LA ESTRATEGIA NACIONAL CHINA Y SUS INTERESES INTERNACIONALES.

En la primera decena de mayo de 2014, el premier chino Li Kequicang realizó una visita por varios países africanos. Y usando una analogía con un famoso discurso de Luther King, quizás por la igualdad común en razas no blancas, el primer ministro declaró en una de sus escalas y sin rubores: ”tengo un sueño, en el que veo a todas las capitales africanas conectadas por trenes de alta velocidad, que estimulen así el desarrollo y la comunicación de los pueblos”. Ya el presidente Xi Jinping, durante su periplo por África del pasado año, prometió conceder una línea de crédito de $20 mil millones, destinada a financiar infraestructuras terrestres en África. Ahora, el primer ministro Li aseguró también que la mitad de la ayuda exterior china en los próximos años, se destinará a África, sin condiciones previas. La agencia oficial china de noticias Xinhua confirmó que a fines del año pasado, más de 2.500 empresas chinas tenían firmados contratos con distintos países de África, que ascendían a $400 mil millones. Desde el año 2009, China es el principal socio económico de África y en 2013 los intercambios comerciales entre ambos alcanzaron los $210.000 millones. Las inversiones chinas en el continente africano, que en 2003 fueron de unos $850 millones, en 2013 ascendieron a $25 mil millones. Y estaban concentradas en los sectores de las telecomunicaciones, las infraestructuras , la energía, la agricultura y la industria, dando con ellas trabajo directo a 100 mil trabajadores locales. De hecho, China es ya el tercer país emisor de inversión extranjera directa, sólo por detrás de Estados Unidos y de Japón.

En una primera etapa, la filosofía de estas inversiones cuantiosas es crear en los africanos la imagen del “inversión chino” con un firme carácter de utilidad, no injerencia en los asuntos internos, cualesquiera que sea el régimen político del país anfitrión (esto lo aprecian mucho las dictaduras más o menos encubiertas), cercanía, laboriosidad (hay más de un millón de chinos avecindados en África, trabajando) y no colonialista. Para después de un tiempo, variable para cada estado africano, continuar el flujo de inversiones, trabajo y mercancías hacia África y comprometerse con varios de los países más interesados e interesantes para China, tomándolos como “socios” de las distintas empresas chinas. Actuando en empresas conjuntas locales, formando “joint ventures” en todas las áreas interesantes económicas y estratégicas de ambos “partners”. China, además, es una alternativa diplomática de peso para los países africanos. Ya que puede vetar eventuales resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU contra los regímenes especiales de países africanos. Buscando justificar en derecho internacional, unas intervenciones exteriores “humanitarias” de los EEUU, la OTAN o la UE. Los conflictos africanos no podrán ya pasar desapercibidos, como ocurrió en décadas pasadas, ya que es un continente emergente de creciente relevancia económica y estratégica para las principales potencias del mundo.

China refuerza su Defensa como Proyección Geoestratégica.

China cuenta con un presupuesto de defensa que es la quinta parte de los más de 520.000 millones de dólares del Pentágono. Pero, frente a los recortes de éste, los chinos están aumentando sus inversiones militares a un ritmo de más del 10% anual. Y China intenta desarrollar su armamento y sus fuerzas estratégicas en los sectores más importantes, que le permitan en menos de una década ser no sólo una potencia decisiva en el Pacífico, sino también en África y en Hispanoamérica. Según el diario chino “Global Times”, un proyectil experimental chino, denominado WU-14, fue lanzado el 9 de enero de 2014 desde un misil de largo alcance y tras ascender y desacoplarse de su primera fase, alcanzó una velocidad diez veces superior a la del sonido. Pese a estar en un desarrollo inicial, los cohetes de estas características anularían toda la tecnología de detección y de interceptación de cohetes de Estados Unidos, estableciendo una hegemonía ofensiva que hasta ahora solo habrían explorado el Pentágono y China. Los EEUU han realizado pruebas similares, aunque a más bajas velocidades y teniendo varios fallos, al tiempo que los recortes presupuestarios han puesto el freno a las investigaciones a partir de 2014 , algo que no ocurre con China.

