiando rápidamente?

LA DEFENSA DE GAZA.

¿Cómo será la defensa de Gaza por los milicianos de Hamás? ¿Por qué tarda el Tsahal en iniciar su ataque terrestre? ¿Cuáles son los inconvenientes y las oportunidades que presenta la defensa de Gaza, en una zona urbana? ¿Existen mejores posuibilidades militares para Hamás que su lucha numantina en la defensa de Gaza?

La defensa de los islamistas radicales en la Franja de Gaza.

No es fácil utilizar y defender unas zonas de rechazo urbanas. Su empleo implica unas elevadas exigencias a los combatientes islamistas: Una motivación suficiente, que les anime a tomar la vía de las armas y a arriesgar su vida por su causa. Que les aplaque y racionalice el miedo inevitable a la lucha armada a las distancias cercanas con un enemigo superior, hasta que la veteranía les brinde nuevos impulsos. Un buen entrenamiento en la lucha de infantería, que les dé oficio y confianza. Una lograda cooperación entre las pequeñas unidades que las guarnecen, que les garantice una cohesión sin fisuras en su tenue y magro despliegue y que permita y facilite la conducción y la realización de sus planes. Unos nervios templados por todo lo anterior, que les acostumbre a luchar en solitario o en grupos pequeños, resistiéndose a huir ante la implacable amenaza del fuego pesado directo e indirecto israelí.

A toda esta tensión “profesional” que soortan estos combatientes irregulares, se une la tensión creada por una lucha civil feroz. Que ellos mantienen, por voluntad suya, entremezclados con sus familias inermes y sus hogares, que resultan igualmente amenazados y agredidos. Por todo ello, entre las dos decenas de miles de rebeldes armados, no más del 20 % de ellos pueden en estos momentos utilizar eficazmente esta forma de lucha defensiva.   

Estos enemigos irregulares urbanos se protegen extendiendo sus posiciones defensivas más allá de lo necesario en una defensa convencional, cubriendo así una mayor superficie ocupada. En la zona de defensa establecen puntos de retardo, más o menos reforzados. Éstos protegen las posiciones más críticas de la zona, incorporan al rechazo los edificios con estructura de acero, especialmente resistentes, y forman trampas de fuego para el enemigo que irrumpe. Aunque pocos edificios de esa clase existen en el estrujado y maltratado Hamastán. Los nidos de resistencia tienen en la zona de Gaza más importancia, dado que: la ocupación de la zona de defensa es más tenue, las posiciones no pueden fortificarse demasiado para no destacarlas al Tsahal, las vistas son más cortas y existen numerosas vías de aproximación. Dependen de los puntos de retardo y a ellos se repliegan si son invadidos o destruidos. Existen numerosas posiciones alternativas o de recambio, más de lo habitual en esta forma de lucha. Esto permite engañar al Tsahal sobre el límite anterior de la posición de defensa, su verdadera extensión, los límites de los sectores que la forman, el interés del mando rebelde de la zona en cuanto a su defensa y dispersar el fuego pesado aéreo y terrestre del atacante. En los bordes de las zonas urbanas no establecen esas posiciones fijas. Aquéllos son ocupados por avanzadas de combate cuya misión es recibir a los posibles exploradores u observadores civiles, prevenir sorpresas y engañar sobre el trazado de la zona defensiva. Los ocupantes de las avanzadas de combate, distribuidos en parejas de centinelas y alguna patrulla móvil muy pequeña, se repliegan en su momento hacia los puntos de retardo más interiores.

Estas “fortalezas” urbanas de Hamás son difusas, ocultas y aún imperceptibles para los extraños. En muy pocas horas se ocupan y se refuerzan las obras previas. Sus vías de comunicación protegidas necesitan más tiempo de trabajo, pero también son menos evidentes. Hay que entrar en las casas para detectar paredes perforadas y encontrar pasadizos bajo un mueble o una alfombra. Sus posiciones de fuego no son complejas. Necesitan unos sectores de tiro entrecruzados, una protección inmediata contra la irrupción enemiga en masa o de comandos, unas cubiertas contra el fuego pesado normal y un ocultamiento suficiente, que las encubra de las vistas desde las posiciones enemigas probables sucesivas y sus avenidas de aproximación. Los obstáculos y las minas, incluso falsos en cierto porcentaje y siempre a distancia para no delatarlas, servirán para romper el ataque enemigo y para brindarles blancos más estáticos, por ejemplo para los morteros, que deberán tener registrado su fuego. La propia destrucción que genera el amplio soporte no preciso por el fuego pesado del Tsahal, refuerza las posiciones de combate rebeldes, rodeándolas de cascotes que dividen y dificultan los accesos israelíes, salvo cuando son alcanzadas por un impacto directo. Para operar esta estructura defensiva los milicianos tienen preparados numerosos y estrechos túneles, trincheras de arrastre y boquetes en tapias y paredes interiores de los edificios. De tal manera que, ocultos de las vistas, les permitan ocupar las posiciones de combate y de observación deseadas, defenderlas más o menos tiempo o no, trasladarse entre ellas y reforzar las más amenazadas o presionadas.

Los milicianos de Hamás van a procurar alcanzar desde el frente, con tiradores aislados o en parejas, preferiblemente armados con el fusil de precisión SVD, a enemigos individuales y a pequeños grupos y atacar de flanco o de  revés a las unidades enemigas que se internan en su zona defensiva, que ya están disgregadas en pelotones o escuadras con uno o dos vehículos blindados de apoyo de fuego. Aquellas comunicaciones preparadas citadas les permiten aparecer, siempre en pequeño número, detrás o al lado de esas unidades, mientras se detienen, se reagrupan, piden o reciben instrucciones, o deciden por dónde avanzar. Y erosionarlas, causándoles algunas bajas. Por ejemplo, desde un sótano o un piso, por un hueco irregular en una tapia, debajo de un vehículo aparcado o destruido, donde emerge un estrecho túnel con la boca cubierta y disimulada. En esas posiciones lanzan algún cohete RPG-7V o varias ráfagas cortas, siempre apuntando, de la ametralladora ligera RPK de cargador largo o la obsoleta, pero omnipresente entre las guerrillas, RPD de cinta. Los patios interiores de las casas les sirven para colocar los morteros, que constituyen su único “fuego pesado” de combate, protegidos desde una posición de infantería. Los dispararán con los ángulos máximos sobre las concentraciones militares abundantes, recrecidas y siempre excesivas. El mortero habitual es el ruso de 82 mm. moderno M-1937. Unas posiciones semejantes, protegidas por el entorno de las casas y los patios interiores, rodeadas de habitantes inocentes e inermes, son los que utilizan para lanzar tercamente sus cohetes de vuelo libre, los Kassam y los iraníes, más modernos y con más alcance y que reciben desmontados, sobre las poblaciones israelíes cercanas al norte de la franja de Gaza.

Aquí que los israelíes presenten tres veces más hombres (en medios la proporción debe ser de 20 a 1) no les favorece ni les facilita la labor. Sino que le brinda al acosado defensor más blancos para poder emplear su exiguo poder de fuego. Sobre todo porque, en un momento dado, es pequeña la proporción de atacantes que están poniendo en apuros verdaderos a los defensores.  

El momento crucial para la defensa ocurrirá cuando el jefe del sector decida evacuarlo, tras haber detenido a las fuerzas terrestres del Tsahal por algún tiempo. Procurando causarle las pérdidas más elevadas posibles. Pero sin exponerse excesivamente: a una lucha a las distancias cortas con fuerzas mejor entrenadas y equipadas, a ser desbordado, o a perder su libertad de acción. Esto va ligado inexorablemente a la cesión de espacio a los israelíes. Para ello se sustraen los islamistas, en un momento oportuno, por ejemplo, en la noche o en una tregua, al ataque directo de su enemigo. No a su bombardeo o cañoneo extensivo, que siempre es impreciso y costoso. Los milicianos de Hamás tienen suficientes túneles de salida dirigidos hacia edificios no muy cercanos (muchas veces oficiales e incluso respetables (mezquitas), oficinas, empresas, algunas viviendas) o cauces secos (wadis), matorrales, poco evidentes, en el escaso despoblado de Gaza. Desde donde se puedan dispersar por la superficie, en muy pequeños grupos, hacia posiciones amigas de acogida, en los primeros momentos. La protección de la evacuación es vital y las dos entradas de estos túneles, en ambos sentidos, están cubiertas siempre por nidos de resistencia, que llevan a cabo una defensa rígida en el tiempo.

Algunas conclusiones tácticas y operativas para esta lucha de defensa.

La defensa terrestre de Gaza es muy difícil de sostener en el tiempo. La franja carece de espacio geográfico para poder establecer una defensa flexible escalonada en profundidad. Esto es necesario para darle potencia, solidez, continuidad y apoyo a la lucha de rechazo.

Por otra parte, el abastecimiento externo de armas, municiones y equipo militar a Hamás está estrangulado por Israel. Que ha bombardeado con precisión la zona de túneles de comunicación en torno a Rafah, al sur de la franja, que cruzaban subrepticiamente la frontera con Egipto. Para garantizar el sellado de ésta, el Tsahal ha establecido, al menos, dos “cerrojos” ocupados con infantería mecanizada y tanques, en torno a Netzarim y Tel Katifa y transversalmente en la franja, que impiden prácticamente el tránsito (tráfico es mercadeo) de equipamiento militar procedente de Egipto.

La estructura “militar” de Hamás se asienta socialmente en los clanes locales palestinos. Su unidad táctica superior suele ser un “batallón” reforzado de alrededor de medio millar de hombres, por darle un “nombre” práctico. En sus unidades escogidas, Hamás procura que la formación, el entrenamiento y el equipamiento de los infantes sean homogéneos. El mutuo apoyo de los sectores de la defensa durante un ataque israelí, es así difícil y precario. Es más difícil aún realizar contraataques, que no contrachoques sectoriales, sobre las penetraciones terrestres israelíes contra la franja de Gaza.

Aquéllas atacarán siguiendo 2 o 3 direcciones diferentes y convergentes. Buscando dispersar el fuego de rechazo palestino, perturbar la conducción de la defensa por su mando y romper la coherencia y consistencia del conjunto de la posición. Con un primer asalto, lo más inesperado posible, sobre el borde de las poblaciones, para conseguir unas posiciones de partida y apoyo ya en su interior. Para continuar luego su difícil trabajo de avance y limpieza sistemático. Hay dos brigadas israelíes imprescindibles en esta operación: la Givati y la Golani. La primera cuenta con pequeñas unidades entrenadas para el ataque con objetivo limitado en zonas urbanas. La Golani es famosa por su lucha contra los tanques sirios en la guerra del Yom Kipur de 1973, bloqueando el paso de aquéllos a través de los Altos del Golán, que hubiera supuesto la irrupción enemiga en las llanuras de Galilea, y formando parte de una fuerza táctica de armas combinadas del Tsahal. La Golani cuenta con 4 o 5 batallones bien entrenados para la guerra urbana, en campos de entrenamiento muy similares a las poblaciones palestinas.

Hamás, en su lucha desesperada, va a buscar la grave erosión enemiga, Israel es muy sensible a la pérdida de hombres, en los numerosos microcombates aislados que ocurrirán durante la irrupción y el avance israelíes. Pero sin poder dar una trascendencia táctica, ni mucho menos operativa, a su esfuerzo militar.

Lo mejor que puede hacer Hamás ahora es abandonar este combate numantino, sin esperanza militar. En aras de proteger a su pueblo y prepararse para otra mejor ocasión. Donde, su «esfuerzo de sangre en la senda de Allah», éste es el sentido de la “yihad” militar, sea más productivo tanto táctica como operativamente. Por otro lado, si Hamás consigue no perder este combate asimétrico, las posibilidades de supervivencia de un gobierno de al-Fatah (Abu Mazen) habrán disminuido muchísimo, y también en Cisjordania. Ésta puede ser la baza política que Hamás está jugando, mientras camina temerariamente por el afilado borde de una navaja.       


              

OPERACIONES EN AFGANISTÁN Y PAKISTÁN. Segunda Parte.

Publicamos la Segunda Parte de las «operaciones en Afganistán y Pakistán».

Particularidades socio antropológicas de las tribus pashtunes.

Las relaciones internas de los grupos, familias y grupos de familias locales y clanes, se caracterizan por incorporar a ellas ciertos ritos, preceptos, actitudes y tabúes. Éstos recogen, valoran y cuantifican sus necesidades vitales, sus emociones primarias y sus creencias. La religión musulmana es seguida rigurosamente en la amplia zona que tratamos. Son todos de la rama sunní, que acepta al Corán y a la Sunna del Profeta, sus hechos y dichos (hadices), debidamente recogidos por los discípulos, como las fuentes ortodoxas de la revelación de Allah a los hombres. Las diferencias residen en el rigor con el que se examinan y aceptan las fuentes de la Sunna. Esta asunción forma parte de la inculturación, afirmación y cohesión sociales de estos grupos.
Estas sociedades aceptan y se rigen a través de una autoridad, más o menos respetada y obedecida. Cuanto más se perfeccione y avance hacia el exterior la sociedad, el poder de esta autoridad se afianzará y crecerá y se extenderá en ámbitos de influencia. Cuanto más pequeño y aislado sea el grupo, el poder de la autoridad será más moderadora e integradora, actuando como un primero entre los “iguales”. En estos casos últimos, la reunión de los miembros activos (hombres, cazadores) del clan en asambleas, jurgas, etc., tienen valor supremo y es sancionador de las conductas desviadas o disolventes para el grupo. Evidentemente en estos consejos locales, el prestigio y el poder de cada individuo miembro cuentan, y en ellos unos son más “iguales” que otros. Esos jefes locales o Maliks son como negociadores privilegiados con los distintos gobiernos, que gozan de una autoridad personal más que institucional, y cuyos acuerdos pueden ser ignorados por los varones adultos, si no están revalidados por sus asambleas.
Su código de costumbres y honor es el Pashtunwali, que establece al individuo ciertos derechos y exige de él ciertos deberes sociales, hacia la familia, el clan y la tribu. Las disputas básicas sobre mujeres, oro o dinero válido y tierras están en el origen de las enemistades sostenidas en estas tribus. Y que deben ser mantenidas hasta vengar la afrenta percibida. La propia fragilidad y debilidad de la sociedad exige la aparición de los valores protectores. Éstos podrían ser la hospitalidad, la lealtad, la amistad, el desprecio a los foráneos, la venganza de ultrajes y daños, el honor individual y colectivo. Cada uno de ellos protege y engrandece en alguna medida o matiz al pequeño conjunto humano. Como veremos las relaciones son interpersonales, en los ámbitos de la familia, el clan y la región. Se proyectan por la oportunidad, la cercanía, el intercambio de bienes y la relación. Y se afianzan con la lealtad, el respeto a las normas aceptadas y el tiempo de trato. Y en función de la acumulación de estos actos elementales sucesivos. Un extraño puede así aspirar a su integración, a título particular humano. Y no por la calidad y la trascendencia de su categoría o puesto institucional.
La hospitalidad lleva implícita la reciprocidad, cuando uno viaja, está solo y no es agresivo. Esto a veces se perfecciona con la dotación de una escolta al viajero por zonas inseguras. La violación de esta “escolta” por un ataque supone una grave afrenta para el clan que la proveyó. La lealtad entre los miembros del colectivo, por muy lábil que sea a veces, cohesiona al grupo. El honor infla la autoestima y la apariencia ante propios y extraños. La venganza, en ausencia de verdadera justicia, busca castigo y luego reparación de los daños y afrentas reales o percibidos. El desprecio a los foráneos, no adornados de buenas cualidades o amenazadores para el grupo, busca impedirles a priori su integración en él, como una forma de defensa pasiva. La amistad estrecha los lazos con los iguales y el grupo. Si alguien se integra en estos grupos elementales, es objeto de lealtad y amistad a título personal. Esos valores se incrementarían por su actuación, maneras y comportamiento personal. Sería el caso de un jefe de fuerzas nativas, aceptadas por ellos por la paga, el honor y el status que brindan y proyectan sobre los clanes regionales. La aceptación no es con el cargo, sino con la persona.
Otra característica de la organización social de estas tribus fronterizas semiindependientes es que impulsan una relativa endogamia. Con ella buscan aislar, proteger, mantener o fomentar su idiosincrasia, su influencia y su patrimonio. Pero, sin que sea biológicamente perjudicial su uso. Como sería entre los miembros de una misma familia o clan pequeño o cercano. En efecto, los matrimonios no sólo suponen y conllevan intercambios de individuos entre las familias de los contrayentes. Producen también intercambios y flujos de regalos, visitas, relaciones y parcelas de poder. En unas sociedades poco evolucionadas y residentes en un medio difícil y, a veces, rodeadas temporalmente de hostiles, las relaciones matrimoniales producen un “ingreso”, unos aumentos de posiciones sociales, influencias y bienes, que son muy apreciados por aquéllas.

¿Cómo se debe afrontar el acercamiento hacia las tribus fronterizas y fomentar su pacificación? De manera que aíslen y expulsen a los elementos violentos radicales. Y que asuman unos lazos más duraderos y fuertes con las autoridades centrales de los dos países implicados.

