La Legítima Defensa

Introducción General.

La legítima defensa es un tema bivalente. A la luz del ordenamiento jurídico parece definido. Pero, cuando pasamos a la casuística y a los casos prácticos, la aplicación de la legítima defensa es imprecisa, correosa y, quizás, desconcertante.

Y, en los momentos en que la integridad personal o el patrimonio están amenazados por un rapiñador violento, la reacción defensiva debe estar dirigida por la claridad mental, el coraje moral, la contundencia y la rapidez. Los psicólogos hablan del bloqueo de la mente consciente, racional, en esos casos, dando paso a la mente instintiva. Pero que puede ser modulada por un entrenamiento genérico, ya que las posibilidades prácticas son innumerables.

Se dice que la reacción al atacante debe ser proporcional al daño o perjuicio que aquél busque. Y a las armas o medios que utilice o emplee en su enfrentamiento con nosotros. Pero, como todo lo que se quiere precisar en exceso, por agentes fuera del contexto práctico y que eluden la integración de la compleja psicología humana en sus planteamientos, la aplicación encubre y deja por explicar numerosas probabilidades.

¿Qué hacer si el atacante lleva un arma escondida? ¿Aparecer primero e inerme, echándole de casa? ¿La apariencia externa del atacante, exhibe claramente sus intenciones, entrenamientos y capacidades? Porque, ya hay que tener osadía y agresividad sobrantes (¿es una psicopatología?) para internarse en una casa ajena a robar, mutilar, secuestrar, dañando siempre.

Ya se sabe que, si claramente huye, no se le debe atacar, pero, si va armado con un bastón, ¿puede marcharse con todo lo que quiera?

¿Quién exhibe mayor potencia y eficacia de ataque, un joven fogueado en la rapiña con un palo de 1,2 m., un anciano con una escopeta de caza o un señor sedentario con un cuchillo de cocina? Está claro que los mayores necesitan medios más amenazadores y contundentes para la defensa. Pero, ¿dónde está precisado esto? Los atacantes están más familiarizados con sus métodos y armas, pero los atacados no se suelen entrenar para la defensa. Y se actúa según se entrena, en los momentos amenazadores e inesperados de gran tensión. ¿Cómo valoran los juristas esto?

Ya me gustaría que algunos juristas lúcidos nos explicaran con casos prácticos, cómo se debe reaccionar, siguiendo su ejemplo.

También parecido es el tema de la legítima defensa de una sociedad, a la luz de la moral que tradicionalmente tenemos en Europa y América.

Tenemos aún vivo el caso de los piratas somalíes, El ser teóricamente pobres, ¿les da derecho a expoliar a los demás? ¿No son todos ellos los responsables últimos de que Somalía sea un estado sin organización, ni orden? Se ha dicho que no tenemos actualmente una legislación que permita perseguir a los piratas en aguas internacionales o nacionales (de ellos), pues, ¿por qué los abogados del Estado y los legisladores no confeccionan y aprueban las leyes que nos permitan defendernos eficazmente? Los que deseen ampliar el tema pueden leer nuestro artículo “Los Piratas Somalíes”.

Antecedentes Sociales y Religiosos de la Legítima Defensa, desde los Orígenes Judaicos en el Antiguo Testamento.

Después de dar a Moisés las tablas de la Ley en el monte Sinaí, el Señor Dios inspira en Levítico, Números y Deuteronomio lo que podríamos llamar el “reglamento” de la Ley de Dios, de los Mandamientos.

Veamos qué dice Deuteronomio 20, 1 al 20 resumido. En lo que podemos considerar la “ley teocrática de la guerra judía”:

Cuando salgas a hacer la guerra contra tus enemigos y veas los caballos y carros de un pueblo más numeroso que tú, no tengas miedo, pues tu Dios, el que te sacó de Egipto, está contigo. Cuando vayáis a entablar combate, se adelantará el sacerdote y hablará así al ejército: “…Hoy vais a pelear contra vuestros enemigos; no temáis, no tembléis…, porque vuestro Dios va delante de vosotros para combatir contra vuestros enemigos y daros la victoria”.

Luego los jefes dirán al pueblo: “…el que tenga compromiso de matrimonio y no se halla casado aún, que se vuelva a su casa, no sea que muera en el combate y otro tome su mujer; el que tenga miedo y se acobarde, que se vuelva a su casa, para que no contagie la cobardía a sus hermanos”. Al terminar de hablar al pueblo, se colocarán a su cabeza los jefes.

Cuando te acerques a una ciudad para atacarla, le brindarás primero la paz. Si la acepta y te abre sus puertas, toda su población será hecha tributaria y te servirá. Si rechaza la paz, la asediarás. Tu Dios te la entregará y pasarás a cuchillo a todos sus varones. Las mujeres, los niños, los ganados y lo que haya en la ciudad, lo tomarás contigo y disfrutarás del botín de tus enemigos que tu Dios te haya dado.

Esto lo harás con las ciudades que están muy distantes (en Siria, en la Transjordania) y no pertenecen a estas naciones (de Palestina, nombre de la tierra de los filisteos, los hombres de la mar). En cuanto a las ciudades de estas naciones que tu Dios te da como heredad, no dejarás en ella con vida a nada de cuanto respira; darás al anatema esos pueblos, a los jeteos, amorreos, cananeos, fereceos, jeveos y jebuseos, como tu Dios te ha mandado, para que no aprendáis a imitar las abominaciones a que esas gentes se entregan para con sus dioses y no pequéis contra vuestro Dios”.

El Señor más bien prohibió la muerte del inocente, o sea, el asesinato, la muerte injusta. Alguien alteró el sentido del “no matarás al inocente”…

Predicaba Juan el Bautista en el Jordán un bautismo con agua, de penitencia, preparando el camino de las almas hacia el Señor, que llegaba a redimirlas. “Le preguntaban unos soldados, ¿y nosotros qué hemos de hacer? Les contestó: “No extorsionéis a nadie, ni denunciéis falsamente y contentaos con vuestra paga” San Lucas 3, 14.

El Bautista (que tanto fustigó en público a Herodes por estar en concubinato con Herodías, la mujer de su hermano, extremo que le llevó a ser degollado) no le pidió a las tropas que dejaran las armas y se dispersaran o se dedicaran a acciones humanitarias tipo “Mari Complacientes”. Las Fuerzas Armadas no son ONGs, al servicio de misiones exóticas, caprichosas o filantrópicas. Entre otras cosas, porque sus costosos y especializados medios, a cargo de la sociedad, estarían así muy mal utilizados productivamente. Les dijo que se comportaran con honradez en su oficio de dislocar legalmente la capacidad de combate de los enemigos de la patria. Y esto en una tierra hambrienta de paz social, que hervía de indignación contra los romanos, por su impiedad y paganismo. Donde los zelotes, guerrilleros rurales o rebeldes armados (Barrabas podría ser uno de ellos) eran héroes del pueblo.

Estaba próxima su última Pascua y Jesús subió a Jerusalén. Se encontró el atrio del Templo con tratantes de bueyes, ovejas y palomas y cambistas de monedas sentados. Hizo un azote de cuerdas y los echó a todos del Templo, con las ovejas y los bueyes, tiró las monedas de los cambistas y volcó sus mesas. A los vendedores de palomas les dijo: “Quitad esto de aquí; no hagáis de la casa de mi padre una cueva de ladrones”. Sus discípulos recordaron lo escrito: “El celo de tu casa me devora” San Juan 2, 13 a 17.

El Señor, como hombre, también tiene la pasión de la ira, pero la controla y la ordena al bien. El pecado es el desorden, la injusticia y el desborde

Estaban interrogando a Jesús ante Anás y los testigos incurrían en contradicción, disolviéndose las acusaciones. “Anás le preguntó entonces sobre sus discípulos y su doctrina. Jesús le respondió: “Siempre he hablado públicamente en la sinagoga, en el Templo, donde se reúnen los judíos. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído, qué es lo que he dicho”. Al decir esto, uno de los guardias presentes dio una bofetada a Jesús diciendo: ¿Así respondes al Sumo Sacerdote? Jesús le contestó: “Si he hablado mal, demuéstramelo; y si he hablado bien, ¿por qué me pegas?” San Juan 18, 19 a 23. La palabra oportuna es más fuerte que los puños: el sayón se quedó callado y Anás, el viejo cacique, tuvo que enviar a Jesús ante Caifás, su yerno, que era el Sumo Sacerdote aquél año, para que empezara de nuevo.

Es curioso que el Señor, cuyo cuerpo terminó totalmente tumefacto y desfigurado, privado hasta del último quantum de energía vital y cuyo corazón derramó hasta la última gota de sangre, cuyos tormentos todos los asumió pacientemente, respondiera tan contundentemente a un simple golpe en la mejilla…

Contra la bobería, la complacencia injusta y la debilidad propia, nos advierte Jesús: “No deis vuestras perlas a los cerdos, no sean que pisoteándolas se revuelvan contra vosotros y os destrocen” San Mateo 7, 6.

La Iglesia Católica no perdona, no da el sacramento de la reconciliación, cuya materia son los pecados del penitente, si éste no tiene propósito de la reparación del daño causado. Cualquier reserva mental del propósito haría inválido el sacramento y a los pecados del penitente se añadiría un sacrilegio. La reparación del daño causado es devolver el dinero robado y sus intereses o compensar suficientemente a la familia o al interesado por un asesinato, una mutilación, una violación, un secuestro, un falso testimonio ante el juez, una calumnia propagada.

Dios no perdona gratuitamente. No en balde clama la sabiduría popular, “si en el séptimo no hay rebaja (en la restitución debida para el perdón), ya puede Nuestro Señor llenar el cielo de paja”.

¿Podemos ver un ejemplo de lo que dice, tomado ahora de la Historia?

La Iglesia predica hoy en día la paz, el amor a todos y condena la guerra. Como hizo en dos veces cuando la “Operación Asalto” de Irak. Eso quiere decir “storm”, además de tormenta. Que es lo que han querido leer los Mari Complejines y los pseudo progres.

Pero,según y cómo. Cuando ha detentado el poder político y se ha sentido amenazada por un poder igual o superior, claro que las armas le han servido de mucho a la Iglesia. Y ha hecho bien en ese uso, no ya en su abuso.

Dos pinceladas significativas y una nota final:

En 1209 llegan los ejércitos cruzados, promovidos por el Papa Inocencio III, a las puertas de la ciudad de Beziers. Ésta estaba en poder de los cátaros (del griego katharos, que significa «puro») o albigenses (topónimo de Albi, una de sus muchas ciudades). Era una herejía naturista muy persistente en la época. Los cátaros despreciaban la materia y el cuerpo humano (de ahí la supuesta “pureza” espiritual) y, por tanto, a su Creador. Uno de los predicadores contra la misma fue Santo Domingo de Guzmán.

El ejército era tan poderoso que la toma de la plaza era segura. Los jefes de las tropas le plantean a Simón de Monfort, legado pontificio y jefe supremo de la expedición: “En la ciudad hay muchos cristianos fieles. Cuando la tomemos, ¿cómo los distinguiremos de los herejes?” Monfort fue muy claro: “Matadlos a todos. El Señor sabrá distinguir a los suyos”. Más de 20 mil hombres, mujeres y niños fueron pasados a cuchillo tras la ocupación.

Si no e vero e ben trovato”. Si no es cierto, está muy bien traído. Hagamos la crítica. Algunos autores atribuyen a Arnaud Amaury, el jefe militar, buen cura cisterciense, esas palabras. La población de Beziers rondaba las 15 mil almas y los refugiados con cabida en ella, que huían de la “limpieza espiritual” (hoy quizás le llamaríamos el rodillo militar) de los cruzados, no podían ser muchos más de 5 mil. La toma trajo un baño de sangre imponente, narrado por algunos testigos. Y lo que parece claro es que ninguno de los jefes hizo por prevenirlo o impedirlo. Decir que una tropa aguerrida y bendecida como cruzada, hace lo que le da la gana y mata sin órdenes (ojo, no es saqueo, en él la mano se va un poquitín) y, por tanto, sin responsabilidad de aquéllos, es absurdo y ofensivo para la razón.

Veamos el caso de Lepanto.

El expansionismo y el poderío de la Sublime Puerta eran evidentes: Por el mar era un vecino incómodo y rapiñero del Mediterráneo occidental cristiano. Por tierra ocupaba los Balcanes y amenazaba con engullirse parte del antiguo Imperio Romano Germánico de Occidente. El único hombre que vio clara la situación creada por el peligro turco, desde el primer momento, fue el papa San Pío V. Hasta el mismo Felipe II de las Españas tardó mucho en convencerse de la necesidad de afrontar el peligro de frente y de asestar a los turcos un golpe importante, sin existir previamente una directa provocación turca o un “casus belli”. Las capitulaciones para constituir la Liga Santa con España y Venecia se demorarían hasta el 25 de mayo de 1571, debido a la disparidad de intereses y proyectos. Francia se desmarcó de ella, muy terrenalmente, por su envidia y odio a la supremacía española. Vamos, que le dio la pataleta de la mezquindad y la cortedad de miras a la católica Francia. Por fin, la escuadra española estuvo ya preparada el 5 de septiembre. El 29 de agosto de 1571, el obispo Odescalco, legado pontificio, llegó a Mesina. Y dio la bendición apostólica y concedió las indulgencias de cruzada y el jubileo extraordinario a toda los hombres de la armada cristiana. El 15 de septiembre, Don Juan de Austria ordenó la salida de la flota aliada hacia los mares turcos. Y el 26 fondeó en Corfú, mientras una flotilla exploraba la zona.

El caso es que Lepanto quedaba a la entrada del golfo de Corinto, en pleno territorio de viejo dominio otomano. El Papa había autorizado un ataque preventivo, ante la convicción moral de la continuidad de las intenciones agresivas y expansionistas turcas. Pío XII escribió también sobre la recta moralidad de estos ataques preventivos en 1950; pero no he encontrado el texto en la Biblioteca Vaticana.

El domingo 7 de octubre por la tarde, el Papa departía con un grupo de cardenales en su despacho. De pronto, suavemente arrebatado, salió al balcón. Allí recibió la “visión intelectual” del triunfo cristiano en Lepanto. El Papa había ordenado que se rezase fervorosamente el Rosario por todas las tierras cristianas. Pidiendo la intercesión de la Virgen María, por el triunfo cristiano. En agradecimiento, el Papa instituyó el 7 de octubre como fiesta dedicada a la Virgen del Rosario.

Ante las continuas bravatas de Nasser y todos los preparativos bélicos de los países árabes que lo circundaban en un cinturón de hierro, ¿qué hubiese sido de Israel, si en junio de 1967 no hubiese atacado preventivamente a la aviación árabe en tierra, garantizándose así la supremacía aérea en la llamada Guerra de los Seis Días?

La Guerra de Guerrillas y la Experiencia Cubana II.

(continuación)

Estratégicamente se iba perfilando todo como un intento del «26 de Julio», para llevar al pueblo a una acción urbana, fulminante y decisiva, contra el gobierno. Era la última oportunidad de la línea liberal y democrática del Movimiento, además, en amplia mayoría en sus filas, frente a la línea radical y escuálida que se aglutinaba en la Sierras Maestra, del Cristal, de Baracoa y de Nipe. Porque lo que se cuestionó en el análisis posterior de los hechos por la Dirección Nacional colegiada del «26 de Julio», fue la validez de una ideología (la liberal democrática) por el fracaso de una táctica mal aplicada.

La principal Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) se abstuvo de ayudar a los huelguistas y el Partido Socialista Popular fue excluido específicamente. El FON, la otra fuerza laboral, sin demasiada capacidad de diálogo con las patronales y sin suficiente penetración entre los trabajadores, fracasó en la organización de la huelga. La consigna para la huelga general se comenzó a transmitir al pueblo por la radio a las 11 de la mañana del miércoles 9 de abril de 1958, sorprendiendo a todos en sus trabajos y ocupaciones. Falló la movilización correcta del pueblo, en aras de la seguridad de la compleja operación. Sin embargo, ya en marzo el «26 de Julio» emitió un Manifiesto llamando a la huelga y existía una «creciente» de sabotajes en las ciudades, que envalentonaban a sus miembros para su «operación cumbre final». Por ejemplo, en la noche del 15 al 16 de marzo estallaron sólo en La Habana nada menos que cien bombas y petardos.

En marzo, Batista nombró jefe de la Policía Nacional, al brigadier del ejército Pilar García. El gobierno se mantenía calmado. Hacía tiempo que no se realizaban redadas de elementos hostiles. Pero pronto comenzó a actuar. Hizo un uso amplio de falsas proclamas de huelga, en los días que disponía hasta su inicio. Consiguiendo intoxicar la comunicación entre los rebeldes urbanos y el pueblo. Y que éste llegase a sospechar de la autenticidad de la convocatoria fidelista. Agentes de la policía, equipados con los brazaletes rojos y negros del «26 de Julio», fueron empleados extensamente en acciones de confusión popular y de ataque y desarticulación de los comandos de acción y sabotaje.

El resultado de los esfuerzos para iniciar y extender la huelga general, se concretó en un número de acciones y éxitos inconexos, aislados y costosos. Y que no llegaron a involucrar a las masas populares en los hechos. La mayor parte del comercio, de los transportes públicos y de las industrias de la Gran Habana, no secundaron la huelga. En Santiago de Cuba, en Santa Clara ocurrió algo parecido. En Holguín, los comandos fidelistas incendiaron la central térmica. En La Habana se confirmaron el asalto a varias emisoras de radio, un tiroteo ocurrido en las afueras, el ataque a una armería y la destrucción de un transformador eléctrico. El número de muertos ocurridos en estos encuentros urbanos superó el centenar, que en gran mayoría fueron rebeldes castristas.

El sábado 3 de mayo de 1958, la Dirección Nacional del «26 de Julio» celebró una tensa reunión de casi 6 horas, junto a Altos de La Plata. Se realizó un duro proceso de autocrítica, que llevo a un radical cambio de los postulados operativos. Fueron depurados Faustino Pérez, el jefe de los comandos urbanos castristas y el principal dirigente del FON, como máximos responsables del desastre. Los destituidos pasaron a ocupar puestos en la organización guerrillera. Los comandos urbanos quedaron constreñidos a una misión de apoyo táctico de las operaciones guerrilleras. El mando del Movimiento pasó totalmente a manos de los guerrilleros, modificándose la estructura y la composición de la Dirección Nacional. Ésta quedó presidida por un Secretariado con 6 miembros, presidido por Fidel Castro.

Las dos campañas militares destacables en la insurrección cubana:

La ofensiva del ejército en la primavera verano de 1958.

En marzo de 1957 la guerrilla fidelista de Sierra Maestra la formaban unos 80 hombres, resto de los invasores del «Granma», miembros urbanos del 26 de julio y campesinos incorporados. En abril de 1958 existían unos 300 guerrilleros fidelistas. En Sierra Maestra había unos 180 rebeldes, repartidos en dos columnas. Y en las Sierras del Cristal, Baracoa y Nipe, colindantes con aquélla, estaban otros 120 «barbudos».

En mayo de 1958 fue nombrado jefe de operaciones en la Sierra Maestra, el general Eulogio Cantillo Porras. Se le encargó dirigir la única ofensiva importante para la destrucción del principal foco de la guerrilla. Contó con unos 6 mil soldados, integrados en 14 batallones de infantería, 1 compañía de tanques ligeros (14 Tm. y un cañón de 37 mm.), 2 baterías de cañones de 75 mm. y 4 compañías independientes de infantería, y apoyados por dos escuadrillas de cazas y cazabombarderos. La aviación militar, dependiente del ejército, se llamaba Fuerza Aérea del Ejército. Entre 3 mil y 4 mil hombres adicionales, de la Guardia Rural y el ejército, realizaron simultáneamente misiones de protección de propiedades e infraestructuras y de orden público en la provincia de Oriente. El plan de operaciones era más propio de la guerra regular. Preveía atacar simultáneamente, con dos columnas de infantería reforzada, desde el norte y el oeste la «zona bajo influencia rebelde» de la Sierra, de unos 2 mil Km2, situada al oeste de la cuenca de Santiago de Cuba. Formado el frente rebelde de rechazo, otra columna de infantería progresaría desde el sur sobre su retaguardia, buscando la desarticulación de la resistencia enemiga, y empujarla y aplastarla conjuntamente en sus últimas posiciones. Se mantendría un cerco fijo de la zona de operaciones, ocupando las estribaciones de las montañas, para evitar movimientos de apoyo y exfiltraciones de guerrilleros batidos.

Castro, que conocía la pérdida de entusiasmo de las tropas enemigas, tras sus primeros rebufos en la lucha, siguió una estrategia operativa de resistencia prolongada. Las columnas enemigas se encontraron con una defensa en profundidad, en un terreno favorable para ella. Destinada a hostigarles al máximo y a alejarles del triunfo, eludiendo el empeño irreversible en los encuentros y escaramuzas. Desde finales de abril, los insurrectos se dedicaron a organizar las entradas en la Sierra y sus vías internas y a almacenar en la zona todos los hombres, equipos, armas y suministros que pudieron, entre ellos unas 10 mil reses vacunas. En torno a La Plata, sede de la Comandancia, se estableció un cuadrilátero romboide de unos 100 Km2, enmarcado por el pico Turquino, su cordillera, Altos de La Plata y Agua Alrevés, como reducto final rebelde, donde se situaron los mandos y las reservas.

El 25 de mayo iniciaron las tropas su avance sobre las vanguardias de seguridad rebeldes, en las faldas de la Sierra. Los militares llegaron a acercarse con algunas de sus puntas de avance, a cargo de batallones más o menos reforzados y desplegados en compañías, a La Plata, pero ya sin fuerza ni capacidad operativa. El avance militar se realizó sin la coordinación que exigía su plan, atacando siempre por sectores aislados. Esto permitió a los rebeldes, moviéndose por líneas interiores en territorio agreste y conocido, concentrarse sucesivamente en el rechazo. Sólo un máximo de 800 a 1000 hombres atacaron cada vez, del total de los que operaban. Así, los distintos batallones fueron batidos por partes, sitiados incluso a veces por un tiempo, y repelidos uno tras otro. Las unidades de segunda línea que ocuparon las zonas invadidas en mayo y junio, fueron expulsadas de la Sierra, para la segunda decena de agosto de 1958. Se libraron en la campaña unos 36 combates, acciones secundarias y escaramuzas. Los rebeldes sufrieron unos 35 muertos y 45 heridos y capturaron a más de 450 soldados. Ningún barbudo cayó prisionero.

La contraofensiva final del «26 de julio», ocupando progresiva y rápidamente la Isla.

Terminada la campaña, Castro extendió el 18 de agosto una «orden de marcha» al comandante Camilo Cienfuegos. En ella se le mandaba conducir la columna rebelde nº 2 «Antonio Maceo», con unos 120 hombres, hasta la provincia de Pinar del Río, en el extremo occidental de Cuba, a unos 1000 Km. de distancia. Para establecer allí una base guerrillera. El 21 de agosto otra orden de la Comandancia dispuso que el comandante Ernesto Guevara, al frente de su columna rebelde nº 8 «Ciro Redondo», integrada por unos 150 hombres, se trasladase a la provincia de Las Villas, en el centro de Cuba, a unos 500 Km. Su misión era paralizar los movimientos de paso de las fuerzas militares por esa provincia.

La estrategia operativa rebelde era ofensiva, suponiendo: un acoso inmediato sobre la cuenca de Santiago de Cuba, a cargo de las restantes columnas rebeldes, dirigidas directamente por su Comandancia. Y la invasión de Pinar del Río y Las Villas, lejanas en la distancia y en la capacidad operativa guerrillera, que eran las otras dos provincias cubanas que contaban con cadenas montañosas para posible refugio.

A primeros de septiembre, los guerrilleros castristas alcanzaban el millar. En las Sierras de Oriente operaban unos 700 y las columnas invasoras tenían unos 300 hombres. A fines de 1958, las más de 15 columnas guerrilleras, casi todas de reciente creación, tenían entre 3 y 4 mil hombres, muchos actuando como fuerzas auxiliares y de guarnición. Las operaciones rebeldes consistieron esencialmente en un ir apartando, desarmando y deteniendo sucesivamente a unos enemigos siempre muy superiores en número y equipamiento. Pero, sin moral, sin valor, sin fuelle y sin compromiso con su deber profesional. La velocidad de avance de la ofensiva sobre La Habana, la iba dictando la escasa capacidad de avance y de maniobra de las columnas guerrilleras. Cada una de potencia similar a una compañía de infantería irregular, parcialmente motorizada.

Los soldados cubanos muertos durante los dos años de campaña guerrillera ascendieron a unos 170-180 hombres. En ese tiempo los guerrilleros perdieron unos 125-130 combatientes. En el período final de la rebelión, las fuerzas armadas cubanas fueron aumentadas hasta los 45 mil hombres. La mortalidad de la población cubana, según el censo de 1953, era de 6 defunciones al año por cada 1000 habitantes. Según todo esto, podemos afirmar que la profesión de militar batistiano en tiempo de guerra fue bastante segura.

Y un Telón de Acero cae súbito sobre Cuba.

Cuba cambió así de tirano personal malo a tirano institucional peor. En su discurso del 1 de mayo de 1960, durante los actos oficiales con motivo del Día de los Trabajadores, Fidel atacó públicamente por primera vez el sistema electoral democrático, como cauce de la expresión soberana de la voluntad del pueblo. Allí fue coreado repetidamente por las masas concentradas ex profeso con gritos de: «Elecciones, ¿para qué?». Con ello se entronizó oficiosa y permanentemente en Cuba el sistema de «mano alzada a la vista y ¡ay del que disienta!». Que es el propio de las asambleas populares marxistas leninistas. Y todo lo que de ello se derivaba para el gobierno y los derechos personales y colectivos del pueblo cubano.

LOS PIRATAS SOMALÍES.

Introducción.

Tradicionalmente, desde que el hombre se civilizó, empezó a dominar a la naturaleza y comenzó a navegar, los piratas fueron y son “los salteadores y bandidos de todos los mares”. Una condición necesaria para su aparición es la “ausencia de un poder constituido, fuerte, decidido y remunerador” en las aguas donde pululan y medran con sus rapiñas. Si no hay poder constituido, las reglas sobre los demás las imponen los piratas. Que cobran su “exacción” arbitraria por el paso de otros barcos por sus aguas. Si el poder es fuerte, pero no es decidido y remunerador (dispuesto a darles lo que se merecen), su capacidad real es nula, para controlar el bandidaje marítimo y erradicarlo. En la práctica, sus características los hace enemigos y rapiñadores de todos. Y un gran peligro para el comercio marítimo y, por lo tanto, para la riqueza de todos los pueblos. De ahí la insistencia de los distintos estados normales, a lo largo de la Historia, para erradicarlos de los mares de su jurisdicción o de su influencia militar o comercial.

Las modernas fragatas españolas lanzacohetes, de las clases F-80 y F-100, las últimas con el sistema estadounidense polivalente y múltiple de control de fuego Aegis son de las más modernas, potentes y eficaces del mundo. Ahora hay 2, la F-86 “Canarias”, botada en El Ferrol en 1995, con 4100 Tms. de desplazamiento a plena carga, y la F-104 “Mendez Núñez”, capaz de seguir y atacar simultáneamente hasta 90 blancos aéreos o marítimos y de superficie, hasta una distancia de 600 Kms., en las costas del sur de Somalía. Vigilando (no se puede decir controlando) desde unos 80 Kms. de distancia, al barco atunero «Alakrana», atrapado por los piratas junto con sus 36 tripulantes españoles y extranjeros. Pero son los salteadores apandillados somalíes: los que llevan la iniciativa, imponen los tiempos, realizan los movimientos y presentan las demandas para la liberación de su presa o para retornar (¿temporalmente?) al “Alakrana” a tres de sus tripulantes. Y no olvidemos que, en Somalía hay que pagar por todo, hasta por vivir.

Encima, quieren estos bandoleros violadores aparecer como corsarios reivindicadores. Defendiendo a su país (¿no se lo habían “cargado” entre ellos?) de la esquilmación pesquera que sufren sus ubérrimos caladeros, a cargo de los pesqueros modernos extranjeros, verdaderas factorías marítimas de capturas y primer procesado de dicho alimento. Los corsarios de toda la vida tenían una “patente de corso”, una autorización legal de un estado constituido, para hostilizar y hacer presa de los buques de sus países enemigos, apropiándose de todo o de parte del botín.

Las características de los piratas y algunas medidas para desactivarlos.

¿Qué cualidades militares poseen y exhiben estos salteadores desharrapados? Son maestros en los ataques por sorpresa, las emboscadas y los abordajes, partiendo de una base operativa cercana (el “nodriza”), que les da amparo, cobijo y apoyo logístico y recolecta la información oportuna transmitida desde tierra. Su orden social les impide tener una dirección unitaria, estratégica y rígida, que les dé mayores ventajas operativas. Aquí, nadie rinde cuentas más que a su grupo, familia amplia o clan, ni atienden a otra cosa que no sea su propia ventaja, utilidad y supervivencia. Carecen de espíritu militar, formación, entrenamiento, motivación y capacidad de resistencia hasta el último momento. Tienen la habilidad natural del depredador asociado, actuando contra presas débiles, inermes o carentes del instinto de resistencia o de supervivencia.

