FUERZAS ARMADAS DE ESPAÑA: COYUNTURA PRESUPUESTARIA Y TAREAS.

CAPACES, EJEMPLARES Y SUFRIDOS EJÉRCITOS DE ESPAÑA

En los Presupuestos del Estado para 2014, las asignaciones para nuestros Ejércitos descienden sólo un 3,2 %, comparándolos con los del año pasado. Esto está en línea con la necesidad de pagar nuestras “deudas públicas” y sus intereses. De lo que pasaría con la demora en atender sus plazos de vencimiento o de pago de intereses, hemos tenido unos ejemplos en Grecia, Portugal, Irlanda y los Estados Unidos. Las deudas personales y empresariales vigentes suponen casi 2 veces la deuda de las administraciones estatal, autonómicas y municipales. El 40% de nuestra deuda pública lo tienen instituciones extranjeras y el resto está en una gran parte en manos de nuestros bancos. Y el dinero para comprar deuda pública se detrae del “efectivo libre” de éstos para otorgar créditos a las empresas y al público.

Piden autoridades, empresas y particulares que los bancos den más créditos, que salen de sus depósitos en custodia, que deberán reintegrar. Pero cuando esos créditos fallan, ponen todos el grito en cielo, SI hay que sanear a los bancos, para que no colapse el sistema financiero nacional. El apalancamiento de la sociedad y de sus estructuras político sociales es gigantesco. Los esfuerzos para corregir los excesos pretéritos y su corolario, la austeridad debida, los tenemos que hacer todos. Pero, en los últimos 6 ejercicios, de 2009 a 2014, los dineros que se dan a los Ejércitos para pagar a nuestros mílites, comprar y mantener equipos, las actuaciones militares internacionales y los gastos corrientes y de inversión han descendido en una gran y alarmante tercera parte.

La problemática militar derivada de la Gran Austeridad.

Con un presupuesto encorsetado y mustio, el primer problema que surge es que la paga y el mantenimiento directo de los mílites (un gasto fijo inexorable) se vuelve más y más, con cada “estrujamiento anual sucesivo”, el mayor devorador y principal capítulo de aquél. Así, más de tres cuartos de los 5745,77 millones de euros del Presupuesto del Ministerio de Defensa para 2014, se lo llevarán sus gastos de personal (serán unos 4421,83 millones, el 77%). A esta partida la han tenido prácticamente que congelar, porque la alternativa era la reducción de los efectivos humanos muy justos.

Por lo tanto, a las otras partidas las han recortado en mayor porcentaje, para conseguir el ahorro de 190 millones presupuestado. Así, el importante capítulo de inversiones baja de los 484,67 millones de euros en 2013 a los 443,80 millones para 2014. Es apenas un recorte del 8,4%, un ahorro de 40,87 millones. Pero éste es un iceberg engañoso y preocupante. Ya que se acumula a la Gran Mordida de cerca del 30%, sufrida el 2013 en relación a las inversiones de 2012. Entre los dos años, las inversiones militares se redujeron en un 36%. Así las cosas, a finales de julio pasado, el Gobierno aprobó un crédito extraordinario de 877 millones de euros, que, junto con otro de 1702 millones del 2012, sirvieron solamente para pagar deudas acumuladas de años anteriores. El capítulo 2, que incluye los combustibles, las municiones, que permite que el Ejército se entrene en el uso de sus armas y en sus maniobras y movimientos tácticos, se recortó en los 6 años citados desde los 1073 millones hasta los 682,7 millones (un -36,4%).

Parte de la falta de recursos de la Defensa se compensan con los fondos destinados a las misiones exteriores, las cuales contaron con una partida independiente de unos 800 millones en 2013. Estos costes especiales han ido subiendo consistentemente año tras año. Y en el año 2000 fueron de 240 millones de euros (convertidos desde pesetas, para la homogeneidad de las cantidades). Así, los blindados de infantería VTI especialmente protegidos contra los “improvised explosive devices”, diseñados a partir de las experiencias en la lucha contrainsurgencia de los estadounidenses, surafricanos e israelíes, RG-31 y Lince fueron adquiridos con este “dinero extra”. Se espera que, tras la retirada programada de Afganistán, esta partida nº 228 pueda reducirse drásticamente.

