EL YIHADISMO QUE AMENAZA EL FLANCO SUR DE EUROPA

En una zona del Sahara y del Sahel continua, difusa, extensa y de contornos geopolíticos plásticos, que comprende el este de Mauritania, el norte de Malí y de Burkina Faso, el oeste de Níger y las zonas montañosas del sur de Argelia, se extiende el habitat natural de los yihadistas occidentales africanos. La inmensa zona de transición del Sahel ocupa los territorios africanos entre el Sahara y las regiones tropicales húmedas, situadas al sur de ella. El Sahel se ve azotado por sequías pertinaces, que son su principal condicionante geográfico y que extienden progresivamente el desierto hacia el sur y alejan a sus pobladores sedentarios a hacia los países centroafricanos colindantes. El Sahel no es más ya que los terrenos húmedos y verdes de África Central, que están en vías de agostamiento y desertización por el avance incontenible del Sahara y que continúa hacia el este cruzando el Chad y Sudán del Sur, hasta las costas del Mar Rojo de Eritrea y Etiopía.

Bereberia y el País de los Tuaregs.

El país de los bereberes lo forman las tierras interiores de los países del centro y oeste del Mediterráneo africano, Marruecos, Argelia, Túnez y la Tripolitania (el oeste de Libia). Esos individuos de piel blanca, para diferenciarlos claramente de los árabes o morenos (moros) constituyen una mayoría característica en regiones como la Kabila, el Rif y el Aures. Aunque desde finales del siglo VII abrazaron el Islam, los bereberes han sostenido siempre una resistencia correosa y discontinua contra la invasión de los árabes desde el Este, por el mantenimiento de su idiosincrasia y su poder regional en sus tierras. Los bereberes eran cristianos viejos antes de la dominación islámica. Por ejemplo, en el Magreb había 47 obispados funcionando en el siglo V de nuestra era.

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Al sur de Bereberia, formando parte de sus etnias y extendiéndose con el desierto hacia el interior del África, viven los tuareg o al-Tawarik. Éste es el plural de “tarqui”, “tarka”, que son un grupo racial definido y encuadrado dentro de los Sanhadja del Sahara occidental. El nombre podría venir del verbo árabe “taraka”, que significa abandonar, por ejemplo, la religión, convertirse en “renegados”. Y se referiría a la difícil islamización de este grupo bereber. Otros investigadores derivan el nombre del árabe tharik, camino. Para designarlos como “ladrones de caminos”, por el control total que ejercieron durante siglos y hasta hace bien poco sobre las grandes rutas transaharianas, y sus saqueos habituales de las poblaciones negras del Sahel. Su origen organizado e independiente surge con la reina Tin Hinan, que se trasladaría desde el desierto occidental a las montañas del Hoggar. Y desde allí se extendieron posteriormente por las regiones meridionales del Sahara y del norte del Sahel. Existen enterramientos muy ricos de mujeres, que proceden de esta época más o menos idealizada. Este origen matriarcal se ve apoyado por su tradición cristiana y establece una filiación y una herencia materna en los clanes tuareg. Y hace que la mujer tarqui goce de unas libertad, estima y prerrogativas, que son desconocidas en el mundo musulmán. En cuanto forman una nación sin estado propio, los tuareg están repartidos en ocho federaciones tribales. Las cuales se agrupan geográficamente en los tuareg del norte, los Tassili N-Ajjer, Hoggar y Adrar y los del sur, los Awelimid y Kel Wi del Air.

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REINA TIN HINAN

Su estructura social los divide en clases poco permeables, en virtud de sus orígenes citados y de los oficios que realizan. Los tuareg de las clases superiores tienen el privilegio de usar un velo coloreado con índigo, que da a toda la etnia su nombre popularizado, los “hombres azules”. Los jefes o amenokales son aquí “primus inter pares”, elegidos por las clases nobles y los guerreros en sus asambleas soberanas, que toman o ratifican todos las decisiones importantes para el clan. Esos jefes locales son como negociadores privilegiados con los distintos gobiernos o autoridades, que gozan de una autoridad personal más que institucional, y cuyos acuerdos pueden ser ignorados por los varones adultos, si no están revalidados por aquellas asambleas. Hoy en día los tuareg se despliegan por un vasto territorio, sin fronteras ni tierras bien definidas, procurando una sedentarización, que sea la base de un mínimo desarrollo social y económico desde el puro nomadismo. Dicho espacio geográfico actual coincide con el “habitat subversivo”, que se superpone a él, donde se asientan los distintos grupos yihadistas activos en el África noroccidental desértico.

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TUAREG O BEREBERES DEL DESIERTO

Los tuareg se dedicaron desde tiempo inmemorial al pastoreo nómada de camellos, ovejas y cabras. Aunque sus principales, riqueza, poder y status provenían del “control” de las rutas de caravanas que cruzaban su vasto territorio. Este control lo ejercían con una combinación ecléctica de fielatos, rapiñas y como conductores y auxiliares de las caravanas. Este dominio de las vías comerciales y de avituallamiento, no perturbado por los colonizadores europeos, les proporcionaba una importante influencia sobre los mercados de origen y destino de aquéllas. También asolaban las poblaciones negras asequibles a sus territorios, robándoles los bienes y capturando esclavos para su servicio y para la venta. La aparición bastante abrupta de los nuevos estados independientes africanos tras la II guerra mundial, quebró definitivamente este poderío económico y la influencia sobre las poblaciones aisladas en dichas rutas. Al ir coartando sus libres desplazamientos, al mismo que perdían la exclusividad de los transportes y portes por su transpaís con la progresiva motorización en aquéllas. Su transhumancia y su capacidad de adaptación a los períodos de sequías fueron también estrangulándose. Así, las sequías de los años 70 y 80 forzaron a familias y pequeños clanes a instalarse junto a los núcleos urbanos cercanos en Argelia, Libia y Nigeria. En estos momentos, la población total de etnia tuareg que vive en su habitat natural e histórico y sus aledaños geográficos oscila entre 1,2 y 1,5 millones de personas. Y en esos territorios de tantos países la densidad de la población es repetitivamente de 1,5 personas por Km2.