Tradicionalmente, los piratas han utilizado siempre barcos ligeros, muy marineros y relativamente poco armados. Y, al amparo del descuido o de la noche, se han acercado y abordado a su presa, intentando dominarla por la sorpresa, la superioridad brutal y el miedo a las represalias por la resistencia. Muchas veces, el abordaje lo realizaban armados sólo con sables o machetes. ¿Qué buscaban? Seguridad, botín y rescate. Un combate con su presa, produciría daños mutuos, a veces irreparables y siempre onerosos y desaconsejables. Las capturas debían ser lo más incruentas y limpias posibles. Aquellas escenas de andanadas cruzadas entre dos barcos veleros, el filibustero o pirata antillano y el galeón o buque mercante, que veíamos de niños en las películas sobre el Caribe colonial, son tan falsas como atractivas e imaginativas para ellos.

Probablemente, muchos de estos bandoleros de la mar somalíes no tendrían ningún inconveniente en reformarse y recolocarse, con tal de que se les tendiese un “puentecillo” de plata. Esto sólo podría realizarse a nivel internacional, desde alguna organización supranacional, que se decida a actuar. ¿Qué pasa con la OTAN?, por ejemplo. Las normativas jurídicas nacionales e internacionales son prolíficas, profusas, extensas, complicadas y precisas. Porque todo lo tienen que definir y encorsetar en ese lenguaje arcano, sólo inteligible y guardado para la ínfima minoría de iniciados. Y, por tanto, son difíciles de entender y asumir por los profanos, el pueblo en general. Esto todo hace que las decisiones, compromisos, adjudicación y reunión de medios de acción, resulten lentos, tardíos y difíciles de arrancar.

Por otro lado, en este sentido, tampoco interesa foguear a estos granujas, a base de emplear una dureza insuficiente o espasmódica, que los hiciera resistentes y más capaces, sino garantizar la seguridad de las vías marítimas por el Mar Rojo y el extremo occidental del Índico y de los caladeros limítrofes. El bloqueo permanente y efectivo de los puertos somalíes por las potencias europeas es una medida costosa y pasiva. Se arrincona y neutraliza a los piratas: el efecto sobre la operativa de los piratas dura sólo mientras mantenemos la acción. Pero no se les disuade ni se les ahuyenta ni se les reconvierte en ciudadanos trabajadores.

El botín y los beneficios de los rescates se han repartido siempre entre los ladrones del mar, con unos criterios bastante elaborados y claros de justicia, méritos y equidad. ¿Por qué? Porque el único nexo de unión entre los miembros de estas bandas es el beneficio y la protección relativa que el grupo les da. Si el beneficio es acaparado por sus jefes o por los estados padrinos, el interés, que compense el cierto riego que conllevan sus métodos, desaparece. Así, y según el desarrollo social y la sofisticación de estas bandas, se dan premios a los primeros en abordar a la presa, a los que se distinguen en ciertos actos del salto (aprehender al capitán, dominar o terminar la lucha, etc.) y se dan pensiones o, al menos, entregas puntuales a los mutilados y a las familias de los muertos. Y se entregan a todos los piratas, pagas proporcionales en función de su categoría en la banda, aunque no participen directamente en los asaltos. En fin, la justicia distributiva refuerza los vínculos de unión entre los depredadores marinos.

Existe el peligro, por el buenismo de algunos y el seudo progresismo de otros, de que consideremos a estos raqueros (son los piratas que operan cercanos a las costas) somalíes como a unos parias desdichados. Cuando son unos delincuentes sinvergüenzas, aprovechados de todos los derechos que reconoce una democracia desarrollada, pero sin respetar las leyes y los deberes. No se pueden otorgar unos derechos rebosantes, recrecidos y colmados a quienes se comportan cometiendo crímenes abyectos, y pisoteando desconsideradamente los derechos y propiedades ajenos. La democracia operativa se basa en una mayoría de edad moral y cívica de todos los participantes y en un equilibrio responsable, solidario y justo entre sus derechos y deberes personales y sociales.

Algún observador despistado o que llegase de otro planeta, podría pensar que los salteadores somalíes son nuestros amigos, por como los tratamos y respetamos (sin violentarlos para nada). Negociamos con ellos; tenemos barcos de guerra y hombres armados junto a ellos y no los amedrentamos o atacamos. Y hasta nos traemos algunos a casa y los llevamos al médico y nos cuesta un esfuerzo verdadero ponerlos a disposición de la justicia: falta de tipificación jurídica de la piratería, conflictos de jurisdicción, etc.

Al leer las noticias sobre el regateo o negociaciones del gobierno o patrocinadas por él, con los despojadores somalíes, recuerdo lo que le dijo Churchill al premier Chamberlain en los Comunes, cuando éste regresaba ufano de Munich con las “garantías” de paz de Hitler: “Por evitar la guerra habéis caído en la indignidad; ahora tenéis la indignidad y, además, tendréis la guerra”.

Espero que mis queridos y aprovechados lectores puedan, con la anterior exposición, entender el problema y sacar sus conclusiones

Guevara, la Guerra de Guerrillas y la Experiencia Cubana.

Introducción. 

Ernesto Guevara, que firmó como «Che» los billetes del Banco Nacional de Cuba, era un hombre joven, instruido, disciplinado y metódico. Fue capaz de analizar la trayectoria «militar» de la revolución cubana de 1956 a 1958. Y extrajo unas características de cómo se desarrolló así y por qué triunfó. Su error fue extrapolarlas a todos los lugares geográficos. Como si aquellas cualidades fueran unos principios ideológicos y militares fiables, contrastados y, sobre todo, inmutables.

Las características operativas del proceso político guerrillero cubano, sorprendentemente rápido, y fácil y poco cruento, fueron muy particulares. Porque aquél fue ayudado e impulsado por una insurrección urbana muy combativa. Que soportó el peso de la represión de los esbirros «batistianos». Guevara, guerrillero en la Sierra y extranjero, tomó esas características como los axiomas de actuación para un pueblo en armas. Sin dar valor ni utilidad a la lucha ciudadana, cívica y armada, de gran importancia histórica en Cuba. Y siguiendo las ideas de otros revolucionarios «ortodoxos», asiáticos y violentos, de la época, como Mao, Giap o Ho Chi Minh.

La experiencia guerrillera del Che en Bolivia. El autor aplica sus conocimientos socio militares asimétricos, lejos de Cuba.

No es recomendable intentar crear un foco guerrillero, usando las ideas de Guevara. En Ciencias Sociales la eficacia es una medida de la bondad de los métodos y principios aplicados. Así, hay que recordar cómo terminó ese señor «estratega y táctico» de la «guerrilla rural en un país subdesarrollado hispanoamericano». La lectura de su «Diario de Bolivia» nos permite aprender de una realidad ajena dolorosa, y progresivamente insalvable y asfixiante. Decía Otto von Bismarck, el Canciller de Hierro, que el inteligente aprende también con la experiencia ajena. Conocemos la trayectoria guerrillera del Che en Bolivia. El Partido Comunista boliviano le dio la espalda (su secretario general, Mario Monje, le visitó). Porque el oportunismo es una cualidad muy comunista. El tan denostado Fulgencio Batista Zaldívar fue candidato a Presidente de la República de Cuba por el Partido Socialista Popular en 1940 (nombre de la Unión Revolucionaria Comunista, desde primeros de 1944). Asimismo, el Partido formó parte de su coalición gubernamental y tuvo varios ministros en su administración desde 1942 hasta 1944, entre ellos, Juan Marinello Vidaurreta. El Partido Comunista, en cualquier país y circunstancia, siempre justifica teóricamente sus actos. Diciendo que las condiciones objetivas para la acción de masas se dan o no se dan, según aquello del materialismo dialéctico. Abajo se verá cómo este método «científico», les llevó al desastre en la Grecia de la postguerra.

Y el grupo armado del Che se convirtió en un conjunto de «insurrectos errantes». Mao Zedong decía que eso era lo peor que le podía pasar a los irregulares revolucionarios en armas. Que necesitan establecerse en una zona más o menos aislada y protegida con cierta seguridad. Y que no pueden estar cambiando indefinidamente de refugio, agotándose infructuosa y rápidamente. Necesitan de las «bases» para poder extender su doctrina entre las masas populares, siempre con un cierto grado de coacción militar. Aunque sólo sea por su presencia armada activa. Y para poder conseguir de aquéllas apoyo logístico, refugio, información, ayuda personal y reclutas.

A su vez, las bases guerrilleras, sedentarias y casi fijas, se convierten en uno de los escasos objetivos militares «duros» que ofrecen los rebeldes a las fuerzas militares que los combaten. La destrucción de las bases guerrilleras del Partido comunista al norte de Grecia por los ejércitos griego y británico en 1949, supuso el final de una larga (desde 1946), dura y difícil insurrección armada en Grecia. Situadas en torno a las ciudades de Vitsi y Grammos, en la zona del triángulo de la frontera con Albania y Yugoslavia, por donde recibían los suministros y reclutas indispensables, se convirtieron simultáneamente en vitales y muy vulnerables para los comunistas. La insurrección quiso aprovechar la «fuerza social» de la «creciente» democrática antinazi.

Oportunidad, extensión y calidad de su doctrina militar asimétrica irregular.

A primeros de enero de 1959, en una consideración y síntesis del proceso guerrillero cubano, un Fidel Castro entusiasmado, definía categórico: «Sin entrenamiento, sin tácticas de guerra, logramos vencer a aquel Ejército…» «Ningún ejército profesional (de América) tendría fuerzas para contrarrestar las actividades de guerrilleros revolucionarios». «En cualquier otro escenario (geográfico), en las mismas condiciones políticas que las nuestras, las guerrillas son invencibles».

Con esto estableció las bases ideológico operativas de las guerrillas hispanoamericanas. Guevara desarrolló luego en «La Guerra de Guerrillas» esta tenue «teoría» militar irregular. La centró en dos sencillos postulados. Que él pretendía que la guerrilla cubana había demostrado absolutamente (irrefutablemente y sin desviación o diferencia). «Las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército» En realidad, esto ha ocurrido en otras ocasiones a lo largo de la Historia. «No siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución. El foco insurrecto puede crearlas y desarrollarlas». Su trágico final en Bolivia le daría la medida del carácter «relativo, local, específico y condicionado» de su principal «hallazgo».

Guevara dedicó gran parte de las cuarenta mil palabras de ese libro, al estudio de los hombres que formaban las guerrillas y a dar consejos sobre la vida en el monte. Pero la obra es muy poco extensa en el estudio de las tácticas y estrategias guerrilleras. Más abajo verán Uds. las razones. En cuanto a la importancia, extensión y calidad sus «propuestas» técnicas, sólo tenemos que observar cualquier foto, incluso de hace algunas décadas, de rebeldes armados en algún país inquieto del mundo. Suelen estar sucios, desaliñados y sonrientes, en proporción inversa a su disciplina y conocimientos militares. Y todos portan generalmente un fusil de asalto y un lanzacohetes antitanque. Que suelen ser un AK-47 y un RPG-2 o RPG-7, ambos de diseño soviético. Guevara habla de un «lanzagranadas» ideado por las guerrillas cubanas. Su propulsor es un cartucho de caza, sin perdigones, al que se ajusta una varilla de madera. En su extremo libre lleva una pequeña lata con pólvora y metralla, provista de una mecha de tiempo. Se dispara con una escopeta recortada. Las armas de los «barbudos» cubanos eran Springfields modelo 1903 cal. 3006, algunas carabinas M-1 estadounidenses y San Cristóbal dominicanas calibre .30 corto, algunas ametralladoras Thompson modelo 1928 calibre .45 y algunos Garand calibre .3006 semiautomáticos. Un examen superficial del Field Manual Improvised Ammunition Devices estadounidense, nos dará abundantes y mejores ideas para usar en un medio rebelde «asimétrico» poco desarrollado, hostil y sin logística de apoyo.

Los hechos de los que Guevara sacó sus conclusiones: El desarrollo de la insurrección contra la usurpación del Poder político por Batista, con el golpe de estado del 10 de marzo de 1952.

En la lucha violenta contra Batista, hubo dos manifestaciones radicalmente diferentes en su concepción, técnicas, tácticas y estrategias: la guerrilla rural y los comandos urbanos de «acción y sabotaje» del «26 de julio». Allá en la Sierra, Fidel, con una guerrilla militarmente insignificante, se convirtió desde 1957 en el símbolo permanente de la resistencia contra Batista. Manteniéndose en su poco accesible «base de convocatoria», con un magnetismo único, fue orientando a la opinión pública cubana hacia su opción política y, en esos momentos, amorfa ideológicamente.

Los grupos urbanos presentaron contra el régimen una batalla discontinua, oportuna y peligrosa, empleando 3 técnicas diferentes: atentados, sabotajes y bombas. El precio a pagar por estas operaciones era alto. Se luchó en inferioridad de fuerzas, dentro de poblaciones totalmente dominadas por los hombres de Batista, que no perdieron su aplastante control hasta el mismo 1 de enero de 1959. Y si la Policía no fue capaz siempre de hacer una eficaz tarea preventiva, sí siguió la estrategia de no dejar sin respuesta ningún revés. Y no se andaba con miramientos a la hora de seleccionar y aplicar la represión. Veamos un ejemplo de cada una.

El lunes 23 de diciembre de 1957 fue «ejecutado» por un comando del «26 de julio» el coronel Fermín Cowley, jefe del distrito militar de Holguín, en una ferretería de la ciudad, al norte de la provincia de Oriente. Era responsable directo de la masacre de los expedicionarios del «Corinthia» y de una sangrienta represión contra miembros urbanos del Movimiento, llevada a cabo en las Navidades anteriores, a raíz de la invasión fidelista desde Méjico en el «Granma».

El martes 28 de mayo de ese año tuvo lugar la destrucción de un importante nudo de conducción de energía eléctrica, en la céntrica calle Suárez de La Habana. Con lo que, extensas zonas de la capital estuvieron sin luz hasta 3 días.

Todas las noches, a las 21 horas, en la fortaleza de La Cabaña, se disparaba un cañonazo de salva, para indicar a los habaneros una hora exacta y facilitar el ajuste de los relojes. Era una útil costumbre, conservada desde la época colonial. A lo largo de 1957 y 1958 era frecuente oír 5, 10 «cañonazos de las nueve», en el período que va desde las nueve menos cinco a las nueve y cinco, en el que todos estaban más o menos pendientes de la señal horaria. Siempre se procuró que esos «petardos» no causaran daños personales.

El intento revolucionario del «26 de Julio» urbano y democrático: la fallida huelga general de abril de 1958.

Los coordinadores de la huelga general revolucionaria fueron Faustino Pérez, delegado nacional del Movimiento «26 de Julio» y Manuel Ray, jefe de la Resistencia Cívica. La organización de la misma quedó a cargo de los comités de huelga, integrados jerárquicamente desde el nivel local al nacional. Estaban constituidos por miembros de las 2 organizaciones citadas, más un representante de los trabajadores, miembro del Frente Obrero Nacional (FON) fidelista. La realización de la huelga quedó a cargo de los grupos de «acción y sabotaje» del «26 de Julio». Las instrucciones a la población, transmitidas en proclamas, octavillas y emisiones radiofónicas, demandaban una participación activa, incluso violenta, del pueblo en la huelga.

(continuará)

La Blitzkrieg en su Teoría y Práctica II.

SEGUNDA PARTE. 

El Grupo de Ejércitos A del coronel general Gerd von Runstedt ataca la vulnerabilidad operativa crítica de los Aliados.

Antes del alba del 10 de mayo una imponente masa de blindados, se concentró en las fronteras con Bélgica y Luxemburgo. Al norte de Luxemburgo, en el primer escalón operativo se desplegaba el 19º Cuerpo blindado de Guderian (1ª, 2ª y 10ª divisiones Panzer) que sería el esfuerzo principal del sector de ataque de las Ardenas. Le apoyaba el 41º Cuerpo blindado del general George Hans Reinhardt, con las divisiones Panzer 6ª y 8ª, en un segundo escalón de reiteración de esfuerzos. En el tercer escalón operativo, con cometido propio y sin funciones de reserva, estaba el Cuerpo blindado del general Gustav von Wietersheim, formado por 5 divisiones de infantería mecanizada o motorizada, destinado a mantener y asegurar el sector de avance de los tanques y a limpiar las resistencias aisladas peligrosas, dejadas atrás por aquéllos. Estos tres Cuerpos blindados formaban un gran «grupo Panzer» al mando del general Ewald von Kleist, que nunca antes había mandado fuerzas blindadas, y que se integraba en el 12º Ejército del coronel general List (al norte, con 19 divisiones de infantería) y en el 16º Ejército (al sur, con 12 divisiones de infantería) del coronel general Busch. Ambos formaban la «masa de apoyo» o retaguardia operativa de los Cuerpos móviles mecanizados.

Frente a Bélgica, más al norte, se desplegaban las divisiones 5ª y 7ª Panzer (al mando del general Erwin Rommel) del 15º Cuerpo blindado del general Hermann Hoth, integrado en el 4º Ejército alemán, cuyo objetivo era cruzar el Mosa en Dinant y proteger continuamente el flanco norte del sector de avance de Guderian y Reinhardt, en su explotación operativa hacia el Canal de la Mancha, de los contraataques Aliados desde Flandes.

Los tanques de Guderian cruzaron a las 05:30 la frontera con Luxemburgo y al anochecer entraban en Bélgica. Durante la noche sus ingenieros o pioneros blindados abrieron varios corredores en los campos de minas belgas. Al atardecer del 11, la 1ª división Panzer alcanzaba Bouillon, que desalojó de fuerzas francesas en la mañana del 12. Esa tarde las divisiones Panzer 1ª y 10ª capturaron Sedán y ocuparon la ribera norte del Mosa. Von Kleist ordenó su cruce a viva fuerza para el día 13 a las 16:00 horas. Como apoyo aéreo Kleist insistió en un bombardeo masivo de la línea de defensa del río, integrado en el frente de rechazo como obstáculo principal cubierto. Guderian protestó, argumentando que, al cesar aquél, la artillería y las armas pesadas de infantería no destruidas les causarían graves pérdidas a sus infantes. Pero Kleist, en su primer gran enfrentamiento con él, rehusó cambiar su orden.

Sin embargo, durante el cruce, sólo unos pocos escuadrones de Stukas y bombarderos ligeros, bajo la escolta de cazas, aparecieron y realizaron continuas pasadas de precisión, reales y fingidas, sobre las posiciones protegidas de los franceses, obligándoles a abandonarlas y a protegerse. No teniendo tiempo ni medios disponibles para montar el bombardeo masivo, la Luftwaffe se acogió al plan de fuegos de neutralización acordado previamente con Guderian. La neutralización busca impedir al enemigo la ejecución de sus operaciones y funciones, durante el tiempo que dura nuestra acción. Es mucho más barata que la destrucción (imposible de lograr cuando se pretenden porcentajes muy elevados de daños y pérdidas) y es casi tan efectiva, teniendo en cuenta el rápido ritmo con el que se realizan las operaciones mecanizadas. El 1er. regimiento de infantería de la 1ª división pudo cruzar así con pocas pérdidas el Mosa y ocupar las alturas dominantes de la ribera sur. A medianoche había penetrado por su cuenta 10 Km. en esa dirección, estableciendo una cabeza de puente que protegiese el cruce de las unidades más pesadas de su división la mañana del 14, por los puentes instalados por los ingenieros.

Al mismo tiempo, la 10ª división cruzó el Mosa más al sur y se estableció en la defensa. El Cuerpo de Reinhardt lo hizo en Montherme, a 30 Km. al noroeste de Sedán, pero encontrando mucha resistencia enemiga, quedó bloqueado. La 7ª división de Rommel estableció también una cabeza de puente en Dinant, a 35 Kms al noroeste de Montherme.

Los franceses, muy alarmados, contraatacaron en la cabeza de puente frente a Sedán con su 3ª división blindada (excepto 150 tanques, que estaban distribuidos entre las 6 divisiones de infantería del 2º Ejército) en la mañana del 14. Simultáneamente, aviones franceses y británicos intentaron destruir los 2 puentes temporales alemanes sobre el Mosa. Aunque la Luftwaffe no dio cobertura aérea a la 1ª división Panzer, porque estaba ocupada en otras misiones previstas, las baterías antiaéreas de ésta, distribuidas en los puntos críticos de marcha de sus columnas, rechazaron a la aviación enemiga, que no los pudo destruir. Cuando los tanques franceses, muy lentos en su aproximación, llegaban a Bulson, en el límite sur de las posiciones alemanas, ya los tanques y los antitanques de la 1ª división reforzaban a su 1er. regimiento de infantería. Y se estableció un rápido rechazo antitanque en las avenidas enemigas, con los tanques como fuerza de contraataque. La 3ª división también atacó en Chemery, a 6,5 Kms al noroeste de Bulson. Ambos asaltos franceses precipitados fueron repelidos contundentemente con la pérdida de 70 tanques franceses, y los despojos de la 3ª división blindada retrocedieron, incapaces de emprender cualquier otra operación.

Con el fin de dar profundidad a la cabeza de puente, asegurándola definitivamente, esa mañana el regimiento de infantería «Gran Alemania» de la 1ª división y la 10ª división Panzer atacaron las alturas junto a Stonne, a 27,5 Km. al sur de Sedán. Como el Cuerpo de von Wietersheim ya llegaba, Guderian decidió reemprender su avance, dejando a los infantes mecanizados la responsabilidad de consolidar su sector de avance, con la ayuda temporal de la 10ª. La 1ª y la 2ª divisiones Panzer avanzaron ya en dirección oeste, rompiendo las débiles resistencias enemigas en su retaguardia operativa. La tarde del 14 la 1ª división tomaba Singly a 20 Km. al oeste de Chemery. «Yo nunca recibí órdenes posteriores sobre qué tenía que hacer, una vez que la cabeza de puente sobre el Mosa, en Sedán, fuera capturada. Todas mis decisiones, hasta que alcancé la costa atlántica en Abbeville, fueron mías y sólo mías. El Alto Mando alemán solamente tuvo una influencia restrictiva en todas mis acciones», escribió posteriormente Guderian.

Las ondas de conmoción creadas por la ruptura del frente en varios puntos, muy exagerada por la plétora indebida de «malas noticias no contrastadas», como justificantes de la ruptura, alcanzaron al general André Corap, jefe del 9º Ejército francés, situado el noroeste del 2º Ejército, a partir de Montherme, que ordenó su repliegue general a una nueva línea de resistencia, rápidamente creada, a unos 25-30 Km., según los sectores, al oeste del Mosa. Esta marcha francesa retrógrada desbloqueó al Cuerpo Panzer de Reinhardt, contenido en Montherme, cuyas columnas de marcha pronto desbordaron por el norte, un flanco libre expuesto, la nueva línea francesa. Además, la 1ª división se hallaba, como vimos, muy cerca de sus posiciones.

Al norte, el avance del Cuerpo Panzer de Hoth (4º Ejército) se anticipó al contraataque francés hacia Dinant, a cargo de la 1ª división blindada (150 tanques) y la 4ª división de infantería norteafricana. Los tanques franceses se quedaron sin combustible en su avance al encuentro y sólo unos pocos entraron en acción, mientras que la división norteafricana, estorbada en su despliegue por las columnas de civiles que atestaban los caminos y sin tanques de apoyo, fue arrollada por los blindados alemanes.

En estos momentos de avance imparable de sus tanques (día 15), a Hitler, lejano en Berlín, le entraron los miedos sobre sus propios osados planes y solicitó a su también nervioso Alto Mando la detención inmediata de los tanques. Hasta que la infantería del 12º y del 16º Ejércitos los alcanzase y pudiese proteger sus vías de abastecimiento y reposición de efectivos hasta Alemania. Von Kleist, sin explicaciones, le dio a Guderian la orden de detención. Éste, tras mucha argumentación, logró la autorización para avanzar durante otro día, para obtener espacio para el despliegue de la infantería. Su 1er. regimiento de infantería alcanzó Bouvellemont, a 37 Km. de Sedán, donde encontró una seria resistencia. Este regimiento estaba agotado, sin descanso real desde el día 9 y los hombres, escasos de municiones, se dormían en sus pozos de tirador. Pero su jefe, el teniente coronel Hermann Balck, los galvanizó cuando les dijo a sus oficiales: «en todo caso, yo asaltaré solo el pueblo» y se puso en marcha. Los infantes le siguieron y tomaron Boullemont. Al anochecer del 16, las unidades de vanguardia de Guderian estaban en Marle y Dercy, a 90 Km. de Sedán.

Guderian, creyendo que sus avances habían calmado los miedos de von Kleist, comunicó a su Cuartel General su intención de proseguir la ofensiva el 17. Esa mañana a las 07:00, Kleist llegó en su avioneta a verle y le echó una reprimenda por haberse extralimitado en sus órdenes. Guderian le presentó su dimisión y Kleist, aunque desconcertado, le ordenó ceder el mando al general más antiguo del Cuerpo Panzer. Guderian comunicó al Cuartel General de von Rundstedt, jefe del Grupo de Ejércitos A, que había dejado el mando y que se trasladaba a allí en avión para explicar lo sucedido. En sólo unos minutos recibió la orden de permanecer en el frente y se le informó que el comandante del 12º Ejército acudiría a verle. El coronel general List aterrizó en unas horas, le aclaró que la orden de parar los tanques procedía del Alto Mando y rechazó su dimisión. Asimismo, Wilhelm List, en la línea de Guderian de proseguir la ofensiva, le autorizó a realizar un reconocimiento en fuerza.

Utilizando un tecnicismo de operación sin objetivos en su siguiente orden general, Guderian embistió con su Cuerpo Panzer y la noche del 17 la 10ª división ocupaba una cabeza de puente al oeste del Oise, a más de 110 Kms de Sedán, irrumpiendo fácilmente en el sector de 40 Kms de frente ocupado defensivamente por la 2ª división blindada francesa. El 18, la 2ª división Panzer alcanzaba San Quintín, en el Somme, y el 19, la 1ª división tomaba al sur de ese río, junto a Péronne, a 160 Kms de Sedán, otra cabeza de puente. Guderian confiaba, en su asunción de riesgos calculados, en la doctrina francesa ya citada, de no emprender operaciones sin precisar la posición enemiga. La velocidad de su ofensiva excluía simplemente la posibilidad de un contraataque importante. Y hacía, a los ojos de los franceses, percibir unidades Panzer por todas partes. Cerca de París, a unos 120 Kms al sur, se habían concentrado 8 divisiones francesas, que no intentaron ningún ataque, incluso contra el flanco sur de su sector de avance, a duras penas ocupado con retraso y protegido por las infanterías mecanizada, motorizada, hipomóvil y pedestre del 12º y del 16º Ejércitos, que iban cerrando filas como podían.

El día 19, parte de la 4ª división blindada francesa, a las órdenes del general Charles de Gaulle, contraatacó desde el sur a los blindados alemanes y fue severamente rechazada junto a Laon.

Los franceses habían dilapidado 4 divisiones blindadas en contraataques tácticos locales, dispersos e inconexos, que nunca amenazaron operativamente el avance del «Cuerpo blindado» de Kleist, o en posiciones defensivas aisladas. Malgastando su capacidad de contraataque potente, rápido y sorpresivo desde su profundidad operativa. En el frente belga, los tanques de Hoppner habían vapuleado a las 3 divisiones mecanizadas francesas en Gembloux. Posteriormente, el 19 de mayo, éstas recibieron la orden de contraatacar sobre Cambrai y San Quintín. Ataque que no pudieron realizar porque muchos de sus restantes tanques fueron dispersados para apoyar a la infantería. Como dijimos al principio, los británicos también dispersaban sus unidades blindadas en apoyo de su infantería y su 1ª división blindada sólo embarcó para Francia después del 10 de mayo.

El 20, la 1ª división Panzer capturó Amiens y ocupó una cabeza de puente de más de 6 Km. sobre el Somme. Esa tarde la 2ª división Panzer alcanzaba Abbeville y un batallón de infantería atravesaba Noyelles y alcanzaba la costa atlántica. Al cabo de sólo 10 días de ofensiva los Cuerpos móviles alemanes, explotando la retaguardia operativa enemiga, habían cortado en dos al Ejército francés. Dejando aislado de aprovisionamientos y de reequipamiento de unidades al más poderoso despliegue francés en Flandes.

El contraataque británico en Arrás.