Asimismo, los recortes en el presupuesto del Pentágono están afectando al desarrollo de nuevos cazas y de navíos de proyección estratégica más modernos. China, mientras tanto, ha puesto en servicio un primer portaaviones, buques de asalto anfibio, cazas invisibles a radares, aviones no tripulados y un programa espacial sofisticado. «La tecnología de los cohetes hipersónicos es parte de un esfuerzo más amplio dentro de la estrategia china para obtener superioridad en armamento no nuclear hacia 2020. China quiere aumentar su poder militar mundial y desplazar a Estados Unidos y dejar claro que tiene armamento con el que las Fuerzas Armadas estadounidenses no pueden medirse», explicó el experto del Centro de Evaluación y Estrategia Internacional, de Washington, Rick Fisher. «China buscará realizar maniobras conjuntas y enviar armamento a países hispanoamericanos, como ya está intentando hacer con Argentina, a la que ha ofrecido su caza Chengdu J-10», dijo Fisher. Según este experto, en un futuro cercano China podría jugar un papel esencial en conflictos regionales como el de las Malvinas, obligando a las partes a negociar, mientras ella refuerza militarmente a sus socios. «El problema será entonces si presta tanta atención a la democracia y a la no proliferación nuclear como los EEUU», concluyó Fisher.

Pero no es posible relacionar ambos presupuestos nacionales de defensa mediante la comparación de ambas cifras, tanto en sus valores absolutos como en los gastos por persona de cada país. Porque los criterios y los parámetros que caracterizan a las contabilidades nacionales son diferentes. Es decir, así no estamos tratando con cantidades homogéneas en estos gastos de defensa. Probablemente, el medio billón de dólares estadounidense refleje mejor el “esfuerzo socio económico” que realizan los EEUU en su Defensa Nacional. Y es seguro que el verdadero esfuerzo socio económico de China sea muy superior al indicado y que resulte probablemente del orden de algo más doble de éste. En efecto, los precios chinos de productos sensibles están contenidos, fijados bajos artificial y centralizadamente por el Gobierno; algunos gastos de defensa propiamente dicha se dispersan entre los de otros ministerios; el yuan se mantiene infravalorado para, entre otras cosas, hacer más competitivas aún las ingentes exportaciones de la fábrica global china, que hasta ahora eran el motor principal de su economía nacional, debido al débil e incipiente consumo interno del pueblo liberado en 1949 del capitalismo; los precios en los EEUU y China de los mismos bienes, servicios, energías, materias primas y productos intermedios, son diferentes en cada mercado nacional, lo que lleva a productos similares finales y especializados de precios distintos.

Por el momento, la presión militar china se está haciendo notar en el Océano Pacífico donde el Gobierno de Pekín tiene cada vez menor reparo en elevar sus reclamaciones territoriales y acercar sus fuerzas militares por mar y aire a las estadounidenses o las japoneses. Pero, tanto Pekín como el Pentágono son cuidadosos a la hora de reconocer que están sacando músculo, algo que en los pasillos del Pentágono nadie niega. Estados Unidos está desplegando un mayor número de aeronaves de alta tecnología a la zona de influencia china en el Pacífico, y como última medida anunció el envío de una docena de cazas F-22 a Japón. En una rueda de prensa del jueves 16 de enero, el portavoz del Departamento de Defensa, John Kirby, dijo que los movimientos estadounidenses en la zona geoestratégica del Asia-Pacífico «están enfocados a reequilibrarnos en la región y, como ya hemos dicho, vamos a llevar más recursos militares a esa parte del mundo», sin mencionar en ningún momento a China. Bueno, los EEUU están desplegando hasta el 60% de sus recursos navales y aéreos en su “área nacional y de influencia” del Pacífico. Y han dedicado la importantísima ayuda de $1.000 millones en apoyo militar para los países de la OTAN de la Europa Oriental. Buscando que estén tranquilos ante las maniobras político militares amenazantes y eficaces del Kremlin. “América defenderá la libertad de Europa Oriental hasta el último europeo eslavo”.

Filosofía de las Inversiones chinas en África.