Los programas especiales de armamento se dotan de nuevo con 6,84 millones de euros, de los cuales 4,94 millones corresponden al programa multinacional del Eurofighter. Las menudencias son para las inversiones del avión de transporte A400M, el Military Airbus, con 1,16 millones y del helicóptero de ataque Tigre, con 736 mil euros.

La Marina ha dado de baja del Listado Oficial de los Buques de la Armada, desde 2009 al 2013 a 28 buques. Se incluyen el “Príncipe de Asturias”, modelo internacional de portaaviones ligero y con sólo 25 años de servicio, que fue dado de baja prematuramente en 2013; la fragata F-74 “Asturias”; 16 patrulleros; 2 buques anfibios; 4 lanchas de desembarco; un petrolero; 2 aljibes y un buque hidrográfico. Y retiramos al navío insignia y única portaaeronaves de nuestra Flota de Combate, adelantándonos en unos 10 años a su final técnico. El problema fue que la modernización y el mantenimiento del “Príncipe de Asturias” alcanzarían los 100 millones de euros anuales. Pero, si fuimos capaces de construirlo y mantenerlo durante 25 años, es bien triste que esta generación hipotecada y con un dogal al cuello, por los abusos y dilapidaciones anteriores, no pueda continuar haciéndolo. La Armada intenta compensar esta sangría, empleando unidades polivalentes y más avanzadas técnicamente, que puedan atender individualmente a un mayor número de tareas diferentes. Aunque el problema de su ubicación permanecerá siempre. Ya que no podrán estar simultáneamente patrullando las costas nacionales o por las zonas marítimas de nuestro interés estratégico y realizando maniobras conjuntas con nuestros Aliados y efectuando operaciones internacionales de intervención “Operación Atalanta” y de salvaguardia de la paz por el Mediterráneo Oriental, Golfo de Guinea, etc. Para ello estarían los llamados “buques de proyección estratégica”, como el “Juan Carlos I”, o los de acción naval (BAN); los de apoyo logístico avanzado; los submarinos de la clase S-80, cuyo programa está ahora demorado sólo por razones técnicas; la continuación de la producción y entrega de fragatas de la serie F-100 y las nuevas fragatas F-110, cuyo programa está detenido y no se vislumbra su aparición hasta dentro de 6 u 8 años, si continúan las facilidades actuales.

Y da igual llamar a una “fuerza naval de tareas” como Fuerza de Guerra Naval Especial o fuerza combinada o fuerza de vigilancia y control naval”. Si no tiene incorporadas a las fragatas tipos F-100 o F-110, al Juan Carlos I o a los buques de acción naval, pues será una flotilla de cañoneros modernos con capacidad aérea. Para nuestra afamada y activa industria de producción naval, con muchos empleados cualificados y un efecto positivo en nuestra balanza comercial y la de pagos, esto tiene un doloroso corolario. La Armada, como principal cliente de nuestros astilleros navales, también contribuye a mejorar la calidad técnica de éstos en las distintas etapas productoras. Y actúa de escaparate para otras Marinas de Guerra de nuestros productos para la Defensa.