Allí los Aliados habían retrocedido hasta una nueva línea defensiva siguiendo el río Scheldt, con su flanco sur sobre Arrás, a sólo 40 Kms. de Peronne, en el Somme, abandonando Bruselas. A través de este estrecho corredor pasaban los abastecimientos para los alemanes, cuyos tanques se encontraban ahora en su mayoría al oeste de esa línea imaginaria. Si los Aliados pudieran cortarla, estrangulando el corredor, y dada la paranoia latente en el Alto Mando alemán, aún podrían causar un serio revés a los planes alemanes. El jefe de la FEB, Lord Gort, ordenó ese contraataque desde Arrás el 21. Por las prisas (estaban aislados ya), éste se redujo a un asalto con 58 pequeños tanques Modelo I y 16 Matildas (los únicos verdaderamente útiles por su blindaje casi impenetrable y su cañón de 40 mm.), apoyados para la lucha a las distancias cercanas por 2 batallones de su 50ª división de infantería, con muy poco apoyo artillero y sin apoyo aéreo.

Recordamos que el Cuerpo blindado del general Hoth (5ª y 7ª divisiones Panzer), integrado en el 4º Ejército alemán, tenía como objetivo operativo proteger el flanco norte del sector de avance de Guderian y Reinhardt. La 7ª división de Rommel había llegado al sur de Arrás y el 21 giraba al noroeste en torno a ella, mientras la 5ª división Panzer presionaba desde el este de la ciudad. El 25º regimiento Panzer de Rommel (con menos de la mitad de sus tanques, por las averías y las pérdidas) iba en la primera agrupación de marcha, cuando, hacia las 15:00 horas, una columna de infantería y de artillería, donde marchaba Rommel, fue atacada a unos 8 Km. al sur de Arrás por los tanques británicos. Éstos pusieron a la mayoría de las piezas alemanas fuera de combate e invadieron sus posiciones. Y sólo fueron detenidos por la artillería pesada y por los antiaéreos de 88 mm., que Rommel desplegó precipitadamente como antitanques. Gracias a este fuego directo pesado, la fuerza británica fue rechazada con la pérdida de 36 tanques. Mientras, el 25º regimiento Panzer, llamado por radio urgentemente, giró al sureste y contraatacó de flanco y de revés a los tanques, artillería e infantería británicos, rompiendo su despliegue. Los alemanes perdieron más de 15 tanques (9 de los modelos III y IV) y los británicos, 6 piezas antitanque y 7 Matildas. Los británicos retrocedieron y no volvieron a intentar atacar. Pero su mediocre contraataque aturdió al general von Rundstedt, que volvió a temer que sus tanques fueran aislados y batidos por partes. Y sus miedos alimentaron los de Hitler. Por su parte, Rommel, también afectado, en su informe de combate habló del ataque de «cientos de tanques enemigos», para explicar la insignificante detención sufrida

La mediocre eliminación del embolsamiento Aliado en Flandes.

El día 21 Guderian giró al norte desde Abbeville y la costa, buscando los puertos del Canal y la retaguardia operativa, constreñida y funcionalmente debilitada, de la BEF, los franceses y los belgas, que seguían presentando batalla, en dirección este, al grupo de Ejércitos B del coronel general von Bock. El Cuerpo Panzer de Reinhardt le siguió. El 22 Guderian aisló Bolougne y el 23, Calais. A continuación alcanzó Gravelinas, a 15 Km. de Dunkerke, el último puerto belga desde donde los Aliados podían evacuar a sus tropas del continente. También Reinhardt llegó al canal del Aa, que iba desde La Basee hasta Gravelinas, en St. Omer, a unos 30 Km. de Dunkerke. En esos momentos, los Cuerpos blindados 19º y 41º con 5 divisiones Panzer debilitadas, pero activas, conservando el orden de batalla y con la moral muy alta, se encontraban mucho más cerca de Dunkerke que la mayor parte de las fuerzas aliadas en Flandes. Éstas continuaban presentando un frente de rechazo improvisado, ante la presión desde el este del grupo de Ejército B de von Bock.

A pesar de esto, cuando Hitler visitó el cuartel general de von Rundstedt en la mañana del 24, éste le trasladó una impresión algo sombría. Extendiéndose demasiado en las pérdidas de tanques y temeroso de que sus fuerzas, extendidas por todo el norte de Francia, desde Sedán, pudieran ser atacadas simultáneamente desde el norte y el sur por los franceses. Esto reforzó los miedos de Hitler, nervioso desde el día 15, de que los tanques pudiesen empantanarse en las marismas de Flandes. Realmente los planes de Manstein habían funcionado, los alemanes estaban ya libres de peligro y los tanques podían evitar en su avance las zonas pantanosas, porque no eran continuas. El miedo de Hitler surgía de que aquello era demasiado bueno y había sido relativamente fácil conseguirlo.

Cuando Hitler regresó a su propio cuartel, habló con Goering y éste le aseguró que la Luftwaffe podría fácilmente evitar una evacuación aliada por Dunkerke. Entonces el Fuehrer habló con el jefe del Ejército, von Brauchitsch, y ordenó un alto de los blindados en la línea del canal del Aa. Cuando Rundstedt protestó, se le confirmó la detención y se le dio permiso sólo para reconocimientos y acciones de seguridad, más allá de la línea. Allí los tanques alemanes esperaron durante 3 días, mientras los restos de la BEF y de los Ejércitos franceses 1º y 7º corrían hacia Dunkerke para evacuar. En torno a la ciudad crearon una posición fortificada bien defendida. Protegiendo la salida por mar, entre el 26 de mayo y el 4 de junio, de 338 mil hombres sin armas pesadas, incluyendo 120 mil franceses. Sólo quedaron atrás unos pocos miles de franceses, que defendieron la retaguardia de marcha hasta el final.

Goering tardó más de lo debido en montar la ofensiva aérea. Hasta la tarde del 29 no comenzaron los ataques importantes y hasta el 2 de junio no se suspendió la evacuación a la luz del día. La RAF estaba superada en número de cazas y los suyos no podían permanecer mucho tiempo sobre el puerto, por lo que su protección fue deficiente. Pero también las explosiones de las bombas alemanas eran absorbidas en gran parte por la arena. Y el mayor daño de los bombarderos alemanes los recibieron la flota de evacuación (unas 860 naves de todas clases), que perdió 8 buques de transporte y más de 200 naves menores, y la de protección, que perdió 6 destructores británicos.

Se ha dicho, en base a un comentario suyo durante su visita a von Rundstedt, que Hitler deliberadamente no destruyó la BEF para facilitar la paz. Porque sólo deseaba el reconocimiento británico de la preponderancia alemana en el continente. Si fue así, Hitler falló miserablemente. Y además, no conocía la Historia. El eje de estratégico y político de las Guerras Napoleónicas es la lucha por la supremacía o la supervivencia, según los momentos, entre Gran Bretaña y Francia, a principios del siglo XIX. Gran Bretaña no toleraba un poder preponderante o dominador en Europa. Y participó o inspiró todas las coaliciones antifrancesas del período histórico citado.

Cuando el 26 el Canciller levantó su orden, los tanques alemanes se encontraron con un frente fortificado antitanque, apoyado por artillería, que los detuvo. Pronto el «grupo Panzer» de von Kleist recibió la orden de dirigirse al sur y cruzar el Somme, para atacar al resto de las fuerzas francesas en su país. La infantería de von Bock recibió la orden ocupar Dunkerke, después de la marcha de los Aliados.

El final de la campaña más famosa de la Blitzkrieg.

El desenlace en Francia fue rápido (el 5 de junio comenzaron los avances y el 14 entraban en París los alemanes) y consecuencia de esta campaña. En 3 semanas los alemanes habían hecho más de un millón de prisioneros, eliminando a los Ejércitos holandés y belga, a un tercio del Ejército francés (30 divisiones), incluyendo a la mayor parte de sus unidades móviles, y a parte de la BEF, capturando todo su equipo pesado, y con un coste de 60 mil hombres.

La Línea Maginot colapsó rápida y fácilmente, atacada por su retaguardia. Y, aunque no todas las rupturas del frente del norte de Francia fueron fáciles, los tanques alemanes sí que realizaron la explotación casi sin interferencias por la extensa campiña francesa.

En menos de mes y medio todo había acabado en el Frente del Oeste. Lo cual destacaba profundamente con los 4 años de guerra semi estática y muy sangrienta y costosa en la I Guerra Mundial. La movilidad operativa de una capacidad de combate suficiente, producía unos beneficios sorpresivos y poco estimables a priori.

 

La Blitzkrieg en su Teoría y Práctica.

La Blitzkrieg o Guerra Relámpago Alemana se pone a Prueba contra un Enemigo Superior en Medios: la Campaña del Benelux y Francia de 1940.

Introducción. Interés de la Campaña de Francia para el Estudio de la Guerra Mecanizada Alemana.

Las campañas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial siguen atrayendo hoy en día el interés de los estudiosos y aficionados. Una de las más completas e interesantes es la campaña de Francia de la primavera de 1940. ¿Por qué? Porque salió redonda y es fácil de seguir y apreciar. Sus objetivos estratégicos se cumplieron, con la rendición francesa y el “crushing out” de la BEF. Aunque se salvaron muchos soldados británicos, su armamento pesado se quedó en Francia. Se llevaron el armamento personal. De no ser por el obstáculo del mar, los alemanes hubieran invadido las islas. Aquí, los alemanes comprobaron que, cuando derrotaron al BEF y al Grupo de Ejércitos francés en el Benelux, en una gran campaña de  6 semanas, se les abrieron las puertas de Francia y su rápida ocupación para fines de junio de 1940.

En la Operación Barbarroja los alemanes invadieron en ancho frente la URSS, siguiendo tres grandes líneas operativas: hacia Leningrado, Moscú y Ucrania. Se les acusa de haber fallado por no perseguir un objetivo definido, por ejemplo, Moscú, la capital. Realmente tenían un objetivo muy Clausewitziano: el Ejército Rojo. Que estaba desperdigado, en un principio, demasiado cerca de la frontera con Europa y que surgía luego, casi inagotable, de las profundidades de Eurasia. El Ejército Rojo no podía ser derrotado en una gran batalla de cerco y aniquilación. Sino en una larga y costosa logísticamente campaña operativa de sucesivas batallas oportunas, guiadas por la doctrina de la guerra mecanizada. En la que los tanques eran un arma más, la más lucida, dentro del conjunto de armas combinadas. Una prueba de esto es la retirada temporal del cuerpo Panzer de Heinz Guderian del avance en dirección Moscú, para que ayudara a la liquidación del gigantesco cerco de tropas rojas en Ucrania, junto a Kiev.

Además, los alemanes no querían dejar atrás grandes entrantes enemigos en sus zonas conquistadas. Desde donde les pudieran lanzar contraataques tácticos u operativos a sus líneas de abastecimientos o cercar algunas de sus unidades con menos disponibilidad combativa. En una guerra de exterminio como fue la guerra en el Este, la caída de Moscú no hubiese supuesto, por sí misma, la rendición de la URSS. Moscú era un objetivo operativo muy importante, por ser el centro de comunicaciones por carretera y ferrocarril vital al este de los Urales.

Conceptos operativos de la Blitzkrieg.

El concepto básico de la guerra de tanques (que formaban el núcleo de un nuevo sistema táctico y operativo de armas combinadas) o blitzkrieg o guerra rápida moderna era concentrar aquéllos para el ataque. Y hacerlo en 2 o 3 sectores pequeños (del orden de un par de Km. de ancho) y cercanos, en una zona elegida (de unos pocos Km. de ancho) de un frente enemigo generalmente estable, para garantizar su ruptura. Los varios sectores permitían confirmar ésta y apoyarse en la operación, frente imprevistos. Se procuraba que el terreno fuese favorable al movimiento de tanques. Es decir, sin cortaduras, obstáculos, quebradas, bosques o zonas urbanizadas (viviendas y fabriles). Y que fuera suavemente ondulado y con amplio control por las vistas. La ruptura debía producirse en las primeras horas del ataque.

A continuación, se le daba a ésta una amplitud suficiente, para permitir el tránsito propio necesario. Y se aseguraban sus flancos en toda la zona táctica de la posición enemiga (hasta los 10 o 12 Km. de profundidad en ésta). Entonces, se penetraba, con las unidades de tanques medios y de infantería mecanizada, debidamente apoyadas por la artillería remolcada y la aviación, a la mayor velocidad posible en la zona operativa enemiga.

En el interior de ésta se buscaba un nuevo objetivo operativo.

Bien era el cierre de una penetración envolvente, que cercase un número significativo de fuerzas enemigas. Cuya liquidación por partes correspondía luego al grueso de las unidades propias más lentas. Muchas veces, como mucho, éstas eran hipomóviles. Y seguían como podían tras las unidades blindadas más rápidas, para sellar los flancos de los sectores de avance y formar los anillos exterior e interior del cerco.

O bien era alcanzar unas posiciones estratégicas u operativas (una ciudad, un río, una línea de alturas, una posición de defensa no debidamente fortificada y guarnecida), antes de que el enemigo fuese capaz de establecer en su camino de avance, una nueva línea defensiva para protegerlas o de ocupar en fuerza dicha posición.

La evolución y el desarrollo de las teorías militares en el período de entreguerras mundiales.

Después de la I Guerra Mundial, la mayoría de los generales de todos los países estaban obsesionados por sus recuerdos de la enorme capacidad defensiva desarrollada por el conjunto de las trincheras y fortificaciones y las alambradas protectoras y la capacidad de fuego de las ametralladoras y la artillería pesada y de campaña. Este binomio «integrado de fuego y protección» había llevado a las tablas durante varios años, el desarrollo de la guerra en el frente del oeste de Europa. A pesar de la atrición casi insoportable de hombres y el desgaste enorme de medios sufridos por todos los rivales.

Convencidos de que la siguiente guerra sería cualitativamente semejante, los generales franceses se concentraron en hacer la guerra defensiva, más segura y fuerte. De estas ideas nació el mayor sistema defensivo en la historia moderna, la Línea Maginot: una serie poderosa de fortificaciones y casamatas profundas, extensas e interconectadas, con sus sectores de fuego superpuestos y hacia su frente este. Y que se extendían por toda la frontera franco alemana. Así, suponían que sería impenetrable a un ataque frontal alemán. Se les olvidó extenderla hasta Holanda, teniendo en cuenta el antecedente de que Alemania, ya no había respetado la neutralidad de Bélgica y de Luxemburgo en 1914.

La doctrina militar francesa determinaba que las operaciones de defensa y de ataque se desarrollaran conforme a una planificación rigurosa y metódica. Y de acuerdo con la situación «observada (exploración) y apreciada» (inteligencia). Esto suponía la exigencia de un conocimiento amplio, suficiente de los medios (casi su orden de batalla) y de las intenciones del enemigo, para tomar una decisión de acción. Nada podía ser dejado a la improvisación. Y se despreciaba el aprovechamiento de la oportunidad operativa o táctica, que es siempre fugaz. Esta teoría favorecía la mentalidad práctica defensiva y pasiva.

Las mayores distinciones tras la I Guerra Mundial entre los alemanes por un lado, y los franceses y los británicos por el otro, estaban en sus distintas visiones militares o doctrinas y en los distintos énfasis que pusieron en el desarrollo de sus fuerzas de tanques durante el período de entreguerras.

Francia y Gran Bretaña estaban convencidas de la idea de una guerra futura donde la defensiva sería la forma de lucha más fuerte. Así, construyeron un número significativo de «tanques para la infantería». Éstos eran lentos, de corta autonomía, muy blindados y pesados. Estaban destinados a apoyar con su fuego directo, el asalto siempre deliberado de la infantería, en un avance por saltos cubiertos y sucesivos, sobre las posiciones preparadas del enemigo. Y debían ser capaces de resistir el continuo y preciso fuego pesado de la artillería enemiga. Según estas ideas, los tanques fabricados fueron destacados en su casi totalidad entre las divisiones de infantería existentes. Puesto que no se concebía que actuasen independientemente o como núcleo principal de alguna fuerza de estructura diferente a las existentes.

A diferencia de ellas, Alemania escogió desarrollar un tanque rápido de blindaje menos masivo. Con la idea de que la velocidad era el factor eficaz, que debía predominar en su balance clásico con el blindaje y el armamento principal. El Panzer I estaba armado sólo con dos ametralladoras, mientras el Panzer II portaba un cañón de tiro rápido de 20 mm. y una ametralladora. Después, el Panzer III llevaba un cañón de 37 mm. y el Panzer IV ya tenía un cañón corto de 75 mm.. Pues se habían dado cuenta de que, no sólo había que alcanzar o desbordar al enemigo. Sino que también había que poder hacerle un daño suficiente a sus tanques y a sus posiciones cubiertas de tiro tenso. La velocidad máxima en vías de firmes estables superaba los 40 Km. por hora en todos los modelos. Además, los alemanes poseían mejores comunicaciones por radio entre los tanques y sus jefes. Y las ópticas de sus miras permitían el tiro con gran precisión. Las ópticas francesas eran malas y sus vehículos carecían de radio, por lo que los comandantes sólo podían ordenar cambios de dirección, deteniendo su vehículo y señalándolo manualmente. Además, los jefes de tanque franceses estaban sobrecargados de funciones, al ocupar ellos solos las torretas.

En cuanto a la nueva arma aérea, tanto los vencedores como los perdedores en la I Guerra Mundial investigaron sobre todos los tipos de aeronaves. Sin embargo, los teóricos y técnicos alemanes le dieron preferencia a los aviones de apoyo directo, que pudieran colaborar y aún complementar a la artillería en el plan de fuegos de sus ataques tácticos. Por su parte, los norteamericanos y los británicos, siguiendo más las teorías del italiano Douhet sobre la importancia propia del arma aérea y de los bombardeos de saturación sobre núcleos civiles, centraron sus esfuerzos en los aviones de bombardeo estratégico. Así, los alemanes construyeron el Junkers 87B «Stuka», un bombardero en picado que atacaba con extraordinaria precisión los objetivos enemigos duros en el campo de batalla: fortificaciones, posiciones de tiro y vehículos. Y los norteamericanos y los ingleses desarrollaron aviones cuatrimotores de gran autonomía como el B-17 y el Lancaster, respectivamente.

La teoría de la Blitzkrieg se forma. Aparece la amenaza de una nueva Gran Guerra.

En Alemania había surgido un concepto radicalmente diferente para el uso de los tanques, estimulado por las ideas del capitán Liddell Hart y del mayor general John Frederick Charles Fuller, ambos británicos. Hacia 1929, el mayor teórico alemán sobre tanques, el entonces comandante Heinz Guderian, estaba convencido de que los tanques, la nueva arma proporcionada por la tecnología moderna, jamás podrían lograr una importancia decisiva en su empleo, mientras fuesen empleados solos o como apoyo de la infantería escasamente motorizada de la época. Era un error, insistía Guderian, dispersar los tanques en pequeñas unidades blindadas, subordinadas a las divisiones de infantería existentes. Él creía que los tanques tenían que ser apoyados por la artillería remolcada y acompañados por infantería mecanizada con capacidad de cruzar campo a través a velocidad adecuada. Así, ambas armas podrían mantener el paso con los tanques y colaborar con ellos en la ruptura, la irrupción y la lucha en el interior de las posiciones enemigas. Ya que los británicos y los franceses habían dispersados sus tanques en sus divisiones de infantería, Guderian resaltaba que los alemanes podrían lograr una decisiva e incuestionable superioridad sobre sus enemigos, concentrando sus blindados en una zona escogida y estrecha del frente.

Guderian tuvo grandes dificultades para convencer a los Altos Mandos alemanes de estas ideas. Recordemos que la mayoría de los generales alemanes procedían de la infantería. Pero, gracias al entusiasmo profesado por Adolf Hitler, que llegó a la Cancillería en 1933, por los tanques y, en general, por las innovaciones militares, para 1936 en el Ejército alemán se habían formado 3 divisiones blindadas o Panzer y 3 divisiones ligeras, que contaban con algunas unidades de tanques. Y además, 4 divisiones de infantería mecanizada o granaderos Panzer, destinadas, de momento, a la lucha en terrenos de mala transitabilidad o de corto dominio por la vista (véase más arriba su descripción), donde los tanques apoyaban directamente por el fuego a la infantería. Es de señalar que en esa época no existían aún los frentes o zonas antitanques, desarrollados para contrarrestar operativa o tácticamente la Blitzkrieg. Durante la invasión de Polonia en septiembre de 1939, los alemanes vieron que las divisiones ligeras carecían de potencia suficiente, dilapidando así los costosos recursos blindados. Y las transformaron en divisiones Panzer. Para 1940 los alemanes contaban con 10 divisiones Panzer,  cada una con dos grandes regimientos de tanques, integrados por 3 batallones Panzer. Estas divisiones blindadas contaban orgánicamente con un regimiento de infantería mecanizada (o motorizada) y con un regimiento de artillería autopropulsada (o remolcada). Iban apoyados por un batallón mecanizado de exploración, otro de ingenieros y uno de antitanques, lo cual le daba una capacidad de combate muy balanceada. Aquéllas eran apoyadas por cierto número de divisiones mecanizadas o motorizadas (con camiones). Ya que los vehículos de transporte «todo terreno» para la infantería eran muy caros y, por tanto, particularmente escasos. Esta precariedad de vehículos «blindados» de combate para la infantería siempre existió durante toda la guerra. De hecho, los rusos carecieron de ellos, pero la ganaron.

Las mejores divisiones del Ejército francés (39 divisiones integradas en 3 Ejércitos, incluyendo 3 divisiones de caballería convertidas en «ligeras mecanizadas», con 200 tanques cada una) y la fuerza expedicionaria británica, la FEB, con 12 divisiones, se mantenían en la Picardía y en Flandes, entre los ríos Mosa y Escalda y el canal de la Mancha, orientando al noreste su despliegue. Por su parte, las fuerzas belgas y holandesas se desplegaban para defender sus fronteras al este. El frente de rechazo, que incluía la línea Maginot, era muy potente. Incluyendo las fuerzas de guarnición de las obras defensivas y una importante masa de maniobra de contraataque, situada en su retaguardia operativa , tenía 41 divisiones del Ejército francés.

Todo ello indicaba que los Aliados esperaban que los alemanes volviesen a aplicar el «plan Schlieffen modificado» de la I Guerra Mundial. Y por ello intentaban con su despliegue más activo y potente, oponerse frontalmente al conocido movimiento alemán de flanqueo, a través de Bélgica y Holanda, para entrar en Francia. El Alto Mando francés no consideraba la menor alternativa al citado plan de ataque alemán. Esto creaba un «gozne» en el despliegue total francés. Era una vulnerabilidad crítica operativa de las fuerzas aliadas, en la amplia zona entre Verdún y Charleville. Y que estaba descuidada. Ni siquiera una reserva suficiente del Ejército de Flandes y Picardía, la ocupaba o defendía. Todo ese largo sector estaba a cargo del 2º Ejército francés, integrado sólo por 6 divisiones mediocres de infantería (ya que la mayoría de los hombres eran reservistas), insuficientemente dotadas de piezas antitanques y antiaéreas, y 2 divisiones de caballería, inútiles contra los tanques. Así protegían este «flanco expuesto» de su despliegue.

En noviembre de 1939 el general Erich von Manstein invitó al ya general de tropas blindadas Guderian a que se entrevistara con él. Manstein le comentó sus ideas de intentar en el ataque contra Francia una variación muy importante, decisiva, del «plan Schlieffen». En forma de una potente ofensiva con tanques en dirección a Sedán, cruzando Luxemburgo y el sur de Bélgica. Que lograría una ruptura de la prolongación de la defensa francesa al norte de la línea Maginot y que dividiría en dos el despliegue del Ejercito francés. Manstein le solicitó su opinión de, si los terrenos de paso y cruce elegidos podrían ser utilizados por los tanques en su rápida marcha. Tras un estudio de sus mapas y con sus propios recuerdos del terreno en la I Guerra Mundial, Guderian le contestó que las operaciones podrían llevarse a cabo y que él recomendaba la máxima concentración de las divisiones blindadas y motorizadas alemanas en esa dirección. Tras muchos inconvenientes, Manstein tuvo la suerte de ser recibido por Hitler y pudo exponerle sus ideas el 17 de febrero, con motivo de su nombramiento como jefe de un Cuerpo de Ejército de infantería. A Hitler no sólo le gustó el plan de Manstein, sino que le pareció que si sus generales principales dudaban de él, mucho menos lo entenderían los anticuados generales enemigos. El «plan Manstein», el que se probó como eficaz «golpe de guadaña», siguió entonces un largo camino de estudio y duras discusiones. Incluyendo 2 juegos de guerra realizados los días 7 y 14 de febrero de 1940, antes de su aprobación final.

Inicio de la campaña en el Oeste.

La campaña en el Oeste fue muy rápida y decisiva. Alemania, con menos hombres y tanques que sus enemigos, derrotó a los Ejércitos francés y británico en 6 semanas. Y forzó a los británicos a escapar tan apresuradamente desde Dunquerque, que tuvieron que abandonar en el continente prácticamente todo su armamento no personal. La victoria resultó aún más señalada porque fue conseguida principalmente por una pequeña fracción del Ejército alemán, sus 10 divisiones Panzer con unos 2600 tanques (sus enemigos contaban con 4000 tanques y vehículos blindados), con la ayuda de la aviación de apoyo, singularmente los Stukas. Si no hubiera sido por el obstáculo marino del Canal de la Mancha al tránsito de fuerzas terrestres y la incapacidad de la Luftwaffe para lograr el control aéreo en la nueva zona de operaciones, Alemania hubiera conquistado rápidamente Gran Bretaña.

La ofensiva se inició en el norte el 10 de mayo, a cargo del grupo de Ejércitos B del coronel general Fedor von Bock, formado por los Ejércitos 18º (von Klucher) y 6º, integrados por 29 divisiones, incluyendo 3 divisiones Panzer. Ésta era, para los Aliados, la principal fuerza operativa alemana. Sus impresionantes acciones y resultados aseguraron la atención de los Aliados hacia Holanda y el norte de Bélgica durante días. Las operaciones aerotransportadas fueron decisivas en ambos casos. Una división de paracaidistas (4000 hombres) y otra de infantería aerotransportable (12000 hombres) intentaron asaltar y tomar La Haya y fracasaron. Sin embargo, pudieron ocupar los puentes de acceso a Rotterdam, Dordrecht y Moerdyk y mantenerlos, hasta que la 9ª división Panzer, la única destacada contra Holanda, cruzando rápidamente el país desde la frontera alemana, las alcanzó y reforzó. Abrumados por estas espectaculares y atrevidas acciones, los holandeses se rindieron al 5º día de lucha, aunque su frente de defensa al este permanecía aún firme.

Más al sur, el 6º Ejército alemán debía cruzar el Mosa junto a Mastrich (Holanda) y girar entonces sobre Bruselas. Como fuerza de ruptura y «grupo móvil» de explotación tenía al 16º Cuerpo blindado del general Erich Hoppner (3ª y 4ª divisiones Panzer). El problema táctico era evitar que los belgas volasen los puentes que cruzaban el canal Alberto y el Mosa, retrasando el avance alemán en esa dirección durante varios días. Los alemanes utilizaron el único batallón de paracaidistas restante (500 hombres) para ocupar temporalmente los 2 puentes clave sobre el Mosa. Y enviaron un destacamento de élite de aquéllos, que aterrizaron en planeadores sobre el techo de la fortaleza belga de Eben Emael, la cual controlaba con sus poderosos cañones un largo trecho del canal Alberto, para neutralizarla, hasta que llegasen por tierra las tropas de ingenieros o pioneros a terminar las demoliciones.

Ambas acciones tuvieron también éxito. Los tanques de Hoppner se precipitaron al interior de las llanuras belgas, obligándoles a retirarse para que su frente no se viera invertido, justo cuando las fuerzas aliadas llegaban para reforzarlos. Los Aliados estaban ya seguros que el ataque del 6º Ejército del general Walther von Reichenau era el esfuerzo principal alemán. Y trasladaron su despliegue y las fuerzas móviles citadas para bloquearlo. De repente, el 13 de mayo apareció en Sedán la mayor amenaza para aquéllos.

(continuará)

Libros Recomendables sobre la Guerra de Guerrillas.

En este blog presento desde hace tiempo, una lista de «libros recomendables sobre teoría militar», que es muy visitada. He de reconocer, como deficiencia, que en ella no he incluido ningún libro sobre la guerra de guerrillas. La importancia actual, histórica y social del fenómeno guerra irregular es incuestionable. Y, hoy en día, a casi todos los «guerrilleros» en activo les llaman fácilmente «terroristas». Desvirtuando con ello el enfoque objetivo y teórico que debe presidir cualquier acercamiento serio para la liquidación y erradicación popular del «brote» rebelde armado. Quiero ahora subsanar el error y extender mi comentario sobre el tema.    

Introducción.

La guerra de guerrillas es tan antigua como la humanidad. Probablemente surgió simultánea y sucesivamente en numerosos asentamientos humanos primitivos dispersos. En los que alguien, no necesariamente un alfeñique ni un cobarde, decidió no arriesgarse a sufrir heridas y mutilaciones, tan frecuentes y compartidas, en los llamados «combates singulares». Y atacó a su enemigo, esperándole emboscado y mediante un garrotazo inesperado.

