LA ESTRATEGIA NACIONAL CHINA Y SUS INTERESES INTERNACIONALES III.

(CONTINUACIÓN)

Las relaciones de China con sus vecinos del Este de Asia.

Los contenciosos que mantiene China con los países del Este asiático demuestran lo incómoda, despótica y avasalladora que puede ser su presencia a las distancias cortas. Cuando China cree que están en juego sus intereses nacionales o su orgullo nacional. Cuya pérdida a manos de las “potencias extranjeras” hasta casi mediados del pasado siglo, es uno de los tics neuróticos de la política exterior de Pekín.

El ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, y el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, mantuvieron una conversación telefónica a mediados de mayo de 2014, en la que mostraron un total desacuerdo en el contencioso entre China y Vietnam por la exploración petrolífera que éste último realiza junto a las islas Paracel. Wang le pidió a Kerry que los EEUU «dejen de animar las acciones provocativas de otros países». Refirndose a Vietnam, el cual envió buques a la zona marítima próxima a las Paracel a principios de mayo, para impedir la instalación de una plataforma petrolífera china. Kerry aseguró que fue China la que provocó a Vietnam, al trasladar esa plataforma a las aguas en disputa en las Paracel. La cual iba escoltada por buques chinos, que ahuyentaron con cañones de agua a los barcos vietnamitas. El secretario norteamericano urgió a China y a Vietnam a «relajar las tensiones, garantizar una conducta segura de sus buques en el mar y resolver la disputa a través de medios pacíficos, de acuerdo con la ley internacional». Wang pidió a los EEUU que «trate el conflicto con objetividad y justicia, cumpla sus compromisos y mida sus palabras o acciones». La plataforma, de la petrolera china CNOOC, estaba situada al sur de Hong Kong y fue trasladada a las proximidades de las Paracel (que los chinos llaman Xisha) el 2 de mayo, lo que fue considerado una acción «ilegal» por Hanoi. El 3 de mayo, la Administración de Seguridad Marítima de China anunció la prohibición de navegar a menos de una milla náutica (1,8 kilómetros) de su polémica plataforma. Distancia que aumentó a 3 millas náuticas (5,5 kilómetros) el 5 de mayo.

Por su parte, el primer ministro japonés aprovechó su presencia en una ceremonia militar a fines de 2013, para advertir a China que no permitirá ningún cambio del statu quo en el contencioso territorial de las islas Senkaku, a las que China llama Diaoyu. Abe no descartó cambiar la constitución para reforzar el poder del Ejército: “La situación de seguridad del Japon se ha agravado”. “Las fuerzas armadas deben olvidarse de la idea de que se puede cubrir todo con maniobras militares y de que su mera existencia sirve como elemento de disuasión”, declaro rotundo. Japón teme que China recurra a la fuerza para hacerse con el control de las islas en disputa, en cuyas aguas se cree que hay reservas de petroleo. Shinzo Abe ha autorizado el derribo de “aviones espías no tripulados” que sobrevuelen la zona en disputa. Un portavoz del ministerio chino de Defensa advirtió de que si eso ocurre, China lo considerará como un acto de guerra y, seguramente, emprenderá “acciones decisivas para devolver el golpe”.

El contencioso sobre estos islotes, cuya soberanía reclama también Taiwán, ha deteriorado notablemente las relaciones entre China y Japón, las dos grandes economías de Asia. La disputa territorial surgió en 1970. Japón afirma que ocupa las islas, que antes no pertenecían a nadie, desde 1895. Pero China insiste que el archipiélago fue incluido en el Imperio Chino hace 600 años, y, efectivamente, en mapas japoneses de 1783 y 1785 aparecen como territorio chino. Tras la II Guerra Mundial, el archipiélago estuvo un tiempo bajo control de los EEUU y fue, por fin, entregado al Japón en 1972, junto con la isla Okinawa. Pero, Taiwán y la República Popular de China consideran que ese traspaso fue ilegal. La posición de Tokio es que el archipiélago formó parte siempre de la prefectura de Okinawa. Y explica que las “nuevas reclamaciones de otros Estados” sobre él, se deben a la riqueza en recursos minerales de la zona.

Las tensiones se agudizaron a partir del 11 de septiembre de 2012, cuando el Gobierno de Tokio compró a un propietario privado nipón, tres de las cinco íslas Senkaku o Diaoyu. Japón reclama también la soberanía sobre unos 500 cayos, algo alejados de ellas, pero que adquieren importancia a la hora de demarcar las aguas territoriales del archipiélago. De ellos, unos 158 no tenían ni nombre hasta el día de hoy. A raíz de la escalada de tensiones con China, Japón decidió darles nombres oficiales, para demostrar su soberanía sobre ellos. La lista publicada el viernes 1 de agosto, contiene también los nuevos nombres geográficos japoneses: así, dos de las islas Senkaku, separadas por un istmo, son llamadas Nantokodzima o pequeña isla del sureste y las otras tres se denominan Nanseikodzima o pequeña isla del suroeste, Higasikodzima o pequeña isla del este y Seikhokuseikodzima o pequeña isla del noroeste.