Tombuctú - Wikipedia, la enciclopedia libre
TUMBUCTÚ

Los tuareg siempre se opusieron a la formación de estados centrales, que proyectaran su acción dentro de su territorio. Así lo hicieron por la fuerza contra los imperios negros de Malí y Songhay, los cuales también elevaron a Tombuctú a la categoría de capital cultural del Magreb en el Alto Medioevo. Tombuctú fue fundada por los tuareg al inicio del siglo XII, que siempre la consideraron de su propiedad y, a lo largo de los siglos, la reconquistaron varias veces, la última en el período 1863-1893. Los tuareg son musulmanes de la periferia del Islam, donde no llegan con plena potencia e interés las doctrinas ortodoxas o radicales. Los condicionantes naturales y políticos de su transpaís han sido siempre duros. Ellos han desarrollado una resilencia, una resistencia humana para sobrevivir y perdurar en sus tierras perennes. Entonces, no sólo su religión sui generis es una virtud de su etnia. También son virtudes para ellos el mutuo juego de derechos y deberes, que se derivan de las relaciones entre las personas y los grupos familiares, clanes y tribus. De donde derivan la identidad personal, referida y comparada a sus iguales, y la mutua protección de individuos y sus sociedades primitivas.

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PEORES EN PATRULLAJE O COMBATE

Así, no es de extrañar que en los momentos de máxima debilidad del estado maliense, los tuareg se apoderaran del norte de Malí y hayan hecho a Tombuctú su capital política. Conviviendo por mutuo aprovechamiento y a regañadientes con el asiento de los grupos yihadistas internacionalistas en ciudades como Gao, Kital y la propia capital, en el interior de su República del Azawad. La república de Malí llegó a ser un estado en vías de claudicación. El ejército intentaba imponerse en el norte a los tuaregs y a los brotes verdes islamistas. Pero, carecía de motivación, de espíritu de cuerpo, de entrenamiento y equipos y de voluntad profesional. Los generales dirigían desde Bamako las acometidas espasmódicas contra los asentamientos rebeldes más evidentes y permanentes. Y los oficiales y suboficiales, entre ellos las capacidades eran similares, intentaban animar e impulsar a sus hombres. Para que, venciendo la natural pereza táctica de combatir, las pequeñas unidades cumplieran sus misiones. Por ello, el golpe de estado del 22 de marzo de 2012 lo protagonizaron, haciendo un gesto de bonapartismo de supervivencia, los capitanes malienses, hartos del mal uso al que eran sometidos.

Un santuario para las bandas yihadistas al oeste de África. Su peligro para el sur de Europa.

Una de las razones de la atracción de esa “zona santuario” para los grupos yihadistas semi nómadas y desarraigados de los pueblos de esos países, es la debilidad endémica de los ejércitos maliense, mauritano, de Burkina Faso y de Níger. Sólo los ejércitos argelinos, en parte el del Chad y de Nigeria están capacitados en estos momentos para llevar a cabo una “guerra irregular” eficaz contra grupos de individuos motivados, entrenados y dispuestos a llevar a cabo su Yihad.

Demostración de fuerza del ejército argelino en la frontera marroquí
BLINDADOS LIGEROS ARGELINOS.

Pero también es necesario que el santuario les ofrezca una seguridad geográfica suficiente, que les proteja de un avance mecanizado desde la profundidad de las zonas en manos de los militares enemigos, nativos o foráneos. En la zona que tratamos no hay grandes bosques, ni poblados importantes, que puedan dar a los terroristas nómadas el refugio necesario para no convertirse en “insurrectos errantes”. Y agotarse así en movimientos superfluos y continuos, a través de las enormes extensiones disponibles de terrenos inhóspitos y libres, sintiendo el aliento del enemigo en sus nucas. Y que les lleven a desear las bondades de la dispersión de sus bandas y el abandono de las armas. Esa protección geográfica se la brindan los macizos montañosos de la zona, que se extienden sin solución de continuidad, abarcando casi todos los países amenazados por el yihadismo afrooccidental. Macizos que están adaptados al escondrijo y el refugio de pequeñas bandas aisladas. Y así, tenemos la Meseta del Djado en el norte de Níger, llegando hasta la frontera con Libia; las alturas de Air (Azbine) situadas en el centro interior de Níger; el Adrar de los Iforas o montes de Kidal que se extienden en el noroeste de Malí, como último refugio de los yihadistas en el Azawad; y, acercándose desde el norte a los otros tres, el macizo elongado de Tass Oua-n-Ahaggar (o Hoggar) del centro-sur de Argelia. Es de señalar aquí que en toda el área internacional que tratamos, existen también multitud de individuos de las etnias negroides subsaharianas, que, en su adaptación a las sucesivas facilidades y dificultades de vida en sus territorios anteriores, también protagonizaron un flujo de población hacia el desierto.

(CONTINUARÁ)

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