Estas acciones inteligentes, apartadas de la pura fuerza bruta, fueron también las primeras aplicaciones balbuceantes de la llamada «guerra de maniobras». En la que intentamos sorprender y superar al enemigo desde una «posición o actitud» de ventaja. Para, finalmente, logrando la decisión, rematarlo o, al menos, rendirlo a nuestra voluntad. Esta última parte inevitable es la que a veces descuida demasiado la «teoría» de la «guerra de maniobras». Sin aceptar clara y plenamente que ambas expresiones son «formas» opuestas y complementarias, pero no antagónicas, como las dos riendas de un coche de caballlos, de la mejor llamada «guerra moderna».

Durante la II guerra mundial y en la etapa siguiente, llamada de «descolonización de los pueblos», la guerra de guerrillas tuvo un florecimiento espectacular, por todos los continentes y en casi todos los tipos de regímenes políticos. Porque las democracias vencedoras en aquélla también se vieron involucradas en ella, en su protectorados y colonias ultramarinos. La guerra de guerrillas se convirtió en la forma de lucha de los más débiles militarmente hablando. Y resultó eficaz muchas veces. Esto consagró su «aureola» de lucha por la libertad, de romanticismo de barra y butacón y de espejo de un cierto inconformismo generacional. Hoy en día, a la guerra de guerrillas de toda la vida, algunos teóricos de allende los mares le llaman pomposa y pedantemente «guerra asimétrica». Son los mismos expertos que también le llaman «guerra de cuarta generación». O sea, que es lo más «in» y nuevo. Como si ellos hubieran descubierto el fenómeno de la «guerra político militar irregular». Y vuelven a poner en el lado de los malos, sin excepciones, como hicieron los regímenes colonialistas en los años 40, 50 y 60 del pasado siglo, a quienes las emprenden.

Terroristas y Beligerantes Legítimos en la Guerra de Guerrillas. 

Terrorista es el que emplea sistemática y deliberadamente la violencia física contra objetivos personales enemigos no militares o no combatientes. Buscando con ello extender el miedo, el desánimo, la parálisis o la ruina a toda una sociedad, una etnia, una demarcación social nacional. El terrorista hace de los civiles enemigos desarmados sus principales objetivos. Por el alto beneficio que consigue así para sus intereses, en daños, mutilaciones y muertes, y la mayor seguridad que conllevan para él estas acciones durante su ejecución. El terrorista suele ser un fanático religioso o ideológico. El torcimiento cognitivo que sufre, derivado de su perversión amoral, le hace percibir de una manera muy especial, subjetiva y viciada, los hechos y los elementos objetivos que definen y enmarcan los siempre complejos conflictos y realidades sociológicas de los países, religiones y razas.

Aparece inmediatamente en la rebelión político militar irregular, el problema de la legitimidad de la beligerancia armada. No todo el que empuña un arma, para defender unas ideas o proteger unos derechos o a unas personas, lo hace legal y legítimamente. Las Convenciones de Ginebra y de La Haya establecen unas normas jurídicas que enmarcan la legitimidad legal de la lucha armada.

Los combatientes irregulares deben ir uniformados, portando sus armas a la vista y dirigidos por sus jefes. ¿Es suficiente esto? Pues, no. Así lo hacen también algunos grupos de narcotraficantes armados. Es necesario también que la guerrilla, la guardia nacional, la Home Guard, las fuerzas de autodefensa del pueblo o del territorio, etc., lo hagan en nombre y autorizados por un estado constituído. Y que ocupe, al menos, una parte de su territorio nacional. Es tan restrictiva esta condición que, durante la Segunda Guerra Mundial, sólo los partisanos o guerrilleros soviéticos cumplieron este requisito.

Por otra parte, el que sean combatientes ilegales o no reconocidos legalmente, no los asimila directa y socialmente a bandidos o criminales. Así, muchas veces, en aras de la paz social y de no encarnizar la lucha armada, los gobiernos aceptan llevar a cabo su campaña contraguerrillera, sin exacerbar los métodos usados y los ánimos de los perseguidos. 

Mis libros recomendados.

El libro «Partisan Warfare» del académico Otto Heilbrunn trata extensamente el complejo fenómeno de la guerra de guerrillas, hasta alcanzar la profundidad de un tratado sobre el tema. Se basa en el modelo comunista y, más particularmente, en sus brotes asiáticos de mediados del pasado siglo: la China de Mao y la experiencia del Vietminh de Nguyen Giap contra franceses, estadounidenses y compatriotas.

Esto se completa ventajosamente con la obra en dos tomos «War in the Shadows» de Robert Asprey. Que trata por capítulos no muy largos la guerra de guerrillas a lo largo de sus numerosos y diferentes escenarios históricos. Y que le dedica una extensión bastante grande a las experiencias china y vietnamita. Quizás porque son más contemporáneas y hay sobre ellas más material.

Yo, en mi libro «On the Nature of War«, dedico un anexo suficiente a desarrollar los aspectos tácticos, operativos y estratégicos de la guerra de guerrillas. Y de la eficaz lucha contraguerrilllera. Basándome en los hechos descritos por éstos y otros autores.

Con ello tendremos una base teórica contundente de los mecanismos socio políticos y militares de la guerrilla y de la guerra en múltiples frentes contra esta clase de lucha irregular armada. Y una referencia suficiente, pero muy enriquecedora por sus pinceladas y circunstancias específicas, de la trayectoria del fenómeno que tratamos. Con su aparición intermitente y recurrente a lo largo de la Historia.

En otro nivel, resulta también muy interesante el libro «Guerra de Guerrillas» del general Georgios Grivas (alias, Dighemis, nombre de guerra). ¿Por qué? Por varias razones. La Organización Nacional de la Lucha Chipriota o Ethniki Organosis Kipriahou Agonos (más conocida entre nosotros como la E. O. K. A..), organizó y llevó a cabo durante cuarenta y seis meses y medio, una guerrilla independentista nacionalista. Que fue ajena a las numerosas experiencias comunistas «de liberación nacional» de la época. Éstas últimas muy pocas veces se presentaban ante sus pueblos, clara y abiertamente, como «marxistas leninistas». Lo hicieron en Grecia entre 1946 y 1949 y en Malasia entre 1947 y 1960. Y, en ambos casos, fueron derrotadas y liquidadas. Y, precisamente, por el Ejército británico.

La guerrilla chipriota fue una guerrilla circunscrita a un país pequeño, demasiado pequeño, de unos 9300 Km2. Una de las condiciones iniciales que Mao Zedong reclamaba para el inicio y posterior fortalecimiento de las guerrillas, era que el país tuviese profundidad, extensión. Que permitiese establecer a las guerrillas sus primeras bases de refugio, en zonas protegidas por su inaccesibilidad. Los chipriotas llevaron a cabo una difícil guerra de guerrillas, por lo escaso de la campiña, sus limitados recursos (unos 600 mil habitantes, y una parte era la comunidad turca), la fuerza del enemigo y la falta de buenos escondrijos, circunscritos principalmente al macizo volcánico de Troodos, al sur del país y de gran riqueza minera, coronado por el monte Olimpo de 1953 m. de altitud. El diario londinense «Daily Herald» llegó a publicar que un mariscal, tres generales y cuarenta mil soldados británicos no eran capaces de derrotar a la EOKA. Parece ser que el mariscal Montgomery declaró también que la EOKA era estratégicamente imbatible. Finalmente, los greco chipriotas no consiguieron la Enosis, o unión política con Grecia, pero sí la independencia de la isla.

¿Por qué triunfaron los chipriotas? Porque el pueblo greco chipriota estaba unido cultural y firmemente (la Iglesia ortodoxa, dirigida por el arzobispo de Nicosia, Macarios, apoyaba totalmente el esfuerzo por la liberación y la Enosis) a sus escasos, eficaces, motivados y sufridos guerrilleros. Y ello, a pesar de que los turco chipriotas colaboraron con los británicos y que la EOKA tuvo que distraer en varios momentos a parte de sus menguos recursos para neutralizarlos. Los grupos guerrilleros elementales se formaban por 4 o 6 hombres; los que podían esconderse juntos, parcialmente dispersos, sin perder cohesión el grupo. Para las acciones mayores se reunían y coordinaban 2 o 3 grupos guerrilleros. Porque su organización guerrillera era suficiente, bien estructurada y muy flexible; no hacen falta demasiados hombres en armas. Porque sus mandos conocían sus debilidades, que eran muchas, y definieron un objetivo estratégico suficiente: Mantener una presión militar adecuada e indefinida, mediante acciones militares, sabotajes, propaganda y acciones populares, destinada a cansar y a desalentar a los ingleses. Grivas, en su «Plan General para la Acción Revolucionaria en Chipre» destacaba, «no hay que creer que nosotros, mediante esta forma y procedimientos pretendamos una derrota material y total de las fuerzas inglesas en Chipre. Perseguimos más bien su derrota moral, hostilizándolos e intranquilizándolos de tal manera que, al final, obtengamos el objetivo de la lucha. Ésa fue hasta el final nuestra meta estratégica. El éxito se lo debemos al hecho de habernos aferrado firmemente a ella».

La Guerra Psicológica contra los Talibanes, al-Qaida y los Insurrectos Chiíes II.

Y Sus Aplicaciones en Afganistán e Irak. Final.

Algunas aplicaciones prácticas de la guerra psicológica para la defensa de Afganistán e Irak.
   
¿Qué dice el Noble Corán sobre la guerra universal planteada por al-Qaida, de una forma especial y directa en Afganistán e Irak?

Capítulo (Sura), 4, versículo (aleya) 33“…Oh, creyentes…no os matéis a vosotros mismos…”. Aquí prohibe el suicidio. 

Sura 2, aleya 10 “Cuando se les dice: No cometáis desórdenes (voz que define los crímenes) en la Tierra, ellos responden: Lejos de eso, introducimos en ella el buen orden (el bien)”.

Sura 2, aleya 11 “¡Ay!, cometen desórdenes, pero no lo comprenden”.

Sura 28, aleya 77 “Al igual que Alá hace el bien, haced también vosotros el bien y no fomentéis la corrupción (el mal)” (asesinato de inocentes, de musulmanes y de gentes que os ayuda, daños innecesarios de las cosas, etc.)

Sura 49, aleya 9 “Si dos bandos de creyentes luchan entre sí, reconciliadlos. Pero si uno de ellos abusa del otro, combatid al que haya abusado, hasta que retorne al orden de Alá. Y si lo hace, arreglad las cosas entre ellos con justicia. Es cierto que Alá ama a los equitativos”.

Sura 2, aleya 100 “Nosotros no abrogamos ningún versículo de este libro, ni haremos borrar uno solo de tu memoria, sin reemplazarlo por otro igual o mejor”. Prescindimos de la sunna o tradiciones del Profeta (sus hechos y dichos religioso políticos), porque hay discrepancias en aceptarlas, según sus fuentes y las variantes del Islam. Aunque no nos resistimos a presentar un hadiz (comentario recogido por sus discípulos) suyo de la última época: “Es más útil para la Umma la tinta de los sabios, que la sangre de los mártires”.

¿Cuáles son las características operativas de los agentes de al–Qaida? 1) Su brutalidad innecesaria e indiscriminada, que los descalifica ante su religión. 2) La ausencia absoluta de ulemas y muftíes venerables y piadosos a su lado. Los ulemas y muftíes son los doctores de la Ley islámica. No hay propiamente teólogos, porque Alá es inmarcesible, inasequible e incomprensible para el hombre. 3) Su gran descentralización operativa por la universalidad de la Umma, que trasciende la idea de nación o raza, y que les dificulta conseguir objetivos estratégicos. 4) Su fracaso en incorporarse activa y firmemente a un grupo social amplio, que dé cobertura e impulso permanente a su movimiento. 5) Los activistas más alienados se suelen ir aislando progresivamente de la sociedad (al menos, emocional e ideológicamente), aunque “vivan” dentro de ella. Ello en aras de sus métodos violentos, a los que sacrifican todo por la eficacia. 6) Su afán de publicidad, con el que Occidente colabora insensible, necio y gustoso, diseminando a los cuatro vientos sus sangrientos hechos. 7) Su objetivo general de golpear a casi cualquier estado, puesto que el califato radical y agresivo de dar el-Islam (las tierras donde el Islam domina políticamente) no existe hoy en día.

A veces, las prisas por formar nuevas tropas llevan a un entrenamiento deficiente o incompleto de éstas. No están entonces vacunadas contra la tensión, especialmente aquí la mental, ni contra la frustración de los planes no cumplidos o de las sorpresas ingratas. Esto lleva casi inevitablemente a descargar la rabia y la impotencia enervantes en la población civil, siempre entremezclada voluntaria o coactivamente con los insurrectos. También es inadmisible que se someta intermitentemente a la presión militar de uno y otro bando a las poblaciones civiles locales, exigiéndoles una lealtad que no les ofrece seguridad. Y emplear guardias de seguridad privados en una guerra contrainsurgencia es casi desastroso. Estos elementos, como no tienen la obligación de morir por su patria, ni Irak lo es, actúan como una policía carísima y conflictiva y con una desorbitada superioridad de medios. Los abusos contra la población civil son siempre contraproducentes en una lucha contrainsurgencia y más en una rebelión propia interna. Recordemos, aquéllos añaden muchos puntos de moral social a los enemigos. Que habrá que restarles inevitablemente luego con trabajo, dinero, tiempo y paciencia. Y quizás la sangre de los soldados, la otra pinza de esta guerra.

Con toda la amplia información expuesta hasta ahora, es posible elaborar infinidad de tabloides, panfletos, publicaciones y varias clases de comunicaciones orales para su uso en la guerra psicológica. En ellos se desarrollarán ampliamente los puntos de vista y los avances del gobierno de Afganistán e Irak y de sus aliados desplazados a esa zona geoestratégica. Veamos una clasificación no exhaustiva, ni tajante, de aquéllos, en función de su intención. Por razones obvias, tampoco seremos demasiado extensos en la exposición.

Propaganda aclaratoria: explicar las intenciones del gobierno y sus aliados, las mejoras en la custodia y el tratamiento de los rebeldes capturados, los progresos continuos realizados en el comercio, los servicios, el suministro de energías, etc.; aclarar que la Yihad es realmente un tipo de esfuerzo personal en el camino de Alá y el esfuerzo armado o de sangre, una excepción, después de los primeros siglos de expansión del Islam naciente.

Propaganda de división o divisional: señalando los objetivos ambiguos buscados por algunos grupos rebeldes; destacando la falta de integridad o de compromiso con los problemas populares, de algunos mandos rebeldes; indicando los fines contra Irak y la desobediencia del Noble Corán de los agentes de al-Qaida; contando que, si los muertos occidentales por al-Qaida se cuentan por miles, los musulmanes asesinados por ella se cuentan por muchas decenas de miles.

Propaganda inquietante: planteando dudas sobre la capacidad operativa militar de las bandas rebeldes; perfilando, sin concretar fechas ni el orden de los objetivos, los planes militares de pacificación, con la exuberancia de medios a su disposición, del gobierno y sus aliados; exponiendo los sufrimientos infringidos a los pueblos iraquí y paquistaní y a los numerosos desplazados internos y exiliados.

Propaganda subversiva: indicar la enemistad real con Alá, comprometiendo su acceso al Jardín de las Huríes, de los agentes asesinos suicidas, generalmente extranjeros fanáticos desviados y, a veces, ni siquiera árabes; plantear dudas acerca de la rectitud o la legitimidad de la causa de muchos grupos rebeldes; mostrar la traición o el desprecio a los intereses de Irak y de Afganistán de los cabecillas que los cometan.

Por otra parte, que Mr. Bush diga que golpear metódicamente en la cabeza a los prisioneros o sofocarlos, sin ahogarlos del todo, son técnicas suaves y admisibles de interrogatorio, sólo delata la catadura primitiva y brutal de algunos de los personajillos que gobiernaba. El más endurecido y juramentado miembro de Al-Qaida no soportará simplemente que lo envuelvan en una hermosa piel de cerdo. Su religión es formal, no hay libre albedrío. Y esa acción «per se» lo vuelve impuro ante Alá y lo priva del Jardín de las Huríes. Hemos atacado con éxito su aparentemente inexpugnable baluarte de moral, seguridad y convinción. Lo privamos del premio que, gracias a nuestra sangre, tenía al alcance hasta esos momentos. Y siguiendo sus propias premisas y creencias. Que aquí sólo describimos, y que respetamos y no criticamos. La responsabilidad subjetiva surge en el cristianismo, cuando esa religión, asiática en su origen, alcanza Grecia, con su imponente cuerpo de doctrina ético filosófica. Y lo absorbe e incorpora a la presentación del Evangelio, lejos de las supersticiones e interpretaciones personales sesgadas. En la guerra convencional o irregular, las posiciones e ideas morales y sociales enemigas pueden ser atacadas, defendidas, asediadas, destruidas, etc., igual que los objetivos militares tácticos o estratégicos. Sólo que de otro modo y con otros medios, muy poco tenidos en cuenta generalmente. Y, mucho menos, conocidos.

Es muy importante conocer los efectos de las acciones de la guerra psicológica. El interrogatorio de enemigos presos es una fuente inapreciable de información, al igual que los documentos y materiales capturados al enemigo. Las técnicas de interrogatorio son en la guerra psicológica efectiva, limpias y no invasivas. Además, un hombre aterrorizado, herido, conmocionado, humillado sólo puede aportar errores o imprecisiones e incluso delirios o falsedades, con tal de que lo dejen en paz. Esta retroalimentación va a permitirnos ir adaptando, seleccionando y perfeccionando el material psicológico para su empleo eficaz y duradero. Un buen panfleto, una buena divulgación o exposición, hacen más que 10 mediocres. Y saber cómo va evolucionando “el objetivo”, tras nuestros combates exitosos y las acciones de la guerra psicológica.

Particularidades de los talibanes afganos y pakistaníes 

La asociación de los radicalismos sociales y religiosos de las milicias talibanes, con los «localismos» de las tribus pashtunes está haciendo un gran daño social y cultural a este amplio grupo étnico. Los severos «valores» que imponen los talibanes son ajenos a los pashtunes y van en contra del Pashtunwali, su código de virtudes y de honor social. El Pashtunwali define y establece los derechos y deberes individuales y los del individuo para con su colectividad: familias, clanes y tribus. La música tribal ha desaparecido de todos los lugares donde la presencia talibán lo ha podido imponer. El 27 de abril de 2009 los talibanes asesinaron en Peshawar a la popular cantante Ayman Udas. Su visión de la sharia es sesgada, radical, expedita y brutal: recientemente han aparecido en video las imágenes de la ejecución de una pareja de supuestos adúlteros y de la flagelación de una muchacha, que había salido sola de su casa. La sharia la forman el conjunto de leyes civiles, penales y procesales, basadas directamente en el Corán y en la sunna del Profeta. Como los musulmanes carecen de una doctrina común y canónica, sino que ésta es definida por los ulemas y muftíes en virtud de su formación y según las áreas, el rigor y la extensión de la sharia son variables.

También ese mes atacaron el santuario de Pir Baba, a unos 100 Km. de Islamabad. Aquí atentaron contra el mausoleo del más destacado poeta en lengua pashtun, el sufí pakistaní Rahman Baba. Los sufíes forman una cofradía, una variante práctica del Islam sunní, no necesariamente herética o excluyente. Y buscan principalmente un acercamiento más individual, directo y místico a Allah.

Llamamos virtudes a las «bondades y cualidades» humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades y los grupos humanos. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las «cualidades y bondades» humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades o grupos humanos. Y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas.

Los talibanes también han atacado las bases de la autoridad racial pashtun. Las asambleas de notables de las tribus (las jirgas), su verdadero poder central, son desautorizadas por aquéllos. También están perdiendo poder, autoridad y competencia, los lashkars. Éstos son las partidas armadas de las tribus, destinadas al cumplimiento de las decisiones de las jirgas, a proteger las zonas tribales de las amenazas exteriores y a protagonizar sus correrías foráneas, en busca de venganza o de botín.

¿Cuáles son algunas de las razones de que una parte del pueblo les siga? En amplias zonas de estos países la propiedad de la tierra está en manos de los cargos políticos o administrativos y el sistema judicial está plagado de defectos y corrupción. Sabemos que los talibanes no predican levantar el Jardín de las Huríes en la Tierra. Ninguna religión o ideología lo hace. Incluso el comunismo posponía indefinidamente la formación y la llegada del «hombre nuevo». Pero las ofertas de cambio, de mejor reparto de las riquezas, de un cierto grado de «justicia», de más acción y efectividad en las instituciones, constituyen parte de la atracción de estos visionarios. En unas tierras donde las desigualdades, la escasez, la falta de oportunidades para la mayoría, la desesperación profunda e interna, han sido características habituales.

¿A qué están jugando los talibanes? A apropiarse el poder, todo el poder, en las zonas pashtunes suficientemente controladas por ellos. Y lo hacen mediante y para: sus milicias (la coacción) y sus asambleas locales o «soviets» de sus imames (presiden las oraciones canónicas y realizan las lecturas del Corán en las mezquitas) y supuestos ulemas o doctores de la ley (la dirección y la decisión). Estos elementos son los que ejercen el mando, la autoridad y la soberanía en esta especie de teocracia islámica primigenia revolucionaria armada (llamémosle la TIPRA).

El supuesto carácter ortodoxo e indiscutible, que se atribuyen los talibanes, les lleva a la purificación violenta y despiadada de las costumbres y de la cultura de sus paisanos. Los talibanes son una «interpretación» islámica de los excesos prácticos (la revolución todo lo justifica) y genocidas (hay que crear al hombre nuevo, aunque sea liquidando todo rastro del antiguo) de Pol Pot, su camarilla dirigente y sus tarados esbirros del Khemer (quiere decir Camboya) Rojo. Los talibanes son siempre aliados de al-Qaida. Con la que comparten medios, territorios, refugios e inteligencia. Únicamente no comparten el poder y el control locales.

Cuando las ideologías son mesiánicas (salvadoras), totalitarias (alcanzando todos los ámbitos del hombre) y absolutas, ortodoxas y excluyentes (están en posesión de la Verdad y fuera de ellas no hay solución, ni esperanza), tienden, en circunstancias favorables para ello, a imponerse a los hombres. No a convencerlos y convertirlos. Y usando para ello fría y metódicamente la coacción, el atropello y la fuerza moral y física. Para crear, según los casos, terror, sumisión, delación e insuperable conformismo. Esta acción social incansable y proselitista, su general sobriedad de costumbres, la dirección firme y la confianza que tienen en sus actos, imprime una dinámica y un ejemplo especiales a su actuación. Que atrae a sus filas a los desfavorecidos, los olvidados, los desesperados, los excluidos, los maltratados. Los cuales estarán siempre y abundantemente entre nosotros, en toda época y lugar.

 

 

 

 

  

   

    

  

 

 

 

 

La Guerra Psicológica contra los Talibanes, Al-Qaida y los Insurrectos Chiíes.

Sus Aplicaciones en Afganistán e Irak. Primera Parte.

El brigadier estadounidense Bonner F. Fellers explicaba que “la guerra psicológica debía ir al mismo paso de los ejércitos vencedores”. En efecto, la razón de ser de todo el aparato militar en la guerra psicológica es exacerbar la desmoralización enemiga, que acompaña inevitablemente a sus derrotas mayores y menores. El efecto debe ser algo así como echar sal en las heridas abiertas por nuestros combatientes. Y, para ir ganando “los corazones y las mentes” de los iraquíes, es necesario primero no ser el perdedor en el terreno militar. Toca ahora abordar la contribución de una forma más incruenta, sutil y profunda a la victoria de las autoridades afganas e iraquíes.

Aparición, desarrollo y características de la guerra psicológica. Su empleo en la guerra irregular.

A comienzos del siglo XVI las ideas “reformistas y heréticas” del sacerdote agustino Martín Lutero se propagaron incontrolablemernte por el centro y el norte de Europa, con la ayuda de la imprenta. El origen de la palabra propaganda surge durante la llamada Contra Reforma. Es una referencia a la propagación de la fe católica. Con los jesuitas en la vanguardia de esa tarea de catequización. Haciendo frente a las desviaciones de la ortodoxia preexistente, enseñadas por los luteranos, hugonotes, calvinistas, erasmistas, etc.
No es hasta la I Guerra Mundial cuando el término adquiere una significación negativa o peyorativa. Ésta se origina por la indignación popular hacia los esfuerzos sistemáticos de las potencias beligerantes en aquélla, para manipular en su favor las ideas y, con ello, las actitudes de todos, los neutrales, los enemigos y la población propia. Así, en los años 30 del pasado siglo, la propaganda “de guerra” o “nacional” evocaba en la mayoría de las personas la visión de fuerzas malévolas, que se antojaban extrañas y alienantes, intentando lavarles el cerebro. La necesidad surgida con el estallido de la II Guerra Mundial, de cooperar al esfuerzo de guerra total con todos los medios disponibles, ante un conflicto impuesto que amenazaba la supervivencia de las democracias, y los nuevos avance en los campos sociológicos y psicológicos durante el período de entreguerras, llevarán progresiva y firmemente a la aceptación por las naciones occidentales y sus fuerzas armadas de la aplicación de la guerra psicológica.
La propaganda maneja siempre informaciones básicas, esenciales, que son sencillas y simples por definición. Esto es debido a que su “objetivo” (el “snob”, “target”) es siempre amplio y numeroso: la población de un determinado país o región, o un colectivo extenso religiosa, económica, racial o socialmente diferente. Ellos son los que hay que informar, convencer y, según los casos, proteger.

La importancia de conocer la “población” a la cual va dirigida la guerra psicológica es incuestionable. Un principio de la guerra, definido ya por los autores chinos hacia el siglo IV antes de Cristo, exige conocer al enemigo, como premisa para presentarle o no combate, y ganarle en su caso. En el campo aliado en la II Guerra Mundial, tras los abrumadores éxitos iniciales japoneses hasta mediados de 1942, se tenía la extendida y falsa idea de que los soldados japoneses no se rendían y que eran impermeables e invulnerables a cualquier acción psicológica enemiga. Esto provocó que durante mucho tiempo, las fuerzas aliadas combatientes más bien toleraran, que apoyaran o promoviesen, la acción de las fuerzas del G-5, la sección del EEMM para la guerra psicológica. El conocimiento extendido que se tenía sobre los “diablos amarillos” no pasaba de su adhesión al ideal de “la muerte antes que el deshonor”, su leal fijación por el emperador, como autoridad suprema y símbolo de la nación, y el peso de un estigma generalizado y adquirido, por su felonía inicial en la guerra. Así, los primeros textos aliados de propaganda sólo provocaron la risa en sus lectores nipones.
La información es la exposición suficiente de hechos y opiniones (identificadas como tales), presentados al público para que éste deduzca sus propias conclusiones. La propaganda es una información persuasiva. Su diseño busca persuadir al “objetivo”, para que responda o reaccione favorable o desfavorablemente sobre un asunto o una idea determinados. Lo que distingue la información de la propaganda es la intención del comunicador, no el contenido o la calidad del mensaje. La propaganda no es intrínsecamente mala, desviada o falsa, ni puede ser un sinónimo de mentiras. Ya que las falsedades o las verdades a medias, que terminan descubriéndose rápidamente hoy en día, destruyen la credibilidad del mensaje y del comunicador y los propósitos buscados por la propaganda. 
Las guerras contra los irregulares armados son por naturaleza largas, dolorosas y difíciles. El carácter prolongado se origina de la necesidad de que una fuerza armada irregular “popular” rebelde, partiendo casi de la nada, se desarrolle, se extienda y se fortalezca suficientemente. Y consiga entonces derrotar moral o militarmente a un ejército regular propio o de ocupación. Las dificultades y los crueles males surgen por el elevado componente civil que participa en ellas. Son guerras localizadas en el patio de casa, en la retaguardia propia u ocupada. Grivas, en su “Plan general de la acción revolucionaria en Chipre” enseñaba, “no hay que creer que nosotros, mediante esta forma y procedimientos pretendamos una derrota material y total de las fuerzas inglesas en Chipre. Perseguimos más bien su derrota moral, hostilizándolos e intranquilizándolos de tal manera que, al final, obtengamos el objetivo de la lucha. Ésa fue hasta el final nuestra meta estratégica. El éxito se lo debemos al hecho de habernos aferrado firmemente a ella”. 
Si la fuerza la tiene el ejército y la no fuerza, los rebeldes, ¿cuál es el nutriente esencial que absorbe una parte y que pierde miserablemente la otra, a lo largo de mucho tiempo? La fuerza moral, la fuerza psicológica es el secreto del éxito en estos conflictos de baja intensidad militar. Que se libran realmente por parcelas, por objetivos, por “cuantos” de moral social. Cuya acumulación asola y destruye la capacidad armada del contrario. Esto también quiere decir que el proceso tiene dos sentidos, que es posible casi siempre revertirlo y aún ganarlo. Incluso a pesar de haber sido sorprendida por un estallido social merecido. Y la razón de esto es su lentitud extrema. De ahí la importancia de la guerra psicológica en la lucha contrainsurgente en Afganistán e Irak. Como la otra pinza imprescindible para cercar y rendir al enemigo en esta guerra irregular.   