El reabastecimiento de unidades en vuelo no es precisamente una fortaleza de las Aviaciones europeas, sino, un “vacío”, una “carencia expuesta” de sus capacidades operativas. Durante la guerra en Libia, tuvieron que solicitar este apoyo logístico a la USAF, para poder realizar sus misiones de interdicción terrestre contra la artillería, los cohetes y las concentraciones de carros de Gaddafi y para establecer un corredor aéreo libre de amenazas. El Ejército del Aire ha dado de baja a uno de sus aparatos que cumplían esta tarea y en 2 años más dará de baja al otro Boeing 707. Y las capacidades de los 5 Hércules KC-130 que nos quedan, no son comparables a las de los B-707. Por otra parte, la aviación embarcada, dependiente de la Armada y parte de nuestra proyección y defensa estratégica, está reducida a 12 aparatos de despegue vertical mejorados AV-8B Harrier II Plus. Pero, su vida útil concluirá en 7 años y el único sustituto posible es el F-35 estadounidense, con un precio descaradamente prohibitivo. Esto restará capacidad de combate al “Juan Carlos I”.

El Ejército afronta los recortes de sus dineros con la reestructuración de sus unidades en “brigadas polivalentes”. Unidades, por otra parte, suficientemente probadas en la práctica de la OTAN y que ya la Bundeswehr creó en los años 60. Con el intercambio entre ellas de un batallón de infantería motorizada o mecanizada y de un batallón de carros, se transforma la brigada de infantería moderna en una brigada de carros. Todas ellas son unidades bastante autónomas, dotadas con los apoyos y servicios requeridos para actuar tácticamente. A las brigadas se les puede agregar en subordinación de guerra, para cumplir misiones especiales o más complejas en el ataque o en la defensa, algún grupo de artillería autopropulsada o remolcada, un batallón o compañías de ingenieros y compañías de la lucha anticarro o de exploración o de la defensa contraaeronaves (DCA). Esta reestructuración llevará, a partir de 2014, a rediseñar las 10 brigadas actuales, creando 8 brigadas operativas del “nuevo“ modelo.

Además, en el nivel superior, los cuarteles generales de las fuerzas pesadas y ligeras del Ejército constituirán dos cuarteles generales (Estados Mayores) de tipo divisionario. Con ello, estos EEMM tendrán capacidades y medios para asumir el mando de distintos conjuntos de fuerzas que se articulen, a nivel superior al de la brigada, como fuerzas de tareas ad hoc, para atender toda clase de misiones.

Así las cosas, un “núcleo conjunto” de las Fuerzas Armadas españolas, su “central core” operativo inmediato, concentrará en lo posible los escasos recursos disponibles. Según el ministro Morenés, “más vale tener un 10% al 100% que un 100% al 10%”. Esa Fuerza de Acción Rápida (FAR) española deberá ser de “alta calidad, eficacia, flexibilidad, resistencia y con posibilidades de traslado operativas y estratégicas”, según el almirante García Sánchez. Se trata, según el almirante, de disponer de una “fuerza capaz de resolver los problemas inmediatos”, con una “respuesta rápida y efectiva”. Sus distintas unidades integrantes podrán desplazarse adecuadamente a su zona de acción en 1, 2 o 3 semanas y la totalidad de la FAR lo estaría en un mes. La FAR estaría integrada por un “conjunto de armas combinadas de los tres Ejércitos” formado por unidades blindadas de infantería y carros, infantería de élite, fragatas y transportes navales y aviones de caza y de transporte. El empleo de sus distintas unidades que la integrarían será en función de la misión que el Gobierno español le pida y encargue. Sus efectivos humanos rondarán los 10 mil militares. Esto supone el 9% de los efectivos teóricos que Morenés ha fijado como el “mínimo operativo necesario” de los Ejércitos y que asciende a 110 mil efectivos para la etapa futura inmediata. Sus capacidades operativas se reducirían a actuar sobre objetivos limitados, asegurándolos por un tiempo dado y estando sus fuerzas aisladas o protegidas de la contundencia de posibles fuerzas hostiles dominantes en la zona de operaciones.

La filosofía operativa de nuestras Fuerzas Armadas se ha tenido que adaptar para hacer frente a esta “época de presupuestos menguantes” y cumplir con eficacia sus tareas y misiones en un contexto geopolítico fluido, complicado, determinado por muchos parámetros externos y casi sólo predecible ante la inminencia de los acontecimientos.

(CONTINUARÁ)