Por su parte, el presidente Barack Obama respaldó a mediados de abril al Japón en esa disputa territorial con China y manifestó públicamente, en un gesto sin precedentes, que Washington apoyará a Tokio en caso en un conflicto militar por las Senkaku. Obama manifestó sin ambages que las islas reclamadas por ambas naciones, pero administradas por Tokio, están protegidas y comprendidas en el artículo 5 del Pacto entre los EEUU y el Japón sobre Cooperación Mutua y Seguridad. Según Nezavisimaya Gazeta, Obama se vio obligado a expresarse tan determinantemente, para recuperar a confianza de Tokio, donde estaban poniendo en duda la capacidad de Washington de defenderlos, tras la diplomática reacción de los EEUU a la adhesión de Crimea a Rusia.

En fin, el 30 de junio de 2014 los ministros de Asuntos Exteriores de los países de la Asociación Nacional del Sudeste Asiático (ASEAN) iniciaron una serie de reuniones en Brunei, con el objetivo de establecer un “código de conducta internacional” que evite un posible conflicto armado en el Mar del Sur de la China. La ASEAN la integran Myanmar, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam, que tienen una población total de unos 620 millones de habitantes. China disputa bilateralmente con Vietnam, Filipinas, Brunei, Malasia y Taiwán, la soberanía de una parte o la totalidad de los cientos de islas e islotes del Mar de China Meridional. Que es considerado por Pekín como un «Segundo Golfo Pérsico» propio, por los yacimientos de gas y petróleo que se estima que contiene su subsuelo. El canciller filipino, Albert del Rosario, denunció el incremento de militares chino en las islas cuya soberanía se disputan varios países de la región. E indicó que la presencia del Ejército chino en las cercanías de los atolones de Scarborough y Second Thomas, supone «una amenaza a los esfuerzos por mantener la paz y la estabilidad de la región». En efecto, tanto Filipinas como China reclaman la soberanía sobre los atolones.

Un nuevo escenario estratégico creado por la diplomacia y la economía.

China acogió el lunes 10 de noviembre el inicio de la cumbre de jefes de Estado del Foro de Cooperación Económica de Asia y Pacífico (APEC). Los 21 países miembros, donde destacan Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Corea del Sur, Indonesia y Australia, suman más de la mitad del PIB mundial, el 44 por ciento del comercio internacional y el 40 por ciento de la población de la Tierra. El objetivo de un foro así es avanzar hacia el libre comercio en la región geopolítica. China quiere impulsar el Área de Libre Comercio de Asia y Pacífico (FTAAP), que fue anunciada por el Foro en 2006 y que ahora se ha convertido en un caballo de batalla de Pekín. La semana anterior, el director ejecutivo del Foro, Alan Bollard, anunció un “estudio estratégico” sobre la propuesta, aclarando que no era “el inicio de las negociaciones”, para no herir susceptibilidades de otros miembros. Por este objetivo, como no, también rivalizan EE.UU. y China en su pugna por la hegemonía en el Pacífico.

En efecto, los EEUU abanderan su propio proyecto de asociación internacional, la Alianza Transpacífica (TPP), que incluye a otros 11 países de APEC, como Japón y Australia, pero no a China. El gran fallo del mismo es que China es el primer exportador del mundo y el mayor socio comercial de casi toda la región. Y Pekín teme que los EEUU estén intentando contener su auge en el Pacífico, una vez que Obama la definió como el “eje” de su política exterior. Además, aprovechando que la Alianza Transpacífica está paralizada por las diferencias entre los EEUU y el Japón, Pekín está ganando adeptos para su propia Área de Libre Comercio, argumentando que no va en contra de los tratados bilaterales existentes. “La Alianza Transpacífica es muy importante para EE.UU. para reforzar sus lazos con Japón, pero es preferible el Área de Libre Comercio propugnada por el Foro, porque es la única que incluye a ambos países y a China”, señaló el director del Instituto de Asuntos Internacionales de la Universidad Popular de Pekín, en un encuentro con corresponsales. También dijo que “China quiere inaugurar con los EEUU un nuevo tipo de relaciones entre grandes potencias”

Apuntándose un éxito estratégico, Xi Jinping firmó entonces un acuerdo de libre comercio con Park Geun-hye, su homóloga de Corea del Sur, un aliado tradicional de los EE.UU. en la zona. El tratado incluye una veintena de sectores y elimina los aranceles para el 90 por ciento de sus mercancías, dejando fuera el arroz y los coches. Por su parte, los 10 miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) también lanzaron una Alianza Regional Económica (RCEP), que incluye a los 6 países de APEC con los que tienen acuerdos de libre comercio, China, Japón y la India. Y, además de preparar el comunicado final de la reunión, que concluyó el 16, los ministros del Foro firmaron un acuerdo contra la corrupción promovido por China, para perseguir en sus países a los funcionarios que huyen al extranjero con grandes fortunas.

(CONTINUARÁ)