Los pueblos montañeses son numerosos, pequeños y diseminados por ambas zonas de la frontera común. En ellos se pueden camuflar un pequeño grupo de talibanes “regulares”, a la espera de que pase de largo una creciente militar. Aparte, los talibanes gozan de un sistema complicado de cuevas naturales en varios niveles, reforzado por túneles de comunicación, dotados de zonas ampliadas para la espera y el almacenaje de bienes de todas clases. Este sistema es utilizado para facilitar el tránsito entre uno y otro país, sin tener que utilizar los pasos fronterizos o desfiladeros más habituales y conocidos, como “etapas” del trayecto completo. Y como refugio temporal cuando los aliados llevan a cabo operaciones de búsqueda de rebeldes o de represalia, sobre zonas pashtunes donde han sido más activos. Los talibanes son de la etnia pashtun. Sólo los distinguen de las tribus locales su mayor proselitismo religioso y su actividad militar. Parte de los lugareños con los que se encuentran los soldados en sus patrullas y registros, son talibanes “a tiempo parcial” y simpatizantes. Dos o tres hombres de un grupo de nativos que transitan por un camino rural, pueden ser una escuadra de talibanes moviéndose de un lado a otro.
Para vigilar ambos lados de la frontera, lo mejor es emplear en cada localización las fuerzas del lado propio. Aquí se puede explotar un atavismo que subsiste en todas las colectividades. Y que está aherrojado por la educación cívica y moral en las naciones llamadas cultas. Y que es el egoísmo, como fruto primigenio de la necesidad de defensa y de la escasez crónica de recursos originales. Que genera en las sociedades más primitivas una desconfianza hacia el vecino, que es apreciado colectivamente, ¡ojo!, como un competidor y un probable enemigo. Los talibanes son en Pakistán, extranjeros y empeñados en una guerra foránea. Aparte de la radicalidad absorbente y exclusivista de su interpretación del Islam sunní. Siguiendo las pautas generales citadas es fácil y simple, aunque laborioso y necesariamente progresivo, conseguir que los pashtunes pakistaníes impermeabilicen sus tierras a los talibanes. Evitando así la propagación de su doctrina y métodos. Y la extensión hacia el oeste del Indo de sus refugios operativos, que impedirán siempre su posible erradicación de Afganistán.
Las operaciones militares en las guerras modernas (de tercera generación) exigen detectar lo más rápida y precisamente a un enemigo mecanizado, a lo largo de todo su despliegue, hasta sus reservas. Luego se le ataca por el fuego terrestre, aéreo e incluso de cohetes tácticos. Aquí el enemigo es elusivo, disperso, peor armado, mal entrenado, indisciplinado. Pero es nativo, es resistente y parco, se esconde y camufla con facilidad, es un depredador nato, no defiende generalmente sus posiciones. Las operaciones de las unidades y grandes unidades militares dejan escapar por infinidad de “intersticios” tácticos a los grupúsculos guerrilleros, en los que se puede dividir una unidad rebelde acosada. Es necesario actuar a su nivel socio militar micro táctico y con cercanía. Al “enjambre” difuso, tenue, pero omnipresente de los talibanes es necesario interponer un “enjambre” cívico militar. Formado por elementos voluntarios, más capacitados, profesionales y entrenados que los guerrilleros.
Es necesario crear pequeñas “unidades de acción”, para actuaciones “socio militarescombinadas. Que sean capaces de alcanzar el habitat de los talibanes y expulsarlos de él, progresiva y firmemente. Interponiéndose entre ellos y las tribus, que son el habitat real de los terroristas y rebeldes. Unidades que, en su modelo básico o standard, estarían formadas por un pelotón de fuerzas ligeras locales leales entrenadas, un pelotón de infantes profesionales foráneos y un grupo de técnicos civiles de fomento y educación con material adecuado. Su logística y su apoyo estarán basados en unidades y fuerzas helitransportadas, controladas centralizadamente desde 2 o 3 bases operativas. Y complementadas por columnas móviles en vehículos o de caballería, formando una red de patrullas de apoyo por cada región.
Una vez asentadas esas pequeñas unidades flexibles, pueden acudir fuerzas mayores y brigadas de trabajo y de enseñanza, para ir guarnicionando la zona y para impulsar su mejora social. Hace falta contar con dinero para comprar la voluntad de colaboradores y simpatizantes. Esto puede hacerse facilitándoles trabajo y distinción social. Y para realizar los planes de desarrollo necesarios.
Erradicar los cultivos de opio puede ser un fin estratégico en sí mismo para los militares occidentales. Y hay que valorar muy bien su oportunidad y posibilidad en cada pequeña zona. Hay que ofrecer a los nativos una alternativa de paz, progreso y bienestar, dentro de sus creencias y maneras, para que segreguen a los talibanes. 

 

OPERACIONES EN AFGANISTÁN Y PAKISTÁN.

¿Cómo desarrollan los ejércitos occidentales y del Pakistán sus operaciones militares contra los talibanes y al-Qaida? La instrucción, el uso omnipresente del apoyo del fuego pesado y la mentalidad de los grandes ejércitos modernos, ¿facilitan las operaciones militares contra rebeldes indómitos fanatizados en sus tierras? ¿Cuál es la idiosincrasia de los 40 millones de pashtunes que viven en los territorios infestados por aquéllos? ¿Cómo es el Pashtunwali o código de honor de sus tribus? ¿Cómo podría combatirse mejor la presencia, no existe su dominio perfecto, de los rebeldes y terroristas en la amplia zona a ambos lados de la “Frontera del Noroeste” afgano pakistaní?

PRIMERA PARTE

La situación socio militar actual en Afganistán y Pakistán.

Los talibanes y al-Qaida forman dos movimientos organizados verticalmente y desde abajo a arriba. La cercanía ideológica y geográfica les permite colaborar tácticamente. Su estructura hace que sus células no sepan exactamente cuáles son los jefes superiores. Sólo saben dónde tienen que ir para recibir apoyo o para enviar o recibir información o para comunicarse con otra célula “pareja”. Las direcciones de estos movimientos actúan por excepción, no por presencia o por acción deliberada. Esto les permite operar bastante bien, sin la intervención de sus altos mandos. La muerte del mulá Omar y dos o tres jefes más en un bombardeo americano, afectaría poco a su efectividad, a sus niveles actuales de actuación militar irregular. El “martirio” de los antedichos o de Bin Laden o de su “consejero delegado” al-Zawahiri sería casi de igual importancia como lo es su existencia.
La clave operativa de los talibanes reside en sus innumerables jefecillos locales, con sus pequeñas bandas de guerrilleros. Ellos son los responsables de intimidar, aleccionar, asustar, atacar y ocupar más o menos temporalmente algunos de los numerosos poblados y caseríos. Según el grado de presión que deban ejercer sobre los lugareños para que les informen, les escondan y les ayuden. Evidentemente su elemental grado de desarrollo operativo mantiene al movimiento a la defensiva. Sin poder disputar a ninguno de los ejércitos presentes en esas áreas ningún territorio o pueblo. Sin poder realizar otras acciones más allá de las emboscadas, los ataques a las muy pequeñas unidades enemigas aisladas, el hostigamiento por el fuego a media distancia, el secuestro, incursiones aisladas de corta duración y el minado de caminos y veredas. Concentrados ideológicamente en la conversión a su movimiento, a sus células semi nómadas, de los pashtunes más afines o cercanos. En un grado menor y menos extenso, actúan las células de al-Qaida de Afganistán y Pakistán.
Su procedimiento usual para atacar una posición débilmente defendida o sin ánimos de luchar es éste: bombardean de madrugada con fuego pesado de lanzacohetes fijos, luego se acercan para emplear los morteros, por fin, el asalto lo realizan varias escuadras independientes que convergen, avanzando y disparando ráfagas de AK y ametralladora RPD o PK y lanzagranadas RPG y RL. 
Afganistán casi carece de carreteras asfaltadas: hay sólo dos. La más importante se da una vuelta redonda por todo el país, uniendo las principales poblaciones, Kabul, Kandahar, Herat, etc. Es como una gigantesca M-30 madrileña y le llaman Ring Road. Luego está la North-South Road, que sigue este recorrido, al este del país. No son gran cosa. Las capas de asfalto tienen entre uno y dos dedos de espesor; los calores las ablandan y se forman baches y burbujas fácilmente. Pero, debajo de una protuberancia puede esconderse un artefacto explosivo. Hay que recorrerlas despacio, mirando al suelo y oteando el horizonte, buscando observadores al descuido, no muy lejanos. Los talibanes tienen la costumbre de grabar en video las emboscadas, para colgarlos en Internet. No suelen usar activadores de cables; éstos son caros y pesan, y los rebeldes están en zonas aisladas y la logística es débil y complicada. Los artefactos se activan por la presión del vehículo o por un emisor de frecuencia y alcance dados; hasta sirve un dispositivo de apertura de puertas. Con los inhibidores de frecuencia, los militares intentan contrarrestar las ondas de radio de las frecuencias probables en la zona. Siendo los emisores más caros y complicados, cuanto más alcance, potencia y gama de frecuencias usen. Es el juego del gato y el ratón. El problema es que reciban los guerrilleros de un área, un emisor activador que use una frecuencia imprevista.
En cuanto al ataque por el fuego de armas ligeras y medias, los guerrilleros no se acercan demasiado. Son gentes menos entrenadas y equipadas que los militares profesionales. Actúan hostigando al bulto. Sus armas más frecuentes, los AK en sus variantes 47 y M no son precisas más allá de los 150-175 m., en tiro filante. El fuego de morteros resulta impreciso y esquivable contra una patrulla montada. Sin embargo, para los civiles y para el tránsito de vehículos y mercancías estas técnicas de ataque son suficientes y eficaces. El arma más temida y eficaz de los talibanes es el iluminado fanático suicida. Que busca como pasaporte al Jardín de las Huríes (ojo, no es un premio eterno), el llevarse consigo el mayor número de enemigos muertos y mutilados. Pero el atacante podrá ser un loco religioso, pero no es un tonto. Los suicidas no atacan las posiciones militares preparadas. Dotadas en su perímetro defensivo de complicadas alambradas, fosos, paredes, espacios entre obstáculos, alarmas, deflectores de explosiones. Porque saben que la explosión se disipará en el aire y que no le dejarán acercarse a las garitas, porque ya están esperándole. Las armas principales del suicida no son su cinturón o chaleco explosivo, son la sorpresa, la libertad de acción y la iniciativa.   
Las unidades de los ejércitos aliados (en Afganistán) o del Pakistán actúan mediante batallones y regimientos. Con las fuerzas de un batallón intentan barrer en una dirección una zona, en cuyo límite opuesto han desplegado un cerrojo. Con un regimiento suelen intentar una operación de cerco y aniquilación en una zona dada. Son quizás demasiadas fuerzas. Tienen los guerrilleros montañeses un arma natural de la que carecen los soldados entrenados a “nuestro modo”: la paciencia y la sobriedad. En Vietnam se subían aisladamente a los árboles, y esperaban callada y quietamente a que pasaran los soldados que peinaban la zona operativa. Cubriendo debidamente de barro la techumbre de una choza afgana, se impide la observación de su interior por los artilugios de visión térmica en aparatos aéreos, tripulados o no. Y no diremos más…
En 2002 los pakistaníes comenzaron a enviar tropas al Waziristán y otras zonas pashtunes, hasta alcanzar progresivamente los 80 mil hombres desplegados allí. En sus operaciones destruyeron campos de entrenamiento talibán y capturaron muchos jefes terroristas. Pero sus tácticas y técnicas de guerra regular, les enajenaron la simpatía o la neutralidad, según los casos, de las tribus, ya que se producían muy fácilmente víctimas civiles inocentes con ellas. Finalmente, en el otoño de 2005 el Gobierno llegó a un acuerdo con los jefes de tribu, retirándose de la zona. Fue un conflicto de baja intensidad: en los 2 últimos años murieron 700 militares. El problema fue que se vió claramente que los militares no podían dominar las áreas pashtunes y limpiarlas de terroristas. Desde entonces, las incursiones de represalia son esporádicas y puntuales, sobre un objetivo detectado y dado, que no siempre es real o es conseguido o destruido.  

El espacio geográfico de las tribus pashtunes (afganas y pakistaníes).

Desde Pakistán, mirando desde el Punjab (o “la tierra de los cinco ríos”) en dirección a Afganistán, aparece el gran cauce del río Indo. Éste actúa de frontera geográfica con las tierras pashtunes, formando un enorme foso natural, que nunca detuvo sus correrías. A continuación aparece una irregular mezcolanza de llanuras y estribaciones montañosas, en unos terrenos que resultan fértiles cuando pueden ser regados, modelados por las primeras alturas de la gran cadena montañosa Sulimán. Más allá coronan las grandes montañas. Hacia el norte, formando zonas de nieves perpetuas, hay pastos de tipo alpino y bosques de alturas, hasta alcanzar las estribaciones del imponente macizo Hindu Kush. Hacia el sur, se extienden las más  bajas montañas del Waziristán, en las que aparecen afloraciones rocosas a más de 3 mil m. de altitud. Que descienden hacia al sur en estribaciones cubiertas de malezas y quebradas, hasta la desolación de las zonas de Zheb y Mekran, ya junto al océano Índico, en plena zona del Baluchistán.
Estas alturas intrincadas proveen una muralla que impide las invasiones masivas desde uno u otro sentido de ellas, con tal de que los pasos o desfiladeros sean dominados. El más famoso aún hoy en día es el de Khiber, ya que abre el camino entre Kabul y Peshawar.
En el Baluchistán viven tribus de etnia baluchi, braui y pashtún (al norte). En las regiones de Waziristán del Sur y del Norte están más concentrados los pashtunes, formando un verdadero Pashtunistán pakistaní. Dentro de la gran etnia pashtún, los mahsuds (éstos especialmente proclives a romper los acuerdos y pactos) están en la zona central de Waziristán, los wasirs y los afridis viven en la zona de Tirah y los mohmands, al norte de Tirah. La zona del Chitral, al norte de la frontera, la forman los distritos de Bajaur, Dhir y Swat. Son los «waziristanes» los más problemáticos, independientes y levantiscos. Sus tierras son pobres y broncas, en las cuales apenas encuentran un sustento elemental. Antiguamente, hasta el primer tercio del pasado siglo, solían descender de vez en cuando en correrías armadas hasta el valle del Indo. Para obtener bienes de valor, monturas, joyas, mujeres foráneas, atacando y esquilmando a sus habitantes, de raza y de religión hindú y, por tanto, infieles. Más al sureste de las tierras de estas tribus, sin llegar aún al valle del Indo, están las tierras también montañosas de los khattaks, los bangashis y los yusufzais, todos también pashtunes. Estas tribus produjeron “cipayos” de primera clase en las unidades semi irregulares de los británicos en estas zonas, hasta mediados del siglo XX.
Las alturas afganas en torno a la frontera de Pakistán son la otra gran vertiente oeste de las cadenas montañosas citadas, coronadas al norte del país por el gran Hindu Kush. La ausencia de expedicionarios europeos del lado afgano (Afganistán fue un país independiente frente a rusos y británicos), hace que sean menos estudiadas y muy poco conocidas por los no especialistas.
En Afganistán, los pashtunes se sitúan al este y sureste, alcanzando un 35% de la población y alrededor de 12,5 millones de personas. Otras etnias importantes en Afganistán son los uzbecos (10%) y los tayikos (25%), que viven al norte del país, limítrofe con las repúblicas independientes de Tayikistán y Uzbekistán. En el centro viven los hazaras (20% de la población), relacionados con los persas y en el sur están los baluchis (10%), relacionados, a su vez, con las tribus del Baluchistán pakistaní. El flujo de afganos, especialmente pashtunes, hacia Pakistán o de vuelta a casa, cuando las condiciones militares en ella se suavizan, hace que las cifras, a falta desde hace decenios de un censo oficial, sean variables e imprecisas.
En Pakistán hay 4 grandes etnias: los pashtunes, los punjabis, los sindhi y los baluchis. Precisamente el país está dividido actualmente en cuatro grandes provincias: Punjab, Sind, Baluchistán y la Frontera del Noroeste, cada una formada por numerosos distritos administrativos. Existe una zona de tribus autónomas, que discurre entre aquella última y la frontera con Afganistán y que es regida por la autoridad central federal. La zona tribal cuenta con 7 agencias tribales y 6 pequeños distritos. Los individuos de etnia pashtún son unos 25 millones en el país. 
Tras la independencia de Pakistán en 1947, surgió la disputa con Afganistán por la posesión de las amplias zonas fronterizas tribales, que buscaba la salida al mar de Afganistán. Ambos países casi llegaron al conflicto armado, hasta que en 1963 firmaron un acuerdo de determinación de fronteras. Se ratificaron en él las fronteras vigentes durante el dominio británico. Y Afganistán quedó como un país interior, sin acceso a las vías marítimas.

OPERACIONES MILITARES EN AFGANISTÁN Y PAKISTÁN.

Anunciamos la publicación en unos días del artículo Operaciones Militares en Afganistán y Pakistán.

Este artículo trata sobre cómo se están desarrollando las operaciones militares contra los talibán y las bandas semiautónomas de Al-Qaida en esos dos países.

Pero en Operaciones Militares en Afganistán y Pakistán vamos más allá. Se analiza también la idiosincrasia y la cultura de las tribus pashtunes (o patanes, que suena peor) que viven en las zonas limítrofes de la frontera común entre Pakistán y Afganistán. Se describe su geografía pobre e inhóspita que determina también, junto con un Islam sencillo, pero rígido, aquellas citadas.

Y se describe una aproximación a la lucha eficaz contrainsurgente en ambos países. A cargo de unidades mixtas de fuerzas militares foráneas y nacionales, capaces de luchar con las numerosas, débiles, escurridizas y siempre presentes bandas rebeldes de los talibán y Al-Qaida en la lejana FRONTERA DEL NOROESTE. Como llamaron los británicos a estas tierras indómitas, duras, sobrias y guerreras.

El artículo Operaciones Militares en Afganistán y Pakistán ya lo tenemos publicado en Inglés.  

LA BATALLA DE LAS ARDENAS.

La Intervención del 3er. ejército de Patton en la Batalla de las Ardenas en el Invierno de1944, contra la penetración alemana en el frente del VIII cuerpo de ejército estadounidense. 
 

La Batalla de las Ardenas es un Ejemplo del Empleo Operativo del Ritmo o Rapidez Eficaz con la que se Ejecutan las Operaciones. En él aparecen resaltadas determinadas cualidades de una gran fuerza móvil. Que le van permitir superar con éxito las elevadas exigencias operativas que se le piden. Nos fijaremos principalmente en los procesos mentales, en las características organizativas de la gran unidad, junto con su veteranía, que le hicieron posible reaccionar rápida y contundentemente a una exigencia muy difícil.

Comienzan los problemas aliados.

El 16 de diciembre de 1944, Patton estaba manteniendo su 10ª división blindada en el pueblo de Thonville, dispuesta a explotar su ataque en Saarlautern, población sobre el río Sarre. Entonces, cuando todo estaba listo, Eisenhower le ordenó a Patton la suspensión de la ofensiva del 3er. ejército americano en el territorio del Sarre, prevista para el día 19.
Los acontecimientos en el frente del VIII cuerpo de ejército norteamericano en las Ardenas, habían cogido de improviso, no sólo a Eisenhower, sino también a Bradley, jefe del 12º grupo de ejércitos americano donde se encuadraba el citado cuerpo. Y a Montgomery, comandante en jefe de las fuerzas inglesas, que operaban en el extremo norte del teatro de operaciones europeo.

¿Cómo actuó la inteligencia aliada ante la aparición y el desarrollo de la amenaza alemana contra su frente?