Las premisas esenciales para la guerra psicológica en Asia Central. La explicación según su estructura social y sus características socio religiosas.

En Afganistán e Irak deben aplicarse siempre 4 parámetros o factores centrales y radicales en la guerra psicológica. Es necesario decir siempre la verdad. Es necesario abstenerse de criticar al Islam, a la fe nacional, en todas sus interpretaciones normales. Es necesario respetar las estructuras sociales de la nación, profundas en su idiosincrasia y esenciales para su convivencia. Es necesario destacar la amistad inquebrantable hacia los pueblos afganos e iraquíes de las fuerzas aliadas internacionales.
A través de la verdad se busca lograr, mantener y garantizar la credibilidad de la información transmitida, diseminada por la Coalición y por el gobierno y las fuerzas armadas y de policía locales. La propaganda contrainsurgente debe mantenerse fiable. Y esto se logra porque se adapta y es conforme con las experiencias diarias de los diferentes rebeldes talibanes o iraquíes, que las viven. En muchos casos, este parámetro o presupuesto de la verdad limitará o recortará qué es o cuánto es lo que los propagandistas militares pueden decir.  
En estos países, como en tantos estados musulmanes, el Islam es un factor principal de cohesión social e integridad nacional, independientemente de la rama islámica sunní o chií a la que se pertenezca. Y de la interpretación religiosa personal y más o menos sesgada que predique el imam de la mezquita, a la que se acuda regularmente. El Islam es, en su acepción más simple y popular, una fe sencilla, dotada de ritos externos y sociales muy definidos, y fácil de seguir y cumplir. Una democracia islámica se basa: En la Umma o comunidad religioso social. En el Corán o revelación directa de Allah. En la Sunna o la tradición del Profeta, sus hechos y dichos (hadices) recogidos por sus discípulos directos. Y en la Sharia o sus leyes derivadas civiles y penales, que estarán más o menos desarrolladas y aplicadas según los países.
Es necesario, por tanto, no  imputar a la religión musulmana lo que son fenómenos provocados por cambios sociales, intereses partidistas o, incluso, muy terrenos, y la voluntad de poder de algunos jefes y estados. A su vez, hay que considerar que sólo los islamistas radicales violentos esgrimen su interpretación del Islam como una solución excluyente a todos los problemas de su sociedad política o de la Umma. En esto, los europeos tienen una tendencia a considerar el Islam como un todo monolítico e inmutable en el tiempo. Por ejemplo, es necesario destacar al pueblo iraquí, la distinción entre los objetivos perversos de los jihadistas extranjeros y la rebelión interna de origen sunní o chií. Aquéllos están concentrados en los grupos semiautónomos de Al-Qaida, para quienes Irak es sólo un terreno propicio para sus matanzas indiscriminadas de iraquíes, buscando encender una guerra civil que lleve a la desmembración del país.
Por otro lado, la obediencia es una cualidad personal y social muy arraigada en las sociedades islámicas. Se obedece al jeque o jefe de las familias del clan en las cosas tocantes al orden social, se obedece al jefe familiar o padre en la familia y se obedece y acata la voluntad de Dios como gesto y rito vital en el Islam. Esta obediencia social es enriquecedora y protectora, no disolvente ni enfermiza por sí misma. Por ejemplo, en las madrasas, el Corán se aprende de memoria, por recitación continua a lo largo de los años de escolaridad. Puesto que es la Palabra de Dios descendida de junto a Alá, no hay interpretación ni crítica disolvente, sino obediencia y aplicación. Así, soportando la división de creencias y etnias en Afganistán e Irak, perdura muy arraigado y tenaz un complicado entramado de tribus y luego de clanes regionales y aún locales. Este, para nosotros, pintoresco conglomerado social es el que da el verdadero valor y sentido a las lealtades y a los intereses, siempre relativos y aún oportunistas, de los afganos e iraquíes. Por eso es costumbre incorporar en muchos casos al final del nombre, un topónimo que señale el lugar de nacimiento.
Las características jurídico sociales democráticas de expresión del pensamiento, libertad de movimientos, derecho al voto personal, libertad de comercio, derecho a la propiedad privada, protección de los menores, derechos femeninos, derecho a la justicia, obligación de pagar impuestos, servicio militar obligatorio, etc., podrán estar más o menos desarrolladas, protegidas y promovidas en una sociedad islámica. Pero deberán entreverarse, conjugarse, asociarse, estructurarse, comprometerse con las realidades socio político religiosas esbozadas apenas más arriba, para que funcionen. Nunca podrán imponerse desde afuera, como si se tratasen de la única forma legítima, que aquí resulta curiosamente radical y excluyente, que puede adoptar un “gobierno del pueblo”.
Ése fue uno de los dos errores garrafales de Paul Bremer, en Irak. Un ejemplo, los oficiales de la inteligencia militar trataron de llevar a cabo un trato con 19 subclanes de la tribu Dulaimi de la provincia al-Anbar, en el centro del triángulo sunní, para desarmarlas y que realizasen labores de vigilancia sobre el tránsito rebelde en su territorio. La contrapartida era un pago de $3 millones y el reconocimiento administrativo de la tribu. Bremer estropeó el cierre del trato, diciendo que “las tribus eran un vestigio del pasado, que no tenían cabida en el Irak democrático”. Sin embargo, por el contrario, ya desde noviembre de 2003 los baazistas exiliados y diferentes jefes de tribu o jeques han mantenido reuniones públicas mensualmente en el hotel Palacio Chan, de Damasco. Se suponía que eran para expresar la solidaridad contra la prolongada ocupación estadounidense. Pero también han servido para mantener reuniones de aquéllos con líderes de la insurgencia, planificar operaciones comunes y para la distribución de dinero. Por lo tanto, Afganitán e Irak no pueden ser democracias occidentales liberales inorgánicas. Donde apenas resiste aún algún valor moral o social. Frente a la todopoderosa avalancha asimétrica de las libertades individualizadas, consagradas como fuente de Derecho, sin la contraprestación jurídica de deberes sociales o personales.
Debemos tener presente siempre que todo el pueblo de Afganistán o de Irak son amigos y aliados. Y que sólo una parte de ellos presentan temporalmente intereses y objetivos divergentes, que buscan obtener por la dialéctica de la fuerza. Dichos objetivos no son antagónicos irresolubles con los nuestros. Porque gran parte de la insurgencia ataca a las fuerzas extranjeras de la coalición o a las de las autoridades afganas o iraquíes propias, porque en éstas ven indefinición o falsedad política, debilidad, parcialidad por algún bando opuesto, incapacidad, corrupción, indecisión y poco brío para la resolución de los problemas nacionales. Por ejemplo, el vacío de poder aglutinante y rector que dejaron Saddam Hussein, la estructura férrea del Baaz y su clientelismo omnipresente, con todo lo imperfecto, corrompido y cruel que fueran, no lo han llenado aún completamente las fuerzas nacionales iraquíes. Probablemente porque han aplicado un modelo injertado de estado liberal ajeno y espúreo, vacío de contenidos prácticos y alejado de la realidad social de Irak. En Afganistán partimos de que no contamos, ni siquiera, con los vestigios de una administración estatal respetada previa. 

Una Teoría para la Guerra Moderna.

Esta teoría de la guerra moderna se refiere a la guerra de maniobras. Y pretendió dar una solución práctica a la tendencia de las fuerzas terrestres estadounidenses de utilizar exagerada o inoportunamente el fuego pesado de apoyo, como su principal “argumento” o medio sobre el enemigo en los combates o en su preparación. También buscaba consolidar en las operaciones terrestres el concepto de estrategia operativa, como nuevo y preciso nivel de actuación entre la estrategia militar y la táctica. A esta guerra moderna también se le conoce como guerra de tercera generación.

Teóricos principales y situación.
  
Varios son los teóricos, tanto civiles como militares, que contribuyeron a crear un cuerpo de doctrina coherente, suficiente, práctico y eficaz para esta nueva teoría de la guerra moderna. Destacaremos al analista y conferenciante William S. Lind. Curiosa y significativamente, Mr. Lind no prestó servicio militar activo ni siquiera un día y tampoco nunca nadie le ha disparado un tiro. Aunque existen vivos aún un buen número de oficiales de vieja formación, deseosos de remediar esta última deficiencia práctica de su “trayectoria vital”. Otro personaje fundamental fue el coronel John Boyd, que era un antiguo piloto de caza de la USAF. También es de señalar la contribución del profesor coronel del cuerpo de marines Michael Wyly. Cronológicamente en una segunda fila, destaca con fuerza propia, expandiendo el torrente de ideas de la teoría en marcha, el coronel del US Army Robert Leonhard.

Decía el renombrado analista militar israelí Martin van Creveld que “los ejércitos” se iban convirtiendo a lo largo del tiempo en “burocracias anquilosadas”, perdiendo en este proceso gran parte de su eficacia. Podían seguir matando, pero lo hacían mal, lenta y costosamente. Quizás su endogamia excesiva les exija y obligue a permitir que desde fuera de la organización se les den ideas renovadoras. Al menos, los estadounidenses lo hicieron y las aceptaron. E intentaron incorporarlas a su doctrina, reglamentos y manuales. Y, hasta procuraron ponerlas en práctica en sus guerras convencionales siguientes. No así en sus guerras de contrainsurgencia, las guerras de guerrillas de toda la vida, a las que ahora llaman pomposamente guerras asimétricas o de cuarta generación.

En esta introducción a la teoría de la guerra moderna o de maniobras queremos dar una visión conjunta, holística y aplicada de las ideas desarrolladas y, a veces, implementadas, por esos hombres, a lo largo de una década en el siglo pasado: desde primeros de los 80 hasta primeros de los 90. También nos permitiremos ampliar o extender los conceptos o las explicaciones, cuando el propio desarrollo o exposición de la teoría lo pida, para su mejor comprensión. Y sus autores y teóricos no hayan sido tan explícitos o prolíficos al presentarla.

Las ideas fundamentales de la guerra de maniobras.

Veamos la curiosa definición de táctica de esta teoría. Es importante, porque de ella se deriva casi todo su desarrollo y aplicación posteriores. Táctica es la combinación armónica y suficiente de conocimientos específicos, experiencias y técnicas militares, para producir una acción sorpresiva, suficiente, eficaz y poderosa sobre el enemigo, en esas condiciones dadas de tiempo, clima y oportunidad. Esa “combinación” debe ser matizada y modulada por el esfuerzo principal y las órdenes tipo misión del jefe y por las resistencias y los vacíos de la capacidad de combate que presente el enemigo, en su despliegue inmediato y según su intención.

En la batalla, en el combate se busca introducir al enemigo en ciclos sucesivos de “observación, situación, decisión y acción”, que sean más rápidos que sus capacidades de actuación. De tal manera que las acciones enemigas sucesivas “elementales” resulten progresiva y fatalmente cada vez más inadecuadas e ineficaces, para contrarrestar, superar u oponerse a las nuestras. Lo cual debe tender a destruir su cohesión de unidad y fomentar y extender el pánico entre sus hombres, ante la inutilidad manifiesta de las acciones que emprende.
Como se aprecia no hemos tocado los “fundamentos”. Las técnicas básicas de cómo disparar algunas armas, el adiestramiento físico o la lectura de los mapas y la orientación, etc. O las técnicas avanzadas de cómo realizar las distintas operaciones de marcha, avances campo a través, defensa, el empleo de un sistema de armas combinadas o interarmas, algún tipo especial de ataque, etc. Aquéllos vendrán dados en su momento en las escuelas, las academias y los destinos. Lo importante en esta teoría es la aceptación y la asunción de su enfoque nuevo, que resalta las cualidades de iniciativa y creatividad en los jefes. Para ahorrar medios físicos militares y económicos, las vidas y el inapreciable tiempo, siendo mucho más eficaces.

El funcionamiento del nuevo estilo de actuación.
 
Bien, si queremos ser más rápidos y eficaces que el enemigo, tenemos que tener una organización militar suficientemente descentralizada, actuando sobre él. Recordemos el ciclo de actuación con sus cuatro fases. Si las observaciones de las subunidades en contacto deben ser pasadas hacia arriba, siguiendo una cadena de mando, la definición de la situación hecha y la decisión tomada en un alto nivel, y, luego, la orden para la acción transmitida hacia abajo, a través de la cadena de mando, y, entonces, ejecutada la acción, el ciclo de actuación va a ser lento. E, incluso, puede resultar tardío e improductivo, en un medio táctico muy fluido y cambiante, lejos de los frentes lineales.   

Pero no queremos que las subunidades en contacto con el enemigo deambulen sin sentido superior ni eficacia por el campo de combate. Para guiarlas provechosamente en su actividad están las órdenes tipo misión. En ellas el jefe comparte, encarga, una parte de su intención a la subunidad. Y le da libertad de acción (el cómo hacer), a cambio de que realice esa parte de su intención (el qué hacer). También el jefe establece un esfuerzo principal sobre el enemigo. La subunidad que actúa en el esfuerzo principal recibe la cooperación de las acciones de sus compañeras y la mayoría de los apoyos de la unidad. Que el jefe recibe de su superior en subordinación táctica o de guerra.

Pero las cosas son fluidas y, en parte, impredecibles. La subunidad del esfuerzo principal puede ir a dar, sin entrar, a una bolsa de fuego enemiga o a un obstáculo cubierto por el fuego, no detectado por la exploración, o a una posición de defensa reforzada con fortificaciones de campaña. Y una subunidad compañera ha podido flanquear las posiciones no continuas del enemigo y estar en condiciones de acceder fácilmente a un parque de camiones o a una posición de morteros. Pues el jefe denominaría a esta otra unidad su esfuerzo principal e impulsaría su actuación prometedora, dándole apoyos de fuego y la cooperación de las otras. Con esta forma de acometer las acciones, si una subunidad queda aislada o perdida temporalmente, sabrá qué hacer durante bastante tiempo. Para poder ir sorprendiendo, desequilibrando y adelantándose al enemigo, el jefe debe observar y sentir el combate desde suficientemente delante, sin participar ni ser atrapado en él, y estar a la escucha (a través de su plana mayor adelantada) en la red de comunicaciones de la unidad.

Salvo los casos conocidos, las indicaciones sobre el terreno deberían ser eso, indicaciones aclaratorias de su intención, límites de sectores de avance, puntos de control, y no objetivos directos. Es mejor ordenar a una subunidad “impida que el enemigo cruce la línea Azul, cota 32, Rojo, mancha de hayedo”, que decirle “ocupe y defienda la cota 63” (la altura dominante sobre aquélla en su sector). Esto último no garantiza que el enemigo no se infiltre o no encuentre una línea de avance desenfilada (una ondulación del terreno de 2,5 o 3 m. oculta una tanque grande a la vista horizontal) hasta el otro lado de la línea. El jefe tiene que hilar muy fino, pensando, concretando en palabras, comunicando bien, observando siempre y responsabilizándose por todo. Y los jefes subalternos tienen que ser activos y creativos y responsabilizándose de su actuación.

Sus consecuencias, responsabilidades y resultados.

Vemos que empiezan a aparecer unas características fundamentales de la organización militar, para que esto funcione bien. Una doble y alta responsabilidad de jefes y jefes de subunidades y una imprescindible confianza recíproca, creada por la experiencia y la cooperación compartidas previamente. Una mayor implicación de los suboficiales en las tareas burocráticas y rutinarias de la administración de la unidad y una mejor e intensa dedicación de los oficiales en conceptualizar el combate, buscando en la decisión o en la explotación su trascendencia operativa. Como consecuencia inevitable de esta forma de actuación descentralizada, fluida, sorpresiva y rápida surgirán errores en las acciones realizadas. Éstos se sumarán a la inevitable “fricción” de las acciones tácticas, a causa del casi incontable número de “actuaciones individuales y colectivas” que concurren a conformar una actuación bélica y de la inevitable ausencia de información total. Es necesario aceptar y asumir en general los errores como un mal menor, superable y cuyo lastre es sobradamente compensado por las bondades inherentes al método seguido. Nunca aceptados, ni tolerados como resultado de la incompetencia previa, de la pasividad, de la negligencia o de la falta de compromiso activo con la intención de la unidad. Por último, hay un enfoque general hacia la acción decisiva y trascendente en el plano operativo, guiado por la intención superior transmitida y encargada al jefe de la unidad. Y por éste a sus subunidades y apoyos, con los métodos directos y flexibles señalados.

Situaciones y medios tácticos preferidos.

En la guerra de maniobras es necesaria una gran actividad de la exploración de combate, para generar la suficiente inteligencia para la aplicación de las técnicas apropiadas y la definición de la situación general y la del enemigo (la primera fase del ciclo de actuación). El despliegue de las subunidades en el contacto podría ser en forma de cuña chata invertida, cuando la situación enemiga no está nada aclarada. O, en el otro extremo, tomar la forma aproximada de la cuña afilada, cuando se están buscando microvacíos de su capacidad en su despliegue, para irrumpir limpiamente en la zona de defensa enemiga.

Los medios del jefe enfatizados en la guerra de maniobras son la reserva, el contraataque y los fuegos pesados de apoyo. La reserva debe existir siempre y, al menos al principio, debe estar en manos de un subordinado capaz, experimentado y enérgico. La reserva es la apuesta del jefe para su triunfo táctico trascendente. No debe ser empleada para reforzar un esfuerzo más (para eso están los mayores fuegos pesados o los tanques e ingenieros o el estrechamiento de los sectores de avance o el escalonamiento en profundidad) o para realizar un ataque secundario o una diversión o para compensar, sin más, un error. Por tanto, no es una subunidad secundaria, ni una que está reorganizándose y tiene escasos medios, alistamiento de combate y moral. El contraataque brinda iniciativa y movilidad a una defensa más o menos temporal y necesaria o buscada. Debe ser oportuno, potente y lanzado cuando el enemigo ha pasado el climax de su ataque, ha sufrido pérdidas y la situación puede ser recuperada por nosotros. Los fuegos de apoyo deben buscar impulsar la maniobra de la unidad. Sus tareas deben ser cegar, perturbar o neutralizar, más que destruir. Porque esto último resulta más costoso, muy difícil de conseguir y tarda más tiempo (un factor precioso). Por último, los sistemas de armas combinadas o interarmas y los ingenieros son empleados continuamente en la guerra de maniobras y, los últimos, en el esfuerzo principal, aunque abastezcan de sus medios a todas las unidades.
 

EL PENSAMIENTO MILITAR.

El pensamiento militar lo podemos dividir en profesional y en analítico o estudioso. Aunque partiendo de un núcleo común de formación, acciones e intereses, entre el pensamiento militar profesional y el estudioso hay suficientes e importantes diferencias y funciones, como para distinguirlos claramente en su ámbito y en su práctica. Ambas formas del pensamiento militar son dos puntos de vista, dos aproximaciones a aquél, complementarios, sinérgicos (que actúan simultánea y conjuntamente) y no antagónicos ni excluyentes.

El pensamiento militar profesional se orienta hacia lo inmediato: las técnicas, las tácticas, los procedimientos y normas oficiales de los reglamentos y manuales y la doctrina, los hombres, los equipos y los abastecimientos, y las reposiciones. Es todo un mundo de intereses, preocupaciones y obligaciones, muchas veces acuciantes y extremos. El vincularlos, relacionarlos, estudiarlos y operarlos simultánea o sucesivamente, ya les lleva suficiente tiempo, interés y esfuerzo.

Por otra parte, la profesión de Militar es una profesión que cada vez se ejerce prácticamente durante menos tiempo, gracias a Dios y mediante la civilización. Pero eso no excluye su ineludible necesidad para la pervivencia y aún el florecimiento de las naciones. El dominio de las técnicas y las armas se adquiere por repetición, en los centros de instrucción, las academias, los destinos. Pero, ¿dónde adquirir “experiencia militar”? Decía Bismarck que el hombre inteligente aprendía de la experiencia ajena. Parafraseando al Canciller de Hierro alemán, podemos completar que el “listo” aprende de su propia experiencia y el “tonto” no aprende con ninguna.

El pensamiento militar crítico o estudioso se orienta hacia su trascendencia. El estudio militar actúa sobreimpuesto al combate y a la maniobra. Absorbiendo sus hechos, elaborando experiencia y formando criterios, consejos y normas del buen hacer. Su ámbito son la historia y la doctrina militares. Que se concretan en la logística, la estrategia operativa, la táctica, las operaciones, las formas de lucha. La elaboración de los manuales y los reglamentos es uno de las áreas de contacto y de actuación conjunta de ambas formas de pensamiento militar.

Las posiciones de una y otra forma de pensamiento militar son también independientes. Y pueden llegar a ser autosuficientes y cerradas. Cada una impermeabilizándose contra el flujo de conocimientos y experiencias que crea su otra forma complementaria. Esto constituye un grave problema para la institución militar.

¿Cuándo ocurre esto? Decía el pensador israelí Martin Van Creveld que los ejércitos tendían a convertirse con los años en «burocracias anquilosadas”. Y yo añado, moribundas y poco eficaces (en función de los medios que les da la sociedad que las crea y las nutre) para sus misiones de lucha y lograr sus objetivos operativos y estratégicos. Podrían seguir matando, pero lo harían mal, lenta y costosamente. Quizás su endogamia excesiva les exija y obligue a permitir que desde fuera de la organización se les den ideas renovadoras. Al menos, los estadounidenses lo hicieron y las aceptaron. E intentaron incorporarlas a su doctrina, reglamentos y manuales. Y, hasta procuraron ponerlas en práctica en sus guerras convencionales siguientes. No lo han hecho así en sus guerras de contrainsurgencia, las guerras de guerrillas de siempre, que ahora llaman pomposamente guerras de cuarta generación o asimétricas. Sabemos lo flexible y prometedor que es un niño de pocos años. Y cómo es un anciano, incluso sano, próximo a la muerte: rígido de cuerpo y alma, poco abierto a cambios y experiencias.

Incluso, a veces, hasta los propios teóricos o estudiosos, dentro de la profesión militar, tienen problemas para que su pensamiento militar sea aceptado y aplicado. Éste podría ser el caso de John Frederick Charles Fuller. A mediados de los años 20 del siglo XX, recopiló una serie de conferencias que había dado en academias militares británicas y publicó el libro The Foundations of the Science of War. Es un libro no superado sobre los principios de la guerra y su aplicación práctica. Casi 65 años después de su edición en 1926 fue reeditado por el Cuerpo de Marines. Es de lectura difícil, porque utiliza los conceptos científicos de Spencer para justificar su aproximación teórica. Buscaba dar a su teoría una precisión científica, que alejara el estudio de la guerra del marco, supuestamente peyorativo, de “arte”. Aunque todas las ciencias sociales, siempre y también, lo son, ya que el alma humana es difícil de conocer, fijar o cuantificar. Tuvo muchas críticas y, lamentablemente, el propio autor se desdijo posteriormente de las ideas subyacentes en el libro. Su obra quedó semiolvidada, aunque contribuyó a la definición de los principios de la guerra recogidos inmediatamente por el Ejército estadounidense. Las críticas, a su vez, tenían como fondo real el que tenía una personalidad excéntrica, en un colectivo (el militar) tremendamente conservador y protocolario. Tuvo ramalazos místicos (filosofía hindú, yoga) y coqueteó con los nazis, siendo recibido por Hitler, ya que llegó a ser general. En una Gran Bretaña progresivamente amenazada por los totalitarismos, esta posición suya estaba fuera de lugar.
 
¿Cómo se puede detener o incluso corregir esa tendencia a la cristalización del pensamiento y a la degradación de la efectividad? Veamos en un ejemplo reciente, cómo abordaron el ejército estadounidense y el cuerpo de marines su adaptación a la guerra moderna de maniobras. Varios son los teóricos, tanto civiles como militares, que contribuyeron a crear un cuerpo de doctrina coherente, suficiente, práctico y eficaz para esta nueva teoría. Destacaremos al analista y conferenciante William S. Lind. Curiosa y significativamente, Mr. Lind no prestó servicio militar activo ni siquiera un día y tampoco nunca nadie le ha disparado un tiro. Aunque aún existen vivos un buen número de oficiales de vieja formación, deseosos de remediar esta última deficiencia práctica de su “trayectoria vital”. Otro personaje fundamental fue el coronel John Boyd, que era un antiguo piloto de caza de la USAF. También es de señalar la contribución del profesor coronel del cuerpo de marines Michael Wyly. Cronológicamente en una segunda fila, destaca con fuerza propia, expandiendo el torrente de ideas de la teoría en marcha, el coronel del US Army Robert Leonhard.

Tengamos en cuenta también que, la dialéctica violenta entre dos voluntades nacionales, como podríamos definir la guerra, tiene al menos dos grandes autores o personajes. Cuyas ideas, planteamientos y hechos respectivos son bastante disímiles. Sin embargo, sólo una de las actuaciones resulta finalmente correcta o, al menos, vencedora. Los puntos de vista divergentes son típicos de muchas actuaciones humanas: ¿hay crisis o vamos bien? ¿o está todo cambiando rápidamente?

LA DEFENSA DE GAZA.

¿Cómo será la defensa de Gaza por los milicianos de Hamás? ¿Por qué tarda el Tsahal en iniciar su ataque terrestre? ¿Cuáles son los inconvenientes y las oportunidades que presenta la defensa de Gaza, en una zona urbana? ¿Existen mejores posuibilidades militares para Hamás que su lucha numantina en la defensa de Gaza?

La defensa de los islamistas radicales en la Franja de Gaza.

No es fácil utilizar y defender unas zonas de rechazo urbanas. Su empleo implica unas elevadas exigencias a los combatientes islamistas: Una motivación suficiente, que les anime a tomar la vía de las armas y a arriesgar su vida por su causa. Que les aplaque y racionalice el miedo inevitable a la lucha armada a las distancias cercanas con un enemigo superior, hasta que la veteranía les brinde nuevos impulsos. Un buen entrenamiento en la lucha de infantería, que les dé oficio y confianza. Una lograda cooperación entre las pequeñas unidades que las guarnecen, que les garantice una cohesión sin fisuras en su tenue y magro despliegue y que permita y facilite la conducción y la realización de sus planes. Unos nervios templados por todo lo anterior, que les acostumbre a luchar en solitario o en grupos pequeños, resistiéndose a huir ante la implacable amenaza del fuego pesado directo e indirecto israelí.

A toda esta tensión “profesional” que soortan estos combatientes irregulares, se une la tensión creada por una lucha civil feroz. Que ellos mantienen, por voluntad suya, entremezclados con sus familias inermes y sus hogares, que resultan igualmente amenazados y agredidos. Por todo ello, entre las dos decenas de miles de rebeldes armados, no más del 20 % de ellos pueden en estos momentos utilizar eficazmente esta forma de lucha defensiva.   

Estos enemigos irregulares urbanos se protegen extendiendo sus posiciones defensivas más allá de lo necesario en una defensa convencional, cubriendo así una mayor superficie ocupada. En la zona de defensa establecen puntos de retardo, más o menos reforzados. Éstos protegen las posiciones más críticas de la zona, incorporan al rechazo los edificios con estructura de acero, especialmente resistentes, y forman trampas de fuego para el enemigo que irrumpe. Aunque pocos edificios de esa clase existen en el estrujado y maltratado Hamastán. Los nidos de resistencia tienen en la zona de Gaza más importancia, dado que: la ocupación de la zona de defensa es más tenue, las posiciones no pueden fortificarse demasiado para no destacarlas al Tsahal, las vistas son más cortas y existen numerosas vías de aproximación. Dependen de los puntos de retardo y a ellos se repliegan si son invadidos o destruidos. Existen numerosas posiciones alternativas o de recambio, más de lo habitual en esta forma de lucha. Esto permite engañar al Tsahal sobre el límite anterior de la posición de defensa, su verdadera extensión, los límites de los sectores que la forman, el interés del mando rebelde de la zona en cuanto a su defensa y dispersar el fuego pesado aéreo y terrestre del atacante. En los bordes de las zonas urbanas no establecen esas posiciones fijas. Aquéllos son ocupados por avanzadas de combate cuya misión es recibir a los posibles exploradores u observadores civiles, prevenir sorpresas y engañar sobre el trazado de la zona defensiva. Los ocupantes de las avanzadas de combate, distribuidos en parejas de centinelas y alguna patrulla móvil muy pequeña, se repliegan en su momento hacia los puntos de retardo más interiores.