A la plaga de “padres de la patria, “guías de la revolución” o “padres de la patria nueva” que enseñorea a numerosos países africanos, se le ha unido la China comunista en los últimos 20 años, bajo la bandera ideológica de “pais emergente no colonialista”. Es muy difícil siempre crear una administración pública moderna, eficaz, no corrupta y dedicada al bien común de sus administrados. Esta expresión es más bien un ideal, incluso en nuestros países occidentales más avanzados: es el resultado lejano al que la función pública tiende cuando sus esfuerzos, un regeneracionismo continuo y el tiempo empleado sean ya casi inconmensurables en las medidas de los hombres (de varias generaciones). Pero las administraciones africanas son más bien la antítesis de todo lo dicho. Están ciertamente en los imperfectos balbuceos de la historia de las administraciones estatales modernas. En los esfuerzos por ajustar las formas de vida regionales, por integrar los clanes y las tribus en un estado nacional, respetando los intereses y derechos de grupos y jefes, se han creado en cada país africano “formas de administración autóctonas”. Pero que en casi todos los países africanos adolecen de los mismos tipos de defectos y condicionamientos: un sistema político administrativo endogámico y protegido; un grado de corrupción importante, cuando no asfixiante, como en Zimbabue; cuando el sistema se transmite desde sus instituciones a la sociedad, va con ellas el clientelismo, la acepción de personas y de grupos étnicos o religiosos, la frustración y el desánimo. El ideal del gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo está en estos países desdibujado y lejano. Es decir, la mayoría de las sociedades africanas modernas son débiles y frágiles, aunque sus representantes acudan a los eventos internacionales igual vestidos que sus homólogos europeos. Pues bien, a todo el ramillete de carencias y fallos de los países africanos en general se le ha unido desde hace una generación la explotación étnico capitalista de la China comunista postmaoísta.

Y se trata ahora de dar un perfil cualitativo de las inversiones de China en África, de los principales países anfitriones y de las áreas económico estratégicas a las que se destinan. Y no tanto de ofrecer una relación exhaustiva y pormenorizada de ellas, que el lector puede encontrar continuamente actualizada en numerosos medios. Las inversiones chinas se concentran en el África Central y Sur, con la excepción de Libia, donde tienen una importante inversión en infraestructuras que alcanza los $18 mil millones y en Sudán del Norte, donde venden armamento de guerra, construyen presas hidroeléctricas y de regadío e instalan oleoductos para el transporte del petróleo extraído en la zona fronteriza de Kordofán y en la provincia del Alto Nilo, del Sudan del Sur, pasando por Jartum hasta Puerto Sudan en el mar Rojo. En los dos grandes colosos del centro y sur de África, las Repúblicas Democrática del Congo y de Sudáfrica, los chinos se concentran en la creación de infraestructuras terrestres y en la minería extractiva. Precisamente en la República de Sudáfrica, los chinos han hecho en el sector financiero, cosa atípica, una de las mayores inversiones individuales realizadas en África: la compra del 20% del capital del Standard Bank nacional. En Nigeria, Guinea Ecuatorial, Kenia, Uganda, República del Congo (Brazzaville) y en Sudan del Sur se concentran en la extracción de petróleo para su inmensa necesidad de energía primaria, de las concesiones que logran de los gobiernos locales, al estilo de las que obtenían desde hace menos de 100 años por todo el mundo, la Shell, la Esso, la British Petroleum, Texaco, Mobil, Total, etc. En Tanzania, China construye un puerto comercial, crea comunicaciones de todo tipo, extrae gas natural y diseña y monta “llave en mano” distintos complejos industriales primarios. En Botswana participa en la construcción de centrales hidroeléctricas.

Desde los inicios de la administración Obama, la OTAN asumió una posición activa en África, especialmente en el centro y norte musulmán. En 2007 los EEUU crearon el US African Command (acrónimo, el Africom), que es un mando estratégico operativo semi independiente, cuyos objetivos son realizar actividades de inteligencia antiterroristas e intervenir en operaciones muy laxas llamadas de “ayuda humanitaria” por todo el continente. Esta unidad tiene presencia en Uganda y participó extraoficialmente en la contra invasión realizada por el ejército keniata en territorio somalí contra las “Milicias de al-Shabab”. Desde entonces, han tenido actuaciones en Costa de Marfil, Malí, Libia y Sudán. Varios autores avisan de una creciente disputa entre los EEUU y China, buscando áreas de influencia externa y los accesos a los recursos naturales del África. A esta “disputa cool” por trozos del pastel africano, se suman otras potencias de menor relevancia económica, pero de creciente influencia geoestratégica, como Rusia e India.