Preparándose para su ofensiva en el Sarre, el coronel Koch y su sección G-2 del 3er. ejército, no se habían limitado al estudio de la situación del enemigo en su propio frente. Desde el mes de octubre se estaban preocupando con las evidencias cada vez más numerosas y claras de que los alemanes estaban acumulando reservas en el frente del 1er. ejército norteamericano. Entre ellas se identificaron a divisiones panzer, divisiones de infantería mecanizada y divisiones de paracaidistas, todas unidades de élite y no simples divisiones corrientes y molientes de retaguardia o de guarnición.
El misterio era, ¿para qué?
¿Se trataba de contraatacar en el área de Aachen, donde el 1er. ejército del teniente general T. G. Courtney Hodges estaba atacando? ¿Estaban destinadas a un ataque de desgaste contra el flanco norte del 3er. ejército, cuando éste penetrara más allá del Sarre?
Si no iban a ser usadas contra ninguno de estos ejes de avance norteamericanos sobre el Reich alemán, ¿dónde se suponía que lo serían? ¿Cuál era la explicación del elevado tránsito (tráfico es mercadeo) ferroviario enemigo a ambos lados del Rin?
Al norte del 3er. ejército, en las Ardenas, el VIII cuerpo del general Middleton estaba manteniendo un frente de 120 Kms, entre Monschau y Echternach. El general Middleton contaba con casi cinco divisiones de infantería, dos de las cuales aún no habían entrado en combate y dos que habían sido severamente castigadas en los recientes combates del 1er. ejército en el bosque de Hürtgen.
Cuanto más el coronel Oscar W. Koch pensaba en ello, menos le gustaba la situación que se presentaba frente al flanco norte de su ejército. Llamado la “chispa” del 3er. ejército, Patton siempre tenía en el cuarto de guerra (war room) de Koch, cuáles eran las distintas probabilidades en las estimaciones de una situación. Y en el campo puro de la inteligencia, el general contaba con uno de los más penetrantes y brillantes cerebros de las secciones G-2 y S-2 de los EE.MM. y de las planas mayores del US Army.
En una reunión de mandos y del EE.MM. del 3er. ejército, el 9 de diciembre, Koch presentó la situación. En el frente del VIII cuerpo había 2,5 veces el número de divisiones enemigas que se enfrentaban contra todo el 3er. ejército de Patton y 3,5 veces el número de las que se enfrentaban contra el 7º ejército norteamericano del general Patch, en el flanco sur del 3er. ejército. El enemigo contaba con una fuerza aérea descansada y reequipada, capaz de poner en el aire a un millar de aparatos durante un período limitado de tiempo. El terreno del frente del VIII cuerpo, continuó Koch, no era desfavorable para el desarrollo de operaciones ofensivas enemigas: ninguna de las corrientes de agua que lo cruzaban constituían obstáculos importantes al tránsito, el terreno ofrecía abundantes cubiertas y los norteamericanos no mantenían en aquél posiciones defensivas organizadas.
En general en Europa, con los medios anfibios y las compuertas de vadeo, el principal obstáculo al tránsito militar moderno de unidades motorizadas lo ofrecerán las márgenes de dichas corrientes de agua. Hay que considerar la pendiente de ambas orillas y las características de resistencia, adherencia, consistencia, etc. de ellas y de sus terrenos de aproximación inmediata. Se supone que el enemigo, preparado para el rechazo operativo, controla o ha destruido los puentes que las cruzan, por ser estrangulamientos evidentes de la red viaria terrestre.
El coronel Koch resumió diciendo que el enemigo tenía una amplia ventaja numérica en el sector de las Ardenas, que había logrado gradual y continuamente, y que, en su opinión, un ataque secundario contra el área en cuestión podría ser “un tiro en el brazo (amenazante) a los alemanes”. Ésta era una posibilidad que debía tenerse en cuenta.

Patton prepara sus planes alternativos.
El informe causó una honda impresión en los asistentes, entre los que estaba el brigadier Hobart R. Gay, jefe del EE.MM. del 3er. ejército, los jefes de sus cuerpos de ejércitos y algunos generales de división. En la discusión que siguió, se acordó que, aunque nada debía hacerse que pudiese perturbar la preparación del gran ataque del 3er. ejército sobre el Sarre del día 19, se debían de iniciar inmediatamente los planes para enfrentar la situación que se desarrollaría, si el enemigo efectuase un ataque contra el frente del VIII cuerpo norteamericano. Además, dichos planes no sólo tenían que considerar la protección del flanco norte del ejército, sino también la realización de un contrataque a cargo del mismo en la dirección norte.
Patton cerró la conferencia con estas palabras: “Estaremos en condiciones de enfrentarnos a lo que ocurra”. Patton, como Bradley, creía en asumir riesgos calculados. Pero Patton, a diferencia de Bradley, que era quien tenía la fama de sensato, prudente y meticuloso, estaba cubriendo sus apuestas. Resultaba, pues, injusto, superficial e incierto, declarar o pensar, basándose en el pergeño o en su comportamiento de divo, que Patton actuaba en general por presentimientos, corazonadas, conjeturas o a impulsos del momento.
Bueno, pero, ¿qué pasa?, ¿sólo Patton tenía un reconocimiento (reconnoissance) y una inteligencia competente en todo el US Army del teatro europeo?
Véamos los casos más significativos e involucrados del frente del oeste:
El coronel Benjamín “Monk” Dickson, G-2 del 1er. ejército norteamericano presentó en noviembre un memorandum al teniente general Courtney Hodges, comandante en jefe de ese ejército, en el que valoraba la situación en el frente con Alemania y estimaba que era imposible para los alemanes lanzar cualquier ataque operativo. Sin embargo, en diciembre, el coronel Dickson detectó una inusual alta moral en los prisioneros de guerra alemanes capturados por su 1er. ejército y la aparición de consignas como “para la Navidad, Aachen (donde los estadounidenses estaban atacando) será para el Fuhrer”. El coronel estimó que su valoración anterior debía revisarse y el día 10 emitió su “estimación de inteligencia” nº 37, en la cual afirmaba que en los próximos 15 días podía ocurrir cualquier cosa en dicho frente. Pero esta previsión no tuvo consecuencias prácticas. Hodges le pidió a Eisenhower que reforzara su ejército con el envío de otras 2 divisiones y esta petición no fue atendida.
Por otra parte, el brigadier Edward Sibert, G-2 del 12º grupo de ejércitos del general Bradley, estimó que el coronel Dickson estaba errado y que ninguna división debía ser enviada en apoyo del 1er. ejército. Además, simultáneamente, el inglés brigadier E. T. Williams, G-2 del grupo de ejércitos del mariscal Montgomery, afirmó que los alemanes eran incapaces de lanzar un ataque en esos momentos. Después de la ofensiva de las Ardenas, Williams pidió disculpas claramente, reconociendo “lo equivocado que estaba”. Sin embargo, el general Sibert calló y no comentó nada sobre su gran error de juicio, que se trasladó en definitiva a aumentar la falta de preparación aliada para el rechazo.

Los ambiciosos planes del Führer.

Adolfo Hitler estaba entonces muy disminuido física, emocional y mentalmente. Sus nervios estaban rotos desde la fallida conspiración para asesinarle en julio de ese año, mediante una bomba que explotó en su sala de reuniones, llena de altos jefes, y de la que salió milagrosamente vivo. Su situación física y anímica y el muy desfavorable curso de la guerra para Alemania le hacían especialmente proclive a ser presa de falsas ilusiones. Que siempre son más o menos fundamentadas, porque la expresión de una enajenación toma siempre formas y contenidos del entorno y la cultura reales. Probablemente percibiendo un nexo espiritual entre Federico el Grande, que siempre luchaba en desventaja global y aprovechándose de la posición central de Prusia en sus guerras, y él, Hitler le comentó a sus generales que él también iba a tomar la ofensiva y alcanzar éxitos memorables, a pesar de que su fortuna militar estaba en el más bajo nivel de toda la guerra.
En mayo de 1940 las divisiones panzer habían utilizado con gran éxito, a pesar de las reconocidas dificultades de transitabilidad, los terrenos de las Ardenas para iniciar la batalla de Francia. Hitler esperaba que podían hacer lo mismo ahora, a fines de 1944, facilitándole a sus unidades mecanizadas un cómodo y sorpresivo sector de irrupción y ruptura en el gran frente aliado del oeste, para cruzar el Mosa y continuar hasta Amberes. Éste era el principal puerto aliado, cercano a Alemania, de desembarque y recepción de hombres, equipos, suministros y repuestos, para los Aliados, que se preparaban para irrumpir en amplio frente estratégico en el Reich. Con esta operación estratégica Hitler pretendía también aislar en una gran bolsa hacia el norte, entre el sector de avance de sus ejércitos y el mar, al 1er. ejército canadiense, al 2º ejército británico y al 1º y 9º ejércitos norteamericanos.

Si la teoría no se ajusta a la práctica, peor para la teoría…

Si el cerco se cerraba y se mantenía adecuadamente, los Aliados se enfrentarían al dilema de un segundo Dunkerke o a la destrucción de sus ejércitos aislados y desabastecidos en la gran bolsa. Estas circunstancias sorpresivas y adversas crearían las condiciones para que los aliados occidentales reconociesen lo difícil y costoso que iba a ser el obtener la victoria en su frente. Con ello podrían aceptar fácilmente un armisticio parcial con Alemania, que desmontaría la coalición internacional contra ella. Entonces ésta quedaría libre para enfrentarse a los soviéticos en el Este, que ya se acercaban peligrosamente a las fronteras del Reich en fuerza abrumadora. Y esto daría el tiempo necesario a los investigadores e ingenieros alemanes para desarrollar e implementar nuevos y sofisticados sistemas de armas, con los que contrarrestar y superar a los efectivos y medios cuasi inagotables de la URSS.
Hacía ya tiempo que los principales jefes y comandantes alemanes se habían dado cuenta de lo difícil, inútil e incluso peligroso que era discutir con el Fuhrer, enfrentándose directamente a sus ideas. Por ello era muy difícil que se decidieran en esos momentos a aconsejarle seriamente contra unos planes muy madurados por él. Por otro lado, las condiciones objetivas estratégicas y operativas de 1940 no eran las de 1944. Los alemanes habían enseñado con sus éxitos sucesivos y repetidos durante más de 4 años, los secretos de la moderna guerra mecanizada a sus enemigos. Y tanto los soviéticos como los norteamericanos los habían adaptado y mejorado, en los niveles operativo y táctico de su propia actividad militar. Los cálculos de EE.MM. hechos para las necesidades operativas de las fuerzas mecanizadas y las reservas de combustibles existentes, indicaron que sólo habría disponible el 75% del combustible necesario para todas las operaciones ofensivas previstas. Esto se pretendía subsanar con la predicción optimista de que parte de las reservas de los norteamericanos serían capturadas durante los rápidos avances alemanes por la retaguardia operativa enemiga.   
Durante el cruce por las Ardenas en 1940 el eje de avance alemán en dirección suroeste fue favorecido por la orientación que seguían por ese terreno las escasas vías terrestres que lo cruzaban. El eje de avance propuesto para fines de 1944 iba en la dirección noroeste, con muy pocos caminos disponibles y no olvidemos el enorme aumento de peso logrado en esos 4 años por los tanques medios y pesados. Además, en relación al avance campo a través, esa dirección iba en contra de la disposición y el afloramiento de los terrenos de la zona.
El sector decidido para el gran ataque tenía un ancho de unos 140 Km., e iba desde Monschau, al norte y Echternach, en el sur. A la derecha del despliegue alemán estaba el 6º ejército panzer de las SS al mando del general SS Sepp Dietrich, en el centro avanzaría el 5º ejército panzer y al sur, el 7º ejército alemán encargado de proteger todo el flanco sur de la penetración alemana. Esas grandes unidades se encuadraban en el grupo de ejércitos B del mariscal Walter Model, el cual dependía del mariscal Gerd von Rundstedt, nombrado muy recientemente como Comandante en Jefe del Oeste.

La reacción de los altos mandos aliados ante la confirmación de las muy malas noticias.

A primera hora del 16 de diciembre, al recibir los primeros informes de lo que iba a ser la batalla más importante de los norteamericanos en el teatro europeo, Hodges ordenó el traslado de la 9ª división blindada, que se hallaba participando en el ataque contra las presas de Roer, para apoyar al VIII cuerpo de ejército. Esta división, junto con la 10ª blindada de Patton, participarían posteriormente en la defensa del cerco de Bastogne.  
Con las primeras noticias del ataque, sólo Eisenhower, entre los altos mandos, percibió que se trataba de algo de importancia. Contrariamente a las suposiciones de Hitler, el alto mando aliado personificado en aquél, respondió de forma coordinada, moviendo inmediatamente las reservas acorazadas de los 2 ejércitos adyacentes, la 7ª blindada desde el norte (destinada a defender St. Vith) y la 10ª blindada de Patton desde el sur, en apoyo de Middleton. Esta rápida respuesta resultó ser una de las claves de la campaña de las Ardenas.
Por último, el día 17 Eisenhower despachó su única reserva estratégica, las 82ª y 101ª divisiones aerotransportadas norteamericanas, desde Reims hasta Bastogne.
En la tarde del 19 de diciembre se convocó una reunión de alto nivel en Verdún para tomar las decisiones que incidirían en la conducción de la campaña, donde estaba presente el general Devers, jefe del 6º grupo de ejércitos de los EE.UU., desplegado al sur del de Bradley. En los mapas de situación general y de situación del enemigo se vió que von Mantteufel había conseguido una ruptura limpia del frente en las Ardenas y que sus fuerzas estaban pasando rápidamente por la brecha entre Bastogne y St. Vith. 
Eisenhower acertó en sus comentarios iniciales: “La situación actual se ha de ver como una oportunidad para nosotros y no como un desastre. Sólo quiero ver caras sonrientes en esta conferencia”. Patton propuso que “tengamos las agallas para dejar que esos malditos bastardos avancen hacia París. Luego los aislamos y nos los masticamos”. Su respuesta coincidía con la flexible y poderosa capacidad de movimiento operativo de su 3er. ejército.
Pero los altos jefes, Eisenhower y Bradley, prefirieron una aproximación cautelosa. Su plan se basaba en sujetar firmemente todos los bordes de la penetración. Esta se iría frenando con el bloqueo de los nudos de carretera, vitales para los alemanes, de St. Vith y Bastogne, por donde avanzaban las fuerzas del 5º ejército panzer de von Mantteufel. Detrás, se reforzaría una línea defensiva incorporando al Mosa en su plan de rechazo general. Luego se haría un contrataque masivo sobre los alemanes, a cargo de Patton.
Eisenhower le preguntó a éste: “¿Cuándo puedes atacar?”. Patton estaba preparado, como vimos. Tras la reunión del día 9 tenía varios planes de contingencias elaborados e informados. Por lo tanto, contestó con serenidad y seguridad: “El 22 de diciembre puedo atacar con 3 divisiones”. Patton se refería a la 4ª división blindada y a la 26ª y la 80ª divisiones de infantería, integradas en su III cuerpo, que podrían avanzar en el eje Arlon-Bastogne.
Para Eisenhower la respuesta fue una salida de tono a una pregunta capital, hecha en un momento grave. No sabía que Patton había estudiado con detalle las posibilidades y, sobre todo, que estaba preparado para llevarlas a cabo. La impresión de Eisenhower surgía de que era un general de la vieja escuela y dedicado a los altos asuntos estratégicos y aún políticos de todo el teatro de operaciones europeo. Y que, por tanto, no creía que nadie era capaz de hacer girar el eje de avance de un ejército moderno mecanizado en 90º y efectuar una marcha de aproximación en invierno, y en contra del sentido de las líneas de comunicaciones principales.

Patton recibe sus instrucciones y actúa con una modélica rapidez y capacidad, frutos del trabajo colectivo previo y de la experiencia de su 3er. ejército.

Tras echar una bronca a Patton, Eisenhower autorizó a retrasar en 1 o 2 días el plazo para el ataque. En cuanto salió de la reunión, Patton se comunicó con su cuartel general para informarles cuál era la opción ofensiva que iba a seguir su 3er. ejército.
El flanco sur del 5º ejército panzer lo defendía el 7º ejército de infantería del general Brandenberger. Para su misión, contaba con 3 divisiones de infantería y una de paracaidistas. Pero el contrataque de Patton llegó mucho antes de lo que los planificadores alemanes habían calculado. Aún así, la dificultad del terreno y la tenaz resistencia alemana (propia de tropas escogidas que habían asumido los objetivos encomendados y su trascendencia sobre el desarrollo de la guerra), frenaron enormemente el avance en fuerza del 3er. Ejército sobre el 5º ejército panzer de von Mantteufel y sus vías de abastecimientos.
Aquél avanzaba en un amplio frente entre Echternach y Materlange. En menos de 48 horas de recibir las órdenes de Eisenhower, 2 divisiones, entre ellas la 4ª blindada, avanzaban sobre Bastogne. Al cabo de una semana, la “masa de apoyo” del ejército, que incluía a unos 250 mil hombres y a más de 100 mil vehículos de todo tipo (encuadrados en 17 divisiones), se habían trasladado entre 80 y 115 Kms hacia el norte, en medio de un tiempo invernal muy duro.
La eficacia del movimiento de un grupo operativo cualquiera la podemos cuantificar por su “cantidad de movimiento”. Éste sería el producto de su capacidad de combate (medida en medios humanos, equipos y máquinas) por su velocidad en una dirección y sentido dados. Este producto puede valorar comparativamente también, la eficacia igual o mayor de un grupo mecanizado relativamente pequeño y muy rápido (una brigada blindada o mecanizada) frente a la de su masa de apoyo o grueso, que la ha destacado y que se mueve mucho más lentamente, desplegada por toda la red de la zona de marcha.
Un cambio de dirección de una “fuerza” o vector militar, de un grupo móvil en marcha o ya desplegado para una misión, ralentiza enormemente su velocidad de marcha, durante un tiempo que es función inversa de la capacidad de sus mandos y de su organización a todos los niveles.
Estas estimaciones pueden parecer excesivamente teóricas o cuantitativas, propias solamente de ensayos o juegos de guerra para EE.MM. Pero no hay que olvidar, por ejemplo, que la doctrina soviética establece, sobre el principio casi determinante de la “correlación de fuerzas” (sootnoshenie sil) y su evolución, favorable o desfavorable, los cálculos para emprender acciones ofensivas o defensivas, estratégicas y operativas en una zona o teatro de operaciones.
Existen varias formas de optimizar el ritmo en sus distintas operaciones de un ejército moderno, una de las cuales sería la marcha de aproximación: 
Se deben evitar las acciones de atrición y de desgaste, en forma de combates innecesarios y movimientos improductivos. Hay que tener una buena logística y una línea de abastecimientos suficiente y protegida, como soportes dinámico y estático de la recuperación y el mantenimiento de la capacidad operativa de las unidades. Hay que considerar siempre la transitabilidad del terreno a nuestro favor. Deben existir simultáneamente un plan de contingencias y otro de alternativas.
La estructura de mando debe ser sencilla y sus instrucciones, simples y claras. Se debe tener presente en todo momento el objetivo general. El jefe debe decidir y comunicar inicialmente su intención y crear y trasladar el centro de gravedad, como factor unificador y multiplicador del esfuerzo colectivo, impartiendo las misiones. Los subordinados deben actuar descentralizadamente dentro de sus atribuciones y coordinándose entre sí al máximo. Es muy importante esta comunicación implícita, que se crea entre las personas que han trabajado y cooperado durante cierto tiempo, aunque esto va teóricamente contra los traslados, como camino más rápido de promoción.
Para esta optimización son muy importantes la acción del jefe y del EE.MM., las comunicaciones internas de la gran unidad, la experiencia general y el control suficientemente avanzado, según las operaciones, del jefe.
Es decir, la estructura y su funcionalidad deben estar capacitadas para actuar eficazmente a velocidades crecientes de acción en sus operaciones.
El giro operativo del 3er. ejército desde sus posiciones sobre el Sarre hacia las Ardenas no puede compararse por su magnitud y su dificultad con ninguna otra maniobra de Rommel en el norte de África e incluso del grupo de ejércitos A del entones coronel general von Rundstedt, en Francia, cruzando también las Ardenas en mayo de 1940.

Y los resultados fueron proporcionales a la efectividad ejercida.

Al final de esta 2ª batalla de las Ardenas, el 29 de enero, Patton daba la siguiente lista de bajas:
                       3er. ejército                                                         Alemanes
 Personal
Muertos              14.879                                                                96.500
Heridos               71.009                                                              269.000
Prisioneros             —                                                                 163.000
Perdidos             14.054                                                                   —
                         99.942                                                              528.500

  Material
Tanques ligeros       270                                                                   —  
Tanques medios      771                                                                  1.268
Panteras y Tigres     —                                                                      711
Cañones                 144                                                                  2.526

 

La Guerra de Invierno Finlandesa (1939-1940) o TALVISOTA.