Estas “fortalezas” urbanas de Hamás son difusas, ocultas y aún imperceptibles para los extraños. En muy pocas horas se ocupan y se refuerzan las obras previas. Sus vías de comunicación protegidas necesitan más tiempo de trabajo, pero también son menos evidentes. Hay que entrar en las casas para detectar paredes perforadas y encontrar pasadizos bajo un mueble o una alfombra. Sus posiciones de fuego no son complejas. Necesitan unos sectores de tiro entrecruzados, una protección inmediata contra la irrupción enemiga en masa o de comandos, unas cubiertas contra el fuego pesado normal y un ocultamiento suficiente, que las encubra de las vistas desde las posiciones enemigas probables sucesivas y sus avenidas de aproximación. Los obstáculos y las minas, incluso falsos en cierto porcentaje y siempre a distancia para no delatarlas, servirán para romper el ataque enemigo y para brindarles blancos más estáticos, por ejemplo para los morteros, que deberán tener registrado su fuego. La propia destrucción que genera el amplio soporte no preciso por el fuego pesado del Tsahal, refuerza las posiciones de combate rebeldes, rodeándolas de cascotes que dividen y dificultan los accesos israelíes, salvo cuando son alcanzadas por un impacto directo. Para operar esta estructura defensiva los milicianos tienen preparados numerosos y estrechos túneles, trincheras de arrastre y boquetes en tapias y paredes interiores de los edificios. De tal manera que, ocultos de las vistas, les permitan ocupar las posiciones de combate y de observación deseadas, defenderlas más o menos tiempo o no, trasladarse entre ellas y reforzar las más amenazadas o presionadas.

Los milicianos de Hamás van a procurar alcanzar desde el frente, con tiradores aislados o en parejas, preferiblemente armados con el fusil de precisión SVD, a enemigos individuales y a pequeños grupos y atacar de flanco o de  revés a las unidades enemigas que se internan en su zona defensiva, que ya están disgregadas en pelotones o escuadras con uno o dos vehículos blindados de apoyo de fuego. Aquellas comunicaciones preparadas citadas les permiten aparecer, siempre en pequeño número, detrás o al lado de esas unidades, mientras se detienen, se reagrupan, piden o reciben instrucciones, o deciden por dónde avanzar. Y erosionarlas, causándoles algunas bajas. Por ejemplo, desde un sótano o un piso, por un hueco irregular en una tapia, debajo de un vehículo aparcado o destruido, donde emerge un estrecho túnel con la boca cubierta y disimulada. En esas posiciones lanzan algún cohete RPG-7V o varias ráfagas cortas, siempre apuntando, de la ametralladora ligera RPK de cargador largo o la obsoleta, pero omnipresente entre las guerrillas, RPD de cinta. Los patios interiores de las casas les sirven para colocar los morteros, que constituyen su único “fuego pesado” de combate, protegidos desde una posición de infantería. Los dispararán con los ángulos máximos sobre las concentraciones militares abundantes, recrecidas y siempre excesivas. El mortero habitual es el ruso de 82 mm. moderno M-1937. Unas posiciones semejantes, protegidas por el entorno de las casas y los patios interiores, rodeadas de habitantes inocentes e inermes, son los que utilizan para lanzar tercamente sus cohetes de vuelo libre, los Kassam y los iraníes, más modernos y con más alcance y que reciben desmontados, sobre las poblaciones israelíes cercanas al norte de la franja de Gaza.

Aquí que los israelíes presenten tres veces más hombres (en medios la proporción debe ser de 20 a 1) no les favorece ni les facilita la labor. Sino que le brinda al acosado defensor más blancos para poder emplear su exiguo poder de fuego. Sobre todo porque, en un momento dado, es pequeña la proporción de atacantes que están poniendo en apuros verdaderos a los defensores.  

El momento crucial para la defensa ocurrirá cuando el jefe del sector decida evacuarlo, tras haber detenido a las fuerzas terrestres del Tsahal por algún tiempo. Procurando causarle las pérdidas más elevadas posibles. Pero sin exponerse excesivamente: a una lucha a las distancias cortas con fuerzas mejor entrenadas y equipadas, a ser desbordado, o a perder su libertad de acción. Esto va ligado inexorablemente a la cesión de espacio a los israelíes. Para ello se sustraen los islamistas, en un momento oportuno, por ejemplo, en la noche o en una tregua, al ataque directo de su enemigo. No a su bombardeo o cañoneo extensivo, que siempre es impreciso y costoso. Los milicianos de Hamás tienen suficientes túneles de salida dirigidos hacia edificios no muy cercanos (muchas veces oficiales e incluso respetables (mezquitas), oficinas, empresas, algunas viviendas) o cauces secos (wadis), matorrales, poco evidentes, en el escaso despoblado de Gaza. Desde donde se puedan dispersar por la superficie, en muy pequeños grupos, hacia posiciones amigas de acogida, en los primeros momentos. La protección de la evacuación es vital y las dos entradas de estos túneles, en ambos sentidos, están cubiertas siempre por nidos de resistencia, que llevan a cabo una defensa rígida en el tiempo.

Algunas conclusiones tácticas y operativas para esta lucha de defensa.

La defensa terrestre de Gaza es muy difícil de sostener en el tiempo. La franja carece de espacio geográfico para poder establecer una defensa flexible escalonada en profundidad. Esto es necesario para darle potencia, solidez, continuidad y apoyo a la lucha de rechazo.

Por otra parte, el abastecimiento externo de armas, municiones y equipo militar a Hamás está estrangulado por Israel. Que ha bombardeado con precisión la zona de túneles de comunicación en torno a Rafah, al sur de la franja, que cruzaban subrepticiamente la frontera con Egipto. Para garantizar el sellado de ésta, el Tsahal ha establecido, al menos, dos “cerrojos” ocupados con infantería mecanizada y tanques, en torno a Netzarim y Tel Katifa y transversalmente en la franja, que impiden prácticamente el tránsito (tráfico es mercadeo) de equipamiento militar procedente de Egipto.

La estructura “militar” de Hamás se asienta socialmente en los clanes locales palestinos. Su unidad táctica superior suele ser un “batallón” reforzado de alrededor de medio millar de hombres, por darle un “nombre” práctico. En sus unidades escogidas, Hamás procura que la formación, el entrenamiento y el equipamiento de los infantes sean homogéneos. El mutuo apoyo de los sectores de la defensa durante un ataque israelí, es así difícil y precario. Es más difícil aún realizar contraataques, que no contrachoques sectoriales, sobre las penetraciones terrestres israelíes contra la franja de Gaza.

Aquéllas atacarán siguiendo 2 o 3 direcciones diferentes y convergentes. Buscando dispersar el fuego de rechazo palestino, perturbar la conducción de la defensa por su mando y romper la coherencia y consistencia del conjunto de la posición. Con un primer asalto, lo más inesperado posible, sobre el borde de las poblaciones, para conseguir unas posiciones de partida y apoyo ya en su interior. Para continuar luego su difícil trabajo de avance y limpieza sistemático. Hay dos brigadas israelíes imprescindibles en esta operación: la Givati y la Golani. La primera cuenta con pequeñas unidades entrenadas para el ataque con objetivo limitado en zonas urbanas. La Golani es famosa por su lucha contra los tanques sirios en la guerra del Yom Kipur de 1973, bloqueando el paso de aquéllos a través de los Altos del Golán, que hubiera supuesto la irrupción enemiga en las llanuras de Galilea, y formando parte de una fuerza táctica de armas combinadas del Tsahal. La Golani cuenta con 4 o 5 batallones bien entrenados para la guerra urbana, en campos de entrenamiento muy similares a las poblaciones palestinas.

Hamás, en su lucha desesperada, va a buscar la grave erosión enemiga, Israel es muy sensible a la pérdida de hombres, en los numerosos microcombates aislados que ocurrirán durante la irrupción y el avance israelíes. Pero sin poder dar una trascendencia táctica, ni mucho menos operativa, a su esfuerzo militar.

Lo mejor que puede hacer Hamás ahora es abandonar este combate numantino, sin esperanza militar. En aras de proteger a su pueblo y prepararse para otra mejor ocasión. Donde, su «esfuerzo de sangre en la senda de Allah», éste es el sentido de la “yihad” militar, sea más productivo tanto táctica como operativamente. Por otro lado, si Hamás consigue no perder este combate asimétrico, las posibilidades de supervivencia de un gobierno de al-Fatah (Abu Mazen) habrán disminuido muchísimo, y también en Cisjordania. Ésta puede ser la baza política que Hamás está jugando, mientras camina temerariamente por el afilado borde de una navaja.       


              

OPERACIONES EN AFGANISTÁN Y PAKISTÁN. Segunda Parte.

Publicamos la Segunda Parte de las «operaciones en Afganistán y Pakistán».

Particularidades socio antropológicas de las tribus pashtunes.

Las relaciones internas de los grupos, familias y grupos de familias locales y clanes, se caracterizan por incorporar a ellas ciertos ritos, preceptos, actitudes y tabúes. Éstos recogen, valoran y cuantifican sus necesidades vitales, sus emociones primarias y sus creencias. La religión musulmana es seguida rigurosamente en la amplia zona que tratamos. Son todos de la rama sunní, que acepta al Corán y a la Sunna del Profeta, sus hechos y dichos (hadices), debidamente recogidos por los discípulos, como las fuentes ortodoxas de la revelación de Allah a los hombres. Las diferencias residen en el rigor con el que se examinan y aceptan las fuentes de la Sunna. Esta asunción forma parte de la inculturación, afirmación y cohesión sociales de estos grupos.
Estas sociedades aceptan y se rigen a través de una autoridad, más o menos respetada y obedecida. Cuanto más se perfeccione y avance hacia el exterior la sociedad, el poder de esta autoridad se afianzará y crecerá y se extenderá en ámbitos de influencia. Cuanto más pequeño y aislado sea el grupo, el poder de la autoridad será más moderadora e integradora, actuando como un primero entre los “iguales”. En estos casos últimos, la reunión de los miembros activos (hombres, cazadores) del clan en asambleas, jurgas, etc., tienen valor supremo y es sancionador de las conductas desviadas o disolventes para el grupo. Evidentemente en estos consejos locales, el prestigio y el poder de cada individuo miembro cuentan, y en ellos unos son más “iguales” que otros. Esos jefes locales o Maliks son como negociadores privilegiados con los distintos gobiernos, que gozan de una autoridad personal más que institucional, y cuyos acuerdos pueden ser ignorados por los varones adultos, si no están revalidados por sus asambleas.
Su código de costumbres y honor es el Pashtunwali, que establece al individuo ciertos derechos y exige de él ciertos deberes sociales, hacia la familia, el clan y la tribu. Las disputas básicas sobre mujeres, oro o dinero válido y tierras están en el origen de las enemistades sostenidas en estas tribus. Y que deben ser mantenidas hasta vengar la afrenta percibida. La propia fragilidad y debilidad de la sociedad exige la aparición de los valores protectores. Éstos podrían ser la hospitalidad, la lealtad, la amistad, el desprecio a los foráneos, la venganza de ultrajes y daños, el honor individual y colectivo. Cada uno de ellos protege y engrandece en alguna medida o matiz al pequeño conjunto humano. Como veremos las relaciones son interpersonales, en los ámbitos de la familia, el clan y la región. Se proyectan por la oportunidad, la cercanía, el intercambio de bienes y la relación. Y se afianzan con la lealtad, el respeto a las normas aceptadas y el tiempo de trato. Y en función de la acumulación de estos actos elementales sucesivos. Un extraño puede así aspirar a su integración, a título particular humano. Y no por la calidad y la trascendencia de su categoría o puesto institucional.
La hospitalidad lleva implícita la reciprocidad, cuando uno viaja, está solo y no es agresivo. Esto a veces se perfecciona con la dotación de una escolta al viajero por zonas inseguras. La violación de esta “escolta” por un ataque supone una grave afrenta para el clan que la proveyó. La lealtad entre los miembros del colectivo, por muy lábil que sea a veces, cohesiona al grupo. El honor infla la autoestima y la apariencia ante propios y extraños. La venganza, en ausencia de verdadera justicia, busca castigo y luego reparación de los daños y afrentas reales o percibidos. El desprecio a los foráneos, no adornados de buenas cualidades o amenazadores para el grupo, busca impedirles a priori su integración en él, como una forma de defensa pasiva. La amistad estrecha los lazos con los iguales y el grupo. Si alguien se integra en estos grupos elementales, es objeto de lealtad y amistad a título personal. Esos valores se incrementarían por su actuación, maneras y comportamiento personal. Sería el caso de un jefe de fuerzas nativas, aceptadas por ellos por la paga, el honor y el status que brindan y proyectan sobre los clanes regionales. La aceptación no es con el cargo, sino con la persona.
Otra característica de la organización social de estas tribus fronterizas semiindependientes es que impulsan una relativa endogamia. Con ella buscan aislar, proteger, mantener o fomentar su idiosincrasia, su influencia y su patrimonio. Pero, sin que sea biológicamente perjudicial su uso. Como sería entre los miembros de una misma familia o clan pequeño o cercano. En efecto, los matrimonios no sólo suponen y conllevan intercambios de individuos entre las familias de los contrayentes. Producen también intercambios y flujos de regalos, visitas, relaciones y parcelas de poder. En unas sociedades poco evolucionadas y residentes en un medio difícil y, a veces, rodeadas temporalmente de hostiles, las relaciones matrimoniales producen un “ingreso”, unos aumentos de posiciones sociales, influencias y bienes, que son muy apreciados por aquéllas.

¿Cómo se debe afrontar el acercamiento hacia las tribus fronterizas y fomentar su pacificación? De manera que aíslen y expulsen a los elementos violentos radicales. Y que asuman unos lazos más duraderos y fuertes con las autoridades centrales de los dos países implicados.

Los pueblos montañeses son numerosos, pequeños y diseminados por ambas zonas de la frontera común. En ellos se pueden camuflar un pequeño grupo de talibanes “regulares”, a la espera de que pase de largo una creciente militar. Aparte, los talibanes gozan de un sistema complicado de cuevas naturales en varios niveles, reforzado por túneles de comunicación, dotados de zonas ampliadas para la espera y el almacenaje de bienes de todas clases. Este sistema es utilizado para facilitar el tránsito entre uno y otro país, sin tener que utilizar los pasos fronterizos o desfiladeros más habituales y conocidos, como “etapas” del trayecto completo. Y como refugio temporal cuando los aliados llevan a cabo operaciones de búsqueda de rebeldes o de represalia, sobre zonas pashtunes donde han sido más activos. Los talibanes son de la etnia pashtun. Sólo los distinguen de las tribus locales su mayor proselitismo religioso y su actividad militar. Parte de los lugareños con los que se encuentran los soldados en sus patrullas y registros, son talibanes “a tiempo parcial” y simpatizantes. Dos o tres hombres de un grupo de nativos que transitan por un camino rural, pueden ser una escuadra de talibanes moviéndose de un lado a otro.
Para vigilar ambos lados de la frontera, lo mejor es emplear en cada localización las fuerzas del lado propio. Aquí se puede explotar un atavismo que subsiste en todas las colectividades. Y que está aherrojado por la educación cívica y moral en las naciones llamadas cultas. Y que es el egoísmo, como fruto primigenio de la necesidad de defensa y de la escasez crónica de recursos originales. Que genera en las sociedades más primitivas una desconfianza hacia el vecino, que es apreciado colectivamente, ¡ojo!, como un competidor y un probable enemigo. Los talibanes son en Pakistán, extranjeros y empeñados en una guerra foránea. Aparte de la radicalidad absorbente y exclusivista de su interpretación del Islam sunní. Siguiendo las pautas generales citadas es fácil y simple, aunque laborioso y necesariamente progresivo, conseguir que los pashtunes pakistaníes impermeabilicen sus tierras a los talibanes. Evitando así la propagación de su doctrina y métodos. Y la extensión hacia el oeste del Indo de sus refugios operativos, que impedirán siempre su posible erradicación de Afganistán.
Las operaciones militares en las guerras modernas (de tercera generación) exigen detectar lo más rápida y precisamente a un enemigo mecanizado, a lo largo de todo su despliegue, hasta sus reservas. Luego se le ataca por el fuego terrestre, aéreo e incluso de cohetes tácticos. Aquí el enemigo es elusivo, disperso, peor armado, mal entrenado, indisciplinado. Pero es nativo, es resistente y parco, se esconde y camufla con facilidad, es un depredador nato, no defiende generalmente sus posiciones. Las operaciones de las unidades y grandes unidades militares dejan escapar por infinidad de “intersticios” tácticos a los grupúsculos guerrilleros, en los que se puede dividir una unidad rebelde acosada. Es necesario actuar a su nivel socio militar micro táctico y con cercanía. Al “enjambre” difuso, tenue, pero omnipresente de los talibanes es necesario interponer un “enjambre” cívico militar. Formado por elementos voluntarios, más capacitados, profesionales y entrenados que los guerrilleros.
Es necesario crear pequeñas “unidades de acción”, para actuaciones “socio militarescombinadas. Que sean capaces de alcanzar el habitat de los talibanes y expulsarlos de él, progresiva y firmemente. Interponiéndose entre ellos y las tribus, que son el habitat real de los terroristas y rebeldes. Unidades que, en su modelo básico o standard, estarían formadas por un pelotón de fuerzas ligeras locales leales entrenadas, un pelotón de infantes profesionales foráneos y un grupo de técnicos civiles de fomento y educación con material adecuado. Su logística y su apoyo estarán basados en unidades y fuerzas helitransportadas, controladas centralizadamente desde 2 o 3 bases operativas. Y complementadas por columnas móviles en vehículos o de caballería, formando una red de patrullas de apoyo por cada región.
Una vez asentadas esas pequeñas unidades flexibles, pueden acudir fuerzas mayores y brigadas de trabajo y de enseñanza, para ir guarnicionando la zona y para impulsar su mejora social. Hace falta contar con dinero para comprar la voluntad de colaboradores y simpatizantes. Esto puede hacerse facilitándoles trabajo y distinción social. Y para realizar los planes de desarrollo necesarios.
Erradicar los cultivos de opio puede ser un fin estratégico en sí mismo para los militares occidentales. Y hay que valorar muy bien su oportunidad y posibilidad en cada pequeña zona. Hay que ofrecer a los nativos una alternativa de paz, progreso y bienestar, dentro de sus creencias y maneras, para que segreguen a los talibanes. 

 

OPERACIONES EN AFGANISTÁN Y PAKISTÁN.

¿Cómo desarrollan los ejércitos occidentales y del Pakistán sus operaciones militares contra los talibanes y al-Qaida? La instrucción, el uso omnipresente del apoyo del fuego pesado y la mentalidad de los grandes ejércitos modernos, ¿facilitan las operaciones militares contra rebeldes indómitos fanatizados en sus tierras? ¿Cuál es la idiosincrasia de los 40 millones de pashtunes que viven en los territorios infestados por aquéllos? ¿Cómo es el Pashtunwali o código de honor de sus tribus? ¿Cómo podría combatirse mejor la presencia, no existe su dominio perfecto, de los rebeldes y terroristas en la amplia zona a ambos lados de la “Frontera del Noroeste” afgano pakistaní?

PRIMERA PARTE

La situación socio militar actual en Afganistán y Pakistán.

Los talibanes y al-Qaida forman dos movimientos organizados verticalmente y desde abajo a arriba. La cercanía ideológica y geográfica les permite colaborar tácticamente. Su estructura hace que sus células no sepan exactamente cuáles son los jefes superiores. Sólo saben dónde tienen que ir para recibir apoyo o para enviar o recibir información o para comunicarse con otra célula “pareja”. Las direcciones de estos movimientos actúan por excepción, no por presencia o por acción deliberada. Esto les permite operar bastante bien, sin la intervención de sus altos mandos. La muerte del mulá Omar y dos o tres jefes más en un bombardeo americano, afectaría poco a su efectividad, a sus niveles actuales de actuación militar irregular. El “martirio” de los antedichos o de Bin Laden o de su “consejero delegado” al-Zawahiri sería casi de igual importancia como lo es su existencia.
La clave operativa de los talibanes reside en sus innumerables jefecillos locales, con sus pequeñas bandas de guerrilleros. Ellos son los responsables de intimidar, aleccionar, asustar, atacar y ocupar más o menos temporalmente algunos de los numerosos poblados y caseríos. Según el grado de presión que deban ejercer sobre los lugareños para que les informen, les escondan y les ayuden. Evidentemente su elemental grado de desarrollo operativo mantiene al movimiento a la defensiva. Sin poder disputar a ninguno de los ejércitos presentes en esas áreas ningún territorio o pueblo. Sin poder realizar otras acciones más allá de las emboscadas, los ataques a las muy pequeñas unidades enemigas aisladas, el hostigamiento por el fuego a media distancia, el secuestro, incursiones aisladas de corta duración y el minado de caminos y veredas. Concentrados ideológicamente en la conversión a su movimiento, a sus células semi nómadas, de los pashtunes más afines o cercanos. En un grado menor y menos extenso, actúan las células de al-Qaida de Afganistán y Pakistán.
Su procedimiento usual para atacar una posición débilmente defendida o sin ánimos de luchar es éste: bombardean de madrugada con fuego pesado de lanzacohetes fijos, luego se acercan para emplear los morteros, por fin, el asalto lo realizan varias escuadras independientes que convergen, avanzando y disparando ráfagas de AK y ametralladora RPD o PK y lanzagranadas RPG y RL. 
Afganistán casi carece de carreteras asfaltadas: hay sólo dos. La más importante se da una vuelta redonda por todo el país, uniendo las principales poblaciones, Kabul, Kandahar, Herat, etc. Es como una gigantesca M-30 madrileña y le llaman Ring Road. Luego está la North-South Road, que sigue este recorrido, al este del país. No son gran cosa. Las capas de asfalto tienen entre uno y dos dedos de espesor; los calores las ablandan y se forman baches y burbujas fácilmente. Pero, debajo de una protuberancia puede esconderse un artefacto explosivo. Hay que recorrerlas despacio, mirando al suelo y oteando el horizonte, buscando observadores al descuido, no muy lejanos. Los talibanes tienen la costumbre de grabar en video las emboscadas, para colgarlos en Internet. No suelen usar activadores de cables; éstos son caros y pesan, y los rebeldes están en zonas aisladas y la logística es débil y complicada. Los artefactos se activan por la presión del vehículo o por un emisor de frecuencia y alcance dados; hasta sirve un dispositivo de apertura de puertas. Con los inhibidores de frecuencia, los militares intentan contrarrestar las ondas de radio de las frecuencias probables en la zona. Siendo los emisores más caros y complicados, cuanto más alcance, potencia y gama de frecuencias usen. Es el juego del gato y el ratón. El problema es que reciban los guerrilleros de un área, un emisor activador que use una frecuencia imprevista.
En cuanto al ataque por el fuego de armas ligeras y medias, los guerrilleros no se acercan demasiado. Son gentes menos entrenadas y equipadas que los militares profesionales. Actúan hostigando al bulto. Sus armas más frecuentes, los AK en sus variantes 47 y M no son precisas más allá de los 150-175 m., en tiro filante. El fuego de morteros resulta impreciso y esquivable contra una patrulla montada. Sin embargo, para los civiles y para el tránsito de vehículos y mercancías estas técnicas de ataque son suficientes y eficaces. El arma más temida y eficaz de los talibanes es el iluminado fanático suicida. Que busca como pasaporte al Jardín de las Huríes (ojo, no es un premio eterno), el llevarse consigo el mayor número de enemigos muertos y mutilados. Pero el atacante podrá ser un loco religioso, pero no es un tonto. Los suicidas no atacan las posiciones militares preparadas. Dotadas en su perímetro defensivo de complicadas alambradas, fosos, paredes, espacios entre obstáculos, alarmas, deflectores de explosiones. Porque saben que la explosión se disipará en el aire y que no le dejarán acercarse a las garitas, porque ya están esperándole. Las armas principales del suicida no son su cinturón o chaleco explosivo, son la sorpresa, la libertad de acción y la iniciativa.   
Las unidades de los ejércitos aliados (en Afganistán) o del Pakistán actúan mediante batallones y regimientos. Con las fuerzas de un batallón intentan barrer en una dirección una zona, en cuyo límite opuesto han desplegado un cerrojo. Con un regimiento suelen intentar una operación de cerco y aniquilación en una zona dada. Son quizás demasiadas fuerzas. Tienen los guerrilleros montañeses un arma natural de la que carecen los soldados entrenados a “nuestro modo”: la paciencia y la sobriedad. En Vietnam se subían aisladamente a los árboles, y esperaban callada y quietamente a que pasaran los soldados que peinaban la zona operativa. Cubriendo debidamente de barro la techumbre de una choza afgana, se impide la observación de su interior por los artilugios de visión térmica en aparatos aéreos, tripulados o no. Y no diremos más…
En 2002 los pakistaníes comenzaron a enviar tropas al Waziristán y otras zonas pashtunes, hasta alcanzar progresivamente los 80 mil hombres desplegados allí. En sus operaciones destruyeron campos de entrenamiento talibán y capturaron muchos jefes terroristas. Pero sus tácticas y técnicas de guerra regular, les enajenaron la simpatía o la neutralidad, según los casos, de las tribus, ya que se producían muy fácilmente víctimas civiles inocentes con ellas. Finalmente, en el otoño de 2005 el Gobierno llegó a un acuerdo con los jefes de tribu, retirándose de la zona. Fue un conflicto de baja intensidad: en los 2 últimos años murieron 700 militares. El problema fue que se vió claramente que los militares no podían dominar las áreas pashtunes y limpiarlas de terroristas. Desde entonces, las incursiones de represalia son esporádicas y puntuales, sobre un objetivo detectado y dado, que no siempre es real o es conseguido o destruido.  

El espacio geográfico de las tribus pashtunes (afganas y pakistaníes).

Desde Pakistán, mirando desde el Punjab (o “la tierra de los cinco ríos”) en dirección a Afganistán, aparece el gran cauce del río Indo. Éste actúa de frontera geográfica con las tierras pashtunes, formando un enorme foso natural, que nunca detuvo sus correrías. A continuación aparece una irregular mezcolanza de llanuras y estribaciones montañosas, en unos terrenos que resultan fértiles cuando pueden ser regados, modelados por las primeras alturas de la gran cadena montañosa Sulimán. Más allá coronan las grandes montañas. Hacia el norte, formando zonas de nieves perpetuas, hay pastos de tipo alpino y bosques de alturas, hasta alcanzar las estribaciones del imponente macizo Hindu Kush. Hacia el sur, se extienden las más  bajas montañas del Waziristán, en las que aparecen afloraciones rocosas a más de 3 mil m. de altitud. Que descienden hacia al sur en estribaciones cubiertas de malezas y quebradas, hasta la desolación de las zonas de Zheb y Mekran, ya junto al océano Índico, en plena zona del Baluchistán.
Estas alturas intrincadas proveen una muralla que impide las invasiones masivas desde uno u otro sentido de ellas, con tal de que los pasos o desfiladeros sean dominados. El más famoso aún hoy en día es el de Khiber, ya que abre el camino entre Kabul y Peshawar.
En el Baluchistán viven tribus de etnia baluchi, braui y pashtún (al norte). En las regiones de Waziristán del Sur y del Norte están más concentrados los pashtunes, formando un verdadero Pashtunistán pakistaní. Dentro de la gran etnia pashtún, los mahsuds (éstos especialmente proclives a romper los acuerdos y pactos) están en la zona central de Waziristán, los wasirs y los afridis viven en la zona de Tirah y los mohmands, al norte de Tirah. La zona del Chitral, al norte de la frontera, la forman los distritos de Bajaur, Dhir y Swat. Son los «waziristanes» los más problemáticos, independientes y levantiscos. Sus tierras son pobres y broncas, en las cuales apenas encuentran un sustento elemental. Antiguamente, hasta el primer tercio del pasado siglo, solían descender de vez en cuando en correrías armadas hasta el valle del Indo. Para obtener bienes de valor, monturas, joyas, mujeres foráneas, atacando y esquilmando a sus habitantes, de raza y de religión hindú y, por tanto, infieles. Más al sureste de las tierras de estas tribus, sin llegar aún al valle del Indo, están las tierras también montañosas de los khattaks, los bangashis y los yusufzais, todos también pashtunes. Estas tribus produjeron “cipayos” de primera clase en las unidades semi irregulares de los británicos en estas zonas, hasta mediados del siglo XX.
Las alturas afganas en torno a la frontera de Pakistán son la otra gran vertiente oeste de las cadenas montañosas citadas, coronadas al norte del país por el gran Hindu Kush. La ausencia de expedicionarios europeos del lado afgano (Afganistán fue un país independiente frente a rusos y británicos), hace que sean menos estudiadas y muy poco conocidas por los no especialistas.
En Afganistán, los pashtunes se sitúan al este y sureste, alcanzando un 35% de la población y alrededor de 12,5 millones de personas. Otras etnias importantes en Afganistán son los uzbecos (10%) y los tayikos (25%), que viven al norte del país, limítrofe con las repúblicas independientes de Tayikistán y Uzbekistán. En el centro viven los hazaras (20% de la población), relacionados con los persas y en el sur están los baluchis (10%), relacionados, a su vez, con las tribus del Baluchistán pakistaní. El flujo de afganos, especialmente pashtunes, hacia Pakistán o de vuelta a casa, cuando las condiciones militares en ella se suavizan, hace que las cifras, a falta desde hace decenios de un censo oficial, sean variables e imprecisas.
En Pakistán hay 4 grandes etnias: los pashtunes, los punjabis, los sindhi y los baluchis. Precisamente el país está dividido actualmente en cuatro grandes provincias: Punjab, Sind, Baluchistán y la Frontera del Noroeste, cada una formada por numerosos distritos administrativos. Existe una zona de tribus autónomas, que discurre entre aquella última y la frontera con Afganistán y que es regida por la autoridad central federal. La zona tribal cuenta con 7 agencias tribales y 6 pequeños distritos. Los individuos de etnia pashtún son unos 25 millones en el país. 
Tras la independencia de Pakistán en 1947, surgió la disputa con Afganistán por la posesión de las amplias zonas fronterizas tribales, que buscaba la salida al mar de Afganistán. Ambos países casi llegaron al conflicto armado, hasta que en 1963 firmaron un acuerdo de determinación de fronteras. Se ratificaron en él las fronteras vigentes durante el dominio británico. Y Afganistán quedó como un país interior, sin acceso a las vías marítimas.