Los Estados Unidos y Europa, especialmente Francia, buscan bloquear o contrarrestar la creciente influencia china en África. Pero, el corte del lazo que la une con África, significaría para China quedar a merced de la OTAN en materia de abastecimiento energético, de estabilidad económica y defensa nacional. A Occidente no le será sencillo hacer retroceder a China en África. Porque le será difícil contrarrestar una “intervención compleja” creada en base a obras de infraestructura, inversión directa y expansión comercial. Entre 1990 y 2010 las economías avanzadas de la OCDE redujeron su participación en las exportaciones del África Subsahariana del 78% al 52%, en tanto que las importaciones africanas desde ese origen también cayeron del 73% al 43%. Así, si Occidente no logra retomar el dinamismo comercial y económico con África, es improbable que le pueda ofrecer algún incentivo material semejante al ofrecido por China.

Pero, no todos son bienaventuranzas. Según la organización internacional “Agencia de Investigación del Medio Ambiente”, China es el mayor comprador de madera ilegal del mundo. Y sus grandes necesidades, tanto para muebles, como para la construcción, están detrás de la deforestación de países como Mozambique. Así lo puso de manifiesto el informe “Pillaje Chino”, preparado por la abogada ambientalista Catherine MacKenzie a petición de varias organizaciones sociales mozambiqueñas en la provincia de Zambeze. En él se afirmaba que, al ritmo actual de explotación indiscriminada, sus principales bosques desaparecerían en 10 años. Los intereses de los funcionarios y de sus socios huéspedes llevan a la paradoja de que en el país se ponen moratorias a la tala arbórea y existe una legislación cada vez más restrictiva para la explotación maderera, mientras se tolera la tala libre a los socios asiáticos. Por ello, es preocupante el hecho de que nada menos que un tercio de la cubierta forestal del África central esté concedido a los chinos para su explotación. Los chinos están especialmente interesados por la especie Pterocarpus erinaceus, de madera de una gran calidad, que es ideal para la reproducción de muebles de la dinastía Ming y Qing.

Las industrias explotadoras primarias se aprovechan de la escasa regulación ambiental o de la debilidad de algunos Estados africanos, para obtener un mayor beneficio. Un problema surge cuando los árboles, que deberían pasar por los aserraderos habilitados para ello en un país, son cortados y limpiados en almacenes clandestinos o incluso en los claros del bosque. Y sus troncos, son cargados directamente en contenedores remitidos, que les permiten esquivar los controles. El proceso se asegura con el soborno a funcionarios y políticos, para que hagan la vista gorda. Lo peor es que casi nadie de los políticos nacionales, y menos los amigos chinos, piensan en planes de reforestación, que son con resultados a medio y largo plazo. Pero, en los últimos años, las comunidades regionales empiezan a valorar lo que está en juego y a empujar a sus Gobiernos a adoptar medidas protectoras del medio ambiente y de las riquezas naturales, legando a adoptar formas de resistencia puntuales (bloqueos, huelgas, boicots) en las explotaciones de los chinos. Los roces surgen por todas partes. En 2006, Gabón decidió suspender la licencia de explotación petrolera concedida a la empresa china Sinopec, tras constatar que el uso de la dinamita y de maquinaria pesada en el parque nacional de Loango perjudicaba a los gorilas allí asentados. Finalmente, la compañía pagó una multa y tuvo que adaptar su operativa a la protección ambiental. El 21 de mayo de 2014, el Gobierno chadiano suspendió las perforaciones de la empresa estatal china CNPC, acusándola de “métodos nefastos” y de “vertidos nocivos”. Unos años antes, las autoridades de Zambia decidieron cerrar una explotación china de cobre en la ciudad de Kabwe, al comprobar prácticas contaminantes para la población local.

(CONTINUARÁ)