El último día de noviembre de 1939 la Unión Soviética invadió Finlandia. La guerra que siguió es conocida como la “Guerra de Invierno”. El mal comportamiento de las fuerzas soviéticas en ella impresionó a las potencias europeas. Esto probablemente contribuyó al fracaso de la “Operación Barbarroja”, meses después, ya que los alemanes extrapolaron de aquél, entre otros cálculos, una rápida victoria sobre la URSS en su invasión del 22 de junio de 1941.  

Introducción. Se prepara la tragedia. 
En Rusia el control de su acceso al Báltico fue considerado siempre vital para sus intereses nacionales. Aunque las negociaciones diplomáticas entre ambas naciones estaban en marcha desde primeros de 1938, los acontecimientos en Europa y la presencia de una importante delegación alemana en la celebración del 20º aniversario de la independencia de Finlandia (de Rusia), las endurecieron irreversiblemente. Los soviéticos trasladaron entonces un claro mensaje a los líderes fineses: no bastaba ya que Finlandia fuera neutral; ante los acontecimientos que se vislumbraban en el horizonte, Finlandia debía cooperar activamente con la URSS.
A final del verano de 1939, la URSS y Alemania firmaron un asombroso pacto de no agresión. Como consecuencia de las capitulaciones, a fines de septiembre la URSS ocupó Estonia, Letonia y Lituania, asegurando su control sobre la costa sur báltica. Sólo quedaba Finlandia para concluir su intención estratégica histórica sobre el mar Báltico.
Por fin, el 14 de octubre, Stalin realizó personalmente tres peticiones, encaminadas a asegurar la defensa soviética en el Báltico y por tierra:
Con el fin de poder bloquear el acceso de barcos de guerra y de transporte enemigos al golfo de Finlandia, mediante la artillería pesada soviética desde ambas costas, se solicitó la cesión de las pequeñas islas Hogland, Seiskari, Lavanskari, Tytarskari y Loivisto, a cambio de territorios interiores soviéticos. Y la cesión por 30 años del puerto de Hango, para poder instalar una base naval y artillería costera, que actuarían en conjunción con la base naval de Paldaski, en Estonia.
Se exigió la entrega de la mitad del istmo de Karelia a cambio de terrenos baldíos de tundra en los distritos de Repola y Porajorpi, los cuales incrementarían realmente la profundidad defensiva finlandesa en su incómoda cintura central estrecha. El istmo de Karelia es una lengua de tierra de unos 130 Km. de longitud que discurre entre Leningrado y Viborg, limitada por el lago Ladoga al este y el golfo de Finlandia al oeste. A unos 85 Km. de Leningrado comenzaban las fortificaciones finlandesas de la línea Mannerheim, de unos 70 Km. de largo, que protegía la vía de aproximación por tierra más inmediata y fácil hacia la costa norte del golfo de Finlandia, donde se alzaban las principales poblaciones finlandesas. La petición suponía la retirada de la frontera de Finlandia, junto a Leningrado, desde los 30 Km. hasta los 70 Km. (la línea Mannerheim era respetada), para dejar esta ciudad fuera del alcance de la artillería pesada y de un primer impulso táctico agresor propiciado por los alemanes.
Se pidió el reajuste de la frontera más septentrional, en la región de Petsamo, cuyo trazado era muy arbitrario: seguía una línea recta por el istmo de la península de Ribachi y dejaba aislado de tierra su extremo oeste (soviético). La ocupación de la totalidad de esa pequeña península buscaba proteger la aproximación marítima al puerto de Murmansk, al evitar su fácil ocupación por un enemigo.
Los fineses, llevados por su sentimiento nacional, rehusaron. Aunque en el intercambio ganaban en total territorio, según el Libro Blanco finlandés eran unos 2.760 Km. cuadrados de territorio central estratégico y las intenciones soviéticas aparecían razonablemente defensivas.

Comienza la invasión soviética en amplio frente. Planes soviéticos. Crítica. 

El 15 de noviembre el general Kirill Meretskov, jefe del distrito militar de Leningrado, en el que se encuadraba la zona de operaciones futura, recibió sus instrucciones en el Kremlin: En dos semanas debería iniciar la ocupación del istmo de Karelia y el acceso al golfo de Finlandia. La URSS rompió unilateralmente el tratado de no agresión firmado con Finlandia en 1934 y a las 06:50 horas del 30 de noviembre la atacó. Una imponente masa de 600.000 soldados soviéticos cruzaron la frontera común, desde Laponia en el norte al istmo de Karelia en el sur, precedidos de una gran preparación artillera y apoyados por unos 2.000 tanques y 1.000 aviones. El orden de batalla soviético lo formaban 4 ejércitos, integrados por 23 divisiones de calidad muy diversa.
El plan de ataque era muy simple: Desde el sur, el 7º ejército rompería la línea Mannerheim y tomaría Viipuri (Viborg), la segunda ciudad del país. Rodeando el Ladoga desde el nordeste, el 8º ejército avanzaría sobre la zona de los lagos fineses menores, aislando el istmo de Karelia. En el centro del frente, el 9º ejército rompería derecho hacia el puerto de Oulu, en el  golfo de Botnia, a unos 225 Km. de la frontera, cortando en dos partes el territorio finlandés; su siguiente objetivo operativo, podría ser atacar de revés las principales posiciones finesas en torno al golfo de Finlandia. En el extremo norte, el 14º ejército avanzaría en dirección a Petsamo y Nautsi.
Entre el este del Ladoga y el océano Ártico, la frontera común aparecía sobre el papel extensa y vulnerable. Era realmente una maraña de lagos y bosques, ideal para establecer trampas, emboscadas, hostigamientos selectivos y ataques de revés, en el plan de rechazo de defensa móvil flexible de una infantería ligera. El terreno de operaciones, arbolado y quebrado, proporcionaba numerosos obstáculos naturales que estrechaban y encajonaban las vías de aproximación de las fuerzas soviéticas y favorecían a la defensa. Los soviéticos no tuvieron en cuenta las características del clima y del terreno finlandeses, donde iban a emplear sus columnas motorizadas. Las anteriores acciones en Manchuria de éstas, coronadas con la victoria en Khalkin Gol sobre la infantería japonesa, aguerrida, sobria y terca, pero pobremente equipada en transportes y tanques, ocurrieron en terrenos ondulados con amplio dominio por la vista.
Las alturas ocultantes relativas, a derecha e izquierda de las citadas vías finlandesas, que proporcionaban las sinuosidades, las terrazas, los hoyos, las quebradas y las arboledas circundantes, permitían ocultar temporalmente a pequeñas unidades enemigas, que esperaban su oportunidad para atacar solas o en coordinación con otras, según el tipo de acción decidida. La calidad general de las tropas soviéticas no les permitía destacar una exploración competente con capacidad de combate y apoyo artillero, que operara en los terrenos de difícil transitabilidad paralelos a las vías de avance. Y capaz de actuar desde los flancos de las agrupaciones de marcha con el apoyo de su seguridad, detectando los posibles peligros para éstas y aún repeliendo al enemigo, frustrando sus intenciones.
Los soviéticos no realizaron una preparación logística adecuada, haciendo acopios suficientes de sus extensos recursos para una ofensiva tan poderosa. Además, su única vía ferroviaria en esa zona era la línea de Leningrado a Murmansk, que en sus 1300 Km. de recorrido sólo tenía un ramal en dirección a Finlandia, para abastecer a todas sus tropas en campaña. En el terreno político, como parte de su estrategia total, los soviéticos esperaban que el partido comunista finlandés actuaría de “quinta columna” en esta guerra y que se producirían levantamientos populares en Finlandia, que apoyasen la revolución proletaria patrocinada por ellos. Tras los primeros bombardeos de Helsinki y otras poblaciones, todo el pueblo finés se puso incuestionablemente de parte de su gobierno, incluyendo los miembros del PC, que se retiró del Komintern imperialista stalinista.
El ejército finés, al mando del mariscal Carl Gustav Emil Mannerheim, totalizaba unos 250.000 hombres, concentrados sobre todo en la defensa terrestre de la zona del golfo de Finlandia y de las fortificaciones del istmo de Karelia.

Los ejércitos soviéticos, atados a operar en vías de firmes estables, fracasan operativamente.  

En el istmo de Karelia la concentración de fuerzas soviéticas fue excesiva. En medio de una nieve profunda, los atascos de tránsito en un número limitado de camino útiles, comenzaron a afectar el avance de las 9 divisiones del 7º ejército rojo. Los controladores del tránsito, cuyo trabajo los hacía evidente, fueron cazados sin compasión por los invisibles y aislados francotiradores fineses. Las unidades de artillería no podían adelantarse por saltos para apoyar los avances. Los intentos de los vehículos por avanzar fuera de las carreteras, los llevaban a patinar en el hielo y el fango helados que las rodeaban.
El infierno helado, la talvisota (guerra en invierno) finlandesa, hizo su cruel aparición con temperaturas de –30º C en el sur de Finlandia. Las recámaras de las armas se atascaban, el aceite de los motores se helaba y éstos debían mantenerse permanentemente al ralenti para que funcionaran, las orugas de los tanques congeladas se unían sólidamente con el suelo y las raciones de los hombres debían ser dobladas en calorías, solamente para pudieran sobrevivir.
Todas las zonas de defensa y de seguridad delante del límite anterior de la línea Mannerheim y de las posiciones de defensa en la zona de los lagos, fueron sembradas de trampas explosivas y minas en los puntos delicados y prometedores: árboles caídos, cruces de carreteras, puentes, granjas, graneros, estercoleros, aseos… Pequeñas unidades y unidades de esquiadores fineses, actuando como destacamentos avanzados en lucha móvil, realizaban incursiones, rompiendo rápidamente el contacto, sobre las retaguardias de las columnas de las agrupaciones de marcha, aumentado el desorden, la frustración y la confusión generales de los soviéticos. Específicamente, los intentos del 8º ejército por eludir los caminos y aprovechar los lagos helados para avanzar en su sector, se encontraron con que los finlandeses también se habían preparado para ello. Éstos habían colocado, en su momento, líneas de minas en los lagos, dotadas de boyas con el aire adecuado para que flotasen justo bajo el hielo, cuando éste se formase. Las explosiones de las minas, ocultas hasta esos fatales momentos, fragmentaban las capas de hielo. Y hombres, vehículos y equipos caían inexorablemente en una tumba gélida.
La paralización, el caos y la falta de suministros se extendieron por las unidades y grandes unidades del 7º y del 8º ejércitos rojos hacia el 7 de diciembre.

La batalla en torno al pueblecito de Suomussalmi. 

El avance del 9º ejército hacia Oulu, encaminado a cortar en dos el país y a atacar por su retaguardia las posiciones finlandesas del sur, haciendo inútil su defensa contra los dos ejércitos citados, aún podía ganar la guerra para los soviéticos.
Su plan de ataque preveía un doble ataque envolvente coordinado, que se cerraría a unos 30 Km. de la frontera, en el pueblo de Suomussalmi, con unas 4.000 almas. Las dos pinzas atraparían a las escasas fuerzas finesas presentes (un batallón de la guardia nacional y dos secciones de fuerzas guarda fronteras, en total, unos 1.100 hombres), que defendían unos 45 Km. de frente, entre ellas y un grupo de lagos helados al oeste. El brazo norte del cerco estaba a cargo de la 163 división de infantería y el sur, de la 44 división de infantería. La primera era una división de reclutas de la zona de Moscú, poco entrenados, pero reforzados por tanques e ingenieros y dotados de un fuerte apoyo artillero y la segunda era una división ucraniana de élite bien equipada. Una vez conseguido este primer objetivo táctico, las fuerzas soviéticas del 9º ejército no se encontrarían mayores obstáculos para alcanzar sus objetivos operativos en la retaguardia estratégica enemiga.
El ataque de la 163 división soviética resultó bastante sorpresivo y alcanzó Suomussalmi el día 7 de diciembre. Pero la 44 división aún no se había puesto en marcha. El fallo del EEMM del 9º ejército era evidente. Por el sector no cerrado del cerco, los finlandeses traían continuos refuerzos desde el sur, formando su nueva 9 división ligera al mando del coronel Hjalmar Siilasvuo, el nuevo jefe de esa zona de frente. Las fuerzas soviéticas se concentraron en el pueblo, formando un remedo de cerco, y se extendieron a lo largo de unos 20 Km., protegiendo también su ruta de aprovisionamiento en territorio finés.
A partir del día 11 comenzaron los finlandeses sus ataques independientes, a cargo de compañías de infantería ligera, sobre todo el largo despliegue soviético, buscando dislocarlo operativamente, aislar sus unidades y cercarlas en algunos casos. Los soviéticos, dándose cuenta de su situación, lanzaron varios contrachoques enérgicos desde Suomussalmi, que se perdieron en el vacío.
En lo que podía ser el momento crítico para los finlandeses, una fuerte columna de tanques y camiones de la 44 división de infantería comenzó entonces su avance hacia Suomussalmi. En un estrecho istmo entre dos lagos, peligrosamente cercano al pueblo, por donde discurría la carretera de aproximación desde el sur, tres compañías ligeras finesas establecieron una posición de bloqueo, formada por interceptaciones de varios tipos que eran cubiertas por su fuego. La lucha de los soviéticos por la ruptura o por flanquear la posición, cruzando a pie por los lagos, se prolongó duramente durante la segunda decena del mes. Hacia el 20 de diciembre, la vanguardia soviética comenzó a desempeñarse y el resto de la 44 división, a prepararse para retroceder y reagruparse. Esto coincidió con que los finlandeses, más seguros de sí mismos, levantaban otra posición de bloqueo sobre la vía citada a unos 25 Km. al este. La 44 división soviética, desplegada en una larga, desgarbada y poco operativa columna, sin profundidad, ni conexión, quedaba también atrapada y sin abastecimientos.
Entonces, en el norte, la infantería finesa comenzó sus ataques coordinados metódicos para reducir las resistencias aisladas en Suomussalmi y las distintas bolsas en las que se encontraban las tropas de la 163 división, a lo largo de su vía de invasión. Para la Navidad de 1939 la 163 división roja se había evaporado como fuerza útil. Había sufrido más de 5.000 muertos, incluyendo los grupos que aisladamente se aventuraron en los bosques de taiga, para intentar un imposible camino a pie en esas condiciones terribles. El resto de sus hombres, aún no capturados, se escondieron en las ruinas de Suomussalmi, aguardando su destino.
Lo mismo ocurrió finalmente con la veterana 44 división durante la última semana de diciembre y la primera de enero de 1940. El 6 de enero su general Anton Vinogradov recibió órdenes de intentar la ruptura hacia la URSS. Dos días después los sobrevivientes alcanzaron la frontera. Con unos 2.500 muertos y heridos y otros tantos hombres perdidos, la 44 división de infantería de élite quedó borrada del orden de batalla soviético. El general Vinogradov y sus jefes de sección de su EEMM fueron ejecutados públicamente.

Recapitulación de resultados militares y políticos.

La invasión había fracasado en sus tres grandes esfuerzos. Todo el mundo observó asombrado la fácil derrota del “Ejército Rojo de Obreros y Campesinos” (RKKA, del ruso Raboche-Krestianskaya Krasnaya Armia) en 5 semanas, lo cual reforzó la tendencia a devaluar su capacidad combativa. La impresión general la resumía Churchill el 20 de enero en una emisión radiofónica: “Finlandia ha demostrado al mundo la incapacidad militar del Ejército Rojo”. Es muy posible que esta impresión se reafirmase también en Hitler, una de cuyas ideas básicas, expuestas en Mein Kampf, era la búsqueda de espacio vital (tierras para colonizar) para los alemanes en el Este, a expensas de las naciones eslavas, conductual, cognitiva y racialmente inferiores. Y que el Fuehrer se decidiese por ello a adelantar al año 1941 su ruptura total con la URSS, a pesar de los consejos en contra de sus generales y de haber firmado con ella el citado tratado en el verano de 1939.
Una característica de la conducción de la lucha fue que los soviéticos carecieron de suficientes “interfases de acción” táctica favorables sobre sus enemigos, para establecer su “libertad de acción” e imponer su “iniciativa”. Y no fueron tampoco capaces de crearlas. Interfases de acción favorables donde hacer sentir a aquellos su mayor capacidad de combate en medios mecanizados y hombres. La “interfase de acción” es nuestro concepto espacial que define la zona y el espacio donde desarrollamos la acción violenta sobre el enemigo y sus medios, siguiendo criterios tácticos adaptados al carácter de nuestros objetivos. El factor de acción eficaz en las interfases de acción es el sistema de armas combinadas o interarmas. En el ataque penetrante, por ejemplo, la superficie de las interfases se limita cuantitativamente y se seleccionan éstas en la profundidad enemiga, según sus puntos críticos y aquéllos que estorben al avance de nuestras fuerzas, por ejemplo, los observatorios y puntos de fuego antitanque. Concretando, como vimos, una interceptación finlandesa reforzada y débilmente guarnecida detuvo el avance de toda una división de élite roja (la 44 de infantería), empeñada en atacarla frontalmente y de flanco, a campo yermo helado a través. La división fue incapaz de montar un ataque de objetivo limitado, con hombres escogidos e integrados en escuadras para una aproximación sin tiempo limitado, 2 o 3 Km. más allá de la interceptación. Y, al menos, asegurar temporalmente una posición de bloqueo en la profundidad cercana sobre la vía de comunicación finlandesa. E, incluso, hostigarla desde su retaguardia. Con lo cual los finlandeses hubieran quedado copados y, sobre todo, sería tácticamente irrelevante el cerrojo finés establecido.

Los soviéticos triunfan gracias a su pura y aplastante superioridad numérica, carente de cualquier vestigio del arte de la guerra.

El general Semion Timoshenko fue nombrado inmediatamente nuevo comandante del Frente del Noroeste y durante 6 semanas reequipó, reorganizó y entrenó a sus maltrechos ejércitos. Cuando los soviéticos atacaron de nuevo en la primera semana de febrero, lo hicieron con nuevas tácticas, organización y tropas. Pero no fueron brillantes ni ejemplares.
Siguieron las tácticas de atrición y desgaste de Grant, al final de la guerra civil estadounidense, y de Foch, en 1918. Las cuales son aplicables específicamente cuando los medios son muy superiores a los del enemigo, los mandos propios son mediocres y, sobre todo, sin imaginación, y los superiores políticos sólo les piden la victoria a los militares. Llamo “atrición” a la mutilación y la muerte de la fuerza viva que la sufre y “desgaste”, al uso intensivo, el abuso, la erosión y la destrucción de los medios militares y auxiliares, que equipan y abastecen a los hombres. Entonces, los soviéticos martillearon ininterrumpidamente las posiciones finlandesas hasta demolerlas e irrumpir en sus defensas. Y para mantener el esfuerzo frontal, rotaban continuamente sus unidades de primera línea.
Los finlandeses tuvieron que aceptar las duras condiciones para la paz presentadas el 12 de marzo por Viajeslav Mijailovich Molotov, ministro de Asuntos Exteriores de la URSS.

 

 

La defensa de las posiciones militares fijas en la guerra contra la insurgencia armada

UN EJEMPLO SACADO DE LA GUERRA CONTRA LA INSURGENCIA EN IRAK.

LA BASE ESPAÑOLA DE DIWANIYA. 