OPERACIONES MILITARES EN AFGANISTÁN Y PAKISTÁN.

Anunciamos la publicación en unos días del artículo Operaciones Militares en Afganistán y Pakistán.

Este artículo trata sobre cómo se están desarrollando las operaciones militares contra los talibán y las bandas semiautónomas de Al-Qaida en esos dos países.

Pero en Operaciones Militares en Afganistán y Pakistán vamos más allá. Se analiza también la idiosincrasia y la cultura de las tribus pashtunes (o patanes, que suena peor) que viven en las zonas limítrofes de la frontera común entre Pakistán y Afganistán. Se describe su geografía pobre e inhóspita que determina también, junto con un Islam sencillo, pero rígido, aquellas citadas.

Y se describe una aproximación a la lucha eficaz contrainsurgente en ambos países. A cargo de unidades mixtas de fuerzas militares foráneas y nacionales, capaces de luchar con las numerosas, débiles, escurridizas y siempre presentes bandas rebeldes de los talibán y Al-Qaida en la lejana FRONTERA DEL NOROESTE. Como llamaron los británicos a estas tierras indómitas, duras, sobrias y guerreras.

El artículo Operaciones Militares en Afganistán y Pakistán ya lo tenemos publicado en Inglés.  

LA BATALLA DE LAS ARDENAS.

La Intervención del 3er. ejército de Patton en la Batalla de las Ardenas en el Invierno de1944, contra la penetración alemana en el frente del VIII cuerpo de ejército estadounidense. 
 

La Batalla de las Ardenas es un Ejemplo del Empleo Operativo del Ritmo o Rapidez Eficaz con la que se Ejecutan las Operaciones. En él aparecen resaltadas determinadas cualidades de una gran fuerza móvil. Que le van permitir superar con éxito las elevadas exigencias operativas que se le piden. Nos fijaremos principalmente en los procesos mentales, en las características organizativas de la gran unidad, junto con su veteranía, que le hicieron posible reaccionar rápida y contundentemente a una exigencia muy difícil.

Comienzan los problemas aliados.

El 16 de diciembre de 1944, Patton estaba manteniendo su 10ª división blindada en el pueblo de Thonville, dispuesta a explotar su ataque en Saarlautern, población sobre el río Sarre. Entonces, cuando todo estaba listo, Eisenhower le ordenó a Patton la suspensión de la ofensiva del 3er. ejército americano en el territorio del Sarre, prevista para el día 19.
Los acontecimientos en el frente del VIII cuerpo de ejército norteamericano en las Ardenas, habían cogido de improviso, no sólo a Eisenhower, sino también a Bradley, jefe del 12º grupo de ejércitos americano donde se encuadraba el citado cuerpo. Y a Montgomery, comandante en jefe de las fuerzas inglesas, que operaban en el extremo norte del teatro de operaciones europeo.

¿Cómo actuó la inteligencia aliada ante la aparición y el desarrollo de la amenaza alemana contra su frente?

Preparándose para su ofensiva en el Sarre, el coronel Koch y su sección G-2 del 3er. ejército, no se habían limitado al estudio de la situación del enemigo en su propio frente. Desde el mes de octubre se estaban preocupando con las evidencias cada vez más numerosas y claras de que los alemanes estaban acumulando reservas en el frente del 1er. ejército norteamericano. Entre ellas se identificaron a divisiones panzer, divisiones de infantería mecanizada y divisiones de paracaidistas, todas unidades de élite y no simples divisiones corrientes y molientes de retaguardia o de guarnición.
El misterio era, ¿para qué?
¿Se trataba de contraatacar en el área de Aachen, donde el 1er. ejército del teniente general T. G. Courtney Hodges estaba atacando? ¿Estaban destinadas a un ataque de desgaste contra el flanco norte del 3er. ejército, cuando éste penetrara más allá del Sarre?
Si no iban a ser usadas contra ninguno de estos ejes de avance norteamericanos sobre el Reich alemán, ¿dónde se suponía que lo serían? ¿Cuál era la explicación del elevado tránsito (tráfico es mercadeo) ferroviario enemigo a ambos lados del Rin?
Al norte del 3er. ejército, en las Ardenas, el VIII cuerpo del general Middleton estaba manteniendo un frente de 120 Kms, entre Monschau y Echternach. El general Middleton contaba con casi cinco divisiones de infantería, dos de las cuales aún no habían entrado en combate y dos que habían sido severamente castigadas en los recientes combates del 1er. ejército en el bosque de Hürtgen.
Cuanto más el coronel Oscar W. Koch pensaba en ello, menos le gustaba la situación que se presentaba frente al flanco norte de su ejército. Llamado la “chispa” del 3er. ejército, Patton siempre tenía en el cuarto de guerra (war room) de Koch, cuáles eran las distintas probabilidades en las estimaciones de una situación. Y en el campo puro de la inteligencia, el general contaba con uno de los más penetrantes y brillantes cerebros de las secciones G-2 y S-2 de los EE.MM. y de las planas mayores del US Army.
En una reunión de mandos y del EE.MM. del 3er. ejército, el 9 de diciembre, Koch presentó la situación. En el frente del VIII cuerpo había 2,5 veces el número de divisiones enemigas que se enfrentaban contra todo el 3er. ejército de Patton y 3,5 veces el número de las que se enfrentaban contra el 7º ejército norteamericano del general Patch, en el flanco sur del 3er. ejército. El enemigo contaba con una fuerza aérea descansada y reequipada, capaz de poner en el aire a un millar de aparatos durante un período limitado de tiempo. El terreno del frente del VIII cuerpo, continuó Koch, no era desfavorable para el desarrollo de operaciones ofensivas enemigas: ninguna de las corrientes de agua que lo cruzaban constituían obstáculos importantes al tránsito, el terreno ofrecía abundantes cubiertas y los norteamericanos no mantenían en aquél posiciones defensivas organizadas.
En general en Europa, con los medios anfibios y las compuertas de vadeo, el principal obstáculo al tránsito militar moderno de unidades motorizadas lo ofrecerán las márgenes de dichas corrientes de agua. Hay que considerar la pendiente de ambas orillas y las características de resistencia, adherencia, consistencia, etc. de ellas y de sus terrenos de aproximación inmediata. Se supone que el enemigo, preparado para el rechazo operativo, controla o ha destruido los puentes que las cruzan, por ser estrangulamientos evidentes de la red viaria terrestre.
El coronel Koch resumió diciendo que el enemigo tenía una amplia ventaja numérica en el sector de las Ardenas, que había logrado gradual y continuamente, y que, en su opinión, un ataque secundario contra el área en cuestión podría ser “un tiro en el brazo (amenazante) a los alemanes”. Ésta era una posibilidad que debía tenerse en cuenta.

Patton prepara sus planes alternativos.
El informe causó una honda impresión en los asistentes, entre los que estaba el brigadier Hobart R. Gay, jefe del EE.MM. del 3er. ejército, los jefes de sus cuerpos de ejércitos y algunos generales de división. En la discusión que siguió, se acordó que, aunque nada debía hacerse que pudiese perturbar la preparación del gran ataque del 3er. ejército sobre el Sarre del día 19, se debían de iniciar inmediatamente los planes para enfrentar la situación que se desarrollaría, si el enemigo efectuase un ataque contra el frente del VIII cuerpo norteamericano. Además, dichos planes no sólo tenían que considerar la protección del flanco norte del ejército, sino también la realización de un contrataque a cargo del mismo en la dirección norte.
Patton cerró la conferencia con estas palabras: “Estaremos en condiciones de enfrentarnos a lo que ocurra”. Patton, como Bradley, creía en asumir riesgos calculados. Pero Patton, a diferencia de Bradley, que era quien tenía la fama de sensato, prudente y meticuloso, estaba cubriendo sus apuestas. Resultaba, pues, injusto, superficial e incierto, declarar o pensar, basándose en el pergeño o en su comportamiento de divo, que Patton actuaba en general por presentimientos, corazonadas, conjeturas o a impulsos del momento.
Bueno, pero, ¿qué pasa?, ¿sólo Patton tenía un reconocimiento (reconnoissance) y una inteligencia competente en todo el US Army del teatro europeo?
Véamos los casos más significativos e involucrados del frente del oeste:
El coronel Benjamín “Monk” Dickson, G-2 del 1er. ejército norteamericano presentó en noviembre un memorandum al teniente general Courtney Hodges, comandante en jefe de ese ejército, en el que valoraba la situación en el frente con Alemania y estimaba que era imposible para los alemanes lanzar cualquier ataque operativo. Sin embargo, en diciembre, el coronel Dickson detectó una inusual alta moral en los prisioneros de guerra alemanes capturados por su 1er. ejército y la aparición de consignas como “para la Navidad, Aachen (donde los estadounidenses estaban atacando) será para el Fuhrer”. El coronel estimó que su valoración anterior debía revisarse y el día 10 emitió su “estimación de inteligencia” nº 37, en la cual afirmaba que en los próximos 15 días podía ocurrir cualquier cosa en dicho frente. Pero esta previsión no tuvo consecuencias prácticas. Hodges le pidió a Eisenhower que reforzara su ejército con el envío de otras 2 divisiones y esta petición no fue atendida.
Por otra parte, el brigadier Edward Sibert, G-2 del 12º grupo de ejércitos del general Bradley, estimó que el coronel Dickson estaba errado y que ninguna división debía ser enviada en apoyo del 1er. ejército. Además, simultáneamente, el inglés brigadier E. T. Williams, G-2 del grupo de ejércitos del mariscal Montgomery, afirmó que los alemanes eran incapaces de lanzar un ataque en esos momentos. Después de la ofensiva de las Ardenas, Williams pidió disculpas claramente, reconociendo “lo equivocado que estaba”. Sin embargo, el general Sibert calló y no comentó nada sobre su gran error de juicio, que se trasladó en definitiva a aumentar la falta de preparación aliada para el rechazo.

Los ambiciosos planes del Führer.

Adolfo Hitler estaba entonces muy disminuido física, emocional y mentalmente. Sus nervios estaban rotos desde la fallida conspiración para asesinarle en julio de ese año, mediante una bomba que explotó en su sala de reuniones, llena de altos jefes, y de la que salió milagrosamente vivo. Su situación física y anímica y el muy desfavorable curso de la guerra para Alemania le hacían especialmente proclive a ser presa de falsas ilusiones. Que siempre son más o menos fundamentadas, porque la expresión de una enajenación toma siempre formas y contenidos del entorno y la cultura reales. Probablemente percibiendo un nexo espiritual entre Federico el Grande, que siempre luchaba en desventaja global y aprovechándose de la posición central de Prusia en sus guerras, y él, Hitler le comentó a sus generales que él también iba a tomar la ofensiva y alcanzar éxitos memorables, a pesar de que su fortuna militar estaba en el más bajo nivel de toda la guerra.
En mayo de 1940 las divisiones panzer habían utilizado con gran éxito, a pesar de las reconocidas dificultades de transitabilidad, los terrenos de las Ardenas para iniciar la batalla de Francia. Hitler esperaba que podían hacer lo mismo ahora, a fines de 1944, facilitándole a sus unidades mecanizadas un cómodo y sorpresivo sector de irrupción y ruptura en el gran frente aliado del oeste, para cruzar el Mosa y continuar hasta Amberes. Éste era el principal puerto aliado, cercano a Alemania, de desembarque y recepción de hombres, equipos, suministros y repuestos, para los Aliados, que se preparaban para irrumpir en amplio frente estratégico en el Reich. Con esta operación estratégica Hitler pretendía también aislar en una gran bolsa hacia el norte, entre el sector de avance de sus ejércitos y el mar, al 1er. ejército canadiense, al 2º ejército británico y al 1º y 9º ejércitos norteamericanos.

Si la teoría no se ajusta a la práctica, peor para la teoría…

Si el cerco se cerraba y se mantenía adecuadamente, los Aliados se enfrentarían al dilema de un segundo Dunkerke o a la destrucción de sus ejércitos aislados y desabastecidos en la gran bolsa. Estas circunstancias sorpresivas y adversas crearían las condiciones para que los aliados occidentales reconociesen lo difícil y costoso que iba a ser el obtener la victoria en su frente. Con ello podrían aceptar fácilmente un armisticio parcial con Alemania, que desmontaría la coalición internacional contra ella. Entonces ésta quedaría libre para enfrentarse a los soviéticos en el Este, que ya se acercaban peligrosamente a las fronteras del Reich en fuerza abrumadora. Y esto daría el tiempo necesario a los investigadores e ingenieros alemanes para desarrollar e implementar nuevos y sofisticados sistemas de armas, con los que contrarrestar y superar a los efectivos y medios cuasi inagotables de la URSS.
Hacía ya tiempo que los principales jefes y comandantes alemanes se habían dado cuenta de lo difícil, inútil e incluso peligroso que era discutir con el Fuhrer, enfrentándose directamente a sus ideas. Por ello era muy difícil que se decidieran en esos momentos a aconsejarle seriamente contra unos planes muy madurados por él. Por otro lado, las condiciones objetivas estratégicas y operativas de 1940 no eran las de 1944. Los alemanes habían enseñado con sus éxitos sucesivos y repetidos durante más de 4 años, los secretos de la moderna guerra mecanizada a sus enemigos. Y tanto los soviéticos como los norteamericanos los habían adaptado y mejorado, en los niveles operativo y táctico de su propia actividad militar. Los cálculos de EE.MM. hechos para las necesidades operativas de las fuerzas mecanizadas y las reservas de combustibles existentes, indicaron que sólo habría disponible el 75% del combustible necesario para todas las operaciones ofensivas previstas. Esto se pretendía subsanar con la predicción optimista de que parte de las reservas de los norteamericanos serían capturadas durante los rápidos avances alemanes por la retaguardia operativa enemiga.   
Durante el cruce por las Ardenas en 1940 el eje de avance alemán en dirección suroeste fue favorecido por la orientación que seguían por ese terreno las escasas vías terrestres que lo cruzaban. El eje de avance propuesto para fines de 1944 iba en la dirección noroeste, con muy pocos caminos disponibles y no olvidemos el enorme aumento de peso logrado en esos 4 años por los tanques medios y pesados. Además, en relación al avance campo a través, esa dirección iba en contra de la disposición y el afloramiento de los terrenos de la zona.
El sector decidido para el gran ataque tenía un ancho de unos 140 Km., e iba desde Monschau, al norte y Echternach, en el sur. A la derecha del despliegue alemán estaba el 6º ejército panzer de las SS al mando del general SS Sepp Dietrich, en el centro avanzaría el 5º ejército panzer y al sur, el 7º ejército alemán encargado de proteger todo el flanco sur de la penetración alemana. Esas grandes unidades se encuadraban en el grupo de ejércitos B del mariscal Walter Model, el cual dependía del mariscal Gerd von Rundstedt, nombrado muy recientemente como Comandante en Jefe del Oeste.

La reacción de los altos mandos aliados ante la confirmación de las muy malas noticias.

A primera hora del 16 de diciembre, al recibir los primeros informes de lo que iba a ser la batalla más importante de los norteamericanos en el teatro europeo, Hodges ordenó el traslado de la 9ª división blindada, que se hallaba participando en el ataque contra las presas de Roer, para apoyar al VIII cuerpo de ejército. Esta división, junto con la 10ª blindada de Patton, participarían posteriormente en la defensa del cerco de Bastogne.  
Con las primeras noticias del ataque, sólo Eisenhower, entre los altos mandos, percibió que se trataba de algo de importancia. Contrariamente a las suposiciones de Hitler, el alto mando aliado personificado en aquél, respondió de forma coordinada, moviendo inmediatamente las reservas acorazadas de los 2 ejércitos adyacentes, la 7ª blindada desde el norte (destinada a defender St. Vith) y la 10ª blindada de Patton desde el sur, en apoyo de Middleton. Esta rápida respuesta resultó ser una de las claves de la campaña de las Ardenas.
Por último, el día 17 Eisenhower despachó su única reserva estratégica, las 82ª y 101ª divisiones aerotransportadas norteamericanas, desde Reims hasta Bastogne.
En la tarde del 19 de diciembre se convocó una reunión de alto nivel en Verdún para tomar las decisiones que incidirían en la conducción de la campaña, donde estaba presente el general Devers, jefe del 6º grupo de ejércitos de los EE.UU., desplegado al sur del de Bradley. En los mapas de situación general y de situación del enemigo se vió que von Mantteufel había conseguido una ruptura limpia del frente en las Ardenas y que sus fuerzas estaban pasando rápidamente por la brecha entre Bastogne y St. Vith. 
Eisenhower acertó en sus comentarios iniciales: “La situación actual se ha de ver como una oportunidad para nosotros y no como un desastre. Sólo quiero ver caras sonrientes en esta conferencia”. Patton propuso que “tengamos las agallas para dejar que esos malditos bastardos avancen hacia París. Luego los aislamos y nos los masticamos”. Su respuesta coincidía con la flexible y poderosa capacidad de movimiento operativo de su 3er. ejército.
Pero los altos jefes, Eisenhower y Bradley, prefirieron una aproximación cautelosa. Su plan se basaba en sujetar firmemente todos los bordes de la penetración. Esta se iría frenando con el bloqueo de los nudos de carretera, vitales para los alemanes, de St. Vith y Bastogne, por donde avanzaban las fuerzas del 5º ejército panzer de von Mantteufel. Detrás, se reforzaría una línea defensiva incorporando al Mosa en su plan de rechazo general. Luego se haría un contrataque masivo sobre los alemanes, a cargo de Patton.
Eisenhower le preguntó a éste: “¿Cuándo puedes atacar?”. Patton estaba preparado, como vimos. Tras la reunión del día 9 tenía varios planes de contingencias elaborados e informados. Por lo tanto, contestó con serenidad y seguridad: “El 22 de diciembre puedo atacar con 3 divisiones”. Patton se refería a la 4ª división blindada y a la 26ª y la 80ª divisiones de infantería, integradas en su III cuerpo, que podrían avanzar en el eje Arlon-Bastogne.
Para Eisenhower la respuesta fue una salida de tono a una pregunta capital, hecha en un momento grave. No sabía que Patton había estudiado con detalle las posibilidades y, sobre todo, que estaba preparado para llevarlas a cabo. La impresión de Eisenhower surgía de que era un general de la vieja escuela y dedicado a los altos asuntos estratégicos y aún políticos de todo el teatro de operaciones europeo. Y que, por tanto, no creía que nadie era capaz de hacer girar el eje de avance de un ejército moderno mecanizado en 90º y efectuar una marcha de aproximación en invierno, y en contra del sentido de las líneas de comunicaciones principales.

Patton recibe sus instrucciones y actúa con una modélica rapidez y capacidad, frutos del trabajo colectivo previo y de la experiencia de su 3er. ejército.

Tras echar una bronca a Patton, Eisenhower autorizó a retrasar en 1 o 2 días el plazo para el ataque. En cuanto salió de la reunión, Patton se comunicó con su cuartel general para informarles cuál era la opción ofensiva que iba a seguir su 3er. ejército.
El flanco sur del 5º ejército panzer lo defendía el 7º ejército de infantería del general Brandenberger. Para su misión, contaba con 3 divisiones de infantería y una de paracaidistas. Pero el contrataque de Patton llegó mucho antes de lo que los planificadores alemanes habían calculado. Aún así, la dificultad del terreno y la tenaz resistencia alemana (propia de tropas escogidas que habían asumido los objetivos encomendados y su trascendencia sobre el desarrollo de la guerra), frenaron enormemente el avance en fuerza del 3er. Ejército sobre el 5º ejército panzer de von Mantteufel y sus vías de abastecimientos.
Aquél avanzaba en un amplio frente entre Echternach y Materlange. En menos de 48 horas de recibir las órdenes de Eisenhower, 2 divisiones, entre ellas la 4ª blindada, avanzaban sobre Bastogne. Al cabo de una semana, la “masa de apoyo” del ejército, que incluía a unos 250 mil hombres y a más de 100 mil vehículos de todo tipo (encuadrados en 17 divisiones), se habían trasladado entre 80 y 115 Kms hacia el norte, en medio de un tiempo invernal muy duro.
La eficacia del movimiento de un grupo operativo cualquiera la podemos cuantificar por su “cantidad de movimiento”. Éste sería el producto de su capacidad de combate (medida en medios humanos, equipos y máquinas) por su velocidad en una dirección y sentido dados. Este producto puede valorar comparativamente también, la eficacia igual o mayor de un grupo mecanizado relativamente pequeño y muy rápido (una brigada blindada o mecanizada) frente a la de su masa de apoyo o grueso, que la ha destacado y que se mueve mucho más lentamente, desplegada por toda la red de la zona de marcha.
Un cambio de dirección de una “fuerza” o vector militar, de un grupo móvil en marcha o ya desplegado para una misión, ralentiza enormemente su velocidad de marcha, durante un tiempo que es función inversa de la capacidad de sus mandos y de su organización a todos los niveles.
Estas estimaciones pueden parecer excesivamente teóricas o cuantitativas, propias solamente de ensayos o juegos de guerra para EE.MM. Pero no hay que olvidar, por ejemplo, que la doctrina soviética establece, sobre el principio casi determinante de la “correlación de fuerzas” (sootnoshenie sil) y su evolución, favorable o desfavorable, los cálculos para emprender acciones ofensivas o defensivas, estratégicas y operativas en una zona o teatro de operaciones.
Existen varias formas de optimizar el ritmo en sus distintas operaciones de un ejército moderno, una de las cuales sería la marcha de aproximación: 
Se deben evitar las acciones de atrición y de desgaste, en forma de combates innecesarios y movimientos improductivos. Hay que tener una buena logística y una línea de abastecimientos suficiente y protegida, como soportes dinámico y estático de la recuperación y el mantenimiento de la capacidad operativa de las unidades. Hay que considerar siempre la transitabilidad del terreno a nuestro favor. Deben existir simultáneamente un plan de contingencias y otro de alternativas.
La estructura de mando debe ser sencilla y sus instrucciones, simples y claras. Se debe tener presente en todo momento el objetivo general. El jefe debe decidir y comunicar inicialmente su intención y crear y trasladar el centro de gravedad, como factor unificador y multiplicador del esfuerzo colectivo, impartiendo las misiones. Los subordinados deben actuar descentralizadamente dentro de sus atribuciones y coordinándose entre sí al máximo. Es muy importante esta comunicación implícita, que se crea entre las personas que han trabajado y cooperado durante cierto tiempo, aunque esto va teóricamente contra los traslados, como camino más rápido de promoción.
Para esta optimización son muy importantes la acción del jefe y del EE.MM., las comunicaciones internas de la gran unidad, la experiencia general y el control suficientemente avanzado, según las operaciones, del jefe.
Es decir, la estructura y su funcionalidad deben estar capacitadas para actuar eficazmente a velocidades crecientes de acción en sus operaciones.
El giro operativo del 3er. ejército desde sus posiciones sobre el Sarre hacia las Ardenas no puede compararse por su magnitud y su dificultad con ninguna otra maniobra de Rommel en el norte de África e incluso del grupo de ejércitos A del entones coronel general von Rundstedt, en Francia, cruzando también las Ardenas en mayo de 1940.

Y los resultados fueron proporcionales a la efectividad ejercida.

Al final de esta 2ª batalla de las Ardenas, el 29 de enero, Patton daba la siguiente lista de bajas:
                       3er. ejército                                                         Alemanes
 Personal
Muertos              14.879                                                                96.500
Heridos               71.009                                                              269.000
Prisioneros             —                                                                 163.000
Perdidos             14.054                                                                   —
                         99.942                                                              528.500

  Material
Tanques ligeros       270                                                                   —  
Tanques medios      771                                                                  1.268
Panteras y Tigres     —                                                                      711
Cañones                 144                                                                  2.526

 

La Guerra de Invierno Finlandesa (1939-1940) o TALVISOTA.

El último día de noviembre de 1939 la Unión Soviética invadió Finlandia. La guerra que siguió es conocida como la “Guerra de Invierno”. El mal comportamiento de las fuerzas soviéticas en ella impresionó a las potencias europeas. Esto probablemente contribuyó al fracaso de la “Operación Barbarroja”, meses después, ya que los alemanes extrapolaron de aquél, entre otros cálculos, una rápida victoria sobre la URSS en su invasión del 22 de junio de 1941.  

Introducción. Se prepara la tragedia. 
En Rusia el control de su acceso al Báltico fue considerado siempre vital para sus intereses nacionales. Aunque las negociaciones diplomáticas entre ambas naciones estaban en marcha desde primeros de 1938, los acontecimientos en Europa y la presencia de una importante delegación alemana en la celebración del 20º aniversario de la independencia de Finlandia (de Rusia), las endurecieron irreversiblemente. Los soviéticos trasladaron entonces un claro mensaje a los líderes fineses: no bastaba ya que Finlandia fuera neutral; ante los acontecimientos que se vislumbraban en el horizonte, Finlandia debía cooperar activamente con la URSS.
A final del verano de 1939, la URSS y Alemania firmaron un asombroso pacto de no agresión. Como consecuencia de las capitulaciones, a fines de septiembre la URSS ocupó Estonia, Letonia y Lituania, asegurando su control sobre la costa sur báltica. Sólo quedaba Finlandia para concluir su intención estratégica histórica sobre el mar Báltico.
Por fin, el 14 de octubre, Stalin realizó personalmente tres peticiones, encaminadas a asegurar la defensa soviética en el Báltico y por tierra:
Con el fin de poder bloquear el acceso de barcos de guerra y de transporte enemigos al golfo de Finlandia, mediante la artillería pesada soviética desde ambas costas, se solicitó la cesión de las pequeñas islas Hogland, Seiskari, Lavanskari, Tytarskari y Loivisto, a cambio de territorios interiores soviéticos. Y la cesión por 30 años del puerto de Hango, para poder instalar una base naval y artillería costera, que actuarían en conjunción con la base naval de Paldaski, en Estonia.
Se exigió la entrega de la mitad del istmo de Karelia a cambio de terrenos baldíos de tundra en los distritos de Repola y Porajorpi, los cuales incrementarían realmente la profundidad defensiva finlandesa en su incómoda cintura central estrecha. El istmo de Karelia es una lengua de tierra de unos 130 Km. de longitud que discurre entre Leningrado y Viborg, limitada por el lago Ladoga al este y el golfo de Finlandia al oeste. A unos 85 Km. de Leningrado comenzaban las fortificaciones finlandesas de la línea Mannerheim, de unos 70 Km. de largo, que protegía la vía de aproximación por tierra más inmediata y fácil hacia la costa norte del golfo de Finlandia, donde se alzaban las principales poblaciones finlandesas. La petición suponía la retirada de la frontera de Finlandia, junto a Leningrado, desde los 30 Km. hasta los 70 Km. (la línea Mannerheim era respetada), para dejar esta ciudad fuera del alcance de la artillería pesada y de un primer impulso táctico agresor propiciado por los alemanes.
Se pidió el reajuste de la frontera más septentrional, en la región de Petsamo, cuyo trazado era muy arbitrario: seguía una línea recta por el istmo de la península de Ribachi y dejaba aislado de tierra su extremo oeste (soviético). La ocupación de la totalidad de esa pequeña península buscaba proteger la aproximación marítima al puerto de Murmansk, al evitar su fácil ocupación por un enemigo.
Los fineses, llevados por su sentimiento nacional, rehusaron. Aunque en el intercambio ganaban en total territorio, según el Libro Blanco finlandés eran unos 2.760 Km. cuadrados de territorio central estratégico y las intenciones soviéticas aparecían razonablemente defensivas.

Comienza la invasión soviética en amplio frente. Planes soviéticos. Crítica. 