La defensa eficaz de los acuartelamientos, reductos y campamentos frente al ataque y el hostigamiento de los irregulares rebeldes se basa en tres cualidades operativas: la iniciativa, la movilidad y la acción ofensiva. Ellas, a su vez, están directamente condicionadas por la mentalidad y la disposición combativa de los militares (que dependen fundamentalmente de ellos) y por la capacidad militar o medios disponibles en la zona de operaciones (que dependen fundamentalmente de los políticos y los administradores públicos).

Casi por definición, los medios militares y policiales disponibles en una guerra contra los irregulares son muy escasos, e incluso pueden ser escandalosamente insuficientes. Y esto no depende tanto de ellos ni de las autoridades establecidas, sino que es función directa de la estrategia inherente a un proceso guerrillero correcto.

El número de objetivos posibles, potenciales, que ofrece una sociedad organizada moderna, más o menos desarrollada, a la estrategia operativa disolvente de una insurgencia armada es casi incontable e inagotable. Veamos una relación expresiva, pero no exhaustiva:
Atentados contra autoridades civiles y religiosas y contra miembros aislados o grupos de las fuerzas armadas y de policía.
Destrucción y sabotaje de las fuentes y redes energéticas: térmicas, presas, plantas de ciclo combinado, campos eólicos, refinerías, depósitos de combustibles, oleoductos y gasoductos, transformadores y líneas de alta tensión y sus centros de control y distribución.
Ataques a las líneas de comunicaciones: repetidores de televisión y de telefonía móvil, emisoras en general, antenas de radio, tendidos telegráficos, puentes, túneles y viaductos, apeaderos y estaciones ferroviarias, trozos de vías férreas y de catenarias eléctricas, trenes y autobuses, camiones de gran tonelaje y vehículos de transporte de reparto, obstáculos temporales en la red viaria, cubiertos o no por el fuego indirecto o directo.  
Destrucción o inhabilitación de objetivos directamente económicos de todos los tamaños e importancia: minas, plantaciones, industrias, comercios, hoteles y balnearios, grupos de turistas. En estos casos la insurgencia debe valorar la pérdida directa de puestos de trabajo y la probable enajenación de parte de la simpatía popular hacia ella; el efecto es parecido si se deprime la actividad económica y así no se destruye inmediatamente el empleo.

Sun Tzu es el nombre real o supuesto de un autor chino, que escribió Los Trece Capítulos del Arte de la Guerra (la unidad de estilo y su originalidad permiten afirmar que no es una obra colectiva ni una recopilación) entre los años 400 y 320 a. C. (el uso de la ballesta no se generalizó hasta el 400 y la caballería no fue incorporada al ejército antes del 320) Y, ¿qué dice Sun Tzu sobre las misiones militares y las intromisiones de los políticos en ellas?
“Normalmente, cuando se utilizan las fuerzas armadas, el general recibe, en primer lugar, las órdenes generales del soberano. Después reúne a las tropas, hace del ejército un todo homogéneo y armonioso y lo instala en su campamento” Capítulo 7, versículo 1.
“Es necesario saber que para un soberano existen tres formas de llevar a su ejército al desastre. Consisten en proceder como sigue:
Ignorar que el ejército no debe avanzar y ordenar que avance, o bien, ignorar que no debe retroceder y ordenar una retirada. Esto es lo que se llama “poner al ejército en un apuro”. Comentario de Chia Lin: “No hay calamidad mayor que las órdenes del soberano que reside en la corte”.
Ignorar todos los asuntos militares y participar en su administración. Esto desorienta a los oficiales.
Ignorar todos los problemas del mando y tomar parte en el ejercicio de las responsabilidades. Esto destruye el ánimo de los oficiales” Capítulo 3, versículos 19 al 22.
“El que tenga generales competentes y los proteja de las injerencias del soberano, será el vencedor. Comentario de Ho Yen Hsi: “En la guerra se producen cientos de cambios en cada etapa. Decir que un general debe esperar todas las órdenes de sus superiores es como informar a un superior de que queréis apagar un fuego. Antes de que lleguen las órdenes las cenizas estarán frías. ¡Y se ha dicho que en tales circunstancias se debe consultar al inspector general del ejército! Atar corto a un general competente mientras se le pide que suprima a un enemigo astuto, es como sujetar al Lebrel Negro de los Han y a continuación darle la orden de que atrape a liebres inalcanzables” Ibid, versículo 29.
 “Existen casos en los que las órdenes del soberano no han de ser ejecutadas necesariamente. Comentario de Chang Yu: “El rey Fu Chai ha dicho: ‘Si sabéis cuál es la conducta a seguir, actuad; no esperéis a las instrucciones”.
Un general que posee un perfecto conocimiento de su oficio, sabe cómo manejar las tropas. Comentario de Chia Lin: “El general debe estar seguro de poder explotar la situación en su provecho, según lo exijan las circunstancias” Capítulo 8, versículos 8 y 9.

Veamos un ejemplo de comportamiento militar en la defensa de sus posiciones sacado de la última guerra del Vietnam: 

El 2º batallón del 28 regimiento de infantería norteamericano llevó a cabo en marzo de 1966 la operación Cocoa Beach de búsqueda y destrucción de unidades del Viet Cong, en el distrito Ben Cat, provincia de Binh Dueng, en Vietnam del Sur.
El batallón, a las órdenes del teniente coronel Kyle M. Bowie, se trasladó a pie el 2 de marzo desde la base de su brigada en Lai Khe hasta la plantación de caucho Lo Ke. Allí estableció un fuerte perímetro defensivo, en un terreno llano y libre de matorrales, salvo algunos setos y manchas de hierba de elefante. Al oeste de la plantación se alzaba una jungla espesa. El tiempo era bueno.
Al día siguiente, las compañías A y B iniciaron sus misiones, permaneciendo de guarnición la compañía C. A su regreso, la compañía B localizó una enorme trinchera de varios Km., que discurría al norte y noreste del campamento, y que había sido ocupada recientemente por una importante fuerza enemiga, como lo probaban las excavaciones nuevas.
El coronel Bowie suponiendo que una gran fuerza del Viet Cong se hallaba en la vecindad, coordinó con su 3ª brigada para asegurarse los apoyos artillero y aéreo. Las posiciones de lucha de sus hombres en el campo fueron mejoradas y protegidas todo lo posible. Bowie estableció también tres posiciones de observación y combate para un pelotón reforzado (section), adelantadas por cada compañía, a unos 500 m. del perímetro.
Hacia las 06:00 del 5 de marzo, el segundo teniente Robert Hibbs, de la compañía B, situado con su pelotón en el cruce perpendicular de las rutas Azul y Roja, al noroeste del campo, observó a un grupo de mujeres armadas y niños cargando munición, desplazándose lentamente por la ruta Roja (paralela a la trinchera) y que se detuvo a unos 100 m. de la patrulla.
Enseguida detectó a una compañía del Viet Cong avanzando de norte a sur por la ruta Azul, que se detuvo a unos 50 m. de su posición. Tres Viets se dirigieron al grupo de civiles. La patrulla aprovechó para dirigir todas sus granadas Claymore sobre la ruta Azul. Por fin, continuó su marcha la compañía guerrillera. Cuando su grueso se encontraba a unos 6 m. de la patrulla, ésta detonó sus Claymore y arrojó granadas de mano, dispersando finalmente al resto de los Viets con el fuego de sus M-16.
Al oír las explosiones el coronel Bowie ordenó regresar a Hibbs. En su camino de regreso, la patrulla alcanzó la retaguardia de otra compañía enemiga, desplegada ya para atacar. La patrulla atacó al enemigo de revés y cruzó su despliegue, desbaratándolo totalmente. Hibbs murió intentando recuperar con su sargento a un rezagado herido. Antes de caer definitivamente, herido varias veces, destruyó sus dispositivos de visión nocturna. Le fue concedida la Medalla de Honor del Congreso.
La patrulla de la compañía A operaba al sur del campo. Pronto fue totalmente rodeada por columnas del Viet Cong, que ignoraron su presencia y que se dirigían hacia el batallón americano. La patrulla se pegó al final de un pelotón enemigo, para ir acercándose al perímetro. Ya cerca de éste, se abrió inicialmente paso disparando y lanzando granadas sobre los guerrilleros cercanos, deslizándose hacia el campamento.
Bowie retiró la patrulla C. Hacia las 07:00 el batallón estaba casi al completo ocupando sus posiciones de defensa.
La detección oportuna de la intención enemiga, la dislocación prematura de parte de su despliegue, el preciso apoyo por el fuego y las posiciones defensivas en profundidad del batallón fueron decisivas. Hacia las 12:00 el ataque enemigo, a cargo del 272 regimiento de infantería del Viet Cong, reforzado por un batallón de armas pesadas en subordinación de guerra, se había desvanecido con gravísimas pérdidas.

El 28 de agosto de 2003 la brigada de infantería española asumió el mando del sector con sede en Diwaniya, como parte de la  división hispano polaca, desplegada en el centro sur de Iraq. Diwaniya, ciudad de unos 100 mil habitantes, es la capital de la provincia de Al-Qadisiya.
Apenas llegado al poder en abril de 2004, una de las primeras órdenes del presidente Rodríguez fue la retirada de las fuerzas españolas de Iraq. Creo que la siguiente fue conceder la Gran Cruz del Mérito Militar al ministro de Defensa, por dicha operación. La vergüenza de su familia hizo renunciar a Bono a dicha condecoración. El 21 de mayo se traspasó oficialmente el mando de los cuarteles España, Al-Andalus y Santo Domingo en Diwaniya a las fuerzas norteamericanas.
El mando norteamericano inició ese mes de abril una ofensiva en la zona contra el llamado Ejército del Mahdi (el guiado por Alá) del imam chií (un simple clérigo sin galones) Muqtada al-Sadr (véase nuestro artículo “Iraq hoy, de donde viene a donde va” en el nº 35 de War Heat) y solicitó la ayuda activa española. Al no tener nuestras fuerzas un mandato para participar en ella, la continuidad de su misión en la reconstrucción y estabilización de Iraq quedaba en precario indefinidamente.
La situación se había deteriorado tanto que el gobernador iraquí de Al-Qadisiya, más extensa que Extremadura y con unos 800 mil habitantes, acababa de desertar y formó una banda de unos 40 seguidores, para hacer valer sus derechos de señor de la guerra.
Las instalaciones de Diwaniya, donde se alojaban nuestros mil y pico hombres, quedaron convertidas en un remedo de Fort Apache. Porque los rebeldes iraquíes no suelen apreciar esas sutilezas de “estoy aquí, pero no te ataco” o “soy blanco, rico y llevo casco Kevlar, pero no soy yanqui”. Eramos un blanco fácil y cómodo de su furia y de su odio a una democracia no islámica y a los cristianos vencedores ocupantes.
Durante más de un mes los rebeldes chiíes realizan un hostigamiento permanente de nuestros cuarteles, tremendamente defendidos (sensores, fosos, alambradas y fortificaciones) contra las bombas de los suicidas islamistas. Pero ocurre que esos suicidas, que son fanáticos iluminados pero no tontos, atacan a grupos de enemigos no protegidos suficientemente, buscando como pasaporte al Jardín de las Huríes, llevarse el mayor número posible de enemigos muertos o mutilados. No hubo ni un intento suicida contra nosotros.
La mayoría de los días de espera hasta la retirada, nuestros acuartelamientos fueron hostigados con fuego automático de armas ligeras y granadas de mortero, con una media de 10 granadas por ataque. Con el fin de alejar el origen del fuego indirecto, nuestras fuerzas realizaron ataques de objetivo limitado, expulsando los morteros irregulares hasta el otro lado del río. En los encuentros y emboscadas sufridos, dimos muerte a unos 20 rebeldes. Nosotros sufrimos una docena de heridos en todo el proceso y murieron varios colaboradores árabes. No tenemos noticias de que el batallón chií de la defensa iraquí que estuvimos entrenando, y cuyo coronel pidiera formalmente que no nos fuéramos, nos apoyara en la defensa.

Algunas posibles misiones de lucha correctas para esta defensa

El centro de gravedad de la defensa activa de las posiciones militares fijas reside en la observación y el control de las vías de aproximación. Que en zona rural puede ser un campo semi inundado de arroz; en terreno rugoso, una línea de altura por debajo de la cresta militar; en zona urbana, las calles que hacia a ellas se orientan, desde cierta distancia, y en una carretera, una cuneta. Todo ello adobado y complicado por el clima y la hora del día.
Las posiciones de observación y de lucha pueden constar desde la pareja de francotiradores hasta una sección reforzada (el platoon estadounidense), según las características del terreno y las intenciones y capacidades del enemigo. Aquéllas son al margen de la defensa perimetral y de las patrullas que la recorren, que constituyen parte de la defensa estática.
El enemigo suele explorar, al menos al principio y también en condiciones fluidas de lucha, por observación. Es importante localizar y eliminar estas posiciones de exploración. La observación paciente es el modo, teniendo en cuenta que si la exigencia es intensa, cada 30 minutos debe ser sustituido el observador, porque mira, pero ya no ve.
Si existen medios adicionales para ello y como complemento, es muy necesario emplear el patrullaje enérgico (véase nuestro artículo citado en el nº 35 de War Heat) contra el enemigo, alejándose mucho más.
Una defensa pasiva, limitada a rechazar los ataques, con la iniciativa y la elección de los momentos en manos del enemigo, es casi lo más disolvente de la moral de combate que puede experimentar una tropa, al margen de una derrota. Que se lo pregunten a los franceses que guarnecían multitud de reductos y posiciones en Indochina antes de Dien Bien Fu y a los chinos nacionalistas hasta 1949.

IRAK, HOY.

De dónde viene, a dónde va. ¿Fue correcto concentrarse durante más de 2 años en la búsqueda de las armas de destrucción masiva? ¿Es posible derrotar militarmente a los distintos grupos insurgentes presentes en el país?

 

Antecedentes Históricos. 

Durante casi 400 años de dominio turco, el país hoy conocido como Irak constituyó una de las regiones más atrasadas del Imperio. Estaba formado por tres provincias otomanas, centradas en torno a los centros administrativos y comerciales de Mosul, Bagdad y Basora. La conquista británica de Mesopotamia (Irak) se logró a un alto precio: unos 10 mil soldados británicos murieron y otros 23 mil resultaron heridos en un fallido intento en 1915, tras un desembarco en Basora.

Por el tratado de Sykes-Picot de 1916, ratificado por Churchill en El Cairo en 1922, se concedía a Francia la posesión de El Líbano y Siria, mientras que los británicos obtenían el control sobre Palestina e Irak. Ya en 1919 el administrador civil británico en Bagdad Arnold Wilson declaraba que «la unión de las citadas ex-provincias turcas para formar una nación, era una receta para el desastre, porque implicaba que se obligaría a tres grupos étnico-religiosos muy distintos a trabajar juntos, siendo bien sabido que se odiaban mutuamente».

En julio de 1920 el país sufrió la mayor revuelta de su historia, provocada principalmente por el incumplimiento británico, tras más de 3 años de ocupación, de su promesa de permitir la autodeterminación. Los irregulares chiitas llegaron a aniquilar un batallón del regimiento de Manchester, antes de que en 1921 la rebelión fuese sofocada, dejando un saldo de más de 10 mil muertos. Huyendo del avispero, los ingleses establecieron el 23 de agosto de 1922 la monarquía iraquí, nombrando rey al tercer hijo de Sharif Hussein, el líder de la provincia árabe de Hejaz, el perdedor con el tratado Sykes-Picot, con el que colaboró Lawrence de Arabia.

La división entre las tres comunidades iraquíes: sus orígenes socio económicos. 

Las tensiones semipermanentes entre las tres comunidades se refrenaban y controlaban cuando en Bagdad existía un gobierno central fuerte y respetado (esto equivale a «temible» en lenguaje iraquí). A ello ayudaba la compartimentación geográfica, al estar principalmente localizados, los kurdos en el norte, los sunnitas en el centro del país, con poblaciones en el centro sur, y los chiíes en el centro sur y el sur, con barrios en Bagdad. La falta de una infraestructura viaria y la ausencia de grandes intereses comerciales, consecuencia del subdesarrollo económico, que impulsasen los trasvases de la población rural, colaboraba a mantener firmes los límites demográficos de las tribus en los espacios citados.

La lealtad íntima de los kurdos es más supranacional, hacia un Kurdistán imposible, formado también por tierras de todos los países vecinos, donde fue repartido el pueblo kurdo tras la I Guerra Mundial. La lealtad real de todos los árabes es hacia Iraq. Durante la guerra Irán-Iraq (1980 a 1988), la comunidad chií iraquí, siempre reprimida, se mantuvo leal a Saddam, siendo puntuales los casos de apoyo a Jomeini o los exilios en Irán.

Soportando esta división de creencias y etnias entre kurdos y árabes, perdura muy arraigado y tenaz un complicado entramado de tribus y luego de clanes regionales y locales. Éste da el verdadero valor y sentido a las lealtades y los intereses, siempre relativos y aún oportunistas, de los iraquíes. Así, es costumbre incorporar al final del nombre, un topónimo que señale el lugar de nacimiento. Realmente Saddam Hussein al-Tikriti nació en la mísera aldea Al-Uja y no en la cercana Tikrit.

 Los déspotas modernos, nacionalistas y seudo socialistas, dominaron y gobernaban féreamente.

El golpe del 17 de julio de 1968 llevó al poder al Baaz iraquí, en el que Saddam ocupaba una posición más bien débil en su cúpula. El Baaz era un partido laico, socialista, anticomunista y nacionalista. Su militancia a fines de ese año no superaba los 5 mil afiliados. Siguiendo las tendencias ya citadas, sus miembros se elegían inicialmente (luego, lo serían las elites) entre un reducido número de familias sunníes de en torno a Tikrit. Pero el Baaz desarrollado fue la base organizativa y sociológica, siempre sunní, de un régimen totalitario y dictatorial, que se prolongó por 35 años y en el que Saddam prosperó rápidamente.

Una de las características de los regímenes oligarcas y dictatoriales recios es que una vez eli-minados o neutralizados (exilio, prisión) unos cuantos cientos de rebeldes, rivales ciertos o poten-ciales, opositores o traidores de sus filas, el régimen es tenido entonces por «temible». Esto es, el pueblo, sus servidores civiles y militares, incluso los ministros, aprenden y reconocen que con el jefe, con el partido, con su gobierno, no se juega. Y que la única moneda de pervivencia es la lealtad, expresada aquí según los patrones árabes con los más ampulosos y extravagantes «verso, prosa, iconografía y maneras». Esto hace que, de pronto, tras una convulsión, el régimen ya no tenga que matar tanto: ha conseguido someter psicológicamente a la población. La simple amenaza, incluso sugerencia, funciona, porque se le reconoce capaz de aplicarla. Y una paz de cementerio, soportable y estable, se auto impone y florece, salvo los casos aislados inevitables, que permite la actividad y el desarrollo económicos. Sobre ella, el clientelismo, la corrupción y el compromiso personal con el régimen se asientan y extienden por la sociedad como mancha de aceite con el pasar de los años.

A este statu quo había llegado Iraq con el presidente Saddam Hussein de Tikrit, en el cargo desde el 17 de julio de 1979.

 

Orígenes de la resistencia iraquí al ocupante. El desprecio por las realidades sociales y religiosas de Irak. 

Varios informes de inteligencia ensamblados posteriormente señalan que, pocas semanas antes del ataque militar de los Estados Unidos y sus aliados en abril de 2003, Saddam sostuvo una reunión de unos 45 minutos con cuatro de sus más íntimos colaboradores. Se trataba de establecer las líneas de actuación iraquíes contra la inminente ocupación norteamericana. Uno de los presentes era el general retirado Mohamed Yunis al-Ahmed, miembro principal de la Oficina Militar, un servicio secreto del Baaz encargado de controlar a los militares iraquíes y de organizar la resistencia del partido en el caso de que un golpe de estado contra el régimen llegase a triunfar. La orden de Saddam fue activar las redes de militantes civiles y militares.

Más de dos años después, los norteamericanos apenas saben acerca de lo que se conoce como «las redes leales» o «ahl al thiga«, que son el núcleo de la insurgencia sunní y que buscan restaurar su control, en un país donde apenas son el 20% de la población. Estos irregulares son iraquíes en un 95%, aunque los extranjeros o muhaydines realizan la inmensa mayoría de los ataques suicidas. A finales de 2003 comenzó a revelarse una alianza de colaboración entre los baasistas y los jihadistas extranjeros o miembros de Al-Qaida. Los primeros brindan a éstos infraestructura logística, refugio y colaboran en la coordinación de los ataques. El flujo de mártires iluminados es suficiente y constante.

El nivel de violencia se mantiene y aún se incrementa puntualmente. Varias razones parecen haber facilitado este desaguisado socio militar y su desarrollo:

Una. Incapacidad política de los altos mandos y desconocimiento de la idiosincrasia iraquí.

Paul Bremer, el primer administrador yanqui en Iraq, ordenó el 23 de mayo de 2003, siguiendo órdenes de Donald Rumsfeld, la disolución de la administración civil y el ejército iraquíes. Con ello crearon directamente o confirmaron más de 400 mil enemigos, privados de sus medios de vida siempre legítimos, sin que existiese siquiera una causa penal contra ellos. Y daba la casualidad que esas personas eran las más familiarizadas con el uso de las armas y con los resortes del mando.

En el otoño de 2003 las milicias sunníes recibieron la orden de centrar sus esfuerzos contra la policía y el ejército iraquíes, más que contra las tropas extranjeras de la coalición, mejor preparadas.

Además, los militares han deseado usar la diplomacia en este conflicto y lograr un acercamiento a los elementos menos radicales de los insurgentes. Los civiles y diplomáticos, que no mueren en combate, han preferido la línea dura, rechazando la negociación con el enemigo. Así, oficiales de la inteligencia militar trataron en su momento de llevar a cabo un trato con 19 subclanes de la tribu Dulaimi de la provincia al-Anbar, en el centro del triángulo sunní, para desarmarlas y que realizasen labores de vigilancia sobre el tránsito insurgente en su territorio. La contrapartida era un pago de $3 millones y el reconocimiento administrativo de dichos clanes. Bremer estropeó el cierre del trato, diciendo que «las tribus eran un vestigio del pasado, que no tenían cabida en el Iraq democrático».

Sin embargo, desde noviembre de 2003 los baasistas exiliados y diferentes jefes de tribu o jeques han mantenido reuniones públicas mensualmente en el hotel Palacio Chan, de Damasco. Aunque se suponía que eran para expresar la solidaridad contra la ocupación americana (en enero de 2004 participó el joven presidente sirio), también han servido para mantener reuniones de aquéllos con líderes de la insurgencia, planificar operaciones y para la distribución de dinero, que tampoco les falta.

Esto es lo que David Petraeus, 4 o 5 años después, está tratando de enmendar. Pero, ¿está armando milicias leales de autodefensa o está pagando indefinida y literalmente al enemigo para que no actúe? 

Dos. Deficiencias de la lucha contraterroristas. Falta de una definición realista de objetivos estratégicos, operativos y tácticos.

Bremer no duró mucho. Pero, los continuos cambios de administradores y de altos mandos militares en Iraq (tres cambios se produjeron en apenas 2 años) han estorbado mucho la elaboración e implantación de una estrategia general, incluyendo operaciones, tácticas y entrenamiento para ellas, contra los irregulares.

Oficiales de la inteligencia militar detectaron que los baasistas aprovecharon para reorganizarse la primavera de 2004, cuando los americanos se concentraron en luchar contra la rebelión del líder chií Muqtada al-Sadr, en el sur, y en la toma de la ciudad rebelde de Falujah. Después de la captura de Saddam el 13 de diciembre, sufrieron unas 188 detenciones importantes, al capturar también en su portafolios personal los documentos que los mencionaban.

El ejército americano es muy bueno peleando con ejércitos regulares, empleando desde lejos su apabullante tecnología y su incontable arsenal. Pero, las carnicerías sufridas en los combates de su guerra civil crearon una mentalidad, llevaron a una idiosincrasia de rechazo al combate a las distancias cercanas y próximas, donde se desvanece el apoyo de fuego pesado, incluso orgánico, para no causar bajas propias, que es necesario en la guerra contrainsurgencia. Y ésta no puede estar sólo a cargo de las unidades de élite, que son las entrenadas como debería serlo el ejército.

Tres. Insuficiencias y fallos de inteligencia.

La inteligencia americana pone más énfasis y medios en los temas de Irán, China y Corea del Norte que en la insurgencia iraquí. Además, la fijación de la administración Bush en encontrar armas de destrucción masiva DISPONIBLES durante el primer año de ocupación, distrajo medios de inteligencia y aún militares indispensables para machacar a una insurrección balbuceante. Otra cosa es que en el pasado se hubiesen empleado dichos medios, como establecía la doctrina militar iraquí, especialmente los gases tóxicos, contra los iraníes, para frenar su mayor potencial demográfico aplicado a los combates y contra los kurdos, para escarmentarlos.

En el otoño de 2003 el general Sánchez, jefe supremo militar entonces, supo de la existencia de 38 cajas de documentos, clasificados como «sin valor para inteligencia», relacionados con la insur-gencia en Falujah. A primeros de 2004 aparecieron numerosos documentos con los planes para la resistencia en Falujah, Samarra y Ramadi (el perímetro del llamado triángulo rebelde sunní) y listas de los jefes y miembros locales de las milicias baasistas en esas localidades. Existe guardado en Qatar todo un almacén lleno de material sensible, simplemente acumulado. Posiblemente se tarden años en poder examinarlos o leerlos, asimilarlos y agrupar la información contrastada en inteligencia fiable y útil, para pasarla a las unidades operativas.

 

A fines de septiembre de 2005 Rumsfeld declaró que ya estaban listos para entrar en servicio unos 195 mil militares y policías iraquíes, formados por los americanos. Pronto veremos su temple y disposición. Y si están destinados a labores de vigilancia, custodia y guarnición, o si son capaces de emprender un patrullaje activo e incluso formar falsas bandas. Éstas estarían destinadas a actuar en zonas proclives a la insurgencia, de donde varios de sus integrantes procedan, y están favorecidas por el carácter descentralizado de los grupos rebeldes. Sus misiones serían conseguir información, probar la lealtad de los civiles e incluso aniquilar pequeños grupos enemigos.

A finales de septiembre de 2005 se luchaba en Qam, al centro de la frontera siria y que era un paso seguro para la entrada y distribución de hombres y medios de Al-Qaida en Iraq. También era una base (entrenamiento, descanso, planificación) de esos jihadistas extranjeros. Tras la ocupación de Tal Afar, en el norte de esa frontera, a primeros de septiembre, en una de las mayores batallas en Iraq en casi un año, se produjeron 11 ataques suicidas sucesivos en Bagdad. ¿Servirán para algo sus ocupaciones? Samarra ha sido tomada ya varias veces durante la guerra y la perdieron otras tantas.

En 2005, tras las elecciones, ocurrió un importante cambio en el gobierno iraquí. Los shiíes religiosos, liderados por Ibrahim al-Jafari, ocupan el poder político. Esto ha irritado más a los sunníes e incluso a muchos oficiales del nuevo ejército, procedentes del ejército de Saddam, ya que al-Jafari se exiló en Irán durante su guerra con Iraq. Éste tampoco ha perdido el tiempo para enconar los ánimos, viajando enseguida a Teherán, restableciendo relaciones diplomáticas y comerciales y pidiendo perdón allí por la conducta de Irak durante la guerra.

La celebración del referendum constitucional tampoco cambió cualitativamente la situación militar en Irak. A los sunníes se les unen nacionalistas iraquíes y extremistas religiosos, todos disgustados con la ocupación extranjera. Los shiíes y, en menor medida, los kurdos, parecen los grandes beneficiarios jurídicos y sociales del nuevo orden democrático occidental. Pero también son los blancos masivos preferentes de la insurgencia, que busca, en ese impulso hacia el caos, hacer insoportable para los americanos la ocupación. Por su parte, cerca del 60% de los norteamericanos desaprueban el modo en que su administración lleva la guerra y también el 60% de los encuestados desearía un recorte de sus gastos en Iraq.

 

¿QUÉ MÁS SE PUEDE HACER PARA VENCER A LA INSURGENCIA IRAQUÍ?

 

Las principales características de una guerra irregular son su prolongación en el tiempo, consecuencia de su baja intensidad militar, y que es también civil y política, lo que implica un gran desgarro social y actos de gran crueldad.

Los aspectos estratégicos de la guerra en Iraq son las bases guerrilleras y las comunicaciones de ambos rivales en general. Ya que es impensable que los rebeldes alcancen una correlación de fuerzas con su enemigo, que les permita utilizar unidades regulares propias.

Las bases rebeldes son los territorios suficientemente controlados por ellos. Sirven de refugio y son el soporte logístico de sus bandas. Constituyen su retaguardia natural, donde las bandas amedrentan a los civiles y lo organizan en su favor, si son de la tribu correcta. Cuando se trata de bases clandestinas, físicamente ocupadas por los americanos o por los regulares leales, en ellas se imbrica también la red de agentes de la guerrilla, encargados de la búsqueda y transmisión de información.

De momento, las bases de la insurgencia no tienen otras funciones mayores.

La defensa de sus bases la realizan buscando el desgaste de las fuerzas enemigas (con numerosas acciones puntuales más o menos concentradas) y provocando su dispersión por todo el país. Así el enemigo no se concentra para atacarlas. Sin embargo, las bases son el único objetivo duro, convencional que presentan a los ejércitos americano e iraquí, donde la abrumadora potencia de fuego se puede hacer sentir.

El carácter de «enjambre» que posee la insurgencia iraquí, formando células y bandas bastante independientes y coordinadas estratégicamente por las intenciones de líderes más o menos lejanos, hace que utilicen numerosas bases y que ninguna sea fundamental para ellos. Esto también delata una de sus debilidades, son muy primitivos organizativamente, aunque sean muy molestos.

Las comunicaciones estratégicas de los rebeldes son:

Con sus bases, para evitar un vagabundeo estéril, agotador y vulnerable. Entre las bandas, para el apoyo, la inteligencia y su concentración operativa para las tareas. Con el pueblo, para su refugio, soporte, medios, inteligencia y acción subversiva; y en su momento, facilitaría su extensión humana y territorial.

Cuanto más endebles y escasas sean dichas comunicaciones, más frágil e inseguro será estratégicamente el proceso insurgente.

Los aspectos operativos de la guerra iraquí se centran en la lucha por la movilidad y la iniciativa.

Para conseguir fuerzas suficientes y mantener la iniciativa, ambos ejércitos deben concentrarse en la defensa de sus objetivos estratégicos y de sus comunicaciones. La defensa de poblaciones menores, especialmente fuera de la zona sunní, debe recaer en unidades locales de autodefensa y de policía, apoyadas por unidades militares móviles, que patrullen por todo un sector amenazado.

Pero no creemos que el Pentágono acepte este aflojar temporalmente las riendas y ceder (potencialmente) algún territorio a la posible acción de la insurgencia.

La clave operativa es el patrullaje enérgico, continuo, impredecible, ávido del combate con los insurgentes o de conseguir información. Que constituya otro «enjambre» más profesional, más activo, más letal. Cuyas armas sean el sigilo, la discreción, la movilidad, las granadas más que las balas, el arrastrarse tanto como el pasearse, con la noche como colaboradora y refugio. Integrado por unidades raramente mayores de una sección (el platoon). Una especialización de las patrullas, con técnicas diferentes, son las seudo bandas ya citadas. Pero éste es el oficio militar más difícil para la infantería…

Las comunicaciones rebeldes pueden ser dislocadas por la interposición del «enjambre» militar. Sus refugios y depósitos terminarían localizados. La convicción de impunidad desaparecería. El problema de una rebelión armada sería conducido a un problema policial.

Por último, políticamente de momento es necesario buscar el acercamiento a los líderes moderados iraquíes de la insurgencia, evitar acciones y actitudes disolventes como las protagonizadas por el presidente al-Jafari ya citadas y destacar al pueblo la distinción entre los objetivos perversos de los jihadistas extranjeros, para quienes Iraq es sólo un terreno propicio para sus matanzas indiscriminadas de iraquíes!!! y la rebelión interna.

 

Con el principio de fondo de que una democracia islámica (basada en la Umma, el Corán, la sunna del Profeta y la Sharia) no es igual a una democracia occidental (donde cualquiera es un voto).

La Estrategia Operativa. Su Ámbito y sus Características.

 

Al primer nivel de la actividad de la defensa de una sociedad organizada se le llama estrategia nacional o, también, algo anticuadamente, gran estrategia. En ella se deben considerar también los recursos económicos y diplomáticos del estado, como parte de los medios de una nación para conseguir sus grandes objetivos estratégicos en una guerra.

La estrategia militar o estrategia a secas trata, en un gran segundo nivel de actividad de la defensa nacional, de la definición de los grandes objetivos de una guerra, de un teatro de operaciones o de una campaña y de la asignación de los medios militares, generalmente escasos o muy escasos, para alcanzarlos.

La táctica se dedica a la realización óptima de los combates frente a un enemigo, que se opone por medios bélicos al logro de nuestros objetivos estratégicos. Las técnicas de combate son los ladrillos con los que se construyen las tácticas. Son los conocimientos específicos de armas, movimientos, protecciones, que personal y colectivamente aprenden los hombres con el entrenamiento y la experiencia.

Entre ambos niveles de la actuación militar existe un espacio de actividad eminente y esencialmente práctico, llamado nivel operativo o estrategia operativa. Su misión es optimizar los empleos de la táctica y de los medios disponibles en la campaña y en el teatro de operaciones. Para ello define y conceptualiza las batallas, las marchas, etc., en definitiva, tanto las operaciones militares como su correcta sucesión, en función de aquellos objetivos decisivos.

Con ello brinda a la táctica y a la decisión a la que ésta se orienta, una trascendencia superior, que está mucho más allá de la persecución y de la explotación del éxito. Es decir, la estrategia operativa utiliza a la táctica como uno de sus instrumentos inmediatos. Integrándolos para alcanzar los objetivos últimos que se le han confiado y orientándose a ellos, participando entonces de su naturaleza estratégica.

Así, la estrategia operativa define unos objetivos propios en el teatro o en la campaña de actuación, que son la incapacitación y la desorganización del enemigo, a través de la acción sobre sus vulnerabilidades operativas y estratégicas. La primera se orienta contra la capacidad de combate enemiga, buscando incapacitarla posicional o funcionalmente, y simultáneamente protegiendo la propia. La segunda se logra por la ocupación o la destrucción de sus vulnerabilidades críticas en la zona de operaciones.

Estas vulnerabilidades son aquellos elementos, posesiones o razones que dan sentido a la lucha que el enemigo sostiene contra nosotros. Es decir, cuya pérdida le infunde inevitablemente una sensación de desesperanza y un sentido de inutilidad en proseguir la lucha en esas circunstancias, como no sea para acumular más pérdidas.

Una vulnerabilidad crítica estratégica, manejada hábilmente por nosotros en el siglo XVI durante la conquista de América, fue la captura del gran jefe o emperador de las confederaciones indígenas en los grandes países a colonizar (Moctezuma, Atahualpa). Pero su efecto era temporal. Una vez convertido en rehén, el valor simbólico de un caudillo de este tipo caía en picado, porque la vitalidad nacional de la colectividad a la que dirigía exigía su renovación, como si hubiese muerto. Pronto se elegía a un nuevo Gran Emplumado, entre los miembros de su clan o de su sociedad guerrera.

En la II Guerra Mundial, la ocupación de la capital y la caída del gobierno eran vulnerabilidades críticas estratégicas, a las que se accedía a través de una estrategia operativa de guerra móvil ofensiva: campaña de primavera de 1940 en el frente occidental. Lo mismo intentó Hitler en 1941 en el frente soviético con relación a Moscú. Seguramente en esa guerra total, casi de exterminio, del frente del Este, su caída no hubiese tenido la trascendencia que se le atribuía. Pero Moscú constituía un gran “nudo” viario, un centro de comunicaciones ferroviarias vital para toda la URSS al oeste de los montes Urales y, en este sentido, sí hubiese sido una vulnerabilidad crítica permanente del nivel militar operativo.

Para lograr estos objetivos estratégicos intermedios, el nivel operativo tiene unos medios específicos operativos que son la inteligencia, el desequilibrio y la incapacitación del enemigo, el tiempo o velocidad de las operaciones y de los combates, la organización logística y su soporte físico o línea de abastecimientos y el sentido correcto del propio mando.

Estos medios los emplea para conducir y utilizar óptimamente (sin despilfarros) los medios táctico-operativos a su disposición.

Éstos son:

la transitabilidad del terreno (en toda la dimensión geográfica de la naturaleza de los terrenos, clima, estación y hora del día),

la capacidad de combate (medios militares concretados en hombres, equipos, apoyos y vehículos de combate) y la capacidad de movimiento operativo (transportes de grande y pequeño tonelaje, los repuestos de todo tipo y combustibles y los depósitos y parques accesibles en la zona) propias disponibles,

la libertad de acción y las “interfases de acción” favorables con el enemigo (que existen y que se pueden también crear siempre, mediante la ampliación o disminución del “campo de acción” sobre aquél, como un zoom táctico operativo, o mediante su cambio a otro sector del frente o en la profundidad de la zona enemiga). Con estos 2 últimos “sistemas” podemos actuar siempre según nuestro criterio e interés y no simplemente reaccionar a las acciones del enemigo.

De esta manera los citados 10 “sistemas operativos” realizan el empleo y el funcionamiento de todos los niveles de la defensa nacional. Y van a partir de la concepción y la gran creación de objetivos, intereses y recursos disponibles, recibidas del mando y de la nación, hasta la realización práctica final. Implicando en ésta también a los necesarios y a los inevitables e impuestos por el enemigo, empleos tácticos de los medios militares, como etapas para la consecución óptima de aquellos objetivos encomendados.

Y, ¿por qué llamamos sistemas a estas funciones operativas de variada y compleja naturaleza y a los órganos o fenómenos que las dirigen, procuran y ejecutan o causan (como es el caso de la transitabilidad)? Un “sistema” es un conjunto de órganos, fenómenos o cosas que, ordenadamente relacionadas entre sí, contribuyen a determinado objeto. En un sistema complejo existirán una jerarquía, la especialización de sus órganos y unos objetivos e intenciones o resultados. Las funciones, en su conjunto y en razón de las interacciones que ocurren dentro del sistema, tienen un efecto integrador sobre él, y sinérgico con relación a los objetivos generales del mismo.