El 15 de noviembre el general Kirill Meretskov, jefe del distrito militar de Leningrado, en el que se encuadraba la zona de operaciones futura, recibió sus instrucciones en el Kremlin: En dos semanas debería iniciar la ocupación del istmo de Karelia y el acceso al golfo de Finlandia. La URSS rompió unilateralmente el tratado de no agresión firmado con Finlandia en 1934 y a las 06:50 horas del 30 de noviembre la atacó. Una imponente masa de 600.000 soldados soviéticos cruzaron la frontera común, desde Laponia en el norte al istmo de Karelia en el sur, precedidos de una gran preparación artillera y apoyados por unos 2.000 tanques y 1.000 aviones. El orden de batalla soviético lo formaban 4 ejércitos, integrados por 23 divisiones de calidad muy diversa.
El plan de ataque era muy simple: Desde el sur, el 7º ejército rompería la línea Mannerheim y tomaría Viipuri (Viborg), la segunda ciudad del país. Rodeando el Ladoga desde el nordeste, el 8º ejército avanzaría sobre la zona de los lagos fineses menores, aislando el istmo de Karelia. En el centro del frente, el 9º ejército rompería derecho hacia el puerto de Oulu, en el  golfo de Botnia, a unos 225 Km. de la frontera, cortando en dos partes el territorio finlandés; su siguiente objetivo operativo, podría ser atacar de revés las principales posiciones finesas en torno al golfo de Finlandia. En el extremo norte, el 14º ejército avanzaría en dirección a Petsamo y Nautsi.
Entre el este del Ladoga y el océano Ártico, la frontera común aparecía sobre el papel extensa y vulnerable. Era realmente una maraña de lagos y bosques, ideal para establecer trampas, emboscadas, hostigamientos selectivos y ataques de revés, en el plan de rechazo de defensa móvil flexible de una infantería ligera. El terreno de operaciones, arbolado y quebrado, proporcionaba numerosos obstáculos naturales que estrechaban y encajonaban las vías de aproximación de las fuerzas soviéticas y favorecían a la defensa. Los soviéticos no tuvieron en cuenta las características del clima y del terreno finlandeses, donde iban a emplear sus columnas motorizadas. Las anteriores acciones en Manchuria de éstas, coronadas con la victoria en Khalkin Gol sobre la infantería japonesa, aguerrida, sobria y terca, pero pobremente equipada en transportes y tanques, ocurrieron en terrenos ondulados con amplio dominio por la vista.
Las alturas ocultantes relativas, a derecha e izquierda de las citadas vías finlandesas, que proporcionaban las sinuosidades, las terrazas, los hoyos, las quebradas y las arboledas circundantes, permitían ocultar temporalmente a pequeñas unidades enemigas, que esperaban su oportunidad para atacar solas o en coordinación con otras, según el tipo de acción decidida. La calidad general de las tropas soviéticas no les permitía destacar una exploración competente con capacidad de combate y apoyo artillero, que operara en los terrenos de difícil transitabilidad paralelos a las vías de avance. Y capaz de actuar desde los flancos de las agrupaciones de marcha con el apoyo de su seguridad, detectando los posibles peligros para éstas y aún repeliendo al enemigo, frustrando sus intenciones.
Los soviéticos no realizaron una preparación logística adecuada, haciendo acopios suficientes de sus extensos recursos para una ofensiva tan poderosa. Además, su única vía ferroviaria en esa zona era la línea de Leningrado a Murmansk, que en sus 1300 Km. de recorrido sólo tenía un ramal en dirección a Finlandia, para abastecer a todas sus tropas en campaña. En el terreno político, como parte de su estrategia total, los soviéticos esperaban que el partido comunista finlandés actuaría de “quinta columna” en esta guerra y que se producirían levantamientos populares en Finlandia, que apoyasen la revolución proletaria patrocinada por ellos. Tras los primeros bombardeos de Helsinki y otras poblaciones, todo el pueblo finés se puso incuestionablemente de parte de su gobierno, incluyendo los miembros del PC, que se retiró del Komintern imperialista stalinista.
El ejército finés, al mando del mariscal Carl Gustav Emil Mannerheim, totalizaba unos 250.000 hombres, concentrados sobre todo en la defensa terrestre de la zona del golfo de Finlandia y de las fortificaciones del istmo de Karelia.

Los ejércitos soviéticos, atados a operar en vías de firmes estables, fracasan operativamente.  

En el istmo de Karelia la concentración de fuerzas soviéticas fue excesiva. En medio de una nieve profunda, los atascos de tránsito en un número limitado de camino útiles, comenzaron a afectar el avance de las 9 divisiones del 7º ejército rojo. Los controladores del tránsito, cuyo trabajo los hacía evidente, fueron cazados sin compasión por los invisibles y aislados francotiradores fineses. Las unidades de artillería no podían adelantarse por saltos para apoyar los avances. Los intentos de los vehículos por avanzar fuera de las carreteras, los llevaban a patinar en el hielo y el fango helados que las rodeaban.
El infierno helado, la talvisota (guerra en invierno) finlandesa, hizo su cruel aparición con temperaturas de –30º C en el sur de Finlandia. Las recámaras de las armas se atascaban, el aceite de los motores se helaba y éstos debían mantenerse permanentemente al ralenti para que funcionaran, las orugas de los tanques congeladas se unían sólidamente con el suelo y las raciones de los hombres debían ser dobladas en calorías, solamente para pudieran sobrevivir.
Todas las zonas de defensa y de seguridad delante del límite anterior de la línea Mannerheim y de las posiciones de defensa en la zona de los lagos, fueron sembradas de trampas explosivas y minas en los puntos delicados y prometedores: árboles caídos, cruces de carreteras, puentes, granjas, graneros, estercoleros, aseos… Pequeñas unidades y unidades de esquiadores fineses, actuando como destacamentos avanzados en lucha móvil, realizaban incursiones, rompiendo rápidamente el contacto, sobre las retaguardias de las columnas de las agrupaciones de marcha, aumentado el desorden, la frustración y la confusión generales de los soviéticos. Específicamente, los intentos del 8º ejército por eludir los caminos y aprovechar los lagos helados para avanzar en su sector, se encontraron con que los finlandeses también se habían preparado para ello. Éstos habían colocado, en su momento, líneas de minas en los lagos, dotadas de boyas con el aire adecuado para que flotasen justo bajo el hielo, cuando éste se formase. Las explosiones de las minas, ocultas hasta esos fatales momentos, fragmentaban las capas de hielo. Y hombres, vehículos y equipos caían inexorablemente en una tumba gélida.
La paralización, el caos y la falta de suministros se extendieron por las unidades y grandes unidades del 7º y del 8º ejércitos rojos hacia el 7 de diciembre.

La batalla en torno al pueblecito de Suomussalmi. 

El avance del 9º ejército hacia Oulu, encaminado a cortar en dos el país y a atacar por su retaguardia las posiciones finlandesas del sur, haciendo inútil su defensa contra los dos ejércitos citados, aún podía ganar la guerra para los soviéticos.
Su plan de ataque preveía un doble ataque envolvente coordinado, que se cerraría a unos 30 Km. de la frontera, en el pueblo de Suomussalmi, con unas 4.000 almas. Las dos pinzas atraparían a las escasas fuerzas finesas presentes (un batallón de la guardia nacional y dos secciones de fuerzas guarda fronteras, en total, unos 1.100 hombres), que defendían unos 45 Km. de frente, entre ellas y un grupo de lagos helados al oeste. El brazo norte del cerco estaba a cargo de la 163 división de infantería y el sur, de la 44 división de infantería. La primera era una división de reclutas de la zona de Moscú, poco entrenados, pero reforzados por tanques e ingenieros y dotados de un fuerte apoyo artillero y la segunda era una división ucraniana de élite bien equipada. Una vez conseguido este primer objetivo táctico, las fuerzas soviéticas del 9º ejército no se encontrarían mayores obstáculos para alcanzar sus objetivos operativos en la retaguardia estratégica enemiga.
El ataque de la 163 división soviética resultó bastante sorpresivo y alcanzó Suomussalmi el día 7 de diciembre. Pero la 44 división aún no se había puesto en marcha. El fallo del EEMM del 9º ejército era evidente. Por el sector no cerrado del cerco, los finlandeses traían continuos refuerzos desde el sur, formando su nueva 9 división ligera al mando del coronel Hjalmar Siilasvuo, el nuevo jefe de esa zona de frente. Las fuerzas soviéticas se concentraron en el pueblo, formando un remedo de cerco, y se extendieron a lo largo de unos 20 Km., protegiendo también su ruta de aprovisionamiento en territorio finés.
A partir del día 11 comenzaron los finlandeses sus ataques independientes, a cargo de compañías de infantería ligera, sobre todo el largo despliegue soviético, buscando dislocarlo operativamente, aislar sus unidades y cercarlas en algunos casos. Los soviéticos, dándose cuenta de su situación, lanzaron varios contrachoques enérgicos desde Suomussalmi, que se perdieron en el vacío.
En lo que podía ser el momento crítico para los finlandeses, una fuerte columna de tanques y camiones de la 44 división de infantería comenzó entonces su avance hacia Suomussalmi. En un estrecho istmo entre dos lagos, peligrosamente cercano al pueblo, por donde discurría la carretera de aproximación desde el sur, tres compañías ligeras finesas establecieron una posición de bloqueo, formada por interceptaciones de varios tipos que eran cubiertas por su fuego. La lucha de los soviéticos por la ruptura o por flanquear la posición, cruzando a pie por los lagos, se prolongó duramente durante la segunda decena del mes. Hacia el 20 de diciembre, la vanguardia soviética comenzó a desempeñarse y el resto de la 44 división, a prepararse para retroceder y reagruparse. Esto coincidió con que los finlandeses, más seguros de sí mismos, levantaban otra posición de bloqueo sobre la vía citada a unos 25 Km. al este. La 44 división soviética, desplegada en una larga, desgarbada y poco operativa columna, sin profundidad, ni conexión, quedaba también atrapada y sin abastecimientos.
Entonces, en el norte, la infantería finesa comenzó sus ataques coordinados metódicos para reducir las resistencias aisladas en Suomussalmi y las distintas bolsas en las que se encontraban las tropas de la 163 división, a lo largo de su vía de invasión. Para la Navidad de 1939 la 163 división roja se había evaporado como fuerza útil. Había sufrido más de 5.000 muertos, incluyendo los grupos que aisladamente se aventuraron en los bosques de taiga, para intentar un imposible camino a pie en esas condiciones terribles. El resto de sus hombres, aún no capturados, se escondieron en las ruinas de Suomussalmi, aguardando su destino.
Lo mismo ocurrió finalmente con la veterana 44 división durante la última semana de diciembre y la primera de enero de 1940. El 6 de enero su general Anton Vinogradov recibió órdenes de intentar la ruptura hacia la URSS. Dos días después los sobrevivientes alcanzaron la frontera. Con unos 2.500 muertos y heridos y otros tantos hombres perdidos, la 44 división de infantería de élite quedó borrada del orden de batalla soviético. El general Vinogradov y sus jefes de sección de su EEMM fueron ejecutados públicamente.

Recapitulación de resultados militares y políticos.

La invasión había fracasado en sus tres grandes esfuerzos. Todo el mundo observó asombrado la fácil derrota del “Ejército Rojo de Obreros y Campesinos” (RKKA, del ruso Raboche-Krestianskaya Krasnaya Armia) en 5 semanas, lo cual reforzó la tendencia a devaluar su capacidad combativa. La impresión general la resumía Churchill el 20 de enero en una emisión radiofónica: “Finlandia ha demostrado al mundo la incapacidad militar del Ejército Rojo”. Es muy posible que esta impresión se reafirmase también en Hitler, una de cuyas ideas básicas, expuestas en Mein Kampf, era la búsqueda de espacio vital (tierras para colonizar) para los alemanes en el Este, a expensas de las naciones eslavas, conductual, cognitiva y racialmente inferiores. Y que el Fuehrer se decidiese por ello a adelantar al año 1941 su ruptura total con la URSS, a pesar de los consejos en contra de sus generales y de haber firmado con ella el citado tratado en el verano de 1939.
Una característica de la conducción de la lucha fue que los soviéticos carecieron de suficientes “interfases de acción” táctica favorables sobre sus enemigos, para establecer su “libertad de acción” e imponer su “iniciativa”. Y no fueron tampoco capaces de crearlas. Interfases de acción favorables donde hacer sentir a aquellos su mayor capacidad de combate en medios mecanizados y hombres. La “interfase de acción” es nuestro concepto espacial que define la zona y el espacio donde desarrollamos la acción violenta sobre el enemigo y sus medios, siguiendo criterios tácticos adaptados al carácter de nuestros objetivos. El factor de acción eficaz en las interfases de acción es el sistema de armas combinadas o interarmas. En el ataque penetrante, por ejemplo, la superficie de las interfases se limita cuantitativamente y se seleccionan éstas en la profundidad enemiga, según sus puntos críticos y aquéllos que estorben al avance de nuestras fuerzas, por ejemplo, los observatorios y puntos de fuego antitanque. Concretando, como vimos, una interceptación finlandesa reforzada y débilmente guarnecida detuvo el avance de toda una división de élite roja (la 44 de infantería), empeñada en atacarla frontalmente y de flanco, a campo yermo helado a través. La división fue incapaz de montar un ataque de objetivo limitado, con hombres escogidos e integrados en escuadras para una aproximación sin tiempo limitado, 2 o 3 Km. más allá de la interceptación. Y, al menos, asegurar temporalmente una posición de bloqueo en la profundidad cercana sobre la vía de comunicación finlandesa. E, incluso, hostigarla desde su retaguardia. Con lo cual los finlandeses hubieran quedado copados y, sobre todo, sería tácticamente irrelevante el cerrojo finés establecido.

Los soviéticos triunfan gracias a su pura y aplastante superioridad numérica, carente de cualquier vestigio del arte de la guerra.

El general Semion Timoshenko fue nombrado inmediatamente nuevo comandante del Frente del Noroeste y durante 6 semanas reequipó, reorganizó y entrenó a sus maltrechos ejércitos. Cuando los soviéticos atacaron de nuevo en la primera semana de febrero, lo hicieron con nuevas tácticas, organización y tropas. Pero no fueron brillantes ni ejemplares.
Siguieron las tácticas de atrición y desgaste de Grant, al final de la guerra civil estadounidense, y de Foch, en 1918. Las cuales son aplicables específicamente cuando los medios son muy superiores a los del enemigo, los mandos propios son mediocres y, sobre todo, sin imaginación, y los superiores políticos sólo les piden la victoria a los militares. Llamo “atrición” a la mutilación y la muerte de la fuerza viva que la sufre y “desgaste”, al uso intensivo, el abuso, la erosión y la destrucción de los medios militares y auxiliares, que equipan y abastecen a los hombres. Entonces, los soviéticos martillearon ininterrumpidamente las posiciones finlandesas hasta demolerlas e irrumpir en sus defensas. Y para mantener el esfuerzo frontal, rotaban continuamente sus unidades de primera línea.
Los finlandeses tuvieron que aceptar las duras condiciones para la paz presentadas el 12 de marzo por Viajeslav Mijailovich Molotov, ministro de Asuntos Exteriores de la URSS.

 

 

La defensa de las posiciones militares fijas en la guerra contra la insurgencia armada

UN EJEMPLO SACADO DE LA GUERRA CONTRA LA INSURGENCIA EN IRAK.

LA BASE ESPAÑOLA DE DIWANIYA. 

La defensa eficaz de los acuartelamientos, reductos y campamentos frente al ataque y el hostigamiento de los irregulares rebeldes se basa en tres cualidades operativas: la iniciativa, la movilidad y la acción ofensiva. Ellas, a su vez, están directamente condicionadas por la mentalidad y la disposición combativa de los militares (que dependen fundamentalmente de ellos) y por la capacidad militar o medios disponibles en la zona de operaciones (que dependen fundamentalmente de los políticos y los administradores públicos).

Casi por definición, los medios militares y policiales disponibles en una guerra contra los irregulares son muy escasos, e incluso pueden ser escandalosamente insuficientes. Y esto no depende tanto de ellos ni de las autoridades establecidas, sino que es función directa de la estrategia inherente a un proceso guerrillero correcto.

El número de objetivos posibles, potenciales, que ofrece una sociedad organizada moderna, más o menos desarrollada, a la estrategia operativa disolvente de una insurgencia armada es casi incontable e inagotable. Veamos una relación expresiva, pero no exhaustiva:
Atentados contra autoridades civiles y religiosas y contra miembros aislados o grupos de las fuerzas armadas y de policía.
Destrucción y sabotaje de las fuentes y redes energéticas: térmicas, presas, plantas de ciclo combinado, campos eólicos, refinerías, depósitos de combustibles, oleoductos y gasoductos, transformadores y líneas de alta tensión y sus centros de control y distribución.
Ataques a las líneas de comunicaciones: repetidores de televisión y de telefonía móvil, emisoras en general, antenas de radio, tendidos telegráficos, puentes, túneles y viaductos, apeaderos y estaciones ferroviarias, trozos de vías férreas y de catenarias eléctricas, trenes y autobuses, camiones de gran tonelaje y vehículos de transporte de reparto, obstáculos temporales en la red viaria, cubiertos o no por el fuego indirecto o directo.  
Destrucción o inhabilitación de objetivos directamente económicos de todos los tamaños e importancia: minas, plantaciones, industrias, comercios, hoteles y balnearios, grupos de turistas. En estos casos la insurgencia debe valorar la pérdida directa de puestos de trabajo y la probable enajenación de parte de la simpatía popular hacia ella; el efecto es parecido si se deprime la actividad económica y así no se destruye inmediatamente el empleo.

Sun Tzu es el nombre real o supuesto de un autor chino, que escribió Los Trece Capítulos del Arte de la Guerra (la unidad de estilo y su originalidad permiten afirmar que no es una obra colectiva ni una recopilación) entre los años 400 y 320 a. C. (el uso de la ballesta no se generalizó hasta el 400 y la caballería no fue incorporada al ejército antes del 320) Y, ¿qué dice Sun Tzu sobre las misiones militares y las intromisiones de los políticos en ellas?
“Normalmente, cuando se utilizan las fuerzas armadas, el general recibe, en primer lugar, las órdenes generales del soberano. Después reúne a las tropas, hace del ejército un todo homogéneo y armonioso y lo instala en su campamento” Capítulo 7, versículo 1.
“Es necesario saber que para un soberano existen tres formas de llevar a su ejército al desastre. Consisten en proceder como sigue:
Ignorar que el ejército no debe avanzar y ordenar que avance, o bien, ignorar que no debe retroceder y ordenar una retirada. Esto es lo que se llama “poner al ejército en un apuro”. Comentario de Chia Lin: “No hay calamidad mayor que las órdenes del soberano que reside en la corte”.
Ignorar todos los asuntos militares y participar en su administración. Esto desorienta a los oficiales.
Ignorar todos los problemas del mando y tomar parte en el ejercicio de las responsabilidades. Esto destruye el ánimo de los oficiales” Capítulo 3, versículos 19 al 22.
“El que tenga generales competentes y los proteja de las injerencias del soberano, será el vencedor. Comentario de Ho Yen Hsi: “En la guerra se producen cientos de cambios en cada etapa. Decir que un general debe esperar todas las órdenes de sus superiores es como informar a un superior de que queréis apagar un fuego. Antes de que lleguen las órdenes las cenizas estarán frías. ¡Y se ha dicho que en tales circunstancias se debe consultar al inspector general del ejército! Atar corto a un general competente mientras se le pide que suprima a un enemigo astuto, es como sujetar al Lebrel Negro de los Han y a continuación darle la orden de que atrape a liebres inalcanzables” Ibid, versículo 29.
 “Existen casos en los que las órdenes del soberano no han de ser ejecutadas necesariamente. Comentario de Chang Yu: “El rey Fu Chai ha dicho: ‘Si sabéis cuál es la conducta a seguir, actuad; no esperéis a las instrucciones”.
Un general que posee un perfecto conocimiento de su oficio, sabe cómo manejar las tropas. Comentario de Chia Lin: “El general debe estar seguro de poder explotar la situación en su provecho, según lo exijan las circunstancias” Capítulo 8, versículos 8 y 9.

Veamos un ejemplo de comportamiento militar en la defensa de sus posiciones sacado de la última guerra del Vietnam: 

El 2º batallón del 28 regimiento de infantería norteamericano llevó a cabo en marzo de 1966 la operación Cocoa Beach de búsqueda y destrucción de unidades del Viet Cong, en el distrito Ben Cat, provincia de Binh Dueng, en Vietnam del Sur.
El batallón, a las órdenes del teniente coronel Kyle M. Bowie, se trasladó a pie el 2 de marzo desde la base de su brigada en Lai Khe hasta la plantación de caucho Lo Ke. Allí estableció un fuerte perímetro defensivo, en un terreno llano y libre de matorrales, salvo algunos setos y manchas de hierba de elefante. Al oeste de la plantación se alzaba una jungla espesa. El tiempo era bueno.
Al día siguiente, las compañías A y B iniciaron sus misiones, permaneciendo de guarnición la compañía C. A su regreso, la compañía B localizó una enorme trinchera de varios Km., que discurría al norte y noreste del campamento, y que había sido ocupada recientemente por una importante fuerza enemiga, como lo probaban las excavaciones nuevas.
El coronel Bowie suponiendo que una gran fuerza del Viet Cong se hallaba en la vecindad, coordinó con su 3ª brigada para asegurarse los apoyos artillero y aéreo. Las posiciones de lucha de sus hombres en el campo fueron mejoradas y protegidas todo lo posible. Bowie estableció también tres posiciones de observación y combate para un pelotón reforzado (section), adelantadas por cada compañía, a unos 500 m. del perímetro.
Hacia las 06:00 del 5 de marzo, el segundo teniente Robert Hibbs, de la compañía B, situado con su pelotón en el cruce perpendicular de las rutas Azul y Roja, al noroeste del campo, observó a un grupo de mujeres armadas y niños cargando munición, desplazándose lentamente por la ruta Roja (paralela a la trinchera) y que se detuvo a unos 100 m. de la patrulla.
Enseguida detectó a una compañía del Viet Cong avanzando de norte a sur por la ruta Azul, que se detuvo a unos 50 m. de su posición. Tres Viets se dirigieron al grupo de civiles. La patrulla aprovechó para dirigir todas sus granadas Claymore sobre la ruta Azul. Por fin, continuó su marcha la compañía guerrillera. Cuando su grueso se encontraba a unos 6 m. de la patrulla, ésta detonó sus Claymore y arrojó granadas de mano, dispersando finalmente al resto de los Viets con el fuego de sus M-16.
Al oír las explosiones el coronel Bowie ordenó regresar a Hibbs. En su camino de regreso, la patrulla alcanzó la retaguardia de otra compañía enemiga, desplegada ya para atacar. La patrulla atacó al enemigo de revés y cruzó su despliegue, desbaratándolo totalmente. Hibbs murió intentando recuperar con su sargento a un rezagado herido. Antes de caer definitivamente, herido varias veces, destruyó sus dispositivos de visión nocturna. Le fue concedida la Medalla de Honor del Congreso.
La patrulla de la compañía A operaba al sur del campo. Pronto fue totalmente rodeada por columnas del Viet Cong, que ignoraron su presencia y que se dirigían hacia el batallón americano. La patrulla se pegó al final de un pelotón enemigo, para ir acercándose al perímetro. Ya cerca de éste, se abrió inicialmente paso disparando y lanzando granadas sobre los guerrilleros cercanos, deslizándose hacia el campamento.
Bowie retiró la patrulla C. Hacia las 07:00 el batallón estaba casi al completo ocupando sus posiciones de defensa.
La detección oportuna de la intención enemiga, la dislocación prematura de parte de su despliegue, el preciso apoyo por el fuego y las posiciones defensivas en profundidad del batallón fueron decisivas. Hacia las 12:00 el ataque enemigo, a cargo del 272 regimiento de infantería del Viet Cong, reforzado por un batallón de armas pesadas en subordinación de guerra, se había desvanecido con gravísimas pérdidas.

El 28 de agosto de 2003 la brigada de infantería española asumió el mando del sector con sede en Diwaniya, como parte de la  división hispano polaca, desplegada en el centro sur de Iraq. Diwaniya, ciudad de unos 100 mil habitantes, es la capital de la provincia de Al-Qadisiya.
Apenas llegado al poder en abril de 2004, una de las primeras órdenes del presidente Rodríguez fue la retirada de las fuerzas españolas de Iraq. Creo que la siguiente fue conceder la Gran Cruz del Mérito Militar al ministro de Defensa, por dicha operación. La vergüenza de su familia hizo renunciar a Bono a dicha condecoración. El 21 de mayo se traspasó oficialmente el mando de los cuarteles España, Al-Andalus y Santo Domingo en Diwaniya a las fuerzas norteamericanas.
El mando norteamericano inició ese mes de abril una ofensiva en la zona contra el llamado Ejército del Mahdi (el guiado por Alá) del imam chií (un simple clérigo sin galones) Muqtada al-Sadr (véase nuestro artículo “Iraq hoy, de donde viene a donde va” en el nº 35 de War Heat) y solicitó la ayuda activa española. Al no tener nuestras fuerzas un mandato para participar en ella, la continuidad de su misión en la reconstrucción y estabilización de Iraq quedaba en precario indefinidamente.
La situación se había deteriorado tanto que el gobernador iraquí de Al-Qadisiya, más extensa que Extremadura y con unos 800 mil habitantes, acababa de desertar y formó una banda de unos 40 seguidores, para hacer valer sus derechos de señor de la guerra.
Las instalaciones de Diwaniya, donde se alojaban nuestros mil y pico hombres, quedaron convertidas en un remedo de Fort Apache. Porque los rebeldes iraquíes no suelen apreciar esas sutilezas de “estoy aquí, pero no te ataco” o “soy blanco, rico y llevo casco Kevlar, pero no soy yanqui”. Eramos un blanco fácil y cómodo de su furia y de su odio a una democracia no islámica y a los cristianos vencedores ocupantes.
Durante más de un mes los rebeldes chiíes realizan un hostigamiento permanente de nuestros cuarteles, tremendamente defendidos (sensores, fosos, alambradas y fortificaciones) contra las bombas de los suicidas islamistas. Pero ocurre que esos suicidas, que son fanáticos iluminados pero no tontos, atacan a grupos de enemigos no protegidos suficientemente, buscando como pasaporte al Jardín de las Huríes, llevarse el mayor número posible de enemigos muertos o mutilados. No hubo ni un intento suicida contra nosotros.
La mayoría de los días de espera hasta la retirada, nuestros acuartelamientos fueron hostigados con fuego automático de armas ligeras y granadas de mortero, con una media de 10 granadas por ataque. Con el fin de alejar el origen del fuego indirecto, nuestras fuerzas realizaron ataques de objetivo limitado, expulsando los morteros irregulares hasta el otro lado del río. En los encuentros y emboscadas sufridos, dimos muerte a unos 20 rebeldes. Nosotros sufrimos una docena de heridos en todo el proceso y murieron varios colaboradores árabes. No tenemos noticias de que el batallón chií de la defensa iraquí que estuvimos entrenando, y cuyo coronel pidiera formalmente que no nos fuéramos, nos apoyara en la defensa.

Algunas posibles misiones de lucha correctas para esta defensa

El centro de gravedad de la defensa activa de las posiciones militares fijas reside en la observación y el control de las vías de aproximación. Que en zona rural puede ser un campo semi inundado de arroz; en terreno rugoso, una línea de altura por debajo de la cresta militar; en zona urbana, las calles que hacia a ellas se orientan, desde cierta distancia, y en una carretera, una cuneta. Todo ello adobado y complicado por el clima y la hora del día.
Las posiciones de observación y de lucha pueden constar desde la pareja de francotiradores hasta una sección reforzada (el platoon estadounidense), según las características del terreno y las intenciones y capacidades del enemigo. Aquéllas son al margen de la defensa perimetral y de las patrullas que la recorren, que constituyen parte de la defensa estática.
El enemigo suele explorar, al menos al principio y también en condiciones fluidas de lucha, por observación. Es importante localizar y eliminar estas posiciones de exploración. La observación paciente es el modo, teniendo en cuenta que si la exigencia es intensa, cada 30 minutos debe ser sustituido el observador, porque mira, pero ya no ve.
Si existen medios adicionales para ello y como complemento, es muy necesario emplear el patrullaje enérgico (véase nuestro artículo citado en el nº 35 de War Heat) contra el enemigo, alejándose mucho más.
Una defensa pasiva, limitada a rechazar los ataques, con la iniciativa y la elección de los momentos en manos del enemigo, es casi lo más disolvente de la moral de combate que puede experimentar una tropa, al margen de una derrota. Que se lo pregunten a los franceses que guarnecían multitud de reductos y posiciones en Indochina antes de Dien Bien Fu y a los chinos nacionalistas hasta 1949.