La importancia de la Historia Militar. Introducción a sus «Lecciones».

La profesión de Militar es una profesión que cada vez se ejerce durante menos tiempo, gracias a Dios y mediante la civilización. Pero eso no excluye su ineludible necesidad para la pervivencia y aún el florecimiento de las naciones. El dominio de las técnicas y las armas se adquiere por repetición, en los centros de instrucción, las academias, los destinos. Pero, ¿dónde adquirir “experiencia militar”?

Decía Bismark que el hombre inteligente aprendía de la experiencia ajena. Parafraseando al Canciller de Hierro, podemos completar que el “listo” aprende de su propia experiencia y el “tonto” no aprende con ninguna. La Historia Militar, debidamente analizada y presentada en ejemplos escogidos, oportunos y provechosos, se destaca como una fuente importante de experiencia militar para los profesionales, estudiosos e interesados.

Y más cuando leer es una creación y todo buen lector es un creador de su intelecto. Que no sólo va en busca de diversión, sino de alimento. Y, ¿quién quiere comer algo que no le resulte apetecible?

Presentaremos en esta Categoría batallas, campañas o actuaciones extensas de algún sistema decisivo de armas terrestres. Aquí el método distintivo será el estudio estratégico o táctico de los hechos. Ello las distinguirá del trabajo del historiador, de la presentación de una enciclopedia o del artículo para el gran público. De los que tenemos que tomar los datos generales, que marcan los hitos de esas historias y las enmarcan. Puesto que otros hicieron esa labor investigadora y paciente antes que nosotros.

Puesto que los trabajos serán textos más o menos amenos, es conveniente buscarse un “compañero”. Un “auxiliar” en forma de un plano o croquis suficientemente detallado de la zona de operaciones. Creo que eso ayudará a introducirse en el “ambiente”. Al menos, a mí siempre me ha servido.

Tengamos en cuenta también que, la dialéctica violenta entre dos voluntades nacionales, como podríamos definir la guerra, tiene al menos dos grandes personajes o autores. Cuyas ideas, planteamientos y hechos respectivos son bastante disímiles. Sin embargo, sólo una de las actuaciones resulta finalmente correcta o, al menos, vencedora. Los puntos de vista divergentes son típicos de muchas actuaciones humanas: ¿hay crisis o vamos bien? ¿O está todo cambiando rápidamente?

Austerlitz. La Batalla de los Tres Emperadores.

Austerlitz es la Coronación de la Brillante Campaña Francesa de 1805 contra la Tercera Coalición

Introducción  

La primera serie de las guerras que surgen a raíz de la Revolución Francesa terminó con las paces de Loeben (en 1801) y de Amiens (de 1802). Pero entre Francia e Inglaterra los intervalos de paz eran entonces sólo respiros, para poder proseguir su lucha inevitable por la supremacía y la supervivencia en Europa.

En mayo de 1805 estalló la guerra entre Francia y la llamada Tercera Coalición, creada el mes anterior, formada por Rusia, Austria e Inglaterra, su promotora. Un ilusionado William Pitt envió generosamente el oro inglés a sus aliados continentales.

El grueso del ejército francés se encontraba entonces estacionado a lo largo de la costa del Canal de la Mancha, preparándose para invadir Inglaterra. Pero la amenaza para el ejército en campaña, que era el verdadero objetivo estratégico de las guerras napoleónicas (recordemos que las ocupaciones de Madrid, Viena, Moscú, no fueron decisivas), surgía al este, de los ejércitos de los imperios ruso y austríaco.

En septiembre de 1805 Napoleón trasladó su «Ejército de Inglaterra» al Rin, desplegando sus 208.000 hombres entre Maguncia y Estrasburgo y rebautizándolo el «Gran Ejército». El Grande Armée estaba formado por 145.000 infantes y 38.000 jinetes, integrados en 7 cuerpos de ejército, cada uno a las órdenes de un mariscal francés, una gran reserva de caballería a las órdenes del mariscal Príncipe Murat y la Guardia Imperial, directamente bajo Napoleón; a ellos se les añadían 25.000 bávaros aliados.

Tomando como era habitual en él la iniciativa, Napoleón decide dar un primer golpe estratégico contra el ejército de 72.000 austríacos que, a las órdenes del general Mack y el archiduque Fernando, hijo del emperador Francisco II, avanzaba hacia Ulm, sin esperar la llegada de la prometida ayuda rusa.

Napoleón va a utilizar contra los austríacos lo que podemos llamar un esfuerzo operativo de centro de gravedad.

Las características del proceso de establecimiento y funcionamiento de aquél son la originalidad, la flexibilidad del despliegue, la consistencia, la no predictibilidad por el enemigo y la eficacia. El centro de gravedad supone la acción centrípeta de todos los medios y sus líneas de actuación, de la actividad «ramificada» de todas las unidades y los servicios, no necesariamente coincidentes, pero sí convergentes y resultantes en su sinergia, en su eficacia y en su resultado. Mediante las líneas de avance o de acción diferentes y coordinadas inducimos incertidumbre e inseguridad en el enemigo, dispersamos su capacidad de rechazo y perturbamos su plan de defensa y su conducción sistemática.

En un amplio avance de sus cuerpos de ejército independientes, el Grande Armée cruzó rapidísimamente el centro de Alemania, desde el Rin al Danubio, entre los días 25 de septiembre y 6 de octubre. Con esto se interpuso operativamente entre los austríacos y las fuerzas rusas aliadas, aún lejanas. Los austríacos no entendieron la necesidad de la rapidez de los movimientos, pensando sólo en la batalla, como único instrumento de la decisión.

Los franceses iniciaron el cruce del Danubio el día 7 y, durante toda la semana siguiente, Napoleón hizo converger en una enorme espiral constrictora a la mayoría de sus fuerzas sobre Ulm, mientras un cuerpo de ejército vigilaba la posible llegada del general Kutuzov por el este.

El general Mack realizó en vano varios intentos de ruptura, con los mayores esfuerzos en Haslach y Elchingen. Los dos comandantes austríacos se pelearon y el archiduque Fernando se separó del grueso con sus 6.000 jinetes e intentó escapar en dirección noreste, pero, ya cerca de Trochtelfingen, sus fuerzas fueron rodeadas y vencidas por el cuerpo de caballería de Murat. Otros 12.000 austríacos se rindieron en Neustadt.

El general Mack y el resto de sus hombres (unos 27.000, tras los combates e incidentes citados), con Napoleón en escandalosa mayoría a las puertas de la ciudad de Ulm desde el 14 de octubre, salieron afuera para rendir sus armas a los pies de los montes Michelsberg. El general Mack firmó la capitulación del ejército el día 20.

La campaña, sin batallas propiamente dichas, le costó a Austria más de 50.000 hombres, casi el 70% de sus tropas iniciales.

La campaña de 1.805, tras la victoria estratégica sobre el general Mack en Ulm, se remató en Austerlitz.

Los rusos, al mando del general Kutuzov, que acudían como dijimos en socorro de Mack, no se dejaron atrapar y volvieron sobre sus pasos, primero hacia el este y luego hacia el norte del Danubio, alejando más y más a Napoleón de sus bases. La toma de Viena por Napoleón el 12 de noviembre resultó inútil, pues Kutusov seguía rehusando la lucha, evitando incluso dos trampas francesas tendidas por el cuerpo de caballería de Murat. Lo que buscaba Kutuzov era reunirse con las fuerzas del general Buxhowden y del Zar, cerca de Olmutz, antes de volverse contra los franceses. El 20 de noviembre se efectuó la concentración de unos 85.000 soldados austro-rusos, estando presentes el emperador Francisco y el zar Alejandro I.

Napoleón, que había iniciado la campaña contra Mack desde sus posiciones en el Rin con unos 210.000 hombres, se encontraba ahora a 720 Km. de ellas. Las pérdidas derivadas de las marchas incesantes, de los combates y de la necesidad de custodiar su línea de comunicaciones habían reducido su ejército operativo a 55.000 hombres, bajo su mando directo.

Pero Napoleón, descuidado y confiado muchas veces, demostraba sus mejores momentos en las crisis y ahora, con 36 años, un año después de su coronación, estaba en el cenit de su carrera militar. Y decidió elegir un terreno y, sobre todo, preparar a su enemigo durante los días siguientes.

El plan de Napoleón, analizado.

El desequilibrio del enemigo busca convertir en vulnerable su despliegue, ante la inminencia de un combate, para optimizar nuestros resultados y minimizar las pérdidas en él. El desequilibrio del enemigo, junto con su incapacitación funcional, deben permitirnos la actuación sobre sus vulnerabilidades críticas, buscando su desorganización y desintegración, con la menor atrición (en capacidad de combate) y el menor desgaste (en capacidad de movimiento operativo) posibles para nosotros. También exige la actuación decidida, flexible e imaginativa. Los medios intelectuales del ejército, a través del mando, se ponen aquí en prueba y en tensión.

Los factores eficaces del desequilibrio del contrario son la sorpresa, el engaño y la fantasía o apariencias, siempre percibidas como reales y evidentes por aquél. A través de ellos se crea en el enemigo una falsa impresión, bien de oportunidad, bien de temor, bien de desatención, que pretende inducirle a actuar errónea y perjudicialmente para él, sin proponérselo o saberlo. Al buscar y orientarse hacia un ensueño, sus capacidades de combate adoptan y se distraen en un despliegue erróneo, inconveniente y, sobre todo, vulnerable frente a nosotros.

Cuando para el desequilibrio empleamos la oportunidad, buscamos la exaltación del enemigo.

La oportunidad debe ser algo apreciado por el enemigo, una ventaja táctica, que surge de improviso como consecuencia del devenir de la situación planteada o al inicio de ella. No puede aparecer como ofrecida por nosotros, porque entonces no intervendrían los factores citados de la sorpresa y el engaño, aunque sí puede presentarse como algo desatendido o desaprovechado por nosotros. Estas son las cualidades que debe poseer la oportunidad, para que el enemigo perciba en ella no una trampa, sino el beneficio apetecible e/o importante.

La debilidad es un buen cebo para el arrogante. La ganancia lo es para el avaricioso y/o minucioso. Una combinación de estos aspectos de la oportunidad es lo que utilizó Napoleón para desequilibrar a los aliados austro-rusos, preparándolos para vencerlos más fácilmente.

El Emperador ensambla su despliegue.

Las vanguardias de caballería francesa retrocedieron al contacto con las patrullas cosacas, cerca de Olmutz. Seguidamente Napoleón evacuó la villa de Austerlitz y, aún más demostrativamente, evacuó las alturas de Pratzen. Incluso llegó a ser especialmente cortés con el pedante enviado ruso conde Dolgorouki, escoltándolo personalmente hasta las avanzadillas francesas. Los aliados, tentativamente, le ofrecieron un armisticio, a la espera de dar tiempo a que se les unieran los archiduques Carlos y Juan, que se acercaban desde el sur con otros 122.000 austríacos.

El 1 de diciembre los aliados avanzaron desde Olmutz y ocuparon el Pratzen. Por su parte, Napoleón recibía el refuerzo de los cuerpos de ejército I y III, de los mariscales Bernadotte y Davout, que acudían desde las guarniciones de la línea de comunicaciones de Iglau y Viena, incrementando hasta los 73.000 hombres sus efectivos disponibles.

Napoleón iba ahora a ofrecer el cebo de un debilitado flanco derecho a los aliados, ya ansiosos por llegar a conseguir una victoria sobre el odiado joven emperador, que habían vislumbrado como posible. Además, la victoria y la penetración aliada en esa zona, tras sus líneas, cortarían a Napoleón la retirada hacia Viena. Y le dejarían aislado, en terreno hostil, rodeado de enemigos, sin refuerzos a mano, que ya habían acudido, y en enorme inferioridad numérica (sería un triunfo estratégico). Aquello era demasiado para el zar Alejandro (su presencia se inmiscuía necesariamente en la autoridad de un general en jefe en campaña) y para muchos jóvenes generales, que desoyeron los consejos de prudencia de Kutuzov. Asimismo, las dudas del emperador Francisco también podían ser ignoradas, porque ¾ partes del ejército aliado eran rusos.

A la derecha del despliegue francés, que se extendía unos 6 Km., el general Le Grand recibió sólo el esqueleto de una fuerza con el que mantener la línea del arroyo Goldbach y el pueblo de Zokolnitz, en la dirección de Viena, y se le prometió la ayuda de la división de Friand, del cuerpo de ejército de Davout. En el área de Santon, que fue fortificada, al norte, descansaba el flanco izquierdo francés, que estaba confiado al V cuerpo del mariscal Lannes, a parte de las tropas de Bernadotte y a una parte de la reserva de caballería, a las órdenes directas de Murat. Ambos flancos tenían una función defensiva. En el arroyo de Bosenitz, el pueblo de Puntowitz y la colina Zurland, de sur a norte, se concentraban el grueso de los cuerpos de ejército I y IV, éste a las órdenes del mariscal Soult, el resto de la caballería de Murat, la división de Oudinot, la reserva de artillería del Grande Armée y la Guardia Imperial.

El despliegue aliado se extendía más oblicuamente, a lo largo de unos 10 Km., desde el pueblo de Aujest Markt a las alturas de Goldbach. Era fuerte en su flanco izquierdo, muy reforzado en el centro y débil y alejado en el derecho. Éste último estaba cubierto de norte a sur por las fuerzas de Bragation, la caballería de Lichtenstein, concentrada junto a Austerlitz y el cuerpo de Constantine, como reserva central (la Guardia Imperial rusa, con 8.500 hombres de élite), al noreste de Krenowitz, que engranaba con el cuerpo de reserva de Kollowrath, al oeste de ese pueblo.

El plan de Napoleón preveía que, cuando los aliados se hubiesen lanzado sobre el flanco derecho francés, debilitando al máximo su centro al noreste y sudeste del pueblo de Pratzen, en persecución de la apariencia creada, el cuerpo de Soult avanzaría sobre la meseta donde se asentaba aquél, rompiendo el gozne del dispositivo aliado. El resto de las fuerzas que quedasen aún como reservas, penetrarían por la ruptura y envolverían hacia el norte o hacia el sur los flancos derecho o izquierdo aliados.

Según el plan aliado, más de la mitad de las fuerzas aliadas, al mando del general Buxhowden, romperían el frente del arroyo Goldbach, bloquearían la carretera de Viena y avanzarían hacia el norte, despejando todas las posiciones francesas. Poco después de la ruptura, la reserva del general Kollowrath, unos 15.000 hombres, descendería de las alturas de Pratzen para apoderarse de Puntowitz, rompiendo el gozne de la línea francesa. Una tercera fuerza, de menos de 18.000 hombres, a las órdenes del general Bragation y del príncipe de Lichtenstein, se acercaría a Santon y fijaría allí las fuerzas francesas.

Desarrollo de la batalla.

Hacia las 4 de la mañana del 2 de diciembre, primer aniversario de la coronación de Napoleón, los dos ejércitos comenzaron sus movimientos. Hacia las 9, con las tropas de Buxhowden totalmente empeñadas y habiendo descendido detrás de ellas una parte de la reserva de Kollowrath, situada en su centro, Napoleón ordenó el asalto de las alturas de Pratzen. Las dos divisiones del mariscal Soult ocuparon rápidamente la zona, sorprendiendo y condenando al ejército aliado.

A partir de ahora se trataba de atender, sin llegar a agotar las reservas, a las distintas crisis locales que emergerían sin dudar.

Los granaderos de Oudinot fueron enviados desde la colina Zurland a apoyar el flanco sur, donde se estaba librando la batalla principal. Bernadotte avanzó hasta el pueblo de Blaswitz, para cubrir el flanco norte de Soult. La caballería de Murat en la colina Santon tuvo que empeñarse contra la caballería de Lichtenstein, para apoyar a los novatos del cuerpo de Lannes, que vacilaban. Hacia las 10:30 Kutusov consiguió traer hacia Pratzen a parte de las fuerzas de su ala izquierda y Soult, atacado por tres lados, tuvo que empeñar a parte de la reserva de artillería para contener al enemigo con su fuego de atrición. Napoleón avanzó su cuartel general y la Guardia Imperial, la reserva aún no empeñada, hasta Putowitz, en las faldas de Pratzen.

Hacia la 1 de la tarde Constantine y su Guardia Imperial rusa atacaron a los cansados franceses en Pratzen. La primera línea francesa cedió. La caballería de la Guardia Imperial francesa, al mando del mariscal Béssiers y del general Rapp, atacó a los rusos y los pusieron en fuga. Y Bernadotte, desde Blauswitz, envió una división en apoyo del centro.

Las crisis tácticas habían sido superadas. Napoleón podía ahora rematar su triunfo y miró hacia el sur.

Las fuerzas restantes de Soult, de Le Grand y de Davout y la Guardia Imperial francesa atacaron concéntricamente a los dispersos hombres de Buxhowden. Hacia las 15:30 todo había terminado. Por su parte, el general Bagration se retiraba de Santon y Kutusov y los dos emperadores y sus séquitos huían desde Krenowtz y Austerlitz, protegidos por la Guardia Imperial rusa.

Resultados y Consecuencias. 

Los franceses habían perdido el 11,4% de sus hombres, unos 1.300 muertos y 7.000 heridos y desaparecidos. Las bajas aliadas fueron de 16.000 muertos y heridos y 11.000 prisioneros ilesos, que suponían el 32% de sus fuerzas. Además, se les tomaron 180 cañones y 45 banderas.

La Tercera Coalición había desaparecido en una brillante campaña con dos batallas. En la lejana Inglaterra, las noticias del desastre hicieron que William Pitt, perdidas sus esperanzas, dijese: «Guardad el mapa de Europa». Al cabo de pocos meses, murió.

Napoleón distribuyó amplias recompensas entre su Grande Armée: fueron concedidas pensiones para todas las viudas; los huérfanos fueron adoptados por él, que les permitió añadir Napoleón a sus nombres y, además, serían educados por el Estado; todos los mariscales y generales recibieron dos millones de francos en oro.

 

 

 

 

  

   

 

HEZBOLLAH.

, a la VANGUARDIA del nuevo “Totalitarismo Supranacional Antidemocrático Revolucionario” (el TSAR) del siglo XXI: el «Fundamentalismo Islámico Radical Intransigente» (el FIRI).
 
Brillantes, característicos y terribles orígenes.
La organización surge después de la invasión israelí del Líbano en junio de 1982. Aprovechando la gran confusión reinante por ello, entre las distintas facciones libanesas, los estados vecinos y las grandes potencias. Hezbolá va a prosperar en el vacío de poder y acción creado por la frustración de unos y el cansancio y el escepticismo de otros. Su catalizador va a ser la república islámica de Irán, que va a infiltrar, a través de la cordillera del Antilíbano hasta el altiplano de la Bekaa, a sus “voluntarios” capaces y motivados, a lo largo de los primeros meses siguientes a la invasión. No fueron demasiados. Pero sí los suficientes para adoctrinar, entrenar milicias armadas y patrocinar e impulsar la creación de grupos locales activos chiitas. Éste fue el núcleo primigenio de Hezbolá.
Al cabo de un año se desparramaban por Beirut y por el sur del país. Hezbolá se ha ganado una fama respetable, no sólo por emplear formas singulares de violencia, sino también porque rara vez desaprovecha una oportunidad importante o juega mal sus cartas. Ya en octubre de 1983, Hezbolá destrozó los planes y decisiones de los gobiernos estadounidense y francés, en una sola mañana de ataques suicidas contra los contingentes militares de esos países acuartelados en Beirut. Seguidamente se aseguró que el éxito de la retirada de las fuerzas sería irreversible, mediante una calculada campaña de secuestros y de toma de rehenes, con la ayuda de los iraníes, que alcanzó a otros países del Cercano Oriente. Al mismo tiempo, lanzó una campaña de guerra de guerrillas contra los israelíes asentados en el sur del Líbano, obligándoles a replegarse a una estrecha zona de seguridad lindante con su frontera. Los triunfos, a su escala, se acumularon hasta 1987. Esto le ganó nuevos enclaves y más miembros y simpatizantes, consolidando su implantación en los territorios chiíes. También se fue ganando inevitablemente una reputación temible, que hizo que su nombre quedara ya como sinónimo de terrorismo.
En 1987 terminó su período “antiguo heroico”. Las tropas sirias alcanzan Beirut oeste en febrero de ese año, decididas a aumentar y asegurar su influencia y su implantación en el país, al que consideran parte de la “Gran Siria”. Entonces, Hezbolá se ve obligado a emplear gran parte de sus energías en defenderse del doble “envolvimiento físico ideológico” generado por los sirios y por la organización chiita Amal, que es respaldada por Siria. Los primeros limitan la expansión territorial natural de Hezbolá. Los segundos compiten por la lealtad de los chiitas libaneses. Tras varios años de enfrentamientos entre ambas milicias armadas, finalmente Hezbolá llegó a fagocitar a Amal. 
 
El chiismo como cisma del Islam.
El Islam es, en su acepción más simple, una fe sencilla, con ritos externos y sociales bien definidos, fácil de seguir y cumplir. Los ritos son acciones sacralizadas por una religión y necesarios para que ella se imbuya en el alma personal y colectiva de los creyentes. En el Islam existen cinco grandes ritos, que se simbolizan en su iconografía por una mano abierta: La profesión de fe, corta declaración que abre a cualquiera la entrada al Islam; las 5 invocaciones diarias (el Salat) a Alá; el ayuno del mes de Ramadán (el Roza); la caridad (el Zakat) con los desvalidos, impedidos y pobres (por este orden) de la Umma (comunidad musulmana universal) y la peregrinación a La Meca o Hajj al menos una vez en la vida, si se poseen recursos, que se realiza en comunidad entre el séptimo y el décimo día del último mes del calendario lunar, Dhul i Hijja. La administración del Zakat corresponde a los ulemas o a los clérigos, según las sectas. Esto les da un poder y una independencia que ningún poder civil laico de los países musulmanes se ha atrevido nunca a cuestionar, no ya a enfrentar. 
La Yihad, la guerra santa, el esfuerzo de sangre en el sendero de Alá, va dirigida contra aquellos que amenazan la Umma. Estos pueden ser tanto los infieles hostiles externos, como los no musulmanes que conviven en “dar el-Islam”, las tierras donde la Umma domina políticamente, y que han roto su “pacto de protección” con ella. A éste tienen derecho teórico los judíos y los cristianos, como gentes citadas en el Corán y que detentan algunos de los libros considerados también como proféticos por el Islam. Se considera a la Yihad una obligación prácticamente igual a uno de los llamados Cinco Pilares del Islam, ya citados. El Corán tiene numerosas aleyas o versículos que prescriben y alientan la lucha armada en el camino de Alá.
Existe una gran diferencia ideológica y práctica entre el sunismo y el chiismo. Éste se siente perseguido, en razón de la ortodoxia dinástica e ideológica que proclama y defiende. El cisma en el Islam se incoa a partir del cuarto califa, Alí, primo, yerno y compañero del Profeta. La muerte de su nieto Hussein en la  batalla de Kerbala (Irak), en el año 680, marcará el principio real del cisma entre los chiíes y aquellos a quienes se llamará más tarde suníes. Anclado en el pasado original, el chiismo no evoluciona y admite menos fuentes de revelación, como parte de sus señas de identidad. Así, asume históricamente una actitud fatalista, pasiva, incluso de sufrimiento físico por ello, a la espera del retorno del último (califa) imam desaparecido, el séptimo desde Hussein. Imam es el nombre que toman los grandes guías político religiosos en el chiismo. Aquél, que está escondido, no muerto, regre-sará como Mahdi (el guiado por Alá), en un momento dado de la Historia, para hacer triunfar a la Umma ortodoxa (los chiíes). Pero también se han dado en el chiismo casos de acción insurgente, incluso con cierto éxito e implantación popular activa, como en el Irán de Jomeini, o en El Líbano con Hezbolá o partido de Alá. Los chiíes constituyen hoy alrededor de un 12% de todos los musulmanes. Son mayoritarios en Irán, Azerbaiyán, Irak, Bahrein y en el sur del Líbano. Existen minorías chiíes significativas en otros países como Siria, Afganistán y Pakistán.
Como resumen de sus actitudes hacia su exterior, las otras religiones mundiales e ideologías políticas extrañas, podemos decir que con el chiismo es necesario negociar hoy en día desde una posición de determinación y fortaleza. Que les transmita convencimiento y seguridad y les genere respeto en el adversario interlocutor. Por su parte, el sunismo está más preparado para tratar y aceptar la convivencia pacífica y las relaciones de todo tipo con otras religiones e ideologías, al menos en determinados momentos y países.
La concreción de la ideología política. Los mecanismos de captación de activistas y sus bases sociales.
Hezbolá ha renunciado a dar su lealtad al Líbano e incluso, como podría intuirse, a Irán, como estados modernos. En su pensamiento ideológico no hay cabida para los naciona-lismos árabes o persas. Estos sólo dividen a los musulmanes (la Umma), mediante fronteras artificialmente creadas por intereses espurios, lejos de aquella realidad socioreligiosa. Un claro ejemplo del rechazo al panarabismo lo tenemos en el discurso pronunciado por el jefe local árabe chií del sur del Libano, hace bastantes años, durante la visita a la zona del encargado de negocios iraní en Beirut: “Aquí no existe la hermandad árabe o el sentimiento nacionalista. Los árabes jamás nos han ayudado, a pesar de la continuación de la crisis que padecemos. Ahora ellos cooperan con Satán, que también trajeron a nuestro país. ¿No es el Islam el que ha traído aquí al hermano Nurani (el iraní visitante)? ¿Dónde están los árabes? ¿Por qué ha venido un persa, pero no un árabe, de nuestra raza? Esto demuestra que el verda-dero lazo entre los hombres es aquél de las creencias y los pensamientos. No tenemos otra solidaridad o un común denominador con nadie que no crea en Alá y en su Profeta”. En el léxico de Hezbolá, a la república islámica de Irán se le llama “Iran el-Islam”, indicando que Irán es sólo una provincia del gran “dar el-Islam”, el futuro califato mundial, la Umma en acción, en su versión chiita.
Al contrario de lo que algunos deducen, la visión hostil de Hezbolá hacia Occidente se deriva más de los dogmas político religiosos de la organización islamista totalitaria, que de las políticas exteriores de las potencias democráticas. Durante la corta guerra de 2006, Hezbolá condujo su campaña operativa con un elevado conocimiento estratégico y táctico y gran profusión de armamento convencional. Sus ideólogos entienden y valoran su “esfuerzo de sangre” como parte de la guerra del Islam contra los infieles. Una guerra general sin fronteras convencionales. Y cuyo objetivo es, primero, redefinir el mapa de Oriente Próximo según aquellos intereses, y, finalmente, llegar a establecer un orden mundial islámico ortodoxo.
Los pensadores de Hezbolá no consideran al Líbano como una realidad posible ahora. Sólo cuando se elimine la influencia occidental en la zona y se destruya a Israel, podrá tener entidad propia un Líbano musulmán. Para Hezbolá el mundo occidental es uno en su ene-mistad y hostilidad hacia su visión de unidad mundial islámica. En ese rompecabezas deli-rante, los Estados Unidos (el Gran Satán) son el mando de esa conspiración y su campaña agresiva. En ellas Israel es un arma más contra los musulmanes. Sólo que es muy activa, cercana y, hasta ahora, muy eficaz. No estamos olvidados los otros países modernos demo-cráticos en ese papel atribuido y sellado a nuestro pesar. Francia, Alemania, Gran Bretaña, etc., e incluso Rusia y, últimamente, China son socios, correligionarios, colaboradores, ami-guetes de Satán. Esto de “Satán y compañía” le da unidad de propósito y coherencia a Hezbolá. Sólo la “unión del Islam” puede derrotar a esa tremenda confederación de infieles. Y de aquí, por ejemplo, el reconocimiento de Hezbolá al Irán islámico militante y provocador, como parte de aquélla.   
El reclutamiento de activistas y simpatizantes se realiza también a través de las estructuras sociales naturales del Líbano, a saber, el vecindario, el poblado, el clan y la tribu. Así, en sitios donde la lealtad es dada tradicionalmente al clan, como en las partes del sur del país o de la Bekaa, lo común es que un clan en masa se integre a la vez en Hezbolá. Y así sirven también a los intereses materiales colectivos, concretados, por ejemplo, en programas de “desarrollo o reconstrucción” con financiación foránea. Esto lleva a que en las zonas mencionadas existan ciertas colectividades, áreas, poblados que se identifican totalmente como enclaves de Hezbolá, y que constituyen núcleos de reclutamiento naturales de la organi-zación. Los barrios del sur de Beirut, que en su época original eran meros asentamientos de chabolas, están habitados por individuos relativamente pobres, que en su día emigraron desde el valle de la Bekaa o desde el sur del país a la capital. Buscaban esa mejora en sus condi-ciones de vida que el campo atrasado no les daba. Pero que tampoco la concentración de financiación, capital y tecnología de la capital y su funcionamiento, ni los sobresaltos bélicos periódicos les dieron o les facilitaron. Aquéllos conservaban sus lazos de tribu y de clan con su tierra, y también fueron fácil presa de los clérigos de Hezbolá. Éstos predicaban incan-sablemente en las mezquitas, las concentraciones de todo tipo, los funerales y las bodas. Dondequiera que una multitud se formara o reuniera para cualquier actividad social de masas.  

Las características socio religiosas totalitarias de Hezbolá.
Hezbolá se ha configurado y establecido como una sociedad musulmana clásica, integrada, completa y autosuficiente. Se ocupa de todo y atiende a todos. En todos sus períodos de paz ha invertido sus esfuerzos y medios, en mejorar y consolidar sus capacidades económicas y su arraigo social en sus bases. Claro que la producción en sus territorios de los bienes y servicios necesarios en una sociedad moderna, no es suficiente. Y sus métodos locales y poco integrados son costosos en recursos y poco eficientes en relación con los resultados. El único recurso productivo sobreabundante es el tiempo de sus habitantes. Pero si no hay creación de bienes y servicios, no hay posibilidades de sustento y de supervivencia, y no digamos de progreso y cultura. Esto se compensa con los fondos que fluyen generosa-mente desde Irán, junto con armas ligeras y pesadas de infantería, minas y cohetes de artillería reactiva. Aquéllos son como un impuesto religioso revolucionario que pagamos los compradores del petróleo crudo iraní. El yugular estas vías de aprovisionamiento de armas, mercaderías y financiación es un objetivo estratégico de primer orden para los israelíes.
Los gobiernos laicos o nacionales libaneses han fallado en atender y proteger a toda su población. Siempre han sido débiles, muchas veces más preocupados de su supervivencia, en los torbellinos periódicos de incremento del desorden civil, la anarquía o el enfrentamiento sectario entre las distintas religiones y sus ramas y etnias que habitan en El Líbano. Hezbolá se ha ocupado de levantar, dotar de medios materiales y humanos, y mantener escuelas, hospitales y centros locales de distribución para los habitantes de las zonas que controla. Hezbolá prima a las familias de los muertos o heridos graves o a los damnificados en sus negocios, propiedades y viviendas por el cese o la detención de sus actividades o por la destrucción o el daño de esos bienes, en sus enfrentamientos con Israel.
En Hezbolá se da un fenómeno fuerte integrador de fanatismo: el Paraíso prometido ya está aquí o, al menos, al alcance de la mano del simple creyente fiel. Consiste en integrarse en la Umma y cumplir unos preceptos claros y sencillos (véase más arriba). Luego les predican que el Corán dice que si pelean en el “esfuerzo” de Dios, Dios “les reforzará en su resolución y les dará la victoria” (ojo, a la Umma). Y a los que mueren en ese camino de rosas, el premio inmediato y seguro es el “jardín de las huríes” por un tiempo indefinido (ojo, no necesariamente eterno). Donde todos sus apetitos sensuales serán satisfechos a ésa, su escala personal mundana. Y los que no caen, especialmente si se trata de las familias o los clanes más antiguos de la “comunidad”, verán incrementada su riqueza material con buena parte del botín de guerra tomado a los infieles. Es todo un programa completo, sencillo, alcanzable, coherente y satisfactorio, sobre todo para los oprimidos, los sin salida, los agobiados, los perseguidos y los resentidos.

El espacio geográfico militar libanés.
El territorio libanés está casi enteramente formado por las cordilleras llamadas del Líbano y del Antilíbano y sus estribaciones. Ambas se extienden de norte a sur, paralelas a la costa y separadas por la depresión relativa de Bekaa, que es realmente un altiplano. La cadena del Antilíbano, que forma la frontera con Siria, es algo más baja; su cima culminante, el Hermón, tiene unos 2800 m. de alto. La cordillera del Líbano, cuya altura culminante es el Gurnat al Sauda, con unos 3100 m. de altura, deja una estrechísima franja llana a todo lo largo del litoral mediterráneo, de unos 10 Km. de ancho como máximo. Ésta se divide en la llanura de Akkar, al norte, en torno a Trípoli y la llanura de Tiro, al sur de Beirut, la más ancha. El clima de las montañas es de extrema rigurosidad invernal, ya que las alturas aíslan el interior del país de las suaves y cercanas influencias marítimas, que sólo benefician a las llanuras costeras.
La depresión de la Bekaa es una dura estepa, casi como los desiertos arábigos que alcanzan a Siria, donde no son suficientes los regadíos del Orontes y del Litani, que la recorren parcialmente. El primero corre de sur a norte, desde Laboue hasta desembocar en el lago Homs, ya en Siria. El segundo, más largo y caudaloso, corre de norte a sur, naciendo cerca de la ciudad de Baalbeck, hasta el castillo de Beaufort. Aquí hace un brusco giro de 90º, libre ya de las montañas que lo encajonaban, y va a dar en línea recta y con un recorrido final de unos 25 Km. al mar Mediterráneo.
Uno de los accesos estratégicos al interior del Líbano, desde su frontera sur con Israel, de apenas unos pocos Km. de ancho, permite alcanzar rápida y fácilmente a unas fuerzas mecanizadas modernas las principales ciudades costeras de ese país, aprovechando la buena transitabilidad que a ellas les ofrecen las estrechas y alargadas llanuras litorales. El terreno llano o suavemente ondulado de ellas es especialmente favorable para el ataque de fuerzas interarmas o de armas combinadas, incluso aunque aquél esté preparado para el rechazo fijo. Éste acceso está abierto y diáfano para el Tsahal.
El otro acceso al interior profundo del Líbano permite llegar a la extensión del altiplano de la Bekaa. Es un área montañosa de unos 650 Km2., hasta Hasbaya aproxima-damente, con curvas de nivel bastantes suaves, que van desde los 400 m. a los 900 m. sobre el Mediterráneo. Por él se alcanzaría la frontera norte del país con Siria, que es la entrada natural de las fuerzas regulares intervencionistas imperialistas sirias en el Líbano. También desde la Bekaa se podrían bloquear todos los pasos de contrabandistas a través de la cordillera Antilíbano. Éstos sirven de entradas clandestinas para el abastecimiento de Hezbolá con armamento iraní, especialmente los cohetes balísticos mejorados. Con los que contó con profusión escandalosa y exhibición inagotable en la corta guerra del verano de 2006. En este acceso están asentadas a horcajadas y apoyadas en él, las mejores fuerzas semiiregulares ligeras de Hezbolá. Sus alturas suaves y medias de color gris pálido les ayudan a formar una gran “región de defensa” semimóvil, extensiva, engañosa y complicada, que busca enmarañar y castigar a las fuerzas del Tsahal. Las cuales están acostumbradas y entrenadas para la maniobra rápida, favorable, potente, decisiva y con pocos costes de todo tipo, en sus operaciones de fuerzas mecanizadas.

Principales características favorables de los combatientes de Hezbolá, para poder sostener en sus términos semiirregulares una guerra con el Tsahal.
Hezbolá cuenta con una importante simpatía entre sus seguidores chiíes para sus obje-tivos socio religiosos. Aquéllos habitan sus “bases” estables, numerosas y extensas. Hezbolá tiene una red popular de apoyos y de inteligencia bien desarrollada. Las “bases” de Hezbolá le permiten tener un acceso fluido y elevado a la comida, los abastecimientos y los reequipamientos necesarios para sus enfrentamientos irregulares. Hezbolá cuenta con mandos carismáticos, alumbrados por su raíz religiosa.
Los guerrilleros poseen una capacidad táctica importante, desarrollada en los entrena-mientos y los combates a lo largo de los años. Sus fuerzas principales no son una milicia religiosa, sino que se equiparan más bien a una infantería ligera semirregular. Las fuerzas semirregulares de Hezbolá tienen una alta motivación ideológico religiosa y una firme voluntad de aceptar, al menos temporalmente, elevadas pérdidas y penurias en la lucha.
El terreno en el que pelean y que defienden es montañoso, pero no inclemente, ni excesivamente abrupto. Esto les brinda ocultamiento de las vistas y fácil protección, con algunas obras de campaña, de los fuegos pesados. Asimismo, dificulta el avance enemigo, lo canaliza a las vías existentes (las cunetas tienen demasiada pendiente o son reforzadas con cortaduras) y permite someterlo en la profundidad del despliegue a numerosas y escalonadas emboscadas de fuego antitanque y de armas pesadas de infantería. Las zonas defensivas diferentes cuentan con sucesivas posiciones de defensa preparadas, donde se repliegan los semiirregulares si es necesario. Los soldados israelíes no son entrenados para combatir rápidamente y con éxito contra estas formas de lucha de rechazo. Una de las armas más nombradas en Occidentes, los Improviced Explosive Devices, que dicen que les facilita Irán, no son más que variantes de las armas de carga hueca antitanque. Las emplearon por primera vez los paracaidistas alemanes contra las casamatas y reductos que no se rendían del fuerte belga de Eben Emael, en mayo de 1940. Con la parte de abajo (el embudo) de una botella de Coca-Cola, fundido el vértice que queda al cortarlo y relleno de explosivo convencional, es posible hacer una sencilla, limitada y barata bomba de este tipo.
Con el fin de hacer frente a la realidad de la presencia de milicias activas de los otros grupos rivales (palestinos, catervas encanalladas de Al Qaida) en El Líbano, Hezbolá está entrenando además nuevas milicias en sus territorios. Sus funciones son controlar a los posibles rivales y defender agresivamente sus enclaves. Los valiosos semiirregulares los destina al hostiga-miento enervante de Israel y como reserva operativa localizada en la Bekaa, al norte del castillo de Beaufort.